Los sueños de Sherezada
Lila Áviles, La camarista y los microcosmos cotidianos
No. 4 Octubre/2021
Fanzine producto del taller Los Sueños de Sherezada: cine debate, mujeres y escritura
Colectivo Hékate. Taller de cine-debate, mujeres y escritura, “Los sueños de Sherezada”. Este fanzine es producto del taller de cine-debate, mujeres y escritura que el Colectivo Hékate impartió de Junio-Octubre del 2021. Cuenta con un tiraje de 35 ejemplares. Este material fue elaborado, diseñado y editado bajo el nombre de Jessica Solano Morantes y Ana Rosa Lozano González. Este material se realizó con el apoyo del Programa Social Colectivos Culturales Comunitarios 2021, de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
Corrección y cuidado editorial Ana Rosa Lozano González
Colectivo Hékate @colectivohekate
Diseño e ilustraciones Jessica Solano Morantes “Jessicartica”
Organización Ilce Gómez Andrade
Índice El cine como reflejo a la vida o ¿La vida como reflejo del cine?
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La camarista
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M.E. Gonz
Madam Petra del Bosque
Aquellos ojos tristes
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Marcela Casiopea
El cine con el que sí me identifico
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El vestido rojo
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Rakel Hoyos
Mar
La camarista (2018) dirigida por Lila Avilés Estelí Morales Huitzil
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Jessicartica, 29 años, CDMX. “Lila y el cine” @jessicartica
Introducción Rosa Lozano El fanzine número cuatro, está de fiesta ya que tiene como protagonista a la directora y actriz mexicana, Lila Avilés, nacida en Ciudad de México en el año 1982. Lila, estudió artes escénicas y guión cinematográfico, carreras que más tarde le ayudarían a tener una visión mucho más amplia y rica para su creación como directora de cine, que es lo que a ella más le interesaba. Antes de que Lila decidiera dar un gran salto a la pantalla grande, estuvo trabajando en el teatro. En el año 2018, tuvo su gran debut en el séptimo arte gracias al cortometraje, La Camarista, es una historia que se narra desde la perspectiva de una mujer que se dedica a las labores de la limpieza en un hotel de lujo, que día a día lucha para obtener mejores condiciones de vida tanto materiales como humanas. Evelia, la protagonista de la historia, nos va mostrando cómo es su trabajo en aquel hotel, entre cuartos adornados, camas grandes y el ir y venir al cambiar las sábanas más de una vez al día. En diferentes momentos, se nos muestra la manera de relacionarse de Evelia con algunos de sus compañeros de trabajo, las llamadas telefónicas que sostiene con su hijo pequeño. El largometraje, es un claro ejemplo del microcosmos, pues toda la historia se centra en aquellas cuatro paredes de lujo, lo que nos ayuda a ver y a captar que Evelia, puede sentirse atrapada y hasta estancada por vivir su vida allí, en un lugar en el que siempre se sentirá ajena, claro que, a veces, puede existir algunos días más diferentes que otros. Es así como Lila Avilés, nos muestra su interés y preocupación por mundos y mujeres que no siempre se visibilizan en el cine y sociedad. Así como existe Evelia, hay muchas más mujeres que se dedican a la limpieza de hoteles, casas y demás lugares.
En nombre de la madre, la doncella y la anciana Colectiva Hékate
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El cine como reflejo a la vida o ¿la vida como reflejo del cine? M.E. Gonz En muchas ocasiones hemos escuchado la frase: “el arte imita la vida”, creo que lo dijo un tal Aristóteles (o se lo escuché decir a una amiga), esa frase nos ha acompañado en la literatura, la música, pintura y ahora en el cine, pero ¿qué tanto influye la vida en el cine? Lila Avilés, en 2018 nos trajo La camarista, donde nos retrata la vida de una trabajadora de servicio en un hotel de lujo de la Ciudad de México. Lila Avilés abiertamente ha comentado que la mayor influencia al escribir esta película fueron las fotografías de objetos perdidos en hoteles, tomadas por Sophie Calle; ejemplo que nos hace volver a la primera frase: “el arte imita a la vida”. Al momento de observar La camarista, honestamente me produjo una sensación de fastidio y asfixia, recordemos que el arte debe transmitirnos emociones agradables y/o desagradables. Esta sensación no fue porque considere que sea una mala película, sino porque me recordó una época de mi vida en la que trabajaba y estudiaba, donde no veía la luz del día por estar encerrada en un salón de clases o un cubículo.
