POLÍÍ TÍCAS PÚÍ BLÍCAS Y TRANSDÍSCÍPLÍNARÍEDAD: ÚN PARADÍGMA DE FÚTÚRO PARA LA DEMANDA CÍÚDADANA Intruducción 1) Primero abordo la visión epistémica utópica de la ciencia de las políticas públicas, su natural transdisciplinariedad y cómo las políticas públicas como cursos de acción gubernamentales se vuelven distópicas, descansando en un praxis de legitimación gubernamental que resulta en una doxa que persuade y que percibe la ciudadanía como banal, en la que la política pública queda reducida a discurso, a un flujo mass mediático, que sobre utiliza el léxico –política pública- como parte de la demagogia, dejando ver cómo se trasminan emociones y ansias de poder bajo el argumento de beneficiar al colectivo necesitado; 2) Segundo, se verá cómo el campo de la ciencia de la política pública tiene como naturaleza epistémica su potencial transdisciplinario y cómo el surgimiento de la política pública como paradigma científico en la segunda mitad s. XX, ayuda a consolidar la ciencia de la administración pública y favorece la especialización de la ciencia política en el estudio del sistema político y la percepción de su funcionamiento;
3) Finalmente aterrizo con la idea de que la política pública como ciencia transdisciplinaria es una filosofía social y humanista que tiende, como buena teoría del conocimiento, a centrar la necesidad de superar la democracia representativa oligárquica en manos de la partidocracia. Invita a lograr una sociedad en donde la ciudadanía tome las riendas y se agote el gobierno burocrático centralista despersonalizado y se sustituya por un gobierno comunitario situacional, abierto, autogestivo por local con base en verdaderas políticas públicas, lejos de la persuasión demagógica de partido; oligárquica.
I. La política pública es una ciencia que desde que surge aglutina el enfoque interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario. Es una ciencia de mediados del siglo XX que con base en su naturaleza cognoscitiva, utiliza la triple dimensión epistemológica a la que están llegando en el siglo XXI, casi todas las ciencias sociales y humanas consolidadas desde el siglo XIX; cabe mencionar la nueva ciencia de la evaluación y su reciente consolidación editorial en México con el fenómeno CLEAR-CIDE en la segunda década del siglo XXI. Explicaré en breve la triple naturaleza epistemológica de las ciencias de las políticas públicas: La ciencia de las políticas es interdisciplinaria porque como todo conocimiento que tiene esa virtud, utiliza una parte del saber de varias ciencias y lo conjunta, para apuntalar algún aspecto clave de su naturaleza metodológico-conceptual, por ejemplo, para las diferentes y diversas
partes de su ciclo epistemológico y de acción: agenda, formulación, implementación y evaluación. Por ejemplo, se interesa por lo político más allá de la política, es decir que en cada parte de su ciclo yuxtapone primero el interés ecléctico y disímbolo e irracional de la comunidad, organizada informalmente en pequeños grupos locales, para luego contemplar su desenlace en la lógica del actuar de la organización del sistema político y la política institucionalizada, formal, oligárquica, autoritaria y “representativa”. La política pública, por ejemplo, para dilucidar lo político se nutre de la historia política, de la ciencia política, de la política económica, de la sociología política, de la psicología política y de la geografía política. Estas ramas de las ciencias decimonónicas le sirven para apuntalar su interés en lo político que es propio del estudio de la antropología política (procesualismo político o política local-microsocial), del poder todavía no publicitado y no de la ciencia política (periodística de analista de TV), tampoco de la ciencia de la administración pública y sí de la psicología social y de la comunicación. Su interés por el estudio del proceso político, primero informalmente y luego formalmente, la hacen requerir de un enfoque interdisciplinario, ya que de las parcialidades de lo político local comunitario y no de las generalidades del proceso de la política estatal, obtiene su núcleo epistémico que es lo político público, como el espacio de la micropolítica del poder ciudadano y de la participación ciudadana desde abajo. De ahí su utopía de la política pública ciudadana, ciudadanizada, quebrada con
