El Grito del Sur Nº 66 Abril 2020 - Una cuarentena a la intemperie

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Comuna 1 /3 /4

Periódico barrial

Constitución, Monserrat, San Cristobal, San Telmo, Parque Patricios y Barracas

Distribución gratuita 3.000 ejemplares mensuales Abril 2020 ISSN 2451-7178

Año - 07

Número 66

Foto: Franco Fafasuli / Infobae

Una cuarentena a la intemperie

La expansión del coronavirus puede complicar la ya de por sí deteriorada salud de la población en situación de calle, unas 7200 personas que no tienen donde resguardarse. Organizaciones sociales, la Iglesia y la Justicia de la Ciudad reclaman al Gobierno porteño medidas urgentes. Pág 6.

Coronavirus en las villas.

Cuidar a las que cuidan.

Pág 4.

Pág 8.


02 · Sumario / Editorial

03 04 05

El Gobierno de la Ciudad entregará cajas alimentarias en las escuelas ,

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Coronavirus en las villas

08

Cuidar a las que cuidan

09

Con el dengue no se tomaron medidas para aplanar la curva

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Estar con quienes más lo necesitan

10 ,

06

Es una falacia que el encierro pueda aportar al bienestar subjetivo Una cuarentena sin techo

12

De los militantes a los voluntarios truchos ,

Editorial

Aislados, infectados y desagradecidos. L

“ a solidaridad debe ser el camino para superar la situación”, escribió en un comunicado el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería argentina, Daniel Filmus. La carta era un ofrecimiento de ayuda, que implicaba el envío de alimentos frescos, insumos médicos y tests por parte del gobierno argentino para los habitantes de las Islas Malvinas, en el marco de la emergencia del coronavirus. La respuesta de las autoridades del archipiélago fue tajante: «Cuando haya problemas que requieran apoyo

adicional, trabajaremos con el gobierno del Reino Unido». Las medidas preventivas por el coronavirus llegaron tarde a las islas. Se cerraron las únicas dos escuelas, las guarderías y se instó a la población a permanecer en sus hogares, salvo para realizar actividades esenciales. Además, se dispuso el aislamiento de la gente con síntomas. Si bien el abastecimiento sigue garantizado -ya que barcos de carga y pesqueros continúan llegando a las islas del Atlántico Sur-, las Malvi-

nas corren el riesgo de quedarse sin muchos de sus insumos básicos. En el marco de la pandemia, la revista Time tituló: «El aislamiento ayudó a las islas a retrasar un brote de COVID-19. Ahora, ser remoto podría ser su mayor problema». «Lo que no sea lana, pescado y carne depende de las visitas de los buques de carga un par de veces al mes», explica el artículo. Tal vez no tengan comida o insumos médicos, pero lo que no va a faltar en las islas son armas de guerra y soldados. En la base militar Mount Pleasant

viven unas 1300 tropas coloniales y allí también reposan misiles de tierra, helicópteros y aviones caza. Éstas son las prioridades de las autoridades de turno. Mientras tanto, los ingleses que ocupan las Malvinas miran preocupados un posible brote de la pandemia en una de las últimas colonias del mundo.

El Grito del Sur- Fundado el 23 de sepiembre de 2012 en el natalicio de Mariano Moreno - Registro ISSN 2451-7178 - Director Propietario: Yair Cybel - Tirada 3.000 ejemplares - Registro de la Propiedad Intelectual 5295866 - Abril 2020 - Número 66 - Domicilio legal: Camarones 1549 CABA - contacto: elgritodelsur@gmail.com Impreso en Editora del Plata S.R.L. - España 221, CP 2820 (Gualeguaychú, Entre Ríos) Registro de Medios Vecinales CABA - Se autoriza la reproducción del material publicado, citando la fuente.


(Coronavirus / Educar es combatir · 03

La propuesta fue impulsada por legisladores de la oposición

El Gobierno de la Ciudad entregará cajas alimentarias en las escuelas Para evitar la aglomeración diaria de gente que se acercaba hasta la puerta de las escuelas a buscar las viandas escolares, el Gobierno porteño se comprometió a entregar una caja alimentaria que incluirá un variado menú de alimentos diseñado para cubrir el desayuno y almuerzo de les niñes durante 10 días hábiles. Nota · El Grito del Sur

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uego de los reiterados reclamos de familias y docentes por los refrigerios enviados a las escuelas porteñas durante la cuarentena, el jefe de Gabinete del Ministerio de Educación de la Ciudad, Luis Bullrich, mantuvo una reunión con legisladores y legisladoras de la oposición que forman parte de la Comisión de Educación. «Hay un problema estructural que venimos denunciando desde hace tiempo, acompañando el reclamo de la comunidad educativa que cada vez más seguido recibe alimentos que no se encuentran en las condiciones adecuadas para ser consumidos por los niños y las niñas», dijo Maru Bielli, legisladora del Frente de Todos, en diálogo con El Grito del Sur. La reunión fue propuesta por la oposición y, debido a las fuertes quejas sobre el tema, las autoridades porteñas terminaron cediendo y accedieron a buscar una solución a la problemática.

«Más que discutir, lo que hicimos fue ofrecer propuestas resolutivas», cuenta Lorena Pokoik. La legisladora del FdT explicó que el objetivo es «evitar todo lo posible la movilización de las familias al buscar las viandas para evitar la propagación del virus. Para eso planteamos la necesidad de que, en lugar de viandas, el Gobierno entregue una canasta escolar nutritiva cada 15 días». El Gobierno de la Ciudad se comprometió finalmente a entregar una caja alimentaria con un menú diseñado para 10 días hábiles, el cual incluye desayuno y almuerzo con alimentos sin TACC. La entrega será los días miércoles y jueves cada dos semanas y se repartirán 220 mil cajas para el desayuno, 120 mil para el almuerzo y 85 mil para los refrigerios. «Nos dijeron que, por ejemplo, para los refrigerios van a entregar 2 litros de leche larga vida, 5 unidades de fruta, 5 unidades de té, 10 unidades de sólidos. Para el almuerzo aseguraron que entregarán fideos, arroz, lentejas, arvejas, aceite, zapallitos, zanahorias, atún, azúcar, flan, etc»,

dijo Pokoik. Garantizar la alimentación de los chicos y las chicas es fundamental en un contexto en el que la economía se encuentra paralizada y muchas familias han perdido el ingreso que percibían diaria o semanalmente. «Hay muchas familias que viven de changas que ya no existen o de trabajos precarios que hoy no están en funcionamiento, entonces el problema del alimento excede a los niños y niñas escolarizadas y se convierte en una problemática que va a tener una buena parte de la población de la Ciudad de Buenos Aires»,

advierte Maru Bielli. Otro de los problemas que sufren las familias de los barrios más humildes es que muchas veces sus hijos e hijas estudian en barrios muy alejados y deben viajar durante largo tiempo arriesgándose a contraer el virus. Frente a ello, el Gobierno porteño se comprometió a elaborar un cronograma en el que se dispongan escuelas cercanas para que madres y padres deban moverse lo menos posible.


