NOMBRES PROPIOS WES ANDERSON
DIRECTOR
Queridos periodistas THE FRENCH DISPATCH, LA PELÍCULA NÚMERO 10 DEL AUTOR DE LAS AVENTURAS SIMÉTRICAS, ES UNA CARTA DE AMOR AL PERIODISMO. TEXTO IRENE CRESPO
CUANDO DESCUBRIÓ QUE LA ESTRELLA de las películas de Alfred Hitchcock era el propio Hitchcock, Wes Anderson (Houston, 1969) decidió que quería ser director de cine. Tenía ocho años cuando empezó a dirigir cortos con sus hermanos como protagonistas con la cámara Súper 8 de su padre. Pero también hubo un tiempo en el que Anderson quiso ser arquitecto. Y, en algún momento, pensó que, quizá en otra vida, podría haber sido periodista. Arquitecto, de alguna forma, ya es: los sets y maquetas que construye para sus películas, el estilo decorativo que ha creado y tanto se ha imitado y el Bar Luce, la cafetería de la Fondazione Prada en Milán, que diseñó junto a su pareja, la artista Juman Malouf, convalidan el título. Y aunque el de periodista tampoco lo tiene, su admiración desde adolescente por la profesión le ha llevado hasta su última película, la número 10, The French Dispatch, que define sencillamente como “una carta de amor a los periodistas”. “Va sobre un periodista americano (Bill Murray) que vive en Francia y crea esta revista –contaba a un medio francés–. Es un retrato de este hombre que lucha por escribir lo que quiere escribir. No es una película sobre la libertad de prensa, aunque cuando hablas de periodistas también hablas de lo que pasa en el mundo real”. Y quizá, por eso, vaya a ser su película más realista, a pesar de que él mismo admite que los mundos que crea con esa imaginación casi infantil están “separados cinco grados de la realidad”. JUNIO 2020
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Wes Anderson no escribe películas por temas, sino buscando experiencias para él, su equipo y el espectador. A cada película llega por un interés casi obsesivo con algo, como cuando quiso conocer mejor India y rodó Viaje a Darjeeling; o cuando leyó todo Stefan Zweig, se apasionó por el periodo de entreguerras y le salió El gran hotel Budapest. Otras veces intenta contar episodios autobiográficos a su manera. Así fue con Academia Rushmore y su experiencia escolar; o Los Tenenbaums y el divorcio de sus padres Isla de perros también fue una respuesta a su pasión por Japón y ahora, The French Dispatch es una mezcla de obsesiones e historia personal. La ha rodado en Francia, su país de adopción desde hace casi 15 años, en la localidad de Angoulême, aunque la ha llamado en el film Ennui-sur-blasé (algo así como “aburrimiento sobre desganado”). Y la revista que da título al filme es un homenaje a una de sus favoritas: The New Yorker, el mítico semanario del que Anderson tiene una inmensa colección, con números hasta de los años 40.
En la redacción de esta revista ficticia, además de Bill Murray, otros sospechosos habituales del cine del texano: Frances McDormand, Owen Wilson, Jason Schwartzmann (también coguionista), Tilda Swinton… La película se centra en la edición del último número de la publicación, salpicada con la narración de tres de los artículos, en los que se permite incluir a otros viejos conocidos (Willem Dafoe, Bob Balaban, Liev Schreiber, Saoirse Ronan, Adrien Brody…) y algunas caras nuevas en su cine: Timothée Chalamet, Léa Seydoux, Benicio del Toro. Un reparto de estrellas que, una vez más, queda en segundo plano. Por delante están la historia, los encuadres simétricos, las paletas de colores vintage, el perfeccionismo invisible (si en Fantástico Sr. Fox se escribió de verdad las 400 palabras de los artículos del microperiódico que leía el zorro protagonista, qué no habrá escrito aquí)… y, sobre todo, la estrella: el director, Wes Anderson.