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4- ANTOLOGÍA DE EXPERIENCIAS PEDAGÓGICAS
otro lado, el acceso a estos recursos representa sólo el inicio, se debe tener en cuenta aquello que permite su buen uso. No sólo son los medios los injustos, también lo son los “qué”, los “para qué” y los contextos donde los actos educativos ocurren.
La función de la escuela es educar, es decir que trata de desplegar un conjunto de dispositivos e intervenciones para poner a disposición más y mejores conocimientos, capacidades, saberes, emociones, etc. que le permita aportar a una buena educación. No se trata de declamar, de repetir o de imponer: educar es conversar. Cada vez que pienso la educación la pienso como una linda conversación entre interlocutores activos, no solo con una buena escucha, sino también con capacidades de intervención y de acción. Por supuesto que ahora la prioridad es la salud y todas las instituciones deben ponerse al servicio de la preservación de la vida de las personas. Pero la escuela, a mi juicio, no puede perder, en este contexto, su lugar como institución que educa. A lo largo de toda la charla, el término conversación fue muy “ “ LA CRISIS DE LA EDUCACIÓN VIENE DE ANTES, NO ES NUEVA recurrente. Su origen etimológico remite del latín al vocablo conversatio que está conformado por con-, que significa reunión, versare, que significa rodear, girar, cambiar, dar vueltas, y por último el -tio, que indica una acción o también su efecto.
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Laura distingue, entonces, este educar-conversar del “hacer”. Considera que en estos tiempos hay mucha energía y preocupación puesta en el hacer. El hacer se convierte en un riesgo si no se lo dota de sentido. Lo que caracteriza a este, nuestro presente, es que estamos en un momento de excepción.
Podemos entender esta excepcionalidad en un doble sentido. En primer lugar, por considerarlo como algo que se aparta de lo que es nuestra cotidianidad y que ocurre muy rara vez. Y, en segundo lugar, porque esto requiere de decisiones diferentes a las habituales.
I.R.: ¿Cómo ves esta excepcionalidad en el campo educativo?
L. M.: En el marco de esta excepcionalidad puede considerarse que menos es más: menos contenidos, menos actividades, menos vorágine, menos tiempo, promoviendo un mayor significado, un mayor diálogo. Esto nos desafía, en aquellos casos donde la co-
municación virtual es posible, a pensar no solo en lo que nos quita, sino también en lo que nos brinda. Ya es sabido que nos quita el contacto directo, cara a cara, el abrazo, el vínculo, pero al mismo tiempo nos ofrece las expresiones artísticas, la música, los colores, los movimientos, el humor. Nos abre el acceso en la inmediatez, por ejemplo, de recorrer y conocer museos, calles del mundo, paisajes cercanos y remotos, escuchar otras voces y experiencias que habitan el mundo, ahora presentes en nuestra cosa. Vinculado a lo anterior, retoma una frase que plantea Carlos Skliar, “ “ LA FUNCIÓN DE LA ESCUELA ES EDUCAR. especialmente referida a la educación inicial y a la educación primaria, en cuanto a recuperar la infancia para la niñez. Esta idea de pensar la infancia asociada al asombro, a los sentidos, los aromas, los colores, las texturas, los sonidos, a la curiosidad, a la imaginación, a los sueños, a los juegos, al contacto. Cómo recuperar el espacio de la infancia para una niñez escolarizada. Luego de escuchar una charla de Francesco Tonucci en el marco de la pandemia, se quedó pensando acerca de sus palabras acerca de los deberes. Según el conocido pedagogo italiano la escuela no debería dar deberes.
L. M. La escuela tiene como función educar. El deber es lo que adeudo, lo que me obligan. Jugando con las palabras buscamos su antónimo. Al deber se opone el placer. ¿Podemos transformar el deber en placer? Es más, la segunda acepción como antónimo de deber es derecho. SI la educación es un derecho, y nos constituye como sujetos de derechos por qué no pensar a la escuela con formas del placer. Las formas hacen al contenido y nos toca promover el papel de aquellos saberes vinculados al juego y el jugar, los lenguajes no verbales (como el sonoro-musical, plástico-visual y corporal), el arte, la creatividad, el contacto directo con la naturaleza, al aprender compartiendo tiempos y espacios en familia, en grupos heterogéneos. La tarea tiene que estar asociada entonces al no deber, sino al placer y al derecho.
