REPORTAJE
LA FIERA AYMARA POR CARLA ALONSO
FOTOGRAFÍA: LORENZO MOSCIA
¿Por qué una mujer que es profesora de Historia y Geografía y estudió dos años en Madrid recorre, a saltos, el altiplano chileno en una camioneta municipal, correctamente envuelta en un mantón de alpaca? Aquí Maricel Gutiérrez, aymara, da sus explicaciones.
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Maricel Gutiérrez (34), actual directora de Desarrollo Comunitario de Putre, los dos años que vivió en Madrid para cursar un máster en Política en Gestión y Planificación Ambiental, becada por la Fundación Equitas, le cambiaron la manera de mirar las cosas. A su regreso a Arica, en marzo de 2004, la ciudad de sus padres aymaras, hasta el mítico morro de Arica le parecía una roca pelada al borde del mar. Sabía que no quería retomar su trabajo en la pequeña empresa de su familia, dedicada a la exportación de fibra de vicuña, donde, pese a ser profesora de Pedagogía en Historia y Geografía y haber cursado dos años de Derecho, ejercía principalmente de secretaria. “Maricel volvió de España más resuelta”, recuerda Verónica Vicencio, su amiga del liceo. “Como si fuera la dueña del mundo. Estaba lindísima con su pelo azabache, largo y liso. Llegó con el último grito de la moda. Los zapatos sin tacón que se usan ahora, ella los trajo a Arica antes que todos”. Decidida a hacer algo por su comunidad de origen con
Tanto el director como el encargado de la educación nocturna del liceo le reconocen su capacidad para imponer la disciplina en la sala. “Yo era la profesora, no la amiga de los alumnos. Sé, por experiencia, que los alumnos se acuerdan de los profes estrictos, que fueron exigentes con ellos”, cuenta. Maricel cautivaba a los conscriptos con sus relatos sobre Historia del Arte que sacaba de los textos de estudio de Santillana. Su experiencia en España y su breve paso por Holanda, Bélgica y Francia le daban un plus en Putre y ella lo sabía: les hablaba del Louvre, donde había pasado varias horas, y del sistema de seguridad de La Gioconda. También les contaba que ahora los programas de computación permiten hacer mapas cartográficos, tal como ella aprendió en Madrid. “El hecho de haber viajado me daba otra mirada. Si les hablaba de la globalización era diferente porque lo había visto y vivido. Los alumnos me preguntaban cómo podían hacer ellos para viajar, y yo los motivaba para que terminaran sus estudios, les decía que dependía de ellos conseguir sus metas. Me gusta incentivar a que la gente aprenda. Me preocupé de profundizar sus materias, porque
“CUANDO ES NECESARIO, MARICEL PRESIDE A LAS DOCE DE LA NOCHE UNA REUNIÓN EN UN POBLADO. LO HACE CON MUCHO ÉXITO Y LA GENTE LO RECONOCE. A ALGUNOS NO LES GUSTA QUE SEA JOVEN Y QUE MANDE TANTO, PERO ÉSE NO ES MI PROBLEMA”, DICE EL ALCALDE. todo lo aprendido, y cargada de una extraña energía madrileña, repartió currículos por cuanto municipio había en los alrededores de Arica. “Pensé que a alguna de las comunas rurales les podía interesar mi experiencia”, comenta Maricel, que acomoda su mantón boliviano de alpaca turquesa con su manos perfectamente cuidadas. No en vano acumula ungüentos y cremas de fabricación boliviana en una pequeña cómoda en la pieza de su casa en Putre. Rápidamente encontró trabajo como profesora vespertina en el Liceo C-3 de Putre, un pueblo en la precordillera de la nueva región de Arica-Parinacota, a 3.500 metros de altura. Llueve sólo en febrero, el resto del año la aridez pone los pelos de punta. Las calles son de tierra y muchas construcciones están hechas de adobe. En el día los habitantes usan sombrero para soportar los 25 grados de calor y, en la noche, se frotan los pies con Mentisan, un mentolato boliviano, para resistir las temperaturas bajo cero. Maricel, cuando llegó, tuvo que poner cuatro frazadas de lana para soportar el invierno. Le tocó dictar clases de primero a cuarto medio a conscriptos que estaban haciendo el servicio militar en el Regimiento Huamachuco y que no habían finalizado sus estudios.
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los programas para los conscriptos estaban adecuados para que aprendieran lo justo y preciso”, comenta. Maricel señala que uno de sus mayores logros fue que nadie reprobara el ramo durante el año que enseñó. En su calidad de profesora del Liceo, tenía que dedicar cinco horas de trabajo a la semana en el departamento de Educación del municipio. Pero Maricel asistía de nueve de la mañana a cinco de la tarde. “A mí me servía, me gustaba y no quería dejar cosas pendientes. Del Municipio me iba al liceo, donde hacía clases hasta las diez u once de la noche”, dice.
