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Eduardo Alonso Barbosa Sáenz

Eduardo Alonso Barbosa Sáenz

Licenciado en Relaciones Industriales y Profesor.

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De las elecciones al 2 de octubre

Ya no creen en la democracia

Dotro modelo para gobernar; este dato, reportado por el Latinobarómetro en su último informe; pero, ¿otra forma de gobierno distinta a la democracia? O será necesario jugársela a ser como los antiguos griegos, o de aquellas civilizaciones milenarias que dieron origen a los distintos sistemas, modelos o formas políticas, económicas y sociales, para crear una “nueva” forma de gobierno o, ¿de plano las y los jóvenes preferirían la monarquía, la oligarquía, la dictadura o la aristocracia? Lo más probable es que dichas generaciones no tengan idea de lo que es vivir bajo un régimen que no sea democrático, que es bajo el que nacieron y han crecido.

Y es preocupante este pensamiento, ese desinterés que les causa a las y los jóvenes por participar activamente en las decisiones de la vida pública, en aquellas situaciones que, evidentemente, impactarán en su vida diaria en todos los sentidos, ya sea a través de todo aquello que el gobierno, en cualquier nivel, decide por la población y se les impone. Y resulta más alarmante cuando se ve que poco más de la mitad de las y los jóvenes, entre 19 y 29 años, ni siquiera votan en las elecciones; ya ni pensar que se involucren en otros aspectos o participen de otra forma en la vida pública, pues al 78% no le gusta hablar de política, al 83% no le interesa participar en alguna protesta y al casi 90% no le gustaría postularse en algún

cargo público, como candidato.

De plano las y los jóvenes están dejando las decisiones en manos de las personas mayores, de las personas que ya han vivido o concretado sus planes. No piensan en que lo que viene después de la elección tendrá mayores implicaciones para la juventud, ya sea por estar iniciando o terminando una carrera profesional, buscando algún trabajo o laborando en ese momento, recibiendo su primer sueldo o abriendo su primera empresa; este impacto se acentúa al ser las y los jóvenes quienes apenas están insertándose en el mercado laboral, en el plano del emprendimiento o conquistando mejores oportunidades de trabajo o de mayores ingresos, en comparación a quienes ya tienen una vida más consolidada o resuelta o que ya están concluyendo su vida laboral y en quienes están delegando las decisiones.

El impacto o las consecuencias que se vivan mañana se deciden hoy y es en lo que las y los jóvenes deben de poner mayor atención y no dejar pasar momentos clave como las elecciones, para cualquier nivel de gobierno o cargo público. En el caso de Chihuahua, en el proceso electoral del 2018 sólo votó el 45% de los jóvenes de entre 19 y 29 años; para este 2021, de alrededor de 790 mil jóvenes que integran el padrón electoral, se proyectó que sólo vote el 38% de ese total, es decir, alrededor de 300 mil jóvenes. Más de la mitad de la población joven no le interesa ejercer su derecho al voto, quizás es la muestra de los 4 de cada 10.

Después de conocer un poco de los números en los que se ubica la participación ciudadana juvenil, valdría la pena hacerse de nueva cuenta la pregunta: ¿De plano las y los jóvenes preferirían la monarquía, la oligarquía, la dictadura o la aristocracia? Lo dicen, porque desconocen por completo lo que son esas formas de gobierno y sus antecedentes, mucho menos se involucran en las actividades y expresiones de la democracia pura. Lo más cómodo sería concluir que alguien más decida por todos, pero también es lo más peligroso, al abrir la puerta a coartar libertades, violentar los

derechos humanos y generar una inestabilidad social.

Afortunadamente, en los últimos años, se ha puesto a disposición de la juventud y de la población en general distintos instrumentos de participación política, así como social. Particularmente Chihuahua destaca por una Ley de Participación Ciudadana que el impacto deseado entre la población, más por su reciente creación, pues del 2018 a la fecha se ha venido trabajando mayormente en el tema, teniendo ya casos muy particulares de plebiscito, revocación de mandato y presupuesto participativo, principalmente, en distintos municipios del estado.

Sin embargo, el mayor arraigo de la participación ciudadana se espera en la juventud, pues son quienes desde este momento van conquistando espacios por los relevos generacionales y a quienes les impactará más cualquier efecto positivo o negativo que se derive del que hacer o en la inacción de lo ya mencionado.

Ojalá las y los jóvenes despierten y se den cuenta, con mucho tiempo, que quizá la democracia no es una perfecta forma de gobierno, pero sí la que más ventajas tiene y de la que más provecho puede sacar la ciudadanía en general; de que es el sistema que más facilidades de participación y libertades otorga, así como los dere participar.

