Espacio Institucional Suplemento bajo la responsabilidad editorial del P. Javier Luis Soteras, director de Radio María Argentina. Publicación de distribución gratuita con los ejemplares de La Voz del Interior del domingo 27/10/2013 www.franciscoadiario.org
A través del orden de la fe, la caridad y la unión perfecta con Cristo, el Papa llama a ver en esas virtudes de la virgen el camino a seguir.
María, modelo de la Iglesia
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Editorial
Audiencia general
Los pastores según Francisco Padre Javier Soteras Responsable editorial de Francisco A diario
En la primera ordenación episcopal de Francisco, como sucesor de Pedro y Obispo de Roma, remarcó una vez más qué estilo de pastores se necesitan para este tiempo de renovación de la vida de la Iglesia. “Reflejen que han sido elegidos para servir, no para dominar... Nunca hagan esperar a un presbítero en audiencia”. Son algunas de las palabras que el Papa dirigió en la Basílica de San Pedro a los primeros dos obispos que ordenó personalmente: el nuevo presidente de la Academia Eclesiástica (la escuela de los nuncios), Giampiero Gloder, y el francés Jean-Marie Speich, nuevo nuncio apostólico en Ghana. “El episcopado –subrayó Francisco– es un don de servicio, no es un honor, y al obispo compete más el servicio que el dominio, según el mandamiento del Maestro, “que quien sea mayor entre ustedes, se vuelva como el más pequeño, como aquel que sirve”. “Siempre en servicio, siempre en servicio”, subrayó. “Recuerden aquel primer conflicto en la Iglesia de Jerusalén, fue cuando los obispos tenían demasiado trabajo y decidieron nombrar a los diáconos para tener tiempo para rezar y predicar la Palabra: un obispo que no reza –dijo elevando la voz– es un obispo a medio camino, y, si no reza al Señor, acaba en la mundanidad”. ”Amen, amen con amor de padre y de hermanos a todos los que Dios les confía, sobre todo amen a los presbíteros y a los diáconos, son sus colaboradores, son los más próximos del prójimo para ustedes”, dijo Bergoglio.
Pidió, además, que estén cerca de “los pobres, los indefensos y cuantos necesitan acogida y ayuda». Además, invocó la atención hacia los fieles como colaboradores del compromiso apostólico y «atención a todos los que no pertenecen al único rebaño de Cristo”. Una vez más, como hizo cuando pronunció el discurso a los obispos italianos y en el que dedicó a los nuncios apostólicos en junio, Francisco trazó el perfil del obispo alejado absolutamente del perfil del “príncipe” que vive casi aislado y del “manager”. A esto se suma su intervención en el marco de la JMJ, donde el Papa Francisco quiso encontrarse con los obispos responsables del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) en el cuatrienio 2011-2015, presentes en Río en ocasión de la Reunión General de Coordinación, del 29 de julio al 2 de agosto. Algunas de sus frases en el discurso a los obispos macaron el perfil pastoral que vislumbra el Papa : “¿Procuramos que nuestro trabajo y el de nuestros presbíteros sea más pastoral que administrativo? ¿Quién es el principal beneficiario de la labor eclesial, la Iglesia como organización o el Pueblo de Dios en su totalidad?”. “¿Superamos la tentación de atender de manera reactiva los complejos problemas que surgen? ¿Creamos un hábito pro-activo? ¿Promovemos espacios y ocasiones para manifestar la misericordia de Dios? ¿Somos conscientes de la responsabilidad de replantear las actitudes pastorales y el funcionamiento de las estructuras eclesiales, buscando el bien de los fieles y
de la sociedad?”. “En la práctica, ¿hacemos partícipes de la Misión a los fieles laicos? ¿Ofrecemos la Palabra de Dios y los Sacramentos con la clara conciencia y convicción de que el Espíritu se manifiesta en ellos?”. “La ideologización psicológica. Se trata de una hermenéutica elitista que, en definitiva, reduce el ‘encuentro con Jesucristo’ y su ulterior desarrollo a una dinámica de autoconocimiento. Suele darse principalmente en cursos de espiritualidad, retiros espirituales, etcétera. Termina por resultar una postura inmanente autorreferencial. No sabe de trascendencia y, por tanto, de misionariedad”. “Hombres que no tengan ‘psicología de príncipes’. Hombres que no sean ambiciosos y que sean esposos de una Iglesia sin estar a la expectativa de otra. Hombres capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza: que haya sol y luz en los corazones. Hombres capaces de sostener con amor y paciencia los pasos de Dios en su pueblo. Y el sitio del Obispo para estar con su pueblo es triple: o delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neutralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado, pero también, y fundamentalmente, porque el rebaño mismo también tiene su olfato para encontrar nuevos caminos”.
“Como Mar la Iglesia lle El Papa destacó a la virgen como modelo de unión con Cristo. “Su vida de era la vida de una mujer de su pueblo, rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga. Pero llevaba a cabo cada acción en perfecta unión con Jesús”, destacó el pontífice.
