Sermones 2021

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© Leopoldo Cervantes-Ortiz, 2021

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Contenido FEBRERO LA ESPERANZA QUE TRAJO EL SEÑOR JESUCRISTO AL MUNDO 1. La esperanza que trajo el Señor Jesucristo al mundo (Romanos 8.18-25) 2. El Dios de la esperanza nos llena de gozo y paz (Romanos 15.7-13) MARZO LA ESPERANZA QUE SE DESPLEGÓ EN LA CRUZ Y EN LA RESURRECCIÓN 3. “La esperanza que está guardada en los cielos” (Colosenses 1.1-8) 4. “Cristo, la esperanza de gloria” (Colosenses 1.24-29) ABRIL CRUZ, VIDA Y ESPERANZA: DIOS ASUMIÓ Y PURGÓ EL SUFRIMIENTO DEL MUNDO 5. “Uno de ustedes me va a entregar a mis enemigos” (Mateo 26.23-30) 6. “¡Que muera en una cruz!” (Mateo 27.21-44) 7. “Dios me ha dado todo el poder para gobernar en todo el universo” (Mateo 28.16-20) 8. Testigos permanentes de la esperanza cristiana (Hechos 4.1-14) MAYO LAS FAMILIAS VIVEN Y SIRVEN CON ESPERANZA EN EL SEÑOR: EL CASO DE DEUTERONOMIO 9. Las familias viven y sirven con esperanza en el Señor: el caso de Deuteronomio (Deuteronomio 4.5-14) 10. La historia de la salvación en las familias de fe (Deuteronomio 11.16-24) 11. El horizonte familiar en los planes divinos (Deuteronomio 32.46-52) JUNIO LA ESPERANZA QUE SOSTIENE A LA IGLESIA EN EL MUNDO 12. La esperanza que sostiene a la iglesia en el mundo (I Tesalonicenses 1.2-10) JULIO UNA ESPERANZA PROBADA EN MOMENTOS DIFÍCILES 13. Dios bendice y produce esperanza (Deuteronomio 28.1-14) AGOSTO LA PALABRA DIVINA PROMUEVE LA ESPERANZA 14. Revelación, Palabra y esperanza en el mundo (Salmo 19) 15. La Escritura, inspirada por Dios, mantiene la esperanza (II Timoteo 3.10-17) 16. “Cada Palabra de Dios tiene poder y vida” (Hebreos 4.6-13) 17. La palabra divina promueve la esperanza en los corazones (II Pedro 2.16-21) Reflexión final “Por la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 1.9b)

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Febrero LA ESPERANZA QUE TRAJO EL SEÑOR JESUCRISTO AL MUNDO 1. LA ESPERANZA QUE TRAJO EL SEÑOR JESUCRISTO AL MUNDO (Romanos 8.18-25) 7 de febrero Se nos promete la vida eterna; pero se nos promete a nosotros, los muertos. Se nos anuncia una resurrección bienaventurada; pero entretanto estamos rodeados de podredumbre. Se nos llama justos; y, sin embargo, el pecado habita en nosotros. Oímos hablar de una bienaventuranza inefable; pero entretanto nos hallamos oprimidos aquí por una miseria infinita. Se nos promete sobreabundancia de todos los bienes; pero somos ricos sólo en hambre y en sed. ¿Qué sería de nosotros si no nos apoyásemos en la esperanza, y si, en este camino a través de las tinieblas, iluminado por la palabra y por el espíritu de Dios, no se apresurase nuestro entendimiento a ir más allá de este mundo? JUAN CALVINO, Ad Hebreos, 11.1

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i hay alguna palabra que resume con mayor intensidad y claridad el énfasis renovador y aleccionador para la fe cristiana en el Nuevo Testamento, ésa es esperanza (elpís), cuya frecuencia muestra su importancia teológica y doctrinal. La esperanza es un componente esencial de la fe pues la coloca en un horizonte capaz de superar los traumas causados por el impacto de las realidades opuestas a su realización en la historia. La esperanza es el motor más profundo de la fe, dado que ella ve como posible y realizable todos los elementos de la promesa y realización del Reino de Dios, incluso aquellos aspectos que parecen más reacios. Esta visión de la importancia de la esperanza explica por qué, en los años 60 del siglo XX un teólogo reformado alemán, Jürgen Moltmann (nacido en 1926), irrumpió en el panorama con una obra titulada precisamente Teología de la esperanza (1966), volcada por completo a recuperar su lugar en las creencias escatológicas (las últimas cosas) y afirmar la relevancia del futuro para la fe en Jesucristo. En la “Meditación sobre la esperanza”, que abre ese volumen, Moltmann afirma: “En su integridad, y no sólo en un apéndice, el cristianismo es escatología; es esperanza, mirada y orientación hacia adelante, y es también por ello mismo, apertura y transformación del presente”.1 Ésa es la razón por la que el apóstol Pablo en su carta a los Romanos afirmó textualmente: “Por esperanza hemos sido salvados: pero una esperanza que ve no es esperanza, pues lo que uno ve, ¿cómo lo esperará? Y si esperamos algo que no vemos, aguardemos con paciencia” (Ro 8.24-25). Es decir, toda la salvación mediante Jesucristo se sitúa en el horizonte de la esperanza, de aquello que ha de venir, que aún no viene todavía. El contexto en que el apóstol ubica la existencia de esa expectativa es el mundo (la creación), pues éste “anhela intensamente” la manifestación de quienes son hijos de Dios” (8.19), y no renuncia a la esperanza de no ser destruido (Ro 8.21a) y de “compartir la maravillosa libertad de los hijos de Dios” (8.21b). Todo esto forma parte de una grandiosa secuencia que el texto enlaza y contrasta con los sufrimientos de los redimidos/as (v. 18) quienes están a la espera de la revelación de su carácter a los ojos de todos y la obtención de la vida por parte de Dios. Este enorme paquete de esperanza vital, recreadora, sanadora y salvadora fue lo que trajo Jesús con su presencia y actuación, con su regreso triunfal a la vida. Porque, como bien dice Moltmann, “la fe cristiana vive de la resurrección de Cristo crucificado y se dilata hacia las promesas del futuro universal de Cristo”.2 De ahí que la existencia en la fe cristiana sea “perseverar en la esperanza” (I Tes 1.2) y tratar de conocer lo más posible al “Dios de la esperanza”. Las quejas y dolores, como de parto, que ahora se experimentan en este mundo, como dice sorpresivamente el v. 23, pues se afirma que el mundo 1 2

J. Moltmann, Teología de la esperanza. 3ª ed. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1977 (Verdad e imagen, 48), p. 20. Ídem. 5


(desposeído del Espíritu) y los creyentes (que lo poseen), sufren por igual ante la espera indefinida de la adopción definitiva (“sufrimos en silencio”, dice la TLA; es una “solidaridad de la angustia y de la expectación”, dirá Moltmann más tarde3), mientras eso sucede. El juego de tiempos verbales del v. 24a maneja la diferencia de apreciación cronológica para Dios y para los seres humanos: “Porque [ya] fuimos salvados por Dios en la esperanza” (El Nuevo Testamento interlineal palabra por palabra), lo cual plantea un dilema bien expresado a continuación en la segunda parte. “Pero la esperanza siendo vista no es esperanza; porque lo que ve alguien, ¿quién lo espera?” (24.b, ídem). La prueba máxima de la esperanza es que se cree en su contenido a ciegas, en un salto mayúsculo de fe. Esto quiere decir que el mayor desafío para la fe está en esa espera indefinida y, a veces, angustiante. Y la conclusión paulina también es enormemente desafiante: “Y si lo que no vemos esperamos, por medio de la perseverancia aguardamos ansiosamente [segunda vez que se usa esta construcción]” (25, ídem). Esa acción de aguardar es la actitud dominante de la esperanza, es la capacidad de perseverar, de sostenerse en esa espera, atentos/as a la realización del contenido de las promesas de salvación. Y es que “las promesas de Dios abren los horizontes de la historia”4 y le permiten a la fe ir más allá, anticiparse, a la realización plena de lo prometido. Ésa es la causa de que la existencia cristiana, tal como la describe el Nuevo Testamento, se caracterice por ser una “paciencia militante” (José Míguez Bonino) y en ella nos encontramos, siempre dispuestos/as a recibir lo que Jesús de Nazaret trajo al mundo como anuncio, promesa, cumplimiento y realidad. “La esperanza neotestamentaria es una espera y un anhelo paciente, disciplinado, confiado del Señor como nuestro salvador. Esperar es ser atraído por la meta y lanzarse a ella, es un mantenerse en este dinamismo”.5

Ibid., p. 290. Ibid., p. 138. 5 E. Hoffmann, “Esperanza”, en L. Coenen et al., dirs., Diccionario teológico del Nuevo Testamento. II. 3ª ed. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1990, p. 133 (Biblioteca de estudios bíblicos). 3 4

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2. EL DIOS DE LA ESPERANZA NOS LLENA DE GOZO Y PAZ (Romanos 15.7-13) 28 de febrero Y el Dios de la esperanza ojalá llene a vosotros de toda alegría y paz en el creer, para abundar vosotros en la esperanza por el poder del Espíritu Santo. ROMANOS 15.13, El Nuevo Testamento interlineal palabra por palabra

a segunda parte del cap. 15 de la carta a los Romanos es una veta profunda de afirmaciones acerca de la esperanza que produce creer en el Evangelio de Jesucristo. Habiéndonos acercado a los senderos de la esperanza tal como se muestran en esta epístola, llegamos a esta porción para encontrar, nuevamente, cómo el apóstol Pablo promovió la mutua aceptación de las personas en la comunidad, tal como el propio Cristo ha recibido a todos/as (15.7). Él vino a ser “siervo de la incircuncisión” a fin de mostrar la verdad divina y, así, cumplir las promesas hechas desde la antigüedad (15.8). El proyecto mayor, esto es, el de incorporar a los no judíos, formó parte desde entonces del designio divino (9a), para fundamentar lo cual se citan hasta cuatro porciones del Antiguo Testamento (II Sam 22.50; Sal 18.49; Dt 32.43; Sal 117.1; e Is 11.10). Charles Perrot afirma:

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…la insistencia no recae tanto en el amor mutuo dentro de un mismo grupo, sino más bien en un comportamiento a la vez tolerante y acogedor con los cristianos que siguen otras prácticas. Porque los fuertes sienten la tentación de despreciar a los débiles, en sus prácticas “todavía” judías; y los débiles, la de juzgar a los fuertes que cuestionan la ley divina y al pueblo del “tronco de Jesé” (15.12). Las presentes exhortaciones de Pablo tocan por tanto el corazón mismo del motivo principal de la carta, en las relaciones “ecuménicas” que es preciso restablecer ahora. 6

Fuertes y débiles, judíos y gentiles, todos son llamados a participar de la verdad de Dios manifestada en el mundo mediante ese formidable proyecto de salvación e integración humana y cósmica: La verdad y la compasión unen a judíos y gentiles, a la Iglesia y al mundo. ¿Quién es fuerte aquí? ¿Quién es débil? Aquí, “el Dios de la esperanza” está delante, detrás y encima de todo proyecto de vida. A él ensalzan las voces de todos aquellos a los que encontró su verdad y su misericordia. Él ve lo débil en los fuertes y lo fuerte en los débiles; y ve con sus propios ojos cómo todos ellos, desde el escalón más alto hasta el más bajo, participan del bendito misterio de su libertad, de su reino.7

Lo que fortalece a unos y a otros es, precisamente, la esperanza, y calificar a Dios de esa manera, como lo hará también más adelante al definirlo como “Dios de la paz” (15.33), implica una muestra de la capacidad divina para hacer llegar esa virtud teologal a lo más profundo de lo divino y de la relación de éste con lo humano y, más específicamente, con la comunidad cristiana. La traducción del Nuevo Testamento interlineal apunta justamente hacia los deseos que el apóstol manifestó para la comunidad de Roma en el sentido de que el reforzamiento de la esperanza propiamente cristiana, procedente de la naturaleza misma de Dios produjese toda una experiencia de fe: “Y el Dios de la esperanza ojalá llene a vosotros de toda alegría y paz en el creer, para abundar vosotros en la esperanza por el poder del Espíritu Santo” (15.13). “Toda alegría y paz en el creer”, primeramente, para que la comunidad pudiese “abundar en la esperanza” producida por el poder del Espíritu Santo. Así, la esperanza que trajo Jesús al mundo podría desplegarse ampliamente dentro y fuera de las comunidades de fe y amor. Previamente, el apóstol había engarzado las tres virtudes en I Corintios 13, la fe, la esperanza y el amor, como parte de la realidad cristiana total. 6 7

