Coordinación: José Felipe Coria 4
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FUNDADOR Hugo Soto Crotta 1933-2002 DIRECTOR Marcelo Peruggia Canova COORDINADORA CORPORATIVA Mayte Vega Fernández Vega
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EDITORA Sandra Hussein
SRIA DE DIRECCIÓN Caridad Ortiz
CORRECCIÓN Marxa de la Rosa Cinthya Mendoza
COMERCIALIZACIÓN Ann Karene del Pino
DISEÑO GRÁFICO Dafne Martínez PORTADA Dafne Martínez PRODUCCIÓN Claudio Peruggia Canova Tomás López Santiago
CORRESPONSALES ARGENTINA: Patricia A. Lorenzo BRASIL: Oscar Jadzinsky EUROPA: Marcela Mahr Tomás Zamoyski
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RM, REVISTA MÉDICA DE ARTE Y CULTURA, es una publicación mensual, correspondiente a la edición del mes de noviembre de 2016, impresa el 29 de Octubre del año en curso, producida y comercializada por Grupo Percano de Editoras Asociadas, S.A. de C.V. Rafael Alducin No. 20, Col. Del Valle, C.P. 03100, México, D.F. Teléfono: 5575 96 41, Fax: 5575 54 11. Editor: Claudio Humberto Peruggia Canova. REVISTA MÉDICA se reserva todos los derechos, incluso los de traducción, conforme a la Unión Internacional del Derecho de Autor. Para todos los países signatarios de las Convenciones Panamericana e Internacional del Derecho de Autor, queda prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier sistema sin autorización por escirto del editor. El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores y no refleja necesariamente el punto de vista de los editores. Autorizada por la Dirección General de Correos con permiso No. PP090227. Licitud de contenido 848 y licitud de título No. 1507. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título No. 04-2008-080417034700-102. Impresa en México por Compañía Impresora El Universal, Allende No. 176. Col. Guerrero. Impresa en papel Burgo R4. Distribuida por SEPOMEX y por MAC Comunicación e Imagen, S.A. de C.V. Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial con registro No. 2797. Tiraje: 21,500 ejemplares mensuales, circulación certificada por PKF México Williams y Cía, SC.
C UAT R O S I G LO S M Á S TA R D E La coincidencia temporal que fueron las vidas de Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare habla de una riqueza cultural irrepetible. Representantes de sus respectivos pueblos, ambos pasaron a reinar sobre sus lenguas y naciones. Las obras literarias de estos dos gigantes son imperecederas. Sin duda, Cervantes creó la novela moderna con las aventuras de su Quijote. Shakespeare no fue sólo el dramaturgo que redefinió al teatro de su tiempo y del futuro. Creó innumerables palabras y frases, ahora de uso cotidiano, que aparecen en su obra como retrato del alma humana. Como bien lo apuntó en su momento el especialista Harold Bloom, Shakespeare inventa lo humano; su obra es testimonio del paso del hombre en la tierra. Lo mismo puede decirse de Cervantes. Cervantes tuvo la fortuna de verse publicado; Shakespeare se lo debe a dos contemporáneos suyos, actores y accionistas del Teatro Real, John Heminges y Henry Condell, quienes conciben un mejor homenaje que el que el propio autor les encarga en su testamento. En lugar de forjar unos anillos para recordarlo, invierten el dinero para publicar todas las obras de su amigo. Esto fue fundamental para la trascendencia de Shakespeare: significó editar el llamado Primer Folio, una obra monumental de más de 900 páginas que salvó del olvido la casi totalidad de la obra del escritor. De no ser por la meticulosa labor de Heminges y Condell, Cervantes seguro se habría sentido demasiado solitario en el nicho de la inmortalidad. En este número coordinado por José Felipe Coria, colaboraron Martha Trejo Ortiz, nuestra editora, Sandra Hussein, y recuperamos información en su momento compilada por nuestro primer editor, desafortunadamente fallecido, Celso Castiñeira de Dios. A él, y a nuestro fundador, Augusto Peruggia Bissonetti, ambos profundos conocedores del mundo cervantino-shakespeareano, dedicamos este número especial de colección. Marcos Arizmendi
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Shakespeare y Cervantes oficialmente murieron el 23 de abril de 1616. Se asegura que la fecha de Shakespeare está equivocada. En aquellos años la mayoría de los países europeos habían adoptado el calendario gregoriano, que es el que actualmente nos rige. Pero en Inglaterra rigió el calendario juliano hasta 1752. Así que se supone que el dramaturgo murió a los 52 años de edad el 3 de mayo y no el 23 de abril. Para esos tiempos era considerado un hombre de edad avanzada. En su biografía existen huecos interesantes, como los llamados “años perdidos” que van de su egreso escolar hasta que casose con Anne Hathaway; y los que pasó entre el nacimiento de sus hijos y sus primeros éxitos como autor. También existen muchas dudas acerca de su nacimiento. La fecha exacta se ignora; lo único que existe es su fe de bautismo fechada el 26 de abril de 1564. Si se siguió la costumbre de la época y lo bautizaron días después del parto, significa que nació al menos un par de días antes. Un dato cierto es su matrimonio con Anne, ocho años mayor, y que para la época fue controversial, por decir lo menos, ya que ella estaba embarazada de su primera hija, Susanna. Este matrimonio aparentemente se efectuó cuando él contaba con 18 años de edad, por ahí de 1580, tiempo en que, al decir del Shakespeare Birthplace Trust, trabajaba como maestro, desde los 14 años de edad, en su pueblo natal de Stratford-upon-Avon, donde también habría sido carnicero y asistente de un abogado. Como no hay nada certificable, la especulación gira en torno a que el autor empezó a ganarse la vida ahorrando para sus nupcias con Anne. En los años previos al nacimiento de Susanna, también fue supervi-
PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
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No pegó ojo en toda la noche — Mucho ruido y pocas nueces —
sor de cervezas. Significa que las degustaba y les daba un sello de aprobación oficial. Estos trabajos, que llenan los famosos “años perdidos”, permiten a Shakespeare mantener un pie en los negocios y otro en la escritura de las 37 obras que hizo. Al final de su vida dejó varias propiedades a su nombre y acciones de El Globo y el Blackfriars, teatros en los que montó sus obras. Lo cierto es que a 400 años de su muerte persisten muchos misterios. Empezando por cómo era la grafía correcta de su nombre, ¿Shappere?, ¿Shaxberd?, ya que nunca lo escribió, al menos no de mano propia, como lo conocemos actualmente. Cervantes, por su parte, contaba con 69 años de edad cuando murió y había celebrado la publicación de las Novelas ejemplares. Nada más salir de imprenta, tuvieron un éxito fuera de lo común: en España hubo cuatro ediciones en diez meses, a las que sucedieron 23 más al hilo; los lectores franceses le rindieron culto: traducidas en 1615 por Rosset y D’Audiguier, se reeditaron ocho veces durante el siglo XVII. Estas novelas fueron ampliamente preferidas por encima de El Quijote. El 18 de abril de 1616, fecha en que recibió los últimos sacramentos, el escritor sabía que su final se acercaba. La sed permanente de la que él mismo da cuenta pareciera ser síntoma de diabetes —enfermedad sin tratamiento en aquella época—, más que de la hidropesía diagnosticada por un dizque estudiante. Cervantes murió el viernes 22 de abril. Al día siguiente, en los registros de la Parroquia de San Sebastián, se consigna que su muerte sucedió el sábado 23, de acuerdo con la costumbre de ese tiempo, que sólo mencionaba la fecha del entierro: es esta última la que se conoce hoy y en la cual se celebra el Día del Libro. Cervantes fue sepultado en el convento de las Trinitarias, pero sus restos fueron dispersados a fines del siglo XVII, durante la reconstrucción del convento. En cuanto a su testamento, se extravió. Por ello ignoramos su última voluntad. CERVANTES & SHAKESPEARE, a 400 años de su muerte
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M O M E N TO S C L AV E En la literatura universal existen dos momentos clave que delimitan un antes y un después. Cervantes y Shakespeare son esos momentos que transforman no sólo la literatura de su tiempo, sino la posterior. Los hallazgos de cada uno son producto de una necesidad vital de cambio para su época; necesidad que se condensa en esa sátira de las tradiciones que es El Quijote; necesidad, por otra parte, que se magnifica en el caos existencial de las más grandes obras de Shakespeare. Las dudas de Hamlet son las dudas de un mundo en plena transformación. La avaricia de Shylock es la concepción económica de ese mundo embrionario. Los crímenes de Macbeth representan una idea política que puede aplicarse a cualquier época y lugar. Shakespeare es un enlace directo entre la mejor tradición clásica de las culturas griega y romana y las antiguas tradiciones inglesas. Una conexión en la que la filosofía y la poesía están íntimamente ligadas. Que le dio dinamismo y profundidad a un teatro que parecía agónico. Shakespeare no sólo define a su mundo: también lo encarna; Cervantes hace lo mismo. Ambos conforman las dos caras con las que se inicia el universo literario moderno, posteriormente a ellos vendrán escritores que transforman la literatura. Esas transformaciones tendrán un sólido punto de partida en Shakespeare, Cervantes y ese otro inmortal: Dante. El destino fatal de ambos sería que al menos uno nunca llegó a saber de la existencia del otro.
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Pavonearse — Enrique V—
Que los dos genios no fueron conscientes de las transformaciones que gestaron a grado tal, que la literatura es inconcebible sin ese antes y ese después que delimitaron. Cervantes jamás escuchó de Shakespeare, pero, al parecer, éste sí sabía quién era Cervantes, ya que escribió una obra Cardenna o Cardenio. Según testimonio en los archivos de la Royal Shakespeare Company fue una comedia representada dos veces ante la Corte; la primera en febrero, y la segunda el 8 de junio de 1613, esto es, pocos días antes de incendiarse El Globo. Es seguro que fue la escenificación de los capítulos XXIII-XXVII de la primera parte de El Quijote, tomados de la versión que en 1612 publicó en Londres Thomas Shelton. Ahí aparece el personaje, Cardenio.
