Familia, la sal de la tierra

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Espacio Institucional Suplemento bajo la responsabilidad editorial del P. Javier Luis Soteras, director de Radio María Argentina. Publicación de distribución gratuita con los ejemplares de La Voz del Interior del domingo 3/11/2013 www.franciscoadiario.org

Familia,

la sal de la tierra

El Papa Francisco dedicó buena parte de la semana en destacar los valores y la importancia del núcleo base de la sociedad, el que “a través del amor de Dios y la fe” se convierten en “la luz del mundo”.


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Editorial

Jornada de la Familia

La más alta forma de solidaridad Padre Javier Soteras Responsable editorial de Francisco A diario

C

ada año, el 1 y 2 de Noviembre, la Iglesia celebra el Día de todos los Santos y la conmemoración de los fieles difuntos. Se trata de dos festividades antiquísimas y, en cierto modo, relacionadas. Por un lado, celebramos la santidad de todos los que, en Jesús, hemos sido incorporados a la familia de Dios. Es celebrar lo que los creyentes repetimos cuando rezamos el Credo: “creo en la comunión de los santos”. Incluímos en la fiesta a María madre de Dios, San Pedro, San Pablo, San Ignacio de Loyola, a Santa Teresita del niño Jesús, a la Madre Teresa de Calcuta y todos los santos y beatos promulgados por la Iglesia. Pero también celebramos a los otros santos no necesariamente reconocidos, y a nosotros, que hemos sido incorporados a la familia de Dios. El Papa Francisco, en la audiencia general del miércoles pasado, refiriéndose a la comunión de los santos, dijo que “se trata de una verdad de las más consoladoras de nuestra fe, ya que nos recuerda que no estamos solos sino que existe una comunión de vida entre todos los que pertenecen a Cristo, que nace de la fe”. Además, el Papa dijo que “la comunión de los santos va más allá de la vida terrena, va más allá de la muerte y dura para siempre. La comunión espiritual que nace del bautismo no se destru-

ye con la muerte, sino que gracias a la Resurrección de Cristo, está destinada a encontrar la plenitud en la vida eterna. Hay un vínculo profundo e indisoluble entre los que todavía son peregrinos en este mundo y los que han cruzado el umbral de la muerte para entrar en la eternidad”. Lo que produce la unión entre Dios y todos los que hemos sido incorporados a Él por medio de Jesús, es el amor. Nos dice el evangelio que “Dios es amor”(1Jn 4, 16). La santidad es el misterio del amor de Dios entre nosotros. Allí donde hay verdadero amor, sostenido, entregado, un amor que se hace ofrenda de la vida, hay santidad. Dice San Pablo: “estamos rodeados por una nube de testigos” (Hb 12,1). Son millones de personas que permanecen en comunión unas con otras en este misterio de amor de Dios en medio nuestro. Quienes ya están en el cielo, interceden permanentemente ante Dios por quienes vivimos en la tierra, para que reine el amor. Por su parte, los que aún transitamos en la tierra, rezamos por los que han muerto para que sean recibidos en los brazos amorosos y misericordiosos de Dios lo que constituye, como dijo el Papa argentino “la más alta forma de solidaridad”. En éstos días, entonces, celebramos la fiesta del amor de Dios en medio de su pueblo.

“Luz del mundo y levad Ante más de 150 mil asistentes de 70 países distintos, Francisco pidió a las familias que vivan la alegría de la fe y con el amor de Dios.

E

n el cierre de la Jornada de la Familia, el Papa Francisco destacó que si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos y se apaga la alegría. Por el contrario -subrayó-, “la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad”. El Santo Padre centró su homilía en la familia que reza. “Quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? La oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo”, dijo. Sí, es verdad, pero es “también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios”, añadió.

El Papa afirmó que para rezar se requiere “sencillez”. “Rezar juntos el Padrenuestro, alrededor de la mesa, se puede hacer. Y rezar juntos el rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar el uno para el otro”, aseveró. “Las familias cristianas son familias misioneras, en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe”, agregó El Pontífice señaló que “la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente en el camino de la vida”. Y en la base de este sentimiento de alegría profunda “está la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, res-

petuoso hacia todos. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias”. Días antes, al inaugurar lka asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, Francisco, citando palabras del beato Juan Pablo II, aseguró que “la familia es una comunidad de vida que tiene una consistencia autónoma... No es la suma de las personas que la constituyen, sino una comunidad de personas”. “La familia es el lugar donde se aprende a amar; el centro natural de la vida humana. Cada uno de nosotros construye su personalidad en la familia. Allí se aprende el arte del diálogo y de la comunicación interpersonal”, agregó en esa oportunidad. Por eso “la comunidad-familia debe reconocerse como tal, todavía más hoy, cuando predomina la tutela de los derechos indi-


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Audiencia general

dura para la sociedad”

viduales”, subrayó. “La familia se funda en el matrimonio. A través de un acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos atestiguan que el matrimonio, en cuanto sacramento, es la base en la que se funda la familia y hace más sólida la unión de los cónyuges y su entrega recíproca. El amor conyugal y familiar también revela claramente la vocación de la persona de amar de forma única y para siempre y de que las pruebas, los sacrificios y las crisis de la pareja, como de la misma familia, representan pasajes para crecer en el bien en la verdad y la belleza. Es una experiencia de fe en Dios y de confianza recíproca, de libertad profunda, de santidad, porque la santidad presupone entregarse con fidelidad y sacrificio todos los días de la vida”, agregó.