Charles Perrot, La Carta a los Romanos. Estella, Verbo Divino, 1989 (Cuadernos bíblicos, 65), p. 56. Karl Barth, Carta a los Romanos. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1998, p. 599. 7


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Marzo LA ESPERANZA QUE DE DESPLEGÓ EN LA CRUZ Y EN LA RESURRECCIÓN 3. “LA ESPERANZA QUE NOS ESTÁ GUARDADA EN LOS CIELOS” (Colosenses 1.1-8) 7 de marzo …a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio… COLOSENSES 1.5, TLA

omo parte del saludo que dirigieron el apóstol Pablo (preso en Éfeso) y Timoteo a los creyentes de la ciudad de Colosas, ubicada al este de la gran ruta comercial de Éfeso y Mileto, se afirma la importancia de la esperanza para la fe de ellos y de toda la cristiandad. Dado que estas cartas eran leídas como parte de la liturgia de las comunidades, el tono del saludo es elevado y desea transmitir la presencia de Dios. Ni los colosenses ni los laodicenses conocían personalmente al apóstol, por lo que la grandilocuencia de la presentación se explica como parte de un acercamiento fraterno que merecía ese lenguaje y estilo. El saludo es, pues, un auténtico deseo de bendición, así como una afirmación del carácter peculiar de la comunidad a la cual se dirigieron los autores: “Ustedes son parte del pueblo especial de Dios y han puesto su confianza en Cristo” (1.1b). Sigue luego la afirmación del apostolado paulino por voluntad divina (2a) y el deseo de que Dios les otorgase “mucho amor y paz” (2b). “Para el apóstol es fundamental estar en comunión con los hermanos y no hablar simplemente como una persona investida de autoridad de especial dignidad”.8 Después del saludo inicial a los “santos y fieles hermanos”, continúa la afirmación de que ambos oran siempre por ellos (3), agradeciendo al Padre de Jesucristo por el hecho de que confían en el Señor y porque “aman a todos los que forman parte del pueblo de Dios” (4). La tríada fe-amor-esperanza asoma aquí inmediatamente en la mención de lo que se ha oído sobre la práctica cristiana de los colosenses: “La fe, el amor y la esperanza se entendían originariamente abarcando todos los tiempos, en cuanto que la fe se funda en el pasado de la vida, de la muerte y de la resurrección de Jesucristo, el amor llena el presente de la comunidad y la esperanza está abierta al futuro”.9 Esta fusión de tiempos abarca la totalidad de la experiencia cristiana y proyecta la vida espiritual de la comunidad en todas las dimensiones temporales. Dado que la fe se orienta principalmente hacia “Cristo presente”, celestial, la esperanza describe “lo que ya está reservado en el cielo”. La carta abre, entonces, con la intención de aplicar en estos creyentes “la certeza y objetividad en la salvación exclusivamente garantizada por Dios; la idea de que el acontecimiento futuro estaba ya presente en Dios” era común en la apocalíptica judía. Por ello, lo relevante “es que la fe se funda en la esperanza y no a la inversa”. De ese modo, el pasado y el futuro se funden para fortalecer la vida presente. “La expresión ‘en el cielo’ significa, pues, que la salvación está ‘fuera’. Al hombre habitante de una tierra sin cielo se le dice que el sentido de toda vida no está en ella misma, ni en la humanidad o en la naturaleza, sino en aquel que, estando más allá de tales realidades, le sale al encuentro sin embargo en ellas. Los colosenses han oído hablar ya ‘antes’ de esta esperanza”.10 La predicación que habían recibido (“el mensaje verdadero de la buena noticia”, 5a) fue una especie de anticipación del futuro. El énfasis puesto

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Eduard Schweizer, La carta a los Colosenses. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1987 (Biblioteca de estudios bíblicos, 58), pp. 34-35. 9 Ibid., p. 38. 10 Ibid., p. 39. 8

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en la verdad contrasta con la superación de todas las deformaciones, aunque no con el matiz griego de alcanzarla necesariamente mediante la experiencia o la lógica. La verdad es, aquí, definitivamente, un don de Dios. Esa buena noticia, como en una marcha triunfal, se estaba extendiendo por todo el Imperio con excelentes resultados (6a). La segunda parte del v. 6 subraya lo acontecido en la comunidad concreta cuando ésta comprendió la medida del amor de Dios. El vehículo para esa aceptación fue Epafras, el “amado consiervo” (7), su autoridad es la de Pablo y por ello Cristo es el sujeto real de su ministerio. El apóstol transfirió la autoridad a sus representantes. La sección finaliza con una nueva alusión al buen estado de la comunidad, en donde el Espíritu estaba haciendo su obra de amor y acompañamiento mutuo. Es notable que la carta comience con una acción de gracias y no con regaños ni lamentaciones. Esto es así, porque el autor tiene conocimiento de la “esperanza en el cielo”. La santidad de la comunidad consiste en la salvación que Dios le ha preparado y hacia la que está orientada. La comunidad vive ‘en Cristo’. Cristo no es, pues, un mero concepto para diferenciar la comunidad “cristiana” frente a otra “mundana”. La comunidad vive —del modo que sea— en él, como, a la inversa, “el mundo está en el maligno” (1 Jn 5.19). Cristo es el lugar donde la comunidad vive, el aire en que crece y que la penetra. Esto es así porque la comunidad escuchó la palabra en la que se puede confiar, una palabra que produce fruto y crece, acumula experiencia y por eso nunca se anquilosa. Así su fe sólo puede vivir como amor.11

“La carta considera que la comunidad ya ha resucitado, que su esperanza está ya preparada en el cielo, que su Señor ha vencido ya a todos los poderes y dominaciones, mientras que el ‘todavía no’ sólo se expresa en 3.2 s”.12 La esperanza que está guardada (reservada, puesta aparte) en los cielos es la garantía, por encima del tiempo, de que todo lo anunciado como beneficio salvífico se cumplirá plenamente en el presente que viva la comunidad cristiana.

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Ibid., p. 43. Ibid., p. 24. 10


4. “CRISTO EN NOSOTROS, LA ESPERANZA DE GLORIA” (Colosenses 1.24-29) 21 de marzo …a quienes quiso Dios dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria del misterio este entre los gentiles, el cual es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria… COLOSENSES 1.27, El Nuevo Testamento interlineal palabra por palabra

uaresma, ¿una temporada protestante?: con esta pregunta queremos iniciar la reflexión a escasa una semana de la conmemoración de los acontecimientos redentores que la fe cristiana proclama. Aún resuena la protesta radical de Ulrich Zwinglio cuando en 1522 defendió a un grupo de cristianos de Zúrich por comer de ostentosamente salchichas durante la Cuaresma. Su argumento central es que la Cuaresma no aparece en la Biblia. El único punto de contacto con ella es la idea de preparación, esto es, que tal como lo hacía la iglesia inicial, pues “durante algunas semanas catequizaban a quienes serían bautizados/as en la mañana de resurrección, instruyéndolos en la totalidad de la fe. Otros que se habían alejado de la comunidad eran llamados al arrepentimiento para ser recibidos plenamente también”.13 De modo que, sin guardar necesariamente esos 40 días, es posible hacer planes o proyectos de preparación para llegar a esos días tan significativos con una reflexión bíblica y espiritual previa. En el caso del pasaje que nos ocupa, la perspectiva cristológica paulina que apunta a colocar en el centro la figura de Cristo como “esperanza de gloria” para los destinatarios de su carta es un excelente motivo de preparación para los días que se aproximan. Luego de continuar su recuento de las acciones espirituales que ha llevado a cabo por causa de los colosenses cristianos (“me alegro de sufrir por ustedes, pues así voy completando en mi propio cuerpo los sufrimientos del cuerpo de Cristo, que es la iglesia”, v. 24), el apóstol Pablo subraya su carácter de servidor de la iglesia enviado por Dios para anunciar su mensaje (25). Éste, un mensaje planeado desde muy antiguamente, y que Él había mantenido en secreto, pero que ahora se ha revelado (26). El plan maravilloso es que “Dios envió a Cristo, para que habite en ustedes y les dé la seguridad de que van a compartir el poder y la gloria de Dios” (27b). “El texto proclama una vez más la divulgación del conocimiento y al mismo tiempo la libertad de la voluntad divina”.14 El estilo de la redacción paulina “señala la plenitud del misterio revelado, que transciende todas las posibilidades del lenguaje humano: la presencia de la gloria de Dios”. “La expresión [“entre los pueblos”] es asumida de nuevo en la definición del contenido del misterio revelado: ‘Cristo entre vosotros’. Esto significa que el Cristo presente ahora entre los pueblos pasa a ser el auténtico tema. La expresión ‘entre vosotros’ no es, pues, incidental, sino que presenta a Cristo como objeto de la revelación que atrae a todo el mundo dentro de su órbita y también como objeto de la respuesta de fe que se sigue de ahí”.15 “Cristo entre ustedes” es una fórmula que subraya la presencia del Señor en medio de la comunidad cristiana gentil para cumplir con el plan original de Dios de hacerse presente en todos los pueblos:

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Cristo es aquel por cuyo medio Dios se hizo presente a los gentiles y los ganó para sí (1 Tim 3.16). Por eso no se habla ya de misterios, de revelaciones sobre el curso de los acontecimientos finales o de descripciones del cielo, como Shirley Heeg, “A very full time: How can we observe Lent?”, en Reformed Worship, diciembre de 1989, www.reformedworship.org/article/december-1989/very-full-time-how-can-we-observe-lent. Versión: LC-O. Cf. Jonathan Landry Cruse, “Ash Wednesday”, en Modern Reformation, 26 de febrero de 2020, https://modernreformation.org/resourcelibrary/web-exclusive-articles/the-mod-ash-wednesday/ 14 Eduard Schweizer, La carta a los Colosenses. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1987 (Biblioteca de estudios bíblicos, 58), p. 99. 15 Ídem. 11 13


ocurre a menudo en la apocalíptica, sino de un solo misterio que todo lo abarca en sí: Cristo mismo. El hecho de que se vuelva a hacer mención, precisamente aquí, de la “esperanza de la gloria” o (según lo dicho en 1.5) del “anticipo de gloria”, caracteriza este paso de Cristo por las naciones por una parte como acontecimiento escatológico, como anticipo del reino de Dios y, por otra parte, como acontecimiento que no está concluido y que persigue una meta que todavía está pendiente. El misterio revelado no está, por tanto, a la simple disposición del hombre. Cristo, que recorre el mundo pagano por medio de sus mensajeros, mientras éstos sufren las “tribulaciones de Cristo” aún sin completar (v. 24), ocupa aquí, en cierto modo, el lugar que ocupa en Pablo el Espíritu como “arras” y “primicia” de la plenitud futura (Rom 8.23; 2 Cor 1.22; 5.5).16

San Pablo anunciaba ese mensaje con la certeza de que el plan divino estaba cumpliéndose a través de su anuncio fiel, a fin de que todos alcanzasen la perfección de Cristo (28): “El peso del mensaje apostólico que da lugar a la fundación de la Iglesia se desplaza hacia el consejo y la asistencia, ligada con aquél, pero necesaria sólo en un segundo momento y que en Pablo suele ser competencia de los miembros de la comunidad” (Énfasis agregado).17 A eso consagró todo su esfuerzo sostenido por el poder de Cristo (29). La esperanza se realizaba ya en el hecho de que Cristo mismo estaba ya entre los colosenses haciendo presente su efecto salvífico. Y no hubo nada mejor para los colosenses que verse a sí mismos como objeto de la acción divina para participar de la salvación que se ofrecía en Cristo a toda la humanidad.