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CERVANTES & SHAKESPEARE, a 400 años de su muerte
La existencia de esta obra la confirma el siguiente detalle: el 9 de septiembre de 1653, el editor Humphrey Moseley obtuvo licencia para publicar una obra que describe como Historia de Cardenio, por John Fletcher y William Shakespeare. Al parecer era la única copia sobreviviente tras el incendio de El Globo. Fletcher era también dramaturgo y junto con Shakespeare y otros, accionista de varios teatros londinenses. Moseley nunca la publicó por razones inexplicables. Otro editor, Lewis Theobald, dijo tener acceso a ese único manuscrito y lo fusionó con otros para su propia obra Double Falsehood (1727). Hasta 2007, el experto Gary Taylor, reconstruyó parcialmente Cardenio tomando como base el texto de Theobald e identificando pacientemente los fragmentos del original shakespereano. Éste es tan sólo un indicio de una compleja red de coincidencias. Lo que motiva variadas fantasías como que si esos años el británico viajó a España y conoció ahí al español, tema de un relato de Anthony Burguess, Encuentro en Valladolid, en el que imagina que ambos escritores se reunieron en esa ciudad por motivo de un tratado de paz entre Inglaterra y España. Mismo tema que el dramaturgo Tom Stoppard planteó en una breve obra similar. Sólo que aquí los escritores se reúnen en Sommerset House, de mayo a agosto de 1604, como parte de las delegaciones que negociaron la paz entre ambos países. Es complicado imaginar tanto si se conocieron como si de verdad Shakespeare leyó a Cervantes. Pero las coincidencias entre el Quijote y Hamlet, entre Sancho y Falstaff, expresan la coincidencia en el tiempo de dos sensibilidades afines que interpretaron el alma de sus naciones para convertirla en depurada literatura, ésa que se vuelve tal momento clave: ese antes y después.
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PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Negociar
— Mucho ruido y pocas nueces—
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Casa donde nació Shakespeare, en Stratford-upon-Avon, Inglaterra.
L A S I N FA N C I A S : I N G L AT E R R A La primera documentación histórica sobre Shakespeare está en los registros parroquiales de la iglesia de la Santísima Trinidad de Stratford-upon-Avon. Señala que fue bautizado de acuerdo con el ritual de la Iglesia anglicana el 26 de abril de 1564, tres días después de la fiesta de san Jorge —patrono de Inglaterra—, fiesta nacional de Gran Bretaña desde 1222. El dramaturgo vio la luz en el sexto año del reinado de Isabel, en una Inglaterra atormentada aún por la crisis de sucesión al trono, rebeliones en la nobleza contra la corona, revueltas agrarias y disputas religiosas. La reina Isabel tenía entonces 30 años y durante su reinado, en una sociedad que tenía, por una parte, católicos y, por la otra, descontentos puritanos según los cuales la Reforma no había avanzado lo suficiente, trató de establecer como religión oficial una forma moderada de protestantismo. Dos fueron las grandes guerras que forman al país: la de los Cien Años (1339-1453), entablada con Francia por el predominio sobre el continente, que concluyó con la expulsión de los ingleses y su retirada a la isla; y la de las Dos Rosas (1453-1485), entre dos linajes aspirantes a la corona, el de York (rosa blanca) y el de Lancaster (rosa roja). La sangrienta lucha concluyó con el matrimonio de Elizabeth, hija de Eduardo IV de York, con Enrique VII (Tudor), heredero de los Lancaster. De acuerdo con sus biógrafos, Shakespeare debió ser inscrito en la Free Grammar School
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ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Asesinato — Macbeth —
de Stratford, donde fue educado acorde con los principios de la Iglesia anglicana y donde aprendió el poco latín que sabía. En 1574-1575, cursó estudios más avanzados, de la escuela superior, en la que se enseñaba retórica basándose en los textos de Quintiliano, y lógica. Los autores más leídos eran Virgilio, Ovidio y Horacio, y a las composiciones en prosa seguían las escritas en verso. Típico de la época, no se enseñaban ciencias, ni matemáticas, ni lenguas extranjeras. Este periodo de estudio intenso y que abarca suficientemente lo mejor que la cultura humanística ofrecía, terminaba hacia los 15 años y proporcionaba una formación cultural que se consideraba completa. En la universidad se encaminaba a los jóvenes hacia disciplinas específicas: medicina, leyes, teología. Los que podían concluir su preparación en las universidades de Oxford y Cambridge aspiraban a servir al Estado o a ocupar puestos prestigiosos en el ámbito de las administraciones locales. Las personalidades próximas a la reina provenían de estas universidades, así como todos los artistas, intelectuales y creadores que se daban cita en Londres.
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Equiparar universidades y clases dirigentes fue resultado del proceso de secularización de las instituciones hecho durante el reinado de Isabel; significó el tránsito de una organización típicamente medieval de la cultura, a una gestión más abierta y moderna de la misma. Las universidades de Oxford y Cambridge, las cuales normalmente dirigían eclesiásticos, entre 1530 y 1560, periodos de crisis religiosa y económica, decayeron en asistencia y riqueza. Con Isabel recobraron su esplendor. En una gestión laica, se adaptaron a una nueva función social, convirtiéndose en privilegiadas sedes en las que la cultura indispensable formaba a las clases dirigentes. Sin embargo, la suerte no fue tan generosa con Shakespeare. No sólo no pudo acudir a la universidad —nunca se matricula en Oxford, ni en Cambridge—, sino quizá ni siquiera terminó sus estudios en la grammar school por su condición económica familiar: es casi seguro que ingresó en un taller como aprendiz de un arte o un oficio. Según John Aubrey, uno de sus primeros biógrafos, el escritor fue destinado al oficio de su padre: “...era carnicero, y sus vecinos me refirieron hace tiempo que de niño ejerció este oficio paterno, pero cuando mataba un ternero lo hacía con estilo y pronunciaba un discurso”. Por su parte, Edgar I. Fripp, en su libro Shakespeare: hombre y artista (1938), observa que el poeta es capaz, en sus obras, de referirse a los numerosos tipos de piel con suma precisión y detalle:
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Archivillano — Tomón de Atenas —
“sabía que el cuero bovino se utilizaba para los zapatos y el de oveja para las riendas. ‘¿No está hecho el pergamino de piel de oveja?’, pregunta Hamlet; y Horacio responde: ‘sí, señor; y también de piel de ternera’.” Otras anécdotas pintan al escritor entregado a la contemplación de la naturaleza, recorriendo los prados circunvecinos, las riberas del Avon, el bosque de Arden, de donde extrae aquel inmenso vocabulario de hierbas, plantas y flores que esparce en sus obras; o bien, juntándose con bebedores y durmiendo en las arboledas.
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SHAKESPEARE GUIONISTA Es el autor más veces adaptado a la pantalla con 308 versiones más o menos fieles, 41 modernizadas e innumerables parodias. Tiene casi 1,200 créditos entre cine y otros medios como televisión. Cervantes cuenta con al menos 96 versiones de Don Quijote; tiene muchos menos créditos en adaptaciones a otros medios. Rebasa apenas la centena. En la lista de obras shakespeareanas más veces filmadas figuran Hamlet (7 versiones), Romeo y Julieta (5 versiones) y Macbeth (33 versiones). De las primeras pantomimas silentes hasta adaptaciones recientes, Shakespeare ha recorrido largo camino. Cervantes, a su vez, tiene versiones desde los orígenes del cine, en todas las latitudes, como comedia o film erótico; fue tomado en serio o convertido en simple sátira. La lista de los films que inspiraron estos genios durante la época silente es elocuente. Abarca cortometrajes, intentos de largometraje fieles a la obra; films que respetaron la estructura dramática puesto que al ser silentes los diálogos prácticamente no existían: sólo quedaban en los intertítulos aquellos destacados o célebres. De Shakespeare existen tempranísimas versiones: King John (1899, Herbert Beerbohm Tree); Le duel d’Hamlet (1900, Clément Maurice), protagonizada por la célebre Sarah Bernhardt disfrazada de hombre; Romeo y Julieta (1900, Maurice), Otelo (1908, William V. Ranous), Romeo y Julieta (1908, J. Stuart Blackton), Ricardo III (1908, Blackton & Ranous), Macbeth (1908, Blackton), La fierecilla domada (1908, D. W. Griffith), Macbeth (1909, André Calmettes), El Rey Lear (1910, Filoteo Alberini & Arturo Ambrosio), producida por Cinès, empresa que tenía sus oficinas en ¡el Vaticano! Pronto hubo modificaciones que hicieron cinematográficamente más accesibles las obras: Romeo y Julieta (1912, Laurence Trimble) fue protagonizada por nativos americanos, toda una novedad para la época; Hamlet (1913, Sir Johnston Forbes-Roberson), de gran valor documental: incluía escenas de finales del siglo XIX con representaciones de la obra hechas en teatros británicos; El mercader de Venecia (1914, Phillips Smalley & Lois Weber), hecha por la prolífica directora pionera
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Weber, una de las primeras en hacer carrera en la industria del cine; Romeo y Julieta (1916, Francis X. Bushman & John W. Noble), con la vamp Theda Bara haciendo del papel romántico uno ligeramente más sexual; Hamlet (1921, Sven Gade & Heinz Schall), con la diva de éxito mundial Asta Nielsen como Hamlet, lo que en su momento fue considerado tanto un escándalo como una fina muestra de su talento actoral; Otelo (1922, Dmitri Buchowetzki), con el gran actor germano Emil Jannings, entre los primeros en ganar un Óscar como mejor actor; Romeo y Julieta (1924, Reggie Morris & Harry Sweet), con el cómico Ben Turpin, lo que sugiere que ésta es una de las pioneras versiones satíricas del texto; La fierecilla domada (1929, Sam Taylor), con Mary Pickford y Douglas Fairbanks, entonces la pareja de moda en Hollywood, mostrando sus tablas para obras de mayor calado que las películas románticas que protagonizaban.
Allergy,Asthma and Immunology. 2002;88(6):June. No. de ingreso SSA: XXXXXXXXXX | Reg. Núm. 298M2011, 065M2012,117M2014 SSA IV
No. de Aviso 163300202C4332
Casa donde nació Miguel de Cervantes, Alcalá de Henares, España. El inmueble, ahora museo, permite apreciar cómo era la vida en la época del escritor.
