Dialogo entre masones julio 2018

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Dialogo Entre Masones

A r t í c u l o s Masónicos Seleccionados Año 5 - N° 55

Julio 2018


Herbert Oré Belsuzarri Mario López Rico Vicente Alcoseri Julio Villarreal III -¿Por qué el secretismo en masonería? ………………….3 -William Preston………………………………………………..7 -La verdad de Caín a Tubalcaín………………………….34 -El primer masón en el suelo lunar………………………48 -Fernando VII y la masonería española……………….76 -Masones logran independencias y libertad……….108 La revista agradece la difusión de los artículos publicados, mencionando la fuente y la autoría.

Valle de Lima Julio 2018


¿PORQUE EL SECRETISMO EN MASONERIA? Vicente Alcoseri

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Por lo general las personas necesitan al entrar a la Masonería de una instrucción especializada, necesitan de una combinación de elementos básicos, como son una enseñanza ordenada, una forma de conducirse ante los demás, y saber que tiene obligaciones para consigo mismo y para con la Orden Masónica, entre otras muchas cosas. Cuando se está organizado en cualquier grupo, se les imponen ciertas condiciones a todos los miembros: además, se les notifican de condiciones especiales para cada uno, y para todos, y una de estas condiciones para todos, es mantener los Juramentos en absoluto Secreto asi como las enseñanzas. Las condiciones Masónicas en general, son impuestas al comienzo, y habitualmente son de este tipo: Primero se les explica a todos que tienen que mantener en secreto todo cuanto oyen, leen y aprenden. El Secreto es una condición indispensable cuyo principio debe ser adquirido y asimilado desde el comienzo mismo. Deben comprender que en esto no hay la menor tentativa de hacer un secreto de lo que no es esencialmente un secreto. El Secreto Masónico en definitiva es real y la disciplina es la clave del Éxito dentro de la Institución Masónica. ¿Por qué tanto secretismo en Masonería? La razón es simple, esta condición surge del hecho implícito de que son incapaces de transmitir de manera correcta lo que aprenden, y así no deforman la idea básica de la enseñanza Masónica. Luego a través de experiencias vividas personalmente, comienzan a valorar cuántos esfuerzos son necesarios por mantener inmaculada la idea masónica. Y es entonces claro para todos, porque son incapaces de transmitir de manera entendible y justa un concepto masónico, y es mejor para muchos mantenerse en silencio, pues la gran mayoría de los masones no están capacitados para hablar de masonería a los profanos. 4


Al mismo tiempo, comienzan a comprender que al dar a alguien ideas equivocadas, le cortan la posibilidad de acercamiento a la Masonería, o poder comprender realmente a la Orden. Si no comprenden para sí mismos y para otros masones, van creando dificultades personalmente a lo largo de tiempo; he oído mil y una ideas equivocadas sobre la institución, tanto dentro como fuera de la Orden. Ahora Bien, muchos empiezan a discutir temas Masónicos con personas ajenas a la Orden, queriendo, o tratando de imponerse mutuamente su propia idea, y casi siempre, los que nos escuchan pueden interpretan mal todo cuanto se les dice, atribuyendo un sentido totalmente diferente a todo lo que tratamos de decir. Existe de hecho otra razón para el secretismo en Masonería y es que un hombre no deja de charlar impropiamente y le es difícil guardar silencio. El guardar un secreto es un ejercicio de orden y disciplina, con el cual va adquiriendo voluntad y fortaleza. Todos por lo regular mantiene un parloteo constante e innecesario, a esto el masón debe corregirse, y así luego detener el parloteo mental o charla interna. Solamente un hombre que es capaz de guardar silencio y escuchar cuando es necesario, podrá llegar a ser su propio Amo y Maestro -El masón por esto es reconocido y reconocible-, por guardar un orden y una compostura. La persona que no cree en un Ser Supremo (Dios) no puede ser masón; para ser masón es necesario creer en una Divinidad Única. La Masonería no es una Religión, y respeta cualquier confesión de fe de los demás, sea religiosa o de cualquier otra índole. Las creencias particulares de cada uno de sus miembros son respetadas y sagradas para la Masonería, al igual que todas las opiniones de todas las personas sean o no masones. 5


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WILLIAM PRESTON 7


Cuando escuchamos el nombre de William Preston, recordamos de inmediato las conferencias de Preston en la masonería, a Preston le agradecemos la base de nuestros monitores de nuestros días. La historia de sus trabajos literarios en interés de la Artesanía, y cómo ayudaron a hacer de la Francmasonería una de las principales influencias educativas durante las últimas décadas del s. XVIII, es una de interés absorbente para cada miembro de la Fraternidad. Para ubicarnos en contexto, diremos que las logias masónicas, como sociedades secretas de gran influencia social, comienzan a organizarse a fines del s. XVII y principios del XVIII. Inicialmente asociaciones gremiales de albañiles (maçon, en francés, mason en inglés), círculos cerrados del oficio con sus propias regulaciones, con el tiempo se van transformando en sociedades que, con una base filosófica, buscan el mejoramiento del individuo y una transformación moral de la sociedad. Las logias masónicas tuvieron una gran trascendencia en todo el movimiento intelectual, filosófico y político del s. XVIII. Aunque sus fines no fueron nunca políticos, sus efectos se hicieron sentir en la sociedad toda. A las logias se incorporaron nobles, burgueses de fortuna, y conocidos intelectuales y filósofos de la época. Tenían una extraordinaria coincidencia con los principios del Iluminismo: igualdad, fraternidad y libertad.Y, como fueron perseguidos por la Iglesia Católica de la época, también tenían ese punto en común con los libre-pensadores de la Ilustración. Durante el s. XVII habían logias en Escocia, Inglaterra e Irlanda, y en 1,717 (s. XVIII) varias de ellas se unen para formar la Grand Lodge of England. En 1,715 se forma la Grand Lodge of Ireland y en 1,736 la Grand Lodge of Scotland. En 1,730 estas logias comienzan a formarse también en las colonias británicas de América del Norte. En 1,728 se funda en Paris la Grand Orient de France. Se fundaron logias también en Rusia (1,717), en Bélgica (1,721), en España (1,728), en Italia (1,733), y en Alemania (1,736). Sin embargo es menester indicar que la masone8


ría operativa existía en Europa desde hacía mucho tiempo atras. En 1,738 una Bula del Papa Clemente XII condena a la masonería y ordena la excomunión de los católicos pertenecientes a logias masónicas. No obstante, en Francia el Parlamento no le da vigencia a la Bula Papal y numerosos miembros del clero pertenecen a logias masónicas. Observando los personajes políticos y de la cultura de la época pertenecientes a la masonería se puede tener una idea de la influencia que ésta tuvo sobre los movimientos filosóficos, políticos y sociales: Lafayette, el general francés que ayudó a la Independencia de Estados Unidos; Rouget de l’Isle, el autor de la Marsellesa; Jean-Jacques-Régis de Cambacérès, el legislador que dirigió el proyecto del Código Civil de Francia; el Conde de Mirabeau, destacado diputado de la Revolución Francesa; José Bonaparte, el hermano de Napoleón que fue rey de España, fue Gran Maestre del Grand Orient de France; George Washington y Benjamin Franklin en EEUU; Simón Bolívar y José de San Martín, héroes de la Independencia sudamericana, sólo para nombrar algunos. William Preston nació en Edimburgo, Escocia, el 7 de agosto (calendario de estilo antiguo, 28 de julio), 1,742. Su padre era un “Escritor en el sello”, un agente de la ley peculiar de Escocia y anteriormente elegible para el tribunal, por lo tanto, un hombre de mucha posición educativa. Naturalmente, deseaba darle a su hijo todas las ventajas que ofrecían las escuelas de ese día, y la educación del joven Preston comenzó a temprana edad. Ingresó a la escuela secundaria antes de cumplir los seis años. Después de la muerte de su padre, Preston se retiró de la universidad y tomó empleo como secretario de Thomas Ruddiman, el célebre lingüista, cuya visión defectuosa hizo necesario que Preston realizara muchos trabajos de investigación requeridos por Ruddiman en sus estudios clásicos y lingüísticos. Con la desaparición de Thomas Ruddiman, Preston se convirtió en un impresor en el establecimiento de Walter Ruddiman, un herma9


no de Thomas, de quien había sido aprendiz. La evidencia de la capacidad literaria de Preston se mostró por primera vez cuando compiló un catálogo de los libros de Thomas Ruddiman. Después de trabajar en la imprenta durante aproximadamente un año, prevaleció el deseo de seguir sus inclinaciones literarias y, bien provisto de cartas de presentación, se dirigió a Londres en 1,760. Una de estas cartas estaba dirigida a William Stranhan, Impresor del Rey, con quien Preston aseguró un puesto, permaneciendo con Stranhan y su hijo durante muchos años. Preston poseía un deseo insaciable de conocimiento. Como era común en los tiempos en que vivió, “el hombre trabaja de sol a sol”. El día de ocho horas, si se conocía, era una rareza, y Preston suplantó su educación anterior por estudio después de que su jornada laboral de doce horas había terminado. La habilidad crítica ejercida en su vocación diaria hizo que los hombres literarios de la época lo llamaran para pedirle ayuda y consejo. Su estrecha asociación con los hombres intelectuales de su época quedó confirmada por el descubrimiento después de su muerte de la presentación autografiada de copias de las obras de Gibbon, Hume, Robertson, Blair y otros. Se desconoce la fecha exacta de la iniciación de Preston, pero ocurrió en Londres en 1,762 o 1,763. Se ha determinado satisfactoriamente que su Logia Madre fue la única que se reunía en la taberna White Hart en Strand. Esta Logia fue formada por varios masones de Edimburgo que se hallaban en Londres, quienes, después de rechazar una solicitud de Carta por parte de la Gran Logia de Escocia, aceptaron una sugerencia del Gran Cuerpo Escocés de aplicar a la antigua Gran Logia de Londres. Los Ancianos otorgaron una dispensa a estos hermanos el 2 de marzo de 1,763, y un biógrafo del s. XVIII afirma que Preston fue la segunda persona iniciada bajo esa dispensación. Las actas de la Gran Logia de Athol (Antigua) muestran que la Logia No. 111 10


fue constituida el 20 de abril de 1,763, William Leslie, o alrededor de esa fecha. No era raro en aquellos tiempos (y la costumbre todavía prevalece en Inglaterra, Canadá y otros países, y entre varias Grandes Jurisdicciones en los Estados Unidos) para los masones pertenecer a más de una Logia, y Preston y algunos otros miembros de su Madre Logia también se convirtió en miembros de una Logia alquilada por los Modernos, que se reunieron en la Taberna Talbot en el Strand. Estos hermanos prevalecieron sobre la membresía de la Logia No. 111, que mientras tanto había trasladado su lugar de reunión a la Taberna de la Media Luna, para solicitar a la Gran Logia Moderna una Carta. Lord Blayney, entonces Gran Maestro, otorgó una Carta a los miembros de la Logia Núm. 111, que fue constituida por segunda vez, el 15 de noviembre de 1,764, tomando el nombre de Logia Caledonia Nro. 325. Esta Logia sigue existiendo. La constitución de la nueva Logia Caledoniana fue un evento digno de mención debido a la presencia de muchos masones prominentes de la época. Las ceremonias y los discursos en esta ocasión causaron una profunda impresión en Preston, siendo uno de los factores que lo indujo a hacer un estudio serio de la Francmasonería. El deseo de saber más acerca de la Fraternidad, su origen y sus enseñanzas se intensificó cuando fue elegido Venerable Maestro, porque, como dijo: “Cuando tuve el honor de ser elegido Maestro de una Logia, pensé que era apropiado informarme por completo de las reglas generales de la Sociedad, que podría cumplir con mi deber y hacer cumplir oficialmente la obediencia en otros. Los métodos que adopté, con este punto de vista, me entusiasmaron con un conocimiento superficial y una aversión absoluta hacia lo que consideramos innovaciones”. Preston entró en una extensa correspondencia con los masones en el país y en el extranjero, ampliando su conocimiento de los asuntos de artesanía y reuniendo el material que más tarde en11


contró expresión en su libro más conocido, “Ilustraciones de la masonería” (Illustrations of Masonry ). Se adentró en los lugares más apartados en busca de la sabiduría y el saber masónicos, gracias a los cuales la artesanía se benefició enormemente. Preston era un visitante frecuente de otras Logias. Le pidieron que visitara la Logia de la Antigüedad N º 1, una de las cuatro Antiguas Logias que formaron la Gran Logia de Inglaterra en 1,717. En esa ocasión, el 15 de junio de 1,774, él como miembro elegido de la Logia y también Venerable Maestro en la misma reunión. Esta acción inusual es evidencia adicional de la consideración que le tenían los Hermanos de su tiempo. Mientras había sido Maestro de varias otras Logias, dio lo mejor de sí mismo en tiempo y energía a la Logia de la Antigüedad, que prosperó enormemente bajo su liderazgo.

Edición de 1,804 de Illustrations of Masonry.

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Se convirtió en un miembro activo de la Gran Logia, sirviendo en su Comité del Salón, un comité designado en 1,773 con el propósito de supervisar la construcción del Salón Masónico que se había proyectado, y más tarde fue nombrado Gran Secretario Adjunto bajo el mando de James Heseline. En esta capacidad, revivió la correspondencia extranjera y nacional de la Gran Logia, un asunto fácil para él debido a su extensa correspondencia personal con los Hermanos fuera de Londres. En 1,777 se produjo un evento que fue trascendental en los asuntos masónicos de la época. A causa de las procesiones simuladas y satíricas formadas por sociedades rivales, la Gran Logia Moderna de Inglaterra había prohibido que sus Logias y Miembros aparecieran en procesiones públicas con insignias. La Logia de la Antigüedad, el 27 de diciembre de 1,777, resolvió asistir a los servicios de la iglesia en un cuerpo el día de San Juan, el día 27 siguiente, seleccionando la Iglesia de San Dinán, a poca distancia al cruzar la calle desde donde se encontraba la Logia. Algunos de los miembros protestaron, diciendo que era contrario a las regulaciones de la Gran Logia, con el resultado de que solo asistieron diez, estos con guantes y delantales se ubicaron en la sacristía de la iglesia, y luego entraron para escuchar el sermón. Al finalizar los servicios, regresaron a la Logia sin quitarse la ropa masónica. Como se dijo, el 27 de diciembre de 1,777, algunos miembros de la Logia de la Antigüedad, incluido Preston, regresaron de la iglesia vistiendo sus insignias masónicas. Esto equivalía a poco más que cruzar la calle. Algunos de los miembros originales de la Antigüedad que no estaban presentes (y que incluía a los dos hombres que habían convencido a Preston para que se uniera a Antigüedad) decidieron informar el incidente a la Gran Logia como una procesión masónica proscrita. En lugar de restarle importancia a la ocasión, Preston eligió defender las acciones de sí mismo y de sus hermanos al enfatizar la antigüedad de su propia logia. Como Goose and Gridiron, Antiquity había sido 13


uno de los fundadores de Grand Lodge. Preston argumentó que su logia solo se había suscrito a las constituciones originales, y las resoluciones posteriores no se aplicaban a ellas. Después del debido proceso, Preston y sus seguidores fueron expulsados en 1,779. Los miembros permanentes más largos se quedaron con los Modernos. El resto de la logia se alió con la Gran Logia de Toda Inglaterra en York, convirtiéndose para el período de su separación, “La Gran Logia de Toda Inglaterra al Sur del Río Trent”, garantizando al menos dos logias por derecho propio. En mayo de 1,789 la disputa se resolvió, Preston, después de una disculpa, fue bienvenido a sus honores masónicos en una cena, y las dos mitades de la Logia de la Antigüedad se unieron en 1,790. Organizó la Orden de Harodim, una Sociedad de Eruditos Masónicos, en la cual enseñó sus conferencias y, a través de este medio, las conferencias llegaron a los Estados Unidos y se convirtieron en la base de los Monitores en ella. Para entender el significado de las labores de Preston, debemos comprender las condiciones en Inglaterra en el momento en que vivió. El s. XVII fue una de marcadas diferencias de opinión sobre los temas de gobierno, religión y condiciones económicas. El s. XVIII, después del acceso del Príncipe Jorge de Hannover al trono de Inglaterra como el Rey Jorge I, fue testigo de una era de paz y prosperidad en ese país. Con la excepción de las guerras contra los franceses y más tarde la Revolución en América. Inglaterra no encontró obstáculos en sus conquistas comerciales. La lucha de los primeros años del siglo se calmó y la gente se ajustó a las nuevas condiciones. Se convirtió en un período de formalismo y la literatura, que prosperó bajo el patrocinio de los ricos, participó de la naturaleza clásica antigua, espíritu subordinado a la forma y el estilo. Se insistía en la perfección detallada de la forma en cada actividad, e indudablemente la insistencia en un ritualismo perfecto, tan evidente en la masonería inglesa, de los últimos años del s. XVIII. Mientras que las clases acomodadas vivían cómodas, las clases 14


trabajadoras y agricultoras aún no habían emergido del todo de las condiciones adversas que enfrentaban durante tantas décadas. Es cierto que el cese de las guerras y el desarrollo del comercio interno y externo también influyeron en los círculos que no participaban activamente en el nuevo desarrollo. Un espíritu de libertad e independencia continuó expresándose. Sin embargo, la educación pública tal como la conocemos hoy en día no existía. Las escuelas eran solo para los hijos de los ricos, se llevaban a cabo por intereses privados y requerían el pago de una matrícula más allá del bolsillo de la gente común. Sin embargo, la educación fue buscada con entusiasmo. El conocimiento fue considerado como la llave que abriría la puerta a la independencia intelectual y espiritual.

Calle de Londres, mediados s. XVIII, vemos al fondo una dama transportada en silla de manos por criados, las vendedoras de pescado con canastas en sus cabezas, hombres obesos beben cerveza, herramientas de trabajo, paredes apuntaladas con maderos, venta pública de libros y periódicos. Ilustración del modo de vida de la época. William Hogarth; Beer Street, 1,751.

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Mientras Preston comenzó su educación a una edad temprana, incluso con su excelente comienzo, extendió su educación solo mediante un trabajo diligente y la quema de mucho aceite de medianoche. Imbuido del espíritu del día, estaba ansioso por poner el conocimiento disponible de los tiempos delante de sus semejantes. Por lo tanto, cuando descubrió un vasto cuerpo de tradición tradicional e histórica en los documentos antiguos de la Artesanía, naturalmente aprovechó la oportunidad de modernizar el ritual de tal manera que se haga accesible a los miembros con un conocimiento rudimentario de las artes y las ciencias de la Fraternidad. De 1,765 a 1,772, Preston se involucró en investigaciones personales y correspondencia con francmasones en el hogar y en el extranjero, tratando de aprender todo lo que pudo acerca de la Francmasonería y las artes que fomentaba. Estos esfuerzos dieron sus frutos en la forma de su primer libro, titulado: “Ilustraciones de la Masonería”, publicado en 1,772. Había tomado las antiguas conferencias y el trabajo de la Francmasonería, las revisó y las colocó en forma tal que recibiera la aprobación de los miembros principales de la artesanía. Alentados por su favorable recepción y sancionados por la Gran Logia, Preston empleó, a su costa, profesores para viajar por todo el reino y colocar las conferencias ante las logias. Se exigieron nuevas ediciones de su libro, y hasta el presente ha pasado por veinte ediciones en Inglaterra, y seis en los Estados Unidos. Preston comenzó un extenso programa de investigación masónica. Entrevistando donde pudo, y entrando en una extensa correspondencia con los francmasones en Gran Bretaña y en el extranjero, construyó un vasto almacén de conocimiento masónico, que aplicó inicialmente para explicar y organizar las conferencias adjuntas a los tres grados de la Francmasonería. Se reunió con amigos una o dos veces por semana para probar y refinar su presentación, y el 21 de mayo de 1,772 organizó una Gala en la Corona y Ancla, a su propio costo considerable, para 16


presentar a los Grandes Oficiales y otros destacados masones a su sistema. El éxito de su oración en ese día llevó a la publicación, más tarde ese año, de sus ilustraciones de la albañilería, que se extendió a doce ediciones en inglés en la vida de los autores, además de traducirse a otros idiomas. En 1,774 organizó su material en cursos de conferencias, impartidos por él en Mitre Tavern, Fleet Street. Hubo doce conferencias por grado, en una guinea por grado. Presentes en la Gala había dos miembros de la Logia de la Antigüedad (una vez, como el Ganso y el Gridiron, un fundador de la Gran Logia). John Bottomley era entonces el maestro, y John Noorthouck un colega de Preston en la imprenta de Strahan. La antigüedad estaba sufriendo por la membresía en declive, y estos dos hombres concibieron la idea de revivir su logia reclutando a Preston. Fue elegido miembro, in absentia, el 1 de junio de 1,774. En su primera asistencia como miembro, una quincena más tarde, fue elegido maestro de la logia. La logia en consecuencia floreció, lo que de alguna manera disgustó al hermano Noorthouck. Se quejaba de que los albañiles más jóvenes que ahora acudían a la cabaña eran todas criaturas de Preston, lo que le había permitido permanecer en la silla durante tres años y medio. Durante este período, que comenzó en 1,769, Preston se convirtió en el Gran Secretario Asistente e “Impresor de la Sociedad”. Esto le dio acceso al material que posteriormente utilizó en Ilustraciones de la masonería. También le dio la oportunidad de intentar abrir una brecha entre los Antiguos y la Gran Logia de Escocia, desafiando la base sobre la cual se formó la Gran Logia más joven. El intento falló, y solo sirvió para ensanchar la división entre las dos Grandes Logias. Después de su muerte, el 1 de abril de 1,818, se descubrió que Preston había proporcionado un fondo de trescientas libras esterlinas en Cónsules británicos (British Government Securities, 17


la palabra se abreviaba de “anualidades consolidadas”), el interés de este fondo era apartado para la entrega de las conferencias de Preston una vez al año. El nombramiento de un conferenciante se le dejó al Gran Maestro. Estas conferencias fueron abandonadas hacia 1,860, principalmente por el hecho de que habían sido reemplazadas por las conferencias de Hemming en la obra aprobada de la Gran Logia Unida de Inglaterra, cuando ese cuerpo se formó por la reunión de los Antiguos y Modernos en 1,813. El trabajo de Preston aún sobrevive, sin embargo, en los Estados Unidos, aunque muy modificado por Ritualistas estadounidenses como Webb, Cross, Barney y otros. Si Preston no hubiera alcanzado la eminencia masónica a través de sus esfuerzos en otros campos, su trabajo al revisar las conferencias solo le daría derecho a los aplausos y la gratitud de la Artesanía. Considerando estas antiguas conferencias a la luz de nuestro conocimiento actual, y reconociendo que pueden ser corregidas y revisadas, debe recordarse que el trabajo de Preston fue un gran paso adelante cuando consideramos el espíritu y las condiciones de su época. Fue uno de los primeros hombres en influir en un cambio de los estándares sociales y de convivencia que prevalecían en las antiguas logias, y para convertirlos en centros de esfuerzos más prácticos y perdurables. Su propio progreso en el Arte es una ilustración de su democracia, y una ilustración de la igualdad de oportunidades existente para aquellos que se aplicarán a los problemas que enfrenta la Fraternidad en nuestros propios tiempos. Desde su puesto como el aprendiz más joven ingresado en el rincón noreste de su logia, progresó paso a paso hasta llegar a un lugar donde fue reconocido como el más destacado erudito masónico de su generación. Si bien no usó el morado de la Gran Logia Moderna en sus estaciones más altas, sus contemporáneos que tuvieron ese honor han sido olvidados, mientras que William Preston sigue siendo preeminente en los anales de la Masonería. La igualdad de oportunidades, como lo representa la Francma18


sonería, significa la igualdad de oportunidades para el servicio. Los honores de la oficina no son la prueba masónica del servicio. Aquel que contribuye a la búsqueda de la luz, luz que le permitirá al Artesano servir de manera más inteligente y eficiente a su Dios, su País, su Vecino, su Familia y a Sí mismo, brindando la más duradera calidad de servicio. Esto era cierto en el tiempo de Preston. Es igualmente cierto en el nuestro. Afortunada es la logia que tiene un hermano que realice la labor que hizo Preston, ahora en la moderna membresía. ¿Pero que decía William Preston en su comentado libro “Ilustraciones de la masonería”? Para resolver ello trascribimos una parte de esta singular obra.

Ilustraciones de Albañilería por William Preston

Libro uno La excelencia de la masonería mostrada Secta. 1 - Reflexiones sobre la simetría y la proporción en las obras de la Naturaleza, y sobre la armonía y el afecto entre las diversas especies de seres. 19


Quien observe atentamente los objetos que lo rodean, encontrará abundantes motivos para admirar las obras de la Naturaleza y para adorar al Ser que dirige operaciones tan asombrosas: estará convencido de que la sabiduría infinita podría diseñar por sí sola y el poder infinito terminar, tal asombroso trabajos. Si un hombre fuera colocado en un hermoso jardín, ¿no se vería afectado su rostro con exquisito deleite en una tranquila inspección de su rica colección? ¿No despertarían la sensibilidad las arboledas, las grutas, las tierras salvajes artísticas, los parterres floridos, las vistas abiertas, las majestuosas cascadas, los arroyos serpenteantes, toda la escena abigarrada? e inspirar a su alma con las ideas más exaltadas? Cuando observaba el delicado orden, la agradable simetría y la hermosa disposición de cada parte, aparentemente completa en sí misma, pero reflejando nuevas bellezas en el otro, y todas contribuían a formar un todo perfecto, ¿no se conmovería su mente con la mayor parte? sensaciones hechizantes; ¿y la visión de la deliciosa escena no lo conduciría a admirar y venerar al feliz genio que la ideó? Si las producciones de arte impresionan con tanta fuerza a la mente con admiración, con cuánto mayor asombro y reverencia, con cuánto mayor asombro y reverencia debemos contemplar las operaciones de la Naturaleza, que se presenta para ver escenas ilimitadas de utilidad y deleite, en las cuales divina la sabiduría es muy llamativa? Estas escenas de hecho están demasiado expandidas para que la estrecha capacidad del hombre las comprenda; sin embargo, quien contemple el sistema general, la uniformidad del plan debe ser dirigido naturalmente a la fuente original, el gobernador supremo del mundo, ¡la belleza perfecta e inmaculada! Además de todas las perspectivas agradables que nos rodean, y con las que nuestros sentidos están satisfechos en todo momento; al lado de la simetría. el buen orden y la proporción, que aparecen en todas las obras de la creación, atraen aún más a la 20


mente reflexiva y acercan su atención a la Divinidad: la armonía y el afecto universales entre las diferentes especies de seres de todo rango y denominación. Estos son los cementos del mundo racional, y solo por esto subsiste. Cuando cesen, la naturaleza debe ser disuelta, y el hombre, la imagen de su Creador y el principal de sus obras, será abrumado por el caos general. En todo el orden de los seres, para el serafín que adora y quema, hasta el insecto más malo, todos, de acuerdo con su rango en la escala de existencia, tienen, más o menos, implantados en ellos, el principio de asociación con otros de la misma especie. Incluso los animales más insignificantes se forman en diferentes rangos y sociedades, para beneficio mutuo y protección. ¿Necesitamos que nombremos la hormiga cuidadosa o la abeja industriosa? insectos que el hombre más sabio ha recomendado como patrones de industria incansable y previsión prudente? Cuando extendamos nuestras ideas, veremos que el principio innato de la amistad aumenta en proporción a la extensión de nuestras facultades intelectuales; y el único criterio por el cual se puede formar un juicio respetando la superioridad de una parte de la creación animal sobre la otra. Tales son los principios generales que impregnan todo el sistema de la creación; ¿Quién debe forzar esas lecciones a predominar en nuestras asambleas, donde la civilización y la virtud son celosamente estimadas, bajo la sanción de la ciencia y las artes? Secta. 2 - Las ventajas resultantes de la amistad. Ningún sujeto puede captar más adecuadamente la atención, que las disposiciones benevolentes que la Naturaleza indulgente ha otorgado a la especie racional. Estos están repletos de los efectos más felices y permiten a la mente las reflexiones más agradables. El pecho, que está inspirado por sentimientos tiernos, se ve naturalmente impulsado a un intercambio recíproco 21


de acciones amables y generosas, a medida que la naturaleza humana se eleva en la escala de los seres, también surgen los afectos sociales. Donde se desconoce la amistad, prevalecen los celos y las sospechas; pero donde esa virtud es el cemento, la verdadera felicidad subsiste. En todos los senos hay una propensión a los actos amistosos, que al ser ejercida con el efecto endulza todo disfrute temporal; y aunque no elimina las inquietudes, tiende, al menos, a calmar las calamidades de la vida. La amistad se traza a través del círculo de conexiones privadas con el gran sistema de benevolencia universal, que ningún límite puede circunscribir, ya que su influencia se extiende a cada rama de la raza humana. Accionado por este sentimiento, cada individuo conecta su felicidad con la felicidad de su vecino, y se establece una unión fija y permanente entre los hombres. Sin embargo, aunque la amistad, considerada como la fuente de la benevolencia universal, sea ilimitada, ejerce su influencia más o menos poderosamente, ya que los objetos que favorece son cercanos o más remotos. De ahí que el amor de los amigos y del país toma la delantera en nuestros afectos y da lugar a ese verdadero patriotismo, que dispara el alma con la llama más generosa, crea la mejor y más desinteresada virtud e inspira ese espíritu público y ardor heroico que permiten nosotros para apoyar una buena causa y arriesgar nuestras vidas en su defensa. Esta admirable virtud corona al amante de su país con incansables laureles, da brillo a sus acciones y consagra su nombre en épocas posteriores. La gloria del guerrero puede consistir en el asesinato y el rudo ataque de la espada desoladora; pero la sangre de miles no manchará las manos del amigo de su país. Sus virtudes son abiertas, y de la clase más noble. La integridad consciente lo apoya contra el brazo del poder; y si sangra por manos de tirano, muere gloriosamente como mártir en la causa de la libertad, y deja a la posteridad un monumento eterno de 22


la grandeza de su alma. Aunque la amistad parece divina cuando se la emplea para preservar las libertades de nuestro país, brilla con igual esplendor en escenas más tranquilas. Antes de que se eleve a la noble llama del patriotismo, apuntando a la destrucción de las cabezas de los tiranos, atronándose por la libertad y cortejando el peligro en defensa de los derechos; lo vemos calmo y moderado, ardiendo con un brillo uniforme, mejorando las suaves horas de paz y aumentando el gusto por la virtud. En esos momentos felices se forman contratos, se instituyen sociedades y se emplean horas de vida vacantes en el cultivo de modales pulidos y sociales. En este plan de tierra se establece la universalidad de nuestro sistema. Si la amistad se limita al lugar de nuestra natividad, su funcionamiento sería parcial e implicaría una especie de enemistad hacia otras naciones. Cuando los intereses de un país interfieren con los de otro, la naturaleza dicta una adhesión al bienestar de nuestras propias conexiones inmediatas; pero tal interferencia aparte, el verdadero albañil es un ciudadano del mundo, y su filantropía se extiende a toda la raza humana. Influenciado por los prejuicios locales, él no conoce ninguna preferencia en virtud sino de acuerdo a su grado, de cualquier clima que pueda surgir. Secta. 3 - Origen de la Masonería, y sus ventajas generales. Desde el comienzo del mundo, podemos rastrear los cimientos de la Masonería. Desde que comenzó la simetría y la armonía mostró sus encantos, nuestra Orden ha tenido un ser. Durante muchas épocas, y en muchos países diferentes, ha florecido. Ningún arte, ninguna ciencia lo precedió. En los períodos oscuros de la antigüedad, cuando la literatura estaba en un estado bajo, y los rudos modales de nuestros antepasados les privaron de ese conocimiento que ahora compartimos tan ampliamente, 23


la Masonería difundió su influencia. Esta ciencia dio a conocer, surgieron las artes, la civilización tuvo lugar, y el progreso del conocimiento y la filosofía gradualmente disiparon la penumbra de la ignorancia y la barbarie. El gobierno se asentó, se le dio autoridad a las leyes, y las asambleas de la fraternidad adquirieron el patrocinio de grandes y buenos. Resumiendo de los placeres puros que surgen de la amistad tan ampliamente constituida como la que subsiste entre los albañiles, y que es apenas posible que cualquier circunstancia u ocurrencia pueda borrar, la masonería es una ciencia confinada a ningún país en particular, sino que se extiende por todo el globo terrestre. Donde florecen las artes, allí también florece. Añádase a esto, que mediante signos secretos e inviolables, cuidadosamente preservados en la fraternidad, se convierte en un lenguaje universal. Por lo tanto, se obtienen muchas ventajas. El chino distante, el salvaje árabe, el salvaje estadounidense, abrazará a un hermano británico; y sabrá que, además de los lazos comunes de la humanidad, todavía hay una obligación más fuerte de inducirlo a oficinas amables y amistosas. El espíritu del sacerdote fulminante será domesticado; y un hermano moral, aunque de una persuasión diferente, comprometer su estima; la tolerancia mutua en las opiniones religiosas es una de las características más distintivas y valiosas de la artesanía. Como todas las religiones enseñan moralidad, si se descubre que un hermano actúa como parte de un hombre verdaderamente honesto, sus opiniones especulativas privadas se dejan a Dios y a él mismo. Por lo tanto, a través de la influencia de la Masonería, que es reconciliable con la mejor política, se evitan todas las disputas que amargan la vida y agrian los ánimos de los hombres; mientras que el bien común, el objeto general, está celosamente fruncido. sus opiniones especulativas privadas se dejan a Dios y a él mismo. Por lo tanto, a través de la influencia de la Masonería, que es reconciliable con la mejor política, se evitan todas las disputas que amargan la vida y agrian los ánimos de los hombres; mientras que el bien común, el objeto 24


general, está celosamente fruncido. sus opiniones especulativas privadas se dejan a Dios y a él mismo. Por lo tanto, a través de la influencia de la Masonería, que es reconciliable con la mejor política, se evitan todas las disputas que amargan la vida y agrian los ánimos de los hombres; mientras que el bien común, el objeto general, está celosamente fruncido. Desde esta vista de nuestro sistema, su utilidad es suficientemente obvia. Los principios universales del arte se unen, en un vínculo de afecto indisoluble, hombres de los más opuestos, de los países más distantes y de las opiniones más contradictorias; por lo tanto, en todas las naciones, un masón puede encontrar un amigo, y en cada clima un hogar. Tal es la naturaleza de la institución, que en una Logia, la unión se cimienta por el apego sincero, y el placer se comunica recíprocamente en las alegres observancias de cada oficio servicial. La virtud, el gran objeto a la vista, luminoso como el sol meridiano, brilla resucitando en la mente, anima el corazón y aumenta la aprobación fría en cálida simpatía y atención cordial. Secta. 4 - Mampostería considerada bajo dos denominaciones. La masonería pasa bajo dos denominaciones, operativa y especulativa. Con respecto a la primera, aludimos a una aplicación adecuada de las útiles reglas de la arquitectura, de donde una estructura deriva figura, fuerza y belleza, y de donde resulta una proporción debida y una correspondencia justa en todas sus partes. Con este último, aprendemos a dominar los patrones, actuar sobre el cuadrado, mantener una lengua de buen informe, mantener el secreto y practicar la caridad. La Masonería especulativa está tan entretejida con la religión, que nos obliga a pagar ese homenaje racional a la Deidad, que a la vez constituye nuestro deber y nuestra felicidad. Lleva al 25