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Ibid., p. 100. Ibid., p. 101. 12


Abril CRUZ, VIDA Y ESPERANZA: DIOS ASUMIÓ Y PURGÓ EL SUFRIMIENTO DEL MUNDO 5. “UNO DE USTEDES ME VA A ENTREGAR A MIS ENEMIGOS” (Mateo 26.23-30) 1 de abril Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. MATEO 26.20-21, TLA

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n este día estamos delante de una de las frases más famosas de la pasión de Jesús de Nazaret, como parte de un momento crucial y extremadamente dramático, en el que la celebración de la Pascua judía empalmó con su proyecto personal de manifestación del Reino de Dios en el mundo. Según el plan narrativo de Mateo, esta gran unidad textual comenzó con el siniestro plan de Judas Iscariote, miembro de los Doce, quien buscó a los sacerdotes para ofrecer la persona de Jesús, y obtuvo una respuesta inmediata (26.14-15). Al momento, buscó la oportunidad para entregarlo (v. 16): “Al contrario que en Mr, es Judas quien pide dinero por entregar a Jesús. […] El precio que los sumos sacerdotes ponen a Jesús se encuentra en Zac 11.12 (LXX) (cf. Mt 27.9s). Las treinta monedas de plata eran el precio de un esclavo (Ex 21.32)”.18 El escenario estaba listo, así, para la exposición de la Pascua de Jesús, una construcción impecable dominada, primero, por el contexto litúrgico de la historia (“El primer día de la fiesta de los panes sin levadura”, 17) y, después, por la conciencia que Jesús tenía de la cercanía de “su tiempo” (v. 18), tal como lo expresó a sus seguidores/as al momento de preparar la cena pascual (18b). Tres partes aparecen claramente en el texto: la preparación, el anuncio de la traición y la institución de la eucaristía. Al obedecer la orden de Jesús, los discípulos cumplieron su voluntad y ello se muestra en el relato que es escueto y directo: “Los discípulos fueron y prepararon todo, tal y como Jesús les mandó” (19). Al caer la noche, se sentó a la mesa con ellos (20). Como una ruptura del momento tranquilo y desenfadado que vivían, Jesús pronuncia las terribles palabras: “Uno de ustedes me va a entregar a mis enemigos” (21). La tristeza producida por ellas produjo que se incriminaran entre sí, con la duda sobre quién había sido el traidor (22). Alguien del círculo más cercano al Maestro lo había hecho, prueba de lo cual es la siguiente afirmación: “El que ha mojado su pan en el mismo plato en que yo estoy comiendo, es el que va a traicionarme” (23). Jesús se sometió al designio anunciado sobre su persona (24a), pero eso no eximió de responsabilidad al culpable de la entrega. De ahí surgieron otras terribles palabras sobre su destino: “¡Más le valdría no haber nacido!” (24b). Judas se sintió aludido directamente y Jesús confirmó su culpabilidad (25). “Sin reproche alguno, Jesús identifica al traidor, aunque no necesariamente a los oídos de todos. Es su último esfuerzo para que Judas tome conciencia de lo que va a hacer y recapacite”.19 De haberse enterado los demás, quizá lo habrían matado. La reconstrucción del suceso por William Barclay (basada en el Cuarto Evangelio) es notable, pues explica, para empezar, que Judas ocupó el sitio de honor, también las viandas que comieron, especialmente el charosheth (una pasta hecha con manzanas, dátiles, granadas y nueces, que representaba la arcilla con que los hebreos hicieron ladrillos en Egipto), las hierbas amargas (endibias, rábanos picantes, achicoria y marrubios) y pan sin levadura: “En un momento de la ceremonia se ponían algunas de las hierbas entre dos trozos del pan sin levadura, se untaban en la charosheth y se comían. 18 19

J. Mateos y F. Camacho, Evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid, Ediciones Cristiandad, 1981, p. 251. Ibid., p. 254. 13


Eso se llamaba sopa y era un signo de honor que el anfitrión en persona la preparara y la diera a un invitado. Jesús dio la sopa a Judas (Jn 13.26), y lo más probable es que Judas estuviera colocado junto a Jesús”.20 Ése era el grado de familiaridad que Jesús tuvo con Judas, lo que contribuye a magnificar las dimensiones del distanciamiento y ruptura. La persona de Judas, así como sus motivos más profundos para traicionar al Maestro, seguirán siendo un enigma como hasta hoy. Lanza del Vasto (1900-1981), poeta y novelista franco-italiano, le dedicó en 1938 una importante obra, en la que, según su aguda visión, como resume Armando González Torres: Cuando es marginado de las filas del Bautista, Judas se solaza con los más extremos placeres que puede comprar el dinero de su padre y, luego, hastiado del lujo, mendiga en un burdel. Hasta que, entre intrigado y celoso, oye hablar de Jesús y se suma a sus adeptos. Su unión con el profeta nazareno no alivia su insatisfacción y sentimiento de aislamiento, Judas se siente desdeñado y experimenta amor, pero también una profunda envidia, tanto por los dones del maestro, como por su hosca sabiduría. Sin embargo, el mayor rencor a su mentor proviene de la veneración que le profesan los demás apóstoles y, sobre todo, la prostituta redimida, María Magdalena. Por lo demás, a Judas le parece que, a menudo, el mensaje de Jesús es inextricable y contradictorio y que desperdicia sus milagros alimentando una fe para seres simples y desesperados.21

En ese momento, el relato toma otro curso y se dedica a la acción de gracias del Señor al partir el pan (26a), para invitar, después, contra lo esperado, a comer ese pan tal como si fuese si cuerpo en un acto eucarístico, sacramental (26b). Lo mismo sucedió con el vino, que fue identificado por él con su sangre. ¿Estamos, pues, delante de una acción de antropofagia, así como fueron acusados los cristianos posteriormente? No precisamente, pues el sentido que otorga Jesús a esa comida mística/litúrgica va más allá del mero simbolismo inmediato: Al identificar Jesús el pan con “su cuerpo” sustituye el código de la alianza antigua por el de la suya: la norma de vida para el discípulo es él mismo, su persona y su actividad. Invita a los discípulos a comer el pan, es decir, a asimilarse a su persona; es una expresión del seguimiento (cf. 16.24). La bendición que pronuncia Jesús pone este relato en relación con el primer episodio de los panes (14.19). La entrega de los discípulos a la gente, simbolizada por el reparto del pan, se hace posible por esta entrega de Jesús a ellos y la identificaci6n de ellos con Jesús. 22

El horizonte escatológico/salvífico es más subrayado en el caso de la sangre/vino, pues a partir de ésta anuncia lo que vendrá en ese futuro redentor que se avizora: “Esa sangre servirá para perdonar los pecados de mucha gente. Ésta es la última vez que bebo de este vino con ustedes. Pero cuando estemos juntos otra vez, en el reino de mi Padre, entonces beberemos del vino nuevo” (28b-29). Palabras que hoy nos resuenan de manera diferente y significativa, ante la separación y la distancia obligadas. “Jesús invita a todos a beber de la copa, es decir, a asimilarse a su muerte, que completa el seguimiento”. Esa sangre es derramada por todos los seres humanos (lit. “por muchos”, por todos y cada uno). En lugar de “vino”, Mateo pone “el producto de la vid” (como Marcos), para conectar este dicho con la parábola de los viñadores (21.33-41). El contraste es claro: éste es antiguo y el nuevo será el que se beba “cuando estemos juntos otra vez, en el reino de mi Padre” (29b). Ante este anuncio escatológico, no se puede aspirar a una mayor familiaridad o camaradería. W. Barclay, Los hombres del Maestro. Bilbao, Desclée de Brouwer, 1988 (Biblioteca catecumenal), pp. 87-88. A. González Torres, “Judas, el apóstol traidor”, en Laberinto, supl. de Milenio, 13 de abril de 2019, www.milenio.com/cultura/laberinto/judas-el-apostol-traidor. 22 Ibid., p. 255. 14 20 21


El relato concluye con una nota simple: “Después de eso, cantaron un himno y se fueron al Monte de los Olivos” (30): “El monte de los Olivos fue el lugar desde donde Jesús anunció la ruina de Jerusalén y el triunfo del Hombre (cf. 24.3ss). Es su pasión la causa de esa ruina y de ese triunfo”. Quiera Dios que el recuerdo y la participación en la mesa del Señor fortalezca nuestra esperanza en ese Dios que asumió y purgó el sufrimiento del mundo en la persona de su Hijo.

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6. “¡QUE MUERA EN UNA CRUZ!” (Mateo 27.21-44) 2 de abril A la memoria del Pbro. Demetrio Elías López, hermano y amigo de largas jornadas El gobernador les preguntó: Díganme, ¿qué mal ha hecho este hombre? Pero la multitud gritó con más fuerza: ¡Que muera en una cruz! MATEO 27.23, TLA

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uego de la dispersión de los discípulos la noche de su prendimiento, Jesús va a afrontar en soledad total el remedo de juicio de que fue objeto, así como las torturas y el infame asesinato que buscó condenarlo al olvido total. La mascarada que encabezó el legionario romano Pilato culminaría en una masacre con tres cruces de por medio. Los encuentros cara a cara de Jesús con el sumo sacerdote (26.64) y con Pilato mismo (27.11-14: Jesús apenas le responde un par de palabras, a diferencia del diálogo casi filosófico del Cuarto Evangelio) fueron paradigmáticos, pues muestran el enorme desencuentro entre proyectos de existencia completamente opuestos. La extensa narración de Mateo muestra paulatinamente todos los episodios de esta tragedia anunciada por su protagonista: en el palacio de Pilato (1-2), suicidio de Judas (3-10), interrogatorio (11-14), sentencia (15-31), crucifixión (32-56), sepultura (57-61) y la guardia ante la tumba (62-66). Es un pulso narrativo sólido, intenso y comprometido con lo esencial del mensaje salvífico, puntualmente acompañado por las referencias proféticas del Antiguo Testamento. Pilato, Judas, la falsa sentencia del centro político-religioso Los tres primeros bloques colocan a Jesús prácticamente a expensas de sus enemigos (específicamente Pilato, Judas y los sacerdotes), aun cuando en el caso del segundo su destino, pautado también por la profecía antigua, lo relegará al peor espacio. Ya desde el inicio del cap. 27 la suerte de Jesús estaba echada pues existió un acuerdo al respecto: “Al amanecer, todos los sacerdotes principales y los líderes del país hicieron juntos un plan para matar a Jesús” (1). El conflicto desencadenado por la actuación de Jesús había llegado hasta el centro político y religioso, y éste no dudó en absoluto sobre la ruta a seguir. Cada detalle subsiguiente estaba subordinado a este contubernio mortal que decidió apartarlo violentamente del escenario. Porque precisamente en situaciones así, los actores ligados al poder suspenden sus eventuales diferencias y toman decisiones conjuntas que los benefician por igual. La autoridad invasora romana y los dirigentes religiosos cooptados desde tiempo atrás encontraron un enemigo común, de fuerte raigambre popular, que ponía en riesgo su influencia y podía producir protestas o estallidos indeseables. El relato está plagado de momentos simbólicos: a) El “Campo de sangre” (8-10): “Los sumos sacerdotes se muestran minuciosos observantes de la Ley, que prohibía dedicar al templo dinero de procedencia infame (cf. Dt 23.18). Deciden utilizarlo para una obra piadosa. De ahí el nombre del campo. El dinero impuro sirve para comprar un lugar impuro (cementerio)”.23 b) El sueño de la esposa de Pilato (19): “Ante la traición de Israel, Dios habla al paganismo. La mujer pagana, que no tiene la voz de Dios expresada en la Escritura, recibe su aviso y es sensible a él. El recado de la mujer de Pilato prepara la confesión del centurión y los guardias (27.54)”. 24 23 24

