9 minute read

Personajes con historia Juan Emar. Preludio de la vanguardia

PRELUDIO DE LA VANGUARDIA JUAN EMAR

“Y sépase que este antecesor de todos, en su tranquilo delirio, nos dejó como testimonio un mundo vivo y poblado por la irrealidad siempre inesperada de lo más duradero”

Pablo Neruda: “J. E.”, prólogo a Diez, 1971.

POR KARINA BARRIENTOS

Profesora de Castellano y Comunicación

GRUPO MONTPARNASSE (1923-1930) Jean Emar o Juan Emar, seudónimo del escritor chileno Álvaro Yañez Bianchi, que proviene del francés J’en ai marre “estoy harto”, es hijo del destacado jurista y político liberal Eliodoro Yáñez Ponce de León y de Rosalía Bianchi Tupper. Fue un crítico de arte, pintor y escritor exponente de la vanguardia literaria de las décadas del 1920 y 1930 en el género narrativo. Jean Emar fue el seudónimo utilizado en los escritos de arte publicado en La Nación entre 1923 y 1927 y posteriormente publica su obra literaria utilizando el seudónimo de Juan Emar. Comenzó su trabajo a los 17 años con apuntes de notas escritos durante toda su vida, que formaron parte de la producción privada del autor y los artículos del diario La Nación, y los libros publicados Ayer (1934), Miltin (1934), Un año (1935), Diez (1937) y su magna obra Umbral, de 4.134 páginas, que no se publicó en su forma completa hasta 1996, más de tres décadas después de su muerte. Emar es un escritor que, como muchos otros autores, escasamente fue comprendido en su época. Sus obras prácticamente no tuvieron recepción crítica ni académica, lo que generó en él almacenar cientos de copias de sus libros en su casa de La Marquesa, cercana a Valparaíso, donde vivía con su familia en ese momento, cortando así definitivamente los lazos con los círculos literarios y su renuncia a cualquier posibilidad de publicación. Pablo Neruda, en el prólogo de la segunda edición de la colección de cuentos de Emar, Diez (1971), señaló “Mi compañero Juan Emar obtendrá ahora lo que aquí no somos tacaños: el respeto póstumo”. Acertado vaticino para su creación que en los últimos años ha tomado relevancia, siendo tanto sus obras publicadas durante su vida como también los escritos inéditos del autor, los que han visto la luz después de su muerte. Ha sido traducido en los últimos cuarenta años al inglés, francés, portugués e italiano.

JUAN EMAR, EL TERCER HIJO DE ELIODORO YÁÑEZ

La Familia Yáñez Bianchi tuvo en total 5 hijos, siendo Eliodoro, a quienes todos llamaban Lolito, el primer descendiente, que murió trágicamente a los 3 años de edad, dejando un inmenso vacío y dolor en el padre de la familia quien, ante la muerte de su hijo, se encierra durante semanas en su habitación para calmar el dolor de la pérdida. Juan Emar, único hijo vivo de la familia, desde muy pequeño tuvo que conciliar lo que su padre esperaba de él versus lo que realmente quería ser y sería. Para Eliodoro, este niño sería un insigne abogado, político y heredero de un prestigioso apellido y posesión; sin embargo, desde muy pequeño manifestó que las pretensiones de su padre no se cumplirían, puesto que el mundo del arte, específicamente la pintura, sería el lugar y óptica del mundo en el que se desenvolvería, con la colaboración económica para poder desarrollarse en este ámbito cultural, el cual efectivamente sería patrocinado por su padre.

LOS HERMANOS ESCRITORES DE LA FAMILIA YÁÑEZ BIANCHI

Álvaro Yáñez - Juan Emar y Flora Yáñez - Mari Yan

Estos hermanos, separados por cinco años de diferencia de edad, siendo Juan Emar mayor, tenían como actividad principal la de llevar cuadernos en donde escribían reflexiones cotidianas, diarios de vida. Sin embargo, el distanciamiento de estos hermanos ya sea por la diferencia de edad como por la aprobación que cada uno percibía especialmente de su padre, hizo que hubiese un absoluto recelo de lo que Juan producía, Mari Yan mostraba orgullosa sus escritos a su familia. Ella escribió quince libros narrativos, incursionando en el cuento, la novela y autobiografía, además colaboró con el diario El Mercurio y obtuvo dos premios literarios. Publicó por primera vez en 1932, posterior a la muerte de su padre, pues no quería avergonzar a su familia al pretender ser escritora. Emar nunca mostró interés por el desarrollo literario de su hermana, sin embargo, años más tarde cuando Flora publica El trigo y el vino en 1962 y él se encuentra escribiendo Umbral, al final de un capítulo hace referencia a su hermana, puesto que la inspiración de este libro lo lleva a recordar la hacienda de su infancia.

JUAN EMAR Y SU INFLUENCIA EN EL ARTE DE LA VANGUARDIA LOCAL

“No hay nada más dulce como dormir sobre una creencia inamovible… Perturbar este sueño es exponerse a que a uno le envíen una injuria”.

En 1919 Juan Emar y su mujer, Herminia Yáñez, habían arribado a la capital francesa. Trabajaba en la embajada chilena como primer secretario y entre sus diversas actividades asistió a la academia La Grande Chaumière. Se desplazó por Inglaterra, Italia, España; sin embargo, su principal interés estaba en los encuentros y charlas con artistas e intelectuales en los distintos cafés y talleres de Montparnasse, donde conoció a Picasso, Gris, Huidobro, Deraín y fue allí donde afianzó su amistad con los pintores chilenos. Es así como el contacto directo con los principales exponentes de los movimientos vanguardistas y sus obras, le permitió conocer el código del arte contemporáneo.