contemplativo a ver con reverencia y admiración las gloriosas obras de la creación, y las inspira con las ideas más exaltadas de la perfección del Creador divino, la Masonería operativa nos proporciona viviendas y refugios convenientes de las inclemencias de las estaciones; y aunque muestra los efectos de la sabiduría humana, tanto en la elección como en la disposición de los materiales de los que está compuesto un edificio, demuestra lo que un fondo de ciencia e industria se implanta en el hombre para el mejor y más saludable, y fines benéficos. El transcurso del tiempo, la implacable mano de la ignorancia y las devastaciones de la guerra han destruido y destruido muchos valiosos monumentos de la antigüedad, en los que se han empleado los mayores esfuerzos del genio humano. Incluso el templo de Salomón, tan espacioso y magnífico, y construido por tantos artistas célebres, no escapó a los implacables estragos de las fuerzas bárbaras. La Francmasonería, sin embargo, aún sobrevivió. El oído atento recibe el sonido de la lengua instructiva, y los misterios sagrados se alojan con seguridad en el depósito de los pechos fieles. Las herramientas e implementos de la arquitectura, símbolos más expresivos, son seleccionados por la fraternidad, para imprimir en la memoria verdades serias; y así los excelentes principios de la institución se transmiten intactos, Secta. 5 - El gobierno de la fraternidad. El modo de gobierno observado por la fraternidad dará la mejor idea de la naturaleza y el diseño del sistema masónico. Se establecen tres clases entre los masones, bajo diferentes denominaciones. Los privilegios de cada clase son distintos, y los medios particulares adoptados para preservar esos privilegios a los justos y meritorios. El honor y la probidad son recomendaciones para la primera clase; en el que se impone la práctica de la virtud y se inculcan los deberes de la moral, mientras la men26


te está preparada para un progreso regular en los principios del conocimiento y la filosofía, la diligencia, la asiduidad y la aplicación son calificaciones para la segunda clase; en el cual se da una elucidación precisa de la ciencia, tanto en la teoría como en la práctica. Aquí la razón humana es cultivada por un debido esfuerzo de los poderes y facultades intelectuales; teorías agradables y difíciles son explicadas; se producen nuevos descubrimientos, y los ya conocidos están bellamente embellecidos. La tercera clase está restringida a unos pocos seleccionados, a quienes la verdad y la fidelidad han distinguido, a quienes los años y la experiencia han mejorado, y a quienes el mérito y las habilidades tienen derecho a ser preferidos. Con ellos se conservan los antiguos hitos de la Orden, y de ellos aprendemos las lecciones necesarias e instructivas, que dignifican el arte, y califican a sus profesores para ilustrar su excelencia y utilidad. Este es el plan establecido del sistema masónico. Con este acuerdo juicioso, se cultiva la verdadera amistad entre diferentes rangos de hombres, se promueve la hospitalidad, se premia a la industria y se alienta el ingenio Secta. 6 - Razones por las cuales los secretos de la Masonería no deben ser expuestos públicamente; y la importancia de esos secretos demostrados. Si los secretos de la Masonería están repletos de tal ventaja para la humanidad, se puede preguntar, ¿por qué no se divulgan para el bien general de la sociedad? A esto se puede responder; Si los privilegios de la Masonería se dispensaran indiscriminadamente, la institución sería subvertida; y estar familiarizado, al igual que otros asuntos importantes, perdería su valor y caería en la indiferencia. Es una debilidad en la naturaleza humana, que los hombres en general están más encantados con la novedad, que con el valor intrínseco de las cosas. Innumerables testimonios podrían ser 27


aducidos para confirmar esta verdad. Las más maravillosas operaciones del Artífice Divino, sin embargo, hermosas, magníficas y útiles, son pasadas por alto, porque son comunes y familiares. El sol sale y se pone, el mar fluye y se refluye, los ríos se deslizan a lo largo de sus canales, los árboles y las plantas vegetan, los hombres y las bestias actúan, pero esto pasa desapercibido. Las producciones más asombrosas de la Naturaleza en la misma cuenta escapan a la observación y no despiertan ninguna emoción, ya sea en admiración de la gran causa o de gratitud por la bendición conferida. Incluso la Virtud misma no está exenta de este desdichado prejuicio en el marco humano. La novedad influye en todas nuestras acciones y determinaciones. Qué es nuevo, o difícil en la adquisición, sin embargo, insignificante o insignificante, capta fácilmente la imaginación y garantiza una admiración temporal; mientras que lo que es familiar, o fácil de alcanzar, sin embargo, noble o eminente, seguramente será ignorado por el vertiginoso y el irreflexivo. Si la esencia de la masonería consiste en el conocimiento de secretos particulares o formas peculiares, podría alegarse que nuestras diversiones fueron insignificantes y superficiales. Pero este no es el caso. Estas son las claves de nuestro tesoro y se preserva su uso, mientras que de la recolección de las lecciones que inculcan, el Masón bien informado deriva la instrucción; los lleva a una inspección cercana; él los ve a través de un medio apropiado; él se refiere a la circunferencia que les dio lugar; y él se detiene en los principios que transmiten. Al encontrarlos repletos de información útil, los considera sagrados; y convencido de su corrección, estima su valor a partir de su utilidad. Muchas personas se dejan engañar por la vaga suposición de que nuestros misterios son meramente nominales; que las prácticas establecidas entre nosotros son frívolas; y que nuestras ceremonias pueden ser adoptadas, o agitadas, a placer. Sobre esta base falsa, los encontramos apresurándose a través de todos los grados de la Orden, sin advertir la conveniencia de un paso que 28


persiguen, o que poseen un único requisito de calificación para el avance. Pasando a través de las formalidades habituales, se consideran habilitados para ser maestros del arte, solicitar y aceptar cargos, y asumir el gobierno de logias, por igual y asumir el gobierno de logias, igualmente desconocedoras de las reglas de la institución que pretenden apoyar, o la naturaleza de la confianza depositada en ellos. Las consecuencias son obvias; anarquía y confusión, y la sustancia queda en la sombra. Por lo tanto, los hombres eminentes de habilidad, rango y fortuna, a menudo son conducidos a ver los honores de la Masonería con tal indiferencia, que cuando se solicita su patrocinio, aceptan oficinas con renuencia, o los rechazan con desdén. La masonería ha trabajado durante mucho tiempo bajo estas desventajas, y cada amigo celoso de la Orden debe desear fervientemente una corrección del abuso. En los últimos años debe reconocerse que las Logias están, en general, mejor reguladas, y los buenos efectos de dicho gobierno se muestran de manera suficiente en la debida observancia de las reglamentaciones generales. Si hubiera hermanos que presidieran Logias, debidamente instruidos antes de su nombramiento, y regularmente informados de la importancia de sus respectivas oficinas, una reforma general se llevaría a cabo rápidamente. Esto establecería la corrección de nuestro gobierno y haría que los hombres lo reconozcan; que nuestras horas fueron conferidas merecidamente. Hasta que las acciones prudentes distingan nuestro título de los honores de la Masonería, y nuestro comportamiento regular muestre la influencia y la utilidad de nuestras reglas, el mundo en general no será conducido a conciliar nuestros procedimientos con los principios de la profesión. Secta. 7 - Pocas Sociedades exentas de censura. Irregularidades de los masones sin argumento en contra de la Institución. 29


Entre las diversas sociedades de hombres, pocos, si alguno, están totalmente exentos de censura. La amistad, por muy valiosa en sí misma, aunque universal en sus pretensiones, rara vez ha operado tan poderosamente en asociaciones generales, como para promover ese apego sincero al bienestar y la prosperidad de los demás, que es necesario para constituir la verdadera felicidad. Esto puede atribuirse a diversas causas, pero ninguna con más propiedad, que a los motivos reprensibles que con demasiada frecuencia conducen a los hombres a una participación de entretenimiento social. Si pasar una hora de inactividad, obligar a un amigo, o probablemente satisfacer una indulgencia irregular, ser nuestro único aliciente para mezclarnos en compañía, es sorprendente que se descuiden los importantes deberes de la sociedad, y que, en la rápida circulación del vaso alegre. Es una verdad obvia, que los privilegios de la masonería han sido prostituidos durante mucho tiempo por consideraciones indignas, y por lo tanto sus buenos efectos no han sido tan notorios. Muchos han inscrito sus nombres en nuestros registros con el simple propósito de ser cordiales, sin indagar sobre la naturaleza de los compromisos particulares a los que están sujetos al convertirse en masones. Varios han sido motivados por motivos de interés, y muchos han sido introducidos para satisfacer una curiosidad ociosa, o para agradar como buenos compañeros. Un odio general, o al menos una indiferencia descuidada, ha sido el resultado de tal conducta. Pero el mal no se detiene aquí. Las personas de la descripción, ignorantes de la verdadera naturaleza de la institución, probablemente sin ningún defecto real en la propia moral, son inducidas a recomendar otras del mismo tipo, unirse a la sociedad con el mismo propósito. De ahí que el verdadero conocimiento del arte decrece con el aumento de sus miembros; la parte más valiosa de la Masonería se convierte en ridículo; mientras que la disipación del lujo y la intemperancia entierran los principios del olvido que podrían haber dignificado a los personajes más exaltados. 30


Cuando consideramos la variedad de miembros de la que se compone la sociedad de los masones, y el pequeño número que está realmente familiarizado con los principios de la institución, no podemos sorprendernos de que tan pocos se distingan por vidas ejemplares. De las personas que se introducen precipitadamente en los misterios del arte sin las calificaciones requeridas, no se puede esperar que se preste mucha atención a la observancia de los deberes que perciben como abiertamente violados por la propia institución; y es una verdad incontrovertible; que tal es el desánimo infeliz en la disposición de algunos hombres, aunque las ideas más bellas y justas quedaron impresas en la mente, son tan descuidadas con su propia reputación como para ignorar las lecciones más instructivas. Tenemos motivos para lamentar, que incluso las personas que se distinguen por su conocimiento en el arte, con demasiada frecuencia son inducidas a violar las reglas a las que una aparente conformidad les ha ganado el aplauso. La hipocresía pronto se revela: tan pronto como se liberan de las trabas, como ellos conciben, de una conducta regular y virtuosa en el gobierno de la Logia, que, abusando indebidamente de la comida inocente y alegre, se vuelven esclavos del vicio y la intemperancia, y no solo se deshonran a sí mismos, sino que reflejan deshonor en la fraternidad. Por tal indiscreción, lo mejor de la institución es despreciado, y la parte más merecedora de la comunidad concibe justamente un prejuicio contra la sociedad, de la cual siempre es difícil borrar la impresión. Con demasiada frecuencia se los induce a violar las reglas a las que una aparente conformidad les ha ganado el aplauso. La hipocresía pronto se revela: tan pronto como se liberan de las trabas, como ellos conciben, de una conducta regular y virtuosa en el gobierno de la Logia, que, abusando indebidamente de la comida inocente y alegre, se vuelven esclavos del vicio y la intemperancia, y no solo se deshonran a sí mismos, sino que reflejan deshonor en la fraternidad. Por tal indiscreción, lo mejor de la institución es despreciado, y la parte más merece31


dora de la comunidad concibe justamente un prejuicio contra la sociedad, de la cual siempre es difícil borrar la impresión. Con demasiada frecuencia se los induce a violar las reglas a las que una aparente conformidad les ha ganado el aplauso. La hipocresía pronto se revela: tan pronto como se liberan de las trabas, como ellos conciben, de una conducta regular y virtuosa en el gobierno de la Logia, que, abusando indebidamente de la comida inocente y alegre, se vuelven esclavos del vicio y la intemperancia, y no solo se deshonran a sí mismos, sino que reflejan deshonor en la fraternidad. Por tal indiscreción, lo mejor de la institución es despreciado, y la parte más merecedora de la comunidad concibe justamente un prejuicio contra la sociedad, de la cual siempre es difícil borrar la impresión como ellos conciben, de una conducta regular y virtuosa en el gobierno de la Logia, que, abusando indebidamente de la comida inocente y alegre, se vuelven esclavos del vicio y la intemperancia, y no solo se deshonran a sí mismos, sino que reflejan deshonor en la fraternidad. Pero si algunos transgreden, ningún hombre sabio argumentará en contra de toda la fraternidad por los errores de unos pocos individuos. Si las perversas vidas de los hombres fueran admitidas como un argumento en contra de la religión que ellos profesan, el más sabio, el establecimiento más sabio y más juicioso, podría ser expuesto a la censura. Puede afirmarse a favor de la Masonería, que cualesquiera imperfecciones que se encuentren entre sus profesores, la institución no admite ninguna desviación de las reglas de la razón correcta. Aquellos que violan las leyes, o infringen el buen orden, son amablemente amonestados por los monitores secretos; y cuando estos no tienen el efecto deseado, la reprensión pública se vuelve necesaria; al final, cuando todo esfuerzo leve para efectuar una reforma es de utilidad, son expulsados de la Logia, como miembros no aptos de la sociedad. Ven, por lo tanto, es cada conjetura ociosa contra el plan de 32


nuestro gobierno; Si bien nuestras leyes están respaldadas adecuadamente, serán una prueba contra cada ataque de nuestros enemigos más inveterados. Los hombres no son conscientes de que, al censurar cualquier sistema loable, se apartan de la dignidad de la naturaleza humana misma, y de ese buen orden y sabia disposición de las cosas, que el Todopoderoso Autor del mundo ha enmarcado fuerte gobierno de la humanidad, y establecido como la base del sistema moral. La amistad y las delicias sociales nunca pueden ser objeto de reproche; ni esa sabiduría que el Tiempo canoso ha santificado, puede ser ridiculizada. Quien intente censurar lo que no comprende, se degrada a sí mismo; y el corazón generoso siempre será llevado a compadecer los errores de tales presunciones ignorantes. Referencias Phoenix Albañilería archivado 20 de enero de 2013 Wayback Machine . Gordon PG Hills, Hermano William Preston, una Ilustración del Hombre, sus Métodos y su Obra. Conferencia Prestoniana, 1927 Entrada de diccionario masónico de Mackey’s Encyclopedia of Freemasonry Denslow, William R. (2004). 10000 famoso Freemasons V3, K a P . pp. 365-66. ISBN 9781417975792 . Witham Matthew Bywater, notas sobre Laurence Dermott GS y su trabajo, Londres, 1884 Camberley LogiaAD Matthews, una perspectiva histórica sobre el Santo Arco Real, Lecture julio de 2009, pdf recuperada 18 de de septiembre de 2012 Mason mundial anon, William Preston, breve charla Boletín de febrero de 1923 Pietre Piedras HL Haywood, varios grandes logias,El Constructor, mayo de 1924 Diccionario Roscoe Pound, William Preston,El Constructor, Enero 1915 Nebraska masónico EducaciónAndrew Prescott, Una historia de la masonería británica 1425-2000, CRFF, Universidad de Sheffield Archive.org Henry Sadler,Thomas Dunckerley, su vida, Trabajos y Letras. William Preston, Ilustraciones de masonería: http://www.phoenixmasonry. org/illustrations_of_masonry/book_one_the_excellency_of_masonry_displayed.htm El siglo 18 el siglo de las luces, http://www.archivosgenbriand.com/18thcentury.html

HHOB 33


LA VERDAD DE CA

Marino de Arm

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AIN A TUBALCAIN

mas Benitez 33°

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…La verdad en ocasiones es simple, esto no significa que debamos dejar de decirla recurriendo a mentiras cómodas… Normalmente en la medida que un francmasón avanza en sus estudios surgen diversos debates existenciales en su mente, uno de ellos Fe - Razón y Verdad. La fe es la creencia personal en la existencia de un ser superior, en nuestro caso le llamamos Gran Arquitecto del Universo no porque sea Dios en diversos idiomas como comúnmente muchos dicen; la realidad es que no sabemos el verdadero nombre de ese Principio Creador. ¿De qué creador hablamos, de uno o varios? La francmasonería es monoteísta de ello estamos claro ¿Ese creador que buscamos, aparece en la biblia? Los masones juran sobre la biblia ¿Por fe o por ser una ley? Si la razón es la capacidad de la mente para establecer relaciones entre ideas o conceptos y realizar juicios de valores; entonces cuan verdadera es la frase…La biblia se emplea en la masonería, porque en ella encontramos una verdad revelada…

La biblia alude pero no nombra, ese creador al que los masones llaman Gran Arquitecto del Universo Gen 3:22…He aquí el hombre es como uno de nosotros…esta frase ratifica la presencia de uno o varios creadores en el principio de los tiempos; otra interpretación creacionistamente hablando seria la existencia de un creador, creaciones de primer nivel con facultades similares a las del creador e información privilegiada; y el hombre como creación de segundo nivel sin privilegios otorgados. ¿Para qué se crea al ser humano? para servir, un ensayo o para poblar un área ¿Cuál será el principio creador, buscado por los masones? 36


el creador, o la creación de primer nivel que le concede y otorga al hombre el privilegio del conocimiento, negado en el momento de su creación. El Edén no era tan grande como algunos piensan, geográficamente hablando podríamos compararlo con una pequeña reserva natural dentro del globo terráqueo o un grano de arena en una playa. El ser humano fue creado, pero evoluciono acorde a su personal conciencia; esto define un creacionismo evolutivo basado en el libre albedrio humano y una existencia independiente a la voluntad de su creador. Entonces de que licencia dispuso para con el diluvio hacer cumplir 2 Co 5:21…Al que no conoció pecado, le hizo pecador por nosotros… fue la reacción ante un hecho que escapaba a su control o tras reconocer lo imposible de hacer cumplir su voluntad. El ser humano piensa, evoluciona y crea; la historia demuestra que al esclavo podrán castigarlo incluso matarlo, pero defenderá su derecho a la libertad de pensamiento. No cuestionaremos el uso de la biblia en los templos masónicos, es ley para la regularidad masónica; pero empleando la libertad de expresión y cátedra buscare la verdad basándonos en la fe, la razón, la Biblia, la historia y la francmasonería.

Cuando visitamos una logia masónica observamos gran simbología, es la forma de hablar y educar de la francmasonería. 37


Cuando escuchamos disertaciones referentes a dichas alegorías, descubrimos la falta de instrucción existente en estos tiempos. Si preguntásemos a un masón ¿Cuáles son las raíces u orígenes de las columnas B y J de una logia? Todos citan al Templo de Salomón, esta afirmación no es del todo correcta; los orígenes de esos dos pilares ocurren siglos atrás. Cuando estudiamos la ritualistica masónica constatamos que los nombres bíblicos forman parte de las alegorías, enseñanzas filosóficas y morales de los francmasones. Estos no solo aluden a la seña de identidad de una persona, también apuntan a un linaje con antepasados y descendientes. Tal es el caso de las Columnas Masónicas, de Caín y su descendencia hasta Tubalcaín este ultimo poco citado pero de gran relevancia. Si le dijera que los orígenes de la masonería actual se encuentran en Caín su descendencia y el libro de Génesis; seguramente sonrojaría. Al intentar comprender el lugar que ocupan en la historia los personajes bíblicos, debemos tener presente que…nunca podremos entender el pasado, si lo miramos con los ojos del presente… por ello hemos de leer entre líneas, buscando el mensaje oculto de cada oración. La biblia al ser leída produce esa captación de mensajes que las personas religiosas toman como guía en sus vidas, pero las metáforas son imágenes, conceptos o ideas que guardan entre sí una relación sutil cuando aparecen asociadas en un texto; por ello debemos tener claro que una cosa es lo literal y otra lo metafórico ejemplo: - nacemos del útero materno (Literal) / -La creación en siete días (Metafórico). Otro aspecto interesante en el lenguaje bíblico es el uso del símil (cuando comparan dos cosas para crear un significado) por ejemplo: al decir el hombre que ama la ley de Dios, lo compara con un árbol. Pero cuidado un símil es una metáfora, pero no todas las metáforas son símiles. Debiendo agregar que al leer la biblia hayamos incoherencias y contradicciones en sus pasajes, es un libro escrito por diversos autores en épocas muy alejadas 38


entre sí; por cuanto es un texto terrenal no divino. Cuando se considera que algo constituye plan divino, significa que aceptamos la voluntad de ese creador; entonces debemos considerar como correcto el holocausto producido con el diluvio Gen 7:23…Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia… Sin embargo al profundizar en esas contradicciones bíblicas, aportan luz y respuestas. Para comprender el origen y genealogía de Tubalcaín, y su importancia simbólica en la francmasonería; se hace necesario remitirnos al Génesis llegando a Caín: - En el inicio existían dos mujeres y un solo Adán: La primera mujer Lilith en igualdad de condiciones al hombre, ambos a imagen de Dios (Gen 1:27); la segunda Eva dependiente del hombre creada de la costilla de Adán (Gen 2: 22). - Caín no era hijo de Adán: En (Gen 4:1)… Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín y dijo: Por voluntad de Dios he adquirido varón… dentro del Edén; esto demuestra el origen celestial de Caín y que su descendencia heredaría algo más que un simple ADN; ¿Quién era el padre? Por otra parte el origen de Abel es terrenal, hijo de Adán y Eva según (Gen 4:2), concebido fuera del Edén (Gen 3:24). Esto explica que Caín era medio hermano de Abel (igual madre y diferentes padres). - El Edén tenía fronteras: El Edén era espacio de tierra determinado (Gen 2:10-11-13-14) ubicado entre los ríos Pisón (Arabia), Gihón (Karún en Irán), Hidekel (rio Tigris) y rio Éufrates. Estos cuatro ríos confluyen en el Golfo Pérsico. - Hechos ocurridos en rio Éufrates: Era una de las fronteras del Edén (Gen 2:14); se construye la Torre de Babel, Cam hijo de Noé tiene a Cus y este engendra a Nimrod (Gen 10:8-10 en Babilonia); surgen los idiomas (Gen 11:1, 7); es una de las fronteras de Israel (Gen 15:18); el pueblo de Israel es deportado más allá del Éufrates ( 1º Rey 14:15); en sus márgenes estaban atados los ángeles caídos (Ap 9:14). 39


- Castigos a Adán: Lo convierte en ser mortal (Gen 3:19) y lo expulsa del Edén (Gen 3:23) - Castigos a Eva: La sumisión de la mujer (Gen 3:16), los maltratos entre hombre y mujer (Gen 3:15) y la expulsa del Edén. 40


- Castigo a CaĂ­n: Lo convierte en ser inmortal (Gen 4:15); pero quien sufre el castigo es la persona que intentase matar a CaĂ­n. Pues un ser humano no puede matar, a quien fue creado por un ser divino. 41


Católicamente hablando una condenación (maldición, castigo) es la perdida de privilegios o bendiciones, debido a desobediencia de los mandatos del Señor. Entonces ¿La eternidad concedida a Caín, fue un castigo o una bendición? Téngase en consideración que en Gen 6:3 se concede al hombre una longevidad de 120 años y según los cálculos de científicos, la esperanza de vida máxima de un ser humano es 115 años, a los que llegaríamos deteriorados físicamente. Según la biblia (Gen 4:16) Caín no fue expulsado del Edén, sale por voluntad propia a la tierra de Nod (Tierra de los fugitivos); donde conoce a su mujer y tienen su primer hijo Enoc (Gen 4:17). Sin lugar a dudas queda demostrada la existencia de seres humanos en otras partes de mundo fuera del Edén, esto contradice la tesis creacionista y da fuerza a la evolucionista. ¿Quién crea los seres humanos fuera del Edén? ¿El Edén era área de ensayos? Según tesis creacionista los seres vivos surgen de un acto creador realizado por un único creador, y el edén estaba claramente delimitado según la biblia en Gen 2:10-11-13-14. Cobrando sentido la tesis del Creacionismo Evolucionista donde los eventos de creación ocurrieron, pero no en un rango de tiempo y de orden tal como nosotros lo conocemos; por cuanto Adán no fue el primer ser humano biológico, pero sí el primer ser espiritualmente consciente. La tierra de Nod era un lugar con designación previa para Caín, a orillas del Mar Rojo donde vivía Lilith primera mujer de Adán que abandono voluntariamente el Edén uniéndose a Samael. Lilith fue conocida por las culturas hitita, egipcia, griega, hebrea y romana; de este personaje encontramos referencias en la tradición judía (Talmuh), en el poema épico de Gilgamesh (Tablilla XII) y la Biblia de Jerusalén (Isaías 34:14)…Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso… El linaje de Caín y su mujer en la tierra de Nod, lo encontra42


mos en Génesis 4:17-22: Enoc- Irad- Mehujael- Metusael- Lamec quien se une a dos mujeres una llamada Ada madre de Jabal y Jubal, otra llamada Zila madre de Naamah y Tubalcaín quien se convierte en Rey de Ur (Antigua ciudad sumeria de la Baja Mesopotamia llamada Ur de los caldeos) lugar de origen del patriarca Abraham. Tal vez los seres celestiales y los humanos no sean tan diferentes, pues las reglas del cielo o el infierno están basadas en el subconsciente humano y lo que crea que se merece. Al no contar la verdad, quitamos una opción elegible a las personas; el único plan celestial son las elecciones y decisiones que tomamos, aquí mismo y ahora. Nos han contado en Gen 6:18 que en el diluvio solo se salvan descendientes de Set con sus esposas; y Génesis del Midrash 23:4 afirma que Naamah hermana de Tubalcaín era la esposa de Noé y madre de Sem, Cam y Jafet. Esto revela el origen de las dos columnas masónicas. Veamos los antiguos documentos masónicos sobre este particular. El Manuscrito Cooke (1410) nos explica dos aspectos importantes para la francmasonería: 43


Primero: los creadores de las dos columnas masónicas fueron los descendientes de Caín salvando el conocimiento de la humanidad, no surgen con el Templo de Salomón. Segundo: la descendencia de Caín fue la descubridora e iniciadora de la francmasonería, la primera gran obra fue la ciudad de Enoc. Manuscrito Cooke: …En la descendencia directa de Adán, en la séptima generación vivía un hombre llamado Lamec que tenía dos esposas llamadas Ada y Zila, la primera esposa Ada tuvo dos hijos llamados Jubal y Jabal fue el primer hombre que descubrió la geometría y la masonería llamado en la Biblia Pater habitancium in tentoris atque pastorum, es decir el padre de todos los hombres que viven en tiendas de campaña. Era el maestro masón de Caín y gobernador de todas sus obras cuando construyó la ciudad de Enoc, que fue la primera ciudad que se construyó y fue construida por Caín el hijo de Adán, que se la dio a su propio hijo Enoc…Con su otra esposa Zila, tuvo un hijo y una hija y se llamaban Tubalcaín el hijo y la hija Naamah de acuerdo con el Polychronicon ella era la esposa de Noé. Deberían entender que este hijo Tubalcaín fue el fundador de la artesanía del herrero y de otras artesanías relacionadas con metales como hierro, bronce, oro y plata como dicen algunos escritores doctos; y su hermana Naamah descubrió el oficio de tejer…Le pidieron a su hermano mayor Jabal que hiciera dos pilares de piedras, es decir de mármol y de Latrus, y que escribiera en los dos pilares todas las Ciencias y Oficios que habían encontrado, y así lo hizo. Por lo tanto, podemos decir que él fue el más sabio en la Ciencia, porque comenzó y llevó a cabo su propósito antes del diluvio de Noé… La información bíblica y documentos masónicos no se contradicen, entonces ¿Cómo se descubren, porque se construyen y quienes grabaron los pilares del conocimiento? Antecedentes: La descendencia de Caín (Jabal, Tubalcaín y 44


Naamah) sabían con antelación del castigo que dios impondría; gravan en dos pilares el conocimiento por ellos descubierto; el diluvio según Gen 7:24 dura 150 días (5 meses); Sem hijo de Noé descubre los pilares y Hermes enseña ese conocimiento a los hombres. En 1 Re 7:14…el rey Salomón hizo venir de Tiro a Hiram, que trabajaba el bronce e hizo toda su obra. Y levanto dos columnas… Hecho: El conocimiento logra sobrevivir gracias a Naamah que avisa a sus hermanos las intensiones de dios, ella cincelo la ciencia del tejido en los pilares; era hermana de Tubalcaín, esposa de Noé y madre de Sem. ¿Ante tanta evidencia, podría negar que la arquitectura, oficio de la cantería, Arte Real o Francmasonería surjan con Caín, la ciudad de Enoc, continuada con la construcción de la Torre de Babel? Hay un aspecto que no debemos pasar por alto quienes afirmen…en la biblia encontramos una verdad revelada…En ella por primera vez en la historia de la humanidad, se fundamenta la discriminación racial y se aprueba la esclavitud Gen 9:18-26-27. Por esto y más solo la verdad os hará libres, Veritas Liberabit Vos.

Conclusión: - El uso del nombre Tubalcaín en la masonería actual, alude a la imperfección del Maestro Mason expuestas en Manuscrito Cooke, Dowland y Leyenda de la Fraternidad; a través de la frase: (Struo Tumulum) yo preparo mi sepulcro; estoy bajo la sombra de la muerte, con la siguiente enseñanza: Los descendientes de Caín sabían lo inminente de su muerte, por ello grabaron el conocimiento adquirido en dos columnas; para que no se perdiera y aquel desconocido elegido se encargara de transmitirlo a las nuevas generaciones. De ese modo la tradición, el secreto del Arte Real y sabiduría del primer francmasón de la tierra nunca morirá. Este es el espíritu de la masonería, Caín y su des45


cendencia fueron condenados por su imperfección y lo aceptaron; pero sus conocimientos serán eternos. - La Biblia fue escrita por varios autores con diferencias en el tiempo (momento que ocurren los hechos a período que fueron escritos); reconocemos que posee discordancias por cuanto estamos ante un texto terrenal que responde a las intenciones de sus escritores no al plan divino de un creador. - Basándonos en la frase…la Biblia es el volumen de la ley sagrada, pues contiene una verdad revelada… ¿Cuál es la verdad? La existencia de un creador temeroso de su propia creación Gen 3:22 y Gen 11:6. Reconocer que lo creado esta a igual nivel que el creador y la existencia de varios creadores con igualdad jerárquica. Gen 3:22…He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal… - Seguramente pocos francmasones en estos tiempos se preguntan ¿Por qué el Salmo 133, es tan importante en la masonería? Alguno dirá, somos hermanos es el cantico al amor fraternal; otros dirán, es el cantico gradual de David. Queridos hermanos lo que no se dice en la logia, lo que vemos y oímos es la mitad de lo que existe: - El Monte Hermon lugar sagrado para los Cananeos (Cam hijo de Noé y Naamah). También lugar sagrado para los hebreos, después que invadieron Canaán (1400 a.C.) -En el Monte Hermon descendieron 200 Ángeles Caídos, donde juraron ejecutar su destino (Henoch 6:4). El Libro de Enoc es sagrado en la Iglesia ortodoxa etíope, pero considerado apócrifo por la iglesia católica. - Los ángeles fueron creados cuando comenzó el tiempo primeros en la escala de las criaturas, en otra época se consideraban a los ángeles como dioses; los seres humanos se crearon posteriormente son segundos en la escala de las criaturas e inferiores a los ángeles (Sal 8:6 / Concilio de Letrán 1215). - Los ángeles caídos eran más antiguos y de jerarquía celestial (Jer 2:20), por ello se niegan a reverenciar al hombre; surgiendo una batalla motivo por la cual bajan a la tierra (Ap 12:7). - Al perder sus alas los ángeles caídos, quedaron abandonados 46


en la Tierra durante muchas generaciones hasta que ascendieron por la escalera de Jacob (Gen 28:12). Masónicamente la escalera de Jacob tiene siete peldaños, es símbolo de la progresión del masón. Se asciende en busca del saber del mundo divino y se desciende en busca del conocimiento oculto. ¿Quiénes enseñaron al hombre las ciencias y artes? Los Ángeles Caídos. - Geográficamente el Monte Hermón es frontera de Israel, Líbano y Siria. Según la biblia en Dt 4:48…el Monte de Sión, que es el Hermón… Gematricamente Jerusalén (Shalem) posee un valor de 616= 13= 4; Semyazza (ángel caído) tiene valor de 373= 13= 4. Dice la biblia en Gen 14:18…Melquisedec rey de Salem, sacerdote del Altísimo…

Invitándoles a una meditación final:…Si todos tenemos igual palabra, signo y toque ¿Que nos diferencia a unos de otros?... El uso de la Biblia o algo más que no se atreven, no saben o no quieren decir. En un mundo globalizado la manipulación de la información, es el mecanismo que mantiene a las masas esclavas de los intereses de una minoría.

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EL PRIMER MASON E

Octavio Casa-

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EN EL SUELO LUNAR

-Madrid Mata

La misión del Apolo 11 fue, y será siempre, «un símbolo de la insaciable curiosidad del hombre para explorar lo desconocido». Buzz Aldrin

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INTRODUCCIÓN Para algunos la llamada carrera espacial, fue simplemente una fase más de la “guerra fría”, o un logro del país norteamericano; sin embargo, ni con mucho son valederos tales criterios simplistas; es mucho más que eso. Se trata de uno de los grandes acontecimientos de la Historia; además de un modelo o paradigma benéfico para la Humanidad, a ella se deben diversos adelantos, que hoy son observables, y si bien ha sido ampliamente criticada por diversos sectores; para algunos, incluido el autor de estas líneas, es un ejemplo saludable del cómo puede desarrollarse la investigación científica y tecnológica, en un escenario, si bien competitivo, prácticamente innocuo. En efecto, habitualmente el desarrollo científico ha estado asociado a la guerra. La industria del holocausto, además del costo en vidas, ha sido ampliamente rentable desde el plano dinerario. Algunos datos son por demás elocuentes: • Solamente en el siglo XX fueron sacrificadas más de 100 millones de víctimas a la guerra. • En cambio, los recursos dedicados a la investigación médica en el mundo entero constituyen tan solo una quinta parte de los dedicados a la investigación y el desarrollo militares. • La organización mundial de salud (OMS) destinó alrededor de 83 millones de dólares en un lapso de 10 años, a eliminar la viruela en el mundo. Esa suma, sin embargo, solo bastaría para comprar un solo bombardero estratégico moderno. • El programa de la OMS para eliminar el paludismo en el mundo, cuyo costo aproximado se ha estimado en 450 millones de dólares, avanza lentamente debido a la falta de fondos. Sin embargo, su costo total hasta ahora representa solo la mitad de lo que se gasta cada día para fines militares y solo una tercera par50


te de lo que se gastará únicamente para la adquisición de cada nuevo submarino con proyectiles nucleares “Trident”. A diferencia de lo anterior, y si bien la derrama económica para la conquista del espacio extraterrestre no ha sido exigua, (según el historiador Ricardo Artola, el costo total del programa que puso al hombre en la luna, ascendió a 25,000 millones de dólares de la época; es decir, el 30 % de la renta española en 1,965, o 1.7 veces el gasto del Estado Español en ese año) los beneficios colaterales para la humanidad han sido inconmensurables, y por supuesto ampliamente rentables. En efecto, las aplicaciones de la tecnología espacial en la vida cotidiana no se han reducido a la ingeniería aeroespacial. Los efectos de esta carrera se extendieron más allá de la cohetería, la física y la astronomía; han trascendido hacia campos tan diversos como la economía familiar y del consumo, los estudios de defoliación forestal, y van desde los alimentos desecados y precocinados; el teflón que se aplica en las sartenes; la ropa que permanece seca; las gafas de esquí antiniebla; los relojes de cuarzo; los satélites, las comunicaciones, la telefonía celular, la electrónica, etc. Se ha afirmado que esta carrera incidió en la propia manera en que los estudiantes se aproximan a la ciencia. La carrera hacia el espacio llevó a los legisladores y los educadores a aplicar un mayor énfasis en las matemáticas y la física en las escuelas de los EEUU. El National Defense Education Act de 1,958 aumentó los fondos para conseguir estos objetivos desde la educación primaria hasta el nivel de posgrado. En la actualidad, más de 1,200 institutos de EEUU conservan sus planetarios, una situación sin parangón en otro país del mundo y una consecuencia directa de la carrera espacial. Hoy orbitan la Tierra más de mil satélites artificiales, que retransmiten comunicaciones alrededor 51


del planeta y facilitan la medición del clima, la vegetación y los movimientos humanos. Además, y según hemos señalado, gran parte de la microtecnología de nuestras las actividades diarias, son derivadas de esta carrera. Pero no son solamente los adelantos tecnológicos los beneficios colaterales; se ha dicho, por ejemplo, que la selección del Brasil que obtuvo el campeonato de futbol en 1,970, recibió un entrenamiento semejante al del programa espacial y esto benefició su rendimiento atlético. No es por tanto, deleznable el criterio de Neil Armstrong, cuando expresaba las palabras vicarias ampliamente conocidas: “Este es un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad”. Valga decir que la construcción de una nave espacial, supone el desarrollo de la tecnología necesaria para ensamblar alrededor de seis millones de piezas; piezas y ensamblaje que deben poseer una fiabilidad del 99%. (Es decir, prácticamente sin índice falla). A diferencia del escenario bélico, inútil y perverso por todos conceptos, la pérdida de vidas en la carrera espacial, sin duda lamentable (y de eso nos hacemos cargo) ha sido mínima; y este es otro dato que justifica la axiología del proyecto espacial. Para algunos, sin embargo, es un esfuerzo inútil pues, según esto, y entre otros argumentos, los esfuerzos de la conquista espacial en sí mismos, no se han traducido en el desarrollo de nuevos territorios. Sin embargo, estamos ciertos que eso será simplemente cuestión de tiempo, aun cuando sea a largo plazo. Es altamente probable que el autor de estas líneas, al igual que buena parte de nuestra generación no lleguemos a verlo, pero sin duda esto habrá de lograrse. Máxime que la explosión demográfica, la escasez de recursos no renovables, y el deterioro ecológico harán imperiosa la búsqueda de habitat en el exterior. Esto no es materia de la ciencia ficción. (Como no lo son innumerables acontecimientos científicos cuyo solo enunciado 52


podría asombrar a los más críticos, tanto como antaño se asombraron nuestros abuelos ante los clásicos relatos del Fausto, Frankenstein, o la Isla del Doctor Moreau.) Pero hay algo más, sin duda la llegada del hombre a la luna, marcó las vidas de los 600 millones de personas que tuvimos la oportunidad de ver la transmisión en directo. Para nosotros esto representó una verdadera revolución y sin duda fue un elemento que modeló nuestra mentalidad. En cambio, para la generación del internet, es parte de su modo de vida desde su nacimiento; así, presenciar en vivo y directo la transmisión de un partido de futbol, desde otro continente, que en los sesentas supuso una revolución, hoy día es parte de un servicio cotidiano. Este cambio de mentalidad arroja elementos de importancia sociológica, y sin duda supone todo un reto para las disciplinas destinadas al estudio de la consciencia y la regulación del comportamiento: la Filosofía; la Bioética, la Psicología y el Derecho, por citar sólo algunas, tienen ante sí las enormes aporías de plantear cómo debe ser la nueva moralidad, cómo debe respetarse el “derecho ajeno” y cómo han de asimilarse los resultados de la investigación científica, pues el planteamiento central es que los beneficios de los nuevos hallazgos deben ser para toda la Humanidad, y no sólo a favor de grupos privilegiados. Estos planteamientos, han impactado igualmente a la Francmasonería misma, (destinada al estudio de las Disciplinas Éticas, la Tolerancia, y el Cosmopolitismo) especialmente en tanto que diversos de sus integrantes, han sido protagonistas de los acontecimientos. En efecto, mentalidades como las de nuestros hermanos Santiago Ramón y Cajal (uno de los padres de las Neurociencias); Fleming (en el ámbito de la antibiótico-terapia) etc. han aportado los primeros criterios, sin embargo, resta mucho por decir. Bajo el tenor expuesto, en esta ocasión habremos de referirnos a la obra de los hermanos que hicieron posible la llegada del hombre a la luna, y en especial a Buzz Aldrin, el segundo ser hu53


mano que tuvo el privilegio de pisar la Luna. Esperamos que su historia, más allá de lo anecdótico, o de la remembranza, sirva de ejemplo, para una Humanidad que sin duda en estos tiempos debe ser tributaria de los Buenos Oficios de la Orden del Arte Real.