J. Mateos y F. Camacho, Evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid, Ediciones Cristiandad, 1981, p. 267. Ibid., p. 270. 16


c) La liberación de Barrabás (15-26): “Contraste entre los nombres: Jesús Barrabás (= hijo del padre) y Jesús llamado el Mesías. Pilato trata de liberar a Jesús, pues es consciente del verdadero motivo de la acusación: los dirigentes judíos ven en Jesús un rival que los despoja de su prestigio e influjo y anula su dominio sobre el pueblo”.25 d) Pilato se lava las manos (24-25): “Pilato, para eximirse de toda responsabilidad en la decisión, hace un gesto conocido en la cultura judía (cf. Dt 21.6-8; Sal 26.6a; 73.13b). Él que, como juez, puede y debe evitar la injusticia, por miedo al posible tumulto se deja presionar y la comete. Queda caracterizada la ‘justicia’ del poder político: entrega a·la muerte a un inocente sabiendo que lo es. A este poder le interesa ante todo asegurar su permanencia; cuando la ve amenazada: sacrifica lo que haya que sacrificar”.26 e) Los soldados fingen coronar a Jesús (27-31): “Los soldados paganos parodian una entronización real. Ridiculizan en Jesús la esperanza mesiánica de Israel. Ahora más que nunca, el deseo de independencia y hegemonía que abrigaba el judaísmo puede ser objeto de irrisión; han rechazado al Mesías y no les queda más que la esclavitud. Quitar a Jesús sus vestidos significa despojarlo de su identidad. Ellos lo revisten de otra, que no es la suya, y esa es objeto de burla”.27 f) Simón de Cirene es obligado a cargar la cruz (32): “La figura de Simón Cirineo contrasta con la de Simón Pedro; mientras éste ha renegado de Jesús (26.69-75), aparece aquí la figura del discípulo que sigue a Jesús hasta la muerte (16.24)”.28 En el Gólgota: el clímax del sufrimiento asumido y purgado por Dios El conflicto que describe Mateo en su historia encuentra su resolución en la muerte de Jesús en la cruz. Como muestra Mateo, la muerte de Jesús es deseada no sólo por las autoridades religiosas, sino también por Dios y Jesús. Las autoridades religiosas querían la muerte de Jesús porque creen que es un falso mesías (27.63) y, en consecuencia, una amenaza tanto para ellos mismos como para los líderes de Israel como para la propia existencia de Israel. Jesús quiere su muerte porque él, como el Hijo obediente de Dios, quiere lo que Dios su Padre quiere (26.39, 42). Y Dios quiere la muerte de Jesús (16.21) porque a través de él Dios establecerá un nuevo pacto por el cual Jesús expía los pecados (26.28) y media la salvación para todos (1.21; 24.14; 28.19).29

Al llegar al infame sitio de la ejecución, el Gólgota, Jesús recibe vino mezclado con hiel, una bebida insufrible, para que luego los soldados se repartan sus ropas y coloquen un letrero burlesco sobre la cruz (35-38). Rodeado de bandidos, escuchó las mofas de los testigos y las burlas provocadoras (39-40), a las cuales se sumaron los sacerdotes y maestros de la Ley, que no podían faltar, quienes se refirieron mordazmente a su mensaje sobre la cercanía de Dios (41-43), lo mismo que los bandidos (44): “Tercer grupo que ultraja a Jesús: sus mismos compañeros de suplicio. Nadie comprende el sentido de esta muerte. Se ve la raz6n de la angustia en Getsemaní. La muerte de Jesús en cruz, en lugar de ser una manifestación del Dios vivo, parece que lo oculta para siempre; es completamente opaca para Israel, que cree en un dios diferente”.30 La acumulación de agravios fue espeluznante y hasta el narrador agrega una cuota de indiferencia hacia la crucifixión:

Ibid., p. 269. Ibid., p. 270. 27 Ibid., p. 271. 28 Ídem. 29 Jack Dean Kingsbury, Matthew: Structure, Christology, Kingdom. Minneapolis, Fortress Press, 1975, pp. xi-xii. Versión: LC-O. 30 J. Mateos y F. Camacho, op. cit., pp. 274-275. 25 26

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Mt menciona la crucifixión solo de pasada; se detiene, en cambio, en el reparto de la ropa. Los soldados echan suertes sobre ella, que les correspondía como botín. Otro gesto de hostilidad por parte del paganismo (cf. Sal 22.19). El letrero de la cruz reproduce la acusación de Pilato. La frase está construida en paralelo con las del bautismo y la transfiguración: “Éste es mi Hijo” (3,17; 17,5). Jesús en la cruz es el Hijo de Dios, el rey-Mesías designado por Dios. La cruz define su calidad: no es el Mesías triunfador y guerrero, sino el Hombre que da su vida para liberar a todos los hombres (cf. 20.28).31

El cielo oscuro: convulsión del cosmos ante la muerte del Hijo El relato presenta a la tierra sumida en la oscuridad (tres horas, como los tres días de tinieblas en Egipto) como parte del trastorno cósmico ocasionado por la presencia de Jesús en la cruz (45). En el instante más climático de la historia, se escuchó, por fin, el grito suyo que apeló a las palabras del Salmo 22 para preguntar a Dios, su Padre, en su idioma materno, por qué lo había abandonado (46): “El tremendo escándalo de que Dios no salga en defensa del Mesías rey de Israel, es el que causa la incredulidad del pueblo (cf. 27.39-43 )”.32 La incomprensión de la que fue objeto al no entender a qué se refería (47), como si hubiera llamado a Elías para ayudarlo (49), es seguida por una muestra más de odio al recibir vinagre (48; Sal 69.22). El último grito de Jesús coincidió con su muerte (50): otra vez la narración es simple y directa, pues se destacan con mayor intensidad las consecuencias del deceso. Primeramente, el velo del templo se partió, la tierra tembló y las rocas se partieron (51); luego, se abrieron las tumbas y algunos muertos fieles resucitaron (52). Finalmente, esas personas entraron a Jerusalén y fueron vistas (53). Estos sucesos anunciaron la llegada de los tiempos mesiánicos, pues comenzó a evidenciarse la victoria de la vida sobre la muerte. En la cruz tiene lugar la teofanía definitiva, en la que Dios se revela a los hombres de una vez para siempre. Se revela en su debilidad y en su fuerza. La debilidad se manifiesta en Jesús muerto y ultrajado: el que ha dado la vida para dar vida al hombre, ve su amor rechazado. […] Se cumple, en su sentido verdadero, el contenido de la acusación proferida contra Jesús en el juicio ante Caifás: el antiguo santuario queda anulado, se ha levantado el nuevo (cf. 26.61).33

El resultado inmediato en el ámbito de los verdugos romanos es que ellos, al experimentar el terremoto (54a), fueron poseídos por el miedo y exclamaron, en una auténtica afirmación mesiánica y cristológica: “¡Es verdad, este hombre era el Hijo de Dios!” (54b), una verdadera anomalía y una extraordinaria contradicción de términos, pues brotó de los labios de quienes menos se esperaba: “Lo sucedido en la cruz equivale, por tanto, a aquella voz, y demuestra que Jesús es el Hijo de Dios, como lo confiesan los representantes del paganismo. Es así la cruz la revelación de Dios a los paganos en Jesús”.34 El mayor escándalo de la historia de la salvación es recibido, asimilado y proclamado por algunos representantes del Imperio Romano: La edición de Mateo del v.54 (véase Marcos 15.39) claramente muestra que estos portentos deben entenderse como el testimonio de Dios de la filiación divina de Jesús: la confesión del soldado de Jesús como el Hijo de Dios es una respuesta directa al “temblor” y las “cosas que estaban sucediendo”. En el v. 54, los soldados romanos son, propiamente, los destinatarios de una epifanía (cf. el lenguaje crudo de los vv. 51-54), con el resultado de que […] confiesan que Jesús es el Hijo de Dios.35

Ibid., p. 273. Énfasis agregado. Ibid., p. 276. 33 Ibid., p. 277. 34 Ibid., p. 278. Énfasis agregado. 35 J.D. Kingsbury, op. cit., p. 75. 31 32

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El universalismo del plan divino de salvación (que aparece en diversos momentos de este evangelio) se deja ver en ese momento final de una manera grandiosa.36 Por último, pero no por ello menos importante, la narración de la muerte de Jesús en la cruz no pudo concluir sin hacer un reconocimiento explícito de la presencia de las mujeres “que miraban desde lejos” (55a). Ellas habían sido acompañantes fieles, siguiendo y ayudando a Jesús desde que salió de Galilea (55b). en primer lugar, María Magdalena, la más famosa; María, madre de Santiago y de José, de la familia de Jesús; y la esposa de Zebedeo (56), madre de Jacobo y Juan. Esta larga narración, llena de puntualizaciones cristológicas, da fe de cómo Dios asumió y purgó el sufrimiento humano en toda su realidad en la persona de su Hijo. La cruz en donde fue asesinado su Hijo fue parte del camino salvífico que habría de desplegarse en el mundo para abrir las puertas a todos los seres humanos. La universalidad de la obra redentora de Dios llega hasta nosotros hoy con toda su fuerza para aplicar los beneficios de la fe en Cristo Jesús, potencialmente tanto a las víctimas, como a los victimarios. Tal como lo ha expuesto Jürgen Moltmann al discutir el grito de Jesús en la cruz: Dios acompaña, Dios sufre con nosotros. Por lo tanto, donde vaya Cristo, el Hijo de Dios, allí también irá el Padre. Por consiguiente, en la entrega del Hijo puede reconocerse la entrega de Dios, pues de otra forma no podría afirmarse en el evangelio de Juan: “El que me ha visto, ha visto al Padre” (14.9). En el abandono divino de Cristo, Dios sale de sí mismo, deja su cielo y está presente en Cristo, para llegar a ser el Dios y Padre de los abandonados. Cristo muere exclamando a Dios, por quien se siente abandonado. ¿Dónde está Dios en los acontecimientos del Gólgota? Está en el Cristo que muere. Hay muchas respuestas a la pregunta de “por qué”, y ninguna es satisfactoria. La pregunta acerca de “dónde” es más importante, pues su respuesta es Cristo mismo. […] Mientras este mundo exista, Dios no sólo carga con la historia de sufrimientos de este mundo, sino también con la historia de injusticia de la humanidad. En el Cristo crucificado Dios mismo es la víctima entre las víctimas. 37

Cf. Mariano Ávila A., “Desarrollo de temas teológicos en el evangelio de Mateo, la internacionalización del pueblo de Dios: particularismo-rechazo-universalismo”, en Oikodomein, Comunidad Teológica de México, año 2, núm. 3, enero de 1996. 37 J. Moltmann, Cristo para nosotros hoy. Madrid, Trotta, 1997 (Estructuras y procesos, serie: Religión), pp. 37, 39-40. 19 36


7. “DIOS ME HA DADO TODO EL PODER PARA GOBERNAR EN TODO EL UNIVERSO” (Mateo 28.16-20) 4 de abril Pero él se acercó y les dijo: “Dios me ha dado todo el poder para gobernar en todo el universo”. MATEO 28.18, TLA

El “principio Arimatea” lejandro Ortiz es un teólogo laico católico que trabaja en la Universidad Iberoamericana-Puebla. Ha escrito diversos ensayos sobre migraciones y personas desaparecidas, entre ellos, “El principio Arimatea” (2014) y Cristo indocumentado. Narrativa teológica del fenómeno migratorio (2015). En el primero, aborda el problema de la recuperación de los cuerpos de desaparecidos a partir de la historia bíblica de José de Arimatea, un hombre rico quien, como se sabe, reclamó el cuerpo de Jesús para sepultarlo con la mayor dignidad posible. Es un relato que aparece en los cuatro evangelios (Mr 15.4247; Mt 27.57-61; Lc 23.50-56; Jn. 19.38-42). Su planteamiento básico es el siguiente:

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En tiempos de muerte injusta y violenta, surge la pregunta: ‘¿Dónde está Dios?’. Y aunque es una pregunta incómoda, resulta ser también una pregunta de central importancia para cuestionar nuestra fe, no tanto si creemos o no en Dios sino cómo expresamos en la historia esa fe que decimos tener. Jesús mismo, en la cruz, la realizó: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” (Mr 15.34) […] Hoy nos seguimos preguntando ¿dónde está Dios en medio de los 26 000 desaparecidos, en medio de los 100 000 muertos por la guerra contra el narcotráfico de Calderón? ¿Dónde está Dios?38

