Salvador De La Plaza - Fuego 3

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SALVADOR DE LA PLAZA (01/01/1896 ─ 26/06/1967)

Tomado de la revista: “FUEGO” n.3 ÓRGANO IDEOLÓGICO DEL FLN – FALN. Diciembre 1970. idealidadavanzada@gmail.com

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PROVOCAR DISTURBIOS, FRACASAR, VOLVER A PROVOCAR DISTURBIOS, FRACASAR DE NUEVO, Y ASI HASTA LA RUINA: ESTA ES LA LÓGICA DE LOS IMPERIALISTAS Y DE TODOS LOS REACCIONARIOS DEL MUNDO FRENTE A LA CAUSA DEL PUEBLO, Y NUNCA MARCHARÁN EN CONTRA DE ESTA LÓGICA. ESTA ES UNA LEY MARXISTA. (...) LUCHAR, FRACASAR, VOLVER A LUCHAR, FRACASAR DE NUEVO, VOLVER OTRA VEZ A LUCHAR, Y ASI HASTA LA VICTORIA: ESTA ES LA LÓGICA DEL PUEBLO Y ÉL TAMPOCO MARCHARÁ JAMÁS EN CONTRA DE ELLA. ESTA ES OTRA LEY MARXI S T A . ( . . . ) MAO TSE-TUNG

SUMARIO II.-

SALVADOR DE LA PLAZA PRÓCER DE LA LIBERACIÓN…………….. 2

“FUEGO” n.3 ÓRGANO IDEOLÓGICO DEL FLN – FALN. Diciembre del 70.

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SALVADOR PRÓCER DE LA LIBERACIÓN Con la muerte de Salvador de la Plaza, la causa del socialismo en Venezuela, Latinoamérica y todos aquellos pueblos del mundo que están en pie de lucha cívica o armada por su liberación, perdieron un combatiente ejemplar. Fue la vida de Salvador de la Plaza un ciclo perfecto de fidelidad, de constancia, de trabajo paciente, de lucha por la causa de la Revolución. Vida de combatiente austero siempre en primera línea y que aun bajo los más duros golpes del enemigo mantuvo la seguridad en la victoria final de la causa de los pueblos. A Salvador de la Plaza le correspondió vivir y actuar en una de las épocas más difíciles y trágicas de Venezuela y Latinoamérica. En 1896, cuando nace en Caracas, la patria de Bolívar y el Continente todo comenzaban a sufrir la agresión del Imperialismo norteamericano, cuyos objetivos colonialistas contra los países al sur del Río Grande y las principales islas del Caribe, poníanse de manifiesto tras la burlona mascara de la Doctrina Monroe. Para esa acción el imperialismo del norte aprovechaba la coyuntura que le ofrecía:

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La política mundial de las grandes potencias: Gran Bretaña, Francia, Alemania, las cuales aseguraban y extendían sus colonias a todo el mundo y se aprestaban para un nuevo reparto de él, que conduciría a la Primera Guerra Mundial. Las pugnas internas que en casi todos los países latinoamericanos sostenían los caudillos feudales entre sí, o entre ellos y las oligarquías urbanas; o las mismas luchas y contradicciones en el seno de éstas por la conquista del poder gubernamental.