LOS MASONES EN LA CARRERA ESPACIAL. Antes de iniciar este apartado, es imprescindible destacar la notable investigación del periodista y escritor Gabriel Muscillo y debemos ver su trabajo “La masonería en la Luna” ampliamente difundido en internet, en el cual precisa los hechos rigurosamente históricos, destierra la leyenda urbana y enfrenta la imaginación de los “conspiranoicos”, amén de las truculentas sagas observables en los medios. Su espléndida publicación ha sido una de nuestras fuentes de consulta, su trabajo ha sido contrastado con el resto de referencias que citamos al final de la presente nota, y merece una mención especial a razón de tratarse de un trabajo original, para el cual fueron consultadas por su autor fuentes de primera mano). Habitualmente se ha centrado la atención en las figuras de Neil Armstrong (el primer hombre que deambuló en la Luna) y de Buzz Aldrin, el primer francmasón en ella. Sin embargo, y a fin de plantear objetivamente los hechos, es necesario presentar la lista completa de astronautas estadounidenses de filiación masónica que participaron en la llamada “carrera espacial”: 1. Coronel Edwin E. Aldrin Jr. (USAF), Logia Clear Lake N° 1417, Texas. 2. Coronel Leroy Gordon Cooper Jr. (USAF), Logia Carbondale N° 82, Colorado. 3. Teniente Coronel Don F. Eisele (USAF), Logia Luther B. Turner Nº 732, Columbus, Ohio. 4. Teniente Coronel Virgil L. Grissom, Logia Mitchell, Indiana. 5. C. F. Kleinknecht, Logia Fairview Nº 699, Fairview, Ohio. 54


6. Edgar D. Mitchell, Logia Artesia N° 28, Artesia, Nuevo México. 7. Capitán Walter M. Schirra Jr., Logia Cañaveral Nº 339, Cocoa Beach, Florida. 8. Coronel Thomas P. Stafford, Logia Western Star Nº 138, Weatherford, Oklahoma. 9. James Irwin, Logia Tejon N° 104, Colorado Springs. 10. Comandante Paul J. Weitz, Logia Nº 708, Erie, Pennsylvania. 11. James Edwin Webb, Logia Oxford Nº 122, Oxford, North Carolina. 12. John Glenn, Logia Concord N° 688, New Concord, Ohio. (Quien fue seleccionado como uno de los pioneros para el programa Mercury, en 1,959). Glenn describió la primera órbita alrededor de la Tierra en 1,962. Entonces no se había iniciado; sin embargo, 36 años después, Glenn volvió al espacio en el Discovery, fecha en la cual ya era francmasón. Se dice que Leroy Gordon Cooper llevó consigo, a bordo del Géminis 5, la joya oficial del Grado 33° y un banderín de su Logia. En el mismo sentido, presentamos un listado de astronautas estadounidenses cuyos padres eran o son masones: • Neil Armstrong. • Allan Sheppard. • Vance Brand. • John Glenn. • Anthony England. • William Pogue. • Edgar Mitchell. Otro masón destacado que participó en el programa, lo fue el responsable de la NASA durante el Programa Apolo, C. Fred Kleinknect, quien fue Soberano Gran Comendador del Supremo 55


Consejo del Grado 33º en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Distrito Sur de los EEUU, durante dieciocho años. Se retiró en el año 2,003. Respecto del hoy fallecido Neil Armstrong, nunca fue iniciado, si bien era hijo de un activo masón, el hermano Stephen Koenig Armstrong, auditor del Estado de Ohio y también miembro del Club de Leones de Wakaponeta, su ciudad de residencia. Esto es sin duda el origen de la confusión (o si se quiere de la leyenda urbana) Armstrong, interrogado al respecto, negó repetidamente su militancia en la Francmasonería. Seis de los diez astronautas con filiación masónica reconocida, formaron parte del Proyecto Apolo. Además de Aldrin, por supuesto, fueron ellos: • Virgil “Gus” Grissom, del Apolo I, quien desafortunadamente perdió la vida en su misión; • Don Eisele y Walter Schirra, del Apolo 7; • Thomas Stafford, que participó de Apolo 10 y, en 1975, de la última misión del Proyecto, Apolo 18, que culminó acoplándose en pleno espacio exterior con una cápsula soviética Soyuz. La lista de astronautas masones (o por lo menos, de pública pertenencia a la Orden) la cierra, hasta el momento, Paul J. Weitz, tripulante del Skylab 2 y miembro activo de la Logia Lawrence (Erie, Pennsylvania). Otro punto de importancia, se refiere a quiénes de nuestros hermanos lograron la proeza de pisar la luna, fueron tres: el multicitado Edwin Aldrin, además de los hermanos Edgar D. Mitchell, el 5 de febrero de 1,971, tras ser conducido hasta allí a bordo del Apolo 14. Mitchell forma parte de la logia Artesia, de la ciudad del mismo nombre en Nuevo México. Unos meses después, el 26 de julio, James Irwin, integrante de la misión Apollo XV, se 56


convirtió en el tercer y último masón que visitó nuestro satélite. Su nombre figura entre los miembros de la logia Tajon, en Colorado Springs. Recomendamos consultar la página Freemasons in Space, que forma del sitio web de la Gran Logia de Columbia Británica y Yukon, la cual subraya que Armstrong no fue masón; sin embargo, ilustra la militancia en la Orden de su padre.

BUZZ ALDRIN, SU LLEGADA A LA LUNA,Y SU HISTORIA.

El hermano Buzz Aldrin, a quien hoy nos referimos, norteamericano de origen y ascendencia escocesa, sueca, y alemana; es un hombre universal por vocación. Nacido como Edwin Eugene Aldrin, Jr. en Glen Ridge, Nueva Jersey, (20 de enero de 1,930) es 57


ingeniero, doctor en ciencias, coronel de la USAF y astronauta de la NASA retirado. Es masón de amplia carrera, ha sido miembro de la Montclair Lodge N.º 144 de Nueva Jersey y de la Clear Lake Lodge # 1417 de Texas; así también es grado 33º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y al momento de su histórica hazaña en la Luna, poseía el grado 32º. Su madre, se llamó Marion Moon, era hija de un capellán del ejército; curiosamente, su apellido significa Luna, en inglés. Su padre, Edwin Eugene Aldrin, fue Doctor en Ciencias, egresado del Instituto de Tecnología de Massachusetts, y militar de carrera, fue pionero de la aviación y coronel de la Fuerza Aérea, fue el oficial al mando del aeropuerto de Newark. Su nombre “Buzz” se originó en su niñez; su hermana pequeña pronunciaba mal “brother” (hermano, en inglés) como “buzzer”, y luego se acortó a Buzz. A razón de lo anterior, Aldrin optó por cambiar legalmente su nombre de Edwin Eugene Jr., a Buzz en 1,988. Terminados sus estudios preparatorios en Montclair, 1,946, rechazó una beca del Instituto de Tecnología de Massachusetts, pues decidió ingresar en la Academia Militar de Estados Unidos de West Point, Nueva York. En West Point, se graduó en Ciencias (Ingeniería Mecánica) en 1,951; destacó entre los tres primeros de su promoción. Más tarde, ingresó en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, para completar su formación como piloto. Fue destinado en el año de 1,951 a la Guerra de Corea, donde participó en 66 misiones de combate, (Jets F86) derribó dos MIG-15 y recibió varias condecoraciones, entre ellas la Cruz de Vuelo Distinguido. Tras servir en Alemania (volaba en aviones F100) regresó a los Estados Unidos, se convirtió en instructor de artillería aérea en la base de Nevada, y fue ayudante del decano de la facultad, en la Academia de la Fuerza Aérea de Alabama. Así también, realizó su Doctorado en Astronáutica, graduándose con la tesis “Encuentros Orbitales Tripulados”, en el Instituto de Tecnología 58


de Massachusetts, 1,963. Tras serle otorgado el título de doctor en ciencias, fue seleccionado por la NASA en octubre de 1,963, durante la selección del tercer grupo de 14 astronautas. Aldrin fue el primer astronauta con doctorado, por ello y a razón de su tesis, lo apodaron “Dr. Rendezvouz” (Dr. Encuentro). Representó a las fuerzas aéreas en el Centro de Naves Espaciales Tripuladas de Houston, Texas, y un año después, se incorporó al programa de aprendizaje de astronautas; fue destinado primero, a la Gemini Target Office, en la Air Force Space Systems Division de Los Ángeles, California, y más tarde al Centro de Houston, según llevamos dicho. Las técnicas que desarrolló fueron decisivas para que las naves espaciales pudieran “estacionarse en el espacio” y encontrarse en las órbitas terrestre y lunar, sus aportaciones fueron cruciales para el éxito de los programas Géminis y Apolo; y aún siguen vigentes. En 1,966, formó parte del equipo de reserva de la misión Géminis 9, pero su oportunidad vendría el 11 de noviembre del mismo año, en que fue lanzado al espacio, junto con James Lovell, en la Géminis 12. En este, su primer vuelo espacial, fue copiloto de la misión de “cita espacial” en la órbita de la Tierra; se trataba de un vuelo de cuatro días de duración, en el mismo “orbitó” 59 veces alrededor de la Tierra. Sistemático y laborioso, Aldrin también fue decisivo para establecer los métodos apropiados en las actividades extra-vehiculares (EVA) de los astronautas fuera de sus naves. En este vuelo de cuatro días, el hermano Aldrin estableció nuevo récord de permanencia de un hombre en el espacio fuera de la nave, permaneció cinco horas y media en su “paseo espacial”. Debió vencer un sinnúmero de dificultades, que habían experimentado, tanto los estadounidenses, como los rusos. (Tal misión cerró el programa Géminis, y dio paso al programa Apolo.) También fue pionero en las técnicas de entrenamiento bajo el agua, para simular los movimientos en el espacio. 59


La selección de “Buzz”, en el programa de astronautas fue por demás certera, Aldrin fue una de las figuras más importantes durante el Proyecto Géminis; especialmente para resolver el problema del acoplamiento de naves en órbita terrestre o lunar. En síntesis, podemos afirmar que gracias a los trabajos de Aldrin, se obtuvieron avances críticos para el éxito de Apolo, pues sin tales entrenamientos las misiones nunca podrían haberse concretado. Aldrin, quien según llevamos dicho, ya poseía un doctorado, estaba perfectamente calificado para este trabajo, y sus inclinaciones intelectuales le aseguraron llevar a cabo sus tareas con gran entusiasmo. Gracias a sus méritos, y entre otros criterios, a razón de su serenidad, fue elegido como piloto del módulo lunar en la misión de Apolo 11. (Se refiere que siempre se mantenía bajo control y sus pulsaciones cardiacas no se elevaron más de 110, durante el despegue hacia la Luna, esto fue demostrado a razón de las estrictas mediciones físicas de que fueron objeto los astronautas). Según se recordará, Apolo 11 fue lanzado desde la Tierra el 16 de julio de 1969 y regresó el 24 del mismo mes.

La tripulación integrada por tres astronautas heroicos, estuvo a cargo de Neil Armstrong, Michael Collins y el propio Aldrin. 60


Armstrong y Aldrin permanecieron en la Luna aproximadamente 21 horas. Durante dos horas y quince minutos, recogieron muestras, realizaron diversos experimentos, y colocaron instrumentos científicos sobre la superficie lunar, entre tanto, Collins permanecía en la nave, en espera del regreso de sus compañeros, a fin de emprender el retorno a la tierra. Las pruebas realizadas, a la fecha forman parte esencial de los estudios del satélite.

Los astronautas realizaron las tareas encomendadas, instalar los aparatos del ALSEP, descubrir una placa conmemorativa de la efeméride; Armstrong instala una cámara de televisión sobre un 61


trípode a veinte metros del LEM. Mientras tanto, Aldrin, instala un detector de partículas nucleares emitidas por el Sol, se trata de una especie de cinta metalizada sobre la que incide el viento solar que posteriormente trasladarón al LEM para analizarla en la Tierra. Más tarde, ambos despliegan una bandera estadounidense, no sin cierta dificultad, para clavarla en el suelo selenita y sostuvieron una conversación telefónica con el entonces presidente de los Estados Unidos. Por último, instalaron, a pocos metros del LEM, un sismómetro para conocer la actividad sísmica de la Luna y un retrorreflector de rayos láser, para medir con precisión la distancia de la Tierra, hasta nuestro satélite. Mientras esto sucedía, Michael Collins sigue en órbita en el módulo de mando y servicio con un ángulo muy rasante. Cada paso en órbita, de un horizonte a otro, sólo dura seis minutos y medio; pero desde semejante altura no es capaz de ver a sus compañeros. Cada dos horas ve cómo cambia la Luna y también observa cómo orbita debajo de su cápsula la sonda soviética Luna 15 en dos ocasiones, que fue testigo de su hazaña. La EVA duró poco más de 2 horas, durante las cuales los astronautas realizan importantes experimentos científicos: además, dejaron un disco con mensajes y saludos de varias naciones del mundo, las medallas recibidas de las familias de Yuri Gagarin y Vladímir Komarov, las insignias del Apolo en recuerdo de Virgil Grissom, Edward White y Roger Chaffee, fallecidos en el incendio de la nave Apolo 1, sellaron el primer ejemplar del nuevo sello de correos de 10 centavos y recogieron 22 kilogramos de rocas lunares. Los aparatos que llevaron son: un reflector láser con más de 100 prismas de cristal destinado a efectuar mediciones desde nuestro planeta de la distancia Tierra-Luna, un sismómetro para registrar terremotos lunares y la caída de meteoritos, así como una pantalla de aluminio de 15 por 3 dm destinada a recoger 62


partículas del viento solar.

La hazaña del Apolo 11, para muchos la más monumental en la historia humana, no fue ajena a ciertas vicisitudes, que afortunadamente, fueron subsanadas por el personal a cargo; Craig Nelson, reporta algunos datos probablemente desconocidos para la mayoría del público: 1. Los cohetes del Apolo 11, llevaban suficiente combustible como para lanzar partículas de hasta 45 kg de peso a una distancia de 4,8 kilómetros, por lo tanto, y ante la eventualidad de una explosión, los invitados especiales fueron situados a una distancia prudencial de 5.6 kilómetros de la rampa de lanzamiento. 2. Los ordenadores de a bordo tenían menor capacidad de procesamiento que un teléfono móvil de nuestros días; merced a 63


ello, la tecnología empleada en la misión, a los ojos de nuestros contemporáneos, ha de tenerse por rudimentaria. 3. Los efectos de la defecación y de la micción en gravedad cero, no fueron debidamente ponderados antes de la misión, y uno de los astronautas debió tomar anti diarreicos para evitar efectos desagradables. 4. Al separarse el módulo lunar del Apolo 11, la cabina estaba totalmente despresurizada, esto originó un estallido de gas equivalente al del tapón de una botella de champaña, que desplazó el módulo a 6,4 km del objetivo previsto. Fue la pericia de la tripulación la que permitió el alunizaje. 5. Neil Armstrong, el piloto, consumió casi en su totalidad el combustible del módulo al alunizar; muchos temieron que se estrellara. 6. Armstrong debió dar un salto de un metro de altura desde la escalerilla del módulo hasta la superficie. La razón fue que su aterrizaje había sido tan suave que los amortiguadores no se habían comprimido. 7. Cuando Buzz Aldrin se unió a Armstrong en la superficie, veinte minutos después, debió tener gran cuidado para no cerrar la escotilla del módulo: no había manija exterior que permitiera abrirla de nuevo. 8. La tarea más difícil en la superficie lunar, fue la de plantar la bandera norteamericana. A pesar de que los estudios sugerían que el suelo lunar era blando, bajo una fina capa de polvo había roca dura. Finalmente, los astronautas consiguieron fijar el asta para realizar la célebre transmisión televisiva. 9. La bandera fue fabricada por la empresa Sears, sin embargo, NASA se negó a reconocerlo. 64


10. La cámara de aire interna de los trajes espaciales, así como los chips ROM del ordenador de a bordo, fueron confeccionados, a mano, por equipos de mujeres mayores. Pero aquel “pequeño paso” que representó el gran salto para la humanidad, fue tema de debate, literalmente, horas antes del lanzamiento, en los pasillos de la Administración Nacional del Espacio y la Aeronáutica. Al respecto, Aldrin, piloto del Apollo 11, señalaba a 45 años de los hechos: “Bueno, lo que pasa es que no se tomaba la decisión y se estaba retrasando nuestro entrenamiento, porque no se definía quién saldría primero. Entonces, finalmente, después de platicarlo con Neil, él tampoco iba a tomar una decisión, no tenía la autoridad. Así que hablé con el director del Programa Apolo y le pedí que tomara una decisión, la que fuera y que no cambiara ya tomada la decisión”. Así se consumó la proeza, el hombre había caminado sobre la luna. Una audiencia sin aliento de 600 millones de espectadores, atestiguó su hazaña “en vilo”; la humanidad estaba materialmente “pegada” a sus televisores y radios. Finalmente, se escucharon las palabras históricas de los astronautas, “Ha llegado el águila!”. Fue un viaje temerario. Un salto al vacío en un territorio extraterrestre sin atmósfera. Una locura quijotesca a casi 400,000 kilómetros de distancia. No había precedentes. Ni manera de predecir lo que iba a ocurrir cuando la nave alunizara. Y no había margen para el error. El 16 de julio de 1,969, los tripulantes del Apolo 11 sólo sabían con certeza a dónde pretendían llegar, pero tenían sobrados motivos para preguntarse si volverían a pisar su planeta. De hecho, los astronautas del Apolo 11 han reconocido que emprendieron el viaje a sabiendas de que sus probabilidades de llegar a la Luna con éxito y regresar vivos, eran de en torno al 50%. 65


El momento más dramático ocurrió durante el descenso sobre la superficie lunar, cuando el ordenador del módulo sufrió una sobrecarga, y saltó una alarma. Los astronautas preguntaron a Houston si debían abortar la operación y el centro de control tardó un eterno, angustioso minuto en contestar que ignorasen la alerta. Fue entonces cuando Armstrong observó que el módulo se había desviado del lugar previsto para el alunizaje, y que se dirigían a un inmenso cráter lleno de rocas que podrían destruir las patas de la nave e impedirles salir de allí. Sin embargo, el veterano piloto mantuvo la sangre fría, tomó los mandos del aparato, y logró posar la nave con suavidad en una zona plana y despejada, cuando ya sólo restaban 30 segundos de combustible. No es de extrañar, por lo tanto, que cuando Armstrong pronunció las míticas palabras «Houston, aquí Base Tranquilidad, el Águila ha aterrizado», el controlador en Houston confesara que allí estaban «al borde del infarto» y gritó aliviado: ¡Volvemos a respirar!». Así, gracias al valor, el temple y la inteligencia de aquellos pioneros del Cosmos, la visión de Kennedy se hizo realidad, y como dijo Aldrin, la misión del Apolo 11 fue, y será siempre, «un símbolo de la insaciable curiosidad del hombre para explorar lo desconocido». De esta manera, entre el 20 y 21 de julio de 1,969, los astronautas lograron cumplir el mandato del presidente John F. Kennedy, quien el 25 de mayo de 1,961 había lanzado públicamente y ante el Congreso, el reto de enviar a los primeros seres humanos a la Luna y tornarlos a salvo, antes del fin de la década de de los 60´s. El cometido se logró con éxito, las imágenes de Armstrong y Aldrin sobre la superficie lunar fueron seguidas, segundo a segundo, por millones de televidentes de todo el planeta. Aldrin fue la segunda persona en pisar la Luna después del comandante Armstrong, y los dos pasaron cerca de 20 horas sobre la 66


superficie lunar antes de regresar al módulo de mando, donde Michael Collins les esperaba para emprender su viaje de retorno. La nave y sus exploradores regresaron a la Tierra el 24 de julio de 1969. Pese al éxito logrado, y el testimonio de la sonda soviética, que según hemos dicho, avaló la hazaña, no han faltado voces desinformadas que aun en nuestros días, cuestionan los hechos, además de haber urdido las más extrañas historias; todas ellas sin el menor fundamento. Al retornar a la tierra, los astronautas debieron acostumbrarse a un nuevo modo de vida, y a resignarse a no tener de ahí en adelante, vida privada. Tiempo después de su regreso a Tierra, y a razón de los acontecimientos que impactaron su vida personal: su propio trabajo, la experiencia de vuelo, la notoriedad y su ajetreada reinserción social Aldrin entró en una profunda depresión y debió enfrentar problemas con el alcohol. Gracias a su entereza, en 1,971, una vez superada su adicción, se reincorporó a la Fuerza Aérea. Al reincorporarse al servicio activo, fue designado comandante de la escuela de pilotos de la base Edwards, en California, retirándose un año más tarde con el grado de coronel. Aldrin recibió la “Medalla Presidencial de la Libertad”, la más alta presea de Estados Unidos. Luego, junto con sus compañeros de misión Armstrong y Collins, realizó una gira mundial de 45 días, recibiendo premios y medallas de 23 países. En su honor, llevan su nombre el asteroide 6470 Aldrin y el Cráter Aldrin en la Luna. La tripulación del Apolo 11 tiene cuatro estrellas en cada esquina del crucero del Boulevard Hollywood y la calle Vine, en el famoso Paseo de la Fama de Hollywood. Desde su retiro de la NASA y la Fuerza Aérea, Aldrin ha permanecido a la vanguardia de los esfuerzos para la exploración espacial. Trazó un plan maestro para misiones a Marte, un ingenioso sistema de naves espaciales en órbitas cíclicas y perpetuas, entre el planeta rojo y la Tierra. Buzz ha sido un importante analista y crítico del programa espacial desde la década de 1960. A diferencia de sus compañeros, siempre 67


ha sido el más expuesto a los medios; ya sea para conferencias en universidades, y entrevistas, especialmente sobre los futuros viajes a Marte. Actualmente vive cerca de Los Ángeles, California. El Dr. Aldrin ha recibido tres patentes por sus diseños para una estación espacial modular, cohetes reutilizables y módulos para multi-tripulaciones en vuelos espaciales. Fundó las compañías Starcraft Boosters, dedicada al diseño de cohetes, y Buzz Aldrin Enterprises, encargada de sus relaciones públicas, a título de promotor del futuro del programa espacial. Creó ShareSpace, una fundación sin fines de lucro, dedicada a la educación espacial avanzada, la exploración y las experiencias de vuelos espaciales al alcance de todos. Buzz inspiró al personaje Buzz Lightyear de la película “Toy Story”. En 2,011, junto con Armstrong, Collins y John Glenn recibió la Medalla de Oro del Congreso, el más alto honor civil de su país, por su importante contribución a la sociedad. Aldrin es autor de diversas publicaciones, que van desde los ensayos científicos; libros infantiles ilustrados; novelas de ciencia ficción, y por supuesto, obras acerca de su participación en el programa espacial de Estados Unidos, todos ellos éxitos de librería. En Return to Earth (1,970) rememora el vuelo del Apolo 11; Men from Earth (1,989); Encuentro con Tiber (1,996) es una interesante novela de ciencia ficción, especialmente es de interés su “Magnífica desolación” (2,009) donde presenta sus Memorias, en ellas reflexiona acerca de la carrera espacial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. El veterano astronauta ha trabajado incansablemente para el desarrollo de la exploración espacial, su poder de convocatoria es asombroso, pues es ampliamente respetado. Es miembro honorario del American Institute of Aeronautics and Astronautics y ha trabajado en las especificaciones para el diseño del proyecto del transbordador espacial. Ha sido invitado a diversos programas televisivos, incluso se ha interpretado a sí mismo. 68


ALDRIN Y SUS ACTIVIDADES MASONICAS EXTRATERRESTRES El Hermano Aldrin, al momento de su hazaña, era miembro de la Logia Clear Lake No. 1417, de Seabrook, Texas, y según llevamos dicho, Grado 32º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, tuvo el privilegio de ser el primer francmasón en caminar en el suelo lunar. Aldrin, también era miembro de organizaciones tales como la Sagrada Orden del Temple de Sión (es decir, los Caballeros Templarios), y la Antigua Orden Arábiga de los Nobles del Santuario Místico, mejor conocida como Shriners. Fiel a sus convicciones respecto de la Francmasonería, llevó durante su hazaña, una bandera masónica a la Luna, que no extrajo para su exhibición pública, simplemente la llevaba dentro del traje espacial. La bandera (que se ilustra en esta nota) pertenece a uno de los Supremos Consejos del Grado 33 de Estados Unidos y fue confeccionada por Inga Baum, bibliotecaria del Templo del Rito Escocés de Washington, donde puede verse expuesta.

La foto muestra el momento en que Aldrin entrega la Bandera al Gran Comendador del Grado 33. Aldrin era recipiendario, 69


así mismo, de la Orden Especial del entonces Gran Maestre J. Guy Smith, quien le concedió poderes plenos, con la premisa de representarlo y fue autorizado para establecer de manera simbólica, la Jurisdicción Territorial Masónica a nombre de la Gran Logia de Texas de Libres y Aceptados Masones en la Luna. El Hermano Aldrin certificó en toda forma, que la Orden Especial fue llevada por él a la Luna el 20 de julio de 1,969. Para conmemorar este evento histórico, y establecer la Masonería en la Luna, se emitió una carta constitucional a una Nueva Logia, conocida como Tranquility Lodge Nº 2000 (Logia Tranquilidad Nº 2000) que funciona bajo los auspicios de la Gran Logia de Texas. (Se ilustra el mandil correspondiente, que puede ser adquirido por los Hermanos, previa acreditación de su filiación en la Orden.)

Respecto de las actividades masónicas de Aldrin en la Luna, mucho se ha especulado, sin embargo, a razón del apretado programa de actividades impuesto por las complejas circuns70


tancias de la misión, apenas habría tenido tiempo para la realización de alguna ceremonia especial, sin embargo, está demostrado que Aldrin, asumió una conducta ceremonial, pues inició su estancia en la superficie selenita con el pie izquierdo; de tal suerte que evocó el antiguo rito de descalzarse, proverbial en nuestros antiguos usos y costumbres. Es imprescindible señalar, a fin de demostrar que la “leyenda negra” hacia la Francmasonería carece de fundamento, que Aldrin, en un afán ecuménico, habría tenido la intención de leer el pasaje de Juan XV, 5, públicamente de regreso a la Tierra; pero en el último minuto, Deke Slayton pidió que no lo hiciera. La NASA estaba ya embrollada en una batalla legal con Madelyn Murray O’Hare, célebre promotora del ateísmo en Estados Unidos, a propósito de hechos de la tripulación del Apolo 8, que leyó un versículo del Génesis mientras orbitaba alrededor de la Luna en Navidad. Al respecto Aldrin señala: “Estuve de acuerdo a regañadientes… di gracias por la Inteligencia y el Espíritu que llevaron a dos jóvenes pilotos hasta el Mar de la Tranquilidad. Era interesante para mí pensar: El primer líquido alguna vez vertido en la Luna, y el primerísimo alimento comido allí, fueron los elementos de la comunión”. En su libro “Regreso a la Tierra”, (que bien tenerse por sus Memorias), Aldrin nos refiere su deseo de llevar a la Luna el Anillo Masónico de su padre, y su desilusión cuando lo extravió, pocos días antes del despegue. Esta enorme tragedia personal, fue compensada por el hecho de llevar consigo las órdenes de las grandes potencias, a las cuales nos hemos referido. Diez años más tarde de la hazaña, fue acuñada una medalla conmemorativa, por el Supremo Consejo del Grado 33° Jurisdicción Sur de los EEUU, al cumplirse en julio de 1,979 el décimo aniversario del alunizaje. En el anverso puede leerse “Our flags on the moon” (“Nuestras banderas en la luna”). Ambas pueden verse nítidamente en el relieve. Otro punto saliente de las actividades de Aldrin en la Luna, se refiere al hecho de que al tocarle su turno para el descenso, fue filmado por Armstrong, quien lo precedió. 71


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A MANERA DE EPĂ?LOGO A pesar de la llegada del hombre a la Luna y su relevancia en beneficio de la ciencia y la Humanidad, no faltaron voces prejuiciosas, en el sentido de que todo habĂ­a sido una farsa de la UniĂłn Americana, infortunadamente algunos mantienen un debate bizantino. 73


Lo cierto es que la URSS permaneció durante mucho tiempo como líder indiscutible en astronáutica, sin embargo, gracias a esta hazaña fueron los EEUU quienes llegaron primero al objetivo lunar. Si bien el ritmo de la conquista del espacio sideral ha disminuido, la exploración espacial ha tenido avances (los transbordadores espaciales de EEUU y la URSS). Varios países, entre ellos México, siguen lanzando sondas, satélites y enormes telescopios espaciales. A finales del siglo XX surgió la posibilidad de una segunda carrera espacial internacional, al tomar la Agencia Espacial Europea el liderazgo de los lanzamientos sin tripulación. ESA ha informado su intención de enviar una misión humana a Marte no más allá de 2,030, y ha preparado varias misiones insignia para alcanzar este objetivo. No es difícil pensar en que en los próximos años, la Humanidad haya de contemplar en vilo nuevas proezas; por nuestra parte, hacemos votos para que en esta nueva etapa, sean la sana competencia y el Humanitismo, los valores que inspiren a sus protagonistas. Por nuestra parte, en esta nota recordamos a nuestros hermanos, por lo que a Aldrin se refiere, sus compañeros de NASA lo recuerdan pulcro y elegante, con fama de excelente, y brillante, sin duda un ejemplo a seguir.

Referencias • Apolo 11. Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Apolo_11#Despegue_del_Apolo_11 • Calvo, Gustavo G. ¿Existe una Logia masónica en la Luna?. Fraternidad Universal Nº 2 Gran Oriente del Uruguay. • Carrera espacial. Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Carrera_espacial • El siglo XX y la producción armamentista mundial. Monografías http://www.monografias.com/trabajos11/arma/arma2.shtml#ixzz3rlpLlPvL • Muscillo, Gabriel. La masonería en la Luna. Publicado el 24 marzo de 2015 en http://factorelblog.com/2015/03/24/la-masoneria-en-la-luna/

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• Página oficial de la Respetable Logia Simbólica Tranquility Lodge N ° 2000 http://tl2k.org/history.htm • Portilla, Luz. Buzz Aldrin. Publicado en el Blog: Las Redes del Tiempo. Radio Red/Grupo Radio Centro http://redam.mx/blogs/buzz-aldrin-2.html • Revista Esquire Buzz Aldrin el astronauta rebelde. Síntesis publicada en: http://www.gtd.es/en/blog/buzz-aldrin-el-astronauta-rebelde Aldrin ocultó en el interior de su traje espacial una bandera del Supremo Consejo del Grado 33°, Jurisdicción Sur de la Masonería Americana. Consta que la desplegó en la ausente atmósfera lunar –en una ceremonia que, esta vez sí, no captaron las cámaras–, pero me resultó imposible obtener precisiones acerca del destino final de la enseña: hay versiones de que Aldrin la trajo de regreso a la Tierra, para presentarla finalmente al Soberano Gran Comendador Smith; otras, aseguran que la dejó allá arriba, hincada en las rocas selenitas, y que allí sigue; y hay otras, por fin, según las cuales habría sido “rescatada” posteriormente por otros astronautas, también masones, y “repatriada”. Lo cierto es que la Biblioteca del Museo del Templo del Rito Escocés en Washington DC, sita en la Sixteen Street 1733, exhibe un pabellón que pretende ser el mismo que Aldrin llevó a la Luna.

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FERNANDO VII Y LA M 76

Juan José M


MASONERIA ESPAÑOLA

Morales Ruiz

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FERNANDO VII Y LA MASONERIA ESPAÑOLA * Juan José Morales Ruiz.

