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MÚSICA EN TIEMPOS DE CÓLERA

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ANA ORTIZ WIENKEN

ANA ORTIZ WIENKEN

(Abstract) A lo largo de la historia, la humanidad ha sufrido numerosas pandemias. Desde la plaga justiniana hasta la peste bubónica, desde la viruela hasta la gripe española, todas estas enfermedades han causado profundos cambios sociales, económicos y culturales. En este artículo, analizo las consecuencias que tuvo la pandemia del cólera de 1832 en la vida y actividad de los músicos en Europa.

En mi opinión, el cólera inspiró directamente a algunos compositores (por ejemplo, a Fanny Mendelssohn para componer una Cantata en 1831) y sus efectos causaron un impacto duradero en otros, quienes a partir de ese momento incorporaron el tema de la muerte o el sufrimiento humano de una manera más tangible en sus obras (sirvan Totentanz o Funérailles como ejemplos de la obsesión de Franz Liszt por la muerte tras vivir el horror de la pandemia). Asimismo, el cólera generó restricciones en los desplazamientos y oportunidades de los músicos (limitando el impacto de una adolescente Clara Wieck en París, a donde junto a su padre había acudido para presentarse en sus prestigiosos salones musicales) pero al mismo tiempo, abrió nuevas oportunidades para el desarrollo de su actividad, a través de conciertos benéficos o incluso actuaciones ante enfermos (en lo que se puede considerar una de las primeras manifestaciones de la musicoterapia fuera de las grandes cortes). Por último, aunque de extrema importancia, el advenimiento del cólera en París coincidió con las actuaciones del virtuoso Niccolò Paganini, quien causó un impacto extraordinario en sus círculos artísticos. Su imagen febril, cercana a las secuelas que generaba el cólera, unida a su virtuosismo inigualable, hacían que ejerciera tanto miedo como fascinación, sucediéndose las leyendas que hablaban de que el músico había realizado un pacto con el diablo para conseguir sus extraordinarias habilidades. La lucha contra la pandemia no solo había provocado importantes avances médicos e higiénicos sino también el auge de las supersticiones. Así, el éxito de Niccolò Paganini se enmarcaba en una sociedad que veneraba la “razón y la imaginación, la realidad y lo supernatural, la civilización y el barbarismo y el academicismo y el modernismo”. 1 Cabría preguntarse si Niccolò Paganini hubiera tenido un éxito similar en una sociedad que no estuviera herida y aterrorizada por los efectos de esta nueva enfermedad y no buscara en esta figura la representación y catarsis de sus miedos.

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En París, en 1832 “todo era cólera.” Con esta frase, Le Journal des Débats describía el impacto que la pandemia había tenido en la ciudad francesa. 2 La primera gran ola del cólera había mermado no solo la población de París hacia finales de 1832 (con la muerte de 18000 ciudadanos) 3 sino que había producido un intenso impacto en la vida de la ciudad. A pesar de las preparaciones ante la inminente llegada de la pandemia, que había asolado ya varias ciudades europeas antes de llegar a la capital francesa, desde Varsovia a Berlín, la ciencia del momento se vio superada por la virulencia de la bacteria vibrio cholerae. La falta de higiene y el escaso desarrollo de la investigación médica propiciaron una de las peores pandemias de la historia.

En aquel momento, los más importantes pintores, escultores, escritores y músicos encontraban en esta ciudad la inspiración y las oportunidades para desarrollar su arte. En la capital francesa se había reunido la élite intelectual del continente y en sus calles se imaginaban y creaban tendencias que iluminaban toda Europa. Así, en el fatídico año de 1832, se encontraba en la ciudad el compositor Félix Mendelssohn (1809- 1847), quien contrajo la enfermedad, aunque de forma leve. Su convalecencia le obligó a estar en casa durante días, recibiendo ungüentos de vinagre en la espalda con fines curativos. 4 Estas noticias se siguieron con gran preocupación en Berlín, donde permanecía su familia. Allí, el cólera ya había causado estragos un año antes. La compositora Fanny Mendelssohn indicó en su diario, el 19 de julio de 1831, que “el cólera se está propagando (…) en toda la parte este de Europa, hasta Danzig, el cólera reina. La ciudad de Jassy (Rumanía) ha desaparecido de la faz de la tierra, consumida por el cólera, la plaga y el fuego”. 5 En San Petersburgo, solo unos días después de este escrito, el cólera se cobraría la vida de la gran compositora y pianista María Ágata Szymanowska, quien se había establecido en Rusia tras una carrera triunfal en los mejores escenarios de Europa.