una fuerza de pobres legos, que luego se acentúa y aísla su cometido quedando perdido en el enfoque de la política pública macrosocial. Quedando siempre cuartada por el poder mediático desde arriba con todo el peso del sistema político hegemónico, dirigiendo la persuasión con el recurso de la political marketing o mercadotecnia política e imagología. Las ciencias de la política son multidisciplinarias por nacimiento, ya que al conjuntar varios recursos de disciplinas varias, actúa como un cuerpo al unísono en la reproducción de su ciclo. Al ejercitar la interdisciplinariedad se vuelve indubitablemente multidisciplinaria por el hecho de que estudia lo político con base en la mirada de todas las disciplinas para su interés y a su alcance: cabe mencionar que la antropología social y la psicología social no lo han estado del todo en México, siendo que fueron disciplinas nodales en la gestación del paradigma desde la escuela norteamericana. La multidisciplina de la ciencia de las políticas busca con agudeza la parte de lo político, lo público de la política, la parte ciudadana y no la partidista, lo público local. Incorpora en su estudio a los grupos primarios que participan bajo mecanismo comunitarios informales como en los tiempos de los gremios y los caucus. De tal suerte que todas las disciplinas utilizadas al unísono construyen un lente tipo gran angular, que desde el horizonte del sujeto –no del sistema político a la Easton- y desde la mirada del ethos de la cultura que corresponda y su horizonte interpretativo de lo público común, gesta un horizonte de acción comunitario. Las políticas públicas al buscar científicamente atender los sentires, deseos y demandas de los ciudadanos desde abajo, aunque sea con base en una
visión empresarial, burguesa, pequeño burguesa o proletaria y/o popular, alternativa, por método, hace iguales a los sujetos y no distingue clases en la organización primaria de los individuos desde abajo. Es desde donde los grupos de interés-presión comunitarios construyen su lógica de participación
con
base
en
procesos
locales
arraigados
consuetudinariamente, por costumbre, bajo lógicas de acción y ejercicio del poder situacionalmente diferentes y bajo contextos cambiantes que configuran la política y su singularidad se representa en lo político y no en la política. La transdisciplinariedad se alcanza cuando el objeto de estudio de la ciencia de las políticas, se vuelve transversal a todo tipo de conocimiento, incluso el no científico como el artístico y el religioso. En esto es similar a la ciencia de la administración pública que también se consolida como ciencia moderna a mediados del siglo XX con su carácter transdisciplinario. La transdisciplinariedad hace que una ciencia se vuelva una filosofía de la ciencia, en este caso una filosofía social pragmática que aplica diversas ciencias para atender necesidades, públicas como las ideológicas, artísticas, religiosas, espirituales y científicas, con un cariz práctico y un afán por encausar racionalmente la realidad. La perspectiva transdisciplinaria de las políticas públicas hace de varios campos del conocimiento científico clásicos, tradicionales con una visión unidireccional interdisciplinaria, un arte, mismo que sirve como filosofía social humanista para encausar y reencauzar las necesidades humanas, descarriadas por la naturaleza egoísta del hombre oligárquico, decimonónico, que goza de privilegios fatuos, frívolos, en pos del bienestar
que solamente es de grupos militantes en lucha por alcanzar la conformación y renovación de élites, que se apropian de nichos que hacen suyos ejerciendo un poder central que da como resultado una organización cerrada; no democrática tipo jaula de hierro de Michels.
POLÍTICA PÚBLICA
II. A principios del siglo XX, el presidente Woodrow Wilson, como político y más allá de las discusiones de los federalistas y sus diferentes ideas en relación con el tipo de federalismo más conveniente, adujo que la administración pública debía tener una vocación política para hacer frente a las demandas públicas y no apoyaba el enfoque del management como una “moda” para administrar científicamente las necesidades populares.
