En el pasado número Francisco Trinidad ponía fecha de caducidad a sus colaboraciones en Luz y Tinta, así pues, este no ha sido un verano fácil para todos nosotros, enfrentarse a la despedida de una de las personas más queridas y en su caso fundamental en el equipo de nuestra revista, no es fácil. Yo siempre he mantenido el razonamiento de que una cosa es lo posible y otra lo deseable. No era la primera vez que en nuestras comidas mensuales nos fijábamos el fin de Luz y Tinta en el nº 150, pero cuando lo hacíamos aún quedaba lejos ese día, pero como el tiempo vuela cada vez estamos más cerca. Luz y Tinta con los descansos en agosto todos los años y los números especiales, se puede decir que hemos estado activos casi 14 años.
Después del anuncio de Francisco Trinidad en el número anterior, son muchos los que me han escrito ofreciendo su colaboración al tiempo que me manifestaban que para todo menos para lo que realizaba nuestro amigo Paco, ya que para ello se necesita algo más que el tiempo, se necesita el saber hacer, y no se encuentra a un Francisco Trinidad todos los días.
Es evidente que con los años nos hacemos mayores y vamos perdiendo facultades físicas, en el caso de Paco la vista, las otras facultades por el contrario se enriquecen con el tiempo, por ello no descartamos la idea de expresarlas a través de otros medios como pueda ser el abrir un canal de TV en YouTube, cosa que estamos sopesando, y bien sea semestral o anualmente editar un número especial en pdf a través de la plataforma MEGA, también lo estamos sopesando. Pues nos cuesta mucho trabajo finiquitar totalmente Luz y Tinta, significa tanto para tantos.
Pero ante la situación actual lo que hoy toca y con mucho dolor es poner fin y despedirse, eso sí, con el corazón lleno de gratitud y un toque de melancolía, por ello, hoy me dirijo a todos nuestros seguidores y colaboradores para anunciar que el número 150 será el último de nuestra querida revista de forma mensual.
Durante estos 14 años de publicaciones mensuales ininterrumpidas, hemos compartido a través de Luz y Tinta innumerables relatos cortos, impresionantes fotografías y, sobre todo, una pasión conjunta por las historias bien contadas y las imágenes que capturan el alma.
La decisión de cerrar este capítulo no ha sido fácil. Hemos disfrutado cada página, cada palabra y cada foto que hemos compartido con todos vosotros. Nos hemos deleitado al recibir sus cartas, sus historias, y sus fotografías, cada una de ellas un reflejo de la creatividad y la humanidad que existe en todos nosotros. A través de sus aportes, hemos creado una comunidad vibrante y apasionada que ha ido creciendo con cada edición, llenándonos de orgullo y felicidad.
Agradecemos a todos nuestros talentosos colaboradores que, con sus relatos cortos, nos transportaron a mundos lejanos, nos hicieron reflexionar sobre nuestras vidas, y nos permitieron soñar. Sus palabras han dado vida a nuestra revista y han creado puentes entre diferentes culturas, generaciones y pensamientos.
También queremos agradecer a nuestros fotógrafos, que con sus imágenes han capturado momentos efímeros de belleza, emoción y significado. Cada fotografía publicada ha sido una ventana abierta al mundo, una expresión artística que complementó de manera única las historias contadas en nuestras páginas.
Nos enorgullece saber que nuestra revista ha sido un refugio para quienes buscaban inspiración, un espacio donde las voces nuevas encontraron un hogar, y donde las palabras e imágenes se combinaron para reflejar lo mejor de la creatividad humana.
Aunque cerramos este capítulo, estamos seguros de que las historias y las imágenes que hemos compartido seguirán viviendo en los corazones y las mentes de nuestros lectores. Hemos tenido el privilegio de acompañarlos a lo largo de estos años, y estamos eternamente agradecidos por su apoyo inquebrantable y su pasión por nuestra revista. Por ello, una vez lleguemos al Nº 150 subiremos a la plataforma MEGA todos los números anteriores, para que puedan ser consultados o descargados por tiempo ilimitado.
Aunque hoy decimos adiós, esperamos que la llama de la creatividad continúe brillando en cada uno de vosotros. Que sigáis buscando esas historias que necesitan ser contadas, y que encontréis nuevas formas de expresar la belleza que veis en el mundo.
Desde el fondo de nuestros corazones, gracias por habernos acompañado en este maravilloso viaje. Seguimos unidos por el amor a las palabras, a la imagen y al arte de contar historias.
Con afecto y gratitud,
José Luis Cuendia “Guendy”
PROMOTOR y DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA: José Luis Cuendia, «Guendy» DIRECCIÓN, DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Francisco Trinidad DIRECTORA DE COMUNICACIÓN: Lola González
Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico info@moldeandolaluz.com
El gabán de don Acisclo
Francisco Trinidad
Nunca supimos de dónde había venido ni ningún otro detalle de su vida anterior. Nunca supimos realmente quién era ni como había aparecido en nuestras vidas. Nunca supimos, en realidad, nada que nos ayudara a entender su acerado solipsismo, aquella especie de misantropía desde cuya altura miraba al mundo sin que su mirada se reflejara en ningún espejo. Sin que de sus ojos pudiera desprenderse más luz que la que derramaba sobre ellos la mañana o la tarde.
Había llegado un día cualquiera —nadie sabría decir ni el día ni la hora— y se había sentado en una esquina del bar con su café, mirándolo todo sin emoción. Don Arcadio, tan socarrón, dice que cuando Ramiro abrió el bar por primera vez ya estaba allí don Acisclo, con su café y su mirada ausente. Lo cierto es que no molestaba: llegaba a media tarde, pedía y pagaba su café, se sentaba en aquel rincón y al cabo de un buen rato se levantaba y salía tras despedirse con un gesto de los presentes. Algunas veces, si ya había comenzado nuestra partida de tute, se quedaba un par de manos mirando el juego. Sin decir nunca nada, fiel a su estilo.
Un día que sólo estábamos tres para la partida, don Arcadio, por molestar como es su costumbre, le preguntó si quería unirse a nosotros; y para nuestra sorpresa, dijo que sí. Puso la condición de sentarse de espaldas a la pared y comenzó a jugar, pausado como era él y enhebrando buenas jugadas. Se notaba que había practicado lo suficiente para ser tan buen jugador. Desde ese día jugó con nosotros habitualmente, cada vez que faltaba uno de nosotros o que le hacíamos un hueco por consideración, en silencio, sin comentar ningún fallo ni propio ni ajeno, dejando que las cartas fueran protagonistas. Cuando ganaba, ganaba; cuando perdía, perdía. Sin más. Eso sí, si perdía era el primero que se acercaba a la barra para abonar su café y el del contrario.
Una tarde, al hilo de un cambio de juego, don Artemio le preguntó su nombre y respondió sin apenas acento: Acisclo. Fue todo lo que supimos de él.
Así anduvimos algunos meses, respetando sus silencios y apreciando su manera de jugar al tute cuando alguno de nosotros faltaba a la cita diaria. Si no formaba parte
de la partida, tomaba su café en silencio y en su rincón de costumbre. Nada parecía alterar las costumbres de aquel hombre.
Por eso la semana pasada nos sorprendió que, tras jugar conmigo de compañero y ganar holgadamente las dos partidas de rigor, saliera del bar saludando con su gesto de costumbre y dejara olvidado su gabán verde tipo Loden en el respaldo de la silla que había ocupado. Tardamos en darnos cuenta, por lo que no hubo posibilidad de advertirle de su olvido.
Esperábamos que llegara al día siguiente, pero no lo hizo. Ni ese día ni el siguiente, así que decidimos registrar su gabán por si encontrábamos una pista de su domicilio o de dónde encontrarlo, quizás en otro bar, tan en silencio como en éste, pero sin gabán. Nuestra sorpresa fue grande cuando en el bolsillo interior del gabán encontramos su cartera, con su documentación y hasta sus tarjetas de visita: “Acisclo Martínez Torner, Calle del Viso, 32…” Vivía, pues, cerca de mi casa, así que me ofrecí a llevar aquel gabán hasta la casa de referencia, más que nada para interesarnos por su salud: no era propio del don Acisclo que conocíamos que olvidara su gabán y no pasara a recogerlo cuando paraba a diario en el bar.
Don Artemio se brindó a acompañarme. Y allá nos fuimos aquella misma tarde, una vez terminada nuestra partida de costumbre. La casa de don Acisclo quedaba a espaldas de la mía, así que no nos costó encontrarla ni tardamos en llegar. Llamamos al portero automático, pero no contestó nadie. Cuando estábamos ante el portal, indecisos, salió una vecina, a la que preguntamos por don Acisclo Martínez…
—¿Don Acisclo, el de los libros? —nos preguntó a su vez la vecina.
Nada sabíamos de libros, así que volví a preguntar.
—Don Acisclo, el del 2ºB.
—Está arriba su hija —nos dijo—, pero está recogiendo cosas, entrando y saliendo, y a lo mejor no ha oído el timbre.
Nos franqueó la puerta y subimos los escalones de dos en dos, nerviosos ante aquella situación. Efectivamente, en el 2ºB nos abrió la puerta una mujer como de cuarenta y cinco años, alta, delgada y con los ojos enrojecidos, seguramente de haber llorado mucho, supusimos. Por la puerta entreabierta se veía un largo pasillo, bordeado de estanterías repletas de libros perfectamente encuadernados y que terminaba en una habitación en la que también se veían anaquelerías con libros cubriendo cuanto podía verse. “Don Acisclo, el de los libros”, había dicho la vecina. A la derecha del pasillo, se veía otra habitación también repleta de estanterías.
Le explicamos a la hija quiénes éramos y la historia del gabán que llevábamos con nosotros.
—Mi padre murió anteayer y lo enterramos ayer por la tarde.
Le dimos el pésame atolondradamente, tal era nuestro natural desconcierto, y le entregamos el gabán. Luego bajamos la escalera, en medio de la confusión personal de quienes no sabíamos nada de la vida de aquel hombre que vivía entre libros y que por las tardes se acercaba al bar donde nosotros paramos para tomar un café en silencio y jugar al tute cuando le hacíamos sitio. Era todo lo que sabíamos de él. Una vez que abandonamos el portal nos dimos cuenta de que aquellos libros que habíamos entrevisto venían a subrayar y dar dimensión al misterio de una vida de la que desconocíamos todo y todo nos intrigaba.
