Cartas de amor prestadas Todas las cartas de amor son ridículas de Don Quijote a Dulcinea de Voltaire a Olimpia Dunover de Simón Bolívar a Manuela Sáenz de Carlota a Maximiliano de Dostoievski a Anna Grigorievna
de Cyrano de Bergerac a Roxane de Jalil Gibrán a Mary Haskell
de Miguel Hernández a Josefina Manresa de Jorge Luis Borges a Estela Canto de Martin Heidegger a Hannah Arendt
FUNDADOR Hugo Soto Crotta 1933-2002 DIRECTOR Marcelo Peruggia Canova COORDINADORA CORPORATIVA Mayte Vega Fernández Vega
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de Napoleón Bonaparte a Josefina de Beauharnais de Edgar Allan Poe a Helen Withman de Karl Marx a Jenny von Westphalen de Lewis Carrol a Gertrude Chataway de Sigmund Freud a Martha Bernays de Rosa Luxemburgo a León Jogiches de Rainer María Rilke a Lou Andréas-Salomé de Pablo Neruda a Albertina Rosq de Frieda Kahlo a Diego Rivera
de Jean Paul Sartre a Simone de Beauvoir de Johny Cash a June Carter
EDITORA Sandra Hussein
SRIA DE DIRECCIÓN Caridad Ortiz
CORRECCIÓN Marxa de la Rosa Cinthya Mendoza
COMERCIALIZACIÓN Ann Karene del Pino
DISEÑO GRÁFICO Dafne Martínez PORTADA Dafne Martínez PRODUCCIÓN Claudio Peruggia Canova Tomás López Santiago
Cartas de amor prestadas
de Fernando Pessoa a Ophélia Queiroz
de Sor Mariana Alcoforado al oficial Noel Bouton de Chamilly, conde de Saint-Lége
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de Auguste Rodin a Camille Claudel
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CORRESPONSALES ARGENTINA: Patricia A. Lorenzo BRASIL: Oscar Jadzinsky EUROPA: Marcela Mahr Tomás Zamoyski Florencia Denti
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Todas las cartas de amor son ridículas Fernando Pessoa - Álvaro de Campos*
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Cartas de amor prestadas
* (Fernando Pessoa firmó el poema “Todas las cartas de amor son ridículas” un mes antes de su muerte, con uno de sus heterónimos como rúbrica: Álvaro de Campos).
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Todas las cartas de amor son ridículas. No serían cartas de amor si no fuesen ridículas. También escribí en mi tiempo cartas de amor, como las demás, ridículas. Las cartas de amor, si hay amor, tienen que ser ridículas. Pero, al fin y al cabo, sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor sí que son ridículas. Quién me diera en el tiempo en que escribía sin darme cuenta cartas de amor ridículas. La verdad es que hoy mis recuerdos de esas cartas de amor sí que son ridículos. Todas las palabras esdrújulas, como los sentimientos esdrújulos, son naturalmente ridículas.
febrero 2016
De don Quijote a Dulcinea
Cartas de amor prestadas
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Soberana y alta señora: El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte, El Caballero de la Triste Figura
Dulcinea aparece en muchas adaptaciones teatrales y cinematográficas del libro. En el musical de Broadway, se le presenta como una prostituta que comienza como alguien sin autoestima y, a través de la creencia del Quijote en ella, empieza a autopercibirse como una persona de gran valía
"Dulcinea del Toboso" (Aldonza Lorenzo) Es un personaje de ficción creado por Miguel de Cervantes en la novela Don Quijote de la Mancha. En ella, Don Quijote encuentra a su verdadero amor en una mujer a quien llama Dulcinea. En realidad se trata de una simple campesina de su ciudad natal, pero él la ve como la más hermosa de todas las mujeres. Durante la narración, Don Quijote suele entrar en detalles sobre su aspecto, aunque admite libremente que la ha visto sólo fugazmente y nunca ha hablado con ella.
febrero 2016
De Sor Mariana Alcoforado al oficial Noël Bouton de Chamilly, conde de Saint-Léger
Cartas de amor prestadas
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Sor Mariana Alcoforado (1640 -1723) Fue una religiosa portuguesa a quien se atribuyó la redacción de las Cartas portuguesas o Cartas de amor de la monja portuguesa (1669), cinco famosas misivas amorosas consideradas como una obra maestra de la literatura universal. Las cartas, dirigidas al Marqués Noël Bouton de Chamilly, conde de Saint-Léger, cuentan cómo sor Mariana Alcoforado se enamoró viendo al conde desfilar a caballo, y cómo su propio hermano Baltasar le facilitó el encuentro con él; escritas tras el regreso a Francia del conde, la monja narra en ellas su pasión. Tuvieron notable éxito, llegando a influir en autores como Choderlos de Laclos o Stendhal.
Date cuenta mi Amor, hasta qué punto has sido poco precavido. ¡Ah, pobre desgraciado! Fuiste traicionado y con ello me traicionaste a mí, otorgándome falsas esperanzas. La pasión en la que te basaste para tus gozosos proyectos es ahora el origen de tu mortal desesperación, que no puede ser comparada más que con la crueldad de la ausencia que la produce. ¿Cómo puedo luchar contra esta ausencia? ¿Cómo puedo luchar contra este dolor que me asola el alma y al que no puedo otorgar un nombre que no sea funesto, porque su razón de ser me privará para siempre de contemplar esos ojos en los que veía tanto amor y en los que adivinaba unos ademanes que me embargaban de alegría, me aportaban todo aquello que necesitaba y que sólo con verlos mi vida era completa? ¡Gran desdicha la mía! Mis ojos se han visto privados de la única luz que los animaba y en ellos no quedan más que lágrimas, sin que pueda emplearlos para otro menester que no sea el de llorar constantemente desde que tuve conocimiento de que vuestra merced estaba decidido a emprender un alejamiento que me es insoportable y que me conducirá a la muerte en poco tiempo. Sin embargo, mi dolor esconde una dicha, ya que sois vos la única causa de él: Os he ofrecido mi vida desde el preciso instante en que os vi y albergo en mí un cierto gozo sacrificándoosla. Mil veces al día os envío mis suspiros, que vuelan en vuestra búsqueda por todos los rincones del mundo, y que como única recompensa a tanta inquietud, sólo me devuelven una recomendación cruelmente sincera que, para desgracia mía, me empuja hacia la atroz tesitura de no sufrir sino de deleitarme en ella y que, además, en todo momento me repite: déjalo, infortunada Mariana, deja de consumirte vanamente y de esperar a un Amante que no volverás a ver jamás
porque para huir de ti ha ido allende los Mares y ahora se encuentra en Francia, rodeado de todos los placeres sin pensar, por un solo instante, en tus sufrimientos; y si esto no te bastara, recapacita además: ¿qué es lo que te dispensa de todos estos arrebatos de los cuales él nunca te estará agradecido? ¡Y sin embargo, no! No puedo consolarme en modo alguno juzgándoos de forma tan injuriosa, ya que me siento inclinada a justificaros. En modo alguno deseo imaginar que vos me habéis olvidado. ¿Acaso no me encuentro lo suficientemente desgraciada para añadir en mí el tormento que producen las falsas sospechas? ¿Por qué habría yo de hacer el esfuerzo para olvidar todos los testimonios que vos me ofrecisteis como pruebas de vuestro amor? Me sentí tan dichosa siendo objeto de todas vuestras atenciones que actuaría como un alma ingrata si no os amara con el mismo arrebato, fruto todo ello de mi Pasión, de igual modo que cuando gozaba de los testimonios que me ofrecíais. ¿En razón de qué sino aquellos recuerdos de momentos tan agradables se han convertido ahora en cruel memoria?¿Acaso su naturaleza no persigue otra cosa que la tiranía de mi corazón? Por desgracia, vuestra última carta me sumió en un extraño estado: Al leerla, hubo momentos tan sensibles, que mi espíritu hacía esfuerzos para alejarse de mí e ir en pos vuestro. Me embargaron de tal modo todo tipo de sensaciones, que durante más de tres horas mis sentidos me abandonaron: Luchaba
desesperadamente por abandonar una vida que por vos debo perder, ya que sin vuestra presencia no puedo conservarla y, sin embargo, muy a pesar mío, volví a vivir. La luz inundó de nuevo mi persona, porque en lo más profundo de mi ser me deleitaba el hecho de sentir que moría de amor, aun cuando me encontraba a gusto por no estar expuesta a ver cómo mi corazón se rompía en mil pedazos por el dolor que le producía el verse privado de vuestra presencia. Después de estos accidentes padecí muchas y diferentes indisposiciones, pero ¿puede acaso mi salud sentirse ajena al hecho de que no os vuelva a ver? Sin embargo, todo esto lo soporto sin resentimientos ya que procede de vos. ¿Tal vez sea esta la recompensa que vos me otorgáis por haberos amado tan dulcemente? Pero ya poco importa puesto que estoy decidida a adoraros durante toda mi vida y a no amar nunca más a nadie que no fuerais vos. Pero al mismo tiempo, también os aseguro que vuestra merced haría bien en no amar a ninguna otra, ya que lo más probable sería que no pudierais contentaros con otra Pasión menos ardiente que la que os profeso. A buen seguro que encontraréis en otras más belleza (aunque antaño me repetisteis muchas veces que yo era muy bella), pero lo que nunca se os ofrecerá será tanto amor como el mío y, sin él, el resto es nada. Os ruego que no llenéis vuestras cartas con frases inútiles
Las cinco cartas de amor que pretendían ser de una monja portuguesa se publicaron en París, 1669. Eran tan sensuales y directas, que la mayoría de los lectores asumieron al verdadero autor como un hombre, quizás un aristócrata juguetón
febrero 2016
Cartas de amor prestadas
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y que no me escribáis contándome vuestros recuerdos. Yo no puedo olvidaros como tampoco puedo olvidar que me dijisteis que os esperara y que volveríais para pasar junto a mí una temporada. Pero me desespero cuando me pregunto a mí misma por qué no deseáis pasar en mi compañía el resto de vuestra vida. En el caso de que me fuera posible abandonar este desdichado Claustro, no aguardaría en Portugal a que cumplierais vuestras promesas dadas, sino que iría sin demora en vuestra búsqueda, singuiéndoos por todo el mundo para amaros donde quiera que os encontrarais. Sin embargo, ni tan siquiera oso desear que esto pueda pasar, ya que no deseo albergar vanas esperanzas que sólo me otorgarían placeres momentáneos, ya que mi única idea es la de hacerme sensible al dolor. No obstante, reconozco que la oportunidad que mi hermano me ha otorgado para poder escribiros ha hecho que mi pecho rebosara de alegría y ha relegado al olvido durante algún tiempo la desesperación en la que me hallo. Os conjuro para que me confeséis por qué me sometisteis a vuestro encantamiento cuando sabíais que debíais abandonarme. ¿Por qué también os empeñasteis en hacerme luego tan desdichada? ¿Por qué vuestros recuerdos me atormentan cuando me encuentro recluida en mi Claustro? ¿Acaso os he hecho yo objeto de injurias? Si fuera así, os ruego que me perdonéis. No os imputo nada y además no creo poseer un estado de ánimo que me impulse a pensar en la venganza, dado que sólo acuso el rigor de mi Destino. Albergo la cruel sensación de que al separarnos, el Sino nos ha hecho objeto de todo el daño que podíamos temer, ya que no ha podido separar nuestros corazones porque el amor, más poderoso que él, les ha unido para toda la vida. Si en algo apreciáis mi existencia, os suplico que me escribáis a menudo. Creo merecer que tengáis a bien tenerme al corriente de vuestro corazón y de vuestra fortuna y, sobre todo, no olvidéis venirme a ver. Adiós, aunque no puedo abandonar este papel que pronto tendréis en vuestras manos y del que tremendos celos me asolan por no correr su misma fortuna. ¡Cuán insensata soy dado que esto es imposible! Adiós, sólo eso puedo deciros. Adiós, amadme siempre y hacedme sufrir aun mayores males.