Coincidentes, más que diferentes

La primera gobernadora de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván, llega con una mayoría en el Congreso local a su favor, pero también con la necesidad de hacer alianzas internas que le permitan sacar los acuerdos, reformas, estrategias, reestructuraciones y reorientaciones en el gasto, ya que, si bien el Partido Acción Nacional es el grupo parlamentario más grande, no representan la mitad de los curules, pues son en total 14 de los 33 integrantes, más una legisladora emanada del Partido de la Revolución De-

mocrática, como parte de la coalición que encabezó la dos veces alcaldesa de la capital chihuahuense.

yecto del PAN y el PRD, ocupa 5 posiciones, lo cual lo pone en una jugada estratégica como una especie de partido bisagra, lo que le da bastante peso en las decisiones legislativas y de gobierno, pues podrían representar votos a favor para aprobar las cosas por mayoría o en contra, sumándose a la oposición más que cantada y representada por el Movimiento de Regeneración Nacional, que tiene 10 espacios, más una del Partido del Trabajo. En el caso de Movimiento Ciudadano, también sus dos representantes abonarían a una amplia aprobación y una mayor legitimidad en las decisiones tomadas o se sumaría para dejar un resultado muy cerrado con MORENA. Hablar de las abstenciones, es un tema de mucho cuidado para todas las fuerzas políticas representadas, no se diga para la gobernadora.

Si la tónica sigue de la misma manera, de consolidarse ese bloque opositor desde lo local que ya ha tenido un impacto nacional, en el que se han unido el PRI y el PRD bajo el liderazgo y los resultados obtenidos por el PAN, no representaría mayor riesgo el voto de las y los 5 legisladores del Revolucionario Institucional, ya que no se trata de dividir al interior, sino de sumar y complementar para hacerle frente a los embates que la Federación ha hecho contra Chihuahua en temas ya muy conocidos desde el 2019, sobre todo en el presupuesto de egresos del 2020, la estrategia de seguridad y lo controversial que ha resultado lo del agua. Pero en caso de que el PRI se voltee a favor de la oposición férrea de MORENA, las cosas se pueden salir de control.

Aquí será fundamental el papel que desempeñen las y los integrantes del gabinete de la gobernadora Maru Campos para conciliar las distintas posturas que se conciben en el Congreso del Estado. La labor no es menor y vaya que tendrán que hacer buen trabajo en ese sentido, más por la urgencia de varias cuestiones

que ya se le han presentado a la actual administración estatal y se le seguirán presentando de aquí hasta que lleguen de nuevo las renovaciones del Congreso en la elección del 2024.

Ojalá que la oposición morenista no sea una acartonada, de las que digan “no” categóricamente a todo, la de la polémica innecesaria y desgastante; que tanto las y los 10 diputados locales de MORENA, como el de su aliado del Partido del Trabajo, no están sólo para oponerse a las iniciativas de Maru Campos y su gobierno, sino que propongan, abonen y complementen en lo debido y necesario. Lo mismo que quienes integran las fracciones del PRI y Movimiento Ciudadano, que no sean representantes que se abs tener contentos a todos, puesto que su papel es de posturas y decisiones, que es lo que espera la gente.

la composición de los grupos parlamentarios, resultado de una pluralidad elegida por las y los chihuahuenses. Y vaya que el mapa político tanto en el Congreso como en los ayuntamientos mantiene una composición diversa, en el que distintas expresiones políticas tuvieron cabida así el PAN se mantiene en tres de los principales municipios del estado; MORENA con su bastión en Ciudad Juárez; por su parte Movimiento Ciudadano en la capital del mundo, Parral; y el PRI recuperó bastante de lo perdido desde el 2016.

Falta ver si hay voluntad, tiempo y disposición por parte de todas las ideologías políticas, principalmente las representadas en el Congreso, para sacar adelante al estado de Chihuahua, que es lo importante. Se espera que asuman su rol y su compromiso con la entidad, su gente y su gobierno, no pensando en el capital po lo electoralmente hablando, porque eso se descubre y se debe de evidenciar de inmediato, para lo cual, el seguimiento de todo esto depende de la ciudadanía.

el estado, no para que se ganen el aplauso, pero sí para tener una entidad viable en todos los sentidos, asegurando el presente y el futuro de todas y todos, pero para esto es necesario que las y los integrantes del poder legislativo sean coincidentes, más que diferentes.

¡2 de octubre: jamás se olvida!

El 2 de octubre de 1968 será una fecha que siempre trascenderá en el colectivo mexicano; generaciones van y vienen y sigue presente en la memoria, no sólo como un capítulo en la historia del país, sino como un verdadero hecho de manifestación y participación ciudadana de las y los jóvenes de ese tiempo, que convocó a un despertar generalizado en todas las latitudes de la nación mexicana.