Felinos
A lgo sucede entre mi gato y yo R aúl BR asca
Lo veo desaparecer donde se alargan las sombras, al otro lado de la tapia, y grito su nombre para que vuelva. Espero sin moverme del jardín, atento a la linde que él cruzó al atardecer. Se va apagando el color dorado de la pared, ya es de noche cuando entro en la casa. Antes de acostarme miro su cama temeroso de que esta vez no aparezca. Con la luz de la mañana me despierta el maullido de Mifú entremezclado con mis sueños de atleta. Desde la ventana observo los estiramientos que hace, y pienso en donde habrá estado para venir con esas greñas. Se deja cepillar, devora lo que le pongo en el comedero, me digo que esta vez sí, que esta vez en agradecimiento me hará una exhibición de saltos. Esas reacciones explosivas, como si nada le atara, inmune a la gravedad. En ausencia de mi gato practico. Me he comprado unas zapatillas con clavos que se agarran como uñas y tienen amortiguación en la entresuela; tonifico los glúteos, los femorales; hago ejercicios orientados a flexibilizar la columna. Añoro tener una cola como la suya para controlar el equilibrio. Él no tiene reglas. Me enfrento con tesón a su anarquía y estoy progresando en el estudio de sus habilidades. Hago descubrimientos. Ya no me lesiono cuando salto desde el balcón del segundo piso. Mifú me mira sin pestañear, siento que tengo su aprobación. Cuando ve que apoyo las manos en el murete y con la espalda encorvada paso los pies entre los brazos, salta detrás de mí. Mientras permanecemos en cuclillas en lo alto, veo que se le relajan los bigotes, despreocupado de mi presencia. Nos sentimos seguros contemplando el paisaje.
Aunque mi vista a corto es excelente, en la obscuridad me golpeo con las cosas, algo que no le pasa a mi gato, él calcula las distancias con su petulante hocico. Hace días que no me afeito el bigote y estoy dejando que me crezcan los pelos de los pies. Tampoco he vuelto a depilarme el cuerpo, Mifú tiene el suyo cubierto por un manto gris. Sigo preocupado por las ausencias nocturnas, pero todo va bien entre nosotros. A menudo nos divertimos en un desafiante conjunto escultórico de la ciudad que mezcla cubos y barras. Alguna vez pensé saltar la tapia con él y seguirle en una de sus escapadas, pero no me atreví. Para satisfacer su anhelo de vivir la noche, he planeado una salida conjunta. A las afueras hay una colina con vestigios de almenas y blasones. Sentados junto a un árbol, de cara a las ruinas del castillo por donde va a ocultarse el sol, parece una estatua egipcia. Los dos en silencio, atrapados por esa luz relajante. De pronto un revolotear de pájaros entre las hojas como el aviso de una alarma. Es la hora. Me aseguro de que me está mirando antes de lanzarme. Siento en mi espalda las muescas de sus pupilas, tomo impulso, salto el foso, de un muro a otro muro, al suelo. Me alejo en cuadrupedia por la campiña, sin miedo, sin Mifú. Libre como un gato.
Gloria Soriano García
Obra de Lobo Hambriento
Laudelino Vázquez
Obra de Lobo Hambriento dejó vagar la mirada unos segundos sobre la nieve antes de decidir que aquel había sido el último paso. Ni siquiera alzó la cabeza para buscar consuelo en las manchas terrosas, desperdigadas por la frontera donde el invierno comenzaba a calvear aún sin la certeza de una primavera próxima. Se concedió la debilidad de reconocer que prefería renunciar porque esa imagen, que había disfrutado miles de veces, la prefería a ninguna otra.
Si le hubiese quedado una migaja de energía, un solo resquicio de calor, los brotes grisáceos, emergiendo como minúsculas flores en la inmensidad blanca, le habrían animado a lanzar el aullido de la esperanza, el que inunda la pradera cuando la hambruna llega a su fin.
Entonces, cuando era entonces, siempre era el primero en anunciarlo, tanto en los ya lejanos tiempos en que fue el jefe, el vigía de la manada, el que ordenaba, protegía y advertía que la vida se revolvía ahí abajo, ahí cerca, a punto de estallar de nuevo, como en los años que siguieron a la Derrota. Siguió disfrutando del final del invierno incluso en los meses siguientes al más grave de los dolores que un lobo alfa puede sufrir, cuando el enésimo hijo de Garra Rota, el que No Quiere Ni Pensar Por Su Nombre, aprovechó la cercana explosión del rayo, casi el impacto directo, para desafiarle y derribarle del trono, aprovechando el brutal aturdimiento del golpe, porque solo una catástrofe de aquel calibre, podía elevar a alguien tan mezquino como El Que No Merece Nombre a convertirse en el nuevo señor y guía del grupo de la pradera.
Obra del Lobo Hambriento, había permanecido seis largos inviernos como señor de los lobos de Mundo Llanura, le habían respetado los suyos y temido las manadas de más Allá de las Montañas, y en la memoria de aquellos seis inviernos, puede refugiarse ahora que ya no queda nada por delante. Quizás si se dejara caer, conseguiría dormirse unas horas, tendría alguna opción de sobrevivir unos días más, quizás un milagro en forma de carroña le permitiría subsistir fuera de la manada, pero prefería morir con dignidad, entre los suyos; que Aquel Cuyo Nombre No Se Debe Pensar –masculla para sí–, no disfrute del último placer: verle rezagarse, solo, intentado seguir a la manada.
Apenas es capaz de recordar la última vez que pudo arañar unos pedazos de piel de un venado, y por supuesto, en su memoria se ha perdido el regusto del sabor del trozo de hueso que devoró con verdadera fruición, cuando el nuevo líder, Aulla Contra la Luna Grande, el que desafió como debe hacerlo un verdadero lobo, a su sucesor, El Que No Merece Nombre, apenas dos estaciones después de que él hubiera sido destronado, le permitió disfrutar en la última luna, enfrentándose incluso a algún macho joven que pretendía arrancarle la limosna.
Con la cabeza gacha, comenzó a despedirse uno por uno de los compañeros de la manada, con un sonido ronco, arrancado con dolor a una garganta rota:
—Adiós, Aulla Contra la Luna Grande –ladró sin levantar la vista, consciente de que el Señor de Lobos, aceptaba la despedida honrosa del que se negaba a vivir como un paria alejado de sus congéneres.
Uno a uno, invocó los nombres de aquellos que habían peregrinado por todo el Mundo Llanura juntos a lo largo de su ya larga vida. Frente a él se alzaba una pequeña loma, apenas un abombamiento imperceptible del terreno, pero suficiente para consumir sus últimas energías en subirlo y, si la suerte le acompañaba, conseguir morir en la cima de la panza de tierra.
Miró a su enemigo con la satisfacción del que sabe que nunca le pudieron arrebatar su dignidad. Del que sabe que solo así su nombre será recordado por los que llegarán, como uno de los que merece la pena conservarse: El primer lobo que nazca al final de la próxima primavera, cuando la llanura se llena de pequeños mamones agarrados como ventosas a sus madres, llevaría su nombre. Obra de Lobo Hambriento.
Cuando Aulla contra la Luna Grande le despidió con un ladrido corto, intenso y simple, satisfecho con la noble despedida del enemigo de su enemigo, comenzó la penosa ascensión. Temiendo no alcanzar con vida la cumbre si no dosificaba sus fuerzas, se detuvo cada tres o cuatro pasos, sin levantar la cabeza del suelo: Prefería no ver la distancia no fuera a ser que su victoria trocase en derrota.
Rebullían recuerdos de cacerías confusas, largas carreras tras algún búfalo enfermo o joven, despistado de la manada, la intensa satisfacción del día que Aulla Contra la Luna Grande, le ordenó encabezar la manada y correr como prospector, advirtiendo de las vicisitudes de la persecución…
Cuando le alcanzó el borde de la loma, no era más que una mancha oscura para el resto de la manada, y una temblorosa masa de piel y huesos impulsada por la mecánica de siglos y siglos entregándose a la muerte de la misma forma. Con la
Apenas es capaz de recordar la última vez que pudo arañar unos pedazos de piel de un venado, y por supuesto, en su memoria se ha perdido el regusto del sabor del trozo de hueso que devoró
memoria apagándose lentamente, se dejó caer sobre la nieve y alzó la vista para ver por última vez la llanura.
Allá lejos, muy lejos, distinguió una luz violenta que parecía arrastrase por la llanura, abrazándola en toda su extensión a medida que se acercaba. Creyó que eso era la muerte, o al menos la forma en que el final se le anunciaba, pero la luz avanzaba rápidamente, y lo más curioso, parecía sisear como una serpiente gigantesca.
Demasiado cansado incluso para pensar, solo sabía que disponía de unos segundos para aullar su último adiós. Quiso aullarlo, pero la luz siseante, alcanzó la colina sin que llegara a abrir la boca, la rodeó y siguió adelante.
Solo supo que todo lo que alcanzaba a la vista en cualquier punto cardinal, estaba cubierto de luz, y que cerca, una nueva llanura se extendía allá al frente.
Para su sorpresa, sintió que una nueva fuerza, infinitamente superior a cualquier otra que hubiera sentido ni en sus mejores años, le inundaba. Que el cansancio se esfumaba repentinamente, y que una voz remota, parecía llamarle. Si hubiera podido encontrar el tono, habría aullado un alegre y confiado canto de despedida, una voz de esperanza para aquellos que sufrían hambre, abandono o soledad. Obra del Lobo Hambriento había descubierto el cielo de los lobos, y como casi todas las cosas que había descubierto en su vida, era demasiado tarde para nada que no fuera morir en paz. Un último pensamiento le invadió: “después de todo, no se puede pedir nada mejor que una buena muerte”. Cerró los ojos y corrió hacia la nueva y luminosa llanura.
La última molinera de Caso
Monchu Calvo
De Amor Cabeza habría como para escribir un libro de su vida. Ahora recogemos aquellas palabras que nos dedicó cuando le dieron el premio a la abuela campesina en 2017. Los 94 años bien llevados, y siempre con esa sonrisa que se burlaba de aquellos malos tiempos de escasez y calamidad. Nos contaba que vivió mucho tiempo con 10 años de menos, por un error en el registro. Mira qué bien, con lo que a algunas les fastidia cumplir años, esa sería una buena fórmula. Al final lo que importa es como se lleven, y nos gustaría, si llegásemos a la edad de Amor, ser como fue ella, tan positiva y tan buena persona.
Nos contaba que empezó de chigrera cuando se casó con Recaredo a los 24 años, y de su pueblo de Caleao se trasladó a Gobezanes, en lo que fue su primer viaje. Ella nos decía, burlona, que fue su luna de miel, pues un camión los trasladó a ella y a los invitados al pueblo de su marido. Allí dio los primeros pasos, atendiendo a la entonces abundante parroquia. Allí aprendió que el sol y sombra nada tiene que ver con el clima, sino que es la mezcla de anís y coñac. En la escuela nadie se lo explicó y tuvo que ser en un chigre donde aprendió a servir medias de vino, refrescos y licores que nunca había visto.