De esta forma, al regresar a Santiago y desde febrero del año 1923 a 1927, publicó en el diario La Nación Notas de Arte, con la finalidad de dar a conocer y difundir las nuevas tendencias del arte contemporáneo pictórico, conocimiento y experiencia que había adquirido en los continuos viajes realizados a París y la relación con los importantes vanguardistas de la época. Su primer artículo publicado tuvo el nombre de “Algo sobre pintura moderna”, que refirió un análisis sobre las condiciones de recepción de la pintura contemporánea en Chile.

A mediados de 1923 llegan a Santiago los pintores chilenos con quienes Emar había estado en París y fue allí donde se formó el Grupo Montparnasse, que contaba los siguientes integrantes: Manuel y Julio Ortiz de Zárate, José Perotti, Henriette Petit y Luis Vargas Rosas. Así, Emar se transformó en un crítico de arte y guía intelectual del nuevo grupo pictórico, que supo incitar y acompañar con su reflexión a los pintores nacionales, poniendo a disposición las páginas de

La Nación para que difundieran sus experiencias y su nueva visión acerca del arte, dando a conocer el proceso que habían experimentado los expositores para llegar a componer sus obras.

LA OBRA EMARIANA, “MATEMÁTICAS EN EL ARTE”

‘(...) La obra de arte debe ser Eurítmica; es decir que cada uno de sus elementos debe estar ligado al todo por una relación constante que satisfaga ciertas leyes.

Esta armonía viviente podría llamarse: equilibrio de relaciones, pues así el equilibrio no es como hoy día se comprende: un resultado de igualdades o de simetrías, sino que resulta de una relación de números o de proporciones geométricas que constituyen una simetría por equivalentes. Esta estética está de acuerdo con las leyes con que nuestro espíritu ha comprendido y explicado el universo desde Pitágoras y Platón. Por ello, sabemos que todo en la creación es rítmico según las leyes del número, y gracias a estas leyes únicamente, nos es permitido volver a crear, reconstruir equivalentes del equilibrio y de las armonías universales.

El fin de las artes puede ser definido así: reconstruir el universo según las mismas leyes que lo rigen. (Cit. por Emar, 2003: 55).

La relación existente entre las Notas de Arte y la creación literaria de Juan Emar, es una teoría que se desarrolla en el devenir de su creación. Según el apartado realizado por Cecilia Rubio en su texto La euritmia de Juan Emar: Teoría del equilibrio y sistema constructivo, en la obra emariana, tanto en sus trabajos pictóricos como en los literarios, busca incorporar los conceptos de equilibrio y construcción, provenientes entre otros de la pintura cubista, en donde se debe fijar una ley de relaciones entre los elementos. Como lo manifiesta Gino Severini en la cita anteriormente señalada, es así como la estructura se deber realizar en justa proporción y construcción, por lo que debe ser juzgada como una obra científica.

Ahora bien, Emar trabaja estos postulados en su creación de acuerdo a leyes numéricas y geométricas que le permiten generar una estructura narrativa basada en la teoría del equilibrio, que lo lleva a enmarcar su obra en la idea de una construcción simbólica donde existe un punto de convergencia de unidad y totalidad, una ley universal que le hace comprender al uno como parte de un todo que se desarrolla en relación superior, comprendiendo la literatura y el arte en general como absoluto en el ser y en el arte. Vale decir, una visión holística de lo que es el ser y la creación, entendida como una unidad que comprende un todo, en donde se desarrolla la proporción de una completa armonía.

JUAN EMAR Y EL LECTOR ACTUAL

La postergada obra de Juan Emar ha encontrado y encontrará en estos tiempos al lector comprensivo que no tuvo en su época, puesto que la propuesta de vanguardia planteada por este autor, como todo nuevo e incipiente movimiento, es siempre una ruptura de un sistema artístico prevalente por otro que emerge. Es por ello que realizar nuevas lecturas de sus obras y estudiar esta alejada obra del realismo literario, nos exige examinar su importancia, no solo por la relevancia que radica en llenar un vacío evidente y manifiesto de su literatura en la vanguardia de nuestro país, sino que también en la necesidad de reconocer el valor de su obra, para establecer, entender e interpretar una línea de continuidad en nuestra historia cultural y literaria de la primera mitad de siglo XX. Como señala Guillermo Gotschlich en la Revista Chilena de Literatura del año 1988, “Toda la literatura de Emar, sus cuentos y novelas, demuestra, además que la sucesión de hechos y motivos de los personajes no está regida por una relación consecuentemente lógica o causal; su verdadera animación reside en el “cerebro” (…) y la imaginación creadora, motor de la integración activa de la realidad, que la literatura recupera en una nueva expresión”. De esta forma, Emar nos presenta una visión más amplia de los personajes, que no refiere a simples relaciones de causalidad, por eso la verdadera animación reside en el cerebro. Es como conocer la proporción aurea y la geometría sagrada en el tejido de una armonía universal que, de la mano de este autor, trasciende las más grandes obras de la pintura para llegar a la literatura.

El lector actual está mucho más informado y preparado con conceptos científicos y matemáticos como la proporcionalidad del universo y la relación de cada movimiento con el todo en una estabilidad armónica, por lo que puede llegar a una afinidad con la obra de Emar, quien trajo a la literatura una comprensión más amplia de los fundamentos de la irrealidad siempre inesperada de lo más duradero, manifestada en la revelación de una conciencia del ser dispersa en la multiplicidad de lo cotidiano.

This article is from: