Antología Las palabras de Sherezada. Colectivo Hékate.

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Las palabras de Sherezada

Antología 2021

Antología producto del taller de escritura creativa para mujeres “Las palabras de Sherezada” de Colectivo Hékate

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Las palabras de Sherezada Antología 2021 Colectivo Hékate

Programa Social Colectivos Culturales

Comunitarios Ciudad de México 2021. Secretaria de Cultura de la Ciudad de México. Colectivo Hékate.

Taller de escritura creativa para mujeres, “Las palabras de Editoras:Sherezada”.Ana

Rosa Lozano González. Portada: Jessica Solano Morantes. Diseño: Jessica Solano Morantes.

Junio- Noviembre 2021.

LorenaContenido:Ruíz

Álvarez.

Daniela Neira.

Majo SamanthaMayraRamírez.Escamilla.Ramos Gómez.

Lorena Olvera . Liliana

JaquelineMarItzelAnyelaIllariYamilethZamora.Alcantar.AldereteCruz.BotinaLievanos.Picazo.Martínez.

Antología con 40 ejemplares.

Colectivo Hékate. Taller de escritura creativa para mujeres, “Las palabras de Sherezada”.. Noviembre de 2021, es una antología , publicada gracias al apoyo del programa social, Colectivos Culturales Comunitarios Ciudad de México 2021 de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

Este programa es de carácter público, no es patrocinado, ni promovido por partido político alguno y sus recursos provienen de los impuestos que pagan todos los contribuyentes. Está prohibido el uso de este programa con fines políticos, electorales, de lucro y otros distintos a los establecidos. Quien haga uso indebido de los recursos de este programa en la Ciudad de México será sancionado de acuerdo con la ley aplicable y ante la autoridad competente.

Las integrantes del Colectivo Hékate: Ilce, Jessica y Ana Rosa, agra decemos a cada una de las mujeres que se sumaron a este proyecto, Las palabras de Sherezada 2021. Nos vamos llenas de conocimiento, vivencias y amor por poder crear lazos y una verdadera comunidad con mujeres de diferentes lugares de la ciudad y otros países.

La antología “Las palabras de Sherezada” es un pequeño homenaje a todas esas mujeres que lucharon y siguen luchando por los derechos, voz y escritura de otras mujeres. Desde estas letras, Colectivo Hékate, pone su granito de arena para crear espacios seguros, y sororos que ayudan a que la comunidad de mujeres artistas siga creciendo cada día.

A cada una de las personas que participaron en la elaboración de esta antología y a los miles de ojos que las van a leer, les damos las gracias infi nitas por hacerlo posible.

1.ÍndiceSherezada Las visitas de Sherezada Nosotras las Sherezadas Las once noches Oración a SherezadaLosSherezadaplatillos de Sherezada SherezadaSabina Jaqueline Martínez Illari Alderete Cruz Mayra ItzelDanielaMajoYamilethEscamillaAlcantarRamírezNeiraLievanosLorenaRuízÁlvarez 11 12 18 14 20 23 16 21 24
3. El mundo de una escritora 2. Materia prima: las palabras SaushiMiedoDiccionarioLividinarDulceLaPerlainjuriosasHechizoElDesprendimientoúltimoIlhuicaminacontralaspalabrasnegracoleccionistatentaciónMágico Yamileth Alcantar Lorena Ruíz Álvarez Mayra SamanthaYamilethMajoMarDanielaEscamillaNeiraPicazoRamirezAlcantarRamos Gómez Majo Ramírez 36 26 37 29 27 40 34 38 31 35 39 32

Lorena Ruíz Álvarez

Ilrri Alderete Cruz

Liliana Zamora

Mayra Escamilla

Samantha Ramos Gómez

Anyela Botina

Lorena Ruíz

Un brote de resentimiento Deseos de medianoche Un día como otro Bitácora del viajePromesaUniverso
47 53 49 54 51 55 5. Cómo escriben mis sentidos Soy el sentido mudo Oscura iluminación
Álvarez Majo Ramírez 56 57 59 4. Antepasadas Las cartas de mis viejos Daniela Neira 43 44 Adivinanza Mayra Escamilla 42

¿Quiénes somos? de escritoras Zamora Mayra

Directorio
Como un fénix El RecuerdosElCincoFungosperfumemagicaesentidosprincipiosensoriales Liliana
SamanthaYamilethLorenaEscamillaOlveraAlcántarRamos Gómez Daniela Neira 72 73 62 64 67 61 66 70

Prólogo

Elegimos a Sherezada, la narradora de “Las mil y un noches” para rendirle homenaje y verla desde una perspectiva diferente y más justa. Siempre se ha visto como una mujer manipuladora que seduce a través de su físico, envolviendo al sultán con sus palabras para obtener poder y riqueza; ésta, es una visión occidental que a lo largo de los siglos se ha quedado arraigada en el imaginario Sherezada,social. es una mujer que tiene interesantes matices y aportaciones dentro de la historia. En primer lugar, conoce las tradiciones de su comunidad, ella es una practicante, guardiana y mensajera de las . herencias de sus ancestras. Por lo tanto, alimenta su conocimiento y sabiduría, leyendo e informándose sobre otras culturas y pueblos, es una mujer que cree que la educación puede expandir la visión de las personas. Durante las sesiones, logramos ver a Sherezada como una mujer consciente de su realidad y situación socio-política, ya que buscaba que el sultán ya no asesinara a más mujeres. Por medio de ella se hace evidente la capacidad intelectual, creativa y humana de la mujer, es una artista de la palabra, pues logra hilvanar diferentes conocimientos y narrarlos en interesantes historias. El objetivo del taller era encontrar a todas las herederas de Sherezada, : artistas de las palabras que quisieran compartir y difundir su conocimiento y experiencia. La palabra es una poderosa arma que debe utilizarse con responsabilidad y firmeza para poder crear diferentes y mejores realidades.

Sherezada

Sherezada es uno de los personajes más conocidos e importantes de la literatura universal. Ahora llega el momento de redescubrir y conocer el legado que ha dejado, a través de su infinito poder que es la palabra.Ilustración:

1.
LiH

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Las visitas de Sherezada Jaqueline Martínez

Desde mi más tierna infancia, no he conocido nada más allá del sueño profundo y vacío. Sueños sin historias que contar, huecos y sin vida.. No fue hasta hace unas noches, después de mi vigésimo sexto cumpleaños, cuando me encontré cara a cara con el desconocido insomnio para mí. Fueron noches enteras sin poder conciliar el sueño. Podía permanecer inmersa en la oscuridad durante horas con los ojos cerrados, rezando siempre por poder descansar sin obtener resultado alguno. En un principio fue tolerable gracias a los libros y al internet, pero con el pasar de los meses, me perdí a mí misma en una creciente desesperación que precedió a la depresión. Ni médicos ni psiquiatras encontraban razón a mi insomnio, ni los medicamentos, ni la meditación, ni esas estúpidas terapias alternativas. Nada me daba solución.Sin nada más qué hacer, tenía que enfrentarme al terror y al tormento absoluto cada que el anochecer daba paso a las tinieblas.

Hasta que finalmente me decidí a terminar con mi desgracia de una vez por todas. Quizás así, al acostarme envenenada, por fin pudiese reposar en los brazos de Morfeo.Pero en el momento indicado, leves toques a mi ventana dieron por frustrados mis planes. Razoné que era únicamente el viento y nada más. Pero para mi asombro, ésto no era así, ya que al levantar la cortina, vislumbré a una hermosa gata negra llamando, pidiendo entrar.

Sin entender exactamente el por qué, abrí la ventana, pero la criatura permaneció inmóvil. Le cuestioné por qué llamaba si no deseaba pasar, sin obtener respuesta, procedí a cerrar la ventanilla mientras le decía que no me importaba si entraba o no, podía hacer lo que le placiera. Cuan fue mi sorpresa que al darme la vuelta ella yacía detrás de mí.

Y con el porte elegante y refinado de una gran dama, se paseó a lo largo de mi alcoba hasta posarse cómodamente entre las sombras, y ahí su pequeña figura gatuna transmutó a la esbelta figura de una mujer.

La mujer más hermosa que he tenido la fortuna de admirar, sin duda alguna. No podía dar credibilidad a lo que mis ojerosos ojos presenciaban, pensé que quizá la falta de sueño ya estaba dando paso a la falta de racionalidad. Sí, esa era la única explicación lógica, me había vuelto loca.

Sin embargo, su cercanía se sentía tan real, así como su dulce aroma, su tacto al acariciarme el rostro y llevarme a la cama tomada de la mano. Así como también la excitación que recorría mi cuerpo al escuchar el susurro de su melodiosa voz en mi oído era tan real.¡Ella! ¡Ella! estaba contándome un cuento para dormir! Su maravillosa narración me tenía encantada e hipnotizada, mientras podía advertir la proximidad de un orgasmo.

Al llegar al final de la historia y de mi éxtasis, me plantó un apasionado beso y me deseó buenas noches. De ahí no supe más hasta la mañana siguiente, ya que milagrosamente me había quedado dormida. Desde entonces se repetía el mismo ciclo nocturno. Siempre esperaba impaciente a que se ocultará el sol para que mi hermosa Sherezada, como había decidido nombrarla, llamara a mi ventana y me hiciese el amor narrándome una nueva historia al oído.

Tan maravillada y absorta me encontraba con sus magníficas narraciones que hice caso omiso a la notable desmejora en mi salud, me encontraba peor que cuando sufría aquel tormentoso insomnio. Adelgacé hasta los huesos, mi piel era terriblemente pálida y gris y cada día mi energía y fuerza se desvanecían más y más. Además de que el ardor y dolor en mi cuello era cada vez más insoportable.

Aunque a decir verdad y de forma sínica nada de eso me importa, lo único que realmente necesito y quiero es la placentera compañía nocturna de mi hermosa Sherezada.Por ello no me importó ofrecerle la sangre de mi perro cuando me informó que ya no había más vitalidad en mí para ofrecerle y amenazó con retirarse para siempre.

Por ello me importó mucho menos entregarle la sangre de mi bebé después de que ella rechazara la primera ofrenda.Y nada nunca más me importará con tal de poder seguir escuchando las excitantes historias de mi amada Sherezada. Esto es todo lo que necesito y nada más.

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Las once noches Mayra Escamilla

Yo sabía que él sólo estaría aquí, conmigo, once noches. Aun así, no construí expectativas. He aprendido a disfrutar del presente, el momento único e irrepetible del ahora. También he aprendido a no esperar nada de nadie, a no esperar que las cosas sucedan de una manera específica. La vida tiene sus formas de sorprendernos, incluso cuando se le planea.

La tarde en la que Aaron llegó tenía los colores del fuego. Las nubes anaranjadas, rojas y rosas dibujaban en el cielo los caprichos del Caribe. Cancún se había puesto de gala para su recibimiento. No fui su cartelito de aeropuerto. Simplemente me senté cerca del área de llegadas y esperé su mensaje. Los cuarenta minutos que tardó la espera fueron, hasta eso, apacibles.

“Ya estoy aquí”, leí en la pantalla de mi teléfono celular. Le indiqué mi ubicación y esperé. Entonces sí que sentí una punzadita de ansia en el pecho. Todas las expectativas que no me había creado trataban de formarse en remolino en un instante. Al poco tiempo, lo vi. Su figura alta y delgada y su cabello del color de las almendras se aproximaron hacia mí. Aún vestía su chaqueta. La temperatura que lo saludaba aquí definitivamente era distinta a la de su tierra. Nuestras miradas se encontraron y me abrazó.

Nos quedamos en un hotel suntuoso que él había elegido. Insistí en que no era necesario un lugar caro pues lo único que yo quería era pasar tiempo con él pero dijo que la oferta que encontró en la agencia de viajes le había sido irresistible. Ese hotel se convirtió en nuestro palacio, nuestro lugar en el mundo para ser nosotros mismos sin un océano de por medio. No relataré lo que hacíamos durante el día, porque todo eso me parece ahora mundano e irrelevante. ¡Pero nuestras noches! ¡Qué noches! Hicimos el amor desde la primera de ellas y después de eso hablábamos durante horas. Él me contaba historias de su vida y yo le contaba historias de la mía. Nos convertimos en una especie de Sherezada que temían no a la muerte, sino a la vida que se estaba desdoblando frente a nosotros. La noche nos era propicia para tales intercambios. Él me escuchaba atento,

sin interrumpir y haciendo preguntas cuando le parecía pertinente. Yo lo escuchaba con los ojos cerrados y la cabeza sobre su pecho que vibraba con cada palabra que decía. Éramos dos amantes que se desnudaban de cuerpo y alma en medio de la noche estrellada, dos voces que se entrelazaban en un misterio que entonces no podíamos entender.

