Mercado viejo de Masaya. Globalidad y conflicto - Carlos Jiménez Narváez

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Mercado viejo de Masaya. Globalidad y conflicto. Carlos Jiménez Narváez1 Introducción El centro histórico de la ciudad de Masaya es una espacio dinámico y heterogéneo donde confluyen los efectos paradójicos del proceso globalizador. Por un lado, tenemos una aproximación desde los sectores acomodados y por otro la popularización del centro, proceso a través del cual las personas de los sectores populares ven en el centro histórico la oportunidad de subsistencia en la informalidad; todo esto convierte a dicho centro en un lugar de confluencia de clases y un espacio propicio para los conflictos sociales. A continuación, presentaré un ensayo sobre esta problemática el cual consta de 4 partes. La primera una aproximación al proceso globalizador y cómo este condiciona nuevas formas de urbanidad en los centros históricos latinoamericanos, con énfasis en la ciudad de Masaya, una segunda parte en la cual planteo como una de estas nuevas formas de urbanidad está orientada hacia los turistas y las clases acomodadas del país, además cómo la idea del éxito individual es explotada por el sistema a través de la estimulación exagerada, llevando a los individuos a caer en relaciones de deber y haber, trabajada alrededor del concepto de relaciones Blasé de Simmel (Bettin, 1982), una tercera 1 Estudiante de Sociologia de la UCA Nicaragua

parte, la popularización del centro histórico, acá abordaré cómo las clases populares, que no viven ni pueden pagar un local en el centro, ven en la informalidad la oportunidad para subsistir; y por último, el caso del conflicto entre arrendatarios del mercado de artesanías y los vendedores ambulantes que actualmente está tomando dimensiones preocupantes, ya que los arrendatarios “dueños” de la legalidad y legitimidad en el mercado perciben como intrusos y competencia desleal a los ambulantes. Para esto haré uso de los planteamientos de tres autores como son Carrión (2001 y 2003), Hiernaux (s.f.) y Simmel en Bettin (1982).

Centro Histórico de Masaya. Una expresión globalizada. Masaya como una ciudad inmersa en la globalidad ha sufrido alteraciones en su dinámica interna, ya que ahora debe hacer frente a la gran cantidad de turistas extranjeros y locales que llegan a su territorio y al gran flujo de información y servicios que esto conlleva. Ante esto “la globalización modifica el concepto de ciudad (…) con lo cual prevalece el movimiento de las personas, la información, y los recursos.” (Carrión, 2001, p.186). Es así como ahora los centros históricos latinoamericanos, incluyendo el de Masaya, se descubren desarrollándose entre flujos de personas que vienen


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y van para conocer la localidad, cambiando las relaciones entre individuos, los servicios y productos en oferta, entre otros. Así el centro histórico de Masaya se está abriendo al turismo y los flujos de personas que vienen con demandas particulares que esperan ser complacidas. Pero este fenómeno no viene de la nada, este se basa en el deseo, como diría Hiernaux (s.f), que tienen los turistas de experimentar la urbanidad local de los países que visitan, “el negocio es inmenso, pero la clave es la transformación del centro histórico tradicional en un parque temático, un espacio reservado donde se preserva supuestamente algo a punto de morir: la vida urbana tradicional” (Hiernaux, s.f. p.12). Los visitantes quieren experimentar la urbanidad típica de Masaya, la sensación que causa comer platos típicos de la ciudad rodeados de artesanías y bailes folclóricos; así en el mercado de artesanías, por ejemplo, estos pueden degustar de un plato de vaho mientras unos niños de 4 a 12 años de edad ofrecen un show de marimbas y bailes típicos, para luego dar unos cortos pasos y encontrarse con una oferta de productos de interés general elaborados por las manos laboriosas de los locales, una imagen que para muchos representa la vida cotidiana de la ciudad de Masaya y que puede ser experimentada de forma completa en el centro histórico de la ciudad. Así como plantea Carrión (2001) los centros históricos por poseer materialidad del pasado son los sitios ideales para conservar la localidad urbana y convertirse en garantes del futuro de la ciudad, es decir que el

