La Hoja de Fuentestrún Revista de la Asociación El Portigao. Número 14. 2017
EDITORIAL
Quince años cumple esta humilde revistilla recopilando escritos que los socios de la Asociación de El Portigao de Fuentestrún, de la que es órgano, van elaborando y enviando para que formen parte de su publicación anual. Sacamos una revista al año y ya se nos va haciendo cuesta arriba, aunque por ahora seguimos con ella. Gracias de nuevo a la colaboración de los socios que un año más han querido compartir con todos nosotros sus reflexiones, vivencias o estudios relativos a este pueblo, que es la base y lo que nos une a todos. En un afán por trascender, que el tiempo pasa muy deprisa, el Archivo Histórico Provincial dispone de un ejemplar de cada número de esta revista, para que el día de mañana, cualquier interesado o investigador, encuentre en estas microhistorias de un pueblo perdido de la Soria profunda, el objeto de sus estudios y cavilaciones. Todos ayudamos con nuestra visión a poner un ladrillo, un adobe, en la casa común de la historia, de la que somos parte, aunque sea recogiendo el pasado y las voces olvidadas de nuestros mayores. En este número tenemos la suerte de leer una entrevista a la primera telefonista del pueblo, colarnos en la casa de los carpinteros, compartir la experiencia de ser quinto en Ágreda, trasladarnos a un juicio de dos vecinos en el año 1828, o sentarnos a conducir el mítico tractor Man, compartiendo asiento con el Garrín. Profundizaremos en nuestras raíces con Chile, aprenderemos a leer braille, asistiremos a la presentación del primer libro dedicado al pueblo o nos deleitaremos con la poesía de Jacobo Llano. La riqueza forestal que atesoramos también es objeto de reflexión, junto con la recopilación de las actividades llevadas a cabo por la Asociación a lo largo del año. Sin olvidarnos de la carta del Presidente, que en esta ocasión quiere ser de despedida del cargo después de muchos años de estar al frente de la Asociación y que solicita el relevo de nuevas gentes que se quieran hacer cargo de la misma, siempre en colaboración con todos los socios que debemos compartir las labores y también las alegrias que deparan. Estas páginas podrían albergar muchos relatos e historias que están en la mente de nuestros paisanos, de vosotros mismos, pero que no es fácil dar el paso de compartirlas entre todos. Disfrutar de la lectura, felicitar a los que han escrito estos relatos para solaz nuestro y, sobre todo, animaros a que hagáis vuestras estas páginas, siendo capaces de transmitirnos vuestras vivencias, que si no se escriben, acabarán perdidas irremediablemente, empobreciendo todavía más la historia de nuestro pueblo, que debe escribirse en minúscula, pero que tiene que tener su propia voz, contada por los protagonistas, en lugar de dejar que, como siempre, sean otros los que la escriban. Luis Miguel Largo Ruiz (Director-Editor de La Hoja de Fuentestrún)
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CARTA DEL PRESIDENTE Pedro Vicente Vázquez Presidente de la Asociación ‘El Portigao’ de Fuentestrún
Estimados socios, hijos, vecinos y amigos de Fuentestrún. Llega un nuevo verano, agosto de 2017. Y con él una nueva edición de nuestra querida revista, ”La Hoja de Fuentestrún”. Y ya son 17 años. A las puertas de su mayoría de edad, nuestra Asociación sigue caminando con paso firme, ya convertida de una Institución de nuestro querido pueblo de Fuentestrún. Llegados hasta aquí, siento que ha llegado el momento. Desde el comienzo, totalmente comprometido con el devenir de la Asociación, han sido 17 años de mi vida, de nuestras vidas, de la vida de “El Portigao”, de Fuentestrún, en las que como miembro de la Junta Directiva he tratado de hacerlo lo mejor que he sabido y podido. Como humanos que somos, nos resistimos por instinto a los cambios, la incertidumbre, el desconocimiento,… qué pasará,…, “coño”, que te acomodas, y que bien que estamos todos. Pero he aquí, que la Asociación sigue, y continuará con un nuevo Presidente que elegiremos en la próxima Asamblea General del próximo 19 de agosto de 2017. La renovación se hace necesaria, para, que con más fuerza y empeño, si cabe, nuestra Asociación continúe su exitosa trayectoria, que lo es también de Fuentrestrún. Con sus actividades, sus encuentros, sus reuniones, donde todos tenemos cabida, y donde recurrentemente volvemos a llenar de gentes nuestro querido pueblo. Todos me conocéis, y sabéis mi forma de pensar y vivir, ¡Siempre positivo, nunca negativo!. Y este cambio seguro que también lo será, y así deberemos afrontarlo, en positivo. Por supuesto que con el apoyo de todos, al nuevo presidente y a la nueva Junta Directiva que resulte de la convocatoria de la Asamblea General. Que nadie piense, que la abandono. Desde otra posición, seguiré colaborando, participando y por supuesto defendiendo con capa y espada, y a toda costa, lo que ha hecho, hace, es y será “El Portigao de Fuentestrún”. La Asociación, patrimonio de todos los que amamos nuestro pueblo, de los que queremos que esas raíces que nos unen a esta “tierra” permanezcan en el tiempo, siempre ha trabajado por dejar el mejor legado posible a las próximas generaciones. La naturaleza, las tradiciones, la cultura, las fiestas,…. Somos así, y estamos orgullosos de ser como somos, muy agradecidos a los que nos precedieron, y que tanto nos han dado, todo, y que con ellos muy presentes, seguiremos trabajando por la maravillosa herencia que nos han dejado. Pero no sólo para mantenerla, sino para mejorarla, trabajando duro como nos han enseñado. Que contentos están de ver que Fuentestrún sigue, y de que un grupo de jóvenes, apoyados por los mayores, soñaron, creyeron, e hicieron realidad el que la “vida” quiera permanecer en esta tierra tan dura con las personas. Recientemente, en Misa, en el altar de nuestra Iglesia, leía una vez más, encantado, por supuesto, y sin duda, lo que pidió Salomón al Señor, es lo que pido para el nuevo Presidente y la Nueva Junta Directiva. Muchas gracias a todos por estos maravillosos años. Viva Fuentestrún, viva “El Portigao”, viva San Pedro Apostol, nuestro patrón. Que el Señor nos ilumine, nos guarde y nos proteja.
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VIVENCIAS
Los carpinteros y la casa familiar. Recuerdos de infancia guardaba las patatas, las manzanas y los orejones. Allá había también pilas de taburetes y hasta cajas de muertos. ¿Miedo? No. Pánico sentíamos al ver desplazarse, como por arte de magia, una enorme pila de taburetes de madera.
Marisol Pardo De mi infancia mantengo vivo el recuerdo de la casa donde nací y el olor a madera y serrín del taller de carpintería de mi padre. Y, el cajón de virutas con el que madre llenaba la cocina económica. Recuerdo el lento, predecible y placentero fluir de los días en un pequeño universo constituido por mis padres y mis hermanos Lucas y Rosaura.
Cuando madre decía: “Niña, anda, bájame unas patatas y alguna manzana”, yo sabía que eso significaba subir al almacén viejo. Como las patatas fueran para la cena y se hubiera hecho de noche, temblaba, disimulaba, atravesaba el taller, me entretenía con cualquier cosa y subía las escaleras de madera, que crujían a cada paso.
Nuestra casa era grande y tenía adosados, sendos talleres de carpintería con sus correspondientes almacenes; el corral, las majadas y el pajar. Situada en la parte alta del pueblo, debajo de las escuelas nuevas. Con sólo asomarnos a los balcones, veíamos las eras del lugar, el frontón, el monte, la ermita y el Moncayo. La entrada principal daba a una plazoleta y era mi lugar preferido para jugar a la comba, al tejo, al coto y a las tabas, que mis amigas y yo, pintábamos de colorines en el poyato de la puerta de casa. Recuerdo las piruetas y cabriolas de Lucas, con los pies en el manillar de la bicicleta y un bote de pintura en cada mano, bajando por la calle De la Fuente.
Yo, adoraba a mi hermano y presumía ante mis amigas porque Lucas, me había hecho una preciosa cocina de madera, con su fogón, sus armarios de arriba y de abajo, pintados de verde y amarillo, con sus puertas que abrían y cerraban, con su fregadero y todo. El taller de padre Debajo del almacén, en el viejo taller de carpintería, Isidoro, mi padre, lo mismo hacía una mesa, un armario o una cómoda, que cajas de muerto a medida; igual hacía una ventana que, reparaba una silla o los aperos de labranza, cuando las labores de estío se acercaban. En invierno, el taller de padre era también, lugar de tertulia de los hombres, al calor de la estufa de serrín, siempre encendida. Alrededor del banco de carpintero miraban trabajar a padre con el serrucho, el martillo, la garlopa y el cepillo. Se oían sus voces, entre el martillear de puntas y clavos en la dura madera de pino ya serrada, barrenada y cepillada en aquella “máquina universal” que escupía virutas y se movía con motor de gasolina. Aquellas tablas de madera, se convertían en baúles, puertas y ventanas con sus los librillos, herrajes, cerraduras y manivelas.