La política mundial del imperialismo del norte, creciente y ya poderoso, que no vacila en hacer conocer a las potencias europeas sus aspiraciones y sus “derechos” SOBRE SU ZOMA DE INFLUENCIA latinoamericana, comenzando a hacer una realidad la frase Monroneana: América para los Americanos (del norte, por supuesto). En los países cuyas riquezas y materias apetecía el imperialismo, éste comenzó a intervenir, utilizando chantajes económicos o militares y a manejar como a marionetas a los principales jefes o representantes de las castas militares o de las oligarquías. Esto le permitía llevar al poder gubernamental a individuos y grupos capaces de servir incondicionalmente a los nuevos amos imperiales y permitir la reducción nuevamente a colonias, de los países que a costa de cruentos sacrificios habían libertado del yugo español, los patriotas Bolívar, Miranda, San Martín, O'Higgins, Sucre, Mariño. Esas pugnas internas entre los caudillos feudales de todo el territorio nacional eran aupadas ahora con los dólares del imperialismo como fue el caso de la Revolución "Liberadora" de Manuel Antonio Matos contra Cipriano Castro, quien era nacionalista y enemigo hasta cierto punto del capital extorsionista norteamericano en Venezuela. Esta revolución fue financiada por el Departamento de Estado. Los imperialismos europeos presionaban para cobrar a Venezuela deudas e intereses acumulados de préstamos cuyo destino no era el bien público sino satisfacer la voracidad de los diversos políticos de turno; estas presiones culminan con el bloqueo de las costas del país en 1904 y con el bombardeo de varias ciudades costaneras por parte de las flotas de Alemania, Inglaterra, Italia. La gran conspiración contra Castro que culmina con su deposición y el ascenso al poder del general Juan Vicente Gómez, conspiración dirigida desde el Departamento de Estado y apoyada por buques norteamericanos (pedidos por un representante de la oligarquía caraqueña en un célebre mensaje telegráfico) dispuestas a dirigirse a La Guaira en caso de alguna oposición al movimiento por parte de los partidarios de Castro. La iniciación de la explotación petrolera en el país y la penetración de capitales yankis en acción definitivamente colonizador, dirigida a asegurarse el combustible básico para su industria que se preparaba a ritmo acelerado con vistas a los preparativos para la Primera Guerra Mundial que idealidadavanzada@gmail.com

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ya se veía venir. La intervención yanqui en otros países de América Latina como acciones ramificadas de la expansión colonizadora: México, Panamá, Puerto Rico, Cuba mediante la enmienda Platt, Nicaragua, Colombia y el desprendimiento de Panamá, Guatemala y El Salvador bajo el nombre United Fruit. Perú, Chile, Argentina. La bota y el bastón con la Doctrina Monroe y la violencia conquistadora de Teodoro Roosevelt como inspiradora avanzando a tambor batiente. Las sonrisas melifluas y serviles de las oligarquías traidoras, los saludos fantochescos de los caudillos militares y las manos tendidas de unos y otros en demanda de las migajas que los nuevos amos les dejan caer, mientras los pueblos eran cada vez más víctimas de la miseria, la explotación y las injusticias. Tal fue a grandes rasgos, el panorama político y social que le tocó vivir en su infancia y adolescencia a Salvador de la Plaza. Su sensibilidad, su tradición patriótica tomada a través de los relatos orales maternos (Salvador de la Plaza era descendiente colateral de Francisco de Miranda y de Bolívar), El encuentro con esa realidad amenazante para la patria, el estudio al que se dedicará desde los primeros años, la contemplación de un pueblo que cada día se depaupera y se conducía a los límites más lejanos de la miseria, fueron acumulando en él conciencia social, primero, y luego conciencia revolucionaria, la que se hace activa, militante, al apenas iniciar estudios universitarios y hallar la posibilidad colectiva de hacer transcendente esa acción. En 1912 se inician las primeras insurgencias estudiantiles contra la Dictadura pro-yanki de Juan Vicente Gómez y allí está presente Salvador de la Plaza, el pecoso, el pelirrojo, con sus escasos dieciocho años, pero con su corazón, sus conocimientos y su voluntad dispuestos ya para una lucha que solo acabaría con su muerte. Como consecuencia de esas jornadas contra la dictadura de Gómez impregnadas aun de doctrinas liberales y vinculadas a las tradicionales luchas entre caudillos militares y oligárquicos por la posesión del gobierno, muchos estudiantes y viejos revolucionarios van a dar a la temida Rotunda, la cárcel donde la tortura y el veneno eran aplicados diariamente para doblegar o eliminar a los enemigos del gobierno. Salvador contempla allí, por primera ─y no única vez─ los métodos represivos, la violencia sin máscaras, de los representantes de la clase dominante y de los inversionistas extranjeros. Sabe él mismo de la ferocidad de un Nereo Pacheco, lumpen empleado como verdugo por los servicios policiales del gomecismo. Presiones de sectores de la opinión pública nacional e internacional obligan a Gómez a dar una amnistía. Salvador de la Plaza sale desterrado al extranjero. En el exilio se pone en contacto con la inmigración antigomecista, observa cómo trabaja esta y cuáles son sus objetivos políticos finales: tomar el gobierno para idealidadavanzada@gmail.com

