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Nombre:
Educación Infantil
© Nuevo jardín de las letras. Vocales. Lectoescritura: Mª Dolores Campuzano Valiente. © Edición: Algaida Editores, S.A., 2017.
Coordinación editorial: Luis Pino García. Realización de ilustraciones: Mª Dolores Campuzano Valiente y Mae Tébar.
Edición: Marcos Vázquez Ibáñez, Fco. Javier Díaz Fernández, Inmaculada Gil-Bermejo Bethencourt y Mª del Carmen Pino García.
Diseño de cubiertas: María Dolores Campuzano Valiente y José Luis Venegas.
Maquetación: José Luis Venegas.
Edición gráfica: Mar Merino. Fotografías: 123RF.
Cuentos: Gracia Iglesias Lodares.
Poesías de las letras: Álvaro Solís Galera.
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
Esta obra forma parte de los materiales curriculares complementarios de Lectoescritura del proyecto de Educación Infantil Nuevo jardín de las letras, dirigido al segundo ciclo de la Educación Infantil.
Algaida Editores S.A.
Avda. San Francisco Javier, nº 22, Edificio Hermes 5ª, módulos 3-8. 41018 Sevilla.
algaida@algaida.es
ISBN: 978-84-9067-729-2
Depósito legal: SE 227-2017
Vocales “a”, “e”, “i”, “o” y “u”.
Iniciación en la realización del trazo de las vocales.
Localización de vocales en las palabras.
Unión de vocales.
Cuentos.
Recitado de poesías y adivinanzas.
Localización de vocales en textos.
Después de escuchar el cuento, observar la lámina y conversar sobre ella: personajes, objetos, situaciones espaciales…
¡Hola! ¿Queréis que os cuente un secreto? En un lugar muy lejano al que solo se llega con la imaginación, hay un Jardín mágico en el que crecen las letras del alfabeto. Sí, sí, las letras, esas cositas con las que se forman las palabras para luego escribir los cuentos.
En el Jardín de las Letras hay un árbol de la risa y, justo debajo, un estanque de agua fresquita. Allí viven Pata y Pato, dos hermanitos muy especiales. ¿Que por qué son especiales? Pues porque, aunque son patitos, saben hablar y leer como las personas y, además, pueden hacer cosas sorprendentes: Pata cambia de color cuando le apetece y Pato se vuelve invisible. A veces usan sus poderes mágicos para hacer travesuras, pero solo porque les gusta reír y jugar con sus amiguitos Inma, Emilio, Úrsula, Óscar y Ana, que viven en la casa grande que hay cerca del estanque.
Inma es pequeñita y muy alegre, tiene el pelo de color castaño y los mofletes redondos. Se lleva muy bien con todos, aunque su mejor amigo es Emilio, un niño pelirrojo, alto y delgado como un fideo, que tiene la cara blanquita y llena de pecas.
Úrsula y Óscar tienen el pelo negro y liso, pero es en lo único que se parecen, porque a Úrsula le gusta cuidar las flores del Jardín y tiene los ojos redondos, mientras que su amigo Óscar prefiere pasar el tiempo jugando y sus ojos son alargaditos, como sonrientes.
Ana es tan rubia que a veces su pelo parece casi blanco. Tiene los ojos azules, muy claros y bonitos y, como no ve muy bien, lleva gafas con cristales gordos. Pero aunque sus ojos no ven bien, su nariz y sus oídos son extraordinarios porque Ana puede oler y oír cosas que la mayoría de la gente ni notamos.
Os estaréis preguntando… “¿y dónde crecen las letras?”. ¡Pues por todo el Jardín! En todas partes hay hermosas plantas con preciosas flores de colores que cuidan con mucho cariño los jardineros Aurelio y Julieta. Aurelio las siembra, Julieta las riega y el calorcito del sol las hace crecer y, cuando son suficientemente grandes, las flores se abren y en el centro de cada una aparece una letra.