De Sor Mariana Alcoforado al oficial Noël Bouton de Chamilly
De Voltaire a Olimpia Dunover
febrero 2016
La Haya, 1713
Cartas de amor prestadas
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Estoy preso aquí en el nombre del rey; pueden arrancar mi vida, pero no el amor que siento por ti. Sí, mi amante adorable, te veré esta noche, así tenga que meter mi cabeza en un atolladero para hacerlo. Por todos los cielos, no me escribas en los términos desastrosos que lo hiciste; debes vivir y ser cautelosa; guárdate de tu madre como de tu peor enemigo. ¿Qué digo? Guárdate de todos; no confíes en nadie; mantente lista, tan pronto como la luna sea visible; saldré de la posada de incógnito, tomaré un carruaje o una silla, y galoparé como el viento a Sheveningen; llevaré el papel y la tinta conmigo; escribiremos nuestras cartas. Si me amas, tranquilízate; y reúne toda tu fortaleza y presencia de ánimo en tu ayuda; no dejes que tu madre note nada, intenta tener tus cuadros, y estate segura de que la amenaza de las torturas más grandes no me impedirá cumplir. No, nada tiene la energía de apartarme de ti; nuestro amor se basa en la virtud, y durará mientras nuestras vidas lo hagan. Adiós, no hay nada que no afronte por tu bien; mereces mucho más que eso. Arout
Voltaire fue encarcelado por la madre de Olimpia y el embajador francés que desaprobaban la relación. Poco después de que escribió esta carta, Voltaire logró escapar trepando por la ventana
François Marie Arouet (Voltaire) (1694 - 1778) Escritor, historiador y filósofo francés durante la época de la ilustración, famoso por su ingenio, sus ataques a la Iglesia católica y su defensa a la libertad de religión, de expresión, y la separación de la Iglesia y el Estado. Fue un escritor versátil, produciendo escritos en casi todas las formas literarias, incluyendo teatro, poemas, novelas, ensayos y obras históricas y científicas. Era un abierto defensor de varias libertades, a pesar del riesgo en que esto lo puso bajo las estrictas leyes de censura de la época. Como polemista satírico, hizo con frecuencia el uso de sus obras para criticar la intolerancia, el dogma religioso, y las instituciones francesas.
De Napoleón Bonaparte a Josefina de Beauharnais 6 a 1809) y Durante los trece años que duró el matrimonio (179 las cartas que los cinco más que Josefina vivió, fueron muchas que Napoleón se escribieron el uno al otro, especialmente las a la hora pada reocu envió. Josefina era más perezosa y desp te de ausen s de dar noticias, mientras él, permanecía mese añas por Malmaison a causa sus viajes, la guerra y sus camp toda Europa.
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Brescia, 31 de agosto de 1796
Cartas de amor prestadas
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Parto al instante a Verona. Confiaba haber recibido carta tuya, y tu silencio me abisma en una horrorosa inquietud. Estabas algo indispuesta cuando partí; te lo ruego, no me dejes por más tiempo en semejante desasosiego. Me prometiste más exactitud y tu lengua entonces estaba acorde con tu corazón... Tú a quien la naturaleza ha dado dulzura, amenidad y todos los atractivos, ¿cómo puedes olvidar al que te ama con tanto ardor? Tres días estoy sin carta tuya, y sin embargo te he escrito muchas veces. La ausencia es horrible, las noches son largas, fastidiosas e insulsas y monótono el día. Hoy, sólo con los pensamientos, el trabajo, los escritos, los hombres y sus fastuosos proyectos, no he tenido un papel tuyo que poder apretar contra mi corazón. Ha salido el cuartel general y yo parto dentro de una hora. Piensa en mí, vive para mí, no apartes la imaginación de tu amante, y cree que para él existe sólo una desgracia que le horroriza, el no ser más amado de su Josefina. Mil besos muy dulces, muy tiernos, únicos para ti. Bonaparte
Napoléon Bonaparte (1769-1821) Militar y líder político francés que saltó a la fama durante la Revolución Francesa y llevó varias campañas exitosas durante las guerras revolucionarias. Fue emperador de los franceses de 1804 a 1814, y de nuevo en 1815. Dominó los asuntos europeos durante más de una década y condujo a Francia en una serie de coaliciones en las llamadas Guerras Napoleónicas. Ganó rápidamente el control de la Europa continental antes de su última derrota en 1815. Se le considera uno de los grandes comandantes de la historia, sus campañas se estudian en las escuelas militares en todo el mundo y sigue siendo una de las figuras políticas más famosas y controvertidas de la historia occidental.
febrero 2016
De Simón Bolívar a Manuela Sáenz
Cartas de amor prestadas
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Cuartel General Ica, a 21 de abril de 1825
Mi adorada Manuelita: Voy acompañado, quiero decir, con la compañía de tus gratísimos recuerdos. Pienso, dentro de mis relaciones, que mucho ha de ser el trabajo que debo realizar y sé que me esperan la Grandeza y la Gloria. Sin embargo, todo se empaña en la remembranza de tu imagen vestal y hermosa, casi causante de esta lucha interna de mi corazón que se halla entre mis deberes; la disciplina, mi trabajo intelectual y el amor. ¡No sabes, Manuela mía, cómo te ansía este corazón viejo y cansado, en el deseo ferviente de que tu presencia lo rejuvenezca y lo haga palpitar de nuevo al ritmo de como sano! Sobre la base de mi temor, sé que no está bien insistir en tu viaje acá, pues faltarías a las obligaciones para con tu marido. Sin embargo, ni yo mismo puedo engañarme. Tu suerte que te ha tocado, me entristece mucho por lo de tus sacrificios que quieres sólo para conmigo. Yo te lo agradezco. Mis sentimientos se agigantan junto con mis deseos, al pensar en ti, y en todo lo arrobador de tu espíritu sin igual, además de tu encantamiento femenino. Muy pronto sabré qué determinación habremos de tomar ante esta situación que nos destroza el alma. Por lo pronto, debemos tener paciencia de franciscano. Tuyo en el alma, Bolívar
Simón Bolívar (1789 -1830) Caudillo de la independencia hispanoamericana, Bolívar pretendía crear una confederación con todas las antiguas colonias españolas. Para 1819 había formado la "Gran Colombia", que abarcaba los actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá. Y para las fechas de estas cartas, el Libertador dirigía y consolidaba la insurrección del Perú contra la Corona.
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Cartas de amor prestadas
Cuartel General en Ica, a 26 de abril de 1825
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Mi adorada Manuelita:
Cartas de amor prestadas
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Mi amor, marcho hoy con destino al Alto Perú, a Chuquisaca, lleno de proyectos que son mi ilusión de crear una nueva República. Y por lo tanto, la demanda ha de ser mucho trabajo que realizar con la dirección de la Providencia y donde alcanzaré lo más grande de mi gloria, que me tiene pensando en ti, a cada momento en que tu imagen me acompaña a todo lado, haciendo de ideas vivas el palaciego almíbar de mi vida y mis labores. Sin embargo, soy preso de una batalla interior entre el deber y el amor; entre tu honor y la deshonra, por ser culpable de amor. Separarnos es lo que indica la cordura y la templanza, en justicia. ¡Odio obedecer estas virtudes! Soy tuyo de alma y corazón, Bolívar
De Simón Bolívar a Manuela Sáenz
Respuesta de Manuela Sáenz a Simón Bolívar
Lima, a mayo 1 de 1825 A S.E. General Simón Bolívar Manuela Sáenz (1797 - 1856)
febrero 2016
Muy señor mío:
Cartas de amor prestadas
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Recibí su apreciable, que disgusta mi ánimo, por lo poco que me escribe; además de que su interés por cortar esta relación de amistad que nos une, al menos en el interés de saberlo triunfante de todo lo que se propone. Sin embargo yo le digo: no hay que huir de la felicidad cuando ésta se encuentra tan cerca. Y tan sólo debemos arrepentirnos de las cosas que no hemos hecho en esta vida. Su Excelencia sabe bien cómo lo amo. Sí, ¡con locura! Usted me habla de la moral, de la sociedad. Pues, bien sabe usted que todo eso es hipócrita, sin otra ambición que dar cabida a la satisfacción de miserables seres egoístas que hay en el mundo. Dígame usted: ¿quién puede juzgarnos por amor? Todos confabulan y se unen para impedir que dos seres se unan; pero atados a convencionalismos y llenos de hipocresía. ¿Por qué S.E. y mi humilde persona no podemos amarnos? Si hemos encontrado la felicidad hay que atesorarla. Según los auspicios de lo que usted llama moral, ¿debo entonces seguir sacrificándome porque cometí el error de creer que amaré siempre a la persona con quien me casé? Usted, mi señor, lo pregona a cuatro vientos: “El mundo cambia, la Europa se transforma, América también”… ¡Nosotros estamos en América! Todas estas circunstancias cambian también. Yo leo fascinada sus memorias por la gloria de usted. ¿Acaso no compartimos la misma? No tolero las habladurías, que no importunan mi sueño. Sin embargo, soy una mujer decente ante el honor de saberme patriota y amante de usted. Su querida, a fuerza de distancia, (Rúbrica)
Revolucionaria ecuatoriana y amante de Simón Bolívar. Sáenz se casó con un rico comerciante inglés en 1817 y se convirtió en aristócrata de la alta sociedad en Lima, Perú. Éste fue el escenario para su participación en los asuntos políticos y militares, ya que se convirtió en apoyo de los esfuerzos revolucionarios. Dejando a su marido en 1822, pronto comenzó una colaboración de ocho años y una relación íntima con Bolívar que duró hasta su muerte en 1830.
febrero 2016
De Edgar Allan Poe a Helen Whitman
Cartas de amor prestadas
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He apretado tu carta una y otra vez contra mis labios, dulcísima Helen, bañado en lágrimas de alegría, o de una “divina desesperación”. Pero yo, quien tardíamente, en tu presencia, alardeaba sobre el “poder de las palabras”, ¿de qué me sirven ahora? Yo puedo creer en la eficacia de las plegarias al Dios de los Cielos, yo puedo efectivamente arrodillarme humildemente, arrodillarme en esta la más formal época de mi vida suplicando de rodillas con palabras, pero las palabras que pueda dedicarte más vale que me permitan yacer desnudo junto a ti, mi entero corazón. Todos los pensamientos, todas las pasiones, parecen ahora mezclados en este único deseo que me consume. (1848)
La historia de amor entre Whitman y Poe es digna de romanticismo. La primera vez que se vieron fue en 1845, cuando Poe asistía a una conferencia de un amigo; durante un paseo frente a la casa de Whitman la vió de pie en el jardín detrás de su casa. Ella le llamó la atención pero Poe se negó a ser presentado. Irónicamente, Whitman ya era admiradora de las historias de Poe. Años más tarde una amiga pidió a Whitman escribir un poema para la fiesta de Día de San Valentín. Decidió escribir uno para Poe, aunque él no estuvo presente. Él se enteró del tributo, "Para Edgar Allan Poe," y le devolvió el favor al enviar anónimamente su poema impreso previamente "Para Helen". Whitman nunca supo que era del propio Poe por lo que no respondió. Tres meses más tarde, Poe le escribió un nuevo poema, "Para Helen", haciendo referencia al momento, varios años antes, en que Poe la vio
por primera vez. Los dos intercambiaron cartas y poesía durante algún tiempo antes de comprometerse. En 1848 le pidió que fuera su esposa recitando un poema de Edward Coote Pinkney, y prometió mantenerse sobrio durante su compromiso. La madre de Whitman descubrió que Poe también perseguía a Annie Richmond y a Sarah Elmira Royster. A pesar de esto la boda fue anunciada por los periódicos locales, viéndose obligados a establecer una fecha para la boda, el 25 de diciembre. Supuestamente Whitman recibió una carta anónima que sugería que Poe había roto su promesa de sobriedad, conduciendo finalmente a terminar la relación. Poe mencionó en una carta a Whitman que culpaba a su madre por dicha separación.
