Suplemento bajo la responsabilidad editorial del P. Javier Luis Soteras, director de Radio María Argentina. Publicación de distribución gratuita con los ejemplares de La Voz del Interior del domingo 28/07/2013 www.franciscoadiario.org
Cambiar al mundo con la revolución de la fe
En la JMJ de Río, el Papa instó a los jóvenes a salir para llevar la Iglesia a todas partes.
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JMJ Río 2013
Editorial
El Papa y los jóvenes, un combo peligroso y explosivo
“Quiero lío en las
El Papa les pidió a los jóvenes argentinos en Río de Janeiro que saquen la Iglesia a la calle y que luchen contra la exclusión.
Padre Javier Soteras Responsable editorial de Francisco A diario Desde Río de Janeiro
“No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso que se me ha dado: Jesucristo”. Así se presentó y así se mostró a lo largo de estos días el Papa Francisco en Brasil: pobre, sencillo, humilde, provocativo y tierno. El nuevo discípulo del santo de Asís, como Pedro y Juan, anunció con poder el evangelio de Jesucristo entre los más pobres, y a favor de los más pobres, llevando a los jóvenes al encuentro con la carne de Cristo, en los que más sufren, el territorio que más ama Bergoglio. En el Hospital San Francisco: “Abrazar, abrazar. Todos hemos de aprender a abrazar a los necesitados, como San Francisco. Hay muchas situaciones en Brasil, en el mundo, que necesitan atención, cuidado, amor, como la lucha contra la dependencia química. Sin embargo, lo que prevalece con frecuencia en nuestra sociedad es el egoísmo. ¡Cuántos «mercaderes de muerte» que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa” y en la visita a la comunidad de Virghina en la favela de las márgenes de Río de Janeiro: “las personas más sencillas, pueden dar al mundo una valiosa lección de solidaridad, una palabra –esta palabra solidaridad- a menudo olvidada u omitida, porque es incómoda. Casi da la impresión de una palabra rara… solidaridad. Me gustaría hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Nadie puede permanecer
indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo”. La expresión inequívoca, concreta, incisiva y sencilla a que nos tiene acostumbrado Francisco, abrió caminos desde el corazón de los pobres al corazón de los jóvenes, invitándolos -cuando se reunió con los argentinos- a “no licuar la fe”, y en la noche del lluvioso jueves pasado, reunido con más de un millón de jóvenes, los exhortó “a hacer la experiencia de una fe revolucionaria capaz de cambiar el mundo”. Como dijo a los argentinos en la Catedral de Río, para cambiar las cosas hay que hacer un poco de lío: “que me perdonen mis hermanos obispos, que en cada diócesis de argentina haya un poco mas de este lío”. El lío del que habla el Papa es el que nace de moverse para salir de lo establecido como si todo estuviera bien, para ir a las fronteras de la humanidad, donde se escuchan gritos para anunciar que algo debe cambiar. El Papa Francisco se hizo voz de los que no tienen voz, buscando aliar a los jóvenes, llevándolos al territorio que ellos más aman: el de lo concreto. Francisco atrae, conmueve, testimonia y convence con sus gestos y palabras, su paso por Río de Janeiro fue acompañado por una canción slogan: “Esta es la juventud del Papa”, si este canto se hace realidad, estamos en presencia de un combo peligroso y explosivo, todo dependerá como crece esta relación de amor nuevo entre el pobre de Asís de estas horas y los jóvenes y su anhelo y compromiso por un mundo nuevo.
