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Nº 60 - Julio 2016

Fotógrafo del mes: Joan A. Valentín El Retrato András Gimesi Gime


Contenido

Año VI.- Núm. 60 - Julio 2016 PROMOTOR José Luis Cuendia, “Guendy” DIRECTOR Francisco Trinidad COLABORADORES Eugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño, Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo González “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Gallardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Velázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo, José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta, Nadima, Antonio Martínez, Ángeles Pereira Perera, Claudio Serrano.

Fotógrafo del mes: Joan A. Valentín El Retrato (2)

José El punto y coma Las majadas de Caso Lo de Ibarrondo Tubos de extensión

Ricardo La desnudez del bosque

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DIRECTORA DE COMUNICACIÓN Lola González

Tartesos y sus minas

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András Gimesi Gime

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DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA José Luis Cuendia

DISEÑO y MAQUETACIÓN Francisco Trinidad

5 F T 9 L C , “G ” 21 F. T. 25 M C 29 G S 33 G “C ” 37 N /C S 45 I G 55 J D 65 J P 71 C /C S 81 D D 89

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Marta Crespo, cosplayer y modelo La niebla como espejo

Ionut Bicicletas para “Guendy”

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Bernard Demenge

info@moldeandolaluz.com

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Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society Nuestra foto de portada: José Mª Pecc


Presentación

José Luis Cuendia, “Guendy”

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Comenzamos un verano con mucha, mucha fotografía, eso esperamos… Lo mismo que ayer y que mañana, seguimos sin gobierno, pero no vamos a dar más la tabarra con en este tema, bastante cruz tenemos todos y como quiera que la cosa sigue para largo, visto lo visto y oído lo oído, así que a la vuelta de las vacaciones del verano seguro que al regreso en septiembre lo encontraremos donde lo hemos dejado. Solo me permitiré una pequeña licencia, y es que aquellos que votan corruptos abran los ojos para ver las consecuencias de ésta, pues los 1.700 casos abiertos de corrupción afectan a distintas administraciones y junto a las prácticas de evasión fiscal suponen cerca del 15% del PIB español. Una auténtica bestialidad. Forges dice una vez más en sus viñetas de forma expresiva y afirmativa: ¡País¡, creo que debería de cambiar la palabra por la de: ¡Paisanaje¡ El desapego respecto a los políticos se ha extendido en nuestra sociedad como lo reflejan los recientes acontecimientos; pero me niego a seguir esa falsa tendencia de arremeter contra todos los representantes públicos y cuestionar permanentemente su función bajo la premisa del “todos son iguales”, eso le viene bien a nuestros actuales gobernantes en funciones, pero me niego: no todos son iguales. Volviendo a nuestro mundo fotográfico, que es lo que verdaderamente nos motiva y nos sirve de terapia para olvidarnos de otros problemas mundanos, comentar que el retraso de este número 60 se debe a que intentábamos poner una fecha al próximo evento que organizará Moldeando la luz y nuestra revista Luz y Tinta. Pero nuestro gozo en un pozo, seguimos esperando. Se trata de organizar el primer Master Class Nude. A última hora la modela ucraniana Juliette Jey, que había confirmado su presencia, nos comunicó que por motivos personales y familiares no podrá estar con nosotros en septiembre. En principio estaba previsto para los días 23 y 24 de septiembre. A la hora de cerrar este número no podemos confirmar esta fecha, estamos negociando con dos Top Model, una rusa y una checa, pero aún no hay nada definitivo. En el próximo número del 10 de Septiembre esperamos dar más información. Se facilitará un teléfono para los que pudieran estar interesados en este importante evento fotográfico. Está previsto que dirija este primer master el fotógrafo y profesor de fotografía Jorge Alonso Molina. Solo su presencia es ya garantía de éxito y calidad. Quienes quieran saber algo más sobre este gran profesor de la imagen pueden ver los números 58 y 59 de Luz y Tinta. Como viene ocurriendo ya en años anteriores el mes de agosto no saldrá la revista, nos tomaremos unos días de descanso todos, administradores, editores, escritores, fotógrafos…todos. Creo que todos se lo han ganado. El verano como el resto de estaciones del año tiene también su encanto para salir a fotografiar, no puede ignorarse, o peor todavía salir sin cámara, percibir la imagen con los ojos y no poder capturarla por no llevar el equipo fotográfico encima. Esperan espectaculares amaneceres y atardeceres, fotos creativas en el agua, de los ríos, de los mares o de la piscina del barrio. Hay que consultar también las fiestas más próximas, son fotos que no se pueden realizar el resto del año. Puede seguirse practicando con las fotos de conciertos y fuegos artificiales. Es la época perfecta para conseguir fantásticas fotos de paisajes veraniegos, gente y naturaleza llena de color. Eso sí, hay que evita la luz muy fuerte, la luz solar muy brillante puede arruinar las fotos a medio día, habrá que madrugar un poco para hacer las fotos temprano y luego disfrutar de la playa, los amigos, las comidas y reservarse para la tarde cuando la luz es más suave. Feliz Verano.

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Fotรณgrafo del mes de Junio

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Si algo sorprende, en un primer acercamiento, de la galería de fotos de Joan A. Valentín en Moldeando la luz es su perseverancia. Valentín es un fotógrafo realmente prolífico y perseverante, y casi se diría que obsesivo, como más adelante veremos. Mirando hacia atrás en el tiempo, desde su llegada a nuestra red social hace un par de años ha publicado casi a razón de tres fotografías diarias. Cuando se lee lo que el propio Joan dice de sí mismo, entendemos que desde su jubilación se dedica casi a tiempo completo a patear principalmente, aunque no en exclusividad, las calles de Barcelona y ofrecernos una muestra de sus capturas. Su jubilación es por tanto una ocasión para dedicarse de lleno a la fotografía, lo que en épocas anteriores tenía más difícil. Haciendo un paréntesis, hay que decir que la misma perseverancia que muestra a la hora de subir la emplea también para comentar las fotos de los demás. Siendo, pues, tantas sus fotografías son también muchos los ángulos de enfoque que utiliza y los temas a los que se enfrenta desde el paisajismo y la foto de naturaleza, con gran presencia de flores a las que a veces, no siempre, aplica el macro, a la vida en la calle, ese paisaje urbano que combina con todas las posibilidades que ofrece la arquitectura, especialmente de su propia ciudad de residencia, Barcelona, que entendemos recorre a diario, con la cámara dispuesta, desde su jubilación. Hay, además en su muestra, retratos callejeros, esos ‘robados’ que aíslan un trozo de la vida —una sonrisa, un gesto…— y se adivina cierta pasión gastronómica, en fotos en las que retrata platos de la cocina tradicional, como un marmitako o un arroz a la cubana, o momentos de su elaboración, como un asado a la brasa. Al comienzo de su andadura en Moldeando, Valentín subía fotos sueltas en las que recogía todo lo que he señalado al modo de vivencias cotidianas o como una forma de ver la vida a través del visor de su cámara fotográfica. Sin embargo, últimamente, y cada vez con mayor frecuencia, nos muestra series de fotos al modo de variaciones sobre el mismo tema. Por eso comenzaba diciendo que su afán por subir fotos es casi obsesivo, pues no se contenta con una sola foto de un motivo sino que pretende abarcarlo desde todos los ángulos posibles. En estas series que nos presenta a modo de aproximaciones aborda todo tipo de temas, desde Portbou o Blanes a una reunión de fotógrafos que recorren diversos espacios barceloneses, pasando por el teleférico de Montjuic o el zoológico de Barcelona y otra serie

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Joan A. Valentín

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de posibilidades. Eso sí, tiene el buen detalle de presentarlas numeradas y con el mismo título, facilitándole al espectador el seguimiento de su propuesta, que lo que realmente consigue es acercarse a un monumento, por ejemplo —es muy destacable su seguimiento de la arquitectura de Gaudí o de la basílica de Santa María del Mar—, y mostrarnos todos sus detalles, todos sus ángulos, en un acercamiento que pretende ser totalizador. A través de estas series, y sobre todo de las que tienen como protagonista la ciudad de Barcelona, es factible reconstruir la vida cotidiana de este fotógrafo entregado en cuerpo y cámara a una pasión que quizás, en el fondo, lo que pretende es entender su entorno descubriendo todos sus pormenores y referencias visuales. Nos dice Joan A. Valentín que utiliza el Photoshop y otro par de editores gráficos para presentar sus fotos, aunque nunca recurre al fotomontaje ni a la edición invasiva que enmascara el verdadero o de lo que este objeto fotográfico; al contrario, Valentín, quizás por esta su tendencia a darnos a conocer su ciudad de referencia, Barcelona, utiliza las herramientas informáticas con moderación, para corregir luces y sombras, para destacar algunos perfiles y niveles, pero dejando siempre que lo retratado, y no el retrato, sea el verdadero protagonista.

