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Concepto y complicidad impactan en Siste María Shawarma

Transmitir Cultura a través de la comida árabe es el objetivo de un par de emprendedores que unieron su amistad para echar a andar un emprendimiento gastronómico en Los Ángeles.

Por Hispanos Emprendedores

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Emprender con socios no es nada fácil, pero Mario Chamy y Francisco Mahalub hallaron la forma de que funcione desde hace un buen trecho en Siste María Shawarma, un restaurante ubicado en Los Ángeles. Con el objetivo común de dar a conocer la gastronomía y la cultura árabe con el buen humor mantienen este negocio en forma exitosa.

El restaurante lo arrancó Mario en 2017. Por amor llegó a Los Ángeles desde Santiago y decidió emprender en esta área porque su abuela lo enseñó a cocinar y era una manera de rendir honor a dichas enseñanzas. Usó su ascendencia árabe para establecer el concepto del negocio.

Como su familia estuvo siempre ligada al comercio, él se inclinó a tener uno propio, “me acordé que mi bisabuela me enseñó mucho de cocina, de

la comida árabe, yo me crié con ella entonces me cayó la teja y dije ya, comida árabe, probemos algo distinto. Aparte que en la ciudad había un restaurante árabe y unos intentos por ahí de shawarma y bueno surgió la idea, buscamos un local pequeñito para poder partir y gustó. La única red de apoyo que tenía era mi pareja, Zaida”, contó en medio del área central del colorido negocio.

Al principio fue muy difícil porque no tenía conocimiento, sabía hacer las recetas árabes y de una vez se lanzó y se metió en la cocina. Pero después se fue entrenando y entendió que no es suficiente abrir un local para vender, sino que hay procesos, pasos y métodos que hay que cumplir para que tenga éxito. Él se limitó a seguir la fórmula de sus tíos y abuelos, y tuvo que adaptarse a los nuevos tiempos integrando las redes sociales y el marketing.

Esto lo hizo solo hasta hace más de un año cuando sumó como socio a Francisco, un médico traumatólogo de ascendencia árabe originario de Santiago que huyó del bullicio de la capital con su familia. Primero fue cliente y luego pasó a ser inversionista de Siste María Shawarma.

“Me acuerdo que era un negocio chico y un día fui, comí y me encantó la comida, conversé con Mario y empezamos a hacer amigos y me convertí en uno de los mejores clientes, iba todas las semanas a comer”, contó entre risas Francisco intercambiando miradas con Mario.

Con tono jocoso agregó que comenzó como inversionista indirecto porque cada vez que iba al restaurante pedía toda la carta, “Y así empezó, y un día Mario me dice ‘ oye primo hablemos de negocios’. Esto fue hace poco más de un año. Era diciembre y fuimos a tomar una cerveza y conversamos. Ahí Mario me explica que el negocio iba creciendo y esto necesitaba ya de apoyo logístico y monetario, y otras cosas; que había pensado en mí y yo dije vamos nomás. Fue justo antes de la pandemia, no sé si el primo tenía las cosas claras, si tenía una bola de cristal”, estalló en risas.

Comentó que cuando entró al ruedo cambiaron de local, se fueron a uno más grande y céntrico, pero poco después empezó la pandemia lo que les impidió usarlo a plenitud y los obligó a buscar otras estrategias.

“Tuvimos que empezar a reinventarnos, buscar estrategias, fortalecer el delivery y actualmente tenemos que dar gracias de que nos ha ido bastante bien, creciendo a pesar de las dificultades. Somos buenos socios, tenemos buena relación, nos llevamos súper bien, compartimos el gusto por la cultura árabe y por supuesto por su gastronomía”, acentuó Francisco.

Con este cambio Mario pudo dejar la cocina y hacerse cargo de las redes sociales, de administrar el local y tener la confianza y el tiempo de probar cosas, “con un apoyo surgen más ideas y hay con quien comentarlas”.

“La calidad del producto es el primer gancho tremendo que tenemos en este negocio, tu lo pruebas y te enamoras”

Siste María Shawarma surge como nombre porque así se llamaba la bisabuela de Mario y por ella mantiene firme el concepto de la buena comida árabe, “siempre nos enfocamos en un sabor verdadero de la comida árabe, me interesaba educar a la gente en términos de comida árabe. porque no se conocía, porque la gente tenía mucha confusión con los nombres, con todo”, expresó.

Se muestra satisfecho al comentar que la gente les escribe, les pregunta cómo hacer un falafel. Destaca que esa es la principal propuesta de valor del emprendimiento, “desde un principio fue educar en términos culinarios y luego el servicio, la rapidez, y ahora el delivery, que llegue bien a la casa, un buen producto digamos”.

Uno de los desafíos que tuvo que enfrentar fue la duda de los clientes en si era de ascendencia árabe o no. Recuerda que hasta le llegaron a preguntar por sus dos apellidos para comprobarlo, “fue muy raro”. Otra duda fue por su edad, porque se asocia más hacia la abuela, la tía. “Costó que entendieran que era el bisnieto”, entre risas señalando el retrato de su bisabuela que se encuentra colgado en una de las paredes del local.