E
n el reencuentro del Papa Francisco con las delegaciones de jóvenes argentinos que viajaron a la JMJ, el Santo Padre emocionó, entusiasmó y contagió a todos cuando los saludó con una frase cargada de intenciones: “Quiero lío, quiero que se salga afuera, que la Iglesia salga a la calle”, y agregó: “No licuen la fe en Jesucristo, la fe es entera, no se licúa”. A la catedral San Sebastián, de Río de Janeiro, sólo se permitió el ingreso de argentinos, pero no
eran pocos, se estimó la multitud en unas cinco mil personas, mientras que en las calles, debido a que no pudieron ingresar al templo por falta de espacio físico, otros 30 mil argentinos siguieron de cerca tan especial momento. A continuación, los conceptos más destacados del mensaje de Francisco a los jóvenes argentinos: “Quisiera decirles una cosa: qué es lo que espero, como consecuencia de la Jornada Mundial de la Juventud. Espero lío… sabe-
mos que en Río va a haber mucho lío, ¡pero quiero lío en las diócesis! Quiero ver que la Iglesia se acerque a la gente, quiero que nos despojemos del clericalismo, lo mundano, el estar encerrados en nosotros mismos, en nuestras parroquias, colegios o estructuras, porque ellas son para salir”. “Que me perdonen los curas y los obispos si algún comentario puede meterlos en líos. Es un consejo. Gracias. Miren, yo pienso que estamos presenciando una filosofía y una praxis
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Ceremonia de bienvenida
s Diócesis”
Una receta que lleva fe, esperanza y amor Por Laura Cerezo Enviada especial a las JMJ por Cadena 3 Desde Río de Janeiro
de exclusión de los polos de la humanidad. Exclusión a ancianos, por supuesto, porque no se los cuida. Y exclusión de los jóvenes sin trabajo. ¡El índice de gente sin trabajo es muy grande! No tienen experiencia de la dignidad que se gana por el trabajo. Esta civilización excluye a las dos puntas. Ustedes tienen que hacerse valer. Los jóvenes tienen que servir. Luchen por esos valores. Y los viejos, transmitan”. “No claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo y quienes transmiten la justicia, la historia, los valores, la memoria del pueblo. No
se metan con los viejos. Déjenlos hablar”. “Que Dios se haya hecho uno de nosotros es un escándalo. La cruz sigue siendo escándalo, pero es el único camino de salvación, desde la encarnación de Jesús. Por favor, no licúen la fe en Jesús. Hay licuados de manzana, naranja, pero por favor, ¡no tomen licuado de fe! ¡La fe es entera! Jesús es quien me amó y murió por mí. Hagan bien, cuiden a los extremos del pueblo y no se dejen excluir. Y no licúen la fe en Jesús”. “También las bienaventuranzas. Si querés saber qué co-
sas prácticas tenés que hacer, leé Mateo 25. Las bienaventuranzas y Mateo 25, y no necesitan nada más. Se los agradezco de corazón. Le agradezco la cercanía, y me da pena que estén enjaulados. Yo vivo un poco así, y se los confieso: qué feo es estar enjaulado. Gracias por acercarse, gracias por rezar por mí. Se los pido de corazón, necesito su oración. Les voy a dar la bendición y vamos a bendecir la imagen de la Virgen que va a recorrer misionariamente todo el país. No se olviden: hagan lío, cuiden los dos extremos de la historia del pueblo y no licúen la fe”.
La lluvia caía intensa, impiadosa, sobre la multitud de jóvenes reunidos en la playa de Copacabana el jueves por la tarde. Pasadas las 17, en el Fuerte de Copacabana, en uno de los extremos de esa franja de arena, aterrizó el helicóptero que traía a Francisco para presidir la Ceremonia de Bienvenida y las emociones comenzaron a desafiar el frío y la espera. Ese mismo día, los fieles argentinos habían tenido un privilegio fuera de la agenda original : un encuentro con Francisco en la Catedral Metropolitana, en el que el Papa les dio tres mandatos que pueden resumirse en hacer lío, cuidar a los jóvenes y los ancianos y no licuar la fe. En su trayecto de tres kilómetros desde el Fuerte al inmenso escenario, Francisco, a bordo del papa móvil, saludo a todos los que se encontraban en ambas veredas de la avenida Atlántica, beso a todos los bebés y niños que sus guardias les acercaron, se permitió tomar un mate que le convidaron y hasta cambio su casulla con la de un peregrino. Una vez en medio de los jóvenes -que fueron estimados en un millón- el Papa les saludo, pidió un minuto de silencio por Sophie Moriniere, la joven de Guyana Francesa que murió en un accidente camino a este encuentro, y extendió su saludo a todos los que, sin llegar a Río, seguían la JMJ a través