Recuerdo la dulzura de madre, calentando mis manos con las suyas y pasando el calentador entre las sábanas de la cama que compartía con mi hermana. Recuerdo los carámbanos en los cristales y las coles del huerto cubiertas de hielo.
Según cuentan mis hermanos mayores, padre trabajaba, de sol a sol y cuando se ponía, seguía trabajando a la luz del carburo y de una mortecina luz eléctrica. Había que hacer frente a las penurias económicas de los años de posguerra y alimentar una familia numerosa de ocho hijos. A finales de los años 40, diez años antes de que yo naciera, mi hermano mayor, Ricardo, ya había marcha-
Ascen, mi mejor amiga, y yo jugábamos a las casitas, a maestras y enfermeras en el viejo almacén, donde madre
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VIVENCIAS Me acuerdo de cuando colocaron la placa de Teléfonos, en la fachada de nuestra casa, al instalarse, en 1957, la primera centralita en Fuentestrun, con Rosaura de telefonista y un locutorio en lo que era el portal de casa. Recuerdo ver a mi hermana correr a la otra punta del pueblo para avisar a quien llamaran por teléfono o llevar un “aviso de conferencia” para que, a la hora fijada, estuviera en el locutorio el destinatario del aviso. Recuerdo a Don José, el médico del pueblo, que estaba a pensión en nuestra casa y me leía la historia de Marco en, “De los Apeninos a los Andes” de Amicci Corazón. Artesanos, carpinteros y ebanistas Mi padre carpintero e hijo de carpintero, enseñó el oficio a mi hermano Lucas que resultó ser un gran ebanista. Mi abuelo, mi padre y mi hermano Lucas, como auténticos artesanos que eran, hacían todos los muebles de encargo y a medida.
do a Brasil. Pronto le seguirían Felix e Isidoro en busca de un futuro mejor. Carmen y Adelina marcharon a la ciudad, aprendieron corte y confección y con su trabajo se ganaron la vida en San Sebastián primero y después en Madrid, hasta que en los años 60 recalaron en Zaragoza.
Padre, con un hijo dispuesto a seguir en el oficio, decide hacer un nuevo taller y otro almacén; compra la “cinta serradora” que sacaba largos tablones de los pinos que venían de Duruelo. Tras pasar tablas y tablones, por la vieja máquina universal, seguía todo un largo proceso manual de lijado, talla y barnizado, que Lucas hacía como nadie. En sus manos, las maderas cobraban vida, convirtiéndose en artísticos trinchantes, mesas, mesillas y comodines; magníficos dormitorios y comedores, que durante años, amueblaron las casas de Fuentestrun y de toda la rinconada. Lucas era tan buen ebanista y gustaba tanto su trabajo, que tuvo encargos más allá de Soria, en Galicia, Zaragoza o Madrid. El recuerdo de mi hermano se reaviva al volver a ver sus valiosos muebles de artísticas tallas y delicadas molduras.
En verano, mi universo familiar se ampliaba con la llegada al pueblo, de los hijos de mi hermana la mayor, Carmen. Vivían en Madrid, eran de mi edad y compartíamos travesuras, juegos y aventuras. Adelina los traía al pueblo y no paraba de trabajar. Recuerdo que enseñaba corte y confeccionaba los vestidos que estrenarían las mujeres el primer día de la fiesta del pueblo, que por entonces, era a finales de septiembre. La tienda de la tía Isabelita y la centralita de teléfonos Mientras padre y Lucas trabajaban en el taller, madre y Rosaura se ocupaban de mi, de la casa, de la tienda de comestibles y de la centralita de teléfonos. Recuerdo la balanza donde madre pesaba el azúcar, las mujeres comprando en la tienda y el molinillo de café, pero sobretodo las tabletas de chocolate y las dos onzas que madre me daba para merendar. Llamaba mi atención una gran zafra de aceite, reminiscencia de la época de racionamiento. Según me cuenta Isidoro, madre preparaba los paquetes de garbanzos y de azúcar, y el cuartillo de aceite correspondiente a cada familia del pueblo y que dispensó hasta el final del racionamiento en 1949, un año antes de que yo naciera.
Al rehabilitar la casa familiar de la calle Bajera, en 2014, decido restaurar, yo misma, los muebles más antiguos y curo las heridas, que el paso del tiempo, han dejado en la antigua cómoda, que el abuelo Lucas, haría a mediados del XIX y restauro un armario que hizo padre, allá por los años 30 del siglo pasado. Ese armario, que conserva sus espejos y cristales originales, de color verde topacio, me devuelve la imagen de padre. Vuelven recuerdos, emociones y sensaciones vividas en mi infancia, vuelve a mi el olor a madera y serrín del taller y la casa de los carpinteros.
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ENTREVISTA
la primera telefonista de fuentestrún entrevista a
Rosaura Pardo
María Isabel Hernando
¿Quién te enseñó a manejar la centralita? Desde Ágreda bajaron a enseñarnos a manejar las clavijas de la centralita. Era muy fácil, poner en comunicación un teléfono con la central de Ágreda, y ésta era la que comunicaba con el resto de España.
A finales de los años 50, alrededor de 1957, llega el teléfono a Fuentestrún. Telefónica quiso echar la línea de teléfono por la zona, y estudió los pueblos que podrían tener teléfono, pidiendo voluntarios en cada pueblo para llevar la centralita del mismo. Y para conocer un poco más como fue esa primera época del teléfono en Fuentestrún, hemos tenido la suerte de poder hablar con la primera telefonista que tuvimos: Rosaura, la hija del carpintero; así conoceremos de primera mano sus impresiones y alguna anécdota que le ocurrió en esos años que estuvo al mando de la central telefónica de Fuentestrún.
¿Recuerdas cuánto ganabas? No recuerdo bien el sueldo. Lo que sí recuerdo bien, es que con lo que gané en esa época le compré una lavadora de turbina (las modernas de la época) a mi madre y tuve para unos cuantos juegos de cama para el “ajuar”. ¿Cuántos teléfonos había por aquel entonces en el pueblo? Se pusieron cuatro teléfonos en Fuentestrún: El Ayuntamiento, el tio Blas, el tio Benito “el Gordo” y el tio Juan. Telefónica exigía como mínimo que se pusieran cinco teléfonos en el pueblo para poder poner la centralita, por lo que mi abuelo Cecilio fue el quinto teléfono exigido.
Rosaura ¿Cómo fue el que tú fueras la telefonista? ¿Por qué te eligieron a ti? Desde Telefónica fueron al pueblo y pidieron voluntarios para poner la centralita. Se presentaron mis padres y otra familia. Y Telefónica nos eligió a nosotros, ya que éramos los que mejor cumplíamos las condiciones que ellos pedían. Entre otras cosas exigían tener una habitación que se comunicara con la centralita, ya que se era telefonista las 24 horas del día. El ser unifamiliar facilitaba las cosas, ya que así lo podía atender cualquier miembro de la familia, turnándose por días y horas. El telefonista oficial era mi hermano Lucas, ya que yo todavía no tenía la edad suficiente para poder trabajar (y posiblemente porque era mujer); pero la que realmente manejaba la centralita fui yo.
¿Podías escuchar las conversaciones? ¿Podrías contarnos alguna historia que te ocurriera por escuchar éstas? Todas las conversaciones se podían oír si se quería, eso dependía de la discreción de la telefonista. De hecho hubo algún caso, en que me insistieron que les contara conversaciones íntimas de alguna pareja, pero dije que eso era secreto profesional: “Yo no oigo las conversaciones, pero aunque las hubiera escuchado no te lo diría”.
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ENTREVISTA sin embargo el día que avisaron de la muerte de su hermano Félix, la providencia hizo que fuera yo la que me levantase. Su hermano venía sin avisar para dar una sorpresa a su hermana y la alegría que iba a ser, se convirtió en una gran tristeza al fallecer en Madrid antes de llegar al pueblo. Y aunque pudiéramos pensar que los novios se estarían todo el día llamando, como ahora, en realidad no solían llamarse mucho para festejar; sólo lo hacían para quedar cuando iban a venir al pueblo.
¿Qué anécdotas podrías contarnos sobre cuando tenías que ir a avisar a la gente a sus casas? Si era de día no había ningún problema, se les iba a avisar para que fuesen a la centralita. Si había que ir a avisar por la noche y en invierno, que no era lo habitual, a alguna familia; y eran cosas importantes (de vida o muerte) se iba como fuera. Sin embargo, si era cosa de negocios u otras menos importantes, se les decía que pusieran “un aviso de conferencia”. “Un aviso de conferencia” eran notas en las que decía “Menganito quiere hablar con Fulanito, a tal hora” y el susodicho se presentaba en la centralita en la hora fijada a esperar la llamada correspondiente.