Matrimonio, divorcio y ancianos La Jornada de las familias fue una fiesta donde hubo reflexiones, música, narración de cuentos a los niños y testimonios, hasta que el papa Francisco hizo su aparición con un globo naranja en la mano y tomando a varios niños que portaban globos de diferentes colores. Después de escuchar a ancianos, familias con y sin dificultades, jóvenes desempleados y emigrantes llegados de África, el Papa se dirigió a los presentes y habló de la familia y del matrimonio. Aludió al divorcio, al considerar que “no hay que hacer caso a esta cultura de lo provisional que rompe la vida en pedazos”. “Los esposos cristianos no son ingenuos, pero no tienen miedo de responder

ante Dios y ante la sociedad”, destacó. Explicó que el matrimonio es un “largo viaje que deben hacer juntos, que dura toda la vida y necesita la ayuda de Jesús”. Para el papa, hay tres palabras fundamentales para la convivencia en familia -permiso, gracias y perdón- y pidió: “Que nunca terminemos la jornada sin hacer las paces”. Dar las gracias todos los días al otro es bello, aseguró, a la vez que resaltó la importancia de dar explicaciones “cuando alguno se ofende en familia”. También se refirió a los abuelos, de los que dijo que son “la sabiduría de un pueblo y un pueblo que no escucha a sus ancianos es un pueblo que muere”.

Comunión de los Santos, un vínculo profundo e indisoluble

En la audiencia general del miércoles pasado, ante miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco definió a la “comunión de los santos” como una gran familia donde todos los miembros se ayudan y se sostienen entre sí y que gracias a la Resurrección de Cristo, establece un vínculo profundo e indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las almas del Purgatorio y los que gozan de la bienaventuranza celeste, en la que “nos unimos como Iglesia, que encuentra en la oración de intercesión la forma más alta de solidaridad”. El Pontífice, en alusión a la celebración litúrgica del 1° de noviembre (Día de todos los Santos) invitó a ser cristianos llenos de alegría y a vivir la alegría de tener tantos hermanos bautizados que caminan con nosotros y también con los que están en el cielo y rezan por nosotros. El Papa saludó a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de la Argentina, España, El Salvador, México y otros países latinoamericanos e invitó a todos “a redescubrir la belleza de la fe en la comunión de los santos. Una realidad que nos concierne mientras somos peregrinos en

el tiempo, y en la cual, con la gracia de Dios, viviremos para siempre”. “Hoy quiero hablar sobre una realidad muy bella de nuestra fe: la comunión de los santos. Esta expresión tiene dos significados relacionados: comunión en las cosas santas y comunión entre las personas santas. El segundo significado recuerda que existe una comunión de vida entre los que creemos en Cristo y nos hemos incorporado a Él en la Iglesia por el Bautismo”, explicó Francisco. “La relación entre Jesús y el Padre es la matriz del vínculo entre los cristianos _agregó_; si estamos radicados en esta matriz, en este fuego ardiente de amor que es la Trinidad, podemos llegar a poseer un único corazón y una única alma, porque el amor de Dios abrasa nuestros egoísmos, juicios y divisiones”. La “comunión de los santos”, añadió Francisco, gracias a la Resurrección de Cristo, establece un vínculo profundo e indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las ánimas del Purgatorio y los que gozan de la bienaventuranza celeste, en la que nos unimos como Iglesia, que encuentra en la oración de intercesión la más alta forma de solidaridad”.


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Las anécdotas de la semana

Unniñoyunmate

En una semana de la agenda del Papa Francisco pasan muchas cosas: encuentros, mensajes, cartas, tuits, homilías, decisiones, etcétera. Pero también ocurren otros acontecimientos que a veces no van acompañados de palabras, sino que se plasman simplemente en imágenes que despiertan sentimientos. La anécdota a destacar de esta semana, fue durante el encuentro mundial del Papa con las familias en la Plaza de San Pedro. Antes de comenzar a pronunciar su discurso, un pequeño niño de remera amarilla subió al escenario y ni siquiera los guardias con la ayuda de tentadores caramelos pudieron bajarlo. Mientras el Papa Francisco hablaba, se le acercó, le hizo morisquetas, se divisó en una pantalla que había en el escenario y, luego de unos minutos, se cansó y no

Oremos por él

El papa Francisco, de manera insistente, pide que oremos por él. Desde el espacio de Francisco a diario, te invitamos a sumarte a la campaña de oración y ayuno que realizaremos todos los viernes, junto a los oyentes de Radio María en todo el país, en comunión con las intenciones del Santo Padre. Cada uno de nosotros lo hará de la manera que mejor crea conveniente, ofreciendo el trabajo del día, rezando el Santo Rosario, pidiendo en las misas una intención particular por el Santo Padre o tendiendo una ayuda especial para una persona que sufre.

El aporte institucional y el apoyo de sus lectores ayudan a sostener este proyecto. Enviá la palabra SUMAME al (0351) 152000040 y te informamos las maneras de colaborar

Por Milagros Rodón Periodista de Radio María

encontró mejor lugar para sentarse que en la silla del Papa. Luego, mientras Francisco continuaba hablando, se levantó y, tomándolo de la sotana blanca lo abrazó durante unos segundos, a lo que el Papa contestó acariciándole la cabeza. Muchos sacerdotes seguramente se sentirán identificados con esta escena: nunca falta el niño travieso que acapara la atención durante las homilías. Una nueva imagen de la espontaneidad y la ternura de Francisco.

Un mate no se le niega a nadie Otra escena destacable sucedió minutos antes de la audiencia general de los miércoles. Mientras el Papa hacía su habitual recorrido en Papa móvil, pidió que detuvieran el vehículo, cuando vio a un feligrés argen-

tino que le ofrecía un mate. Tomó la infusión caliente, hizo un gesto de aceptación y agradecimiento, y siguió saludando a la multitud. Casi como quien toma un mate con un amigo en el patio de su casa.


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