Así pasaron una a una las once noches, las once historias suyas y las once historias mías que unieron nuestro destino en un tiempo que ahora me parece como un sueño de verano que terminó muy pronto. Aaron ya no está conmigo. Al final, las distancias pudieron más. Sin embargo, yo atesoro esas historias y quizá él recuerda las mías con cariño. Cuando recuerdo esas noches, vuelvo a sentir la serenidad que sentí entonces y una franca certeza de que todo estará bien inunda mi ser. Las historias que nos contamos ya se han separado de esa danza nocturna. Ahora, como líneas que se cruzaron y no se vuelven a tocar, nos toca continuar nuestro camino.

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Los platillos de Sherezada

Daniela Neira

Esa noche Sherezada llegó serena a palacio, a pesar de cargar en sus hombros la pena ocasionada por la muerte de sus hermanas a manos del sultán. Con mirada nostálgica se despidió de su padre el visir, resignada a vivir sus últimas horas en brazos del sultán. Él era un hombre apuesto, educado y cortés; así que de manera galante y sutil la despojó de su fino vestido, la tomó por los hombros y la llevó a la cama. Horas después, Sherezada continuaba en vigilia, con sus ojos grandes viendo hacia la puerta. Ella no lloraba, no suplicaba, no temblaba ante su inminente fin, así que el sultán intrigado le preguntó en qué pensaba.

- Pienso en mi abuela, tardé tanto en arreglarme para esta noche sin la ayuda de mis hermanas, que no tuve tiempo de comer. Me hubiera encantado que mi última cena fuera el strudel que preparaba mi abuela.El sultán, a pesar de tener a los mejores cocineros provenientes de regiones impensables, no sabía lo que era un strudel, pero no quiso mostrarse ignorante o inculto ante Sherezada, así que se limitó a preguntarle cómo lo preparaba su abuela para que ella lo considerara un platillo tan especial, digno de una última cena. Sherezada confesó que no sabía si la cuidadosa selección de los ingredientes era lo que lo hacía tan especial o si la masa madre de larga fermentación con lo que preparaba la pasta de hojaldre era la clave de ese sabor único, pero de lo que sí estaba segura era de que los aromas de las especias durante el proceso de cocción nublaban la vista, debilitaban el espíritu ansioso e impaciente del comensal y se encajaban en lo más profundo del estómago y el corazón. Claro, no podía ser de otra manera, su abuela siempre le dijo a Sherezada que al corazón solo se puede llegar por el estómago. Eso sí, nada de lo antes mencionado se comparaba con la vista: presentado en una charola decorada con amapolas, cebollín y dannia, el dorado del trenzado, formado por los gruesos gajos de la masa, emulaba los peinados de las bailarinas de Raqs Sharqi; mientras el ajonjolí resbalaba por los bordes con el movimiento,

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como el viento roba arena de las dunas del desierto.

El sultán estaba embelesado ante la descripción de Sherezada; no podía creer que a pesar de sus riquezas y conquistas jamás hubiera visto en su mesa un platillo con tales atributos, que jamás hubiera disfrutado de aromas tan delicados emanando de los hornos de palacio y que su paladar fuera a quedarse sin probar un platillo de tan envergadura. Así que, al llegar el alba, el sultán pidió a su escolta que, en vez de llevarla al patio para degollarla, llevaran a la joven a la cocina y le proporcionaran todo lo que necesitara para prepararle un strudel para la cena de esa noche. Sherezada sorprendida por haber sobrevivido aquel día pensó en cuánta razón tenía su abuela y de inmediato pidió a los sirvientes del sultán: 600 gramos de pasta de hojaldre, 1 pechuga de pollo, 250 gramos de queso crema, 150 gramos de champiñones, aceite de oliva, curry en polvo, pimienta negra molida, sal, 50 gramos de ajonjolí, 1 ramo de amapolas recién cortadas, 1 cebollín y 3 ramas de dannia. Con todo el cuidado y exquisitez posibles Sherezada preparó el platillo, poniendo especial atención a la cantidad de curry y al modo de desflemar las ramas de dannia, pues las mujeres de su familia tenían la firme convicción de que la combinación de esos dos ingredientes afectaba el humor y orientaba a los hombres a un temperamento flemático; el cual era justo lo que necesitaba para que el sultán tuviera la disposición de escuchar la historia de la primera vez que la abuela de Sherezada preparó este platillo. Era una chica de apenas unos 22 kilos, ojos grandes, piel agrietada por el clima y cabello ondeante sobre sus hombros. Esa mañana, sus hermanos habían recibido un cargamento de especias y ella quiso experimentar horneando unos panecillos, unos strudel, acompañados por la ensalada más fresca, dulce, y jugosa de todo el Oriente Medio… - disculpe Sultán mío, no quiero aburrirlo con mis historias y recetas familiares. Y bien, ¿qué le ha parecido la cena? -

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Nosotras las Sherezadas

Nunca había pensado en quién había escrito las Mil y una Noches, aunque ya conocía casos en los que “anónimo” significaba que era un libro escrito por una mujer. O de casos en que las mujeres escritoras tenían que ocultarlo con pseudónimos masculinos, tal es el caso de las hermanas Brontë o Louisa May Allcot. Pienso en la descripción que hacen de Sherezada: [...] tenía un coraje por encima de su sexo, un ingenio infinito, una penetración admirable, muchas lecturas, una memoria tan prodigiosa que nada le había escapado de lo que había leído; [y] se había felizmente aplicado a la filosofía, a la medicina, a la historia y a las bellas artes, [y] hacía mejores versos que los poetas más célebres de su tiempo [y además] estaba provista de una belleza excelente y de una virtud muy sólida que coronaba todas estas cualidades. (Cit.Pos, Colina de la, J., 2001)

José de la Colina señala que de niño imaginaba que Sherezada era un país del que surgían infinitas historias, luego supo que era una mujer con infinita sabiduría, de apenas 15 o 16 años. En su texto “El arte de Sherezada” pone en duda la existencia de una mujer con tales características. Es posible imaginar a un Beethoven prodigio a los siete años tocando una Sonata, a un Rimbaud publicando sus primeros poemas a los 17 años, mismos que cambiaron la concepción de lo poético, pero no a una mujer prodigio, que además de bella, bondadosa y valiente (pues buscaba salvar a las mujeres de su pueblo de un Rey sanguinario), tenía una memoria y una capacidad para narrar magnánima. ¿Por qué cuesta tanto trabajo imaginar a una mujer inteligente y sabia a tan corta edad? Quitemos la corta edad, ¿cómo una mujer osa ser inteligente?. Tanto nos han inundado con esa imposibilidad que me atrevería a decir que un gran porcentaje de nosotras no se cree ni un poco inteligente y, aceptamos así, sin preguntar, que los grandes genios son varones. O que para destacar necesitamos parecernos a ellos. Aceptamos que Sherezada no pudo haber existido, aceptamos que es un personaje de ficción que cuenta historias, sin preguntarnos si no es la autora de todos esos cuentos o, por lo menos, la compiladora.

Al pensar en esto, recuerdo el caso de Mary Shelley quien aceptó escribir, en una reunión con escritores como Lord Byron y Polidori, una obra terrorífica de la que surgió Frankenstein. Aunque la novela fue un éxito, los que en ese tiempo valoraban lo literario, pensaron que quien había escrito la obra era Percy Shelley, afortunadamente, él mismo aclaró que Mary Shelley era la autora, quien, a los 21 años, pudo escribir una de las primeras obras de ciencia ficción. Otro caso que me viene a la mente es el de Marie Curie quien descubrió el polonio y el radio, ya es sabido que dicho descubrimiento primero se le otorgó a su esposo, pero con el tiempo se supo que ella fue la mente detrás de los experimentos que llevaron a acabo en conjunto. Estamos en 2021 y el reconocimiento de las mujeres escritoras es reciente. Aún se duda de nuestra inteligencia y sabiduría, aún se piensa que nuestros sueños son únicamente dedicar nuestra vida a un hombre, y no nos imaginan como a una Gioconda Belli, que además de poeta, fue parte del FLSN y aún continúa siendo activista. Tampoco nos piensan como Susan Sontag escritora, filósofa y activista o como una Ángela Davis, simpatizante de las Panteras Negras, que con su sabiduría eludió la embestida de la ley norteamericana que buscaba Durantecriminalizarla.mucho tiempo me costó imaginarme siendo escritora, al menos, no pensé que recuperaría ese camino, me dediqué a la academia y al activismo, y por algún tiempo pensé que escribir era una actividad snob que no podía aportar en los cambios de la sociedad. Sin embargo, hoy reconozco el valor de la palabra, reconozco su poder para transformar; lo siento cuando leo a Lucía berlín denunciando las contradicciones de EE.UU, cuando leo a Cristina Rivera Garza recuperando la historia de su familia y denunciando al feminicida de su hermana, cuando veo a Daniela Rea hablando de la injusticia de las desapariciones, cuando oigo a Dahlia de la Cerda hablando de las personajas femeninas y la forma en la que nos hemos acostumbrado a verlas (débiles y tontas, pero con buen cuerpo), cuando escucho a una Lia García transformando el odio hacia la diferencia en un mar de amor que busca reconciliarnos entre pares. Hoy me reconozco como una Sherezada más, tal y como nuestras madres, abuelas y ancestras lo han sido al contarnos historias para salvarnos al cerrar los días. Allí me doy cuenta de que las mil y una noches continúan y Sherezada late en cada una de nosotras.

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Oración a Sherezada Yamileth Alcantar

Mujer hermosa, protectora incansable, llena de sabiduría.

Líbrame de las asechanzas del hombre sanguinario y su sed de venganza.

Dame certeza en mis batallas venideras, que pueda alzar la voz sin pena ni temor.

Ilumina a mis hermanas, dales el don de la palabra, única arma que combate la necedad humana.

Que el poder de nuestras historias libere a las mujeres de la violencia patriarcal

Y las llene de valentía. Así sea.

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Sabina

Parada en alguna esquina de la misma cuadra con un peinado aflojado, fumando un cigarrillo o sentada en un escalón escribiendo. Con el sol como su reflector personal o la tenue luz del faro dificultando su escritura por las noches. Ahí está Sabina, con sus pensamientos profundos, con pocos clientes, pero fieles. Trece monedas por media hora. Nunca más, nunca menos.

Tiene la mirada decidida siempre en el horizonte o sobre sus escritos, las mujeres y los hombres que acuden a ella pueden sentirse acariciados con solo observarla a lo lejos recargada en algún poste. Les da la bienvenida tomando su mano mientras sonríe y entonces pueden sentir siempre fría, la mano delicada de ella, como una bendición. Les guía a la vieja posada que queda a unos pocos metros y con su gesto acogedor convierte aquellos cuartos sucios y con mala iluminación en la ilusión de un ostentoso palacio. Acomodándose e invitándote a acompañarla en aquella cama que rechina al sentirla, saca un cúmulo de escritos de entre las capas de su inmensa falda sin ningún pudor, se desamarra el corsé y escoge alguna de aquellas páginas maltratadas, amarillentas y releídas, hermosamente adornadas con sus letras en tinta expandida. Te mira una vez más y es difícil sostenerle la mirada –No tiene título- comienza con un destello en las pupilas. Cada relato es un hechizo que te envuelve, que parece cambiar el rumbo del destino y la realidad, escuchando a Sabina el régimen no importa, se queda fuera, bien lejos y pasas cada minuto disfrutando estar ahí, aún no te has ido, pero ya deseas regresar. La forma en que sus labios se mueven al pronunciar palabras, su cabello deslizándose suave por su rostro, las historias aguerridas de su pluma y tintero, Sabina es más conjuro que –Fin-mujer.escuchar esa palabra te saca de tajo de su universo al que solo tienes acceso por media hora, es como una clave y sabes que tienes que irte. Cuentas trece monedas y se las das lento como retrasando tu partida, enseguida la ves cerrando la puerta detrás de ella y dejando su perfume en la habitación que ha vuelto a verse gris. A veces te descubres fantaseando de camino a casa, como si el ocio no estuviera prohibido, como si

