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La mujer y el tango

LA MUJER

Y EL TANGO

POR EDGARD “GALO” UGARTE

Licenciado en Teoría de la Música Universidad de Chile Cantautor, compositor y guitarrista.

“Yhoy al verla envilecida a otros brazos entregada / Fue pa’ mí una puñalada y de celos me cegué / Y le juro todavía, no consigo convencerme / ¿Cómo pude contenerme y ahí nomás no la maté? / Tomo y obligo, mándese un trago / De las mujeres, mejor no hay que hablar / Todas, amigo, dan muy mal pago / Y hoy mi experiencia lo puede afirmar”, reza el famoso tango “Tomo y obligo”, el cual, como muchos otros de su época y de décadas posteriores, asignaba un papel perverso a la mujer en sus letras. Hoy, no solo tenemos ya destacadas cantantes e instrumentistas del género, sino que existe todo un debate acerca de esas letras del pasado, lo cual ha llevado a su relectura bajo nuevo prisma. ¿Cómo hemos llegado hasta ahí? A través del largo recorrido que la mujer ha llevado a cabo en la historia del tango, el cual en el presente artículo comenzaremos a dilucidar.

DEL ARRABAL A LA ÉPOCA DE ORO

Buenos Aires a comienzos del siglo XX era un hervidero cultural que se nutría de las inmigraciones, principalmente italianas. Gente que había llegado en grandes cantidades a la ciudad en busca de nuevos horizontes, con la esperanza de construir una vida mejor. Pero pronto la realidad les golpearía en la cara. Nacería el suburbio y la vida dura que se llevaba en él. Un nuevo estilo musical, el tango, había nacido para acompañar la existencia y relatar en sus letras las

ROSITA QUIROGA

PAQUITA

NELLY OMAR

desventuras. Un género tan representativo, llevaba a su vez toda la carga machista de la época, tanto en sus letras como en la menor participación de la mujer en la vida social y cultural. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que surgieran algunas cantantes, que yendo contracorriente, cantaban sus sentires. Embebidas de la tradición de las cancionistas, se fueron ganando un lugar importante en el mundo tanguero. Una de las primeras fue Rosita Quiroga, la primera mujer intérprete del tango arrabalero, aquel que utilizaba el lunfardo como su modo de expresión. Nacida en 1896, en 1923 grabó “Siempre Criolla”, su primer tema y, en 1924, “La tipa”, su primer tango. Dueña de una voz ligera de mezzosoprano, supo conquistar el cariño del público y el interés de los más destacados compositores de la época que le entregaban sus tangos para que ella los interpretara. Otro de sus méritos, fue haber llevado el tango a Japón, país donde el género caló hondo, al punto de dar paso a la formación de varias orquestas. Aún con mayor reconocimiento en su país fue Azucena Maizani, apodada “La Ñata Gaucha” por su costumbre de presentarse enfundada en trajes masculinos o con atuendos criollos de gaucho. Nacida en 1902, debutó en 1923 en el teatro, y pronto vinieron para ella las grabaciones y los programas de radio. Al año siguiente, ya estaba grabando con la orquesta de Francisco Canaro, y en 1928, actúa por primera vez en cine, en la película muda “La modelo de la calle

TITA MERELLO MERCEDES SIMONE AZUCENA MAIZANI

Florida”. En 1931, durante dos años realizó exitosas actuaciones en España y Portugal. Al regresar a su país, descubrió que ya no era la única mujer del género musical, sino que ya se destacaban figuras como Ada Falcón, Mercedes Simone, Dorita Davis y Libertad Lamarque, entre otras. Pero Azucena era toda una celebridad y pronto volvió a cosechar éxitos en su patria. Carlos Gardel la definió como “la máxima intérprete de nuestras queridas canciones”. Es ella quien posesiona al fin a la cantante femenina en el tango. Quienes la sucedieron, vivieron una verdadera época de oro, ligada con el auge del cine. Mercedes Simone, apodada “La Dama del Tango”, que tuvo una activa participación cinematográfica y logró reconocimiento en varios países de Latinoamérica. Libertad Lamarque, con un trabajo cinematográfico aún más prolífico y que terminó radicándose en México, país en el cual fue consagrada como una verdadera diva del espectáculo, tanto en la canción como en el cine y la televisión. Ada Falcón, que se volcó más al teatro, sin dejar de lado algunas participaciones cinematográficas. Tania, una de las mayores intérpretes de la obra de Enrique Santos Discépolo, con el cual estuvo casada, también con una importante presencia en filmes de la época. Tita Merello, que llegó a ser una de las más destacadas actrices de la escena y el cine y que comenzó, como muchas otras figuras de primer nivel, en la revista porteña. A ellas se suman