Primero se tendría que persuadirse a la ciudadanía con un discurso para ganar legitimidad y luego atender de la mejor manera las necesidades sociales con la administración científica del trabajo. La ciencia de las políticas públicas se abrió paso entre los estudios de la administración pública y los de las ciencias políticas, ambas ciencias en consolidación durante la primera mitad del siglo XX. Juntas comenzaron a desarrollar el paradigma pero desde dentro de su nicho de estudio y daban por hecho que la política pública era una rama más en sus campos de conocimiento y como sujeto público ellas lo apuntalaban. Sin embargo, en 1951 Harold Dwight Lasswell publicó el paper fundante de las ciencias de la política pública y acuño el término de policy sciencies: ciencias de la política. A partir de Lasswell, el estudio y el desarrollo de la ciencia de las políticas públicas en el mundo de la academia obtuvo su plena autonomía, permitió consolidar el campo de estudio de las ciencias políticas norteamericanas dejando atrás el behaviorismo, el estudio del estado y la modelación de la teoría política en general, para abocarse al estudio de las encuestas, la opinión pública y la mercadotécnica política. Dentro del estudio de las ciencias políticas, las policy sciences (las ciencias de la política) se abrieron paso entre los estudios comparados de la acción gubernamental y estatal, las relaciones de poder y la racionalidad de la burocracia, para atender las demandas sociales en tiempos de posguerra y guerra fría e incursionar en la reconstrucción de la esfera pública. La política pública se diferenció de la ciencia de la administración pública norteamericana, rama diferente de la administración científica aplicada a
las corporaciones. La administración pública logró sacar del núcleo de su paradigma el estudio del derecho administrativo, la balanza de pagos y el presupuesto, se volvió una rama especializada en mejorar el campo de acción de la burocracia, poniendo el acento en un enfoque humanista de la administración de los recursos humanos. Mejorando la relación del estado con el gobierno para ofrecer servicios y bienes con el enfoque del “cliente” en la burocracia. Como parte de la ciencia de la administración pública se le veía a las policy sciences como una rama experta en mejorar la asertividad en el uso del tesoro público con bases legales, se empezaba a hablar de las policy decision sciences para alcanzar mejores resultados vía la planeación con base en el campo de la toma de decisiones que todavía compartían la ingeniería industrial y la administración científica de empresas y que empezaba a desarrollar y hacer más compleja la ciencia económica. En el paper fundante de Lasswell de las ciencias de la política -policy sciences- queda asentado que se trata del estudio transdisciplinario de la política, es decir que la política se tiene que estudiar con la ayuda inter y multi disciplinaria de las ciencias sociales y las humanidades. Es por ello que a partir de la segunda mitad del siglo XX se empiece a hablar ya no de ciencias políticas, en plural, sino de la ciencia política y no de las ciencias de la política, sino de la ciencia de la política pública, en singular, como campos autónomos que se construyen con una naturaleza inter y multi disciplinaria. A partir de los 50’s se vuelven una disciplina singular que tiene un objeto de estudio propio que es el proceso de la atención, toma de decisiones y solución de problema públicos desde lo público y sus
