el oscuro origen del monstruo ¿animalitos de dios?
monstruos zoomorfos
editorial
entre lo imaginario y lo real
te pareces tanto a mi
monstruos antropomorfos
Octubre 2017 FUNDADOR Hugo Soto Crotta 1933-2002 DIRECTOR Marcelo Peruggia Canova COORDINADORA CORPORATIVA Mayte Vega Fernández Vega
EDITORA Sandra Hussein CORRECCIÓN Marxa de la Rosa DISEÑO GRÁFICO Y PORTADA Dafne Martínez
PRODUCCIÓN Claudio Peruggia Canova Tomás López Santiago SRIA. DE DIRECCIÓN Caridad Ortiz COMERCIALIZACIÓN Ann Karene del Pino
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RM, REVISTA MÉDICA DE ARTE Y CULTURA es una publicación mensual correspondiente al mes de octubre de 2017, impresa el 29 de septiembre de 2017. Producida y comercializada por Grupo Percano de Editoras Asociadas, S.A. de C.V. Rafael Alducin No. 20, Col. Del Valle, C.P. 03100, CDMX, Teléfono: 5575 96 41, Fax: 5575 54 11. Editor: Claudio Humberto Peruggia Canova. REVISTA MÉDICA se reserva todos los derechos, incluso los de traducción, conforme a la Unión Internacional del Derecho de Autor. Para todos los países signatarios de las Convenciones Panamericana e Internacional del Derecho de Autor, queda prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier sistema sin autorización por escirto del editor. El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores y no refleja necesariamente el punto de vista de los editores. Autorizada por la Dirección General de Correos con permiso No. PP09-0227. Licitud de contenido 848 y licitud de título No. 1507. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título No. 04-2008-080417034700-102. Impresa en México por Compañía Impresora El Universal, Allende No. 176. Col. Guerrero. Impresa en papel Burgo R4. Distribuida por SEPOMEX y por MAC Comunicación e Imagen, S.A. de C.V. Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial con registro No. 2797. Tiraje: 21,500 ejemplares mensuales, circulación certificada por PKF México Williams y Cía, SC.
C
ada época creó e imaginó sus propios monstruos de acuerdo con sus normas sociales, morales, políticas, religiosas. Así, a través de ellos la historia cultural construyó mitos y fábulas de resistencia. Las criaturas, gráciles o impiadosas, desbordaron sus relatos de origen y de esta forma el monstruo devino adjetivo, condición, atributo y se imprimió sobre espacios, cuerpos, subjetividades, actos y conductas. Las leyes de la naturaleza y la ciencia aportaron también lo suyo. Desde los cinocéfalos que moraban en los confines del mundo conocido hasta los fantasiosos superhéroes radioactivos que habitan más allá de la ficción, los monstruos nos han seguido acompañando y han dado forma a un imaginario que evolucionó al ritmo que marcaba la mentalidad de cada época. Por ello, los pintorescos blemias, los esciápodos o las temibles criaturas del mar que plagaban los libros de viajes y enciclopedias medievales fueron desplazándose según avanzaban los conocimientos geográficos, hasta ceder su lugar a monstruos más cotidianos, como los gigantes o los bicéfalos que animaban las cortes europeas. Debido a que en octubre comienzan las festividades de los “sustos”, en esta edición queremos acercar al lector a la figura del monstruo a través de la percepción que hemos tenido de él a lo largo de la historia, así como ofrecer una visión de conjunto que no sólo aclara qué y cómo es aquello que denominamos monstruoso, sino que, por oposición a la diferencia, nos habla también de lo que somos nosotros mismos y, muy especialmente, nos enfrenta a nuestros miedos.
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El sueño de la razón produce monstruos”
Capricho 43 de Goya
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AUNQUE LOS MONSTRUOS NO HAN PASADO DE SER INVENCIONES IMAGINARIAS COLECTIVAMENTE ACEPTADAS, EL ÚNICO, REAL Y MÁS ESPANTOSO ES EL QUE HABITA EN NUESTRA MENTE, PUES AHÍ ADQUIERE LA FORMA Y PODER QUE LE DAN NUESTROS MIEDOS.
L
a palabra “monstruo” —de moneo: advertir, o de monstro: mostrar— parece implicar que el tipo de seres a los que nos referimos llevan un cartel que dice en letras grandes “Cuidado conmigo”. Teniendo en cuenta que la sociedad se define por lo que valora y por lo que excluye, toda definición social contiene de manera implícita —o explícita— la definición de su inversa. La normalidad requiere anormalidad, los vínculos comunes circunscriben la noción de extraño, la conducta apropiada refleja el espejo invertido de lo inaceptable. La imagen convencional de nuestro ser social está rodeado de parias, de extraños, de monstruos. No sorprende en absoluto que estos últimos hayan permanecido al acecho fuera de las murallas de nuestras civilizaciones desde los más antiguos vestigios de la literatura. La idea de la anormalidad atraviesa distintos momentos histórico-culturales. Cada época creó e imaginó sus propios fenómenos y construyó de forma simultánea interpretaciones que los asimilaron, en general, a la desviación, la deformación
o el horror. La norma moral, política y religiosa estableció las características sobre las que estas definiciones y configuraciones históricas se recortaron. Las leyes de la naturaleza y la ciencia proporcionaron los límites más allá de los cuales el exceso desbordó en monstruos y monstruosidades. A través de ellos la historia cultural de Occidente construyó mitos y organizó sentidos que reflejaron el poder o fábulas que hablaron de la resistencia. A partir de éstos pensamos las diferencias (deformidades, desviaciones, gigantismos, anomalías, abyecciones) como formas de amenazas culturales. Forjar estas criaturas, conservarlas o combatirlas son atribuciones del poder. También es un monstruo el otro concebido como peligro y amenaza contra la propia identidad e integridad. Lo monstruoso, además, suele tener la connotación de prodigio, de señal. En este sentido, muestra, advierte, ostenta, interfiere, se mueve entre lo imaginario y lo real, cuestiona las formas de lo latente, evidencia las huellas de lo que trata de permanecer oculto. Como figuras de condensación simbólica han suscitado y suscitan representaciones y ficciones en las distintas artes, llegando incluso a conformar géneros y tradiciones literarios o cinematográficos que llegan a nuestros días con el mismo vigor. Interpretar nuestros monstruos desde múltiples perspectivas ayudará a entender nuestra cultura presente. LOS MONSTRUOS Y SUS EXPRESIONES
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Una cuestión de semántica
Freaks, 1932, Tod Browning. La versión original de la película fue considerada demasiado impactante para ser liberada. En ella, los "freaks" físicamente deformados son personas confiables y honorables, mientras que los monstruos reales son dos de los miembros "normales" del circo que conspiran para asesinar a uno de los artistas para obtener su gran herencia.
La palabra latina monstrum encarna todo hecho prodigioso que excede a lo natural. Ernout y Meillet definen este término como “prodigio que advierte acerca de la voluntad de los dioses, por ende, un objeto considerado sobrenatural”. En la época arcaica pertenecía al lenguaje religioso y se aplicó a toda clase de ser mitológico, ya sea animal fantástico como la hidra o antropomórfico como las sirenas o Polifemo. La palabra fue usada de manera diversa a lo largo de los siglos, incluso con connotaciones positivas. En el prólogo a sus comedias y entremeses publicadas en 1615, Cervantes recurrió a la expresión “monstruo de naturaleza” para ensalzar el extraordinario talento dramático de Lope de Vega. A partir de los conceptos de admiración, gusto del vulgo, maravilla y prodigio, diversas obras claves del Siglo de Oro, como las citadas y algunas otras, utilizan las diferentes connotaciones del término para elaborar una poética de lo extremo que no parte de la maldad o el horror, sino, por el contrario, de la excepcionalidad y la capacidad para entretener. Por otra parte, las teorías clásicas (aristotélicas, principalmente) identifican la imaginación como una de las causas principales de la monstruosidad. Para un hispanohablante de hoy día, la palabra “monstruo” trae a la mente rasgos negativos: lo temible, feo, espantoso, cruel. Sin embargo, hay una serie de características del monstruo, muy presentes en la época premoderna, que no implican un juicio negativo. Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana o española de 1611,
El verbo latino monere (avisar, dar señal de algo) evolucionó en la palabra monstruo 6
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define lo monstruoso como “cualquier parto contra la regla y orden natural,” como el “hombre [que nace] con dos cabeças, quatro braços y quatro piernas”. Junto al significado coloquial de horrible y amenazador, el monstruo es definido en el Oxford English Dictionary como alguien o algo “extraordinary or unnatural: a prodigy, a marvel”. La característica que los define no es por necesidad su maldad o ferocidad, sino el hecho de que se aparta, en un sentido u otro, de las leyes naturales. Esa “señal portentosa”, con la que un poder sobrenatural (normalmente Dios) advierte a los hombres de alguna desgracia, se encuentra en la base del verbo latino monere, avisar, dar señal de algo, cuya etimología evolucionó en la palabra “monstruo”. En su Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Joan Corominas y José Antonio Pascual analizan la palabra bajo la entrada correspondiente a mostrar: “del latín monstrum …; monstrare es derivado de monstrum ‘prodigio’, que a su vez parece serlo de monere ‘avisar’”. El carácter demostrativo, señalador del monstruo se refleja por lo tanto en su propia etimología. Avisa de algo, es un portento que sirve de señal, que llama la atención sobre algo de una manera dramática y misteriosa. Junto a esas connotaciones de monere, además, encontramos la de “mostrar” que De Covarrubias recoge en su Tesoro: “Monstro: latine monstrum, a monstrando, quod aliquid significando demonstret”. Y lo mismo en el Diccionario de autoridades, donde como segunda acepción de la pala-
bra (junto a la noción más negativa de feo y temible), se dice lo siguiente: “cualquier cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea. Lat. Monstrum, Portentum”. Para David Williams y Claude Kappler, dos estudiosos del tema en la Edad Media, la palabra proviene del latín monstrare, mostrar, lo que es digno de ser visto. En otras palabras, es un prodigio o portento (ya sea en sentido negativo o incluso positivo) que merece verse y/o ser interpretado como señal de algo; es lo digno de contemplarse por excepcional, raro o profético. Así lo define ya Enrique de Villena en el siglo XV: “... [es la] cosa vista no acostumbrada de ver”, marcando el aspecto visual de un ser extraordinario que despierta curiosidad y admiración. Bien como aviso o señal (monere) o sólo como algo digno de verse (monstrare), lo monstruoso entra en estrecha
relación con otras dos palabras fundamentales y de connotaciones muy positivas para la teoría artístico-literaria del Siglo de Oro: la maravilla (mirabilia) y la admiración (admiratio), ambas vinculadas en su etimología al acto de “mirar.” Como explica Claude Kappler, estas palabras se derivan del latín mirari, el cual, como monstrum y portentum, “expresa el asombro, la sorpresa, el gusto de lo nuevo y lo extraordinario”. La noción de lo monstruoso no puede, entonces, limitarse a sus connotaciones negativas. Una verdadera retórica de la monstruosidad intenta encontrar una coherencia a ese discurso límite, contradictorio, que se desvía de lo normal y desafía las leyes, tanto naturales como literarias, para mostrarse con libertad total ante un público ávido de enfrentarse con sus miedos, así como de ser sorprendido, de admirarse.