Cuando las letras están maduras, las recogen y las mandan a la fábrica de las palabras; aunque a veces se guardan algunas para la cena porque, ¿sabéis?, las letras también están buenísimas. Algunos días Aurelio hace sopa de letras o le pide a Julieta que prepare un delicioso pastel de vocales. Eso sí, siempre que lo hacen invitan a Pata y Pato, y también a sus amigos Inma, Úrsula, Ana, Emilio y Óscar.
Colorear a Pato y Pata.
Repasar las líneas discontinuas de las flores. Puntear el interior con un rotulador grueso del mismo color que la letra. Pegar encima los adhesivos. Nombrar los personajes protagonistas de la historia.
Rodear las letras y dibujar el personaje que más le guste.
Después de escuchar el cuento, observar las secuencias y conversar sobre lo que ven: nombres de animales, objetos, plantas, situaciones espaciales... Colorear el animal cuyo nombre tiene el sonido “i”.
Cuento de la “»Δ“
Aurelio estaba preparando su deliciosa sopa de letras. Acercó la nariz para olerla y se dio cuenta de que le faltaba algo. Intentó adivinar qué era, pero como no lo lograba introdujo la cuchara en el caldo y lo probó. Nada más hacerlo dijo en voz muy alta:
–Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
–¿Qué pasa, Aurelio? –preguntó Julieta asustada.
–Nada querida, tranquila. Solo es que a esta sopa le falta la letra “i”.
–¡Que falta la letra “i”! ¡Pues tendremos que ir a buscarla! ¿Verdad chicos? –dijo Inma, que en ese momento pasaba por allí.
–¡Síiiiiii! –contestaron Úrsula, Emilio, Ana y Óscar.
–¿Dónde están Pata y Pato?
–¡Aquíiiiiiii! –dijo Pato, al que oyeron pero no pudieron ver, porque se había hecho invisible para jugar al escondite con su hermana.
–¡Aquíiiiiiii! –exclamó Pata, saliendo del invernadero.
Cuando llegaron al sitio indicado, vieron que había pasado algo rarísimo:
–¡No hay ni una “i”! –dijo Inma sorprendida.
Así era. Había un montón de flores, pero alguien se había llevado todas las letras de las plantas de la “i”. Inma preguntó a los insectos que vivían en esa parte del Jardín:
–¿Sabéis quién se ha llevado todas las letras “i”?
–Claro que sí –dijeron los insectos–. Se las llevó la iguana Isa cuando pasó por aquí.
–¿Y para qué quiere Isa todas las letras “i”?
–No lo sabemos. Solo sabemos que se fue por allí.
–Gracias. Tendremos que investigarlo. ¡Vamos, chicos! ¡Vamos a resolver el misterio de la iguana y las íes desaparecidas! Mientras buscaban a la iguana, iban llamándola con voces cantarinas: ¡Iiiiiiiiisa! ¡Iiiiiiiiisa! ¡Iguana boniiiiita! ¿Dónde escondes las letriiiiitas?
Encontraron a Isa debajo del arcoíris construyendo algo con las letras “i”.
–Hola, amiga iguana, ¿qué haces con todas esas íes? –le preguntó Inma.
–¡Hola! Pues que estaba solita y aburrida y pensé que sería divertido hacer una torre altísima de letras “i”.
–Qué chuli. Pero nosotros necesitamos algunas íes para la sopa de letras de Aurelio. Si nos das unas cuantas, jugaremos contigo y luego puedes venir a comer con nosotros.
–¡Genial! ¿A qué jugamos? –preguntó la iguana.
–¡Imaginemos que somos indios! –propuso Pata, regalándoles a todos un montón de plumas de colores. Después de jugar un buen rato, le llevaron a Aurelio un gran puñado de íes. El jardinero terminó de cocinar la sopa y la comieron juntos. Y todos quisieron repetir, porque estaba más que rica: estaba riquísima.
Mirar las fotografías y nombrar los objetos. Unir la letra “i” con los que tengan el sonido “i”. Aprender el trazo de la letra “i” comenzando por el punto y siguiendo la dirección de las flechas. Repasar las líneas discontinuas de las flores.
