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Mariuz Calvet
desde un nivel que mejore su desempeño, hasta un nivel restaurativo, es decir, empezar desde neutralizar el impacto negativo hacia el medio ambiente, y de ahí, gradualmente, llevar el proyecto a un nivel de restauración, dejar el ecosistema mucho mejor de lo que estaba antes de desarrollarse el proyecto de infraestructura.
Envision tiene cuatro niveles de certificación, que van desde un proyecto verificado hasta un nivel platinum, con más de la mitad de los requisitos cumplidos.
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Esto es en general lo que hace la infraestructura sostenible. Atendamos estas guías que nos van a ayudar a incorporar estos lineamientos y con los cuales podremos empezar a hacer nuestra infraestructura y nuestros proyectos cada vez más sostenibles.
Papel de las instituciones financieras
MARIUZ CALVET Licenciada en Derecho con maestría en Estudios iberoamericanos. Directora de Sustentabilidad e Inversión Responsable del Grupo Financiero Banorte y presidenta del Grupo de Sustentabilidad de la Bolsa Mexicana de Valores. Fue vicepresidenta de Sustentabilidad del grupo City en México y consultora independiente en sustentabilidad.
Voy a referirme al importante papel que tienen las instituciones financieras como intermediarios en el desarrollo de proyectos de infraestructura. Es un tema de manejo de riesgos, pero también de la oportunidad de generar impactos positivos en lo social y en lo ambiental.
El financiero no es un sector altamente contaminante. Sus operaciones representan retos y obligaciones en el manejo y utilización de los recursos que administra: la energía, la integración de energía renovable en sus operaciones, el agua y los residuos en edificios y sucursales –un residuo importante es el papel en el sector financiero–; pero la mayor oportunidad de gestionar los riesgos está en nuestros productos y servicios financieros, en el otorgamiento de créditos, donde se da una gran posibilidad de incidir en el desarrollo sustentable.
Tenemos la obligación de mitigar los riesgos y la oportunidad de incrementar los impactos positivos. En el sector bancario mundial, en septiembre de 2019, se lanzaron los Principios de la Banca Responsable, impulsados por el Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas (PNUMA), que tiene un órgano orientado a que las instituciones financieras tengan un mejor desempeño en relación con el impacto ambiental y social.
Banorte fue uno de los 28 bancos que puso en práctica estos Principios de la Banca Responsable. Era el único banco mexicano –con otros 27 bancos chicos, medianos y grandes de Asia, de Sudáfrica, de Europa– que asumió el compromiso.
Son seis los principios para catalogar como responsable a una institución financiera: 1. Alineamiento. Las entidades se comprometen a alinear sus respectivas estrategias empresariales con los objetivos expresados en los ODS y en el Acuerdo de París. 2. Impacto y fijación de objetivos. Se procurará incrementar de manera continuada los impactos positivos reduciendo los negativos, concentrando esfuerzos en las áreas donde vayan a tener un impacto más significativo. 3. Clientes. Las organizaciones están dispuestas a trabajar de manera responsable con sus clientes para desarrollar prácticas sostenibles y generar una prosperidad compartida tanto para la generación actual como para las futuras. 4. Stakeholders. Los firmantes de estos principios se comprometen a consultar, involucrar y colaborar de modo proactivo con los grupos de interés relevantes para alcanzar los objetivos de la sociedad. 5. Gobernanza y cultura. Las entidades fijarán objetivos públicos y los implementarán a través de sistemas efectivos de gobernanza y cultura de responsabilidad bancaria, procurando de este modo corregir los impactos más negativos derivados de su actividad. 6. Transparencia y responsabilidad. Se revisará de manera periódica la implantación de estos principios, apostando por la transparencia y asumiendo plena responsabilidad ante los impactos positivos y negativos.
El punto central está en la integración de criterios socioambientales en sus decisiones de financiamiento, la oportunidad de revisar estos criterios y poner condicionantes a la hora de otorgar financiamientos.
Un hecho positivo es que más de 200 entidades financieras en el mundo, a partir de septiembre de 2019, se comprometieron en hacer realidad estos principios; en muchos casos se trata de los bancos más importantes del mundo, que tienen operaciones en más de cien países.
Un banco que es signatario de los Principios de la Banca Responsable se compromete primero a alinear sus productos, sus servicios y operaciones a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, establecida en 2015, cuenta con 17 objetivos transversales y multitemáticos.
También deben alinear operaciones, productos y servicios a metas de cambio climático en los países donde se tienen operaciones, con base en el Acuerdo de París, que básicamente propone abordar el cambio climático y sus efectos negativos: 197 países adoptaron el Acuerdo de París en la COP21 el 12 de diciembre de 2015. El trato, que entró en vigor menos de un año después, tiene por objeto reducir de forma sustancial las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y limitar el aumento global de la temperatura en
JALISCO.GOB.MX
este siglo a 2 grados Celsius, al tiempo de buscar medios de limitar aún más la subida, a 1.5 grados.