L A S I N FA N C I A S : E S PA Ñ A Miguel de Cervantes Saavedra nace en la época en que se produce la transición fundamental de la España de Carlos I, abierta a una Europa humanista, a la de Felipe II, cerrada y plegada sobre sí misma. Aunque ha habido discusiones al respecto, hoy queda fuera de duda que Cervantes nació en Alcalá de Henares. La partida de su bautismo, procedente de la iglesia de Santa María la Mayor, fechada el domingo 7 de octubre de 1547, es inequívoca. Sin embargo, se desconoce el día exacto en que nace; se ha supuesto que pudo ser el 29 de septiembre, festividad de san Miguel Arcángel. Miguel fue el cuarto hijo de Rodrigo de Cervantes y Leonor Cortinas; Andrés, Andrea y Luisa le precedieron, le siguieron Rodrigo, Magdalena y Juan. En el año en que Cervantes nació y durante los primeros de su infancia, Alcalá era una espléndida ciudad animada por la bulliciosa vida estudiantil. Sin embargo, nada seguro se sabe de Cervantes hasta 1568, año en que muere la reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II; tiempo en que Cervantes ya era un incipiente escritor. Su padre abandona Alcalá en busca de mejor fortuna; residió en Valladolid, Córdoba y Sevilla. Si la familia acompañó o no al padre es difícil saberlo, pues nada hay al respecto que lo aclare; es probable que la madre y los hijos permanecieran en Alcalá a la espera de buenas noticias. No obstante, algunos estudiosos, suponiendo que la familia siempre estuvo junta, creen que Cervantes fue inscrito en colegios jesuitas de dichas ciudades; no existen testimonios que lo prueben, a no
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ser el elogio que el escritor, ya maduro, dedicara a los métodos pedagógicos de la Compañía de Jesús, lo que no implica que ello sea fruto de una experiencia personal. Tampoco se sabe si el escritor cursó estudios en alguna universidad. Se han sugerido Valladolid y Salamanca, pero no hay ningún fundamento para tales afirmaciones. Es más veraz decir que no asistió a ninguna universidad (al igual que Shakespeare) y que su formación fue predominantemente autodidacta. No hay duda, en cambio, de su extraordinaria afición a la lectura y el conocimiento. Al respecto, es lugar común citar una frase extraída de la primera parte de El Quijote: “como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles...” En 1561, Felipe II estableció su corte en Madrid, centro geográfico de la península, que era, en esa segunda mitad del siglo XVI, un gran poblado que en tiempos del emperador adquirió cierta preponderancia; Carlos I acariciaba la idea de convertirlo en residencia de la corte, pero éste fue un monarca menos sedentario que su hijo, como para establecer una residencia, además de que sus responsabilidades europeas eran de mayor envergadura y le obligaban a continuos desplazamientos a diferentes partes del continente. Al llegar la nueva corte, la villa se vio desbordada; fue ingente el número de personas que la siguieron: nobles, burgueses, funcionarios, pretendientes, hidalgos pobres, cortesanas, mendigos. Atraído por las posibilidades que la primera ofrecía, también Rodrigo de Cervantes se trasla-
dó a ella; es probable que en 1566 ya estuviese ahí. Que Miguel vivió en Madrid por esos años es cosa segura, pues se tiene testimonio de que estudió bajo la dirección de Juan López de Hoyos en el Estudio de la Villa, momento en que entra en contacto con el rico tesoro de espiritualidad y cristianismo interior que floreció en los más selectos espíritus de la España previa al Concilio de Trento (1545-1563). Tuvo que formarse con suma prudencia, pues por entonces toda la obra de Erasmo de Rotterdam (1466-1563) había sido condenada y estaba incluida en el infame Index. Por consiguiente, Cervantes no leería a Erasmo directamente, y sus conocimientos sobre el gran pensador se limitarían a las conversaciones y enseñanzas de su maestro López de Hoyos. En 1598, a la muerte del príncipe Carlos y de la reina Isabel de Valois, el ayuntamiento de Madrid encargó a López de Hoyos la composición, entre otros textos, de una Historia y relación de la enfermedad, muerte y suntuosas exequias de la reina, en la que el humanista incluyó los sermones predicados en las honras fúnebres, y varios poemas latinos y castellanos, entre los que hay cuatro de Cervantes; uno dice: Serenísima reina, en quien se halla lo que Dios pudo dar a un ser humano; amparo universal del ser cristiano, de quien la santa fama nunca calla. Arma feliz, de cuya fina malla se viste el gran Felipe soberano, ínclito rey del ancho suelo hispano, a quien fortuna y mundo se avasalla. ¿Cuál ingenio podría aventurarse a pregonar el bien que estás mostrando si ya en divino viese convertirse? Que, en ser mortal, habrá de acobardarse, y así le va mejor sentir callado aquello que es difícil de decirse.
Esta composición, así como las otras de la relación, es lo más antiguo que se conserva de la pluma de Cervantes.
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CERVANTES & SHAKESPEARE, a 400 años de su muerte
C E RVA N T E S G U I O N I S TA De Cervantes: Don Quijote (1898), temprana producción de la empresa Gaumont daba un brevísimo resumen de la anécdota; Aventuras de Don Quijote de la Mancha (1903, Ferdinand Zecca & Lucien Noguet), producida en Italia; Don Quijote (1908, Narciso Cuyàs), primera versión hecha en España; Don Quijote (1909), inventiva obra francesa dirigida por el desconcertante Georges Méliès; Don Quijote (1920, Shirô Nakagawa), sorprendente trasposición al mundo japonés. Estas versiones no son las únicas; se hicieron en Italia, Francia, Holanda, Dinamarca, Estados Unidos, Suecia y, por supuesto, España e Inglaterra.
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La única imagen sobreviviente que describe a Anne Hathaway, esposa de Shakespeare.Retrato por Sir Nathaniel Curzon, 1708.
JUVENTUD Y MATRIMONIO En 1582, a los 18 años, Shakespeare se casa con Anne Hathaway. En aquel entonces no existían certificados de matrimonio y quien quería casarse se limitaba a exponer en la iglesia durante tres domingos, o días festivos, sus amonestaciones. Sin embargo, por encontrarse la novia embarazada, se pidió al obispo de Worcester una dispensa eclesiástica que permitiera la boda tras una sola amonestación. Finalmente, previo pago de cuarenta libras esterlinas, William Shakespeare se casó con Anne. El 26 de mayo de 1583 nace su primogénita, Susanna. Dos años después, el 2 de febrero, nacen los gemelos, Hamnet y Judith. Probablemente la nueva familia se estableció en la gran casa de Henley Street de Stratford; se ignora cuánto tiempo vivió William con ellos. Desde 1585 hasta 1592, cuando ya es famoso, nada se sabe del escritor. Ciertamente este gran vacío representa la laguna más difícil de colmar de su incierta biografía. Existe la leyenda de que sir Thomas Lucy de Charlecote obligó a Shakespeare a huir de su tierra natal porque lo sorprendió cazando ciervos en su parque. Asimismo, hay la de que durante esos años fue maestro en escuelas rurales, en Dursley o en Rufford. No faltan quienes creen que marchó a los Países Bajos con el cuerpo expedicionario comandado por Robert Dudley, Primer Duque de Leicester, cuando la guerra con España en 1585, o, lo más improbable de todo, que fue a Italia. Todos los años, dos o tres compañías de comediantes visitaban su ciudad. La atracción de
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PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Lo hecho hecho está — Macbeth—
Londres debió resultarle irresistible. Quizá se mudara al no poder soportar más la vida monótona a la que estaba atado en Stratford. El dramaturgo se marchó a la capital en 1587, dejando a su mujer e hijos al cuidado de sus padres. Llegó a Londres, distante de Stratford un centenar de millas, tras pasar por Oxford y High Wycombe. Ingresó por Newgate, una de las siete puertas de la ciudad; se internó en la hormigueante metrópoli en busca, al igual que todos los que allí dirigían sus pasos, de una anhelada fortuna que no tardó en llegar.
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SHAKESPEARE, GUIONISTA: EL MERCADER DE VENECIA
Ricardo III y El mercader de Venecia son modelos que se distinguen no sólo por la violencia de los sentimientos y la complicación de la intriga, sino, ante todo, por la verdad, por el interés profundo que nace del desarrollo de los caracteres descritos. Respecto a esta última obra, Hanley dice: “quizá no existe otro carácter tan bien descrito como Shylock”. Otro carácter también admirable es el de Porcia, cuyo juicio es relatado así por el jesuita Gracián, en El héroe, su primera obra editada en 1637: “pretendía un judío cortar una onza de carne a un cristiano pena sobre usura. Insistía en ello con igual terquería a su Príncipe. Mandó el gran juez traer para eso cuchillo, conminóle con el degüello si cortaba más ni menos. Y fue dar agudo corte a la lid y al mundo milagro del ingenio”. En El mercader de Venecia, Shakespeare demuestra la certeza de la antigua máxima jurídica Summum ius summa injuria; es decir, que un derecho innegable se transforma en irritante injusticia cuando, llevado a sus últimas consecuencias, invade otros derechos. Desde la instauración del cine sonoro destacan de esta obra las siguientes versiones: Zalim Saudagar (1941, J. J. Madan), hecha en la India; Le marchand de Venise (1953, Pierre Billon), interpretada por el gran actor francés Michel Simon; The Maori Merchant of Venice (2002, Don Selwyn), hecha en Nueva Zelanda adapta la anécdota a la cultura maorí volviéndose la primer cinta en la historia hecha en esta lengua; El mercader de Venecia (2004, Michael Radford), entre las mejores versiones, con Al Pacino en una interpretación icónica; The merchant of Venice (2015, David Serero), interpretada en sefardí, con canciones judías cantadas en lenguaje ladino.
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CERVANTES & SHAKESPEARE, a 400 años de su muerte
J U V E N T U D Y AV E N T U R A En 1569 Cervantes se encuentra en Roma. Es posible que hubiera abandonado Madrid perseguido por la justicia, pues en un documento de la época se ordena arrestar a un tal Miguel de Cervantes que ha sido condenado “a que con vergüenza pública le fuese cortada la mano derecha y destierro de nuestro reino por tiempo de diez años”, por haber herido a un tal Antonio de Sigura. Pese a que hay otras versiones, lo cierto es que, sin que se conozca siquiera el camino que siguió, estaba en Roma en 1569 y es probable que pasara por Barcelona, pues no se sabe de ninguna otra estancia del escritor en esa ciudad y debió conocerla: en ella se desarrollan las aventuras finales del Quijote. Durante menos de un año estuvo al servicio del cardenal Acquaviva; en el otoño de 1570, pasa a formar parte del ejército español. Es justamente en ese momento cuando comienza la vida heroica —el sueño heroico— de Cervantes, que se prolonga cinco o seis años, periodo en el que conoce la vida libre del soldado y se ve como protagonista de notables sucesos. Durante ese tiempo, el autor recorre Italia, observa, seguramente lee, conoce y, finalmente, se empapa de la cultura renacentista abrevando en su fuente más directa. También su hermano Rodrigo se suma al ejército. Desde ese momento habría de compartir con él sus mejores y peores vivencias. Ante la amenaza turca, el domingo 7 de octubre tuvo lugar la batalla del Golfo de Lepanto con el triunfo de la Armada de la Santa Liga a
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PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Medroso — Enrique VI, parte I—
las órdenes de don Juan de Austria. Cervantes, quien viajaba en la galera Marquesa, cayó enfermo. Aunque su capitán lo eximió de participar en combate, él se negó y defendió el esquife de la nave. En el fragor de la batalla recibió dos arcabuzazos en el pecho y otro en la mano izquierda, a consecuencia de esto quedó gravemente herido. De ahí el nombre que le daría la posteridad: “El manco de Lepanto”. En el prólogo a las Novelas ejemplares, recuerda a Lepanto. También en el “Discurso de las armas y de las letras”, incluido en la parte I del Quijote, sin referirse a hechos concretos, elogia el oficio de las armas, al que sitúa incluso por encima del de las letras. El sueño heroico, juvenil, no muere nunca en el corazón del escritor. Cervantes fue ingresado en el hospital de Mesina, gravemente herido. Ahí permaneció cerca de un año. Después de su recuperación, tomó parte en las acciones militares llevadas a cabo, en 1572 y 1573, por don Juan de Austria en Navarino, Corfú y Túnez. Marcado por sus años de estancia en Italia, donde transcurrieron varias de su novelas (El curioso impertinente, El licenciado Vidriera, Persiles y Segismunda), conserva un especial recuerdo de
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Retrato de Cervantes.