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Francisco Trinidad

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El Retrato (2) No quiero dar la impresión de ser un pedante porque no lo soy, y es que en esto del retrato podría estar en cientos de números de Luz y Tinta aportando retratos y más retratos, pues ha sido una de mis pasiones dentro de las temáticas de la fotografía, y así durante muchos años he ido retratando cientos de miles de Miradas Sin Fronteras. Así que me he propuesto en esta primera parte que mis aportaciones al retrato en Luz y Tinta no vayan más allá de tres. En tres entregas es muy difícil resumir toda mi labor en este tema, no tanto por la calidad, más bien por la cantidad, así que, tras un descanso, dentro de un tiempo volveré con más entregas. Hoy dejo la segunda entrega, con fotos que, como las que forman parte de la primera, han sido publicadas ya en diferentes redes sociales, forman parte de algunas de mis explosiones, otras ven la luz por primera vez. Volviendo a los orígenes del retrato, en su origen más básico, es decir, como la simple representación de una persona, tiene probablemente sus raíces en la escultura y posteriormente en la pintura, así que me tomaré la libertad de decir que la fotografía es una hermana de éstas, así que me atrevería a decir que el primer fotógrafo no fue Joseph Nicéphore Niépce y su conocido éxito por el primer proceso fotográfico obtenido a través del uso del asfalto disuelto en aceite esencial de lavanda resultando este proceso sensible a la luz, puede que esa haya sido la primera escritura realizada con la luz, si bien la fotografía había tenido otros antecedentes en la cámara oscura, los experimentos con sustancias fotosensibles, especialmente en el ennegrecimiento de las sales de plata; pero los verdaderos inventores para mi fueron aquellos pobladores de las cuevas, como la de Altamira, con sus pinturas polícromas, grabados, pinturas ocres rojas y negras que representan animales , figuras y dibujos abstractos, como las manos, los bisontes, caballos, ciervos, las

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Por José Luis Cuendia, “Guendy”

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posturas varían, adaptadas algunas veces a los saledizos de las rocas, a veces en actitud de correr o embestir, con ocho patas, en un intento de expresión más dinámica siempre con las dificultades que entraña la técnica empleada que era la de la tinta plana. Y estamos hablando de procesos y técnicas empleadas que según los expertos de un equipo multidisciplinar de científicos, liderado por la Universidad del País Vasco en su estudio prueban que las primera muestras del arte paleolítico de la Cueva de Altamira se dilata en el tiempo entre 35.000 y 15.200 antes del presente (20.000 años). Los autores dieron a conocer sus conclusiones en el Journal Archaeological Sciencie, probando que fueron realizadas por los primeros grupos de Homo sapiens que poblaron Europa. Pues bien, ahí estaban los primeros fotógrafos, los ancestros del retrato. Fue precisamente en la pintura donde el retrato empieza a adquirir matices interesantes que van más allá de la mera imagen representativa y es probablemente en el Renacimiento, donde muchos coinciden en definir como la llegada del retrato moderno, es en esta época cuando este concepto alcanza un significado más parecido al actual. Es durante ese periodo cuando el individuo, el hombre, acentúa su yo, solo hay que contemplar las obras de esa época. También no es menos cierto que al principio, solo las clases dominantes, la realeza, la Iglesia, tenían la posibilidad de ser retratados por un pintor. Habría que esperar a que irrumpiera en nuestra sociedad la cámara fotográfica, su bajo coste permite que personas de diferentes estatus sociales y económicos puedan tener su propio retrato. La fotografía era más rápida, más barata y más precisa que la pintura, evidentemente no faltaron los puristas y detractores de la fotografía frente a la pintura, pero no cabe duda de que vino para quedarse, democratizó el retrato, haciendo que aumentara considerablemente la producción de éstos; ya no eran necesarias largas sesiones de posado como ocurría con la pintura. Algo similar ha ocurrido con la llegada de la fotografía digital frente a la química, esta también vino para quedarse, y democratizó aún más la fotografía, evidentemente con sus pros y sus contras, hoy todo el mundo puede hacer retratos, con cámara, teléfonos…, solo que ante tanta masificación hay más trabajo a la hora de separar el grano de la paja, pero al final frente a la excesiva masificación siempre quedará la creatividad, el dominio de las técnicas, en definitiva el oficio del fotógrafo independientemente de que se viva o no de la profesión. También ocurrió en la transición de la pintura al retrato fotográfico, los primeros fotógrafos imitaban los poses de los pintores, en la medida que fueron avanzando los avances técnicos y los cambios culturales, las posibilidades creativas e ideas comerciales de los fotógrafos y profesionales del sector fueron aumentando, dando origen a la llamada historia del retrato fotográfico. Es cierto que el viaje de la fotografía desde sus comienzos a nuestros tiempos no está exento de normas y pautas pero cada uno, después de conocerlas y dominarlas, puede saltárselas o interpretarlas a su manera; las directrices ayudan al fotógrafo a ser más consciente de lo que está haciendo pero admiten múltiples variaciones y sentidos. La conclusión es muy clara y sencilla: yo no puedo decir a quien vea mis retratos como debe emocionarse y canalizar estos sentimientos en un retrato, no puedo decir a los demás fotógrafos que se estremezcan con lo mismo que yo me he conmovido, pero sí puedo animarles e inspirarles a sentir emociones, a eliminar las barreras que en principio tienen este tipo de fotos, no para que sientan lo mismo que yo he sentido al realizarlas, sino para que todo aquel que quiera iniciarse en la fotografía de retratos se plantee cuestiones basándose en sus propias experiencias emocionales y para inspirar y encender la llama de ciertos aspectos que cada uno de nosotros tenemos latentes en nuestro interior.

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Fotos: Guendy

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El punto y coma Hoy que han pasado quince años en que las cosas no nos han ido tan mal, de vez en cuando Noelia, mi mujer y yo nos reímos recordando aquella mañana en que el viento cambió nuestro destino. La mañana en la redacción transcurría, como todas, entre el tedio del trabajo rutinario y el silencio que precedía a las horas de mayor actividad en el diario. Yo transcribía aburridísimos teletipos en mi vieja y ruidosa Olivetti Lexicon 90; en la mesa de al lado, mi compañera Noelia también cortaba y pegaba otros teletipos que luego distribuiría por las mesas de los distintos redactores; y en su escritorio atiborrado de papeles y periódicos medio abiertos asomaba la calva de don Eugenio, el jefe de la sección local, que bufaba generosamente mientras aporreaba en su máquina de escribir posiblemente su colaboración diaria en la última página. Cuando más centrados estábamos en nuestro trabajo, entró renqueante don Hipólito, accionista del periódico que semanalmente publicaba unos artículos densísimos, preñados de datos eruditos y de más de un anacoluto. Cruzó la sala con la mirada clavada en la mesa de don Eugenio y, cuando llegó a ella, empezó a escupir quejas e insultos por igual. Don Eugenio se levantó calmado, le pidió que bajara el tono y, para desesperación del airado don Hipólito, le requirió para que le contara los motivos de su queja. Yo, que ya había vivido muchas situaciones similares, sabía que eso bastaba para que el histriónico colaborador bajara su tono y pasara de la acusación al lamento, subrayando siempre que el periódico le maltrataba y que sus artículos aparecían plagados de erratas imperdonables que echaban por tierra todo su trabajo. Pero aquella vez sus gruñidos eran de mayor calado. Don Hipólito Ruisánchez de la Llana, que así decía llamarse y así firmaba sus habituales colaboraciones, farfulló de nuevo todas sus quejas, mientras golpeaba rítmicamente las baldosas con su bastón. Básicamente, eran tres: que el título aparecía mutilado, al igual que su firma, y que habían desaparecido dos palabras en el tercer párrafo que invertían el sentido de lo que quería decir. A más de otras erratas que, como de costumbre, le parecían una falta de respeto. Tardamos en cogerle el sentido a lo del título, pero tanto insistió y tanto lo repitió que al final lo tuvimos perfectamente claro. El periódico había titulado su artículo “La soberbia nacional” y sin embargo el original era “La soberbia nacional según Dióscoro de la Cuesta”. Y esa mutilación, que así la calificó en varias ocasiones, era absolutamente imperdonable, pues Dióscoro de la Cuesta —y a cada nueva información más altos eran sus gritos y sus golpes con el bastón— había sido ni más ni menos que abogado, historiador, erudito, traductor del latín, biógrafo de algunos personajes curiosos del jansenismo francés y sobre todo, sobre todo, adalid del pensamiento crítico en esta parte de la Península. Mutilar el título de aquella manera suponía cercenar su principal aportación al tema de la soberbia nacional, pues ni él estaba convencido de que la verdad fuera verdad en boca de

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por F. T.