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el trabajo de Sabina no fuese clandestino, ahí estás, imaginándola escribiendo apasionadamente por horas mientras la observas a través de un vidrio dorado, mirando detenidamente su rostro perfilado, sus labios y sus dedos delgados manchados en las puntas con tinta mientras no para de escribir como si la vida se le fuera y ella pudiera retenerla solo creando esas historias. No cabes en aquel universo suyo, y no pretendes hacerte un lugar. La vida de ella es escribir y orar y tu vida se siente como tal, solo cuando puedes escucharla y tenerla cerca. Llegas una noche después de la tormentosa lluvia que duró todo el día, Sabina no está. Recorres la cuadra un par de veces antes de sentarte en un escalón a esperarla un rato más mientras despide al cliente con el que seguramente está. Media hora. Nada, la calle está más sola con el pasar del tiempo. Del cielo cae esa llovizna fina que antecede a las tormentas. En la posada sabrán algo y te apresuras en esa dirección, pero no alcanzas a llegar a aquella vieja recepción. Encuentras en el pasillo de entrada las hojas de Sabina desperdigadas por todo el piso, la mayor parte de ellas con la tinta corrida o flotando en pequeños charcos dejando los relatos impregnados en el concreto. Rescatas con desesperación alguna que otra hoja, tratas de acomodarlas y lees en una de ellas mientras el agua sigue devorando los escritos: “No recuerdo otra cosa que uniformados recorriendo las calles y escondites como trincheras. Sigo recogiendo vivencias, viviendo para la utopía y negando cualquier figura de autoridad. Tal vez mientras escribo esto, ellos estén viniendo por mí y de ser así que me revuelquen todo por dentro, escupo las entrañas antes que darles información. No tienen un destello de humanidad y a veces, por momentos, tengo miedo. Dejaré esto escrito en estas hojas que gritan los nombres de quienes han estado aquí antes y que me sirven de guarida mientras vienen por mí… y solo en ese momento, dejaré de soñar con lo que ahora parece imposible” La lluvia ha comenzado de nuevo haciendo un ruido estruendoso y necesitas decirle a Sabina que, si tuvieses sólo media hora de vida, le darías 13 monedas a ella.

Sherezada

Majo Ramírez

No siempre es fácil asumirse creadora; sin embargo, mi huella digital cósmica ha arrojado luz al destino que me aguarda. Yo, tres veces infinita, me entregaré, esta noche que estoy llena, al sultán. El planeta de intenso brillo es mi regente, la diosa que lo habita nació de una ostra, entre oleadas de agua salada. Hoy, esa diosa me ha convidado de su belleza; espero que con ese regalo pueda captar la atención de Marte, el rojo sultán, y convencerlo de escuchar los tejidos de mis historias.

La familia confía en que la cartografía de mi cielo me ayude a navegar el tormentoso destino de nuestra nación: la sangre en las manos de Marte resulta amenazadora, pero solo estaré a salvo si logro proteger a todas las mujeres.

Cada paso dirigido hacia al palacio es un aliento que se me arrebata; el sendero se abre entre la pesadez de la noche, a la distancia se logran avistar pequeños fuegos, son las antorchas de bienvenida; mientras las puertas del castillo se abaten. ¿Es este un camino al infierno? Los velos que llevo arrastrando son una cauda preciosa, me hacen ver como un cometa, tal vez una fugaz estrella. Estoy nerviosa; por suerte, mi hermana me acompañará más tarde, justo después del rito nupcial.

Respiro e intento calmarme. Falta poco para llegar, un trono refulgente me recibe; el destello es tan grande que se ha tragado la oscuridad.

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Sherezada

Frente a la vitrina de una floristería, una mujer lee con detenimiento y profunda diversión el siguiente cartel: “¿Quién es Sherezade? ¿Fue real o es solo un personaje? El Centro de Reconstrucción Mágica te invita a la recreación en vivo de la famosa narradora de Las Mil y Una Noches. La historiadora árabe Tawakkol Khalifhe, y el antropólogo occidental, Jonathan Peterson, serán los competidores a cargo de convencer al jurado, y así ganar un reconocimiento hechicero, ¡válido en todo el mundo!”

Al terminar, la joven da una palmada para espabilarse y corre apresuradamente hacia el estadio donde se presentará el evento. “Imposible que me pierda de esto”, piensa. Veinte minutos después, la espectadora llega al auditorio y se sienta en una de las butacas del fondo. Enseguida, el presentador da inicio al torneo. Jonathan Peterson es el primero en hablar: “Todos sabemos quien es Sherezade. Esa bella mujer, que, con artimañas y astucia logró engañar al sultán Shariar y lo enamoró irrevocablemente. Sherezade representa todo lo que un hombre occidental desea; inteligencia, complacencia y belleza. Claro, no podemos negar que fue manipuladora y en sí, no tenemos la certeza de su existencia. No podemos afirmar su contribución a la literatura popular. Sin embargo, sí podemos resaltar su importancia para el lector, pues ella representa la aventura y la exoticidad de Medio Oriente. Sin duda alguna, el personaje más sensual y atrayente de Las Mil y Una Noches es Sherezade”.

Cuando Peterson termina de hablar aparece una Sherezade tal como él la ha descrito. Labios y senos voluptuosos, caderas curvilíneas, mirada amenazante, un conjunto de ropa que resalta lo ya mencionado. De inmediato, el público masculino se vuelve loco, lanzan “piropos” y aplauden al antropólogo. No obstante, la mujer del fondo hace una mueca de desagrado, como si prefiriera beber cicuta antes de escuchar el discurso del occidental de nuevo. Tawakkol Khalifhe espera a que la audiencia recupere la calma y comienza su reflexión:

“Hablar de Sherezade significa describir a una estratega y heroína política. Como lectores, debemos recordar que ella era apenas una adolescente cuando contrajo matrimonio con el sultán, sin embargo, ya conocía más de mil cuentos sobre diferentes culturas y lugares. Sherezade no era solo belleza física, también era belleza verbal. Ella supo sintetizar de manera cautivadora las fábulas de nuestras ancestras en los harenes del Oriente Medio. Sherezade es una representación de la sabiduría de mujeres que transmiten sus conocimientos de manera oral. Y, a la par, es una joven valiente que se enfrentó a la muerte y salvó a sus hermanas del feminicidio. Sin duda alguna, ella no merece que se le reduzca a un personaje sexualizado, parte de las fantasías del colectivo masculino; y tampoco lo merecen las mujeres del actual medio oriente, pues no somos un producto exótico para su consumo”.

Cuando la historiadora árabe termina su exposición, aparece otra Sherezade. Es una jovencita de quince años aproximadamente, sus ojos son intrépidos y sabios. La espectadora misteriosa aplaude eufórica y se decide a participar en el debate. En su alfombra mágica, baja hasta el pódium donde se encuentra Tawakkol. Todo el mundo en el auditorio se muestra sorprendido, no cabe duda, la joven que se ha manifestado en el evento es Sherezade. La hermosura y elocuencia de lo mujer al hablar lo comprueban:

“En realidad, no esperaba que después de miles de años las civilizaciones futuras dedicaran su tiempo a debatir mi persona. Para ser honesta, el objetivo de mis historias era preservar mi existencia. La palabra que empleé con esperanza de salvar a otras mujeres, y a mí, ha trascendido, creado consciencia. Les he dejado la respuesta a muchos de sus males sociales. El cuento, oral y escrito, es un recurso educativo que sale de la cotidianeidad, capaz de poner en el alma del lector las experiencias de vida de otras, otros y otrxs”, concluye Sherezade.

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2. Materia prima: las palabras

Las palabras pueden estirarse, moldearse, romperse y hasta inventarse. Son una fuente inagotable de posibili dades.

Ilustración: Ojo de Ópalo

Hechizo contra las palabras injuriosas

Mayra Escamilla

A mi ¿Algunamadrevez ha recibido en su contra palabras injuriosas que se le han quedado grabadas en la memoria y, que al escucharlas, aún guardan las reminiscencias de momentos incómodos, dolorosos o bochornosos? ¿Desea poder escuchar o leer esas palabras sin que le despierten sensaciones desagradables o incluso de tristeza? Entonces ha llegado usted a la solución al problema. Primeramente, deberá proveerse de lo siguiente: Una hoja de papel por cada palabra injuriosa de la que quiera deshacer el Lápiz,efectobolígrafo, crayola, plumón (lo que a usted le plazca para escribir) Una vela

Ya preparados estos objetos, asegúrese de elegir una noche serena para la realización del hechizo. La luna llena es ideal por su luz tenue y apaciguante. Si usted elige una noche lluviosa, con rayos y relámpagos, es posible que el hechizo tenga un efecto diferente al buscado, por lo que de hacerlo, es responsabilidad completamente suya y la que suscribe no se hace responsable. Escriba en la hoja de papel la palabra injuriosa en tamaño grande. Por ejemplo, si la llamaron “tacaña” justo cuando usted se acababa de quedar sin empleo y confundieron su austeridad con racanería, esa es la palabra que deberá escribir. Si la llamaron “piruja” en la escuela secundaria por besar a un chico en la

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soledad de los pasillos y la trabajadora social hizo un escándalo monumental e innecesario al descubrirlos y toda la comunidad estudiantil se enteró y magnificó el evento, la palabra deberá llenar la hoja. También si el chico de su afecto en la preparatoria dijo que usted le gustaba pero que era demasiado “chaparra”, escriba sin piedad esa palabra. Tome las hojas y abrácelas. Repita muchas veces cada una de ellas hasta que las sílabas que la conforman empiecen a perder rolloUnaChaparra-chaparra-chaparra-chaparra-chaparra-chaparra-chaparra.Piruja-piruja-piruja-piruja-piruja-piruja-piruja-piruja-piruja-piruja-piruja-piruja.Tacaña-tacaña-tacaña-tacaña-tacaña-tacaña-tacaña-tacaña-tacaña-tacaña.sentido.vezquelaspalabrassehanconvertidoensílabasinconexas,hagaunconlashojasyprendalavela.Repitalosiguientetresveces:

“Hoy estas palabras dejan de significar lo que en su momento fueron. Las abrazo y las hago parte de mí y de mi historia. No duelen más. No me lastiman más. Hoy perdono a quienes las profirieron y les deseo la paz en sus corazones. Mi ser se abre a la luz. Soy valiosa.” Queme las hojas. Deje que el viento se lleve las palabras. Usted está sanada.

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El último Ilhuicamina

29 “¿Sabes que es el Ilhuicamimas?”, me preguntó mi madre. “No sé”, contesté. “Es el oficio de flechar del cielo, y yo te lo voy a heredar, Isidro”. Desde los tres años comprendía lo que las personas hablaban a mi alrededor. A pesar de no tener una familia numerosa -pues solo éramos mi madre, mi abuelo y yo- crecí enriqueciendo mi lenguaje. Nunca me sentí sola, el hogar que habitaba siempre estuvo repleto de conversaciones, incluso las más simples, consideradas “¿Ondeintrascendentes.estámibastón, chaparrita?”; “Te está picando los ojos, pa”. “Más tortilla, más tortilla”; “¿Con esas está bien?”; “Güerita, pásame mi jorongo, y cierra la puerta que ya se refrescó”. Así pasaban semanas enteras, hasta que cumplí catorce años. Para ese momento, mi abuelo ya había perdido totalmente la vista, el glaucoma hizo estragos en sus ojos, estaba más delgado, pero su figura aún imponía autoridad. Su estado de salud le pegó donde siempre le dolía más, el orgullo. Isidro Pedraza era el último Ilhuicamina de todos los tiempos; sin embargo, desde que perdió su ojo izquierdo en una batalla a muerte con un Ixpuxtequi -bestia divina de la mala suerte- decidió vivir como una persona común y corriente. Su objetivo no era huir de los hermanos del Ixpuxtequi, los cuales le perseguían. No. Había un motivo más profundo. Debía proteger su lengua a toda costa.

Es bien sabido que, desde tiempos antiguos, el oficio de flechar el cielo consiste en almacenar en la memoria de las nubes palabras nuevas, creadas por los seres humanos, o al menos eso es lo que los ilhuicaminas nos hacen creer.

En realidad, todas las palabras habidas y por haber están concentrados en la lengua del flechador del cielo. Todo está fríamente calculado. Si el Ilhuicamina muere, el cumulo de vocablos migrará a un familiar de este; sin embargo, si el flechador se deja usurpar dicho órgano por algún extraño, la paz de los pueblos estaría en

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peligro, pues se perdería la manera de comunicarse unos con otros.