De Carlota a Maximiliano
Palacio Nacional, México 8 de septiembre de 1864
Los corazones de todos los oficiales franceses arden por ti. Como sabes, De Courcy es el conde Henri de Courcy, un legitimista al parecer. Es infinitamente valiente y Bourdillon lo describe como a noble fellow. Desde luego, daría su vida por ti. Bazaine lo tiene en muy alto honor y lo trata con especial atención. La pequeña Mme. de Rancy estuvo algo mal, pero espera regresar de nuevo aquí y es, empero, mejor que la otra. Ama mucho a su esposo. Ambos viajarán el 18. Con seguridad hará en París propaganda amistosa y nos despedimos cordialmente. La joven Amor es aquella de la que Masso entregó una fotografía. Estaría muy bien para dama de palacio, sólo que algo débil, pero elegante y pura. Hoy salí a caballo y me encontré con cinco damas. No había salido desde el domingo pasado, pues terminé con todo el problema de la Iglesia, Ramírez quedó completamente asombrado ante tantos escritos. Bonard, el joven Auditeur au conseil d’Etat, le gusta mucho a Eloin. Es el vivero de los funcionarios civiles en Francia. Le recomendé a Ramírez que se ocupara de la causa del sereno que en tres días asesinó a seis personas, porque el alcaide de la cárcel lo dejaba siempre en libertad. La Estafette, cuyo espíritu no puede negarse, publicó un chiste galo acerca del asunto: Un sereno enragé.
Abrazándote mil veces, tu Carlota. (La exp. a Oaxaca sigue avanzando por fortuna.)
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Cartas de amor prestadas
Qué angustiada estuve de nuevo por tu recaída, hubiera querido estar contigo, pero sabía muy bien que era imposible. Bombelles, siguiendo el impulso de su corazón, casi habría hecho el viaje, cabalgando hasta Irapuato, pero sin duda hubiese desfallecido y yo también se lo desaconsejé. Lo único que me tranquilizó fue que la Almonte dijo que las anginas son muy frecuentes aquí, pero nunca peligrosas como en Europa, tanto más cuanto que duran tanto. A pesar de todo, tienes que tomar precauciones; tesoro mío, cómo te habrán dolido. Te aseguro que pensé sin cesar en ti. Presiono enormemente a los ministros acerca de las festividades; si Ramírez no estuviera allí no se haría nada. Pues bien es horroroso y sacude la cabeza por todo. Bourdillon lo encuentra oh, most awful. Hace poco que Ramírez lo hizo venir y le dijo: “me parece que vamos a hacer una Independencia muy miserable”. “Me parece lo mismo, señora”, y se rió mucho acerca de la inactividad de todo el mundo. El martes di una cena, cuya lista te anexo. De Courcy fue nombrado comandante de la plaza [la ciudad de México] y cuando menos parece halagado porque su mujer, cada vez más amanerada, se encuentra aquí.
febrero 2016
Tesoro entrañablemente amado:
De Maximiliano a Carlota
Irapuato 10 de septiembre de 1864
febrero 2016
Ángel bienamado:
Cartas de amor prestadas
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Por fin puedo escribirte unas cuantas líneas, mi vida, y agradecer de todo corazón tus tres cartas infinitamente cariñosas e interesantes. Hace ya 14 días que estoy en este desdichado Irapuato, pero si Dios quiere mañana saldremos con rumbo a Dolores Hidalgo, para festejar allí el día de la independencia. Estuve verdaderamente muy enfermo y padecí muchísimo, durante 3 días no pude hablar y casi muero de hambre y de sed; y tan lejos de ti, mi consuelo, tan solo y abandonado, eso fue lo más terrible. Tuve una nostalgia tan tremenda por México. Las noches fueron especialmente penosas, pues tenía ahogos continuos y por tanto no podía dormir. Durante este tiempo leí mucha historia y encontré gran consuelo en ello, me hizo mucho bien ver que también otros hombres tuvieron que luchar con grandes dificultades. Además la infinita amabilidad y cordialidad que me mostró toda la gente fue otro gran consuelo, me trataron con amor profundamente conmovedor, llegaron diputaciones de todas partes y regalos de víveres buenos y sanos. [El médico mexicano Ángel] Iglesias [y Domínguez que formó parte de la diputación mexicana a Miramar] y un médico militar francés me trataron muy bien. Todavía estoy muy débil y tremendamente flaco, pero tengo un apetito enorme. Hoy salí por primera vez un poco, lo que me hizo bien, aunque el aire de Irapuato es muy malsano. Casi toda mi comitiva estuvo también enferma o algo mal. Hoy vi por primera vez a [general López] Uraga [que se había pasado al Imperio], me cayó muy bien, aunque es muy pequeño, pero tiene una cabeza hermosa y maneras muy agradables. Conoce toda Europa, de Inglaterra a Constantinopla. Cuídate, ángel amado, abrazándote con profundo amor y nostalgia quedo tu siempre fiel Max.
Maximiliano de Habsburgo (1832-1867) Por nacimiento, ostentó la dignidad de Archiduque de Austria, debido a su filiación con la Casa de Habsburgo. Fue consorte de la princesa Carlota Amalia de Bélgica con quien gobernó durante 4 años el recién instaurado Imperio mexicano. La pareja arribó al puerto de Veracruz en 1864. Las tropas francesas habían llegado un año antes para preparar el arribo del emperador y observar la situación interna del país. La emperatriz Carlota, estudiaba la historia de México ya que estaba interesada en la tierra que iba a gobernar y aprendió el español rápidamente, llegando a dominarlo en poco tiempo. Fue ella quien gobernaba cuando se ausentaba Maximiliano, dando citas en Chapultepec. La caracterizaban las obras sociales y le apenaba ver tanta pobreza en México. Cuando salió de México para pedir ayuda a Francia se llevó en su memoria al país que hasta donde sabemos, jamás olvidó. Vivió hasta los 86 años, y murió en las cercanías de Bruselas. La correspondencia de Carlota es muy extensa, sus cartas son un valioso testimonio para entender la vida cotidiana de la emperatriz.
De Karl Marx a Jenny von Westphalen
febrero 2016
21 de junio de 1856
Cartas de amor prestadas
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Querida mía: De nuevo te escribo porque me encuentro solo y porque me apena siempre tener que charlar contigo sin que lo sepas ni me oigas, ni puedas contestarme. Por más malo que sea tu retrato, me sirve perfectamente, y ahora comprendo por qué hasta las “lóbregas madonnas”, las más imperfectas imágenes de la Madre de Dios, podían encontrar celosos y hasta más numerosos admiradores que las imágenes buenas. En todo caso, ninguna de esas oscuras imágenes de madonna ha sido tan besada, ninguna ha sido mirada con tanta veneración y enternecimiento, ni adorada tanto como esta foto tuya, que si bien no es lóbrega, sí es sombría, y en modo alguno representa tu hermoso, encantador y dulce rostro que parece haber sido creado para los besos. Yo perfecciono lo que estamparon mal los rayos del sol y llego a la conclusión de que mi vista, por muy descuidada que esté por la luz del quinqué y el humo del tabaco, es capaz de representar imágenes no sólo en sueños, sino también en la realidad. Te veo, siento, toda delante de mí, como de carne y hueso. La separación temporal es útil, ya
que la comunicación constante origina la apariencia de monotonía que lima la diferencia entre las cosas. Hasta las torres de cerca no parecen tan altas, mientras que las minucias de la vida diaria, al tropezar con ellas, crecen desmesuradamente. Lo mismo sucede con las pasiones: los hábitos consuetudinarios que, como resultado de la proximidad se apoderan del hombre por entero y toman forma de pasión, dejan de existir tan pronto desaparece del campo visual su objeto directo. Las pasiones profundas, que como resultado de la cercanía de su objetivo se convierten en hábitos consuetudinarios, crecen y recuperan su vigor bajo el mágico influjo de la ausencia. Así es mi amor. Al punto que nos separa el espacio, me convenzo de que el tiempo le sirve a mi amor tan solo para lo que el sol y la lluvia le sirven a la planta: para que crezca. Mi amor por ti, cuando te encuentras lejos de mí, se presenta tal y como es en realidad: como un gigante, en él se concentra toda mi energía espiritual y todo el vigor de mis sentimientos. Adiós, querida mía, te mando a ti y a nuestras hijas miles y miles de besos. Tu Carlos
De Dostoievski a Anna Grigorievna
febrero 2016
Fiódor Mijáilovich Dostoievski (1821 -1881)
Cartas de amor prestadas
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Novelista, cuentista, ensayista, periodista y filósofo ruso. Sus obras literarias exploran la psicología humana en el ambiente político, social y espiritual típicos del siglo XIX en Rusia. Nacido en Moscú en 1821, al graduarse trabajó como ingeniero y disfrutó brevemente de un lujoso estilo de vida, a la par realizó traducciones de libros para ganar dinero extra. En los años siguientes, trabajó como periodista, en la edición de varias revistas propias y más tarde comenzó a escribir a diario. Tras varios años de dificultades económicas, finalmente se convirtió en uno de los escritores más leídos y de gran prestigio. Sus libros han sido traducidos a más de 170 idiomas. Sus principales obras incluyen Crimen y castigo (1866), El idiota (1869), Los demonios (1872) y Los hermanos Karamazov (1880).
Ania querida, amiga mía, esposa mía, perdóname y no me llames canalla. He cometido un crimen: lo perdí todo; todo lo que me enviaste, todo, hasta el último kreuzer. Ayer lo recibí y ayer mismo lo perdí. Ania, ¿cómo voy a poder mirarte ahora? ¿Qué vas a decir de mí? Una sola cosa me horroriza: qué vas a decir, qué vas a pensar de mí. Solo tu opinión me asusta. ¿Podrás respetarme todavía? ¿Vas a respetarme todavía? ¡Qué es el amor cuando no hay respeto! El juego es lo que siempre ha perturbado nuestro matrimonio. Ah, amiga mía, no me culpes definitivamente. Odio el juego, no solamente ahora, ayer también, anteayer también lo maldije; cuando recibí ayer el dinero y cambié la letra fui con la idea de desquitar aunque fuera un poco, de aumentar aunque solo fuera mínimamente nuestros recursos. Tenía tanta confianza en ganar algo... Al principio perdí muy poco, pero cuando comencé a perder, sentía deseos de desquitar lo perdido, y cuando perdí aun más, ya fue forzoso seguir jugando para recuperar aunque solo fuera el dinero necesario para mi partida, pero también eso lo perdí. Ania, no te pido que te apiades de mí, preferiría que fueras imparcial, pero tengo mucho miedo a tu juicio. Por mí no tengo miedo. Al contrario, ahora, ahora después de esta lección, de repente me sentí perfectamente tranquilo respecto de mi futuro. De hoy en adelante voy a trabajar, voy a trabajar y voy a demostrar de qué soy capaz. Ignoro cómo se presenten las circunstancias en adelante, pero ahora Katkov no rehusará. En adelante todo dependerá de los méritos de mi trabajo. Si es bueno, habrá dinero. Oh, si solo se tratara de mí, ni siquiera pensaría en todo esto, me reiría, no le prestaría ninguna atención y me marcharía. Pero tú no dejarás de emitir tu juicio sobre lo que he hecho y esto es lo que me preocupa y me atormenta. Ania, si tan solo pudiera conservar tu amor... En nuestras circunstancias ya de por sí difíciles he gastado en este viaje a Hamburgo más de mil francos, es decir, alrededor de 350 rublos. ¡Es criminal! No los gasté por falta de seriedad, ni por avaricia; no los gasté para mí. ¡Mis objetivos eran otros! Pero no tiene sentido justificarse
Hamburgo, 24 de mayo de 1867
De Dostoievski a Anna Grigorievna
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Cartas de amor prestadas
P. D. Ángel mío, por mí no te preocupes. Te repito que si solo se tratara de mí, me reiría y no haría el menor caso. Tú, tu juicio es lo que me atormenta. Es lo único que me causa dolor. Y yo... cuánto daño te he hecho. Adiós. Ah, si pudiera ir ahora mismo a reunirme contigo, si pudiéramos estar juntos, algo se nos ocurriría.