EN ACCIÓN Desde marzo de 2005 es la directora de Desarrollo Comunitario, elegida por el alcalde para un puesto que significa estar en contacto diario con los vecinos y pobladores, quienes le dicen Maricel de la gente. Ella se encarga de las postulaciones a los subsidios familiares, coordina el otorgamiento de pensiones y de planes de asistencialidad; planifica y fija las fechas de los programas de los talleres recreativos, del programa deportivo, del programa de organizaciones comunitarias, del programa del adulto mayor...
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“Consigo las camionetas, veo las fechas para que los trabajadores de la Municipalidad vayan a terreno. Invito a la gente a las reuniones, veo que asistan. Me gusta escuchar a las comunidades”. Además, es la encargada de llevar los insumos ancestrales a las ceremonias oficiales. “Son simbólicos, pero deben tener un ordenamiento para demostrar estabilidad. En el mundo aymara todo es la dualidad, el hombre y la mujer. Yo acompaño al alcalde en la ceremonia”, relata mientras despliega una inkuña, manta pequeña donde guarda las hojas en la alcaldía. Y adquirió poder: subroga al alcalde Francisco Humire (UDI) cuando éste no está en Putre. Asunto clave, pues Humire sube sólo algunas mañanas a Putre desde Arica: “Está más abocado a la integración con los municipios de Perú y Bolivia. Cuando lo subrogo trato de que la maquinaria administrativa no se detenga”, dice Maricel. El 24 y 25 de noviembre pasado, la Municipalidad de Putre organizó la octava versión de la Feria Regional Andina y del Festival de la Canción Andina, el acontecimiento más importante del Municipio: se gastan 50 millones de pesos, dura dos días y asisten cuatro mil personas. Maricel estuvo dos meses a cargo de montar la infraestructura. “Asumí de capataz, era la responsable de que las obras avanzaran, estaba en terreno con los planos, como una especie de jefe de obras. Todos se dieron cuenta de que, incluso aquí en el altiplano, una mujer puede dirigir construcciones de esa envergadura y mantener el nivel de disciplina entre los trabajadores, todos hombres. Tengo hasta fotos con ellos”, señala Maricel. Por primera vez, en muchos años, los tres
“MARICEL VOLVIÓ DE ESPAÑA MÁS RESUELTA”, RECUERDA VERÓNICA VICENCIO, SU AMIGA DEL LICEO. “COMO SI FUERA LA DUEÑA DEL MUNDO. ESTABA LINDÍSIMA CON SU PELO AZABACHE, LARGO Y LISO. LLEGÓ CON EL ÚLTIMO GRITO DE LA MODA. LOS ZAPATOS SIN TACÓN QUE SE USAN AHORA, ELLA LOS TRAJO A ARICA ANTES QUE TODOS”.
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Maricel Gutiérrez en Socoroma, una localidad a 20 kms de Putre, durante una cena oficial, con algunas de las autoridades del pueblo.
galpones donde se celebra la Feria estuvieron listos un día antes del inicio de la festividad. Si bien Maricel no asume las dificultades que se le han presentado desde que asumió su cargo, su madre, Teodora Castro, es más consciente de ellas: “Maricel nos contaba que a veces terminaba llorando, porque algunas personas que no la conocían la trataban mal, le decían india, a sus espaldas. Ahora ha sacado carácter”.
RADIO CON IDENTIDAD Maricel, cuando no está en algún pueblo del altiplano o firmando documentos en la oficina municipal, se distrae haciendo labores de dueña de casa: “Tengo que hacer arreglos, poner cubrepisos, pintar el pasillo, armar la sala del segundo piso”. La suya es una de las pocas viviendas de Putre que cumplen con la condición de que la ducha esté dentro de la casa y la comparte con una amiga que trabaja con ella 054 PAULA JUNIO 2007
en el Municipio. Hace poco compró una estufa para su pieza, porque las frazadas de lana se le hicieron pocas. A veces duerme tres horas, porque para llegar a los pueblos de la frontera con Bolivia en la camioneta municipal tiene que levantarse antes de las cinco de la mañana. Ella recorre a pie los pueblos y toma nota de los problemas de agua, de energía o de salud de la gente, invita uno por uno a los habitantes a asistir a las reuniones de capacitación en ganadería o informativas de los planes de gobierno. Humire, el alcalde alaba sus cualidades: “Cuando es necesario, Maricel preside a las doce de la noche una reunión en un poblado. Lo hace con mucho éxito y la gente lo reconoce. A algunos no les gusta que sea joven y que mande tanto, pero ése no es mi problema”. Además de su labor en terreno, Maricel ejerce, a pedido del alcalde, como directora de la radio comunitaria de Putre, más sintonizada que TVN (el único canal de señal abierta que se ve). Cuando asumió, estaba venida a menos, algunos
Maricel regres贸 de Madrid dispuesta a hacer algo por la comunidad aymara. Su primer trabajo fue como profesora vespertina del liceo al que acud铆an los conscriptos del Regimiento Huamachuco.