Envíe sus comentarios a: editores@hispanianova.rediris.es Resumen: El reinado de Fernando VII se destaca, entre otras cosas, por la particular virulencia de su combate antimasónico. Fernando VII, como más tarde pasará con el general Franco, convirtió la represión de la Masonería en una auténtica obsesión personal. El secreto masónico, más que su carácter liberal, hizo que se convirtieran en uno de sus más temidos enemigos. Palabras clave: masonería, discurso antimasónico Abstract: The reign of Fernando VII stands out, among other characteristics, by its special and virulent fight against masonry. Fernando VII converted the repression of the masons, as general Franco did in the 20th century, in a personal obsession. The secrecy of the mason associations, more than its liberal character, was the point that made of them one of his most feared enemies Key words: masonry, antimason discourse. 78


Introducción El reinado de Fernando VII se destaca, entre otras cosas, por la particular virulencia de su combate antimasónico. Fernando VII, como más tarde pasará con el general Franco, convirtió la represión de la Masonería en una auténtica obsesión personal. El secreto masónico, más que su carácter liberal, hizo que se convirtiera en uno de sus más temidos enemigos. 1717 es el año que suele darse para señalar el inicio de la masonería moderna. En esta fecha, cuatro logias londinenses fundaron la Gran Logia de Londres. En 1723, fueron redactadas las “Constituciones de Anderson” que contienen las primeras formulaciones de los nuevos fines de la masonería en las que se basan la mayor parte de los masones, –los “regulares”–, todavía, hoy. Más que de una existencia organizada y continua de la Masonería, en la España del siglo XVIII, hay que hablar de la presencia esporádica y sin mayor trascendencia de algunas logias que no tuvieron ninguna importancia ni continuidad, excepción hecha de las logias británicas situadas en Gibraltar y Menorca.[1] El Tribunal de la Inquisición en 1738, prohibió la Masonería. Esta prohibición fue sancionada por el apoyo de la autoridad real, mediante un edicto del Rey Fernando VI, en 1751. Y mantenida por Carlos III, pese a su aureola de ilustrado. Este, siendo Rey de Nápoles, había prohibido la masonería bajo severas penas, por considerarla “gravísimo negocio o perniciosa secta para el bien de Nuestra Santa Religión y del Estado”.[2] Ninguno de los ministros de Carlos III perteneció a la Orden, ni siquiera el famoso Conde de Aranda, a quien tradicionalmente se le ha atribuido nada menos que la fundación del Gran Oriente de España.[3] 79


Estas prohibiciones supusieron una barrera casi infranqueable que impidió, prácticamente, el desarrollo, en nuestro país, de las ideas masónicas. La primera logia de la que se tiene noticia en España fue la fundada, el 15 de febrero de 1728, en la madrileña calle de San Bernardo, por el Duque de Wharton, con el nombre de “Las Tres Flores de Lys”.[4] La segunda logia que se creó en el continente europeo fue en Gibraltar. Se constituyó el 9 de marzo de 1729. Llevaba el nombre de “Lodge of St. John of Jerusalem”. Estaba registrada con el número 51, inmediatamente después de la de Madrid, como “Gibraltar Lodge”. En 1750 algunos militares franceses e ingleses celebraron diversas reuniones masónicas en Barcelona, pero no llegaron a constituir logias regulares. En 1755, fueron denunciados ante el Tribunal de la Inquisición, un grupo de súbditos extranjeros que se reunía en Cádiz. En 1772, unos soldados holandeses de la Guardia Walona de Su Católica Majestad el Rey de España, constituyeron una logia, en Madrid, por mediación de “La Discrète Imperiale” de Alost, dependiente del Gran Maestre Provincial de los Piases Bajos. Según los procesos inquisitoriales que se incoaron en aquella época los masones que había, en la España del siglo XVIII, eran en su mayor parte súbditos extranjeros, iniciados en sus respectivos países, que estaban sólo de paso, y que desconocían muchas veces, incluso, la prohibición que pesaba sobre la Masonería en los territorios de la Corona Española.[5] Napoleón propició la creación de logias masónicas en todo su imperio, utilizándolas como un instrumento político favorable a sus propios intereses. Aunque nunca perteneció a la Orden, todos los miembros de su familia se iniciaron en la Masonería, y llegaron a alcanzar puestos preeminentes. Es el caso de su hermano José, que fue proclamado rey de España, tras la invasión de las tropas francesas en 1808. Una vez instalado en Madrid, José I, y los jefes del ejército francés difundieron por 80


todo el país las ideas de la Revolución Francesa.[6] En 1809, a la vez que fueron suprimidas la Inquisición y algunas órdenes religiosas, nacieron diversas logias masónicas en San Sebastián, Talavera de la Reina, Barcelona, Vitoria, Madrid, Santander, Salamanca, Girona, Figueras, Santoña, Sevilla y Zaragoza. Estas logias pertenecían al Gran Oriente de Francia y estaban integradas exclusivamente por miembros del ejército napoleónico. [7] La participación de españoles , –la mayoría de ellos “afrancesados”–, se inició, de una manera definitiva, con la creación de siete logias madrileñas , –entre las que sobresalieron las logias “San José” y la “Beneficencia de Josefina”– y dos logias manchegas, en Almagro y Manzanares, impulsadas por Murat y José I. Estas logias fueron el primer núcleo organizado de la Masonería, y constituyeron la Gran Logia Nacional de España. Estos “talleres” desaparecieron a medida que las tropas francesas abandonaban el territorio español en 1813. Las primeras logias masónicas españoles basaron su actuación en la lucha contra las secuelas de la Inquisición: el fanatismo, la superstición y la ignorancia; y pusieron todo su esfuerzo en la difusión de las ideas de la Revolución Francesa, como el racionalismo y la libertad.[8] Los españoles que se opusieron a Napoleón , –denominados “patriotas”–, rechazaron frontalmente la Masonería. Entre ellos había liberales que coincidían con los masones en muchos de sus planteamientos ideológicos. Otros eran partidarios de mantener a España en el Antiguo Régimen, y por lo tanto eran contrarios a los ideales de libertad. Unos y otros, rechazaron la Masonería porque la identificaban con el dominio francés. Ello produjo que mientras en la España de José I proliferaran las logias, en la gobernada por las 81


Cortes de Cádiz se atacara a la Masonería.[9]

Represión y exilio Durante el reinado de Fernando VII se desarrolló un intenso combate contra la “incipiente” Masonería española. El régimen absolutista fernandino se orientó de una manera decidida contra el constitucionalismo, el liberalismo y la masonería. Al mismo tiempo que desaparecían las logias creadas por militares franceses al abandonar el territorio español, se cerraron las que habían constituido la primera Gran Logia Nacional de España. Este movimiento represivo se acentuó a partir de enero de 1815, en que restablecida la Inquisición, un edicto de Fernando VII prohibía y condenaba la masonería. Y a este edicto siguieron múltiples disposiciones legales antimasó-nicas. La policía y la Inquisición colaboraban estrechamente en la persecución contra los masones. Algunos de éstos se presentaron voluntariamente ante el Santo Oficio, otros fueron denunciados, y todos los que pudieron emprendieron el exilio. Así pues se puede afirmar que hasta el “Trienio liberal” no se registraron, apenas, actividades masónicas. En este sentido el profesor José Antonio Ferrer Benimeli se refiere únicamente a la existencia de dos logias clandestinas. Una en La Coruña , –“Los Amigos del Orden”–, y otra en Santa Cruz de Tenerife , –“Los Comendadores del Teyde”–, ambas dependientes del “Gran Oriente de Francia”.[10] Con el pronunciamiento de Riego se restablecieron las libertades políticas y de nuevo recobró vigencia la masonería española. Durante el Trienio Liberal, funcionaron en España cuatro logias, una en Madrid , –“Los Amigos Reunidos de laVirtud”, dependiente del “Grande Oriente de Francia”–, otra en Rubí y dos en Cádiz, una de estas , –“La Esperanza”–, bajo los auspicios 82


de “La Gran Logia Unida de Inglaterra”.[11] En 1821, se fundó en Madrid “La Sociedad de Caballeros Comuneros”, con la intención de reformar la masonería española a la que se acusaba de depender excesivamente de las organizaciones masónicas extranjeras.[12] Ese mismo año se creó, también, en Madrid, una tercera sociedad, “Los Carbonarios”, integrada asimismo por los liberales exaltados, que terminaría colaborando con “Los Comuneros”, a pesar de que unos y otros siguieron manteniendo sus ritos propios.[13] Los masones como, también, los liberales debieron emprender el duro camino del exilio, cuando en 1824 Fernando VII logró derribar el régimen constitucional. Desde ese año hasta la muerte de Fernando VII todo lo que no concordaba con el espíritu absolutista más acendrado fue duramente perseguido. En el exilio, masones, comuneros y carbonarios ahondaron todavía más sus divisiones y querellas. En España, mientras tanto, abundaron los escritos antimasónicos y se obligaba a todos aquellos que deseaban ejercer un empleo público, –fueran militares o civiles–, a realizar una declaración bajo juramento de no haber pertenecido a ninguna logia o asociación secreta.[14] El desconcierto y la debilidad hizo que la mayoría de las logias españolas existentes acudieran en demanda de auxilio a los Grandes Orientes extranjeros. La mayor parte se anexionaron al “Grande Oriente Lusitano Unido”; otras al “Grande Oriente de Francia”, al “Grande Oriente de Italia”, y, las menos, a la “Gran Logia de Inglaterra”, y al “Grande Oriente de Bélgica”. Esta situación de ilegalidad y persecución que prácticamente duraba desde la llegada de Fernando VII a España, –sal83


vo el breve periodo del trienio liberal (1820-1823)–, hace que resulte bastante difícil reconstruir la historia de la masonería española de esta época.

El discurso antimasónico en el siglo XIX Cuatro temas antimasónicos hicieron fortuna en el siglo XIX y después, también, en el siglo XX: el anglófobo, el antisemita, el satánico, y el anticomunista. Hemos visto en el siglo XVIII ir construyéndose un tipo de discurso antimasónico cada vez más elaborado, pero hay que llegar a la propia Revolución Francesa para poder apreciar la importancia de este tipo de literaturas e historias. Será con ocasión de este acontecimiento cuando se formará la leyenda de la existencia de un complot masónico que con anterioridad habría previsto y preparado hasta el mínimo detalle la Revolución. Por ejemplo, en 1792, el abate Lefranc, publicó, en París, Le voile levé pour les curieux ou le Secret de la Révolution révéleé à l’aide de la Franc-Maçonerie (París, 1792). El papel de los traductores es de una singular importancia a la hora de estudiar la extensión y propagación del pensamiento antimasónico en los distintos países europeos, y muy particularmente en España. Tenemos el caso de un exjesuita español, el padre Mocas que tradujo al italiano, varias obras de autores franceses. Otro exjesuita, también español, el padre Lorenzo Hervás y Panduro, pasará a la historia por sus estudios sobre la Revolución Francesa y el papel que atribuye a la conjura en la que pretendidamente se habrían unido filósofos y jansenistas para destruir el Trono y el Altar. Hervás creía que el siglo XVIII, el de las Luces, el siglo de los filósofos, era el Apocalipsis, el periodo en que las fuerzas del mal se unían para conseguir la disolución de la Orden, y la caída de todos los tronos. Ese será el argumento 84


de su famosa obra sobre las Causas de la Revolución Francesa. Desde el principio de su libro declara que los fines de la Revolución Francesa son la destrucción del cristianismo y, consecuencia de ello, de toda autoridad política. El abandono de toda religión es la causa fundamental de la Revolución Francesa; que, en definitiva, es sólo la última fase del movimiento de la Ilustración desarrollado a lo largo de todo el siglo XVIII. Destaca la función de la Masonería, que, en general, ha sido desdeñada a lo largo del siglo anterior, pero que a principios del siglo XIX alcanzará especial importancia en el pensamiento reaccionario europeo. En su opinión la auténtica función de la Masonería en la obra revolucionaria ha sido esta: preparar el espíritu del pueblo para la penetración de las ideas elaboradas por las otras sectas, más contemplativas y menos activas que la Masonería. En gran parte su acción ha sido organizativa. Mediante sus logias ha formado pequeños núcleos de difusión, de propaganda y de preparación de la acción destructora (de conjura y sublevación) de la revolución. Con inmensa preocupación afirma que la masonería “tiene como objeto principal la destrucción del catolicismo y de las monarquías”. Como “la acción de las sectas está minando la sociedad europea en su conjunto, e incluso los fundamentos mismos de la sociedad humana, su destrucción es, pues, conveniente y necesaria, a la vez que habrá que adoptar las medidas convenientes para contrarrestar la acción demoledora que han venido ejer-ciendo a lo largo del siglo”. Con esta argumentación introduce una propuesta que rebasa los planteamientos meramente persuasivos, y se confunde con una llamada a la “violencia santa”, al exterminio del enemigo, doctrina justificada en toda “guerra justa”. El padre Hervás utilizará el discurso represivo para incitar a la total supresión de las sectas. Y lo más triste, frente a los 85


ideales humanitarios de la Ilustración, un intelectual de su talla propondrá la delación, penas y castigos corporales, y el total exterminio del enemigo, lo que significa un retroceso hacia la Edad Media.[15]

El abate Barruel Entre los autores antimasónicos más distinguidos hay que resaltar, por la enorme difusión de su obra, al abate francés Agustín Barruel, quien con sus Mémoires pour servir à l’histoire du Jacobinisme, publicada en Londres, en 1797, consiguió uno de los éxitos editoriales más fulgurantes, no sólo del siglo XIX, sino incluso del siglo XX, hasta el punto de ser considerado, muy justamente como el verdadero padre del pensamiento antimasónico. España fue uno de los últimos países de Europa en los que se publicaron las Memorias por “obra y gracia” de Godoy, que hizo prohibir su difusión, ya que el exjesuita lo había incluido entre los “encumbrados y misteriosos personajes” que conspiraban contra los tronos de España y Portugal. La primera edición es de 1812 y tenía este largo título: Compendio de las Memorias para servir a la historia del Jacobinismo, por Mr., el abad Barruel. Traducido del francés al castellano para dar a conocer a la nación española la conspiración de los filósofos, francmasones e iluminados contra la Religión, el Trono y la Sociedad. Por el muy Ilustre Señor don Simón de Rentería y Reyes, abad de la Insigne Iglesia Colegial de Villafranca del Bierzo y de su territorio abacial. Por Pablo Miñon, Impresor de la provincia de León y del sexto Ejército, 1812. A ella siguieron dos ediciones publicadas en Mallorca (1813 y 1814), por el padre Ramón Strauch, en cuatro volúmenes. De esta traducción se hicieron dos reimpresiones en 1814, una en Santiago y otra en Madrid en la Imprenta de Collado.[16] 86


El mérito del abate Barruel fue saber recoger las distintas argumentaciones antimasónicas que han ido apareciendo durante todo el siglo XVIII, y sistematizarlas de una manera insuperable. Su discurso antimasónico es de una fuerza desgarradora, sus descripciones de la secta jacobina son verdaderamente incendiarias. Si consideramos la terrible pasión acumulada en las guerras napoleónicas, su efecto en el mundo reaccionario del primer tercio del siglo XIX, una sociedad que intentaba salvar de la Revolución los restos del Antiguo Régimen, y que buscaba pretextos morales para aniquilar a los nacientes movimientos liberales, tuvo que ser explosivo. Barruel proporcionó, mediante su perfecta formulación del mito reaccionario y antimasónico, los argumentos intelectuales que, aunque disparatados, y falsos, se adaptaban perfectamente a la virulencia del pensamiento antiliberal. Este mito reaccionario fue utilizado como uno de los más eficaces argumentos para la persecución y represión del naciente movimiento liberal español. La persecución alcanzó una inusitada virulencia en España, no sólo en el siglo XIX, sino en el siglo XX.

La masonería bonapartista Con la llegada de las primeras tropas napoleónicas se renueva la actividad masónica en España. Pero en los documentos de las primeras logias se afirma con insistencia la práctica inexistencia de la Masonería antes de la llegada de los franceses. Por su carácter “extranjero”, enseguida arreciarán los ataques contra los masones, a los que se les pinta con “los colores más horrorosos”.[17] Esta Masonería bonapartista tiene una orientación marcadamente política, es “liberal”, “afrancesada”, “anticatólica” e “impía”; lo que servirá de posible justificación a la implacable 87


represión posterior que se desató al regreso de Fernando VII, en 1814.[18] Las invasiones napoleónicas agudizaron los enfrentamientos entre los españoles dividiéndolos en dos bandos irreconciliables. De un lado estaba “el católico fiel...; de otro, una masa amorfa y temerosa en la que entran desde el judío practicante o el hereje místico hasta el ateo o el anticlerical por lo menos”.[19] El rechazo de la Inquisición, y otras medidas radicales, como la abolición del señorío, etc. crearon uno de los tópicos más socorridos de la historia de la Masonería: que el Cádiz de las Cortes y, en general, todo el pensamiento liberal de esta época estaban dirigidos, si no gobernados, por las logias. Una buena prueba de su falsedad la tenemos en una Real Cédula, fechada en Cádiz el 19 de enero de 1812, en la que se confirma el Real Decreto del 2 de julio de 1751, y se vuelve a prohibir la francmasonería. En la Real Cédula, se dice: El Rey D. Fernando VII, y en su ausencia (...) el Consejo de Regencia de España é Indias (...) Siendo uno de los más graves males que afligen á la Iglesia y á los Estados la propagación de la secta Francmasónica, tan repetidas veces proscrita por los Sumos Pontífices y por los Soberanos Católicos en toda Europa, y contra cuyos sectarios expidió el Señor Rey D. Fernando VI, de gloriosa memoria un Real Decreto, con las reglas y modo de proceder de los jueces que los aprehendiesen, conviniendo para el bien espiritual de los fieles y la tranquilidad de los pueblos evitar con la mas escrupulosa vigilancia la reunión de semejante clase de gentes (...); He resuelto, habiendo oído á mi Consejo de las Indias, y lo expuesto por mi Fiscal (...), ordenar y mandar que todos los Jueces que exercen en esos dominios la Jurisdicción Real ordinaria, y con derogación de todo fuero privilegiado, con inclusión del militar, procedan contra los expresados Francmasones, arrestando sus personas y aprehendiéndoles los papeles que se les encontraren. 88


(Vid. HIDALGO NIETO, Victoria: “Masonería y libertad de asociación”, en FERRER BENIMELI, José Antonio (Coord.): La Masonería en la España del Siglo XIX. Ed. Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, Valladolid, 1987 p. 409). Entre las medidas adoptadas por la Real Cédula está el encargo hecho “a los M. R. Arzobispos y Srs. Obispos” para que procuren (...) “por sí y por medio de los Predicadores y Confesores, impedir la propagación y curso de una secta prohibida por los Sumos Pontífices, y que se presentaba tanto más perjudicial cuanto era mayor el secreto con que procuraban cautelarse sus sectarios”.[20]

El Sol de Cádiz En el gran ambiente de libertad que se respira en la ciudad gaditana, durante este período, destaca el desaforado discurso antimasónico, desarrollado por el periódico “El Sol de Cádiz”, que comenzó a publicarse el 29 de septiembre de 1812. [21] El editor y director de esta publicación, que duró aproximadamente un año, hasta el 16 de septiembre de 1813, fue el padre Rafael de Vélez, el famoso autor, entre otras obras de El preservativo contra la irreligión, y de la Apología del Altar y del Trono. A pesar de la breve duración de la publicación, “El Sol de Cádiz” ejerció, sin duda, una enorme influencia en la difusión de un aspecto importantísimo del mito reaccionario: la popularización de la idea de que las sociedades secretas eran las verdaderas causantes de los males de España, y la identificación en la mente popular de los masones con los liberales, y de éstos, últimos, a su vez, con los agentes de Napoleón.

Masonería e Inquisición Caro Baroja en su Historia sobre los Judíos en España, seña89


la que, “a comienzos del siglo XIX, –y también durante la segunda mitad del siglo XVIII–, se confundía a los judíos, a los masones, a los protestantes y a los liberales, con todo supuesto enemigo del catolicismo. Judio=liberal=masón. He aquí, una ecuación que aún tenía vigencia para la masa carlista hace poco en las aldeas del Norte”.[22] Recuerda que fue precisamente Napoleón en Chamartín, el 4 de diciembre de 1808, y no su hermano José Bonaparte, como rey de España, quien llevó a cabo la supresión del Tribunal del Santo Oficio, considerando que la Inquisición era un acto “atentatorio a la soberanía”.[23] Este acto de “impiedad” fue secundado por las Cortes de Cádiz que se oponían a “Pepe Botella”, pero que en este caso, coincidiendo con los afrancesados, decretaron el 22 de febrero de 1813, la abolición del tan temido y odiado Tribunal. Unos años después, en el mismo tono que las Cortes de Cádiz, Fernando VII, una vez restablecido en el trono, el 24 de mayo de 1814 firma un decreto prohibiendo “las asociaciones clandestinas”. El decreto fernandino de prohibición de la masonería mantiene las tesis “complotistas”, defendidas en el pensamiento reaccionario. En concreto, dice lo siguiente: Por la ley 1ª del título 12, libro 12, de la Novísima Recopilación está mandado que no se hagan juntas, ligas ni otras parcialidades. esto mismo se mandó guardar bajo graves penas en otras leyes del Reino por los muchos males que de tales juntas se podía seguir, compuestas comúnmente de gentes ociosas y de estragada vida. Este antiguo mal, no solamente ha llegado hasta estos días, sino que en ellos ha sido el origen de las convulsiones políticas que han afligido a muchos reinos del mundo, y desgraciadamente ha cundido también por éste, que se había preservado de tan funesto mal por medio de las sabias leyes y establecimientos con que se había gobernado hasta la pérfida invasión de los franceses, 90


y novedades a que ésta dio ocasión y lugar. Los males que la religión y el estado han padecido de resulta de estas asociaciones es muy grande, y serán aún mucho mayores si no se atajan en tiempo con oportunas providencias que las extirpen del todo. A este propósito, D. Juan I, en su Ordenamiento de leyes hecho en Guadalajara en el año 1390, encargó y mandó a los prelados del reino que por cuanto mucho entraban en tales asociaciones ligándose con pactos y juramentos, absolviesen de éstos a los que los hubiesen hecho, y que los arzobispos, obispos y otras personas eclesiásticas no permitiesen tales asociaciones y ligas. Esta providencia importante es mucho más necesaria en estos días, porque algunos, seducidos de opiniones perjudiciales a la Religión y al estado, aun personas eclesiásticas y religiosas, cuyo influjo en los demás es tan grande, se han dejado llevar tanto de ellas que han escandalizado a los buenos y arrastrado a muchos a tan grave mal. Sin perjuicio, pues, de otras providencias que iré acordando para establecer y encaminar la opinión pública al mejor servicio de Dios y del Estado, por medio de una buena enseñanza política y religiosa, encargo y mando a los Muy Reverendos Arzobispos, Obispos y demás prelados y personas eclesiásticas que en cumplimiento de su alto ministerio celen que sus respectivos súbditos guarden y observen en sus acciones, opiniones y escritos la verdadera y sana doctrina en que tanto se han distinguido la Iglesia en España en todos tiempos; se abstengan de toda asociación perjudicial a ella y al Estado; procuren que aquellos cuya instrucción o dirección les esté encomendada hagan lo mismo. Y muy estrechamente encargo a los prelados que en los seminarios conciliares se enseñen y lean libros de sana y provechosa doctrina, y estén con suma vigilancia en apartar a los jóvenes que allí se educan en las ciencias eclesiásticas los que contienen opiniones erróneas y peligrosas, así en lo político como en lo moral; 91


y en que los catedráticos y maestros de tales casas les den saludable doctrina. Y en las presentaciones para curatos y beneficios eclesiásticos, a esto se atienda principalmente, a que las ternas y provisiones recaigan en personas que no estén imbuidas en tales opiniones y hayan dado pruebas de adhesión a los sanos principios por donde han ido los hombres sabios que en España florecieron en virtud y doctrina, y con ella dieron gloria a la Iglesia y al Estado. Pero si por desgracia los prelados hallaren que alguno o algunos pusieren estorbo al logro de tan saludable providencia, o algún otro hecho abusivo al cual no puedan en uso de sus facultades ordinarias proveer de remedio, me informarán de ello, pasando a mis manos las noticias puntuales y exactas que tuvieren, para que yo provea lo que convenga. Y espero de su celo y de sus obligaciones como tales prelados, y que son del mi Consejo, que no se escusarán diligencias en cosa tan importante para el bien de la Iglesia y del Estado, de cuya armoniosa unión y mutua ayuda pende la felicidad del reino. Tendréislo entendido, y lo comunicaréis a quien corresponda. YO EL REY. Madrid, 24 de mayo de 1814. A Don Pedro Macanaz. Vid. “Gaceta de Madrid”, 4 de junio de 1814.Y FERRER BENIMELI, José Antonio, Masonería española contemporánea, Siglo XXI de España Editores, Madrid, 1980, Vol. 1., p. p. 207, 208 y 209). Para reforzar la prohibición, el 21 de julio de 1814, restauró la Inquisición. En tiempo de Fernando VII, “más que el mismo judío o hereje, el que preocupaba era el nuevo enemigo, organizado y representado en vastos sectores”. Los absolutistas de la primera época fernandina “atribuían gran parte de los desórdenes constitucionales a los masones y otras sectas”, mezclando, en ellas, a los judíos, “para atemorizar a quienes aún sabían poco de estas sectas misteriosas”.[24] 92


El Tribunal inició su actividad, dedicándose, casi en exclusiva a “perseguir masones”, y “a publicar listas bastante ridículas de libros prohibidos” entre los cuales, claro es, estaba la misma Constitución de 1812.[25] El 2 de enero de 1815, Francisco Xavier Mier y Campillo, el Inquisidor General, publicó un “edicto de prohibición y condena de la masonería, que era una copia del dado por el cardenal Consalví, el 15 de agosto de 1814, para los Estados Pontificios”. El Inquisidor General, –con los mismos argumentos antimasónicos, que más tarde utilizará el franquismo durante la etapa del “nacionalcatolicismo”–, insiste en la coincidencia y estrecha colaboración existente entre el “Supremo Pastor” y el “legítimo Soberano” para el exterminio absoluto de todo brote masónico.[26] Al juicio del Tribunal de la Inquisición fueron sometidos numerosos libros y publicaciones, bajo la simple sospecha de defender principios masónicos.[27] Moratín en una carta enviada al filósofo Melón, fechada en Montpellier el 24 de febrero de 1818, confirma la desatada actividad inquisitorial. Escribe: “ha empezado ya el Santo Tribunal a sacar las uñas y busca por todas partes masones, libertinos, blasfemos, lascivos, heréticos y sospechosos”.[28] En el paréntesis del Trienio Liberal fue abolida por tercera vez la Inquisición. Después, cuando los “Cien Mil Hijos de San Luis” entraron en España para restaurar el absolutismo, la Inquisición estuvo a punto de volver a funcionar de nuevo, pero Fernando VII, esta vez, se limitó a restaurarla sólo de derecho. Y por fin, a la muerte del Rey, el 15 de julio de 1834, la reina doña María Cristina decretó la abolición definitiva del Tribunal del Santo Oficio.[29] 93


Durante los periodos absolutistas del reinado de Fernando VII, –entre 1814 y 1820; y luego de 1823 a 1830–, el “judío dejó su lugar al masón y al liberal, como objeto de persecución”, y el antiguo “malsín”, –soplón o delator–, “ejerció su negocio con gran provecho denunciando ateos, masones, etc”., porque “el absolutismo fernandino”, –como más tarde hará el franquismo mediante la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo–, “glorificó la delación”.[30] El sistema represivo que se aplicaba en el Tribunal del Santo Oficio hacía, entre otras cosas, que el propio reo, con el estimulo de conseguir alguna calificación de eximente, y por lo tanto disminuir su pena, tuviera que delatar a sus “cómplices”. Y, como también se regulará en la citada ley antimasónica franquista, el penado debía “retractarse”, y mostrar su sincero arrepentimiento.[31] La actitud adoptada por Fernando VII nada más pisar suelo español, a su regreso en 1814, fue de total oposición a las sociedades secretas, como, así lo demuestra el decreto de 24 de mayo de 1814 de prohibición de las “asociaciones clandestinas”, que ya hemos mencionado. Después del Edicto del Inquisidor General de España, de 2 de enero de 1815, contra la Masonería, se puede decir que la acción conjunta de la Policía y la Inquisición provocó una represión terrible.[32] Pero para hacerse una idea exacta del protagonismo de Fernando VII en la acción persecutoria de la Masonería española, basta leer una carta suya, –cuyo manuscrito se conserva en el Archivo de Palacio–, dirigida a Francisco Eguía, secretario de Estado y del despacho de Guerra, fechada el 19 de noviembre de 1817. Fernando VII escribe: Eguía: No habiendo la menor duda en que se hallan establecidas las Logias Francmasónicas en las ciudades de Cádiz, Coruña, Córdoba, Málaga,Valencia, Granada, Cartagena,Valladolid, Zaragoza, 94


y las Villas de Bilbao y esta Corte, como igualmente que muchos de sus individuos pertenecen a la clase militar; conviene que con la mayor reserva des las órdenes más estrechas y terminantes a las personas que merezcan tu confianza en cada uno de los puntos referidos, para que con la misma reserva vigilen toda clase de reuniones, con especial encargo de que te den cuenta de todo lo que puedan indagar acerca de este asunto, para mi soberana resolución. El monarca ordena que se tenga mucho cuidado en Málaga y San Roque “con toda clase de personas que pasen a Gibraltar, examinando su estado, clase y condiciones, y el objeto a que se dirigen, dando cuenta circunstancialmente de todas las ocurrencias cada quince días”. Y finalmente manda que se vigile la conducta de una serie de personalidades concretas, conocidas por él gracias a los informes o denuncias remitidas a palacio, “de alguna de las logias establecidas”. (Vid. FERRER BENIMELI, José Antonio, Masonería española contemporánea... Vol. 1., p. p. 153 y 154). Después del “Trienio Liberal” la represión antimasónica se agudizó sobremanera. Nuevamente se confeccionaron listas de personas acusadas de pertenecer a la masonería, y que, en todos los casos, se habían distinguido “por su exaltación en favor de la abolida Constitución”, aunque no siempre pertenecieran, o hubieran pertenecido, a la Masonería.[33] A la acusación de “liberalismo”, enseguida se sumó la de “conspiración masónica”, en las antiguas colonias de América, en cuyos países se estaban desarrollando acciones encaminadas a obtener la independencia. En este sentido en un Real Decreto de Fernando VII, fechado el 6 de diciembre de 1823, se dice que: Una de las principales causas de la revolución en España y en América, y el más eficaz de los resortes que se emplearon para 95


llevarla adelante habían sido las Sociedades secretas, que bajo diferentes denominaciones se habían introducido de algún tiempo a esta parte entre nosotros frustrando la vigilancia del Gobierno, y adquiriendo un grado de malignidad, desconocido aun en los países de donde tenían su primitiva procedencia. Por lo tanto, convencido mi Real ánimo de que para poner pronto y eficaz remedio a esta gravísima dolencia moral y política no alcanzaban algunas determinaciones de nuestras leyes, dirigidas a cortar el daño, y que por lo menos era necesario ampliarlas o contraerlas a las circunstancias en que nos encontrábamos, redoblando las precauciones para descubrir las referidas Asociaciones y sus siniestros designios, quise que el Consejo con antelación a cualquiera otro negocio, se ocupase de éste, consultándome lo que estimase más conveniente en la materia; a cuyo fin le remití por mi primer Secretario de Estado y del despacho copias de los decretos expedidos por varios Soberanos de Europa sobre el particular, encargándole y separando de su celo que en un negocio de tanta importancia no dilataría su dictamen”. Este Real Decreto provocó un largo informe sobre prohibición de la masonería por parte del Fiscal del Reino, el 11 de diciembre de 1823, que coincide curiosamente, en lo fundamental, con un informe elaborado por el general Thovenot sobre la situación de la masonería española, por encargo del Grande Oriente de Francia. Entre las medidas antimasónicas que fue adoptando el gobierno fernandino destacan un Real Decreto de 1 de mayo de 1824, en el que se concede indulto y el perdón general a excepción de los que hubieran pertenecido a sociedades secretas; y una Real Cédula, más explícita, por la que se prohibían “en los dominios de España y las Indias, todas las Congregaciones de Francmasones, Comuneros y otras Sociedades Secretas, cualquiera que fuera su denominación y objeto”.[34] 96


El 25 de septiembre de 1825, Fernando VII promulgaba una nueva Real Orden, indicando ante quién debían espontanearse los que pertenecieran a sociedades secretas. El 8 de octubre de 1825, el Supremo Consejo de la Cámara, publicaba en Madrid sobre el modo de proceder en las causas eclesiásticas. Y al día siguiente, una nueva Real Cédula, prevenía que “los francmasones, comuneros y demás sectarios” debían ser considerados como enemigos del Trono y del Altar, quedando sujetos a la pena de muerte, y confiscación de bienes. El 11 de octubre de 1825, Fernando VII concedía diversos premios y condecoraciones a los militares que “no pertenecieran ni hubieran pertenecido a ninguna secta o sociedad de francmasones, comuneros o cualquier otra”. El 14 de Febrero de 1827, el Rey firmaba una Real Cédula por la que mandaba guardar y hacer cumplir la bula inserta Quo Graviora del Papa León XII, fechada en Roma el 13 de marzo de 1825, en la que se prohibía y condenaba toda secta o sociedad clandestina cualquiera que fuera su denominación Y finalmente, el 19 de marzo de 1831, Fernando VII firmaba un nuevo Real Decreto por el que se establecían comisiones militares ejecutivas y permanentes “a causa de los hechos criminales perpetrados por las sectas tenebrosas”.[35] El clima de colaboración entre la Iglesia y la Corona era tal que igual que la “Gazeta de Madrid” publicaba las Bulas Pontificias, los Decretos y Cédulas Reales eran dados a conocer y comentados elogiosamente desde los púlpitos, por un clero que veía masones por todas partes como de forma gráfica y real describe Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales.[36] El 13 de septiembre de 1821, Pío VII publicaba la Constitución Ecclesiam Christi contra los carbonarios, que pretendían 97


la reunificación italiana. A pesar de que esta sociedad secreta nada tenía que ver con la Masonería, se quiso entender que estaba, sin embargo, comprendida entre las sociedades secretas prohibidas por los Papas. El Papa citó entre las sociedades prohibidas, a los Liberi Muratori o masones, “sociedades de las que es imitación la de los Carbonarios, si no es una rama”. Pío VII, a diferencia de sus predecesores, prescribe que “bajo pena de excomunión” cada uno está obligado a “denunciar” al superior eclesiástico a todos los que supiera que pertenecían a dicha sociedad, e incluso, a los que sólo hubiesen tenido relación con ella. El Papa prohíbe la lectura de libros de los carbonarios, o que a ellos se refiriesen, debiéndolos enviar al ordinario. Y extiende la condena a todas las sociedades secretas, con la fórmula casi literal que ya había sido utilizada en la primera condena pontificia contra la Masonería, In eminenti, en 1738, por Clemente XII. Años más tarde, el 13 de marzo de 1825, un nuevo Papa vuelve a la carga contra los carbonarios mediante la constitución apostólica Quo Graviora, en la que se reiteraban las prohibiciones anteriores, que se habían venido aplicando a toda sociedad clandestina presente o futura, cualquiera que fuera su nombre, “que tuviera por fin el conspirar en detrimento de la Iglesia y de los poderes del Estado”. En España, en 1827, todos los boletines eclesiásticos reprodujeron íntegra la bula de León XII contra los masones. Además fue mandada leer durante tres domingos consecutivos en todas las parroquias después de la Misa Mayor. Y el Gobierno la publicó en la Gaceta, acompañada de la Real Cédula de 14 de febrero de 1827. [37] Después de la muerte de Fernando VII aunque la Masonería todavía seguirá prohibida, su persecución fue menos virulenta. La Reina Regente concedió una amnistía en la que se 98


incluyó a los masones. Pero, la actitud gubernamental en relación con la represión antimasónica, durante las regencias de María Cristina (1833-1840) y del general Espartero (1840-1843), fue firme, y los masones españoles fueron perseguidos, aunque no con tanto rigor como en tiempos de Fernando VII. A la caída de Espartero, y en el período de mayoría de edad de Isabel II, las cosas siguieron como estaban. Una prueba de que Isabel II persiguió a la Masonería fue el proceso seguido, en abril de 1853, contra una serie de masones extranjeros que integraban las “columnas” de una logia que funcionaba clandestinamente en la calle Villa de Gracia de Barcelona. Habrá que esperar a la Revolución de Septiembre de 1868, para que, con los nuevos vientos de libertad, la Masonería pudiera desarrollarse libremente en España.