Autorretrato: Cervantes
los meses vividos en Nápoles. Se supone que allí formó parte de varios círculos literarios. Durante los años que el autor permaneció en Italia, en plena juventud, fueron muchas las cosas, ciudades, hábitos, costumbres, que quedaron para siempre en su recuerdo y habrían de pasar muchos años después a parte de su obra. Era ya un aprendiz de escritor cuando vivió en Italia. A la admiración por el país centro del Renacimiento, se añadió su interés por los hombres de letras y por cuanto sobre el arte de escribir se supiese. Para Cervantes, como para todos los escritores de su época, arte quería decir sobre todo “reglas”, algo que había que aprender, que se conseguía con el estudio y el esfuerzo y esas “reglas” eran las aristotélicas, por lo que el conocimiento de la Poética, directa o indirectamente, era fundamental. En este sentido, no hay duda que la teoría de la prosa novelística en Cervantes es predominantemente aristotélica, lo cual se aprecia en su producción en prosa; entre lo más importante está la relación entre historia y poesía o, lo que es lo mismo, verdad particular y verdad universal; el problema de la verosimilitud -motivo central del rechazo de los libros de caballería-; y el fin didáctico de las obras de ficción, o sea, el conocido “deleitar aprovechando”.
Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis […]; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y Don Quijote de la Mancha […]. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo; herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlos Quinto, de felice memoria…
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C E RVA N T E S, G U I O N I S TA : D O N Q U I J O T E Una sociedad que se hunde y se disuelve adquiere, en el espíritu, un aura de leyenda. De este modo, el feudalismo se convierte en fábula y en el corazón de los que han sufrido, el cambio despierta una nostalgia lacerante. El soldado Cervantes, el héroe de Lepanto, el cautivo de Argel, arrastra consigo la atracción de un tiempo en que las hazañas aparecen como algo gratuito, fantástico y aterrador. En Cervantes, el amor es una idealización total, un hermoso sueño que alimenta al hombre día con día, que lo enaltece y le da su calidad humana. Así, a través del Quijote, su pluma nos dice que: “el amor ni mira respetos ni guarda términos de razón en sus discursos, y tiene la misma condición que la muerte: que así acomete los altos alcázares de los reyes como las humildes chozas de los pastores, y cuando toma entera posesión de un alma, lo primero que hace es quitarle el temor y la vergüenza”.
Asimismo, desmitifica la belleza física como elemento primario para el enamoramiento: “hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas... y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga los dotes del alma que te he dicho”.
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Entre las mejores adaptaciones de esta obra se encuentran: Don Quijote (1933, G. W. Pabst), hecha en Alemania con el actor ruso Feodor Chaliapin. Don Quijote de la Mancha (1947, Rafael Gil), probablemente la más fiel adaptación hecha en español. Dulcinea (1947, Luis Arroyo), con Ana Mariscal, y Dulcinea (1962, Vicente Escrivá), reinventan la historia desde los ojos del objeto amoroso de don Quijote. Don Quijote (1973, Robert Helpmann & Rudolf Nureyev), es el ballet de Ludwig Minkus. Don Quijote cabalga de nuevo (1973, Roberto Gavaldón), versión libre que sirvió de lucimiento para el histrionismo de Mario Moreno Cantinflas como Sancho Panza. No podía faltar en este recuento la versión erótica, Las aventuras amorosas de Don Quijote y Sancho Panza (1976, Raphael Nussbaum). También notables relecturas como El caballero Don Quijote (2002, Manuel Gutiérrez Aragón), quien a su vez había hecho, con adaptación de Camilo José Cela, El Quijote de Miguel de Cervantes (1991); y Perdido en La Mancha (2003, Keith Fulton & Louis Pepe) documental sobre las peripecias de El hombre que mató a Don Quijote, film de Terry Gilliam que, aparentemente, verá la luz en 2017.
CERVANTES & SHAKESPEARE, a 400 años de su muerte
E L T E AT R O Y L A E S C R I T U R A Shakespeare había llegado a Londres en uno de los momentos más apasionantes de su historia. Una conjura se proponía asesinar a Isabel, rescatar a María Estuardo, reina de los escoceses y hacerla subir al trono con ayuda de España. Aunque a disgusto, Isabel había accedido a declarar que su prima María era demasiado peligrosa para seguir viviendo y el 8 de febrero de 1587 fue ejecutada. Se planteaba la crisis, la guerra, pues a pesar del audaz ataque de Drake contra Cádiz, Felipe II construía una armada que partiría al año siguiente, y Londres se preparaba urgentemente para defenderse de la invasión. Esta ciudad a la que el escritor llegó era ya una metrópoli de 300 000 habitantes. La City, circundada por murallas y puertas medievales, era su núcleo más antiguo y se encontraba a la orilla izquierda del Támesis. Por el río cruzaban los barcos mercantes que diariamente descargaban en los muelles, junto a los almacenes, sus mercancías, y los transbordadores que llevaban gente a la orilla izquierda, a los teatros de Bankside, el Bear Garden y los burdeles. En ese entonces habían acreditadas compañías de comediantes cuya capacidad interpretativa mejoraba rápidamente. La reina tomó bajo su protección una compañía con doce de los mejores actores disponibles. Paralelamente, surge un grupo de jóvenes universitarios dramaturgos que realmente merecían este nombre: ya no escribían burdos entretenimientos. En ese grupo estaban, de Oxford, John Lyly, estimado por la reina; Geor-
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Vista paronámica de Londres y el río Támesis. Circa 1616.
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Contener el aliento —El mercader de Venecia—
ge Peele y Thomas Lodge; y de Cambridge, Robert Greene y Christopher Marlowe, con cuya poesía nace el moderno teatro inglés. Londres poseía por aquellas fechas cuatro teatros fuera de los límites de la City. Al sudoeste, se alzaban el Theatre y el Curtain, inaugurados en 1576 y 1577, respectivamente; en la orilla meridional estaban el Rose, comprado y reconstruido por Philip Henslowe en 1587, y el Swan, abierto en 1596. Cabe subrayar que los teatros públicos molestaban a los puritanos que descubrían en ellos la peor manifestación del pecado. Por otra parte, encontraban ardientes defensores en los estudiantes de leyes de las Inns of Court, es decir, de los colegios jurídicos. Hijos de terratenientes y de burgueses, éstos constituían el público más vivo e inteligente que Inglaterra ofrecía. En esos colegios se formaron los notables de la sociedad isabelina: el teólogo Richard Hooker, Francis Bacon, Walter Raleigh, el poeta John Davies, los dramaturgos John Marston y Francis Beaumont, traductor de Ovidio, y el poeta John Donne. Esta juventud dorada era asidua a la vida cultural, hasta el punto de que alguien observó que los
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abogados deberían agradecer a los actores que les permitían hacer algo por la tarde. Entre 1592 y 1594, numerosas compañías iniciaron efímeras temporadas. Por otra parte, la peste que azotó en 1593 y 1594 la capital inglesa afectó directamente la buena marcha de los espectáculos públicos. Precisamente durante esos años, el autor se dio a conocer como poeta lírico, publicando Venus y Adonis y La violación de Lucrecia. También en 1592 se publicó el libelo “Cuatro ochavos de ingenio comprados con un millón de arrepentimiento” de Robert Greene, opúsculo escrito inmediatamente antes de su muerte y publicado, por su voluntad, inmediatamente después, que contiene la primera referencia a la presencia y actividad de Shakespeare en Londres, aunque siendo éste blanco de un ataque feroz.
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Quedó tinto en sangre — Tito Andrónico —
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SHAKESPEARE, GUIONISTA: SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO Sueño de una noche de verano ha sido la traducción de A Midsummer Night’s Dream; empero, es inexacta. En el calendario inglés, Midsummer-Day es el 24 de junio, y Midsummer-Night, la noche de San Juan, o sea la del solsticio de verano. En tiempos de Shakespeare, el Midsummer era una fiesta especial, mágica, durante la cual el pueblo se entregaba a ritos de hechicerías y singulares diversiones para conquistar ciertas plantas, como el mirto, el laurel y la verbena, a las que tradicionalmente se atribuían virtudes misteriosas; restos de vetustas costumbres que se continuaron en épocas cristianas al entroncar con la mitología gótica. Son frecuentes las alusiones a estas actividades en libros y romances de antaño, en que se esperaba en ciertas horas apariciones de amantes, de santos, de espíritus, hadas, duendes o silfos y demás personajes del mundo de la fantasía y el ensueño. Toda la literatura de la Edad Media abunda en leyendas misteriosas de esta clase, en que se confunden y entrelazan lo real con lo ficticio, la conseja con la historia, el mito con la religión. Para Shakespeare, el Midsummer Night (literalmente “noche del centro del verano”) era una noche primaveral en la que se cosechaba la planta de la verbena, que tomó el nombre del latín ver, la primavera, cuyo origen es el sánscrito vardth, crecer: se creía que era la noche del año en que con mayor actividad germinaba la naturaleza. Degenerándose poco a poco, el vocablo ver ha parado en estío y su significado refiere a dicha estación, época intermedia entre primavera y verano. En El Quijote Cervantes dice: “a la primavera sigue el verano; al verano, el estío; al estío, el otoño; al otoño, el invierno, y al invierno, la primavera; y así torna a andarse el tiempo con esta rueda continua”. Todo ello muestra cómo el Midsummer-Night de Shakespeare no indica una noche canicular o estival, tal como hoy expresa la voz, sino una de primavera, cuyo centro (mid) corresponde a mayo.
