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La tarea pendiente de nuestras RR.EE La vecindad en un nuevo marco constitucional

LA TAREA PENDIENTE DE NUESTRAS RR.EE.

LA VECINDAD EN UN NUEVO MARCO CONSTITUCIONAL

POR CÉSAR GATICA MUÑOZ

Geógrafo U. de Chile, experto en temas de RR.EE.

En el presente todo indica que son elevadas las posibilidades que en el futuro próximo se verifique un cambio profundo en la organización política de nuestro país, la que se oriente a un perfeccionamiento del sistema democrático. Ello pese a la inocultablemente polarizada y convulsa situación por la que atraviesa Chile hoy.

Como es sabido, estas mudanzas radicales se deberán fundamentalmente a que, hacia mediados del año 2022, se realizará un plebiscito para votar la nueva Constitución que regirá a nuestro país. A ello se añade la elección presidencial, de parlamentarios y de consejeros regionales que se efectuará en los meses de noviembre y diciembre del presente año.

Por cierto, según las resultados de los referidos comicios, se configurarían escenarios políticos diversos. Las consideraciones siguientes se formulan en la hipótesis que la situación que se creará constituiría una etapa evolucionada en la organización integral del Estado y no un retroceso.

Los mejoramientos en la política interna, de índole estructural, hacen plausible esperar un impacto también positivo en la política exterior.

Ha sido evidente que, desde hace dos décadas, aproximadamente, se ha verificado en la resolución de diferendos un apreciable abandono de las prácticas negociadoras, inherentes a la diplomacia moderna, para ser sustituidas por procedimientos litigiosos. Prueba de lo anterior son el proceso judicial de la delimitación marítima entre nuestro país y el Perú, llevado a efecto entre 2008 y 2012; la controversia sobre la negociación de una salida al mar para Bolivia, desarrollada entre 2013 y 2018 y la disputa por el estatus y uso de las aguas del Silala, proceso iniciado por Chile en julio de 2016 y ahora en suspenso por la pandemia.

Todos los casos se han sometido a la Corte Internacional de Justicia (La Haya). Los dos primeros correspondieron a demandas entabladas contra nuestro país por los señalados países y el tercero, como se indicó, fue interpuesto por Chile. Los pro-

blemas se condujeron a un proceso judicial debido, evidentemente, a que las negociaciones no tuvieron éxito o sencillamente nunca ocurrieron.

Esta tendencia a litigar se plasmó en el artículo 8° de la ley de modernización de la Cancillería promulgada en el año 2018: “El ministro… estará facultado para establecer… una unidad de asesoría especializada… en procesos internacionales.”

El tráfago cotidiano y la agitación política interna tienden a retirar de la sociedad su atención sobre los vínculos internacionales de nuestro país, y en particular de los nexos vecinales. Estos últimos, invariablemente constituyen motivo de cuestionamiento cuando surgen disidencias con Chile, hechos que siempre encienden ánimos patrióticos y especialmente chovinistas. De ahí su recurrente e indeseada utilización electoral o con el propósito de distraer la atención de la opinión pública y ganar adhesiones aunque sean efímeras. En este ámbito está comprobado que las controversias vecinales más graves se han originado por cuestiones limítrofes o territoriales.

La naturaleza de la relación de nuestro país con los países fronterizos es, evidentemente, muy distinta entre ellas y exhibe en cada caso componentes e intensidades específicas. Eso último es reflejo de una política de Estado todavía en ciernes, lo cual ha permitido que cada gobierno haya tenido la posibilidad de seguir un guion propio en estos asuntos. En algunas oportunidades, se ha retirado importancia a estos nexos y en subsidio, privilegiado los contactos y alianzas con otras regiones más septentrionales. Pese a que se han develado de súbito las dramáticas e injustas flaquezas de la organización social de nuestro país, lo que ha minado su imagen exitosa, aún levantan la voz quienes consideran que Chile no compatibiliza con la realidad de América Latina.

Sin embargo, es claro que la indisoluble contigüidad territorial, las identidades culturales, las historias compartidas, los comunes problemas sociales y las considerables potencialidades económicas y comerciales de la región, hacen indispensable estrechar y cultivar la mejor relación vecinal en todos los sectores. Ello es obvio.

El primer examen de estos asuntos deja en evidencia que hay muchas tareas postergadas.