El 4 de octubre de 1866, Anna comenzó a trabajar como taquígrafa en la novela de Dostoievski, El jugador. En noviembre él le propuso matrimonio y al siguiente año la pareja se casó. Dos meses más tarde se fueron a vivir al extranjero, por cuatro años. Poco antes de su partida dos acreedores de Dostoievski presentaron cargos contra él y comenzaron los problemas económicos. Dostoievski perdió todo su dinero jugando a la ruleta, así como ropa y pertenencias de su esposa. En ese momento Anna comenzó a escribir un diario que más tarde publicaría. Dostoievski trabajó muy duro para recuperar su fortuna, pero no fue hasta 1871, al volver a casa, que abandonó el juego. Anna se hizo cargo de todas las cuestiones financieras, incluido el negocio editorial y las negociaciones por lo que pronto liberó a su marido de la deuda. Su primera hija, Ana, murió a los tres meses de nacida, luego tuvieron otros tres hijos más Sofía, Fiódor y Alexéi.
febrero 2016
ahora. Ahora debo reunirme cuanto antes contigo. Mándame lo más pronto posible, ahora mismo, dinero suficiente para poder salir de aquí, aunque sea lo último que quede. No puedo quedarme por más tiempo en este lugar, no quiero estar aquí. Quiero estar contigo, solo contigo, quiero abrazarte. Me vas a abrazar, vas a besarme, ¿no es cierto? Si no fuera por este clima detestable, por este clima húmedo y frío, me habría mudado ayer, por lo menos a Fráncfort, y entonces no habría sucedido nada, no habría jugado. Pero el clima es muy malo y con mis dientes y mi tos no pude moverme de aquí, pues me aterraba la idea de viajar toda la noche con este abrigo tan ligero. Era imposible, era correr el riesgo de contraer alguna enfermedad. Pero ahora tampoco ante eso me detendré. En cuanto recibas esta carta envíame diez imperiales (como con la letra de cambio Robert Thore, no son necesarios los imperiales en sí, sino simplemente un Anweisung; como la vez pasada). Diez imperiales, es decir, noventa y tantos florines para pagar mis deudas y poder partir. Hoy es sábado, recibiré el dinero el domingo y ese mismo día me iré a Fráncfort, ahí tornaré el Schnellzug y el lunes estaré contigo. Ángel mío, no pienses que también esto voy a perderlo. No me humilles a tal punto. No pienses de mí tan mal. ¡Yo también soy un ser humano! También en mí hay algo de humano. No se te ocurra de ninguna manera, si no me crees, venir a reunirte conmigo. Tu desconfianza en que voy a llegar me aniquila. Te doy mi palabra de honor de que partiré inmediatamente sin que nada pueda detenerme, ni siquiera la lluvia o el frío. Te abrazo y te beso. Qué pensarás ahora de mí... Ah, si pudiera verte en el momento en que leas esta carta. Tuyo, F. Dostoievski
De Lewis Caroll a Gertrude Chataway
febrero 2016
Christ Church, Oxford, 28 de octubre de 1876
Cartas de amor prestadas
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Gertrude Chataway (1866-1951) Fue la amiga más importante en la vida del autor Lewis Carroll, después de Alice Liddell. Gertrude inspiró su épico La caza del Snark (1876), por lo que el libro está dedicado a ella, y se abre con un poema que utiliza su nombre como un doble acróstico. Su amistad comenzó en 1875, cuando Gertrude tenía nueve años y él cuarenta y tres, mientras estaban de vacaciones en el balneario inglés de Sandown. Carrol realizó una serie de dibujos de Gertrude cuando niña. Continuaron la correspondencia, y juntos pasaron numerosas vacaciones en el mar, varias cuando ella tenía ya casi treinta años.
Mi muy querida Gertrude: Usted estará apesadumbrada, sorprendida, y desconcertada, al oír la extraña enfermedad que tengo desde que usted se fuera. Mandé buscar al doctor, y le dije: “Deme alguna medicina porque me siento cansado”. Él respondió: “¡Estupideces sin sentido! Usted no necesita medicinas: ¡métase en la cama!”. Repliqué: “No, no es la clase de cansancio que pide la cama. Mi rostro trasunta cansancio”. Él se reía con expresión grave, y dijo: “Oh, es su nariz la que está cansada: una persona habla a menudo demasiado cuando piensa que tiene todo claro”. Repuse: “No, no es la nariz. Quizás sea el pelo”. Entonces él se volvió serio, y dijo: “Ahora sí entiendo: usted estuvo peinando el pianoforte”. “No —le contesté—, no lo he hecho, y no es exactamente el pelo: más bien sobre la nariz y el mentón”. Entonces él, después de pensar un largo rato, me preguntó: “¿Ha estado usted caminando mucho con la barbilla?”. Respondí: “No”. “¡Bien!” —exclamó él—, “esto me desconcierta mucho”.
“¿Usted cree que el problema estará en los labios?”, preguntó. “Por supuesto”, respondí. “¿Qué es exactamente?”. Entonces él, muy serio por cierto, dijo: “Yo creo que ha estado dando demasiados besos…”. “Bueno” —dije—, le di un beso a una niña, una pequeña amiga mía”. “Piense otra vez —dijo él—, ¿está seguro de que haya sido solo uno?”. Pensé otra vez, y añadí: “Puede que hayan sido once veces”. Entonces el doctor afirmó: “Usted no debe darle ni uno más hasta que sus labios se hayan recuperado”. “Pero, ¿cómo hago? —le pregunté—, ¡le debo ciento ochenta y dos besos más!”. Entonces, tan serio que las lágrimas le corrían por sus mejillas, me dijo: “Mándeselos en una caja”. Recordé entonces una pequeña caja que compré una vez en Dover, pensando que podría regalarla alguna vez a alguna niña u otra persona. Así que los empaqueté cuidadosamente. Dígame si le llegan bien o si alguno se pierde en el camino.
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De Auguste Rodin a Camille Claudel
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Mi feroz amiga, Mi pobre cabeza está muy enferma y ya no puedo levantarme por la mañana. Esta tarde he recorrido durante horas sin encontrarte en nuestros lugares. ¡Qué dulce me resultaría la muerte y qué larga es mi agonía! ¿Por qué no me has esperado en el taller? ¿Dónde vas? Cuánto dolor me estaba destinado. Tengo momentos de amnesia en los que sufro menos, pero hoy el dolor permanece implacable. Camille, mi bienamada a pesar de todo, a pesar de la locura que siento acercarse y que será obra tuya, si esto continúa, ¿por qué no me crees? Abandono mi taller, la escultura. Si pudiera irme a cualquier parte, a un país en el que olvidara, pero no existe. Hay momentos en que francamente creo que te olvidaría. Pero de repente, siento tu terrible poder. Ten piedad, malvada. Ya no puedo más, no puedo pasar otro día sin verte. De lo contrario, brotará la locura atroz. Se acabó, ya no trabajo, divinidad maléfica, y sin embargo te quiero con furor. Mi Camille, ten la seguridad de que no tengo ninguna amiga, y de que toda mi alma te pertenece. Auguste (Aproximadamente 1885)
Camille Claudel Estudió escultura en la Académie Colarossi con el escultor Alfred Boucher. En 1882, alquila un taller con otras mujeres jóvenes para continuar bajo la enseñanza de Boucher. Tiempo después éste decide ceder su enseñanza a Auguste Rodin. Es ahí donde Rodin y Claudel comienzan su tumultuosa y apasionada relación. Alrededor de 1884, Claudel comenzó a trabajar en el taller de Rodin. Se convirtió en su fuente de inspiración, su modelo, su confidente y amante. Sin embargo nunca vivió con Rodin, dado que éste se mostró reacio a poner fin a su relación de 20 años con Rose Beuret. A causa de esto su relación nunca fue bien vista ni aceptada por la familia de Camille y como consecuencia de ello, se vió obligada abandonar la casa familiar. En 1892, después de un aborto, Camille terminó el aspecto íntimo de su relación con Rodin, aunque continuaron viéndose regularmente hasta 1898. Su carrera como escultora continuó, al principio aún influenciada por el estilo de Rodin, pero después logra un estilo independiente y revolucionario. En los primeros años del siglo XX, Claudel tenía clientes, concesionarios, y algo de éxito comercial.
febrero 2016
De Sigmund Freud a Martha Bernays
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Martha Bernays (1861 – 1951) La amada de Freud fue criada en una familia judía ortodoxa. Sigmund y Martha se conocieron en abril de 1882 y después de un compromiso de cuatro años se casaron en 1886 en Hamburgo. Durante los años de compromiso Freud envió más de 900 cartas a su novia, que trazan los altibajos de una relación tempestuosa, marcadas por los brotes de celos de su parte. Su eventual matrimonio fue un asunto mucho más armonioso.
Viena, miércoles 21 de enero de 1885 Mi pequeña novia: Han sucedido muchas cosas, por lo que debes perdonarme si esta carta te parece un poco confusa. Corrió el rumor de que había muerto el Kaiser alemán. Sin embargo sigue, al parecer, vivito y coleando. Estoy seguro de que nos enterrará a todos. Ahora hablemos de tu carta. Hay en ella muchas cosas que merecen inmediata respuesta. En primer lugar, a la pregunta de si te dejo patinar, te contesto rotundamente que no. Soy demasiado celoso para permitir tal cosa. Yo no sé patinar y, aunque supiera, no tendría tiempo para acompañarte, y alguien habría de hacerlo, de modo que olvídalo. También insisto en que te compres una buena alfombra, aunque tengas que gastar la totalidad de los veintiocho marcos que te enviaré con los beneficios de mi próxima conferencia. Por el momento, estoy sin un centavo. Si a ti te queda algo de dinero, inviértelo en lo que te digo y te mandaré algo apenas pueda. En tercer lugar, no veo por qué has de tener frío. ¿Es que no hay estufa ni leña en Wandsbek? Exijo una explicación urgente. Espero que no lleguemos de nuevo a tus disculpas de que no me puedes escribir en una habitación porque hace demasiado frío, ni en la otra porque no te dejan hacerlo tranquila. Esta es la carta más terrible que jamás he recibido de ti, y no la olvidaré aunque llegue a cumplir ochenta y cinco años y tú sigas dándome un beso diario, lo que quizá sea pedir demasiado. Querida, ¿es posible que sólo seas afectuosa en verano y que en invierno te congeles? Siéntate y contéstame sobre esto inmediatamente, pues aún estoy a tiempo de salir y buscarme una novia para los inviernos. ¿Qué más? Que tu mala suerte tendrá que ser excepcional si pierdes esta vez la serpiente de oro. Quizá no sepas que las novias de los Dozents están obligadas a llevarlas para distinguirse de las prometidas de los médicos corrientes. Otra cosa deseo decirte: No está bien que tachemos a una persona de "asquerosa" porque se interponga en nuestro camino. Pfunge, especialmente, está en su derecho, y sus intenciones distan de ser asquerosas. En cualquier caso por el momento se ha podido evitar lo peor. Voy a encuadernar algunos libros. Desde mañana cenaré en mi habitación. En caso contrario perdería la costumbre de trabajar por las tardes. Buenas noches, mujercita; sé muy buena y quiéreme un poco. Tuyo, Sigmund
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De Cyrano de Bergerac a Roxane
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Señora: La memoria que guardo de vos, en lugar de regocijaros, debería causaros piedad. Imaginaos un fuego compuesto de ardiente hielo que se quema a fuerza de temblar, que el dolor hace estremecerse de alegría y que teme tanto como la muerte la curación de sus heridas: he aquí lo que ahora os digo. Pregunto al más agudo de mis conocimientos de dónde proviene esta enfermedad: dicen que es Amor, mas no lo puedo creer, pues la gente de mi edad aún no ha sido atacada por esta enfermedad. Responden que el Amor es un niño y que se va con sus semejantes; que es enfermedad propia de niños jugar mucho tiempo con fuego sin quemarse y que su pecho es más tierno que el de los hombres. ¡Oh, dioses! Si es verdad, ¿qué esperaré? No tengo un punto de experiencia, odio los remedios, me gusta la mano que me golpea y al fin soy atacado por un mal por el que no puedo llamar al médico por temor a que se burle de mí. Si al menos no tuvierais mi corazón, encontraría el coraje para defenderme; mas la presente ha hecho que no ose fiarme de vos porque tenéis un doble corazón. Soñad, pues, con darme el vuestro; porque soy de una profesión a la que señalan con el dedo si se viene a saber que no tengo en absoluto corazón, ¿y podríais reconocer en una persona sin corazón a vuestro apasionado servidor?. (Edmond Rostand).
