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LA IMPORTANCIA DEL JUEGO EN LA MAGIA

LA IMPORTANCIA

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DEL JUEGO EN LA MAGIA

Giancarlo Scalia y Giovanni Abramo

Psicólogo y mago

En estas páginas intentaremos mostrarte cómo en el ámbito artístico la dinámica del juego puede ofrecer muchas ventajas tanto para el espectador como para el intérprete.

Antes de articular nuestro discurso, es necesario hacer una pequeña aclaración sobre lo que representa el juego para el ser humano, para que podamos entender por qué es fundamental para él. A través del juego, desde los primeros años de edad, se tiene la oportunidad de crear un lugar protegido donde hacer realidad los sueños, los deseos, pero también enfrentarse a sus miedos: aquí, el hombre encuentra espacios ilimitados para experimentar de forma creativa su vida interior, espacios que de otro modo apenas se conceden en la vida social. Además, el hombre necesita refugiarse en el reino del juego también para refrescarse y encontrar alivio a la angustia diaria.

Por ejemplo, un hombre con graves problemas económicos, durante un partido de fútbol con sus amigos, dejándose llevar por el entusiasmo y el espíritu competitivo del desafío, puede dejar atrás las preocupaciones que le rodean.

El juego tiene una función adaptativa tan vital que incluso las sociedades integran el juego en su estructura.

El marco de toda ciudad o pueblo es siempre el mismo, tiene cuatro pilares sobre los que se articula la vida social (como los cuatro puntos cardinales), y son: el ayuntamiento, la catedral, el estadio y el teatro. El teatro puede considerarse la evolución cualitativa del juego infantil "vamos a fingir que": tanto si se trata de un actor experimentado que interpreta a Hamlet como de un niño con una sábana atada a la espalda que se imagina que es Superman, la necesidad básica que mueve a los dos sujetos es la misma, es decir, vivir una aventura emocionalmente envolvente y fuera de lo común.

A este respecto, las palabras de Philippe Gaulier son esclarecedoras: "Se entiende que un actor es bueno, cuando su deseo de jugar es más fuerte que su misión de interpretar el personaje"; y de nuevo "Cuando el placer del juego vacila, el personaje de la obra se empobrece, se vuelve pesado, verdadero, demasiado verdadero para ser honesto. El teatro muere (...). Cuando conectas la imaginación, te diviertes, creyendo que todo durante el juego es verdad" . No es casualidad que en muchos idiomas (Inglés, Alemán, Francés,…) el verbo jugar y actuar sea el mismo.

Esto nos lleva al corazón de nuestra discusión.

Dando al verbo actuar el significado de jugar, la famosa frase de Robert Houdin “Le magician est un acteur qui joue le rôle d’un magician” (El mago es un actor que interpreta el papel del mago”), podemos reinterpretarla en “El Mago es un hombre que juega a ser mago”.

El Juego permite al mago crear una síntesis entre dos posiciones aparentemente irreconciliables: la necesidad de ser uno mismo y la necesidad de la técnica.Según nuestro paradigma, el mago debe mantener su propio carácter, temperamento y estilo a la hora de comunicar; pero también elegir íntima y libremente representar lo que le gusta y le hace sentir bien. Pero para tener éxito en esto, al mismo tiempo, el artista debe recurrir a técnicas muy precisas que le apoyen en la puesta en escena de su espectáculo. Además de las técnicas mágicas, las habilidades expresivas y comunicativas son fundamentales.

El niño que juega a ser caballero utiliza ciertos recursos para que el juego sea más bonito, más envolvente, más intrigante y de mayor calidad.

¿Por qué ha existido el deseo de jugar o actuar desde el principio de la humanidad? Como he mos dicho, el juego nos da la posibilidad de revivir o enfrentarnos a nuestros miedos, de vivir un deseo y realizarlo en este lugar. Nos da la posibilidad de escapar de los problemas y refugiarnos en un mundo de fantasía. De hecho, la interpretación/juego nos ofrece la maravillosa oportunidad de transformarnos en lo que nos gustaría ser.

“!El juego autoriza a todo!, ¡No los sentimientos! Divertiros haciendo creer que sentís algo. El placer de mistificarlo, dará a vuestra mentira aires de verdad (...) El actor se divierte sugiriendo sentimientos, el público se divierte sintiéndolos. Nada es verdad.”

Philippe Gaulier.

La literatura neuropsicológica y de psicología clínica confirma que los estados emocionales sinceros son capaces de ser percibidos y resonar en el alma de las personas que nos rodean. Por ello, a nivel relacional entre mago y espectador, el juego ayuda a establecer una relación de empatía, así como un profundo sentimiento de serenidad.

Un espectador que siente la alegría de jugar con el mago, es llevado por la naturaleza humana a percibirlo como una persona segura de la que no hay nada que temer: esto lleva a bajar el nivel inicial de desconfianza en el espectador.

La mente de todo ser humano, cuando se encuentra en un contexto nuevo o desconocido, analiza cada variable presente (consciente y inconscientemente) para averiguar si hay peligros. Esto genera un elevado estado de alerta que consume una cantidad considerable de energía física. En estas situaciones, las personas tienden a experimentar una leve ansiedad, desconfianza, preocupación y dificultad para relajarse.