Por ello, Isidro decidió ocultar su origen; no obstante, también echó de menos una parte de él. Se casó; tuvo una hija; la mujer que amaba falleció; crió a Diosmina como pudo y supo; Diosmina tuvo una hija -después de intentar concebir durante mucho tiempo- Amaranta, su güerita. Isidro dejó de ver un martes por la mañana. El flechador se levantó para ir al baño y se encontró a si mismo en la oscuridad. Lloró con desesperación. Aunque los hombres no lloran. Gritó. Incluso si los hombres no pueden demostrar debilidad. Él se desplomó.

Pasaron algunos meses. “Me das lástima compadre”; “Pobrecito, se quedó cieguito”; “Tanto que se creía el señor”. Comentarios hirientes, amigos que no se ponían en sus zapatos, y, aun así, decidió no autocompadecerse. Empezó a vender paquetes de pepitas, garbanzos, nueces, pistaches, barritas de amaranto, entre otros antojitos. Pero enfermó aún más, su cuerpo por fin se rindió ante la diabetes tipo 2. Entonces recordó quién era. Volvió a hablar conmigo, me contaba sus anécdotas desde su infancia hasta la adultez. Me las repetía constantemente, a veces con mucha emoción, otras nostálgico, con algunas groserías.

Sin embargo, yo no entendía, me desesperaba que volviera a explicarme el mismo relato, yo era ignorante. Dos meses después, mi abuelito falleció. Nada extraordinario, un problema estomacal que se le complicó. Y yo me sentí sola. Más vacía que nunca. Pero esta sensación no duro mucho, pues mi lengua se acordó. Mi órgano rememoró toda la sabiduría de Isidro Pedraza, quien se fue, pero me dejó palabras inigualables. Mi abuelo me heredó su historia de vida. Me dejó el Ilhuicamimas. Ahora, yo tendré que flechar el cielo con voces cargadas de experiencias, y algún día, tal vez, me convierta en la última flechadora del cielo.

LEVIDINAR

Si pudiera volar, lo primero que haría sería recorrer el cerro que está enfrente de mi casa, recorrerlo de pie a pa; se ve tan grande, tan verde, el aire debe estar muy limpio en ese lugar, ¡que ilusión! Poder respirar todo el aire que quiera, sentirlo en mi cabello, como golpea mi cara, ¡hasta quiero gritar de la emoción que me da! Podría moverme por el mundo, conocer más lugares, ir fugaz, como un globo, como un avión, como un papalote, en cada lugar dejar una estela, un poco de mi súper poder.

Hace tiempo lo vengo pensando, en el diccionario no veo palabra que pueda describir lo que siento, así que me gustaría bautizar este sentimiento que me llena como Levidinar, es justo y estoy en todo mi derecho. A veces me remuerde pensar que no dejaré nada en este mundo incierto, pero ya lo digo y lo sostengo, esta palabra será mi legado, por lxs humanos que nos sentimos prisioneros en algún momento y quisiéramos volar lejos.

Yamileth Alcantar
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Saushi1

Apenas abrió los ojos notó el vacío en el estómago acompañado de un sonoro gruñido, era el hambre que mordía las paredes de sus entrañas. Sin duda, despertó con un antojo tremendo de la sopa especial que hace su mamá en los días nublados o fríos, de pollo con tallarines y verduras (calabaza, zanahoria, chayote), coronado con perejil y pico de gallo. Desde que dejó de comer carne el caldo fue completamente de vegetales, pero seguía siendo delicioso. Su mamá siempre lograba darle el mismo sabor. Curioso que aunque faltara o cambiara algún ingrediente el sazón no se modificara.

La barriga seguía implorando alimento haciendo esos ruidos tan vergonzosos, ahora sí no podía hacerse tonta y tratar de dormir, aunque hundiera la cabeza entre las almohadas, la protesta continuaría. Debía enviar alimento o habría una huelga general el resto del día: el ayuno prolongado siempre le disparaba una migraña monumental, por eso era urgente que desayunara de inmediato. Sin embargo, nada de lo que había en el refri le parecía apetitoso; tal vez podría hacerse un simple huevo estrellado con un poco de aguacate y tortillas. Tras decidirse, dejó la cama y se apresuró hacia a la cocina. Abrió el refrigerador, no había aguacate ni tortillas. Se había olvidado que ayer los había devorado en el desayuno. De nuevo le asaltó el recuerdo de la sopa de la casa materna, lo que daría por un plato esta mañana. Pero mamá estaría lejos, al menos por unos seis meses más; además, urgía que comiera algo. Así que se decidió por un plato de avena con leche de coco y plátano. Una elección nutritiva, pero falta de amor. Después de desayunar la raquítica avena se metió en la ducha, debía ir al supermercado para no sufrir en las siguientes comidas. Mientras se lavaba el pelo le llegó la idea de preparar la sopa de tallarines; no tenía idea de cómo lo lograría, pero esta noche cenaría rico. Sintió que su estómago bailaba de felicidad,

1 Saushi: de saudade (sentimiento próximo a la melancolía en portugués) y oishi (delicioso en japonés). Melancolía por la comida sabrosa; sentimiento provocado al estar lejos de la comida favorita más sabrosa.

tendría lo que deseaba más pronto de lo pronosticado. Cuando menos lo pensó ya estaba vestida y lista para arrancar la carrera rumbo a la caza de los ingedientes: los tallarines, las verduras, el perejil. Antes, le envió un mensaje a su mamá para verificar que había contemplado todo en la lista de víveres y de paso pedirle las instrucciones detalladas para la sopa. Claro, mamá la extrañaba mucho también y se alegraba de que cocinara algo, sabía que normalmente sobrevivía de las fondas. Le mandó un beso a su madre y emprendió la aventura. En el estómago se manifestaron las alas de miles de mariposas.

Volvió de la tienda llena de entusiasmo, ansiosa por encender las hornillas y sentir el calor abrasando la olla. Siguió cuidadosamete cada paso dictado por la receta materna. Mientras todo se fuisonaba en un delicioso caldo, sintió que los aromas despedidos por la olla le llenaban el alma. Vio, impaciente, hervir el precioso líquido con la pasta y los vegetales. Cuando al fin estuvo listo se sirvió un enorme plato de sopa, jamás pensó que fuese tan complicado trasladar los tallarines de un recipiente a otro sin que salpicara tanto. Ella era torpe, pero logró servirlo todo y llevarlo a la mesa. Se sentó ansiosa por probar la primera cucharada, ese bocado le inundó el estómago de felicidad. Los ojos se le iluminaron, mamá ya no estaba tan lejos.

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La coleccionista Picazo

Desde hace tiempo me dedico a coleccionar palabras, igual porque me gusta como suenan, igual porque me gusta su significado. “Mediterráneo” es una de ellas pues esta evoca sensaciones diversas en mí que van desde el disco de Joan Manuel Serrat, hasta la imagen del mar Mediterráneo o los colores ocres a los que me refiere.

“Soul”, por ejemplo, me lleva a la magia de las potentes voces de Aretha Franklin, Ray Charles, Cat Power o Norah Jones. Además de su hermoso significado “Alma”, esta palabra en mi colección adquirió un sentido distinto, pues a mi amigo argentino RO, le gusta llamarme así de modo cariñativo.

Entre mi colección hay que es mágica “Sortilegio” palabra que proviene de “sortis” (suerte) y “legis” (lectura) un término que reúne los elementos anhelados para una coleccionista de palabras.

La encontré de casualidad en un verso de Coral Bracho era de tal valía que sin ella el poema no hubiera funcionado, es algo así como la palabra “Raíz” en los poemas de Alí Chumacero o “Laberinto” en los ensayos de Octavio Paz.

“Sortilegio “de la nada crea todo. Se vuelca en la hoja en blanco y comienza la danza de las letras, las oraciones ´para finalizar en complejas historias. Brota otras palabras como un manantial que de manera hilada crean mundos Rememoradesconocidos.cosasquecreía olvidadas y rescata sueños e ideas. “Sortilegio” es un poema, un cuento o una gran Odisea.

Aún sigo en esta búsqueda de palabras tesoro. Hoy se despertó “Sortilegio” y no sé en que vaya a parar.

Mar

Sunomi: Despertarse de un sueño muy profundo y no volver en sí. Ejemplo: Era un sueño muy real que cuando desperté tenía sunomi.

Zadilse: mundo imaginario en el que invocan seres impensables y escenarios extraordinarios.

Grata domum, soror: Bienvenida a casa, hermana.

Fracse: De la combinación de las palabras fractal y frase. Es cuando una frase repite a escala la forma geométrica básica de la letra inicial de cada palabra que la conforma.

Cormors: (corazón - cor: latin, amor- mors: latin).

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3. El mundo de una escritora

Una escritora se alimenta del mundo y el mundo se alimenta de ella. Ilustración: Jessicartica

Desprendimiento

-Yam, ¿De verdad nunca te has aferrado a algo o alguien con todas tus fuerzas?

De hecho, sí. Cuando me duele el vientre, cuando el corazón se me hace chiquito, cuando tengo frío, cuando me pierdo en lagunas mentales, cuando solo quiero ver videos hasta embrutecerme, cuando la vida pesa más que de costumbre o cuando todo esto pasa al mismo tiempo recurro a esa cosa café, fea, llena de mugre y apestosa. Una vieja gabardina que cubre la desnudes de mi piel y me refugia del mundo. Que de ser por mi mamá estuviera en el bote de basura y que sólo por hacerla enojar llevaré puesta hasta el día en que muera. Que me esconde lo que no quiero enfrentar, lo que no quiero ver. Testigo mudo de mis borracheras nocturnas y de mis ataques de ansiedad. La indicada para bailar lentito y en completa soledad.

Presente en mis momentos eureka. Mi soulmate. La prueba definitiva de mi -No,vulnerabilidad.¿porquéte sorprende tanto?

Yamileth Alcantar
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Dulce tentación Majo Ramírez

Te miro fijamente desde el otro lado del cristal que me resguarda; me has notado, estoy segura. Tus ojos no se han podido apartar de mí y tu boca me desea, lo noto en cómo te pasas la lengua por los labios. He despertado tus instintos, ¿verdad? Las luces iluminan toda mi belleza, tanto que no puedo dejar de resultarte tentadora. Quizá este es un día para pecar. Pero sin culpas, por favor, quiero que me disfrutes sin que te lamentes después de nuestro encuentro. No finjas desinterés. No me voy a ofender si te fijas en las demás y te paras afuera de sus vitrinas. Yo sé que vienes por mí. ¿Acaso te prometiste que esta noche no me tendrías? Sabemos que los pretextos se te dan bastante bien, siempre encuentras la manera de volver a mí. Si estás triste, no puedes evadirme. Si no saliste con tus amigas, tratarás de charlar conmigo, aunque terminarás devorándome. Si tuviste un buen día, es perfecto para una celebración a mi lado. Extrañas mi sabor, lo sé, soy irresistible. Cae un trueno y se desata la lluvia con fuerza, tratas de entibiar tus manos y las guardas en tus bolsillos, quieres contenerte; ni así te vas a olvidar de mí. Quieres tomarme y arrancarme la roja y única prenda que llevo puesta. El clima te invita a tenerme, ¿no es cierto? Anhelas morder mi interior cálido y suave, dulce. Pídeme ahora y seré tuya.

—También me das esa mantecada, por favor, que tiene rato haciéndome ojitos—dijo Paulina.

—¿Y la dieta, mi Pau?—le reclamó en tono de juego la dependienta.

Apenas son las primeras horas del día, alrededor de las 3 AM y estoy con mis audífonos y teléfono en el mismo lugar de siempre. El parque de la colonia es nuevo y por ende aún está limpio y bonito, es un buen lugar para escribir, aunque no tengo ni la menor idea de cómo empezar. No obstante, después de leer en una pared de la otra calle, un grafiti que dice “Si no tuvieras miedo ¿qué harías?” me dispuse a intentar responder la pregunta y relacionarlo con mi bloqueo creativo.

– Supongo que si no tuviera miedo de que lo que escriba se convierta en realidad o cobre vida –. Pienso en voz alta – Haría cualquier cosa, una historia donde los personajes son conscientes de que viven en un relato y son lo suficientemente inteligentes encontrar una manera de escapar por no querer que yo los controle ... Si, no pinta mal; estarían ubicados en alguna ciudad urbana post apocalíptica, serían habitantes humanoides de piel arrugada, rosa y viscosa, con ojos colgantes y fuera de órbita, con posibilidades de que la cabeza les explote si son inestables, a las que se derriten con el sol y un temperamento altamente violento y agresivo. No es hasta que termino de decir mi idea, que caigo en cuenta de que pensé en voz alta y todo se guardó en el bloc de notas gracias al lector de voz. Por un momento me asusto, tengo temor a que mi mayor miedo se haga real, mi miedo a que lo que acabo de decir cobre vida.