04 · Ciudad de la furia / Coronavirus

Vecinos y vecinas exigen que les escuchen

Coronavirus en las villas La precariedad deja expuestos a vecinos y vecinas de los barrios más empobrecidos. Comedores y organizaciones sociales tratan de contener a cientos de familias que perdieron su ingreso diario pero, a pesar de las medidas paliativas del Gobierno, la situación es crítica. ¿Qué pasa con el coronavirus en las villas?

Texto: El Grito del Sur Foto: Nicolás Cardello

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ientras en las casas de clase media el aire se convierte en un vapor pesado, dentro de los barrios populares las familias se organizan para atravesar la cuarentena lo mejor posible. A pesar de las medidas paliativas del Gobierno, los sectores empobrecidos son los que más sufren el aislamiento obligatorio que les prohíbe hacer changas, trabajar como vendedores ambulantes y vender sus mercaderías. Dentro de las villas y en los comedores comunitarios, vecinos y vecinas intentan afrontar el desabastecimiento con redes de contención que sostienen la estructura y evitan el estallido social, como lo hicieron durante los cuatro años de macrismo.

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En la Argentina se calcula que hay 4 millones de habitantes que residen en villas, y en Buenos Aires, según el informe de la Cátedra de Ingeniería Comunitaria de la FIUBA, los 400 mil vecinos y vecinas de las villas porteñas tienen prestaciones de servicios públicos desiguales respecto al resto de la Ciudad.

..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . En estos territorios los recursos son escasos, las casas no cuentan con el aislamiento necesario y la mayoría de la población no llega a las medidas

básicas de seguridad e higiene. Al hacinamiento se le suma la necesidad de ir a los comedores comunitarios como única posibilidad de conseguir una ración de comida por día, o compartir una canilla entre varias calles, lo que hace casi imposible respetar la cuarentena. Pedro vive en la Villa 21-24 de Zavaleta, ubicada entre Barracas y Nueva Pompeya. Sobre la situación del barrio, explica: “Estoy recibiendo muchas llamadas de vecinos que no tienen para comer. Los comedores reclaman que no dan abasto, les faltan los insumos ya que muchas familias no están trabajando y no pueden generar la moneda del día a día. Acá en el barrio muchos no son conscientes de lo que está pasando. Estamos esperando que el Gobierno responda, nosotros tenemos la mejor predisposición pero si no hay recursos no se puede hacer nada”. Cecilia es una de las mujeres que cocina en el comedor de la 7 Esquinas, una fábrica recuperada luego de la crisis del 2001 que ahora funciona como centro comunitario y vivienda para muchas familias. Aunque tienen permiso de circulación para sostener el espacio y conseguir los alimentos, explica que la mayoría de las personas que asisten son los propios residentes y los vecinos cercanos. “Nosotros estamos enfrentando esto como si fuera una guerra. Nos explotó el comedor con muchísima más gente, a los que venían comúnmente se le sumaron vecinos y vecinas que no están pudiendo alimentar a sus familias. La semana

pasada los mandamos al colegio y apenas les dieran unos sanguchitos para que los chicos pasen todo el día. Nosotras estamos manteniendo el comedor porque a traves de FETRAES recibimos alimentos secos. El Gobierno de la Ciudad nos manda 120 raciones para 250 personas. Después de pasar días reclamando, recién el viernes nos hicieron llegar el “kit de limpieza” que consta de un bidón de lavandina, una bidón de detergente, dos jabones blancos y cuatro repelentes de mosquitos. Es ridículo”, cuenta. Además de este panorama desalentador, Cecilia explica que al coronavirus se le suma el dengue. “Nunca nos hicieron caso de que nuestra gente se estaba infectando y ahora vienen con cuatro repelentes que no te sirven para nada, ni guantes, ni mascarillas. ¿Sabés lo que necesitaríamos? Que nos hagan llegar bandejas con tapa, porque acá viene la gente en situación de calle y muchas veces los tuppers están sucios. Eso es una complicación para su seguridad y para la nuestra”. Lesly es parte de la mesa vecinal de la Villa 31. Ella es tajante en la necesidad de cumplir la cuarentena, pero explica que la mayoría de los vecinos no la respeta. “Los chicos van a la canchita, aunque dijeron que iban a cerrarla. Alrededor se forman grupos de adultos que se juntan a tomar. Yo llamé a los números habilitados para hacer las denuncias y no me contestaron, llamé al 911 y cuando vino la policía las personas que estaban reunidas se escondieron y, pasados los 15 minutos, se

volvieron a juntar. Los vecinos que no tienen wifi ni cable se aburren con los programas de TV y terminan saliendo”, explica. A esto se suma el problema del desabastecimiento y el abuso de los pocos comerciantes que consiguen productos básicos. “Los productos más utilizados subieron al doble porque acá no hay ningún control de precios. El primer día de cuarentena 3 kg de papa costaban $50 y hoy 1 kg cuesta $50. El maple de huevo salía $130 y hoy a $200. La carne antes $400, hoy a $600 el kg”. A pesar de las medidas de precaución que anunció el Gobierno, la Secretaría de Integración Social y Urbana del GCBA decidió continuar con las relocalizaciones de las familias de bajo autopista hasta hace poco, aunque esto supone una aglomeración de gente en un espacio cerrado. Lesly opina: “No nos cuidaron. En una vivienda había arquitectos, obreros y policías reunidos, algunos incluso estaban resfriados pero decían que no se podían ir porque eran monotributistas y sino no cobraban. A ellos no les importa que nos muramos porque somos villeros, somos un gasto público. Pero no va a ser así y encima podemos contagiar a otros. Yo soy enfermera, en este momento no estoy atendiendo pero mis pacientes son todos mayores y si vuelvo a tener contacto con ellos puedo transmitirles algo. Aparte muchas de las personas que viven acá trabajan de personal doméstico u obreros y pueden llevar el virus”.