públicos diversos y no de la burocracia. Se vuelve un campo muy diferente del estudio de la ciencia política, el estudio del poder, sus formas de reproducción en el estado y en el gobierno con base en diferentes regímenes y federalismos, así como con base en el estudio de la opinión pública y las encuestas en los procesos electorales. El paper de Lasswell junto con el surgimiento en Norteamérica de programas universitarios para el estudio y desarrollo de la ciencia de la política pública, generan que la ciencia política también se singularice, se especialice en el ámbito electoral y en los estudios de encuestas, así como en la persuasión política. La administración pública reconstruye su autonomía teoría como el ente que estudia al objeto y la sujeto, se especializa en cómo articular al estado como gestor con la sociedad como demanda, vía cuerpos de expertos llamados burócratas. Retoma su vocación jurídico filosófica y su relación con la vocación de servicio y la ética pública y la teoría de la justicia, volviéndose heredera directa de las ciencias camerales del siglo XVIII (ver imagen que relaciona la construcción de la política pública como ciencia transdisciplinar), precursoras de la administración pública como ciencia aplicada a la necesidad del estado de contar con cuerpos de funcionarios públicos con un enfoque científico. III Transdisciplinariedad de la política pública. Con el desarrollo que ha tenido la ciencia de las políticas (públicas), las políticas públicas como estudio y formación de capital humano y como práctica innata de la organización humana perfectible para encausar el desarrollo público, vemos cómo se han creado otras subciencias que pronto serán ciencias sólidas e independientes plenamente, con su carácter innato de ciencias
transdisciplinarias del siglo XXI e impactarán cada vez más en las nomenclaturas de los cargos públicos y privados; sociales. Éstas al igual que la ciencia de la política pública en los 50’s, subsumida en la ciencia política y la administración pública, están todavía subsumidas a sus respectivas ciencias en las que estuvieron o están todavía anidadas. Podemos mencionar la criminología desarrollada en México con un núcleo epistémico criminalístico y que está anidada todavía bajo la dependencia de las ciencias jurídicas, cuando pertenece al estudio de las ciencias de la cultural (recordemos las teorías de antropología física de Cesar Lombroso). La criminalística tiene su núcleo teórico procedimental en las ciencias físico-químicas y biológicas. Sí existe una tradición criminológica desde la sociológica en México, pero la versión antropológica no ha logrado hacer gala en los escenarios de las universidades mexicanas. Por otro lado, está la ciencia de la evaluación, subsumida en la ciencia de la política pública y se cree que es parte de su objeto de estudio, pero en rigor la evaluación en política pública es un método que pervive a lo largo del ciclo de las políticas y hace ya tiempo sustituyó al concepto de control. No es una rama del quehacer propiamente dicho de estudio de la política pública como si lo es el campo de la toma de decisiones que la hace netamente una ciencia transdisciplinaria desde mediados del siglo XX; que no una rama de las ciencias administrativas. La evaluación, como ciencia, viene gestándose con la tradición evaluativa en el campo de la educación formal nacional-local del mundo desarrollado y en desarrollo y su necesidad permanente de mejorar los modelos
educativos para propiciar la calidad, la democracia y las libertades, sobre todo en los 60’s y los 70’s. La evaluación como ciencia moderna puede tener sus orígenes en el estudio de la mercadotecnia que se consolida como ciencia independiente de la administración y de la ingeniería industrial también en los años 50’s, al igual que la política pública, gestándose el campo de la mercadotécnica política. Se utilizó también en los estudios de evaluación de pruebas psicométricas en el campo de la administración de recursos humanos, supervisión de personal y psicología social y/o clínica laboral y del trabajo. Del campo de las ciencias de la educación y la evaluación de los sistemas educativos públicos, responsabilidad pública de la burocracia del estadogobierno, la evaluación como un hecho público, cómo método, pasó a la administración pública como mecanismo interno de permanencia y corresponsabilidad pública a transparentar, así como mecanismo externo de calidad y respuesta