BOLIVIA

Las relaciones económico comerciales con este país, son muy menores. La inversión directa de Chile en Bolivia alcanzó al año 2019 a 247 millones de dólares, lo que corresponde al 0,2% de lo invertido directamente por nuestro país en el exterior. La inversión de ese país en Chile apenas llega a US $1,2 millones. El intercambio comercial bilateral alcanzó en 2020 a 957 millones de dólares. En cifras FOB fueron 813 millones en exportaciones y 127 millones en importaciones, lo que dejó un saldo en la balanza comercial de 686 millones de dólares. Desde el año

2015 se ha registrado una disminución de un 7,3%.1

Si se considera que en 2020 el intercambio total de nuestro país alcanzó los US$ 130.761 millones, el comercio con Bolivia representa solo un 0,7%.

No obstante, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística boliviano, ese país exporta a través de Arica mercancías por el valor aproximado de US$2.000 millones y por un valor de US$1.300 millones desde el puerto de Antofagasta.

Lo que particulariza las vinculaciones políticas chileno bolivianas, desde 1884, es el reclamo incesante de dicho país por acceder soberanamente al mar. Su condición mediterránea, como es ampliamente sabido, es consecuencia de la Guerra del Pacífico.

Los nexos han sido, por ese motivo, siempre tensos y nada gratos. El 14 de abril de 1962 Bolivia rompió relaciones diplomáticas con Chile, argumentando que nuestro país había desviado, indebidamente, las aguas del río Lauca, asunto que aún está pendiente. Las relaciones se reanudaron en 1975 a fin de facilitar las negociaciones dirigidas, precisamente, a hacer posible un acceso soberano de Bolivia al mar.

Las tratativas consistieron en lo medular en entregar a ese país un “corredor” al sur del límite con el Perú, bajo la condición de efectuar un canje de territorios. El diálogo fracasó y Bolivia nuevamente rompió relaciones diplomáticas con Chile, esta vez en marzo de 1978. Desde entonces, hace 43 años, no existen vínculos diplomáticos entre Chile y Bolivia.

Es fundamental tener en cuenta que la reivindicación marítima para dicho país es irrenunciable e imprescriptible, según declaran sus dirigentes políticos en forma transversal. Por ese motivo, esa aspiración fue incluida en su Constitución.2

1 Para efectos de comparación: el intercambio de Chile con su principal socio comercial: China, en 2020, fue de US$ 45.009 millones, lo que representó un 34% del total.

2 “Artículo 268 I. El Estado boliviano declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le

En junio de 2013 Bolivia presentó ante la Corte Internacional de Justicia una demanda en la que solicitó que el Tribunal declarara que Chile tenía la obligación de negociar un acuerdo que le otorgara una salida soberana al océano Pacífico.

El 1º de octubre de 2018 la Corte entregó su sentencia señalando que no podía “…concluir que Chile tenga obligación de negociar el pleno acceso soberano…” al océano Pacífico para Bolivia.

No obstante lo anterior, la Corte también señaló que la sentencia no constituía impedimento para que las partes negociaran sobre esta materia.3

Los restringidos espacios de estas notas, impiden explayarse en estas intrincadas materias. Solo corresponde indicar que el próximo gobierno deberá enfrentar el asunto marítimo que planteará Bolivia con impredecible energía. Dependerá de la inteligencia en la concepción de un plan para abordarlo, que la presión disminuya o definitivamente desaparezca de los temas bilaterales y deje de constituir un obstáculo. A este problema se suma la ya referida situación del intercambio económico comercial, bastante deprimida, el caso del Río Silala mencionado arriba, el del río Lauca y los temas contenidos en la denominada “Agenda de los Trece Puntos”, hoy reducidos a once materias.4

dé acceso al océano Pacífico y su espacio marítimo. II. La solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano.”

3 Párrafo 176 de la sentencia: “No obstante, la conclusión de la Corte no debiese ser entendida como un impedimento a las Partes de continuar su diálogo e intercambios, en un espíritu de buena vecindad, para abordar los asuntos relativos a la situación mediterránea de Bolivia, solución que ambos han reconocido es una materia de interés mutuo. Con voluntad por parte de las Partes, negociaciones significativas pueden ser emprendidas.” 4 1) Desarrollo de la confianza mutua. 2) Integración fronteriza. 3) Libre tránsito. 4) Integración física. 5) Complementación económica. 6) Instrumentos de lucha contra la pobreza 7) Seguridad y defensa. 8) Cooperación para

No es necesario hacer profundas disquisiciones para concluir que lo expuesto en relación a Bolivia, requiere de una urgente solución. El primer paso es, indudablemente, reanudar las relaciones diplomáticas. Lo demás vendrá por añadidura. En tiempos de globalización, es inviable mantener la situación actual, la cual constituye una lamentable pérdida de oportunidades.