Coronavirus / Militancia · 05

La militancia barrial en cuarentena

Estar con quienes más lo necesitan En medio de la crisis sanitaria, muchas organizaciones sociales y políticas continúan trabajando a destajo para garantizar los bienes esenciales de las familias más humildes. Cuatro militantes populares relatan sus inéditas experiencias de militancia bajo la amenaza del coronavirus. Texto: Sebastián Furlong

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n los barrios populares se vieron al inicio de la cuarentena escenas muy alejadas del privilegio que gozan los habitantes de clase media-alta: desde la imposibilidad de recluirse en las casas producto del hacinamiento, así como la falta de alimentos por vivir “al día” y no poder trabajar, hasta ser víctimas del abuso represivo de las fuerzas de seguridad. En tiempos donde la gran mayoría -o, mejor dicho, les que cuentan con dicha posibilidad- se guardan en sus hogares para cumplir con la cuarentena, un numeroso grupo de militantes populares sigue poniendo a diario los pies en las calles de los barrios para ayudar a los sectores que no cuentan con recursos para aguantar este parate económico obligado. En diálogo con El Grito del Sur, cuatro de elles relatan sus inéditas experiencias de militancia bajo la amenaza del coronavirus. Leonor “La Leo” Larraburu es presidenta de la Cooperativa “18 de Abril”, integrante de «El Amanecer de los Cartoneros» y milita en el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) dentro del Partido de Escobar. Allí cuentan con ocho merenderos que continúan desarrollando su labor en estos días difíciles, pero además siguen efectuando la recolección de materiales reciclables como servicio esencial. “Hemos conseguido los elementos de higiene y de seguridad para salir a trabajar, pero se nos hace muy difícil. No damos abasto, nos lleva desde la mañana hasta la tarde-noche para poder organizar todo. Hoy ya casi no contamos con alimentos para seguir abasteciendo a los vecinos y las vecinas que no tienen nada”, se lamenta. Milca Sosa es referente territorial del Movimiento Evita en la zona norte de la provincia de Buenos Aires y milita en el Partido de Tigre. Allí cuentan con varios centros comunitarios que dan el almuerzo y la merienda. “La pandemia arrancó con la política de ajuste y la tremenda pobreza que dejó el gobierno anterior. En lugares donde se daba de comer tres veces a la semana, la asistencia se empezó a implementar los siete días y los recursos alcanzan mucho menos que antes. Necesitamos una intervención rápida y directa en cuanto al alimento desde el Estado nacional y provincial, además de lo que ya se hizo hasta el momento, para que no se agudice la situación”, reclama. Federico Pería es coordinador del Movimiento de Acción Social (MAS), organización que tiene como foco el trabajo en los barrios populares a partir de cuatro ejes basados en la inclusión social: alimentación, educación, arte y deporte. En este momento

suspendieron las actividades culturales y deportivas, pero siguen yendo al barrio La Cava para garantizar la entrega de alimentos y artículos de higiene. “Cuando la gente viene a buscar los alimentos, tratamos de promover que haya dos metros de distancia en las filas que se arman para que no se genere mucha aglomeración de gente. Trabajamos con guantes, barbijos e intentamos cumplir con todas las medidas establecidas desde el gobierno nacional. Tenemos clarísimo que no somos el Estado: hay un montón de cosas que no podemos cubrir, pero estamos recibiendo donaciones para seguir funcionando”, explica. Juliana milita en el Polo Obrero dentro del barrio de Villa Lugano, uno de los más pobres de la Ciudad de Buenos Aires. “Hay compañeros y compañeras que la tienen muy difícil para cumplir la cuarentena: casas completamente hacinadas, sin habitaciones ni los servicios básicos. Además, la falta de insumos está haciendo que la situación sea más complicada. Los comedores están jugando hoy más que nunca un

rol de organización fundamental y están sosteniendo la economía de las familias más golpeadas”, asegura. Militar en estos días cruciales supone un compromiso fundamental con quienes más lo necesitan, pero también implica tomar las medidas de recaudo necesarias para que no haya un contagio masivo. “La Leo” señala que “muchos compañeros y compañeras militantes le están poniendo el pecho. Nos hemos puesto en campaña para recolectar mercadería en beneficio de aquellos y aquellas que necesitan comida, medicación y otras necesidades. Te parte el alma la situación. Yo tengo 7 pibes y salgo todos los días a exponerme. Y salgo porque puedo salir, hay compañeros que no pueden. Sigo haciendo el mismo desgaste tirando un carro y levantando bolsones en las camionetas para poder seguir sosteniendo a los que no cobran nada”. Si en algo coincide este grupo de militantes populares, más allá de cualquier diferencia político-ideológica que puedan tener, es que la salida a la crisis del coronavirus es colectiva. Eso, no

obstante, está acompañado del lógico temor a los peligros de la cotidianeidad a la que están expuestos. “Miedo e incertidumbre, desconocimiento de lo que se trata y hasta a veces una sobreestimación de lo que implicaría un contagio masivo del virus. A veces te levantás para salir a pelear contra el virus y otras veces estás desmoralizado por la situación en sí, que puede terminar colapsando. Lo importante es seguir teniendo una conciencia solidaria y un compromiso con el territorio. Eso no se modifica por el coronavirus”, sostiene Milca Sosa. Peria concluye: “Desde afuera muchas veces se estigmatiza lo que pasa en los barrios, diciendo `por qué no salen una vez por semana a comprar en un supermercado´. A veces eso no se puede, primero porque posiblemente no tengan donde guardar esa mercadería y segundo porque no tienen plata para hacer la compra de una semana entera. Desde nuestro lugar buscamos trabajar en soluciones comunitarias”.


04 · Situación de calle / Coronavirus

Recrudece la problemática de la gente en calle

Una cuarente

La propagación del coronavirus pone en riesgo aún más la complicada salud de la población en situación de calle, unas 7200 personas sin lugar donde realizar la cuarentena. Organizaciones sociales, la Iglesia y la Justicia de la Ciudad exigen a la administración de Horacio Rodríguez Larreta medidas urgentes. Texto: Matías Ferrari Foto: Franco Fafasuli / Infobae

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as consecuencias que podría traer el contagio de coronavirus entre la población en situación de calle en la Ciudad, unas 7200 personas de acuerdo al último censo extraoficial realizado

por organizaciones sociales, generó preocupación en vastos sectores de la sociedad civil, que ya se movilizaron desde distintos ámbitos para reclamarle al Gobierno porteño medidas de prevención a la altura de la emergencia sanitaria que vive el país. El diagnóstico compartido por ONGs como el CELS, ACIJ, Proyecto 7 y la Asamblea