efectiva a las demandas ciudadanas (INEE); se debe recordar que la burocracia tradicional weberiana en su forma escalafonaria, progresiva, siempre ha contado con mecanismo discretos y discrecionales de evaluación y autoevaluación; no se diga en la SEDENA. Ahora la evaluación ya está en las sedes de las organizaciones de la sociedad civil organizada y no está como ciencia (independiente) en los planes de estudio de posgrado, ya no digamos de licenciatura de varias carreras; se la sigue viendo como un método y no como toda una ciencia. La evaluación ya hizo gala de su potencial científico en la evaluación de los mercados financieros y las finanzas privadas y públicas, recordemos la
tradición del llamado bufetismo de Warren Buffet de fines del siglo XX. En el siglo XXI se da la evaluación de los mercados bursátiles como en el otro siglo la evaluación de mercados de refrescos. En el contexto del gobierno ahora ‘abierto’, así como en el parlamente ‘abierto’, se evalúa la rendición de cuentas y la transparencia por la sociedad civil organizada; formalizada (Hall) (México evalúa). La sociología de las intervenciones también estuvo haciendo evaluación en campos como el trabajo social (perdido en México como capital social para el desarrollo humano comunitario) tanto a individuos como a grupos de la sociedad civil, militar, campesina y escolar. Por ejemplo, creo que la evaluación que hace la antropología visual del campo de las mediaciones y la comunicación gráfica y de la georeferenciación visual del sujeto-objeto, es una de las formas más posmodernas de evaluar la realidad animadacomunicada en la que se sustentan las identidades populares. Otra gran ciencia transdisciplinaria del siglo XXI, creo es, o debería ser la prospectología que está subsumida en diferentes ramas de las ciencias clásicas, dado que la podemos encontrar con tilde en filosofía, sociología o en geografía social, ecología política o desde la filosofía jurídica y la teoría de la justicia. Aunque también podemos mencionar la ciencia de la teoría de las organizaciones que ya ha impregnado el mercado académico (principalmente de posgrado) y el del desarrollo institucional en empresas, así como con áreas de desarrollo organizacional en las organizaciones de la sociedad civil.
La evolución de los estudios científicos transdisciplinarios son ya característicos en el siglo XXI, predominan, en ellos participan varias ciencias como la administración pública, la política pública, la sociología de las intervenciones y la antropología del compromiso o engagement (se habla de la antropología pública), pero sobre todo estamos viviendo un momento de transdisciplinariedad en el que vertientes teóricas buscan su cometido entre el sujeto de estudio de las ciencias clásicas. Se trata de campos como la teoría de la organización, el institucionalismo y el nuevo institucionalismo, la economía social, la economía del conocimiento, la gestión pública y la nueva gestión pública, la planeación estratégica, el desarrollo organizacional, la reingeniería de procesos, la certificación en calidad y sus diferentes modelos mundiales. Todas ellas son ramas del conocimiento teórico social y humano que hacen del enfoque tradicional científico en ciencias sociales y humanidades, una ciencia transdisciplinaria que mezcla las ciencias administrativas con la ingeniería industrial, pasando por la filosofía de la empresa, el arte de la persuasión y la mercadotécnica, la imagen pública y las encuestas, la economía pública y social, junto con los recursos de la descripción densa antropológica y la etnografía multisituada, visual y el trabajo de campo virtual. Las ciencias transdisciplinarias tienen como variable constante el factor de la cultura y las relaciones humanas, están atentas a la cultura organizacional e institucional, se involucran en incidir en el ambiente y el clima de las organizaciones y en democratizar el desarrollo institucional en los centros de trabajo públicos y privados; sociales.
