Finanzas Empresariales Y RESPONSABILIDAD SOCIAL Por Abraham Haneine *
No cabe duda de que hasta que nos llega una crisis nos cuesta mucho asimilar o adoptar ciertos conceptos a nivel empresarial. Con el inesperado brote del COVID-19 en pleno apogeo, las empresas están “teniendo” que ser más responsables socialmente. Algunas empresas lo están haciendo por iniciativa propia -quizá motivadas por miedo- o por genuina práctica de su responsabilidad social, mientras que otras lo hacen por imposición y hablando coloquialmente, porque “no les queda de otra”. Sin embargo, la Responsabilidad Social como un asunto cotidiano en la vida de las empresas no tiene vuelta de hoja; y aun así son pocas las compañías en México que toman el tema de la RSE (Responsabilidad Social Empresarial) como una inversión y parte esencial de su Plan de Negocio, más que como un gasto y una actividad que hay que hacer para cumplir con ciertos convencionalismos e incluso lineamientos. Tristemente, esto incluso ocurre tanto con empresas establecidas y de cualquier tamaño como en el sector industrial, así como con Start-ups. Normalmente las empresas o emprendimientos toman las acciones de Responsabilidad Social desamarradas de sus Planes de Negocio y de sus estructuras financieras, de manera tal que siempre son acciones que se entienden como gasto y por encima de la operación normal del negocio. Es cierto, se asignan recursos y hasta se pueden crear áreas específicas, pero difícilmente se sienten o se ven como algo integral en el negocio. *Abraham Haneine es consultor de negocios con más de 21 años de experiencia habiendo participado en Banca de Inversión, gestionando y asesorando proyectos disruptivos y de alto impacto, consultando empresas para mejorar su rentabilidad, eficiencia y en la consecución de certificaciones en varias ISO/NOM. Ha ocupado cargos de alta dirección (C-Level) en empresas como Promecap/Soros Fund Management, Grupo Televisa, S.A.B., e Intelisis Software, S.A. entre otras. www.haneineconsultores.com 26 | GANAR-GANAR | MAYO-JUNIO 2020
Esto resulta en que estos planes o programas suelen no estar sincronizados con el presupuesto general y/o con la postura estratégica de las empresas. Peor aún, muchas veces estos proyectos chocan de frente con la filosofía y cultura organizacional, creando contradicciones y opiniones duras de los colaboradores, proveedores, accionistas, y demás entidades relacionadas con el negocio. Sin embargo, esta dinámica contraviene muchísimo las nuevas tendencias y más aún las nuevas necesidades de los negocios en México y a nivel mundial. Hoy por hoy, los negocios ya no se pueden hacer “ojo de hormiga” a los efectos y consecuencias de sus acciones a nivel social. Los gobiernos y autoridades establecen protocolos y leyes que sancionan ciertas actuaciones (o la ausencia de ellas) y obligan a las empresas a cumplir con algunos estándares. Pero seamos sinceros, realmente esa “mínima común actuación” es en el mejor de los mundos muy estandarizada, obligatoria y culturalmente poco aceptada por ser impuesta, y por ser algo que no fue desarrollado por el propio. Ya ni toquemos temas relativos a cuestiones ambientales que van de la mano y son primos hermanos de la Responsabilidad Social y que hoy nos los han encajado tanto que no hay ser humano que no esté consciente de los temas del cambio climático, polución, cuidado del medioambiente, etcétera (¿qué