Notas [1] J. A. FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1980, Vol. 1, p. 23. [2] J. A. FERRER BENIMELI, La Masonería Española en el Siglo XVIII, Madrid, Siglo XXI Editores. 1986, pp. 227 a 245. [3] Sobre la pretendida pertenencia del Conde de Aranda a la Masonería: Vid. R. OLAECHEA y J. A. FERRER BENIMELI, El Conde de Aranda (Mito y realidad de un político aragonés), Zaragoza, Librería General, 1978, Volúmenes I y II. [4] Esta logia que también recibió el apelativo de la “Matritense”, figura en los Registros oficiales de la Gran Logia de Inglaterra hasta 1768. (Vid. FERRER BENIMELI, La Masonería Española en el Siglo XVIII... op. cit,. pp. 48 a 70). [5] Vid. FERRER BENIMELI, José Antonio: Masonería, Iglesia e..., op. cit., pp. 292 a 326. [6] José Bonaparte fue nombrado Gran Maestre del Gran Oriente de Francia, en 1804. [7] Benito Pérez Galdós, que tanto interés mostró en sus Episodios Nacionales por el tema masónico, en el primer capítulo del episodio titulado “Napoleón en Chamartín”, escribe: Yo tengo para mí que an-

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tes de 1809, época en que los franceses establecieron formalmente la masonería, en España ser masón y no ser nada era una misma cosa. Y no me digan que Carlos III, el conde de Aranda, el de Campomanes y otros célebres personajes eran masones, pues como nunca los he tenido por tontos, presumo que esta afirmación es hija del celo excesivo de aquellos buscadores de prosélitos que, no hallándo¬los en torno a sí, llevan su banderín de recluta por los campos de la Historia para echar mano del mismo padre Adán, si le cogen descuidado”. (En J. A. FERRER BENIMELI, La Masonería en los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, Madrid, Ed. Fundación Universitaria Española, 1982, p. 27). [8] En el discurso pronunciado en la Logia de “San José”, el 27 de noviembre de 1809, al inaugurarse la Gran Logia Nacional de España, por el Hº Ferreira, Venerable de dicha Logia y Gran Representante del Gran Maestre, se confirma esta orientación ideológica con las siguientes palabras: “Finalmente, encaminándose única y esencialmente nuestras instituciones a fortificar todas las virtudes, a disipar los errores del fanatismo, a propagar el amor a nuestros semejantes, a predicar la sumisión a las leyes y aficionar y unir a los súbditos a su Soberano, daremos fin a la inauguración de la nueva Logia Matriz con un solemne homenaje al rey amado, cuyo nombre tiene; y el soberano capítulo deliberará si será conveniente nombrar una comisión encargada de llevar a los pies del trono la declaración de los principios que animan a todos los miembros indistintamente, tales cuales acabo de enunciarlos. Quizás no sea compatible el paso que propongo con el acceso a S. M.; pero un Príncipe que ha creído honrarse con tener el primer martillo de la Orden en Francia, por lo menos apreciará los quilates de nuestro entusiasmo, y en él verá y leerá los votos que todos hacemos por la prosperidad de su reinado y por la conservación de su Augusta Persona. ¡Viva José Napoleón!”... (Archivo General de Palacio, Madrid. Papeles reservados de Fernando VII, t. 15, folios 244 a 247). Vid. FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea. Madrid, Siglo XXI Editores, 1980, Vol. 1. pp. 195 y 196. [9] Por ejemplo, el 19 de enero de 1812, las Cortes de Cádiz revalida¬ron el decreto de 1751, del Rey Fernando VI, que, como hemos visto, prohibía la Masonería española en todo el territorio de la Corona. [10] Vid. FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea. Siglo XXI de España Editores, Vol. 1, pp. 127 a 130. [11] Ibídem. pp. 140 y 141.

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[12] La Masonería había encontrado graves dificultades para su implantación entre las clases sociales más bajas de la sociedad española por sus creencias religiosas, sus ritos, ceremonias y principios filosóficos. El movimiento comunero, por el contrario, despojado de todo misticismo, por su marcado carácter político y revolucionario, creció de una manera desorbitada. [13] Vid. FERRER BENIMELI, op. cit., pp. 145 y 146 e I. ZABALA, Masones, comuneros y carbonarios, Madrid, Siglo XXI Editores, 1971. [14] El 12 de julio de 1828, una circular del Consejo Real excluía de los grados académicos, licenciaturas, honores o destinos públicos a cuantos hubieran pertenecido a sociedades secretas. (En FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea, Vol. 1, p. 159). [15] J. HERRERO, Los orígenes del pensamiento reaccionario español, Madrid, Alianza Universidad, 1988, pp. 179 y 180. [16] La edición de Madrid, se publicó, como una continuación de las Memorias, con el título de Historia de la persecución del clero de Francia en tiempo de la Revolución (Continuación de las Memorias para la Historia del Jacobinismo o Conspiración de los sofistas de la Impiedad), Madrid, Imp. Collado, 1814. Vid. FERRER BENIMELI, Bibliografía de la Masonería, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1978, pp. 168 y 169). [17] El general Thovenot en representación del Gran Oriente de Francia, pronunció, el 5 de marzo de 1811, un discurso en la “tenida de instalación” de la Logia “Los Amigos reunidos de San José, de Vitoria, en el que, entre otras cosas, decía: “La superstición y el fanatismo, los dos monstruos, azote de la humanidad, que han sido abatidos por todas partes donde la Francmasonería ha penetrado, han detenido durante dos siglos los progresos de las artes y de las ciencias en España; pero los españoles vueltos sobre ellos mismos, liberados de todos los lazos que impedían el desarrollo de su genio, llegarán pronto al grado de civilización que distingue hoy a los otros pueblos de Europa; les igualarán en todos los géneros de conocimiento; deberán incluso sobrepasarlos en muchos de ellos, y entonces no habrá más dignos y más celosos sobre la tierra”. (En FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1980, p. 52). [18] El orador de la logia madrileña de la Santa Julia, en un discurso pronunciado el 28 de mayo de 1810, dice: “Hoy nos reunimos para celebrar la fiesta de nuestra patrona Santa Julia. ¿Qué dirán los supersticiosos cuando sepan que los masones se reúnen para celebrar la fiesta de una santa? ¿Y qué aquellos llamados comúnmente espíritus

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fuertes? Los unos creerán que nos reunimos para insultar la Divinidad con ritos impíos y sacrílegas ceremonias; los otros nos mirarán tal vez con compasión, y creerán que nuestras fiestas en nada se diferencian de las que celebran las cofradías. Pero, ¿qué nos importa lo que digan los profanos? Los hijos de la luz escuchan con lástima, pero sin desprecio, las hablillas de los que viven en las tinieblas, y trabajan en paz por el bien de la humanidad y de aquellos mismos que sin conocerlos los injurian o menosprecian... Para formar un completo elogio de Santa Julia, basta saber que fue víctima de la intolerancia del Gobernador de Córcega; de Córcega, donde nació catorce siglos después el Héroe que asegura la paz de las conciencias. Santa Julia murió crucificada por no querer abjurar la religión de sus padres y abrazar el culto del tirano ¿Qué otra circunstancia de la vida de Santa Julia necesitan saber los masones, los masones enemigos de toda especie de intolerancia, para honrar la memoria de esta víctima del despotismo religioso?”. (FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea..., op. cit., p. 103). [19] Ibídem. p. p. 52 y 53. [20] FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea..., op. cit., p. 113. [21] El objetivo de este periódico antimasónico gaditano aparece publicado, el 17 de octubre de 1812, en su número 2. En la primera página se declara: “Como quiera que se ha derramado por toda España una casta de hombres perniciosos, que no desean otra cosa que la subversión del Estado y aniquilamiento de la religión, si ser pudiera, hemos creído hacer un gran servicio a Dios, a la Patria y a la religión Santa, que profesamos, poniendo en claro y avisando a la nación los peligros que la rodean, por la introducción de la maldita Sociedad de los Francmasones, que se han extendido cual zorras astutas por todo el suelo español. “El Sol”, que se ha propuesto aclarar todo cuanto convenga en este orden para ilustrar a la Nación y no permitir que esta casta de víboras ofenda la pureza de su Religión, demostrará con el tiempo las logias de España, con datos positivos, que convencerán de su real existencia. Damos por ahora sus ritos, preparamos para su lectura más ánimos, asegurando que “comedia” más divertida, más rica, más variada no la da el Señor Prieto en el Coliseo”. (En FERRER BENIMELI, José Antonio, Masonería española contemporánea..., op. cit., p. 112. Y en HERRERO, Javier, op. cit., p. 296). [22] Caro Baroja cita a Fray Francisco Alvarado, más conocido como “el Filósofo Rancio”, que en una carta dirigida, el 6 de agosto de 1810,

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a don Francisco Javier Cienfuegos, escribe: “Salgan contra los filósofos del día unos edictos semejantes a los que yo conocí salir contra los judíos, y así como en aquéllos se mandaba delatar a los que guardaban el sábado, se vestían en él de limpio o mostraban otros indicios de ley mosaica, así también mándese delatar ahora a los que por sistema dejan de oír misa y cumplir los demás preceptos de la Iglesia...” (C. BAROJA, Los Judíos en la España Moderna y Contemporánea, Madrid, Ediciones Istmo, 1978, p. 173). [23] Cinco artículos del título quinto, capítulo tercero de la Constitución de Cádiz, de 1812, se concibieron con vistas a destruir de un modo radical las prácticas de la justicia habitualmente practicadas desde la fundación del Santo Oficio. En el artículo 301 se garantiza que en cualquier proceso el reo tendrá conocimiento del nombre de los que testifican; en el 302, la publicidad; en el 303, se suprime el tormento; en el 304, la pena de confiscación ,- que más tarde, Franco aplicará contra los masones en la postguerra -, y en el 305 se abolle la pena de infamia. Vid. BAROJA, op. cit., p. 178. [24] BAROJA, op. cit., p. 175. [25] Francisco Xavier de Mier y Campillo, Inquisidor General del Tribunal del Santo Oficio, afirmaba en un edicto, fechado el 5 de mayo de 1815, que “la funesta semilla de la incredulidad y de la herejía” se había extendido sobre la superficie de España por obra de la “secta inmoral de los judíos” y de “otros herejes que la han propagado, y por la deplorable libertad de escribir, imprimir y publicar toda clase de errores”. Y Jorge Borrow, en la Biblia en España, hablando de este mismo tema dice que en nuestro país, en aquella época se distinguían dos clases de judaísmo: el “negro”, o sea el Mosaísmo propiamente dicho, y el “blanco”, en el que se incluían luteranos, liberales y francmasones. La opinión general era que el mal provenía del judaísmo, y que Lutero, Calvino o Voltaire eran sus agentes. (BAROJA, op. cit., p. p. 183 y 184). [26] Se justifica el posible perdón de los masones que se delaten a ellos mismos, en un plazo máximo de quince días, diciendo literalmente: “Aunque tenemos noticia que muchos, forzados del insufrible yugo de nuestros opresores o arrastrados a países extranjeros, han tenido la flaqueza de alistarse en estas asociaciones, que conducen a la sedición e independencia y a todos los errores y delitos; con todo confiamos que restituidos a su libertad y patria, con sólo acordarse que son españoles, oirán, a imitación de sus mayores, con docilidad y respeto, la voz del Supremo Pastor, y de nuestro legítimo Soberano. Y

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con parecer de los Señores del Consejo de S. M. de la Santa General Inquisición ofrecemos desde luego recibir con los brazos abiertos y con toda la compasión y ternura propia de nuestro carácter y ministerio a cuantos espontáneamente se nos delaten en el término preciso de quince días de la publicación de este Edicto, o de su noticia; pero si alguno (lo que Dios no permita) se obstinare en seguir el camino de la perdición, emplearemos, a pesar nuestro, el rigor y la severidad; y por lo que nos toca, ejecutaremos las penas justísimamente impuestas por las leyes civiles y canónicas”. Vid. FERRER BENIMELI, Masonería contemporánea española, Madrid, Siglo XXI de España, 1980, Vol. 1, p. 115. [27] Sometidos los Reglamentos de la Logia de “Los Amigos Reunidos de San José” de Vitoria, fueron prohibidos “in totum”, el 11 de septiembre de 1815, aun para los que tenían licencia de leer libros prohibidos, “por contener proposiciones, reglamentos y fórmulas respectivamente falsas, blasfemas, erróneas, piarium aurium ofensivas, escandalosas, supersticiosas, ridículas, heréticas, impías, y por ser comprendidos en las Bulas de los Sumos Pontífices Clemente XII y Benedicto XIV, y en el Edicto de Flacmasones (sic) expedido por el Pontífice reinante Pío VII, y mandado observar por el Excmo. Sr. Inquisidor General a dos de enero del corriente año y en otros varios edictos del Santo Oficio promulgados posteriormente”. Vid. FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea..., op. cit., p. 119). [28] Los sevillanos llamaban a la Inquisición medio en broma y en serio “la chicharra” aludiendo sin duda a las ejecuciones que se realizaban mediante la quema del reo. El recuerdo de las denuncias secretas y de las maquinaciones políticas para las que había servido la Inquisición en la etapa en que fue restaurada por Fernando VII, era muy vivo, en la España de mediados del siglo XIX, según el testimonio de los viajeros extranjeros que visitaron nuestro país. Vid. BAROJA, op. cit., pp. 185 y 186). [29] Quienes, en 1823, restablecido el poder absoluto de Fernando VII, acusaban a los liberales, de ser francmasones y judaizantes, posiblemente ignoraban que la entrada de las tropas francesas que dieron el triunfo a los “serviles” se hizo sobre la base de un préstamo de 67.620.215 francos que pusieron a disposición del soberano español los Rothschild, con un interés bancario muy exorbitante. Vid. BAROJA, op. cit., p. 188. [30] Vid. BAROJA, op. cit., p. 193. [31] Como ya hemos visto la “retractación” es una de las atenuantes

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de los procesos inquisitoriales y será una de las constantes del sistema represivo antimasónico. [32] Por esta época se publicaron una serie de libros antimasónicos, que al margen de sus delirantes contenidos, pretendían servir como una posible justificación intelectual de la grave represión animada por el Rey. Por ejemplo, la Historia cierta de la secta de los Francmasones, su origen y máximas, con la descripción de algunas logias, y lo que pasa en ellas al recibirse uno de los Francmasón... cotejando las máximas de éstos con las de los templarios... y con otras varias notas, todas relativas al trastorno que se ve hoy día en Europa, por el presbítero Don Luis Ducos. Imp. Francisco Martínez Dávila, Madrid, 1815. O el Discurso acerca de las penas que merecen los masones, comuneros y demás sectarios de su especie por el hecho de serlo. También La Franc-Masonería en cueros vivos y los Franc-Masones en faldones, Gibraltar, 1823. Y Españoles: Unión y alerta. Extracto de un papel cogido a los masones, cuyo título es como sigue: Máximas e instrucciones políticas que el Grande Oriente Español ha mandado poner en ejecución a todas las logias de la masonería egipciana. Imprenta Real de Córdoba, 1824. (Vid. FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea, Vol. 1, p. 164). [33] FERRER BENIMELI, op. cit., p. 155. [34] A partir de la citada Real Cédula, todos los graduados de las universidades y quienes ejerciesen cualquier empleo, profesión u oficio público: eclesiástico, militar, civil o político, antes de tomar posesión de sus destinos se les obligaba a realizar una declaración jurada de “no pertenecer ni haber pertenecido” a ninguna logia ni asociación secreta de cualquiera denominación que fuera. Se procedía contra los encubridores de las logias y demás sociedades secretas, y se ordenaba a los corregidores, gobernadores y alcaldes, el dar cuenta a los tribunales superiores de todo lo relativo al francmasonismo, y a los tribunales se les exigía que cada cuatro meses remitieran al rey “las listas comprensivas de los reos de tales delitos”. (Vid. FERRER BENIMELI, op. cit., pp. 157 y 158). [35] El clima antimasónico se vivía en la calle. Patricio Escosura recuerda en sus crónicas cómo, por ejemplo, una turba de realistas asaltó a Ventura de la vega, en la Puerta del Sol “por dejarse crecer el pelo u llevar melenas, crimen reputado a la sazón como infalible síntoma de masonismo”. (Vid. FERRER BENIMELI, op. cit., p. 159). [36] Vid. FERRER BENIMELI, La Masonería en los Episodios Nacionales de Pérez Galdós. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1982,

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p. 238. [37] Ferrer Benimeli cita como modelo de síntesis de la preocupación de la Iglesia y la monarquía por las sociedades secretas el Edicto del Ilustrísimo señor arzobispo de Granada en el que comunica a todos los fieles de esta diócesis y se manda observar la real Cédula de S. M. y señores del Consejo, por la que se manda guardar y cumplir la Bula, que en ella se inserta, de nuestro santísimo Padre León XII, en que prohíbe y condena de nuevo toda secta o sociedad clandestina, cualquiera que sea su denominación, con los demás que se expresa (Granada, año 1827); y la Instrucción Pastoral que el cardenal arzobispo de Sevilla dirige a los fieles de su Diócesis, comunicándoles la Bula de León XII contra las Sectas Masónicas, y otros decretos Pontificios en que se condenan varias obras de nociva doctrina, también con fecha de 1827. Ferrer Benimeli, considera que estos dos documentos prueban, sobre todo, el celo monárquico de estos prelados, ya que la Bula Papal había sido publicada ya hacía dos años... (Vid. FERRER BENIMELI, Masonería española contemporánea, Vol. 1, p. p. 162 y 163). *Juan José Morales Ruiz Profesor-Tutor de Historia Contemporánea de España del Centro Asociado de la UNED en Calatayud (Zaragoza) Tomado de: http://hispanianova.rediris.es/articulos/03_002.htm HISPANIA NOVA: NÚMERO 3 (2003) Revista de Historia Contemporánea Fundada por Ángel Martínez de Velasco Farinós ISSN: 1138-7319 DEPÓSITO LEGAL: M-9472-1998

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Uno de los hechos más asombrosos de la historia es que la mayoría de los países de habla española y portuguesa en América lograran su independencia entre 1,811 y 1,830, excepción hecha de la República Dominicana (1,844), Cuba (1,898) y Panamá (1,903); y en todas ellas participaron los masones. La masonería puede ser vista de muchas formas, recuerde que no hay nada absoluto, y esto es precisamente lo que ocurría en el s. XVIII. Anderson público en 1,723 el primer documento oficial de la masonería inglesa donde enunciaba, II Del Jefe de Estado y sus subordinados: “El Masón ha de ser pacífico súbdito del Poder civil doquiera resida o trabaje, y nunca se ha de comprometer en conjuras y conspiraciones contra la paz y bienestar de la nación ni conducirse indebidamente con los agentes de la autoridad; porque como la Masonería recibió siempre mucho daño de la guerra, el derramamiento de sangre y el confusionismo, los antiguos reyes y príncipes estuvieron siempre dispuestos a favorecer a los masones a causa de la quietud y lealtad con que prácticamente respondían a las sofisterías de sus adversarios y fomentaban el honor de la Fraternidad que siempre floreció en tiempo de paz. Así que si un hermano se rebela contra el Estado, no se le ha de apoyar en su rebelión, aunque se le compadezca por tal desgracia; y si no está convicto de ningún crimen, aunque la leal Fraternidad deba condenar la rebelión y no dar al Gobierno el menor motivo de recelo ni asomo de fundamento sobre el particular, no podrán expulsarlo de la Logia y su relación con ella permanece incólume” (Constitución de Anderson de 1,723). Esto es un claro manifiesto a que el masón no debía participar en conjuras y conspiraciones, así como tampoco debían apoyar a quienes lo hicieran. Las autoridades masónicas de las logias eran electas entre sus miembros, IV. De los Maestros, Vigilantes, Compañeros y Aprendices: “Toda preferencia entre los masones ha de fundarse única110


mente en la valía y mérito personal, a fin de que los Señores estén bien servidos y no tengan de qué avergonzarse los hermanos ni haya motivo de despreciar el Arte Real. Por lo tanto, los Venerables y Vigilantes no se elegirán por su antigüedad, sino por su mérito” (Constitución de Anderson de 1,723). Pero Los gentleman ingleses consideraban que ser masón era una forma de expresar su condición de “Nobles Caballeros” en un club de aristócratas y, desde 1,721 los ingleses elegirán como Gran Maestre solo a un aristócrata. Por otra parte las referidas Constituciones en I. De Dios y de la Religión, dice: “El Masón está obligado por su carácter a obedecer la ley moral, y si debidamente comprende el Arte, no será jamás un estúpido ateo ni un libertino irreligioso. Pero aunque en tiempos antiguos los masones estaban obligados a pertenecer a la religión dominante en su país, cualquiera que fuere, se considera hoy mucho más conveniente obligarlos tan sólo a profesar aquella religión que todo hombre acepta, dejando a cada uno libre en sus individuales opiniones; es decir, que han de ser hombres probos y rectos, de honor y honradez, cualquiera que sea el credo o denominación que los distinga” (Constitución de Anderson de 1,723). Por entonces era común que católicos e incluso sacerdotes, fueran miembros de Logias. De hecho, en 1,729, el duque de Norfolk, católico practicante, fue Gran Maestre de la Gran Logia Inglesa, hasta que en 1,738, el Papa Clemente XII publicó la Bula “In Eminenti” en la que condenaba a la masonería. En ella prohíbe a los católicos dar su nombre como miembros de asociaciones francmasónicas. Este es el primer documento de un pontífice por el cual se condena a los francmasones a la pena de excomunión. La Bula tiene su origen en el aumento del número de miembros en las Logias Masónicas, donde defendían ideas que la Iglesia consideraba peligrosas para el mantenimiento de su poder que siempre estuvo asociado y protegido por el “poder temporal” desde la época del Imperio romano. Una de las figuras que más 111


recelo provocaban a la Curia en estos momentos era un anticuario prusiano, Philipp von Stosch (22 marzo 1,691 - 7 noviembre 1,757), considerado, para la época, un revolucionario que defendía ideas de libertad y que presumía de ser un “Liberi Muratori” –Free-Mason o Franco-Masón– y miembro de una Logia Masónica en Florencia. La membresía en las Logias Masónicas “esparcidas a lo largo y ancho del mundo, cada día crecía y se fortalecía”, y estaba abiertas a todo hombre sin importar su religión o secta, solo obligados a guardar sus secretos. Como resultado, toda participación católica en la Masonería fue prohibida, y los obispos debían a proceder en su contra “como inquisidores de la herejía y ser ayuda del brazo secular”. En 1,773, fecha de la fundación del Grand Orient de France (Gran Oriente de Francia), se estableció el principio, hoy uniformemente admitido, de no reconocer como Venerable Maestro de una Logia más que al Maestro elevado a esa dignidad por la elección libre de los miembros de la Logia. (Artículo IV, sección I, Título I de las Constituciones del Gran Oriente de Francia). En la segunda mitad del s. XVIII, en Francia, la masonería deja de ser un Club de hombres ilustrados y se “contamina con las ideas de los enciclopedistas”, para convertirse en caja de resonancia del “Siglo de las Luces”, participando en las concepciones que dieron pie a la Revolución Francesa, y en la posibilidad de nuclear a un grupo de jóvenes pertenecientes a la burguesía criolla americana, que a partir de sus propios talentos y con la ideología libertaria que vehiculizaban las Logias continentales europeas, independizaran a casi todo el continente americano en las dos últimas décadas del s. XVIII y las dos primeras del XIX. Los franceses hicieron de sus logias un espacio para filosofar y abundar sobre la ilustración en un noble escenario. Los españoles creían que la masonería era una moda aristocrática europea, mientras al otro lado del mundo –en América– la masonería llegaba como una expresión de los nobles ideales de los conquistadores europeos, pero no lograban entender ¿por 112


qué estos nobles ideales unidos a su religión, los perseguían para quitarles sus tierras o gravarlos con impuestos? Algunos criollos viajaron a Europa, creídos que su fortuna les abriría las puertas de las cortes o por lo menos a los espacios exclusivos de los adinerados. Craso error, ellos solo les prestaban atención para “utilizarlos” en sus propios fines. Bebieron así la esencia de las sociedades europeas, y muchos empezaron a incubar resentimientos y ansias de sacudirse de su condición de subordinados de las coronas europeas. Los comunes enfrentamientos entre las coronas europeas, generaba a su vez nuevas técnicas y tácticas para sobreponerse a sus eventuales opositores, que siempre estuvieron alentados y financiados por sus correspondientes comerciantes y banqueros, que nunca se contentaban con lo que habían logrado, sino que siempre deseaban más, en cuyo propósito no tuvieron ningún impedimento de los que detentaban el poder europeo –la iglesia y los reyes– ya que todo se reducía a un cálculo de ganancias y pérdidas, así como de una probable solución, siempre que esta esté adecuadamente pagada en efectivo, o tenga la posibilidad de generar ganancias futuras, o una mezcla de ambas. En este escenario los masones europeos, cada quien en lo suyo, intentaban darle forma a las bases y fundamentos del oficio. Mientras los ingleses usaban la masonería como un instrumento de su política expansionista, sea para anexar nuevos territorios, o para mantener los que tenía, los masones franceses desarrollaban sus ideas revolucionarias de sacudirse de la monarquía, pero solo en teoría y palabras. Los masones de la colonia inglesa en América, llevados por sus propias vicisitudes decidieron dar un paso histórico, llevar las ideas de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, a un hecho concreto: Luchar por su independencia, en esa tarea tuvieron el apoyo de los franceses. 113


LA INDEPENDENCIA DE LOS EEUU. Inglaterra en el s. XVIII poseía la más importante colonia de población del mundo. Estaba formada por trece territorios escalonados a todo lo largo de la costa atlántica de América del Norte, fundadas en épocas y condiciones diferentes. Al desarrollarse, estos territorios adquirieron características propias, que permiten distinguir tres grupos, en función de su género de vida, la forma de su sociedad política y sus actividades productivas: Al Norte, 4 colonias formaban el grupo de Nueva Inglaterra: Massachusetts, Connecticut, New Hampshire y Rhode Island. Poblada en gran parte por puritanos, de fuerte carácter religioso, que impregnaba profundamente la vida pública. Su ciudad más importante era Boston. Al Sur, 5 colonias: Virginia, Maryland, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia. De carácter mucho más rural que las colonias del norte, con pocas ciudades. La explotación del suelo se fundamentaba en el sistema de la plantación, con importante mano de obra negra importada de África. Los ricos plantadores, generalmente anglicanos, formaban una sociedad aristocrática, muy distinta a la sociedad de Nueva Inglaterra. La ciudad más importante era Charleston. En la zona central, 4 colonias: New Jersey, New York, Delaware y Pennsylvania. Su población estaba muy mezclada –ingleses, alemanes, suecos, holandeses– y contenía representaciones de todas las sectas religiosas – Pennsylvania había sido fundada por cuáqueros, que llevan al extremo la igualdad del hombre respecto a Dios y de la revelación directa y personal al individuo, y eran y son pacifistas– su ciudad más importante era Filadelfia. Aunque las colonias gozaban de libertades políticas análogas a las de los ciudadanos de Inglaterra, no ocurría así en el campo económico. Las colonias de América eran, ante todo, un mercado reservado a la metrópoli, y los colonos no tenían derecho a crear determinadas industrias. Los problemas económicos contribuían, por ello, a separar a las colonias de la metrópoli, en un momento en 114


que la autonomía política, muy amplia, y la mentalidad norteamericana estaban creando una nacionalidad distinta de la nacionalidad inglesa. Tras la Guerra de los Siete Años, Inglaterra, que atravesaba una situación financiera delicada, decidió en 1,765 gravar a los colonos con un impuesto de guerra consistente en un sello que los coloniales habían de estampar en todos sus documentos, contratos y hasta periódicos para darles carácter oficial –el papel sellado con timbre del Estado–, esto produjo un gran descontento entre los colonos, que sostenían que ningún ciudadano inglés debía pagar un impuesto si no había sido antes aceptado por él o por sus representantes. El gobierno de Londres, por su parte, argüía que el Parlamento representaba a todos los súbditos de la Corona. Los americanos consideraban que sólo las Asambleas coloniales estaban cualificadas para aprobar impuestos en su nombre. El sentimiento de descontento se tradujo en la creación de organizaciones –Los Hijos de la Libertad, Comités de Correspondencia, Minutemen– dirigidas por hombres como Samuel Adams, John Adams y James Otis. Los brotes aislados de sentimiento nacionalista, como la matanza de Boston (1,770), el incendio del barco inglés Gaspee (1,772) y la rebelión del té de Boston (1,773), prepararon el camino para la reunión del primer Congreso Continental (1,774), celebrado en Filadelfia, del que surgió la Declaración de Derechos –la mayoría de los diputados de las colonias no querían romper con Inglaterra, sino solamente que se reconocieran sus derechos–, mientras los coloniales empezaron a armarse. El primer conflicto armado tuvo lugar en Lexington y Concord en abril de 1,775. Un mes después se reunió el segundo Congreso Continental, que se hizo cargo de la dirección de la sublevación, asumió todos los poderes y nombró a George Washington (1,732 – 1,799) comandante en jefe del ejército. Este Congreso, después de haber tratado inútilmente de encontrar una fórmula conciliadora con Inglaterra, declaró la independencia de los Estados Unidos de América el 4 de julio de 1,776. La Declaración de la Independencia, redactada por Thomas Jefferson (1,743 - 1,826), recogía los principios del derecho natural racional, afirmando derechos 115


que consideraba inalienables en el hombre (vida, libertad, felicidad), a la vez que exponía las quejas de las colonias. Finalmente, concluía declarando las colonias estados libres e independientes. La Declaración de Independencia de los EEUU no era ni más ni menos que una declaración de guerra a la corona británica. La guerra fue larga y difícil (1,776 – 1,783): la situación militar de los americanos era angustiosa –sin recursos, sin armas ni municiones, sin vestidos y mal organizados–, agravada esta situación con que Inglaterra acababa de salir de las largas luchas europeas y coloniales de mediados de siglo y debía combatir lejos de sus bases. Los americanos buscaron la alianza de Francia, la gran enemiga de Inglaterra –aunque las colonias lucharon contra Francia durante la Guerra de los Siete Años.

Los franceses, desde el principio, se habían interesado por la causa americana. En un principio, se limitó a una ayuda indirec116


ta: armas y municiones, además de subsidios. La caída de Nueva York en manos de los ingleses quedó compensada por las victorias de Washington en Trenton y Princeton. Pero fue decisiva la victoria de las colonias en Saratoga (1,777) la que persuadió a Francia a entrar oficialmente en la guerra al lado de los americanos (1,778). Francia reconocía la soberanía e independencia de los americanos e intentó el apoyo de España. Ésta ofreció una alianza a cambio de la promesa de Menorca, Gibraltar, Florida y las Honduras británicas (1,779). En 1,780, Francia consiguió la unión de Holanda contra los ingleses. El conflicto que enfrentó a Inglaterra, Francia, EEUU y más tarde también a España y Holanda tuvo como escenario principal, además de los EEUU, las Antillas y la costa de la India y, de manera general, todas las zonas neurálgicas marítimas y coloniales. El ejército franco-español intentó, sin éxito, reconquistar Gibraltar. Por el contrario, Menorca fue recuperada. En el océano Índico y en las Antillas, la flota francesa desplegó una intensa actividad. Sin embargo, el resultado de la guerra se jugaba en América. Finalmente, los ingleses perdieron en Yorktown (1,781), atacado por un ejército franco-americano apoyado por la flota francesa, y tuvieron que aceptar el Tratado de Versalles (1,783). El Tratado de Versalles incluía cuatro acuerdos. En el acuerdo anglo-americano, Inglaterra reconocía la independencia de las 13 colonias y les cedía los territorios del sur de Canadá. El acuerdo anglo-holandés fijaba la restitución recíproca de las conquistas, excepto Negapatau, última factoría holandesa en la India y que quedaba en poder de los ingleses. El acuerdo anglo-español que preveía la devolución a los españoles de Menorca y gran parte de la Florida, cuya frontera quedaba fijada en el Mississippí, pero los ingleses se quedaban con Gibraltar. Y, por último, el acuerdo anglo-francés por el que cedía a Francia los establecimientos ocupados en la India y en el Senegal, algunas Antillas, St. Pierre-et-Miquelon y el derecho de pesca en Terranova. Después de la victoria, los americanos atravesaron una grave crisis, a la vez política y financiera. Política porque cada una de 117


las trece colonias que se habían asociado para luchar contra la metrópoli se consideraba independiente o con derecho a ser independiente. Financiera porque era evidente la necesidad de una moneda común a los trece estados. La deuda era enorme, surgía el problema de los impuestos: los Estados no querían atender a los gastos de la colectividad, había que aclarar la situación de las tierras del Oeste, habitadas por indios y donde habría numerosas discusiones por la delimitación de fronteras. George Washington prestó su influencia en favor del establecimiento de un sistema político fuerte. Se reunió la Convención de Annapolis (capital de Maryland, 1,786) para tratar problemas económicos y comerciales, donde se propuso la reunión de una Convención con poderes constituyentes para preparar la unión continental. Esta Convención (1,787), presidida por Washington y formada por 55 delegados entre los que figuraban los hombres más prestigiosos del país, elaboró, tras no pocas discusiones, la Constitución de 1,787, que habría de ser ratificada por convenciones locales. Esta Constitución establecía un régimen republicano democrático, que recogía los principios del liberalismo político y estaba inspirada en los ideales ilustrados de igualdad y libertad. Tras dura controversia política entre federalistas y autonomistas, la Constitución recibió la aprobación de 9 estados, lo que bastaba para su adopción. Sin embargo, no entró en vigor hasta 1,789. La Constitución reconoce la existencia de un nuevo estado federal, el de los Estados Unidos, y suprime en parte la soberanía e independencia de los 13 estados formantes. Se crean instituciones federales con dos objetivos: la prosperidad general y la defensa común, manteniendo cada estado un gobierno autónomo con muchas competencias en política interior. Establece la separación de poderes: • Legislativo: formado por dos cámaras, la Cámara de los Representantes, integrada por diputados de cada Estado, y el Senado, que examina y vota las leyes aprobadas por la Cámara de Representantes. • Ejecutivo: ostentado por el presidente de la república, puede 118


realizar su propia política, nombrar ministros, etc. pero no puede proponer leyes ni legislar. • Judicial: independiente y con un Tribunal Supremo que decide si las leyes están conformes con la Constitución.

Estatua de Washington en el interior del Washington Masonic National Memorial. Foto suffolkmasons.com

George Washington fue elegido por unanimidad como primer presidente de los EEUU en 1,789. Con él triunfaba la tendencia federalista, que contribuiría a fortalecer la Unión. Existe una hermosa anécdota, atribuida a Washington, que dice mucho de su convicción democrática que impregnaba las logias americanas, que no estaban contaminadas del aristocratismo europeo. La anécdota en cuestión recuerda la manera en que Washington saludaba a su jardinero: “Buenas tardes, Venerable Maestro”. Y es que el empleado del primer presidente americano había ocupado el trono de Salomón el día en que Washington se iniciara en los Misterios de la Francmasonería. 119


Tomando el ejemplo de los Estados Unidos de Norte América, los masones franceses contribuyeron para que su pueblo tomara las armas y se sacudiesen de su rey, con las implicancias que ello significo para todo el orbe.