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Agamenón y su porquero ni las ideas tenían la misma fuerza expresadas por un mindundi del tres al cuatro o por todo un pensador brillante y oportuno como Dióscoro de la Cuesta, a quien el periódico debía una oportuna rectificación. Y para la ocasión aportaba cuatro folios mecanografiados aclarando objetivamente la mutilación, que en nada se debía a su cuidadoso hacer, sino al descuido de un cajista o de un redactor jefe despreocupados. Don Eugenio sonreía beatíficamente, procurando descargar toda la tensión acumulada en aquellos errores por vía del agobio y del mucho trabajo que, especialmente por falta de personal, teníamos en la redacción. Pero don Hipólito subía el tono de sus increpaciones a cada disculpa del jefe de local, hasta que llegó al paroxismo con la mutilación de su propia firma. Siempre había firmado como Hipólito Ruisánchez de la Llana y en aquel maltratado artículo había desaparecido su segundo apellido, “de la Llana”, que lo emparentaba con la flor y nata de la aristocracia de la ciudad y de la provincia, con la nobleza española de todos los tiempos, empezando por el Cid y terminando con Don Jaime de Mora y Aragón, y —Dios me perdone si no es exacto mi recuerdo— quise entender que también con los Doce Pares de Francia y toda su prosapia. Don Eugenio seguía sonriendo beatíficamente y Noelia y yo, que nos habíamos levantado y seguíamos de pie su acalorado discurso, cruzábamos miradas de asombro y de ironía, mientras el señor del castillo, digo, el señor Ruisánchez de la Llana, investido de toda la autoridad que otorga la ira, comenzó a despotricar sobre las erratas, especialmente —y aquí su tono, a más de airado era quejumbroso y despectivo por igual— por un punto y coma que en el penúltimo párrafo había sido sustituido por dos puntos. Don Eugenio aventuró que quizás el original que él había remitido podría no estar muy nítido, lo que habría explicado el error del linotipista. —Déjese de bobadas, señor mío; sabe usted que presento mis artículos mecanografiados en una Underwood eléctrica que marca perfectamente todos los caracteres. Si su linotipista debe cambiarse los lentes no es cosa mía ni deben pagarlo mis artículos. En ese momento, a Noelia, que había estudiado Filología, no se le ocurrió peor cosa que echar su cuarto a espadas e indicar que el error no era tan grave y que seguramente la frase no habría perdido sentido. —Qué sabrás tú, niñata sabihonda —replicó don Hipólito, que levantó amenazante su bastón y, cuando Noelia se puso a replicar, lo descargó sobre su hombro izquierdo. Para evitar males mayores, me puse en medio de ambos, pidiendo calma, y me gané un arañazo de Noelia y un empujón del señor Ruisánchez de la Llana. En este pase de baile estábamos cuando se abrió la puerta de la redacción y entró el director, colérico y desencajado. —Sus gritos se escuchan desde la plaza, don Hipólito —dijo sin embargo con total calma—. Pase a mi despacho y hablemos. Y ustedes dos, siéntense en sus mesas y hagan algo de provecho. Don Eugenio escondió su cabeza bajo el rimero de papeles que fortificaba su mesa mientras Noelia y yo volvimos a la nuestro, abochornados, en el momento en que se cerraba la puerta del despacho. Cesaron los gritos del infortunado colaborador, aunque era muy fácil adivinar lo que dentro del despacho del director se cocinaba. Como un cuarto de hora más tarde, salió don Hipólito Ruisánchez de la Llana, ufano, fumando un generoso veguero que dejó la redacción perfumada de soplos habaneros y golpeando el suelo con su bastón sin mirar a ningún lado y sin perder la compostura. El director llamó a don Eugenio y pocos minutos más tarde Noelia y yo teníamos encima de la mesa la carta de despido.

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A mí se me hundió un poco el mundo bajo los pies, pero mi mujer, hastiada del horario de la redacción y del escaso sueldo que gratificaba las muchas horas sin sueño, se alegró del despido y comenzó a hacer planes de futuro. Siempre había tenido la ilusión de montar un pequeño restaurante en el que pudiera dar rienda a su habilidad culinaria y a todo lo que había aprendido en las cocinas en que había trabajado en restaurantes ajenos. Así que lo planteó de frente: con el dinero de mi indemnización, con los ahorros que habíamos ido reuniendo y con la ayuda que pudiéramos recabar de nuestros padres podríamos hacer frente a un proyecto al que inmediatamente se sumó Noelia, también ilusionada y feliz de haber dejado atrás el tedio de los teletipos y el agobio del cierre del periódico siempre de madrugada. Cuando ya lo teníamos casi todo dispuesto y los albañiles y carpinteros ultimaban la obra del local, planteamos la cuestión del nombre que daríamos a nuestro restaurante. Barajamos varias posibilidades y al final, mi mujer se había quedado con “Master Chef ”, un neologismo que a ella le encantaba, pero que quizás en nuestra cerrada ciudad no daría mucho juego; yo había propuesto algo más clásico, “El cenador de Isabel”, y Noelia no se decidía por ninguno. En esas estábamos cuando a Noelia le dio un ataque de risa, comenzó a mirarnos con picardía y nos preguntó por qué no le llamábamos “Punto y coma” en recuerdo de aquella reclamación histriónica del inolvidable don Hipólito Ruisánchez de la Llana. —“Punto y coma”, qué bien suena —comentamos los tres casi al unísono. Y “Punto y coma” lo llamamos y como tal es conocido desde entonces, aunque solo nosotros tres sepamos el motivo real. Porque ni el propio don Hipólito se dio cuenta del guiño en las múltiples ocasiones en que ha venido por aquí. La primera, cuando solo hacía una semana que habíamos abierto. Noelia, que atiende conmigo la sala, entró en la cocina muerta de risa y me dijo que aquel miura me tocaba lidiarlo a mí. Extrañado por su comentario y por su hilaridad, salí a la sala y allí, en la mesa número 4, acomodé a don Hipólito, que me miró sin reconocerme, y a sus dos acompañantes. Les recomendé una de las especialidades que dan renombre a nuestro restaurante, pimientos rellenos de arroz al aroma de enebro y reducción de Pedro Ximénez, que aceptaron de buen grado. Eligieron además unas entradas de la carta y un buen vino y debieron quedar satisfechos, pues su propina fue muy generosa, aunque volvieron a la semana siguiente y el señor Ruisánchez de la Llana me comentó que los pimientos, aunque le habían gustado, le habían arruinado la siesta, así que en aquella ocasión se decidió por los puerros gratinados al jerez que desde entonces suele pedir de vez en cuando. Aunque últimamente es Noelia quien atiende su mesa, olvidada del bastonazo por aquel punto y coma que don Hipólito Ruisánchez y de la Llana, seguramente agraviado por otras erratas más recientes, ya no recordará.

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Las majadas de Caso Dias pasados, en la compañía de un vecino de Orlé, de edad avanzada, pero todavía con buenas piernas, fuimos a visitar una de las majadas (cabañas de pastores en la alta montaña) más bonita de nuestro concejo. Melordaña es todo un tratado de arquitectura pastoril adaptada al medio. Ubicada en una antigua cubeta glaciar, sus construcciones representan cómo los paisanos hacían un sabio uso de los materiares que la propia naturaleza les ofrecía. Alli nunca existió cemento ni teja de barro. Recias y aplomadas piedras, formaron los gruesos muros que conformaban las paredes, que sostenían gigantescas lajas de piedra apoyadas en vigas de tejo. Espacios pequeños, lo justo para el habitáculo del pastor. Una cama formada por helechos, y el rústico hogar que se alimentaba con el fuego de la leña. La mayoría sin ventanas, a fin de minimizar las grandes heladas, y los calores del estío. Otra construcción adosada, de menor tamaño, guardaba los terneros que se separaban de sus madres, con el fin de aprovechar la leche para quesos y consumo. Muchas de ellas conservan grabadas en sus piedras y maderas los nombres de sus antiguos propietarios. Angelín me iba enumerando sus nombres con un poso de tristeza, la que fue su cabaña tenía sus techos en el suelo. Un buen rato la estuvo mirando, y en su memoria pasarían las interminables jornadas que por aquellos prados transitó. Allí teníamos la bolera, me dijo señalando un trozo plano de la pradera. La pequeña distracción en que entretenían su tiempo cuando las labores ganaderas se lo permitían. Al fondo, el riachuelo que parte la majada a la mitad se desploma en una hendidura sombría y larga, que salva la altitud del terreno despeñándose en el abismo entre rocas y taludes. Cuando traía poca agua por ahí escapaban hacia sus casas. Hoy solo hábiles montañeros se atreverían a penetrar en aquel lugar, mientras las vacas y terneros pastan apacibles en aquellas soledades. Da tristeza ver esos paisajes, antaño llenos de vida y voces, con las gallinas y los cerdos con los que subían en la temporada estival correteando entre las cabañas. Hoy solo los apacentan las solitarias vacas que hacen sonar sus cencerros, al ritmo cadencioso con que rumian la jugosa yerba de aquellos pastos. El brezal avanza inexorable colonizando la pradera. No es ni su sombra de los tiempos de esplendor, cuando el tapiz verde alcanzaba hasta donde la vista no

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por Monchu Calvo

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llega. Son los signos de un cambio que no queremos, pero que somos incapaces de frenar. Si el hombre abandona las tierras, la naturaleza a través de sus especies invasoras vuelve a colonizar lo que antes fue suyo y que el hombre adaptó a sus necesidades. Hoy la belleza sigue existiendo en aquellos parajes, pero no es la misma belleza, pues desaparecieron quienes construyeron aquellas cabañas en perfecta armonía con el entorno. Los que fecundaron aquellas tierras con su trabajo, y domesticaron los riachuelos para convertirlos en fuentes y abrevaderos para su aprovechamiento. Angel, apoyado en su bastón de castaño, sigue paseando entre las cabañas, desgranando su lección de historia. Como un maestro enseñando biología rural. Todo tenía su porqué. La orientación, las piedras a las que se hacía un agujero para amarrar los animales. Los fresnos, siempre pegados a las cabañas. Sus hojas se aprovechaban como alimento, y aquella era una sociedad que funcionaba porque lo que prevalecía sobre lo personal era lo común. Porque sin lo comunal la sociedad no se podía mantener. Qué distinto es ahora, que a nadie le importa lo del vecino, más que si se puede aprovechar de él. Disfruté como nunca pudiendo pasear con un maestro de la vida, y empaparme de sus lecciones. Si algun dia venís a Redes, no dejeis de visitar Melordaña, si es que todavia existe.