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hacer en una forma u otra lo mismo que Gómez y sus adláteres. Comienza Salvador de la Plaza a tomar conciencia, mediante su práctica revolucionaria y la lectura de los teóricos del socialismo de que no se trata ya, en nuestros países latinoamericanos, de cambiar un gobierno por otro del mismo tipo, sino de cambiar las estructuras económicas y liberarse de la penetración colonialista del capital imperialista yanki. Busca instrumentos y medios para luchar por esos postulados no comprendidos sino al contrario, rechazados por la inmigración antigomecista. Solo un consecuente revolucionario venezolano radicado en México, el Dr. Carlos León comprende algo la situación que plantea en Venezuela. Junto con él Salvador funda el Partido Revolucionario Venezolano, orientado a luchar en dos frentes: contra el gomecismo y contra las tendencias caudillistas que actuaban en la oposición venezolana para sustituir a Gómez por otro Gómez. Funda por esa época en México el periódico “Libertad” de tendencia democrática. En 1917 estalla en la Rusia Zarista la revolución proletaria, dirigida por el Partido Bolchevique organizado por Lenin, revolución que convirtió a los obreros y campesinos de Rusia en clase dominante y cambió, por su contenido político de clase, el curso del desarrollo de la historia universal. El sistema capitalista mundial me había roto en el punto en donde las contradicciones imperialistas eran más agudas y dio lugar a la creación de una nueva sociedad: la sociedad socialista, dirigida por el Partido Bolchevique, heredero de las mejores tradiciones revolucionarias de Carlos Marx y Federico Engels. El marxismo, aplicado y desarrollado por Lenin, en las condiciones económicas, políticas y culturales de Rusia, se había convertido en realidad histórica. Los vientos renovadores de la revolución rusa se esparcieron por todo el mundo, como en épocas anteriores se habían esparcido los vientos renovadores de la Francia revolucionaria de 1789. Así como la revolución francesa tuvo contenido universal y plasmó las formas políticas de la sociedad burguesa en lucha contra el feudalismo, la revolución de Octubre de 1917, plasmó las formas políticas de la sociedad socialista, apareciendo en la historia el primer Estado Obrero y Campesino del mundo. Salvador de la Plaza rompe con su clase, con su origen mantuano y se pasa a las posiciones revolucionarias del marxismo-leninismo, convirtiéndose en un revolucionario proletario y en un estudioso de la economía política marxista, del socialismo revolucionario y del materialismo dialéctico. De opositor a la tiranía de Gómez, de pensador democrático burgués al servicio de la burguesía capitalista, se convierte en un revolucionario proletario. Para el momento de su muerte Salvador de la Plaza militaba en el campo de los organizadores del verdadero Partido Proletario, los organizadores y defensores de la lucha armada al lado del camarada Douglas Bravo. La prensa burguesa, estilo “El Nacional”, nos pintó un Salvador de la Plaza de ideología liberal, un Salvador de la Plaza nacionalista burgués; inclusive los oportunistas y capituladores del Partido Comunista idealidadavanzada@gmail.com