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Muy llamativamente, la mejor adaptación de esta obra es El sueño de una noche de verano (1935, William Dieterle & Max Reinhardt), obra hollywoodense hecha por el fundador del kammerspiele, el estilo de “teatro de cámara”, que era íntimo, pero también innovador en su manejo de elementos tomados del cabaret y del circo, los que incluyó Reinhardt en esta audaz y para su momento moderna adaptación. Esta obra tuvo una notable re-interpretación en Sonrisas de una noche de verano (1955, Ingmar Bergman), la elegante comedia que el genio sueco transformó en una cinta personalísima que tuvo, a su vez, una derivación en Comedia sexual de una noche de verano (1982, Woody Allen). A su vez, el ballet de Mendelssohn inspirado en Shakespeare se filmó: El sueño de una noche de verano (1966, George Balanchine & Dan Eriksen). Asimismo, el film de Reinhardt y su discípulo Dieterle tuvo una versión homenaje que no era ni la mitad de buena, El sueño de una noche de verano (1999, Michael Hoffman). Y hasta una versión satírica para adultos con bastantes efectos visuales, A midsummer Night’s Cream (2000, Stuart Canterbury).
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SHAKESPEARE, GUIONISTA: JULIO CÉSAR Los años de juventud pasaron. La experiencia de la vida extrae sus frutos. Shakespeare ve disiparse las ilusiones de las esperanzas sin límite; sufre el aprendizaje del dolor. El drama Julio César —junto con Hamlet y Macbeth—, es profundamente triste, pero el poeta se encuentra en plena posesión de sus fuerzas: las creaciones se suceden, numerosas, variadas, trágicas como la historia y sublimes como ninguna obra humana. Al delinear las tragedias romanas, Shakespeare se atiene a un análisis riguroso de Plutarco, no en el original griego, sino en la versión inglesa de sir Thomas North. Shakespeare toma del historiador un relato dramático; transporta lo histórico a escena: la transforma en verdad poética. De manera sencilla, natural, Shakespeare introduce poco a poco lo dicho por Plutarco en la obra, en muchas ocasiones con sus mismos términos. No hay verdadero héroe en esta tragedia; aunque se denomine Julio César y la sombra de éste refulja hasta el último instante, igual podría llamarse Marco Antonio o Cayo Casio. Sin embargo, el personaje principal es Marco Bruto. Shakespeare interpreta exactamente la verdad histórica; presenta a Bruto como un instrumento en manos de Casio, y hace de la severa y estoica figura, un personaje de
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noble y alto carácter, lleno de las más estimables virtudes romanas. Julio César permaneció inédita hasta 1623, pero es seguro que no fue obra de su última época —caracterizada por la dicción oscura y la abundancia de frases elípticas—; pertenece a 1600, como claramente revela la soltura y naturalidad del verso. Julio César (1953, Joseph L. Mankiewicz) fue filmada en 35 días usando los sets de Quo Vadis (1951, Mervyn LeRoy), desmantelados en Roma y enviados a Hollywood. Se hizo en blanco y negro porque el director Mankiewicz quería que fuera como un noticiario de la época y no como una cinta épica; quería preservar el tono íntimo y el espíritu de la tragedia, esa intriga palaciega deliberadamente morosa pero tensa. Brando era considerado un actor que farfullaba demasiado y en su momento se pensó que su interpretación de Marco Antonio sería un fracaso; que sería lo que se conoce como miscast, una mala elección para el papel. Sin embargo, tuvo un sorprendente desempeño, tanto que obtuvo su tercer nominación al hilo como Mejor Actor. Poco llevada al cine, existen escasas versiones, destacando tan sólo Julio César (1970, Stuart Burge), con Charlton Heston. El film de Mankiewicz es insuperable.
CERVANTES & SHAKESPEARE, a 400 años de su muerte
Voy a deciros por qué; y de este modo, anticipándome, evitaré vuestra confesión, con lo cual no perderá ni una sola pluma el secreto que al
SHAKESPEARE GUIONISTA: HAMLET
rey y a la reina prometisteis. De poco
Es difícil saber la fecha de la primera representación de Hamlet. Se supone que la tragedia fue escrita después de 1598 y antes de julio de 1602, pues la obra ingresó en el Archivo de los Libreros el 26 de ese mes. Su primera representación puede señalarse entre 1601 y 1602, más si se atiende a su íntima relación y proximidad con Julio César.
ignoro—, he perdido completamente
tiempo a esta parte —el por qué lo
En Hamlet no hay más que Hamlet. Está solo y, sin embargo, lo llena todo. Tiende al mundo un puente y el brazo al infinito. Por debajo pasa la humanidad; el otro extremo con el cual se enlaza es Prometeo. Y del yugo de la tiranía del Destino, en aquel que interroga y éste se burla encadenado. Samuel Taylor Coleridge cree que el objeto de Shakespeare fue mostrar un carácter que huyendo de la realidad, procura indultarse del cumplimiento de sus deberes con su actividad mental, cuya preponderancia y constante tendencia a la inacción constituyen la verdadera enfermedad en Hamlet.
todo ello me pone de un humor tan sombrío, que esta admirable fábrica, la tierra, me parece un estéril promontorio; ese dosel magnífico del aire, la atmósfera; ese espléndido firmamento que allí veis suspendido; esa majestuosa bóveda tachonada de ascuas de oro, todo eso no me parece más que una hedionda y pestilente aglomeración de vapores. ¡Qué obra maestra es el hombre! ¡Cuán noble por su razón! ¡Cuán infinito, en facultades! En su forma y movimientos, ¡cuán expresivo y maravilloso! En sus acciones, ¡qué parecido a un ángel! En su inteligencia, ¡qué semejante a
En una etapa de la adolescencia todos los hombres quieren ser Hamlet. Ejercen la desdicha y los epigramas amargos. Hamlet, ficción, engendra hijos de carne y hueso. Byron y Baudelaire son inconcebibles sin Hamlet.
un Dios! ¡La maravilla del mundo! ¡El
Coleridege dijo que Shakespeare se propuso ilustrar en Hamlet un indebido predominio de la imaginación sobre la voluntad. La leyenda de Hamlet , en la que se ha creído percibir algún influjo celta, aparece por primera vez en la obra Gesta Danorum (Hazañas de los daneses) escrita a finales del siglo XII por el historiador Saxo Gramático.
a entender que sí.
El discurso de Hamlet es elocuente, claro y profundo:
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la alegría, he abandonado todas mis habituales ocupaciones, y, la verdad,
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arquetipo de los seres! Y, sin embargo, ¿qué es para mí esta quintaesencia del polvo? No me divierte el hombre, no, ni la mujer tampoco, aunque con vuestra sonrisa deis vos
Hamlet se aparta de todo acto que se propone, contempla constantemente las acciones que ejecutaría; cavila acerca de sus consecuencias probables, o pasadas causas siempre retraído; obra con decisión cuando las emociones le impiden reflexionar.
La formación teatral tan sólida que tenía sir Laurence Olivier (1907-1989), quien había ya trabajado en cine en una obra shakespeareana, Como gustéis (1936, Paul Czinner), lo llevó en 1943 a trabajar en Enrique V. El proyecto evolucionó hasta convertirse en una importante superproducción donde Olivier fue director y actor principal. Contando con el apoyo del productor italiano exiliado Filippo del Giudice, convirtió al film en una notable reflexión sobre la guerra. La música corrió a cargo del compositor William Walton, quien hizo una de las mejores partituras en la historia del cine. Walton también participó en las otras dos aventuras shakespeareanas, Hamlet (1948) y Ricardo III (1955), que hicieron de Olivier una leyenda del cine. Por Enrique V obtuvo dos nominaciones al Oscar: mejor película y mejor actor. No ganó nada, excepto un “premio especial”, que parecía de consolación y tenía un fin político al ser un film que abordaba la guerra y parecía aludir a cómo los aliados ganaron. Hamlet en su paso al cine tuvo recortes fundamentales, dejando de lado la intriga política y concentrándose en las relaciones personales. Fue un éxito entre público y crítica. Obtuvo dos premios de la Academia, para Olivier como mejor actor y el primer Oscar otorgado, como mejor película, a una cinta no hollywoodense. Ricardo III, producción hecha por el poderoso productor británico Alexander Korda, no fue tan exitosa a pesar de tener un all-star cast ciento por ciento shakespereano, encabezado por Olivier, sir Cedric Hardwicke, sir John Gielgud y sir Ralph Richardson. Aunque Olivier obtuvo una nominación al premio de la Academia como mejor actor, el poco éxito del film impidió que continuara con las sagas de Shakespeare: tenía pensado seguir con Macbeth.
ha sido prolífico en sus adaptaciones de las obras del poeta inglés. Empezó con Enrique V (1989), por la que obtuvo dos nominaciones como mejor director y mejor actor. Le siguieron Mucho ruido y pocas nueces (1993); Hamlet (1996), que filma la totalidad del texto para un resultado de cuatro horas en pantalla por el que obtuvo una nominación al premio de la Academia como mejor guión adaptado. Continuó con Trabajos de amor perdidos (2000) y Como gustéis (2006). Y aunque él no la dirigió, participó activamente en Otelo (1995). Otras adaptaciones peculiares de esta obra fueron Hamlet (1969, Tony Richardson); Hamlet (1990, Franco Zeffirelli), con Mel Gibson en el papel estelar; La verdadera historia de Hamlet, príncipe de Dinamarca (1994, Gabriel Axel), sobre Amled que inspiró Hamlet; una derivación entre satírica y revisionista, Rosencrantz y Guildenstern están muertos (1990, Tom Stoppard); Hamlet for the love of Ophelia (1996, Luca Damiano), versión para adultos que destaca lo sexual de forma un tanto cruda; y una curiosa aclimatación al mundo de la tecnología: Hamlet (2000, Michael Almereyda).
Kenneth Branagh (*1960), también formado en el teatro shakespereano, en la Royal Academy of Dramatic Art,
41 CERVANTES CERVANTES & SHAKESPEARE, & SHAKESPEARE, a 400 a 400 años años de de su muerte su muerte 41
A fines de 1592 Shakespeare tenía escritas las tres partes de Enrique VI y gran fama como dramaturgo. La compañía de lord Strange representó la primera parte del Enrique VI en el teatro de La Rosa en marzo del año anterior. Shakespeare cobró tres libras, 16 chelines y 8 peniques (unas 250 libras de nuestros días); fue el que más ganó en esa temporada. Sin embargo, la primera obra que de Shakespeare se publicó es, como ya se dijo, Venus y Adonis, bellamente impresa por su amigo Richard Field hacia 1593, obteniendo tan buen éxito que se hicieron de ella nueve ediciones en igual número de años. Con ello Shakespeare adquirió notoriedad entre el amplio círculo de amistades de Henry Wriothesley, Tercer Duque de Southampton.
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Retrato de Shakespeare.
PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
¡Es un arrastrado! — Enrique IV —
Cual en la escena, el imperfecto actor, A quien miedo hace olvidar su parte, O la fiera, que en ciego furor, De su amago, ofuscada, se departe, Yo así del sacro rito del amor, Las palabras olvido de expresarte Y de mi pasión, el loco ardor Me obnubila, de yo tanto amarte.