La docencia es hoy más importante que nunca. Es imposible pensar en una escuela sin docentes. Son quienes van a elegir cómo mediar para dotar de sentido, de placer y derecho su tarea educativa de enseñar para construir aprendizajes. Docentes con mirada experta, intelectual, formada, que trabajan para tomar las mejores
decisiones. La figura docente cobra una dimensión mayor frente a la tecnología, que no puede reemplazar su saber de oficio.
I. R.: ¿Qué cosas te preocupan como necesarias de conservar o recuperar?
L. M.: Estas otras formas que toman una mayor relevancia en estos tiempos, también tienen que dar lugar a aquellas que es necesario recuperar. En cuanto a esto, un riesgo de la virtualidad es que lo real se diluya y que perdamos de vista lo sensible, las emociones, lo que nuestros sentidos pueden enseñarnos del entorno.
Este gran consumo actual de entornos virtuales nos desafía a buscar estrategias didácticas que nos permitan volver al contacto directo con la realidad, por ejemplo, el aroma a tierra mojada, las diferentes texturas de las hojas, al placer del movimiento.
Es así que el contacto directo con las personas no se puede reemplazar por un texto, hace falta la mirada, hace falta hablar, compartir gestos, ese diálogo no verbal silencioso. Los maestros y maestras tienen muchas posibilidades donde lo real esté constantemente presente. Pensar en aquellas cosas referidas al aprendizaje a través de los sentidos.
La segunda cuestión que considero necesaria conservar es el carácter social de la educación. Aunque esté sola en mi casa, soy yo con, a través y gracias a otros. Es posible proponer tareas colaborativas, donde circule el conocimiento. Tal vez sea más sencillo en el nivel secundario y el nivel superior, pero también es posible conformar grupos de aprendizaje, de construcción colectiva, todo un desafío, con los pequeños.
Una tercera cuestión para conservar es la evaluación, una evaluación alejada de la acreditación, una que no tiene que ver con poner una nota o tomar una decisión de quién aprueba y quién desaprueba. Una evaluación que pueda ponderar puntos de partida para alentar a la superación, la mejora, al hacer con sentido.
No estoy de acuerdo en que no haya tareas y que no puedan ser ponderadas. Entiendo al evaluar importante para construir y alentar, De una u otra manera la evaluación otorga sentido. Si nadie lo va a mirar, ni leer, ni mirar u opinar, para qué lo haría. Durante la niñez es difícil que lo hagan para sí. ¿Por qué no pensarlo en forma colectiva? Si esto que se hace es en grupo, que puedan retomar lo que cada cual hace, ampliar lo hecho, organizar y ordenarlo. Todo “ El entorno real, si no estamos muy atentos, puede diluirse en un niño o joven hiperconectados donde se “ construye una realidad de ficción y vínculos artificiales.
esto es inherente a los procesos de aprender y enseñar. Y también la evaluación tiene un profundo peso al momento que docentes y equipos directivos tomen decisiones, pues nos permite detectar las cosas que están bien, las que hay que cambiar y en qué pueden mejorarse, porque ese tiene la educación, siempre es posible obtener una mejor versión de ella.
Otra cuestión que hay que conservar son los lenguajes expresivos como engarces transversales de las propuesta de enseñanza. Lenguajes presentes en la música, en la danza, abrir espacios de expresión, de gozo, de movimiento. Esta recuperación no es un lugarcito anexo sino un lugar más protagónico. Un último recuperar que voy a nombrar, es el rol docente como conversador. La enseñanza como una conversación con sentido. Conversar con lenguajes para ser comprendidos, conversar también con los mayores, madres, padres, referentes adultos que cobijan y cuidan a estos niños. Lenguajes que se escapen tanto de las modas pedagógico didácticas como de los tecnicismo y que permitan construir sentidos.
