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ALREDEDOR DEL MUNDO / PORCE III, MEGAOBRA HIDROELÉCTRICA EN COLOMBIA

quien invitó a los inversionistas ingleses a participar en los trabajos de la naciente negociación siderúrgica. Ya en el último tercio del siglo XIX, la ferrería de Piedras Azules y los yacimientos del Cerro del Marcado pasaron a manos de la empresa estadounidense The Iron Mountain Company, que instaló en el lugar un nuevo alto horno con la meta de incrementar el volumen de producción de fierro, pero dejó de operar en la última década del siglo XIX debido a su incosteabilidad.

Las instalaciones del complejo siderúrgico se establecieron en las márgenes del río Tunal, a 7 kilómetros hacia el sur de la ciudad de Durango, y ocupan una superficie cercana a una hectárea (véase figura 2).

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La fuerza motriz del agua se aprovechó mediante una presa y también se construyó el alto horno, el segundo más antiguo de América Latina. Este tipo de ferrería hidráulica consistió, al principio, en una instalación que utilizaba la fuerza de un salto de agua para accionar el mazo y el sistema de alimentación de aire. En estas estructuras se aprovechaba la energía del agua de un río, producida mediante una diferencia de niveles artificial para accionar unos motores o dispositivos hidráulicos. Normalmente, éstos eran unas ruedas de palas adosadas a sus respectivos ejes, aunque también había un procedimiento diferente para generar aire. El desnivel

Figura 5. Vista interior del alto horno.

o salto de agua se conseguía derivando el agua de un río que tuviese cierta pendiente a un canal horizontal. Al final del canal, el agua se guiaba para que cayera sobre las ruedas hidráulicas. Éstas aprovechaban la energía

Figura 6. Restos de la estructura de la ferrería.

Figura 7. Aspecto externo de la carbonera.

cinética del agua para accionar los mecanismos de la ferrería, los cuales debían presentar una pendiente de 2% o mayor. Hoy no existe ningún rastro del sistema hidráulico; en su lugar se observa la presa derivadora de La Ferrería, la cual forma parte del Distrito de Riego número 52, cuyo embalse mayor lo representa la presa Guadalupe Victoria, construida durante 1968 (véase figura 3).

En 1834, el empresario francés Emmanuel Bras de Fer y varios socios adquirieron la ferrería de Piedras Azules. El nuevo propietario recibió las instalaciones con un alto grado de deterioro y durante un tiempo se limitó a reconstruirlas y producir una escasa cantidad de fierro. Más adelante, centró su atención en trabajos de restauración más amplios, reformó por completo las oficinas, reconstruyó las forjas catalanas, una máquina de soplo de tinas –movida por una rueda hidráulica grande–, dos martinetes y un mortero –movidos igualmente por ruedas hidráulicas–, cilindros, fraguas, tornos y demás aparatos necesarios.

En el sitio hoy es posible observar vestigios del alto horno, el cual tuvo como propósito la transformación del mineral de hierro en metal de hierro. En esta instalación se alternaban capas de mineral, material fundente y un combustible, normalmente carbón vegetal. Esta masa era calentada mediante la inyección de aire proveniente de fuelles (véase figura 4). La masa alcanzaba una temperatura de entre 800 y 1200 ºC y se mantenía en esas condiciones durante varios días. Pasado este lapso se sacaba y mediante golpes se la despojaba de la escoria y se integraba el hierro. Esta función la ejecuta un gran martillo o mazo que suele moverse hidráulicamente; una vez conseguido el metal de hierro, se le daba una forma determinada para luego trabajarlo en la herrería o en la forja (véase figura 5).

La ferrería contó con un martillo para forjar accionado con paletas de madera; sin embargo, no queda ningún vestigio de él. Funcionaba de la siguiente manera: los operarios abrían las compuertas del embalse para que el agua cayera sobre las ruedas hidráulicas, que al girar levantan y dejan caer el mazo sobre el yunque, además de abrir y cerrar los fuelles de soplado. Según la cantidad de agua que cayera sobre la rueda, ésta giraba más o menos rápido, lo que modificaba la frecuencia de golpeteo del mazo o la cantidad de aire que se inyectaba al horno bajo o a la fragua (véase figura 6).

La última de las estructuras con que contaban las instalaciones de la ferrería sería la carbonera (véase figura 7); consiste en un edificio cuya función era albergar el carbón vegetal, tan necesario para el proceso de fabricación del acero. La estructura de este almacén se ubica alejada, a un costado del horno, con el propósito de evitar incendios

u Además de la ferrería de Coalcomán, funcionaron otras cinco fundiciones instaladas entre 1825 y 1850 en los actuales estados de Michoacán, Jalisco y Durango. Tales establecimientos constituían empresas pequeñas, unidades productivas relativamente frágiles, puesto que para el trabajo del fierro dependían del abastecimiento de mineral de hierro o chatarra ajenos; además, dependían de los productores de carbón vegetal para alimentar los hornos de fundición y no poseían transportes propios; por lo tanto, estaban obligados a pagar fletes caros.

Elaborado por Rubén Durazo Álvarez con base en las siguientes fuentes: Sánchez Díaz, G. (2009). Los orígenes de la industria siderúrgica mexicana. Continuidades y cambios tecnológicos en el siglo XIX.

Morelia: Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad

Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-287220 09000200001

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