La enfermedad afectó de manera directa a los Mendelssohn, causando la muerte de la tía de Fanny y Félix, Henriette y de Eva Mendelssohn. Asimismo, las medidas de cuarentena establecidas habían impedido el reencuentro entre Félix y su familia, algo que Fanny también lamentaba en su diario. 1 De igual modo, Félix reflejaba en sus cartas con el compositor y pianista Ignaz Moscheles (1794-1870) su preocupación ante posibles restricciones de la movilidad y el efecto que éstas podían tener en sus actividades.

Fumigación de viajeros en París, en 1834, llegados de Toulouse y Marsella, huyendo de la epidemia. La Ilustración Española y Americana

Ferrán vacunando en Alzira. La Ilustración Nacional, 1885.

Mujeres atendiendo a enfermos de cólera- ABC

- Dibujo francés de 1831 aparecido en la revista Caricature y titulado “La barbarie y el cólera entrando en Europa”

No es de extrañar, por tanto, que cuando la ciudad de Berlín se liberó del cólera a finales de 1831, después de que la enfermedad hubiera causado 1500 muertos, Fanny Mendelssohn compusiera la Cantate nach Aufhören der Cholera (a la que ella denominaba en sus cartas Choleramusik), una cantata de celebración dividida en trece movimientos en la que el libreto evoluciona desde el sufrimiento y llanto de desesperación hasta el exultante coro final de agradecimiento a Dios, en clara analogía con la celebración de la victoria sobre la enfermedad. 3

El escritor Louis Viardot (1800- 1883), marido de la extraordinaria compositora, pianista y cantante Pauline Viardot (1821-1910), al igual que Félix Mendelssohn, también sufrió el cólera en París. En una carta al compositor Santiago de Masarnau (1805-1882), fechada el 12 de septiembre de 1832, hablaba de su dolencia al músico español: “le hago saber a V. que fui yo uno, no de los muertos (¡gracias al cielo!), pero de los heridos en la refriega del chólera y la herida que recibí no fue pequeña, pues habiendo pasado quince días en la cama, a fines de Abril, tuve una convalescencia, tan larga, tan peligrosa, tan difícil, que todavía no he salido de ella, y no he cobrado toda mi salud. Me quedan dolores de estómago y de nervios que me obligan a muchísima prudencia, y me hacen padecer, de cuando en cuando, muy malos días y peores noches”. 4 Asimismo, advertía a Masarnau de la posibilidad de que el cólera llegara pronto a España y le daba las siguientes recomendaciones: “el mejor modo de evitarlo es seguir cada uno su acostumbrada vida y régimen, pero evitando con el mayor cuidado toda especie de exceso y teniendo mucha templanza en los placeres. En la comida, es preciso privarse de toda cosa que pueda producir destemplanza de vientre, como frutas, (sobre todo las frías, melones, ciruelas etc.), salsas con especias, bebidas de nieve, etc. No debe comer uno sino carne asada, pan de dos días, legumbres secas, vino con agua. Si viene la epidemia, cuidado con los médicos, porque hemos conocido por una cruel experiencia, y confesándolo los mejores de ellos, que cualquiera medicina es mortal. No hay que hacer, si está uno atacado, sino dejarlo todo a la naturaleza. Para ayudarla, es preciso calentar bien al enfermo, sobre todo las piernas y brazos, ponerle a las plantas algún sinapismo, y darle, de cuando en cuando, alguna media lavativa de agua con almidón, y, si está muy malo, con algunas gotas de opium. Por la boca y el estómago, nada, nada. Dieta absoluta mientras dura la crisis, y, si está fuerte la sed, alguna bebida dulce por cucharitas. Convienen ahora, los médicos, después de muchos experimentos in ánima vili, que no hay régimen más saludable, conque, guarde V. la receta para hacer uso de ella si llega la ocasión (¡que Dios no lo permita!)”. 5 Interesante testimonio que muestra los remedios de la época ante la brutalidad de la enfermedad.

'El dispensario de la muerte', alegoría del surtidor de agua de Broad Street.

El cólera no solo afectó los cuerpos de los músicos, sino que también provocó un profundo impacto en su salud mental.