El ambiente científico del siglo XXI con predominancia en el enfoque transdisciplinar, conlleva que la ciencia de la política pública sea un quehacer
científico
que
utiliza
diversas
ciencias
clásicas
para
redimensionar lo público, lo político, en donde todo lo gubernamental debe ser público, pero no todo lo público debe ser gubernamental, de ahí también el impulso que la política pública ha dado a la naciente ciencia transdisciplinaria de la participación ciudadana que tiene sus orígenes a fines del siglo XX. La tendencia a que en el siglo XXI toda ciencia sea transdisciplinaria nos está llevando a que se empiece a vislumbrar la ventana de conocimiento y cambio societal que implicará superar la hechura de políticas públicas con base en la agenda parlamentaria y la partidocracia. Ahora la agenda pública está guiada por la participación ciudadana que nos está llevando a una forma diferenciada de satisfacer las necesidades sociales, a su secularización y a democratizar la agenda pública sistémica que debe estar nutrida por las diversas formas de organización comunitaria-local y no por los partidos y su poder de persuadir la agenda pública, vía la mercadotecnia política, con un enfoque federal centralista que ha vuelto a imponer el PRI desde antes del fenómeno Trump; la transdisciplinariedad como paradigma posmoderno se opone a la ciencia hegemónica. La consolidación transdisciplinaria de la política pública nos lleva a que la política no esté hecha por los políticos oligarcas, sino por miembros de la sociedad civil organizada representada por artistas, empresarios, periodistas, académicos e investigadores, deportistas e industriales, amas de casa como lo pensó Marx, comerciantes y artesanos, para que la
demanda ciudadana busque formas de desagregarse desde abajo, desde el ámbito de lo político y no de la política partidista que conlleva como premios la toma de botines parte del tesoro público. La ciencia transdisciplinar como la política pública está gestando un sistema de partidos multicultural y no solamente pluricultural, en donde quepan las necesidades del movimiento LGBTTT y la cultura espitémica queer que junto con la hechura de una ciencia femenina e indígena, cada vez seculariza más el ejercicio del poder público académico.
Conclusiones Finalmente con el arribo indetenible de la ciencia transdisciplinaria, estamos frente a una generación que construye conocimiento libertador, nuevamente libertario, no doctrinario, del ciudadano para el ciudadano, no dogmático y podemos decir cien años después de Marx y marxismo universitario, que la transdisciplina implica un brinco epistémico ‘ecléctico’, entendido más como tolerar la diferencia, ser inclusivo y reflexivo y no como una actitud indecisa o una idea ambigua; relativista. Estamos en una ruta en la que la ciencia normal (Kuhn) se está volviendo transdisciplinaria y en la que todos los caminos llevan al arte de tener como constante el factor humano y su condición, diferente de la ciencia decimonónica que separa al arte de la ciencia y a la religión de ambas.
Ahora estamos regresando a la necesidad de alcanzar una libertad plena al reencontrarse la ciencia con el arte y el arte con la ciencia, la religión con la ciencia y la ciencia con la religión, hay como un ecumenismo epistémico de la exciencia de claustro, se pugna por la pluralidad y el entremezclamiento de saberes vivos y muertos. Estamos construyendo una transdisciplinariedad como una verdad multifacética, multilineal, multicultural, no juarista donde todos son iguales normativamente hablando, es un momento de singularizar el todo y en el que la teoría de la justicia aplica para reflexionar la condición de la academia y sus signos de autoritarismo público. La transdisciplinariedad es una revolución científica (Kuhn). Pareciera que los paradigmas de la política pública, la ciencia de la evaluación, la epistemología queer, la necesidad de materializar la gobernanza, humanizar el management y hacer humanamente posible el quehacer público con la ciencia de la administración pública, el manegement democratizador y el gerencialismo del desarrollo, nos demandan empujar hacia la transdisciplinariedad de los saberes universitarios. Necesitamos dejar definitivamente atrás el modelo educativo de la cameralística, de las ciencias absolutistas del siglo XVIII, en el que ha estado viviendo la universidad pública particionada en nichos y refugios de dogmas y
quehaceres parcializados, con élites no renovadas
constantemente bajo parámetros democráticos y no de compadrazgo; se requiere entremezclarnos disciplinariamente hablando para consolidar la