¿Cómo se hacían las llamadas de los abonados? Las llamadas de abonados, eran por medio de la centralita. Para ello daban a una manivela, conectando con la centralita, la telefonista veía el número de abonado y hablaba con ellos para que le dijeran el teléfono con el que se querían comunicar. A continuación se conectaba con la central de Agreda, que era la que conectaba con el teléfono solicitado. Se podía tardar hasta 2 ó 3 horas hasta que conseguías tener la conferencia deseada. ¿Cuándo dejaste tu puesto y por qué? En 1963, me voy a Zaragoza al haber conocido al que luego sería mi marido. Entonces, se quedó mi madre, la tia Isabelita, como telefonista, hasta que se vendió la casa al Zacarías que fueron los nuevos telefonistas.
Las llamadas, en aquella época, sólo eran para cosas importantes: bodas, bautizos, comuniones y defunciones... no como ahora. Normalmente los avisos telefónicos eran para defunciones, ya que el resto de eventos se solía avisar por carta. A veces las defunciones también se solían informar por telegrama. Una vez recibido el mismo, se llevaba a la familia para informarles. Los telegramas también se utilizaban para otro tipo de avisos importantes. Una historia que nos ocurrió en la familia es que habitualmente, en los avisos nocturnos se solía levantar mi madre;
¿Qué opinas de los móviles? Está bien si se utilizaran con cabeza. La comunicación es importante, pero a veces abusamos del uso del móvil para otras cosas que no son hablarnos, contarnos las cosas e informarnos de lo bueno y malo que nos ocurre a la familia y los amigos. Muchas gracias Rosaura por tu tiempo y tus recuerdos.
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VIVENCIAS
50 años. quinta y peregrina distenidamente me explicó la historia de la Virgen y me encantó, así que decidí que haría la peregrinación el próximo año.
Fátima Jiménez Cook Nací en Fuentestrún hace 50 años, en la casa Jiménez. Creo que de las últimas nacidas en el pueblo. En fin, una buena excusa para hacer de éste un año importante y “festejarlo”, haciendo cosas especiales a lo largo de él. Una de esas cosas, la peregrinación a Ágreda el día de la Virgen de Los Milagros.
La cita para comenzar la caminata era a las tres de la mañana, estábamos bastantes, teniendo en cuenta el censo. Pasados unos minutos, aún faltaba un grupo de cinco, cuando decidimos empezar, porque pensamos que ya nos alcanzarían, al andar más rápido; y efectivamente, antes de llegar a la empresa de patatas Añavieja, ya nos habían adelantado. Enseguida empezaron los recuerdos de cuando éramos “más jóvenes” e íbamos caminando por la noche a las fiestas de otros pueblos.
Todo empezó gracias a una conversación con Ana Carmen Gil Largo en el verano del año pasado, cuando charlando
Con la silueta del Moncayo siempre delante, las charlas, los silencios y la atención en el camino, transcurrieron algo más de tres horas mágicas hasta llegar a un edificio anexo a la Iglesia de Los Milagros, donde nos esperaban voluntarias/ os con un desayuno, una bendición en ese momento en el que el cansancio de la caminata y de ape-
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VIVENCIAS los pies de la Virgen en su trono y las flores que decorarán la peana de la procesión del día grande. Un recorrido desde la Dehesa hasta la Iglesia lleno de comulgantes, quintos, cofrades, folklore y espectadores, donde se podía respirar el respeto y cariño puesto para que sea un día especial. Y por fin, el sábado, el día de la Virgen. Después de haber llegado a Agreda en la madrugada a pie y con ropa y calzado cómodo, ahora tocaba ir en coche y arreglada. Llegué a las 12, al final de la misa para no repetir, cuando los quintos van a buscar el paso y sacan a la Virgen en procesión para que el pueblo pueda pasar por debajo de ella. Las chicas hacíamos de cordón humano a cada lado para que la gente no se cuele, mientras los chicos cargaban con el paso, aunque en algún momento también lo llevamos nosotras, porque entre el calor que hacía y que la procesión dura un buen rato, necesitaban un pequeño relevo. Qué emoción ver y sentir la lluvia de pétalos que cae sobre la Virgen a las puertas de la Basílica, la devoción de la gente al pasar por debajo de la peana para cumplir con la tradición, ver a la familia, a los del pueblo y amigas/os en la fila…. Sentí otra comprensión de qué es una tradición y por qué perdura. Una forma muy diferente de vivir esas fiestas a como lo hacía en mi juventud, sin embargo, tan feliz. nas haber dormido era notorio. A las siete asistimos a la misa del peregrino, muy emotiva, con la iglesia tan llena que estar sentado era un privilegio. Otra de esas cosas especiales, ser quinta. Lo que no sabía en aquel momento que decidí hacer la peregrinación, es que me encontraría con que la cartera suplente del pueblo es una conocida de Agreda y quinta mía, y me animó a apuntarme al grupo de quintos agredeños que se encargan de varias actividades a lo largo del año, y en las fiestas de Los Milagros, especialmente. El jueves, tres días antes de la Virgen de Los Milagros, se celebra El Corpus Cristi. Los quintos que cumplen 50 años hacen una alfombra, en nuestro caso de serrín tintado, a la salida de la Basílica. Bien temprano, para que esté lista a la hora de la procesión, después hay que quitarla y dejar limpia la plaza. Qué alegría por el reencuentro después de muchos años con algunos, conocer a otros, y, sobre todo, participar haciendo algo tan bonito sabiendo que es para unas pocas horas, con tanto amor, sacando esa creatividad esencial que todos tenemos. Las vísperas, el viernes por la tarde, los quintos se encargan de hacer la ofrenda de flores. Llevan la cesta que quedará a
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ESTUDIOS
“sobre golpes en fuentestrún” Juicio a dos Vecinos en 1828
en Matalebreras. El hijo de Leandro, Manuel García, hermanastro por tanto de Francisco Largo, se opone rotundamente y entre ambos se cruzan unos cuantos insultos, algunos tan peculiares como el que le dedica Francisco a Manuel: “como se conoce aún las trazas de Suellacabras”, a lo que este le responde “tócame los c.”.
Luis Miguel Largo En el archivo diocesano de Ágreda se encuentra guardado un documento que recoge el proceso judicial seguido contra dos vecinos de Fuentestrún, Manuel García y Francisco Largo, que se pelearon en pleno mes de agosto, allá por el año 1828, ocasionándose numerosas heridas. El escrito es eminentemente judicial, puesto que recoge el litigio, desde las primeras declaraciones hasta la sentencia, por lo que no debiera estar en archivo de la Iglesia puesto que nada le compete, pero gracias a ella se ha conservado y nos ha llegado íntegro hasta la actualidad.
Bárbara Simón, mujer de Martín Tutor, aleja a Francisco hasta su era con la escusa de cargar unos sacos, pero Manuel García les sigue y recogiendo dos cantos del suelo amenaza a Francisco, quién agarrando una pala le planta cara. Ambos se acusan de empezar primero, pero queda claro que Manuel García lanzó dos cantazos a Francisco y este le partió la pala en la cabeza. A partir de aquí se enzarzan en una pelea cuerpo a cuerpo que sigue, a pesar de los que les quieren separar, con la llegada de parientes de Manuel que se suman a la pelea contra Francisco. Antes de caer la noche no habría un alma en el pueblo que no supiera todos los por menores de la pelea.
Preparando un artículo de D. Alfonso García para La Hoja de Fuentestrún sobre todos los documentos archivados en Ágreda y relacionados con el pueblo, me llamó la atención el título y gracias a la colaboración del archivero, Francisco Javier Palacios, pude fotografiarlo y, con tiempo, leer su contenido. Ofrezco un breve resumen de lo acontecido que, como ocurre en todos los pueblos, seguramente solo sería la punta del iceberg de una enemistad larvada durante mucho tiempo. Para los más eruditos adjunto el texto original, por si alguien más docto en la materia que yo, simple aficionado, es capaz de extraer mejores conclusiones y datos más completos que estaría encantado me fueran facilitados.
El litigio judicial comienza esa misma tarde, cuando Manuel García, con una fuerte herida en la cabeza y mucha sangre vertida, acude al Síndico Procurador, Eusebio Barranco a denunciar a Francisco Largo por la agresión sufrida. Este decide llamar al cirujano local, D. Manuel Gaya para que le cure y toma la decisión de mandar a la cárcel a Francisco Largo. En vista de las heridas que también presenta el detenido, manda de nuevo llamar al cirujano para que le cure y, la máxima autoridad judicial del pueblo, opta por tomar una decisión salomónica: meter en la cárcel a los dos.
La Historia: No hace falta mucha imaginación para situarnos en plena época de cosecha, concretamente en el lugar más concurrido del pueblo, que no era otro que las eras, donde los habitantes se afanaban en trillar y aventar lo recogido. Algunos laboraban en lo suyo y a otros no les quedaba más remedio que trabajar para los demás; como la vida misma.
