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Samia Valladares... Las mujeres de Plasencia Cigars
Con sólo 20 años, Samia Valladares llegó al área de empaque de una empresa familiar –con más de 150 años de historia–, donde además de darle su primer trabajo le enseñaron a fumar y le mostraron e instruyeron para transitar los caminos de la industria tabacalera. Hoy dirige el área de Logística de Grupo Plasencia, encargándose de las importaciones, exportaciones y atención a clientes de una compañía con más de seis mil empleados en sus cuatro fábricas y ocho plantaciones, y produce anualmente más de 40 millones de puros
El Primer Cigarro
Para la familia Plasencia el papel de las mujeres en la empresa es muy importante; tanto, que la mitad de sus empleados –o más– son mujeres, y lo mismo ocurre con los puestos gerenciales o jefaturas; hecho del que están orgullosos y difunden con entusiasmo.
Detrás de su escritorio, Samia degusta un cigarro desnudo que sostiene con la naturalidad de quien fuma más de un puro al día. Relata que nació en el Departamento de El Paraíso y estudió la Licenciatura en Administración de Empresas en la Universidad Autónoma de
Honduras, y recuerda cómo entró a Tabacos de Oriente, el nombre de la compañía en ese tiempo.
“Ellos te contratan para que aprendas –dice–, es el proceso, y luego vas escalando en la medida en que te ven ganas de trabajar y mejorar. Yo comencé en el Departamento de Empaque, donde todo el personal es femenino por la delicadeza y cuidado que requiere el producto final. Ahí conocí los procesos de planificación, organización y operación, y permanecí durante cinco años”, dice.
Fue entonces que hubo una vacante en el área de Recepción, revisaron su perfil y le ofrecieron integrarse con mejores condiciones. Para Samia todo comenzó con esa posición, que luego dejaría para seguir avanzando.
Un día se acercó el Master Blender de la empresa y uno de sus jefes, Héctor Marimón, le dijo: “Tú eres de Atención al Cliente, ¿cómo les vas a explicar lo que le estás vendiendo; cómo vas a hablarle del perfil de un tabaco, de una hoja?”. “Bueno, para eso están ustedes”, respondió Samia, quien recibió un rotundo “no” por respuesta, seguido de la sentencia: “Tienes que aprender”.
A la par del aprendizaje, Samia fue cultivando una pasión que la llevaría al escritorio desde donde hoy se despacha las importaciones y exportaciones de Plasencia en Honduras, de y para el resto del mundo.
Le explicaron desde cómo cortar, encender y fumar correctamente un cigarro; sus capas, tabacos, formatos, notas, aromas y presentaciones, cómo degustarlo y entenderlo. Y no fue la excepción en la estadística de una experiencia memorable: “mi primer tabaco me mandó a dormir tres días”, una confesión que parece arrebatarle siempre una sonrisa.
Tras el incidente, Samia le dijo a don Héctor que definitivamente eso no era para ella. “Afortunadamente me dijo que no, que debía seguir, y ese día aprendí que el camino del tabaco debe ser un proceso lento. Así que empezamos de nuevo. Entendí cómo hacerlo, a conocer ese sabor en la boca, diferenciar cuándo es picante, determinar la fortaleza y de dónde viene el amargor”.
La verdad –afirma–, es que le comenzó a gustar a partir del segundo cigarro que probó. Y lo que más le apasionó del cigarro fue su efecto relajante; esa capacidad poderosa que tienen los humos del tabaco para sacarte del estrés y llevarte a un “reinicio; un déjame que voy a encender el tabaco, me voy a relajar un poco para volver a comenzar”.
Un Poco De Historia
De acuerdo con la información oficial, la marca se remonta a 1865, cuando la familia de don Eduardo Plasencia dejó las Islas Canarias, de España, y emigró a Cuba –como tantos otros canarios que con el tiempo crearon las grandes marcas de habanos–.
A poco más de 40 años de establecerse en la isla, en 1896 uno de sus sobrinos, Sixto Plasencia, continuó el negocio tabaquero al abrir la finca Corojal, que durante 20 años tuvo un crecimiento sostenido. Con una nueva empresa, Los hijos de Sixto Plasencia, consiguió exportar y hacerse de clientes cada vez más importantes.
Sin embargo, Fidel Castro y la Revolución Cubana pusieron fin al sueño de la familia, cuando en 1963 confiscó las fincas tabacaleras y la fortuna lograda a lo largo de casi 70 años. Los Plasencia se refugiaron en México, y aunque pareciera que se fueron sin nada, llevaban décadas de experiencia, conocimiento y legado tabaqueros.