Realizar los trazos de las letras “i” partiendo del punto y siguiendo la dirección de las flechas.
Repasar las líneas discontinuas de las plumas y colorear de rojo las que tienen la letra “i”.
Repasar las grafías de las letras.
Aprender el trazo de la letra “i” mayúscula. Pegar los adhesivos de la “I” donde correspondan. Repasar las grafías de las letras.
Repasar las grafías de las letras.
© algaida editores S.A. Nuevo jardín de las letras
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Repasar las “i” punteadas de las palabras. Rodear las letras “i” que hay en el texto. Colorear el arcoíris siguiendo los códigos.
Repasar las grafías de las letras.
Rodear las “i” mayúsculas y minúsculas que hay en la olla según los códigos de color. Repasar las grafías de las letras “i” e “I”.
Rodear las letras bien escritas.
Después de escuchar el cuento, observar las secuencias y conversar sobre lo que ven: nombres de animales, objetos, plantas, situaciones espaciales... Colorear el dibujo cuyo nombre tiene el sonido “u”.
¿Recordáis que Aurelio había preparado su famosa sopa de letras y nuestros amigos se la estaban comiendo muy contentos? Como hacía un día precioso, estaban al aire libre. Para el postre, Úrsula sacó una gran cesta llena de uvas súper ricas.
–¡Uf!, ¡estoy llenísima! –suspiró Úrsula después de tomar un puñado de uvas. Todavía quedaba un poco de sopa, pero todos habían repetido ya y no les cabía más. De pronto, oyeron una voz desde el cielo que decía:
–¡Uuuuuuum, qué bien huele! ¿Alguien está tomando sopa de letras y dulces uvas?
Después, la misma voz gritó:
–¡Uy, uy, uy, uy, uy! ¡Que me mato!
Y en ese momento, vieron caer en picado un pájaro negro y blanco que, ¡PUTUPÚM!, se chocó contra un montículo de flores. Todos corrieron a ver qué había pasado.
Entre las flores encontraron a Uma, la urraca, un poco mareada.
–¿Qué te ha pasado, Uma? –le preguntó Pato.
–Es que el olorcito a comida me ha despistado y me he dado un golpe contra un árbol –explicó la urraca.
Uma les contó que iba de camino a la nube azul para tocar con su orquesta porque esa tarde tenían un concierto. Pero con el golpe se había hecho daño en un ala.
–¡Uh! ¡Qué dolor! Ahora no sé si podré volar –gimió la urraca preocupada.
–Tranquila, Uma, que Julieta te curará –dijo Úrsula.
Y así fue: Julieta recogió unas cuantas letras “u” de las flores del Jardín, las puso en un cuenco con las últimas uvas y las aplastó con cuidado hasta que hizo una pomada.
Luego untó la pomada en el ala de Uma que enseguida sintió que dejaba de dolerle.
–¡Yuju! ¡Estoy curada! –bailó la urraca.
Antes de marcharse, invitó a sus amigos a ir a ver el concierto de la nube azul.
Para que todos pudieran volar y asistir al concierto, Aurelio, que es un poco mago, cogió unas cuantas flores de letras que ya estaban maduras y escribió con ellas:
Sube, sube con la “u”. A la nube subes tú. JU, JU, JU.
Y así, por arte de magia, todos llegaron volando a la nube azul en un periquete. Allí estaban ya los músicos de la orquesta vestidos con un bonito uniforme azul marino, y pronto empezó el concierto.
Uma tocaba el ukelele, que es como una guitarra pequeñita; el urogallo Uro tocaba otra especie de guitarra llamada laúd; y Uli, el búho, cantaba con su preciosa voz, mientras los demás le hacían los coros diciendo: Uuuuuuuu, u-u-uuuuuuu, u-u-uuuuuuuuu.
¡Qué gran espectáculo!