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Lo de Ibarrondo por Gloria Soriano

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Papá dijo: el domingo habrá cine en lo de Ibarrondo. Lo de Ibarrondo era un almacén donde también se hacían bailes en días señalados. El local estaba cerca de la iglesia. Las puertas eran de madera y los carros cabían con holgura. Después de la misa nos acercamos los chicos a mirar por las rendijas. El sol dibujaba líneas en el suelo y se veía flotar el polvo. Aparte de eso, nada más. Ni rastro de los bancos. Temí que hubieran cancelado la sesión y corrí a contárselo a mi padre. Después de comer papá se fue con el vecino para ayudar en el montaje de la sala. Yo quise acompañarles pero mi madre dijo que teníamos que acostarnos la siesta si queríamos ver la función. Me pareció injusto. La última vez que hubo cine yo no me dormí, fue Lolo, mi hermano, el que se quedó dormido. Por mí lo habría despertado, pero mamá dijo que ni se me ocurriera. En esa película no entendí por qué el hombre de la pantalla se metió en la tienda y mordió en la boca a la india. Ahora de besos ya sé mucho más. Cuando papá regresó ya estábamos levantados. En camiseta de tirantes, con la toalla por la espalda remetida entre el cuello, se lavó en el palanganero que mamá le había preparado en un rincón de la cocina. Después nos fuimos a lo de Ibarrondo. Yo me senté delante con los otros chicos. Lolo, que ya tenía dos años, se quedó con papá y mamá. Los asientos eran bancos de dos tablas un poco separadas. El hueco servía para pinchar los culos de las chicas con palos de regaliz. Mi victima preferida era Isabel. Se enfadó. Le prometí no hacerlo más y me senté a su lado con las manos en las rodillas, para que viera que cumplía mi palabra. Unos bancos más atrás los mozos silbaban al ventanuco abierto en lo alto de la pared del fondo. Era del tamaño de una paloma. Por fin apagaron la bombilla. Un haz luminoso recorrió

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la sala y en la pantalla rugió un león. La voz del cine lo llenó todo. Guardamos silencio hasta que unos rayones emborronaron la imagen, que se puso negra, y encendieron la luz. Mientras reparaban la cinta unas cuantas personas se agolparon en torno a un hombre tendido en el suelo. Mi papá estaba de pie. A Isabel le daban miedo los muertos y se tapó los ojos. No es nada, le dije, a veces eso también le sucede a mi padre. Le puse la mano en la espalda como si fuera la toalla que la protegería de las salpicaduras. Después sacaron en volandas al hombre, mi padre se sentó, mordí con fuerza el regaliz del bolsillo, se iluminó la pantalla, y me alegré de que los caballos blancos ganaran a los negros.

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Tubos de extensión Siempre que se inicia una conversación o una lectura sobre fotografía, lo primero que nos salta a la mente es el precio. Puede que sigamos la conversación, pero nos salta de nuevo el valor, ya que, si no está dentro de nuestras posibilidades, nuestro interés se hace más pequeño; y si es imposible alcanzarlo, ya quedamos sordos y ciegos, y aunque nos sigan hablando, ya, como quien oye llover. Voy a comentar algo sobre los tubos de extensión, pero con palabras de calle, para que lo podamos entender los iniciados y los espabilados. Los tubos de extensión, son eso, tubos sin nada dentro. Los tubos sin conexiones, o lo que es lo mismo, únicamente manual al 100% , en la actualidad se encuentran por Internet a 7 €. Si lo que queremos es que tengan conexiones para enfoque automático, se empiezan a encontrar por 14 €. Como no vendo ni tengo negocio en ello, no comentaré las empresas a las que se pueden acceder pero sí que mis adquisiciones fueron pagadas en yen y los precios pudieran variar de un día a otro, aunque en estos pequeños precios serían minúsculos. Lo que se llama “Tubo de extensión para fotografía”, son en realidad tres tubos con unos anchos normalmente de 13 – 21 y 31 mm . Con una conexión de bayoneta que va al cuerpo de la cámara y otro al objetivo. Cada marca de cámaras fotográficas tiene su forma específica de enganche, por lo que los tubos tienen que ser solo para la marca de cámara a la que se le quiere aplicar este invento. Siempre que haya una distancia entre cuerpo y objetivo, perdemos parte de luz así que si conectamos un anillo perdemos menos luz que si conectamos los tres, llegando incluso a tener que usar una fuente de luz para lograr mejores enfoques. Para hacer este tipo de fotos es imprescindible el Trípode y disparador por cable o inalámbrico. Si lo que tenemos son unos tubos sin conexiones, pues pasaremos el módulo del objetivo de AF al AM y manejaremos a vista directa la nitidez de imagen; sin olvidarnos que la entrada de luz por el diafragma tendrá que ser abierto o cerrado, antes de colocar los tubos. Quienes tengan los anillos conectados, trabajarán como si fuera el mismo objetivo sin los aros. Hay que entender que con los tres tubos puestos es tanto el acercamiento al objeto que estará pegado o casi pegado al cristal de nuestro objetivo y puede que la opción AF haya que anularla pero podremos manejar el resto de parámetros. Para las fotos que acompañan este reportaje siempre usé el mismo objetivo, un Sigma 17-70 mm a f/ 2.8 con estabilizador y la cámara, siempre en una ISO 100. Foto 1 - Podemos apreciar como son y como quedan puestos. Foto 2 - Está hecha solo con el objetivo, con un f/4 y a 1,3 segundos Foto 3 - Solo está colocado el anillo de 13 mm. Foto 4 - Tiene colocados los anillos de 13 mm mas el de 21 mm. Foto 5 – Están puestos los tres anillos y para referencia se colocó un grano de arroz en la nariz del muñeco de peluche.

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por Ricardo González “Completu”

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Foto 6 – Los tres anillos puestos y como referencia de la macro, una lenteja sobre un palillo. Foto 7 – Pinchado en la nariz del peluche una aguja y un alfiler de cabeza de bola. Como se puede apreciar, estas fotos están hechas en el interior de la vivienda, y aún así hay que dejar reposar todo el conjunto —cámara, objetivo, anillos y trípode— unos segundos para evitar la trepidación que puede haber del movimiento de colocación y ajustes. Para las fotos en el exterior, ya sería otra cuestión a determinar por el viento, el movimiento de lo que vayamos a fotografiar y la ocasión, que normalmente es esporádica y que para nosotros un caracol es muy rápido. Pensemos que podríamos tener estirado el alargador del trípode y que la cámara más los tubos, más el objetivo suponen un peso y una longitud que hará balancearse toda la unión y que el enfoque es tan sumamente fino que cualquier pequeño soplo nos haría un borrón y por consiguiente un desenfocado. En cualquier caso, cuando estemos en exteriores, creo que lo mejor es tener mucha paciencia, utilizar velocidades de obturación muy rápidas y ayudándose de ISO altas para una exposición correcta. Claro que, una vez listo este documento, más de uno sabe que puede comprar los tubos de extensión, sin tener que alterar, para nada, la economía de casa y que cuando llueve o no puede hacer fotos en el exterior, se pondrá a fotografiar, agujas, tijeras, clips, un dedo, el pienso del gato, y a buscar moscas por todo el pasillo. No todo en fotografía es caro.

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La desnudez del bosque Se nos ha dicho tantas veces que los árboles no nos permiten ver el bosque que, a veces, perdidos en el propio juego de palabras, somos incapaces de discernir dónde comienza el oxímoron y dónde la paradoja. Porque lo cierto es que, y creo suponer bien, cuando vemos una imagen de un bosque pensamos casi siempre en cómo los árboles que lo integran nos impiden verlo en plenitud. Hasta el propio Ortega y Gasset jugó la posibilidad de que habitáramos un bosque que no nos permitiera ver sus árboles. Y por supuesto, viceversa. En el caso de estas fotos de Nadima el bosque se ve y se adivina a través de sus árboles y los árboles se reflejan en la niebla para configurar una imagen en que la sugerencia va más allá de la propia imagen para entrar, quizás solo de soslayo, en el mundo de los sueños. Y ello, a través de un salto de perfil que nos lleva al mundo de los cuentos infantiles. Habituados desde niños a identificar el bosque con el cuento infantil de Caperucita Roja, cuando Nadima nos presenta a su modelo vestida de rojo en pleno bosque el primer pensamiento es ese, aunque luego, profundizando en las fotos, hallamos que faltan elementos del cuento y que

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por Claudio Serrano

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nuestra Caperucita ha crecido hasta el punto de convertirse en adulta y deambular por el bosque sin miedo a lobos parlanchines y sin temer que su abuela se quede sin merienda. Porque lo que realmente conturba de estas fotos no es la amenaza externa de animales salvajes, ni siquiera las posibilidades de misterio que proporciona la niebla, ni el leve desnudo de la modelo en plena naturaleza, sino la belleza del entorno, el contraste cromático y la capacidad para sumergirnos en otro mundo a partir de solo una figura de mujer que se mueve y se desnuda en el bosque como en un pase de ballet. Y ya sabemos que bailar es soñar con los pies, Joaquín Sabina dixit. Por eso estas fotos nos invitan a soñar. Soñar con los mundos sugeridos por Charles Perrault y los Hermanos Grimm a través de su recreación de la Caperucita Roja. Soñar acunados por la niebla que se abraza a los árboles en todos los bosques del mundo. Soñar con bosques sin lobos marrulleros, sin niñas inocentes, sin cestas con ricas viandas para ancianas desvalidas. Soñar incluso con bosques sin árboles por lo que sin embargo puedan pasearse modelos hermosas con el torso desnudo y la mirada perdida en horizontes de sueño. Soñar, en fin, que el sueño nos envuelve, que despertar será tan duro como talar un bosque y que la fotografía tiene esta capacidad para hacernos vivir lo que nunca hemos querido perder y lo que siempre hemos soñado encontrar.