– Oh vamos Sam, pero si lo que acabas de pensar no es más que una tontería –. Digo para tranquilizarme, aunque de poco o nada sirvió ya que mi idea era rotundamente específica respecto a que yo corro peligro en esa historia.

– Si... Ellos intentaran escapar antes de que se derritan sus alas – entonces me levanto rápidamente y tomo mis cosas –. Y no sé si buscan respuestas o venganza, pero me refugiaré antes de que todos despierten. De solo imaginarlo ya siento que me persiguen, ¿o será que por miedo ahora imagino cosas?

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Perla negra

Llegaste desafiándome a vibrar contigo, a tu ritmo, en tu espacio; a aprenderlo todo, a esperar lo máximo. Te presentaste y de inmediato caíste entre mis manos, tan perfecto como te había siempre imaginado y de inmediato caí yo rendida ante tus encantos: ante tu dulzura, tu fortaleza y tu dureza constante al tacto. Han sido tantos días de escucharte a diario, de aislarte del mundo durante las mañanas y explotarte durante las noches al máximo extasiada mientras penetras en mis entrañas.

Qué puedo decirte que entiendas si no conoces palabra alguna; sin embargo, nos complementamos y nos leemos al primer contacto. Cuando las yemas de mis dedos presionan el punto exacto, cuando a través de tus cuerdas salen los sonidos soñados. Me embriaga tu negrura brillante

en combinación con tu brazo castaño; me deleito ante tu frialdad simple y la aspereza de tus curvas en mi mano. Con la plenitud de tu peso sobre mi hombro de tu cuerpo entero sobre mi vientre absorto perla negra del sonido grave, mi compañero, mi confidente, mi bajo.

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Adivinanza

Adivina, adivinadora, ¿qué traigo en la bolsa?

No puedo tener sólo uno. Dos son pocos.

Tres ya son algo. Me gusta la variedad. En casa tengo muchos más, pero no me atrevo a contarlos. Hay gordos, flacos, duros y blandos. Algunos huelen a nuevo, otros a viejo; todos tienen su encanto.

¿Ya sabes a qué me refiero?

Sus colores son diversos, pero lo que importa es el interior. No son mera decoración. Entre los físicos y los digitales, los primeros dan más satisfacción. Los recorro con los dedos y con la vista. Me cuentan historias que no viviré. ¿Ya sabes por qué?

Algunos son comprados, otros son regalados.

Mayra Escamilla

¿Será que también tengo robados?

Los creados por mujeres son mis favoritos. Me veo reflejada en ellos.

¡Y no son espejos!

Dueñas, Garro, Castellanos, Arredondo, Tiptree, Rice, Cisneros, Brontë, Munro, Por nombrar algunos…

No sé cuál escoger ahora.

La vida es corta; ellos numerosos. Me acompañan en la soledad.

¿Tú también lo has sentido?

Adivina, adivinadora, ¿qué traigo en la bolsa?

Ya te di varias pistas. Estoy segura de que tienes la respuesta.

4. Antepasadas

Una escritora siempre tendrá pequeños trozos de universo de sus antepasadas, saber quiénes son ayudará a que entienda su composición. Es una obligación espiritual.

Ilustración: Jessicartica

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Las cartas de mis viejos

Abuelo Antonio

TD, espero no te moleste que te llame así, dice la chamana que así te llamará mi hijo y que por la maldición que cargo sobre mis hombros moriré el día en que te vea por primera vez… supongo que mi vida será corta, pero no te preocupes, nada de esto es tu culpa o tu responsabilidad y mucho menos de tu abuela; ella sabe bien que debe esconderte de mí vista y hará un trabajo excepcional. Tú no me recordarás, vaya, ni siquiera me conocerás, pero lo último que veré yo será tu rostro; así que seguro te tendré presente por toda la eternidad. Además, tu despertarás la vena creativa que tus hijos heredarán de mí y de mi madre. Tu linaje lleva el arte en la sangre y serán aún más grandes escultores y dibujantes de lo que yo pude llegar a ser; aliéntalos, dales libertad creativa y ellos podrán comunicar con sus trabajos las emociones más atemorizantes y profundas que puedas imaginar. Déjalos vivir sus horrores y fantasías libremente y su talento sobrepasará fronteras. Confía en mí, aunque no sepas quién fui más que por revistas y periódicos viejos… confía.

Bisabuela Elena

Lo sabía antes de que me entregaran mi carta astral y aún así decidí buscar una segunda opinión y me acerqué al tarot… lo mismo: vas a ser madre, bueno, díganme algo nuevo. ¿Lo puedes creer Daniela? Vas a ser madre; seguro eso lo sabrás desde el momento en que tengas consciencia, en que juegues con muñecas que seguro no serán de trapo como las mías, ni estarán rellenas de arrocitos.

Daniela Neira

Tátara- tátarabuelo Giussepe

Cara Daniela, confido che prima o poi riceverai questa lettera dalle mani di qualcuno della tua famiglia e anche che leggendola mi perdonerai per essermi intromessa nella tua vita, ma avevo bisogno di sapere fino a che punto sarebbe arrivata la mia stirpe. Non avendo fratelli o cugini maschi, il mio cognome andrà perso dopo la nascita dei tuoi figli; ma non sarà così con il mio sangue, la personalità forte, temperata e dominante della famiglia Neira continuerà a vivere nei tuoi nipoti e nelle generazioni future, anche se il cognome non è più presente nei loro atti. La tua prole sarà colta e conserverà l’eleganza che, anche se non si vede, si vive oggi nel castello.

Sii forte e persistente. Con tutto il mio affetto, Geussepe, Conte di Mascarelli.

Tío-abuelo José

Como cada noche, después de que el toro me deja casi muerto en el cementerio de Chilpancingo, he vuelto a casa a escribir. Así es, cada noche un toro viene a mi encuentro en el camino antes de llegar a casa, me corna por el estómago y me lleva a las profundidades del averno y tras ser torturado durante horas me deja casi sin vida junto a una tumba diferente cada día… tumbas siempre vacías, pero con nombres y fechas futuras, la de hoy lleva tu nombre Daniela.

La primera vez caí por accidente a la tumba junto a la que me dejó ese bóvido salvaje e infernal, y al hacerlo pude ver a la persona que yacerá allí dentro de muchos años. Tirado, sin apenas poder moverme, vi las vicisitudes de esa miserable y corta vida a causa mía. Ahora cada noche me dejo caer en la tumba junto a la que me deja el toro y regreso a casa a rastras para contarles a sus ocupantes la suerte que les espera en la vida debido a mi avaricia y herejía. Tras dejar el cementerio y observar de lejos tu hermoso cenotafio, me tranquiliza escribirte que tu vida no

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luce mal, pero tendrá momentos amargos y tu cercanía con la muerte llegará a tus escasos 16 años. La parte que te tocará cargar de mi agonía como mi descendiente será ese dolor en el estómago al ser cornado por el toro… al igual que yo perderás sangre, perderás la consciencia y tus vísceras estarán fuera de tu cuerpo; pero no te preocupes, será sólo temporal, pues el diablo tiene mi alma, no la tuya. Perdona por hacerte vivir esto, no sabía que mi inconsciencia llegaría tan lejos y afectaría a tantas generaciones venideras.

Postdata: Ora por mi por favor. Tal vez algún día logre salir del infierno. -Con que mi hemorragia interna durante la adolescencia fue obra de mi tío abuelo que vendió su alma al diablo; no cabe duda de que “uno nunca sabe para quién trabaja”. Veamos qué dice ahora la carta de la tía Adelaida. Ojalá las canas que tengo no sean por su herencia, porque ya estuvo bueno de cargar con las maldiciones de mis ancestros. Aunque debo admitir que poder leer las cartas de mis viejos y saber que ellos ya sabían lo que sería de mí me da tranquilidad. Al menos ya puedo echarle la culpa a alguien de mis malas decisiones jeje-.

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Un brote de resentimiento

Y ese día, también fue la primera vez que sentí algo de rencor. Un brote de resentimiento. Mi nombre es Jacinta Camacho, tengo dieciocho años y estoy casada con la revolución. Soy nieta del pueblo otomí e hija de la colonización. Crecí con miedo al patrón y al hambre.

A la edad de cinco años conocí lo que es el temor. Recuerdo como se hacía de noche y se empezaba a escuchar el canto de los grillos. Así, mientras permanecía asomada en el filo de la puerta de la choza de paja en la que vivía, mi madre me jaló al interior del hogar. Me habló con dureza y me dijo: “no te vayas a salir, porque ya va a ser el toque de queda”.

Yo, pequeña e inquieta, como cualquier niña de esa edad, no pude aguantarme las ganas de saber con qué se comía un toque de queda.

Por lo tanto, mientras mi madre arrimaba los cántaros de agua al interior, y acomodaba el petate para irnos a dormir, se me ocurrió correr hacia el polvoso sendero por donde pasaban algunas veces los patrones y sus achichincles a Curiosamente,caballo.yanohabía nadie alrededor, nada más que mi alma y yo mismita. Caminé unos veinte pasos más hasta ponerme en el centro de la senda, entonces contemplé el cielo lleno de estrellas deslumbrantes y pretenciosas que se burlaban de mi ser miniatura. Permanecí así por un rato, quizás unos diez minutos, cuando de repente sentí que la tierra se sacudía con intensidad a mi derecha. En menos de lo que canta un gallo, percibí la llegada de una bestia enorme de color negro con dos extraños picos en la cabeza. Medía cuatro veces mi altura y pesaba diez veces lo que yo. Corría furiosamente a cuatro patas. Con sus enormes músculos se impulsaba hacia el frente sin la intención de detenerse, ni siquiera por mi Parapresencia.cuandome había dado cuenta de su llegada, la bestia ya se encontraba a menos de seis metros de mí.

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Sentí un pánico horrible en las entrañas. Grité con la esperanza de asustarlo, pero eso solo llamó más su atención. Mientras más se aproximaba aquella criatura, el control que tenía sobre mi cuerpo disminuía. Las estrellas habían tenido razón, era demasiado vulnerable para estar en el exterior.

Comencé a llorar y a llamar a mi madre como nunca. Pero en el momento que aquella criatura estaba a punto de aplastarme, una fuerza diferente me proyectó por el aire y me sacó del camino de la bestia. Era mi mamá. Me había empujado con todas sus fuerzas justo a tiempo para rescatarme del peligro. Estaba tirada en el suelo, toda empolvada y temblando por la adrenalina de la situación.

A continuación, se paró y fue corriendo a ver si me encontraba bien. Me pegó en el brazo y me gritó por desobedecerla. Entonces regresamos a la casa.

Unas dos horas después, ya cuando estábamos cenadas y bañadas. Le pregunté a mi mamá qué era esa criatura y para qué servía. Entonces me contestó:

“Se llaman toros, y los sueltan en la noche los patrones para que nadie salga. Se llama toque de queda, y tenemos que respetarlo. Ya viste por qué, ¿verdad?”.

La miré con tristeza, pensé que era una injusticia. ¿Por qué los patrones no querían que saliéramos en la noche? ¿qué tenía de malo ver a las estrellas y escuchar a los grillos cantar? Si bien, las estrellas son presumidas y los grillos muy repetitivos, no era razón suficiente para encerrarnos tanto tiempo. No podía creer que esas personas soltaran a ese toro a propósito.

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Un día como otro

Illari Alderete Cruz

Ese día se despertó con la sensación de que una vida había pasado por ella, pero estaba consciente de que la semana apenas iba a comenzar y de que tenía que preparar todo para llegar a tiempo a su trabajo. No tenía la certeza de por qué debía cumplir con ese papel, pero ella suponía que sus hábitos eran importados de su familia, de su madre y de su padre que le pedían excelencia en todo, de las exigencias que poco a poco fueron conformando su yo interior, en realidad prefería no cuestionarse pues sabía que eso desataría una tormenta que no podría contener.