Poco tiempo regentaron el bar. Luego se trasladaron a Candín, el lugar que marcó toda su vida y donde criaron a sus hijos. Candín era un molino. Un
molino grande con dos muelas, donde entraban los carros cargados en una gran portalada. Estaba situado en el Camín Real. Lugar de tránsito de viajeros y peregrinos. Tuvo que ver pasar muchos rebaños de vacas, camín de la marina. Allí sigue, imponente y solo, con las muelas quietas, y sin el sonido de la cantarina voz de Amor cuando regresaba todo lo aprisa que podía de repartir los sacos de la harina, y llamaba a voces a los hijos que había dejado solos recogidos entre los sacos de cereal, con el temor de que se cayesen en las tolvas, o en la riega que alimentaba el girar de las muelas. Nos dice que lo pasaba muy mal por ese miedo, pero no le quedaba otro remedio.
El molino, que también era casa, tenía una vieja cocina de leña en cuya chapa preparaba tortos de maíz o de escanda, y que Amor convertía en un horno de repostería. Allí se elaboraban tartas, “bartolos” y bizcochos, que eran muy alabados por todos.
La maestría de Amor calculaba el tiempo justo de cocción para que saliese perfecto, como cuando realizó una tarta para D. Manuel, el médico, y fue justo lo que tardó en subir a Gobezanes, ir a misa y volver, y la tarta lista para comer. Nos imaginamos el olor a dulce, mezclado con el de maíz y escanda llenar aquellas viejas estancias, y se nos hace la boca agua.
Vida dura la que llevó el matrimonio, ella sobre todo, pues al trabajo del molino, arrimaba la crianza de los hijos, que, tres que tuvo, es fácil saber bien lo que supone.
También tuvieron gochos verrones (verracos), a los que acudían con sus hembras desde lugares muy alejados como Pendones y La Foz. Siempre había un café caliente o un vaso de vino, mientras esperaban por la harina o por que los cerdos cumpliesen con sus deberes.
Candín fue el lugar que marco la vida de nuestra mujer. Un espejo donde mirarse, porque mujeres así no se repiten fácilmente. Ahí están sus tres hijos que llevan la sangre de sus padres. Orgullosos tienen que estar de esa madre, cuya presencia añoramos todos.
Ahí estuvo nuestra molinera durante mas de cuarenta años años, y ya que se han perdido los molinos y las palabras ligadas a ellos, como el tórzanu , el roendu , la moxeca , la muela y la paraoria , que nos quede el recuerdo de mujeres como ella, que son las que nos hacen sentirnos orgullosos de ser casinos, y a la que hoy rendimos este sencillo y sentido homenaje.
Amor Cabeza falleció en 2021
perspectivas
Dos
del Molino de Candín, Caso
Sicilia (2)
Juan Depunto
“Con todo, uno espera hacer siempre más de lo que consigue en realidad”
Fdo. J. W. G oethe en Viaje a Italia.
Me llamo Johann, Johann Wolfgang von Goethe, y como os contó JuanDepunto en el número anterior, en 1797 estuve viajando por Sicilia durante un mes. Llegué desde Nápoles al puerto de Palermo tras una embriagante travesía que nos tuvo mareados buena parte del trayecto que duró ¡4 días! Como para que se queje JuanDepunto de las incomodidades de su nave aérea en la que estuvo escasas 3 horas… Luego salimos por el puerto de Mesina de nuevo otra vez hacia Nápoles. Mi amigo el pintor Kniep me hizo el nada desdeñable favor de retratarme los puntos más emblemáticos de la isla. ¡Qué envidia me dais con vuestros modernos artilugios retratadores y esos carruajes autónomos que os permiten en un momento desplazaros largas distancias! Y cómodamente, que las carrozas de mi época ni eran cómodas ni tenían ese airecito fresco de las vuestras…
Muy a mi pesar me quedé sin ver Siracusa y Noto, porque me dijeron que conservaba pocos monumentos de la antigua Magna Grecia y suponía unas cuantas leguas más... He visto ahora, en el artículo anterior, que sí merecía la pena, aunque a cambio permanecí bastantes días en Agrigento y en el oeste. Le dediqué muchos días a Palermo y al resto a ciudades importantes del norte y noreste que son los lugares que hoy os va a comentar JuanDepunto:
Palermo y Cefalú, luego Catania y Taormina. No fue mal consejo el que me dio Don Carlos pues terminé agotado de la primera parte del viaje. Es mejor separar la visita a Sicilia en dos partes, dejando un buen intervalo de tiempo entre ambas. Se coge así con más ganas y se descansa en el intervalo de tanto ajetreo. Cuando se consultan propuestas de viajes se puede deducir que están hechas para jóvenes que todo lo pueden. Sin embargo, somos los jubilados los que disponemos de más tiempo y posibilidades de viajar, pero salvo los viajes muy organizados, que a muchos no nos apetecen, no hay propuestas para la tercera edad que tengan en cuenta los inconvenientes.
Casi ninguna guía hace referencia a un dato que, para buena parte de los mayores, es muy importante: la altitud, es decir la altura sobre el nivel del mar (a. snm.). Un porcentaje nada desdeñable de mayores sufre problemas cardiorrespiratorios y para evitar sorpresas conviene asesorarse sobre este dato: a mayor altitud menos oxígeno (aunque el aire sea “más puro”, y realmente suele estarlo, con menos contaminantes, pero también está con menos oxígeno). Y con menos oxígeno la asfixia, la disnea, la fatiga o como quiera llamarlo cada cual, aparece antes. En este sentido hay una fuente en internet que siempre pone la a. snm. en sus informaciones: Wikipedia.
Y si habláramos de inconvenientes a la movilidad, nos podríamos llevar un buen espacio: aparcamientos subterráneos sin ascensor, obstáculos de todo tipo en las ace -
Palacio Normando
ras, etc. En esos sentidos, Sicilia es un buen ejemplo de lo que no debe ser y vemos las enormes diferencias con nuestro país, a pesar de nuestras severas autocríticas.
A Palermo llegamos poco antes de la hora de comer y de nuevo recordé la frase de Goethe cuando arribó a esta ciudad: “Por todos los santos! ¿Cómo es posible que cuiden tan poco la limpieza de la ciudad?” Y a continuación le dedica toda una página de su libro al tema. Pues bueno, han pasado 3 siglos y sigue por el estilo, aunque, eso sí, ya no arrojan las basuras y desperdicios a la calzada para que los carruajes circulen más mullidos; ahora las meten en bolsas de plástico, las cierran y las dejan en las aceras.
Y lo que son los déficits de comunicación, y eso que parece que el italiano y español se entienden sin esfuerzo. Error. El recepcionista del hotel nos dio una serie de indicaciones para llegar al parquin tras las que terminamos perdiéndonos por el centro de la ciudad y su laberinto de calles peatonales, para terminar aparcando al principio de la Avenida de Roma. Luego, tras comer, fuimos a ver el garaje andando y resulta que estaba en el mismo edificio del hotel, pero entrando por la calle de atrás a la que se permitía el acceso fácil y excepcionalmente desde la calle principal a pesar de ser la calle de dirección contraria…
Palermo es una gran ciudad portuaria con más de 600.000 habitantes (como Sevilla) capital de esta región autónoma isleña y con multitud de monumentos y edificios nobles. Todo este importante patrimonio artístico y arquitectónico, que contiene desde restos púnicos de murallas a casas árabes y normandas, iglesias barrocas, teatros neoclásicos y hasta algún edificio “Art Nouveau”, le han valido para que en 2015 fuese declarado el conjunto “Palermo árabe-normando y catedrales de Palermo-Monreale-Cefalú”, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Conviene destacar el Palacio Real o Castillo-Palacio de los Normandos, hoy la sede del Parlamento regional de Sicilia; en su maravillosa y bien cuidada Capilla Palatina se exponen frescos bizantinos bien restaurados y el grandioso mosaico del Cristo Pantocrátor. Un enorme caserón que merece la pena visitar.
Muy cerca está la catedral, del siglo XII y estilo gótico-normando, también muy recomendable, con sus cúpulas, torres y almenas formando una síntesis de estilos griegos, romanos, catalanes y góticos.
Si continuamos por esa misma calle principal, el Corso Vittorio Emanuele (la más antigua, de origen fenicio) en dirección oriente, llegaremos a un cruce de caminos con la Vía Maqueda (la otra calle principal de la ciudad) que los palermitanos llaman “Los Quattro Canti”, es la Piazza Vigliena del s. XVIII, conformada por sus impresionantes cuatro fachadas, con las estatuas de las antiguas santas patronas de la ciudad en el piso superior (Santas Ágata, Ninfa, Oliva y Cristina), las de cuatro reyes españoles en el piso intermedio (Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV), así como las alegorías
de la Cuatro Estaciones en las cuatro fuentes (que representan los cuatro antiguos ríos de la ciudad) en el nivel de calle.
Los Quattro Canti se construyeron en la época que la peste arrasaba la ciudad; como entonces se descubrieron los restos atribuidos a Santa Rosalía, le imploraron que los librase de la susodicha peste. Como creyeron que lo había conseguido la santa (pero tras morir más de 30.000 palermitanos en una ciudad que entonces estaba en poco más de 100.000 habitantes), pues declararon a Rosalía como Patrona y quedaron relegadas las otras cuatro a “protectoras” de cada uno de los 4 barrios que se delimitan a partir de estas 4 fachadas.
La historia de Santa Rosalía empezó tras el descubrimiento de la cueva en la que se retiró Rosalía en el siglo XII, en el monte Pelegrino, al noroeste de la ciudad. Unos restos óseos en la misma fueron declarados como los suyos y tras atribuirle la desaparición de la peste pasaron a venerarse en la catedral de Palermo y a edificarse en el lugar un santuario que contiene una estatua de la santa en madera, sobre una fuente, en la que se colocan los exvotos y otra estatua de la misma en mármol, bajo un altar, que representa el simulacro de su muerte, con un rico hábito de oro que le regaló nuestro (y suyo) Señor, el Rey Carlos III. Se proclamaron fiestas en su honor y se multiplicaron sus capillas, según cuenta detalladamente nuestro apreciado Goethe.
Caminando por la peatonal Via Maqueda, hacia el sur encontraremos la grandiosa Piazza Pretoria, con su gran fuente frente al palacio de igual nombre que es el ayuntamiento. Cerca llegaremos al Mercado Ballaró, el más antiguo y central de la ciudad, heredero del primitivo zoco árabe. Volviendo a la vía Maqueda, en dirección norte llegaremos a la Piazza de G. Verdi donde se encuentra el Teatro Massimo (el mayor de Italia y el tercero de Europa, para representaciones operísticas sobre todo).
Además de estos sus más importantes lugares, podemos entretenernos durante días, como hizo Goethe, viendo sus numerosos palacios, teatros y jardines. El autor alemán dedica mucho espacio en su libro a describir los paisajes naturales y las composiciones de los distintos suelos y montañas, con la precisión del experto geólogo que también era, tanto que en 1806 se nombró a un mineral de oxihidróxido de hierro, gris oscuro metalizado, abundante en Alemania, como la “goethita”.