muchos nombres más: Sofía Bozán, Amanda Ledesma, Dora Davis, Sabina Olmos, Nelly Omar. En tiempos más recientes, María Graña y Adriana Varela. Ligadas a la vanguardia del tango fueron Amelita Baltar y Susana Rinaldi. Algunas de ellas, fueron también compositoras. En ese aspecto, cuando las vanguardias ya entraban en crisis, surge una de las máximas creadoras, Eladia Blázquez, que legó títulos como “El corazón al sur”, “Sueño de barrilete”, “Mi ciudad y mi gente”, “Honrar la vida”, “Con las alas del alma”, “Si Buenos Aires no fuera así”, “Sin piel”, “Prohibido prohibir” y muchos más.

EL RONCO QUEJIDO DEL “FUEYE” EN MANOS FEMENINAS

Cuando decimos bandoneón, inmediatamente pensamos en tango. Y es que no hay ningún otro género que haya acogido a este instrumento con tanta devoción. El bandoneón ha logrado allí el mayor avance de su técnica. Y a la vez, el instrumento de fuelle y botones ha dado al tango su sonido característico e inconfundible. Creado en el siglo XIX en Alemania, es la evolución de otros instrumentos anteriores, como la concertina. Sus lengüetas vibraban para acompañar el canto religioso en la predicación callejera: la imposibilidad de pasear por las calles al órgano le dio este nicho al bandoneón. Pero no sería sino hasta principios del siglo XX cuando arribaría al Río de la Plata y comenzaría su

MARÍA LUISA CARNELLI LIBERTAD LAMARQUE

ELADIA BLAZQUEZ

historia arrabalera. Los textos de historia del tango nos suelen hablar de los primeros grandes intérpretes: Juan Maglio Pacho, Vicente Greco, Eduardo Arolas, Pedro Ma a. Sin embargo, pocos nos hablan que, junto a ellos, también una mujer irrumpió en aquella escena: Paquita Bernardo. De nombre Francisca Cruz Bernardo y apodada “La Flor de Villa Crespo”, había nacido en Buenos Aires el 1 de mayo de 1900. Desde pequeña había tenido interés por la música y a los 15 años, sus padres la llevan a tomar lecciones de piano en la escuela de Catalina Torres. Allí conoce a José Servidio, que tomaba clases de bandoneón. Cuando conoció el abotonado instrumento, quedó fascinada. Sin embargo, en aquella época lo usual es que una mujer ejecutara el piano o la guitarra. Jamás el bandoneón, pues ello obligaba “impúdicamente” a abrir y cerrar las piernas. A pesar de eso, Paquita insistió y con ayuda de sus hermanos y amigos, logró convencer a su padre de que le permitiera aprender a tocarlo. Y no fue en vano. Su profesor fue el mismísimo Pedro Ma a y Paquita pronto comenzó a integrar agrupaciones de tango hasta que, finalmente, formó la suya propia, el sexteto “Orquesta Paquita”, que en el piano tuvo, ni más ni menos, a un joven de 14 años llamado Osvaldo Pugliese. En sus presentaciones nunca usó pantalones, vestía una blusa blanca -que a veces cambiaba por camisa y corbata- y falda negra, con un paño azul con bordados que extendía sobre sus piernas para luego apoyar el bandoneón. Era tal el impacto que generaba, que una multitud se amontonaba para verla en cada presentación y la policía debía desviar el tránsito de la entonces angosta calle Corrientes. Tocó en varios lugares de Villa Crespo (en la época en que la música en vivo sonaba en bares y confiterías), obtuvo un contrato en el Café Domínguez, de Paraná y Corrientes, donde comenzó a hacerse famosa. Lamentablemente, la muerte se la llevó pronto, a los 24 años, sin haber tenido oportunidad de dejar un registro fonográfico. Sin embargo, dejó algunas composiciones como “Floreal”, “Cerro Divino”, “Cachito”, para el hijo del dueño del Café Domínguez, que cuando Carlos Gardel lo escuchó y pidió que le pusieran letra, pasó a llamarse “La Enmascarada”. “Soñando”