Una fecha como ésta, no sólo es un llamado a la deuda añeja de justicia que el Estado Mexicano siempre dejó pendiente; no jóvenes reclamando lo justo y cuyos culpables no pagaron ni la mínima pena. Este hecho histórico siempre perdurará entre la sociedad mexicana para hacer conciencia en el respeto a las libertades de las y los ciudadanos, cuyos actos no deben reprimirse, ni mucho menos restringirse o eliminarse.

Lo más destacable de ese trágico episodio en la Plaza de Las Tres Culturas, fue el ver a miles de jóvenes, hombres y mujeres, convocados en todo el país para salir a las calles a manifestarse, a alzar la voz, a exigir lo necesario, a señalar lo que estaba mal, en pocas palabras: a participar. Ese día las y los jóvenes dieron un claro ejemplo de lo que es la participación ciudadana a nivel nacional.

Hoy en día, sólo queda en la historia como un breve repaso y los datos duros nos indican otra cosa muy distinta: las y los jóvenes ya

no quieren participar; ya no creen en la democracia como forma de gobierno. Si en 1968 bajo la misma democracia se vivió ese negro pasaje, asusta el pensar si se instaurara otra forma de gobierno donde se supriman las libertades y la oportunidad de participar; en alzar la voz y exigir.

El reto de la participación ciudadana en la juventud es muy grande. La mitad de las y los jóvenes tienen interés en votar, quizás más que para un ejercicio ciudadano; ni siquiera son conscientes de lo que implica el votar o el dejar de hacerlo. Peor aún, de cada 10 sólo a 2 les importa la política y no con relación a partidos políticos, porque la política no se resume en eso, pues resulta que hasta el abrir la llave del agua para hacer uso de la misma es política y hasta eso les causa desinterés.

Si la marcha de ese 2 de octubre del 68 se hubiera llevado hoy, de cada 10 jóvenes sólo uno hubiera acudido a manifestarse; siendo así, hoy se hablaría de un movimiento estéril, sofocado en cuestión de minutos, o simplemente ni siquiera ocuparía párrafo alguno en la historia del país. Simplemente no hubiera existido y sí se olvidaría.

Ojalá que las voces que aún recuerdan ese movimiento dieran el énfasis necesario para detonar mayormente el que las y los jóvenes se involucren; las redes sociales no condenan, sólo entretienen. Los cambios y revoluciones digitales quizá se den, pero de forma lenta; para la diversión y comodidad no queda duda lo que quienes hacen uso de las mismas no las ven como tal, por lo tanto, no es la alternativa rápida para el cambio.

Hay jóvenes en las calles participando, pero necesitan más apoyo. Como sociedad se requiere crear más conciencia de esa participación porque lo que se haga o se deje de hacer impacta en su

futuro, en cómo vivirán en los próximos años. Existe una negación generalizada de compartirles ese golpe de realidad, pensando que lo que viene será mejor para ellas y ellos, pero desde la perspectiva adulta, no desde la suya, cuando esta es indispensable para quedarse con una sociedad con la que habrán de vivir, trabajar y crecer hasta que mueran.

Para que las y los jóvenes sigan disfrutando del estilo de vida que les gusta y de una sociedad en la que todas y todos tengan cabida, es indispensable la participación de la juventud, en todos los ámbitos, ya sea en lo social y en lo económico, así como en lo político, principalmente las esferas donde se tomen las decisiones que nos impactan de una u otra forma.

Para que el 2 de octubre jamás se olvide, es necesario participar, pues esta es la manera de garantizar que las marcas que quedan de los acontecimientos en los que debe existir el involucramiento social no sean endebles y no se borren, sino con el paso del tiempo se fortalezcan y sean la base y ejemplo de lo que se puede seguir que la sociedad actual se asienta. Que el mayor homenaje no sólo se haga con una marcha conmemorativa, sino con la decisión de participar.

La historia siempre será la mejor maestra, pero de nada sirve si no tiene las y los aprendices adecuados. Si se sigue actuando de la misma manera, no sólo el 2 de octubre se olvidará, sino también cualquier otro acontecimiento en el que fue necesaria, indudablemente, la participación y la acción de las y los mexicanos en esos capítulos del pasado. Los cambios son propiciados por el pueblo, es así, no se cambia nada y lo que se haga no tendría razón de ser. Así que esta conmemoración, en la que, cada año desde 1968, se alza el clamor de justicia, sea el verdadero motivo para manifestarse, pronunciarse y participar, para que, efectivamente y no de palabra, se pueda decir que: ¡El 2 de octubre, jamás se olvida!

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