No siempre el monstruo es una criatura repugnante: las sirenas, aunque mitad pez, tenían el poder de seducir con su belleza a los hombres
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Ser o no ser (monstruo)
Monstruo: Infracción al derecho humano y al derecho divino, es decir, a la fornicación, en los progenitores, entre un individuo de la especie humana y un animal. Fruto de la unión de sodomitas y ateos, de esta mezcla nacen semihombres y semibestias. (Paré, 1617). Monstruo: Violación de las leyes de la sociedad y también de las leyes de la Naturaleza. (Foucault , 1975). Monstruo: Esencialmente la mezcla de reinos, de especies, de individuos, de sexos : un hombre con cabeza de pájaro; un cordero con cabeza de chancho; el que tiene dos cabezas y un cuerpo; el que es a la vez hombre y mujer. (Enciclopedia Larousse, 1980)
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El mundo está compuesto de monstruos y de idiotas”
Ortega y Gasset
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Aristóteles o Plinio el Viejo constituyeron durante toda la Edad Antigua autoridades incuestionables en la descripción de los seres que pueblan tierra, cielo y mar, en lo que a grandes rasgos se denomina historia natural. Sin embargo, a sus páginas se asoman bestias que parecen más producto de la imaginación que de la observación, y cuyas caracterizaciones escapan a lo que hoy consideraríamos racional. Este es el punto de partida de la teratología, denominación derivada del griego téras, palabra genérica para designar a los monstruos entendidos como manifestaciones extraordinarias de la naturaleza. Durante siglos, estos seres, al igual que los portentos o los prodigios, tenían la misión de “advertir”. Eran signos con un significado oculto que era necesario descifrar. En la antigüedad clásica ese significado estaba ligado al presente pero, poco a poco, el prodigio se convirtió en un signo proyectado hacia el futuro, un aviso de lo que está por venir. Si hacemos caso a Tito Livio, por ejemplo, cuando estalla una guerra civil o cuando el enemigo está a las puertas de la ciudad, aparecen prodigios diversos, como la lluvia de sangre, las estatuas que sudan, la duplicación del sol y la luna o, en ocasiones, el nacimiento de hermafroditas o seres híbridos, diferentes al fin y al cabo a los que es necesario sacrificar como expiación por los pecados humanos. Nunca ha dejado el hombre de sentirse atraído por estos fenómenos sobrenaturales que subvierten las categorías naturales “legítimas”. Están presentes en la historia y la prehistoria, en mitos y religiones, en el arte y en las culturas más dis-
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pares. Se representan en los capiteles de iglesias textos vemos que, a pesar del conocimiento real y en las miniaturas de los códices. Los tenemos de algunos seres ya no tan exóticos, como el elepresentes en la Biblia, en los libros orientales, en fante o el hipopótamo, se mantienen prejuicios Homero, en el Bosco. Sin embargo, a partir de y consideraciones transmitidas por la tradición la Edad Media estos fenómenos parecen mucho escrita y que no tienen fundamento experimenmás próximos a la realidad tal alguno. Por ejemplo, aún cotidiana; ya no son leyen- Los bestiarios se con el siglo XVII bien entrado das o mitos de tiempos padesarrollaron se sigue explicando que la sados, cantados por poetas, salamandra es un ser nacido en Europa sino historias cercanas de del fuego: como Aristóteles alrededor de alguien que dice que los ha lo había afirmado, el peso de visto con sus propios ojos. la autoridad, con la teoría de los siglos XI y Aquí es necesario hacer los cuatro elementos básicos, XII, copiando una distinción. Por un lado tierra, agua, fuego y aire, era podemos hablar de “monstodavía superior a la observael estilo de truos posibles”, bien sean ción empírica. las historias animales exóticos que resulPropias del bestiario son naturales del tan asombrosos a los ojos de creencias como las de que los quien no los conoce, la jirafa periodo clásico elefantes no tienen rodillas, o el cocodrilo, por ejemplo, o que los unicornios se duero bien seres con deformaciones físicas, herma- men ante una doncella virgen, o que los castores froditas, siameses, por ejemplo. Por otra parte se castran cuando los persiguen los cazadores, están los animales legendarios, como el fénix o como nos cuenta este bestiario catalán: “El casel basilisco, o los híbridos imposibles, como el tor es una bestia que tiene un miembro de gran centauro, o el árbol que da pájaros o corderos. virtud, esto es, sus cojones; y cuando este castor Sin embargo, en la mentalidad de la época, esta es cazado por los hombres, y él ve que los canes distinción no se consideraba tan obvia. lo alcanzan, él conoce la razón por la que es tan En la más antigua literatura de viajes, los codiciado, toma sus cojones con los dientes y se personajes se encuentran con seres extraordi- los arranca y los tira al suelo”. narios, unos con cabeza de perro —los cinocéEl bestiario desaparece con el tiempo: falos—, otros con un solo pie descomunal —los los poetas aprovecharán el simbolismo esciápodos—, y otros de tamaño gigantesco animal para trasladarlo a las relaciones o diminuto —gigantes y pigmeos—: son seres eróticas; por otro lado, los libros de viajes extraídos de los bestiarios medievales y de las vienen a ocupar su lugar en la descriptradiciones locales, manifestaciones que forman ción de seres extraños. El auge de escriparte de un mundo regido por leyes distintas a tores viajeros se produce entre los siglos las de nuestra realidad común. El género del bes- XIII y XVI, y las narraciones del lejano oriente tiario se desarrolla en Europa alrededor de los primero, y del nuevo mundo después, llenan las siglos XI y XII y es el resultado de una revisión de las historias naturales del periodo clásico, enriquecidas con elementos de la tradición oriental y generalmente con una lectura simbólica de índole moralizante. Si analizamos con detenimiento estos 12
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bibliotecas de seres diversos. Algunos llegan a y bufones de Velázquez; y en general ser viejos conocidos de los que todo el mundo a toda una serie de personajes que habla; es el caso del pájaro Roc, que llevó a Sim- acudían a la corte atraídos por la fama bad entre sus garras, y del que Marco Polo llegó Las relaciones de sucesos maravia ver una pluma; o también el peje Nicolao, un llosos habían nacido con una voluntad simple mortal tan enamorado del mar que un testimonial, y por tanto adoptaban la día se lanzó a las olas para vivir siempre entre los forma de carta o noticia, casi siempre sepeces, apareciendo tan sólo para advertir a los guida de los adjetivos “verdadera” o “verídica”, y marineros de las desgracias del mundo. con testigos que avalaban esta afirmación. A lo Todos estos prodigios, los largo de los siglos XVI y XVII, posibles y los inverosímiles, En la antigüedad fueron adoptando la estrucconservan esa cualidad de tura del romance, lo que perse creía que signo que se debe descifrar y mitía a los ciegos integrarlas la fornicación encierran asimismo la doble en su repertorio cantado entre un ser por plazas de ciudades y enseñanza que no debemos pueblos. Con el siglo de las olvidar: que cualquier aconhumano y un tecimiento extraordinario es luces desapareció de manera muestra de la grandeza divi- animal producía progresiva esta literatura de na, y que su aparición tiene monstruos y que superstición, que vino a ser como fin advertirnos de los sustituida por la narración el nacimiento de errores humanos. Con esta de crímenes truculentos e seres híbridos doble premisa, no es de exhistorias de bandoleros. El monstruo resurgió a través trañar, pues, que hacia finales era aviso de del siglo XVII en España, con de la literatura fantástica en catástrofes todo un reino pendiente de la forma de cuento gótico; pero inminentes complexión enfermiza y del eso fue ya en el romanticislastimoso estado de Carlos II mo. En cuanto al monstruo humano, producto de una malformación, será el Hechizado, se reavive de manera considerable el interés por el género de los monstruos huma- exhibido en ferias y circos hasta nuestros días, nos. Recordemos por ejemplo a la giganta Euge- en que ocupa, en sus formas más inverosímiles, nia, pintada desnuda por Carreño o a los enanos los programas de la televisión. El origen sagrado del monstruo no se puso a discusión sino hasta la Edad Moderna, en la que el secularizado mundo del Iluminismo lo definió como “aquello que nosotros no somos”. En El monstruo en la máquina, Zakiya Hanafi repasa las tres tradiciones más conocidas acerca de estos seres en la cultura occidental: la de la filosofía natural o ciencias naturales (el monstruo concebido como un hecho de la naturaleza); la tradición mágica (como prodigio) y la maravillosa (como curiosidad o milagro), hasta que aparecen nuevas actitudes como el modo descriptivo y el 14
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manipulativo, por ejemplo, en la novela gótica de mundo, con Satán y otros demonios: la otredad los siglos XVIII y XIX, en la que la monstruosidad se percibe como mala y diabólica. de personajes como Frankenstein, Drácula, Dorian Todorov estudia la literatura fantástica en profundidad y divide los relatos de monstruos Gray o Mr. Hyde está representada como una alteración de la realidad y producen un efecto de en dos categorías: los que tratan los temas del identidad negativa: los monstruos de la ficción gó- yo y del no yo. En los primeros, representados tica son todo lo que el hombre no es y no debe ser. por las historias de Frankenstein, La isla del Dr. La fealdad del monstruo se explica dentro Moreau o El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de la tradición occidental que une la belleza la amenaza está en el hombre mismo, el peligro con lo visible, con las formas parte del conocimiento o de El monstruo externas: para Platón y sus la racionalización excesivos, seguidores, la hermosura de o se produce por la mala puede ser el aplicación de la voluntad un cuerpo es el reflejo de una otro concebido humana. En cambio en los belleza ideal y una expresión como peligro y de la bondad. La modernidad segundos, tal como se puede fue testigo de una tradición amenaza contra ver en Drácula de Bram Stocker, La metamorfosis de Kafka neoplatónica que unió lo físila identidad co con lo interior, un tipo eso en la película La noche de los pecial de virtud, por lo tanto muertos vivientes, el peligro e integridad proviene de una fuente exla fealdad del monstruo pasó propia a asociarse con la maldad y la terior y se encadena en una manifestación de oscuros designios e intenciones. secuencia de invasión, metamorfosis y fusión. El A partir de la literatura gótica, lo monstruo- efecto de la literatura fantástica está estudiado so se relacionó también con lo innombrable, con extensamente por Freud en Lo siniestro (1915): “… aquello que no puede ser identificado, lo que está indudablemente relacionado con lo pavoroestá en un área de no significación o que no se so, lo que despierta espanto y horror (…) y tiende a ve, como el temible ser que protagoniza El Horla coincidir con lo que excita el miedo en general”. El de Maupassant y la mayor parte de las criaturas monstruo es el producto de nuestro inconsciente: antiguas y nefastas de los cuentos de Lovecraft. la mayor evidencia es que dos de Son temas góticos por excelencia la dialéctica los más famosos de la modernientre lo que se ve y no se ve, el enclaustramien- dad —Frankenstein y Mr. Hyde— to (castillos con pasadizos secretos, mazmorras, se originaron en sendas pesadillas emparedamientos), el dualismo. confesadas por sus creadores, Mary Este tipo de criatura es la amenaza, por un Shelley y Robert L. Stevenson. proceso más metonímico que metafórico: no Así como la literatura fantástica sustituye una cosa por otra sino que se convierte se ha ocupado del monstruo que es lentamente en esa otra cosa deslizándose dentro el resultado de las transformaciones de los personajes, metamorfoseándose en ellos, del cuerpo humano (tal como sucetal como los vampiros cuando beben la sangre, o de en Drácula, Jekyll o La araña negra el Dr. Jekyll con su brebaje y Dorian Gray con su de Gotthelf) también se ha detenido retrato. Todo monstruo refleja una relación difícil en relatar la monstruosidad de las partes que los seres humanos tenemos con el mundo o del cuerpo que cobran vida de forma indepencon los otros, una tendencia a identificar a los que diente, como sucede en La mano de Maupassant, nos rodean con el mal, con las fuerzas del otro La nariz de Gogol o El pecho de Philip Roth.
