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De vuelta al origen

CIGARVOSS

Nicolás Valenzuela Voss

Semanas atrás, mi entrañable amigo Claudio Motita Martínez volvía de un viaje a New York, aprovechado para traer a mis manos uno de los mejores cigarros boutique que he fumado y, sin duda, de los más lindos. Este tabaco –producto de un soñador, un trotamundos– nos llama a volver a los orígenes, cuando cada cigarro te cuenta una historia; tradición casi perdida en muchas de las marcas grandes.

El nombre de este soñador es Érik García, a quien le digo cariñosamente que es el Alex Cigar Dandy cubano. Nacido en Cabaiguán, aún joven emigró a las Islas Canarias, donde se desarrolló y soñaba con ir a los Estados Unidos. Emprender tiene siempre sus riesgos, que en este caso no sólo es lograr un cigarro del más alto nivel a un precio muy bueno, sino honrar a su abuelo, quien le da nombre: Higinio García.

Nuestra historia comenzó con fotografías que Érik subía a las redes sociales, a las que yo agregaba: “necesito probarlos”. En mi país, Chile, hay un dicho: “guagua (bebé) que no llora, no mama”. Y habrá sido que lo tenía hasta la coronilla por tanto mensaje, o vio algo en este humilde servidor –estoy seguro que fue la segunda opción–, pero al saber que un amigo viajaba a EEUU, gestionó todo para enviarlos desde Houston, Texas, hasta el hotel donde Claudio se hospedaba.

A los días recibí estos hermosos Higinio García. Un capa San Andrés, un capa Habano y uno Connecticut (en realidad fueron dos de cada uno, pero Michel también alegaba por los suyos). Los puse a hacer gimnasia en el humidor y, mientras esto sucedía, tuve el honor de conversar mucho con Érik, quien pidió que los pruebe durante un live y diga libremente lo que quiera.

Me pareció fantástico, así que me informé de cómo hacer un live en Tik Tok, red social de gran alcance y con mayor impacto. Esto sería muy beneficioso o muy perjudicial, pero se tenía que hacer así, con todo... ¡Se conectaron 4 mil personas! El capa San Andrés me sorprendió. No te daré detalles, para que puedas comprobarlo por ti mismo al adquirir uno; hablaré, más bien, del que me fumé hace unas horas, después de desayunar, mientras pensaba en escribir estas líneas.

Después del live hubo comunicación con Érick para organizar otro, pero esta vez en Instagram y que él pueda participar en una conversación distendida. Como durante la llamada no paró de mencionar que su Connecticut es un puro ideal para las mañanas y el live sería en la tarde, optamos por el capa Habano: un sabor e intensidad muy balanceados, con notas de praliné que me volaron la cabeza en el segundo tercio.

Pasados varios días, por no decir semanas, decidí prender el Connecticut. Como antes dije, ya había desayunado y llevé a mi hijo mayor al colegio, así que me dispuse a disfrutar y poner a prueba las palabras de Érik. Un buen mug de café –la taza de expreso de porcelana fina es para Instagram–, un poco de ron para el segundo tercio y agua para el final.

Un Higinio García se toma en serio lo de que el cigarro se disfruta también con la vista: sus terminaciones en el cerrado de la perilla y su colita de cochino sutil, así como la anilla que está en los niveles de un Opus X, y ¡cómo no!, si la elaboró el mismísimo Albert Monserrat, luce alineada perfectamente y tiene la cantidad justa de pegamento para retirarla sin problema. Realmente, sólo verlos en el humidor te hace disfrutarlos.

Quería que el momento de fumar este Connecticut fuera especial, por lo que realicé el corte con mi cuchillo favorito, un Opinel de hoja oscura y cacha de roble (recomiendo a todo fumador este tipo de cuchillos para cortar sus puros). Al momento de prenderlo, como siempre, el encendedor de una sola llama.

Las primeras caladas con el café –que sabemos no son para juzgar un tabaco–, me volaron la cabeza con unas notas a frutos secos. Frente a esta grata sorpresa, fue inevitable establecer con Érik una video llamada y volver a felicitarlo. ¿Haz fumado algún cigarro que te conmueva, así como cuando comes algo que no sólo satisface el hambre, sino que también alegra el corazón? Esto pasó con este Connecticut (aunque no soy fan de esta capa), pues durante el primer tercio las notas iban de lácteas a dulces, toffee, roble y expreso. También apareció alguna que describo como a zanahoria cruda; algo vegetal, pero dulce.

Llegó el segundo tercio y el ron Barceló Gran Añejo Dark me llamaba... Las notas que el cigarro entregó fueron una clara madera y a tierra mojada. Esto no sería una cata sin realizar retronasal, en el que apareció la pimienta negra, recién molida, y claramente esto no es una referencia a Óscar Meza, de La Capital.

Entristecí al ver que me acercaba al tercer tercio y eso anuncia el final, pero también estaba contento y expectante. Hacia ese tiempo, ya con más intensidad, acompañé esta maravilla de cigarro con agua purificada. La madera continúa, pero acompañada de notas tostadas, almendras, crackers y un leve tono cítrico.

Lo que un día soñó don Higinio no fue ni la cuarta parte de lo que hoy Érik García hizo realidad: el cuidado en los detalles, buen gusto y dedicación, combinados con algo de la terquedad necesaria para materializar lo que se sueña, han logrado conseguir puros del más alto nivel; un cigarro que cuenta una historia familiar y te impregna de elegancia.

Mis felicitaciones públicas a todas las manos que intervinieron en la manufactura del producto, desde quienes plantaron la semilla hasta los que pusieron en celofán estos caramelos. Si tienes la posibilidad de adquirir alguno, no te vas a arrepentir, y espero que me cuentes tu experiencia con un comentario aquí o en mi Instagram @cigarvoss.

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