Popular de Personas en Situación de Calle, por la Pastoral Social de la Iglesia y hasta por uno de los juzgados contencioso administrativo porteño es similar: las afectaciones previas de salud como las enfermedades respiratorias y las bajas defensas producto de las pésimas condiciones de vida, a lo que se suma la obvia imposibilidad de cumplir con la cuarentena obligatoria, convierte a los sin techo en un sector social especialmente vulnerable ante la propagación de la pandemia que se espera para las próximas semanas. El problema es aún más grave si se toman en cuenta las denuncias acumuladas de las mismas organizaciones a través de los años sobre las fallas

estructurales que arrastra la administración del Pro en dar respuesta a la problemática: paradores en pésimas condiciones, la precariedad de los programas de contención como el Buenos Aires Presente (BAP) y la negación constante a reconocer públicamente las cifras reales de indigentes. Fallas que quedaron al desnudo durante el invierno pasado, cuando fallecieron al menos tres personas en situación de calle entre mayo y julio por las bajas temperaturas a pesar de que en la Ciudad ya había desplegado el “Operativo Frío”. Esas muertes generaron, además, acciones solidarias como la que impulsó Juan Carr de abrir las puertas del estadio Monumental para brindar


Situación de calle / Coronavirus · 07

ena sin techo comida y abrigo por una sola noche, lo que puso el tema en agenda y obligó a la administración de Horacio Rodríguez Larreta a mostrarse activa. Adelantar la entrada en vigencia del Operativo Frío de junio a los próximos días está entre las medidas que comunicó la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat porteña, María Migliore. También se habilitaron cinco nuevos centros de integración, dos de ellos para mayores de 65 años. El primero, que funcionará en el natatorio bajo autopista del Parque Chacabuco, fue inaugurado en una recorrida que compartió con su par nacional, Daniel Arroyo, y a la que se sumaron legisladores y legisladoras de la oposición. Cerca de Arroyo aseguraron a El Grito del Sur que la preocupación por las personas situación de calle es “compartida” con su par porteña y que la posición del ministro es buscar soluciones de conjunto “y dejar de lado cualquier diferencia política”, en la misma línea de colaboración con la oposición que tomó el Presidente desde el primer día para abordar la crisis sanitaria que en ciernes. Esa colaboración es reforzada además por el vínculo profesional que los unía a ambos antes de ser ministros, y que se vio reflejada en la recorrida conjunta por la feria popular de la 21-24 de febrero, en el marco del plan Argentina contra el Hambre, un gesto que no se había visto años atrás. Con los últimos anuncios, Migliore dio una primera respuesta a los reclamos de las organizaciones, que

se venían acumulando desde hace algunas semanas. En su entorno reconocen que la problemática “es un tema caliente ya sin pandemia” y que por ese motivo buscarán mantener el diálogo abierto con las organizaciones. “Si hay que hacer más, se hará más, porque la situación es muy grave y lo amerita”, afirmaron. Las organizaciones sostienen que los paradores, aún con los que se sumaron, no alcanzan para resguardar a toda la población en calle, algo que quedó claro el invierno pasado. Además, temen que la mala relación construida durante años por los funcionarios porteños con los sin techo (la Defensoría del Pueblo recibe denuncias de violencia desde hace años) complique su ingreso a los refugios. “Va a haber mucha gente que no va a llegar al dispositivo”, afirmó la referente de la Asamblea de Dorrego e investigadora del Conicet, Jorgelina Di Iorio, “por lo que tenemos que garantizar también que haya comida en los comedores y para las organizaciones que asisten por fuera de los canales institucionales”.

. . . . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . Las organizaciones sostienen que los paradores, aún con los que se sumaron, no alcanzan para resguardar a toda la población en calle, algo que quedó claro el invierno pasado.

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Por los antecedentes de violencia, la cuarentena obligatoria puede llegar a ser un tema delicado. El propio jefe de Gobierno suele insistir en que la gente en calle “no quiere ir a un parador”. Pero desde el gobierno porteño sostuvieron que de todas formas “en este contexto hay otra conciencia” y que la recepción a los trabajadores del BAP cambió a partir de las recomendaciones sanitarias, “sobre todo en las familias” que están en la calle. Además, confían en que producto de la cuarentena, el cierre de comercios y la caída de las changas, mucha menos gente sin nada llegará desde la Provincia a la Ciudad, lo que haría caer el número total de gente deambulando o durmiendo en las calles. Por todos esos motivos, las organizaciones reclaman el control y monitoreo de las políticas que ya están en marcha.

UNA BATALLA JUDICIAL

............................... «La situación es muy grave, el panorama es sombrío para la población en calle y también para las villas y los hotelados». Gustavo Moreno

............................... Un fallo del juzgado del juzgado número 13 en lo Contencioso Administrativo y Tributario a cargo del juez Guillermo Scheibler retomó el planteo de Moreno en el marco de un amparo preexistente de la legisladora porteña Laura Velasco, que le ordenó al Ejecutivo porteño informar en un plazo de cinco días y criticó duramente la movida del macrismo. «La situación es muy grave, el panorama es sombrío para la población en calle y también para las villas y los hotelados», le dijo Moreno a este medio. «Nuestra intención es colaborativa, esta situación nos sobrepasó a todos. Lo que buscamos es resguardar derechos», afirmó.

El asesor tutelar de Cámara, Gustavo Moreno, arrojó la primera piedra y elevó una intimación al Gobierno porteño para que aclare qué medidas concretas se iban a implementar. La medida no cayó bien en el sector de la justicia porteña que se encarga de seguir de cerca los actos de gobierno. Enseguida se armó una «mesa judicial» para centralizar las causas y proteger al oficialismo.

INSÓLITO: LA POLICÍA DE LA CIUDAD DETUVO A DOS PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE POR “VIOLAR” LA CUARENTENA” La Policía de la Ciudad detuvo por error a dos varones en situación de calle, a quienes aprehendió por no respetar con la cuarentena obligatoria, lo cual –nunca está de más aclararlo, se ve– resulta de imposible cumplimiento para ese sector de la población, unas 7200 personas que viven a la intemperie en la metrópolis porteña de acuerdo al último censo extraoficial realizado por organizaciones sociales. Ambos fueron derivados el lunes 23 de marzo a la Alcaidía 13 acusados de “atentado y resistencia a la autoridad” y liberados cuatro días más tarde, cuando se comprobó que se trataba de uno más de los excesos cometidos por las distintas fuerzas de seguridad en el marco del cumplimiento del aislamiento social obligatorio

decretado por el presidente Alberto Fernández. Según pudo reconstruir El Grito del Sur, la detención se produjo a pocas cuadras del Hospital Penna, en Parque Patricios. A diferencia de otras situaciones en las que intervino la Policía de la Ciudad sobre gente sin techo, como las que se vieron en el video que circuló dicha semana por redes sociales, las detenciones se produjeron sin mediar violencia física por parte de los efectivos. Así lo aseguraron a este medio fuentes del Ministerio de Seguridad porteño y también referentes de las organizaciones que salen cotidianamente a las calles para asistir a los que menos tienen. “No hubo violencia física explícita por parte de los oficiales. Pero

lo que sí fue violento fue haberlos detenido por estar en situación de calle, cuando todos sabemos que sin techo no se puede cumplir la cuarentena y que se debió dar intervención a los dispositivos que tiene el Gobierno de la Ciudad para resolver estas situaciones. Hay que rever urgente los protocolos de actuación no sólo de la Policía, sino también de la Justicia Federal, para que no se repitan este tipo de situaciones”, advirtió a este medio Horacio Ávila, referente de la organización Proyecto 7. El hecho terminó de exponer una de las preocupaciones centrales por estos días de las organizaciones sociales y ONGs que asisten a los sin techo. Si bien se sumaron cinco nuevos por decisión de la Ministra de

