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LIDERAZGO PARA FUTURIZAR

JESÚS SAMPEDRO

Jesús A. Sampedro

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Dirige la firma Global Leadership Consulting especializada en formación, coaching y consultoría en liderazgo. Profesor en el IESA (Venezuela) y MACU (Oklahoma, EEUU). Autor. Embajador CBMC al mundo empresarial y profesional. Esposo de Gaby. Papá de Ana y Eva. «Si hay esperanza en el futuro, hay poder en el presente» (Zig Ziglar)

Lo global, la hiperconectividad virtual, la creciente y cambiante gama de carreras universitarias y el sistema de valores imperante son factores clave que están desafiando a la juventud. Sin duda, la juventud es una época compleja de vida, es esa etapa extraña llena de incertidumbres, contrastes y retos donde se necesita tomar decisiones relevantes, aunque no se tenga con qué. Estudios muestran que en América Latina entre el 30% y el 68% de los jóvenes abandona sus carreras universitarias; se está en el medio de dos aguas, se existe en la transición entre la hebegogía (que estudia la educación del adolescente en su etapa de educación media y diversificada) y la entrada a la andragogía (que estudia la educación de las personas adultas hasta la madurez). La juventud es territorio de batallas. El apóstol Juan hace referencia a dos aspectos clave al referirse a los jóvenes en 1 Juan 2:13-15; en primer lugar, en la segunda parte del versículo 13 dice: «Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno». Se refiere a los jóvenes en una posición victoriosa («han vencido») en una etapa de vida que parece enmarcada en una «batalla espiritual». En segundo lugar, el versículo 14 dice: «Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno». Allí habla de los jóvenes en una situación de fortaleza espiritual basada en la permanencia de la palabra de Dios en ellos. Pero para hacer más complejo todo, esto ocurre en una etapa de gran vulnerabilidad emocional y volitiva. Según Josh McDowell, durante la juventud los más de 100 trillones de conectores neuronales aún están en proceso de ser cubiertos por mielina, una sustancia que sirve como recubrimiento al «cableado» neuronal y permite que los impulsos eléctricos en el cerebro pasen más rápida y eficientemente, facilitando así la regulación de las emociones, el juicio y el control de los impulsos.

Entonces es relevante preguntarse: ¿cómo puede el líder ayudar al joven a darse cuenta de que está en una etapa de batallas? ¿Cómo puede ayudarle a transitar con éxito a pesar de las vulnerabilidades? ¿Cómo puede ayudarle a desarrollar «fortaleza espiritual» en el presente para proyectarse con propósito hacia el futuro? En este sentido, el líder de jóvenes ha de funcionar en dos roles esenciales: el primero, es ser acompañante / acompasante para que el joven logre atravesar con éxito esa etapa de vida, y el segundo es ser entrenador / habilitador al facilitarle al joven instalar una base con lo que necesitará para tener éxito en las próximas etapas de su vida.

EL LÍDER COMO ACOMPAÑANTE / ACOMPASANTE EN BATALLAS

El líder de jóvenes ha de verse como quien acompaña y acompasa al joven a ganar sus propias batallas al hacer la transición de la niñez a la adultez. Esas etapas y sus transiciones han de ser vistas como partes conjuntas de un proceso (no como porciones aisladas), y llevadas según el ritmo de cada quien. No se trata de pelear por él o ella las batallas, se trata más bien de estar cercanos y presentes mientras ellos obtienen confianza para actuar y acumular victorias en su propio expediente.

Cuando se es joven, la lucha continua es lo que caracteriza esa etapa: al ver a un joven es posible saber que viene saliendo de una lucha, o está en una lucha o

¿cómo puede el líder ayudar al joven a darse cuenta de que está en una etapa de batallas? ¿Cómo puede ayudarle a desarrollar «fortaleza espiritual» en el presente para proyectarse con propósito hacia el futuro?