“L
a Iglesia es como María, no es un negocio, no es una organización humanitaria, no es una ONG, pero tiene el mandato de llevar a todos a Cristo y su Evangelio; no se lleva a sí misma, pequeña, grande, fuerte o débil lleva a Jesús”, dijo el Papa Francisco a los 90 mil asistentes a la audiencia general del último miércoles en la plaza de San Pedro, y agregó que la Iglesia “tiene que ser como María cuando fue a visitar a Isabel. ¿Qué le llevaba María? A Jesús. La Iglesia lleva a Jesús: este es el centro de la Iglesia: llevar a Jesús. Si, por hipótesis, alguna vez sucediera que la Iglesia no llevase a Jesús, sería una Iglesia muerta. La Iglesia tiene que llevar la caridad de Jesús, el amor de Jesús”. María como modelo de la Iglesia “en el orden de la fe,
de la caridad y de la unión perfecta con Cristo”, según la definición del Concilio Vaticano II, fue el motivo elegido por el papa para la catequesis de la audiencia general. “María es modelo de fe, no sólo porque como hebrea esperaba de todo corazón la redención de su pueblo, sino también porque con el ‘sí’ que pronuncia en la Anunciación se adhiere al proyecto de Dios y desde ese momento su fe recibe una nueva luz: se centra en Jesús. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que está centrada en Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios”, dijo el Papa. La madre de Cristo vive esta fe “en la sencillez de las mil ocupaciones y preocupaciones cotidianas;
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La pobreza como instrumento
ría, eva a Jesús”
esa existencia normal fue el terreno donde se desarrolló una relación única y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su hijo. El ‘sí’ de María, ya perfecto desde el principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se dilató, abrazando a cada uno de nosotros para llevarnos a su Hijo. María vivió siempre inmersa en el misterio de Dios hecho hombre, como su primera y perfecta discípula, meditando cada cosa en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios”. Para explicar el segundo aspecto, María, modelo de caridad, el Papa utilizó el relato evangélico de la visita a Isabel, su prima. “Visitándola –dijo el Santo Padre- María no le dio sólo ayuda material -que es importante- también le llevó a Jesús, que ya vivía en su seno. Llevar a Jesús a aquella
casa significaba llevar la alegría, la alegría plena la que procede de Jesús y el Espíritu Santo, y se expresa en la caridad gratuita, en el compartir, ayudarse, comprenderse. María quiere darnos, también a nosotros, ese gran regalo que es Jesús: y con Él su amor, su paz, su alegría. La vida de la virgen Santa era la vida de una mujer de su pueblo, rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga. Pero llevaba a cabo cada acción en perfecta unión con Jesús”, destacó el pontífice. “Esa unión alcanza su culmen en el Calvario: aquí María se une a su Hijo en el martirio del corazón y en la ofrenda de la vida al Padre para la salvación de la humanidad. Nuestra Señora hizo suyo el dolor del Hijo y aceptó con él la voluntad del Padre, en la obediencia que da fruto, que da la verdadera victoria sobre el mal y la muerte”.
Sin lugar para la codicia Con la decisión de apartar de manera temporal de su cargo al obispo de la diócesis alemana de Limburgo, después de conocerse el sideral costo de su suntuosa residencia episcopal, el Papa Francisco coronó una semana en la que demostró la coherencia de sus acciones para lograr una Iglesia que transite por los caminos de la humildad. “¡Cómo quisiera ver una Iglesia pobre y para los pobres!”, dijo el Papa a poco de su elección como sucesor de Benedicto XVI. Esta semana, con la separación del obispo de la diócesis alemana de Limburgo, Franz-Peter Tebartz-van Elst, tras el escándalo que generó la revelación de lo que gastó en construir su residencia, el sumo Pontífice demostró que marcha con firmeza en pos de ese objetivo. “Dios nos enseña que el camino no es el de la pobreza por la pobreza, sino el de la pobreza como instrumento, para que Dios sea el único Señor. Hemos recibido los bienes que poseemos para sacar adelante el mundo y para ayudar a los demás”, había dicho el papa Francisco en la homilía de la Misa del martes pasado en la capilla de la Casa Santa Marta. En esa oportunidad, el Papa comentó el pasaje evangélico del hombre que pide a Jesús que haga algo para resolver un problema de herencia que tiene con su hermano. “¡Cuántas familias destruidas hemos visto por el problema del dinero: hermano contra hermano, padre contra hijo! Es este el primer trabajo que hace esta actitud de estar apegado al dinero: ¡destruir! Cuando una persona se apega al dinero, se destruye a sí misma, destruye su familia. ¡El dinero destruye! ¿Es lo