Algunos críticos defienden la teoría de la personalidad en los sonetos de Shakespeare, señalando que son de carácter autobiográfico. A este respecto, destacan dos en los que el poeta alude a su profesión de actor. El más evidente es el soneto XXIII, que dice:
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Hablen por mí, mis libros; su elocuencia Presagie las endechas que en mi pecho Imploran tu cariño sin provecho Y digan más que mi lengua en su impotencia. Lo que pienso, amada, aprende a leer, Escucha con tus ojos y me has de creer.
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Retrato idealizado de Catalina de Salazar.
A su vez, desde la publicación de sus primeros poemas a cargo del maestro López de hoyos, poco se sabe de la actividad literaria de Cervantes hasta la publicación de La Galatea en 1585. Año en que también casose con la joven viuda Catalina de Salazar (1565-1626), a quien ocultó la existencia de Isabel de Saavedra (1584-1652), hija que tuvo con su amante Ana de Villafranca. Así pues, cuando aparece su primer obra importante, Cervantes tenía 38 años y habría que esperar hasta 1605, cuando una segunda obra suya ve la luz: la primera parte de El Quijote, dedicada al Duque de Béjar, se publicó con el título de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. La segunda y última, dedicada al Conde de Lemos, apareció en 1615 como El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha. Por lo que a la primera parte se refiere, la edición más antigua fue impresa en Madrid por Juan de la Cuesta (con privilegio real otorgado en septiembre de 1604 y fe de erratas fechada en diciembre de ese mismo año). Se ha supuesto una edición anterior a 1604, de la que no hay rastro. Como quiera que sea, lo seguro es que la primera parte de la novela fue concluida
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cuando Cervantes residía en Valladolid. Es difícil determinar cuándo empezó a redactarla, aunque algunos indicios, no del todo decisivos, apuntan a que fue poco después de 1591, aprovechando episodios que había escrito en 1589. La publicación de La Galatea no supuso un éxito para Cervantes; sólo entregó la primera parte. La continuación jamás se editó. El propio autor hizo su autocrítica en la primera parte de El Quijote: “tiene algo de buena invención: proporciona algo y no concluye nada: es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega”. Durante los primeros años del siglo XVII, Cervantes da a la imprenta el resto de su obra, en la que muestra las experiencias vitales y literarias acumuladas durante largos años. Sin embargo, para sus biógrafos resulta difícil pensar que un escritor de tan profunda vocación hubiese de prescindir de la creación literaria durante tanto tiempo. Es más que probable que no haya dejado testimonio de ello.
PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
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No pegó ojo en toda la noche — Cimbelino—
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C E RVA N T E S C O G U I O N I S TA Y P E R S O N A J E La libertad aparece como utopía en el mundo cervantino: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve, me parece a mí que estaba metido entre las estrecheces del hambre, porque no lo gozaba con la libertad de que lo gozara si fueran míos; que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recibidas son ataduras que no dejan campear el ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!”
La novela de caballería nace de una conjunción de fantasmas antiguos; fábulas milenarias, novelas bizantinas; con los restos, fragmentarios y reducidos a romances, de las sagas arturianas y de las grandes epopeyas carolingias. Entre estas dos grandes corrientes, España se entrega sobre todo a la segunda. En la biblioteca caballeresca de Don Quijote, predomina el elemento carolingio sobre el bretón. O sea, lo vulgar sobre lo misterioso, lo artificial sobre lo viviente y lo simple sobre lo complejo. Los libros de caballería, según el estudio de don Marcelino Menéndez y Pelayo, a pesar de su extraordinaria abundancia, no son pro-
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ducto espontáneo del arte nacional español. Son una planta exótica que arraigó tarde en España y que debió a circunstancias pasajeras su aparente lozanía. Sin embargo, en el Amadís, en el Tirant y en los dos Palmerines, el género se nacionalizó, “hasta el punto de parecer nuevo a la misma gente que nos lo había comunicado desde otros países”. El género nacido en la Edad Media se impuso durante una centuria; fue una prolongación de la poesía épica que tuvo su foco principal en la Francia del norte y de ella irradió no sólo al centro y medio de Europa, sino a Alemania, Inglaterra y Escandinavia, lo mismo que a España e Italia.
La mejor adaptación jamás hecha de Don Quijote de la Mancha (1957), la hizo el ruso Grigori Kózintsev (1905-1973). Egresado de la Academia Imperial de las Artes, donde cursó estudios de pintura. Ahí conoció a Leonid Trauberg, con quien compartió el entusiasmo por las teorías teatrales de Meyerhold y por la poesía de Mayakovski. En 1921, junto con Trauberg, Gueorgui Kryzhitski y Serguei Yutkévich, fundó la “Fábrica del Actor Excéntrico”, la influyente FEKS, y a través de ella, aplicó ideas dadaístas y futuristas que combinó con recursos circenses y de music-hall. En esas fechas inicia su relación con el cine influenciado por Chaplin. Codirigió con Trauberg Las aventuras de Oktyabrina (1924) y El capote (1926), basada en Gogol. Esto dio pie para que en su madurez creativa hiciera cuidadas adaptaciones literarias como su Don Quijote, con Nikolaí Cherkásov. Apoyado en el diseño de producción del exiliado pintor español Alberto Sánchez, su versión altera el orden de las aventuras del relato original.
retrata a un hombre que no se encuentra entre la vida y la muerte, sino entre una era y la siguiente.” (Shakespeare: time and conscience, Hill and Wang, Nueva York, 1966).
Kózintsev también es recordado por dos notables versiones de Shakespeare en su momento elogiadas como cumbres del arte cinematográfico, las que junto con su Don Quijote, representan los tres últimos films de los 14 que dirigió. Se trata de Hamlet (1964), rodada con motivo del 400 aniversario del nacimiento de Shakespeare. Incluía música de Dmitri Shostakóvich y la traducción al ruso hecha por Boris Pasternak; el castillo de Elsinor era un espacio abstracto, como si fuera el laberinto mental de Hamlet (el destacado Innokenti Smoktunovski). Alabada por su hábil lectura política del texto, tuvo entre sus admiradores a sir Laurence Olivier.
A su vez, el musical El hombre de La Mancha (1972, Arthur Hiller), inspirado por supuesto en El Quijote, fue célebre por sus canciones. El guionista Dale Wasserman, autor de la obra —montada originalmente bajo la dirección de Arthur Marre—, trabajó con el compositor Mitch Leigh. En su paso al cine se pretendía que fuera próxima a la novela pero tras un cambio de los directores originales, el nuevo encargado, Hiller, optó por preservar el musical. Le dio preminencia a la figura de Aldonza, o Dulcinea, interpetada por Sophia Loren —quien con solvencia interpretó sus propias canciones—. El estelar Peter O’Toole fue doblado vocalmente por el tenor Simon Gilbert. Fue éste uno de los últimos musicales que pasaron de Broadway a la pantalla con éxito similar.
Kózintsev dirigió también El rey Lear (1971) y publicó un brillante libro, Shakespeare: tiempo y conciencia, editado por vez primera en inglés en 1967, lo que lo vuelve un destacado especialista, tanto que fue conocido como “el Shakespeare ruso”. En su libro, respecto a Hamlet, escribió: “es imposible asociar el valor humano con la vida dentro de una sociedad basada en el desprecio al hombre. Para reconciliarse con uno mismo, nadar con la corriente sería una ignominia. Es mejor ‘no ser’. Esta tragedia
A su vez, Cervantes tuvo una espectacular novelización fílmica de su vida en Las extraordinarias aventuras de Cervantes (1967, Vincent Sherman), basada en la novela de Bruno Frank, con Horst Buchholz, Gina Lollobrigida y José Ferrer. Imagina su vida como secretario particular del enviado papal a la corte de Felipe II, y cómo en Argelia encabezó una revuelta de esclavos contra el imperio otomano. La cinta, entretenida, homenajea a un personaje ajeno al Cervantes auténtico. Fue la versión equivalente de la, a su vez, romántica novelización de la vida de Shakespeare, Shakespeare enamorado (1998, John Madden), donde se imagina un affaire con una inexistente aspirante a actriz que se disfraza de hombre para actuar en las obras del admirado William, sin saber que inspira su obra maestra Romeo y Julieta.
Hubo una interesante versión para TV hecha por Sidney Lumet en 1952. El estelar fue el célebre actor estereotipado como Frankenstein, Boris Karloff, y Dulcinea la mismísima Grace Kelly, por supuesto, antes de convertirse en Princesa de Mónaco. Sea autor o personaje, Cervantes inspira juegos de imaginación cinematográfica.
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Casa de Cervantes en Toledo.
Escribir para el teatro representó para Cervantes un ingreso modesto, pero seguro, y durante los últimos lustros del siglo XVI debió dedicarse a ello. El hecho de que el teatro fuese uno de los recursos más habituales entre los escritores para ganarse la vida se debía a la enorme afición que por esta actividad se había desarrollado. El teatro español del Siglo de Oro fue una de las vitales ramas del teatro europeo de la época. En él se reflejan los gustos, los ideales y las preocupaciones de una nación que alcanza en poco tiempo inmensos poderío y riqueza. Cervantes mismo menciona en el prólogo a sus Ocho comedias (1615): Se vieron en los teatros de Madrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse, La destrucción de Numancia y La batalla naval, donde me atreví a reducir las comedias a tres jornadas de cinco que tenían; mostré, o mejor dicho, fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales al teatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes; compuse en este tiempo hasta veinte comedias o treinta, y todas ellas se recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza: corrieron su carrera sin silbos, gritos ni baraúndas. Tuve otras cosas en que ocuparme. Dejé la pluma y las comedias.