El texto bíblico (Mr y Lc) afirma que José era miembro destacado del Sanedrín y todos los relatos añaden que era seguidor de Jesús, al igual que Nicodemo, quien lo acompañó (Jn 19.39-40). Marcos destaca que su petición fue osada y en Jn 19.38 se subraya que actuó “secretamente por miedo de los judíos”. José “hizo algo extraordinario que hoy se sigue repitiendo y que tiene un profundo sentido humano y cristiano: ‘pedir el cuerpo de la víctima’ para una digna sepultura. El principio Arimatea es, entonces, la petición valiente y audaz de recuperar el cuerpo de la víctima ante los propios verdugos”. 39 En estos tiempos, el principio se cumple cuando los familiares de desaparecidos acuden, también con osadía, coraje y rabia, ante los gobiernos e instancias correspondientes para recuperar y devolver los cuerpos. La conclusión de Ortiz es sumamente apelante y profética: Esta acción es la que nos puede devolver la coherencia a los cristianos que profesamos la fe en Jesús, la verdadera reforma que busca la Iglesia, seguir su ejemplo hoy “detectando” los nuevos Gólgotas, es decir, los nuevos lugares donde se mata, se tortura, se despedaza a las víctimas inocentes de hoy, y ahí, en esos lugares de muerte bajarlos de la cruz, darles nombre, recordar su vida, exigir su justicia, generar esperanza y fortalecer nuestra fe. Bajar de la cruz a los crucificados para darles digna sepultura encierra desde contextos violentos y crueles una de las acciones más coherentes con el Dios de la misericordia y amor que proclamó Jesús de Nazaret. Por lo anterior, según parece, Dios ya no está en el cielo ni sentado en una nube, a Él que también le mataron injustamente a su hijo, está haciendo fila —angustiado, impotente, desesperado—, en el ministerio público, en el hospital, en los “separos”, preguntando a la gente, pegando fotos en los postes y gritando en la calle: “¿Dónde está mi hijo? Devuélvanmelo”.40

Jesús Alejandro Ortiz Cotte, “El principio ‘Arimatea’”, en https://repositorio.iberopuebla.mx/bitstream/handle/20.500.11777/1868/El+principio+Arimatea.pdf;jsessionid=92B0C54ABD0 07281B9FA3061FB945AB0?sequence=1, p. 1. 39 Ídem. 40 Ibid., p. 3. Énfasis agregado. 20 38


Dios resucitó a su Hijo y le otorgó todo el poder Ya con la certeza de que Jesús había vuelto a la vida, los 11 discípulos recuperados se trasladaron a Galilea, al lugar que él les había indicado (28.10, 16). La elección de ese lugar es enormemente simbólica y representativa: Galilea de los gentiles (Is 9.1; Mt 4.15), como era conocida, es decir, un cruce de caminos y de culturas que vendría muy bien como punto de partida para la misión universal que aguardaba a los discípulos como futuros apóstoles: “La presencia de Jesús en Galilea conecta al resucitado con el Jesús histórico, que ejerció su actividad en esa región”.41 Al verlo, lo adoraron, aun cuando algunos todavía dudaban de que fuera realmente su maestro (17): “…la duda significa que los discípulos no tienen fe suficiente para asumir el destino de Jesús. Según Mt, es la primera vez que tienen experiencia del resucitado, el vencedor de la muerte; saben que han de afrontar la muerte para llegar a este estado. Como Pedro en 14.31, no se sienten capaces de realizar en sí mismos la condición divina que ven en Jesús”.42 La respuesta rotunda del Jesús resucitado apuntó hacia la recuperación del poder que se le había otorgado por el hecho mismo de volver a la vida: “Dios me ha dado todo el poder para gobernar en todo el universo” (18b). Durante su vida mortal, “el Hijo del Hombre” ya tenía “potestad en la tierra” (9.6) y ahora, a partir de la resurrección, “sentado a la derecha del Padre” (26.64), su poder y autoridad, como la del Padre, se universalmente, cósmicamente, por todo el universo (“tierra y cielo”). “A través de la cruz ha llegado a la plena condición divina. En virtud de esa autoridad universal, los manda en misión al mundo entero”.43 Es el Cristo Pantokrátor, el Kyrios (Señor) que gobierna sobre todas las esferas de lo existente. Con base en ese amplio poder y exaltación que le ha otorgado el Padre, la orden para ellos incluye ir y hacer discípulos en todas partes del mundo, bautizarlos en el nombre de la Trinidad divina y enseñarles todo lo que Jesús había enseñado (19-20a). “Aquí Jesús, el Hijo de Dios resucitado, ya no habla de una misión a Israel, sino que ordena a sus seguidores que hagan discípulos de todas las naciones”.44 El horizonte de misión se había ampliado progresivamente a lo largo de todo el evangelio, con señales, gestos y anticipos cada vez más claros, especialmente a partir del cap. 13. Ahora, con el lanzamiento de la misión mundial en Galilea, queda absolutamente claro que la fe en Jesús desplegará su capacidad de universalización para inculturarse entre todos los pueblos de la tierra. Empoderados por el Espíritu para un ministerio de dimensión escatológica, los seguidores/as de Jesús conseguirán discipular a personas en todas las naciones para realizar el anuncio antiguo hecho a Abraham. La promesa final es la garantía absoluta de la compañía del Jesús resucitado al realizar la misión encomendada: “Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo” (20b). Así se cumplirá el contenido de su nombre, Emmanuel: “Dios con nosotros” (1.23). Esa promesa es la que sostiene al pueblo de Dios de todas las edades y fundamenta su labor misionera y de servicio al mundo.

J. Mateos y F. Camacho, Evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid, Ediciones Cristiandad, 1981, p. 285. Ibid., pp. 285-286. 43 Ibid., p. 286. 44 Jack Dean Kingsbury, Matthew: Structure, Christology, Kingdom. Minneapolis, Fortress Press, 1975, p. 73. Versión: LC-O. 21 41 42


8. TESTIGOS PERMANENTES DE LA ESPERANZA CRISTIANA (Hechos 4.1-14) 18 de abril, XXVI aniversario de la Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday Sólo Jesús tiene poder para salvar. Sólo él fue enviado por Dios, y en este mundo sólo él tiene poder para salvarnos. […] Se dieron cuenta entonces de que ellos habían andado con Jesús. HECHOS 4.12, 13b, TLA

Continuidad y conflicto con la institución religiosa a comunidad de fe que aparece en el libro de los Hechos para dar continuidad a lo narrado por el evangelista Lucas se asumió a sí misma como continuadora de la obra de Jesús de Nazaret y, al mismo tiempo, debió enfrentar la oposición y el rechazo de la religión judía oficial. Prueba de ello es que sus líderes más visibles, Pedro y Juan, fueron detenidos por exponer las enseñanzas de Jesús y por haber sanado a un paralítico (4.1-3), y ante el éxito fulminante de su mensaje (cinco mil conversos, v. 4: “Con estas cifras tan elevadas, que superan con mucho la realidad histórica, Lucas pretende despertar en el lector la idea de que esta primera explosión del evangelio en medio de Israel y produjo un amplio movimiento popular, que las autoridades —ellas y únicamente ellas— sólo a duras penas lograron reprimir”45), interrogados directamente al respecto por los dirigentes religiosos (5-6; Anás, jefe de los sacerdotes, Caifás, Juan, Alejandro y otros sacerdotes principales): “¿Quién les ha dado permiso para enseñar a la gente? ¿Quién les dio poder para hacer milagros?” (7b). Como ya hemos comenzado a ver, el testimonio y el servicio fueron las dos palabras clave para definir lo que ese grupo de discípulos/as entendió como parte de la continuidad que debía dar a lo hecho por su Maestro, quien se había movido en esa misma línea de conjuntar la enseñanza popular y la solidaridad con los necesitados. “El hecho de que la comunidad naciente empezase a predicar públicamente en Jerusalén, después de Pentecostés, y que se fuese ampliando continuamente el círculo de sus secuaces, tuvo que constituir una verdadera provocación, especialmente para aquellos que habían promovido la condena de Jesús, hasta el punto, por lo menos, de pensar en una posible intervención contra el cristianismo”.46 El nuevo discurso de Pedro (“lleno del Espíritu Santo”, 8), una sólida denuncia de la responsabilidad de los dirigentes religiosos por la muerte de Jesús (9-11), sorprendió a los oyentes por su prestancia y por su insistencia en resaltar la resurrección del Nazareno (2, 10b), algo que irritaba especialmente a los saduceos:

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La casta sacerdotal de los saduceos tomó la proclamación de la resurrección de un hombre condenado por el Consejo, como un fanatismo que ponía en peligro el orden establecido y como un ataque a su autoridad. […] Tuvo que parecerles extraordinariamente escandaloso que, precisamente en el templo e invocando la actuación de Dios en Jesús (cf. 2.24), se proclamase la resurrección de los muertos. […] El discurso se cierra con una profesión de fe en el nombre de Jesús y en su significación salvífica universal. En virtud de su resurrección, Jesús ha sido constituido por Dios fundamento único de salvación. La prodigiosa curación del paralítico, debida al nombre de Jesús, es un signo de la salvación universal que de él procede. 47

La aplicación de la obra redentora de Jesucristo a la vida del hombre enfermo (vv. 9-10a) entretejió profundamente el testimonio salvador y su sanidad, para luego citar el Salmo 118 y aplicarlo al rechazo de que fue objeto por el judaísmo, con todo y que el Señor era la “piedra del ángulo” (11), el cimiento absoluto de la vida religiosa y espiritual del pueblo, y única realidad de salvación para todos (12). Jürgen Roloff, Los Hechos de los Apóstoles. Madrid, Ediciones Cristiandad, 1984, p. 118. Ibid., p. 117. 47 Ibid., pp. 117, 120. 45 46

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El testimonio permanente de la esperanza cristiana La actitud con que los discípulos se presentaron ante el pueblo y las autoridades dependió directamente de la seguridad que les otorgó actuar en nombre de Jesús de Nazaret (v. 13), cuya presencia como Resucitado reforzó su confianza para dar testimonio de lo sucedido, con una intensidad poco común, si se considera que resultaban sospechosos por sus creencias heterodoxas. El hombre sanado delante de ellos (14) fue la confirmación de la validez de su mensaje y acción. Los discípulos afrontaron con enorme valentía el rechazo y la intención de someterlos para impedir que dieran testimonio de su Maestro resucitado por el poder de Dios. Habiendo sido apresados comenzaron a experimentar lo que Jesús les anunció en diversas ocasiones y, tal como lo subraya el v. 8, la acción del Espíritu (evidente eco del Pentecostés de los judíos, 2.1-13) constituyó la base de la forma en que obedecieron el mandato de proclamar la venida del Reino de Dios en Jesús. Esa obediencia les garantizó que, a pesar de la oposición y las amenazas que recibieron, avanzarían en el nuevo proyecto que, ya como comunidad de fe judeocristiana, comenzaron a desarrollar al interior del judaísmo, previamente al inicio de su labor entre la gentilidad. La esperanza en Jesús Resucitado, que no otro era el contenido de su predicación y enseñanza, los movilizó de tal manera que se sobrepusieron muy rápido de todo lo sucedido en los días terribles de la pasión y muerte de su Maestro. Haber sido testigos (mujeres y hombres) de la resurrección y de la ascensión del Señor le proporcionó una base testimonial sólida para asumirse como apóstoles de la fe en el Mesías que comenzaron a transmitir. La magnífica conjunción que consiguieron entre ese testimonio verbal y las acciones de servicio a los necesitados y enfermos consolidó su conciencia acerca de la misión que debían llevar a cabo, incluso antes de abrir las puertas a las personas no judías que eventualmente escucharían y recibirían el mensaje de Jesús. La claridad meridiana con que la comunidad asumió la tarea de testificar y servir como parte del mismo proyecto es una lección que dejó como “marca de la casa”, puesto que ésa fue la consigna que tantas veces les repitió el Señor a los discípulos. Retomando el ejemplo de la iglesia inicial, en su comentario, Justo L. González escribe acerca de este capítulo: Vivimos en un continente lleno de personas necesitadas; por así decir, de “cojos” que no pueden caminar. Vivimos en continente que tiene necesidad de la proclamación del nombre de Jesucristo: de su proclamación íntegra, como el Señor que nos salva de la muerte eterna, y como el Señor que nos da poder para sobreponernos a todas las muertes que el orden social perpetúa a diario. […] …el texto nos invita a decir: “Señor, concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra” [4.29]. […] La iglesia ha de ganarse la estimación del pueblo tomando el partido del pueblo, poniendo a su servicio sus recursos espirituales, materiales y humanos. Cuando la iglesia se mantiene al margen de las necesidades y las luchas del pueblo, o cuando se parcializa identificando su mensaje con el de cualquier grupo que tiene o busca el poder, su vida y su testimonio son muy distintos de lo que nos pinta Lucas en estos versículos de Hechos. 48

Quiera Dios que la iglesia de hoy, en todas sus manifestaciones, articule adecuadamente esas dos realidades que la definen y la hacen ser auténtica iglesia de Jesucristo: un testimonio permanente de la esperanza y el servicio desinteresado a fin de hacer visibles las consecuencias de la obra salvadora de Jesucristo, el Señor.