LA REVOLUCION FRANCESA. “Una leyenda imputa a los masones una pesada responsabilidad en la Revolución y en el Terror. Nacida desde 1,792 bajo la pena del Abad Lefranc (Le Voile levé pur les curieux), popularizada en 1,797 en medio de la contra revolución por el Abad Barruel (Memoires para servir a l’histoire du jacobinisme), continuada en el siglo XX por Augustin Cochin (La) Y subyace en las representaciones de este período, pone en evidencia el pretenso gran número de revolucionarios masones, la importancia de su simbolismo en las imágenes revolucionarias y las temáticas desarrolladas por los revolucionarios. Esta leyenda es totalmente infundada. En 1,789, los hermanos son menos de 50,000, repartidos en 700 tiendas. Los vínculos que los unen son tenues e incluso el Grand Orient de Francia, la menos pasajera de las obediencias dirigida por Philippe d’Orléans tiene una débil influencia sobre las tiendas afiliadas. Los propios masones tienen las reacciones más variadas ante los episodios de la Revolución: el duque de Luxemburgo emigra a partir de 1,789, Chaumette se convierte en uno de los Enraivecidos, el más visible durante el Terror; Buonarroti, el hermano de armas de Babeuf es masón, así como Joseph de Maistre, una de las grandes voces de la historia contra la revolucionaria a principios del siglo XIX. Esto se explica por una masonería muy disparatada –social, filosófica, políticamente: en 1789, las tiendas pueden reagrupar a militares, eclesiásticos, aristócratas, artesanos...” (Olivier Coquard, Masonería y Revolución Francesa: una influencia relativa). El principal teórico que achacó la Revolución a la masonería fue el sacerdote jesuita francés Augustin Barruel (1,741-1,820). 120


El religioso afirmó que la francmasonería estaba detrás de la Revolución en su libro, “Memoria para servir a la Historia del Jacobinismo” (1,797-1,799). Otro de los defensores de esta teoría fue el erudito y profesor escocés John Robison (1,739-1,805), que llegó a las mismas conclusiones. Curiosamente, Robison era masón pero denunció una conspiración masónica contra los poderes establecidos en Europa en una obra que publicó en 1,797. La teoría de Robison no era exactamente igual a la de Barruel, ya que, además de antimasónica era, también anti jesuítica. Según el autor, los masones habían generado muchas de las disputas contra la religión cristiana pero los “jesuitas habían participado en casi todas las disensiones e innovaciones condenables, especialmente desde que la Compañía fue disuelta en el s. XVIII. Además, los jesuitas habían pretendido mantener su influencia por medio de la masonería, una asociación que tenía como único fin la destrucción de la religión y de los estados europeos”. El clima cultural que abre el paso a la revolución se ve larvada a lo largo del s. XVIII con la Ilustración y el Enciclopedismo. Es útil recordar que el período revolucionario se inicia con la convocatoria de los representantes del clero, la nobleza y el pueblo llano, en los Estados Generales; los representantes del “Tercer Estado”, del pueblo llano, eran 578, de los cuales 477 eran “iniciados” en las logias. Noventa representantes de la aristocracia lucían también mandiles en sus tenidas, así como un cierto número del clero. Este contingente se adhirió a la masonería, en parte, por oportunismo, pero también haciéndose eco del clima cultural favorable que impregnó a la sociedad civil francesa en el curso del s. XVIII. Montesquieu y Fenelon fueron en buena medida sus inspiradores. Ambos estaban relacionados con la masonería. Montesquieu había sido iniciado en la masonería durante su estancia en Londres. Fenelón, por su parte, tuvo a Ramsay uno de 121


los artífices de la masonería moderna como secretario y luego como ejecutor testamentario. No consta que Fenelon participara en la masonería, pero su obra “Telémaco” está repleta de alegorías que inducen a pensar en que conocía bien la temática de las logias. Luis XIV lo miró siempre con desconfianza. La masonería es, en esos tiempos, una “sociedad de pensamiento” que, dejando cada vez más atrás sus orígenes católicos, se resiente de dos influencias: la inglesa y la alemana. De la primera procede el racionalismo mecanicista y volteriano, mientras que la segunda se verá influenciada por el misticismo germánico y el martinismo. No puede decirse que haya uniformidad ideológica en las logias, éstas se romperán en distintas obediencias y ritos. En el último período de maestrazgo de Louis de Borbón, la influencia política de la sociedad es notoria y esto provoca nuevas limitaciones a su actividad. Poco a poco, los masones católicos, al estilo de De Maistre, se van encontrando en minoría y anegados por el crecimiento espectacular de la filiación. La primera logia había sido ya constituida en Francia en 1,725, se trata de la Logia de Santo Tomás de París. En 1,732 es reconocida por la Gran Logia de Inglaterra. La asociación se extiende rápidamente entre la nobleza. Uno de los amigos íntimos de Luis XV, el duque de Villeryo, fue uno de los primeros masones franceses. El mismo rey se interesó por la vida de las logias. Pero el hecho de que subsista en torno a la masonería una aureola de secretismo y que la moda de las logias proceda de la “pérfida Albión” en esos momentos, hacen que en 1,737 la francmasonería sea prohibida. Seguirán reuniéndose en un hotel del barrio de la Bastilla y en 1,738, el duque de Antin, asumirá el cargo de Gran Maestre; solo ocupará un año el cargo, sucediéndole el primo del rey, Louis de Borbon Condé que ostentará el cargo hasta 1,771. Bajo su mandato las logias ganarán peso e influencia y se extenderán por toda Francia. 122


Al asumir el cargo de Gran Maestre el duque de Chartres, asistido por el duque de Montmorency en 1,771, se produce una pugna en el interior de las logias que tiene motivos filosóficos el Gran Oriente, poco a poco, se va deslizando hacia posturas de indiferencia religiosa, pero también organizativos; durante unos años la masonería francesa estará dividida entre el Gran Oriente y el Oriente de Francia. Poco antes de la revolución existen en toda Francia 629 logias, de ellas 63 en el mismo París, adscritas al Gran Oriente, mientras que las logias del Oriente ascienden a 376 logias, cifras impresionantes. El número de francmasones en ese momento era superior a los 75,000 en Francia.

En el curso de la revolución las logias perdieron la fuerza que tenían anteriormente: habían sido dirigidas por nobles, buena parte de los cuales, o bien se exiliaron, o se limitaron a participar en las primeras fases de la revolución, siendo barridos, más adelante, por los jacobinos. En cuanto a sus grados más bajos, ocupados generalmente por burgueses, la virulencia de los acontecimientos, les retrajo del trabajo en las logias. El mismo Gran Maestre del Gran Oriente de Francia, Felipe, en 1,793, tras haber votado a favor de la ejecución de su primo Luis XVI, rechazaba la práctica del secreto en la masonería “no debe de 123


haber ningún secreto ni misterio en una república”, escribía dimitiendo de la sociedad. A partir de ese momento la masonería como tal desapareció del escenario revolucionario; Felipe motejado “Igualdad” fue guillotinado el 1,793, después de que su espada ceremonial fuera rota en la Asamblea del Gran Oriente de Francia. Es imposible demostrar documentalmente que la masonería francesa, inglesa o el iluminismo alemán emitieran alguna directiva concreta para iniciar, dirigir o encauzar los acontecimientos, lo cierto es que la casi totalidad de los líderes revolucionarios, fueron miembros de las logias.

El aporte de las logias a la revolución. “Extendida en sobremanera, la masonería no era pues secreta ni oculta en la Francia pre-revolucionaria, “por la sencilla razón de que aquí todo el mundo es masón”; y tampoco sus quehaceres guardaban misterios ¡ni siquiera para la Corona!, como así parece demostrar una epístola de 1,781 en la que María Antonieta describía las logias como sociedades en donde “se come mucho y se canta”. Aunque de estas palabras se podría intuir que en la masonería anterior a la Revolución no se entraba para hacer política, sino más bien para experimentar los éteres de la fraternidad, del placer y de la diversión, hoy día es aceptada la influencia que sobre los sectores revolucionarios ejercieron los principios masónicos. Y es que, en el interior de las logias, “los partidarios de la Ilustración intentaron realizar la igualdad social, el ideal de humanidad y la idea de la perfección moral”, sin tener en cuenta, además, los privilegios estamentales. Con todo, este arquetipo nunca se presentó partidario de la subversión violenta del orden social, es decir, nunca fue revolucionario” (Isidro Ot Padil, Liberté, Egalité et ¿Fraternité? La masonería y su papel en la Revolución de 1,789). 124


Las logias masónicas fueron en la Francia pre revolucionaria, la correa de transmisión de las nuevas ideas. Es innegable que su aportación fue fundamentalmente ideológica y simbólica, si bien no hay pruebas objetivas, de valor para la historiografía, de que organizativamente las logias prepararan los sucesos revolucionarios. “Dantón fue un personaje clave en el desarrollo de la Revolución. A él se debe la consigna de “¡Audacia, siempre audacia!”, síntesis del espíritu que animó a los protagonistas del estallido revolucionario. En mayor o menor medida la obra de Rousseau “El Contrato Social” influyó en los actos y las ideas de los revolucionarios franceses y americanos. En esta obra se sostenía que el poder en la sociedad estaba fundado en un pacto mediante el cual los hombres habían hecho renuncia de su libertad natural, para asegurarse la libertad civil. La soberanía no residía en un monarca aureolado de un poder consagrado por la divinidad, sino en la ciudadanía. Esta afirmación de la libertad de los ciudadanos tiene un claro correlato con lo defendido por la Masonería desde la lejana Edad Media. En el “Contrato Social” roussioniano se alaban las virtudes de la Igualdad social y se fundamenta claramente la Declaración de los Derechos del Hombre; heredera directa, por cierto, de la Declaración de Independencia americana. Rousseeau no era masón (es más, no se le conoce ninguna expresión de simpatía por la Masonería), pero los masones franceses hicieron suyas la mayoría de sus ideas filosóficas y políticas. No es de extrañar que una de las logias más influyentes aquellos días, la logia “El Contrato Social” fuera llamada así en honor del filósofo ginebrino. De hecho, si hubiera que nombrar dos logias prerrevolucionarias, cuya influencia fuera determinante en los acontecimientos de 1789, estas logias serían “Las Nueve Hermanas” y el “Contrato Social”. Ambas se fundaron en París en 1,776 contando con la presencia de la élite de la nobleza liberal, los militares e 125


intelectuales ilustrados” (Gran Logia de Aragón - Gran Oriente de Aragón, La implicación de la Masonería en las Revoluciones americana y francesa de fines del siglo XVIII). En diciembre de 1,790, en un discurso sobre la organización de las milicias nacionales, Robespierre propone inscribir las palabras “El Pueblo Francés” y “Libertad, Igualdad, Fraternidad” en los uniformes y las banderas, pero su proyecto no se aprueba. A partir de 1,793, los parisinos, imitados al poco tiempo por los habitantes de las demás ciudades, pintan en la fachada de sus casas la leyenda siguiente: “unidad, indivisibilidad de la República; libertad, igualdad o muerte”. Pero pronto se les invita a borrar la última parte de la fórmula, demasiado asociada al Terror… En casi todas las formulas de la divisa, aparecían dos palabras: La primera “libertad” y la segunda “igualdad”, pero se combinaban con una tercera variable, como “orden”, “unidad”, “razón”, “justicia”, “fuerza”, “virtud”, “fraternidad”. El pueblo francés no interpretaba igual que la burguesía los conceptos de “libertad” e “igualdad”. El colectivo burgués defendía la libertad económica –hoy en día más comúnmente conocida como liberalismo económico o capitalismo– y la igualdad jurídica para que no hubiera leyes ni tribunales diferentes para la aristocracia y la Iglesia. La burguesía, aspiraba a un status superior, aprovechando el malestar del pueblo en una coyuntura de crisis económica desencadenada por el alza de los costes del pan a causa de unas malas cosechas y la liberalización de su precio. Con el progresivo establecimiento del liberalismo económico la monarquía había eliminado el precio fijo de los alimentos. Estas mismas revueltas de insatisfacción se habían producido en el año 1,766 en España, por tanto la burguesía solo pedía: libertad e igualdad que solo suponían el reconocimiento de su poder político y económico, el resto continuaba igual. 126


En el s. XIX los liberales empezaron recurrentemente a utilizar unidas las palabras “libertad” e “igualdad”, por lo anteriormente mencionado de que identificaban significativamente su pensamiento. Por su parte, los socialistas utópicos comenzaban más a fijarse en el concepto de “fraternidad”, por su carácter social y globalizador. En la década de 1,840 solían aparecer las tres palabras ya ligadas en un mismo lema, “libertad, igualdad, fraternidad”, hasta que finalmente se consolidó en la Revolución Francesa de 1,848. Pero la divisa “Libertad, Igualdad, Fraternidad” ya era masónica desde mucho antes, así fue utilizado por los masones de EEUU en su lucha por su independencia y, fue incorporada al acervo revolucionario francés posteriormente. La Revolución americana se adelantó en una década a la francesa, prefigurándola en cierto modo. Sus más conspicuos dirigentes estaban claramente inspirados en su ideología anticolonialista por valores de raíz masónica. Los padres de la patria estadounidense, como Benjamín Franklin, Thomas Paine, Thomas Jefferson o Washington poseían un bagaje ideológico próximo a la masonería, si no propiamente masónico. De hecho, tanto Washington como Franklin eran francmasones; el primero, iniciado en 1,752 en Fredericksburg (Virginia), y el segundo en 1,731 en la Logia de San Juan de Filadelfia. Y precisamente Franklin el autor del primer artículo del contenido masónico del que se tiene constancia que fuera editado en EEUU, viajo a Francia en 1,777 con la misión de recabar ayuda en la guerra contra los británicos. Se precisaba apoyo militar y económico y Franklin era el embajador perfecto; un hombre famoso a ambos lados del Atlántico por su actividad diplomática y científica. Cuando llego a Francia en la Navidad de aquel año fue recibido con los brazos abiertos por la aristocracia gala, y muy especialmente por sus hermanos francmasones. A ojos de los franceses ilustrados, sobre todo por aquellos que comulgaban con el 127


ideario roussoniano, Franklin encarnaba muchas de las virtudes del “buen salvaje” y representaba la “aristocracia sin aristócratas” del Nuevo Mundo. El entusiasmo por su persona era de tal calibre que provocó una especie de adoración. Gracias a la notable simpatía que despertaba el enviado de la joven república americana, se firmaron tratados por los que Francia se comprometía a prestar apoyo económico y bélico a la lucha anticolonial. Así los EE.UU. explotaron sabiamente la eterna rivalidad franco-británica. Entre homenaje y homenaje, Franklin se incorporó como miembro de pleno derecho a la logia “Las Nueve Hermanas” –por las nueve musas–, un Taller masónico fundado en 1,776 por el astrónomo Lalande y L¨ Abbé Cordier de Saint Fermín –quien actuó como padrino de Voltaire el día de su iniciación en los misterios masónicos–, “Las Nueve Hermanas” era directa sucesora de una logia procedente llamada “Les Sciences” que Lalande había impulsado en 1,776 junto al filósofo Claude Helvetius –bien conocido por su ateísmo anticlerical y sus conocimientos científicos. Las ideas políticas y filosóficas de Helvetius en 1,775, su esposa, Ann E Catherine, se sumó a Lalande y Saint Fermín para levantar columnas de la que sería la logia “Las Nueve Hermanas”. Pero tan importante como esta logia era el domicilio de Helvetius, ubicado en la Rue de Saint Anne de París, frecuentado durante años por los ilustrados europeos y conocido como la “Sinagoga…”, y en ella participaba durante su estancia parisina, el Marqués de Lafayette. El aprecio y cariño que despertó Franklin fue tal, que nadie presento objeción alguna a su nombramiento como Venerable Maestro de “Las Nueve Hermanas”. En 1,778 presidió la iniciación de un Voltaire que contaba con 84 años de edad –el anciano y achacoso adalid del librepensamiento– y fue sostenido durante la ceremonia en los brazos de Franklin y Court de Gebelin, diseñador del moderno tarot esotérico. 128


Entre los varios cometidos que desarrollo Franklin durante su estancia francesa estuvo la captación de jóvenes militantes que simpatizaran con la lucha contra los británicos. Este era el caso de Lafayette, joven oficial de 19 años de edad, quien tras ser contactado por Franklin, se decidió a cruzar el Atlántico y servir a las órdenes de Washington. Las logias y salones ilustrados de la Francia de aquellos años se convirtieron en cajas de reclutamiento de solidarios con su causa americana. Otro miembro de “Las Nueve hermanas” –si bien no existen pruebas documentales, sino testimonios de segunda mano– fue el revolucionario Dantón, quien fuera fundador del Club de los Cordeliers, también conocido como la Sociedad de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En la revolución francesa, los colores de la bandera republicana azul, blanco y rojo, proceden de los tres tipos de logias, procede de la escarapela tricolor ideada por Lafayette, francmasón y carbonario. El gorro frigio, símbolo de la república, es igualmente un símbolo masónico. El mismo himno de la revolución, “La Marsellesa”, compuesto por el también masón Leconte de l’Isle, fue cantada por primera vez en la Logia de los Caballeros Francos de Strasburgo. Así mismo, todo el simbolismo griego que adoptan los revolucionarios, al igual que el deísmo naturalista de que hacen gala, puede encontrarse sin dificultad en las leyendas y temas masónicos. La masonería insistimos como organización parece haber sido desbordada como, por lo demás, cualquier otra institución francesa de la época por el discurrir revolucionario. Masones guillotinan a masones, rompiendo el juramento de fraternidad y ayuda mutua: Hebert es guillotinado con el beneplácito de Dantón, éste, a su vez, sube al patíbulo a instigación de Saint Just y Roberspierre instaurador del “culto al ser supremo”, cuyas cabezas rodarán al producirse la “reacción termidoriana” que dará origen al Directorio constituido por notorios masones 129


como Fouché. Finalmente, Napoleón Bonaparte, según algunas versiones iniciado durante la campaña de Italia en la Logia Hermes de rito egipcio y según otros, mucho antes, cuando era teniente en Marsella, pone término a todo este caos, nombrado Primer Cónsul y luego proclamándose Emperador. Napoleón impondrá a su hermano José Bonaparte motejado como “Pepe Botella”, un hombre mucho más serio y responsable de lo que este mote popular deja pensar como Gran Maestre de la Masonería francesa.

La Torre Eiffel de París, diseñado por Gustave Eiffel, erigida en el centenario de la Revolución Francesa.

Los principios de la masonería triunfan más que la masonería en sí. Notorios masones protagonizan los sucesos revolucionarios, llevados por sus instintos y sus intereses, más que siguiendo un plan preestablecido y una planificación orgánica. Si existió una “conspiración masónica”, el deber respecto a la verdad nos obliga a afirmar que no puede demostrarse. Por otra parte, “pasada la Revolución Francesa, la francmasonería comenzó a reorganizarse lentamente en los años siguientes. El proceso fue lento, puesto que la mayoría de los cuadros del Gran Oriente 130


habían sido ejecutados, encarcelados o se encontraban exiliados. La situación era mucho peor en lo que quedaba de la Gran Logia, pues ésta, al ser prominentemente aristocrática, había sido prácticamente aniquilada. Así las cosas, un pequeño núcleo, unido por la desdicha comenzó a trabajar con vistas a la unificación de la masonería francesa, que finalmente ocurrió en 1,799” (Eduardo R. Callaey, De cómo la Revolución Francesa profanizó a la Francmasonería), de tal manera que en 1,800 más de 70 logias ya habían reabierto sus trabajos privilegiando el culto a la razón.

LAS INDEPENDENCIAS DE CENTRO AMERICA Y AMERICA DEL SUR. Los habitantes de Centro América y el Caribe, así como los de América del Sur, a donde los masones europeos llegaron, especialmente en sus puertos hacían lo que sus correspondientes coronas les dictaban, así unos defendían las monarquías europeas en sus correspondientes virreinatos, mientras que otros traían las semillas de la rebeldía y la rebelión. “Cuando comienzan a aparecer los escritos de Rousseau, su resonancia en las colonias españolas en América es inmediata. Favoreció su circulación la simpatía con que los ministros de Carlos III los del despotismo ilustrado recibían y distribuían en España los escritos de los autores de la Enciclopedia. A los navíos de la Compañía Guipuzcoana, que viajaban regularmente del país vasco a Venezuela, se les conoce como los «navios de la ilustración»; llevaban a América literatura francesa y regresaban a Europa cargados de cacao. Luego el contrabando completó la obra de los ministros. En México se hicieron publicaciones discutiendo a Rousseau antes de que se hiciera lo propio en España, y simultáneamente con Francia. En Trujillo del Perú el Obispo explicaba las relaciones entre el Príncipe y los propios indios con palabras del Contrato Social. En Chuquisaca y Buenos Aires Belgrano tradujo el Contrato y lo publicó. En Venezuela, con la lectura de Rousseau, se aleccionaban por Picornell los conspiradores de la Guaira, y era tal 131


la abundancia de ejemplares de estos libros que llegaban de la Isla de Trinidad que Dauxion-Lavayasse afirma que en Cumaná se empleaban en 1,807 las páginas del Contrato Social para envolver víveres en las tiendas. La guerra de independencia no fue, en las antiguas colonias españolas, fruto de la imaginación militar. Antes que la guerra fue la revolución ilustrada. Y aun antes que la revolución ilustrada la aparición de una conciencia popular que se puede ver en plena actividad en las revoluciones del Paraguay, en el levantamiento de Túpac Amaru en el Perú y en el de los comuneros de la Nueva Granada, sucesos todos del s. XVIII. Lo último fue recurrir a las armas en ejércitos formados por criollos, indios, negros y mestizos. Entre 1,809 y 1,810 todas las colonias se lanzan’ a la revolución armada. Era este el último capítulo de un movimiento que venía incubándose de cuarenta años atrás. La independencia, antes de ser una expresión armada del romanticismo, fue una idea popular aceptada por los hombres ilustrados de la época” (Germán Arciniegas, TRASFONDO DE LA REVOLUCIÓN La pluma abre camino a la espada, pág. 5).

La independencia de México. Durante el s. XVIII en el virreinato de la Nueva España se produjo un gran desarrollo económico basado principalmente en la explotación de las minas de oro y plata. La producción de dichos minerales se triplicó a lo largo del siglo siendo las regiones de Pachuca, Fresnillo, Guanajuato, Zacatecas y San Luis de Potosí, convirtiéndose en regiones de las más ricas del mundo en este aspecto. Esto favoreció el desarrollo de otras actividades económicas como el comercio y la agricultura y con ella la aparición de una boyante burguesía tanto criolla como peninsular. Los criollos ricos, si bien en el aspecto económico se podían sentir cómodos, no lo estaban en el ámbito político, en el que 132


deseaban tener una mayor cuota de poder político en la gobernación del virreinato, quejándose amargamente de que solo los peninsulares tenían acceso a los grandes cargos políticos del virreinato aunque no podemos olvidar que los criollos tenían prácticamente todo el poder a nivel municipal. En los cabildos eran los que gobernaban y mandaban. En estos círculos de la burguesía criolla tomaron fuerza las logias masónicas importadas desde Europa por masones españoles. La primera logia masónica de México fue fundada en 1,806 por el español Enrique Mugi. Otras logias fundadas en los años posteriores fueron las de la Conjuración de Querétaro1, Conjuración de Querétaro 2, la logia Reunión Literaria Queretana, la logia Ilustración Mexicana, la logia Querétaro y Patria, la logia Apatista Mexicana y otras más. Todos estos “clubs privados” se reunían en secreto y discutían la forma de lanzar la revolución política y derrocar el sistema político vigente en la Nueva España. Además también emitían escritos y panfletos de carácter político que hacían circular entre los novohispanos buscando apoyos y difundir su ideología liberal por la sociedad. Pero hay que dejar claro que solo se hablaba de revolución política, no de independencia. La independencia de México fue la culminación de un proceso histórico ocurrido entre los años 1,810 y 1,821 que llevó a que el virreinato de la Nueva España se separase de España y comenzara su andar independiente. Si bien estos cambios políticos no tuvieron reflejo en las estructuras políticas, sociales y económicas virreinales que prácticamente se mantuvieron intactas. Hubo un intento de revolución social y política al principio con los movimientos de Miguel Hidalgo y José María Morelos desde 1,810 hasta 1,815 pero fueron derrotados y su trascendencia fue el haber iniciado los enfrentamientos. Esta guerra revolucionaria que se iba a desatar no era una guerra de México contra España, sino una guerra entre dos bandos 133


compuestos por los mismos elementos de la sociedad novohispana: españoles, criollos, mestizos e indígenas que lucharon entre sí encarnizadamente. Fue una guerra civil total entre hermanos. Algo muy similar a lo que ocurrió en el resto de independencias hispanoamericanas a lo largo y ancho del continente.

La independencia final no surgió de esas revoluciones populares, sino de un movimiento conservador que ante la caída del absolutismo de Fernando VII en 1,820 reaccionó y trató de evitar que los liberales se hicieran con el poder. Estos grupos privilegiados, alta burguesía comercial, nobleza y alto clero, en connivencia con el virrey Juan Ruiz de Apodaca, impusieron al general realista Agustín de Iturbide como comandante de los ejércitos y ejecutaron un plan para lograr la independencia lo antes posible con la idea de evitar que los liberales impusieran su ideario. Juan de O’Dojonú y Iturbide se reunieron y firmaron los Tratados de Córdoba en el que se ordenaba a los ejércitos realistas 134


el cese de las acciones militares y reconocía la independencia del Imperio mexicano. Finalmente se firmó el Acta de Independencia el 28 de septiembre de 1,821 tras la toma pacífica de Ciudad de México por el Ejército Trigarante comandado por Iturbide. La lucha por la independencia de México en tres etapas o fases: 1ª etapa de 1,810 a 1,814-15: En este período en España gobernaba Napoleón Bonaparte a través de su hermano José I. Y en Nueva España se produjeron las revueltas de los curas Hidalgo y Morelos cuyo levantamiento se ejecutó en nombre del rey Fernando VII y para defender a la religión de los liberales franceses. Ambos fueron derrotados, fusilados y sus movimientos disueltos. 2ª etapa de 1,814 a 1,820: Napoleón es expulsado de España y Fernando VII vuelve al poder e impone de nuevo el absolutismo ilustrado derogando la Constitución liberal de 1,812. En Nueva España fue un período de relativa calma con unos pocos ejércitos insurgentes que no ponían en riesgo la estabilidad del virreinato. El virrey Apodaca ofreció el indulto a los insurgentes para que dejasen las armas y muchos se acogieron a él. En 1,817 tuvo que enfrentarse a una expedición organizada y encabezada por el militar liberal español Francisco Xavier Mina y el ex fraile Servando Teresa de Mier que transportó desde Inglaterra y Estados Unidos 300 voluntarios ingleses y americanos que trataron de relanzar los enfrentamientos pero en poco tiempo fueron vencidos. 3ª etapa 1,820 a 1,821: Alzamiento en España del liberal-masón Rafael de Riego que obliga a Fernando VII a jurar la constitución liberal de 1,812. Estos hechos alarman a las oligarquías novohispanas que nunca habían apoyado a los insurgentes y organizan una conspiración para independizarse de España y así no caer en manos de los liberales. Es decir, ahora eran los realistas, los 135


que habían defendido al virreinato, los que conspiraban y exigían la independencia.

¿Qué pasaba en América del Sur? Los masones sudamericanos estaban impulsados por el ejemplo de la independencia de los Estados Unidos, las ideas ilustradas y liberales contrarias al Antiguo Régimen, que procedían de Europa, el vacío de poder que se produjo durante la ocupación francesa de España y la debilidad política y militar española a partir de 1,814. La iniciativa en los procesos de independencia fue de los criollos, es decir, de los descendientes de los españoles, que se consideraban discriminados en la administración colonial, cuyos puestos eran ocupados por los peninsulares, aunque tuviesen un innegable poder económico. También estaban disconformes con el monopolio comercial español que les impedía comerciar con otros países, a pesar de la existencia del contrabando. Por otro lado, existía un malestar social entre los sectores indígenas y mestizos por su situación económica y social, y por la presión fiscal que soportaban y que los enfrentaba tanto a los criollos como a los peninsulares. “Han motivado mucha discusión los factores y agentes externos en la destrucción del Imperio hispanoamericano. Madariaga, en El auge y el ocaso del imperio español en América, habla de “tres cofradías, los judíos, los francmasones y los jesuitas”. Según él, los judíos, resentidos por la expulsión de Sefarad, donde habían llegado a gozar de tantos privilegios, auspiciaron y financiaron la propaganda protestante y toda acción internacional contra España. Por supuesto, extendieron cuanto les fue posible la literatura ilustrada antiespañola por España y América. En los jesuitas, la expulsión habría surtido efectos parejos. Sus prédicas eran universalistas y por ello opuestas a las tendencias regalistas y jansenistas que promovían un clero más nacionalizado y menos sujeto 136


al papa; opuestas también al despotismo ilustrado, pues su pensamiento, el de Suárez y el de Mariana, contrariaba a todo despotismos, hasta justificar el tiranicidio. Su expulsión supuso en América, además de un cataclismo para la enseñanza, la ruptura de uno de los lazos espirituales más fuertes con España. Miranda se había hecho con listas de jesuitas expulsados que vivían en Italia, por considerarlos útiles a sus propósitos, y el primer ministro inglés William Pitt el joven acogió a varios de ellos, utilizándolos como agentes e informadores sobre Suramérica.; y cierto número de jesuitas se pronunciaron abiertamente contra el dominio español. Sin duda hay bastante verdad en la tesis de Madariaga, pero es difícil cuantificar la influencia judía y la jesuita en gran parte oculta y sin duda secundaria. En cambio saltan a la vista otras evidencias: la política inglesa y la orientación masónica. En las intrigas previas de Miranda, en las declaraciones de independencia, en la actividad de Bolívar, en la marcha de San Martín de España a Londres y de allí a Buenos Aires, en muchas de las acciones bélicas, siempre encontramos en segundo plano al gobierno de Londres y a personajes británicos, y en menor medida useños. Hecho nada extraño, pues la política inglesa, después del duro revés de “la oreja de Jenkins” se volvió más indirecta y orientada no tanto al dominio de unas tierras difíciles de controlar como a la hegemonía comercial, que lograría en amplia medida. Por lo que se refiere a los masones, no puede ser casual su nutrida presencia en todo el proceso. Miranda fundó, como quedó indicado, una logia secreta a la que algunos estudiosos han negado carácter masónico, pero que lo imitaba en casi todo, y no debe olvidarse que en la masonería hay diversas corrientes; la orden ha solido servir a la política imperial inglesa –con excepciones como la de las Trece colonias–. De los Caballeros Racionales de Miranda parecen haber salido Logias Lautaro, del mismo estilo, empezando por la de Cádiz. A esas logias y a otras más ortodoxas pertenecieron Bolívar, O’Higgins, San Martín y la mayoría de los jefes independentistas. También fue masón Riego, que jugó un pa137


pel tan relevante a favor del movimiento antiespañol en América, y bastantes otros militares españoles, pues como legado, francés en unos casos, inglés en otros, de la Guerra de independencia, proliferaron en el ejército las logias, que pesarían notablemente en la historia hispana del siglo XIX” (Pío Moa , Más sobre la independencia de América). El primer golpe de la reconquista española contra el poder criollo fue la expulsión de los jesuitas (1,767), ejecutada al mismo tiempo en todo el continente. Si bien la medida parecía destinada a acabar con la gran autonomía con que actuaba la Compañía de Jesús y a afirmar el poder de la corona, en la práctica buscaba dos objetivos precisos: liquidar el poder terrateniente y financiero de la Iglesia católica, de la cual los jesuitas eran la avanzada en ambos aspectos. Y privar al criollismo de su intelligentzia, que tenía entre los jesuitas expulsos una de sus alas más radicales, al punto de justificar públicamente –en teoría abstracta– el regicidio, así como el derecho de los pueblos a la insurrección. La medida obedecía sin duda a un frío cálculo político. Al expulsar a los jesuitas y apoderarse de sus recursos y propiedades, la corona liquidaba el poder bancario que financiaba a los propietarios y empresaria criollos, debilitaba la capacidad económica de estos, obtenía grandes riquezas y eliminaba una parte sustancial del poder latifundista en sí mismo. A su vez, en el plano político, privaba al criollismo de su élite intelectual –la mayor parte de los jesuitas extrañados era de origen criollo y provenía de las grandes familias locales, al mismo tiempo que rompía en gran medida el vínculo social establecido entre la Iglesia y la clase criolla. Los criollos que retornaban de Europa, muchos de ellos masones, divulgaban las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, apostando por la lucha para obtener su libertad de la opresión monárquica europea. Entre ellos destacaron los siguientes: 138


• Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, José Antonio Páez, José Félix Ribas y Rafael Urdaneta en Venezuela • Francisco de Paula Santander y Antonio Nariño en Colombia • Agustin de Iturbide, Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos en México • Manuel Belgrano, Miguel Estanislao Soler, Guillermo Brown, Mariano Moreno *Martín Miguel de Güemes y Juan Gregorio de Las Heras en Argentina • José Gervasio Artigas y Juan Antonio Lavalleja en Uruguay • Bernardo O’Higgins y Thomas Cochrane en Chile • Fulgencio Yegros y Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay • Tupac Katari, Manuel Ascencio Padilla y su esposa Juana Azurduy en Bolivia • Tupac Amaru II, Francisco Antonio de Zela y Andrés de Santa Cruz en Perú • José Bonifácio y Thomas Cochrane en Brasil • Jean-Jacques Dessalines en Haití • Juan Pablo Duarte en la República Dominicana • Francisco Morazán en El Salvador • José de Fábrega en Panamá • Carlos Manuel de Céspedes y José Martí en Cuba. Mención especial requieren José de San Martín y Simón Bolívar. “La primera protesta popular se dio en Quito, el año de 1765. Esta Audiencia era asiento de una de las más desarrolladas economías coloniales y uno de los más rebeldes núcleos de pensamiento criollo, y entre 1,592 y 1,593 había protagonizado la formidable «Revolución de las Alcabalas», cuyos líderes llegaron a cuestionar públicamente la autoridad real y a proclamar tempranamente su voluntad de independencia. La nueva revuelta, ocasionada por la imposición del Estanco de aguardiente y la Aduana para los víveres, se hizo bajo la consigna de «¡Mueran los chapetones y abajo el mal gobierno!». Las masas insurrectas vencieron a las tropas reales y destituyeron a las autoridades, pero carecieron de lide139


razgo y finalmente se desbandaron. Ese mismo año se produjo el levantamiento de los mayas de Yucatán contra los tributos, liderado por Jacinto Canek. Y en 1,780 estalló la revolución india de Túpac Amaru, en el Perú, que llegó a movilizar un ejército de 200,000 hombres y a poner en jaque a las autoridades del Virreinato. Proclamándose nuevo Inca, Túpac Amaru afirmó entonces: «Los reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome a los vasallos con sus insoportables gabelas, tributos, lanzas, sisas, aduanas, alcabalas, catastros, diezmos, Virreyes, Audiencias, Corregidores y demás Ministros, todos iguales en la tiranía; estropeando como a bestias a los naturales de este Reyno» (Picón Salas, p. 183). Poco después, en 1,781, estalló el movimiento de los comuneros del Socorro, en la Nueva Granada, producido también por los nuevos impuestos coloniales. Una tropa entre mestiza e indígena, de más de 20,000 hombres, cercó al poder colonial y lo obligó a firmar las «Capitulaciones de Zipaquirá», por las que se abrogaban los impuestos y estancos, se reconocían los derechos indígenas a la tierra y el derecho de los criollos a ocupar los altos cargos administrativos. Su líder, José Antonio Galán, llegó a proclamar el fin del colonialismo español: «Se acabó la esclavitud». (Ocampo, pp. 58-59). Aunque todos estos movimientos fueron finalmente derrotados, lo cierto es que minaron profundamente el sistema colonial y estimularon el desarrollo de una nueva conciencia americana. Una buena muestra de esta fue la representación que el Cabildo de la Ciudad de México dirigió al rey, en 1,771: «(El español) viene a gobernar unos pueblos que no conoce, a manejar unos derechos que no ha estudiado, a imponerse a unas costumbres que no ha sabido, a tratar con unas gentes que nunca ha visto... Nunca nos quejaremos que los hijos de la antigua España disfruten de la dote de su madre; pero parece correspondiente que quede para 140


nosotros la de la nuestra. Lo alegado persuado, que todos los empleos públicos de la América, sin excepción de alguno, debían conferirse a sólo los españoles americanos, con exclusión de los europeos...» (Morris et al., 1,976, I, pp.49-52). Enfrentados a la creciente resistencia criolla, los administradores coloniales buscaron acentuar su control sobre la sociedad colonial, convencidos de que su reconquista económica era la única garantía de pervivencia del colonialismo. El Ministro de Indias, José de Gálvez, escribía en 1,778 al Virrey de Nueva Granada, respecto al «libre comercio» decretado por la corona: «Los americanos pueden hacer el comercio entre sí de unos puertos a otros, dejando a los españoles de esta península el activo con ellos». A su vez, el Virrey del Perú, Gil de Taboada, afirmaba ese mismo año: La seguridad de las Américas se ha de medir por la dependencia en que se hallen de la metrópoli, y esta dependencia está fundada en los consumos. El día en que contengan en sí todo lo necesario, su dependencia sería voluntaria». Por su parte, el Virrey de México, conde de Revillagigedo, instruía a su sucesor en parecidos términos: «No debe perderse de vista que esto es una colonia que debe dependa de su matriz, la España,... lo cual cesaría en el momento en que no se necesitase aquí de las manufacturas europeas y sus frutos» (Lynch, pp. 21, 23, 24)”. (Revista Nueva Sociedad 103, Septiembre - Octubre 1,989).