Desarrollo Humano y Hábitat, María Migliore, los paradores no alcanzan para contener a toda la población en calle, mucho más expuesta que el resto por sus bajas defensas y enfermedades pulmonares preexistentes producto de sus pésimas condiciones de vida. Además, pese a que ahora también están abiertos las 24 horas, sólo se puede ingresar con una orden del BAP, por lo que muchos terminan quedando por fuera del sistema y sobrecargando la tarea de las organizaciones, que hacen lo que pueden con una situación que puede volverse explosiva si la pandemia se generaliza en las próximas semanas


08 · Feminismo / Coronavirus

Feminismo en épocas de coronavirus

Cuidar a las que cuidan

La cuarentena y las licencias ayudan a limitar que se propague el virus, pero abren la pregunta sobre quién recaen las tareas de cuidado y organización de la vida doméstica, sobre todo, bajo estas circunstancias Texto: Lucía Cholakian Herrera

C

oronavirus: hasta de escribirla estamos cansadas. La palabra que vino a comerse toda nuestra cotidianeidad, a priori, podría dejarnos también algunas enseñanzas. Cuando todo aquello que creemos incuestionable, impostergable, indefectible; demuestra serlo bajo amenaza, entonces, pensamos, podemos reescribir algunas de nuestras certezas o aún más sencillo: observarlas críticamente. Pero hace falta ir un poco más atrás. Al aire en FM La Tribu, Justina Lee, integrante de Economía Feminista, remarcaba que “en Argentina, el 76% de los trabajos domésticos no remunerados son realizados por mujeres. El 88,9% de las mujeres las realizan y dedican a este tipo de labores un promedio de 6,4 horas semanales”. Es decir: los trabajos que tienen que ver con cuidados y con reproducir la vida recaen sobre los hombros de las mujeres en términos de tiempo y de ingresos. “Estas tareas implican el cuidado personal, el cuidado directo a otras personas, la provisión de precondiciones para realizar el cuidado (como por ejemplo la compra de alimentos) y la gestión del cuidado (cocinar los alimentos para satisfacer la necesidad básica de alimentación de todo el

grupo familiar). Partimos de la base de que la sostenibilidad de la vida humana tiene dos dimensiones: una física, que refiere a la satisfacción de necesidades fisiológicas, y una simbólica, que refiere al componente afectivo y emocional de las personas”, describe el documento “Hacia una redistribución igualitaria de las tareas del cuidado” publicado por INADI. En la crisis económica y social que provoca el coronavirus, estas tareas se ven resaltadas y surge la evidencia de que, tal como son descriptas, se asocian mayoritariamente con las mujeres pobres: hay un doble sesgo, que es de género pero también de clase. La directora nacional de Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Lucía Cirmi Obón, asegura que se está trabajando con un foco específico: el de atender a las poblaciones que se ven afectadas por las transformaciones que trae el coronavirus en la dimensión de cuidados y doméstica. “La población que se dedica a cuidar tiene menos ingresos socialmente, si no acompañamos la cosa se podría poner mucho peor”, grafica. “Tenemos como objetivo redistribuir los cuidados, reconocerlos como una necesidad y un derecho. Nosotras tenemos una agenda profunda a mediano plazo, por eso coordinamos una mesa interministerial y estamos creando un mapa federal. Pero obvia-

mente la circunstancia pone sobre la mesa mucho más evidentemente la importancia de la organización del cuidado”. Fue por eso que la flamante dirección (perteneciente al ministerio que encabeza Elizabeth Gómez Alcorta) asumió como tarea el articular con distintos organismos elevando propuestas para que ninguna de las poblaciones que ejerce los cuidados quedara desprotegida. “Las licencias y el trabajo remoto para el sector público y privado fueron dadas a todas las identidades, lo cual es importante: muchas veces se dieron ¨permisos¨ solamente a mujeres. Insistimos en la corresponsabilidad en los cuidados”, destaca. “Además está el refuerzo a la AUH y otros montos económicos, que son una gran ayuda a las personas cuentapropistas”. A lo largo de estos días también se puso en debate qué decisiones debían tomar quienes son empleadores de trabajadoras de casas particulares. En ese sentido, Cirmi destacó que “es muy importante reforzar que dentro de las medidas anunciadas las licencias, excepciones; le competen también a las trabajadoras de casa particulares, que son una parte muy importante de las trabajadoras mujeres del país, uno de los sectores más informales y más feminizados, con los salarios promedios más bajos. Se vio que muchas personas en cuarentena tenían a las trabajadoras de casa particulares dentro de su casa, como si no las consideraran personas sujetas al riesgo”. En ese sentido, la dirección trabajó junto al Ministerio de Trabajo para dejar en claro que las mujeres trabajadoras de casas particu-

lares tienen los mismos derechos que todos los trabajadores a quedarse en su casa si son población de riesgo o si hay una situación de riesgo en su lugar de trabajo Ante la coyuntura compleja, acelerada y movilizante, Cirmi y la Dirección se paran firmes sobre la convicción de que ésta es una instancia para discutir derechos. “Desde los feminismos siempre marcamos que lo emotivo en el cuidado fue aquello que lo ordenó como responsabilidad femenina. Hay algo emotivo pero también hay una dimensión económica y de la organización familiar. Desde la Dirección estamos promoviendo que es importante que nos propongamos una división del trabajo equitativa dentro del hogar, y pensar formatos comunitarios para aquellas personas que están aisladas. Las poblaciones más vulnerables, las trabajadoras de casas particulares ya están protegidas por la norma”. El cuidado, como explica, es una instancia de profundización de desigualdades de género y clase. El cuidado debe revalorizarse y no se puede desproteger a quienes lo realizan. En ese sentido, Cirmi destaca tres desafíos: pensar cómo el Estado puede proteger a quienes cuidan, pensar cuál es la oferta que tiene que ampliar el Estado para pensar al cuidado como un derecho y, la última: ¿cómo involucrar a los varones? Durante la crisis de coronavirus, sí, pero también todo el año: para redistribuir el cuidado, explica la economista, necesitamos el compromiso de toda la sociedad. .