La obra de Cyrano de Bergerac ha sido traducida e interpretada múltiples veces, y es responsable de la introducción de la palabra “garbo" en el idioma inglés
Edmond Rostand (1868 - 1918) Poeta y dramaturgo francés conocido por su obra Cyrano de Bergerac (1897). Trata sobre Hércules Savinien Cyrano de Bergerac, un cadete del ejército francés, hombre temerario de carácter fuerte, que posee muchos talentos. Duelista notable, talentoso poeta y músico, que sin embargo al tener una nariz muy grande, se siente inseguro. Esto le impide expresar su amor por su prima lejana, la hermosa e intelectual Roxane, ya que cree que gracias a su fealdad se le niega el "sueño de ser amado por incluso una mujer fea."
febrero 2016
De Rosa Luxemburgo a León Jogiches
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Rosa Luxemburgo (1871-1919) Teórica marxista de origen judío. Militó en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), hasta que en 1914 se opuso a la participación en la I Guerra Mundial, por considerarla un "enfrentamiento entre imperialistas". Integró, desde entonces, el grupo internacional que en 1916 se convirtió en la Liga Espartaquista, que sería luego el origen del Partido Comunista de Alemania. Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja. Sus libros más conocidos, publicados en castellano, son Reforma o Revolución, Huelga de masas, partido y sindicato, La Acumulación del Capital y La revolución rusa.
¡Querido mío, mi amado! Te beso mil veces por tu carta, tan dulce, y por tu regalo que aún no he recibido. Qué pasa este año, es como si el cuerno de la abundancia se derramara sobre mí. ¡Imagínate que recibí de Schonlank los 14 tomos de Goethe en una encuadernación de lujo! ¡Con los tuyos, ya es agregar un nuevo estante a los dos que tengo! ¡Que feliz que estoy por su elección! Rodbertus es mi economista preferido y puedo leerlo cien veces seguidas para mi simple regocijo intelectual. En cuanto al diccionario de bolsillo, ¡ese regalo sobrepasa mis deseos más audaces! Me siento como si hubiera recibido no un libro sino una propiedad, una vez que todo esté reunido, tendremos una biblioteca linda y deberemos (cuando nos instalemos al fin humanamente los dos juntos), comprar una biblioteca con puertas de vidrio para guardar todos esos libros. Querido mío, mi adorado, cómo me ha regocijado tu carta: la leí seis veces desde el comienzo hasta el fin. Entonces, ¡en verdad estás contento de mí! ¡Me escribes que quizá sólo en mi fuero interno sé que existe en algún sitio un hombre al que llamo querido mío y que me pertenece! ¿Acaso no sientes que todo lo que hago, lo hago siempre
Berlín, 6 de mayo de 1899
"Quisiera, como a menudo tengo ganas, que me lleves en tus brazos. Pero siempre me contestas que soy muy pesada"
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de tus últimas cartas que estás en muy buen estado de ánimo para trabajar; por otra parte, tus cartas durante la campaña con Schippel, cada día —literalmente— me han estimulado a pensar, y en la última había un pasaje entero que es la perla más hermosa de mis artículos (aquel sobre los efectos derivados de la superproducción para los obreros, que literalmente he deducido de tu carta). ¡Acaso crees que no veo y aprecio que, a la “señal de combate”, acudes inmediatamente en mi ayuda y me empujas al trabajo, olvidando todas tus griterías y todos mis “desfallecimientos”! No puedes saber con qué alegría y con qué impaciencia espero tus cartas: sé que en ellas encontraré mi fuerza y mi alegría, un sostén y un consuelo. Lo que más gusto me dio, es el pasaje donde escribes que todavía somos jóvenes, que sabremos arreglar nuestra vida personal. ¡Ah, mi amor dorado, cómo deseo que mantengas esta promesa!... Un alojamiento pequeño para nosotros, nuestros muebles, nuestra biblioteca; un trabajo calmo y regular, paseos los dos juntos, de tanto en tanto la ópera, un pequeño
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pensando únicamente en ti? Cuando escribo un artículo, mi primer pensamiento es que te va a alegrar, y cuando vivo jornadas en que dudo de mis propias fuerzas y no puedo trabajar, una sola idea me inquieta: qué efecto te producirá, si te voy a causar una decepción, si quedaré mal contigo. Cuando tengo pruebas de algún éxito, por ejemplo la carta de Karl Kautsky, entonces las considero simplemente como mi tributo moral hacia ti. Te doy mi palabra, por la salud de mi madre, que la carta de Karl Kaustsky personalmente me resulta indiferente: si me puse tan contenta fue sólo porque, después de haberla abierto, la leí con tus ojos y adiviné la alegría que te iba a causar. Espero impaciente tu respuesta sobre este tema. (Seguramente llegará mañana con los libros; la fiesta será doble). Una sola cosa falta para mi calma íntima: el arreglo exterior de tu vida y de nuestra relación. ¡Tú siente que pronto mi situación (moral) será tal que podremos vivir juntos abiertamente como marido y mujer! Tú mismo lo comprendes. Estoy feliz de que el asunto de tu ciudadanía por fin se encamine a término y que avances enérgicamente hacia el doctorado. Siento a través
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círculo de amigos que a veces se invita a cenar, Y si en ello ponemos nada más que un poco de cada verano un mes en el campo sin trabajar en buena voluntad, seremos, debemos ser felices. nada… (Y también ¿quizá un pequeño, un be- ¿No hemos sido tantas veces felices, desde bito pequeño? ¿Es que nunca podremos? ¿Nun- que vivimos juntos un poco más de tiempo y ca? Querido, ¿sabes lo que me sucedió cuando trabajamos más por eso? ¿Recuerdas a Weggis? ¿Melide? ¿Bougy? ¿Biopaseaba por el Tiergarten? ¡Sin nay? ¿Recuerdas cómo el ninguna exageración! Un chiquimundo entero nos es indillo de 3 ó 4 años, con un trajecito ferente desde que nos enadorable, y muy rubio, se detuvo tendemos entre nosotros? frente a mí y comenzó a mirarme. Por el contrario, temo la De pronto sentí unas ganas locas menor irrupción de alde secuestrar al niñito, de huir gún extraño. ¿Recuerdas rápido hasta casa y de guardarlo a Weggis la última vez, ahí. ¡Ah, querido, ¿es que nunca cuando yo escribía paso tendré un bebé? a paso (¡siempre pienso Nunca nos pelearemos en Leon Jogiches con orgullo en ella, qué casa, ¿no es cierto? Es necesario (1867 – 1919) órbita maestra!)? Estaque la calma y la paz reinen entre ba enferma, escribía en nosotros, como entre los demás. Revolucionario marxista la cama y me enervaba, Sabes lo que me atormenta; me activo en Lituania, Polonia y tú eras tan dulce, tan siento vieja y ya soy fea; la mujer y Alemania. En 1893 ayudó a formar el Partido bueno, tan tierno, me que llevarás del brazo cuando vaSocialdemócrata de calmabas diciéndome con yas a pasearte por el Tiergarten, Polonia junto con Rosa una voz que aún escucho: no será linda. Nos mantendremos Luxemburgo. Surgiendo “vamos, tranquilízate, a distancia de los alemanes. A desde entonces un amor todo irá bien”. Nunca lo pesar de las invitaciones de Karl entre ellos que duró toda olvidaré. ¿O te acuerdas, Kautsky para la reintegración, su vida a pesar de las en Mélida, después del eso es lo que me hago, para que dificultades. almuerzo? Te sentabas sean ellos los que insistan y para El trabajo de los dos no en el balcón, después del que sientan que no me ocupo de puede separarse, a pesar café, ese café tan espeso, ellos absolutamente. de una clara distinción como un chico, sudando ¡Querido, si 1°) terminas con con Jogiches como bajo ese horrible sol, y yo el asunto de la ciudadanía 2°) organizador y Luxemburgo bajaba al jardín con mi terminas el doctorado, 3°) te como teórica. Fundador cuaderno de Ciencia adinstalas conmigo abiertamente de la Liga Espartaco, ministrativa. ¿O te acueren un departamento nuestro lideró la revolución alemana comunista das del domingo cuando donde trabajemos juntos, ende 1919. Al fracasar, vinieron músicos al jartonces todo irá entre nosotros Luxemburgo y Liebknecht dín, que no nos podíamos idealmente! Ninguna pareja en fueron asesinados por quedar y nos fuimos a pie el mundo tiene, como nosotros, el gobierno y más tarde hasta Maroggia, y cuando tantas condiciones para ser feliz. Jogiches fue asesinado al tratar de investigar el asesinato de los mismos.
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Cuando escribo un artículo, mi primer pensamiento es que te va a alegrar, y cuando vivo jornadas en que dudo de mis propias fuerzas y no puedo trabajar, una sola idea me inquieta: qué efecto te producirá, si te voy a causar una decepción, si quedaré mal contigo
volvíamos, la luna salía sobre el San Salvatore? Nos preguntábamos justamente si yo debía partir para Alemania; nos quedamos en la ruta, abrazados en la oscuridad y mirábamos el cuarto creciente por sobre la montaña. Todavía siento el sabor de esa noche. ¿O te acuerdas cuando volvías por la noche, a las 8,20, de Lugano con las provisiones? Yo bajaba con la lámpara y juntos abríamos los paquetes, luego ponía sobre la mesa las naranjas, los quesos, el salame, la tarteleta envuelta en papel; ah, ves, nunca comimos una comida más suntuosa que entonces, sobre esa mesita, en la pieza vacía, frente al balcón abierto, mientras que el olor del jardín subía hasta nosotros; como un artista freías en la sartén, mientras que a lo lejos en la oscuridad, se oía el ruido del tren de Milán cruzando el puente… ¡Ah, querido mío, querido mío! ven rápido, nos esconderemos del mundo entero en dos piecesitas, trabajaremos solos, nosotros mismos nos cocinaremos y estaremos tan bien, tan bien…! Mi amor querido, te rodeo con mis brazos y te beso mil veces; quisiera, como a menudo tengo ganas, que me lleves en tus brazos. Pero siempre me contestas que soy muy pesada. Hoy no quiero escribir nada sobre los asuntos. Mañana, después de mi visita a los Kautsky, iré sin artículo, porque espero tu carta. Te abrazo y te beso y quiero absolutamente que me tomes en tus brazos. Tu Rosa
De Rosa Luxemburgo a León Jogiches
De Jalil Gibrán a Mary Haskell
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20 de junio de 1914
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Creo que es un error tuyo negarte a tener un contacto más íntimo, Mary. Un hombre en su pasión se guía por tres cosas: la lógica, el corazón y el sexo. Cada una de estas cosas lo gobiernan durante un determinado periodo; la lógica y el corazón me gobernaron durante muchos años. Pero, ahora, aparece el deseo sexual. Me dijiste: “Querido Jalil, vamos a dejar el mañana para mañana”. Y en ese momento me sentí pequeño e ingenuo. A las cosas importantes las has venido tratando como si no fueran nada. Yo te amo. Mi deseo es mayor que tu deseo hacia mí. Cada vez que te encuentro, tu presencia llena todo el espacio que me rodea. Yo te amo y sé que el contacto físico tiene su momento. Después, este momento desaparece. No quiero que nada de lo que sea muy importante entre nosotros termine por desaparecer, porque no sabemos qué puede suceder después de eso. Nuestra relación ya es muy fuerte, pero no sé dónde pueden llevar los límites que se le imponen al amor. A pesar de todo, me entrego en tus manos. Un hombre solamente puede entregarse en las manos de alguien cuando el amor es tan grande que el resultado de esta entrega es la libertad total. Yo te amo con todo lo que existe en mí. La punta de mis cabellos, el borde de mis uñas, todo está repleto de este amor que te tengo, Mary. Jalil
La naturaleza de la relación romántica entre estos dos personajes es oscura; algunos afirman que eran amantes, pero nunca se casaron porque la familia de Haskell se opuso, otros sugieren que su relación nunca fue consumada físicamente. Como sea, ella se casó con otro hombre, auqnue siguió apoyando a Gibrán para avanzar en su carrera
Jalil Gibrán (1883 - 1931) Artista, poeta y escritor de origen libanés, conocido en el mundo de habla inglesa por su libro de 1923 El Profeta. A temprana edad Jalil emigró con su familia a los Estados Unidos, donde estudió arte y comenzó su carrera literaria, escribiendo en inglés y árabe. En el mundo árabe, Gibrán es considerado como un rebelde literario y político. Su obra El profeta, es un ejemplo de ficción que incluye una serie de ensayos filosóficos escritos en prosa poética.Es el tercer poeta más vendido de todos los tiempos, detrás de Shakespeare y Lao tse. Gibrán conoció a Mary Elizabeth Haskell, una directora de escuela diez años mayor que él, durante una exposición, iniciando una amistad que duró el resto de su vida.