Al día siguiente, con más calma, Eusebio Barranco manda llamar a un escribano, fiel de hechos, que suponemos alguno habría en la Rinconada, y sacando del cajón papel timbrado de a cuarenta maravedíes el pliego se puso a dictarle los hechos acaecidos que una vez reflejados fueron a llevados a Ágreda, a quién correspondía, que no era otro que al Licenciado Don José Balmaseda, Corregidor, Justicia
Todo comenzó en la jornada del nueve de agosto de 1828 cuando Francisco Largo acude a la era de Manuel Gil donde se encontraba trabajando su padrastro Leandro García a pedirle que le deje una yunta para trillar al día siguiente
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ESTUDIOS Francisco Largo. El Comisionado se muestra interesado en un pequeño tumulto que se formó a las puertas de la casa del cura, dónde estaba curándose Francisco Largo, por parte de parientes de Manuel García que amenazaban incluso de aplicar la “Justicia Catalana”, esto es, dejar al pueblo que actúe sin tribunales.
Mayor, Capitán de Guerra de Su Majestad, Subdelegado de Renta de Mesta, Pastos y Plantíos de la Villa de Ágreda y de su Partido. A las diez de la mañana del once de agosto recibe el Señor Corregidor el oficio y manda sin tregua a Don Diego Ordoñez, Aguacil Mayor del Juzgado, como comisionado, asistido del escribano Joaquín Agustín Tudela, se desplacen hasta Fuentestrún para tomar las correspondientes declaraciones a cuantos consideren oportunos, trayendo presos a los dos detenidos y procediendo con embargo de sus bienes.
Como el Cirujano no recomienda que viajen los dos detenidos debido a su estado, el Comisionado deja por escrito un mandato al Alcalde para que sin más dilación entregue los dos encausados en la prisión de la Villa, cuando mejore su salud. Por último, antes de abandonar el pueblo, proceden al embargo de bienes de los dos encausados. Un listado que nos puede dar una idea del nivel de vida de dos labradores de Fuestestrún en el año 1828, ambos de 34 años, casados y con hijos.
Para las doce del mediodía ambos se ponen en camino, suponemos que con buenas monturas, y llegan al lugar de Fuentestrún, “Aldea de la Villa de Ágreda”, a las tres de la tarde. Rápidamente se ponen a trabajar convocando “en la casa donde está la Audiencia” al Alcalde, al Cirujano y a los dos detenidos. El Alcalde y Regidor, Juan Tutor, se halla ausente por lo que deben ser asistidos por el Primer Regidor, Matías Delgado. Por su parte el Cirujano (no confundir con médico, puesto que era una categoría muy inferior) Don José Gaya informa al Comisionado que los dos detenidos se encuentran encamados en sus casas, debido a las heridas y para tomarles declaración debe desplazarse la comitiva hasta cada una de ellas.
A Manuel García le embargan: un escaño con respaldo, un caldero de cobre, una sartén grande y otra pequeña de hierro, un cazo dorado bueno y otro más pequeño, seis sábanas de cáñamo usadas y seis almohadas, un ¿cobertol? de paño, veinte fanegas de trigo común y una cerda de cría. Por su parte a Francisco Largo le embargan: un banco de pino, dos taburetes de los mismo, una sartén grande y otra pequeña de hierro, dos cazos, grande y pequeño, de cobre, un caldero de cobre, un almirez de bronce, una caldera de los mismo, seis sábanas de cáñamo y seis almohadas, un arca de pino grande, dos cortinas de indiana, quince fanegas de cebada, una cerda de cría, una capa amatada de paño negro y un vestido de lo mismo.
Dos días pasan en Fuentestrún el Comisionado junto con el Escribano tomando declaración a numerosos testigos de la pelea. De dónde pernoctaron nada se sabe pero, aunque en un momento dado se habla de una posada situada en la Audiencia, parece más lógico que acabaran hospedados en casa del Regidor Primero.
Dos vecinos quedan depositarios, Vicente Vela y Matías Largo, mientras otros tres hacen de testigos, León Tutor, Luis Ruiz y José Ruiz.
Las declaraciones giran en torno a quién comenzó la riña y que familiares de Manuel García se sumaron a pegar a
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estudios Ocho días después, el veinte de agosto, se presenta en la Villa de Ágreda el Alcalde de Fuentestrún, Juan Tutor, trayendo a los dos encausados, Manuel García y Francisco Largo, que son conducidos a la Real Cárcel de la Villa. Se deduce que en el tiempo que han pasado en el pueblo han podido ser convencidos para que eviten a toda costa el Juicio, por lo que, un letrado de la Villa, Joaquín Josef, presenta un escrito ante el Corregidor, firmado por ambos, donde quieren quitar hierro al asunto y que se sobresea la causa: “Quehabiendo tenido cierta disputa, como hermanos que somos,… nos perdonamos mutuamente. No hay motivo para construir una defensa… Estamos prontos a pagar las costas ocasionadas… suplicamos se nos ponga en libertad… no podemos ser privados en un asunto tan liviano con tan grave perjuicio… con dilatadas familias y cosechas pendientes…”.
se apellida García, como su Padre Leandro y el otro Largo, ambos de la misma edad. Suponemos que el padre de Manuel y la madre de Francisco se casaron después de enviudar, ambos con hijos de la misma edad del anterior matrimonio, de ahí puede venir su enemistad. Tercero: A este lío viene a sumarse que en la era donde estaban trillando la familia García estaban presentes tres “hijastras” de Leandro: Vitoria Gil y Gil, Lucía Gil y Gil y Braulia Gil y Gil, de 22,21 y 20 años respectivamente. Y aquí ya me pierdo, pues como no volviera a casarse por tercera vez el tal Leandro, con una mujer que ya tuviera tres hijas, no me explico sino el parentesco. Habrá que consultar con mucho detalle y paciencia el libro de la parroquia dónde figuran los matrimonios, nacimientos y defunciones del pueblo.
El Corregidor, siguiendo con el proceso, llama al día siguiente a declarar a ambos, que se vuelven a ratificar en sus diferentes versiones, acusándose mutuamente de haber empezado la pelea. Tras un largo interrogatorio los devuelve a prisión dónde pasarán un días más, hasta que el 23 de agosto se hace pública la sentencia. El Licenciado José Balmaseda, Corregidor y Justicia Mayor, manda sobreseer la causa, condenado a ambos a pagar todas las costas procesales, imponiéndoles una multa de 40 ducados a pagar mancomunadamente. Además multa a Francisco García, tío de Manuel, por su altanería contra el Señor Párroco y Justicia, con cinco ducados; “apercibidos los primeros y prevenido el segundo que si reinciden en delito semejante serán tratados con todo rigor”. El documento finaliza con el desglose de las costas procesales que se elevan a 281,17 (no figura la moneda).
Cuarto: Del documento en cuestión se pueden sacar mucha información, en función del objetivo que se busque. Con respecto al nivel de alfabetización sorprende que todas las mujeres, cuatro en total, que declaran no firman, por “no saber”, mientras que la mayoría de los hombres, siete de ocho, si lo hace, aunque se nota que les cuesta escribir su propio nombre. Curioso señalar que a la hora de declarar las mujeres dicen quiénes son sus maridos, mientras que los hombres solo indican si están casados o no. Quinto y último: En el documento figuran casi cuarenta personas, de las cuales 34 son vecinos de Fuentestrún y cinco vecinos de la Villa de Ágreda. Los cargos que figuran en Fuentestrún son: el Alcalde y Regidor Juan Tutor, el Primer Regidor Matías Delgado, el Síndico Procurador Eusebio Barranco, el Cirujano José Gaya (que solo firma una vez y de malas maneras), y sin nombre aparecen el Aguacil del pueblo, el Párroco (¿García?) y el Fiel de Hechos, que seguramente sería de la zona. Por su parte las autoridades de Ágreda que aparecen son: el Corregidor, Justicia Mayor José Balmaseda, el Aguacil Mayor del Juzgado Diego Ordoñez, el escribano Joaquín Agustín Tudela, el Licenciado Joaquín Josef y el Alcalde de la Real Cárcel Felipe Ruiz.