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Nuestra protagonista pasa tanto tiempo en el trabajo que le es imposible ver a su familia y amigos, y al igual que sus compañeros de trabajo, terminan creando un microcosmos, donde quienes ven a diario comienzan a convertirse en familia y la familia que dejan de ver en extraños. Lila Avilés con su dirección de locaciones minimalista, logró transmitir el encierro que muchas personas hemos llegado a sentir, y más en esta época pandémica, en nuestros trabajos, el sentirnos entre el dilema de “¿vivo para trabajar o trabajo para vivir?”.
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La camarista
Madam Petra del Bosque
Mis días transcurren igual, indiferente ante los ojos pasajeros en esta vida. Soy un fantasma, sigilosa y distante. Mis manos hacen magia, a pesar de mi presencia desapercibida. Aquí parecemos hormigas obreras, Recorremos cada piso por pasillos ocultos. Luchamos entre nosotras… ¡Nos aplastamos! Somos perfectas saboteadoras, Nadie puede bajar la cabeza. Todo debe permanecer pulcro, ordenado, reluciente. Nada puede perderse, pero cuando se marchan, olvidan pequeños tesoros, que guardo en el sótano.
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Sobrevivo en silencio. Nadie conoce mis penas, mis dolores, nadie sabe cuánto lo extraño… <<¡Aquí no hay tiempo para lloriquear! ¡Aquí no hay tiempo para chismear! Talla, sacude, tiende, cierra, coloca.>> Grita la comandanta. Estoy harta, estoy cansada de ser olvidada, mientras una compañera ya aplicó una estratagema, Yo me desnudo en la habitación más cara. ¡Estoy fastidiada de ese aroma a cloro! Mis manos morenas se han transformado en luffas, Ya son más de las diez, hoy no regreso a casa… ¡Hijo te extraño!
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Aquellos ojos tristes Marcela Casiopea @marce_casiopea Aquellos servidores opacos y con ojos tristes, que se uniforman todos los días, entre ellos se encuentra ella, todos los días se prepara para servir a los privilegiados y poder ganar algo de dinero. Llega a el hotel donde trabaja; agarra su carro lleno de cosas para luchar y conseguir una victoria al final del día, como si fuera una troyana que se sube al caballo de Troya con su espada, que ansía ganar la batalla y obtener la victoria. El sueño de tener un futuro mejor siempre es latente; mientras ella tiende una cama piensa en que el futuro puede ser mejor y un hombre la observa por la ventana, los rayos del sol del equinoccio y la mirada del hombre la bañan, mientras ella tiene pies y manos que se mueven y podemos notar, también tiene sus ojos tristes y cansados, que no notamos y no se pueden ver.
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Cuando ella despliega sabanas logra que parezcan etéreas; parece una bailarina de ballet cuando sacude el polvo y una luchadora de Aquea cuando limpia el baño; logra generar un brillo impresionante y una ataraxia en los cuartos, al final regresa a su casa después de su jornada, llega a su casa para cerrar sus ojos tristes. Hay que abrir nuestros ojos, lo que para nosotros es algo raro, para alguien más puede ser normal.