Tardaron dos años para instalarse y retomar el vuelo, desde cero nuevamente, pero ahora en Nicaragua, donde se establecieron en 1965, cuando don Sixto comenzó a sembrar sus semillas e inició una nueva etapa en esta historia de una familia que cruzó el océano y quemó las naves para sembrar tabaco y probar fortuna en el Nuevo Mundo
Sin embargo, una revolución más truncó los planes de los Plasencia, ya que hacia 1978 el gobierno sandinista quemó las fincas familiares y los obligó, nuevamente, a escapar de un país convulso y el estallido social. Esta vez no fueron tan lejos, se instalaron en Honduras, donde abrieron la empresa Tabacos de Oriente, que dirige don Conrado.
Con Néstor Plasencia al mando de la cuarta generación, la familia dio un salto al pasar del campo a la producción, y para 1986 Plasencia Cigars elaboraba un millón de cigarros al año. De igual manera, en 1990 logran volver a Nicaragua y reactivar las tierras que habían dejado, para llevar su producción a un récord insospechado de 33 millones de unidades anuales.
Los siguientes años fueron de crecimiento y expansión; a mediados de la década del 2000 fabricaban ya más de 30 marcas privadas que confiaban en la calidad de su materia prima, en sus maestros ligadores y su capacitada mano de obra tabaquera.
Justo en este momento es cuando Samia Valladares ingresó a trabajar al área de empaque, y le tocaría presenciar cómo la empresa se consolidó como la mayor productora de tabaco del mundo, con más de seis mil empleados, cuatro fábricas y ocho plantaciones.
Plasencia Cigars
A pesar de sus 16 años en la empresa, Samia es la más joven de todo el equipo gerencial, pues la experiencia acumulada dentro de otras compañeras y compañeros suma, en algunos casos, más de 35 años.
Cuando ella ingresó a la compañía, la actividad principal era la manufactura, pero todo cambió en 2017, cuando deciden ponerle “alma, corazón y pasión” a un cigarro propio. El naciente Grupo Plasencia lanzaba la serie Alma, Reserva Original y Cosecha 146, que cambió la tradición productora de la familia, que llevó a otro nivel su prestigio y posición en el mercado.
La transición fue un gran momento, un antes y un después que Samia Valladares recuerda como una plática en la Gerencia General: “¿Por qué no creamos una marca que nos identifique, que sea un top en todo lo que hacemos? Una marca exclusiva, con un valor agregado que nadie tenga. Poseemos todas las herramientas para hacerla. Si manufacturamos para otros, ¿por qué no hacemos algo para nosotros?”.
Entonces los Master Blender comenzaron a trabajar y elaboraron la primera liga de la línea con la que se estrenó la marca familiar: Plasencia Cigars, Alma Fuerte. De ahí vendrían Alma del Campo, Reserva Original, Cosecha 146, Cosecha 149, Reserva 1898, y Alma del Fuego, con muchos cigarros en los primeros lugares de los rankings internacionales de cigarros.
Para Samia, ver y ser parte de este cambio histórico para la empresa, tras los 150 años que tomó a la familia Plasencia llegar a ese punto, le produce “gratitud, nostalgia, cariño y mucha emoción de futuro, de progreso colectivo y personal.
“De verdad que uno no se imagina que puede estar un día como obrera en un Departamento de Empaque aprendiendo cómo se hace, y unos años más tarde llegar a Logística; presenciar y formar parte de algo importante... a veces no lo creo. Este no es un trabajo, sino las ganas de ser algo hermoso que pone a Honduras en el mapa; esta empresa es parte nuestra”, asegura.
Samia Valladares sigue viendo su futuro en Plasencia, quiere seguir aprendiendo y ver el otro lado: las tabaquerías, Cigar lounge, los eventos en otros países, el manejo del negocio en otras latitudes y cómo la gente acepta el producto, elige qué comprar y lo que llama la atención de un cigarro.
MUJERES, AL MANDO
Al hacer una reflexión con motivo del Día Internacional de la Mujer, Samia cuenta que a lo largo de su carrera en el Mundo del Tabaco ha visto aficionarse al cigarro a muchas mujeres que creían en el mito de que no podían fumar cigarros porque estaban reservados para los hombres; costumbres de otros tiempos, cuando se pensaba que una mujer no puede estar a cargo del personal o de una empresa.
Esto no sucede en Grupo Plasencia: “Aquí vale y se recompensa nuestra capacidad y pasión. Una de las jefas de Producción tiene a cargo alrededor de 400 personas, una Master Blender y una gran mujer. También hay encargadas de la Fermentación y del Empaque, así como varias Ingenieras. Es decir, que sí lo podemos hacer. No tenemos que ser iguales ni mejores que los hombres; basta con ser nosotras y aportar todo lo que podamos, porque no es una competencia”.
Finalmente, Samia afirma que uno de los mayores placeres que la vida puede dar a las mujeres es fumar un buen cigarro, como un Robusto Cosecha 146, su preferido de Plasencia