Mirar las fotografías y nombrar los animales. Unir la letra “u” con los que tengan el sonido “u”. Aprender el trazo de la letra “u” comenzando por el punto y siguiendo la dirección de las flechas. Repasar las líneas discontinuas de las flores.
Realizar los trazos de las letras “u” partiendo del punto y siguiendo la dirección de las flechas.
Repasar las líneas discontinuas de las uvas y colorear de verde las que tienen la letra “u”.
Repasar las grafías de las letras.
Aprender el trazo de la letra “u” mayúscula. Pegar los adhesivos de la “U” donde correspondan. Repasar las grafías de las letras.
Repasar las grafías de las letras.
Repasar las “u” punteadas de las palabras. Rodear las letras “u” que hay en el texto. Colorear las nubes.
Repasar las grafías de las letras.
Repasar las líneas discontinuas de las notas musicales y colorearlas según los códigos de color.
Repasar las grafías de las letras “u” y “U”.
Rodear las letras bien escritas.
Imitar el sonido que emiten el caballo y el búho. Pegar los adhesivos donde correspondan. Repasar las grafías de las letras.
Repasar las grafías de las letras.
Después de escuchar el cuento, observar las secuencias y conversar sobre lo que ven: nombres de animales, objetos, plantas, situaciones espaciales... Colorear el dibujo cuyo nombre tiene el sonido “a”.
La pandilla del Jardín estaba en una nube azul escuchando el concierto de la urraca Uma, ¿os acordáis? Todos lo pasaron genial. Cuando el espectáculo acabó, Óscar preguntó:
–Y ahora, ¿cómo volveremos a casa?
–Ahí hay un avión amarillo. A lo mejor puede llevarnos –señaló Ana, que había oído llegar el avión antes de verlo aparecer en el cielo.
–¡Hala! ¡Qué suerte! Es un avión-bus. ¡Claro que podremos ir en él! –dijo Aurelio.
El avión-bus no podía acercarse a la nube, así que para montarse tuvieron que saltar.
Para animarles a hacerlo, Pata y Pato les dieron un suave empujoncito con las alas.
–¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! –gritaron todos al sentir que volaban.
El aire se metía por debajo de sus camisetas y les hacía cosquillas en la barriga, así que empezaron a reír: ja, ja, ja, ja, ja…
–¡Ya está! –dijo Julieta, cuando todos estuvieron dentro y a salvo. Y el avión puso rumbo al Jardín de las Letras.
–¡Ya estamos llegando! –anunció Ana al cabo de un rato.
–¿Cómo lo sabes? –le preguntó Emilio, porque el avión todavía estaba atravesando las nubes y no se podía ver nada.
–Pues, porque puedo olerlo –dijo Ana.
Claro, es que a veces sus amigos se olvidaban de que Ana podía oler mucho mejor que los demás, ¿os acordáis? Así que, desde el cielo, ya sentía el aroma de los almendros, el azahar, las amapolas, los albaricoques del albaricoquero, las aceitunas del olivo y los arándanos del arandanedo… Porque, ¿sabéis?, en el Jardín de Pata y Pato hay flores y frutas durante todo el año.
El avión aterrizó junto a un arenero. Nada más bajarse, Ana, con su agudo oído, escuchó que alguien se quejaba:
–¡Aaaaaaaay! ¡Aaaaaaaay! ¡Aaaaaaaay!
El lamento venía de debajo del suelo del arenero, así que entre todos escarbaron en la arena y apareció… ¡una araña! La pobre estaba muy sucia y despeinada.
–¡Gracias por ayudarme! –dijo la araña–. Me llamo Alicia y vivo aquí, en el Jardín de las Letras, justo debajo de las flores en las que crece la letra “a”. Estaba en mi casa tan contenta, cuando una ráfaga de viento me arrastró hasta la arena y me enterró. ¡No podía salir! ¡Menos mal que habéis llegado a tiempo para ayudarme! Si alguna vez queréis algo de mí, solo tenéis que aplaudir y yo acudiré enseguida. Y así fue como Ana, Úrsula, Inma, Emilio, Óscar, Aurelio, Julieta, Pata y Pato se hicieron amigos de Alicia, la araña.