De Rainer María Rilke a Lou Andréas-Salomé
febrero 2016
París, sábado 20 de junio de 1914
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Lou querida, he aquí un extraño poema escrito esta mañana, que te envío ahora mismo, y al que espontáneamente he titulado “Wendung” porque representa el viraje decisivo que se producirá probablemente con toda necesidad si tengo que vivir, y comprenderás en qué sentido lo concebí. Tu carta en respuesta a mi estudio sobre las “Muñecas” la había presentido, suponiendo que me escribirías una de consuelo, que manifestara una impresión apropiada para ordenarlo. Y, en efecto, comprendo perfectamente lo que reconoces en ella, así como la última frase que las «palabras» son incapaces de expresar, esa última frase con relación a la unidad que la muñeca forma con lo corporal y sus más horribles fatalidades. Pero, qué espantoso es que uno escriba semejante cosa sin darse cuenta de nada, so pretexto de hablar de un recuerdo de la más original intimidad, y que a continuación deje uno la pluma con ansias de revivir una vez más lo fantasmal, pero de manera ilimitada como nunca antes lo había hecho; hasta que, lleno a rebosar de estopa el cuerpo de títere en que uno mismo se ha convertido, se quede con la boca reseca. Tu Rainer
Rainer Maria Rilke (1875-1926) Es considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal. Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo. En prosa destacan las Cartas a un joven poeta y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. Es autor también de varias obras en francés.
febrero 2016
De Lou Andréas-Salomé a Rainer María Rilke
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Después de dos días de ausencia (para ir a hablar con alguien) estoy de regreso hoy, e íntegramente con tus palabras y a solas con ellas ante este “viraje decisivo” que lo es y sin embargo ya no lo es, pues se preparaba desde hace mucho tiempo, casi realizado ya: tu cuerpo lo sabía, por decirlo así, antes que tú mismo, pero claro, del modo en que los cuerpos pueden saber —con una fidelidad, una rectitud infinitas, de manera que ello debía conducir a un nuevo malentendido con el espíritu por algún tiempo. ¿Sabes en qué podía reconocerse? En los ojos, ellos, que miran, que conquistan la figura única de mil matices que “todavía no había sido amada”; los ojos que querían amar transgredieron el límite que les fue impuesto y (¿te acuerdas de lo
que me habías dicho?) los ojos celebraron nupcias en una mirada, no sólo en sentido poético sino, a decir verdad, en el sentido más corporal, hasta la agitación de la sangre, como si en aquellos momentos se hubiese producido mucho más que una simple mirada. (Así fue en el caso de la muchachita que se miraba en tus ojos como en un espejo, mientras se arreglaba; así, en otros casos más personales). Pero, en cuanto a los ojos, abandonados al esfuerzo de su búsqueda, más allá del límite de lo que habitualmente sólo debieran llevar al espíritu, en su ver sólo podían hacerse cada vez más corporales y, en cierto modo, aprovechándose de confusiones con hechos acaecidos (procesos subterráneos que no se realizaban en la superficie del cuerpo, dispuesta hacia lo exterior), sólo podían conocer extraños tormentos; pues la “labor del corazón”, al contacto con lo que no había sido más que un ver artístico, sólo podía realizarse a partir del fondo más interior. Así fue cómo ocurrió que, por ejemplo, la sangre afluyera a los ojos en forma de congestión, determinando dolorosas presiones; como si este flujo tendiera, por error, a transformar los ojos en órganos genitales, a transformarlos en aquello mismo de lo que proceden los milagros corpóreamente generadores; y sufrían, en la lucha de
Rilke y Salomé se conocieron cuando él tenía 21 años y ella 36, además de ser casada. Rilke comenzó a cortejarla con revelaciones románticas tontas que fueron rechazadas por ella. Sin embargo su amor no se inmutó y más tarde logró desarrollar un vínculo apasionado, que continuó a lo largo de treinta y cinco años de correspondencia
Göttingen, 24 de junio de 1914, miércoles
Compartió los secretos más íntimos de filosofía con Nietzsche, pero luego gracias a su magnetismo y belleza encontró su camino junto a Paul Rée (amigo de Nietzsche). Fue una intelectual, autora de muchos libros, psicoanalista, analizada por Sigmund Freud, y compañía espiritual de artistas y escritores (hombres y algunas mujeres) de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Salomé fue una escritora prolífica, y escribió varias novelas, obras y ensayos poco conocidas; fue también una creativa feminista. A través de su vida de casada, se comprometió en romances e intercambió correspondencia con el periodista alemán Georg Lebedour, el poeta austro-húngaro Rainer Maria Rilke y los psicoanalistas Sigmund Freud y Viktor Tausk, entre otros. Da cuenta de muchos de ellos en su libro Lebensrückblick.
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Cartas de amor prestadas
Lou
LOU ANDRÉAS-SALOMÉ (1861-1937)
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su sincero esfuerzo, que sólo los conducía a una disensión con el cuerpo, en lugar de procurarle la calma. Hasta que el corazón se puso a latir al ritmo del gran amor en el cual lo exterior y lo interior se unen, el amor que, de repente, se da cuenta de todos sus tesoros y los examina como a las novias. Lo que hace el amor de este modo es obscuro, grave y magnífico, y se sitúa del lado de la vida; ¡quién osará descubrir sus primeros frutos! Por lo demás tú mismo los vivirás. No sin interrupciones ni dudas, ciertamente. Querido, mi querido viejo Rainer, creo que no debiera escribirlo aquí —por lo demás no hay nada aquí que pueda verdaderamente escribirse—, tengo la impresión de que estamos, en alguna parte, estrechamente el uno al lado del otro (poco más o menos como en Dresde cuando, consultando el indicador, de repente nos entraron ganas de volver a Munich), apretados el uno contra el otro como niños que se cuchichean mutuamente algo doloroso o tranquilizador. Y me gustaría seguir escribiendo, decir y seguir diciendo: no porque sepa verdaderamente muchas cosas, sino porque los acentos de tu corazón, esos acentos profundos, nuevos, los percibo en lo más profundo de mi alma (aunque de muy distinto modo que tú por el hecho de que, en cuanto mujer, una se halla enraizada, en cierto modo, en este dominio). Si tienes que ir a Leipzig, ¿no podríamos, no deberíamos, no querríamos vernos antes, en caso de que tú quisieras, a mitad de camino, a la orilla del Rhin?
De Fernando Pessoa a Ophélia Queiroz
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1 de marzo de 1920
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Ophelinha: Para mostrarme su desprecio o, cuanto menos, su real indiferencia, no era preciso el transparente disfraz de tan cumplido discurso ni tampoco la serie de «razones» tan poco sinceras como convincentes que me escribe. Bastaba con decírmelo. De esta manera entiendo lo mismo, pero me duele más. Si prefiere a mí al muchacho con el que festeja, y al que naturalmente quiere mucho, ¿cómo puedo yo tomármelo a mal? Ophelinha puede preferir a quien quiera: no tiene la obligación —creo yo— de amarme ni realmente la necesidad (a no ser que quiera divertirse) de fingir que me ama. Quien verdaderamente ama no escribe cartas que parecen requerimientos notariales. El amor no estudia tanto las cosas ni trata a los demás como a reos a los que hay que «apretar las tuercas». ¿Por qué no es franca conmigo? ¿Qué empeño tiene en hacer sufrir a quien no ha hecho daño alguno —ni a usted ni a nadie—, a quien carga ya bastante con el peso y el dolor de una vida aislada y triste, y que no se merece que vengan a aumentárselos dándole falsas esperanzas, mostrándole afectos fingidos, y ello sin que se entienda su interés, incluso como diversión, o con qué provecho, aun de burla? Reconozco que todo esto resulta cómico, y que la parte más cómica de todo esto soy yo. Yo mismo le vería la gracia si no la amase tanto y si tuviera tiempo para pensar en otra cosa que no fuese el sufrimiento que usted se place en infligirme y que yo, salvo por el hecho de amarla, me tenga merecido, y creo de veras que amarla no es motivo suficiente para merecérmelo. En fin... Le adjunto el «documento escrito» que me pide. Reconoce mi firma el notario Eugénio Silva.
Fernando António Nogueira Pessoa (1888 -1935) Conocido como Fernando Pessoa, fue un poeta y escritor considerado uno de los más importantes de la literatura mundial, en particular de la lengua portuguesa. Su vida estuvo centrada en el periodismo, la publicidad, el comercio y, principalmente, la literatura, en la que se desdobló en varias personalidades conocidas como heterónimos. Habiendo vivido la mayor parte de su juventud en Sudáfrica, donde estudió hasta el año 1905, la lengua inglesa tuvo gran importancia en su vida, pues Pessoa traducía, trabajaba y pensaba en ese idioma. De día, Pessoa se ganaba la vida como traductor. Por la noche, escribía poesía: no escribía su propia poesía, sino la de diversos autores ficticios, diferentes en estilo, modos y voz. Sus heterónimos más importantes son Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Bernardo Soares y Ricardo Reis. Murió por problemas hepáticos a los 47 años en Lisboa. Ophélia Queiroz era mecanógrafa en las oficinas de la Baixa lisboeta donde él traducía correspondencia comercial.
De Pablo Neruda a Albertina Rosa República de Chile Ministerio de Relaciones Exteriores Santiago, 15 de mayo de 1932
Pablo
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Se conocieron en el Instituto Pedagógico de Santiago, donde ella estudiaba francés, y durante dos años mantuvieron un discreto romance. Neruda llegó a proponerle matrimonio e incluso le amenazó con casarse con otra si ella no le daba el sí en un plazo determinado, lo que cumplió cuando Albertina dejó de escribirle.