Ilustración europea y la ilustración americana Uno de los efectos colaterales del despotismo ilustrado de Carlos III fue que permitió, como nunca antes, la libre circulación de las ideas en Hispanoamérica. Ello dio lugar, por una parte, a que los círculos intelectuales latinoamericanos –constituidos básicamente alrededor de las universidades coloniales, como en México, Quito, Chuquisaca, Santa Fe– pudieran intercambiar ideas y proyectos, recibir las influencias de la revolución norteamericana y, del pensamiento liberal español y la ilustración 141


europea. La madurez intelectual de la élite criolla se puso entonces de manifiesto, pues, al mismo tiempo que asimiló los principios políticos y económicos del liberalismo europeo y los utilizó para fortalecer su naciente proyecto nacional, ejercitó la crítica del eurocentrismo formulado por los ilustrados de Europa. “Buffon, Pauw, Raynal, Voltaire, Robertson habían proclamado, en diversos tonos, la intrínseca superioridad europea sobre América, que en su opinión se manifestaba en todos los reinos de la naturaleza y particularmente en el ámbito de lo humano. Buffon había sostenido que el puma era buen ejemplo de la inferioridad americana, pues carecía de la melena del león y era más cobarde que éste. Pauw sostuvo que el clima americano era maligno y determinaba una inferioridad física y mental del hombre, que era enclenque y en todo inferior al europeo. Raynal afirmaba que América era un continente decrépito y criticaba «la excesiva altitud de las montañas del Perú». Voltaire teorizaba sobre la inferioridad de América, a la que mostraba como un continente pantanoso y poblado por naturales estúpidos e indolentes, cuya inferioridad se demostraba, entre otras cosas, porque eran lampiños y fáciles de ser dominados por hombres de barba y pelo en pecho como los europeos (Ocampo, p. 64). La ilustración americana ejercitó la crítica de esas peregrinas teorías europeas, consciente de que tras ellas se ocultaba el mismo espíritu colonialista de siempre, pero disfrazado ahora de un pretendido cientificismo. Eugenio Espejo, el sabio mestizo quiteño, que formulara el primer estudio científico sobre las viruelas –Reflexiones sobre las viruelas– y propusiese la utilización de las vacunas, fue uno de los más duros críticos de la ilustración europea, pese a compartir algunas de sus teorías políticas y económicas. En su «Discurso a la Sociedad Patriótica» denunció: «Desde tres siglos ha, no se contenta 142


la Europa de llamarnos rústicos y feroces, montaraces e indolentes, estúpidos y negados a la cultura. ¿Qué les parece, señores, de este concepto?... ¿Creeréis, señores, que estos Robertson, Raynal y Pauw digan lo que sienten? ¿Que hablen de buena fe? ...El objeto de otros que nos humillan es diverso...» (Espejo, 1960, pp. 327-328). En Perú, los doctores Hipólito Unanue y José Manuel Dávalos –mulato éste– ejercieron también una activa oposición a las teorías de Pauw. Unanue, «uno de los criollos de visión científica más universal», elaboró sus Observaciones sobre el clima de Lima, verdadero tratado de geografía humana, en el que este lector de Montesquieu y Rousseau propugna como base de un sistema educativo y de un método curativo la proximidad del hombre a la naturaleza y una vida lo más cercana al aire libre. Dávalos, por su parte, escribió que «hay en el Perú un lugar llamado Piura, en donde la sífilis desaparece sólo con la influencia salubre del clima» y explicó las propiedades curativas de otros microclimas de su país (Picón Salas, pp. 11-12; Lynch, p. 44). Entre los más apasionados y profundos defensores de América frente a las teorías de la ilustración europea se contaron entonces los jesuitas desterrados en Europa. Dolidos por su violento desarraigo y convencidos de que las teorías de Buffon, Pauw y otros constituían una renovada justificación del colonialismo europeo, se empeñaron en el rescate intelectual del pasado histórico de su patria americana y en el análisis erudito de los recursos y riquezas del nuevo continente. Así surgieron obras trascendentales como Historia Antigua de México, de Francisco Xavier Clavijero; Historia del Reino de Quito y «Vocabulario de la lengua peruano - quitense», de Juan de Velasco; Instituciones Teológicas e Historia de la Compañía de Jesús en la Nueva España, de Francisco Xavier Alegre; Los tres siglos de México, de Andrés Calvo; Rusticatio Mexicana, de Rafael Landívar; Compendio de la historia geográfica, natural y civil del Reino de Chile y Ensayo sobre la historia natural de Chile, de Juan Ignacio de Molina, etc. En ellas no sólo 143


se exaltaba con legítimo orgullo las riquezas, la fecundidad y la creatividad americanas, sino que se demostraba la sustancial autonomía del mundo americano frente a Europa. Canto de amor a una entrevista «Patria Criolla», era el punto de partida para la formulación de un pensamiento independentista”. (Revista Nueva Sociedad 103, Septiembre - Octubre 1,989). El vehículo necesario para la ilustración americana fue la prensa y ello hizo que los intelectuales hispanoamericanos agregaran a sus oficios específicos el del periodismo, en busca de difundir sus ideas entre la sociedad. Antonio José de Caldas, discípulo del sabio naturalista José Celestino Mutis, fundó en Santa Fe su Semanario del Nuevo Reino de Granada, destinado a reunir datos estadísticos, descripciones científicas y estudios de productos útiles de la naturaleza, proveer datos meteorológicos y recomendaciones útiles a la agricultura e industria locales. Otro sabio, Espejo, fundó en Quito el periódico Primicias de la cultura de Quito, en el que proclamaba: “Vamos en derechura a nuestro objeto, que es insinuar que no puede llamarse adulta en la literatura, ni menos sabia a una nación, mientras con universalidad no atienda ni abrace sus verdaderos intereses; no conozca y admita los medios de encontrar la verdad; no examine y adopte los caminos de llegar a su grandeza; no mire, en fin, con celo, y se entregue apasionadamente, al incremento y felicidad de sí misma, esto es del Estado y la sociedad”. En México, el biólogo, físico y astrónomo José Antonio Alzate, fundaba cuatro sucesivos periódicos entre 1,768 y 1,795, mientras su paisano José Ignacio Bartolache, médico y matemático, iniciaba en 1,772 la publicación del afamado Mercurio Volante. Al sur, en Lima, el sabio Hipólito Unanue publicaba el no menos famoso Mercurio Peruano, en 1,791, un año después de que en esa misma ciudad viera la luz el primer cotidiano de Hispanoamérica: el Diario Erudito, Económico y Comercial. 144


Toda esa prensa periódica estaba llena de inquietudes y proyectos americanos, así como de citas y ecos de Rousseau, Montesquieu, Locke, Descartes, Voltaire, Diderot, Newton y Adam Smith. La peligrosidad de esas nuevas ideas impresas hizo que el virrey de México, Matías Gálvez, opinara en 1,768: “Yo tengo La Gaceta por muy útil, siempre que se reduzca a noticias indiferentes: entradas, salidas, cargas de navíos y producciones de la naturaleza; elecciones de prelados, de alcaldes ordinarios... Por otra parte, importa dar materia inocente en que se cebe la curiosidad del público”. Frente a tan rico panorama intelectual de nuestra América del s. XVIII, resulta inevitable preguntarse: ¿Cuáles fueron las causas que estimularon su desarrollo? La principal de ellas fue indudablemente la propia madurez intelectual del mundo americano. Un mundo en el que el desarrollo de las fuerzas productivas había creado una sociedad cada vez más compleja, en mucho distinta de la simple sociedad colonial del s. XVI, integrada sólo por conquistadores y conquistados. Un mundo en el que los hombres exploraban selvas, abrían caminos, levantaban ciudades, montaban industrias, experimentaban con metales, construían barcos, alzaban fortalezas, peleaban con piratas, hacían revoluciones, amaban, luchaban y morían, no podía seguir atado a las reglas oficiales ni conformarse con el gongorismo degenerado de los sermones eclesiásticos. El otro gran estímulo para el desarrollo de la vida intelectual americana estuvo dado por la llegada de las expediciones científicas europeas. Por esos años, Europa está llena de un espíritu de investigación de la naturaleza, que aúna las conveniencias comerciales y políticas de las grandes potencias con la verdadera curiosidad científica. Y envía a América sucesivas expediciones científicas, destinadas a efectuar mediciones, levantar mapas, estudiar la naturaleza y recoger muestras para sus museos y jardines botánicos. 145


Su llegada resulta de gran utilidad para la élite intelectual criolla, a la que aportan métodos de investigación que le ayudan a conocer mejor su propio mundo e ideas renovadoras de la sociedad. La llegada de los académicos franceses y los sabios españoles que los acompañan (Juan y Ulloa), en 1,736, sirve para estimular y promocionar a nuestros hombres de ciencia. Pedro Vicente Maldonado viaja a Europa junto con La Condamine, que lo presenta en las sociedades científicas de Inglaterra y Francia, que lo reciben como miembro. Esa es, pues, la agitada y expectante, y al que el Enciclopedismo y el iluminismo aportan –por acción o por reacción– motivaciones y contrastes. Un mundo que adquiere personalidad histórica a partir de sí mismo y no, como equivocadamente pretenden demostrarnos, a partir de las influencias foráneas. Con todo lo importante que fue su influencia, las ideas de la ilustración no crearon el espíritu de la insurgencia hispanoamericana. Cuando más, lo estimularon; con sus provocaciones y sugerencias, fueron el catalizador que aceleró la reacción anticolonial que condujo a la independencia. La propaganda revolucionaria francesa y las ideas avanzadas, fue prohibida, del mismo modo que los viajes de estudios al extranjero. Luego, sin poder contener la avalancha ideológica que generaba la cercana revolución, el gobierno de Madrid dictó la Real Resolución de febrero de 1,791, por la que se prohibía la impresión y distribución de todo periódico, excepto el Diario de Madrid de Pérdidas y Hallazgos. Frente a los sucesos europeos, la represión a las ideas progresistas y a la prensa se acentuó de inmediato en Hispanoamérica. Ello no pudo evitar que en las colonias circularan papeles subversivos tales como ejemplares de la Constitución francesa y copias de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. 146


Un ejemplar de la Histoire de l’Asamblée Constituantede Salart de Monjoie llegó en 1,794 a manos de Antonio Nariño, hacendado e intelectual bogotano que promovía las ideas insurgentes y había establecido un acuerdo de cooperación con Eugenio Espejo, durante el destierro de éste en la capital neogranadina. Nariño encontró en ella la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que tradujo y publicó en su imprenta casera y de la cual distribuyó cientos de ejemplares a otras ciudades del continente. Pronto fue descubierto, apresado y enviado a España, de cuyas cárceles escaparía para convertirse en uno de los líderes de la guerra de independencia. Mientras Nariño caía prisionero, su amigo y corresponsal Eugenio Espejo sufría prisión en las húmedas mazmorras de Quito, de donde saldría sólo para morir. Pero lo que sucedía en el Virreinato de Nueva Granada se repetía en las demás colonias españolas de América. A partir de 1,790, la Inquisición mexicana inició una radical persecución de las ideas revolucionarias provenientes de “la espantosa Revolución de Francia, que tantos daños ha causado”. La América Hispana tenía, en todo caso, un contacto directo con la Revolución Francesa en Francisco de Miranda, quien era, por otra parte, el empeñoso agitador de su independencia. Típico producto del criollismo hispanoamericano y del espíritu renovador que recorría el mundo, El Precursor había sido sucesivamente oficial de los ejércitos españoles, amigo de Washington y jefe de un cuerpo expedicionario antillano –formado por mulatos cubanos y haitianos que combatió por la independencia norteamericana–, propagandista de la independencia hispanoamericana y general de los ejércitos revolucionarios de Francia. A partir de 1,790, la vida de Miranda se concentraría en el objetivo principal. Entablaría interminables negociaciones con el gobierno británico, en busca de apoyo militar y financiero para la causa de la independencia sudamericana. Desenvolvería una campaña internacional de agitación contra el colonia147


lismo español. Y, lo que fue más importante, organizaría a los latinoamericanos radicados o de paso por Europa, para la lucha independentista.

Francisco de Miranda.

Miranda, que se había iniciado como francmasón en Filadelfia, en los días de la independencia norteamericana, fundó en Londres, en 1,797, la Gran Logia Americana, de la que fue Gran Maestro. Destinada a concertar voluntades para la lucha independentista, a penetrar y agitar secretamente a la sociedad colonial y a facilitar el respaldo extranjero para la causa nacional, esta Gran Logia tuvo su Consejo Supremo en Crafton Street 27, Fitzroy Square, Londres, y tuvo como filiales a las Logias Lautarinas que habían levantado columnas en Cádiz y otros lugares de Europa y América. La organización reconocía cinco grados masónicos. El juramento de grado de iniciación era luchar por la independencia de Hispanoamérica. El del segundo grado, 148


hacer profesión de fe democrática y abogar por el sistema republicano. Al calor de los sueños de independencia y del ambiente revolucionario irradiado desde Francia se iniciaron en la Gran Logia Americana, en Londres o Cádiz: Bolívar y San Martín; López Méndez y Andrés Bello, de Venezuela; Moreno, Alvear y Monteagudo, del Río de la Plata; Montúfar y Rocafuerte, de Quito; O’Higgins, de Chile; Valle, de Guatemala; Mier, de México; Nariño y Zea, de Nueva Granada; Vizcardo y Olavide, del Perú, etc. A su vez, en otras Logias Lautarinas se iniciaron algunos otros jefes de la independencia sudamericana como Zapiola, Saavedra, Belgrano, Guido, Las Heras y Alvarado. El ex-jesuita Vizcardo y Guzmán, que actuaba como jefe de propaganda de la Logia Americana, hizo de sus escritos un ariete contra el colonialismo español. Su memorable Carta a los españoles americanos, publicada simbólicamente en 1,792, con ocasión del tercer centenario de la llegada de Colón a América, se convirtió en la más efectiva arma de propaganda: Se traduce al francés y se imprime en Filadelfia; ha de merecer los honores de una versión inglesa en la respetable Gaceta de Edimburgo; la distribuirá Miranda en multitud de ejemplares, cuando su primera y desgraciada expedición a Tierra Firme en 1,806; y perseguirán el papel curas, inquisidores y oficiales reales como la más peligrosa presa corsaria. Se le puede llamar, históricamente, ‘la primera proclama de la Revolución’ (...) Formulaba una teoría de la libertad en que parecen conciliarse Rousseau y los teólogos de la época escolástica. Lo sucedido con el pensamiento de Vizcardo es un ejemplo de lo que ocurría con la influencia de la Revolución Francesa en la mayoría de nuestros próceres: era un ejemplo de lucha contra el absolutismo que proveía de confianza histórica y estímulo moral. Aportaba algunos principios significativos a la causa de la emancipación americana, como por ejemplo los conceptos contenidos en la Declaración de Derechos del Hombre y el siste149


ma de fuerza armada basado en la conscripción de ciudadanos. Pero poseía formulaciones teóricas y prácticas políticas que resultaban sencillamente inaceptables para los ricos patricios criollos latinoamericanos. “Dueños de ricas plantaciones cultivadas con trabajo esclavo o de enormes latifundios beneficiados por el trabajo indígena servil, muchos de ellos poseedores de títulos nobiliarios, los criollos aspiraban a una emancipación política de España, que los convirtiese en miembros de una clase dominante con plenos derechos, y no a una revolución social que, como la francesa, repartiera la tierra a los campesinos pobres, liquidara los derechos feudales y arrasara legal y físicamente con la nobleza. Lo que querían, en definitiva, no era transformar esencialmente a la sociedad colonial, sino mantenerla para su exclusivo provecho, cortando de un tajo la dependencia frente a la metrópoli y asumiendo el tan ansiado poder político. Desde luego, en ese marco histórico general cabía una gama de posiciones ideológicas: desde aquellas de los republicanos radicales, que propugnaban la liberación de los esclavos, el reparto de tierras a los campesinos y la eliminación del tributo indígena, hasta las de los monárquicos liberales, que aspiraban a sustituir a la corona española por las testas coronadas de señores criollos. Hidalgo e Iturbide serían, en el futuro y en un mismo país, buena muestra de la pervivencia de esas posiciones. El estallido de la revolución haitiana, en 1,791, fortaleció las posiciones conservadoras del criollismo. El ejemplo de ese país de esclavos que se rebelaba contra sus amos blancos, liquidaba de raíz el poder colonial, derrotaba a los ejércitos metropolitanos que pretendían someterlo nuevamente, extendía su revolución al territorio colonial próximo (Santo Domingo) y proclamaba finalmente su independencia, generó estallidos de simpatía en otras colonias del área del Caribe: Martinica, Tobago, Santa Lucía, casi todas las islas británicas, Curazao y Venezuela (Bosch, pp. 373-453; 150


Cúneo, pp. 92-93). Por entonces, el área del Caribe albergaba una población esclava de aproximadamente 1´200,000 personas, de las cuales más de 600,000 radicaban en las posesiones francesas, unas 300,000 en las posesiones británicas y sobre 200,000 en las posesiones españolas insulares (Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo) y de Tierra Firme (Venezuela y Nueva Granada). Considerando la tradicional rebeldía de la población esclava, que en ese mismo s. XVIII había protagonizado levantamientos en casi todos los territorios de la región, tenía lógica esperar el estallido de nuevas sublevaciones en el área. De ahí que, mientras la llamada «ley de los franceses» se convertía en consigna esperanzada de los esclavos y humildes de toda laya, aterrorizaba a los propietarios criollos de Sudamérica (Bosch, pp 373-377). El movimiento subversivo de Gual y España –cuyo programa, inspirado en los principios de la Gran Revolución, contemplaba la abolición de la esclavitud– y sobre todo la conspiración del mulato Chirinos, testigo de la revolución haitiana, que planeaba un masivo levantamiento de pardos contra la oligarquía mantuana de Venezuela, sumaron un nuevo motivo de inquietud para el criollismo del norte sudamericano. En el ámbito internacional, la perspectiva del criollismo se volvió también cada vez más inquietante. Los bandazos políticos de la disminuida monarquía española, convertida finalmente en financista de las guerras napoleónicas e instrumento dócil de la política internacional francesa, causaron honda preocupación en la clase criolla, cuyo temor a la burguesía francesa «cortadora de cabezas» había ido en aumento. Al fin, la invasión napoleónica a España y la imposición de un gobierno francés en Madrid (1,808) acabaron por precipitar su entrada en el escenario histórico. Atrapada entre su deseo de transformación política y su temor a una insurrección popular, la clase criolla optó por plegarse a 151


la resistencia española, encabezada por las Cortes de Cádiz, y proclamarse fiel al «bien amado» Fernando VII. Sólo más tarde, cuando los intransigentes administradores coloniales se negaron a hacer concesiones políticas al criollismo, aplastando sin piedad a las Juntas Soberanas surgidas en América a imitación de las de España, la clase criolla en su conjunto optó por la guerra de independencia, aunque en algunas regiones, por temor a las masas populares, siguió manteniéndose fiel a la monarquía (Perú) o ensayó una transición de poder claramente conservadora (México). Iniciada la guerra independentista en tan agitadas condiciones, el criollismo se vio enfrentado a la indiferencia y aun resistencia de las masas populares. En el caso de Venezuela, la masiva participación de los llaneros en la «rebelión social» de Boves, esencialmente anti oligárquica, determinaría el fracaso de los sucesivos esfuerzos emancipadores de Bolívar (Bosch, pp. 483-521; Uslar, pp. 97-102). Al fin, la nueva campaña de 1,816 (iniciada en Haití, la primera república negra del mundo; gracias al generoso respaldo del presidente Pétion) lograría vencer el formidable obstáculo de la resistencia popular, mediante una transacción interclasista que aseguró beneficios concretos para el pueblo y facilitó la incorporación de las masas llaneras a la –ahora sí causa nacional. Un efecto final de la Revolución Francesa en nuestra América fue la ideología que inspiró la mayoría de sus cartas constitucionales. Muchos principios de la Declaración de los Derechos del Hombre –como la igualdad jurídica de los ciudadanos, la soberanía popular, la juridicidad estatal, las garantías personales, la separación de poderes y el derecho a la propiedad– fueron incorporados generalmente a las leyes supremas de los nuevos países independientes, aunque, en la práctica, se mantuviera esencialmente la estructura socioeconómica heredada de la colonia”. (Revista Nueva Sociedad 103, Septiembre - Octubre 1989). 152


Las luchas por la independencia en Latinoamérica. La ocupación napoleónica de España propició el surgimiento de los primeros movimientos emancipadores. El vacío de poder creado con el traslado de la familia real española a Francia provocó en América la misma reacción que se había producido en España: la creación de juntas de gobierno. En Buenos Aires se constituyó la primera junta en mayo de 1,810, formada por la burguesía criolla y que intentó extender su influencia hacia el interior. En 1,811, Artigas se hizo con el poder en Uruguay, y Rodríguez de Francia en Paraguay, proclamando la independencia de España pero, también de la Junta de Buenos Aires. En Chile, el independentista O’Higgins se puso al frente de una junta de gobierno. Estos procesos se repitieron en muchas ciudades americanas, suponiendo la primera experiencia criolla de autogobierno. En 1,811 se reunió en Caracas un Congreso de Notables, que proclamó la independencia y promulgó una constitución federal, destacando ya en este proceso la figura de Simón Bolívar. En Santa Fe de Bogotá, por su parte, se rompían los lazos con España y se convocaba un Congreso Nacional de los territorios de Nueva Granada. En México, los primeros movimientos tuvieron, un fuerte protagonismo campesino, dirigidos por los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos. Se proclamó la independencia en 1,813 pero los criollos, temerosos de una revolución social, apoyaron al ejército español para liquidar la revolución y poner fin a la independencia. Este es un ejemplo claro de cómo, a pesar de muchas semejanzas, los procesos de emancipación estuvieron marcados por las realidades específicas de cada área geográfica. 153


Las juntas de gobierno depusieron a las autoridades coloniales e introdujeron reformas fiscales y abrieron sus puertos al comercio mundial. Hasta 1,814, España no tuvo capacidad de respuesta ante estos procesos. Pero, una vez restaurado en el trono Fernando VII, las revoluciones independentistas fueron sofocadas. Es el caso de Simón Bolívar tuvo que refugiarse en Haití. Pero, a pesar del retroceso en el proceso emancipador, los esfuerzos por conseguir la independencia de la metrópoli no se habían agotado. La revolución española de 1,820 provocó la suspensión del envío de tropas a América para sofocar las insurrecciones. Con el restablecimiento de la Constitución de 1,812, los criollos americanos podían mandar representantes a las Cortes en España pero era demasiado tarde porque esos criollos querían ya la independencia. Cuando todo esto maduro, las gestas libertarias empezaron a tener aceptación entre los sudamericanos, empezando la lucha para obtener sus libertades, tomando el ejemplo de los EEUU liderado por George Washington. Tal es así que la presencia en una efigie de Washington, líder masón de los EEUU, estaba en una medalla que había sido regalada a Bolívar por el marqués Lafayette en 1,825, y que Bolívar llevaba con orgullo ya que sentía una gran admiración por el prohombre estadounidense. El foco argentino del Río de la Plata se había mantenido prácticamente independiente. De allí salió la expedición militar comandada por José de San Martín hacia Chile, donde derrotó a los españoles y tomó la capital, Santiago. San Martín, el comandante en jefe del “Ejército de los Andes”, independizo a la Argentina (1,816), Chile (1,818) y, posteriormente al Perú (1,821. Perú fue el último territorio en independizarse de España. En 1,821 el virrey español abandonó Lima, aunque hasta 1,824 hubo una zona del virreinato en poder del ejército español, que fue derrotado en Ayacucho. 154


9 de julio de 1,816 la independencia de Argentina.

Independencia de Chile 1,818

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San Martín proclama la independencia en el Perú (1,821).

En el norte, la figura fue sin duda, Simón Bolívar “El Libertador”, en Jamaica vio a los antiguos esclavos negros, ser ahora revolucionarios. Entendió que sin la población de color, desde indígenas a pardos, no podría hacer ninguna revolución una minoría de criollos idealistas. Así que para la siguiente constitución, aprobó representación política para las gentes de color. Esto funcionó, muchos antiguos soldados que luchaban por España decidieron pasarse a un bando donde les diesen representación política. El gran ejemplo es Pablo Piar, hijo de un comerciante holandés y una negra, que fue un destacado general y un ídolo para esa América olvidada por su piel. A partir de ahí las victorias de Bolívar empiezan a ser imparables. Los españoles ven como sus filas desertan, no tienen diplomáticos con los que pactar con otras fuerzas. Y encima con el alzamiento de Riego se quedan sin refuerzos. Aun así aún queda mucha guerra, que 156


será cruenta y larga. Un ejemplo de ello es el manifiesto de Bolívar: “La Guerra a Muerte”, lo proclama el caudillo venezolano en 1,813. En ella se procedió a ejecutar a todo español que encontrasen, pues eran enemigos naturales de la revolución. Esto fue algo muy torpe a la larga, porque supuso dejar al territorio sin administradores, al margen de los costes humanos, que hicieron que los españoles resistiesen incluso cuando sabían que la campaña estaba perdida. Todo paró cuando el español Morillo y Bolívar, ambos masones, se dieron un abrazo para detener la guerra de ejecuciones. Mientras España estaba carcomiéndose a sí misma durante el reinado de Fernando VII y las revueltas liberales, Bolívar logró el apoyo de ingleses. Tal es así que la Legión Británica tiene muchos de sus apellidos –Ferguson, Smith– grabados en los monumentos a los caídos. Y en muchas batallas fueron una fuerza eficaz. Bolívar demostró haber aprendido mucho en sus exilios, como cuando convenció a los llaneros –grupo de delincuentes y mercenarios– de ayudarle tras pasar noches al raso con ellos. Él ya no era un señorito, ahora era un curtido libertador. En el cruce de los Andes de Norte a Sur, emuló a Napoleón o Aníbal. Su leyenda ya era un hecho: “El Napoleón de las Américas” sería uno de sus apelativos favoritos. Entrando con sus tropas en Santa Fe de Bogotá. En 1,821, tras la batalla de Carabobo, ocupó Caracas, y Venezuela alcanzó la independencia. Después decidió dirigir la guerra hacia Quito y Ecuador. Bolívar soñaba con una Gran Colombia, que reuniera las actuales Venezuela, Colombia y Bolivia; y en una segunda fase, llegar a una federación de estados americanos, una entidad política similar a la que se daba con los Estados Unidos en el norte. Bolívar observaba como el proclamarse dictador no le hizo gracia a los suyos. Nadie quería servir a “Simón I de las Américas”. 157


Sus decretos eran altamente reaccionarios: prohibición de leer autores liberales, prohibición de casarse con españoles, y prohibir las reuniones de masones. A nadie le gustaba eso. Simón Bolívar fue soñador, pragmático y tirano a la vez. Seguramente será muy difícil juzgar, desde cualquier óptica. Pero queda claro que tanto los que lo ponen como un traidor por haber traicionado a Miranda y los ideales libertarios, como los que hablan de un nuevo mesías, se equivocan. Seguramente con sus virtudes y sus defectos, solo es un hombre. Y como tal la historia debe observarle. En México, por su parte, se siguió un proceso distinto hacia la independencia. Agustín de Iturbide transformó México en un imperio independiente en 1,821, con el apoyo de la jerarquía eclesiástica, el ejército y los criollos, como un sistema nada liberal y para frenar cualquier reivindicación de las clases más populares. En 1,823, las Provincias Unidas de América Central (Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Honduras y El Salvador) se declararon independientes de España y de México. En los años posteriores a la independencia de América Latina, fracasó el sueño de Bolívar de una América federada en un sistema de naciones. Cada país siguió su propia trayectoria. Además, no se intentaron crear sociedades más libres con sistemas liberales avanzados, sino que establecieron sistemas políticos dominados por los criollos y no se cumplieron las promesas hechas a indígenas y mestizos en las luchas por la independencia. Tampoco se concedió la libertad a los esclavos negros. Una vez alcanzada la independencia de España, los nuevos estados latinoamericanos se convirtieron, con alguna excepción, en sistemas republicanos, controlados por los criollos. El principal problema interno fue el mantenimiento, cuando no el incremento, de la desigualdad social. Los criollos contaban con todos los resortes del poder político y económico, frente al resto de la población, eminentemente campesina. El segundo problema 158


de estos estados fue la inestabilidad política que padecieron y que generaron dictaduras y el fenómeno del caudillaje. En la zona norte de la América Latina uno de los hechos más destacados fue la guerra entablada entre Estados Unidos y México, que se inició en el año 1,846. El resultado de la contienda fue muy grave para México, ya que en 1,848 había perdido casi el 50% de su territorio. Eso provocó la creación de nuevos estados que se integraron en los Estados Unidos: Texas, California, Nevada, Utah, Nuevo México y Colorado. Bajo la presidencia de Benito Juárez, México sufrió la invasión de tropas francesas, españolas y británicas para obligar al país a pagar sus deudas. Pero muy pronto se vio el interés de Napoleón III por imponer un nuevo sistema político en el país más acorde con ciertos intereses económicos relacionados con la posibilidad de la construcción de nuevo canal interoceánico. Para ello, impuso al príncipe Maximiliano como emperador, aunque el experimento político terminaría en un fracaso rotundo y con la vida del propio emperador.

El panteón de los héroes 1,898 de Arturo Michelena (1863-1898), la Alegoría a los héroes de la independencia americana.

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Es innegable que estas luchas independentistas fueron promovidas por los masones, que lucharon en ella para obtenerla, así como que fueron ellos los que participaron de sus iniciales gobiernos. “Las enormes extensiones del continente permitieron y obligaron a guerras de movimientos que recorrían distancias sorprendentes. Los ejércitos fueron siempre pequeños, rara vez combatieron en una batalla más de 7,000 hombres por bando, y con frecuencia no llegaron a los 2,000. No aparecieron estrategas excepcionales, aunque Bolívar tuvo la muy afortunada iniciativa antes mencionada, y San Martín fue un jefe muy apreciable. Entre los prohispanos destacaron Morillo y el virrey Abascal, del Perú” (Pío Moa , Más sobre la independencia de América). Respecto a la influencia de la masonería en el proceso de independencia de América española, está clarísima su importancia, hasta culminar en la última batalla –Ayacucho–, en la que el ejército español supuestamente fue traicionado por sus generales porque habían llegado a un entendimiento, propiciado por la común militancia masónica, con Sucre, debido a que en la noche anterior a la batalla, los masones de ambos bandos tuvieron una reunión logial con la finalidad de conocerse y evitar un posible e innecesario derramamiento de sangre. A esto hay que sumarle, por un lado, la desidia con la que se vivió el proceso en España, que no proporcionaba los refuerzos suficientes a sus tropas leales que combatieron durante casi veinte años por todo el continente. Por el otro los movimientos revolucionarios en España simpatizaron con los independentistas considerándolos aliados de hecho en los conflictos internos como si se tratara de una guerra civil en lugar de una guerra de secesión. Sobre la existencia de una conspiración masónica antes de la batalla de Ayacucho, hace años tocamos el tema y decíamos lo siguiente: “La capitulación es llamada por el historiador español Juan Carlos Losada, como “la traición de Ayacucho” y en su libro 160


“Batallas decisivas de la Historia de España” afirma que el resultado de la batalla fue pactado de antemano. El historiador señala al mariscal de campo Juan Antonio Monet como el encargado del acuerdo, afirma que este general se presentó en el campamento patriota a las 08:00 horas del 9 de diciembre; allí conversó con el general Córdoba, mientras sus oficiales confraternizaban con oficiales independentistas. Para el historiador fue el último intento de acordar la paz, que Monet no pudo aceptar pues le exigían reconocer la independencia. Losada afirma que Monet regresó al campamento español a las 10:30 horas para anunciar el comienzo de la batalla. Losada escribe que la batalla fue una comedia urdida por los generales españoles; perdida toda esperanza de recibir refuerzos desde la Metrópoli, sin fe en una victoria sobre los rebeldes independentistas, imposibilitados para firmar la paz sin reconocer la independencia del virreinato, y defraudados por el fracaso de los liberales constitucionalistas en España y por el regreso del absolutismo, pues los generales y oficiales españoles del virrey La Serna no compartían la causa de Fernando VII, un monarca acusado de felón y tiránico, símbolo del absolutismo. Los jefes españoles, de ideas liberales, y acusados de pertenecer a la masonería al igual que otros líderes militares independentistas, no siempre compartían las ideas del rey español Fernando VII. Por esta razón el historiador Losada dice que los generales urdieron la comedia para regresar a España en calidad de vencidos en una batalla, no como traidores que se rindieron sin luchar. Por ello afirma que “los protagonistas guardaron siempre un escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, sólo podemos especular, aunque con poco riesgo de equivocarnos”. Una capitulación, sin batalla, se habría juzgado indudablemente como traición. Por el contrario el comandante Andrés García Camba refiere en sus memorias que los oficiales españoles apodados más tarde 161


“ayacuchos” fueron injustamente acusados a su llegada a España: “señores, con aquello se perdió masónicamente” se les dijo acusatoriamente, -”Aquello se perdió, mi general, como se pierden las batallas”, respondieron los jefes españoles” (Herbert Oré B. Las Gestas Libertarias, Págs. 37-38). Las Guerras de independencia hispanoamericanas generaron la pérdida de los virreinatos y las capitanías generales que formaban parte del Imperio español, el que quedó muy reducido territorialmente y diezmado económicamente. Ello significó un desastre para la Monarquía española y para la corona. Para los comerciantes de Cádiz, la administración gubernamental española, los nobles y, naturalmente, para la familia real –propietaria directa de estos bienes realengos– desapareció una fuente esencial de ingresos –las riquezas y los caudales de Indias–, fundamentales para la Real Hacienda y el monopolio gaditano. El sector más humilde o de menores recursos de la nación española, en cambio, se mostró indiferente a la independencia americana y en todo momento lo consideró un problema en cierto modo ajeno a ella, ya que América estaba desligada para la inmensa mayoría de los sectores desfavorecidos entre los españoles peninsulares, campesinos, trabajadores o comerciantes de clases medias o altas, no existía relación alguna con sus vidas, y no les reportaba ningún beneficio o perjuicio.