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Venezolano nos quisieron pintar un Salvador de la Plaza identificado con ellos en sus concepciones oportunistas sobre el desarrollo de la revolución venezolana. Todas estas ─loas─ pretenden desfigurar la verdadera estatura revolucionaria de "El pecoso" y pretenden tomar a de la Plaza para ellos. Nada más contrario a la vida y a la obra de este gran pensador proletario, de este antirevisionista, de este luchador implacable por los principios del marxismo-leninismo y contra el oportunismo de todas las tendencias y matices. De la plaza fue un luchador constante por la construcción y desarrollo del Partido del Proletariado y luchador implacable en el seno de la clase obrera por la pureza de las concepciones marxistas-leninistas. En las etapas de la formación del “Partido Comunista de Venezuela”, se presentó en el seno del mismo la desviación economista, tradeunionista la concepción de la táctica-proceso en el desarrollo del Partido. Esta concepción fue expresada en el exilio por Aurelio Fortoul y de más cuadros comunistas expulsados de Venezuela y que se habían encontrado detenidos en la Rotunda de Caracas. ¿Cómo se expresaron en las luchas doctrinarias? “Los rotunderos” sostenían que el Partido debía limitar su actuación a las luchas por las reivindicaciones del proletariado y debían suspender la propaganda escrita porque la propaganda era el motivo fundamental de la represión policíaca del gomecismo. De la Plaza, desde Trinidad, en donde hacía vida humilde de revolucionario-leninista, se enfrentó contra esta concepción y planteaba para el Partido la gran tarea histórica del derrocamiento del gomecismo mediante la insurrección popular, sosteniendo que los distintos golpes que la policía gomecista había dado contra la organización del Partido, y a la actitud débil de las reglas del Partido frente a la represión gomecista. Muerto Gómez, de la Plaza comprende que se habla abierto para Venezuela un período nuevo de luchas históricas y regresa a Venezuela en forma clandestina, y en una casa humilde de un barrio de “El Cementerio”, monta un aparato editor de propaganda clandestina, ─escribe y edita propaganda política. Una hoja suelta escrita y editada por él, con el nombre de “Dictadura o Democracia” es suscrita luego por Heranáni Portocarrero, quien la inserta en las páginas del diario “La Esfera” produciendo el Decreto de Félix Galavís, Gobernador de Caracas, contra la libertad de prensa, decreto que dio origen al gran estallido popular del 14 de Febrero de 1936. De la Plaza tenía claro el concepto de que en la revolución democrática el proletariado no podía perder su independencia, debía entrar en alianza con los campesinos, destacarse a sí mismo y no podía entregar la dirección de la revolución a la pequeña burguesía revolucionaría. Su lucha ideológica abierta y franca contra el oportunismo político de Betancourt y su grupo aprista, embrión ideológico del PDN y de Acción Democrática en el extranjero; y después, en los problemas políticos concretos que planteaba la lucha de masas en Venezuela lo perfilaron como un marxista-leninista consecuente, defensor de las consignas revolucionarias y de las posiciones clasistas. Mientras Betancourt y su partido ORVE pactan con las instituciones podridas del gomecismo para dejar reunir el Congreso Gomero “con el pañuelo en idealidadavanzada@gmail.com

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la nariz”, a fin de que no se rompiera el “hilo constitucional” de la Plaza asume una posición de principios leninista, defiende la consigna de Asamblea Constituyente surgida de elecciones directas, generales y secretas, aplicando a la realidad histórica de Venezuela el esquema teórico desarrollado por Lenin en su obra “Dos tácticas de la socialdemocracia en la Revolución Democrática”. Las posiciones correctas de este gran revolucionario no fueron tomadas en cuenta y la revolución democrática que ya había empezado en 1936, sufrió su primera derrota con el decreto de expulsión de los dirigentes y la disolución de las organizaciones políticas existentes. El pase a la ilegalidad planteó a los revolucionarios nuevas tareas históricas y la revisión de su actuación política durante el período que va desde la potente manifestación de masas del 14 de Febrero de 1936, hasta el Decreto de expulsión y disolución de los Partidos en 1937. El error principal de este período fue la tendencia liquidadora que se oponía a la creación del “Partido Comunista” clandestino de verdadero contenido político de clases y que se diferenciara de los demócratas-liberales y de la democracia revolucionaria pequeño burguesa. El camarada Salvador de la Plaza fue uno de los más consecuentes luchadores contra la tendencia liquidadora en lo ideológico y en lo

organizativo y encabezó la tendencia de crear el Partido Comunista con pensamiento teórico marxista-leninista, tendencia que se expresó en el argot revolucionario de entonces con la consigna de “sacar la cara”, opuesta a los que no querían “sacar la cara” para diluirse en un partido amorfo, en una organización que luchara por la democracia y nadara dentro del precepto constitucional que prohibía la propaganda del comunismo y del anarquismo. El camarada Salvador de la Plaza frente a la creación del PDN clandestino alertó a los revolucionarios idealidadavanzada@gmail.com

