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MANAGEMENT
ENERO 2023 • Pág 14 # 51 •
Introspección, serenidad y reimpulso: el Uruguay ante un contexto global y regional desafiante
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Por Ignacio Munyo
Vivimos en un mundo revuelto que se enfrenta a los desafíos que imponen la recuperación económica global, la aceleración de la revolución tecnológica, la transición energética asociada al cambio climático, y las luchas por el poder entre Occidente, Rusia y China. Todo lo anterior genera conflictos permanentes que nublan el horizonte. La guerra y el covid-19 siguen generando serios problemas. Pero atrás de las nubes, si se mira con atención, se pueden ver algunas señales positivas y oportunidades para Uruguay. Se pueden encontrar semillas de optimismo en la detención de la inflación global –lo que reduce el riesgo de aumento del costo del financiamiento externo– y el avance de la democracia liberal sobre el populismo a lo largo del calendario electoral de 2022 –lo que revive la cooperación multilateral en temas globales–. En este marco, la región debe reducir el riesgo político que impone a empresas y hogares. Para ello es necesario buscar el espacio de la centralidad donde las fuerzas políticas se pongan de acuerdo en puntos básicos y se discuta el resto, y rechazar las respuestas simples a problemas complejos, algo tan característico del populismo. Para mantener el nivel de vida y mejorarlo, Uruguay necesita seguir con
el proceso de impulsar reformas complejas que fomenten la competitividad como la mejora de la inserción internacional, la readecuación del sistema de seguridad social, la transformación educativa y el aumento de la eficiencia de la gestión pública. A su vez, una revisión permanente de las políticas sociales con foco en el empleo es parte esencial del proceso. Es crítico mejorar el apoyo del Estado a la reinvención laboral de las personas con un programa de Renta Esencial focalizado, con exigencia de contrapartida en capacitación laboral y un plazo predefinido. El camino es largo. Liderazgo político y capacidad ejecutiva son imprescindibles para avanzar, pero su influencia sobre las políticas públicas puede ser efímera. Un legado duradero se sustenta en instituciones y procesos que les den continuidad a los cambios a lo largo de los gobiernos. Implementar esta agenda es un trabajo de alta complejidad que trasciende con amplitud a un período de gobierno. Su éxito depende de la continuidad. La mayoría de los países no lo logra, pero algunos sí. Y para ello hay instituciones que ayudan. La voluntad política para hacer reformes complejas no surge de generación espontánea: se moldea a base de percepciones sobre lo que está en juego y el grado en el cual el capital político puede ser afectado electoralmente. Se necesita desarrollar institucionalidad en el Estado –una Comisión de Productividad– para que puedan seguir las reformas. El éxito de una Comisión de Productividad se sustenta sobre tres pilares básicos, así lo indica la evidencia internacional. En primer lugar, su independencia, que se estableció por ley con un papel consultivo de alto nivel; y la de sus miembros, que son designados por mayoría parlamentaria especial por un periodo de cinco años, y que no pueden ser removidos por el gobierno de turno. En segundo lugar, la obligación de cada gobierno de pedir opinión técnica a la comisión ante reformas que afecten la productividad. Se desencadena así un proceso consultivo amplio pero ágil con la academia y la sociedad civil. Este sistema, que incluye consulta abierta, presentación de borradores preliminares y documentos finales, ofrece al gobierno información muy valiosa sobre el impacto en la opinión pública y las reacciones de los agentes involucrados. En tercer lugar, contar con suficientes recursos, capacidades, transparencia y responsabilidad procesal. Uruguay tiene que adaptarse a los cambios para aprovechar las oportunidades que le ofrece el mundo actual. Depende de nosotros. Uruguay necesita cuidar el nivel de vida que hoy tiene su población y aspirar a mejorarla sostenidamente en el futuro. Así como el GACH (Grupo Asesor Científico Honorario) veló por la salud en pandemia, una Comisión de Productividad velaría por el desarrollo económico social. Una Comisión de Productividad no solo sería relevante para seguir por el camino de impulsar buenas políticas públicas; también sería clave para evitar malas políticas, lo que es más importante aún en el contexto actual. Introspección, serenidad y reimpulso. Introspección para reflexionar y cambiar el rumbo cuando es necesario porque las circunstancias cambian, tanto en el contexto internacional como en la situación social interna. Es imposible no equivocarse, hay que evitar insistir con los errores. Serenidad para bajar un cambio en la discusión interna y cuidar los principales activos que tiene el país: la paz social y el reconocimiento internacional a la calidad de sus instituciones. Los medios de comunicación, los sindicatos y los partidos políticos son instituciones claves para ello. Y siempre hay que tener presente en el sistema político que cada vez que se tira una bomba para el otro lado, se le tira una bomba al Uruguay. Porque también es vital cuidar el prestigio de Uruguay. Reimpulso para empujar y mejorar la agenda necesaria de reforma que el país tiene para poder avanzar con un desarrollo sostenible en el tiempo. Es necesario. La economía uruguaya permaneció estancada durante un quinquenio, se sumergió en la pandemia, luego rebotó vigorosamente, y ahora procura una nueva fase expansiva sostenible en el tiempo con reformas que trasciendan un periodo de gobierno.
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