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Fe de erratas.- En nuesro número anterior, por un cruce entre la premura en el cierre y la habitual maldición de las erratas, cometimos el imperdonable error de dar equivocadamente el nombre de ANNAMARIA TARR como Annamaria Terr. Sirva esta breve nota como reparación del desliz y como presentación de las pertinentes excusas a la reconocida fotógrafa húngara Annamaria Tarr.

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Fotógrafos Húngaros Contemporáneos, IV

András Gimesi Gime por Ilona Gogh “El arte es el afilador de los sentidos, agudiza la vista, la mente y las sensaciones.”

De los muchos estilos que abarca el arte fotográfico, hoy me toca presentar un fotógrafo, András Gimesi Gime —nacido en Budapest en diciembre de 1967— de los últimos gritos en lo que respecta al estilo en que preferentemente se mueve, la Performance . He de confesar que he tenido que acudir a muchas informaciones para poder encasillarlo, y no es nada extraño, pues es tan amplio el abanico de subgéneros que tiene que la denominación ‘performance’ se ha vuelto un tanto vaga e imprecisa. Los hechos artísticos que presenta ante el público incluyen elementos como música, danza , poesía, teatro o vídeo. (Intervenciones, happening, arte corporal) Como acabo de mencionar arriba, de todas las posibilidades fotográficas contemporáneas este es el paraguas más amplio, y con frecuencia ocurren trasvases con otros géneros y subgéneros. “La fotografía contemporánea es extraordinariamente compleja, muchas veces brutal, otras inefable y sutil. Es imposible comprenderla con los códigos de la fotografía artística propia del modernismo o los géneros documentales. Se requiere comprender el contexto histórico de las reyertas arte/fotografía, el arte conceptual, las relaciones imagen-imaginación, así como la idea concepto.” como resume Oscar Colorado en su página, OscarenFotos.com En cuanto se observen las imágenes de GIME (que es como le conocen y lo llaman todos) no será difícil darse cuenta de lo que hablo… Y vamos a la entrevista.

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László Moholy-Nagy

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¿Cómo nació tu relación con la fotografía? A decir la verdad, me interesó ya desde mi infancia, pero no me ocupaba de ella. Tengo cámara desde el 6º grado de primaria, y ya en aquella época fotografíaba cosas que otros ni siquiera se percataban que estaban ahí... Pero siempre había alguna “otra cosa”,o hacía música o hacía creaciones de ingenería. Sí, creaba, porque aquellos trabajos también los desarrollaba de forma creativa. Nunca pude hacerlo de otra manera, solo así era capaz de poner calidad sobre la mesa. O sea, la fotografía echó raíces en mi cabeza relativamente tarde, a los 42 años. ¿En qué categoría te incluirías; aficionado, freelance o profesional.? Más bien freelance…, o sabe Dios… Soy aficionado en el sentido en que no vivo de la fotografía, freelance en el sentido en que sólo yo determino para quién, cuándo y por cuánto hago un trabajo. Y profesional en el sentido de poseer conocimientos y experiencia necesarias, a pesar de que no todo lo tengo “bien aglomerado” dentro de mí, pues siempre hay cosas que aprender y seguir desarrollando. Y ya tengo incluso alumnos, aunque los puedo contar con una sola mano.. ¿Cuáles son tus temas favoritos? No tengo preferencias..., tal vez pudiera mencionar aquí que tengo una visión particular, algo de influencia dada/surreal, cuyo resultado es mi proyecto “Oculus-AG” que llevo tiempo introduciendo también en otros temas, como retratos de modelos o fotografía de conciertos. Naturalmente no fueron esos los comienzos. Al inicio me ocupaba mucho de las fotografías de la calle, de fotos urbanas, y me gustaron mucho. Más tarde entró en mi vida de forma casual la fotografía de modelos, las bodas y luego las imágenes conceptuales, narrativas y series. Pero ésta visión particular y característica se aglutinó y se convirtió así por separado en el proyecto Oculus-AD, abarcando todas las influencias anteriores.

La mejor cámara siempre es la que justo tienes a mano. Y claro, la que dentro de las circunstancias dadas es apropiada para crear la imagen que quiera. Mis cámaras básicamente fueron analógicas, como Kiev 30, Certo SL-110, más tarde Exa 1ª, la que sigue siendo una de mis preferidas aún hoy. La fotografía digital entró

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¿Qué cámara y medios técnicos utilizas en tus trabajos?

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en mi vida con una Sony MVC-200 con su 2 Mpx, luego una Fuji S7000, oficialmente de 6Mpx, aunque en realidad es de 12, y después la S9600. Mi enganche trajo a mi vida los equipos DSLR, primero una Canon EOS 450D usada, que a los tres años cambié por una Canon EOS 70D. Al mismo tiempo hago fotos también con mi teléfono… Claro, en el caso de mis móviles ya tenían prioridad las buenas cámaras desde que salió la primera Nokia 7650, que me lo compré. Ciertamente, con aquel no se podía obtener aún imágenes de calidad con su 640*480 VGA, pero desde aquello para mi siempre tienen preferencia los que llevan cámaras de calidad. Por eso y por su sistema Symbian, siempre compraba los Nokia, de ellos el N90, el 6220classic, el N97mini y el N8 el que uso hasta hoy, son mis preferidos Mi móvil actual, el Lumia 950 tiene los mismos 20 Mpx, es capaz de guardar en formato RAW como mi cámara fotográfica, y tiene lentes Zeiss… Pero dejemos los teléfonos. En cuanto a las técnicas que uso… la que más, es mi DSLR, pero hay veces que vuelvo a unas de las cámaras analógicas, tengo entre otras una Exa 1ª, una Zenit y una Pentacon six TL (formato medio), también me gusta usarlas. También utilizo lentes como la Sigma 17-70 f/2.8-4.5, la Tamron 70-300 f/4-5.6


y el Canon 50mm f/1.8, y como es natural, le echo mano con agrado también a las lentes de las cámaras analógicas mencionadas. ¿Qué te inspira..? Hmmm… Esta es una pregunta interesante, me costará describir la respuesta de forma comprensible. Hay cuando me percato de la imagen y hago la foto. Por otro lado, hay cuando me encuentro en un ambiente dado, y me surge la visión en mi cabeza, entonces realizo la foto. Y por tercera hay cuando me nace una idea previa de lo que quiero realizar, luego la realizo sobre bases conceptuales, construyéndola. Vaya... pero con eso no llegué a describir qué es lo que me inspira… Hmmm… ¡Todo!

Esa es una pregunta que no puedo responder., no hay creador especial, por lo tanto, hay un montón, prefiero no enumerarlos. ¿Tienes algunos planes concretos para el futuro? Tengo ideas sobre los que quisiera hacer. ¿Qué le aconsejarías a los que se inician en la fotografía?

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¿En el arte fotográfico quién es tu ejemplo??

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Una vez, hace tiempo atrás, le pregunté a un conocido, de quién sabía que también era fotógrafo, qué me aconsejaría, qué debo hacer, qué escuela o curso debería tomar, porque me interesa la fotografía. Me dijo, toma tu cámara y sal a tirar fotos, ¡tira y tira! Entonces no sabía qué hacer con ese consejo, pero después me di cuenta que tenía mucha razón. Ese es el consejo que yo también puedo dar. Y naturalmente, que conozcan las bases de la fotografía, que aprendan el uso manual que a la larga se compensa mucho. La Luz es una materia prima maravillosa. Tu opinión sobre la fotografía digital...

La parte más difícil surgió cuando hablamos de la selección de sus imágenes, extremadamente variada, y como él mismo me confesó: Ese es mi problema también, que hago demasiadas cosas, pero ese soy yo, qué puedo hacer con un ascendente Géminis, porque también soy astrólogo. De la fotografía ya hablé, siempre me interesó. Lo mismo me pasa con la música, pero mis padres no “copiaron” mis instintos por mucho que le caí encima al piano más cercano que tenía delante con apenas tres años… Luego se hizo ingeniero civil, redactor de programas de video, barman, administrador de sistema, ingeniero de sistemas… Desde el año 2006 es freelance. Es Secretario y Miembro del ABFA /MAFOSZ/FIAP. Su variada producción se puede encontrar en los enlaces siguientes: http://about.me/x3dgime http://facebook.com/Gimephoto http://gime.hu http://audiovisions.hu http://x3dgime.blogspot.com http://x3dgime.tumblr.com http://oculus-ag.tumblr.com http://etsy.com/shop/OculusAG http://youtube.com/x3DGimehttps://www.youtube.com/watch?v=EyeyN3P3xDMhttp://youtube.com/x3DGime

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Tengo la opinión, realmente no sobre lo digital, sino en general, de que los medios carecen de importancia siempre y cuando técnicamente, en unas circunstancias dadas, sean capaces de realizar la imagen que quiera. Y esto es válido también para la fotografía digital, es por eso que muchas veces hago fotos también con mi teléfono móvil (siempre escogiendo aquellos de cámaras superiores). La fotografía digital en mi opinión es una cosa muy buena, antes yo decía frecuentemente que soy digitalista, me gusta hacer todo de forma digital, a mi me trajo cosas buenas en la vida, pero retrocedo igualmente a lo analógico. Lo que importa es poner cada cosa en su sitio.