Así, sin la certeza de nada, pero con la inercia del día a día, se levantó, fue al cuarto de las niñas, aunque por un momento dudó de que estuvieran. Las encontró completamente destapadas, esto era comprensible porque la primavera las azotaba con la furia de una lluvia de fuego que inclusive, de haberlas encontrado en la regadera lo habría comprendido. Aún no daban las cinco, así que decidió ir a la cocina a preparar el desayuno y a hacer un poco de café para terminar de asimilar aquella realidad, aquel rutinario despertar. Hizo café, se sentó en una esquina a pensar, a recordar, era como si no pudiera rememorar nada, pero supuso que se debía al cansancio del fin de semana pues había sido el cumpleaños de las gemelas y habían decidido ir a descansar cerca de la playa; a ellas les encantaba nadar, armar castillos de arena, enterrarse y sentir el mar espumeante entre sus dedos. Si bien, había sido grato visitar la playa, encargarse de las necesidades de dos niñas de 7 años, la habían dejado extenuada y este tiempo, cuando aún las niñas duermen, lo valoraba como si se tratase del más fino diamante.

La taza de café terminó y se levantó para olvidarse de sus dudas y desconciertos, regresó a la habitación de las niñas para despertarlas y meterlas a la ducha, entre tanto, preparó el desayuno; pan tostado, huevos y leche con chocolate, sin olvidar la fruta que a diario debían comer las pequeñas por su bien, les colocó sendos vasos de agua porque solían padecer dolores de cabeza por deshidratación. Las niñas

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se vistieron y a las 6:30 llegaron a la cocina aún con sueño, no repararon en el cansancio de la mujer, no observaron lo extraño de la escena, sólo desayunaron y se prepararon para ir al colegio.

Una de las madres de sus amigas, para fortuna de ella, se había ofrecido a llevarlas ese día. Las acompañó a la puerta y se despidió. Luego, al fin sola, tuvo un recuerdo, quizás de vidas pasadas, en el que la soledad había llenado su vida dicha y de luz, se percató de que pronto darían las ocho, y se fue corriendo a bañar para salir a tiempo hacia el trabajo, ese trabajo que sentía que no había elegido pero que tenía que realizar por el bien de su familia.

Salió sin más rumbo a la oficina; era secretaria ejecutiva en una empresa que no hace mucho se había fundado. Por momentos le sorprendía, que ella, que imaginaba que sería una mujer de grandes ideas, hubiera elegido ser secretaria, no recordaba el momento de la elección, sin embargo, se decía a sí misma que no lo hacía por ella sino por las niñas, ellas que en ocasiones, como hoy, le habían resultado tan indiferentes, en el que las había percibido como dos extrañas, quizás fue su mirada, su cansancio por la salida al mar, quizás... Durante la hora de comida y aunque no lo deseaba, se quedó dormida. Sus sueños se poblaron de un mundo en el que ella dirigía a cientos de hombres y mujeres, para lograr sobrevivir. Al despertar, con cierta angustia, decidió olvidar todo, dejar esa duda extraña que la acompañaba y hacer de ese otro día como cualquierEllaotro.no imaginó que, en otro tiempo, durante la guerra por el agua, para el infortunio de la humanidad o para su bienestar, fue capturada por los enemigos y condenada a ser drenada para la sobrevivencia de los demás. Tal y como le había ocurrido a sus antepasadas y a su prole. Ahora estaba allí, en esa oficina, pretendiendo cuidar a sus hijas.

Cuando era una pequeña adoraba soñar con tu llegada, rescatarme del castillo y que pelearas con un inmenso dragón, gracioso es pensar que hablaré de un príncipe del cual solo fue la protección de mi objeto de placer favorito... así es su corazón.

51 Miles de príncipes intentaron entrar por todos lados, desde la puerta gigante hasta la ventana más alta, se volvió entretenido ver el desfile de caídas y derrotas de cada uno de ellos, aún más excitante era cuando llegaban hasta la cama y me tocaba devorar sus intenciones, delicioso realmente delicioso era saborear cada parte de su inmenso ego por haber llegado hasta la cama donde debían tener un triunfo total, ingenuos bastante ingenuos, el verdadero terror era la damisela en espera, desgarrador al notarlo en su último suspiro. Después de algo tan rutinario se vuelve monótono, confieso haberme obsesionado con comer sin sentir, ser presa del dragón era interesante, solo que vivir de sangre y lágrimas te vuelve frío, te convierte en piedra, me sentía llena pero vacía, había un hueco inmenso en mi pecho, el brillo de mis ojos se opacaba, era evidente el cambio de hábitos, solo quería seguir comiendo, seguir matando cuerpos y coleccionar corazones.

Todo tiene un fin, una noche mire al cielo, contemple esos destellos tan fascinantes derriba de mi cabeza, brillaban más incluso que mi amada corona, adore ese bello esplendor, ahora las noches eran mis favoritas.

Mi vida necesitaba algo más, requería con urgencia volver a sentir.

Ya nadie se acercaba al castillo después de la mala fama que se le había creado, mi vida era aburrida, mi único entretenimiento era la noche. El destino parecía escucharme, un príncipe muy valiente se acercó a la puerta del castillo, me daba tristeza pensar que terminaría igual que los demás, se acercaba demasiado para ser verdad, él no me temía, me sentía diferente, una revolución venía a mí al ver diario su llegada. Deseaba notará

52 mi existencia, sus ojos tienen ese brillo que tanto amaba ver por la noches, su sonrisa es causa de un color rojo en mis mejillas que nunca antes había aparecido, fue difícil acercarme a tocarlo para saber de qué estaba hecho, qué tipo de magia manejaba para hacerme sentir un universo de emociones dentro de mí. Después de tiempo se acercó a mi ser helado, toco mis orejas y sentí un calor excesivo en mi cuerpo, sentí un calor que ahuyentaba la frialdad que me caracterizaba, quise sentirlo más cerca, más dentro de mí. No sabía qué era lo que él guardaba para hacerme sentir de otra manera. El tiempo iba pasando, el caballero iba avanzando, mi pecho desbordaba a cada momento calor, mi cuerpo pedía a gritos ser descubierto por esa armadura tan peculiar. Logre terminar con el frío, logré acercarme a él, pude quitarle la armadura, sentir su piel, logre escuchar su voz y de un tiempo para acá el caballero se volvía presente con más intensidad, aún no sabía que lo hacía tan diferente a los intentos de salvadores que había tenido. Hubo una tarde con una temperatura diferente, él hablaba, se acercaba y mis labios temblaban, sentir su piel, descubrir que había detrás de todo lo hizo convertirse en mi tesoro más preciado, y lo que llevaba en el pecho la reliquia más protegida de mi reino. Mi universo corría peligro con el dragón en la puerta, esperando día a día su llegada, mi príncipe podía morir y junto con él ese amor que no había sentido en vida de damisela acuartelada, así que decidí proteger a él portador de mi locura más grande, al portador del corazón más bello y mate a mi compañero de toda la vida, asesine al dragón para que mi caballero pudiera entrar sin temer su partida.

Deseos de media noche

Mayra Escamilla

Quiero ir al pasado, volar con Amelia Earhart en su pequeña aeronave amarilla y saber qué pasó con ella, ver el momento en el que algo falló, darle un lugar de descanso a sus restos, una tumba donde llorarle y llevarle flores.

Quiero caminar con Charlotte Brontë por los paisajes montañosos del norte de Inglaterra y agradecerle por escribir mi novela favorita de la vida, Jane Eyre.

Quiero ver el antiguo Egipto de la mano de Cleopatra, compartir su fortaleza y entrega por su pueblo, buscar el paradero de sus hijos.

Quiero ir a la Scala de Milán y ver a María Callas, conmoverme con cada una de sus notas, llorar de emoción.

Quiero estar en el momento preciso en que Marie Curie descubrió la radioactividad, ver con ella las fluorescencias mortales de los elementos.

Quiero subirme a un autobús con Rosa Parks, sentarme junto a ella en el lugar que nos plazca y ver por la ventanilla la Alabama que la segregó.

Quiero quedarme en la Villa Diodati la noche en que Mary Shelley dio vida al monstruo icónico de la literatura de horror.

Quiero tomar el sol con Marilyn Monroe y Amy Winehouse, escuchar su plática, decirles que todo estará bien.

Quiero cerrar la llave de gas del horno de Sylvia Plath.

En fin, quiero vivir esos días en que las mujeres cambiaron el curso de la historia, sentir con ellas la emoción del descubrimiento y del logro pero también estar para ellas en los momentos oscuros, en los que sintieron que no podían más.

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Bitácora del viaje

Día 1. No sé dónde estoy y preguntar el año en el que me encuentro sería sospechoso o de menos extraño. No recuerdo nada de esto y no estoy en ningún lugar familiar, es en un cuarto con vista a una inmensa ciudad. Si me asomo por la ventana puedo ver una calle concurrida por mucha gente, aunque podría apostar a que varias de esas “personas” en realidad son androides, pero no sabía definir bien la diferencia entre las personas y los supuestos androides.

Si pongo atención, todos tenemos una apariencia similar.

Día 2. Los días me resultan más cortos de lo normal, se sienten como solo una hora en la Tierra de la que vengo y por lo visto a esta gente le basta con dormir 20 minutos de esa hora, pero puede que sea que este sobrepasando las cosas.

Ya exploré el lugar y no hay nadie más, es un alivio.

Dia 3. Ahora que lo pienso, ¿qué estará ocurriendo del otro lado? Seguro mis amigos están cuidando que nada interfiera con el viaje con algún circulo de protección para que nada me despierte, despertarme de golpe podría ser peligroso.

Día 4. Con tanto tiempo para reflexionar me acorde que se supone que el ritual que hicimos era para viajar a vidas pasadas y esto parece más bien el futuro. Quizá esa teoría de que el pasado, presente y futuro existen simultáneamente, pero en diferentes dimensiones, sea cierta.

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Júrame tú, la que te fuiste sin mirar atrás, con el corazón a dos manos, que seguirás errando por el Júramemundo.queno te avergonzaras de ser llamada exiliada, hija de la diosa que deambula por a las orillas del mar buscando su destino.

Así seas feliz te irás, por amor a los muertos que dejas, por amor a la que has dejado en cada Júramelopaso.

ahora que no soy de ningún lado, no tengo patria y nadie pregunta por mí.

Si me lo juras mañana puede que el tiempo haya pasado y quiera quedarme, Vivir en la mansedumbre, con templanza, un amor de buenos días, cómo amaneciste.

Júramelo ahora que no hay amor que me sacie el hambre, el cariño.

Ahora que me has dejado los brazos abiertos, que te has abandonado para caminar cien años en el desierto en busca de un dios que no existe.

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5. ¿Cómo escriben mis sentidos?

La escritura habla del amor, desamor y guerra; calma, mar y cielo. Todo ésto, se percibe a través de los sen-ti dos. Se debe tomar una pausa, respirar profundo, cerrar los ojos y empezar a activarlos lentamente, en calma, en silencio, en blanco... Ilustración: Jessicartica

Soy el sentido mudo

Me llaman el sentido mudo. ¿Por qué? Es muy fácil, es terriblemente difícil describirlo que percibo. Soy el sentido del olfato. Por si no lo sabías, estoy conformado por la misteriosa cavidad nasal, las amplias fosas nasales, un abultado bulbo olfatorio, el compactado hueso etmoides, así como el nerviosísimo nervio olfatorio, y la siempre temblorosa membrana olfatoria. Soy el sistema más efectivo para registrar olores en los cerebros de muchos seres vivos. Podría decirse que mi existencia alegra y castiga la vida de muchos, pues la capacidad evocadora de los olores permite que los sujetos generen recuerdos vívidos de su memoria.

Así ha sido durante toda mi existencia. Me encuentro a mi mismo en muchos lugares al mismo tiempo, soy omnipresente. No obstante, no cuento con la omnipotencia. Una que otra vez se me han escapado algunos organismos, ya que pierden la capacidad de oler de manera temporal o permanente. Cuando eso pasa, me enfurezco. Ya de por sí es difícil ser el sentido mudo. ¿Cuántas veces me ha robado el protagonismo el sentido del gusto? En su caso todo es fácil. Elle sí que sabe hablar. ¡Claro! Tiene a la lengua, y por más que le dices que se calle, no lo hace. Para elle solo basta con escribir todos los sabores e ingredientes en orden, y ya está. Pero ¿alguna vez ha intentado describir el olor de un cerro? ¡Es complicadisisisímo! Porque el cerro no tiene uno que otro ingrediente, está compuesto por demasiadas cosas. Ni la comida más condimentada de todas se le compara. Con decir… A veces hasta yo me confundo… En ocasiones, ¡el mole me huele a chocolate! Y en otras, ¡los frijoles se disfrazan de un rico pozolito! Es francamente agotador.

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Ah, pero eso no es todo. Hace muchos años ocurrió la muy famosa y tradicional reunión milenaria de los sentidos. En dicho congreso nos tomamos un descanso de nuestro arduo trabajo y agradecemos a la Creadora

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por traernos al mundo.