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sobre la misión histórica de este Partido, que tenía como tarea envenenar al proletariado, adormecerlo, para entregarle la dirección de la revolución democrático-burguesa a la burguesía y no al bloque obrero y campesino. Su visión de revolucionario marxista-leninista no resultó equivocada. Durante el período del gobierno del General Medina Angarita, el Partido Comunista de Venezuela, estaba hundido en la charca de la colaboración de clases, convirtiéndose en un apéndice del medinismo, aplicando en el campo de las luchas sindicales la política de no huelgas, envenenado hasta los tuétanos con la concepción revisionista de Earl Browder que se expresaba en la negación de la concepción leninista sobre la naturaleza rapaz del imperialismo, generador de las guerras de conquista y de rapiña. Salvador de la Plaza se alzó contra esta política de colaboración de clase, sosteniendo el criterio de que las huelgas del proletariado no podían suspenderse por el hecho de que los Partidos Comunistas hubieran entrado en alianza con las potencias democráticas para derrotar al fascismo internacional en la segunda guerra mundial y organizó una fracción marxista-leninista contra las concepciones browderistas en Venezuela que culminó con la organización del “Partido Comunista Unitario” que, a la vez que atacaba las concepciones revisionistas, llamaba a la unidad del movimiento comunista sobre la base de una plataforma ideológica marxista-leninista. El 18 de Octubre de 1945 se produce el derrocamiento del gobierno del General Medina Angarita, mediante un golpe de estado producido por la alianza de “Acción Democrática”, los sectores jóvenes de la Institución Armada, y la orientación del Departamento de Estado. El 19 de octubre, este movimiento, forma gobierno mediante un Acta Constitutiva, integrando una Junta Revolucionaria, presidida por Rómulo Betancourt. Esta Junta para darle fundamento legal al golpe militar anunció que convocaría a la Nación para una Asamblea Constituyente a fin de elaborar una Constitución para llamar después a elecciones directas y secretas, a fin de integrar los Poderes Públicos de la Nación. Para este momento histórico, como lo dijimos más arriba, el movimiento comunista venezolano estaba dividido en dos fracciones claras y separadas: El “Partido Comunista Venezolano” dirigido por Juan Bautista Fuenmayor con un órgano ideológico central denominado “Aquí Está” y donde se expresaban las concepciones ideológicas del brawderismo, y el “Partido Comunista Unitario” dirigido por Salvador de la Plaza, Gustavo Machado, Eduardo Machado y otros, con un órgano central de definición ideológica denominado “Unidad”. A fin de unificar a los comunistas venezolanos, que se encontraban divididos, el Partido Comunista Cubano, envió a Venezuela a Ladislao Carvajal, quien logró realizar gestiones de unificación que culminaron con la celebración del 1º Congreso de Unidad de los Comunistas Venezolanos. Salvador de la Plaza se levantó contra esta unidad sin principios, electorera, contra esta unidad cuya plataforma política de unificación la constituían tesis fragmentarias, oportunistas donde se le hacían concesiones a la penetración idealidadavanzada@gmail.com