Muy cerca del centro de Palermo, a 2 kilómetros en continuidad, se encuentra Monreale, al suroeste (hay servicio de taxis y líneas de autobuses para llegar). Su catedral (de estilos árabe-normando, bizantino, renacentista y barroco) es digna de visitar. Como podemos observar, en Italia se construyeron catedrales sin tener en cuenta una planificación territorial, prodigándose los correspondientes obispados.
Al tercer día de nuestra llegada salimos en dirección noreste hacia Cefalú. Esta pintoresca población costera de poco más de 13.000 habitantes, playera y balnearia, está situada bajo una gran roca. Se puede dejar el coche en un gran aparcamiento al aire libre, junto al paseo marítimo de su playa. Desde ahí se puede alcanzar el centro histórico y subir a su catedral románico-normanda, del s. XII, anterior a la de Palermo, producto de una promesa que hizo el rey al Altísimo en caso de salvar la vida arribando a este pequeño pueblo de pescadores tras casi naufragar por una gran tempestad; el rey viajaba de Nápoles a Palermo y, al igual que en el viaje de Goethe, el mar Tirreno se encrespó. Las torres de la catedral son rectangulares, dándole aspecto de fortaleza normanda. En su interior tiene un mosaico bizantino del Cristo Pantocrátor con caracteres árabe-normandos (barba negra con cabellos rubios). En la plaza de la catedral se pueden degustar unos ricos cannoli (dulce típico siciliano) y helados.
Si se está en buena forma física y apetece, se puede subir a las ruinas de la fortaleza normanda de la Rocca, a 270 m. de altitud snm. Suponen muchos escalones tallados en la piedra. Ofrece unas incomparables vistas y a mitad de la subida se encuentra el templo de Diana, del s. IX a.C., único monumento preclásico de Sicilia.
En los restaurantes de esta población, como en toda Sicilia, se come bien y bien atendidos, con precios similares a los de España. Tras la visita y almuerzo regresamos a Palermo, esta vez por la autopista en la que pasan rápidos los 70 km de distancia. A la ida fuimos por la carretera costera para disfrutar de otros pueblecitos del camino y de sus paisajes.
Al cuarto día partimos de Palermo hacia Catania atravesando el centro de la isla y procurando ir por autopista; las distancias son grandes, toda la isla está en obras y el paisaje central, a pesar de atravesar por un cañón del parque natural “Valle del Imera”, es bastante árido, con muy pocos árboles. Se pasa junto a la población de Enna, centro geográfico de la isla, y si se dispone de tiempo tiene interés visitarla, al igual que la Villa Romana del Casale, a unos 40 Km de Enna.
Conforme nos acercábamos a Catania volvió a emerger de telón de fondo la inmensa mole del volcán Etna, con su chimenea que no para de echar vapor blanco avisando de que está vivo.
Catania es la segunda población de Sicilia con más de 300.000 habitantes; está situado en el lado este, en la orilla del mar Jónico. Fundada en el s. VIII a.C., ha sido siete veces destruida por la lava del Etna y los terremotos, habiendo quedado sepultadas la primitiva ciudad griega y la romana, salvo algunos monumentos que se encontraban en sus colinas más altas, como el teatro y anfiteatro (del s. II d.C.), así como el odeón (del s. III d.C.).
En ella se fundó la primera Universidad de Sicilia en el s. XV, por Alfonso V de Aragón, una de las más antiguas de Italia. Se reconstruyó la ciudad con numerosas edificaciones en la época del barroco, tras el terremoto y erupción de 1693, por lo que se ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Entre las iglesias destacan la Catedral de Santa Águeda (multirreconstruida, la patrona de la ciudad), la abadía de Santa Águeda y otras 49 iglesias barrocas más. De entre los 20 Palacios, destaca en el norte de la plaza de la Catedral el Palacio del Elefante, sede del Ayuntamiento. En el otro lado de la plaza, al sur, está el Palacio del Seminario Chierici (de los clérigos), unido a la catedral mediante un pasadizo que atraviesa la Porta Uzeda. Al otro lado de este palacio se encuentra la Fuente del Amenano, el río subterráneo de la ciudad que pasa bajo esta fuente y que lo simboliza la estatua de un joven vertiendo el agua de la fuente.
En el centro de la plaza está la Fuente del Elefante, en la que se expone su estatua de piedra volcánica basáltica y de gran tamaño, el símbolo de la ciudad. Se cuenta que inicialmente el elefante se representó asexuado, pero los varones de Catania se sintieron ofendidos y el escultor tuvo que ponerle los actuales testículos tremendamente exagerados… El elefante porta un gran obelisco egipcio que parece ser fue traído de Asuán en la época de las cruzadas.
De la plaza del Duomo parten varias vías importantes. Si cogemos en dirección norte la peatonal y amplia Vía Etnea, históricamente la principal de la ciudad, en la que al fondo se puede ver el monte Etna, el del volcán, pasaremos por varias iglesias y palacios, llegando a la bonita y gran plaza de la Universidad (donde hoy está su rectorado y demás edificios administrativos de la misma, en los palacios que conforman la plaza). Continuando en dirección norte en suave pendiente ascendente, llegaremos a otra plaza en donde están a la izquierda las ruinas del Anfiteatro Romano. Al oeste de la plaza del Elefante, y siguiendo la Via Vittorio Emanuele II, se encuentra las ruinas del Teatro Romano (descubierto) y poco después del Odeón, cuya diferencia principal con el anterior es que se empleaba sobre todo para música, por lo que era techado, cerrado y algo menor.
Al día siguiente partimos para Taormina, preciosa ciudad encaramada a más de 200 metros de altura sobre la costa, por lo que hay que dar muchas vueltas desde la autopista hasta llegar a un amplio aparcamiento cubierto de varios niveles, creo recordar hasta siete, y a partir de ahí nos adentramos en el centro de la población no
sin antes parar en el mirador de la plaza del aparcamiento para ver el bello paisaje costero.
Taormina tiene unos 11.000 habitantes, situándose en la costa oriental de Sicilia a medio camino entre Catania y Mesina, sobre el monte Taurus. Fue fundada por los griegos, en el 736 a.C. Los árabes la tomaron en el 906 destruyéndola por completo. Casi dos siglos después fue reconquistada por los normandos, que la reconstruyeron, y desde entonces goza de prosperidad hasta nuestros días, siendo visitada por todo tipo de personalidades, desde la realeza (rusa, alemana, inglesa, holandesa…) a escritores (como nuestro presentador Goethe, que escribió durante su estancia por la isla su obra Nausicaa), filósofos (como Nietzsche, que aquí escribió “Así hablaba Zaratustra”), músicos (como Wagner), pintores (como Klimt), médicos (como Freud), etc., además de numerosos turistas.
En la ciudad se realizan numerosos eventos culturales (desde el festival de cine que se desarrolla en el teatro greco-romano, a otros muchos de arte, etc.), sobre todo en verano; el “Palazzo dei Giurati”, en la calle principal, acogió la reunión del G7 en 2017.
Paseando por su vía principal, el Corso Umberto I, lo primero que encontramos tras pasar la primera puerta de la ciudad, la Porta Catania, es la pequeña catedral del s. XII, tipo fortaleza; poco después encontramos el palacio Giurati. Más adelante atravesaremos la puerta intermedia, Porta di Mezzo o Torre del Reloj, que da entrada a la plaza del IX de abril desde cuyo mirador se contempla una vista espléndida del golfo de Taormina; en el otro lado del mirador se encuentra la Iglesia de la Virgen de la Roca. Poco antes de finalizar esta vía, a la izquierda está el Palacio Corvaja del s. X, y algo más arriba el Odeón; terminaremos en su extremo norte, en la Puerta Messina (antigua fortaleza árabe). Solo por este paseo merece la pena acercarse a esta localidad. La calle está llena de tiendas de moda, turísticas y de todo tipo, así como de terrazas de cafeterías y restaurantes.
Si a la altura de la Puerta Messina giramos hacia la derecha, o sea, al este, se llega al teatro greco-romano que es su monumento más representativo; situado en lugar elevado privilegiado, con vistas maravillosas al mar y al volcán, fue reconstruido por los romanos que lo utilizaron incluso para luchas de gladiadores; es del s. III a.C., conservándose muy bien y aún hoy día se sigue utilizando para espectáculos.
La Isola Bella (Reserva Natural) se puede contemplar desde alguno de sus miradores y se facilita el acercarse a ella bajando a la playa por un teleférico. También son de interés los “Jardines públicos de la Villa” o parque Trevelyan.
Y tras estas visitas, en las que tuvimos mucha suerte con un tiempo primaveral sin frío ni calor, al día siguiente partimos para el aeropuerto, rumbo de nuevo a casa. Insisto en lo desaconsejable de ir en verano y en fragmentar la visita en al menos dos periodos separados de tiempo. Cuando estoy terminando de escribir estas líneas, hoy 4-7-24 ha entrado en erupción el Etna, quedando Italia en alerta. Por si fuera poco, el
Catedral
5-7-24 entra también en erupción el volcán Strómboli (situado en una pequeña isla al norte de Sicilia, en el Tirreno), con lo que ya toda Italia ha pasado a la máxima alerta. Las imágenes de los noticiarios de la televisión son espectaculares, aunque me alegro de no haber tenido que respirar los gases que despide el volcán para fotografiarlas.
Referencias documentales:
1. Goethe, J.W. Viaje a Italia. Sicilia (p. 245 a 337, 92 pp). Ed. Zeta, Barcelona 2009. 589 pp.
2. https://es.wikipedia.org/wiki/Sicilia (y monográficos de sus ciudades).
Quattro Canti
Piazza Pretoria
Teatro Massimo
Termini Imerese
Cefalú
Pz. del Elefante
Pza. Universidad
Anfiteatro
Taormina
Puerta Catania
Catedral
Palazzo dei Giurati
Pz. IX de abril
Palacio Corvaja
Puerta Mesina
Puerta Mesina
Murallas
Teatro romano
Isola Bella
Mike Reifmann Animales salvajes en libertad
Los osos polares, también conocidos como osos blancos, son uno de los mamíferos más icónicos y carismáticos del Ártico. Son conocidos por su gran tamaño, pelaje blanco característico y habilidades de caza excepcionales. Los osos polares son los carnívoros terrestres más grandes del planeta. Los machos adultos pueden pesar entre 350 y 700 kg, aunque algunos individuos pueden llegar a pesar hasta 800 kg o más. Las hembras son más pequeñas, pesando generalmente entre 150 y 300 kg. En cuanto a su longitud, pueden medir de 2,4 a 3 metros desde la nariz hasta la punta de la cola.