Anexos varios: Primero: Supongo que la cuantía de la multa, 20 ducados a pagar cada uno de los encausados, sería una cifra considerable para un labrador en el año 1828, pero desconozco hasta que punto era viable poder pagarla. Si algún historiador puede facilitar datos de precios en ese tiempo, sobre todo de trigo y cebada, nos permitiría saber si la cuantía de la multa era importante o no. Segundo: El tema de las relaciones familiares en un pueblo siempre ha sido complicado, tendiendo a veces a caer en la endogamia, por lo que no me queda claro la relación de parentesco entre ambos encausados. “Hermanastros” recoge el texto, aunque sin relación sanguínea, puesto que uno
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estudios
en recuerdo de los pioneros una fábrica de calzado que llegó a ser próspera y bastante grande. La fábrica se mantuvo en funcionamiento hasta que tuvo que cerrar como consecuencia de la fuerte crisis que sufrió el país en 1931. Cuentan sus descendientes que “lo vendió todo, pagó a todos y a él nadie le pagó” todo ello en un momento económico en el que prácticamente todas las quiebras dejaban ingentes deudas a proveedores y trabajadores. Posteriormente, su hijo Cirilo Córdova Casado también montó una fábrica de calzado con lo que la familia dio continuidad a un oficio que había comenzado en Fuentestrún. Esta actividad fue probablemente la razón por la que muchos de los Fuentestruneros que emigraron posteriormente a Santiago de Chile se dedicaron a la fabricación y/o venta de calzado. Dámaso Ruiz Redondo fue por tanto el pionero. Pocos años después, sus cinco sobrinos y Elías Córdova Ruiz, consolidarían el destino de Chile a la numerosa colonia que vino después (hasta los años cincuenta).
Isidro Dominguez Córdoba Apenas se dispone de información de los primeros Fuentestruneros que emigraron a Chile. Jesús García Largo en su libro Fuentestrún, un pueblo de La Rinconada recopila, entre otros datos, la siguiente información sobre los primeros expedicionarios: Dámaso Ruiz Redondo probablemente fue el pionero. Emigró a finales del siglo XIX. Pocos años después, emigrarían cinco sobrinos suyos: los hermanos(1) Raimundo, Francisco, Martín, Dionisia (hijos de su hermano Salustiano) y un primo de estos, Dámaso Vela Ruiz. Además en el mismo viaje les acompañaba Elías Córdova Ruiz y su esposa Sebastiana Casado Pérez.
Notas: (1) Raimundo, Francisco, Martín y Dionisia eran también hermanos de Lucía Ruiz Tutor madre a su vez de Raimundo (Fuentestrún), Martín (Fuentestrún), Francisco (también emigrado a Chile en los años cincuenta), Wenceslao (Pamplona) y María (San Pedro Manrique). Los hijos de la “tía Lucía”, bien conocidos en Fuentestrún, son por tanto sobrinos de los anteriores. (2) Información facilitada por Gonzalo Córdova De Pablo, residente en Chile y nieto de Elías Córdova Ruiz y Sebastiana Casado Pérez.
Una de las fotos de la colonia de Fuentestrún en Chile (señalados, Elías y Sebastiana)
Elías Córdova Ruiz era el hermano mayor de mi bisabuelo Pedro Córdova Ruiz por lo que, en este breve artículo, trataré de recoger la escasa información que dispongo sobre el mismo(2): Emigró a Chile el 20 de enero de 1909 en el barco “Pedro Montt” y arribó en el puerto de Talcahuano, provincia de Concepción en la región del Biobío (Chile). Desde allí se trasladó a Santiago(3). Su esposa, Sebastiana Casado Pérez, era también originaria de Fuentestrún. Los tres primeros hijos del matrimonio (Elisa, Fortunata (Tana) y Cirilo nacieron en España. Los otros tres (Manuel, Pilar y Mª Luisa) en Chile. Elías era alpargatero. Con alrededor de 31 años(4), una rodilla operada que le hacía andar cojo y tres hijos a los que mantener, decidió emigrar a Santiago de Chile para buscar un futuro mejor. En Chile continuó con su oficio fabricando alpargatas a partir del material de desecho que le compraba al ejército. Montó
(3) Si como indica Jesús García en su libro, Elías Córdova Ruiz emigró en el mismo viaje que los otros cinco sobrinos de Dámaso Ruiz Redondo, es de suponer que todos ellos realizaran el mismo itinerario hasta llegar a Santiago. (4) Para documentar este artículo, se ha utilizado también una copia del acta de nacimiento del tercero de los hijos de Elías y Sebastiana que nació en España y al que pusieron por nombre Cirilo (padre a su vez de Gonzalo Córdova de Pablo, entre otros). El acta está fechada el 28 de mayo de 1905 y entre otros datos recoge la edad de Elías en ese momento (28 años). En consecuencia, si la fecha de llegada a Chile es la correcta (20-1-1909), Elías debía contar en el momento de la partida con 31 o 32 años. En el documento se especifica también el oficio de Elías en Fuentestrún (alpargatero) y los abuelos paternos y maternos, entre otros datos.
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memorias de un brailista cincuentón Jesús Alberto Gil Pardo Seguramente a nadie le interesará que un anónimo ciudadano europeo nacido en una remota aldea de la Soria que tan bien cantara el poeta Antonio Machado, sí, aquél que a sus alumnos les inculcara eso de que las cosas han de hacerse despacito y con buena letra porque el hacerlas bien importa más que el hacerlas, le dé ahora por contar sus andanzas de ciego aventurero, sibarita de puntos y tenaz aprendiz de sensaciones. Puede que no, pero acaso sí. Acaso sí le interese a alguien alejado de aquí y de allá el que comparta cómo superó su agonía de vidente terminal y pasó a ser ciego renacido de primeras veces gracias a unas simples protuberancias en cartulinas de papel. Y que, conociendo su historia, se anime, también él, a adentrarse en los vericuetos de la palabra para conquistarla y, haciéndolo, hacerse Caballero del andante Punzón y simpar paladín de la más hermosa y nunca cantada Pauta del Surco Ancho. Que no es baladí mi afán, mas no cejaré en el empeño por muchos molinos a los que enfrentarme deba para vencerles en la singular batalla de las planas pantallas y la metálica voz de un gigante malandrín con nombre de tiburón. ¡No, no lo haré. No cejaré en dar la batalla!
extraños para él como movimientos demográficos, fósiles, ritos funerarios prehistóricos o preguntas de filósofos con nombres alemanes que a él nada le decían y se le atravesaban como se atraviesa la cizaña entre la mies. Ayuda que sí obtuve y que trajo en el lote el aprendizaje de técnicas de vida diaria y movilidad que me enseñaron a tomar en ristre un bastón blanco y ponerme por yelmo trucos de malabarista como enhebrar agujas, practicar con el tacto, incluido el de los pies y afinar el oído para encontrar una moneda o un papel o una naranja.
En el año del Señor de 1987, treinta años ha, mientras al Muro de Berlín le quedaban dos de historia aunque pocos pudieran sospecharlo, me afilié a la ONCE. Al hacerlo lo que buscaba era ayuda para seguir estudiando la carrera de Filosofía y Letras. No quería someter más a mi padre, agricultor y ex transportista de vino, aceite y huevos, muchos huevos, a la tortura de leerme en voz alta conceptos tan
Pero lo mejor estaba por llegar: unos clavitos, concretamente seis, que se disponían de forma ordenada sobre una tabla de madera compartimentada con agujeritos, en dos columnas y que, según los fuera colocando significaban una cosa u otra. ¡Eran letras! Y de la madera al papel, y de los clavitos a los puntitos, y en medio un chico francés de un pueblo como aquél en que yo estudié. Y de las letras de clavitos a las palabras de puntos y a las páginas y a los libros y a la magia y a la sorpresa.
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Y aprendí no sólo a leerlos, si no también a escribirlos, primero como si revelara fotos y luego como la más esforzada mecanógrafa. Y de ahí hasta aquí. Leí libros, fui correo de zares, pirata de mares bravíos, descubridor de territorios ignotos con majestuosas cascadas y valles fértiles en la lejana África. Aprendí a tocar, antes sólo sabía acariciar los surcos de la frente de mi abuelo herrero o los pétalos de las amapolas en medio de las olas verdes de las espigas de trigo y cebada en la Solana o la Cantera, espumeantes hechiceras de rubor de coqueta enamorada. No era poca cosa esto de las espigas y los pétalos y los surcos, pero claro… Que sólo yo pudiera saber qué me decía en sus cartas la que llamaba oasis en mi desértico corazón aunque sólo fuera espejismo de ciego o que en mi pueblo se congregaran, en torno a mí, para ver cómo era eso de elegir mi papeleta de votación en las elecciones de turno, hasta tanto que fui noticia de periódico, es mucho.
de abril de 2016, pude leer, gracias al braille, el diploma que acreditan mis 25 años de dedicación al trabajo en la ONCE y que acompañaba a la medalla de plata correspondiente. Memoria de memorias hechas de tenacidad y puntos con mucha ilusión y curiosidad. Curiosidad que nunca en mí se sacia y que se prolonga en sencillas combinaciones de pequeños puntos. Pero, qué grandes y qué hermosos.
Treinta años de braille que este ciego cincuentón cuenta deshojando puntos como pétalos de azucena, que los de la margarita los dejo para los que no se apiadan de la pobre flor, que digo yo, qué culpa tendrá ella de las dudas del bobalicón enamorado que, en vez de preguntárselo a la interesada, se dedica a arrancarle los pétalos a ver si le quiere o no.