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De nacimiento: monstruo
Hay quienes realizan una distinción entre monstruo como categoría perteneciente al dominio de la fantasía y del mito y monstruosidad, que designaría una categoría sujeta a la legítima investigación científica, relevante dentro de las leyes naturales. Los monstruos serían construcciones a partir de creencias y temores específicos de varios periodos históricos. Por ejemplo, entre los horrores modernos podemos encontrar a los asesinos seriales, muchos de ellos ejecutores además de prácticas sexuales perversas, que son percibidos por la sociedad como una amenaza por su excesiva “otredad”. El monstruo no nace y se desarrolla ante nuestros ojos sino que irrumpe con una completa constitución negativa y degradada desde el principio: la enorme soberbia de Luzbel nos hace olvidar que fue ángel antes que demonio, así como esa criatura que abre los ojos amarillentos en una camilla ante Frankenstein es una descomunal aberración hecha con trozos malamente cosidos de cadáveres; y la primera vez que nos cruzamos con Mr. Hyde acaba de pisotear a una niñita…Un monstruo animal, como Moby Dick o el habitante del Loch Ness, es una especie que consiste de un solo individuo. Y cuando hay monstruo, es infalible que haya un cazador obsesionado con él: su sombra, su gemelo humano, su némesis. La muerte del monstruo es la extinción de su especie, y las novelas de monstruos son el relato de una extinción. Por ser único, el monstruo no puede reproducirse, pero compensa su soledad con una diabólica capacidad de reproducirse en un medio ajeno a la naturaleza, como imagen o signo o miniatura. Nadie que lo haya visto, así sea una
sola vez, podrá olvidarlo, ni resistirá la tentación de contarlo o pintarlo. Por eso el escritor César Aira dice que los niños aman a los monstruos: porque con ellos se hacen los mejores juguetes. La fascinación que ejercen los dinosaurios sobre la infancia deriva de un perfeccionamiento formidable e irrepetible de este mecanismo. Los dinosaurios cubrían el mundo, eran una pintoresca sociedad organizada y jerarquizada, y se extinguieron: al escapar a los ciclos de la reproducción sustancial multiplicaron su potencia de reproducción formal. Hay que llegar a adulto para percibir toda la melancolía del monstruo, insiste Aira. Nos hemos acostumbrado a las respectivas ideas de la muerte de los individuos y la extinción de las especies, pero cuando se dan conjugadas no hay consuelo. Y sin embargo, siempre hay consuelo; porque el adulto puede llevar un paso más allá su propia evolución y hacerse artista; entonces vuelve a amar al monstruo, que es su personaje favorito, el único en el que puede desplegar todo el vigor y la riqueza de la imagen. Se mimetiza en una fecunda identificación, y su poder de reproducción se desplaza a los mundos imaginarios.
Los asesinos seriales son nuestros monstruos modernos, percibidos por la sociedad como una amenaza por su excesiva “otredad” 18
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EL REINO ANIMAL ES SIN DUDA LA CANTERA MÁS GRANDE DE LA QUE SE SURTE LA FÁBRICA DE MIEDOS. POR ANTONOMASIA, LOS MONSTRUOS ZOOMORFOS SON HÍBRIDOS DE DOS O MÁS BESTIAS CON EL PODER DE POBLAR LOS CIELOS, LAS TIERRAS Y LAS AGUAS EN LA FANTASÍA HUMANA.
Leviatán y otros monstruos marinos
En la Biblia aparece seis veces un curioso personaje llamado Leviatán. No se sabe con certeza qué significado tiene esta palabra, pero su raíz da la idea de algo sinuoso, o que forma pliegues como si fuera una cinta o una guirnalda. Rahab, traducido como el “acometedor”, parece tener una significación similar. Según Job 3: 8 y Salmos 104: 24, 26, estos animales son seres acuáticos de grandes proporciones que serpenteaban en las aguas donde navegaban los barcos. Las tradiciones judías medievales adornaron estas menciones con referencias del lejano oriente. Narran que de su boca salía fuego y que su nariz humeaba. Sus ojos irradiaban luz brillante y vagaban a voluntad sobre la
superficie del mar, dejando una estela resplandeciente a su paso. Ninguna de las armas del arsenal humano podría traspasar sus gruesas escamas. Otra versión cuenta que cuando Dios creó a los peces permitió a Leviatán, monstruo de muchas cabezas, gobernar al mundo marino sentado sobre una enorme piedra; solo el ángel Jahoel pudo domesticarlo. En el caos primitivo, Dios le dio muerte tanto a Leviatán como a Rahab. Esto nos recuerda a varios mitos babilonios en los que encontramos al dios Marduk venciendo al caótico monstruo Tiamat. En Ezequiel 29:3 y 32:2, para designar a esta culebra gigante, se usa el término “Tan-min”, de la raíz acadia
El mar es la máquina creadora de monstruos por antonomasia, pues en su soledad los hombres se enfrentan a sus miedos
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Tiamat y del árabe Tahama, que significa “hediondo”. Este concepto pudo haber sido generado por el fenómeno del hallazgo de una ballena varada y en descomposición después de muerta. Por último, hay textos bíblicos que hablan de Leviatán y de Rahab como cocodrilos; por ejemplo, la descripción que se halla en Job 41: 1-34. A este reptil se le relaciona de manera simbólica con Egipto. En una estela en honor a Tutmes III se lee: “Permití (a los pueblos vencidos) contemplar vuestra majestad en el aspecto de un cocodrilo temido en las aguas, a las que ningún hombre se atreve a acercarse”. Estos reptiles eran adorados en toda la cuenca del Nilo, sus momias se han encontrado en varios cementerios comunes. Según Plutarco, se creía que ponían huevos en el punto exacto donde acontecería la próxima crecida del Nilo. Estos “monstruos” han sido vistos en Palestina hasta el siglo XIX. El Behemoth también era un animal temible, como Leviatán, pero anfibio. Según las tradiciones, pastaba en el país de las mil montañas y bebía del río de Edén. A este ser fabuloso, se le relaciona con el hipopótamo. Diodoro y Plinio hablan de él considerándolo similar al cocodrilo. Herodoto cuenta que el hipopótamo era adorado en Egipto como la esposa de Set, el enemigo de Osiris, ya que causaba cuantiosos daños a las cosechas; quizá por ello, para la época romana estaba casi extinto.
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Las serpientes son animales monstruosos tanto en la literatura griega como en la de varios pueblos del Oriente Medio. En Grecia, a Océano, a quien Hesíodo hace el mayor de los titanes, se le representaba por medio de este animal rodeando la Tierra, como si ocupara un lugar intermedio entre la misma y el firmamento. En las monedas de Tiro y los sellos hititas, los grabados muestran serpientes de siete cabezas, similares a la Hidra griega y a la imagen bíblica del Salmo 74. No nos olvidemos de la serpiente más famosa de toda la Biblia, la que encarnando al demonio tentó a Eva y a Adán en el Jardín del Edén.
El Leviatán, monstruo acuático bíblico, perseguía a los barcos arrojando fuego de su boca mientras sus ojos irradiaban luz brillante. Se cuenta que sólo el ángel Jahoel pudo domesticarlo.