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Tartesos y sus minas por Juan Depunto “Porque el rey (Salomón) tenía en el mar naves de Tarsis con las naves de Hiram, y cada tres años llegaban las naves de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavones”

Soy otra vez yo, Imilce*, la que desposó con Aníbal, y voy a contaros lo que sé de la historia de este pueblo cercano al nuestro y de sus minas. Como os dije hablando de mi ciudad, Cástulo, a los tartesios, con quienes manteníamos buenas relaciones de vecindad y comercio, los conquistó mi futuro suegro Amílcar Barca, poco antes de que naciera por estas tierras el que luego sería mi marido Aníbal. La civilización tartésica es difícil de concretar en un único tiempo y lugar, por lo muy antigua de la misma (edad del bronce tardío, es decir, II milenio a.C.), tanto que fue considerada por los griegos (que la bautizaron con el nombre de Tartesos) como la primera civilización de occidente. Por ello lo confuso de los testimonios existentes que van desde los libros del Antiguo Testamento de la Biblia a documentos de historiadores clásicos como el griego Herodoto (s. V a.C.) o el geógrafo, también griego, Pausanias (s. II a.C.). Situada al oeste de nuestro reino de Cástulo, se desarrolló en las riberas del río Tartesos, muy probablemente el río que luego

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Ver en Luz y Tinta nº 57: “Las minas de Cástulo y Linares”.

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Antiguo Testamento, Libro de los Reyes I, 10, 22

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llamaron Betis los romanos y Guadalquivir los árabes. Otros consideran que el río Tartesos correspondería a la confluencia de los actuales ríos Odiel y Tinto (ría de Huelva), por haberse hallado en esta zona importantes restos (Necrópolis de La Joya). En cualquier caso ocupaba las actuales provincias vuestras de Huelva, Sevilla y Cádiz. Este pueblo tuvo su lengua y escritura propias, influenciada por los fenicios, inventores del alfabeto1,2, y por los egipcios con su escritura jeroglífica. La referencia de la Biblia a Tarsis no está nada clara, no existiendo datos de que existiera en la antigüedad en esta zona una ciudad llamada así, situándose la “Tarshish” bíblica en muy diferentes regiones. Los británicos utilizaron este nombre para bautizar en el siglo XIX al actual poblado minero de Tharsis, muy cerca de Alosno. La capital de Tartesos se considera que estaría en la orilla del llamado lago Ligustino por los romanos, la desembocadura del Guadalquivir, hoy la zona de marismas de Doñana. Esto se está estudiando en la actualidad por profesores del CSIC y de la


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Universidad de Huelva, tras el descubrimiento en 1978 de la “Estela tartésica de Villamanrique” (s. VI a.C.), en Villamanrique de la Condesa, población cercana a la Doñana actual. En la civilización tartésica se distinguen, como en la mayoría de las culturas antiguas, dos tipos de reyes: los que de verdad reinaron sobre su pueblo y los mitológicos que lo influenciaron. De los “reales” Herodoto habla del único rey histórico conocido, Argantonio, que reinó 80 años y cuyo significado es “hombre de plata”. Entre los reyes mitológicos de esta civilización están Gárgoris, que fue que inventó la apicultura y el comercio, y Habis (o Habidis), que fue hijo bastardo de Gárgoris, fruto del incesto con su hija; fue amamantado por una cierva hasta hacerse un hombre y escapó varias veces de la muerte ordenada por su padre con la ayuda de las bestias; descubrió la agricultura atando dos bueyes a un arado. Ambos personajes mitológicos han dado lugar a abundante literatura en la historia de la Humanidad.

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Desde luego la zona era rica en minas de plata, oro y cobre, tanto que eran el principal proveedor de bronce y plata del Mediterráneo, trayendo el estaño necesario para producir el bronce de las antiguas “Islas Casitérides” o “Islas del Estaño”, de dudosa existencia; al principio se pensaba en islas cercanas a Galicia y más tarde en las Islas Británicas, probablemente el actual archipiélago de las Scilly. En cualquier caso, se referían con esa denominación a yacimientos en los confines noroccidentales del mundo conocido y cuya exacta localización procuraban mantener en secreto. Las primeras y fundamentales piezas arqueológicas, son el muy valioso “Tesoro del Carambolo” (Sevilla), de oro macizo, y el “Bronce Carriazo”, que representa a la diosa fenicia Astarté (Itziar en vasco, diosa de las marismas y los esteros), ambos en el Museo Arqueológico de Sevilla**, nos orienta acerca de su religión politeísta de influencia fenicia; en la representación sentada de esta diosa, también encontrada en cerro del Carambolo y asimismo expuesta en el Museo Arqueológico de Sevilla, se dispone en su base de una leyenda escrita en fenicio, siendo ésta la escritura más antigua que se conserva en la Península Ibérica. Este Tesoro, estudiado en 1958 por el profesor Carriazo tras su descubrimiento casual, fue el punto de inflexión para a partir de él disponer de pruebas de la existencia de la civilización tartésica, ya que hasta entonces solo era algo mencionado en la literatura grecorromana. Dio lugar a una incentivación internacional de las investigaciones. Otros tesoros tartésicos descubiertos son el de Mairena del Alcor (Sevilla), el del Cortijo de Ébora (Cádiz), ambos en el Museo Arqueológico de Sevilla, y el de La Aliseda (Cáceres), que se expone en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Finalmente, la cultura tartésica fue sustituida por la cartaginesa y a su vez ésta por la romana, interesándose ambas en las minas. Sin embargo, tras la caída del imperio romano y las invasiones del norte de Europa, los visigodos no mostraron interés en la minería, quedando olvidadas y sepultadas las instalaciones. Con la llegada posterior de los árabes se reanudaron parcialmente las actividades. **  Desde hace pocos años en el museo se expone una copia exacta, habiéndose guardado el original en una cámara de seguridad bancaria cuya localización muy pocos conocen.


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En la antigüedad la extracción minera se hacía como ahora, tanto en cortas a cielo abierto como en pozos, aunque en general se limitaban a las capas superficiales de los filones, considerándose agotada una zona cuando se terminaban éstos. No obstante, en la época romana se llegaron a alcanzar profundidades en los pozos de hasta 300 metros, que es hasta donde lo permitía la técnica de entonces, tanto de ventilación como de extracción del agua (con procedimientos como el tornillo de Arquímedes y otros). Es a partir del Renacimiento y sus inventos tecnológicos cuando se comienzan a explotar más en profundidad las minas. En nuestro caso y país, es Felipe II (s. XVI) quien ordena visitar y registrar las minas de esta zona (y del resto de España), aunque no es sino a partir del s. XVIII cuando con los Borbones (Carlos III) se empiezan a explotar de una manera sistemática e industrial, para finalmente alcanzar su apogeo en la segunda mitad del s. XIX (la primera mitad fue un desastre de guerras), con concesiones británicas generalmente, para decaer finalmente en el s. XX, no existiendo actualmente ninguna mina en producción. De los minerales que se llegaron a extraer (oro, plata y cobre) en estos sus últimos años, los contemporáneos de ustedes que me leen, solo se sacaban piritas, para fabricar sobre todo ácido sulfúrico. En la antigüedad el agotamiento de un yacimiento minero y la subsiguiente decadencia de la región, se producía por las mismas causas que ahora: la consumición de los filones explotados, cambio de intereses de los productores-explotadores (generalmente por la agricultura), cambio de los valores del mercado y guerras de la zona. Hoy las minas de Tharsis son un motivo turístico (insuficientemente explotado) por el gran impacto paisajístico e histórico que tienen sus grandes zonas de explotación a cielo abierto, gigantescos cráteres llamados “cortas”, a cielo abierto, de las que hay cinco; todas ellas están alrededor de la Sierra Bullones, llamándose “Filón Norte, Filón Sur (el único del que se extrajo oro), Filón Centro, Sierra Bullones y Corta Esperanza”. Dado que estas explotaciones eran a cielo abierto, no se observan castilletes mineros en la zona; tan solo a pocos kilómetros en dirección noreste, en el poblado también minero de San Telmo, se conserva uno.

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Bronce Carriazo

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El poblado minero de Tharsis obedece en su planificación urbanística al desarrollo típico minero de los británicos en las regiones que han explotado, comprendiendo dos zonas claramente diferenciadas: el llamado “Pueblo Nuevo” (donde se alojaban las clases dirigentes británicas y sus ingenieros con sus familias) y el poblado de los demás trabajadores de la mina (mineros, otros operarios, oficinistas, etc.). En el Pueblo Nuevo, con calles rectas, se encuentran casas de estilo inglés, la casa de huéspedes (“casa de la Señorita Gray), las oficinas centrales de la empresa explotadora, la casa cuartel de la guardia civil (obsérvese al servicio de quién y dónde se ponía…), el club inglés y la casa del director general de la Compañía Tharsis, Sulphur and Copper. En el poblado de los mineros las calles son curvas, se sitúan alrededor de la iglesia de Santa Bárbara y disponen de grandes plazas como la de San Benito, del Casino o del Mercado Antiguo. En la época británica se disponía de un teatro, luego reconvertido en cine y finalmente en supermercado actualmente. El viejo hospital minero, o casa del médico de la Compañía, es actualmente la sede del Museo Minero, en el que se pueden contemplar una colección de modelos de madera para fundición de piezas de recambio de maquinaria, otra colección de herramientas y utensilios mineros diversos, el tren “El Viajero” y se guarda el Archivo Histórico de las Minas de Tharsis. Fuera del núcleo, a poca distancia en dirección sur se encuentra el cementerio inglés. Una interesante curiosidad histórica es el campo de fútbol, situado en las afueras del pueblo, fruto del invento de los ingleses y a su vez germen del futbol español. Está dedicado a la patrona de los mineros, Santa Bárbara, y conserva la localización y disposición originarias, siendo sus transformaciones solamente las propias de su mantenimiento. Gracias a él se propagaron los demás campos de futbol de la provincia, Riotinto Balompié, R.C. Recreativo de Huelva (el club decano español), etc., así como los demás de la región y del país. ----------------------------------Referencias documentales:

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1. Historia Universal. Ed. Luis Vives, Zaragoza, 1963, p. 34. 2. Historia Universal. Ed. Salvat-El País. Madrid, 2004, Tomo 2, p. 443. 3. Manuel Tuñón de Lara. Historia de España. Ed. Labor, Barcelona 1982, Tomo 1. 4. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Tartessos 5. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Tharsis_(Alosno) 6. Carlos G. Wagner. Tartessos, Cuaderno 41. Ed. Historia 16, Madrid, 1996. 7. Las fotos realizadas en el Museo tienen este copyright: Museo Arqueológico de Sevilla. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.