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J.L. González, Hechos de los apóstoles. Buenos Aires, Kairós Ediciones, 2000, pp. 116, 117. 23


Mayo LAS FAMILIAS VIVEN Y SIRVEN CON ESPERANZA EN EL SEÑOR: EL CASO DE DEUTERONOMIO 9. LAS FAMILIAS VIVEN Y SIRVEN CON ESPERANZA EN EL SEÑOR: EL CASO DE DEUTERONOMIO (Deuteronomio 4.5-14) 2 de mayo Cuando ustedes estaban en el monte Horeb, Dios me dijo que los reuniera delante de él, pues quería hablarles y enseñarles a obedecerlo todo el tiempo, para que del mismo modo ustedes enseñaran a sus hijos. DEUTERONOMIO 4.10, TLA En el entramado del Deuteronomio, cinco puntos juegan un papel decisivo un Dios, un pueblo, una tierra, un santuario y una ley. No se trata de cabos sueltos, sino de cinco hilos entrelazados, a los que se enganchan además otros muchos (elección, alianza, bendición-maldición, etcétera), formando un vasto tejido. La unidad de Dios, proclamada al comienzo del Libro de la Ley (6.4), determina la unidad de santuario y de culto de todo el pueblo de Israel (c. 12) Por la elección y la alianza, Israel pasa a ser el pueblo de Dios, creándose entre ambos unos lazos especiales: la unión total a Dios implica total separación de las naciones, cultos y prácticas que pondrían en grave peligro o romperían esta comunión. 49 FÉLIX GARCÍA LÓPEZ

Deuteronomio y las familias de Israel ocos libros de la Biblia están tan comprometidos con el tema de las familias y su continuidad en la fe como parte de la historia del antiguo Israel como Deuteronomio. Como bien ha escrito el especialista Edesio Sánchez, la comunidad que recibió este mensaje se situó en una época nueva, muy distinta a la que se dirigió Moisés en los momentos cruciales del Éxodo. Ahora, las familias debían rescatar su pasado para conmemorarlo y conseguir que las nuevas generaciones se ubicaran ante Dios para llevar a cabo una nueva alianza con Él: “Ahora esta comunidad, al igual que el Israel del Horeb, es convocada a oír la palabra de salvación y de desafío de parte del Señor. La renovación de la alianza y la reubicación de las antiguas tradiciones y leyes confirman a este pueblo que él es pueblo de Dios; que, así como el Israel del Horeb, él también es convocado a pararse ante el mismo Dios y su siempre actual palabra de gracia y juicio”.50 Las condiciones del pacto eran exactamente las mismas: se esperaba que todo el pueblo obedeciese las leyes divinas y las pusiese por obra para instalar una nueva forma de sociedad en el mundo, una sociedad alternativa, igualitaria y respetuosa de la dignidad de todas las personas. La figura de Moisés reaparece en el Deuteronomio para ser el portador de la enseñanza que las nuevas generaciones de israelitas necesitaban a fin de poner en marcha ese proyecto social basado en las enseñanzas antiguas revitalizadas por la acumulación de la experiencia y por la fe probada en medio de las complejas circunstancias que habían vivido. La ocupación de la tierra se presenta como el proyecto divino en el que deberían desplegar todo el potencial de la Ley como constitución política, social, religiosa y cultural que normaría la vida del pueblo. De ahí que las palabras de exhortación de Dt 4 tienen el tono requerido para establecer dicho proyecto en la conciencia y en la vida cotidiana del pueblo: “Nuestro Dios me ha ordenado enseñarles todos sus mandamientos, para que ustedes los obedezcan en el territorio que van a ocupar. Así, cuando los demás pueblos oigan hablar de ellos, dirán que ustedes son un gran pueblo, sabio y entendido, pues tienen buenas enseñanzas y saben obedecerlas” (4.5-6).

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Félix García López, El Deuteronomio: una ley predicada. Estella, Verbo Divino, 1989 (Cuadernos bíblicos, 63), p. 6. “La familia en el Deuteronomio”, en Sociedad Bíblica Chilena, www.sbch.cl/sitio/la-familia-la-iglesia-domestica/ 24


Ese pueblo debía diferenciarse de los demás, precisamente por la obediencia de los mandamientos y la reglamentación religiosa: “No hay ningún otro pueblo que tenga tan cerca a su Dios, como lo tenemos nosotros cuando le pedimos ayuda. Ni hay tampoco un pueblo que tenga mandamientos tan justos como los que ustedes han recibido” (4.7-8). Las familias viven y sirven con esperanza “No olvidar”: ésa es la consigna de Dt 4.9 para todas las generaciones de Israel. La memoria debía ejercitarse permanente para jamás hacer a un lado lo sucedido en los momentos fundadores de la fe del pueblo. Edesio Sánchez resume muy bien el papel preservador de dicho legado en las familias hebreas especialmente referido a la fiesta central, la Pascua, que se celebraba en seno del hogar como el espacio laico por excelencia: Toda una larga serie de pasajes en el Pentateuco y los Sapienciales señala el establecimiento de regulaciones para todos los niveles de las relaciones familiares. Tales pasajes señalan que la familia era, sobre todo, el centro de la instrucción religiosa. Como comunidad religiosa ella preservó las tradiciones del pasado y las transmitió a través de la instrucción y la alabanza. La fiesta central en el Antiguo Testamento, la Pascua, era un festival familiar, celebrado en el hogar. La Pascua era un rito que no necesitaba de sacerdote o templo. Todo el ritual tenía como contexto el hogar y era el padre quien lo presidía. En medio de la celebración, en el momento del “segundo vaso”, uno de los hijos hacía la pregunta: ¿por qué esta noche es diferente a las otras? Y así se abría la oportunidad para narrar la historia de la redención del pueblo, de manos de los egipcios. Esta práctica fue cuidada y transmitida de generación en generación; Jesús y sus contemporáneos la celebraron igualmente (Ídem, énfasis agregados).

Justamente eso es lo que subraya el v. 10: “Cuando ustedes estaban en el monte Horeb, Dios me dijo que los reuniera delante de él, pues quería hablarles y enseñarles a obedecerlo todo el tiempo, para que del mismo modo ustedes enseñaran a sus hijos”. Los momentos extraordinarios que testificó la generación cercana a Moisés y que las nuevas familias ya no verían debían seguir siendo la razón de ser de la fe y de la existencia de la comunidad a pesar de la distancia cronológica en que habían sucedido. Cada detalle es recordado minuciosamente en los siguientes versículos, en los que se despliega la presencia divina, aun cuando no fue advertida por el pueblo (4.11-12). De esa manera recibieron los diez mandamientos en las tablas de piedra que debían obedecerse para ocupar la tierra (13-14). Las familias de Israel, portadoras de la memoria de esperanza debían ser también servidoras de los demás, como parte de la nueva comunidad deseada por Dios. Tal como afirma Sánchez Cetina: “He aquí el gran valor del Deuteronomio, que surge como un libro que toma la palabra de Dios, hablada a una antigua generación, con sus pasadas tradiciones, y la reactualiza para beneficio de un nuevo pueblo, una nueva generación. El Deuteronomio es clara indicación de un hecho indiscutible del mensaje bíblico: que, si bien momento, historia y audiencia varían, la palabra es la misma”.

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10. LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN EN LAS FAMILIAS DE FE (Deuteronomio 11.16-24) 16 de mayo Enséñenselas a sus hijos en todo momento y lugar, y así ustedes y ellos vivirán largos años en esta tierra que Dios les ha prometido. ¡Vivirán allí mientras el cielo exista! DEUTERONOMIO 11.20-21, TLA

La confluencia de generaciones ante el Dios del Pacto scuchemos la voz de un experto acerca de la importancia de las diversas generaciones que se entrecruzan en el Deuteronomio, libro fundamental con el que cierra el Pentateuco:

E

En relación con el propósito de este libro hay varios elementos importantes. Primero, el asunto generacional. Es notorio el hecho de cómo el Deuteronomio va llevando la narración acompañada de una constante referencia a los de “ayer”, los de “hoy” y los de “mañana”; “tus padres, tú, tus hijos” (1.35s, 38s; 4.9, 25; 5.2-3, 29; 6.2s, 7, 20s; 7.9; 8.1, 16; 9.5; 10.11, 15; 11.2, 7, 19, 21; 19.10, 14-15, 22, 29). Hacia cada generación, Deuteronomio tiene una actitud diferente (énfasis agregado).51

Este entrecruce de generaciones buscó producir, entre los lectores de hoy, la sensación de que el Dios del Pacto estaba hablando siempre en tiempo presente al pueblo con el cual lo había establecido. Semejante situación propició que cada lectura de este libro esté teñida con los colores del momento en el cual ésta se llevaba a cabo. Nuestro experto señala muy bien la confluencia de tiempos en las que cada experiencia de fe arrojaba nuevas luces sobre la voluntad divina para la comunidad y para las familias. El uso de las palabras ayer, hoy y mañana fue un recurso literario fundamental para que los tiempos marcados por ellas aparecieran, en ocasiones, de manera simultánea. Cada generación fue tratada de manera diferente porque su situación era distinta. La de “ayer” había sido un auténtico fiasco, y la del presente estaba a prueba, tal como agrega el experto, la moneda estaba en el aire: En el libro, la generación de “ayer”, tristemente, no hizo la voluntad del Señor (1.35; 4.3). La generación “presente” está a prueba (1.39; 4.1-9, 15ss). Los de “mañana”, dependiendo de la enseñanza de los de “hoy”, bien podrían ser infieles (4.25-28) o fieles y obedientes (4.29-31, 39-40; 5.32-33). La relación de Dios con su pueblo dependerá de la calidad de vida de éste: lo que el Señor espera es obediencia y fidelidad. La calidad de vida de la generación futura, según el Deuteronomio, dependerá en gran medida de la vida de la presente (6.1-3).52

El hoy es el concepto más agudo y exigente del libro, según lo explica el biblista francés Jacques Briand, citado por el experto mexicano: El término expresa con una fuerza inigualable la percepción profunda de que la acción de Dios se sitúa en la existencia concreta del pueblo. El lugar que este término ocupa en el Deuteronomio manifiesta que la concepción de la temporalidad que aparece en el documento es la misma desde el principio hasta el final. Todas las generaciones de Israel deben ser testigos de la acción de Dios y de su Palabra: “Escucha, Israel, los mandatos y decretos que hoy te predico” (5.1; cf. 5.3, 24). De esta forma, se hace participar a todas las generaciones de la acción de Dios, establecida en un hoy que depende totalmente de él. Frente a la Palabra de Dios, todos son llamados a obedecer, a poner en práctica y a guardar esta palabra en su corazón (6.6) para que les sirva de guía en el camino de la felicidad (énfasis agregado). 53

Edesio Sánchez Cetina, “La familia, la iglesia doméstica”, en Sociedad Bíblica Chilena, www.sbch.cl/sitio/la-familia-laiglesia-domestica/. 52 Ídem. 53 J. Briend, El Pentateuco. 3ª ed. Estella, Verbo Divino, 1980 (Cuadernos bíblicos, 13), p. 45. 51