de los medios de comunicación. El Papa presenció luego el desfile de las banderas de todos los países representados y bendijo a jóvenes peregrinos de los cinco continentes, en medio de coloridas coreografías. En su homilía, el Santo Padre no pudo ser más concreto en su petición a los jóvenes. “Cuando se prepara un buen plato y ves que le falta la sal, ponés sal; si falta el aceite, ponés aceite. ‘Poner´, es decir añadir, echar. Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos jóvenes. Pon fe y tu vida tendrá un sabor nuevo, tendrá una brújula que te indicara la dirección; pon esperanza y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte ya no será oscuro, sino luminoso, pon amor y tu existencia será como una vía construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos caminos que caminan contigo. ¡Pon fe, pon esperanza, pon amor!”. La multitud presenció la recepción de la imagen de la Virgen de Aparecida por parte de Francisco y poco después el Papa dejo Copacabana y se retiró a su residencia de Sumaré. El primer gran encuentro con los jóvenes en el marco de esta jornada había terminado. La lluvia seguía cayendo. Pero ya era sólo una anécdota en medio de una jornada para todos inolvidable.
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La Lección de Aparecida
Por un mundo más justo, solidario y fraterno
U
no de los momentos trascendentes e inolvidables de la Jornada Mundial de la Juventud fue la homilía que el Papa Francisco ofreció a los jóvenes de todo el mundo en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, Patrona de Brasil, durante su primera misa en Latinoamérica. Ante la multitud allí reunida, el Papa Francisco mandó un fuerte mensaje para los jóvenes, a quienes calificó como “motores potentes para la Iglesia y la sociedad”. Durante su homilía, Francisco pidió transmitir a los jóvenes valores que “no son materiales” y que los hagan “artífices de un mundo más
justo, solidario y fraterno”. En ese sentido, el Papa advirtió sobre “los ídolos pasajeros” como el dinero y el poder que se presentan en la sociedad: “Hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer”, dijo. Y agregó: “Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros”. En Nuestra Señora de Aparecida, Francisco centró su homilía en tres puntos centrales: “conservar la esperanza”, “dejarse sorprender por Dios”
y “vivir con alegría”. Luego, Francisco exhortó a los fieles a no perder la esperanza y afirmó que, aunque el “diablo, el mal, existe, no es el más fuerte, el más fuerte es Dios”. También pidió a los católicos “ser alegres, nunca tristes”. “El cristiano no puede ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo”, apuntó. Luego de la misa, el Papa salió de la basílica para saludar a los fieles. “Les pido que recen por mí”, exclamó, tras anunciar que volverá al santuario de Aparecida en 2017, año en el que se cumple el 300 aniversario de la aparición de la Patrona de Brasil. La secuencia de este momento fue así.
Pidió un micrófono, y sin soltar la imagen de la Virgen de Aparecida que le habían regalado, e improvisando en castellano, anunció que regresará al santuario en 2017. Y entonces estalló el público en una estruendosa ovación, que pudo a la lluvia y a los apuros de los organizadores. Pero Francisco no tenía apuro. “Ahora me voy a dar cuenta si me entienden lo que les digo: les hago una pregunta. Una madre, ¿se olvida de sus hijos?”. “¡No!”, fue la atronadora respuesta de los jóvenes. El Papa sonrió, y continuó diciendo: “Ella no se olvida de nosotros. Ella nos quiere y nos cuida. Y ahora le vamos a pedir la bendición”. Y en ese
momento, el Papa agarró a la Virgen y la mostró al frente, a izquierda y derecha, proclamando “la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes”. Cuando todos entendían que ya se iba a retirar, Francisco se detuvo. Y soltó el sorprendente anuncio: “Les pido un favor: recen por mí, recen por mí. Lo necesito. Que Dios los bendiga, que Nuestra Señora de Aparecida los reciba, ¡y hasta 2017, que voy a volver! Adiós”. Y se fue, en medio de una ovación que parecía que no iba a terminar nunca.