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Marta Crespo, cosplayer y modelo por Juanjo Pascual

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Hace tres años conocí a una joven de forma fortuita. Estaba en Metrópoli Gijón fotografiando cosplayers y diversas actividades del evento. Recuerdo como si fuese ayer el momento en que la vi. Una de las cosplayers invitadas al evento era Yurai (nombre artístico de la cosplayer). Yuraí llevaba puesto su cosplay de Elsa de la película de animación Frozen, estaba frente al fotocall situado al aire libre y el día era muy soleado. Se le acercó una chica con otro cosplay de Elsa y le dijo si se podían sacar alguna foto juntas. Les hice señales a ambas de si podía sacarles fotos también y me dijeron que sí. Esa fue la primera vez que vi a Marta, aunque no sabía cómo se llamaba todavía. Por mi parte estaba con la asociación CometCon, la cual colaboraba con Metrópoli en la organización de los eventos de cosplay y otras actividades diversas. Como es habitual en cualquier evento en el que se forme parte del equipo de fotografía, andas a mil por hora y necesitas estar (si fuese posible, que no lo es) en cuatro lugares a la vez. Después de terminar el evento se publicaron las fotografías de cosplay en el Facebook de CometCon y en el mío particular. Para la siguiente edición de CometCon, la tercera (marzo del 2015), surgió la idea de hacer un sorteo de una sesión fotográfica como promoción del evento; la cual se haría en el Hotel Ayre. La sesión la realizamos un grupo de fotógrafos de

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Moldeando la luz a modo de presentación del grupo y aportar nuestro granito de arena a esa iniciativa juvenil sin ánimo de lucro. Casualidades de la vida, que una de las ganadoras del sorteo fue Marta Crespo.El sorteo era del estilo típico de Facebook, dar “like” a la página, compartir el evento y decir qué cosplay llevarías si eras agraciado o agraciada en el sorteo con una de las plazas de la sesión y luego una elección aleatoria de los agraciados. En esta ocasión preparó un cosplay de Anna de Frozen, la hermana de Elsa en la película. Me llamó enseguida la atención, pues se veía que tenía la sesión preparada y la comodidad con la que se desenvolvía delante de las cámaras daba a entender que no era su primera sesión. Hablando con ella durante la sesión me dijo que ya había hecho anteriormente algo de modelaje. Después de hacer la edición de las fotos y pasárselas seguimos manteniéndonos en contacto.


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Coincidimos en otros eventos, pero apenas tuvimos tiempo para saludarnos, ella con sus cosplays estaba rodeada de aficionados y curiosos que querían inmortalizarse fotografiándose a su lado. Viendo que alternaba sus estudios de filología inglesa con el mantenimiento de su blog de moda y la participación esporádica en alguna que otra sesión, me decidí a proponerle la realización de una sesión diferente a la de cosplay. La idea que le propuse fue que escogiese algunos looks que le gustasen y realizaríamos una sesión de estudio con ellos, en el estudio de Jose Luís Cuendia, pues había hablado con él de la misma anteriormente. Dado que tenía que estudiar bastante para sus exámenes dejamos transcurrir un tiempo hasta que estuviese menos atareada. Fue una sesión intensa, conjugando diversos esquemas de luz con variadas poses y Marta me sorprendió nuevamente. Su mirada, su expresión y una sonrisa espontánea y muy hermosa, la cual vendía cara. Alguna vez le pedíamos que sonriese y otras nos sorprendía regalándonos alguna, obligándonos a actuar raudos y veloces para captar ese momento tan furtivo. Para ella la sesión fue agotadora, tres horas que aguantó manteniendo su energía, su carácter y su buen hacer. Estoy deseando acometer nuevos proyectos con ella y quién sabe cómo me sorprenderá de nuevo.

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Fotos: Ionut

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Caras


La niebla como espejo por Claudio Serrano

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Recuerdo uno de los relatos que mi buen amigo Paco Trinidad publicó hace tiempo en esta revista con el sugestivo título de “La niebla del espejo”, dos palabras que tienen su propia magia intrínseca, “niebla” y “espejo” con todas las comillas del mundo para realzar el cierto de halo de misterio que las rodea. Niebla y espejo. La niebla me recuerda, cómo no, los relatos marineros de Joseph Conrad, surcando mares neblinosos en los que se difuminan los perfiles de la realidad; y el espejo, cómo no, a la Alicia de Lewis Carroll que, al otro lado del espejo, supo hallar un mundo nuevo, aunque, apurando las diferencias, hecho a imagen y semejanza del nuestro; eso sí, siempre que tal imagen y semejanza se entienda más como metonimia que como metáfora, más como salto en el vacío que como reflejo. Venga este largo exordio a justificar mi visión de estas fotos de Ionut Caras que, una vez más, nos sumerge en un mundo muy personal que en el caso de estas fotos, que temáticamente son tan diferentes, tienen la niebla como elemento común, quizás como aspiración general. Partiendo de este fotomontaje con que se inicia el reportaje, y en el que la cámara fotográfica traza un rayo de luz que se abre paso entre la niebla, a modo metafórico de pórtico al resto de las fotos, en su mayoría fotomontajes que combinan elementos arquitectónicos insólitos con presencias humanas y animales en situaciones también insólitas y en escenarios ganados a la niebla que se revela como un espejo en el que confluye la increíble luminosidad que Caras sabe insuflar a todas sus fotos para demostrarnos, una vez más, que el misterio fotográfico nace de la luz y de su tratamiento. En este caso, buscándole perfiles a la niebla. La niebla como espejo. La niebla como límite y apuesta.

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Bicicletas para “Guendy”

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Conocedor de la pasión por las bicicletas que desde siempre ha manifestado nuestro promotor, José Luis Cuendia, “Guendy”, el fotógrafo David Dubnitskiy, que en Moldeando la luz firma como DavidD, nos ha enviado esta muestra de fotografías, con las bicicletas como protagonistas, por si tuviera interés para la revista. Aparte de pasar a engrosar la colección personal de “Guendy”, ocupan hoy espacio en Luz y Tinta para que todos sus lectores puedan disfrutarlas. Todas las fotos vienen como envueltas en esa suerte de neblina, a modo de cendal que enmarca la escena y le confiere cierto grado de profundidad, como si el fotógrafo, aparte de destacar la presencia de esa bicicleta que es de por sí protagonista, quisiera aportar cierto grado de misterio, el propio del bosque en que están tomadas las fotos y el no menos propio de esa aureola de leve erotismo que destilan todas las fotos.

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Bernard Demenge

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¿Quién no se ha planteado atarse una tostadora a la barbilla para divertirse, aburrido, durante una tarde veraniega de domingo? Pocos lo llevan a cabo pero, en el caso de Bernard Demenge, atarse, aplastar y, en general, manipular su propia cara en una serie de muecas absurdas ha engendrado una serie entera de fotografías. “Me encanta hacer muecas, poner caras”, explica el fotógrafo francés. “En una apuesta para ganarse a la gente haciéndola reír, decidí seguir este tratamiento natural, acentuando mi discurso con gestos furtivos típicos de un simio. Ahora ya no puedo evitarlo” Para “Parade”, una serie de autorretratos gesticulando, Bernard estableció un mini estudio (como una cabina de fotomatón plegable) en su apartamento. Empezó sin utilizar muchos accesorios, retorciendo su rostro para la cámara utilizando una goma o cinta adhesiva en el sitio indicado. Después, pasó a los productos domésticos, desde bolas de algodón que se metía en la boca hasta una escobilla de fregar que se puso debajo de la nariz como si fuera un bigote. También tenemos la tostadora de la que hablamos antes. La obra de Bernard es una oda al absurdo, pero “Parade” además tiene una importancia mayor, camuflando un acto de disentimiento detrás de unas poses infantiles. Como él dice: “me aplasté la nariz con el dedo, puse caras repugnantes en un mundo repugnante para conseguir una risa seca, un poco chocante, ni bonita ni educada; como una forma de rebelión”

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Manda tus preguntas a: moldeandolaluz@gmail.com


P.

¿Has participado en algún concurso de fotografía? ¿Los concurso importan y deberíamos de tomárnoslos con seriedad en nuestro viaje fotográfico?

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R.