centro histórico de Masaya tiene la capacidad de conservar la historia de la ciudad a través de sus edificios, sus parques, sus iglesias, incluso las relaciones sociales, por lo cual es el lugar ideal para experimentar que es ser un Masaya típico. Todo este atractivo y potencial turístico del centro de Masaya hacen que la municipalidad y el sector privado vuelvan la mirada hacia este sitio, se da un regreso al centro. Si bien “no un regreso de población como se pudo observar en economías desarrolladas, sí un interés creciente por el centro desde los medios de la cultura, pero también desde el turismo internacional.” (Hiernaux, s.f. p.3) es decir que no es un regreso de personas para habitar el centro, es más bien un regreso hacia el mismo en forma de revitalización con la idea de convertirlo en una manera de experimentar esa urbanidad local ansiada por turistas locales y extranjeros. Para esto, como dice Carrión (2001) el centro histórico es hoy más que nunca planificado, repensado como una opción para el desarrollo de la ciudad. Por eso podemos ver que desde hace años la municipalidad de Masaya, cooperaciones extranjeras y sector privado están invirtiendo en el centro histórico, ejemplo de ello tenemos la remodelación del parque central que inició en el año 2004 con apoyo de la cooperación española (La Prensa, 2004) y el cual dio como resultado un parque con espacios abiertos para albergar mayor cantidad de personas. También se puede mencionar la parroquia central de Masaya, una estructura colonial que no solo es un espacio para salvar el alma, sino también un atractivo turístico. 27


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Dicho lo anterior, los centros históricos están adquiriendo una urbanidad caracterizada por ser cosmopolita, en la cual se pasa de la concepción de la ciudad cerrada fronteriza a una ciudad en red, conectada con otros territorios a través de flujos (Carrión, 2003. p.2). En esta última los turistas tienen mucha importancia a pesar de ser minoría dentro de la ciudad. Podemos ver entonces que el centro histórico de Masaya se ha convertido en un espacio para turistas y grupos acomodados alejándose de la idea de un centro para encuentros. Centro Histórico de Masaya como espacio de élite Como mencionaba antes los centros históricos atraen la atención de sectores privados y públicos como espacio para promover el turismo y generar ganancias (Hiernaux. s.f), son entonces espacios ideales para el florecimiento de la “cultura”, comprendida esta como expresiones artísticas, moda, artesanía, gastronomía, entre otras típicamente inaccesibles como productos de consumo de sectores populares, aunque no es una norma. Así hoy día podemos ver un aumento en el número de negocios con una oferta claramente alejada de estos sectores, enfocadas más bien a turistas y clases acomodadas. Desde hace unos 5 años han florecido una gran cantidad de cafeterías con productos orgánicos, que muy bien se sabe no son accesibles a todo público, por ejemplo, una libra de un café orgánico puede costar alrededor de 350 córdobas, muy en contraste con un café más comercial que puede costar 5 córdobas la bolsita.

Otro ejemplo podemos verlo en la restauración de la antigua estación del ferrocarril. Esta fue convertida en un centro cultural de la ciudad donde se imparten clases de pintura, dibujo, danza, entre otros. Además, se construyó una plaza con tarima para presentaciones artísticas y ferias de artesanías y gastronomía típicas, convirtiéndose en una oportunidad de ingreso para el sector informal. Este último ejemplo es claro en cuanto al público objetivo; las personas de clases populares. Los cursos de dibujo, danza y demás son gratuitos y la oferta gastronómica es accesible, sin embargo, los proyectos en el centro histórico de Masaya están diseñados para turistas y locales con cierta capacidad adquisitiva. “El sujeto para el cual se diseña es el turista, el transeúnte y el migrante.” (Carrión, 2001, p. 187). Esto último se expresa en la toma de las aceras por parte de bares y negocios de élite. Es decir, se está construyendo y modificando el centro sin pensar en los transeúntes los cuales deben arriesgarse a caminar por las calles a falta de espacios adecuados para transitar, se asume que las personas que lleguen a estos negocios lo harán en vehículo. La globalización hace cambiar constantemente los gustos de las personas y en este sentido “la base psicológica del tipo de personalidad característico de la sociedad metropolitana consiste en la intensificación de las estimulaciones nerviosas (Nervenleben) que derivan de las mutaciones, rápidas e ininterrumpidas, de los estímulos internos y externos” (Bettin, 1982, p. 52). Un ejemplo de esto lo tenemos