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Dragones
Este gigantesco ser vigilante y volador es común en casi todas las mitologías. El nombre viene del latín draco y este del griego drakon, “víbora” o “serpiente”. Es un animal fantástico que aparece en diversas culturas en todo el mundo. Se le representa como una gran serpiente o lagarto escamado (o emplumado en América), provisto de alas de murciélago y que escupe fuego por la boca. Los chinos (o Longs), los japoneses (o Ryûs) y los coreanos son vistos por lo general como benévolos (en el Himalaya representan la buena suerte), mientras que los europeos son considerados malévolos. Sin embargo, estos últimos no están restringidos a Europa y aparecen también en la mitología persa, tal es el caso del Azi Dahaka. Entre los romanos, era considerado un símbolo de poder y sabiduría. La mitología germana incluye al dragón entre las fuerzas del inframundo. Se alimenta de las raíces de
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Yggdrasil, el fresno sagrado en el que moran los dioses. Para los celtas, era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos. Entre los celtas de Britania fue símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de guerra. Para la mitología eslava, el dragón era una de las formas que adoptaba el dios Veles, señor del Mundo Subterráneo, adversario de Perún, dios del trueno. En el simbolismo medieval eran a menudo representaciones de la apostasía, la herejía y la traición, pero también de cólera y envidia, y presagiaban grandes calamidades. A menudo significaban la decadencia y la opresión, aunque sirvieron también como símbolos para la independencia, el liderazgo y la fuerza. Los colores frecuentemente determinaban el simbolismo. En las etapas del viaje del héroe, representaron el temor. Muchos dragones se presentan también como la encarnación de la sabiduría, por lo que en esas tradiciones matar a uno de ellos no sólo daba acceso a sus riquezas sino también significaba que el caballero había vencido a la más astuta de las criaturas. Célebres enfrenamientos son los de Gilgamesh, Beowulf y san Jorge. El cristianismo lo vincula con el mal en el Apocalipsis de San Juan.
IMAGINARIO BORGIANO
Jorge Luis Borges, en El libro de los seres imaginarios, dice que en el dragón hay nueve semblanzas: sus cuernos se parecen a los del ciervo, su cabeza a la del camello, sus ojos a los de un demonio, su cuello al de la serpiente, su vientre al de un molusco, sus escamas a las de un pez, sus garras a las del águila, las plantas de sus pies a las del tigre y sus orejas a las del buey. Algunos hay que en lugar de orejas tienen cuernos, pero oyen bien, es muy posible que a través de éstos. Sus huesos, dientes y saliva tienen virtudes medicinales. Puede ser visible o invisible a voluntad. En la primavera sube a los cielos, en otoño se sumerge en el mar. Hay dragones celestiales, que llevan en sus lomos los palacios de los dioses; divinos, que rigen los vientos y las lluvias; terrestres, protectores de arroyos y ríos y, por último subterráneos, guardianes de tesoros...
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Las gorgonas
Según la mitología griega las gorgonas eran tres hermanas monstruosas llamadas Esteno, Euríale y Medusa. De ellas, la tercera era mortal, las otras dos inmortales. Todas tenían el mismo aspecto espantoso: las serpientes se enroscaban por encima de sus cabezas y alrededor de sus cinturas, poseían alas, garras y unos afilados colmillos. Ellas formaban una de las tríadas de antiguas deidades terrestres, que consistían en las tres núbiles Hespérides, que eran tres peligrosas “reinas” y las tres viejas o Greas: tres versiones de la misma diosa triple. Su mítica existencia está estrechamente vinculada a la del héroe Perseo, hijo de Zeus y Dánae, que dio muerte a Medusa. Para Homero, la gorgona es desconocida como figura mitológica, es sólo una cabeza fantasmal que vive en el Hades, tal como se dice en la Odisea. También es la imagen que aparece en el centro de los escudos.
Medusa, por Caravaggio. Este ser tenía una cabellera de serpientes que se enroscaban por encima de su cabeza; además poseía alas, garras y unos afilados colmillos.
La quimera
En la mitología griega, Quimera es el nombre de un monstruo mítico con partes de cabra, león y serpiente. Era una criatura horrenda, hija de Tifón y Equidna, que vagaba por las regiones de Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo rebaños y animales. Fue madre, con Ortro, de la Esfinge, el León de Nemea y la Hidra. La descripciones varían desde aquellas que dicen que tenía el cuerpo de una cabra, los cuartos traseros de una serpiente o un dragón y la cabeza de un León, hasta las que afirmaban que tenía tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío, que le salía del lomo, y la última de dragón, que nacía en la 26
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cola. Todas las descripciones coinciden en que vomitaba fuego por una o más de sus cabezas. Era sumamente rápida. Fue derrotada al final por Belerofonte con la ayuda de Pegaso, el caballo alado, a las órdenes del rey Lobates de Licia. Hay varias descripciones de su muerte: algunas dicen que la atravesó con su lanza, mientras otras que cubrió la punta de ésta con plomo que se fundió al ser expuesto a la ardiente respiración de Quimera y por tanto la mató. En la mitología judaica es una criatura compuesta a partir de otras pero con un espectro más amplio. Este concepto ha sido usado para diversas narraciones; por ejemplo, en la película The Relic.
Monstruos vs. Hércules
En un ataque de locura provocado por Hera, Hércules o Heracles mató a sus propios hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Cuando recuperó la cordura y advirtió lo que había hecho se aisló del mundo, marchándose a vivir solo a las tierras salvajes. Fue hallado por su hermano Ificles y convencido de que visitase el oráculo de Delfos en penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo una serie de diez trabajos que dispusiera Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba. Aunque se suponía que sólo tenía que realizar diez trabajos, la ayuda de amigos y de su sobrino Yolao hizo que tuviera que sufrir más. Euristeo no tuvo en cuenta el trabajo de la Hidra (donde Yolao le ayudó) ni el de los establos de Augías (porque se le pagó a cambio o, según otras versiones, porque fueron los ríos quienes hicieron el trabajo), por lo que ordenó dos más, haciendo un total de doce. Siguiendo el orden tradicional de los trabajos, nos detendremos para detallar aquellos en los que derrotó a monstruos:
Matar al león de Nemea y tomar su piel El animal había estado aterrorizando los alrededores de Nemea, y tenía una piel tan gruesa que resultaba impenetrable a las armas. Cuando Heracles se dirigía a cazarlo se hospedó en casa de Molorco, partiendo después hacia la guarida de la fiera. Cuando se enfrentó a él por primera vez, usando su arco y sus flechas, un garrote hecho de un olivo (que él mismo había arrancado de la tierra) y una espada de bronce, todas las armas resultaron inútiles. La morada del león tenía dos entradas: Heracles lo azuzó hasta que el animal penetró en ella, taponó una de las entradas y acorralándolo por la otra lo atrapó y estranguló metiéndole un brazo por la garganta hasta asfixiarle. (En algunas variantes, Heracles estrangulaba realmente a la bestia.)
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Matar a la hidra de Lerna En la mitología griega, este personaje era un antiguo y despiadado monstruo acuático ctónico con forma de serpiente policéfala (cuyo número va desde cinco hasta cien e incluso diez mil, según la fuente) y aliento venenoso. Su guarida era el lago de Lerna en el golfo de la Argólida (cerca de Nauplia), si bien los arqueólogos han confirmado que este sitio sagrado es anterior incluso a la ciudad micénica de Argos, pues fue el del mito de las Danaides. Bajo sus aguas había una entrada al Inframundo que la Hidra guardaba. Ella era hija de Tifón y la Equidna, o en otras versiones, de la Quimera. Fue criada por Hera bajo un plátano cerca de la fuente Amimone en Lerna. Se decía que era hermana del León de Nemea y que por ello buscaba venganza por la muerte de éste a manos de Heracles.
Capturar a la cierva de Cerinia
Capturar al jabalí de Erimanto
Limpiar los establos de Augías en un día
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Matar a los pájaros del Estínfalo En la mitología griega eran unas aves con plumaje de bronce que poblaban la región y el bosque alrededor del lago homónimo. Euristeo encomendó entonces a Heracles que acabase con la amenaza de dichas aves, como parte de Los doce trabajos, ya que en ocasiones atacaban al ganado o a la población. Heracles se dirigió al lago, y ahí se encontró desolado pues la misión era muy difícil de completar: las aves eran demasiadas para sus flechas y su legendaria fuerza no le servía de nada. Entonces apareció Atenea y le socorrió dándole un cascabel (o una campana) de bronce y le mandó a que lo tocara desde una colina elevada; al hacerlo las aves asustadas emprendieron vuelo y nunca más se les volvió a ver en el bosque y el lago.
12 Capturar al toro de Creta
Robar las yeguas de Diomedes
Robar el cinturón de Hipólita
Robar el ganado de Gerión
Robar las manzanas del jardín de las Hespérides
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Capturar a Cerbero (en griego demonio del pozo), el can infernal En la mitología griega también conocido como Can Cerberos, era el perro de Hades, un monstruo de tres cabezas (aunque a veces se decía que teníacincuenta o cien) con una serpiente en lugar de cola e innumerables cabezas de serpiente en el lomo. Esta criatura guardaba la puerta del Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Era hijo de Equidna y Tifón, y hermano de Ortro. La existencia de un perro infernal en la entrada de los infiernos parece que ya estaba presente en la mitología indoeuropea original, pues aparece en ella casos como el del perro ensangrentado Garm en Escandinavia. Cerbero fue derrotado varias veces: la última prueba de Heracles fue capturarlo. Existen varias versiones al respecto: Orfeo usó su música para calmarlo y dormirlo; Hermes logró dormirlo usando agua del río Lete; en la mitología romana, Eneas lo adormeció usando tortas de miel con una droga y en una historia romana posterior, Psique también lo durmió del mismo modo que Eneas.