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equipos se habían quemado y el programa de computación que permite que los contenidos salgan al aire no estaba operativo. La programación musical tenía un fuerte acento andino, pero, según Maricel, no estaba al servicio de la comunidad. Ella revitalizó la infraestructura: mandó a arreglar los equipos, cambió el cableado a tierra que protege los aparatos para que funcionen correctamente y redireccionó las antenas pequeñas, que no estaban orientadas adecuadamente. Y está modificando la programación para darle identidad aymara con espacios que están en etapa de grabación. Junto a Juan Poma, inspector del liceo, quien la conoce desde que llegó a Putre como profesora vespertina, están a punto de lanzar un microprograma de clases de aymara. Y, tras ése, sacarán
frescos y nítidos, Arica se le apareció como una ciudad inerte y apagada. En España, en cambio, había descubierto los champiñones salteados al ajillo, pasaba horas conversando de moda y diseñadores con Paloma, la amiga española con quien compartía piso, y hasta se permitió beber acohol en una reunión junto a sus compañeras del máster. Un mundo infinitamente nuevo para ella. Y vertiginoso. Pero, pese a tener la posibilidad de emplearse en una empresa española al terminar su beca, volvió a Chile sin desearlo verdaderamente, porque así se lo había prometido a su padre. “Yo no puedo ser feliz si no cumplo con mis compromisos”, asume. Pero la resolución que había adquirido en Madrid fue la mejor herramienta que tuvo
MARICEL CAUTIVABA A LOS CONSCRIPTOS CON SUS RELATOS SOBRE HISTORIA DEL ARTE QUE SACABA DE LOS TEXTOS DE ESTUDIO DE SANTILLANA. LES HABLABA DEL LOUVRE, DONDE HABÍA PASADO VARIAS HORAS, Y DEL SISTEMA DE SEGURIDAD DE LA GIOCONDA. al aire uno con cuentos tradicionales en aymara y español. “He asumido el trabajo de la radio como un desafío personal. Va a significar un aporte concreto a mi cultura, porque un pueblo sin lengua es un pueblo muerto. Me desespero cuando pienso que los aymaras nos estamos quedando mudos, que la gente mayor que sabe el idioma se está muriendo y la gente joven no lo está aprendiendo”, relata Maricel que se declara fanática de los fideos con salsa boloñesa, la leche de oveja con café y la película La guerra de las galaxias, que ve en dvd en su notebook. Está pensando en instalar cable en su casa para ver National Geographic, su canal favorito. Juan Poma señala que hasta hace poco casi todos los funcionarios municipales eran blancos. “Hoy la Municipalidad está más cercana a la gente, es más familiar. Que Maricel sea profesional y haya vivido fuera del país incentiva a que los jóvenes sigan su ejemplo”, comenta. Asimismo, Magdalena Choqueblanco, compañera de oficina y de casa, revela que los aires al interior de la Municipalidad han cambiado desde que Maricel se instaló con su sombrero: “Se percibe un cambio interno, principalmente de respeto entre los funcionarios, gracias al orden que sutilmente ha ido poniendo. Creo que es la única joven aymara que ha tenido la oportunidad de estudiar en España y me alegra que esté cumpliendo sus metas o las metas que el destino trazó para ella”. Maricel todavía recuerda los primeros días que pasó en Arica, recién llegada de Madrid, cuando creyó sentirse al borde de algo así como una depresión. Con sus recuerdos 056 PAULA JUNIO 2007
para combatir el desánimo y darle un giro a su vida. Y a la de las comunidades aymaras del altiplano chileno. De todos modos, su gusto por la moda aún perdura: en su pieza hay un perchero en el que Maricel cuelga ordenamente todas las mantas de alpaca que tiene, el traje de tres piezas color príncipe de gales para grandes ocasiones, los tres trajes de dos piezas que usa para las ceremonias oficiales y sus sombreros de colores para protegerse del sol altiplánico. En el clóset guarda las botas largas, las chaquetas y las faldas de uso diario en la semana y los buzos y las zapatillas de los sábado y domingo. Elena Castro, su prima y recepcionista de la Municipalidad, es taxativa: “Aquí no hay un hombre a su altura. Están todos separados o tienen la embarrada”. Su amiga Verónica Vicencia dice que Maricel tiene una escala de valores atípica entre las mujeres aymaras de esta nueva generación. “Tuvo que hacerse a sí misma, sin ningún tipo de idea, con el temor a ser rechazada o señalada”, dice. Maricel y Verónica están planificando un viaje a España. Todavía es medio secreto para que la idea no se les desinfle y les resulte. “Espero viajar en enero del próximo año. Sé que esta vez no me van a dar ganas de quedarme, porque acá tengo responsabilidades que me gustan y que no quiero dejar sin cumplir”, relata. A Maricel Gutiérrez, alcaldesa subrogante de Putre, no le gusta dejar las cosas inconclusas. Por eso tiene una meta por delante: terminar la carrera de Derecho para cumplir su sueño de trabajar en la Contraloría de la República.