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La enseñanza de la historia de salvación en la intimidad familiar En Dt 11.16-24 aparecen tres aspectos bien definidos sobre la enseñanza de la historia de salvación en el seno de la familia: primero, no dejarse engañar por otros dioses (16-17); segundo, mantener la memoria de la fe y transmitirla a las nuevas generaciones (18-21); y tercero, obedecer los mandamientos divinos para obtener bendición (22-24). No dejarse engañar ni envolver por las creencias extrañas, atrayentes muchas de ellas, pero nocivas casi todas. El nuevo contexto agrícola que el pueblo iba a conocer podía desviarlo de la fe yahvista en el afán de tener lluvias para sus cosechas. Por el contrario, si eran desleales a Él, el Señor dejaría de enviar lluvias y el hambre se apoderaría de las familias: “…la fecundidad de la tierra de Canaán depende también del Señor, no del trabajo o del ingenio humano como en Egipto. El Dios fiel a la promesa, que da la tierra a su pueblo, no se desentiende luego de ella, sino que la cuida, mandando la lluvia del cielo para hacerla Fecunda”.54 El proceso pedagógico de lucha contra el olvido (6.12) es muy claro: a) aprender de memoria las enseñanzas (18a), b) meditar en ellas (18b), c) escribirlas (18c), d) atarlas en brazos o colgarlas en la frente (18d), e) escribirlas en las puertas (19a) y f) enseñarlas a los hijos (19b). Esta cadena formativa debería realizarse en cada hogar, en cada familia, en los momentos íntimos, cotidianos, de diálogo cercano. El aprendizaje, la meditación, la escritura, en un primer trecho, representaban un esfuerzo integrador de la memoria colectiva de las grandes hazañas de Dios en la historia del pueblo. Colocar las enseñanzas divinas en el cuerpo y en las paredes de las casas era parte de un proyecto didáctico de gran alcance para que las generaciones venideras conocieran esa historia en profundidad. La promesa derivada de esa práctica continua es grandiosa: “¡Vivirán allí mientras el cielo exista!” (21b). Finalmente, la obediencia de los mandamientos nuevamente presentados debía estar ligada al amor y la fidelidad a la Divinidad (22), no solamente como expresión de una obediencia ciega sino como manifestación de un sentimiento profundo hacia ella. Al practicarla, el Señor prometió que el pueblo podría expulsar a los habitantes de la tierra, como parte del plan más amplio para manifestar sus bendiciones (23-24). La historia de la salvación, siempre en marcha, debía ser comprendida, experimentada y transmitida a las nuevas generaciones del pueblo, exactamente igual que hoy, cuando las comunidades de fe requerimos estar siempre al tanto de lo que Dios ha hecho, hace y sigue haciendo en medio del devenir humano para hacer presente su Reino y su salvación. El papel de las familias en este proceso es presentado como algo insustituible para la transmisión permanente de esos contenidos básicos para la fe.

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Félix García López, Deuteronomio: una ley predicada. Estella, Verbo Divino, 1989 (Cuadernos bíblicos, 63), p. 27. 27


11. EL HORIZONTE FAMILIAR EN LOS PLANES DIVINOS (Deuteronomio 32.46-52) 30 de mayo Más tarde, Moisés le dijo al pueblo: “Piensen bien en todo lo que les he enseñado, y ordenen a sus hijos y a sus hijas que obedezcan cada uno de estos mandamientos. DEUTERONOMIO 32.46, TLA

omo se ha visto hasta aquí, la intención del libro del Deuteronomio fue dirigirse a una nueva generación del pueblo de Dios a fin de fortalecer su compromiso como parte del pacto con Él. La nueva entrega de los mandamientos, así como la insistencia en que las familias de Israel transmitiesen la memoria de los actos divinos de liberación formaron parte de un amplio paquete discursivo mediante el cual debían fortalecerse la fe y la esperanza comunitarias. La entrada a la tierra prometida, presentada como el motivo central de las acciones de Dios, fue la base de toda la enseñanza de este libro, una auténtica “Ley predicada”. A medida que se aproximaba su separación del pueblo, Moisés tomó las últimas precauciones para asegurar su sucesión en el liderazgo y la tutela de la ley. A esto se encaminaron las disposiciones del cap. 31. El gran poema didáctico de Dt 32 “presenta a Moisés como Deuteronomio ya lo ha hecho explícitamente: como profeta. El himno es realmente una visión profética que presenta el cuadro completo de la historia de Israel: su pasado y su futuro. El presente queda enmarcado en el momento en el que el pueblo escucha esa visión profética de su historia”.55 En él, la acción de “escuchar” es fundamental y está relacionada directamente con la presentación del libro de la ley y del himno como testigos en contra del pueblo:

C

El himno está enmarcado entre dos versículos que tienen la frase “a oídos de”. En 31.30 se dice: “Y este fue el cántico que recitó Moisés de principio a fin, en presencia de toda la asamblea de Israel”. En 32.44 se dice: “Moisés fue y recitó ante el pueblo todas las palabras de este cántico”. Además, el canto empieza con la expresión: “Escuchen, cielos... oye, tierra...”. El himno, a la vez, queda enmarcado con la doble cita de la palabra “toda/s”; en 31.30 referida al pueblo y en 32.44, al cántico: todas las palabras del himno serán escuchadas por todo el pueblo (énfasis original).56

La estructura del cántico es muy clara: los vv. 1-6 están dirigidos al cielo y a la tierra como testigos también. En 7-14 se recuerdan las acciones liberadoras y de sostén de Yahvé a favor del pueblo (“Dios ha cuidado de ustedes / como cuida el águila a sus polluelos. / Dios siempre ha estado cerca / para ayudarlos a sobrevivir”, 11). Estos versículos recuerdan a 6.20-25, donde se relata la práctica pedagógica de las preguntas de los hijos y las respuestas de los padres sobre la historia de la salvación. Las nuevas generaciones y las pasadas eran responsables de conocer su propia historia a fin de mantener una firme fidelidad a Dios, quien ha sido fiel a su pueblo y ha cumplido sus promesas. En 15-18 se afirma que el pueblo desobedeció cuando conoció la prosperidad y cómo Dios lo disciplinó por ello y se apartó de él. Los vv. 19-25 enumeran las acciones divinas para castigarlo y conducirlo por el camino que Él deseaba: los hizo sufrir (23), pero no los dispersó (26-27). En 34-35 se anuncia el castigo que llegará en el momento oportuno. En 36-42 aparece la confianza que tenía el pueblo para ser apoyado por su Dios. En 43 se exhorta a la alabanza. Todo ello anunciado por Moisés mientras Josué estaba a su lado (44-45). A manera de enlace con la conclusión del cántico, Moisés agregó una importante exhortación que trasluce la relevancia del momento: “Piensen bien en todo lo que les he enseñado, y ordenen a sus hijos Edesio Sánchez Cetina, Deuteronomio. Introducción y comentario. Buenos Aires, Ediciones Kairós, 2002 (Comentario bíblico iberoamericano), p. 462. 56 Idem. 55

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y a sus hijas que obedezcan cada uno de estos mandamientos. Lo que les digo es muy serio. Si ustedes obedecen, vivirán muchos años en el territorio que ahora van a conquistar, y que está al otro lado del río Jordán” (46-47). Este último alto antes de cerrar el canto resume toda la enseñanza del libro sobre la inmensa responsabilidad de cada generación: la comunidad yahvista debía, primero, pensar en todo lo recibido (Ley, mandamientos, advertencias); en segundo lugar, debía ordenar a sus hijos/as a obedecer los estatutos transmitidos; en tercer lugar, el acto mismo de obedecerlos para que, así, pudieran disfrutar durante mucho la tierra a la cual se dirigían. Estas acciones debían realizarse en el momento preciso para dar cauce a la continuidad de la existencia del pueblo con todo derecho en las nuevas condiciones que se avizoraban en Canaán. Moisés es llevado por Dios a la región montañosa de Abarim, al monte Nebo, en territorio de Moab, frente a Jericó, para que, como desde una especie de mirador turístico pudiera, literalmente, “admirar el territorio de Canaán, que voy a darles a los israelitas” (49b). Se trató de algo eminentemente simbólico que vino a cerrar la existencia de Moisés y allí quedaría enterrado, igual que su hermano Aarón (50). Ambos habían desobedecido al Señor, pues “delante de todos los israelitas me faltaron al respeto” (51b). El gran simbolismo de observar la tierra prometida desde lejos (52) marcó la separación entre la vieja generación y la nueva que enfrentaría, como sucede en esos casos, nuevos desafíos y tentaciones en el largo e interminable camino de la historia de la salvación, un proceso dirigido a consolidar a las familias en el proyecto renovador de Dios. Igual que siempre, cada familia en esas generaciones debía cumplir los requisitos de la alianza para hacerse acreedores a las bendiciones y bondades que formaban parte de ella. Tal y como concluye Sánchez Cetina, al extraer ocho grandes principios de este libro bíblico para las familias de esta época, “sujetos pedagógicos de la evangelización y la misión en la iglesia”, señala en el sexto: Con tal perspectiva, se entiende y experimenta con más facilidad el principio pedagógico de Deuteronomio 6.4-9. “Estas palabras” son objeto de enseñanza en el ámbito total de la vida cotidiana. La fe deja de ser una parte minúscula en el programa de vida y llega a entenderse como la vida total. Así, ser cristiano deja de ser el resultado de una aseveración intelectual, de la afirmación de un credo o de la participación dominical en un lugar establecido, para convertirse en un estilo de vida, una nueva vida, que se manifiesta de manera más genuina en las horas más seculares y profanas de la vida cotidiana. Ser cristianos es vivir sometidos al Señor, y sólo a él, las veinticuatro horas del día.57

E. Sánchez Cetina, “La familia, la iglesia doméstica”, en Sociedad Bíblica Chilena, www.sbch.cl/sitio/la-familia-la-iglesiadomestica/. 29 57


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Junio LA ESPERANZA QUE SOSTIENE A LA IGLESIA EN EL MUNDO 12. LA ESPERANZA QUE SOSTIENE A LA IGLESIA EN EL MUNDO (I Tesalonicenses 1.2-10) 6 de junio …recordando de vosotros la obra de la fe y del trabajo del amor y de la perseverancia de la esperanza del Señor de nosotros, Jesucristo, delante del Dios y Padre de nosotros. El Nuevo Testamento interlineal palabra por palabra Continuamente recordamos qué activa ha sido su fe, qué servicial su amor, y qué fuerte en los sufrimientos su esperanza en nuestro Señor Jesucristo, delante de nuestro Dios y Padre. Dios Habla Hoy I TESALONICENSES 1.3

e

l primer documento producido por las comunidades cristianas, que sería el germen del Nuevo Testamento, fue la primera carta a los creyentes de la ciudad griega de Tesalónica, situada en el norte del Mar Egeo, capital de la provincia romana de Macedonia, y que visitó san Pablo en su segundo viaje misionero, en el verano del año 50 (Hch 17.1-9). Fechada a inicios del año siguiente en Corinto (apenas veinte años después de los acontecimientos pascuales), representa el inicio de la reflexión militante de quien sería el más visible de los pensadores cristianos del primer siglo y quien esbozó de manera amplia cuál sería el perfil de la doctrina de la Iglesia. “El apóstol recoge los ejes centrales de la predicación primitiva y exhorta a una jovencísima comunidad cristiana a vivir en la esperanza de la venida próxima de Jesús”.58 Asomarse a los inicios mismos del Nuevo Testamento para encontrar la forma en que el apóstol hizo las primeras formulaciones de la fe en Cristo debe ser una experiencia que permita “medir la vitalidad de los comienzos del evangelio”. Asimismo, este documento “ilumina también el pensamiento de Pablo en sus primeros destellos y contribuye, por comparación con las cartas sucesivas, a percibir la evolución del apóstol. De este modo nos recuerda oportunamente que el pensamiento de Pablo, lejos de estar fijado para siempre, se fue profundizando a medida de las circunstancias y de los problemas que se le iban planteando”.59 Se analizará el primer capítulo para apreciar las tres acciones que la comunidad de Tesalónica había puesto en marcha como parte de su respuesta al mensaje cristiano. La actividad de la fe (v. 3a) En I Tesalonicenses, la palabra fe ha conservado también el sentido de “fidelidad”, por ejemplo, en 3.7 (“En medio de todos nuestros aprietos y dificultades vosotros con vuestra fe-fidelidad nos animáis”). Pero, habitualmente, ella define la actitud fundamental de la persona que se adhiere al mensaje cristiano: confianza, entrega de sí mismo a Dios, reconocimiento del sentido de este mensaje para la existencia humana. Ésta es la respuesta positiva, el “sí” de los seres humanos al anuncio de la muerte y resurrección de Jesús. La fe de los tesalonicenses era activa (ergou, “obra”). ¿Cómo lo sabemos? Cabe pensar que esta fe produjo obras coherentes, concretas, en una vida transformada por ella. Pero esa obra, en el pensamiento paulino, se entendió como “amor-caridad”. Por eso parece preferible ver en esta “obraacción” la dimensión de la fe de los tesalonicenses, pues ella misma se convirtió en un anuncio de la palabra divina. Los vv. 8-10 de este mismo capítulo son su mejor comentario. 58 59