Su pelaje es denso y blanco, lo que les proporciona un camuflaje eficaz en su entorno helado. Sin embargo, el pelaje en sí no es blanco; cada pelo es transparente y hueco, reflejando la luz visible, lo que da al oso su apariencia blanca. Este pelaje es increíblemente grueso, con una capa interna de lana que proporciona aislamiento adicional. Debajo de su piel, los osos polares tienen una gruesa capa de grasa que puede llegar a medir hasta 10 cm de grosor, lo que les ayuda a conservar el calor en temperaturas extremadamente bajas. Tienen patas grandes y peludas que actúan como raquetas de nieve, distribuyendo su peso mientras caminan sobre el hielo. Sus garras afiladas y potentes les permiten atrapar presas resbaladizas, como focas, y les ayudan a excavar en el hielo.
Los osos polares son carnívoros y dependen casi exclusivamente de las focas, especialmente las focas anilladas y barbudas. Cazan a través de una técnica conocida como “caza de acecho”, en la que esperan pacientemente en los agujeros de respiración de las focas hasta que estas salen a la superficie para respirar. Luego atacan rápidamente, utilizando su fuerza y velocidad. Son excelentes nadadores y pueden nadar largas distancias (hasta 100 km o más) en busca de hielo marino o presas. Tienen una vista y un olfato agudos; pueden oler a una foca a casi un kilómetro de distancia o bajo varios pies de nieve compacta.
El mayor desafío para los osos polares es el cambio climático. A medida que el hielo marino del Ártico se derrite debido al aumento de las temperaturas globales, los osos polares tienen menos acceso a sus presas y enfrentan desafíos para encontrar suficiente alimento. El derretimiento del hielo también obliga a algunos osos a nadar distancias más largas, lo que puede llevar al agotamiento y en algunos casos, a la muerte.
Los osos polares también enfrentan amenazas por contaminantes persistentes en el medio ambiente ártico, como el mercurio y los pestici-
das. Estos químicos se acumulan en la cadena alimentaria y pueden afectar la salud de los osos, provocando problemas reproductivos y otras enfermedades. Aunque la caza comercial de osos polares está prohibida, algunos grupos indígenas aún practican la caza de subsistencia, que está regulada y monitoreada para evitar la sobreexplotación. Además, a medida que los osos polares pasan más tiempo en tierra debido al derretimiento del hielo, aumentan los conflictos con los humanos, especialmente en comunidades árticas donde los osos pueden buscar comida en basureros o entrar en asentamientos.
Los osos polares son considerados un símbolo poderoso del Ártico y de la conservación de la vida silvestre en general. Representan la fortaleza, la resistencia y la fragilidad del entorno polar. En muchas culturas indígenas del Ártico, el oso polar es un animal sagrado, asociado con poder espiritual, fuerza y protección.
Los osos polares son criaturas majestuosas que han evolucionado para sobrevivir en uno de los entornos más duros del planeta. Sin embargo, enfrentan amenazas sin precedentes debido al cambio climático y otros factores humanos. Proteger a los osos polares y su hábitat es crucial no solo para su supervivencia, sino también para la salud general del ecosistema ártico. A través de esfuerzos de conservación y sensibilización, hay esperanza de que estos increíbles animales continúen prosperando en su hogar helado.
Grullas danzantes.
La grulla de Manchuria o grulla japonesa (Grus japonensis), conocida popularmente como la “grulla danzante”, es una de las aves más majestuosas y emblemáticas de Asia. Este ave no solo destaca por su belleza, sino también por sus llamativos comportamientos y su importancia cultural en varios países, especialmente en Japón y China. La grulla japonesa es una de las especies de grulla más grandes del mundo. Los adultos pueden alcanzar una altura de 1,5 metros y una envergadura de hasta 2,5 metros. Los machos son generalmente un poco más grandes que las hembras, pero ambos tienen un aspecto majestuoso.
En las fotos podemos ver la danza del cortejo. Las grullas japonesas son famosas por sus elaboradas “danzas” que juegan un papel crucial en su cortejo. Estas danzas incluyen saltos, aleteos, inclinaciones y movimientos en círculos, acompañados a veces por llamadas coordinadas. Ambos miembros de la pareja participan en estas
danzas, que no solo refuerzan su vínculo, sino que también sirven como una demostración de salud y vitalidad. En Japón, las grullas japonesas son consideradas símbolos de buena suerte, longevidad y fidelidad. Se cree que las grullas pueden vivir mil años, y a menudo son un motivo en el arte, la poesía y la cultura japonesa. La imagen de dos grullas juntas simboliza la fidelidad y el amor eterno, y se utiliza comúnmente en bodas y otras ceremonias.
La mayor amenaza para las grullas de Manchuria es la destrucción y la alteración de los humedales, que son vitales para su supervivencia. Además, las actividades humanas, como la agricultura intensiva, la urbanización y el desarrollo industrial, continúan presionando sus hábitats naturales. El cambio climático también representa una amenaza emergente, ya que puede afectar la disponibilidad de alimentos y alterar sus patrones migratorios.
Las grullas japonesas, con su elegancia y sus danzas impresionantes, capturan la imaginación y el respeto de quienes las observan. Son no solo un tesoro natural, sino también un símbolo poderoso de la cultura y la espiritualidad humanas. La protección de estas magníficas aves y sus hábitats es esencial no solo para su supervivencia, sino también para preservar la rica herencia cultural que representan. Con esfuerzos continuos y un compromiso global, es posible asegurar un futuro para las grullas danzantes y las muchas maravillas que traen a nuestro mundo.
El mono de las nieves o macaco japonés (Macaca fuscata), conocido localmente como nihonzaru, es una de las especies de primates más reconocibles y carismáticas de Japón. Esta especie destaca no solo por su capacidad de adaptación a climas fríos, sino también por su comportamiento social complejo e inteligente.
Los macacos japoneses son altamente sociales y viven en grupos que pueden variar en tamaño de 20 a 100 individuos, dependiendo de los recursos disponibles. Los grupos están estructurados en jerarquías dominantes matrilineales, donde las hembras forman el núcleo social del grupo y los machos suelen emigrar al alcanzar la madurez sexual.
Dentro de estos grupos, existen jerarquías sociales complejas. Las hembras de alto rango tienen acceso preferencial a recursos como alimento y refugio, mientras que los machos luchan por establecer su propio rango dentro del grupo. Las relacio -
nes dentro de la tropa se mantienen mediante el aseo social, un comportamiento que refuerza los lazos sociales y ayuda a reducir el estrés.
Afortunadamente, los macacos japoneses no están actualmente en peligro de extinción y se consideran de “Preocupación Menor” según la Lista Roja de la UICN. Sin embargo, enfrentan amenazas significativas debido a la pérdida de hábitat, la fragmentación de sus poblaciones y los conflictos con los humanos. Debido a su inteligencia y adaptabilidad, los macacos japoneses a menudo entran en conflicto con los humanos, especialmente en áreas agrícolas donde pueden causar daños significativos a los cultivos. En algunas regiones, los agricultores ven a los macacos como una plaga, lo que ha llevado a conflictos y caza.
El macaco japonés es una especie fascinante que ofrece una visión increíble de la adaptabilidad, la inteligencia y la complejidad social de los primates. Desde sus innovadoras estrategias de alimentación hasta su uso de aguas termales para aliviar el frío del invierno, estos monos destacan por su capacidad para prosperar en entornos difíciles y su habilidad para aprender y transmitir comportamientos. Son un recor -
datorio vívido de la riqueza de la vida silvestre de Japón y la necesidad de conservar estos animales y sus hábitats para las generaciones futuras.
El águila marina del adulto Steller
El águila marina de Steller (Haliaeetus pelagicus), también conocida como águila marina gigante o águila de Steller, es una de las aves rapaces más grandes y poderosas del mundo. Esta majestuosa águila es nativa del noreste de Asia y es especialmente famosa por su impresionante envergadura, su distintivo plumaje y su pico masivo.
Estas águilas tienen un plumaje llamativo y distintivo. La mayor parte de su cuerpo es de color marrón oscuro o negro, mientras que su cabeza, cola y parte de las alas son de color blanco brillante. Este contraste de colores les da un aspecto muy distintivo y espectacular. El águila marina de Steller tiene un pico masivo, de color amarillo brillante, que es mucho más robusto y grueso que el de otras especies de águilas. Sus garras son también impresionantemente grandes y poderosas, adaptadas para atrapar y sujetar a sus presas resbaladizas como los peces.
Las águilas marinas de Steller son principalmente piscívoras, lo que significa que su dieta está compuesta principalmente de peces. Prefieren peces grandes como el salmón, la trucha y el bacalao. Sin embargo, son oportunistas y también cazan aves marinas, pequeños mamíferos, e incluso carroña cuando es necesario. Estas águilas utilizan su excelente visión para localizar a sus presas desde grandes alturas y se lanzan en picado o realizan vuelos bajos sobre el agua para atrapar a los peces cerca de la superficie con sus poderosas garras. También se les ha observado robando presas de otras aves, como gaviotas y águilas más pequeñas.
El águila marina de Steller está clasificada como “Vulnerable” por la Lista Roja de la UICN debido a su población relativamente pequeña y las amenazas a su hábitat. Se estima que existen entre 4,600 y 5,000 individuos maduros en estado salvaje. Las amenazas para esta especie incluyen la pérdida de hábitat debido a la deforestación y la contaminación del agua, la disminución de las poblaciones de peces (su principal fuente de alimento) debido a la sobrepesca y los cambios ambientales, así como el envenenamiento por plomo y otras toxinas. En algunas áreas, también enfrentan disturbios humanos y la caza furtiva.
Varios esfuerzos de conservación se están llevando a cabo para proteger al águila marina de Steller, incluidos programas de monitoreo de poblaciones, medidas de protección de hábitat y campañas educativas para aumentar la conciencia sobre la importancia de estas aves y los riesgos que enfrentan. En algunas áreas, las leyes locales protegen a las águilas y sus hábitats, prohibiendo la caza y limitando las actividades que podrían dañar su entorno natural.
El águila marina de Steller es una de las aves rapaces más impresionantes del mundo, con su imponente tamaño, plumaje llamativo y habilidades de caza excepcionales. Estas majestuosas aves son un recordatorio del poder y la belleza del mundo natural y de la necesidad de protegerlo. A través de esfuerzos de conservación y educación, se espera que podamos asegurar un futuro para esta magnífica especie y el ecosistema único del que depende.
Charlie Lieberman
Charlie Lieberman es un fotógrafo y director de fotografía que vive en el sur de California. Lieberman, más conocido por su trabajo en el programa de televisión Heroes, también ha estado desarrollando un conjunto de trabajos fotográficos desde los años 60. Su práctica actual busca paisajes humildes, evitando lo icónico en un esfuerzo por transmitir una sensación de memoria, contemplación y asombro. Lieberman es actualmente miembro activo de la Sociedad Estadounidense de Cinematógrafos. Freed Gallery lo representa desde 2014 en Lincoln City, Oregón.