Mirar las fotografías y nombrar los objetos. Unir la letra “a” con los que tengan el sonido “a”. Aprender el trazo de la letra “a” comenzando por el punto y siguiendo la dirección de las flechas. Repasar las líneas discontinuas de las flores.
Realizar los trazos de las letras “a” partiendo del punto y siguiendo la dirección de las flechas.
Repasar las líneas discontinuas de las manzanas y colorear de amarillo las que tienen la letra “a”.
Repasar las grafías de las letras.
Aprender el trazo de la letra “a” mayúscula. Pegar los adhesivos de la “A” donde correspondan. Repasar las grafías de las letras.
Repasar las grafías de las letras.
Después de escuchar la adivinanza, buscar la solución entre los dibujos. Repasar las letras “a” punteadas que hay en cada palabra.
Repasar las grafías de las letras.
Repasar las letras punteadas que hay en cada palabra. Alicia, la araña, no sabe cuál de los nombres de los dibujos representados no tiene la letra “a”. Ayudarla pegando los adhesivos. Repasar las grafías de las letras “a” y “A”.
Rodear las letras bien escritas.
Colorear la ilustración según los códigos de color. Repasar las grafías de las letras sin levantar el lápiz.
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las grafías de las letras.
Repasar las líneas discontinuas de las letras. Unir, mediante una línea, la minúscula con el objeto cuyo nombre empieza por ella y con su mayúscula.
Repasar las grafías de las letras.
Después de escuchar el cuento, observar las secuencias y conversar sobre lo que ven: nombres de animales, objetos, plantas, situaciones espaciales...
Colorear el dibujo cuyo nombre tiene el sonido “e”.
Habían pasado unos días desde su aventura en la nube azul. Era de noche y Emilio miraba las estrellas del cielo tumbado en la hierba, al lado del estanque. Pata, Pato, Ana, Óscar, Úrsula e Inma estaban junto a él. Jugaban a encontrar formas, como lo hacemos cuando unimos puntos en un cuaderno de dibujar. Era muy entretenido.
–Veeeeeeo, veeeeeeo… ¡una escalera!, ¡y un escorpión! –señaló Emilio.
–Pueeeeees, yo veeeeeo… ¡un elefante! –dijo Inma apuntando a las estrellas con el dedo.
–A veeeeer… ¡Eh! ¡Mirad! ¡Eso es un esqueleto! ¡Qué miedo! –dijo Ana.
Emilio se asustó y a sus amigos les dio la risa y se echaron a rodar por la hierba.
–¡Eeeeeeh! ¡Cuidado! ¡Que me espachurráis! –gritó una vocecilla.
Era Elmo, el pequeño erizo, que salía de entre la plantas de la letra “e”.
–Perdón –se disculpó Emilio–. Pero ten cuidado tú, no nos pinches con tus espinas.
–¡No son espinas, son púas! Y, tranquilo, que tengo mucho cuidadito –dijo Elmo.
–Échate aquí a nuestro lado para mirar al cielo, Elmo –lo invitó Ana.
Entonces ocurrió algo extraordinario. No lo vais a creer. ¿Os lo cuento? Veréis, Elmo señaló al cielo y dijo:
–¡Mirad! ¡Una estrella fugaz! Deseeeeeeeo… ¡Que los dibujos de las estrellas se vuelvan cosas de verdad!
–¡Qué has hecho, Elmo! –gritaron sus amigos al ver que, de repente, en el Jardín aparecían la escalera, el elefante, el esqueleto y el escorpión. ¡Menudo jaleo se armó! Por suerte, el miedo que les daba el esqueleto se les pasó al ver que no paraba de bailar. El elefante también era estupendo, les dijo que se llamaba Eloy y era equilibrista. Como no le creían, fue a buscar una pelota y se puso a hacer trucos que les hicieron reír muchísimo:
–Je, je, je, je, je, je, je, je, je, je, je, je…
Pero todos dejaron de reír al ver el enorme aguijón que tenía la cola del escorpión.