transdisciplinariedad como una revolución científica que favorezca la vida democrática nacional. Las ciencias como la política pública, la evaluación y la administración pública, junto con el paradigma científico que implica la naciente ciencia de la participación ciudadana, nos hacen pensar en el movimiento anarquista clásico (que hace siglos recorrió de Rusia a Italia), que reñía con los comunistas y los socialistas para reducir la fuerza del estado oligárquico. Las ciencias transdisciplinarias parecen proponer alcanzar algo similar a lo que referenciamos con la idea teórica de gobernanza, es decir, un autogobierno comunitarista; alcanzar el estado mínimo y no el fallido. La utopía ya no es la dictadura del proletariado, sino la gobernanza de la ciudadanía, el empoderamiento en diversidad, el empowerment ciudadano en la gestión pública desde abajo con los de abajo, el embodiment en la participación ciudadana por el presupuesto y el embodied en la auditoria social; el enforcement societal: el enforce cívico. La transdisciplinariedad como performance del ciudadano propiciará que las comunidades locales tomen el poder sin un gobierno cooptado por políticos partidistas y burócratas en busca de presupuesto. La transdisciplinariedad está en la puerta de la formación de gobiernos comunitaristas que hagan extinguirse la conformación de gobiernos de la partidocracia, los partidos políticos tendrán que ser sustituidos por partidos de comunidades, locales, según campos de conocimientos, de dominio y expertise, gestando un sistema de partidos horizontal y localfederal en la satisfacción de la demanda de la sociedad, en donde la
estructura organizacional a través de la que se desahoguen las demandas sea conformada por grupos de edad, según grados de responsabilidad y de manejo de información y se transite hacia una estructura de cargos estatal-gubernamentales honorarios por competencias ante la hacienda pública. Estamos hablando de una sociedad en la que la transdisciplinariedad permita hacer del ciudadano un agente activo en su sociedad y cubra infinidad de cargos de forma honoraria a lo largo de su vida, según su desarrollo en competencias, se evite la gestación de burocracias permanentes con latos niveles de analfabetismo funcional y se geste la burocracia comunitaria por grupos de edad y sectores de conocimiento desde lo local. Se cree un parlamento comunitario, honorario, con grupos de edad por campo del conocimiento; será entonces cuando la transdisciplinariedad sea el vehículo de comunicación para la construcción de ciudadanía. Se vislumbra un siglo XXI con una demanda cada vez mayor de un modelo educativo universitario que ponga de relieve la transdisciplinariedad y que los conocimientos sean cada vez más de uso transversal (bioética, derechos humanos, género, deontología) y no mantener un modelo lineal y unilateral que sectoriza y fragmenta la formación del capital humano que requiere el capital social para la acción pública democrática posmoderna; Al lograr distinguir la lucha que han librado y están librando los paradigmas científicos clásicos transdisciplinarios, como los de la política pública, la evaluación y la administración pública, junto con la psicología y
la criminología, nacidos en siglos pasados, nos dan conciencia de cómo toda la ciencia (incluida la de la participación ciudadana) tiende hacia la transdisciplinariedad, la pluralidad y la multiculturalidad propiciando el entrecruzamientos de saberes en el que se conjuguen todas las ciencias; debemos propender a salvar los muros autoimpuestos y descentralizar el conocimiento, multiculturalizarlo. La política pública no se ve como una ciencia en México, se la sigue viendo como un ejercicio paternal de gobierno y a la administración pública se le sigue viendo como la familia burocrática que media entre la oferta de la oligarquía político-empresarial y la élite-partidista (intelectualista) que gobierna y no como una ciencia transdisciplinaria que conjuga todo tipo de conocimiento que se requiera para alcanzar el bienestar público y hacer de la vida entre ciudadanos una atención recíproca de autogestión de calidad; comunal comunitarista. La propia ciencia de la política pública en sus dos vertientes, tanto la llamada trituradora de números (economicista) como la institucional (sociológica), carecen en los programas de estudio universitarios y de posgraduados del enfoque pleno de la transdisciplinariedad, por ejemplo, porque no estamos incluyendo la mezcla entre: HISTORIA DE LA CIENCIA PARA TODO INGENIERO ADMINISTRACIÓN PÚBLICA PARA TODO CIENTÍFICO MATEMÁTICAS PARA ANTROPÓLOGOS y SOCIÓLOGOS
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