Recuerdo que en ese entonces fui de los primeros en llegar a la sede. Aquel día era muy frío, porque era finales de otoño. Cuando ingresé a la base, Vista ya estaba sentada esperándome. No me malinterpretes. Sentido de la vista es una excelente amiga, pero, se niega a ver más allá de sus pestañas. Siempre que tengo una conversación con ella, termina cuestionándose si lo que no se ve existe. Entonces me pongo a la defensiva, porque, ¿cómo es posible que no perciba la diferencia entre una rama de pino y una de ocote? ¡La diferencia de hedores es monumental!

No obstante, Vista se queda corta ante la ignorancia del sentido del oído. Ese cretino… Se cree la gran cosa porque puede escuchar el sonido del viento… Pero ten por seguro, te lo firmo si quieres… Que no se daría cuenta si hay una fuga de gas en una cocina.

Ah, pero deje lo mejor para el final. El señor sentido del Tacto. Nunca conocí a alguien tan sensible. Simplemente no soporta nada. Que, si hace frío, calor. Ay, no, demasiado húmedo, o muy seco. Cero tolerancias a los ambientes extremos…

Aunque, eso sí, debo admitir que es un tipo muy alto. En tu caso mide como dos metros de piel “Vaya,aproximadamente”.puesparaser mudo has hablado bastante, querido Olfato. Nunca pensé que tuvieses tanto para decir. Sin embargo, algo puedo asegurarte. Sin ustedes, yo no sería nada. Si me siento viva es gracias a tus compañerxs y a ti”

“¿En serio lo crees?”

“¡Por supuesto!, de veras te deseo encuentras al organismo capaz de plasmar tu extraordinaria memoria en el papel. Algún aparecerá alguien con la capacidad de describir cómo huele viento… Cuídate, nos vemos luego” “Me conmueves. Ojalá la Creadora escuche tus palabras”.

Oscura iluminación

Majo Ramírez

Está amaneciendo, lo sé porque puedo escuchar el trino de los pájaros y el ajetreo de los carros. La fricción de las llantas sobre el asfalto, uno que otro claxón a lejos, y el andar acompasado del camión de la basura. Con la campana, de un ritmo constante y frenético que anuncia la recolección, suena el riguroso grito:

¡BASURAAAAAA! Ahí es cuando sé que debo levantarme, pero primero me estiro bien en la cama. Bostezo, aún no sé si quiero despertar o continuar recorriendo la seguridad de las tinieblas. El movimiento de mi cuerpo hace que truenen los resortes del colchón: el recordatorio matutino de que debo cambiarlo, comprar uno nuevo, aunque ahora no tenga idea de cómo lo elegiré. Siempre hay muchas opciones, posiblemente ninguna se acople a mis necesidades nocturnas.

Al tacto, ese colchón que me ha acompañado por diez años, continúa conservando su tersura o tal vez sea que lo he hecho mi refugio. Un pequeño cómodo hogar dentro de mi hogar, el suave recinto en el que puedo abandonarme al mundo onírico donde todo es oscura iluminación. En sueños no puedo ver nada, diría que es como quedarse a ciegas, pero a veces no solo eso. Es una oscuridad distinta, irradia y magnetiza. No me causa temor, más bien creo que es el aviso de la llegada a mis profundidades. Primero empieza con un pequeño punto dentro de un lugar —que nunca sé si es una habitación o la nada— donde todo es blanco y no puede observarse ninguna presencia. Ese punto, que pareciera encenderse a pesar de la ausencia de luz, comienza a expandirse de manera uniforme, baña ese sitio de oscuridad iluminada: un negro intenso reviste el espacio iluminándose por los márgenes. Lo curioso es que una vez que lo cubre todo, comienzo a sentir paz y alucino con que he alcanzado un mayor nivel de consciencia. ¿Así es experimentar el aquí y el ahora sin que se interpongan miles de pensamientos? Ese es el misterio que guardo siempre en mi cama y que me acompaña hasta las primeras horas del día, cuando por más que deseo abrir los ojos se me imposibilita la entrada de la claridad.

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Por supuesto, al principio me daba pánico quedar contaminada de esa negrura, se suponía que ese algo no debía seguirme al plano de la realidad, pero ahí estaba como una nebulosa que ocultaba toda mi habitación bajo una espesa capa de tinieblas. Me paralizaba el hecho de no saber qué dirección tomar para encontrar el interruptor de la lámpara de techo. Sin embargo, lo más pavoroso fue dar con el interruptor, apretarlo y que el milagro de la electricidad no se produjera. La pesadez de su velo no me abandonó sino hasta pasado el mediodía, como una forma de protesta contra mi insubordinación. La Oscuridad tenía su propia voluntad y había que respetarla. Con el tiempo, aprendí a convivir con esa rara presencia onírica que lograba escurrirse en los primeros momentos de mi despertar. Así que ahora me tomo mi tiempo en la cama, recorro la frescura de las sábanas de algodón con los dedos de mis pies y me permito sentir el cuerpo, lo que sucede en mis manos, los brazos o el cuello cuando poco a poco voy abandonando el sueño. Escucho el corretear de mis gatos, el peso de las patas sobre la duela, los sonidos que producen como declaración de guerra al trajín matutino. Luego vienen los pájaros como distracción para los felinos, la contemplación de las aves en la ventana, los carros de los vecinos apresurándose a alcanzar el día, y el camión de basura como mi riguroso despertador.

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Cinco sentidos Yamileth Alcantar

Ven, acércate. Toma mis manos, siéntelas, sube tus dedos poco a poco, hasta mis hombros, recorreme, abrázame fuerte, no me sueltes. Ojos penetrantes, ¿Quieres probarme? Sin miedo cariño, así, déjame probar tu saliva, moja mis labios, mójame toda. Ese olor, no pares, tu sudor en mi cuerpo, ese olor a sal, no pares, a loción de menta y perfume de granada. Muérdeme, cómeme, estrujame, aprietame, más rápido, así, mírame. No me sueltes, muévete conmigo, húndete conmigo, llora conmigo, ¡Dios!, grita conmigo, mierda, si, mi amor...

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Como un Fénix

Liliana Zamora

Destruyeron mis sueños, las cenizas con miedo no podían volver a plasmar lo que mi cuerpo quería gritar. Ha sido difícil conectarme con esa parte de mí que amé por mucho tiempo y quedo varado por desconfiar de la capacidad que tengo, he bloqueado los sentidos de la creatividad, les he puesto una barrera para que no puedan continuar.

Hoy te escribo a ti pequeña Liliana con el amor que me hubiera gustado se dirigieran a nosotras para continuar y no hacerte creer que no eres capaz de lograr tus sueños. Recuerdas lo mucho que adorabas jugar en el pasto y hacer historias al jugar en el, hoy 20 años después te has perdonado y has vuelto a escribir con esa misma emoción, has creado cuentos que van desde el miedo hasta el amor.

Ambas sabemos que no ha sido fácil, pero entendemos que todo tiene un tiempo, y que ha llegado el momento de soltar, reconstruir todo lo que se apagó, podemos ver un día soleado o admirar la caída de la lluvia disfrutar el escenario del climatico y convertirlos en poesía tan trágica como romatica. Podemos gritar, cantar y crear una rima sin esperar la aprobación de alguien más, yo lo sé mi niña ha sido difícil volver a hablar para crear, ha sido doloroso este proceso para continuar, nuestro espíritu está listo para proseguir, para sentir para hacer viral nuestra voz al crear.

Pequeña Liliana, mi hermosa niña vuelves a inventar personajes con aromas al percibir lo que amas en tu nariz, ves como todo ha sido poco a poco, el proceso está terminando y debes confiar más en nosotras. Las cenizas comienzan a tornarse diferentes y están listas para volver a nacer y volar tan lejos como nos lo propongamos. Eres un hermoso fénix que vuelve a crear al conectar sus sentidos con lo que siente y vuelve

a volar con las emociones libres del baúl olvidado en tu nuestro interior.

No te asustes si una manera de pensar no coincide con la tuya, recuerda que estás en proceso de crecer y en el camino entenderás ¿Cómo es que tus sentidos escriben una vez más?

Bienvenida mi niña te lo dice una hoja en blanco y tus plumas de colores al verte de vuelta para llenarlas de ti y el mundo conozca lo que tienes que decir. Abrazame pequeña que aún tenemos un camino largo por recorrer, mi hermoso fénix ya llegó el momento de volver a soñar...

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El perfume MayraparaEscamillamipersona favorita

Tomó la botella de cristal y con delicadeza le retiró la tapa. La manipulo con un cuidado excepcional. Antes que cualquier otra cosa, acercó el atomizador a mi nariz e inhaló. Casi de manera mágica e instantánea, este gesto me regresa a hace unos años, cuando la botella era nueva. Tengo en mi poder la máquina del tiempo más efectiva que jamás imaginé encontrar.

Con mi brazo extendido, presiono el atomizador en dirección hacia mi cuerpo. Una brisa de sensaciones me rodea mientras las gotas minúsculas del precioso líquido besan mi piel como la espiritrompa de la mariposa del capullo. De pronto, es el año 2010 otra vez. Mi ropa del día es reflejo de modas pasadas y los zapatos que yo creía rotos han sido restaurados. Bajó corriendo las escaleras de la casa. Estoy feliz y ansiosa. El olor del perfume me envuelve en un manto de sensualidad etérea. En la sala me está esperando mi futuro esposo. —¡Qué rico hueles!—, exclama en cuanto lo abrazo.

En la entrada de mi casa está el auto rojo de nuestra juventud. Nos vamos al cine a ver una película que ya no recordaba. El olor de la mantequilla en las palomitas intenta competir con el aroma a avellanas, violetas y pimienta rosa que yo emano. Erick acerca su cara de tanto en tanto a mi cuello, y vuelve a halagar el efluvio.

Yo sonrío y pretendo no darle importancia. Sin embargo, ese es mi propósito. Ese es el encanto. Esa es la reacción que yo buscaba. Despierto del recuerdo súbitamente. Alguien toca a la puerta.

—¿Estás lista?—, me pregunta Erick desde el pasillo. —Ya casi es hora, vamos a perder el avión y la boda de Antonio.

—¡Ya voy!— contestó desde la habitación y pienso en el sobrino favorito que hoy contrae nupcias. Tomó la maleta y bajó las escaleras. En la sala, está mi esposo, ya con canas y entradas en la parte alta de su frente. Unas delgadas líneas le enmarcan la mirada.

—¡Qué rico hueles!—, me abraza. Su nariz en mi cuello se siente tan inusitada como la primera vez. Yo me echo a reír y él piensa que le hago burla. El incauto no sospecha de la secreta complicidad que tengo conmigo misma cada vez que uso este perfume y que este ha logrado el efecto deseado una vez más. Afuera un taxi nos espera.

La máquina del tiempo en forma de botella se queda reposando en el tocador, lista para ser usada en otro momento.

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El principio

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Febrero 2020, Ciudad de México. “Estudiantes del CCH Oriente acuerdan ir a paro indefinido”, “Alumnos del CCH Oriente no sueltan plantel; votan por paro indefinido”, “Acuerda gobierno capitalino mesas de trabajo con estudiantes del CCH Oriente”. Así pintaba el comienzo del distanciamiento social, esos títulos era lo que todos mencionaban sobre Oriente, los titulares de periódicos como La Jornada, Milenio y La Prensa hablaba sobre el paro. Recuerdo estar con mis compañeros en el plantel y hablar sobre un virus que se parecía a la tos y que se estaba esparciendo por el continente asiático, pocos fuimos los que realmente consideramos que esto se saldría de control.

La mayoría apostó a que aquello no tocaría nuestras aparentes tierras lejanas, pero sí sabíamos que, si eso llegaba a México todo estaría perdido mínimo por meses. Pasaron los días y cada vez se escuchaba más el pronto fin del paro y más noticias sobre aquel virus. A principios de marzo, en un miércoles el paro se levantó, en poco tiempo estaríamos de vuelta a los salones, o al menos eso creíamos. Ese mismo día llegando a mi casa, en las noticias de todo el mundo ya se estaba hablando de cómo esa enfermedad que se parecía a la tos ya estaba en tierras mexicanas, pero no solo eso, sino que se había convertido en una pandemia y nuestro enemigo ya tenía un nombre por el cual temer “SARS-CoV-2”; o COVID-19, covicho para los compas. A pesar de aquello estábamos bastante seguros de que no pasaría tanto como ha pasado ahora. Nunca imaginamos que en febrero del 2020 algunos tendríamos nuestra última clase presencial y jamás consideramos que pasaría más de un año sin volver a vernos. Definitivamente escuchar sobre las pandemias no es lo mismo que vivirlas y en futuros años con solo oír hablar del COVID-19, a muchos nos darán escalofríos.