Al darse cuenta del miedo que le tenían, el escorpión dijo con mucha amabilidad:
–No os asustéis, ¡no voy a picaros! Soy Eladio, un escorpión escritor. Mi aguijón no es para picar, me sirve para escribir. Lo mojo en zumo de letras y escribo hermosas historias. ¿Queréis que os cuente alguna?
–¡Síiiiiiii! ¡Qué bieeeeeeen! –exclamaron todos los amigos a la vez.
Y como la noche era preciosa, decidieron hacer una acampada para poder escuchar a gusto las historias de Eladio. Cuando se hizo muy tarde se echaron a dormir bajo el cielo estrellado, en compañía de sus nuevos amigos Elmo, Eloy y Eladio. Aurelio y Julieta fueron a darles las buenas noches y, con mucho cariño, les taparon con un enorme edredón porque, ¿sabéis?, en el Jardín, por las noches, siempre refresca.
Mirar las fotografías y nombrar los objetos. Unir la letra “e” con los que tengan el sonido “e”. Aprender el trazo de la letra “e” comenzando por el punto y siguiendo la dirección de las flechas. Repasar las líneas discontinuas de las flores.
Realizar los trazos de las letras “e” partiendo del punto y siguiendo la dirección de las flechas.
Repasar las líneas discontinuas del edredón y colorear de amarillo claro los espacios que tienen la letra “e”.
Repasar las grafías de las letras.
Aprender el trazo de la letra “e” mayúscula. Pegar los adhesivos de la “E” donde correspondan. Repasar las grafías de las letras.
Repasar las grafías de las letras.
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Aprender la poesía. Buscar y rodear las letras “e” que hay en el texto. Repasar las letras punteadas que hay en cada palabra.
Repasar las letras punteadas que hay en cada palabra. El erizo Elmo no sabe cuál de los nombres que aparecen en la ficha empieza con la letra “e”. Ayudarle pegando el adhesivo donde corresponda. Repasar las grafías de las letras “e” y “E”.
Rodear las letras bien escritas.
Unir, mediante una línea, cada palabra con la vocal por la que comienza. Repasar las grafías de las letras sin levantar el lápiz.
Dibujar un objeto que empiece por “a” y otro que empiece por “e” en los recuadros.
Después de escuchar el cuento, observar las secuencias y conversar sobre lo que ven: nombres de animales, objetos, plantas, situaciones espaciales... Colorear el dibujo cuyo nombre tiene el sonido “o”.
Los cuentos de Eladio, el escorpión escritor, eran tan bonitos que nuestros amigos tuvieron sueños preciosos aquella noche. A la mañana siguiente, Óscar fue el primero en levantarse. El Jardín olía a flores, una suave brisa movía las hojas de los olmos, los rayos de sol parecían de oro y solo se oía el canto de los pájaros. De pronto, se oyó un fuerte aleteo y una sombra oscureció la hierba. Óscar miró al cielo y vio llegar ocho ocas blancas. Las ocas se posaron junto al estanque y lo saludaron con simpatía:
–¡Hola! Somos primas de Pata y Pato. Hemos venido a vivir en el Jardín.
–¡Hola, ocas! ¡Bienvenidas! –dijo Óscar.
Antes de que pudieran seguir hablando, oyeron un gruñido que salía de entre unas flores cercanas. Óscar y las ocas se acercaron al lugar para ver qué pasaba y ¡no vais a creer lo que encontraron! ¿Queréis saber qué era?
¡Pues era un ogro! Un ogro de grandes ojos oscuros y orejas picudas, con un oso obediente, muy quietecito, a su lado. Los dos se habían sentado sobre las flores de la letra “o”, que estaban todas rotas y mordidas. El ogro no dejaba de gruñir y quejarse:
–¡Oh, qué doloooooor! ¡Oh, qué doloooooor!