Declaración
Siempre que tomo una fotografía, quiero que sientas que estás allí conmigo. Ya sea mirando a través de un parabrisas borroso por la lluvia o de pie junto a un tramo de una carretera vacía y desgastada, quiero transmitir una sensación de memoria, incluso si nunca has estado en ese lugar en particular antes. Las fotografías, como los recuerdos, tienen un poder elusivo para documentar experiencias que se acercan a cada uno de nosotros de diferentes maneras. Mi obra es un intento de reconsiderar las ideas preconcebidas que uno puede tener sobre los paisajes y cómo nos movemos a través de ellos, para dirigir la mirada hacia experiencias que a menudo pasan desapercibidas o que damos por sentadas. Al evitar lo icónico, trato de reconectarme con un pasado más allá del mío, con una especie de existencia humilde y primordial donde uno puede conversar con el mundo en soledad. Cuando entro en el paisaje urbano, siempre es a través del impacto de la luz y el clima, que nos recuerdan la naturaleza que todos habitamos.
Documento lo que considero un mundo tímido, un mundo donde la quietud y la contemplación nos permiten caminar juntos y compartir una experiencia común impresa en el paisaje, incluso si la figura humana está ausente en estas fotografías. Es esta ausencia lo que espero capturar con mi fotografía, para dejar espacio para que nuestros recuerdos, tanto reales como imaginarios, nos habiten con una apreciación y un asombro renovados.
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Entrevista con Charlie Lieberman por María Cuomo.
- Charlie Lieberman es un fotógrafo y director de fotografía que vive en el sur de California. Lieberman, más conocido por su trabajo en el programa de televisión Heroes, también ha estado desarrollando un conjunto de trabajos fotográficos desde los años 60. Su práctica actual busca paisajes humildes, evitando lo icónico en un esfuerzo por transmitir una sensación de memoria, contemplación y asombro. Lieberman es actualmente miembro activo de la Sociedad Estadounidense de Cinematógrafos. Ha sido representado por Freed Gallery desde 2014 en Lincoln City, Oregon. Le hicimos algunas preguntas sobre su vida y su trabajo.
—Todo sobre la fotografía: Empezaste tu carrera en cinematografía, pero también has estado fotografiando desde los años 60. ¿Cómo describirías ese viaje?
—Charlie Lieberman: En realidad, empecé a capturar imágenes visuales como fotógrafo de imágenes fijas. La transición a la cinematografía se produjo muy temprano y fue completamente accidental. Un director de documentales vio parte de mi trabajo y me contrató para tomar fotografías de producción en uno de sus proyectos. Durante la edición de esa película, decidió incluir mis fotogramas en la película, pero no me lo dijo. Luego me invitó a la sala de edición para mostrarme el trabajo terminado. Inmediatamente me cautivó el medio y me dediqué a ambos durante los siguientes 6 años. Al final de ese período, estaba haciendo mucho más cinematografía y decidí concentrarme solo en eso.
Aunque dejé de aceptar encargos fotográficos, siempre tomé fotografías como una declaración personal. Supongo que se puede llamar mi pasatiempo. Mucho más tarde, decidí que volvería a las fotografías fijas después de retirarme de la cinematografía. Me motiva seguir creando imágenes.
—Se le conoce por fotografiar paisajes y lugares fuera de los caminos trillados.
¿Qué atrae su interés inicial en un lugar?
—Me gusta fotografiar lugares que no son muy conocidos debido a las fotografías existentes que han sido tomadas por generaciones anteriores de fotógrafos. Mi objetivo es involucrar al espectador de una manera que señale la belleza o la naturaleza irónica de lo que a menudo se puede pasar por alto o descartar como ordinario.
Ocasionalmente, también fotografío seres humanos.
—¿Qué importancia tiene el clima para tu fotografía de paisajes?
—Rara vez tomo fotografías cuando no hay clima, y si lo hago, rara vez las veo. Lo que la mayoría de la gente llama un día hermoso (días soleados y sin nubes) me parece visualmente deficiente y casi imposible de componer. Cuando hay clima, las fotografías son más dramáticas y comienzan a contar una historia. Recuerdo el comentario de Tolstoi sobre las familias felices: «Las familias felices son todas iguales; cada familia infeliz es infeliz a su manera». Pienso lo mismo con las fotografías; los días soleados son felices de la misma manera. La diferencia es que encuentro que el clima es alegre, no infeliz. Quiero que mis fotografías hagan sonreír al espectador ante esa alegría.
—¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante para ti como fotógrafo a lo largo de tu carrera?
—Encontrar un público que aprecie tu trabajo, ya sea fotografía o cinematografía. Tengo la suerte de ceñirme a las imágenes fijas que quiero crear utilizando mi propia «voz» y de que otros hayan apoyado esa visión. Nunca he intentado fotografiar para complacer a los demás y me parece milagroso que a los demás les gusten los resultados.
—Llevas décadas trabajando en el mundo de la cinematografía y la fotografía. ¿Influye una de las dos formas en la otra?
—Sí. Al principio, las imágenes fijas influyeron en la cinematografía, especialmente en la composición y el uso del encuadre. Mucho más tarde, la cinematografía influyó en las imágenes fijas. Creo que las imágenes que ofrecen una sensación de historia son la máxima expresión de mi arte. Algunas imágenes plantean preguntas en la mente del espectador; no son sólo bonitas. La historia que pasa por la mente del espectador depende del espectador. Los proyectos que hice como director de fotografía consistían en tomar las decisiones correctas para contar la historia.
—Tomaste una serie de fotografías durante la cuarentena inicial por COVID-19. ¿Crees que tu trabajo ha cambiado o evolucionado durante este tiempo en comparación con antes de la pandemia?
—No he tenido un período en toda mi vida visual en el que no haya evolucionado. Ese, tal vez, sea el mayor regalo que he recibido. No tengo idea de dónde viene. El ritmo del cambio varía: va rápido, va lento. La serie COVID estuvo acompañada de
una explosión de nuevas ideas. Otras ideas y temas nuevos han entrado en mi trabajo desde entonces.
—Esta serie, «Pandemic Walks at Woolsey», te encuentra revisando áreas, una vez diezmadas por el incendio de Woolsey, ahora en proceso de renacimiento. ¿Qué importancia tiene esa serie para ti?
—Gran parte de la importancia era personal en ese momento. Me mantuvo creativamente ocupada durante ese período inicial antes de las vacunas, un período en el que viajar era imposible. Tuve la suerte de vivir en una zona que es naturalmente hermosa en ciertas épocas del año. La primavera de 2020 fue la más hermosa que he visto en los 30 años que he vivido aquí. Sentí que estaba en una misión y que en realidad no importaba si los resultados los veían muchos o solo unos pocos amigos cercanos. A medida que transcurría la primavera, comencé a ver cómo el regreso de la naturaleza de las cenizas ofrecía una mirada optimista, aunque sutil, a cómo pensar en la pandemia. Era algo que había que superar, superar y alcanzar una especie de renacimiento. Supongo que todavía estamos en ese camino y que esa serie todavía puede resonar.
—¿Cómo decides cuándo disparar en blanco y negro o con toques adicionales de color o luz, como en tu serie «Stars & Streaks»?
—Esa elección se hace instintivamente y es una elección que hago al capturar la imagen. Durante los últimos 8 años, he utilizado una cámara digital en blanco y negro para esas fotos, por lo que no hay opción más tarde cuando estoy procesando. Era así cuando usaba película y prefiero trabajar de esa manera ahora. Simplemente sé qué cámara usar en el momento. La imagen que estoy a punto de capturar debe estar dirigiéndome y la elección se hace al instante. Nunca me he arrepentido del resultado.
—¿Qué tipo de respuesta de los espectadores esperas cuando miran tu trabajo?
—En realidad espero que se produzca un diálogo. Eso, por supuesto, es en gran medida imposible, pero me gusta sentir que he iniciado una conversación con mi imagen.
—¿Cuál es la lección más importante que has aprendido a lo largo de tu carrera y que podría ser de ayuda para quienes se inician en la fotografía?
—Seguir perseverando y experimentando. Si tienes talento y un poco de suerte, puedes tener una vida llena de experiencias extraordinarias. A veces, simplemente tienes que dejarte llevar por el camino. Yo tuve suerte en ese sentido, ya que tuve muchas oportunidades de viajar, tanto en Estados Unidos como alrededor del mundo.
—¿ Dónde planeas fotografiar a continuación?
—Intentaré hacer un viaje corto o dos dentro de California antes del otoño, seguido de un par de meses en Oregón, cuando el clima cambie a mi estilo de «días hermosos».
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Edward S. Curtis
Nacido en 1868 cerca de Whitewater, Wisconsin, Edward Sheriff Curtis se convirtió en uno de los mejores fotógrafos y etnólogos de Estados Unidos. Cuando la familia Curtis se mudó a Port Orchard, Washington, en 1887, el don de Edward para la fotografía lo llevó a una investigación sobre los indios que vivían en la costa de Seattle. Su retrato de la hija del jefe Seattle, la princesa Angeline, le valió a Curtis el premio más importante en un concurso fotográfico. Habiendo alcanzado fama por su trabajo con los indios, Curtis participó en la expedición Harriman de 1899 a Alaska como uno de los dos fotógrafos oficiales. Luego acompañó a George Bird Grinell , editor de Forest and Stream, en un viaje al norte de Montana. Allí fueron testigos de la profundamente sagrada Danza del Sol de las tribus Piegan y Blackfoot. Viajando a caballo, con sus caballos de carga detrás, emergieron de las montañas para ver el fondo del valle repleto de más de mil tipis, una vista impresionante para Curtis y que transformó su vida. En ese momento todo encajó: tuvo claro que debía registrar, con pluma y cámara, la vida de los indios norteamericanos. Edward S. Curtis dedicó los siguientes 30 años a fotografiar y documentar más de ochenta tribus al oeste del Mississippi, desde la frontera mexicana hasta el norte de Alaska. Su proyecto obtuvo el apoyo de figuras tan prominentes y poderosas como el presidente Theodore Roosevelt y J. Pierpont Morgan . Entre 1911 y 1914, Curtis también produjo y dirigió una película muda basada en la mitología de los indios rawakiutl del noroeste del Pacífico .