Los mayores de la casa no son docentes, no les corresponde, no pueden o no saben cómo enseñar. Pero sí acompañan las actividades que propone cada docente, generan tiempos y preparan espacios. Comparten la tarea pero no suplantan a quienes piensan el itinerario de aprendizaje de acuerdo al nivel.
Nos estamos adaptando a un formato que puede resultarnos poco cómodo, o que es novedoso, o que ya es conocido, o que genera temor, sensibilidades, agotamiento. En ese sentido es importante sistematizar las propuestas que estamos construyendo, compartir con otros, para que construyan maneras de comunicación que no den nada por supuesto.
I. R.: ¿Qué sugerís al respecto?
L.M.: Al igual que en la presencialidad las propuestas tienen que contar, de alguna manera, con nuestra cara o nuestra voz, tener un título, la fecha, el número de páginas. Cuestiones simples que implican ponerse en el lugar de quienes lo reciben. Por ejemplo, que no todos cuentan con los mismos recursos.
Pensar la diversidad, en aprendizajes que recuperen el placer y el ejercicio de derechos es parte de los desafíos de estos tiempos, de este aislamiento que prefiero no llamar social sino físico. Porque la sociedad no debe, no puede y no quiere estar aislada, lo que estamos es separados físicamente. Como sociedad deberíamos estar más juntos que nunca.
Hace unas semanas tomamos conocimiento de la existencia de un proyecto que intentaría acercar la ciencia al hogar en este contexto de aislamiento social, un proyecto de comunicación pública de la ciencia a través de las redes sociales, pensada para niños, niñas, jóvenes y grandes. Esa iniciativa está en marcha y ya ha generado material que es difundido por Instagram, Facebook, una página web y por diferentes radios.
I.R.: Sabemos Laura que formas parte del proyecto “Chicos y grandes en casa a toda hora”, ¿podés contarnos de qué se trata y cómo surgió?
L.M.: Esta es una idea que surgió de Bariloche, del Instituto Patagónico en Humanidades y en Ciencias Sociales, en el cual Bariloche tiene un grupo que se llama Estudios Culturales y Cognitivos. El mismo 16 de marzo, día en que se declaró la pandemia mundial, un grupo de investigadoras de este nodo dijeron: ´bueno, ¿y la ciencia qué?, ¿cómo el campo científico acompaña y se compromete con este contexto?´ Y ahí, en un lapso vertiginoso de 72 horas, surgió un proyecto al cual después se incorporaron 15 investigadoras/docentes/técnicas de Conicet de diferentes lugares del país, de la Universidad de Río Negro, de la Universidad del Comahue, del Instituto Patagonia del Conicet, pero también del IRICE de Rosario.
De este programa surgieron unos micros que tienen cuatro líneas: micros para niños y niñas (pensado para nivel inicial y primario), para docentes y también para padres/madres e ideas para hacer en casa. Lo que se intenta a través de estos micros es sugerir actividades, compartir y que se compartan conocimientos, proponer intervenciones. Todo en una casa que ahora se ha transformado en mundo, es decir, en nuestra casa transcurre nuestro mundo ahora. Entonces la casa puede ser no solo un lugar que habitar sino un lugar en el cual puedo aprender. Y puedo aprender con sus paredes, con sus recetas, con sus personas, con los objetos que la casa tiene. Es una propuesta de cómo transformar la casa en un espacio de disfrute, de experimento, de aprendizaje, y cómo construir conocimientos con esos otros, quienes sean, que comparten ese espacio. Sabemos que a veces es molesto porque somos muchos, porque tenemos una sola computadora y queremos usarla al mismo tiempo, porque el espacio es pequeño, pero podemos reconocernos singulares dentro de una casa, por eso intentamos poder aportar a la buena convivencia y al trabajo solidario y cooperativo. Los micros para docentes tienen recomendaciones y sugeren “ “ LA CASA PUEDE SER UN LUGAR EN EL CUAL PUEDO APRENDER. cias didácticas, los de los adultos sugerencias de cómo acompañar a los niños y niñas en estos momentos de una escuela que ya no es tal como la conocíamos hasta ahora. Y los destinados a niños y niñas, sugerencias de cómo aprender divirtiéndose, utilizando cosas que tenemos en nuestra casa.