SUSANA RINALDI

ADRIANA VARELA AMELITA BALTAR

también es uno de los más conocidos de su repertorio, que llegó a la voz del Zorzal Criollo. También a partir de ella algunas mujeres siguieron su ejemplo. Fermina Maristany, que comenzó su carrera a mediados de los ’20 del siglo pasado tocó bandoneón hasta el año ‘37 en distintas agrupaciones. Se dice que estaba a un nivel técnico propio de los más grandes bandoneonistas de esa época. También era compositora y pianista. Finalmente cambió el bandoneón por el acordeón, ejecutando este instrumento en la orquesta Francisco Canaro, para posteriormente formar su propia orquesta. También Nélida Federico, quien en un principio cantaba acompañada por su hermano Domingo (quien se volvería compositor de la música de los célebres tangos “Percal” y “Yuyo verde”). Con él posteriormente aprendería también Nélida los secretos del instrumento, y Domingo crearía algo inédito para la época: una “orquesta de señoritas”, con ella a cargo del bandoneón. Hasta que finalmente el hermano partió para llevar a cabo su carrera solista, quedando Nélida como directora de la orquesta. En los años ’50 abandona la música para dedicarse a la pintura, para varias décadas después, a los 80 años, retomar el ronco instrumento, época en que realizó su único registro discográfico. No dejó el bandoneón hasta su muerte, en 2007. Luego de estas pioneras, han surgido varias más que se han abierto camino: Carla Algeri, Ayelén Pais Negrin, Natsuki Nishihara, Roberta Megli y la chilena residente en Argentina Cindy Harcha, entre otras, le han dado nuevos aires al bandoneón. Un camino iniciado por aquella que en los ’20 del siglo pasado se atrevió a desafiar los cánones de la época e hizo vibrar en su regazo tan noble instrumento.

NUEVAS LECTURAS

Como ya se ha mencionado, el tango nació en una época y ambientes evidentemente machistas. Ello se refleja en la innegable carga de misoginia que tenían las letras, sobre todo las de las primeras etapas. La mujer era, en el imaginario de aquellos relatos, la culpable de todos los males, cuando no un simple objeto. Desde aquel tango inaugural, “Mi noche triste”, los dardos del despecho masculino llegaban en unos casos incluso a actos de violencia, abuso y muerte. Si bien a partir de compositores como Homero Manzi, José María Contursi y Homero Expósito hubo excepciones a ello, tales temáticas no cesaron, tal como en el célebre tango “Amablemente”: “La encontró en el bulín y en otros brazos.../ Sin embargo, canchero y sin cabrearse, / le dijo al gavilán: “Puede rajarse; / el hombre no es culpable en estos casos. / Y al encontarse solo con la mina, / pidió las zapatillas y ya listo, / le dijo cual si nada hubiera visto: / “Cebame un par de mates, Catalina. / La mina, jaboneada, le hizo caso / y el varón, saboreándose un buen faso, / la siguió chamuyando de pavadas... / Y luego, besuqueándole la frente, / con gran tranquilidad, amablemente, / le fajó treinta y cuatro puñaladas”. Estas últimas décadas, en las nuevas generaciones cultoras del género, han surgido cuestionamientos y la búsqueda de nuevas temáticas que aportar, exentas de tal carga misógina. Un tema que abordaremos en una próxima entrega.

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