Cuando se terminó en 1930, la obra, titulada The North American Indian , constaba de 20 volúmenes, cada uno de los cuales contenía 75 fotograbados hechos a mano y 300 páginas de texto. Cada volumen iba acompañado de un portafolio correspondiente que contenía al menos 36 fotograbados. FUENTE EDWARCURTIS
Su padre, un veterano de la Guerra Civil y ministro, trasladó a la familia a Minnesota, donde Edward se interesó por la fotografía. En 1892, Curtis compró una participación en un estudio fotográfico en Seattle. Se casó y la pareja tuvo cuatro hijos. Más tarde se estableció en Los Ángeles, donde dirigió estudios fotográficos en varias ocasiones en La Cienega Boulevard y en el Hotel Biltmore. Como amigo del productor de Hollywood Cecil B. DeMille , Curtis recibió el encargo de hacer fotogramas de algunas de las películas de DeMille, incluida la épica Los diez mandamientos . En 1899, se convirtió en el fotógrafo oficial de la expedición de Edward Harriman a Alaska y desarrolló un interés por la cultura nativa americana. Curtis es más conocido por su documentación de las culturas nativas americanas publicadas en The North American Indian . Desde aproximadamente 1900 hasta 1930, inspeccionó más de 100 tribus que iban desde los inuits hasta los hopi, y realizó más de 40.000 fotografías. Realizó retratos de personajes importantes y conocidos de la época, entre ellos Gerónimo , el jefe Joseph , Nube Roja y Cuervo Medicinal . Fuente: Galería Etherton
Chiara Felmini
Nació en Turín, Italia, en 1965 y es fotógrafa desde los 8 años, cuando recibió como regalo su primera cámara (que todavía conserva); desde entonces nunca ha dejado de mirar el mundo a través de un objetivo con un interés cada vez mayor por los viajes y el medio ambiente. Los animales forman parte de su vida, profesional y no profesional, desde hace más de 30 años y fotografiarlos ha sido su camino absolutamente natural. Sólo más tarde su amor por los viajes le llevó a descubrir una pasión por la fotografía documental y de reportaje. Fotógrafa para contar historias, para una investigación estética y emocional; la búsqueda constante de la luz, del color, del momento, pero sobre todo de la interacción con las personas que conoce, le da un gran impulso para compartir y comprender la naturaleza humana, Micaela hacer Buenos días si sí bueno a qué hora a las 4:30 cinco poco complicado porque tienes que ir a trabajar vale vale vale venga hasta luego hasta luego si sí la semana la semana que viene cuando ella está de tardes O sea de mañanas mañana vamos el lunes esta tarde sobre la semana la otra semana es una actividad que ahora es indispensable para mí.
Eugene Ellenberg
País: Estados Unidos Nacimiento: 1983
Soy una artista y escritora interdisciplinaria radicada en el sureste. Mi práctica explora la aceptación, la contención y el fracaso con lo que significa estar presente. Alterno entre el uso de una cámara de gran formato para contar historias de estilo documental y una cámara estenopeica de madera que expone la película durante la duración de un gesto, ritual o suceso natural. Mis medios no fotográficos a veces incorporan objetos prefabricados relacionados con el trabajo, como paracaídas, linternas y reflectores para explorar los paralelismos entre la búsqueda y el rescate y la enfermedad mental y la recuperación. Como alguien que ha perdido a seres queridos por abuso de sustancias y que ahora está personalmente en mi propio camino de recuperación, acepto mi práctica artística como un medio de indagación personal, curación y reconciliación con la condición humana. Cuando no estoy haciendo nuevos trabajos o pasando tiempo con mis animales, divido mis días entre enseñar, hacer voluntariado en centros de tratamiento de recuperación y trabajar en una segunda maestría en Arteterapia. Estos días estoy agradecida por el buen descanso, la luz que nos encuentra y el tiempo compartido con los demás.
En la casa de mi padre:
Cuando estaba de visita con mis padres durante mis años universitarios, fotografié una servilleta en la que mi padre había escrito dos títulos de canciones de Elvis: «En la casa de mi padre» y «Yo era el único». Esta pequeña nota, junto con otras, me permitió conocer las introspecciones privadas de mi padre, cuya intimidad me motivó a investigar nuestra relación a través de la fotografía. Expresé esto documentando varios elementos de nuestra casa y, finalmente, pidiendo a otros miembros de mi familia que posaran para retratos y participaran en narrativas construidas. La mayoría de estas imágenes fueron capturadas con una cámara de gran formato, lo que requirió un proceso más lento y meditativo de fotografiar a los miembros de mi familia, al tiempo que transmitía el tono tranquilo de nuestras relaciones en ese momento. Sin saberlo, había comenzado un proyecto con un final ya en marcha. Tres años después, a mi padre le diagnosticarían un cáncer terminal de hígado y pulmones que ya se había extendido a sus huesos. Estuvo con nosotros durante siete días después del diagnóstico. En sus últimos días de conciencia, mi padre empezó a perder contacto con el mundo y, como familia, nos inclinamos hacia una rara aceptación de la vulnerabilidad y el afecto. Poníamos sus canciones favoritas en la radio y le susurrábamos al oído palabras que nunca antes habíamos dicho tan de cerca. En esas últimas horas, luché con mi propia desconexión mientras oscilaba entre los roles de participante activa y documentalista. Estas imágenes difuminan los límites entre lo que recuerdo, lo que quiero admitir y, tal vez, lo que quería ver.
Mariëtte Aernoudts
Países Bajos, 1956
Mi nombre es Mariëtte Aernoudts y desde hace 9 años soy fotógrafa y creadora de imágenes autodidacta. La mayoría de mis retratos son de niños o jóvenes y siempre en color. Trabajo de forma muy intuitiva y durante una sesión mis ideas se vuelven imparables. Además de mis retratos, creo mi propio mundo imaginario utilizando mis imágenes narrativas. Intento suavizar la vida realista. Siempre busco la renovación, con mis propios sentimientos que quiero conectar en mis fotos.
Recibí varios premios holandeses y en 2018 gané un premio en el concurso SIPA Siena Italia. El pasado mes de febrero, una de mis fotos fue nominada a los premios Sony World Photography. Mi declaración: «Lo que veo es lo que obtienes»
El desnudo y la sensualidad por Gen Oryx
El arte de la fotografía de desnudos y la sensualidad es una forma de expresión visual que explora el cuerpo humano de manera artística y emotiva. Este tipo de fotografía no solo captura la forma y la belleza del cuerpo, sino que también busca transmitir emociones, contar historias, y explorar temas como la identidad, la vulnerabilidad, el poder, y la conexión humana. La belleza en la fotografía de desnudos no se limita a la conformidad con los estándares de belleza convencionales; en cambio, se encuentra en la honestidad y en la humanidad del sujeto. Los fotógrafos a menudo trabajan con modelos de diferentes edades, tamaños y tipos de cuerpo, mostrando que cada cuerpo tiene su propio lenguaje visual y su propia historia que contar.
El arte de capturar la sensualidad a menudo implica un equilibrio delicado entre lo explícito y lo implícito. Los fotógrafos buscan evocar una respuesta emocional del espectador sin recurrir a la vulgaridad o al sensacionalismo. Esto se logra a través de la composición cuidadosa, el uso de ángulos sugerentes y la manipulación hábil de la iluminación para crear una atmósfera íntima y emotiva.
Es fundamental que la fotografía de desnudos se realice con el más alto nivel de ética, respeto y consentimiento. La confianza entre el fotógrafo y el modelo es crucial, y debe haber un entendimiento mutuo sobre los límites, las intenciones y el propósito de las imágenes. El respeto por el modelo y su dignidad debe ser siempre la prioridad, y cualquier obra de desnudo debe ser una colaboración consciente entre el fotógrafo y el sujeto.
El arte de la fotografía de desnudos y la sensualidad es un medio poderoso para explorar la forma humana y las emociones que ésta puede evocar. Es un género que requiere sensibilidad, creatividad y un profundo respeto por el modelo y el espectador. Cuando se hace bien, la fotografía de desnudos no solo celebra la belleza del cuerpo humano en todas sus formas, sino que también desafía al espectador a reflexionar sobre su propia percepción de la sensualidad, el cuerpo, y la intimidad.
Los viejos moldeadores nunca
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Eleonora Grigorjeva Los bodegones con alimentos naturales y otras misceláneas
Nunca mejor dicho aquello de “cada maestrillo con su librillo” Aquí os presento algunas sugerencias sobre el arte de los bodegones fotográficos con alimentos naturales tal como yo los realizo:
Primero para la composición, utiliza una superficie lisa y neutra como fondo, como una mesa de madera o un paño de lino. Juega con la disposición de los elementos, creando formas y texturas interesantes. Experimenta con diferentes ángulos y perspectivas para encontrar la composición más atractiva. Presta atención al equilibrio y la simetría de los elementos en el encuadre.
Muy importante la iluminación, aprovecha la luz natural, posicionando los alimentos cerca de una ventana o en un espacio bien iluminado.
Utiliza reflectores o difusores para suavizar las sombras y crear efectos de luz y sombra.
Prueba diferentes ángulos de iluminación para resaltar las texturas y los volúmenes de los alimentos.
Otro tema fundamental en este tipo de fotografía son los colores y las texturas. Selecciona alimentos con colores y texturas complementarias o contrastantes.
Juega con la disposición de los elementos para crear patrones y ritmos visuales.
Incorpora elementos naturales como hojas, flores o telas para añadir interés visual.
Luego. en la postproducción, ajusta la exposición, el contraste y la saturación de la imagen para realzar los colores y las texturas. Experimenta con diferentes recortes y encuadres para mejorar la composición. Considera aplicar efectos de enfoque selectivo o desenfoque artístico para guiar la mirada del espectador.
Recuerda que la fotografía de bodegones con alimentos naturales es un arte en sí mismo. Tómate el tiempo para experimentar, jugar y encontrar tu propio estilo.
Ralph Milewski
Ralph nos dice:
Mi nombre es Ralph Milewski y soy un fotógrafo apasionado de Alemania. Nací en 1968 con distrofia muscular de cinturas (LGMD), a pesar de las importantes limitaciones físicas, he encontrado mi voz creativa. Mi trayectoria fotográfica está marcada por la posición fija de mi cámara entre mis piernas, a solo 27 pulgadas del suelo.
La fotografía, para mí, no es solo una pasión creativa, sino una ventana al arte y la autoexpresión. Como individuo introvertido con una fuerte curiosidad por las personas y sus historias, encuentro en la fotografía una forma única de crear intimidad y distancia al mismo tiempo.
La cámara, mi herramienta de elección, se convierte en el medio que fortalece mi confianza en mí mismo y eleva mi autoestima. A pesar de los momentos de frustración y de lidiar con mis propios límites, la fotografía me motiva a trascender creativamente mis limitaciones físicas y lograr resultados extraordinarios.
Mi trabajo no solo proporciona perspectivas de mi mundo desde una perspectiva poco convencional, sino que también invita a una reevaluación de las percepciones existentes. La fotografía, para mí, es más que un medio visual.
La fotografía me ayuda a salir de mi zona de confort, me ayuda a superar las ansiedades sociales y me ayuda a forjar nuevas conexiones. Mi visión del mundo a través de la lente es única y quizás sea exactamente lo que puede enriquecer su proyecto fotográfico. Lo invito a considerar mi fotografía como una contribución a su proyecto, no por lástima por mi discapacidad, sino como un enriquecimiento a través de una perspectiva distintiva y el proceso creativo que infundo en cada imagen.