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en el Mercado de artesanías donde la oferta de productos en este centro es cambiante en cuanto a colores, formas, tamaños, todo con el objetivo de ajustarse al ritmo acelerado de los gustos y la moda. Así como la oferta es cambiante y efímera, también lo son las relaciones entre las personas, que han reducido el contacto social a relaciones de deber y haber, o como dice Simmel (Bettin, 1982) “relaciones Blasé”. Estas poseen una corta existencia y además se ven limitadas a las transacciones económicas del centro, evitando que las personas puedan desarrollar algún tipo de solidaridad y sean insensibles a las vidas de los demás. Ante este tipo de relaciones el sistema responde creando espacios cosmopolitas ideales para la maximización de las ganancias, floreciendo los espacios exclusivos que promocionan el éxito individual (Hiernaux, s.f) De esta forma somos exitosos en la medida en que las tiendas que frecuentemos sean más exclusivas y caras. Popularización del Centro Histórico de Masaya Ahora bien, este ambiente de gran oferta y demanda para turistas y clases acomodadas, sumada a la particularidad del centro histórico como lugar de encuentro, es atractivo y aprovechado por los sectores populares que ven en él la oportunidad de mejorar sus niveles de vida llevándolo a cabo través de la informalidad (Carrión, 2003. p. 3) Además, sigue planteando Carrión (2003), la informalidad en el centro es la elección predilecta de este sector poblacional por que esta se ejerce al margen del pago de impuestos,

de esta manera podemos ver en el centro de Masaya una gran cantidad de pequeños negocios ambulantes ofreciendo comida, bebidas, recuerdos, entretenimiento y demás. Las personas de estos sectores populares no son habitantes ni poseen negocios establecidos en el centro, vienen desde la periferia atraídos por el flujo de personas. Y esta diferencia de procedencia entre dueños de negocios del centro y vendedores ambulantes de la periferia causa la diferenciación y exclusión de los segundos. “(…) la localización diferenciada de la sociedad en el territorio crea una violencia simbólica y real que, finalmente, se expresa en las relaciones excluyentes entre los lugares de despliegue de la población de altos recursos económicos y de los de bajos” (Carrión, 2008. p. 9). Esta diferencia se traduce en una sensación de establecidos contra excluidos a partir de la cual se crean estigmas y estereotipos que determinan la forma en que los sectores populares son percibidos por los establecidos y por lo visitantes del centro como un peligro para la seguridad pública. Entonces el centro histórico de a poco se va convirtiendo en un lugar donde “(…) el flujo [prevalece] sobre el encuentro, y la exclusión sobre la inclusión (…)” (Carrión, 2008. p. 11) De esta manera el centro histórico de Masaya se viene convirtiendo en un espacio de flujos donde ya no será posible entablar relaciones duraderas, sino más bien fugaces (Simmel en Bettin, 1982) esto excluye cualquier tipo de solidaridad entre grupos creando bandos entre establecidos e invasores, estos últimos 29


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reflejados, desde la perspectiva de los primeros, en las personas de la periferia que vienen al centro a buscar oportunidades de vida. Mercado de artesanía. Una espresión de la urbanidad globalizada nacional. Esta parte de mi ensayo la trabajaré a partir de mi experiencia personal como un actor presente en el mercado de artesanías de Masaya, por lo que se basará en una observación participante a la luz de las propuestas de los autores descritos con anterioridad. En el año 1997 el mercado viejo de Masaya fue restaurado y convertido en un centro cultural y de compras, diseñado con el objetivo de atraer turistas extranjeros y locales. Desde el comienzo se planteó como un centro de élite con calidad y precio superior a otros espacios de comercio similares, por lo que resulta muy usual escuchar expresiones por parte de los arrendatarios tales como “nosotros vendemos arte”. Así, la imagen que perdura es la del centro como lugar de elite para el comercio del arte local. El objetivo logró cumplirse hoy en día el mercado de artesanías es un referente nacional e internacional del arte nicaragüense orientado para turistas y sectores acomodados del país, así el centro es visitado tanto por una gran cantidad de extranjeros, como por muchos nicaragüenses de clases acomodadas, dado que es en el mercado donde pueden experimentar la cultura y el arte de Masaya (Hiernaux. s.f). En el lugar es posible encontrar una

variada oferta de trabajos en cuero, textiles, madera, cerámica y demás, cuyos diseños y colores van variando constantemente en dependencia de las demandas de los turistas. Tal y como plantea Simmel (Bettin, 1982) la oferta ahora es más rápida, los productos cambian constantemente para adaptarse al mercado y los negocios deben ajustarse a este ritmo de oferta; al menos en los negocios de cuero pueden observarse productos que siguen las tendencias de moda, colores, formas y precios. Por otro lado, los arrendatarios al comercializar arte y moda se han hecho dueños de un capital simbólico que los define como élites conocedoras del arte de Nicaragua; además, sus negocios están legalmente inscritos, cuentan con infraestructura adecuada y pagan impuestos. Esto, como plantea Carrión (2008), los hace crear una imagen de grupo, reconociéndose a sí mismos como sujetos legales en contraposición a los vendedores ambulantes percibidos como ilegales. Ahora bien, este ambiente de confluencia de arte, cultura y poblaciones con capacidad adquisitiva no ha pasado desapercibido para algunas personas de la periferia de Masaya y otros departamentos, que han recurrido a la informalidad para sacar algún beneficio económico del sitio (Carrión, 2003). Así, desde hace unos 3 años ha habido un aumento en el número de vendedores ambulantes dentro del mercado, con una oferta similar a la de los dueños de negocios del centro cultural, pero a precios más económicos, sin embargo, como sigue afirmando Carrión (2003), estas