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Los Veinte poemas de amor, una de las obras de Neruda más conocidas y leídas en el mundo, contienen sólo algunos de los cientos de poemas que en su juventud el poeta dedicó a Albertina, con quien mantuvo un romance secreto durante casi 10 años. Albertina, que después fue esposa del poeta Juan Guzmán Cruchaga, guardó celosamente el secreto de su amor adolescente durante 50 años, junto con 111 cartas que Neruda le escribió entre 1922 y 1932.
Albertina, recibí el soneto que te escribí hace tantos años. Me ha hecho pensar y sufrir. Me gustaría verte. ¿Quieres escribirme una larga carta? Habría mucho que hablar, mucho que recordar. No quiero apenarte, pero me parece que hiciste un gran error. Mis telegramas, mis cartas te dijeron que yo iba a casarme contigo en cuanto llegaras a Colombo. Albertina yo ya tenía la licencia de matrimonio, y pedido el dinero necesario. Tú sabes esto, te lo repetí con paciencia en cada una de mis cartas, con gran detalle. Ahora me cuenta mi hermana que yo te pedí que te fueras a vivir conmigo, sin casarte, y que tú has dicho esto. ¡Nunca! ¿Por qué mientes? Además de la horrible amargura de que no me hayas comprendido tengo la de que me calumnias. Te he querido mucho Albertina, tú lo sabes, y te has portado mal, callada cuando más necesité de ti, igual en el último episodio como cuando no contestaste una sola de mis cartas de Llanquihue, en 1926. Cuando saliste de Bélgica, ni cuando supiste que regresabas, me escribiste explicándome. ¿Por qué? Tú sabrás. Tu carta de Concepción que recibí con 10 meses de atraso me daba razones raras. Como si pudieras explicar tanto silencio. Pero en fin, olvidemos el mal que nos hemos hecho y seamos amigos, tengamos esperanza.
De Miguel Hernández a Josefina Manresa
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Fue un poeta y dramaturgo español asociado a la Generación del 27 y al movimiento de la Generación del 36. Hernández nació en Orihuela, en la Comunidad Valenciana, de una familia pobre y recibió poca educación formal; publicó su primer libro de poesía a los 23, y ganó una fama considerable antes de su muerte. Durante la Guerra Civil, se casó con Josefina Manresa, a quien había conocido en 1933 en Orihuela. Su esposa le inspiró para escribir la mayor parte de su obra romántica.Tuvieron dos hijos. Como miembro del Partido Comunista, al finalizar la guerra no pudo escapar de España y fue arrestado varias veces por sus simpatías antifascistas, finalmente fue condenado a muerte. Misma que fue conmutada por una pena de prisión de 30 años, que lo llevó de cárcel en cárcel en condiciones muy duras hasta que finalmente sucumbió a la tuberculosis en 1942.
Amor, 31 de mayo de 1936
Mi queridísima y nunca olvidada Josefina mía: Ayer he recibido tu carta llena de querer que se me derramaba por todo el corazón y me lo hacía latir con más fuerza. Cómo no quieres que me alegre saber a cada momento que estás loca por mí, si cuando lo leo en tus cartas me siento tan feliz y tan contento en la vida. Sería para mí una angustia muy grande si me encontrara en este mundo sin tu querer, que es para lo que yo he nacido, guapa de mi alma. Mira, Josefinita, sabes que escribes mejor que yo en el papel que te mando. Quiero que me escribas todas tus cartas en papel de éste, porque además sabrás una cosa: no quiero que me escribas en el otro, aunque me gusta mucho el color, porque mi papel es más grande y me pones más cosas y se te hacen las cartas más largas, que es lo que yo quiero. Por lo demás, no te preocupes que es papel de mi oficina y no importa que gaste poco o mucho porque aquí entra papel por quintales. De modo que no son tantos los gastos como tú te imaginas y lo que me gasto en sellos no me lo gasto en vicios, aunque no tengo ninguno, palabra. Oye, nena mía, vida de mi corazón, no te había dicho hasta ahora que hace ya varias cartas que no me mandas ya más pétalos de rosa. No quería decírtelo por si era que tú te olvidabas de ponerlo, pero por lo visto es que ya se ha deshojado del todo tu corazón y no me lo puedes mandar con tanto beso como lo cargabas en cada hoja.
[En los márgenes:] Diviértete mucho y no gastes nada. Que nos tenemos que casar.
febrero 2016
Miguel Hernández (1910-1942)
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eso no está hecho todavía… Ya sabes que no te aseguré que fuera cierto para junio. No me mates que no vas a poder vivir sin mí. Yo creo que aún se arreglará la cosa para antes que termine el mes y pueda ir. Lo que no quiero es que creas que voy a ir y luego no vaya. Pero iré, no te preocupes antes de que termine este mes seguramente. Ya te avisaré también pronto para que vayas a donde haya una radio a eso de las nueve menos diez, porque dentro de un mes a lo más voy a hablar en Unión-Radio de Madrid, que me han llamado para hacerlo y me darán diez duros. Ya te diré el día fijo para que me oigas. Yo tengo las mismas ganas que tú de estrechar tus manos, por no decir más, no me trates de envidioso. Será muy pronto, paloma de mis ojos, ya verás como sí. Lleva cuidado con el viento, que no te tire más tinteros porque te vas a ir a la ruina. ¿Cuántos besos quieres? ¿Mil? Eso es muy poco: toma toda mi boca y toda mi alma y sírvete tú los que quieras. Adiós, come mucho y gasta poco Miguel
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Cartas de amor prestadas
Aún sigo abriendo con mucho cuidado las cartas por si viene, y no quiero que se caiga al suelo para que no se desperdicien los besos de mi morenica que me tiene cada momento que pasa más loco y más atontado. Mira, vida mía, mira, mira, que me muero por ti aquí y no voy a tener quien me entierre. Yo quiero que te traigan a mis brazos pronto, porque los tengo desesperados de tanto desearte, amorosica mía. Pero no te quiero decir estas cosas para que tú no te desanimes y te pongas triste en ese cochino pueblo. Me alegro mucho que ya haya encontrado trabajo tu hermano y que tu boca haya dado en representación de la mía muchos besos a Conchita, Carmen y Gertrudis, puedes volver a hacer lo mismo ahora, te doy permiso para que hagas otra vez de boca mía, aunque me parece te será muy difícil, corazoncito guapo, porque tendrás que hacerla más grande y más gruesa. Estoy muy contento ahora, porque estoy cada día más seguro de tu querer y del mío y creo que las cosas se han de arreglar muy pronto. Mira, Josefinica morena y queridísima: ya te avisaré cuando voy, aunque va a ser muy difícil que sea por más de dos días. No sé, ya veré cómo me las arreglo para poder verte pronto. No está resuelto todavía lo del libro de mi amigo y como a mí me habían de pagar el viaje para hablar en Orihuela en el Salón Novedades de él y
academy música para niños
“Mi propósito principal no es enseñar música. Deseo formar buenas personas, seres humanos nobles. Si un niño escucha buena música desde que nace y aprende a tocarla él mismo, desarrolla sensibilidad, disciplina y paciencia. Adquiere un corazón hermoso.” - Dr. Shinichi Suzuki
Para mayores informes, visita el sitio:
De Frida Kahlo a Diego Rivera
La pintora mexicana es una de las figuras más notables del arte contemporáneo. Su vida fue marcada por varios incidentes, primero, a temprana edad contrajo polio dejándo su pierna derecha subdesarrollada, después, en su juventud tuvo un accidente en tranvía que dio lugar a múltiples fracturas y lesiones internas causadas por una barra de hierro que le atravesó el estómago y el útero. En 1927, conoció al pintor Diego Rivera, cuyo trabajo admiraba, y se convirtió en su mentor. En 1929, a pesar de las protestas de la madre de Kahlo, se casaron y comenzaron uno de los matrimonios más tumultuosos de la historia del arte. Las cartas amor de Kahlo a Rivera, se encuentran en El Diario de Frida Kahlo: Un íntimo autorretrato, mismas que se extienden por los 27 años que duró su relación, hablando de la conexión profunda y permanente que los dos compartieron.
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Cartas de amor prestadas
Frida K.
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Diego: Mi amor, hoy me acordé de ti; aunque no lo mereces tengo que reconocer que te amo. Cómo olvidar aquel día cuando te pregunté sobre mis cuadros por vez primera. Yo chiquilla tonta, tú gran señor con mirada lujuriosa me diste la respuesta aquella, para mi satisfacción por verme feliz, sin conocerme siquiera me animaste a seguir adelante. Mi Diego del alma recuerda que siempre te amaré aunque no estés a mi lado. Yo en mi soledad te digo, amar no es pecado a Dios. Amor aún te digo, si quieres regresa, que siempre te estaré esperando. Tu ausencia me mata, haces de tu recuerdo una virtud. Tú eres el Dios inexistente cada que tu imagen se me revela. Le pregunto a mi corazón por qué tú y no algún otro. Suyo del alma mía.
De Jorge Luis Borges a Estela Canto
Adrogué, sábado.
Tuyo con el fervor de siempre y con una asombrada valentía, Georgie
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Le avisé a tu mamá que tengo admirables noticias; para mí lo son y espero que lo sean para ti. El lunes hablaremos y tú dirás. Pienso en todo ello y siento una especie de felicidad; luego comprendo que toda felicidad es ilusoria no estando tú a mi lado. Querida Estela: hasta el día de hoy he engendrado fantasmas; unos, mis cuentos, quizá me han ayudado a vivir; otros, mis obsesiones, me han dado muerte. A éstas las venceré, si me ayudas. Mi tono enfático te hará sonreír; pienso que lucho por mi honor, por mi vida y (lo que es más) por el amor de Estela Canto.
Escritora y traductora argentina conocida por su relación con Jorge Luis Borges. En 1944 lo conoció en casa de unos amigos, donde Borges tomó poco aviso de Canto, aun cuando ella lo observaba con admiración y curiosidad. En una segunda reunión, Borges la invitó a salir. Después de una noche de baile y charla descubrieron, una admiración común por George Bernard Shaw. Borges se enamoró de Canto y le escribió una serie de cartas románticas. A pesar de que la madre de Borges no gustaba de Canto debido a su libertad sexual, Borges le propuso matrimonio a lo que ella respondió: Me encantaría, Georgie, pero no me olvido de que al ser discípula de Bernard Shaw, no podemos casarnos sin dormir juntos por primera vez. El enamoramiento de Borges se desvaneció con el tiempo.
febrero 2016
A pesar de dos noches y de un minucioso día sin verte (casi lloré al doblar ayer por el Parque Lezama), te escribo con alguna alegría.
Estela Canto (1919 -1994)
De Jean-Paul Sartre a Simone de Beauvoir
Tuyo con el fervor de siempre y con una asombrada valentía, Georgie
Jean-Paul Sartre (1905 1980) Fue un filósofo francés, dramaturgo, novelista, activista político y crítico literario. Figura clave en la filosofía del existencialismo y la fenomenología. Simone de Beauvoir fue una escritora francesa, intelectual, activista política y teórica social que a pesar de no ser considerada filósofa, tuvo una influencia significativa en el existencialismo y la teoría feminista. Su vida como pareja fue muy escandalosa. Aunque Simone mantenía una relación de largo plazo con Sartre, tuvo una serie de amantes femeninas. Ella y Sartre desarrollaron un patrón que llamaron el "trío", en el que De Beauvoir seducía a sus estudiantes y luego las pasaba a Sartre.
