Gentleman México 82 DICIEMBRE 2021-ENERO 2022

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NOMBRES PROPIOS PAUL AUSTER

ESCRITOR

El escritor generoso EL NORTEAMERICANO PAUL AUSTER VUELCA EN SU ÚLTIMO LIBRO TODA SU CAPACIDAD NARRATIVA PARA RESCATAR DE LAS SOMBRAS A OTRO AUTOR LEGENDARIO, STEPHEN CRANE. TEXTO JUAN LUIS GALLEGO  FOTOGRAFÍA RODERICK AICHINGER

MUESTRA SU SORPRESA PAUL AUSTER porque la rueda de prensa online para presentar en España su última libro, La llama inmortal de Stephen Crane (editorial Seix Barral), haya acumulado al otro lado de la pantalla a más de medio centenar de periodistas. Difícil que no suene a falsa modestia en voz de quien vendió más de 100,000 ejemplares en lengua castellana de su anterior obra, la novela 4 3 2 1, y que recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006. En Estados Unidos, insiste, un libro no suscita tanto interés. Pero lo cierto es que su obra ha sido traducida a más de 40 idiomas. Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos, 1947) es uno de los más importantes escritores anglosajones contemporáneos. No es una de esas afirmaciones recurrentes que atraen reseñas. Que le pregunten, si hay dudas, a toda una generación, quizá la que ahora ronda o supera la cincuentena, que leyó, admiró y debatió cada una de sus obras como si de una religión se tratara. Así que, efectivamente, Auster está más que acostumbrado a la expectación que suscita cada nuevo alumbramiento, aunque quizás el escenario en el que esta rueda de prensa transcurre, desde una discreta sala en su casa de Brooklyn, contribuya a dotar de cierta veracidad su modestia. Las palabras que de él reproducimos en estas páginas han sido extraídas de esa comparecencia y de una entrevista facilitada por la editorial. Confiesa el propio escritor que le resulta “soporífera” la crítica literaria académica, una buena razón para sortear el compromiso que supondría tratar de definir en estas páginas lo que hace. Solo un apunte tan subjetivo como DICIEMBR E 2021/ENERO 2022

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el mero ejercicio de leer: la capacidad de Auster para crear historias de las que derivan otras muchas como si de las ramas de un árbol se tratara. Nada que ver, sin embargo, con La llama inmortal de Stephen Crane. Porque esto no es ficción. Se trata, más que de una biografía de Crane, de un recorrido por la vida y obra

“LA LITERATURA ES MARAVILLOSA, UNA ACTIVIDAD EFERVESCENTE PARA LA IMAGINACIÓN. LOS LIBROS SON EL MEJOR LUGAR DONDE VIVIR Y DONDE ESTAR” de un escritor y periodista que, en apenas ocho años, creó un cuerpo literario con personalidad propia: varias novelas cortas, entre ellas, Maggie: una chica de la calle, la primera; tres docenas de relatos; recopilaciones de poemas; más de 200 artículos periodísticos y la que es considerada su obra maestra, La roja insignia del valor (1895) que, esa sí, le proporcionó una repentina fama, y poco fructífera desde el punto de vista monetario, que le granjeó la admiración de algunos de sus colegas contemporáneos, como Henry James o Joseph Conrad. Todo eso, en una vida breve (nació, como Auster, en Newark, pero en 1871 y murió enfermo de tuberculosis en Badenweiler, Alemania, en 1900). Trabajó como corresponsal de guerra, sobrevivió a

un naufragio, se enfrentó a los abusos de la policía neoyorquina y, sobre todo, exhibió una escritura desconocida hasta entonces de la que Auster se confiesa ferviente admirador. ¿A qué obedece su admiración por Stephen Crane? El hecho de que ambos naciéramos en Newark, que ambos fuéramos entregados jugadores de béisbol en nuestra juventud y que ambos hubiéramos escrito poesía, ficción y no ficción no tuvo nada que ver en mi decisión. Admiro tanto a Crane porque él es capaz de hacer cosas en relación con la escritura que yo nunca he podido hacer. Mi escritura de ficción se basa en la narrativa. Yo cuento historias. En mis libros no hay muchos diálogos ni descripciones. Cuento relatos a la antigua usanza. Una de mis fuentes de inspiración son los cuentos de hadas, las novelas, la tradición, el folclore… Pero Crane era un fenomenólogo extraordinario. Veía cosas que a muchos se nos escapan y las capturaba. Tenía una percepción extraordinaria y la capacidad de transformar esas percepciones en un lenguaje potente, hermoso y coherente que nos llega y nos llena. ¿Ha llegado a alguna conclusión sobre el origen de su innovador talento? Aquí yace el gran misterio. Crane no poseía grandes conocimientos sobre literatura, pero esto no impidió que se rebelara contra la literatura de su tiempo porque resultaba inadecuada, acartonada y falsa. Creo que, por encima de todo, poseía un instinto tremendo, acompañado de una vista y un oído de lo más agudos.

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