Ciudad de la furia / Dengue · 09

El mosquito avanza en silencio

“Con el dengue no se tomaron medidas para aplanar la curva” En dos semanas se duplicaron los casos de dengue en CABA y ya van 1833 en lo que va del año. Apenas tres barrios concentran el 53% de los contagios confirmados. “Aumentó el número de casos, se propagó y dejó de estar circunscripto solamente a algunos barrios precarios”, explica la doctora Alcira Ferreres. Texto: El Grito del Sur

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vanza la cuarentena y, entre los resquicios que deja la pandemia del coronavirus en las agendas mediáticas, surge un murmullo más silencioso y autóctono pero en crecimiento constante: en las últimas dos semanas se duplicaron la cantidad de casos de dengue en la Ciudad de Buenos Aires y ya llegan a 1833 los casos confirmados. El Gobierno de la Ciudad presentó el pasado 27 de marzo su boletín epidemiológico semanal, que dio cuenta de la preocupante situación en torno a la enfermedad. Si bien el pico de contagios se registró la semana anterior con 539 confirmaciones, los infectados son cada vez más. «Con los casos de dengue no se tomaron las medidas en tiempo y forma para detener, aplanar y abortar la curva de contagios. Sino comparen cómo se maneja la epidemia del coronavirus, con protocolos de bloqueo a nivel internacional», señala a El Grito del Sur Alcira Ferreres, médica y ex jefa de Promoción de la Salud y Epidemiología del Hospital Penna. «La curva sigue ascendiendo por más que la velocidad de contagio disminuyó. Aparte de aumentar el número de casos, se propagó y dejó de estar circunscripto solamente a algunos barrios precarios». Para quien le quede alguna duda de la relación que existe entre clase social, ubicación geográfica y posibilidad de contagio del dengue, basta con ver las estadísticas disgregadas por comuna: sólo en las Comunas 4, 7 y 8 se concentran casi 1100 de los 1833 casos confirmados. En la Comuna 2, la más rica de la ciudad, apenas se registran 5. De hecho, solamente tres barrios porteños concentran el 53% de los casos confirmados de dengue en el distrito: Flores (21%), Villa Lugano (16%) y Barracas (16%). «Muchos barrios tienen mala provisión de agua de red, por lo que los vecinos se ven obligados a realizar instalaciones precarias: tienen mala presión durante el día, recolectan agua por la noche en baldes y este sistema favorece la replicación del mosquito», explica Ferreres. «Hay otros factores que inciden, no es sólo dar vuelta el recipiente o sacar el potus», aclara. «El desorden ambiental, los pasadizos chicos que no permiten entrar un camión recolector, una ambulancia o retirar con facilidad residuos favorecen que el mosquito se propague y reproduzca», resalta la especialista. La divisoria entre una un norte rico, sano y pudiente, y un sur olvidado y vulne-

rable no es sólo una hipótesis sino que tiene su correlato en números concretos. Los casos de dengue son solamente una evidencia más de una metrópolis donde existe una diferencia de 4 a 6 años en la expectativa de vida, según el barrio donde se habite. En la primer semana del año, la Ciudad de Buenos Aires registraba apenas 25 casos de dengue. Tres meses después, la cifra se multiplicó por 70. «Todos los ministerios tienen un epidemiólogo, el experto que se ocupa de la salud colectiva, y la tarea de un epidemiólogo es anticipar. Lamentablemente, el Gobierno de la Ciudad no ha cumplido con las medidas en materia de dengue», concluye Ferreres, quien destaca que también le llamó la atención la falta de respuesta de organizaciones políticas y sociales. «Tenemos que pensar con las organizaciones sociales cuáles son los determinantes de la salud, la enfermedad y la muerte en los barrios». En ese marco, el Ministerio de Salud

porteño volvió a insistir con la necesidad de «descacharrar» y eliminar recipientes que acumulen agua, el principal espacio donde anidan los mosquitos. Sin embargo, desde el Grupo de Estudios de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) han señalado en reiteradas oportunidades el incumplimiento de los planes de prevención que debería estar aplicando el Gobierno de la Ciudad. El plan estratégico para la prevención, control y vigilancia de Enfermedades Transmitidas por Mosquitos (ETM), es el protocolo que se desarrolló luego del pico de contagios de 2016 y la hoja de ruta que debiera aplicarse en la metrópolis porteña. Las acciones que ha tomado el Gobierno de la Ciudad han sido paliativos de corto plazo que no se aferran al plan estratégico orientado a reducir la cantidad de casos. El legislador Javier Andrade (Frente de Todos) señaló a través de la red social Twitter: «Por la

desidia de Horacio Rodríguez Larreta, hoy tenemos una emergencia sanitaria por dengue en la Ciudad. Hace años que no se actúa responsablemente, hoy la situación es muy grave y va a escalar. El Gobierno de la Ciudad es el principal responsable y le está dando la espalda a la población». Otro dato destacable es que los nuevos contagios, en muchas oportunidades, llegan con condiciones más graves que una simple fiebre o dolor de cabeza detrás de los ojos: ahora llegan las segundas picaduras de dengue de personas que se contagiaron durante los últimos años, cuando no había Ministerio de Salud a nivel nacional.


10 · Coronavirus / Alicia Stolkiner

Alicia Stolkiner

“Es una falacia que el encierro pueda aportar al bienestar subjetivo”

Especializada en Salud Pública con orientación en Salud Mental, la psicóloga Alicia Stolkiner habla sobre el encierro, la angustia, el control social y se anima a pensar cómo saldremos de esta cuarentena: “Este país, de cada crisis profunda, se quedó con un capital acumulado”.

Texto: El Grito del Sur

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licia Stolkiner es docente universitaria, psicóloga, especialista en Salud Pública y una de las voces autorizadas para pensar el impacto del encierro en las subjetividades. En diálogo con

el Grito del Sur, la especialista habla sobre biopoder, control social, solidaridad y las posibles consecuencias sociales de la pandemia de coronavirus.

Circula un cartelito en redes sociales que dice «Ahora que estás en cuarentena, ¿Pensabas que el


Coronavirus / Alicia Stolkinerr · 11

encierro era una buena terapia?»

Lo vi y me pareció una buena pregunta. Obviamente no es lo mismo una situación de aislamiento que uno realiza en términos de un impresionante esfuerzo colectivo por el cuidado de la vida, que una persona que está encerrada disque para cuidarla a ella. Esta situación que están atravesando muchas personas es una situación de encierro, pero sin embargo no es un aislamiento. Estamos fuertemente comunicados, inclusive he visto situaciones donde se reavivan diálogos en determinados grupos familiares. La consigna sirve para pensar cuan costoso es el aislamiento y, por ende, qué falacia está contenida en la idea de que encerrar una persona puede ser un componente para su bienestar subjetivo. Además pensemos que nosotros, los que tenemos la suerte de tener viviendas habitables, estamos en nuestras casas y podemos fijar nuestras rutinas. En cambio, la persona que está encerrada en una institución manicomial no está en su casa y la rutina se la marca la institución.