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Cartas de amor prestadas
un don de guerra. Pero no se alarme. No es que le esté anunciando precavidamente que me quedaré sin permiso. Es nada más que lo que le digo. Recibí una carta suya con una posdata muy injusta. Me acusa de no haber enviado los libros a Bost y me llama pequeño malvado. Pero resulta que hace como una semana que le envié doce. Seguramente los ha recibido ya. A propósito, a mí no me queda gran cosa, mándeme pronto los de Romains y ese Gilles que tanto la aburre. Pienso que leeré, si no escribo. No sé bien qué hacer conmigo. T. me ha escrito juiciosamente una larga epístola, pero me crispa, no sé por qué. Tengo la impresión de haberme obcecado gratuitamente en la idea de que seis meses de ausencia eran demasiado para una cabeza tan chiquita, y de que en consecuencia le guardo cierto rencor por haberme olvidado. Pero sin acceso pasional, caramba. Tiene toda la razón, dulce pequeña, al decirme que soy tan sensible como usted a las incongruencias. No creo dejarlas escapar. Pero debo decir que en las primeras épocas soy sumamente indulgente con las de las mujeres. Esto es todo por hoy, querida pequeña, adorable Castor. La quiero con todas mis fuerzas, es usted mi pequeña flor.
febrero 2016
Mi querido Castor He estado todo el día divagando sobre un tema teatral. Al final me sumí en el hastío más absoluto. Lo consideré todo y no me quedé con nada, desde Prometeo hasta aquel famoso barco lleno de judíos cuya historia me había tentado una vez. Y después nada. Nada de nada. Escribí una escena de Prometeo y la rompí; usted sabe lo molesto que me pongo con los demás y conmigo mismo en estos periodos de alumbramiento. Para colmo, decidí releer un pasaje de mi novela por encontrarme de una vez con algo acabado y más o menos consistente, y me pareció execrable. Entonces me armé de todo mi valor y lo rehice, pero no creo que esté bien tampoco. A causa de esto, casi no trabajé en el cuaderno. Tal ha sido mi jornada, puro vacío caviloso. Preciso es decir que hace aquí una temperatura de sueño. 25° a 30°, como para dormir la vida entera, es un tanto atroz, uno siente el cuerpo entero en la cabeza. Es el maldito coque: o no arde, o arde demasiado. No cabe duda que la antracita es mejor. Habrá un pequeño retraso en los permisos, dulce pequeña. No gran cosa, tal vez 27 Jean-Paul Sartre cartas al castor y a algunos otros cinco o seis días, pero creo que será prudente no esperarme para antes del 1.° de febrero. Haga uso, dulce pequeña, de esa paciencia que es
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De Martin Heidegger a Hannah Arendt
Cartas de amor prestadas
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Martin Heidegger (1889-1976) Es una de las figuras clave de la filosofía contemporánea. Estudió con Husserl y fue profesor de Filosofía en las universidades de Marburgo y Friburgo. En esta última ejerció como rector entre 1933 y 1934. Su obra filosófica gira en torno al concepto del Ser, empezando por una hermenéutica de la existencia y pasando por la dilucidación de la noción griega de la verdad.
Querida Hannah: Una quieta luz matutina quedó en mi cuarto después de que te marcharas. Mi mujer la invocó. Tú contribuiste a traerla. Tu “tal vez” fue el rayo relajante que respondía y desenredaba. Pero a la claridad de esta luz matutina acudir mi culpa del ocultamiento. Esa culpa quedará. No obstante, la luz matutina ha retirado ahora algo oscuro que se cernía sobre nuestro temprano encuentro y sobre la espera en la lejanía. “La claridad es bella”. Esta frase de Jaspers, que me dijiste ayer por la noche, no dejó de agitarme mientras el diálogo entre mi mujer y tú creció desde el malentendido y el tanteo hasta la sintonía de los corazones que se esforzaban. El diálogo sólo había de procurar que el encuentro de nosotros dos y su carácter duradero llegara, por ti y por mí, al elemento puro de la confianza consciente entre nosotros tres. Las palabras de mi mujer sólo insistían en ello, no en exigirte que le confesaras tu culpa. Mi mujer no deseaba en absoluto tocar el sino de nuestro amor. Sólo estaba interesada en liberar este regalo de la mancha que llevaba adherida por mi ocultamiento. Este ocultamiento no sólo suponía abusar de su confianza. Precisamente porque yo sabía que mi mujer no sólo comprendería el regocijo y la riqueza de nuestro amor, sino que además lo aceptaría como un regalo del destino, aparté su confianza. En general hablamos demasiado: a veces, sin embargo, demasiado poco. Yo, desde la confianza hacia mi mujer, debería haber hablado con ella y contigo. Entonces no sólo se habría mantenido la confianza, sino que tú habrías entendido la manera de ser de mi mujer y todo eso nos habría ayudado.
Friburgo en Brisgovia, 8 de febrero de 1950
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Cartas de amor prestadas
Tu Martin La hoja es del sarmiento cuya cepa mi mujer trajo hace años de unos campesinos de la Selva Negra. Ellos adornan sus cuartos con esta hiedra, sin saber nada más de las coronas del dios que la ama. Que la hoja te acompañe siempre como saludo de mi cuarto. M.
Arendt y Heidegger, la historia de la alumna y el maestro que se enamoran. Se amaron pero nunca estuvieron juntos realmente. Ella se casó dos veces y él una.Heidegger jamás quiso renunciar a la estabilidad que tenía en su matrimonio. Incluso, quería que Hannah y Elfride, su esposa, se convirtieran en amigas
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Ahora ha llegado, sin embargo, el momento en que ha quedado reparada esta grave negligencia y la sintonía se ha tornado viva en un verdadero conocimiento mutuo. Así como la casa, también mi taller con su vista surgió de un largo y reflexivo proyecto de mi mujer. Así, la sintonía que se ha hecho realidad podrá adaptarse en el futuro al tono cálido de las paredes de madera de este cuarto. Me alegra que tus pensamientos dirigidos hacia aquí puedan moverse ahora por la mirada a este taller y por su vista a los prados y montañas. Queda lo imprevisto de la hermosa velada de ayer y de esta mañana regocijante. Lo esencial siempre ocurre de modo súbito. En nuestra lengua, rayo (Blitz) quiere decir mirada (Blick). Pero lo súbito requiere, tanto en lo bueno como en lo malo, de un largo tiempo de gestación. Por eso me entristece que las horas fueran tan breves. Por eso confío con más alegría aún en tu retorno, querida Hannah. Será lo más hermoso; pues ahora lo temprano y lo tardío han sido llevados con igual pureza a lo abierto. Sé que tú también te alegras con más alegría a partir de esta pureza y que perteneces a nosotros. Te saludo cordialmente y te doy otra vez las gracias por haber venido. Mi mujer te saluda cordialmente.
ÍNDICE DE ANUNCIANTES ARMSTRONG LABORATORIOS Autrin 600........................... 11, 50
KARDIAS AC 5a. Carrera.......................... 25 Centro de Cirugía................ 43 LABORATORIOS GROSSMAN Femisan............................... 39, 62 LABORATORIOS LIOMONT Evocs lll............................... 3ª. De forros Mucoflux............................. 31 Sensibit xp.......................... 2ª. De forros LABORATORIOS SENOSIAIN Adel..................................... 8, 9 Biomix................................. 23, 58 Ciproflox DM....................... 35, 58 Dimegan D.......................... 3a. de forros, 56 Facicam............................... 16, 17 Flumil................................... 40, 41 Ranisen............................... 29, 58 Rezplen................................ 2, 56 Unamol................................ 49, 56 MOONCATS Academia de Música.......... 54 VALEANT Cerave................................. 7 Elidel................................... 19, 62
De Hannah Arendt a Martin Heidegger
Wiesbaden, Alexandrastrasse 6-8 9 de febrero de 1950
Hanna Arendt (1906-1975) Estudió Filosofía y Teología con Heidegger, Jaspers y Bultmann. Emigró a París en 1933, y en 1941 a Estados Unidos. Catedrática en Chicago y en la New School for Social Research, es la pensadora más representativa de la Filosofía Política del siglo XX. Entre sus obras fundamentales destacan: Los orígenes del totalitarismo, Eichmann en Jerusalén, La vida del espíritu y La condición humana.
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Hannah
he sentido como mujer alemana y desde hace tiempo he dejado de sentirme como mujer judía. Me siento como aquello que soy, sin más ni más: como la muchacha de tierra extraña. Estaba y estoy conmocionada por la sinceridad y el énfasis del reproche. Pero sólo dije “tal vez” desde un repentino sentimiento de solidaridad con ella; y desde una profunda simpatía también surgida de manera repentina. Podría añadir, siendo objetiva, que desde luego no sólo callé por discreción, sino también por orgullo. Pero también por amor a ti —para no hacer nada más difícil de lo que debe ser—. Sólo me marché de Marburgo por ti. Los Caminos del bosque están sobre la mesita de noche. He empezado el Heráclito con gran alegría. Me siento feliz con el pollá ta deiná ha salido perfecto. He tenido suerte en cierta medida: cuando llegué aquí, debí enviar de vuelta el coche y también al chofer, de modo que ahora dispongo de dos días de tranquilidad aquí. Puedo aplazarlo todo y asegurar plenamente los días 4 y 5 de marzo. El sábado vuelo a Berlín, donde me quedaré hasta el viernes (dirección: Berlín-Dahlem, Parkhotel). Luego estaré aquí el sábado y el domingo, y luego iré a la zona británica. Si pudieras venir el sábado/domingo —muy al norte— y ser mi huésped… Ya que no lees revistas, y los libros sólo de atrás hacia adelante, te envío unas cuantas hojas arrancadas, de hecho no sólo a ti, sino también a tu mujer.
febrero 2016
Escribo esta carta desde que salí de la casa y me subí al coche. Y, sin embargo, no puedo escribirla ahora, ya entrada la noche. (Escribo a máquina porque mi pluma se ha roto y mi letra ya es ilegible). Esta velada y esta mañana son la confirmación de toda una vida. Una confirmación en el fondo nunca esperada. Cuando el camarero pronunció tu nombre (de hecho, no te esperaba, pues no había recibido tu carta), fue como si de pronto se detuviera el tiempo. Entonces tomé conciencia de manera fulminante de algo que antes no habría confesado ni a mí misma ni a ti ni a nadie: que la presión del impulso, después de que Friedrich me diera la dirección, tuvo la clemencia de preservarme de cometer la única infidelidad realmente imperdonable y de hacerme indigna de mi vida. Pero una cosa debes saber (ya que no nos tratamos demasiado ni con excesiva franqueza): si lo hubiera hecho, habría sido por orgullo, es decir, por una estupidez pura y simple y loca. No por ciertos motivos. He venido sin saber lo que tu mujer esperaba de mí. Había leído la carta en el coche, semidormida. Si lo hubiera sabido, no me habría negado ni un solo instante. Mi negativa inicial sólo se basaba en lo que luego se insinuó con aquello de la “mujer alemana” y en lo que me habían contado esa misma tarde durante el té. Por favor, no malinterpretes: a mí, personalmente, me resulta del todo indiferente. Nunca me
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De Johnny Cash a June Carter
Cartas de amor prestadas
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Junio 23, 1994 Odense, Dinamarca Feliz cumpleaños Princesa, Nos hacemos viejos y nos acostumbramos el uno al otro. Pensamos parecido. Nos leemos la mente. Sabemos qué quiere el otro sin preguntarlo. A veces, nos irritamos un poco el uno al otro. Tal vez, a veces nos damos por sentado. Pero hay ocasiones, de vez en cuando, como hoy que lo medito, me doy cuenta de la suerte que tengo por compartir mi vida con la mujer más extraordinaria que he conocido. Todavía me fascinas y me inspiras. Me influyes para mejorar. Eres lo que deseo, la razón número uno en la tierra para mi existencia. Te amo tanto. Feliz cumpleaños, princesa, John
Johnny Cash (1932–2003) Fue un cantante de country, rock and roll, rockabilly, blues, folk, y gospel ampliamente reconocido. June era cantante y bailarina, fue en una gira donde conoció a Cash. La pareja se casó en 1968 (segundo matrimonio de él y tercero de ella) y se mantuvieron juntos por más de 30 años, cuando June murió en mayo de 2003 y Johnny sólo cuatro meses más tarde. Johny escribió la carta, que según una encuestra británica, es considerada la más romántica de todos los tiempos, en el cumpleaños número 65 de June.