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El cine con el que sí me identifico
Rakel Hoyos Guzmán rakel.hoyos rakel.hoyos @Rakel_Ginebra
¿Cuál es la función del cine en una época en la que predominan los discursos visuales? (celulares, tabletas, consolas, Smart tv, computadoras, etcétera). Continuamente me hago esta pregunta, pensando en las ventajas que tiene este medio por encima, por ejemplo, de la literatura. Mucha gente no tiene acceso a libros o no le interesa leer; pero me atrevo a decir que el porcentaje de personas que tienen los medios para ver una película es mucho mayor. Sin embargo, sigo sin poder dar una respuesta certera, o por lo menos aproximada, de la función que cumple el cine a un nivel social; podría ser que es mayoritariamente de entretenimiento, tal vez un poco también de reflexión. En mi caso, son ambas, pero no en igual medida. Me considero una cinéfila, por tanto, busco que además de hacerme pasar un buen rato, la cinta me lleve a un discurso crítico sobre mi entorno social, político y mi posicionamiento como mujer en esta sociedad.
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Entre el trabajo y diversos quehaceres es complicado dedicarle tiempo a actividades como la lectura o, precisamente, el cine. Por ello, intento ser selectiva; sin embargo, una no está exenta de decepciones, sobre todo las que provocan esas cintas que son tan promocionadas que casi te obligas a ver para saber de qué se está hablando. Este fue el caso de cierta película que vi unas horas antes de escribir esta breve reflexión –no vale la pena mencionar su nombre–. Dicho filme relata el conflicto existencial de cuatro hombres blancos, de un país de primer mundo, con privilegios económicos, y que su plan es beber alcohol todos los días. Vi la cinta hasta el final por el mero gusto superficial hacia uno de los actores; sin embargo, no conecté en ningún momento con la historia ni con las vivencias de los personajes. Ver beber hasta embrutecerse a un grupo de hombres solo porque le perdieron el sentido a su vida no me pareció nada trascendental. Pero, claro, es un cine hecho por
hombres para hombres. Esta base es ya de lo más gastada, tanto en lo visual, como en la literatura. Esto me hace pensar en cómo se sigue tomando al género masculino como el centro del mundo. A muchas mujeres creadoras se les critica porque supuestamente sus temas son muy sensibles, que apelan a las emociones y a lo cursi; como si las crisis existenciales de los varones y sus borracheras fueran muy interesantes. Lo que yo veo, más bien, son privilegios de hombres blancos que no me generan ninguna empatía. Y del otro lado –afortunadamente– está este otro tipo de cine hecho por mujeres. Aunque dicha industria ha estado dominada por hombres, como todo, muchas creadoras han luchado por abrirse paso en este medio y contar historias que en verdad nos cruzan y nos importan a las mujeres, con un enfoque real de lo que somos y lo que vivimos. Entra en esta lista, de un tipo de discurso que narra la vida de una mujer real, La camarista, de la directora Lila Avilés. Este largometraje parte desde el enfoque al detalle, es como centrarse en un punto que se va haciendo cada vez más grande hasta convertirse en un universo. No voy a detenerme a contar de qué va la historia, porque mi principal interés es poner sobre la mesa que sí hay un cine por y para nosotras, desde la mirada de una mujer; porque ya por mucho tiempo nos han representado bajo estereotipos con los que no nos identificamos. Esta película podría parecer lenta y que no va a ningún lado. Como la misma directora lo planteó, ella no quería seguir las formas tradicionales. Hace falta ser buena observadora para descubrir que en el universo de Eve, la protagonista, hay muchos pequeños mundos que nos invitan a la reflexión.
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El vestido rojo
Mar charo.acvedo.