He de acabar aunque no termine de recordar. La etiqueta de aquella botella de vino, el programa de aquel concierto del Liceo, los botecitos de aseo de aquel parador… Querido Louis Braille, si un día nos encontramos, sin dudarlo, te diré lo mismo que al final de cierta película con nombre de ciudad dice el protagonista: “Este es el comienzo de una gran amistad.” Mientras tanto, seguiré acumulando memoria de tu legado.
En toda memoria que se precie han de desfilar acontecimientos menudos, amén de los mayúsculos. Y en éstas, yo tampoco quiero escatimarlos. Un 5 de diciembre de 2001 pude hacerle a mi sobrina Susana el regalo de leerle un cuento escrito por mí gracias a esos puntitos mágicos. Un 18 de marzo de 2009 leía el epitafio del Maestro en el Panteón de Hombres Ilustres de París. Un 27 de julio de 2009 hacía cola delante de la casa de Anna Frank en Ansterdam mientras leía en braille fragmentos de su Diario. Un 12 de agosto de 2012 repasaba, trémulo, el plano con indicaciones braille y táctiles del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau poco antes de adentrarme en aquel páramo de horror y muerte. Un 26 de mayo de 2014 preparaba las notas en braille que constituirían la base de mi discurso de recogida del Premio Tiflos de Cuento. En fin, un 22
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hablando del “man” de fuentestrún Algunos recuerdos de mi niñez al respecto Domingo Rodrigo Ruiz El maestro era don Benito. En mi memoria un hombre de cierta edad vestido con traje marrón oscuro, no sé si de puro viejo, parece como si Machado se hubiera inspirado en él para sus versos de “Recuerdo Infantil”:“…, un anciano mal vestido, enjuto y seco, que lleva un libro en la mano.”
“Me llamo Domingo Rodrigo Ruiz, vivo en la carretera de Valladolid, número 25 y soy hijo del Garrín”. Así me enseño mi padre que debía de presentarme de niño en el caso de que me perdiese por la ciudad, Soria. Pues bien, a la edad de cinco años, allá por el año 1956, mis padres se trasladaron a vivir a Fuentestrún y con ellos los cuatro hijos habidos en el matrimonio hasta entonces, luego vinieron tres más.
Centrándome en el tema que nos ocupa, el tractor MAN, de color verde algo azulado, pertenecía a un grupo de unos 26 socios, que contrataría a mi padre, “El Garrín” (apodo que le viene a la familia desde su abuelo) y como decía al principio, el trabajo a realizar era el de labrar, binar y trillar. La siembra se hacía a mano y la siega, a hoz, dalle y segadora tirada por mulas. Mi padre anotaba las horas que ocupaba en la labor para cada socio y por ello cobraba el salario convenido. Las rejas del arado desgastadas o rotas, se solían llevar a Castilruiz para su arreglo y/o refuerzo.
El motivo de ese traslado fue que los socios que habían adquirido el tractor “MAN” de Fuentestrún contrataron a mi padre para manejarlo, puesto que, al parecer, ninguno de los asociados disponía de permiso de conducir vehículos de este tipo en esa época, y hacer con él labores agrícolas: labrar, binar, trillar y transportar los sacos de cereal a Ágreda.
En la época de trilla recuerdo que sacaban la trilladora de una cochera que había junto a la casa de Ángel Sebastián y directamente la llevaban a la era que correspondía, según sorteo, creo, colocándola debidamente y bien asentada junto a la hacina, a fin de alimentar la rampa de la trilladora por la que ascendían los manojos de espigas desechos lo más cómodo posible. Si durante la trilla se partía algún diente
En aquella época no había sembradoras, quizás hubiera alguna segadora tirada por caballerías, pero recuerdo bien que venían cuadrillas de segadores, desplazados de algún lugar, además de los del pueblo. En la época de la siega aparecía por Fuentestrún el “Carallo”, un afilador oriundo de alguna provincia gallega a juzgar por su peculiar forma de hablar y del apodo por el que se le conocía. Este afilaba tanto cuchillos y tijeras de casa, como las cuchillas de las segadoras, además de algunas hoces y dalles por encargo, ya que estos últimos los picaba cada cual. De vigilar los campos y las eras se encargaba “el Merendilla”. Este, era una especie de guarda jurado que vestía con uniforme negro, probablemente de pana y gorra de plato que además llevaba el distintivo o placa al pecho sujetada a una banda ancha de cuero que portaba a estilo bandolera. Recuerdo ir a la escuela ubicada en la casa del médico, hasta que en el curso siguiente nos trasladaron a “las nuevas escuelas”, en las que niños y niñas asistían por separado, y en cuyo porche los chicos jugábamos a los “chavos” y a la “trompa”. ¡Ah! Y en la planta baja el “salón de baile”, en el que en ocasionalmente se hacía alguna representación teatral. Ahí aprendí mi primer villancico: “Campana sobre campana”.
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el grano quedaba separado, nos servían a los niños para escalar a lo más alto y tirarnos rodando hasta llegar a la hierba. Y ya de paso, los chiquillos nos apuntábamos a las agradables meriendas que las mujeres preparaban a la hora del descanso de trilla. Se paraba la trilladora y todos a merendar. Había excelentes ensaladas, además era el momento de sacar el chorizo y el jamón de la matanza que cada familia hacía cada invierno, jugosos lomos y costillas en aceite, y sobre todo buen trago de vino en porrón o bota y agua fresca del botijo.
de la trilladora, era mi hermano Cecilio el que, en bicicleta, se traslada hasta Castilruiz para soldarlo, además no era necesario parar de trillar mientras se hacía la reparación de la pieza rota, ya que siempre había repuesto. Al final de la campaña de trilla, mi padre tenía la costumbre de revisar y reparar todas aquellas piezas defectuosas, de tal manera que la trilladora quedaba lista para el siguiente año. Esta época de trilla la recuerdo especialmente con agrado,seguramente por aquello de que era época de vacaciones. Así que no teníamos otra cosa mejor que hacer que zascandilear por las eras donde tenía lugar la trilla. Recuerdo que los montones de paja acumulada que la trilladora echaba fuera a través de los tubos, una vez que
Eran muy amenas y entretenidas las meriendas por los comentarios, charlas y bromas que se hacían en ellas. Recuerdo a Federico (sacristán, barbero, guarnicionero, y algún que otro oficio más) tratando de aclarar a todos los comensales, que virgen no había más que una (no hago detalle de este pícaro comentario). Había otra actividad más agradable que la del deber para mi padre como era la de llevar de excursión, con el MAN y en remolque, a los del pueblo hasta la laguna de Añavieja a pescar cangrejos o a pasar el día a otros lugares. Y otra, como llevar a mozos y casados del pueblo a Soria en fiesta de San Juan el día de “Viernes de Toros”. Nuestra estancia en Fuentestrún acabó cuando mi padre recibió una oferta desde Soria, allá por septiembre de 1960, para trabajar de tractorista de un segundo tractor en la finca de Garrejo (Garray). Aceptó y en octubre de 1960 salimos de Fuentestrún.
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actividades de la asociación Ana Pilar Rubio Como ya viene siendo costumbre, la Asociación El Portigao de Fuentestrún, con ayuda de colaboradores voluntarios y coordinados por la Junta Directiva, realiza distintas actividades a lo largo del año, que con el paso del tiempo ya se están asentando dentro del calendario anual, puesto que algunas, como las jornadas de la matanza, cuentan ya con quince años de historia. Durante este último año las actividades realizadas volvieron a ser: El día dedicado a La Micología, las Jornadas de Matanza, el Día del Árbol y la Ruta de Senderismo. Micología sin setas La tradicional Jornada Micológica se realizó el 8 de octubre, aunque podía no haberse hecho perfectamente, ya que las condiciones meteorológicas del otoño, con una ausencia total de precipitaciones, hizo que la campaña fuera realmente mala, no solo en esta zona del Moncayo, sino en prácticamente toda la provincia. Por lo que, por segundo año consecutivo, hicimos unas jornadas micológicas sin setas para recolectar, ni buenas ni malas. Por ello se decidió, que en lugar de suspender la jornada, reconvertirla en un paseo hasta la Sierra con una comida popular en la caseta de los cazadores. Unos pocos decidieron aprovechar el día para proceder a realizar algunos arreglos en la caseta de los cazadores, puesto que nos aprovechamos de ella una vez al año. Además de cambiar varias lamas del techo, para evitar las goteras y roturas que había, se procedió a limpiar de maleza los alrededores de la caseta. XV Jornadas de la Matanza Las Jornadas de la Matanza, y ya son quince las celebradas, se realizaron durante los días 10 y 11 de diciembre. Como cada año, disfrutamos de ricos menús y diferentes actividades previamente programadas. Durante el sábado, por la mañana sacrificamos al cerdo, acompañado de las ya tradicionales pastas y moscatel. Por la tarde fuimos todos para proceder al avío del animal, lo despiezaron y preparamos los diferentes lotes que se rifaron por la noche después de una suculenta cena. También hubo otras actividades para todas las edades, por la mañana el taller de imanes con diferentes materiales reciclados, por la tarde la obra de Juan Catalina “torta y leche”, en la que todos recordamos como era la vida de cuando nuestros padres eran niños y el tradicional bingo que tanto nos gusta a todos.