que hace, no? Te ataca. El dinero sirve para sacar adelante tantas cosas buenas, muchos trabajos para desarrollar la humanidad, pero cuando tu corazón sufre este ataque, te destruye”. “Es lo que hace daño: la codicia en mi relación con el dinero. Tener más, tener más, tener más. Te lleva a la idolatría, destruye tu relación con los demás. No el dinero, sino la actitud, que se llama codicia. Y luego, esta codicia también te enferma, porque te hace pensar todo en función del dinero. Te destruye, te enferma. Y al final (esto es lo más importante), la codicia es un instrumento de la idolatría, porque va por el camino opuesto al que hizo Dios para nosotros”. “San Pablo dice que Jesucristo, que era rico, se hizo pobre para enriquecernos. Ese es el camino de Dios: la humildad, el humillarse para servir. En cambio, la codicia te lleva por el camino opuesto: tú, que eres un pobre hombre, te haces Dios por vanidad. ¡Es la idolatría!”. Por este motivo, explicó Francisco, Jesús dice cosas “tan duras, tan fuertes contra este apego al dinero. Nos dice que no podemos servir a dos amos: o a Dios o al dinero. Nos dice que no nos preocupemos, que el Señor sabe qué es lo que necesitamos”, y nos invita al “abandono confiado hacia
el Padre, que hace florecer los lirios de los campos y da de comer a los pájaros”. “El Señor nos enseña cuál es el camino –dijo el Papa–; no es el camino de la pobreza por la pobreza. ¡No! Es el camino de la pobreza como instrumento, ¡para que Dios sea Dios, para que Él sea el único Señor! No el ídolo del oro. Y todos los bienes que tenemos nos los ha dado el Señor para sacar adelante el mundo, para sacar adelante a la humanidad, para ayudar, ayudar a los demás. Que permanezca en nuestros corazones la Palabra del Señor”. Coherente con esas expresiones, el Papa decidió separar temporalmente a Franz-Peter Tebartz-van Elst, que había sido calificado como “el obispo de los lujos”. El Vaticano explicó el miércoles en un comunicado que el Pontífice había sido informado “amplia y objetivamente de la situación en la diócesis de Limburgo, en la que se han dado circunstancias por las que el obispo Franz-Peter Tebartz-van Elst, en el momento actual, no puede ejercer su ministerio episcopal”. “La Santa Sede considera oportuno autorizar a Franz-Peter Tebartz-van Elst un período de permanencia fuera de la diócesis”, indicó el comunicado, como fórmula utilizada para anunciar que se apartaba al obispo de forma temporal.
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Tres papas que se complementan
“Cada uno de los tres últimos Papas ha tenido un énfasis diferente pero complementario, destacando diferentes aspectos de los fieles y la Iglesia”, señaló el arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, cardenal Timothy Dolan. “Una buena manera de entender los diferentes dones de cada uno de estos últimos pontífices podría ser el uso de las imágenes del alma, la
mente y el corazón”, escribió el purpurado en una reciente columna de opinión publicada por el New York Post. Para el arzobispo de Nueva York, los últimos tres pontífces –Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco– son “gigantes” y con “talentos particulares.” “Juan Pablo II se enfocaba en el alma”, indicó. “Sus elocuentes llamados a la oración; su acento en la renovación del espíritu, la importancia que le
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dio a los sacramentos y devociones de la Iglesia que traen la gracia y la misericordia de Jesús, su tierna confianza en la Virgen María, la madre de Jesús, y su récord en los procesos de canonización, nos recuerda de manera convincente que el alma es lo primero”, dijo. “En Benedicto XVI -continuó- tenemos a un sucesor de san Pedro, que se enfocaba en la mente. Ayudó a renovar el vasto patrimonio intelectual
de la Iglesia, y a recordarnos que la fe y la razón no se oponen sino que, de hecho, son aliados”. “Y ahora el papa Francisco pone énfasis en el corazón -explicó-.La calidez, la misericordia, la alegría, la ternura, la difusión, aceptación y el amor”, son un distintivo de Francisco que usa estas palabras que “vienen del corazón, y son muy utilizados” por él. “No me malinterpreten:
Oremos por él El papa Francisco, de manera insistente, pide que oremos por él. Desde el espacio de Francisco a diario, te invitamos a sumarte a la campaña de oración y ayuno que realizaremos todos los viernes, junto a los oyentes de Radio María en todo el país, en comunión con las intenciones del Santo Padre. Cada uno de nosotros lo hará de la manera que mejor crea conveniente, ofreciendo el trabajo del día, rezando el Santo Rosario, pidiendo en las misas una intención particular por el Santo Padre o tendiendo una ayuda especial para una persona que sufre.
Francisco
Juan Pablo II
Benedicto XVI
El presidente de la conferencia episcopal de Estados Unidos, cardenal Timothy Dolan, trazó una interesante comparación entre Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
los tres sabían muy bien que el alma, la mente y el corazón son todos esenciales, pero cada uno tenía su favorito en particular”. El arzobispo precisó luego que “Dios ha dado el Papa que necesitábamos para cada época específica”, porque “toda persona necesita del alma, la mente y el corazón como los necesita a quien llamamos Madre Iglesia y como los necesita cada uno de nosotros”. Fuente AICA