La Numancia está considerada entre las mejores tragedias de su época y su historia es inte-
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PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Romper el hielo — La fierecilla domada—
resante: a lo largo de más de dos siglos estuvo prácticamente en el olvido. Cuando sucedió el sitio de Zaragoza durante las guerras napoleónicas sirvió de acicate a los también sitiados habitantes. A partir de ese momento, la estima por la obra aumentó y en la época romántica se la elogió unánimemente. Cervantes creó una gran obra teatral, logrando el clímax de la auténtica tragedia; clímax típico de la tragedia griega y que en estos momentos era representada por Shakespeare. Cualesquiera que fueran los motivos que lo llevaron a Londres, ya se daba cuenta de que su verdadera vocación era escribir para el teatro, lo que significaba que la poesía sería “la materia prima” de su nueva profesión. Sin embargo, en tanto escribía sus obras, Shakespeare debía ganarse la vida. El procedimiento adecuado era ingresar a una compañía de actores; así aprendería el oficio desde adentro y a la vez, dispondría de un mercado para su género. Una compañía de actores consistía en unos ocho hombres que invertían dinero en un fondo común de comedias y equipo, repartiéndose las ganancias en proporción a sus inversiones y de ahí su nombre de “accionis-
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tas” o, de modo más pintoresco, “aventureros”. Tenían dos o tres aprendices, unos chicos a los que enseñaban a interpretar los papeles de mujer, pues demoraría casi otro siglo antes de que las mujeres actuaran en los escenarios públicos ingleses. Para los papeles secundarios pagaban a algunos novicios o veteranos que no tenían dinero que invertir. Y fue de “alquilado” como empezó Shakespeare, encontrando trabajo posiblemente en la compañía de la reina, para la cual en aquel entonces empezaba a escribir Robert Greene, uno entre los grandes de la época. Shakespeare trabajo a las órdenes de James Burbage en el teatro de La Rosa y formó parte de la compañía del lord chambelán, en Newington Butts, en la posada Crosskeys, así como en The Curtain, The Theatre y The Swan, antes de construirse El Globo y el Blackfriars.
Teatro The Swan, Southwark, Londres, Inglaterra. Fue construido en 1595 .
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S H A K E S P E A R E , G U I O N I S T A : R O M E O Y J U L I E TA & OTELO Quizá la famosa y trillada frase “en el amor y la guerra todo se vale”, viene del caballero de la triste figura: “...y advertir que el amor y la guerra son una misma cosa, y así como la guerra es cosa lícita y acostumbrada usar de ardides y estratagemas para vencer al enemigo, así en las contiendas y competencias amorosas se tienen por buenos los embustes y marañas que se hacen para conseguir el fin que se desea, como no sean en menoscabo y deshonra de la cosa amada”. Al conocer a Julieta, Romeo queda tan impresionado que dice: “¡oh!... ¡De ella debe aprender a brillar la luz de las antorchas! ¡Su hermosura parece que pende del rostro de la noche como una joya inestimable en la oreja de un etíope! ¡Belleza demasiado rica para gozarla, demasiado preciosa para la tierra!”
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La prosa dramática de las obras históricas y comedias de Shakespeare, le había enseñado a escribir poesía dramática, verso creador de personajes, perfeccionado en Hamlet y en Medida por medida. Llegado a la cumbre de su talento, aplicó este medio a las más elevada de las formas teatrales: la tragedia. Entre 1620 y 1621, y los años siguientes, se hallaba en un estado de ánimo trágico, cultivando estas temáticas (“Falstaff” fue la réplica de Shakespeare al terrible golpe de la muerte de su hijo Hamnet). Un gran poeta y dramaturgo se inclina por la tragedia si desea crear la cimera forma del arte y Otelo es la primera de la serie de tragedias supremas que culminaron cuatro años después en Antonio y Cleopatra. Shakespeare se identificaba con sus personajes a medida que los creaba. Esta absoluta mímesis es uno de los principales secretos de su arte: sufrió los celos de Otelo, la locura de Timón y Lear, el remordimiento de Macbeth, el insensato orgullo de Coroliano tanto como la desesperación de Antonio. Pero, en esencia, con dos obras, Romeo y Julieta y Otelo, concretó un enorme fresco sobre la pasión del amor en todas sus facetas, desde la entrega incondicional hasta los celos destructores.
En el cine éstas han sido las versiones destacadas: Romeo y Julieta (1936, George Cukor), una de las primeras adaptaciones con los astros hollywoodenses Leslie Howard y Norma Shearer; Romeo y Julieta (1943, Miguel M. Delgado) versión satírica con Cantinflas; Romeo y Julieta (1954, Renato Castellani), primera versión a color; Amor sin barreras (1961, Jerome Robbins & Robert Wise) libérrima adaptación musical al ambiente neoyorquino con partitura de Leonard Bernstein; Romeo y Julieta (1966, Paul Czinner), ballet de Kenneth MacMillan inspirado en Prokofiev con Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev; Romeo y Julieta (1968, Franco Zeffirelli), considerada entre las mejores al tener los dos actores principales, Olivia Hussey y Leonard Whiting, la edad anotada por Shakespeare; Las vidas sexuales secretas de Romeo y Julieta (1969, Peter Perry; bajo el seudónimo A. P. Stootsberry) que se concentra en lo erótico entrelíneas y no en la tragedia; Montoyas y Tarantos (1989, Vicente Escrivá), versión a la española de Romeo y Julieta; Otelo (1995, Oliver Parker), con Kenneth Branagh como Yago; Romeo + Juliet (1996, Baz Luhrmann), versión posmoderna con Leo Di Caprio en el estelar; Tromeo y Julieta (1996, Lloyd Kaufman), versión ultra satírica hecha por la productora
de cine serie B Troma Films; Otelo (1997, Joe D’Amato), versión en la que explícitamente quedan plasmadas las supuestas infidelidades de Desdémona; Romeo y Julieta (2014, Don Roy King), con Orlando Bloom y Condola Rashad; y Romeo y Julieta en Yiddish (2010, Eve Annenberg) & Romeo y Julieta en Harlem (2015, Aleta Chapelle), aclimataciones a ámbitos específicos, lo que confirma la universalidad de la obra.
CERVANTES CERVANTES & SHAKESPEARE, & SHAKESPEARE, a 400 a 400 años años de de su muerte su muerte 53
El Globo.
CANDILEJAS FENECIENTES Mucho ruido y pocas nueces, Como gustéis y Noche de epifanía forman una trilogía romántica que puede denominarse de madurez. Por último, hay que destacar que Shakespeare cierra su carrera dramática con otra trilogía: Cimbelino, El cuento de Invierno y La tempestad. Referirse a estas obras permite mencionar la última novela de Cervantes. Una misma atmósfera de melancolía envuelve a las mencionadas comedias de Shakespeare, con los Trabajos de Persiles y Segismunda, ya que son creaciones de ensueño que se salen de los límites de la naturaleza. Ambos genios se complacen en moverse en un mundo imaginario, forjado para ellos solos. Shakespeare y Cervantes comparten diversas semejanzas. Se podría decir que sus caracteres viajan sin rumbo fijo propensos a perderse, a esfumarse, a circuirse de hielos perpetuos. Nada hay más espiritual, más fino y delicado, más misterioso. La alegría quita y reconcentrada, el dolor suave y resignado. Vagos recuerdos de la vida de sus autores, mezclados a visiones fantasmagóricas. Naufragios, peregrinaciones, aventuras en islas; el estilo se despoja de toda gala superflua. Las imágenes escasean. Un ascetismo rígido lo invade todo; sin embargo, la palabra es más justa y precisa y el pensamiento más hondo y elevado. Son obras en las que la vida del genio toca a su fin.
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PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Vomitivo — Como gustéis—
El 29 de junio de 1613, se incendia el teatro El Globo, del que Shakespeare era socio junto con William & John Combe, John Jackson y John Heminges, lo que fue de sumo dolor para las letras, ya que en él se perdieron todos los manuscritos originales del dramaturgo, junto con su comedia Cardenio. Convertido El Globo en cenizas y perdida su inversión, los accionistas determinaron reconstruirlo con mayor magnificencia, a lo que destinaron mil 400 libras, de las cuales Shakespeare aportó 100, al igual que los otros nuevos socios que sumaban 14. Destruido el teatro, Shakespeare se retiró a Stratford a vigilar sus propiedades, en tanto sus compañeros emprendían la reedificación del nuevo Globo.
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SHAKESPEARE, GUIONISTA: MACBETH Macbeth es considerada una de las cuatro tragedias canónicas de Shakespeare, junto con Rey Lear, Hamlet y Otelo. Se cree que fue escrita entre 1599 y 1606. Tiene la peculiaridad de considerársele una obra maldita por cierta superstición que la rodea: aparentemente Shakespeare utilizó hechizos genuinos, que puso en boca de las brujas que describe. Por esta razón fue maldecida y se ha mantenido la superstición de que no puede pronunciarse su nombre mientras se monta. De ahí la referencia a “la obra escocesa”. Existen, en efecto, innumerables historias de accidentes, hechos extraños e incluso muertes durante los montajes. Lo cierto es que es una de las obras más populares. Tanto que muchos actores minimizan la “maldición” al considerar que, durante años ha sido el reemplazo ideal para teatros que tienen malas temporadas con otras obras. Simplemente sustituyen la que fracasa con Macbeth. La más corta de las tragedias escritas por el Bardo, se inspiró en las Crónicas de Holinshed (1587), esa historia comprehensiva del Reino Unido. Tuvo una versión para ópera a cargo de Giuseppe Verdi (1813-1901), escrita en 1847 y revisada en 1865, considerada inferior a sus dos obras maestras shakespeareanas, Otelo (1887) y Falstaff (1893). Macbeth, esa poética tragedia de conflicto moral y personal, que desarrolla en profundidad las consecuencias de arrebatar el poder y el complejo de culpa por recurrir a la brujería, tiene la virtud de hacer sentir el sabor de la sangre. De ahí su inmensa popularidad tanto en teatro como en otros medios.
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En 1948 Orson Welles (1915-1985) convenció a la productora Republic Pictures de hacer una versión de bajo prespuesto. Macbeth utilizaría pocos recursos, un vestuario estilizado y una adaptación que recortaba sustancialmente el texto. Acentuó así la violencia del original, transformando a Macbeth en un hombre dividido internamente entre su paganismo y las obligaciones cristianas. Recurrió para ello a largas escenas filmadas con grandes profundidades de campo. A pesar de su esfuerzo, el film fue considerado una mutilación de Shakespeare. Pero se convirtió en uno de culto, influyente, celebrado por gente como Jean Cocteau por su crudo retrato del poder absoluto. Welles decidió luego hacer su versión de Otelo, que filmó entre 1949 y 1951 recurriendo sólo al dinero que cobraba como actor en proyectos ajenos. Su obra más compleja fue Campanadas a medianoche (1960), basada en su re-interpretación de varios fragmentos de Shakespeare tomados de Enrique IV, partes 1 y 2 y Enrique V. La versión originalmente se llamaba Cinco reyes y fue escrita y montada en 1939. Le da preeminencia a Falstaff, personaje secundario que convierte en protagonista tomándose muchas licencias respecto al texto original. Para Welles y sus admiradores, éste es el mejor film que jamás hizo a pesar de que en un principio recibió malas críticas por las libertades de adaptación en relación con las obras en las que se inspira.