En Banorte estamos trabajando en una Estrategia de Sustentabilidad del grupo financiero. Su entidad más grande es el banco, pero tiene como subsidiarias al Afore XXI, Seguros y Pensiones, la Operadora de Fondos y la Casa de Bolsa, entre otras subsidiarias. La estrategia de grupo incluye a todas estas subsidiarias.
En 2012, Banorte firmó los Principios de Ecuador y creó un sistema de riesgo socioambiental. Comenzamos con la banca corporativa, posteriormente con la banca empresarial y con el paso del tiempo también incluimos el sistema de riesgo socioambiental en las carteras de gobierno e infraestructura, que son la carteras más grandes de Banorte. En nuestra relación con gobiernos y municipios tenemos una parte muy importante del financiamiento a gobiernos y una cartera muy grande de infraestructura, al haber adquirido hace unos años el Banco Interacciones, un banco enteramente dedicado a infraestructura.
La posibilidad de revisar los potenciales impactos de los financiamientos a estas grandes carteras de corporativo empresarial, gobierno e infraestructura, permite a Banorte empezar a gestionar estos créditos, pero también a realizar acciones para medir el impacto positivo de estos financiamientos, para con ello poder fijarnos metas de incrementar el impacto positivo, y recomendar y trabajar con nuestros clientes en mejores prácticas.
Este Sistema de Riesgo Socioambiental opera todos los días, no se detona en algún proyecto en específico. Se encuentra en la Dirección de Sustentabilidad e Inversión Responsable; opera todos los días recibiendo los folios y solicitudes de financiamiento, alrededor de 3 mil al año. De todos ellos –con la metodología de los Principios de Ecuador– categorizamos los proyectos según el potencial de impacto negativo ambiental o social. Un porcentaje muy bajo es el de los proyectos de categoría A, que son los de un potencial impacto negativo más amplio; en ellos llevamos a cabo un proceso integrado con los ejecutivos de crédito, de la banca y de riesgo. Hacemos una debida diligencia sobre la viabilidad socioambiental de esos proyectos y una verificación de la legislación nacional, de las mejores prácticas; con base en las conclusiones, hacemos recomendaciones a los clientes.
En general, en los proyectos de infraestructura que financiamos la condicionante que imponemos a los clientes, en paralelo con el proceso crediticio, es aplicar la revisión socioambiental, lo que incluye la entrega de permisos, resolutivos, planes y programas previos a la autorización del crédito: la manifestación de impacto socioambiental completa, un resolutivo de impacto ambiental emitido por la Semarnat, informes de cumplimiento con las condicionantes emitidas por Semarnat en resolutivo departamental, el proceso de consulta pública y participación informada de grupos de interés, pues el impacto de grandes proyectos de infraestructura, como presas, por ejemplo, suele ser muy fuerte en las comunidades.
En algunos casos, en temas de patrimonio cultural o histórico, solicitamos la autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia en el caso de que se aplique, autorización de cambio de uso de suelo y, por supuesto, el reporte con base en el documento de Principios de Ecuador que nosotros realizamos como asignatarios desde hace muchos años.
El seguimiento que hacemos a este cumplimiento de las condiciones implica el contacto continuo con las áreas de crédito y de promoción del banco, lo cual para nosotros es involucrar continuamente a los ejecutivos y trabajar muy de cerca con los clientes.
Para todo esto se requiere que el bancos tengan equipos especializados en materia socioambiental, conocedores de los potenciales riesgos de todos los impactos, según los sectores, y enteramente actualizados con la legislación, los marcos internacionales y los indicadores a medir.
Ésta no es una lista de verificación sencilla: es un trabajo continuo con los clientes, con los ejecutivos de crédito, de riesgo.
En Banorte, en 2020 sumamos 2,188 horas de capacitación a 1,358 ejecutivos de las áreas de riesgos y trabajo con el cliente. En 2020 fueron muy escasas las actividades presenciales, pero en 2019 sí las hubo, y el ingeniero Luis Montañez nos ha apoyado en este tipo de capacitación a cientos de ejecutivos en materia socioambiental.
Este sistema, más allá de revisar y detectar los potenciales impactos, se orienta a encontrar la posibilidad de que, cuando haya impactos, éstos no sean irreversibles: remediarlos y resarcir en lo social y en lo ambiental.
En Banorte desarrollamos estudios y trabajos que les sirven a nuestros ejecutivos y a nuestros clientes. Por ejemplo, en 2019 lanzamos dos estudios, que fueron muy bien recibidos por todo el entorno de clientes y ejecutivos, acerca de plásticos y sargazo. El de sargazo fue muy útil para nuestros clientes del área de turismo, y el de plásticos a ciertas industrias que dependen de la utilización de plásticos en sus procesos o productos.
Algunas de las problemáticas frecuentes que vemos en proyectos de infraestructura son afectaciones a zonas naturales y a cuerpos de agua; oposición de comunidades, afectación a zonas de patrimonio social o cultural.