Diarios del asiento trasero:
La serie «Perspectivas en movimiento» se deriva de mis «Diarios del asiento trasero», capturados desde un automóvil en movimiento: mi VW Caddy accesible para sillas de ruedas con una rampa trasera.
Permítanme explicar brevemente el entorno único de estas tomas de la ventana: estoy sentado en mi silla de ruedas eléctrica en la parte trasera de mi Caddy, mirando hacia adelante.
Hasta hace poco, la cámara siempre estaba fija en un trípode (cuello de cisne) unido a mi silla de ruedas, ubicado más alto en el automóvil para estar a la altura de los ojos con la ventana. Ahora utilizo un minitrípode que puedo colocar en mi mano izquierda, apoyado en mi silla de ruedas. La cámara está colocada en ángulo recto con respecto a mí, apuntando hacia la ventana lateral de la Cadillac. La cámara se ajustó y configuró antes de comenzar el viaje. Debido a mis limitaciones físicas, no podía manejar la cámara en esta posición elevada directamente. Con el minitrípode, ahora puedo ajustar la configuración de la cámara durante el viaje. Disparo las fotos mediante el control remoto. Solo puedo ver la pantalla de la cámara de lado en mi campo de visión, ya que está girada 180°. Las fotos se toman mientras conduzco. Como la silla de ruedas no está firmemente conectada al vehículo, está sujeta a vibraciones y fuerzas centrífugas más fuertes. En general, es un asunto bastante accidentado.
La idea de este proyecto se desarrolló gradualmente por necesidad. Si pudiera levantar los brazos como cualquier otra persona, esta serie probablemente no habría surgido de esta forma. Desde mi posición elevada en el coche, solo puedo capturar visualmente una pequeña parte de los alrededores. Puedo girar la cabeza ligeramente a la izquierda y a la derecha, pero no puedo mover los hombros ni la silla de ruedas en la dirección deseada. Fotografiar desde un coche en movimiento resultó un desafío, especialmente con un teléfono y un palo de selfie. Los resultados no fueron satisfactorios, ya que el marco de la ventana del coche siempre estaba parcialmente en la imagen y nunca completamente. El desarrollo real comenzó en el camino a España en 2022, cuando intenté dedicar fotos de su ciudad natal, Lyon, a un amigo fotógrafo callejero mientras pasaba por allí. A pesar de las mejoras en la posición del palo de selfie, todavía había limitaciones. Unos meses después, comencé a fotografiar mi ciudad natal de esta manera.
Por casualidad, alejé el teléfono de la ventana del coche. Al revisarlas más tarde, me di cuenta de que algunas fotos tenían todo el marco de la ventana como marco. Esto me llamó la atención cuando corregí manualmente la perspectiva con Lightroom a principios de febrero de 2023.
Desde entonces, he estado trabajando continuamente en la optimización y el desarrollo de este proyecto. El uso de una cámara APS-C con un trípode extendido conectado a la silla de ruedas aportó nuevas perspectivas. El minitrípode y la capacidad de cambiar ahora los ajustes de la cámara durante el viaje han provocado un impulso creativo. A pesar de los desafíos como los reflejos, las imágenes en el espejo no deseadas, la luz del sol y los elementos disruptivos como las ventanas sucias o lluviosas que afectan al enfoque automático. El enfoque manual es imposible porque puedo manejar la cámara de forma muy limitada y el sujeto cambia constantemente mientras conduzco. Un dispositivo de sombreado de fabricación propia ahora minimiza algunos reflejos. Sin embargo, todavía hay dificultades con la contraluz y la suciedad en las ventanas.
Los «Diarios del asiento trasero» presentan una mezcla diversa de mis viajes y experiencias. Invito a la gente a explorar esta perspectiva única y ver el mundo a través de mis ventanas. Se ha convertido en un proyecto en curso desde hace mucho tiempo, en constante desarrollo.
La mayoría de las fotografías se toman durante mis viajes diarios, como los viajes al supermercado o al médico. Ocasionalmente, realizo viajes específicos solo para tomar fotografías. La selección de un tema específico requiere mucha planificación y tiempo, especialmente porque necesito a alguien que esté dispuesto a llevarme cuando yo lo desee.
Las imágenes recopiladas incluyen los inicios con el teléfono, los primeros pasos y el desarrollo con una cámara APS-C, hasta los últimos intentos dentro de la serie «Rear Seat Diaries» de crear un desenfoque intencionado en el primer plano mediante efectos de movimiento utilizando tiempos de exposición prolongados. Este enfoque tiene como objetivo representar el entorno exterior con un desenfoque dinámico mientras se mantiene deliberadamente nítido el subchasis, el interior del coche. El desafío radica en las inevitables vibraciones causadas por el vehículo durante la conducción, lo que complica este esfuerzo. Sin embargo, se experimenta deliberadamente con tiempos de exposición más largos para agregar una dimensión dinámica y artística a las imágenes.
Iván Ferrer
Ivan Ferrer (Israel, 1951) se dedicó a la fotografía hace trece años como pasatiempo, pero rápidamente se convirtió en una forma de vida que lo abarca todo. La principal fuente de inspiración de Ivan está profundamente arraigada en la diversidad global de culturas, que abarca a las personas, las escenas callejeras que las definen, así como sus costumbres, creencias y ceremonias. Entusiasmado y motivado por mostrar lo que podía, Ivan ha viajado a más de 50 países, decidido a compartir estas culturas únicas con sus espectadores. A lo largo de su carrera fotográfica, Ivan ha ganado numerosos premios internacionales de prestigio, un testimonio de su dedicación y talento.
Repertorio de fotógrafos españoles
Josep Brangulí
L’Hospitalet de Llobregat,Barcelona, 1879
Barcelona, 1945
Se inició en la fotografía a finales del siglo XIX; su primera foto publicada data de abril de 1902, en la revista ¡Cu-Cut! Pionero del fotoperiodismo en Cataluña, trabajó por encargo, siendo además fotógrafo industrial. Su obra es testimonio de la transformación social y urbana de la Barcelona de la época. El negocio familiar, Foto Brangulí, fue perpetuado por sus hijos, Joaquim (1913-1991) y Xavier (1918-1986), por lo que en algunos casos ha existido dificultad en la atribución de las fotografías. Su primer gran reportaje fue la serie fotográfica dedicada a la Semana Trágica (1909). Siguieron otros sobre la II República, la Guerra Civil Española, el canje de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial en el puerto de Barcelona (1944) y los primeros años del franquismo.
Entre sus clientes figuraron grandes empresas, como las encargadas de las obras públicas de la red de metro y la instalación del alumbrado en Barcelona. Además, fotografió la apertura de la Vía Layetana, la Fira de Barcelona y la Exposición Universal de 1929.
Publicó en las revistas ilustradas de la época ¡Cu-Cut!, La Ilustración Española y Americana y Nuevo Mundo, entre otras. En 1910 comenzó a colaborar regularmente con La Vanguardia, Diario de Barcelona, La Tribuna, La Noche, El Noticiero Universal y Le Miroir du Monde. Como corresponsal del grupo Prensa Española en Barcelona a partir de 1914, publicó en ABC, Blanco y Negro y Campeón. El archivo Brangulí está formado por más de medio millón de imágenes.
Fue adquirido en 1992 por la Generalitat de Catalunya y depositado en el Arxiu Nacional de Catalunya. En 2011, la Fundación Telefónica, en colaboración con el Arxiu, acogió en su sede de Madrid la exposición antológica Brangulí, que reunió más de 300 fotografías del autor, agrupadas en 31 bloques temáticos, según la estructura original del archivo del fotógrafo.
Ante la ciudad instántanea
La verdad es que Brangulí fue, a pesar de su renombre como fotógrafo, un hombre normal, no una celebridad, que procuró no destacar en aquello que debía retratar.
Su voluntad de distinción residía en su trabajo acumulado, en su labor corporativa y en su pequeña empresa.
Se identificó como profesional en castellano pero hablaba catalán siempre que fuera oportuno.
Retrataba negocios y productos, firmas en ferias industriales o agrícolas, fábricas orgullosamente inauguradas o a punto de inaugurar, actos oficiales, eventos políticos, accidentes de la vida cotidiana de su ciudad. El mundo ideológico de la Barcelona desde principios de siglo XX hasta los años cuarenta fue
agitado. Nunca se sabía si quienes estaban en el poder lo conservarían más adelante y si quienes iban a la cárcel no acabarían—al menos durante un tiempo— por mandar.
Por ello, Brangulí prefirió ser discreto; no quiso ser demasiado visible, pues podría no rentarle, incluso salirle costoso.
Ante la competición de otros fotógrafos, por encima de todo debía mantener la firma de empresa, así como un estilo de trabajo; un producto de acabado perfecto, con estampa y reconocible. A sus colegas, sin embargo, más allá de la rivalidad por vender sus imágenes, Brangulí les ofrecía su perspicacia profesional y su sentimiento, muy barcelonés y muy catalán, de querer la protección —l’aixopluc— ante los vaivenes de la vida político-social. Si no puedes vencer a tus rivales, establece al menos las reglas de la competencia. Brangulí ofreció siempre el recurso del paraguas corporativo. Nada más y nada menos […]
Brangulí se sentía fotógrafo, incluso el fotógrafo ante los que son protagonistas de su objetivo. A juzgar por sus imágenes, debía de ser por naturaleza distante. De la manera más evidente posible, no deseaba formar parte de la fotografía, ya que estaba por definición fuera de ella, al ser quien la había tomado. Su rol se situaba en el exterior de la imagen. Al ver una foto suya, se hace evidente que él no quiere que se note su presencia, ni tan siquiera su mirada, aunque no pueda evitarlo.
Su ilusión es la ficción de su invisibilidad, casi de su inexistencia. —
«Josep Brangulí ante la ciudad instantánea», de Enric Ucelay-Da Cal, en: Brangulí, de Rafael Levenfeld y Javier Vallhonrat, Madrid, Fundación Telefónica, 2010.
B — Brang ulí, josep Brang ulí, josep — B laborar regularmente con La Vanguardia, Diario de Barcelona, La Tribuna, La Noche, El Noticiero Universal y Le Miroir du Monde. Como corresponsal del grupo Prensa Española en Barcelona a partir de1914, publicó en ABC, Blanco y Negro y Campeón.
El archivo Brangulí está formado por más de medio millón de imágenes. Fue adquirido en 1992 por la Generalitat de Catalunya y depositado en el Arxiu Nacional de Catalunya. En 2011, la Fundación Telefónica, en colaboración con el Arxiu, acogió en su sede de Madrid la exposición antológica Brangulí, que reunió más de 300 fotografías del autor, agrupadas en 31 bloques temáticos, según la estructura original del archivo del fotógrafo.