Como son recordados los héroes de la independencia. La literatura con cierto retraso a los sucesos históricos significativos, suele reelaborar los hechos, y esto también es válido para la literatura hispanoamericana sobre la guerra por su independencia. Se tematiza en la novela histórica, en aquel género de moda en Europa. Pero al lado suyo, la rememoración del período de la independencia se expresa en la lírica –adoptando principalmente la forma de odas patrióticas–, así como también 162


en textos historiográficos, en biografías noveladas y en autobiografías. En la mitad del s. XIX, en Hispanoamérica no existía una marcada diferenciación entre letrados, políticos y militares como la que había en Europa. Esto significa que muchos de los letrados eran a la vez luchadores independentistas y por lo tanto colocaban la escritura a continuación de esa lucha, o al servicio de la revolución. Ello explica el retraso en el tratamiento de la independencia en sus escritos literarios –muchas de las obras significativas recién aparecieron en la segunda mitad del siglo–, así como también su estética específica. El Romanticismo europeo, sobre todo el francés, fue tomado como modelo por los liberales, por sus implicancias políticamente nacionalistas. La traducción cultural de los modelos europeos trajo como consecuencia que la confrontación con la independencia en la literatura hispanoamericana fuera estéticamente menos radical que el Romanticismo europeo. Más que una crítica a los movimientos independentistas, los escritores de las elites criollas del s. XIX, se interesaban en la construcción de naciones independientes y en su legitimación política y cultural, así como en la creación de una cultura nacional lo más homogénea posible. Por eso, la identidad nacional está en el centro de la literatura pos independencia, subordinada a esa. En el s. XIX, y pasando por alto los textos autobiográficos así como los panfletos de los héroes de la independencia –la mayoría de naturaleza glorificadora–, aparecen una gran cantidad de las llamadas novelas históricas, que en sentido estricto no eran históricas. Crearon un tipo ideal de patriota liberal que luchaba por la independencia, o la defendía, y en último término representaba la versión exitosa de la historia del liberalismo hispanoamericano, donde desaparecían los enfrentamientos internos en las ex colonias hispanas luego de sus independencias, mientras en la realidad histórica, tras la independencia, se acre163


cienta más la opresión de la población indígena y se mantiene la esclavitud. En estas novelas históricas, Eros y Polis están tan vinculados entre sí que el amor a la mujer y a la nación constituyen una unidad armónica dentro de la ficción fundacional del moderno Estado nacional independiente. Ejemplo de ello son las novelas Amalia (1,851), del argentino José Mármol, o Martín Rivas (1,862), del chileno Alberto Blest Gana. Al lado de héroes ficticios de tales alegorías nacionales, se presentan figuras y acontecimientos históricos. Surgen novelas que arrojan una luz positiva acerca de las luchas por la independencia, como por ejemplo Sacerdote y caudillo (1,869), del mexicano Juan A. Mateos, que narra la vida de Miguel Hidalgo, o Venezuela heroica (1,881), del venezolano Eduardo Blanco. Y se publican, cada vez más, obras que adoptan una posición crítica frente a los caudillos y a los militares que gobiernan dictatorialmente. El ejemplo más conocido es Facundo o civilización y barbarie (1,845), del argentino Domingo Faustino Sarmiento. “Recién con el florecimiento de la “nueva novela histórica” en el subcontinente, a partir de los años ochenta, el período de la independencia vuelve a ponerse de moda literariamente. Sólo que las imágenes heroicas del s. XIX son de construidas; los líderes heroicos de los movimientos independentistas mutan a antihéroes, presentándose reducidos a una medida humana con todas sus debilidades, y con sus amores y aficiones personales al margen de la acción política” (Friedhelm Schmidt-Welle, Héroes y antihéroes). Enrique Escribens Correa, Comandante de la Fuerza Aérea del Perú en el año 1,951 en Lima publica la novela sobre la vida de Bolívar, “Amaneció en la Cumbre”, que previamente había sido publicado como un folletín por el diario “El Comercio” de Lima en 1,950, que en su comentario referido a la novela el 29 de noviembre de ese año dice: “Una novela sobre Bolívar no puede cometer infidelidades, debe de tejerse con los acontecimientos 164


reales de su vida. ¿Cómo hacer eso, sin que la novela se transforme en una pesada biografía? Difícil es decirlo”. Eso es verdad por ello el Embajador de Venezuela Leonardo Altuve Carrillo, en Lima escribe: “Si se revisara los escritos del genio, con el prisma de la novela, se encontrará en sus personalísimas visiones, la fantasía prodigiosa de la que como un mago, él va extrayendo la acción, elaborando la epopeya y dando forma a una historia singular. Es, felizmente, la impresión que logra dar usted en su libro”. Escribens Correa, en su novela, refiriéndose a la “Batalla de Ayacucho” nos dice: “Mientras tanto, Bolívar, estaba en Lima. Cuando se estaban produciendo los acontecimientos de aquella memorable mañana” (Amaneció en la Cumbre, Pág. 304), y refiriéndose a sus últimos días escribe: “Bolívar que había recibido pleitesía y homenajes; riquezas y alabanzas; coronas de laurel y flores exóticas, quién sabe cómo pocos en el mundo, era ahora, un herido más de la indiferencia y del rencor. Mortal al fin, la fiebre en el cuerpo y dolor en el alma, tumbaban al Coloso Americano autor de un nuevo Continente” (Amaneció en la Cumbre, Pág. 397). En 1,969, en El mundo alucinante, el cubano Reinaldo Arenas había contado la vida, el exilio y las aventuras de Fray Servando Teresa de Mier en una cabalgata de elementos fantásticos y realistas, escribiendo de ese modo más una alegoría del presente en su país que una historia del héroe de la independencia mexicana. En 1,981, el venezolano Arturo Uslar Pietri, en La isla de Robinsón, hace mayor hincapié en el fracaso de las ideas ilustradas de Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar, que en su influencia en el movimiento independentista. En Los pasos de López (1,986), del mexicano Jorge Ibargüengoitia, un solitario y desorientado Miguel Hidalgo vaga por el territorio sin que se le presente la ocasión de llevar a cabo actos heroicos. El colombiano Gabriel García Márquez, en El General en su laberinto (1,989), cuenta los últimos meses de la vida de Simón Bolívar como una consunción que va de la mano con la agonía de su sueño político de una Latinoamérica unida. Como ya sucedía 165


en El otoño del patriarca (1,975), la soledad del poder se encuentra en el centro de la novela. Y el mexicano Carlos Fuentes describe en La campaña (1,990) la búsqueda del gran amor de su héroe ficticio Baltasar Bustos, que a consecuencia de ello se ve envuelto más bien por casualidad que por convicción política en las convulsiones de la Revolución. “Los autores mencionados son tan sólo algunos de una multitud de escritores que se han ocupado de nuevo de la independencia nacional. La mayor parte de las veces sucede ello en el sentido de una deconstrucción de las figuras de los héroes. Y son casi exclusivamente autores, y no autoras, quienes se ocupan del tema. Ni siquiera en el siglo XIX habían desempeñado los héroes de la independencia un papel destacable en la literatura femenina hispanoamericana, con algunas excepciones, como los cuentos y novelas cortas de la argentina Juana Manuela Gorriti” (Friedhelm Schmidt-Welle, Héroes y antihéroes). Son muchos los escritos que exaltan a los héroes de la independencia: En 1,844 el “Archivo Americano y espíritu de la prensa del mundo”, en su sección dedicada a hacer la revista de los periódicos europeos, reproduce un artículo publicado en París bajo el título “Cartas sobre la América del Sur” donde se transcriben estos párrafos del periódico parisino “La Presse” del 31 de Agosto, 8, 13, 15 y 19 de setiembre de 1,843: “[... ] todos los héroes de la Independencia, incluso el mismo Bolívar, han sido víctimas de la indiferencia o de la reprobación de esas Repúblicas que ellos mismos han fundado. El General San Martín, que ha conquistado dos Repúblicas para la Independencia –Chile y el Perú–, es el solo hombre, que haya comprendido que la obra de organización debía ser separada de la obra de la conquista; así ha sabido resistir a la ambición de fundar, que ha perdido á Bolívar; se ha retirado de la arena, una vez terminada 166


la misión de libertador. San Martin se encuentra actualmente en Paris. Su nombre es, con el de Rosas, el solo realmente popular hoy en toda la América del Sur” (Archivo Americano y espíritu de la prensa del mundo, 1,946, tomo I: 308-309. Nº 12, mayo de 1,844). Los términos en que se expresa “La Presse” nos demuestran que San Martín no sólo no era un desconocido en América sino que tampoco lo era en el concierto internacional. El periódico valora el papel jugado por San Martín como Libertador de naciones y resalta, asimismo, la popularidad del héroe. “San Martín estaba presente en la memoria compartida, presente en el ideario social por ser una figura arquetípica, paradigmática. Marcados por esta realidad, los contemporáneos de San Martín valoraron y enaltecieron su figura desde épocas muy tempranas. No había que hacer una invención del héroe porque el héroe estaba allí presente en la sociedad que lo conoció” (Andrea Greco de Álvarez, San Martín en el imaginario popular del siglo XIX). Sobre Bolívar se dice: “¿Y por qué influyo tanto Bolívar como influyo Napoleón, en el destino de las naciones? Porque fue, como Napoleón, un hombre de genio extraordinario. Con todos los defectos que quiera reconocérsele, y algunos más, Bolívar quedara siendo ante la historia una de las diez o doce figuras máximas que ha producido la humanidad” (Rufino Blanco Fombona, Ensayos Históricos, Pág. 422). En el Perú José Carlos Mariátegui, un destacado luchador y político socialista, en su obra más importante “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana” sobre los masones de la independencia nos dice: “Tuvo el Perú un clero liberal y patriota desde las primeras jornadas de la revolución. Y el liberalismo civil, en muy pocos casos individuales se mostró intransigentemente jacobinos y, en menos casos aún, netamente antirreligiosos. Procedían nuestros liberales, en su mayor parte, de las logias masónicas, que tan activa función tuvieron en la preparación de la independencia, de modo que profesaban casi todos el deísmo que hizo de la masonería, en los países latinos, algo así como un 167


sucedáneo espiritual y político de la reforma” (José Carlos Mariátegui, Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, Pág. 155). Los peruanos siempre han manifestado su enorme aprecio a José de San Martín, al extremo que casi lo consideran un peruano más, mientras que a la figura de Simón Bolívar lo ven un poco más distante, debido a su comportamiento antes de la batalla de Ayacucho como a su proceder luego de ella, sin embargo no deja de ser llamado con cierta reverencia “El Libertador”, mientras que su propuesta de conformar la “Gran Colombia” resulta odiosa. En la batalla de Junín –Perú 6 de junio 1,824– cuando los patriotas estaban por perder la batalla, por la carga de la caballería española de Canterac, el General La Mar dio orden de retirada, pero el militar peruano José Andrés Rázuri Esteves, ayudante del primer escuadrón de los Húsares del Perú, cambió esta orden, para que la caballería patriota, comandada por el argentino Isidoro Suarez, atacara por un flanco descubierto de los realistas, y con ello los patriotas derrotaron a los realistas. Después de ello Bolívar se retiró a Lima, dejando como jefe del ejército patriota a Sucre, que luego éste ganara la batalla de Ayacucho –Perú 9 de diciembre 1,824. Terminada la batalla de Junín, el general La Mar mandó llamar a Rázuri y le dijo: “Debería usted ser fusilado; pero a usted se le debe la victoria de hoy día”. Bolívar, que se había alejado un tanto del escenario y ya daba por hecho la derrota, estalló en alegría al enterarse de la victoria y cambió el nombre de los Húsares del Perú por el de “Húsares de Junín”, tal como se les conoce hasta hoy en día. El libertador Simón Bolívar fue desmitificado por el peruano Herbert Morote en su libro “Bolívar, libertador y enemigo Nº 1 del Perú”, en un momento en que el prócer era idealizado por 168


el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como figura de izquierda. El historiador, economista y escritor Herbert Morote, tras varios años de investigación de la presencia y la correspondencia epistolar de Bolívar, descubrió que “hizo mucho daño al Perú”. “Lo sacrificó, expolió y lo cercenó en más de 1,1 millón de km2 de Guayaquil y el Alto Perú, y pretendió apoderarse de Jaén y Maynas, dos provincias peruanas, e hizo los preparativos para regalar a Bolivia la costa sur del Perú a partir de Arica”, sostiene en su libro de 227 páginas. Morote, estudió las cartas del libertador venezolano (1,783-1,830), develando aspectos pocos difundidos del prócer “cuando la naciente República del Perú sufrió una brutal represión y la desmembración de su enorme territorio como no le ocurrió a ningún país en América”. En el libro, el autor rechaza que el prócer haya sido un defensor de los pobres y de los indígenas conforme se asegura en varias obras. “Antes de iniciar su campaña por la independencia del Perú, Bolívar no había tenido experiencia en tratar con poblaciones indígenas descendientes de una civilización como la incaica, en Venezuela las clases bajas estaban compuestas por pardos (mulatos) y esclavos. Su primer encuentro con indios quechua parlantes lo tuvo en Ecuador, y le fue imposible entender su idiosincrasia, en cambio se apropió de él todos los prejuicios de los colonialistas españoles y los criollos racistas. Como vimos anteriormente el Libertador escribió desde Ecuador una carta en la que decía: “Los indios son todos truchimanes, todos ladrones, todos embusteros, todos falsos, sin ningún principio moral que los guíe”. La actitud del Libertador la describe el historiador John Lynch: Los indígenas de Perú, a diferencia de los pardos y los negros, no ocupaban un lugar central en las preocupaciones de Bolívar” (Herbert Morote, BOLÍVAR, LIBERTADOR Y ENEMIGO Nº 1 DEL PERÚ, pág. 75). 169


“Bolívar reinstaló ese tributo del indígena, y éste tuvo que pagar por el hecho de pertenecer a la raza oriunda del Perú. Con esta medida Bolívar dejó atrás su proclama de igualdad de todos los ciudadanos y las intenciones de San Martín y de Luna Pizarro de hacer del Perú un país integrado” (Herbert Morote, BOLÍVAR, LIBERTADOR Y ENEMIGO Nº 1 DEL PERÚ, pág. 78), el mismo tributo también lo reinstalo en Ecuador. Hay abundante referencia sobre su ambición desmedida: “No había pasado un año de la batalla de Ayacucho y el Perú ya había sido amputado para siempre, pero eso no era suficiente ante los ojos del Libertador. La oposición soterrada de los peruanos era latente y exageradamente temida por Bolívar, por lo tanto para dominar en América había que debilitar más al Perú, era necesario, pues, quitarle su posibilidad hegemónica frente a las repúblicas vecinas, para que él, como Presidente Vitalicio con derecho a nombrar heredero, mandase sobre todos” (Herbert Morote, BOLÍVAR, LIBERTADOR Y ENEMIGO Nº 1 DEL PERÚ, pág. 182). Bolívar tuvo serios problemas con los masones después de la batalla de Ayacucho. Su compatriota, Antonio José de Sucre, que también era masón al igual que Santander y muchos otros colaboradores del Gobierno, advierte a Bolívar sobre la conspiración que se estaba gestando entre algunos hermanos de las Logias. En respuesta, el 21 de octubre de 1,825, el Libertador le dirige comunicación al General Santander, tildando de malditos y charlatanes a los conspiradores de la Francmasonería Bogotana: “Malditos sean los masones y los tales filósofos charlatanes. Estos han de reunir los dos bellos partidos de cuervos blancos, con cuervos negros: al primero por quererlo humillar, y al segundo por quererlo ensalzar. Por los filósofos, masones y cuervos, no he de ir a Colombia. Por acá no hay nada de esto, y los que haya, serán tratados como es justo. Soy de usted de corazón. Bolívar”. El Libertador, con esa sutileza diplomática, en esa carta insultaba indirectamente a Santander, que Bolívar consideraba, era 170


uno de los artífices de los grupos masónicos disidentes. Algunos integrantes de la Logia de Bogotá, que tenían las mayores fortunas, conspiraban y planificaban asesinar a Bolívar, como efectivamente lo intentaron, cuando 37 asesinos irrumpen el Palacio de Gobierno el 25 de septiembre de 1,828, donde milagrosamente Bolívar salva su vida, gracias a la intervención oportuna de su compañera Manuela Sáenz y la de sus edecanes. Como respuesta al atentado, el 8 de noviembre de 1,828, el Libertador emitió un decreto prohibiendo la masonería en Colombia, alegando que las sociedades secretas de Nueva Granada, servían solamente para preparar los trastornos públicos, turbando la tranquilidad y el orden establecido; que ocultando ellas todas sus operaciones con el velo del misterio, hacen presumir fundadamente que no son buenas, ni útiles a la sociedad. El decreto fue promulgado 1 mes y 13 días después del atentado en Bogotá, y luego de haberse publicado en el órgano de la logia de esa ciudad, se encontró una nota que decía: “Puede ser que Obando haga con Sucre lo que nosotros no pudimos hacer con Bolívar”. DECRETO. Artículo 1º: Se prohíben en Colombia todas las sociedades o confraternidades secretas, sea cual fuere la denominación de cada una Artículo 2°: Los Gobernadores de las Provincias, por sí y por medio de los Jefes de Policía de los Cantones, disolverán e impedirán las reuniones de las sociedades secretas, averiguando cuidadosamente si existen algunas en sus respectivas provincias. Artículo 3°: Cualquiera que diere o arrendare su casa o local para una sociedad secreta incurrirá en la multa de 200 pesos, y cada uno de los que concurran, en la de 100 pesos por la primera y segunda vez; por la tercera y demás será doble la multa; los que no pudieren satisfacer la multa sufrirán por la primera y segunda vez dos meses de prisión, y por la tercera y demás será doble la pena. 171


Parágrafo 1°: Los Gobernadores y Jefes de Policía aplicarán la pena a los contraventores haciéndolo breve y sumariamente, sin que ninguno pueda alegar fuero Cero en contrario. Parágrafo 2°: Las multas se destinan para gastos de policía, bajo la Dirección de los Gobernadores de las Provincias. El Decreto fue el resultado de una conspiración que se gestaba en Colombia, cuando algunos masones conspiraban en la Logia de Bogotá, a la cual pertenecía Pedro Carujo, masón en Grado 18, implicado en el asesinato de Sucre y en las tres oportunidades en que quiso asesinar al Libertador: en Soacha, población cercana a Bogotá; la fiesta de las máscaras donde lo esperaban los hombres disfrazados con puñales ocultos; y el atentado en el Palacio de Gobierno del 25 de septiembre; todos en 1,828 cuando la Dictadura hacía mella en la oligarquía colombiana. ¿Qué motiva a los masones para oponerse a Bolívar? La respuesta es compleja, pero se debía a que Bolívar quería ser un emperador en los países que libero. “Simón Bolívar siempre ansió el poder, como documenta José Ignacio García Hamilton en “Simón, vida de Bolívar”. Fue el revolucionario que traicionó a Francisco de Miranda y lo entregó a los españoles; el demagogo que en público adulaba a los mestizos, indios y mulatos, pero en privado decía ser un “aristócrata de corazón”; el cruel militar que declaró la “guerra a muerte”, fusiló sin piedad a los prisioneros y se constituyó en dictador; cuyo sueño era ser coronado como una especie de emperador ambulante de una federación de países de toda Sudamérica. Hasta el fracasado de Carlos Marx expresó muy bien quién era Bolívar: “proclamó un Código Boliviano (que era) un remedo del Código Napoleónico”, el cual proyectaba trasplantar a una república sudamericana unificada, “cuyo dictador sería él mismo, dando así alcance a sus sueños de que la mitad del mundo llevara su nombre”. Es curioso que el promotor del “socialismo del siglo 172


XXI”, Hugo Chávez, endiosa a Bolívar, y Marx, padre del socialismo, lo despreció. Bolívar fue el megalómano que dijo: “Yo no serviré la presidencia sino en tanto que ejerzo... facultades ilimitadas..., Colombia no se gobierna sino con un poder absoluto... se necesita un ejército de ocupación para mantenerla en libertad...”. El que le escribió a Francisco de Paula Santander: “Solamente un hábil despotismo puede regir a la América”; y: “Usted no puede imaginar la necesidad que tienen en Lima de un hombre que los dirija en todo... Nadie sueña, nadie piensa, nadie imagina que puede existir el Perú sin mí”. Luchó por la independencia, pero con el afán de hacer constituciones políticas a su medida. Como revela Enrique Krauze en “Redentores”, Carlyle señaló que, por lo menos en dos ocasiones, en diferentes lugares, Bolívar construyó una Constitución compuesta por un gobernante supremo vitalicio –él mismo– con libertad para nombrar a su sucesor. En 1,828, con el pretexto de evitar “la anarquía”, se proclamó jefe supremo del Estado con el título de Libertador Presidente y se arrogó la facultad de dictar o derogar leyes” (La Nación, Simón Bolívar, otro héroe que no lo fue, Hugo Chávez, endiosa a Bolívar, mientras que Marx lo despreció, 20 agosto, 2,012) Los masones ingleses no dejaron de apoyarlo ni en sus más difíciles momentos de su vida, así en la Isla de Jamaica, el comerciante inglés establecido en Kingston, señor Maxwell Hyslop, viejo amigo del Libertador, cuando la noticia de su precaria salud llegó a la isla. Como compañero masón, el comerciante inglés envió ayuda y al efecto, solicitó al Gobernador de la isla el envío de un médico especialista a Santa Marta, junto con un arsenal de medicinas, en la desesperación de salvar su vida. De inmediato, el Dr. Michael B. Clare, afamado cirujano y por cierto Gran Maestro de la Logia Masónica, se embarcó en la fragata de guerra “Blanche” hacia Santa Marta, llevando consigo, además, 173


suficiente dinero para cubrir las necesidades de su Excelencia. Pero todo fue en vano. La embarcación fondeó en el puerto de Santa Marta el 18 de diciembre de 1,830, cuando se rendían los últimos honores al Libertador, quién había muerto el día anterior. En el año 2,009 Carlos Rangel público un interesantísimo ensayo, que con mucho deleite fue acogido por los estudiantes universitarios de esa época, entre los cuales me encontraba y me sirvió para sostener agudos debates en mi alma mater la Universidad Nacional del Centro del Perú; en ella Jean-Francois Revel que prologa el ensayo decía: “En Latinoamérica, la guerra de Independencia fue una llamarada de odio antiespañol, una cólera violenta de hijos demasiado largo tiempo sometidos, un sacrificio ritual del padre. Fue, además, una guerra civil (muy pocos españoles peninsulares participaron en los combates), como si las dos mitades del alma latinoamericana hubieran salido a enfrentarse en los campos de batalla”. Pero esta sociedad “revolucionaria” no ha encontrado su camino. Ni con la descolonización ni más tarde ha logrado ser una comunidad moderna, dinámica, racional. Habiendo rechazado y destruido las estructuras del Imperio Español, no supo darse otras que fueran a la vez estables y más o menos humanas. La historia del s. XX prolonga la contradicción original de Latinoamérica. Sigue rebotando entre las falsas revoluciones y las dictaduras anárquicas, entre la corrupción y la miseria, entre la ineficacia y el nacionalismo exacerbado” (Carlos Rangel, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, pág. 15). Esto evidentemente es una verdad, aun cuando muchos aún no logran digerirlo, pese al tiempo transcurrido. Rangel nos recuerda que: “LOS LATINOAMERICANOS no estamos satisfechos con lo que somos, pero a la vez no hemos podido ponernos de acuerdo sobre qué somos, ni sobre lo que queremos ser” (Carlos Rangel, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, pág. 20). 174


Rangel dice sobre las luchas por la independencia que, “lo que había comenzado como un juego de aficionados a la política culminó como una explosión de odio contra todo lo español, una cólera violenta de hijos demasiado tiempo sumisos, un sacrificio ritual del padre histórico español. Muy pocos españoles peninsulares tomaron parte en los combates; pero pasaron cien años antes de que nadie se atreviera a decir lo que todo el mundo sabía desde el principio: que en su esencia, aquellas contiendas fueron guerras civiles entre hispanoamericanos. En algunos lugares los criollos ricos perdieron el control de la situación, de manera que la guerra y las convulsiones sociales que la siguieron (a veces durante buena parte del siglo XIX) fueron terriblemente cruentas y destructivas. Pero por lo mismo las sociedades posteriores han sido más abiertas, más capaces de tolerar y hasta de promover la movilidad social, más americanas en el buen sentido de la palabra. En otras regiones la guerra liquidó la soberanía imperial española sin conmover demasiado la sociedad, por lo cual las oligarquías criollas lograron en efecto sustituir pura y simplemente a los pro-cónsules peninsulares; y administraron luego exitosamente un poder tradicional y hereditario, en algunos casos hasta nuestros días” (Carlos Rangel, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, pág. 118 y 119). Cuando se refiere a Bolívar, dice que “Bolívar no se hacía excesivas ilusiones sobre la posibilidad real de la unidad hispanoamericana, por lo menos en aquel momento.Y no sólo porque Colombia, la gran nación que él trató personalmente de forjar con Venezuela, Nueva Granada y Ecuador se deshacía bajo sus pies, con los caudillos de cada región esperando su muerte o su renuncia para desmembrada, sino porque no sufriendo Bolívar complejos de inferioridad, o la necesidad de compensar con palabras heroicas actos mezquinos, pudo desde muy temprano pensar con claridad y decir con sencillez la verdad. En su Carta de Jamaica (1815), dice que en Hispanoamérica independiente, “una gran monarquía no será fácil de consolidar; una gran república, imposible. 175


Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo.Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a (Hispano) América” (Carlos Rangel, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, pág. 121). Además nos dice que “En relación de las fuerzas reales que podían incidir sobre el destino inmediato de Hispanoamérica, Bolívar no veía más que a Inglaterra como recurso y posible potencia protectora de las Repúblicas hispanoamericanas frente a las eventuales tentativas de reconquista por España empujada y ayudada por la Santa Alianza” (Carlos Rangel, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, pág. 121).

Como son representados los héroes de la independencia. La valoración del Gral. San Martín y su obra se dieron en vida del Libertador, tanto más luego de su muerte. Se empezaron a hacer, entonces, las estatuas y monumentos que perpetúan su memoria. El primero en 1,851 en Entre Ríos; luego fue la iniciativa de Tomás Guido de erigir una estatua ecuestre en San Lorenzo; en Santiago de Chile se formó una comisión con el mismo objetivo; en 1,862 se colocó la estatua en la Plaza San Martín de Buenos Aires. A estos siguieron los monumentos de Rosario, San Lorenzo y Yapeyú antes de terminar el s. XIX. El resto de las capitales de provincia y ciudades importantes fueron erigiendo sus monumentos o estatuas a comienzos del s. XX. Podría interpretarse que estos últimos, los de fines del s. XIX y comienzos del XX, fueron parte de la “construcción del mito” argentino. Pero eso no es así, quedaría sin explicación los numerosísimos monumentos construidos en todo el mundo ya que no podemos explicar cuál 176


podría ser el interés de esas naciones en “construir la identidad nacional” de la Argentina y para ello “erigieron el mito de San Martín”. Allí están las estatuas ecuestres, pedestres y bustos del General San Martín, el Libertador, en: Chile (Santiago, Maipú, Viña del Mar y Chacabuco), Perú (Lima, Callao y Pisco), España (Sevilla), Estados Unidos (New York y Washington), Inglaterra (Londres), Panamá, Paraguay (Asunción), Guatemala, Colombia (Medellín), Francia (París y Boulogne Sur Mer), Alemania (Berlín), Canadá (Otawa) y Ecuador (Guayaquil). Asimismo, Argentina empezó a surcarse de calles con nombres relativos a la gesta sanmartiniana. Así el plano de Mendoza de 1,854 nos muestra para entonces la existencia de las calles San Martín, Chacabuco, Maipú, San Lorenzo. En Buenos Aires la Plaza San Martín levanta el primer monumento en 1,862, emplazada en el lugar teatro de la enconada resistencia contra el invasor británico y del entrenamiento militar de los granaderos a caballo dirigido por el General San Martín. En este lugar se erigió el primer monumento ecuestre a San Martín y los héroes de la Independencia. En 1,869, el Banco de la Provincia de Buenos Aires emite los primeros billetes en los que aparece el retrato de San Martín. Se trata del billete de 500 pesos fuertes en cuyo anverso está dicho retrato. El diseño e impresión original fue efectuada por la Compañía Americana de Billetes del Banco de Nueva York y la emisión está fechada en 1 de enero de 1,869. Posteriormente, en 1,885, aparecerán nuevos billetes con el rostro del héroe. Los monumentos a Bolívar son también numerosos: monumentos en Boyacá y Medellin-Colombia, Río de Janeiro, Sevilla y Cádiz en España, Buenos Aires-Argentina, Panamá, Caracas-Venezuela, San Salvador-El Salvador, México-México, París-Francia, La Habana-Cuba, Lima-Perú, Guayaquil-Ecuador, Pereira-Brasil; estatuas en San Francisco y Central Park New York en los Estados Unidos, Londres-Inglaterra, Bucarest-Rumania. 177


En la pampa de la Quinua en Ayacucho, lugar donde se dio la batalla del mismo nombre con el que se sella la independencia del Perú e Hispanoamérica, se construyó un gigantesco obelisco en memoria a los héroes de tal gesta. Un obelisco en mármol, obra del artista español Aurelio Bernandino Arias, representa medio siglo de lucha por la libertad e la independencia americana, desde la Revolución de Túpac Amaru en 1,780 hasta su culminación con la victoria en la batalla de la pampa de la Quinua en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1,824. El monumento es una estructura de concreto armado de 44 m de altura, recubierta con mármol blanco. Tiene seis estatuas de bronce de 3 m de altura, que representan a los generales que comandaron la batalla: Antonio José de Sucre, Agustín Gamarra, José La Mar, José María Córdova, Jacinto Lara y Guillermo Miller. En la parte superior a ellos se puede ver, un medallón con la efigie del libertador Simón Bolívar que no estuvo en esta batalla. En la base, en una de las caras de ella, se escenifica la batalla, en memoria a los que lucharon en ella

Obelisco pampa de la Quinua-Ayacucho. Estatuas de bronce de los generales: Sucre, Gamarra, La Mar, Córdova, Lara y Miller. En la parte superior medallón con la efigie del libertador Simón Bolívar.

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Inferior izquierda del obelisco, una gigantesca representación de la batalla de la pampa de la Quinua, con escenas muy gráficas de esta gesta heroica.

El Monumento al “Ejercito de Los Andes”, es una obra artística del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari, se encuentra emplazado en la cima del Cerro de la Gloria, Parque General San Martín, en Mendoza - Argentina. Sobre una base de piedra cordillerana, se erige un conjunto escultórico realizado en bronce. Consta de la estatua ecuestre del General José de San Martín, a ambos costados de esta se encuentran representados mediante relieve los cuerpo de los granaderos a caballo; en los laterales y en la parte posterior se ubican tres frisos que relatan los sucesos más notorios de la formación del ejército: al costado Este se ubica la figura de Fray Luis Beltrán, destacado por su maestranza; en el costado Sur se observan las figuras de damas donando sus joyas y pertenencias de valor, y los más humildes colaborando con elementos varios; en el costado Oeste se cuenta la partida del batallón hacia Chile, y se resalta la figura del tropero Sosa. Más arriba en cada costado, en la pared Este se encuentra insertado el escudo argentino, mientras que en la Oeste se en179


cuentran los escudos chileno y peruano; países que el militar argentino liberaría respectivamente. En la parte superior, se entrona el símbolo de la Libertad –mujer con cadenas rotas en sus manos–, a su alrededor un grupo de Granaderos a Caballo al ataque, un poco más abajo se aprecia un cóndor –símbolo de los Andes– planeando vuelo. El escudo Argentino tiene parte de sus laureles incompletos, esto simboliza que San Martín no completó su visión: formar una sola nación con todo el continente Sudamericano. San Martín tuvo que abandonar su campaña en Perú y dejar paso a Simón Bolívar.

El Monumento al “Ejercito de Los Andes”, del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari, en la cima del Cerro de la Gloria, Parque General San Martín, en Mendoza - Argentina

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“La Independencia de las naciones americanas y sus héroes más conspicuos fueron dos de los motivos más representados en la estatuaria pública del continente. Los hechos ligados a aquella gesta, a la par de brindar discursos y figuras para ser entronizados como símbolos patrios, servirán a la vez como medio eficaz para que muchos gobiernos erigidos a partir de aquellas fechas sobresalientes, encontrasen formas de legitimación de su propio poder” (LA INDEPENDENCIA DE HISPANOAMÉRICA A TRAVÉS DE LOS MONUMENTOS DE SUS NACIONES de Rodrigo Gutiérrez Viñuales). En los otros países también se establecieron avenidas destinadas a la colocación de monumentos vinculados a las historias nacionales, en los que la Independencia siempre tuvo lugar y reconocimiento preminente, sin embargo esto genera una paradoja: Se luchó para no depender de Europa, pero los monumentos en bronces de los personajes que lucharon en ella, tuvieron que ser vaciados en los centros europeos como París, Roma, e inclusive Múnich, donde solían conseguirse precios más asequibles. El primer monumento ecuestre al masón Bolívar fue encargado por Perú, e inaugurado en Lima en 1,859. La obra fue realizada por otro italiano Adamo Tadolini, considerado uno de los discípulos más adelantados de Antonio Cánova. Este modelo fue uno de los más afamados y difundidos, llegándose al punto de que los propios venezolanos, como homenaje a su hombre más ilustre, no dudaron en solicitar una copia de esa estatua, la cual instalaron en Caracas en 1,874. Los venezolanos erigieron en 1,842 La Columna Bolívar en Mérida, para conmemorar el traslado de los restos del Libertador de Santa Marta en Colombia hacia Caracas. Esta es una columna de once metros de altura coronada en su capitel con un busto de bronce del héroe. 181


Monumento a Bolívar, Lima - Perú 1,868

La Columna Bolívar en Mérida, fotografía de 1,910.

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El Libertador de las actuales Argentina, Chile y Perú, el masón José de San Martín también tiene sus correspondientes monumentos, algunos con peculiares histórias. El primer monumento que se erige y que, con el paso del tiempo, habría de convertirse en la representación más característica y difundida, fue encargado en la década de 1,850 por Chile al escultor francés Joseph-Louis Daumas, por iniciativa de Benjamín Vicuña Mackenna. Enterado de este proyecto, el gobierno argentino se hizo con la delantera y consiguió una copia del mismo monumento, que se inauguró en Buenos Aires en 1,862. Al año siguiente la obra encargada por Chile, con ligeras modificaciones respecto de la argentina, fue inaugurada en Santiago.

Monumento del Libertador José de San Martín, Buenos Aires - Argentina

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Monumento a San Martin, Santiago de Chile - Chile

Los peruanos contrataron un monumento, tras concurso internacional, al escultor valenciano Mariano Benlliure que se inauguró en Lima en 1,921, año de la conmemoración del centenario de la independencia peruana. Nuevamente, como había ocurrido casi sesenta años antes con el Bolívar de Tadolini, Perú mostraba una independencia estética emplazando un monumento de carácter absolutamente original. 184


Plaza San Martín Lima-Perú.

Hace años un hermano masón, cuando cruzábamos la Plaza San Martín en Lima, me dijo que había una llama en el monumento a San Martín, y efectivamente así es. En un conocido libro sobre “curiosidades limeñas” –reproducido en otros libros y en muchas páginas de internet– se narra la historia del error de un ayudante del escultor Mariano Benlliure al colocar apuradamente ante la premura de la entrega de la obra, una llama Andina en lugar de la llama votiva que debía ir sobre la cabeza de la mujer que se encuentra en la parte delantera del monumento a San Martín. 185


La llama en el monumento a San Martín

Se decía, que era un error del ayudante de Benlliure, que colocó la llama andina en lugar de la llama votiva que supuestamente debía ir allí. Pero en realidad, ¿Que significa esa llama sobre la cabeza de la mujer en la parte delantera del monumento a don José de San Martín? “Pues es una alegoría al Escudo Peruano. La mujer es La Patria, que lleva en sus manos ramas del árbol de la Quina, elemento que aparece en el campo superior derecho de nuestro Escudo; sobre su cabeza lleva un yelmo que tiene dos Cornucopias que caen como orejeras, como sabemos la Cornucopia es el elemento que se encuentra en el campo inferior de nuestro escudo; y finalmente la llama como la llamamos, es el camélido que figura en el campo superior izquierdo del escudo. Todo el monumento es un homenaje a San Martín y la Patria, inaugurado en el Centenario de nuestra Independencia, en 1,921. Todos sus elementos 186


son alegorías a este suceso. Un error de estas dimensiones por su implicancia, hubiera sido muy criticado en su momento, y hubiera manchado la reputación de tan prestigioso artista” (Lima la única, La llama del Monumento a San Martín). Con simpatías y antipatías, las figuras históricas de los luchadores por la independencia de los estados de Norte América, los países de Centro América y la Antillas, así como de América del Sur, serán recordadas en la historia oficial de cada país; pero lo que no se dice en ellas, o se dice poco, es que fueron masones, que lucharon por la libertad, como otros tantos lo hicieron en diversas partes del orbe, fieles a los antiguos Principios Básicos Constitutivos de la Francmasonería Universal, aprobados en la Asamblea General de Francmasones que se reunió en París en el año 1,523, donde enunciaron: “17. Por los derechos de los pueblos de gobernarse libremente, según sus leyes y costumbres”, y plantean “26. Los principios de Universalidad, Cosmopolitismo, Libertad (no esclavitud), Igualdad (ante las posibilidades) y Fraternidad (como base de relaciones entre los hombres) son las metas de la Francmasonería”, que son distintas a los enunciados por la Constitución de Anderson de 1,723 y sus modificaciones posteriores: “si un hermano se rebela contra el Estado, no se le ha de apoyar en su rebelión, aunque se le compadezca por tal desgracia”.

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Monumento a San Martin, el abuelo inmortal con sus nietas.

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Denis Auguste Marie Raffet - Memorable y decisiva batalla de Ayacucho en el PerĂş. 1,926

A:.L:.G:.D:.G:.A:.D:.U Julio 2018 190


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