Los micros ya emitidos están en Instagram, en Facebook y en una página web donde, además, se cuenta acerca de este colectivo tan heterogéneo que incluye a un nutrido conjunto de artistas que ilustraron los micros, a narradores y narradoras que nos prestaron su voz, y a un conjunto de revisores y evaluadores del país y del extranjeros que, con sus aportes, nos ayudaron a mejorar nuestras producciones. Todos y todas tratando de pensar propuestas para tiempos de pandemia, en la que participen chicos y grandes en una casa momentáneamente aislada.
La intención de que estos micros fueran emitidos también por radio tiene que ver con la pretensión de llegar a la mayor cantidad posibles de personas. En aquellos lugares donde no hay internet y a
veces ni electricidad, la radio está siendo el medio de comunicación más eficaz. Unas buenas pilas ayudan a tener una radio encendida.
QUÉ HAY MÁS ALLÁ DE LA PANDEMIA: EL DEBATE POR EL FUTURO INMEDIATO
Se escuchan muchas voces que intentan analizar el contexto y proyectar desenlaces. En palabras de Dora Barrancos, “nuevamente toma forma la necesidad imperiosa de interpretar el futuro y hemos vuelto al tiempo olvidado” (https://www.argentina.gob.ar/ sites/default/files/el_futuro_despues_del_covid-19.pdf).
Filósofos, sociólogos, analistas políticos, cientistas sociales intentando pronosticar, augurar un orden mundial pospandemia. Algunas visiones son más optimistas en tanto hablan de esta crisis como un golpe al corazón del capitalismo (Slavoj ŽiŽek), otras son más escépticas pues interpretan que de la crisis no se saldrá con una sociedad más solidaria o justa sino con una sociedad más temerosa y propensa a formas de control totalitarias, la puerta de entrada a un Estado policial (Agamben, Chul Han, Klein).
I. R.: Teniendo en cuenta los debates que se están dando entre intelectuales de distintas adscripciones teóricas e ideológicas en relación a lo que le espera al mundo una vez pasada la pandemia, ¿qué postura tenés o con cual te identificás?
L. M.: Las miradas optimistas la verdad que no las comparto. Yo creo que son escasos los indicadores que nos permitan afirmar que se vienen cambios positivos. Fíjense lo que pasa con la violencia de género, con la violencia doméstica. Esto de decir “surge una nueva sociedad”, como slogan está bárbaro pero, desde mi lugar de pensadora pasados inmediatos y pasados más remotos, considero que para que una sociedad más justa y más solidaria emerja, resultan necesarias decisiones políticas a nivel mundo -y en especial del mundo de los poderosos- que exceden absolutamente las buenas intenciones individuales y comunitarias.
Fíjense ustedes que tanto la derecha como la izquierda culpan a la otra posición de utilizar la pandemia para generar autoritarismo, entonces estamos pensando en un Estado totalitario de derecha o de izquierda depende quién sea el orador o de qué lugar del mundo se haga la declaración, pero ambos discursos alertan sobre esta posibilidad. ¿Habría pandemia capaz de acabar con hegemonía del Norte, con el colonialismo, el racismo, el patriarcado?
UN CAMBIO DE ÉPOCA
Sabemos que para un historiador o historiadora resulta ser muy
difícil hablar de un acontecimiento que sólo tiene fecha de inicio, suele esperarse que se tome distancia con ese hecho a estudiar o interpretar y que éste ya tenga un cierre, al menos en algunos aspectos. Sin embargo, la experiencia nos dice que acontecimientos como este suelen establecer un antes y un después en la historia de la humanidad y nos dispusimos a seguir indagando en ello.
I. R.: ¿Qué diremos de esta época de aislamiento físico y preventivo dentro de unos años cuando miremos hacia atrás, qué intuición tenés respecto de lo que vas a decir o “conversar”, como te gusta decir, acerca de esta época que estamos atravesando?
