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Carolina Charry, rectora del Colegio Británico de Cartagena, habla sobre los desafíos educativos que enfrentan el país y las instituciones del sector.
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sin EmbaRgo, la enseñanza tocó a su puerta desde muy temprano. Sus prácticas profesionales las hizo en un colegio de niños con discapacidad auditiva y desde ahí se enamoró del proceso de inclusión. Tanto, que en menos de un año se convirtió en intérprete de lenguaje de señas.
“Me enamoré del impacto que uno puede tener a través de lo que hace y lo que le apasiona en la infancia. Cuando empecé, presté servicio en un colegio del bienestar familiar, y vi la problemática, es ahí cuando te empiezas a preguntar: ¿Cómo pones el don que tienes al servicio de los demás?”, dice Carolina Charry.
Tras asumir retos en diferentes instituciones, su mayor desafío comenzó en Cartagena: liderar la apertura del preescolar en el Colegio Británico que lleva más de 39 años en la región. Ahí ha tenido logros, no solo en materia de infraestructura, sino en la implementación de proyectos de internacionalización para los niños, actualización de procesos educativos y liderazgo de docentes.
Su enfoque social le ha permitido llevar a las aulas y a sus labores diarias, actividades enriquecedoras, como dar soluciones a problemas, y pensar en de manera colaborativa. “Tratamos que los proyectos de aula tengan un impacto social. Nuestros niños eligen una problemática a través de conversaciones con su docente, generan una pregunta que los orienta en su investigación y al final de ese periodo académico ofrecen una solución, la cual debe tener un impacto en su comunidad educativa, ciudad o en el mundo”, dice.
Charry recoge hoy los esfuerzos de su convicción por la inclusión y procesos de paz. Recientemente fue nominada por el claustro de directores de la Organización de las Américas para la Excelencia Educativa - ODAEE, como embajadora de la Paz, por su contribución a la construcción de espacios de diálogo y reflexión para el establecimiento de una Cultura de Paz desde y a través de la educación.
Con determinación, Carolina Charry habla sobre la importancia de que el Gobierno implemente estrategias para que la educación sea de calidad, y disponga de mayor inversión y recursos que permitan al sector pasar a un siguiente nivel.
“Creo que el Ministerio de Educación es consciente de que hay que hacer un cambio, pero siento que en Colombia no hemos identificado cómo hacerlo y nos cuesta a veces tomar el riesgo. Damos pasos muy seguros y lentos, y la velocidad de los niños va mucho más adelante”, agrega.
Según la directiva, Colombia tiene una deuda con los niños. Cada vez es más necesario tratar de comprender qué es lo que los niños quieren y necesitan, y la inversión en docentes es clave en este proceso de transformación, porque ellos son el canal a través del cual los niños pueden entender por qué y para qué van al colegio, además de saber qué hacer con la información que reciben a diario. Por ejemplo, el Británico de Cartagena, colegio que ella lidera, tiene profesores de diferentes nacionalidades, como Australia, Estados Unidos, Inglaterra, Asia y además cuenta con más de 45 familias de 20 diferentes nacionalidades. “Somos un colegio internacional, tenemos diferentes compañías para buscar los mejores talentos en Colombia”, añade. Charry está segura que Colombia no necesita más estudiantes preparados cognitivamente, sino gente que se prepare para impactar. “En esa transformación del mundo los docentes necesitan cambiar también, es importante que ellos entiendan que no son más dadores de conocimiento sino son entrenadores y guías para que los niños aprendan a autogestionar su conocimiento”, concluye.
“Yo creo que uno tiene que partir por entender qué es lo que los niños quieren qué lo apasiona, porque ellos quieren transformar su realidad”.