Moby Dick
La ballena blanca reconocible por su color, tama- único que ella. La existencia de Moby Dick, la ño, marcas físicas, por su extraordinaria maldad “real” cuando asoma a la superficie de la novee inteligencia y hasta por los arpones que toda- la, es sin duda secundaria, confirmatoria de su vía lleva clavados en su cuerpo, es el monstruo leyenda. Como tal, no puede sobrevivir sino en que se convierte en la razón de ser del capitán la aniquilación, a la que arrastra a quien la hizo Ahab desde que lo mutiló. Su origen es bíblico, su único objeto de pensamiento, su mejor idea. como el del famoso Leviatán, y el nombre “ba- Ahab vive pendiente de que su idea cristalice, y llena” proviene nada menos que del dios fenicio lo único que sabe es que sucederá cuando menos Baal, el “señor”. En el libro de los Reyes 18.18, el lo espere. Para sostener este suspenso, Melville despleprofeta Elías reprocha al rey Ahab haber roto los mandamientos del único Dios para seguir a gó la escena sobre el plano misterioso del mar, Baal como forma de complacer a su esposa feni- superficie y volumen a la vez. Al mar van los hombres (o iban), según lo excia Jezabel: de este fragmento plican las primeras páginas del de la Biblia toma Melvill a los El Tiamat era libro, cuando el sinsentido de nombres de sus protagonistas, un monstruo la vida se les hace insoportable. y su significación simbólica: el babilonio El mar es la máquina creadora hombre, rey de la naturaleza, que se deja llevar a la destrucde monstruos por excelencia, en forma de ción en búsqueda de su propio pues a él van sólo hombres, sin culebra gigante demonio personal. mujeres: en el mar los homy hedionda. La gran ballena blanca bres se apartan de la especie y ¿Se trató en funciona como un objeto de se condenan a ser individuos amenazados por sus miedos deseo y obsesión y constituye realidad sólo por reflejo a Ahab, no menos por toda la eternidad. de una ballena muerta y en descomposición?
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HAY MITAD HOMBRE Y MITAD BESTIA; OTROS ESCONDIDOS BAJO UNA APARIENCIA COMPLETAMENTE HUMANA; TAMBIÉN ESTÁN LOS MUERTOS QUE HAN COBRADO DE NUEVO LA VIDA, PERO EL MÁS TEMIBLE DE TODOS ES SIN DUDA ESE MONSTRUO QUE PUEDE DESPERTARSE EN CADA UNO DE NOSOTROS.
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El hombre-lobo o lobisón
En leyendas de todo el mundo hay animales monstruosos o malignos que tienen la facultad de convertirse en personas para atrapar a sus víctimas, así como la capacidad inversa, seres humanos que adoptan libremente la forma animal por un pacto con el diablo, por ejemplo el gato negro familiar de las brujas, o el tigre gente americano. El lobisón americano (del portugués lobis-homem) es el que tiene la transformación más injusta, si se quiere, porque nace con esa “maldición”. La leyenda atribuye esta desgracia al hecho de ser séptimo hijo varón: en noches de luna llena, o para mayor complicación los viernes e incluso
algunos martes, estos desgraciados se recubren de pelo, desarrollan garras, comienzan a caminar en cuatro patas y a buscar cadáveres y estiércol de gallinas para alimentarse. La creencia dice que, aunque no ataca a seres vivos, genera mucho temor. Para matarlo hay que atacarlo con un cuchillo o una bala bendecida en siete iglesias, disparando a la sombra y no al bulto. Las cadenas no lo mantienen sujeto, pero sus madres suelen atarlos con lana para que no salgan de correrías. Si alguien roba sus ropas cuando están transformados, no recuperan el aspecto humano nunca más.
Los muertos vivos
En nuestros miedos más profundos, y desde la más remota antigüedad, la muerte no constituye frontera alguna entre vivos y muertos. Así, el difunto se podía aparecer a los vivos sin que éstos lo desearan. Muchos “aparecidos” hacían sus incursiones en el mundo real con el fin de vengarse, podían ser mensajeros del “más allá” o presentarse a sus familiares para hacerles un pedido —la mayoría de las veces se trataba de oraciones o misas para acortar su estancia en el Purgatorio—. En otras ocasiones, en cambio, los vivos conjuraban las almas de los muertos, práctica que nos introduce en el mundo de la nigromancia. La misma fue condenada con dureza en la Edad Media ya que, mediante ella, no sólo se podía convocar el alma de los no vivos sino, también, al demonio. Sus objetivos eran varios: adivinación, creación de ilusiones, influencia en las mentes o sentimientos de otras personas. La literatura medieval —sobre todo, eclesiástica— ha dejado muchos ejemplos de esta práctica, ejemplos en los cuales los clérigos aparecían como sus principales practicantes.
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El golem, un monstruo servicial
Según la tradición cabalística, el golem (palabra que significa “sustancia incompleta”) es una criatura hecha de arcilla que recibe vida gracias a la aplicación de ciertas letras que deletrean el nombre secreto de Dios o la palabra hebrea que significa “verdad”. El Salmo 139, en palabras que podrían haber sido dichas por la criatura de Mary Shelley, dice: “Mi sustancia conocías cabalmente, y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo formado en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra. Mi sustancia tus ojos la veían pese a ser imperfecta (golem); y en tu libro están inscritos todos los días que han sido señalados, sin que aún exista uno solo de ellos”. Varias leyendas medievales cuentan la historia de esa creación. La más antigua dice que un sabio rabí creó a un hombre y lo envió al Rabí Zera. Éste le habló, pero la criatura no respondió: “¿Fuiste hecho por uno de los compañeros?” —dijo finalmente el rabí. —Entonces, vuelve a tu polvo”. La criatura obedeció. Otra habla de un sabio rabino que, contemplando en los hombres la maravillosa obra de Dios, quiso él mismo crear vida, para lo cual amasó un hombre de arcilla y le insertó el secreto nombre de Dios escrito en una pieza de papel (algunas versiones dicen que en la boca, en la oreja o en un amuleto que colgaba
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“Mi sustancia conocías cabalmente, y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo formado en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra. Mi sustancia, tus ojos la veían pese a ser imperfecta” (golem) —Salmo 139— de su cuello) o le dio vida por medio de un encantamiento de plegarias, o consiguió animarlo cuando le inscribió la palabra emet (que significa “verdad” o “vida” ) directamente en la frente. La leyenda da también variadas explicaciones de por qué lo hizo, como una demostración de la maestría del creador, o para explicarle a un rey pagano los peligros de la idolatría, e incluso hay una versión que sostiene que el monstruo fue creado como un sirviente o una forma de protección para la comunidad contra el antisemitismo. O bien porque la criatura se rebeló, o porque ya no fueron necesarios sus servicios, se dice que fue destruida removiendo la primera letra de la palabra sagrada emet para que quedara formada met, que significa muerte. La más famosa de estas leyendas, que sirvió como base a la novela de Gustav Meyrink, El golem (1915), y sólo cinco años más tarde a la película, cuenta sobre la criatura del Rabí Löw ben Bezulel de Praga, en el siglo XVI, quien creó un sirviente de arcilla. Se inicia una tradición que luego seguirían otros monstruos, cuando la creación enloquece y amenaza a su creador. El Rabí deshace el hechizo según cuenta la leyenda, y los que visitan Praga son conducidos al lugar exacto de la creación.
LA FIGURA DEL VAMPIRO SUPONE LA PROYECCIÓN PSICOLÓGICA DE DOS DESEOS DEL HOMBRE: LA VIDA ETERNA Y LA LIBERACIÓN DE SUS OBLIGACIONES SOCIALES
La palabra proviene de la voz serbia wampira (wam = sangre y pir = monstruo) y designa a un muerto que regresa —de acuerdo con leyendas de la Europa central— a alimentarse con sangre o incluso carne de los vivos, en especial de aquellos que en vida estuvieron cercanos a él. Bernard, en su Diccionario de lo insólito y de lo fantástico define al vampiro como una persona atormentada por una necesidad mórbida de sangre y que la absorbe de forma orgánica, ya sea bebiéndola directo de las arterias o por un proceso sutil. 38
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Estas características se observan en la literatura sobre estos monstruos: haber sido en algún momento humanos y absorber la sangre, o sea, la energía vital de otros seres más o menos de manera directa. Hay antecedentes en la naturaleza de semejante conducta, tanto en el reino animal como en el vegetal: la planta Drosera y el murciélago Desmodus refus, curiosamente este último de origen americano. Los primeros registros de vampiros animales fueron de los conquistadores; más adelante Charles Darwin consignó en su diario del viaje del Beagle que en Argentina los había visto alimentarse de la sangre de humanos y de animales de tiro. Sus hábitos vespertinos y hábitat en lugares oscuros —torres de iglesias, techos elevados, cavernas— contribuyeron a la leyenda del muerto vivo. La literatura al respecto es un género que ha alcanzado amplios espacios en los dos últimos siglos. En época más reciente se ha vivido una especie de renacimiento de las historias de este tipo, en gran medida motivado por los éxitos cinematográficos de Coppola con su Drácula, o las novelas y sus adaptaciones cinematográficas de Anne Rice, como Entrevista con el vampiro. La literatura anglosajona de finales del siglo XIX ha dado al género sus realizaciones más importantes, baste recordar El Vampiro de William Polidori (1819), Carmilla de Sheridan Le Fanu (1872) o Drácula de Bram Stoker (1897), como obras que configuran y estereotipan a sus personajes en representantes del género. Antes de todas ellas, Goethe, en 1797, compuso su poema vampírico, La novia de Corinto, un antecedente de este tipo de literatura y el precursor de un motivo con una enorme difusión en los siglos XIX y XX. Este tipo de textos se encuadran perfectamente en el denominado modo de conocimiento
Nosferatu, 1922, del director F. W. Murnau. Una película basada en el libro Drácula de Bram Stoker.
fantástico. Siguiendo el clásico estudio de T. Todorov, éste debe parecer real al lector, esto es, verosímil, asentándose en las bases de la realidad efectiva, pero quebrándolas de alguna manera, manteniéndose en relación con el mundo de lo real y de lo imaginario. Así, las historias de estos seres nocturnos que se alimentan de sangre y conviven con el hombre en su mundo, aúnan ese carácter paradójico que posee lo fantástico. Podría decirse que en el género fantástico sucede una lucha continua entre lo realista y lo sobrenatural. De esta manera la figura del nosferatum incorpora esos rasgos, por un lado antropomórficos, pero por otro dotados de unas facultades sobrenaturales, como son la transformación en otros seres o la necesidad de sangre para sobrevivir. En este sentido, valga la descripción que hace Heinrich Zopf
CON EL ROMANTICISMO, EL MONSTRUO SE CONVIERTE EN UN ENEMIGO INTERIOR QUE SE GESTA DE FORMA PAULATINA, COMO LES SUCEDE A LOS VAMPIROS, EL DR. JEKYLL O DORIAN GRAY
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(Zopfius) en su Dissertatio de Vampiris Serviansibus de 1733: “Los vampiros salen de sus tumbas por la noche, atacan a las personas que están tranquilamente dormidas en sus camas, les chupan toda la sangre del cuerpo y las matan. Acosan a hombres, mujeres y niños por igual, sin importarles edad ni sexo. Los que caen bajo su maligna influencia se quejan de asfixia y de absoluto desánimo, y expiran al poco tiempo”. Las leyendas populares y las novelas han configurado una imagen y unas características de los vampiros que forman parte de la cultura popular. Entre éstas destaca la extremada palidez, la ausencia de calor corporal —ya que la criatura ha regresado de la tumba— y al mismo tiempo su insaciable apetito por la sangre de sus víctimas. La literatura los ha dotado en numerosos casos de un componente sexual de seducción que es bastante notorio en el ya mencionado Drácula, de Stoker. En diferentes religiones y culturas encontramos diversos seres que beben la sangre de los hombres, como Lilith en Sumeria y Babilonia y posteriormente también para los hebreos. Se trata de un demonio femenino que chupa la sangre de los lactantes y despoja a los jóvenes de su vitalidad mientras duermen. El Alfabeto de Ben Sira, siglos VII-X, convirtió a Lilith en la primera mujer de Adán, creada en condiciones de igualdad con el hombre. El mito de esta criatura incorpora ya elementos fundamentales presentes más tarde en el motivo de los revinientes o muertos vivos, como son el carácter nocturno y el ansia de sangre.