Cuando estaba en la escuela de fotografía empecé a participar cada año como voluntario en los Seminarios de Fotoperiodismo. Terminé trabajando en una parte de estos eventos. Mi trabajo consistía en pasar la presentación de imágenes para cada categoría al mismo tiempo que un panel de jueces evaluaba el trabajo y seleccionaba a los ganadores. Los jueces eran los conferenciantes y los líderes de los talleres de fotografía que enseñaban durante los seminario, entre ellos se incluían grandes fotógrafos ganadores de importantes concursos y también editores. Gente increíble, . Empezábamos una categoría, ellos le echaban un vistazo rápido a todas las entradas de esa categoría, luego las volvíamos a pasar y ellos empezaban a seleccionarlas, hasta que decidían un primer, segundo y tercer premio y solían otorgar dos menciones de honor a cada categoría. Como joven fotógrafo me sentaba detrás escuchando como los jueces decidían si una imagen estaba dentro o fuera del concurso. Aparecía la foto de repente en la pantalla y yo escuchaba “Fuera” por parte de los tres jueces. Me sentaba allí con los ojos abiertos, preguntándome porque alguna de estas imágenes eran tan rápidamente suprimidas. Había imágenes que en la pantalla eran verdaderamente sorprendentes, magnificas. Mataría por tener esas imágenes en mi portfolio. De vez en cuando tenía que hacer una pausa en el pase de las imágenes porque los jueces me lo pedían, quizá se estaban perdiendo algo. No había solución, aquella imagen se iba fuera. ¡Fuera¡ Me retiraba completamente desconcertado de aquellas largas sesiones de dictamen. ¿Por qué esa imagen gano el primer premio en la categoría, cuando todas aquellas otras, impresionantes y asombrosas fueron eliminadas en menos de un segundo después de ser mostradas en la pantalla?

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En serio, ¿sabes lo que es que aparezca una imagen impactante en la pantalla y escuchar tres “fuera” en un segundo? ¿Qué cojones es esto? Eso sucedía cuando era un principiante. Todo en la fotografía era nuevo para mí. No había consumido tantas imágenes como estos jueces. Me acuerdo de una imagen en noticias de actualidad. Huno un incendio en una enorme casa en la noche. El fotógrafo captó una gran foto de dos siluetas de bomberos contra el telón de fondo de las casa en llamas. El agua brotaba de la manguera de incendios. El humo se elevaba en el cielo. Una gran imagen. Si, una situación terrible, pero una gran imagen. Fuera. Fuera. Fuera. Terminé trabajando en estos eventos unos diez años y, de hecho, me he convertido en miembro responsable de la comisión. Al cabo de diez años terminé sabiendo si una imagen iba a estar dentro o fuera. Más tarde regresé y fui incluso juez de alguno de estos concursos. Eso fue lo que sucedió durante aquellos años. Aprendí mucho sobre fotografía. Aprendí mucho como piensa un fotógrafo y cómo cubren los eventos desde los deportes hasta las noticias o las crónicas. Me he sentado y escuchado a gente con 20,30,40,50 años de experiencia hablando sobre fotografía. Además de eso, he visto un montón de fotografías. He consumido toneladas y toneladas de imágenes con mis ojos, cerebro y corazón. He visto trabajos impresionantes realizados en horribles condiciones. He visto obras horribles realizadas en buenas condiciones. Conozco lo que es un disparo posado y he visto trabajos que se hicieron de forma totalmente inesperada en situaciones sencillas. Si te encuentras con el incendio de una cosa por la noche, el disparo más fácil de hacer en el mundo es la silueta de un bombero contra las llamas. El agua que brota de la manguera. El humo que se eleva al cielo. Disparos fáciles. Todo el mundo dispararía esas fotos. Lo he visto miles de veces. ¿Puedes ir a una reunión en el ayuntamiento en un ambiente aburrido, con una luz de mierda y hacer algo especial? ¿Se puede hacer algo que no sea disparar a la silueta de un bombero contra las llamas y realizar una imagen excelente? ¿O

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mejor aún, recordable. Hay una ola de calor que golpea la ciudad. Los niños han abierto una boca de riego para incendios y están jugando con el agua en la calle ¿Se pude hacer una foto que no haya sido hecha en esa situación 10.000 veces? ¿Puedes entregar algo original e inesperado? ¿Cuántas veces has ido a aquella playa a tomar unas de las millones de fotos que de ella se han hecho? Eres capaz de presentar algo original que no sea una copia más de esas millones de fotos realizadas en el mismo lugar, con marea baja o con marea alta?. Estás atrapado en una zona de guerra. La gente está muriendo a izquierda y deracha. ¿Puedes ponerte de pie y hacer fotos? Y no sólo fotos, sino fotos alucinantes. Precisando tu exposición. Precisando tu composición. Precisando tu enfoque. ¿ sin la posibilidad de recibir un balazo en el culo? ¿Y que suceda mientras dura la guerra? ¿Y editar las 12 imágenes que cuentan toda la historia completa sin necesidad de un pie de foto? Cuando eres nuevo en fotografía y ves una foto de guerra bien enfocada para ti es una imagen sorprendente. Tú sabes que ha debido ser muy difícil conseguir esa foto. Sólo esa dificultad es suficiente para sorprenderte. Pero al final no es suficiente. Eres un fotógrafo de guerra. Se espera que enfoques y expongas correctamente. Eso es algo elemental. Ahora has eso y algo especial. Algo insólito. Y luego sigue con tu vida. Y consigue logros. Y ve más allá de lo que debas o puedas.

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Entonces los niños están jugando con la boca de riego para incendios. Correcto. Consigue un disparo seguro. Consigue un plano general. Consigue un disparo ajustado ¿Y ahora qué? ¿Estira el obturador? ¿Sube a la azotea al otro lado de la calle y dispara hacia abajo? ¿Mete tu cámara en una bolsa de plástico con cierre y


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entra en el agua? ¿Dispara de una vez porque no puedes encontrar nada más allá del cliché? He aquí otra cosa que aprendí mientras trabajaba en aquel concurso y al ser juez para otros concursos de fotografía a lo largo de mi carrera fotográfica: No puedes complacer a todos. He visto trabajos que un equipo de jueces eliminaría, mientras el mismo trabajo, ante otro equipo de jueces, al menos se situaría entre os tres primeros. He visto un fotógrafo y/ o editor luchar por una imagen o una serie casi hasta el final juzgándola dentro de una categoría y los demás jueces no podían entender por qué deberían luchar por esa imagen o serie. He presenciado debates de 30 minutos sobre una imagen particular o un grupo de imágenes. He visto a dos jueces estar convencidos para colocar una imagen particular sin mirar las demás. He visto algún Juez ceder y permitir que excluyeran una foto que para él era buena al principio de la selección. He visto negociaciones. “Si al menos tú le dieras a esta una mención de honor yo votaría para que mi opción de segundo pues, fuera la primera opción que usted quiere”. He visto jurados compuestos por lo que bien se podría denominar “Fotógrafos SIN vergüenza” auténticos analfabetos en el gran sentido de la palabra aceptando ser jueces de concursos cuando hace tres días que hacen fotos y ya se consideran capaces de juzgar las obras de los demás, opinar y dar consejos. Una vieja amiga me dijo un día, la cosa no tiene arreglo amigo, así que tenemos dos trabajos, para tu consuelo recuerda siempre que: “el ignorante no sabe si mata o espanta”. A veces, después de un concurso, he contactado con fotógrafos para que conocieran que el editor X lucho y lucho para llevar su imagen hasta el final pero ni siquiera obtuvo una mención honorifica. Me imaginé que ellos querrían saber que su trabajo al menos fue defendido por alguien. También están los concursos de bajo nivel, tanto en la calidad de los premios como en las bases, son aquellos que intentan que todos los que participan en los


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concursos tienen que ceder sus derechos sobre sus fotografías estén o no premiadas. Una bonita curiosa manera de hacerse con una importante base de fotos gratis a cuenta de los fotógrafos que participan en este tipo de concursos. Recientemente el sindicato CC.OO, consiguió que la Agencia Catalana de Turismo modificara uno de estos concursos, de tal manera que solo podrá hacer uso de las fotos que fueran premiadas. No sé si esto te servirá de algo amigo, pero finalmente a mi todo esto me enseñó a no disparar nunca para concursos. No estoy diciendo con ello, que no participes en Concursos” los hay muy buenos y prestigiosos, los menos, pero los hay, lo que estoy diciendo es que yo no disparo para ellos. He conocido decenas de fotógrafos que han disparado para ganar concursos. Fotoperiodismo, retratos, bodas, trabajo comercial, publicidad, editorial. Ellos estaban disparando para ganar concursos. Vieron quien ganó en el último concurso y están disparando para igualar a aquel o ganarle. El asunto es que el próximo concurso contará con un nuevo equipo de jueces. El que ganó el último año puede que este año incluso ni siquiera se presente. Si disparas para los concursos ten por seguro que te vas a sentir defraudado. Dispara para ti. Participa en concursos si quieres. A ver si puedes nadar entre los mejores. Personalmente, no soy un aficionado a ellos. He visto detrás del telón cómo funcionan y sé que pueden ser un juego de azar. Una parte de mi quiere participar en algunos concursos. Otra piensa que tengo algún material que podría presentar. A una parte de mi le gustaría el reconocimiento. Sé que ganar algunos concursos puede poner tus trabajos ante mucha gente. Sé que, a veces, puede conducirte a un trabajo. También sé que no lleva al trabajo. Así que no es crucial para mi participar. ¿Interesan? Si. No. Yo no sé. Es personal. Diría que lo pruebes si estás dispuesto. Todo lo que querias saber…

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José Luis Maylín Pastor

También pudier

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Ricardo “Completu”

ron ser portada

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