Fungos magicae

Las fiestas nunca fueron lo mío. Convivir casi por obligación con un montón de extraños que sé que al volver a verme ni siquiera me saludarán, no es algo que disfrute hacer. Pero heme aquí, en el patio de una casa que, contrario al interior, está tan sereno como una vela en un cuarto sin brisa. Aquí afuera todo se ve tan distinto, es como si estuviera en medio de dos mundos totalmente diferentes, uno repleto de luces fluorescentes del que emanan una explosión de olores a tabaco, cerveza y sudor; y el otro inmerso en la oscuridad, un sublime y fresco jardín que desprende olor a naturaleza, colores verdes, rosados y amarillos que aún en medio de la noche se pueden vislumbrar.

Aquí todo está tan quieto que, si fuera posible a esta distancia, podrías incluso escuchar el sonido de las estrellas. Puedo no solo sentir sino también oír el viento rozar cada parte de mi cuerpo y de los majestuosos árboles a mi alrededor. Cierro los ojos y con las palmas de mi mano tocó suavemente el pasto húmedo sobre el cual me encuentro sentada. Es como si la naturaleza me abrazara y se conectara con mi alma en cuestión de segundos. Todo es tan pacífico que sentir la brisa azotar intensamente de un momento a otro, me hizo abrir los ojos casi por inercia y voltear al cielo ahora iluminado con intensas luces violetas y pequeños destellos índigos que me resultan completamente extraños.

Me levanto desconcertada y veo un enorme disco flotando sobre el aire. Apenas intento concentrarme para tratar de comprender qué es esa cosa que se encuentra frente a mí, cuando de repente escucho un ruido ensordecedor que proviene de lo que parece ser una, una, una, ¿nave extraterrestre? Me paralizo. Mi cuerpo deja de sentir. Es como si estuviera dentro de una alucinación. No puedo creer lo que está pasando. Sacudo un poco mi cabeza para confirmar que aquello no es un sueño, y veo la nave descender lentamente hacia el centro del jardín. Volteo al interior de la casa para ver si alguien más lo ha

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68 notado, pero todos parecen seguir inmersos en sus asuntos dentro de su mundo normal. El insólito disco toca el pasto y las luces se apagan. Por unos instantes todo se oscurece, hasta que una puerta de la nave se abre y yo no puedo creer lo que mis ojos están viendo. Hay un extraterrestre frente a mí. Es como un humano, pero el doble de alto; su púrpura y grisácea piel está completamente desnuda. No hay un solo vello que cubra su escuálido cuerpo y sus ojos son tan extrañamente hermosos, con una singular forma ovalada y de un color turquesa brillante, o al menos eso parece a la distancia. Me quedo parada, estupefacta. El alienígena me mira fijamente, ladea su cabeza de un lado a otro y regresa a su estado inmóvil, sin emitir un solo sonido. Con el corazón latiendo a todo lo que da y un tremendo nudo en la garganta, comienzo a acercarme lenta y pausadamente hasta el punto de quedar a menos de dos metros de distancia de aquel ser que ahora ya no parece tan aterrador, solo diferente. Su piel es más lisa de lo que aparenta a lo lejos y sus ojos no Despuésparpadean.deunosminutos de contemplarnos mutuamente, me ofrece su “mano”con lo que parecen ser tres largos y flexibles dedos. Todavía un tanto insegura, la tomo y el contacto de nuestras pieles me hace sentir en paz; una paz que no había experimentado en años. Es una mano blanda, tibia y liviana. Me invita pasar a su nave en donde por dentro todo es tan blanco que lastima un poco mi vista. Es el lugar más limpio en el que he estado y está totalmente vacío.

La nave despega y en cuestión de minutos me encuentro navegando en el espacio. El mundo parece tan diminuto desde acá; una pequeña bola que flota en medio del universo. La microgravedad hace que me eleve dentro de la nave y en cuestión de segundos el sosiego se apodera del lugar, el ruido del mundo cesa, y yo solo me puedo concentrar en las estrellas. Desde que era pequeña me encantaba verlas antes de ir a la cama, recuerdo que pasaba horas acostada en el patio de mi jardín, contemplándolas. Y hoy que las tengo frente a mí, no puedo evitar sorprenderme por su belleza. Su brillo es tan peculiar y las luces que emanan son de todos los colores, desde tonos blancos y azules hasta

69 anaranjados. Desprenden una energía que te llena de vida, como si por un momento todo lo que hay en la Tierra se desvaneciera, como si todas aquellas personas dejarán de importar. Por instantes microscópicos solo pienso en mí, en las estrellas que rodean la nave y en mi nuevo amigo. Todo aquí arriba es fantástico. Los músculos de mi cuerpo se relajan y me permito fluir. No hay frío, supongo que es porque me encuentro dentro de la nave. Miro a todos lados y es como si yo fuera el centro del universo; las estrellas y algunos planetas que divisó a lo lejos giran a mi alrededor. Estoy descansando como nunca antes. Me permito cerrar los ojos y sentir la nada, el absoluto silencio.

Respiro hondo y escucho risas lejanas que me obligan a abrir los ojos. Es la realidad. Estoy de vuelta en la Tierra, acostada sobre el pasto templado. Me levanto rápidamente para intentar buscar a mi amigo, pero ya no está por ninguna parte. Ahora solo estoy yo, un punto más en la Tierra, un insignificante ser en medio de la creación. Existo, pero quién soy yo de verdad dentro del gigantesco cosmos. Nadie. Quizás solo fui alguien mientras estuve arriba. O eso me hicieron creer las setas que sostiene mi mano.

Recuerdos sensoriales

Daniela Neira

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Todos recordamos a las personas de cierta manera e irónicamente nos resulta imposible recordarlas de otra. Lo curioso es que todos recordamos con los sentidos, no con la mente o con el corazón, por poco poético o romántico que resulte esto. Yo recuerdo a la perfección a mi abuelo cantarme Barrilito o Muñequita linda, mientras me cargaba y bailaba conmigo frente al espejo y eso que tenía 1 o 2 años apenas; lo curioso es que no recuerdo su voz. A mi abuela, también la recuerdo con música, bailando con un pañuelo la Malagueña o Por los caminos del sur; porque eso sí, en las celebraciones familiares no podía faltar el pozole y el disco de José Agustín Ramírez. Sin embargo, a la hermana de mi abuelo no la recuerdo con música; la recuerdo por su olor, ella no fue monja de milagro, pero era muy religiosa, así que no se maquillaba, pero siempre olía a una crema que tenía la cara de 3 mujeres en la etiqueta; no tengo idea cómo se llame; tal vez ni ella sabía, porque recuerdo que alguna vez me pidió que le pasara la crema de las 3 caritas. También a mi tío lo recuerdo por el aroma. Siempre ha usado loción Fahrenheit, así que cada vez que se acerca a mí alguien con esa loción digo -huele a mi tío Beto-, aunque a él también lo recuerdo por las historias. Mi tío es un gran contador de historias, era quien me mantenía entretenida o aterrorizada con los cuentos que se inventaba para mí respecto a los lugares que frecuentábamos cuando era niña. Y hablando de historias no puedo evitar pensar en mi papá; es la persona más culta que conozco y siempre tiene tema de conversación. Por su culpa soy tan desvelada y tan mala levantándome temprano, porque podíamos acostarnos a las 3 o 4 de la mañana cambiando al mundo. Da igual si el tema de la noche es el antiguo Egipto, avistamientos extraterrestres, la historia de la escudería Ferrari o las reglas del beisbol por cuadragésimo tercera vez (odio el beis); siempre es un deleite platicar con mi papá.

A quienes recuerdo con el gusto es al mejor amigo de mi papá: mi tío Paco y a su esposa Bety; él siempre tuvo

71 bastante dinero, era hijo de españoles y a pesar de vivir en Condado de Sayavedra era amante de las carnitas y las cubas con Bacardí Blanco; mientras ella es la mejor cocinera del mundo; incluso los platillos navideños que odio como el pavo y el bacalao son un deleite preparados por ella; y qué decir de los medallones a la mostaza, bueno, hasta los frijoles que prepara son excepcionales y ni hablemos de las bebidas porque su clericot es el mejor de México.

A quien siempre siento, literalmente es a mi esposo. Me enamoro de nuevo cada vez que revivo el primer beso que nos dimos y me parece indescriptible la seguridad que me brinda con cada abrazo y además de él, siento a mis hijos… recordar la sensación cuando aún estaban dentro de mi vientre es mágico (cuando me pateaban, se me encajaban, cuando le daba hipo a mi hija y me rebotaba la panza…), así como recordar la sensación de sus manitas tomando mi mano o sus piecitos parados sobre los míos; sus abrazos, sus besos; qué puedo decir, el contacto con uh hijo lo es todo.

Finalmente recuerdo a mis amigos por cómo nos vi, corriendo en las noches coloniales para atacarnos con botes de espuma y serpentinas líquidas, bailando en casa de Jacob hasta el amanecer, desayunando y jugando juegos de mesa en El Ocho. Si cierro los ojos puedo ver la cara de Illa presentando su tesis o la de San cunado nos dijo que estaba embarazada; veo a Tere y Mariana cargando a mis hijos por primera vez y a Lilia a través del espejo mientras me enchinaba el cabello. Tengo tantos recuerdos formados gracias a mí, a mi cuerpo, a mis sentidos que le temo mucho a perder el olfato o la vista, pues ya no sabré cuando personas queridas se acerquen, ni podré robarme las expresiones reflejadas en sus rostros.

Le temo a no poder oler un naranjo y recordar el día que nació Trilse o a ya no disfrutar los dulces pasteles de cumpleaños y el sushi en días especiales. Finalmente temo a que llegue el día en que no tenga la fuerza para darles a mis hijos un abrazo apretado o que mi mano tiemble al buscar la mano de mi esposo, porque mis recuerdos son una compilación de sensaciones físicas y el rastro que ha dejado el mundo sobre mi cuerpo.

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¿Quiénes somos?

Colectivo Hékate está formado por mujeres que ofrecen talleres culturales y artísticos enfocados en el proceso de la escritura.

Iniciamos en el 2020 con La habitación de Woolf: taller multidisciplinario de escritura y literatura reflexiva para mujeres*, un taller dirigido a mujeres donde se exploraban temas femeninos a modo de conversatorio y luego se generaban textos entorno al tema.

Para el 2021 tenemos varios talleres bajo el concepto de Sherezada*, uno de escritura creativa, uno más de música y escritura, y otro de cine debate, todos ellos enfocados en el trabajo artístico de mujeres y sus procesos creativos.

Todo el concepto de los talleres gira sobre la figura de Sherezada, la narradora de “Las mil y un noches” que es parte de la literatura universal. Lo que se busca con Sherezada, es que se conozca más sobre ella, así como resignificarla y verla desde diferentes perspectivas, que ayudan a las mujeres a crear una comunidad de artistas. Sherezada, es una mujer que maneja diferentes conocimientos intelectuales, artísticos, culturales, educativos y sociales de la época y el lugar al que pertenece; además, es guardiana y heredera de toda la sabiduría femenina que le han compartido sus ancestras.

Si lo ponemos en pleno 2021, nos damos cuenta que Las palabras de Sherezada, están en todas partes, siendo las mujeres en el cine, la música y la escritura, entre otras disciplinas y artes, las verdaderas Sherezadas de nuestro tiempo, ya que son las que se encargan de contar sus propias historias y las de las demás, a través de su voz, pluma, notas, cámara, etc.

*Proyectos con los que participamos en el programa Colectivos Culturales Comunitarios de la Ciudad de México.

Directorio de escritoras Ruíz Álvarez

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Lorena
María José Ramírez Jiménez Mayra Escamilla Samantha Ramos Gómez lorenaruiz samrago004@ciencias.unam.mxmajoramirezj@gmail.comalvarez@gmail.commayraev2012@gmail.comsamalmaraz004@gmail.comFacebook:OmarositoFotos Yamileth Alcantar Anyela Botina Illari Alderete Cruz Lorena Olvera Itzel Lievanos Instagram: yami_alcozzi anyelafilosofia@gmail.com Facebook: loreline242001@gmail.complushophilicaitzelaramona@gmail.com

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