L. M.: Yo creo que esto es lo que se denomina, según la teoría, un suceso creador de época. Para algunos autores, los sucesos creadores de época son aquellos que generan tanto impacto a tal número de personas que marcan un antes y un después, por lo menos en algunas trayectorias vitales del mundo occidental. Pensemos en la revolución francesa, en la caída del muro de Berlín, en aquellos sucesos que cambiaron y pusieron patas para arriba el mundo. Yo tengo la certeza que estamos frente a eso, que estamos frente a un suceso creador de época que va a marcar el fin del siglo XX. Los cortes son arbitrarios, Halperín Donghi, un reconocido his “ “ SE PRODUCIRÁ UN CAMBIO TRASCENDENTE EN EL MUNDO DEL TRABAJO. toriador, decía que tenemos una fascinación por los ceros, si son dobles ceros qué bien, si son tres ceros, mejor aún, pero en realidad los procesos históricos no respetan con tanta exactitud los dobles o los triples ceros. A mí me parece que la pandemia termina finalmente con el siglo XX, termina con los resabios que en el XX se vivieron del siglo XIX y que aparece una nueva forma de entender la sociedad, donde hay algunas cosas que van a cambiar. Entre ellas, según mi parecer, van a modificarse las lógicas de todas las instituciones, ya sea educativas o laborales, que implican que mucha gente esté en el mismo lugar haciendo la misma cosa al mismo tiempo. Y estoy hablando de escuelas y estoy hablando de fábricas y estoy hablando de universidades. Creo que esto se termina, creo que irrumpen nuevas maneras de trabajar, que incluyen el trabajo
doméstico (que ahora se llama “trabajo” porque incluye también a varones, sino serían “tareas” del hogar no remuneradas hechas por mujeres), y también esta pandemia ha sido una puerta de entrada importantísima a la robótica que estaba buscando excusas para reemplazar la mano de obra humana, y que esto no tiene vuelta atrás. Creo que, en lo inmediato, se producirá un cambio trascendente en el mundo del trabajo.
También creo que hay un cambio acerca de las movilidades territoriales. Nosotros estamos viviendo desde la caída del muro de Berlín en adelante, una sociedad muy nómade, es decir, si nosotros miramos para atrás, las sociedades de principios del siglo XX, eran sociedades que se trasladaban muy poco. Si ustedes piensan en sus propios padres, o con seguridad sus abuelos, es probable que vivieran casi siempre en el mismo lugar, o que emigraron una vez y para siempre y que quizás tuvieron a lo largo de su vida dos trabajos o, en algún caso como mi viejo uno sólo, se jubiló de empleado bancario y había trabajado toda su vida ahí. Y después de la caída del muro, empezaron estas comunidades itinerantes, donde no hay arraigo, ni al terruño ni a un trabajo único, una profesión única, una forma de vida única. Bueno, yo creo que eso va a cambiar porque las fronteras nacionales se han erigido con mucha fuerza. Esta posibilidad de trasladarnos por el mundo de manera errante creo que no va a volver en el corto plazo y en el caso que vuelva va a volver absolutamente mermada y con otras condiciones.
También creo que la xenofobia y el racismo están gozando de muy buena salud y que va a ser muy difícil desmantelar estas cuestiones porque la pandemia las legitima, les otorga justificación: cierra las fronteras por el contagio. Creo que es un mundo nuevo y un mundo muy difícil y quizás como único antídoto, esta pandemia a muchos nos ha permitido pensarnos a nosotros mismos y pensarnos como grupo familiar y como grupo de afectos y que será quizás de estos pequeños contactos entre pequeños grupos donde salgan maneras de revisar y afrontar un mundo que se viene que a mí me parece que va a ser más desigual que el que tenemos hoy.
Es difícil pensar que ante esta crisis, ante este momento de cambio total y ante ese mundo que se asoma, que no sabemos cómo es pero que, seguramente, será en mucho diferente al actual, que no cambie también, en mayor o menor medida, el rol de la escuela.
I. R.: En ese juego nuevo que se va a dar de interacciones políticas, económicas, sociales, ¿la escuela seguirá teniendo el mismo rol o tendrá otro?
