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Ilwen Sabores del campo: “Aparte de vender comida, vendemos la experiencia
Ilwen Sabores del campo:
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Preservar el sabor de la comida mapuche y campesina es la esencia de este emprendimiento que lo podemos encontrar en Quilaco, región del Bíobío.
Por Hispanos Emprendedores
Rodeado de naturaleza emerge Ilwen Sabores del Campo, restaurante que mezcla la comida mapuche con la campesina para darle un sabor especial a los comensales de la comuna de Quilaco, en la región del Bíobío y más allá.
Donatila Antinao es la líder de este emprendimiento quien junto a su esposo Sebastián Rivas se ha dedicado a defender la cultura mapuche en la zona. Ella misma es mapuche y señala que sus apellidos son indígenas, por ejemplo a Antu, “que viene del sol y nao está combinado con nahuel que es puma que anda de día”. Ataviada con el uniforme del restaurante y con los brazos cruzados narra con seriedad en la comodidad de su casa que es originaria de la comuna de Galvarino, en la región de la araucanía de la IX región de Chile, estudió turismo y se fue a Pucón a trabajar en el Gran Hotel Pucón donde permaneció por 10 años. Pero luego se casó y regresó a Quilaco, “aquí me vine con mi hija Rocío cuando tenía 3 añitos y llegamos aquí hace ya 10 años u 11 años mas o menos”.
Explicó que regresó porque el abuelo de su esposo estaba enfermo y le heredó la propiedad donde funciona el restaurante, “cada uno dejó su trabajo, todo para venir aquí a partir de cero”.
La idea de emprender se afianzó cuando nació su segundo hijo que tiene síndrome de Down, Tomás. Quieren dejarle una base económica a sus hijos y para ellos mismos, “era importante para nosotros renacer de nuevo a partir de cero, si ya habíamos dejado todo, teníamos que salir con algo”, afirmó con preocupación.
Donatila recordó que lo que tienen ahora no fue el primer intento de emprender, primero se les ocurrió un proyecto que tenía que ver con la agricultura aprovechando
la oportunidad que les brindaba la Central Angostura del Bíobio, porque el turismo no se había desarrollado.
Luego se atrevieron a postular un proyecto turístico en el que combinaron el talento de su esposo en la construcción y el de ella en la cocina. Pero destacó que no fue tan fácil, tuvieron que prepararse, hacer cursos. También contaron con la fortuna que la Central Angostura los apoyó por dos años, “nos dieron los fondos y hasta el día de hoy nos asesoran”, así se gestó Ilwen Sabores en 2015.
Reveló que Ilwen significa amanecer, “pero es rocío del amanecer y mi hija mayor se llama Rocío. Tendríamos que haberle puesto rocío de la mañana, o sea restaurante Ilwen Rocío de delicia, pero ya Ilwen Sabores del Campo es una marca, ya toda la gente sabe”, dice sonriendo.
Mezcla de sabores
Un detalle que soltó Donatila fue que no sabía cocinar. Estudió ecoturismo y sabía manejar personal, pero siempre le llamó la atención la cocina. Cuando comenzó el restaurante la que elaboraba las preparaciones era su suegra, quien trabaja como manipuladora de alimentos en colegios y siempre ha cocinado muy bien.
Llegaron a un acuerdo y su suegra estuvo al mando de la cocina por dos meses mientras ella aprendía, después realizó un curso y se lanzó a la aventura, “ahí fui haciendo mi propia mezcla, mi marido era el que probaba todos los platos y me daba el visto bueno. Mezclaba jugos, hacía pruebas con carne y fuimos sacando nuestros propios platos y salsas. Ninguna de nuestras salsas es a base de bechamel, todas son con productos naturales de acá, con verduras o cosas así. Y fuimos acostumbrando a la gente, le imponíamos a los señores que tenían que tomar jugos naturales y ahora vuelven por los jugos”.
En esencia la propuesta es la de rescatar ingredientes a los que la gente no le da importancia, “los cocinamos y los traducimos en rescate de nuestros antepasados”. Agregó que usan mucho el trigo, hacen mote con huesillo, lo usan en postres, la harina de pan integral y risotto de mote, “ocupamos todo lo que es el trigo”.
Lo otro que utilizan es el changle, que es un hongo de la zona, “lo hacemos en verduras salteadas, salsas, guisos, también utilizamos harto el piñón, la avellana. Todos son productos de recolección. Por ejemplo hacemos el digüeñe (hongo comestible), que es de un árbol que solo se da en el sur de Chile a partir de agosto en adelante, entonces nosotros lo coleccionamos hasta noviembre. Ahí hacemos el arroz con digüeñe, salsas, ensaladas y tenemos esos platos que solo se dan en el restaurante”.