Para ello es indispensable aplicar una política inteligente que canalice con efectividad los esfuerzos de las partes destinadas a la superación de los problemas arriba señalados. Las opiniones como “…la mejor relación con Bolivia es no tener relación…” no pueden tener cabida.

PERÚ

El comercio chileno peruano en 2020 fue de 2.612 millones de dólares. En cifras FOB, 1.514 millones en exportaciones y 1.036 millones en importaciones, lo cual entregó un saldo en la balanza comercial de 478 millones de dólares. Desde el año 2015 se ha registrado una disminución de un 0.9%.

Se indicó antes que, en el año 2020, el intercambio comercial total de nuestro país alcanzó los US$ 130.761 millones, de modo que lo registrado con el Perú corresponde solo al 2,0%.

La inversión acumulada de Chile en ese país llegó al año 2020 a 10.057 millones de dólares, lo que constituye un 7,8% de lo invertido directamente por nuestro país en el extranjero. La inversión de dicho país en Chile llegó

el control de tráfico ilícito de drogas. 9) Educación, ciencia y tecnología. 10) Culturas y 11) Otros temas. MAPA DE CHILE únicamente a los US$ 703 millones.

Al igual que la relación con Bolivia, los nexos de nuestro país con el Perú han quedado marcados por la Guerra del Pacífico. De este hecho se pueden citar pruebas concretas. Las encuestas que realiza la Universidad de Lima regularmente revelan que un 2% de los peruanos considera que Chile es un país amigo y un 52% cree que es el Brasil.

Se percibe que la prensa y el sistema educativo contribuyen a mantener presente el recuerdo del enfrentamiento. La demora en cerrar las secuelas del conflicto favoreció el desafecto. El Tratado de Ancón se firmó en 1883, la entrega de Tarata en 1925, el Tratado Lima, mediante el cual Tacna volvió al Perú y Arica quedó en Chile, en 1929 y los últimos asuntos pendientes recién en 1999. Es decir 116 años después de terminada la guerra. Nadie hoy podría decir que el proceso para llegar a acuerdo fue eficaz y rápido.

Fue mucho el tiempo en que las heridas se dejaron abiertas. Ello no ha facilitado el estrechamiento de los vínculos. Dicha guerra está muy presente en el imaginario colectivo del Perú. Mucho más que en Chile, lo que es explicable.

Para impulsar un acercamiento, es preciso hacer un diagnóstico objetivo del hecho y abordar en conjunto la solución. Será tarea ardua.

Es claro que existe una tendencia a postergar las disidencias. El “Caso concerniente a la delimitación marítima entre la República del Perú y la República de Chile” fue concluido en enero de 2014. Sin embargo, quedó pendiente la delimitación de un pequeño sector litoral de 3,7 hectáreas

(0.037 km2), conocido como el “triángulo terrestre”.

No puede caber duda acerca que las sociedades de Chile y del Perú, debido a las necesidades de su propio desarrollo integral, requieren que su convivencia sea armoniosa y fundada en una recíproca y genuina confianza.

ARGENTINA

El intercambio comercial entre Chile y Argentina, en el año 2020, fue de 3.930 millones de dólares. En cifras FOB, 618 millones en exportaciones y 2.946 millones en importaciones, ello entregó un saldo negativo en la balanza comercial de 2.328 millones de dólares. Desde el año 2015 se ha registrado un aumento de un 5.0% en el comercio bilateral.

En el año 2020, el intercambio comercial con Argentina correspondió solo al 2,25% del comercio total de nuestro país.

La inversión acumulada de Chile en dicho país, al año 2020, fue de 9.256 millones de dólares. Dado que la inversión total de Chile en el exterior es de 128.832 millones de dólares, lo invertido en Argentina representa un 7,8% del total. El vecino país, por su parte, ha invertido en Chile únicamente US$ 658 millones.

Al intervenir política o académicamente en el ámbito de las relaciones chileno argentinas, como en cualquier vinculación bilateral, es indispensable ponderar adecuadamente los acontecimientos históricos atinentes al tema.

Ese examen, aun superficial, demostrará que tales vínculos han sido intensos, multifacéticos y que han comprendido largos periodos de buen entendimiento y armonía, pero que también han estado jalonados de delicadas confrontaciones, las más serias de las cuales se han originado en cuestiones de límites.