Tal fue el caso del compositor Robert Schumann (1810-1856), quien en cartas a su madre y hermano mostraba su intenso miedo a contraer el cólera, obsesionándole una muerte prematura. 6 No era el único aterrorizado ante la pandemia. En una carta al pianista Józef Nowakowski (1800-1865), fechada en el 15 de abril de 1832, el compositor Frédéric Chopin (1810-1849) le comentaba como la gran mayoría de músicos huían de París ante el horror causado por el cólera. Indicaba: “Rossini se va. Rubini y Lablache también, Malibrán está en Bruselas, Devrient en Londres (…) En cuanto a los pianistas, Herz se va a ir a Inglaterra, Mendelssohn igual. Pixis a Alemania, Liszt a Suiza, Kalkbrenner no sabe qué hacer, tal es su miedo al cólera; Hiller está en Frankfurt”. 7

No solo los músicos huían de París, sino también sus estudiantes y patrones. Así, lamentaba Frédéric Chopin en la misma carta, las dificultades económicas por las que estaba pasando, al haber abandonado la ciudad la mayor parte de alumnos y mecenas. 8 La falta de oportunidades también era evidente para artistas noveles, como entonces era una adolescente Clara Wieck (1819- 1896), quien con su padre había acudido a París para presentarse ante los principales salones musicales de la ciudad. Las limitaciones impuestas por la pandemia y la huida de las familias más poderosas de París hicieron que el viaje no fuera tan exitoso como padre e hija hubieran esperado, teniendo lugar su concierto en un teatro mucho más reducido y con menos público del inicialmente dispuesto. 9 Por este motivo, ambos regresaron a Leipzig en abril de 1832. 10

- De Bundesarchiv, Bild 183-1987-0101-003 / CC-BY-SA 3.0, CC BY-SA 3.0 | Wikipedia

Además del miedo a contraer el cólera y sus consecuencias económicas, compositores como Franz Liszt (1811-1886), en aquel momento un joven de 21 años de edad, desarrollaron una obsesión por la muerte, que se manifestó en obras como Totentanz o Funérailles. Walker relata como el compositor pasó noches durante la pandemia realizando variaciones sobre el Dies Irae 1 y visitó hospitales y sanatorios, donde en ocasiones tocaba el piano. 2 Estas interpretaciones para los enfermos, precedentes de la musicoterapia suponían nuevos espacios para los intérpretes. Así, la música trascendía su mero fin de entretenimiento. De igual modo, muchos músicos realizaron conciertos benéficos a favor de las víctimas del cólera o sus descendientes. El propio Liszt, realizó, por ejemplo, un concierto benéfico a favor de los huérfanos del cólera el 4 de marzo de 1874 en el gran teatro de Vigadó en Budapest. 3 Emergió así una nueva función social de los músicos, quienes aunaban esfuerzos para recaudar fondos en situación tan desesperada.

El violinista Niccolò Paganini (1782- 1840) realizó uno de estos conciertos benéficos el 20 de abril de 1832. El genio italiano ya era una figura de extraordinaria fama en la ciudad, admirado y temido al tiempo. A este concierto, asistió Franz Liszt, quien fascinado por su virtuosismo decidió emularlo en el piano. Así, transcribió alguna de sus obras, realizó avances técnicos de gran relevancia para la escritura del instrumento y se convirtió en el pianista más grande que jamás haya existido. La pandemia fue el telón de fondo del encuentro entre estos dos genios que cambió para siempre la historia del piano.

En una ciudad como París, atemorizada primero y destruida por la pandemia después, la figura de Paganini, con su aspecto enfermizo y habilidades extraordinarias surtió especial efecto. Nacía con él la figura del virtuoso romántico, quien combinaba la excelencia técnica y racional con un talento sobrenatural inexplicable. La vida y la muerte, lo sobrenatural y lo mundano se juntaban en su figura. Este mito se perpetuó a lo largo del siglo XIX creando la imagen del genio romántico que hoy conocemos, metáfora de tiempos oscuros en la historia europea.

El cólera no terminó en el año 1832. Distintas olas de esta enfermedad se sucedieron a lo largo del siglo XIX, afectando a grandes creadores (según la teoría de Kornhauser, Piotr Illich Tchaikovsky (1840-1893) murió a causa de esta enfermedad en 1893) 4 , produciendo importantes cambios en su actividad (así las cartas de Franz Liszt a la Princesa Carolyne zu Sayn-Wittgenstein, atestiguan como la enfermedad influía en las decisiones vitales y artísticas de su carrera) 5 e inspirando obras de arte como L’Elisir d’Amore de Gaetano Donizetti (1797-1848). 6 No obstante, esta primera ola del cólera, tanto por su virulencia como por su ulterior impacto fue de extraordinaria importancia y marcaría un antes y un después en la vida de muchos músicos y sus obras.

- The silent highwayman, la muerte ronda sobre el Támesis (Wikipedia/CC)

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