“Los vampiros salen de sus tumbas por la noche, atacan a las personas que están tranquilamente dormidas en sus camas, les chupan toda la sangre del cuerpo y las matan” — Heinrich Zopf (Zopfius) , Dissertatio de
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Lilith, Babilonia 1800 - 1750 A.C.
La Grecia clásica también poseía criaturas sanguinarias, por norma general femeninas, como eran las lamias, las empusas y las estrigas. Lamia fue una reina libia que sedujo a Zeus; Hera, esposa de éste, celosa, convirtió a Lamia en un monstruo y asesinó a sus hijos; a partir de entonces ella se dedicó a matar a los hijos de otras personas, recuperando su antigua belleza con la sangre de sus víctimas. Empusa era una criatura demoníaca de pies de bronce que podía transformarse en bella mujer para seducir a los hombres durante el sueño. Las estrigas son igualmente figuras femeninas con cuerpo de pájaro que succionan la sangre de los recién nacidos o de los jóvenes durante el sueño. El denominador común es en todos los casos el de una criatura femenina bastante sanguinaria, pero en el caso de las lamias, éstas incorporan en su mito el carácter vivificante de la sangre. Hay que añadir que Flavio Filóstrato (ca. 170-245) en su Vida de Apolonio de Tiana incorpora el motivo de la lamia en su obra, constituyendo por tanto uno de los primeros relatos vampíricos de la literatura occidental. Durante la Edad Media, en Europa siguen perviviendo criaturas semejan-
La pesadilla, Henry Fussly, 1781. La figura sentada sobre la mujer, se describe como un incubus, un espíritu que se dice se posa sobre las personas durante el sueño e incluso tiene relaciones sexuales con las mujeres dormidas.
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tes a las de los mitos clásicos, aunque ahora se va a incorporar el equivalente masculino. Estamos hablando de los íncubos y de los súcubos, criaturas demoniacas que seducen a las mujeres y a los hombres de manera respectiva para beber su sangre y así ganarlos para el diablo. Por otro lado, las leyendas de muertos-vivos o personas enterradas en vida aportaron también otro de los elementos más significativos en la configuración literaria del personaje. Al parecer el enterramiento prematuro era algo que ocurría con cierta frecuencia. Incluso en el siglo XIX, un investigador, F. Hartmann, ofrece alrededor de 700 ejemplos ocurridos en fechas cercanas a 1895. Es seguro que los ladrones y profanadores de tumbas se encontraron con cadáveres en extrañas posturas, con las manos y las uñas ensangrentadas al haber pugnado por buscar una salida, lo que fue sin duda caldo de cultivo para la superstición popular. Hemos de señalar también que la figura del vampiro, con su carácter de no muerto, supone la proyección psicológica de dos deseos del hombre, por un lado, la vida eterna y por otro, la liberación de sus obligaciones sociales. A todo esto habría que añadir la fascinación por la sangre que existe en numerosas civilizaciones. La sangre ha sido un elemento para apaciguar a los dioses, como en los sacrificios rituales; o el alma del propio ser, como dice la Biblia: “por eso dije a los hijos de Israel: no comeréis la sangre de carne alguna, pues el alma de toda carne es su sangre: aquel
La necesidad del vampiro de alimentarse con sangre podría ser más bien metafórica y aludir al supuesto hecho de apropiarse de la energía de los demás que la comiere será exterminado” (Levítico, 17, 10-14). Junto a todo ello tendríamos que hablar de diversos personajes históricos que con sus leyendas han ido alimentando el mito del vampiro. Indudablemente, entre estos perturbados, destaca Vlad, conde rumano del siglo XV, apodado Tepes (El Empalador) y también Drácula (Diablo o Dragón). Es una especie de héroe nacional rumano, ya que contribuyó a la liberación de su país del yugo otomano, a la vez que satisfacía sus instintos sádicos torturando a sus prisioneros. Posteriormente, su crueldad despertará la curiosidad de Bram Stoker, que se inspirará en él para su Drácula. Más cercanos a la época de Goethe son los casos de la condesa Erzsébet Bathory, acusada de secuestrar y desangrar a sus víctimas, por lo general jóvenes campesinas de remotas regiones de Hungría. Erzsébet ha sido descrita en numerosas ocasiones como una verdadera vampira, ya que gustaba de beber la sangre de sus prisioneras e incluso bañarse en ella para preservar su belleza y juventud. El proceso seguido contra ella en 1610 contribuyó a que se acrecentasen los rumores por la región. También el caso de Peter Plagojevitz, un campesino húngaro, sospechoso de vampirismo tras su muerte en 1725, creó toda una serie de histerias colectivas que derramaron ríos de tinta por la prensa de toda Europa..
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Zombies y otras delicias
El apocalipsis zombie es un tema recurrente en películas y series televisivas muy explotado en recientes años.
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Un zombi (en ocasiones escrito con la grafía inglesa zombie) es, de manera básica, una figura legendaria propia de las regiones donde se practica el culto vudú. Se trataría de un muerto resucitado por medios mágicos por un hechicero para convertirlo en su esclavo. Por extensión, ha pasado a la literatura fantástica como sinónimo de muerto viviente y al lenguaje común para designar en sentido figurado a quien hace las cosas de forma mecánica como si estuviera privado de voluntad. De acuerdo con la creencia, un houngan o hechicero vudú sería capaz, mediante un ritual, de resucitar a un difunto, que quedaría sin embargo sometido en adelante a la voluntad de la persona que le devuelve a la vida. Estos muertos vivientes son llamados zombis. La palabra podría tener relación con el nombre de una serpiente divina que es objeto de culto en las regiones de lenguas níger-congo, y que está emparentada con el término kikongo nzambi, que significa dios. En 1937 la folclorista estadounidense Zora Neale Hurston conoció en Haití el caso de Felicia Felix-Mentor, fallecida y enterrada en 1907 y a quien, sin embargo, muchos lugareños ase-
guraban haber visto viva treinta años después convertida en zombi. Hurston se interesó por rumores que afirmaban que los zombis existían realmente aunque no eran muertos vivientes sino personas sometidas a drogas psicoactivas que les privaban de voluntad. No pudo, sin embargo, encontrar datos que fueran más allá del mero rumor. Varias décadas más tarde, en 1982, el etnobotánico canadiense Wade Davis viajó a Haití para estudiar lo que pudiera haber de verdad en la leyenda de los zombis y llegó a la conclusión —publicada en dos libros: The Serpent and the Rainbow (1985) y Passage of Darkness: The Ethnobiology of the Haitian Zombie (1988)— de que se podía convertir a alguien en zombi mediante el uso de dos sustancias en polvo. Con la primera, llamada coup de poudre (en francés, literalmente, «golpe de polvo», un juego de palabras con coup de foudre, que significa «flechazo» amoroso), se induciría a la víctima a un estado de muerte aparente. Sus parientes y amigos la darían por muerta y la enterrarían, y poco después sería desenterrada y revivida por el hechicero. En ese momento entrarían en acción los segundos polvos, una sustancia psicoactiva capaz de anular la voluntad de la víctima. El ingrediente principal de la primera sustancia, el coup de poudre, sería la tetrodotoxina (TTX), una toxina que se
encuentra en el pez globo, que habita de agua salada o incluso cortarles la las costas del Japón y el Caribe. La TTX, cabeza), no existe ninguna evidencia administrada en una dosis semiletal científica de que nadie haya sido some(LD50 de 1 mg), es capaz de crear un tido a un proceso de zombificación, ni estado de muerte aparente durante por medio de los venenos descritos ni, varios días, en los por supuesto, por cuales el sujeto medios mágicos Dentro del sobre muertos sigue consciente culto vudú que reales. Las invesa pesar de todo. Otras fuentes tigaciones y relase practica en hablan del uso tos de Davis y de Haití, el zombi del estramonio Hurston han sido es un muerto o datura, que en contestadas por Haití se llama escépticos que resucitado por ponen en duda concombre zombi, hechicería y esto es, “pepino su veracidad. Por transformado zombi”. Según la otra parte, es falcreencia popuso que el código en esclavo sin penal haitiano lar, la ingestión voluntad propia de sal liberaría prohíba expresaal zombi de los mente el uso de sustancias susceptiefectos de la droga. Davis populables de provocar rizó también la la zombificación, historia de Clairidea falsa que en ocasiones vius Narcisse, se cita como un hombre que aseguraba hademostración ber sido víctima de la existende esta práctica y cia real de tales haber vivido como prácticas. esclavo zombi en una plantación durante dos años. A pesar de que la creencia en los zombis está extendida en Haití (hasta el punto de que a veces se toman medidas para evitar que los muertos sean convertidos en esclavos, como inyectarles gran cantidad
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La creencia en la maldición que rodea a las momias de Egipto y que las transforma en cierta clase de monstruos surgió por el respeto que sentían los árabes por la magia egipcia desde que se asentaron en el país, alrededor del siglo VII d.C. Sus interpretaciones se centraron en el acecho de los vivos por los muertos, y desde sus primeros textos advierten de la resurrección de las momias gracias a la magia, basándose en las ilustraciones de las tumbas egipcias. A partir del siglo XIX la prensa comenzó a difundir muertes enigmáticas, estigmas inesperados, accidentes inexplicables y sufrimientos sin límites relacionados con todos aquellos que de un modo u otro profanaron las cámaras mortuorias de los reyes egipcios en las excavaciones arqueológicas o delictivas. A la creación de la leyenda de las momias malditas contribuyó no poco la prensa inglesa cuando comenzó a difundir las siguientes historias relacionadas con el hallazgo de la morada fúnebre egipcia más famosa de toda la historia: la de Tutankamón. Un total de 35 personas vinculadas a esta expedición murieron extrañamente, según ellos. Una tarde de 1929, el honorable Richard Bethell entró al exclusivo Club Mayfair, de Londres. Caminó hasta su sillón preferido en la sala de lectura y se puso a leer un diario. Lo encontraron muerto media hora más tarde. Los médicos no pudieron explicar 48
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la causa real de su deceso. Pocas semanas después, su padre, Lord Westbury, se arrojaba desde una ventana de su departamento en St. James Court, muriendo de forma instantánea. Dejó una curiosa nota que Scotland Yard jamás pudo descifrar: “No puedo soportar más tantos horrores”. A la mañana siguiente, la carroza fúnebre que transportaba su cuerpo al cementerio atropelló y dio muerte a un niño de ocho años. Por esos mismos días, la norteamericana Evelyn Greely, de cuarenta años, profesora de Historia de la Universidad de Chicago, se ahogaba en las frías aguas del lago Michigan. Nunca se supo si había sido un suicidio o un accidente. ¿Desgracias inexplicables? A poco de hurgar en la historia personal de cada una de las víctimas, se llegó a una estremecedora conclusión: Todas ellas habían estado ligadas, directa o indirectamente, al descubrimiento de la tumba de Tutankamón. En efecto, Richard Bethell era secretario privado del arqueólogo que descubrió la momia del faraón, Lord Carnarvon. El padre de Bethell, lord Westbury, padecía alucinaciones tras haber escuchado los relatos de su hijo sobre el descubrimiento. El niño de ocho años atropellado por la carroza fúnebre era sobrino de Alexander Scott, un funcionario del Museo Británico que trabajó en el reconocimiento de la momia. En cuanto a la profesora Greely, acababa de regresar de un viaje de estudios a Egipto, durante el cual había visitado el sepulcro recientemente excavado. Todos ellos murieron en el año 1929. Pero las desgracias venían de mucho antes, y continuaron durante décadas, abonando una leyenda trágica, una suerte de profecía del horror que tuvo sus epígonos y sus detractores y que cobró un total de 35 víctimas.