Welles adaptó El mercader de Venecia, hacia 1970, pero fue robado misteriosamente el negativo de la oficina de producción que tenía en Roma. Al final de su vida, estaba en pláticas para hacer su versión del Rey Lear. Interesado también por la obra de Cervantes, a mediados de los 1950 Welles empezó a filmar Don Quijote, en el cual quería captar cómo el Quijote y su inseparable compañero de aventuras, Sancho, incursionan en la era contemporánea. Tras vivir auténticas aventuras quijotescas durante años y años, en 1969 seguía filmando intermitentemente este proyecto. La muerte del protagonista Francisco Reiguera lo detuvo por completo. La actriz Oja Kodar supervisó en 2008 una edición que hizo en colaboración con el asistente de dirección original, el legendario Jesús Jess Franco. Trono de sangre (1957) es la magistral adaptación al ambiente japonés de Macbeth. Ambientada en la Era Sengoku, fue pensada y estructurada como una obra de teatro Nôh, libertad que se tomó Akira Kurosawa (1910-1998). Fue uno de sus mejores recursos para esta destacadísima adaptación, puesto que lo convirtió en algo no occidental; en una de las mejores versiones de la obra en la historia de cine y teatro. Años después, el ya veterano Kurosawa hizo Ran (1985), adaptación del Rey Lear. El argumento se concentra en
las acciones del daimyo, el despiadado señor de la guerra que desprecia a su único hijo leal y le entrega el reino a sus otros dos hijos, que lo traicionan provocando una guerra fratricida. Apoyado por el productor francés Serge Silberman, este film le significó a Kuroswa nominarlo al Óscar por mejor director; como película extranjera no podía competir, dadas las reglas de entonces de la Academia, al ser una producción franco-japonesa. Kurosawa hizo una curiosa reinterpretación de Hamlet en un policial ambientado en la posguerra: Los canallas duermen en paz (1960). Aquí a la tragedia shakespeareana le da un giro importante. El suicidio de un ejecutivo en una empresa corrupta lleva al hijo de éste a casarse con la hija del dueño. Se crea así un conflcito que Kurosawa explora con trascendencia y sensibilidad. Entre las adaptaciones destacadas de la obra están Macbeth (1971, Roman Polanski), de tono bastante violento, eficaz, apegado al texto. Otras han sido: una aclimatación al ambiente estadounidense, Macbeth en Manhattan (1999, Greg Lombardo); Macbeth (2015, Justin Kurzel), donde se agrega un prólogo sobre la muerte del hijo de Macbeth no presente en la obra, y se estiliza la violencia. Por su parte El Rey Lear fue filmada correctamente, respetando ambientes y escenarios, por Peter Brook en 1971. Estas obras tan vitales no cesan de tener versiones tanto en cine como en video.
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SHAKESPEARE ARGUMENTISTA No todas las versiones para cine inspiradas en Shakespeare hacen directa referencia a su obra. Ejemplo de ello es la libérrima adaptación de La fierecilla domada que hiciera Emilio Indio Fernández para Enamorada (1946). Fue tal el éxito que esta cinta tuvo un reboot (o sea, una nueva versión sobre el mismo argumento) en 1950 con The torch / Del odio nace el amor, cambiando de protagonista: Paulette Goddard por María Félix. Hubo otra versión en español, La fierecilla domada (1955, Antonio Román), con Carmen Sevilla, que ambientó el texto a España, desde los lugares hasta los diálogos, en un intento por hacerla más española que británica. A su vez, una de las más exactas versiones hechas sobre la obra, La fierecilla domada (1967, Franco Zeffirelli), destacó detalles como la androginia y el sadomasoquismo implícitos en la obra. Cielo Amarillo (1948, William A. Wellman), un western, se basó en La tempestad. El rey de Texas (2001, Uli Edel) es una versión, también western, del Rey Lear, con tres mujeres en vez de hombres. Ophélia (1962, Claude Chabrol) actualiza la trama de Hamlet, para los años sesenta, desde un punto de vista femenino. King Lear (1987, Jean-Luc Godard) imagina cómo William Shakespeare V Jr. recuerda partes de la obra para un film que contendrá toda la cultura en él. Otra relectura de La tempestad fue Los libros de Próspero (1991, Peter Greenaway), donde el legendario actor John Gielgud es Próspero. Esta obra, por ejemplo, ha tenido diversas versiones como las muy apegadas al texto pero de enorme inventiva visual tipo La tempestad (1979, Derek Jarman), o las despojadas de todo y que se concentran en la esencia del texto para reescribirlo como tragedia íntima: Tempestad (1982, Paul Mazursky), o la comedia de situaciones hecha en una mansión contemporánea: Mucho ruido y pocas nueces (2012, Joss Whedon).
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Cervantes, el 19 de abril de 1616, le dirigió al conde Lemos —en el Persiles y Segismunda— una admirable dedicatoria llena de vida y sentimiento: “aquellas coplas antiguas, que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: Puesto ya el pie en el estribo, quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras la puedo comenzar, diciendo: Puesto ya el pie en el estribo / Con las ansias de la muerte, / Gran Señor, ésta te escribo. Ayer me dieron la Extremaunción, y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a vuesa Excelencia; que podría ser fuese tanto el contento de ver a vuesa Excelencia bueno en España, que me volviese a dar la vida. Pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos, por lo menos sepa vuesa Excelencia este mi deseo”.
El 20 de abril sólo pudo dictar el prólogo del Persiles, que concluye dirigiéndose al lector, despidiéndose de él: “Mi vida se va acabando y al paso de las efemérides de mis pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré
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Don Quixote.Litografía de Gustav Doré.
PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Despotricar — Hamlet—
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Dijo el teórico Jean Cassou: “Cervantes muere, extenuado, agotando en Persiles su sueño supremo y su arte fantástico. Un año antes había hecho morir a don Quijote después de haberle despertado. Don Quijote muere decepcionado, vuelto a lo real, pero a lo real de su cura y de su sobrina… muere resignado”. A su vez, el gran Jorge Luis Borges escribió: “conocemos a Hamlet y al Rey Lear, pero no a William Shakespeare. Sospecho que su extensa gloria póstuma lo habría sorprendido, pero no le habría interesado. Acaso para él, como para Próspero, todo está hecho de madera de sueños… Me permito exhumar el fin de una parábola que di a la imprenta hace años: La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: ‘Yo, que tantos hombres he sido en vano quiero ser uno y yo’. La voz de Dios le contestó desde un torbellino: ‘Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño, estás tú, que como yo eres muchos y nadie’”.
yo la de mi vida […]. Adiós gracias, adiós donaires; adiós, regocijados amigos: que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida”.
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MÚSICA EN LA ERA DE S H A K E S P E A R E & C E RVA N T E S El madrigalismo fue una fructífera escuela renacentista que surgió en el momento adecuado para un autor como Shakespeare. El madrigal originalmente era una composición para tres a seis voces, en especial a capella. Tuvo la virtud de crear una técnica que podía expresar complejos significados como risas o suspiros, manejando notas rápidas o creando tonos descendentes para dar la idea de lo que se conoció también como “pintura de palabras”. Aunque los principales representantes del género son italianos, Claudio Monteverdi y Carlo Gesualdo –siendo el primero quien llevó a la perfección este estilo, integrando nuevas instrumentaciones y temáticas–, hubo varias escuelas nacionales que permitieron la abundancia de estas composiciones y que se clasifican como madrigales medievales, antiguos, renacentistas, tardíos, prebarrocos instrumentales y, en especial, ingleses y españoles. Los ingleses fueron cultivados por William Byrd, John Dowland, Orlando Gibbons, y Thomas Morley (1557/1558-1602), que innovó, haciendo que sonaran como música para ballet, o sea, con una temática instrumental que era desarrollada para un fin específico. Algo que tomó en cuenta Robert Johnson (c. 1583-1633), compositor que estuvo al servicio del teatro y que es reconocido como el principal intérprete de laúd de la época. Compuso algunas piezas para voz y laúd para La tempestad, Cimbelino, y el texto perdido de Cardenio. También para otras obras de Shakespeare,
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PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Estrafalario — Trabajos de amor perdidos —
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piezas que no llevaban letra pero creaban un ambiente con su estilo instrumental. Asimismo, trabajó en obras de Ben Jonson, Francis Beaumont y John Fletcher. Empleado de la corte al servicio de Isabel I es, junto con su maestro Morley, autor de los pocos sets de música exclusivos para obras de Shakespeare que han sobrevivido a nuestros días. A su vez, la escuela española fue fructífera: tuvo notables representantes. El género aquí afirmó sus bases polifónicas, con énfasis en lo vocal y composiciones de versos refinados, tanto de lenguaje como de contenido. Durante el reinado de Carlos V los músicos más importantes que promovió la corte fueron precisamente españoles. Destacaron entre otros Juan del Encina, Mateo Flecha, y especialmente Antonio de Cabezón (1500-1566), Cristóbal de Morales (1500-1553) y Tomás Luis de Victoria (c. 1548-1611), quien por sus habilidades musicales fue apoyado por Felipe II para ser tutelo de G. P. da Palestrina en el Colegio Germánico de Roma, donde perfeccionó
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su polifonía. Creó efectos con disonancias y melodías que generan enorme dramatismo. Históricamente el primer libro de madrigales, de Philippe Verdelot (c. 1475-1552) se publicó en 1533 en Venecia. Lo cierto es que estaban presentes en muchas partes de Europa desde el siglo XII. Su evolución, hacia una música en la que caben con amplitud diversidad de composiciones, sucedió a principios del siglo XIV en Italia. La riqueza del madrigal permitió que la música evolucionara. Años después surgieron composiciones inspiradas en Don Quijote, que asumieron diversas formas, todas representantes de esa evolución. Ejemplo de ello son las óperas The comical History of Don Quixote (1695) de Henry Purcell; Don Chisciotte (1770) de Niccolò Piccinni; Don Chisciotte alle nozze di Gamace (1771) de Antonio Salieri. Por su parte, el valenciano Vicente Martín y Soler, con libreto del mozartiano Lorenzo Da Ponte, escribió La capricciosa corretta (1795), ópera inspirada en La fierecilla domada. La influencia tanto de Cervantes como de Shakespeare se hizo sentir en el ámbito musical desde sus épocas. En la actualidad aún inspiran: el compositor e intérprete Rufus Wainwright (*1973), formado en la música popular, se ha convertido en autor serio con su ópera breve, Prima Donna (2009). Para celebrar este 400 aniversario luctuoso de Shakespeare, musicalizó varios sonetos y recitó otros con actores y músicos invitados en Take all my loves: 9 Shakespeare sonnets (2016), álbum publicado por la prestigiosa Deutsche Grammophon. 64
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PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
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Tiene corazón de oro — Enrique V —
PA L A B R A S Y F R A S E S ACUÑADAS POR SHAKESPEARE:
Venga lo que venga — Macbeth —