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personas ejercen su práctica económica en la informalidad, al margen del pago de impuestos, alquileres o algún otro tipo de obligación con el estado o la municipalidad. Cuando estas dos clases se encuentran en el mercado de artesanías con los turistas afloran los estigmas y estereotipos sociales, entonces los vendedores ambulantes son catalogados como intrusos, como desleales y como un peligro para la seguridad del centro y para quienes lo visitan. Así los arrendatarios se asumen como establecidos y sujetos de derechos y, con ello, excluyen a los vendedores ambulantes, los acusan de hacer competencia desleal, de vulgares, de estafadores y solicitan la expulsión de estos aduciendo que ellos no aportan nada a la economía del municipio (Carrión. 2008). Este rose entre arrendatarios e informales se ve exacerbado por la falta de solidaridad entre las clases, lo cual ha creado barreras físicas y simbólicas que separan a unos de los otros (Simmel en Bettin. 1982) me arriesgaría a decir que, en parte, esto se debe a la fugacidad de las relaciones entre los diferentes actores que se encuentran en el centro. Al final del día la dinámica del mercado de artesanías se ve modificada por esta globalidad cambiante, generando ganancias solo para el mercado económico y dejando inconformidades y conflicto en las personas que ahí confluyen.

Conclusión Bajo las nuevas formas de urbanidad propiciadas por la globalización, el centro histórico de Masaya y, específicamente, el mercado de artesanías se ha venido construyendo como un lugar de turistas; un espacio para experimentar la urbanidad local y tradicional, lo cual ha llenado este centro histórico de negocios dirigidos para sectores exclusivos, convirtiendo a Masaya en una ciudad de flujos. Bajo esta lógica el centro se ha pensado y planificado para el comercio y la espectacularización, con el objetivo de generar ganancias a partir de la estimulación constante de los sentidos con ofertas de moda y cultura, esto ha generado en la población lo que Simmel llama Relaciones Blasé, caracterizadas por ser de tipo “hacer y haber”, donde las personas se relacionan fugazmente a través de procesos económicos sin llegar a crear lazos de familiaridad entre ellos. El centro histórico de Masaya está siendo construido para turistas y clases acomodadas, lo que lo convierte en un destino para las personas de la periferia que buscan la manera de sobrevivir y mejorar económicamente, esto último genera roses y conflictos con los arrendatarios del mercado de artesanías que se ven a sí mismos como los instalados y legales, y perciben a los ambulantes como ilegales, peligrosos y desleales. Al final la nueva dinámica del centro histórico de Masaya cumple con su función de generar una oferta atractiva para el turismo y extraer el capital, 31


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sin embargo, esto se lleva a cabo en detrimento del tejido social de la ciudad que cada día se desconecta más del centro para comenzar a convertirse en un simple recuerdo de una época distinta donde este era un lugar para hacer sociedad.

Referencias bibliográficas Carrion, F. (2001). Centro histórico : relación social , globalización y mitos. Recuperado a partir de http://www. flacso.org.ec/docs/sfdesculcarrion2.pdf Carrión, F. (2003). Los centros históricos en la era digital en américa latina fernando carrión m 1 . Recuperado a partir de http://www.flacso.org.ec/ docs/fc_guadalajara.pdf Carrion, F. (2008). Violencia urbana: un asunto de ciudad. Ecuador. Editorial diario. Bettin, G. (1982). Los sociologos de la ciudad. (G. Gili, Ed.). Barcelona. Hiernaux-nicolas, D. (s/f). Los Centros Históricos y las nuevas dinámicas metropolitanas en América Latina 1, 1–18. recuperado de http://fcps. uaq.mx/descargas/pnpc/3_personal_ academico/nucleo_basico/daniel_ hiernau Flores, M. (14 de agosto 2014). Reconstruyen parque central de Masaya. La Prensa. Recuperado de http:// www.laprensa.com.ni/2004/08/14/ departamentales/916566reconstruyen-parque-central-demasaya


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