Mil y una hipótesis fueron arriesgadas para explicar tantas muertes misteriosas. Hasta se llegó a hablar, en fecha más reciente, de extraños poderes radiactivos por parte de los antiguos sacerdotes egipcios, que éstos empleaban para proteger a sus muertos de eventuales profanadores. Lo cierto es que aún hoy, la maldición de la Momia sigue despertando polémicas, movilizando investigaciones, alimentando la imaginación de legos y profanos. Todo comenzó, en realidad, con la llegada de un canario. En el otoño de 1922, Howard Carter, dibujante inglés de 48 años, arqueólogo autodidacta y funcionario del Museo de El Cairo, regresaba a Egipto en un barco procedente de MarseIla. Al desembarcar en Alejandría, entre su equipaje se destacaba una jaula con un canario intensamente dorado, que llamó mucho la atención: estas aves escasean en suelo egipcio, donde son consideradas exóticas. Tan pronto Carter instaló la jaula en el patio de su casa, en Luxor, los pobladores vecinos, maravillados, no tardaron en asignarle al canario poderes benefactores. Lo honraron con el apodo de “Pájaro de la buena suerte” y, en verdad, muy pronto un hecho afortunado apuntaló esa creencia. El cuatro de noviembre de 1922, al atardecer, Carter descubría el tan ansiado acceso a la tumba de Tu-
Máscara de entierro de Tutankamón. La notoriedad de Tutankamón está en proporción inversa a la importancia de su reinado, uno de los más breves de la historia egipcia. Reinó poco (entre 1362 y 1353 a.C.) y murió joven, a los 18 años. Su verdadera historia es, en definitiva, la de su momia y su maldición.
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Octubre 1925 Carter y un trabajador examinan el sarcófago de tutankamón. Imagen: Harry Burton© Instituto Griffith, Oxford. Coloreada por Dynamichrome para la exposición "El descubrimiento de king tut" en Nueva York.
tankamón, empresa a la que estaba dedicado con fervor desde 1907. El éxito, por fin, había coronado tanta penuria. Lo cierto es que Carter, pocas semanas atrás, había estado a punto de abandonar para siempre la búsqueda del sepulcro. Obstinado hasta la desesperación, estaba jugando sus últimas cartas. El millonario inglés lord Carnarvon, que financiaba los trabajos, le había advertido que no estaba dispuesto a invertir un sólo penique más en una empresa que, tras 16 años, sólo le había acarreado disgustos y una considerable merma en su fortuna. Carter llevó consigo el canario que compró la víspera en una pajarería de Chelsea, “Para alegrar mis mañanas en Luxor”, una mascota cuya futura gravitación no sospechaba. Muy difundido por la literatura y el cine, lo ocurrido en esos días en el Valle de los Reyes, cerca de Luxor, está más cerca de una ficción novelesca que de una misión científica. El cuatro de noviembre de 1922, tras hallar un primer escalón tallado en la roca, Carter y sus hombres se convencieron de que ahí está el lugar y siguieron excavando de manera vigorosa. Los 16 escalones conducían a una puerta de madera sellada con el nombre de Tutankamón. Carter ordenó tapar con piedras todos los escalones. Dejó en el lugar a un puñado de guardias armados, corrió hasta
Luxor y telegrafió a su patrocinador Carnarvon: “Magnífico descubrimiento en el valle. Tumba con sellos intactos. La volví a cubrir a la espera de su llegada. Felicitaciones”. El 25 de noviembre, Carnarvon y Carter bajaron los dieciséis escalones, derribaron la puerta tapiada y descubrieron el más rico tesoro funerario jamás descubierto: el recinto subterráneo estaba repleto de objetos de oro y piedras preciosas. Una segunda puerta los condujo, días más tarde, al sepulcro propiamente dicho, en donde se hallaba el sarcófago conteniendo la momia de Tutankamón. Antes de extraerla, los dos exploradores trabajaron dos meses inventariando y fotografiando de manera cuidadosa cada uno de los 2.250 objetos que habían encontrado. Todo estaba intacto, fabulosamente conservado después de casi cuatro mil años. Por esos días, una serpiente cobra se introdujo en la casa de Carter y devoró al canario dorado. “Mal augurio”, dijeron los campesinos. Según ellos, el pájaro había guiado a Carter hasta el sepulcro del faraón y éste, en represalia por la profanación, le había ordenado a la cobra que matara al ave. Los nativos suponían que ahora podría ocurrir algo terrible. A la mañana siguiente, Lord Carnarvon se levantó muy molesto por una hinchazón en la mejilla derecha, producto de la picadura de un mosquito en la víspera. La pequeña herida se infectó y a los pocos días la fiebre abatía a Carnarvon. Trasladado a El Cairo, su cuadro clínico se agravó a tal punto que el cinco de abril de 1923, a la edad de 57 años y a menos de 20 semanas de haber hallado el sepulcro de un faraón, Carnarvon descendía a su propia tumba. Oficialmente su muerte se atribuyó a una neumonía lobular, complicada LOS MONSTRUOS Y SUS EXPRESIONES
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ÍNDICE DE ANUNCIANTES BELLMONT VILLAGE Amor de casa…………………….31 CONSEJO DE LA COMUNICACION Labor Empresarial............... 15 KARDIAS AC De corazón.......................... 19 LABORATORIOS GROSSMAN 70 Aniversario..................... 29 Panclasa.............................. 3ª de forros LABORATORIOS LIOMONT Dafloxen f............................ 37 Seltaferon........................... 7 LABORATORIOS SENOSIAIN Biomics................................ 17, 50 Bredelin............................... 41, 47 Esmisen............................... 13, 50 Gantena............................... 4ª de forros, 52 Kastandi.............................. 3, 47 Oksen.................................. 8, 9 Rezplen................................ 2, 52 Senovital............................. 23, 47 Viravir.................................. 27, 50 MULTICOLOR Vademecum APP................. 25 NOVOPHARM Dilarmine............................. 11, 45 VALEANT Elidel................................... 2ª de forros
LA MOMIA ENVUELTA
La literatura popular, por una pleuresía. En el rezaba: “La cobra que las historietas y el cine momento exacto de su está sobre mi cabeza explotaron este filón muerte, la ciudad de El se vengará con llamas argumental ampliamente: Cairo sufrió un apagón de fuego a quien perentre las películas se desque la dejó a oscuras turbe mi cuerpo. El tacó La momia (1932) de durante largos minutos: intruso será atacado Karl Freund, interpretada todos estos hechos, hábilpor bestias salvajes, su por Boris Karloff, que mente explotados por la cuerpo no tendrá tumlegará a nuestra memoria prensa, dieron origen a la ba y sus huesos serán visual la pavorosa imagen lavados por la lluvia”. leyenda de la maldición de la momia envuelta Esto lo narró el egipde la momia. en asquerosos vendajes, Un año después de la tólogo francés Roger saliendo de su sarcófago Garis, quien añadió muerte de Carnarvon, el con los brazos extendidos una información sigprofesor J.S. Mardrus, un y lista para estrangular a egiptólogo francés de nificativa: la momia los que la perturbaron. de Khapah Amón renombre, ahondó sobre había sido comprada el tema de la maldición por un coleccionista apoyándose en la muerte inglés, Lord Harrington, quien murió de cuatro personas vinculadas de forma directa con la tumba de Tutankamón. Para Mardrus, esta poco después durante un safari por el cámara contenía, invioladas, “todas las cosas que Sudán. Harrington fue aplastado por un los sacerdotes y los maestros de ceremonias fu- elefante y su cuerpo abandonado en el nerarias podían colocar contra los profanadores”. lugar. Cuando se intentó recuperarlo, Según él, maldiciones análogas habían las fuertes lluvias habían borrado todo castigado a los saqueadores de tum- rastro de sus restos. bas de la antigüedad. En el caso del Los memoriosos evocan también sepulcro de Tutankamón, se daba una la tragedia del Titanic, el trasatlántico circunstancia muy particular: era la pri- que naufragó en el Atlántico Norte en la mera tumba inviolada de un faraón, hallada noche del 14 de abril de 1912, tras choy explorada en los tiempos modernos. car contra un gigantesco témpano. El Hacia 1929 se contabilizaban once muertes Titanic llevaba a bordo 2,538 personas en circunstancias extrañas, todas ellas relaciona- y una momia egipcia: el cuerpo embaldas con los restos del faraón. En 1935, sumaban samado de una pitonisa de los tiempos 21 fallecidos. Ese mismo año, el propio Howard de Amenofis IV, faraón que antecedió a Carter, quien moriría en 1939 —nunca repuesto Tutankamón. La momia, propiedad de de una enfermedad contraída tras concluir los uno de los pasajeros del buque, Lord trabajos en la tumba, en 1932— se vio obligado Canterville quien engrosó la lista de a sostener que “Los rumores de una maldición de los 1,635 ahogados en el naufragio, no Tutankhamón son una invención difamatoria”. viajaba en la bodega, sino detrás del Los defensores de la maldición, sin embar- puente de mando de la nave, a pocos go, no se rindieron. Argumentando que mucho metros del timón. Entre sus adornos y antes del hallazgo de la tumba de Tutankamón, amuletos, la momia escondía una ameotras momias se habían “vengado” de sus profa- nazante frase, grabada en un brazalete: nadores, recordaban el caso de Khapah Amón, “Despierta de tu postración y el rayo de un sumo sacerdote cuya momia fue descubierta tus ojos aniquilará a todos aquellos en 1879. En la tapa del sarcófago, una inscripción que quieran adueñarse de ti”. LOS MONSTRUOS Y SUS EXPRESIONES
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Un susto enorme: cíclopes, ogros, gigantes
En la mitología sumeria, Gilgamesh fue un gigante elevado a la categoría de héroe y rey. Su epopeya se recuerda en este sello asirio del año 1350 a.C..