De su bisabuela se siente orgulloso porque además de enseñarle a cocinar le dejó su historia que fue publicada en un reportaje, “eso

me ayudó mucho en marketing también, generar esta marca. Ya antes había decidido usar a mi bisabuela como marketing, era conocida en Santiago porque se dedicó a la comida muchos años. Ella murió a los 93”.

Para Francisco el valor agregado que tienen es la sazón casera con la que se caracteriza la comida que venden, “lo noté cuando era cliente. Esa tradición que tiene Mario, que eso no se estudia, se hacía notar en la comida. Segundo que Mario es obsesivo, eso es malo para algunas cosas pero bueno para la cocina. Eso se nota después, cuando pruebas la comida”, reveló entre las risas de Mario.

“Y tercero no solo se transmite sabor, sino cultura y eso va de la mano con los nombres de la comida, de la ambientación del local, aunque ahora no podemos ambientar nada, solo los empaques”, agregó. Mario acepta que la carta ha ido variando, pero lo más popular y vendido es el shawarma, explicó mientras Francisco mostraba el menú.

Los acompañamientos son el Kibbeh o kubbe frito y el crudo, “que es un bolita de carne molida, con trigo”, el falafel, “que es un croqueta de garbanzo apto para vegetarianos”, las hojitas de parra, “la gama de los rellenitos que vamos a incorporar ahora que son los zapallos, el ají, el morrón envuelto el repollo y las papitas rellenas”.

Y el kabab que es un clásico, “el pincho de carne que lo hacemos asado en una grilla para que realmente tenga ese sabor asado. Hacemos cuatro tipos de dulce, los dos que son con masa filo que es el baklava y el ceregli, y el otro que es el namura, que es un bizcocho de sémola, y el maamoul, Adelantó que tienen pensado incorporar más platos, aunque confesó que por poco se desvían del concepto del restaurante, “estuvimos a punto de incluir papas fritas”, soltó ante las risas de Francisco quien añadió, “era un toque discreto, dos papitas fritas encima de una hojita de parra”, bromeando con complicidad.

“La calidad del producto es el primer gancho tremendo que tenemos en este negocio, tu lo pruebas y te enamoras”, afirmó Francisco, mientras que su compañero piensa que el sabor es lo principal, “que el producto se defendiera solo con el sabor y la buena atención, me fueron agarrando confianza”.

Apoyo familiar

El artífice del proyecto manifestó que no tuvo tiempo para pedir

apoyo a las instituciones que respaldan el emprendimiento en la zona. Lo que sí hizo fue pedir un préstamo para comenzar con el aval de su madre.

Resalta que sus padres fueron de mucha ayuda cuando comenzó y luego llegó el respaldo de Francisco.

Proyecto de expansión

Francisco indicó que tienen como tarea pendiente atender como restaurante, compartir y servir a la clientela en el local. Siente emoción en que el nombre del restaurante resuene, que la gente sepa un poco más de la comida árabe, que les guste, que usen algunos términos incluso, “son aplausos que recibe el artista porque yo creo que la cocina es un arte” en sus palabras la experiencia Siste Maria “me ha dejado aprender de un negocio del que era totalmente ajeno, y me ha dejado un amigo aquí (señalando a Mario) esas cosas no tienen precio”. Por su parte, Mario planea tener otra sucursal, proyecta asentarla en Concepción. La experiencia del emprendimiento, “a mí me ha dejado mucho autoconocimiento para seguir avanzando, me he tenido que reinventar un poco con creencias, con paradigmas que tenía, con limitantes de niño (...) Mejor persona me ha hecho esto”.

Falta de concepto

Mario considera que hay emprendedores angelinos que les va muy bien porque tienen concepto, pero la mayoría se limita a copiar, quieren que el negocio venda y no agregan los otros ingredientes que tiene que tener un restaurante para darle felicidad al cliente.

“Pienso que acá falta mucha educación del emprendedor, cierto que hay programas, Sercotec, pero la gente no va. Aguantan muy poco, hay muchos locales que cierran a los seis meses, es abrir locales sin conocimiento y no aguantan”.

BITÁCORA DEL EMPRENDEDOR

Lo primero que debe tener el emprendedor es un concepto claro para dar pasos firmes piensa Mario, además de aprender y estudiar siempre, “si uno sabe buscar en internet puede encontrar muy buena información”.

En cambio su socio afirma que deben tener determinación y pasión por lo que se hace, “hay que informarse, educar la mente, saber lo que se está haciendo para poderlo hacer de la mejor forma. Hay que tener resiliencia para afrontar los posibles escollos que hay en el camino y otra cosa qué dijo Mario de la mano de Milles Davis” (volviéndose a su socio) y Mario citó “ todo aquel que se crea creador tiene que estar abierto al cambio” y finaliza Francisco “evoluciona o muere”.

“Me interesaba educar a la gente en términos de comida árabe”

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