–¡Ooooooooh! –susurraron las ocas muy asustadas.
–¡Ogro!, ¡oso!, ¡lo habéis roto todo! ¡No os comáis las oes del Jardín! –gritó Óscar.
Al oír los gritos, sus amigos se despertaron y fueron corriendo hasta el lugar.
–¡Ojo, Óscar! ¡Cuidado! No hagas que se enfade el ogro –le dijo Inma.
El ogro, sorprendido, soltó la “o” que tenía en la mano y, bajito para no asustarles, dijo:
–¡No, no, no, no! ¡Tranquilos! Yo soy un ogro bueno. Me llamo Odín. Mi amigo el oso Opi y yo acabamos de mudarnos a la casa que hay en el olivar. Como no teníamos nada para el desayuno, hemos pensado que podríamos comer unos cuantos roscos de estos. Pero debían de estar pochos, porque ahora nos duele mucho la barriga.
Pasado el susto, Óscar explicó a Odín y a Opi que lo que se estaban comiendo no eran roscos, sino letras “o” que Aurelio y Julieta cultivaban para llevar a la fábrica de las palabras. Se podían comer poquito a poco y con cuidado, no dándose un atracón así.
–Pero no os preocupéis. Nosotros os curaremos el dolor de barriga –les prometió Óscar. Los niños y niñas se fueron a casa y, al cabo de un rato, volvieron acompañados de Pata y Pato. Traían un jarabe de letras preparado por Julieta para curar la barriga del oso y el ogro. A los patitos les alegró mucho volver a ver a sus primas las ocas.
–Habrá que buscaros una casa también a vosotras –dijo Pato.
–Pueden quedarse a vivir con Opi y conmigo –propuso Odín–. En la casa del olivar hay mucho sitio y prometemos no comernos más letras del Jardín sin pedir permiso.
A Pata y Pato les pareció una idea estupenda, y también a las ocas que, desde ese día viven felices con el buen ogro Odín y con Opi, el gran oso obediente.
Mirar las fotografías y nombrar los objetos. Unir la letra “o” con los que tengan el sonido “o”. Aprender el trazo de la letra “o” comenzando por el punto y siguiendo la dirección de las flechas. Repasar las líneas discontinuas de las flores.
Realizar los trazos de las letras “o” partiendo del punto y siguiendo la dirección de las flechas.
Repasar las líneas discontinuas de las rosquillas y colorear de marrón las que tienen la letra “o”.
Repasar las grafías de las letras.
Aprender el trazo de la letra “o” mayúscula. Pegar los adhesivos de la “O” donde correspondan. Repasar las grafías de las letras.
Repasar las grafías de las letras.
Después de escuchar la adivinanza, buscar la solución entre los animales representados. Repasar las letras punteadas de las palabras. Rodear las letras “o” que aparecen en el texto.
Repasar las grafías de las letras.
El ogro Odín no sabe que entre los nombres que aparecen en la ficha hay uno que empieza con la “o”, otro que termina con ella y tres que la tienen dentro. Pegar los adhesivos donde correspondan. Repasar las letras punteadas de las palabras. Repasar las grafías de las letras “o” y “O”.
Rodear las letras bien escritas.
Repasar las letras punteadas de cada palabra. Observar que el nombre del jardinero tiene todas las vocales. Entre los animales que aparecen en la ficha, solo uno tiene las cinco vocales, rodearlo.
Repasar las grafías de las letras.
Repasar las líneas discontinuas de las letras. Unir, mediante una línea, la minúscula con el animal cuyo nombre empieza por ella y con su mayúscula.
Repasar las grafías de las letras.
Repasar las letras punteadas y nombrar los personajes. Colorear el marco según los códigos de color.
Dibujarse a sí mismo/a en el recuadro.
Decorar las letras de cada medalla con bolitas de papel de seda. Desprender del troquel, poner cordón y colgar. Cada vez que los niños y niñas aprendan una vocal, realizarán la medalla conseguida.
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Nivel 3