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En la mitología, los gigantes son criaturas en forma de seres humanos de tamaño y fuerza prodigiosos, un tipo de monstruo legendario que aparece en historias de muy diferentes razas y culturas. Por lo general se les describe como estúpidos o violentos y se dice con frecuencia que comen gente, en especial niños. Otros, sin embargo, son simpáticos e inteligentes, como los gigantes de Oscar Wilde. La diferencia de tamaño ha servido para enfatizar la importancia de ciertos personajes tanto como para denostarlos, por ser seres monstruosos aunque de forma humana. Las referencias a ellos abundan en la mitología antigua. Los gigantes también se nombran en gran cantidad de cuentos de hadas e historias folclóricas, como en Pulgarcito. Es muy probable que las historias de estos seres tengan origen de los restos arqueológicos de antiguas civilizaciones. Saxo Grammaticus, por ejemplo, argumentaba que tenían que existir, porque ninguna otra cosa explicaría los grandes muros, monumentos de piedra y las dimensiones de estatuas que ahora sabemos que eran los restos de construcciones primitivas. De igual forma, el poema anónimo anglosajón El navegante describe altos muros de piedra descubiertos en varios lugares, obra de gigantes. Hay quienes dicen que la creencia en los cíclopes puede tener su origen en cráneos de elefantes prehistóricos hallados en Sicilia. Si no se sabe qué aspecto tiene un elefante, el lugar donde se sitúa la trompa en el cráneo puede malin-
terpretarse como una cuenca ocular gigante. El primer mito de la mitología sumeria que se conoce relacionado con gigantes es el de Gilgamesh. De él se decía que alcanzaba una altura aproximadade 5.60 metros. En su caso, la altura es percibida de forma positiva, para realzar su valor de héroe y rey. A Enkidu, su compañero en la Epopeya de Gilgamesh, se le retrata como un ser primitivo, incivilizado y de costumbres bestiales, aunque no deja de ser un personaje bueno ya que se convierte en aliado del héroe. Dentro de la mitología griega, una de las primeras historias de gigantes es el enfrentamiento de Artemisa con los Hiperbóreos, enormes seres que vivían más allá de los vientos del norte. También habla la Teogonía de los titanes, semidioses como Prometeo, que dio el fuego a los hombres. Por otro lado, también eran gigantes los cíclopes, seres de enorme estatura y un solo ojo en medio de la frente. Se cuentan dos versiones sobre su origen y naturaleza, y muchas fábulas, tanto en los poetas épicos como en los dramáticos. Según Hesíodo, eran tres: Brontes, Estéropes y el violento Arges, que pueden traducirse por “el que truena, el que da el rayo y el que brilla”. Hijos de Gea y Urano, eran constructores de murallas además de hábiles y excelen-
tes artesanos fueron liberados por Zeus de las cadenas que les impuso Cronos, “le guardaron gratitud por sus beneficios y le regalaron el trueno, el llameante rayo y el relámpago”. Alguna vez se los relaciona con Hefaistos, como sus auxiliares en la fragua divina. Se les atribuían las antiguas fortificaciones de los aqueos y eran venerados como protectores del trabajo, de la artesanía y del arte. En los poemas homéricos se hace referencia a ellos como unos salvajes que viven en remotas islas alejados del trato humano, sin ley ni norma, y con costumbres antropófagas. Cuando Odiseo los visita, Polifemo atrapa y se come a dos de sus compañeros. El héroe urdió una estratagema para escapar de él y lo cegó. Como Polifemo era hijo de Poseidón, el dios del mar retarda el viaje del rey de Ítaca y lo hace pasar por múltiples y peligrosas veces cordiales y otras aventuras. adversas. El padre de los De acuerdo con la mitoloYotes fue Ymir, el primer gía nórdica, los llamados Yoser viviente que existió de tes luchan con frecuenacuerdo con el mito de Las mitologías cia contra los dioses. En la creación de la mitoloparticular, en las histogía nórdica. Los demás eslava y rias del norte de Eurogigantes nacieron de su anglosajona sudor. pa, derivadas del culto a Odín, aparecen unos Por otro lado, las son ricas en enormes seres de hielo, historias de comhistorias de en eterna lucha contra bates con los gigantes, que gigantes son colos Ases. Estos surgieron de la raza de gigantes, y munes en el folluchan con en la apocalíptica batalla clor de Gales e Irlanda. frecuencia Desde ahí los gigantes final de Ragnarok asaltacontra Thor y pasaron a los romanron Asgard, hogar de los dioses venciéndolos en la ceros bretones y artúrisu martillo guerra, y trayendo el fin cos, y de estas fuentes del mundo. En la forma más elaborada de esta se divulgaron a los relatos heroicos de mitología recogida en la prosa y poesía de Edda, Torcuato Tasso, Ludovico Ariosto, y su los gigantes se casan con los dioses y son el origen seguidor Edmund Spenser. El gigante de la mayoría de los monstruos de la mitología Desesperación aparece en El progreso nórdica (por ejemplo, del lobo Fenris), por lo que del peregrino de John Bunyan. Las mitolas relaciones entre los Ases y los gigantes son a logías eslavas y anglosajona también LOS MONSTRUOS Y SUS EXPRESIONES
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son ricas en estas historias, que Hay que recordar la céaparecen aquí como una raza lebre historia de David separada pero semejante a y Goliat: Goliat era el último descendienla de los dioses, y luchan con frecuencia contra te de los nephilim, una raza híbrida de Thor. ángeles y mujeres Los ogros y trolls son humanas, según el criaturas semejantes a los gigantes, sin embargo Antiguo Testamento. el primero de estos, el ogro, Su derrota en manos de es una criatura horrenda, mala honda del pastor David loliente, con orejas largas fue —además de y puntiagudas, portador En la mitología, una liberación para el pueblo judío— de armas pesadas con los gigantes una metáfora para las que atacaba aldeas y son criaturas demostrar la supede ellas capturaba a los humanos, a los cuales rioridad de alguien estúpidas o utilizaba como alimenque parece a priori en violentas; sin tos. Versiones suavizadas desventaja: el futuro embargo, desde de ellos aparecen en murey David representa chos cuentos tradicionaal “pueblo elegido”. el siglo XIX se les para niños. Los vascos de igual les ha dado Dentro de la mitología manera tienen hishebrea, la Biblia recoge la también un perfil torias de gigantes, como los que apaexistencia de una raza de bondadoso gigantes llamada Nephirecen con los nomlim. El Génesis afirma que “había gigantes en la bres de jentilak y mairuak (gentiles y tierra en aquellos días, y también después que moros), y fueron constructores de los se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los dólmenes y menhires. Tras la cristiahombres, y les engendraron hijos. Estos fue- nización, los gigantes quedaron en ron los valientes que desde la antigüedad el olvido. El único que aún vive en las fueron varones de renombre» (Génesis, tradiciones familiares es Olentzero, un 6:4). En este versículo la palabra gi- carbonero que trae regalos el día de gante es una traducción del hebreo Navidad. Otros ejemplos de gigantes “Nephilim”. La tradición posterior a en las tradiciones populares son San la Biblia sostiene que Nimrod era un Cristóbal en el catolicismo, los Jotuns miembro de esta raza. en la mitología nórdica, Gog y Magog Vale la pena mencionar que la Biblia es el li- en la tradición legendaria del Reino bro que tiene la mayor cantidad de referencias Unido y hasta los indios patagones tal a estos seres, algunos ejemplos aparecen en los como fueron descriptos por los primesiguientes libros y versículos: Génesis 6.4 ; Nú- ros viajeros que llegaron a las costas de meros 18.33; Deuteronomio 2.10, 3.11.18; Josué América del Sur. 12.4, 13.12, 15.8; 2º Samuel 21.16; 1º Crónicas 20.4-7 y Job 16.15.
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