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imperialista, con el apoyo de las empresas mixtas y en donde el Partido perdía su independencia ideológica y marchaba a la cola del Partido Acción Democrática, como un registrador de los acontecimientos políticos sin visión de poder. A causa de esa posición asumida por los nuevos dirigentes del PCV Salvador de la Plaza decide romper con ellos y enfrentárseles ideológicamente, pues consideraba que detrás de esa pretendida unidad, renacía con mayor fuerza dentro del Partido la tendencia revisionista y colaboracionista. En esos momentos Salvador de la Plaza elevó su voz para denunciar el trágico significado que tal hecho tendría para la vida del PCV y para la revolución venezolana en general, la cual carecería del instrumento político clasista, con ideología clara, ideología y objetivos precisos y capaz de avanzar revolucionariamente hacia la conquista del poder y el socialismo. Rompe Salvador de la Plaza con los Machados, Faría, Fuenmayor y demás dirigentes propiciantes también de una política de "seguidismo" a A.D. y, en compañía de otros camaradas que compartían sus puntos de vista en relación al camino tomado por el PCV y sus dirigentes, decide fundar una nueva organización revolucionaria comunista que denominan “Partido Revolucionario del Proletariado” el cual juega un importante papel histórico organizando a la clase obrera y tratando de dotarla de una doctrina, la doctrina marxista leninista, capaz de transformarla en clase para sí y proporcionarle instrumentos de lucha y liberación. Este partido orientado por de la Plaza, y mediante su órgano PRP se empeña en divulgar el pensamiento marxista, en adecuarlo como instrumento a la realidad venezolana; y por otra parte desenmascara al revisionismo, a la oligarquía traidora y a los principales agentes del imperialismo en Venezuela: Rómulo Betancourt y la dirigencia mayor de Acción Democrática. Razones históricas que alguna vez deben ser estudiadas y clarificadas, obligaron a la disolución del PRP, luego de duros años de lucha, Salvador de la Plaza vuelve a su trabajo teórico y comienza a enriquecer la bibliografía marxista venezolana con obras de divulgación acerca de los problemas nacionales. Cuando Foster Dulles inicia su política guerrerista y pone al mundo al borde la cuerda floja de la Guerra, el Departamento de Estado ordena una nueva limpieza de comunistas en Venezuela. De la Plaza es detenido y nuevamente expulsado de su patria. Desde el exilio en París sigue su tarea de divulgar los asuntos de Venezuela y Latinoamérica y de alentar, por todos los medios a la revolución. Por su parte los revisionistas y seguidistas de A.D. atrincherados en el PCV habían abierto un frente de ataques contra Salvador de la Plaza, tratando de cercarlo y aislarlo del pueblo venezolano. Sin embargo nadie creyó el cúmulo de acusaciones y denuestos con que se pretendió vulnerar el prestigio de de la Plaza. Al contrario, cada vez más, y en la medida que la juventud y el proletariado iban tomando conciencia de lo que realmente ocurría en el país, se iban acercando a Salvador y para buscar en él, en su palabra, en sus idealidadavanzada@gmail.com

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conocimientos la orientación y la firmeza requeridas. Al caer Pérez Jiménez, Salvador de la Plaza retorna al país y nuevamente ocupa su sitio en la lucha contra el oportunismo y el aventurerismo, fustiga duramente la tan cacareada consigna de Unidad por la unidad misma, (unidad del 23 de enero) y advierte certeramente los errores y equivocaciones en que una y otra vez incurrían los partidos de la llamada izquierda. Cuando el pueblo inicia mediante acciones armadas la respuesta a la violencia sangrienta del Gobierno adeco, Salvador de la Plaza se alinea con los mejores hijos del pueblo en su lucha, sin apartarse de lo que consideraba una necesidad, la paciente tarea de ensanchar los caninos de nuestra revolución mediante el aporte teórico. En sus numerosísimos trabajos queda la herencia que deja para esa lucha. Instrumentos invalorables que deben ser usados constantemente por quienes anhelan una patria libre y socialista. Leyendo esos trabajos cargados de sabiduría, valor y fuerza revolucionaria se llega a la seguridad de que Salvador de la Plaza es y seguirá siendo un combatiente en una lucha que aun prosigue, que ha de ser larga pero cuya victoria final es cierta.

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Salvador De La Plaza ejemplo revolucionario, no solo para Venezuela sino para América Latina, fue uno de los pocos hombres que consagró su existencia a la tarea de forjar la revolución de nuestro continente, de llevarla a cabo mediante ejecutorías verdaderamente históricas y ejemplares. César Rengifo

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