El trato personalizado es otro factor que encanta a sus clientes, los reciben en un salón donde tienen la cafetería. Allí se pueden servir ellos mismos el café y agua con hierbas, “eso no se cobra y la gente lo valora”.
También se sirven de alianzas con vecinos que trabajan con verduras y siempre se preocupan por distinguirse de los demás, “nosotros no ponemos mantequilla a la entrada como los típicos restaurantes, ponemos un pedazo de quesillo fresco con ají verde y aceite de oliva; eso le da otro valor a nuestras comidas, como yo digo si los otros dicen blanco, nosotros decimos negro, esa es la diferencia de nosotros. Nuestros precios no
Asimismo, las personas que hacen rafting y los camping que están alrededor quieren trabajar con ellos y por eso siempre están llenos, “tenemos una buena alianza entre comunas”.
Otro elemento que los distingue es el hecho de que nunca cierran y brindan al visitante un ambiente acogedor que hace que los habitantes de las ciudades cercanas se acerquen al local, “tenemos la naturaleza, vivimos en un lugar súper lindo, donde hay árboles nativos, aparte de comer la gente puede recorrer el campo, aparte de vender comida, vendemos la experiencia. Lo otro que vendemos es calidad”.
Donatila contó que el primer plato que preparó aún lo sirven, carne a la olla con salsa de champiñones, con puré rústico picante, “todavía ese plato me lo piden, queda muy rico”. El más reciente fue un lomo de cerdo, con ají ahumado y miel, longaniza ahumada y risotto de mote. “igual vamos innovando”, aseveró.
Los retos de la adaptación
La competencia que tienen alrededor tiene funcionando entre 30 y 40 años por ello fue difícil cuando comenzaron, “siendo nueva, recién comenzando, nunca habíamos tenido un restaurante, enfrentarme a eso fue súper difícil, tuve que crear mis propios platos”.
Mientras que, con la pandemia tuvieron que adaptarse, individualizaron los espacios del restaurante y los colocaron cada dos metros, “nos adherimos a todo lo que nos exigió el servicio de salud”.
Perder su miedo a aprender a cocinar y tomar cursos fue otro reto, así como el hecho de tener que cocinar y atender al cliente, “esto no se puede perder. Queremos ayudar y cambiar de alguna forma para poder ayudar a la naturaleza”, con su propuesta.
Más innovación
Donatila quiere seguir ideando platos. Su plan es seguir funcionando y adaptarse a hacer tragos y otras cosas, pero siempre recuperando algún producto de su tierra. “Atender a nuestros clientes en terrazas, todavía no me quiero ir de mi sector, quiero crecer acá todavía. Quiero agrandar la cocina y la terraza. Mi deseo era hacer una ruca (vivienda rústica mapuche) y enseñar a los niños y a la gente a hacer un pan, hacer como una experiencia en turismo, enseñar a saludar y despedirse en mapuche. Tenemos todo para hacer delivery, pero no es muy fuerte”, aclaró. En ese terreno optaron por vender para llevar.
Espíritu luchador
Resalta que el emprendedor de por sí es aguerrido a pesar de todas las cosas que tiene que enfrentar, “si uno quiere lograr su objetivo. A pesar que un emprendedor tiene muchas dificultades, por ejemplo cuando empezamos a construir mi marido trabajaba sin ayudante y yo lo ayudaba a poner cada tabla que ponía en el restaurante, todos
Así se convirtió en la primera emprendedora de Quilaco, “ahora somos un referente a nivel regional. Si hay emprendedores que son luchadores acá, igual son aguerridos, hay que tener coraje para poder enfrentarse a todo”.
¿Qué es ser mapuche?
Como buena mapuche explicó que éstos son nacidos en esta zona donde habita actualmente, “antes ocupábamos gran parte de Chile, pero con la guerra de nuestros antepasados nos quedamos desde el Bíobío al sur. Somos una población bastante grande. Con los años se han ido mezclando los mapuches con los españoles”. Resaltó con orgullo que el mapuche es un pueblo originario de Chile. Que sus antepasados creían en Dios, en la madre tierra, en muchos dioses, “creen que todo espíritu está en el agua, en los árboles. Tenemos árboles sagrados como el Pehuén. En el fondo el mapuche es como el pueblo en general, pero tiene el cultrún que es un instrumento musical que nos representa súper bien”.
Añadió que dentro del mismo pueblo mapuche están por pehuenches, los huilliches lafkenches y los picunches, “donde estoy yo somos pehuenches que quiere decir que nos alimentamos del pehuén, de los piñones. Hacemos ceremonias y lo que más se respeta es la naturaleza, amamos la tierra”.