¿Cómo afecta el contexto de encierro a la gente con padecimientos de salud mental?

En diálogo con otros profesionales, las personas diagnosticadas como psicóticas o en tratamiento por problemáticas graves, asombrosamente sobrellevan la situación mejor que muchas personas que aparentemente no tenían síntomas de tener problemáticas de salud mental. Hay un estudio muy extraño que hizo la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Nicaragua después del terremoto, un país chico, con apenas tres millones y medio de de habitantes y un único hospital psiquiátrico. Lo sorprendente fue que, en los dos años siguientes al terremoto, no hubo ingresos nuevos por episodios psicóticos agudos. Entonces, es extrañísimo ver cómo responden las personas que normalmente parece que tienen problemáticas psiquiátricas severas y, esto es sólo una hipótesis, pero no están tan mal como algunas personas con las cuales hablo. Creo que va por grupo social y el padecimiento tiene mucho que ver con las condiciones en las cuales transcurre el encierro. Cada situación es absolutamente singular. Imaginate una pareja que le tocó la cuarentena en el momento en que estaban eligiendo el departamento para que él se fuera porque se estaban separando. Ni hablemos de la gravedad de la situación de los hogares donde hay un abusador o un violento.

¿Qué pasa con la relación entre el encierro y la escalada de violencia de género? Bueno, hemos tenido un femicidio por día desde que empezó la cuarentena. Están los teléfonos para pedir auxilio pero tenemos que poner a disposición todos los métodos. Por ejemplo, así como cuando una persona llega del exterior y la mandan al domicilio, en el ascensor tiene que poner la declaración jurada de que no va a salir de su casa y los vecinos se encargan cuidadosa y hasta policialmente de controlar que no salga, los vecinos también debieran encargarse

de denunciar cualquier situación de maltrato o violencia que escuchen dentro de los hogares porque pueden estar salvando una vida.

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“Imaginate una pareja que le tocó la cuarentena en el momento en que estaban eligiendo el departamento para que él . se fuera porque se estaban separando. Ni hablemos de la gravedad de la situación de los hogares donde hay un abusador o un violento” . . . . ... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. En estos días emergió una lógica policial de denuncia y señalamiento de los vecinos…

El policiamiento es control. Cuando Donzelot escribe «La policía de las familias» no quiere decir que haya un cana adentro de cada casa, sino que explica cómo se estructura un cierto control societal, que puede ser hecho para destruir, para explotar o para cuidar y fomentar lazos de solidaridad. No hay sociedad que no ejerza un biopoder sobre sus ciudadanos: aun en la Samoa que estudió Margaret Mead, no hay sociedad que no tenga ejercicio de un biopoder. En un contexto como éste, hay un sector facho que le gusta hacer ese policiamiento de denuncia del otro. Pero los vecinos no sólo tendrían que controlar que la persona que esté en cuarentena no salga sino que también tienen que controlar si hay alguien que le puede llevar la comida. Yo soy grupo de riesgo, pero puedo ir al almacén porque no llegué de Italia hace 5 días. Si estuviera sola o en cuarentena y no tengo quien me traiga la comida, entonces los vecinos policiales, que se encargan de que no salga a la puerta, se deberían encargar de llevarme la comida. Ahí se marca la diferencia.

Hay un debate a raíz del coronavirus entre Slavoj Zizek y Byung Chul Han. El primero plantea que la salida del virus dispondrá las condiciones para la emergencia de un nuevo comunismo, el coreano le responde diciendo que un virus no hace la revolución y que probablemente el capitalismo salga fortalecido. Las dos posibilidades están en juego y yo no soy maga, pero te voy a dar un solo ejemplo. La epidemia de la peste negra, de peste bubónica, que mató a la cuarta parte de Europa en el siglo XIV, fue definitoria en el pasaje del feudalismo al capitalismo. No estoy diciendo que fuera la causa, pero catalizó una serie de fenómenos. Murió una tercera parte de los siervos y el trabajo o la servidumbre se volvió un bien escaso. En este momento se están poniendo en juego las dos tensiones. ¿Cómo hace el capitalismo más concentrado para seguir concentrándose y reventando la vida y, mientras tanto,

cómo otro sector empieza a pensar en otras formas de vida? El director de la OMS pidió tregua absoluta en todas las situaciones de guerra del mundo. Eso es meterle un parate a la industria armamentística. Hoy, en Argentina el que venga a decirte, como dice «Invertir en Salud» de 1993 -que fue la biblia de la reforma de los sistemas de salud (NdR: Informe del Banco Mundial)-, que los sistemas de salud estatales y públicos son inoperantes, que se fije lo que está pasando en EE.UU. donde se acaba de derrumbar el modelo que se intentó imponer de las aseguradoras privadas de los sistemas de salud. En conclusión, yo creo que Byung habla desde su experiencia y Zizek piensa en una lógica elaborativa teórica. Lo que creo es que, si las cosas seguían como seguían, el capitalismo no iba a terminar con una revolución sino con una catástrofe mundial. Es una cosa de la modernidad creer que el hombre puede dominar la naturaleza.

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“Hay un sector facho que le gusta hacer ese policiamiento de denuncia del otro. Pero los vecinos no sólo tendrían que controlar que la persona que esté en cuarentena no salga sino que también tienen que controlar si hay alguien que le puede llevar la comida”. . .. .. .. .. .. .. .. ................ ¿Considerás que hay algo de la ética del colectivismo oriental que se opone a un individualismo occidental y tuvo su impacto en las formas con que se combatió la pandemia?

Totalmente. Alguna vez, durante la época de Mao, cuando vivía en México, tuve contacto con un grupo de becarios chinos que estaban haciendo su doctorado en literatura hispana en la Universidad de México. Era la época en que no había un mercado para proveer de ropa a los 1400 millones de habitantes. Todos se vestían iguales. Y no te estoy hablando del siglo XIV, sino cuando yo tenía 30 años. Hoy en día, hay gente en China que pasó parte de su vida vistiéndose de la misma manera que el resto. China es un país que logró establecer una política de hijo único y prácticamente no la violaba nadie. Nosotros tenemos incorporados fuertemente una idea de individuo. He leído cosas sobre Corea, un Estado basado en las ideas de confucio. Yo lo que te puedo decir, es que hace 25 años hago artes marciales y te aseguro que la corporeidad es distinta. Una disciplina de lucha cuyo lema es «sin odio, sin deseo, sin temor».