La muy larga línea de frontera que vincula a ambos territorios, entre el cerro Zapaleri, frente a Mejillones y el denominado punto F, al sur de las islas Diego Ramírez, parece haber favorecido los desencuentros en este aspecto. Con sus inflexiones y trazos rectos, el límite se prolonga por más de seis mil kilómetros.

La delimitación entre los territorios de ambos países, debido a la complejidad y a lo prolongado del proceso, constituye un capítulo específico de la historia común y por su enérgico impacto, es sin duda el más relevante.

Al actuar en este ámbito, no es posible olvidar que en oportunidades las disidencias dejaron a ambas naciones hermanas al borde de la guerra. Felizmente ello nunca ocurrió. Paso a paso, durante más de un siglo, ambos países buscaron solucionar sus diferencias en estas delicadas materias. No obstante, aún quedan asuntos pendientes.

Con la recuperación de la democracia en Chile se avanzó sustantivamente en la superación de estas dificultades. En 1991 se resolvieron veinticuatro asuntos limítrofes pendientes, la mayor parte mediante negociaciones directas. Con ello la frontera durmió durante treinta años. La opinión pública de nuestro país tiende a olvidar que hasta 1990 los roces fronterizos eran frecuentes. Recientemente, Chile ha revivido nuevamente un incómodo asunto en la región austral, el cual deberá abordarse con

urgencia. Se trata de la prolongación de la plataforma continental más allá del límite establecido por el Tratado de Paz y Amistad de 1984.

A las situaciones expuestas se añaden las particularidades que cada nación ha construido a lo largo de su historia. Si bien hay numerosas similitudes entre los cuatro países, debido a la conquista y colonización española, también existen perceptibles diferencias culturales, las cuales han de ser conocidas por nuestro país, a fin de favorecer el acercamiento.

EL TRABAJO FUTURO

Una constitución perfeccionada puede representar un fuerte apoyo para replantear y optimizar las relaciones diplomáticas con los países fronterizos y promover, desde Chile, un efectivo acercamiento político y acciones económico comerciales coordinadas.

Para enfrentar los mercados del Pacífico es indispensable la integración regional. En Asia, solo la República Popular China tiene una población de 1.400 millones de personas. Chile con 19 millones, no es por sí solo un mercado muy atractivo. Pero nuestra población sumada a la de sus tres vecinos resulta más interesante, al reunir 110 millones. Asociando solo al Brasil esta se eleva a 330 millones.

Una nueva Carta Magna ha de fortalecer las facultades del Ministerio de Relaciones Exteriores, el cual tendrá entre otras tareas inmediatas, la de administrar la nueva imagen de Chile adquirida después del estallido social de 18 de octubre de 2019. La lesión a su prestigio se vio agravada por la no suscripción del Acuerdo de Escazú que había impulsado en sus inicios junto a Costa Rica y su marginación del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular.

Lo acontecido exige un cambio de prioridades en la agenda, enfatizando la vinculación regional. Además de los aspectos económicos y políticos, la irrefrenable globalización, como está probado, trae aparejada la facilidad para la propagación de epidemias y ha acrecentado la conciencia colectiva que el medio ambiente no reconoce fronteras ni delimitaciones territoriales. Asuntos que deberán ser administrados.

La construcción gradual de una comunidad internacional fraterna y solidaria constituye un objetivo trascendental, el cual representa al mismo tiempo una condición ineludible para garantizar la sobrevivencia de la humanidad. Esta tarea ha sido alentada desde el laicismo, pasando por confesiones cristianas y religiones sincréticas, hasta alcanzar corrientes políticas humanistas que intentan implementarla.

Más allá de inspiraciones románticas y soñadoras, comprobadamente, el abandono de posiciones confrontacionales y asentadas en la confianza, posibilitan asociaciones económico comerciales bilaterales que inteligentemente concebidas generan mutuos beneficios materiales, los cuales son requeridos con urgencia por nuestros pueblos.

Para ello, la integración física y económico comercial resultan indispensables y es fundamental eliminar de las relaciones vecinales de Chile todo tipo de disidencias.

La Constitución que nos regirá debe posibilitar la formulación de una política de Estado en estas materias, la cual envuelva un consenso nacional en cuanto a sus objetivos, adecuada y transversal información de las materias internacionales, considerar las opiniones críticas y amparar estos temas de su uso en cuestiones políticas internas y coyunturales, así como de las mudanzas en las corrientes políticas de quienes gobiernen a nuestros vecinos.

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