L. M.: No es fácil para responder, pero yo creo que la escuela tiene que recuperar su lugar de construcción de conocimiento, que fue su matriz, que después se fue complejizando y tocando con otras cuestiones que tuvieron que ver con la contención, con el asistencialismo, con la “escuela guarida”. Creo que la escuela tiene que recuperarse y fortalecerse en ese lugar, pero saber que no es la única, ni siquiera la mejor. Va a haber otras formas en el que las niñas y niños se van a procurar información y la escuela va a estar quizás principalmente para sostener esto que hoy llamamos contenidos transversales, y que tienen que ver con la perspectiva de género, la lucha por los derechos, el respeto por la diferencia, la perspectiva decolonial, la perspectiva intercultural. Creo que desde esos lugares hay un aporte de la escuela que tiene que ver más con la formación. Un aporte a la formación de conciencias, de formas de comprender y de actuar en el mundo, más que a la transmisión de contenidos en sí, que está disponible y a veces mucho mejor de lo que lo hacemos nosotros. La institución escolar todavía tiene mucho para decir acerca de los “para qué” y los “por qué”, no tanto de los “qué” y los “cómo” que hoy están disputados por otros que se ocupan de ellos, y muchas veces muy bien.
LAURA MARCELA MÉNDEZ es docente, artista independiente, comunicadora y gestora cultural. Desde el año 2006 en Río Negro, es profesora de Nivel inicial, desempeña su cargo en el Ministerio de Educación de dicha provincia hasta la actualidad. Crea programas integrales de “Talleres en Artes Integradas” (2011-2014) Plásticas y dramáticas seleccionados por la supervisión de Educación dentro del currículo de Primaria y Jardines de Infantes de la provincia de Río Negro y Neuquén. Coordina programas pedagógicos y artísticos en escuelas comunitarias dependientes de la Secretaría de Cultura y Deporte, de Río Negro y Neuquén (2008-2014). Participa y organiza exposiciones e intervenciones artísticas del A.N.A.P. Asociación de Artistas Plásticos del Neuquén (2011-2013). Estudia profesorado de Artes Visuales en la Escuela Superior de Bellas Artes del Neuquén ESBA. (2011-2014). Coordina y dirige proyectos institucionales pedagógicos educativos en Arte terapia, cuentacuentos terapéuticos, modelados en arcilla y lanas de nuestra tierra.
Actualmente, produce y crea programas de Radio Ciudad 94.5 FM, “Poéticas de lo cotidiano”. Vive en la Patagonia argentina hace 15 años, como profesora ejerciendo e investigando desde entonces la cultura y orígenes de nuestra región. Creadora, coautora y editora de cuentos para infancias libres “Ulkantvn”, historias desde nuestro territorio con palabras en MAPUZUGUN. Presenta el libro por ferias de la región y Bs. As. (2017-2019) que presenta en escuelas, jardines y teatros de la Patagonia: en el auditorio del Museo Nacional de Bellas Artes del Neuquén, 2019. Participa activamente en talleres, memorias y transmisión de contenidos, en la residencia artística “Barda del Desierto” (2015-2019) en la Localidad de Contraalmirante Cordero, provincia de Rio Negro. Crea y coordina talleres de “Arte en vivo” Televisión Pública Argentina “Desde la Vida” (2018) realizando la grabación de 18 programas, junto a infancias y jóvenes con discapacidad. Produce escribiendo e investigando nuevas narrativas y música experimental en colectivas de mujeres artistas de la región (2016-2019), creación de espectáculos para infancias, cuentacuentos y vestuarios. Es convocada para la Bienal del Neuquén Contemporáneo 2019, curaduría Kekena Corvalan, participa del “Laboratorio anual de escritura para Artistes” que depende de la Secretaría de Cultura de Neuquén y de la Nación
ANTOLOGÍA DE EXPERIENCIAS PEDAGÓGICAS
En esta sección incorporamos una selección de experiencias educativas a modo de recopilación de “lo que nos pasa” en el territorio provincial. Estas experiencias reúnen decires, pensares, haceres, sentires desde las singularidades de los contextos y al mismo tiempo se entraman en las pluralidades de las prácticas pedagógicas.