¿Cómo vamos a salir de esto como sociedad?

(Inhala) Vamos a ver. Desde hace tres días ya ha empezado un movimiento que está tratando de recomponer la hegemonía de los grandes grupos

económicos y los bancos en algunos medios y en redes sociales. Está empezando una tensión en la cual yo creo que van a presionar para que se levante tempranamente la cuarentena y después le van a cargar los muertos al Gobierno. Ilusamente, creen que les va a permitir recomponer el estado anterior. Ilusamente porque no vamos a volver a ser los mismos, para bien o para mal. Tenemos que saber que este virus no se va a ir, se va a quedar hasta que descubramos la vacuna. Entonces, probablemente, ya no va a poder existir más un sistema de transporte que lleve a la gente tan amontonada, sin comprender que implica una amenaza a la salud. Nosotros compramos subtes que no tienen lugar para sentarse, que están pensados para llevar gente parada y hacinada. Eso es potencial foco de una epidemia. Así y todo, este país, de cada crisis profunda, se quedó con un capital acumulado. De la dictadura militar, con los organismos de DD.HH. y actores muy potentes en Estado de Derecho. Después del año 2001 nos quedamos con los movimientos sociales que, si no existieran, ahora el conurbano estaría ardiendo.


12 · Ciudad de la furia / Coronavirus

Denuncian aprietes del GCBA a empleados públicos

De los militantes a los voluntarios truchos Trabajadores y trabajadoras del Ministerio de Educación porteño denuncian haber sido apretados para realizar tareas “voluntarias” en los hoteles que albergan a argentinos llegados del exterior y puestos en cuarentena, y bajo la amenaza velada de despido. La mayoría son monotributistas sin estabilidad laboral.

Texto: El Grito del Sur

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l Gobierno de la Ciudad sigue extorsionando a los empleados públicos para que realicen tareas extra por fuera de aquellas para las que fueron contratados, bajo la amenaza, siempre velada, de ser despedidos. Así lo denunciaron esta semana trabajadores y trabajadoras del Ministerio de Educación porteño, quienes fueron apretados por sus superiores (directores de área, secretarios y jefes de sector) para que se sumen a distintas actividades «voluntarias» dispuestas por el Ejecutivo en el marco de la emergencia sanitaria decretada a nivel nacional por el coronavirus, entre ellas atender llamados y consultas de la línea 147 o directamente salir a la calle para asistir a los turistas aislados en hoteles tras haber llegado del exterior. Lo mismo para realizar tareas administrativas en distintos hospitales públicos. La extorsión llegó vía Whatsapp y también por mail. Según relataron a El Grito del Sur trabajadores de una de las áreas de Educación, se los intimó a completar un formulario electrónico en el que debían optar por una de esas tres tareas a cumplir como «voluntarios», sin percibir ninguna retribución económica y a costa de romper su propia cuarentena, sin que nadie les haya garantizado algún tipo de certeza sobre su seguridad personal.

«Es otra vez la misma historia del año pasado, cuando nos insinuaban que debíamos salir a repartir volantes de Juntos por el Cambio. Pero esta vez es para que seamos voluntarios, lo cual es contradictorio porque no existe el voluntariado a la fuerza. Llega como una amenaza, porque es obvio que si no lo haces estás a tiro del despido, corres un riesgo. Nosotros somos casi todos monotributistas y pueden echarnos unilateralmente sin explicación ni indemnización», relató a este medio uno de los trabajadores que denuncia haber sido apretado. En su área hay unos 100 laburantes que tampoco tienen los derechos básicos de la relación de dependencia, a pesar de que muchos de ellos llevan más de cinco años en la misma área. El Grito del Sur reveló el año pasado que esa es la situación del 74 por ciento de los trabajadores y las trabajadoras del Estado porteño. «El objetivo de esta iniciativa es poder reasignar personas, a las distintas tareas que demanda el control y seguimiento del virus COVID-19», dice el encabezado del formulario enviado por las gerencias via mail a los trabajadores y al que tuvo acceso este medio. El mail sigue con un listado de las «necesidades» del Gobierno porteño: «buscamos personas para la realización de tareas administrativas en Hospitales. Jornada de 6hs»; «buscamos personas para realizar diferentes tareas, en el Hotel IBIS (Av. Corrientes 1334),

recibiendo a personas provenientes del extranjero. Modalidad: presencial. Turno mañana: 7 a 15hs. Turno tarde: 15 a 23hs. Turno noche: 23 a 7hs». «Nosotros no tenemos problema en trabajar de lo que hacemos cotidianamente. Tampoco de ser voluntarios, si es que algún compañero quisiera hacerlo. Lo que no vamos a permitir es que nos manden compulsivamente de un día para el otro, sin capacitación, a exponernos sin ningún tipo de garantía y con miedo a ser despedidos», agregó el trabajador consultado por este medio. Ya el año pasado, un grupo de empleados públicos del Estado porteño se organizaron en la campaña «No es Mi Trabajo» para denunciar una situación similar, e incluso iniciaron una causa penal contra el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, por haberlos obligado a militar la campaña del Pro por fuera del horario laboral y bajo amenaza de despido. LOS “MILITRUCHOS” DE MACRI Y LARRETA

En agosto del año pasado, trabajadores estatales del Gobierno porteño crearon una web en la que recogían testimonios de empleados que fueron obligados a fiscalizar, repartir volantes y hasta hacer horas extras en Call Centers para Juntos por el Cambio, bajo amenaza de ser despedidos. M, trabajadora estatal de uno de los

ministerios del Gobierno de la Ciudad, fue convocada en ese entonces a una reunión en su oficina de trabajo, junto a otros diez compañeros de su área. Sus jefes, funcionarios de tercera línea del Ejecutivo que conduce Horacio Rodríguez Larreta, bajaron sin rodeos la orden que venía “de arriba”, de boca del vicejefe de Gobierno, Diego Santilli. “Desde esta semana hasta el domingo de las PASO”, les dijeron, “les pedimos que realicen tareas voluntarias de militancia en la campaña”. Pocos días después les llegaría un correo electrónico con un cronograma de horarios, fines de semana incluidos, donde figuraban el nombre y el apellido de cada uno, asignados a diversas actividades: difundir vía Call Center las bondades del Gobierno, repartir volantes en distintas esquinas, participar de los famosos timbreos y fiscalizar para Juntos por el Cambio. Según pudo saber este medio, los sindicatos estatales venían advirtiendo al Pro sobre este tipo de prácticas desde las elecciones de 2015 en adelante. A principios de agosto, las candidatas del FIT en la Ciudad Myriam Bregman y María del Carmen Verdú (referente de la CORREPI) iniciaron acciones legales a partir de la identificación de “militruchos” en distintas actividades del Pro.


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