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EL PORTIGAO
El domingo terminamos estas XV Jornadas de la Matanza degustando los diferentes manjares que nos da el cerdo: chorizo, jamón, morcilla, sangrecilla, torrezno…, y seguro que algún manjar más que ahora mismo no recuerdo. Día del Árbol El Día del Árbol se celebró el sábado 11 de marzo. Fue una jornada soleada y primaveral en el que comenzamos por la mañana a realizar los trabajos previstos en la nueva zona de árboles del camino a Trévago. El objetivo de esta actividad es poder dotar al pueblo de otra zona de esparcimiento, como son las Eras del Lugar, pero situadas en la otra parte del pueblo. Una nueva zona verde que embellezca la entrada desde Trévago y suponga también un nuevo lugar de encuentro y diversión. Agradecemos al ayuntamiento que haya entendido esta propuesta de futuro, aunque como ocurrió con las Eras del Lugar, todavía hay gente que no es capaz de ver cómo es posible convertir una finca de cereal, en una zona verde de esparcimiento. Para las Eras se han necesitado más de treinta años, con la colaboración de todos, para este espacio también se necesita trabajo y paciencia, que es el que ponemos los miembros de la asociación llevando a cabo tareas de limpieza y abonado de árboles, colocar malla antihierbas alrededor de cada árbol y poner un cerco de piedras, terminar de colocar tutores….También se podaron los rosales de las eras y los del camino al cementerio. A media mañana almorzamos para coger fuerzas y terminar el trabajo.Después de una rica comida en el Bar Las Escuelas, terminamos la jornada con una manualidad para los más pequeños, unas preciosas piedras pintadas para el jardín que todos decoraron. Ruta de senderismo La ruta de senderismo se programó para el 10 de junio. Se partió desde Ágreda hasta Vozmediano siguiendo el Camino Antonino o Camino Natural del Agua soriano que une estos dos términos pasando por la Aldehuela de Ágreda. Como hacemos siempre antes de cada ruta, unas pocas personas la realizan para ver cómo es, la dificultad… con tan buena suerte que esta pre-ruta fue todo un éxito y se apuntaron unas 25 personas con edades entre 7 y 70 años. Así que de una actividad, salieron dos. El buen tiempo acompañó ambas excursiones y los más animados pudieron disfrutar de dos días de caminata. Merece la pena visitar Vozmediano y darse cuenta de la cantidad de gente que se da cita en el pueblo para visitar el manadero del Queiles, pero también para almorzar, ya que la fama de los almuerzos en este pueblo ha traspasado fronteras y hay colas para coger una mesa. Como siempre el agradecimiento desde la Junta Directiva a todos los colaboradores que nos ayudan a organizar todas estas actividades.
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HABITAT protagonismo y custodia de nuestro medio forestal incluidos los de la Unidad Militar de Emergencias, aviones apagafuegos, drones, etcétera, etcétera hasta alcanzar un presupuesto de 85 millones de € según algunas fuentes. Sin embargo, nada de todo ello parece bastar. Resulta paradógico que, mientras en los últimos 10 años han descendido las hectáreas quemadas respecto a la década anterior, hayan aumentado los grandes incendios (GIFs), aquéllos que hacen pasto de las llamas superficies superiores a las 500 hectáreas y en los que no siempre se cumple lo que los expertos llaman la “regla del 30” que consiste en una temperatura ambiente igual o superior a los 30 grados, rachas de viento del orden o superiores a 30 kilómetros por hora y una humedad relativa del aire inferior al 30%. No obstante, las causas medulares de que cada vez haya más incendios van más allá de la meteorología y del cambio climático para situarnos en el abandono del monte en unos casos, en el caótico sistema de políticas territoriales o en la desvinculación o intereses particulares variopintos, que todavía es más grave.
José Julio Gil Pardo Si el pasado año opté por hacer alguna reflexión sobre lo urbano, esta vez me he inclinado por lo forestal y lo medioambiental. En mi opinión, el mejor y mayor patrimonio que tiene el hombre es la salud, y no menos importante lo es el patrimonio natural que tiene efecto directo sobre aquélla por razones obvias; los recursos naturales constituyen un patrimonio que viene siendo reconocido y cada vez se afianza en mayor medida. La economía ambiental y ecológica reconoce que estamos ante activos ambientales y es un hecho que habrá de ponerse en valor en términos monetarios desde la perspectiva de la Contabilidad Nacional Forestal y el sistema de cuentas públicas en cuanto que se trata, sin duda de un beneficio cuantificable. Y es que a los que nos preocupamos por el destino de nuestro pueblo, no nos parece una cuestión menor la protección y futuro de nuestros montes. En el reciente informe, publicado por WWF España/Adena, se dice: “Los incendios del siglo XXI han dejado de ser un problema estrictamente ambiental para pasar a ser una emergencia civil: ha nacido una nueva generación de superincendios de alta intensidad que arrasa el medio natural, pero también viviendas y todo aquello que se le pone por delante”.
Históricamente, el ser humano ha llevado a cabo grandes procesos de deforestación, bien a través de talas masivas o quemas de bosques, y aún hoy lo sigue haciendo, para atender sus necesidades agrarias o madereras. Pero hoy día, todos sabemos, que de no hacerse una adecuada reforestación y prevención las consecuencias de todo ello son muy graves: deterioro de los suelos, lluvias torrenciales destructivas, pérdida de recursos y más y más. Eso, sin olvidar aspectos inmateriales como el poder evocador de los bosques en la literatura y el imaginario colectivo, con leyendas y sucedidos, la energía que algunos perciben al abrazar troncos de árboles centenarios, los recuerdos de quienes tallaron, de niños, objetos con la corteza de los árboles y tantas otras sensaciones emocionales más.
Y es que, si bien cada verano nos vemos sometidos a las terribles lacras de miles de hectáreas consumidas por el fuego, (en 2017 ya van más de 65.000, que lleva camino de ser el peor del último lustro) este año las noticias de decenas de muertos en Portugal y la sucesión de quemas de parajes de alto interés ecológico como el sucedido en el Parque de Doñana que calcinó más de 8.000 hectáreas o de los Arribes del Duero con la necesidad de evacuar a personas para proteger su seguridad o el producido en el parque Natural del Calar del Mundo y de la Sima en Yeste (Albacete) con miles de árboles quemados y gran pérdida de biodiversidad, o el último declarado al escribir estas líneas en Navarredonda de Gredos (Avila), han de llevarnos a la reflexión.
Con estas líneas, pretendo aportar mi granito de arena a esta dramática realidad y hacerla cercana a nuestro pueblo. Todos recordamos experiencias de nuestros mayores, o incluso propias, relacionadas con nuestro monte: desde los tiempos en que se llevaban las cabras a pastar, hasta el día de Nochebuena en que se iba a buscar leña para preparar la zambomba. Puede que los ancestros de Fuentestrún se encuentren en ese paraje que se denomina Peñas de Castejón, las excursiones al monte y tantos otros recuerdos. No seremos el orgullo de los montes de Soria, más propio de la zona de Pinares, pero sin duda que la Dehesa, la Dehesilla, la Solana, los Quemados, la Tejera, las Fuentecillas, la Cuesta y los otros nombres que componen el espacio de
Año tras año se difunden campañas publicitarias apelando a la responsabilidad de todos en la conservación del monte, pero de nada parecen servir. Año tras año, escuchamos cómo buena parte de los incendios son provocados por la mano del hombre (se dice que un total del 96% de ellos lo son), y nada parece cambiar. El pasado junio, el Gobierno aprobó un nuevo Plan de actuaciones contra los incendios forestales al que se destinan grandes recursos humanos,
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nuestro monte, está pegado a nuestra Historia y a las historias de nuestros mayores. Y, por todo eso, hemos de ponerlo en valor, protegerlo, defenderlo y cuidarlo como ha venido haciéndose por quienes nos han precedido.
buen fin y que resaltan el valor nuestro trabajo, que incluso tiene frutos, como el reciente premio con nombre de la Nóbel de Economía y politóloga estadounidense ‘Elinor Ostrom Award’ otorgado en el marco de la catedral de Utrecht a la propia Asociación Forestal de Soria que supone el máximo reconocimiento a nivel mundial en la defensa de bienes comunes y su gobernanza.