La camarista comienza con un vestido rojo, metáfora ideal de ese algo mejor por el que Evelia trabaja, el anhelo secreto que no puede pedir en voz alta porque no hay tiempo para nimiedades ni derecho a desear, solo se puede trabajar. Trabajar, trabajar y trabajar. Evelia no existe fuera del hotel, llega antes que el sol y se va mucho después que él, su vida entera transcurre entre los cientos de pisos, entre camas destendidas, baños sucios e hijos ajenos, entre objetos perdidos y olvidados a la espera de ser rescatados. Pero en la monotonía de su día a día, la esperanza se materializa en el vestido rojo que Evelia espera con ansias y con la certeza de que será suyo. El vestido no lo es todo, claro, su deseo verdadero es ser ascendida, literalmente, a los pisos de arriba, los mejor pagados. Entonces, Evelia se esfuerza, cumple diligentemente sus tareas y espera, solo puede trabajar. Trabajar, trabajar y trabajar. El ascenso es solo un medio, el fin va más allá y quizás es el fin mismo de Evelia: darle una mejor vida a su hijo. Hijo al que no vemos, y ella tampoco, los únicos vistazos de su existencia son las llamadas ocasionales y que, curiosamente, son los momentos en que vemos a Evelia sonreír. Al final, el vestido rojo se va, como se va uno que otro sueño en nombre de la realidad. El anhelo se vuelve una moneda de cambio, aunque su valor es algo que ni todo el dinero del mundo podría pagar. Pero no hay tiempo para tristezas ni arrepentimientos, solo se puede trabajar. Trabajar, trabajar y trabajar.
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La camarista (2018) dirigida por Lila Avilés
Estelí Morales Huitzil iletse.drake
No creas lo que tus ojos te dicen. Todo lo que muestran son limitaciones. Mira con tu comprensión, encuentra lo que ya sabes y verás el camino para volar. Juan Salvador Gaviota
¿Qué observas desde un piso 42? ¿Qué sientes? ¿Qué piensas? Evelia, camarista de un hotel y nuestro personaje de la película, aspira a una planta lujosa que sólo los recomendados, los que se desviven por su trabajo realizando horas extras, o los que hacen favores a los jefes, pueden coronarse con el triunfo de una mejor paga y mejores propinas al dejar todo limpio e impecable. Aquí, la banda sonora son las voces de sus desconocidos compañeros de trabajo, las voces extranjeras, el barullo del comedor, un llanto de un bebé, un walkie talkie, los sonidos de un dispensador de hielos, del cuarto de lavado, del elevador… que acompañan a Evelia como actores principales que narran con maestría los hechos que desembocarán en la desesperación y el hartazgo por un trabajo que limita, que no deja aspirar y que te explota. Pan nuestro de cada día. Evelia nos adentra a su mundo de camarista, es la espectadora y la protagonista de una rutina que exige cumplir con las reglas de una jaula de oro que ni siquiera puede disfrutar. Curiosa por la intimidad de ciertos inquilinos, curiosa por aprender, es el ojo que guía y proyecta cómo es su vida en un hotel lujoso, en una torre de Babel. Madre de un pequeño que deja a cargo con alguien más para ir a trabajar (“¡Qué suerte la de ella!”). Niñera que auxilia a una madre primeriza quien le quita unos minutos de su horario laboral para que esta pueda asearse y que se queja porque le urge trabajar pues no es vida esto de estar acostada todo el día “pegada” a su bebé (“¡Qué mala suerte la de ella!”).
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Mujer cautelosa, “bien portada” porque así la ven sus superiores directos. Estudiosa. Solícita cumpliendo horas extras y favores. Reprimida, con miedo a sentir a experimentar porque es un riesgo. Siempre disponible para limpiar el desastre otros y cumplir las exigencias de otros. Mujer expectante que nos muestra que el privilegio de los lujos y los excesos es de pocos, y a lo mucho que podemos acceder es a un ensueño disfrazado de un dinerito extra, unos tópers que pagaremos en abonos y unos objetos olvidados que quizá no le hacen falta a nadie. Mujer que visibiliza lo que invisibilizamos porque nos incomoda, porque no hacemos consciencia de las otras realidades que nos exigen que las veamos. Mujer que nos atrapa en su intimidad, mujer que se libera.
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