Pongamos un ejemplo. Puede ocurrir que, al recorrer por primera vez un camino, lo percibamos como agotador y nos parezca mucho más largo de lo que es, pero después de haber viajado varias veces, nos parecerá mucho más corto y menos exigente.

En el caso concreto de la magia, las defensas de los espectadores pueden ser muy resistentes porque la magia es un arquetipo ligado a la imagen del embaucador, del engaño, del diablo y de los misterios divinos; temas todos ellos que crean no poca consternación en el alma humana porque despiertan angustiosos interrogantes existenciales. Todo esto puede llevar al espectador a un estado de prejuicio incluso antes de que el mago pronuncie su primera palabra: basta con pensar en la cantidad de veces que nos hacen la pregunta "¿Pero esto es magia de verdad o hay un truco?", o cuando el espectador intenta autocalmarse "¡Bien! Pero es un truco, ¿no?"

El mago debe evitar desencadenar una dinámica seductora hacia el público, aunque esto es muy común, porque la posición del mago por naturaleza es de dominio y poder. Sin embargo, los espectadores suben puntualmente sus defensas cuando se sienten en una posición de inferioridad o sienten invadida su intimidad. En esos estados de malestar es imposible implicarse emocionalmente en cualquier forma de entretenimiento. Esto representa el mayor fracaso para un artista.

Una canción puede conmover a la gente, un cuadro encender un deseo, una moneda que atraviesa visiblemente un vaso pede asombrar de forma maravillosa; pero cuando un espectador siente sospecha, duda, antipatía o veneración por el intérprete, éste seguramente ha fracasado. El mago debe evitar categóricamente las situaciones en las que "utiliza" a los espectadores para burlarse de ellos con el fin de destacar su supuesta superioridad o ser admirado.

El mago debe preocuparse por transmitir de forma directa el estado emocional que acompaña al juego, y para conseguirlo debe estar seguro de lo que hace; ser capaz de manejar la situación de la forma más natural y orgánica posible.

Todo mago debe ser extremadamente sincero. Una pregunta que todo el mundo debería hacerse es "¿Qué experiencia relacional quiero ofrecer?", "¿Qué significa emocionalmente este juego para el espectador?", "Además de la experiencia imposible, ¿qué le deja al espectador?

¿Asombro? ¿Desorientación? ¿Sorpresa? ¿Fascinación? Etc."

Cuando tenemos delante a un sabelotodo que intenta hacer valer presuntuosamente su superioridad invadiendo nuestra intimidad, surgen las defensas y las sospechas. Como ya hemos dicho, cuando hay una discrepancia entre lo que se dice y lo que se hace, se activa un mecanismo de defensa y empezamos a analizar y cuestionar cada acción o palabra que se nos propone. En otros casos puede crear una sensación de malestar, por lo que nos distanciamos para protegernos. Obviamente, todos estos casos conducen a una experiencia alejada del estado de placer que buscamos.

El levantamiento de estas defensas no es un proceso racional, son procesos instintivos para los humanos, es lo que nos permite sobrevivir. Son procesos que tienen como objetivo proteger nuestro espacio de intimidad, basta pensar en cómo nuestro estado de alerta se eleva exponencialmente cuando sufrimos cualquier tipo de agresión.

Un aspecto que sin duda nos protege de los escollos que acabamos de enumerar, contribuyendo a elevar la calidad del juego, reside en la capacidad del mago para establecer una relación de reciprocidad con su público. En esta perspectiva, el mago es quien presenta y dirige el juego, y el público es un participante activo. Dado que la magia es un arte efímero que sólo existe a los ojos del público, para ofrecerle una experiencia mágica de altísima calidad, el mago debe hacerle vivir la sensación de ser un protagonista activo capaz de influir en la evolución del espectáculo.

¿Quién te gustaría ser, el niño que mira a sus amigos jugar desde la ventana, o los niños que gritan felices y corren por la plaza? Mago y público están en el mismo nivel, compartiendo el mismo destino. En este escenario, el público no está en desafío con el mago, y lo aclama: no está pendiente de su más mínimo error, sino que hace la vista gorda cuando es necesario.

La prueba de que este estilo relacional es uno de los más prolíficos y ventajosos para el mago nos la concede la observación natural de cómo juegan los niños cuando están en grupo. De hecho, incluso en grupos heterogéneos, formados por niños de diferentes edades y extracciones sociales, son capaces de negociar para crear un juego compartido y envolvente para todos; lo extraordinario de este fenómeno radica en que se produce incluso en grupos de niños desconocidos entre sí.

En conclusión, creemos que el juego es una Ciudad Encantada, donde todo ha pasado y donde todo puede seguir pasando. Si invitamos a nuestro público con alegría, estará encantado de seguirnos y creer en nuestra magia.

JUGUEMOS, CREEMOS PLACER Y SIGAMOS SIENDO NOSOTROS MISMOS.

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