está entrando en una lucha. La buena noticia es que las luchas son las facilitadoras de la madurez y forjadoras de los atributos del carácter cristocéntrico. Adrián Rogers, en un estudio de Efesios 4:13-16, menciona que la madurez ha de verse al menos en estas 4 dimensiones: estatura espiritual (v. 13), estabilidad emocional (v. 14), expresión integral (v. 15) y disposición de servicio (v. 16). Es importante reconocer que las batallas son con el enemigo de Dios (Satanás), quien mentirá para distorsionar la realidad y presentará dificultades (zancadillas) en diversos formatos, colores y sabores: en tentaciones, invitaciones a la impureza, al despropósito, al desánimo y a las malas juntas, entre otras. Satanás tiene el propósito de tergiversar la realidad, intentando con maldad minimizar algunas cosas y maximizar otras. Por un lado, pretende minimizar la percepción de las capacidades de afrontamiento (emocionales, espirituales y físicas), las posibilidades de vencer sobre la tentación, la visión esperanzadora del futuro, y lo peor: el interés en Dios y sus asuntos. Por otro lado, también intenta maximizar los miedos, los pecados del pasado, el tamaño de la fuerza del enemigo y el tamaño de los desacuerdos, entre otros.

Ante esto, el rol del líder entonces en esta etapa es estar con el joven mientras descifra bien la realidad y se responsabiliza ante las situaciones difíciles (que sepa cuáles enfrentar y de cuáles huir), acompañarle mientras construye criterio / discernimiento espiritual, y mientras aprende sobre la marcha cómo tomar las mejores decisiones.

EL LÍDER COMO ENTRENADOR / HABILITADOR PARA EL FUTURO

«Qué lástima que nadie me ayudó a descubrirme y a descubrir bien mi llamado / propósito desde temprano en la vida» (un adulto frustrado)

El segundo rol tiene que ver con que los líderes ayuden a conformar un fundamento integral que le permita al joven ser, estar y funcionar con efectividad ante cualquier circunstancia, lugar o etapa futura de desarrollo. El equipar para el futuro funciona como antídoto para el despropósito, el desánimo y la depresión del presente. Nelson Ned, un afamado cantante de hace algunas décadas, comentó en una entrevista que por su condición de enanismo enfrentó menosprecio de muchos desde niño, pero que un día temprano en su vida su madre se comprometió (y eso fue determinante) a «no aislar a su hijo del mundo, sino a equipar a su hijo para el mundo». ¡Wow! ¡Qué excelente perspectiva! Pone en el hogar el núcleo motivacional del desarrollo integral del joven y reta a todo líder de jóvenes a enfatizar, en conexión con el sistema familiar, su rol de apoyo en «equipar para el mundo». Ese rol de entrenador / habilitador del líder hacia el joven puede ejercerse en tres dimensiones esenciales: ‘ Desarrollar una base para la formación del carácter cristocéntrico. La idea es que logren conocer a Jesús y ver en él la imagen conjugada integral, el despliegue de atributos claramente identificables y el modelo comprensible de liderazgo hacia donde han de ir moldeándose en la medida en que el Espíritu Santo trabaja en ellos. ‘ Lograr que «guarden» todo lo que Dios les ha mandado. Eso implica no solo enseñarles la palabra de Dios, sino asegurarse de que lleguen ellos mismos a tenerla como una base sólida con la cual salir al mundo, que se apasionen por ella y que sepan cómo ir con confianza y familiaridad a buscar en ella. ‘ Clarificar la configuración vocacional. Desarrollar un proceso de orientación vocacional-ocupacional que ayude al joven a descubrirse, a comprender el llamado de Dios en su vida y a futurizarse. El asunto es tomar conciencia de la gama de aspectos intrínsecos que Dios le ha dado, que le distinguen y le demandan, de manera que pueda asumir responsablemente qué hará con eso en el futuro. Aspectos esenciales para tal descubrimiento han de incluir la exploración de valores, talentos, fortalezas de carácter, temperamento / personalidad, dones espirituales, intereses vocacionales, oportunidades de carreras profesionales, tipos de llamados y experimentación vía pasantías, entre otros.

En gran medida, el futuro de muchos jóvenes dependerá de las buenas o malas decisiones, omisiones, acciones o hábitos presentes durante esta etapa; es por eso que es importante ser intencionales en acompañar de cerca y habilitar con pasión al joven para así inspirar a una generación a futurizarse o proyectarse al mejor futuro posible en Dios.

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