Allá por 1879 en los montes de Valsaín (Segovia) se instaló un sistema de telegrafía óptica forestal que constituía el primer sistema moderno para transmitir mensajes a distancia mediante códigos. Perteneció al Patrimonio de la Corona como parte del Real Sitio de San Ildefonso y fue muy útil en operaciones militares, aunque también debió serlo en la prevención de incendios forestales. A modo de curiosidad, este telégrafo tuvo gran fama en agosto de 1879 por ser el primero en avisar de un accidente que tuvo la comitiva real en la Sierra de Guadarrama y por tal motivo, se ordenó la instalación de otros aparatos similares en varias zonas forestales de España. (como en la localidad de Zuera, Zaragoza).
Unos encontrarán en nuestro monte, el lugar por el que pasear, otros donde cazar y algunos, en fin, satisfacer sus fantasías legendarias. Ojalá que mis hijas encuentren en él lugares para el recuerdo, como yo los encuentro cada vez que “pateo” sus barrancos, laderas y caminos. Y es que hemos de sentirlo como nuestro, más allá de reivindicar las actuaciones públicas para su mantenimiento, el monte deberá ser siempre de Fuentestrún y quienes nos sentimos hijos del pueblo habremos de ser los que poseamos su titularidad. Es nuestro monte, muchos de nosotros hemos aprendido mucho en él y, seguramente todos, le debamos algo de lo que somos. Por eso, mantenerlo, cuidarlo y respetarlo es nuestra responsabilidad. La provincia de Soria en las estadísticas sale bien parada en materia de incendios forestales y ojalá nunca nuestro monte sufra la herida del fuego en sus árboles, ojalá nuestro monte sea un lugar que, cuando alcemos la mirada desde el Portigao, sigamos observándolo con cariño y que, mientras los medios de comunicación dan la noticia de otro paraje más que arde, nosotros podamos experimentar la tranquilidad de saber que el nuestro continúa a salvo.
Recuerdo de niño cómo se hicieron desde el ICONA actuaciones de plantaciones de pinos y limpias en las que participó, entre otros, mi abuelo Alejandro; conocemos los cortafuegos que se crearon, y hasta se han ofrecido talas controladas en lo que se llaman “tajones”. Todo esto se ha ido haciendo, de manera más o menos sistemática, pero sin duda efectiva. Tanto que no ha sido necesario tocar las campanas para acudir a apagar ningún incendio en nuestro monte. No hay duda que siempre ha de hacerse más, que nuestro monte podría ser mejor y que mirando al futuro podrá serlo. Comprobamos iniciativas dignas de mención como la llevada a cabo por la Asociación Forestal de Soria a través de una actuación singular sobre la base en la gobernanza y participación ciudadana, denominada “incendiosZero – cinturones contra el fuego” (www. incendiosZero.org) o la Fundación CESEFOR que impulsa un proyecto europeo sobre formación en extinción de incendios denominado “Mefisto” (Mediterranean forest fire fighting training standardisation / Estandarización de la formación en lucha contra incendios forestales en el Mediterráneo) que ojalá arroje buenos resultados. Iniciativas que persiguen
Como dijo la propia Elinor Ostrom “La confianza es el recurso más valioso” (Trust is the most important resource). Nuestras generaciones son las que tenemos la responsabilidad de transmitir esos valores a quienes nos sucedan para que la memoria y la tierra de nuestros antepasados continúe viva, evitando la desvinculación como principal amenaza de nuestros bosques y sigamos custodiando nuestros territorios. Sócrates decía que “cuando los dioses querían destruir a un ser humano le convertían en arrogante y así se destruía a él mismo”.
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LIBROS
Fuentestrún, un pueblo de la rinconada conada. El autor señala que fueron probablemente vecinos de San Pedro Manrique los encargados del asentamiento, puesto con ellos compartimos santos, como el de nuestro patrón San Pedro, y devociones. La formación de una identidad propia e independiente con la Comunidad de Villa y Tierra de Ágreda es abordada con amplitud, destacando la organización participativa y comunal que perduró durante siglos y marcó el devenir de toda la comarca.
Luis Miguel Largo El fin de semana de la celebración de la Fiesta de la Trinidad se presentó en Fuentestrún el primer libro escrito sobre la historia de nuestro pueblo, obra de Jesús García Largo, Licenciado en Filosofía y Letras, rama Historia Contemporánea, e hijo de la localidad. La publicación ha corrido a cargo de la imprenta de la Diputación Provincial, que lo ha incluido en la colección “Paisajes, lugares y gentes” con el número 24.
Las peculiaridades de Fuentestrún se ofrecen al lector con gran profusión de datos . como todo lo que tiene que ver con nuestra Iglesia, con la ermita o con la fachada dedicada al camino de Santiago. Podemos encontrar el censo completo del Marqués de la Ensenada, que sirve de comparativa, al añadir los datos de los municipios colindantes. La emigración a ultramar merece capítulo aparte, detallando la marcha de vecinos a Chile en varias oleadas, antes y después de la guerra, dejando un censo de más de cien descendientes que siguen unidos por lazos de parentesco y nacionalidad. La mecanización del campo llevada a cabo en los años cincuenta viene recogida con nombres y apellidos de los pioneros que trajeron las máquinas.
Un completo libro que abarca desde los primeros asentamientos humanos, datados en la zona, hasta las fechas actuales, recopilando gran parte de lo conocido hasta ahora pero añadiendo datos nuevos y situándolos en un contexto global del tiempo en que ocurren y en la situación en que se producen. El propio título ya nos indica que el pueblo comparte una realidad indisoluble con los pueblos de Villa y Tierra de Ágreda, aunque cada cual, como el nuestro, tengas sus pequeñas diferencias, que también son abordadas en los capítulos del libro. Este importante trabajo supone una aportación didáctica de datos contrastados a los que el autor se permite añadir hipótesis que sirven para no perder el hilo de la narración que se hace amena y sencilla, animando a futuros estudiosos a seguir por aquellos caminos donde no se tienen todavía fuentes fiables para reconstruir las partes de la pequeña historia de nuestro municipio.
En su afán de abarcar todos los frentes el libro recoge sucintamente otros muchos temas, desde un breve vocabulario, pasando por los maestros que lo fueron, los religiosos que el pueblo ha dado, los juegos infantiles e incluso una relación de recetas de la Rinconada. Excelente trabajo que se puede leer de un tirón o disponer de él como consulta de los muchos temas que aborda y que, esperemos, se anime a seguir profundizando en próximos volúmenes.
La repoblación que volvió a dar vida a la comarca, después de la expulsión de los árabes, es un capítulo fundamental para entender la historia de Fuentetrún y de toda la Rin-
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POEMA
Alaba las fincas grandes, cultiva las pequeñas dejó escrito Virgilio en las Geórgicas. Nada permanece dos mil años por casualidad, ni siquiera los mitos o los dioses, pensaba esta mañana, una mañana acaso parecida a en la que el poeta escribió estas palabras. Su verdadero empeño fue siempre cultivar lo humano. Tal vez nos quiso decir: alaba el Amor, la Dignidad, el Tiempo, pero no busques cobijo bajo sus ramas, la sombra de sus mayúsculas es demasiado densa, demasiado inaccesible, no están hechas a nuestra medida, la medida del hombre; no sabemos qué hacer con ellas. En la ventana amanece. La luz va venciendo lentamente a la gravedad como un tapiz de pájaros azules que volara más alto. En la mesa, café, pan, sal, aceite y un tomate. Dejo hoy de lado la moto o el metro y camino hacia el trabajo paseando con mi niña diabetes recién nacida a la que ya le han salido los dientes. Pienso en la tierra, en las fincas grandes y pequeñas que no vemos, cubiertas de asfalto, en los rostros que no sabemos hacer nuestros y son, sin embargo, iguales a los nuestros, en aquellos que ya no podrán cruzar nunca al otro lado. Y pienso en ti, dormida aún, en tu apetito contagioso por la vida. La mañana es limpia y hermosa a pesar de ser lunes, o precisamente por eso.
MAÑANA DE LUNES
A la acacia de la plaza la han dejado desnuda, mutiladas todas sus ramas. El tronco, erguido y orgulloso, parece una estatua en un cuadro de De Chirico, pensativo y metafísico: es el punto de encuentro para los negocios dudosos del barrio. Las esquinas, los bancos de la calle, la forma de las nubes -hoy ausentes- saben que tienen un nombre y un lugar, ajenos a las vidas que quisimos vivir pero no pudimos -o no supimos cómoenredados entre el silencio, la culpa y el perdón. No es tarde aún. No es tarde aún, me repito, mientras un rumor antiguo vuelve a mí, o tan solo se despierta de nuevo porque nunca se fue. El mismo rumor de aquellas mañanas. Es recóndito y callado, sinuoso como un río subterráneo que no encontrara salida, de la conciencia al estómago, del estómago al corazón: a quién -o a qué- dar las gracias por haber nacido en la orilla de los afortunados, sin merecerlo.
Jacobo Llano. Junio 2017
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EL CIERRE
Camiseta Fuentestrún 2017. Maribel Vázquez