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Mario Héctor Góngora Hernández

Mario Héctor Góngora Hernández

Licenciado en Administración y consultor

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Las elecciones próximas y el sentido común

Próximas elecciones

Hablándose cada día más de política y candidatos a la Presidencia de la República y sin mucho de dónde escoger, se

El progreso social no se logrará, contrario a lo que algunos puedan decir, con la destrucción del sistema capitalista, o “neoliberal” como ahora le llaman, sino al contrario, será con su desarrollo, mejoramiento y la conciencia de darle al ser humano el lugar que siempre le ha pertenecido, pero que no necesariamente ha logrado. y sobrevivir, el capital tendrá que adoptar una política clara, favo

Dicho orden social exige que cada ser humano tenga acceso a una porción a la riqueza en general, sin que se les prohíba a las personas luchar por tener más, siempre y cuando esto se logre con el trabajo honrado. Todo un reto para aquellos ya acostumbrados al dinero fácil, al trabajo mediocre, al delito y a la ilegalidad.

El mexicano se porta como en aquel cuento de los cerditos a los de sobra para todos. Los que llegaron primero tomaron el primer gran bocado y corrieron a comérselo a solas. Los demás cerdos, acostumbrados a vivir del vecino, se abalanzaron sobre los que ya saboreaban el manjar. Pronto se desató toda una trifulca. Mordi-

das, carreras y chillidos invadieron el chiquero. Y la comida, en el centro de todo aquello sin quien la tocara.

Pasa igual en el país. Se insultan y casi se matan por quitarse los unos a los otros cualquier cosa, aunque ésta casi no tenga valor, habiendo cosas buenas para todos y que las podríamos tener con sólo voltear hacia donde están. En el campo, ninguna semilla germina por decreto, ni por castigo ni por amenazas. Si se le da el no está vacía.

El progreso social es severamente afectado cuando es dirigido por populistas, aunque parezcan bien intencionados, al estilo Hugo Chávez, Díaz Canel o López Obrador, pues notoriamente terminan en quiebra. Pasan a ser enemigos del progreso social. Existen dos formas en que se desperdicia el dinero y el esfuerzo de todos. Una es el despilfarrándolo en proyectos y obras que aportan solamente a la imagen del “benefactor” o guardándolo por avaricia. El dinero, como los talentos no debe ser enterrado, sino hay que dejarlo que galope bajo buenas riendas.

Gastar el dinero en forma personal o nacional es muy fácil. Nos causa una agradable sensación el comprar cosas. Se nos facilita tanto que a veces hasta gastamos lo que no tenemos. El gastarlo adecuadamente es todo un arte. Es imposible ser ricos mientras gastemos más de lo que ganamos. Difícil es ser pobres si gastamos menos de lo que generamos.

En las próximas elecciones votemos por aquel que puede ser capaz, sin populismo, de convertir la debilidad en fuerza, la ceguera en visión, la pereza en trabajo productivo, la discordia en armonía, el fracaso en triunfo y el desperdicio en riqueza.

El sentido común en las elecciones

“El sentido común describe las creencias o proposiciones que parecen, para la mayoría de la gente, como prudentes, siendo esta

prudencia dependiente de unos valores de conciencia compartidos que, permiten dar forma a una familia, clan, pueblo y/o nación...”

Dada la presente realidad, es casi imposible, basados en un sentido común objetivo, divorciar la política de la crisis que vivimos los ciudadanos, en cuanto a violencia, hampa, impunidad.

Es imposible, nos dice el sentido común, que todo esto que sufrimos haya llegado a estas alturas sin el involucramiento de políticos, gobernantes y funcionarios. Sin el apoyo de “la ley”, el hampa y la corrupción no habrían crecido como lo han hecho.

El sentido común no nos exige más que saber lo que hemos de aceptar y lo que hemos de rechazar en cuanto a candidatos y partidos. ¿Pero qué hacer cuando ni candidatos ni partidos nos han mos por ellos, el país se convertirá en un paraíso? La lucha que sostiene el ciudadano de hoy es la de no dejarse embaucar, la de no dejarse engañar. ¿Alguien con sentido común puede creer que todo lo debemos recibir gratis del gobierno, sin dar nada a cambio?

Quien se someta a la prueba del pensamiento y éste a la prueba de la razón, rara vez se equivocará. Pensar y actuar, actuar y pensar es parte de la sabiduría que se adquiere a través del sentido común.

El que no puede razonar es un tonto; el que no quiere razonar es un necio; el que no se atreve a razonar es un esclavo y el que razonando se atreve aún a ir en contra de sus principios, en un afán de conseguir una remuneración, premio o favor, no hace otra cosa que prostituirse.

El sentido común, increíblemente no es algo común en nuestros tiempos, y los que lo poseen, omiten ejercitarlo por mera cobardía.... o por intereses políticos. ¿Han notado, estimables lectores, cómo los que rodean a los candidatos y hasta se arriesgan por ellos, siempre están adulando aquellos que piensan estarán en el poder próximamente?

El sentido común es más valioso que el oro y mientras más pronto lo adquiramos, más tiempo lo disfrutaremos. Es el arte de sofía demostrada en acciones.

Habitamos un mundo que puede ser grande si somos sensatos y un mundo demasiado pequeño si dejamos corromper nuestro criterio. Ninguna opinión, ningún criterio de políticos busca poderes puede compensarnos la pérdida de nuestra propia opinión. Se equivocan los que piensan que los demás no saben pensar. Por alguna extraña razón el ciudadano se equivoca con menos frecuencia que el sabio.

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