Michel Trimaille, Primera carta a los tesalonicenses. Estella, Verbo Divino, 1982 (Cuadernos bíblicos, ), p. 1. Ibid., p. 15. 31


El esfuerzo del amor (v. 3b) Este amor es “esforzado”: la palabra “esfuerzo” pone de relieve una de las características del ágape, no sólo en las cartas de Pablo, sino en todo el Nuevo Testamento. “No se trata nunca de un amor que pueda ser vivido solamente como un deseo o un sentimiento, se trata siempre de un amor manifestado en actos concretos, que llegan incluso hasta la muerte. El amor es una manifestación, una marca, una prueba de amor”.60 Pues bien, la palabra griega “esfuerzo” (kópou) ilustra muy bien esta característica concreta del ágape: es el aspecto penoso de la acción humana, el costo de los esfuerzos. Pablo la utiliza a menudo para designar a la tarea apostólica (cf. 2.9, 3.5). El tesón de la esperanza (v. 3c) Como en el caso de la fe y del amor, no encontramos ninguna definición, pero según el contexto de los diversos usos en san Pablo, puede decirse que para él la esperanza cristiana es una espera paciente y confiada en el porvenir, basada en el misterio de Cristo. Este porvenir estará conformado por realidades nunca experimentadas, aunque entregadas ya bajo la forma de “prenda” (cf. I Co 2. 9; 15.19, Ro 5.4-5; 8.24-25). Así, pues, “la esperanza añade a la espera la certeza de recibir lo esperado y da un colorido muy fuerte a la oración de los cristianos, en efecto, pone continuamente ante sus ojos unas perspectivas no realizadas todavía y cuya realización sólo puede ser insistentemente pedida al Dios de la promesa”.61 En esta carta, se dirige especialmente hacia la segunda venida del Señor Jesús, con todo lo que se espera de ella: “Estar con el Señor”, “gloria y reino de Dios”, alegría”. Tal esperanza está aquí calificada por el “tesón” (perseverancia), que con frecuencia es sinónimo de esperanza. Estas dos palabras son tan cercanas una de otra que, más tarde, en las cartas a Timoteo y a Tito, la tríada se convertirá en “fe, amor y perseverancia (tesón)”. A todo ese reconocimiento de la fe y acción de los/as creyentes tesalonicenses se agrega el hecho de que fueron elegidos por Dios para ser parte de su pueblo (4) y que, al recibir las buenas noticias, los apóstoles no las anunciaron solamente con palabras (5a), sino con el genuino poder de Dios que el Espíritu otorgó a los apóstoles (5b). Lo que ellos/as hicieron fue seguir el ejemplo de los enviados y, aun cuando habían sufrido mucho, el mensaje les proporcionó una enorme alegría (6). De ahí que se convirtieron en un auténtico ejemplo “para todos los seguidores de Jesucristo de las regiones de Macedonia y Acaya” (7). A su vez, anunciaron el mensaje de Jesucristo en esas regiones y fuera de ellas (8a), cuya población se enteró de la confianza que tenían en Dios (8b). Su testimonio fue óptimo, pues dieron fe de que habían abandonado a los otros dioses y se consagraron a “adorar y servir al Dios vivo y verdadero” (9b). El final de esta sección recuerda que esas mismas personas se enteraron de que los cristianos/as de la ciudad esperaban el retorno de Jesucristo del cielo (10a). El Señor Dios había hecho que él resucitara para salvarlos del castigo reservado a pecadores en el día del juicio (10b). La esperanza que sostiene a la iglesia, hoy y siempre, es la certeza de que el Señor y Salvador vendrá a su encuentro en el futuro. Ella deberá servir siempre a los creyentes como yelmo o casco, junto con la armadura de la fe y el amor (I Tes 5.8, basado en Is 59.17, versión griega), ante los embates de las tentaciones y las pruebas.

60 61

Ibid., pp. 15-16. Ibid., p. 16. 32


Julio UNA ESPERANZA PROBADA EN MOMENTOS DIFÍCILES 13. DIOS BENDICE Y PRODUCE ESPERANZA (Deuteronomio 28.1-14) 25 de julio A la memoria de Blanca Luz Valencia Salinas, amiga y hermana querida Dios los bendecirá dondequiera que vivan, sea en el campo o en la ciudad. Dios bendecirá a sus hijos, y a sus cosechas y ganados. Dios los bendecirá en sus hogares, en sus viajes, y en todo lo que hagan. DEUTERONOMIO 28.3-5, Traducción en Lenguaje Actual

d

euteronomio 28 es un compendio de bendiciones anunciadas como promesas para la generación del pueblo de Dios que recibió la repetición de la Ley divina en el contexto de una nueva época dentro de la historia de salvación. La palabra autorizada de Moisés anuncia la disposición divina de bendecir a su pueblo si éste confiaba plenamente en Yahvé y si obedecía los mandamientos (vv. 1-2). Esa condición ponía de relieve las dificultades efectivas que debían enfrentarse al momento de que la comunidad de fe fue desafiada por las ordenanzas divinas. Los compromisos a los que era llamado el pueblo en ese momento contenían la posibilidad de ser bendecidos en plenitud, tal como lo anuncian los vv. 3-5. La gran división del capítulo entre bendiciones y maldiciones coloca delante de los lectores posteriores la disyuntiva que el pueblo recibió para decidir por cuál rumbo mover su caminar. “En este prólogo histórico aprendemos que las ceremonias de renovación berítica son espacios pedagógicos. Dios renueva la alianza con su pueblo no sólo con el fin de presionarlos a un nuevo compromiso de fidelidad, sino como un ejercicio pedagógico. En esta lección, Yavé aparece como el sustentador, el protector y el guía. Es decir, la renovación de la alianza es en realidad una lección de amor para desarrollar un proyecto de vida”.62 Pero, como bien explica Edesio Sánchez C., se introducen dos elementos relacionados profundamente: “En primer lugar, la bendición divina no consiste tanto en la dádiva de la tierra, sino en mantener y prosperar la vida en esa tierra. La bendición divina no se define como un actuar de Yavé, con el propósito de salvar o proteger a su pueblo en un momento de emergencia o peligro, sino como una presencia permanente de Dios en la tierra que ya se posee”. 63 La tierra es vista como el don, el regalo fundamental de la alianza de Dios con el pueblo, el espacio por excelencia para experimentar la cercanía divina. Incluso es calificado como “el tema central de la fe bíblica” (Walter Brueggemann, lo que da idea de las dimensiones tan grandes de este episodio para la tradición deuteronomista. El otro aspecto crucial es justamente la obediencia y ésta debía realizarse en un contexto de “lucha de dioses” por el poder para fructificar la tierra. “Sin embargo, en segundo lugar, esto hace que la bendición vaya atada al condicional: la bendición presupone la obediencia. Esto era de esperarse si entendemos que la tierra que Yavé otorga al pueblo y las bendiciones de fertilidad y abundancia de fruto ponen a Yavé en plena competencia con Baal, el dios cananeo de la vida, la fertilidad y la agricultura”.64 El conflicto teológico es expuesto como la razón de ser para que la obediencia se desdoble en fidelidad, pues si no superaba la idolatría no podrían disfrutarse las bondades de la tierra en el marco del pacto:

E. Sánchez Cetina, Deuteronomio. Buenos Aires, Ediciones Kairós, 2002 (Comentario bíblico iberoamericano), p. 399. Ibid., p. 387. 64 Ibid., pp. 387-388. 62 63

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Cuando Deuteronomio habla de las bendiciones en la tierra, plantea una cuestión teológica muy seria: las bondades de la ciudad y los frutos del campo, las crías de los ganados y los hijos del matrimonio, ¿son regalos de Baal o se reconocen como provenientes de la mano de Yavé? La respuesta involucra una verdadera declaración teológica: si Israel goza genuinamente de los bienes de la tierra y reconoce a Yavé como el dador, la bendición se torna bidireccional: el pueblo asegura así su vida y Yavé recibe la honra que merece. El mero hecho de que Israel reconozca en Yavé la fuente de la bendición de la tierra es ya una afirmación iconoclasta, es decir, destructora de ídolos. 65

El siguiente contexto es el de los conflictos armados, en los que Yahvé garantiza su apoyo (vv. 78), siempre y cuando se practique la obediencia-fidelidad (9a), lo que asegurará también que el pueblo sería visto por Yahvé como una comunidad especial, diferente a las demás (9b). Eso produciría temor entre los pueblos vecinos (10). Los vv. 1, 13 y 14 presentan tres conceptos teológicos claves: el condicional “si”, el pronombre enfático “yo”, que resalta la autoridad de Moisés como vocero autorizado, y la palabra “hoy”, que comunica al oyente: “Esta ley es para ti”. “No importa qué tan lejos históricamente esté el lector u oyente respecto de Moisés: esta Palabra divina le llega con todo el peso de su contemporaneidad”.66 El resto de las bondades anunciadas (muchos hijos, abundantes ganados y cosechas, v. 11b) forma parte de la gran bendición (barak) que abarcaría a la totalidad del pueblo y significaba que podrían recibir la potencia salvadora y la fuerza salvífica de Dios, alcanzar esa fuerza, eso es la bendición divina que debía producir esperanza. Yahvé abriría los cielos (12a) para expandir la fertilidad de los campos. Nadie en el pueblo pediría prestado y, al contrario, podrían prestar a otros pueblos (12b). La causa de todo este bienestar sería el estricto apego a los mandamientos y a abandonar la idolatría definitivamente (13). La extensa lista de maldiciones anunciadas (vv. 15-68) sería la otra cara de la moneda de no cumplir las condiciones señaladas: “Son una llamada decisiva a la fidelidad radical: Yavé, no Baal, es la fuente de la vida”.67 Que la obediencia lleva a la bendición y la desobediencia a la maldición, se subraya asimismo en los tratados internacionales de vasallaje. Allí, bendición-maldición son presentadas como premios o sanciones, que siguen mecánicamente a la mera observancia de las cláusulas del tratado. En la perspectiva veterotestamentaria, la obediencia al Señor tiene otro alcance. Yahvé, fuente de vida y de bendición, desea que Israel disfrute en plenitud de la vida. Ahora bien, el amor al Señor y la fidelidad a sus leyes posibilitan vivir en la órbita de sus gracias.68

Hoy podemos servirnos de esa experiencia de fe para escuchar la voz de Dios que está por encima del tiempo, de los nacionalismos y de los vaivenes de la historia. Como parte del pueblo de Dios, podemos apegarnos a esas promesas y confiar en que ese mismo Dios, lleno de amor y de bondad, está a nuestro lado y desea producir y mantener la esperanza en su nombre. Quiera Él que esta vivencia pionera en la historia de salvación produzca en nosotros una actualización de la fe requerida para obtener los beneficios anunciados por el Señor.

Ibid., p. 388. Énfasis agregado. Ibid, p. 387. 67 Ibid., p. 388. 68 Félix García López, El Deuteronomio: una ley predicada. Estella, Verbo Divino, 1989 (Cuadernos bíblicos, 63), p. 50. 65 66

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Agosto LA PALABRA DIVINA PROMUEVE LA ESPERANZA 14. REVELACIÓN, PALABRA Y ESPERANZA EN EL MUNDO (Salmo 19) 1 de agosto A la memoria de Rodolfo Gutiérrez Ortiz Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. SALMO 19.8, RVR 1909

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elebrar la presencia de la revelación escrita de Dios en el mundo debiera servir a la iglesia para reconocer su condescendencia hacia la humanidad, dado que gracias a ella es posible percibir y conocer su voluntad en la medida de lo posible. Las diversas expresiones al respecto que aparecen en el propio texto sagrado evidencian la forma en que el pueblo de Dios de todas las épocas ha valorado y apreciado dicha presencia. En el caso del Salmo 19 estamos delante de una de las más altas manifestaciones poéticas de exaltación de la Palabra divina, lado a lado con la alabanza puntual de la gloria del Señor Dios. Ambos temas se entretejen y complementan profundamente, aun cuando en el texto se distinguen bien las dos secciones (siendo probablemente dos salmos independientes). Otra forma de referirse a ellas es relacionarlas como la revelación general (vv. 1-6) y la revelación especial (vv. 7-11). Lo cierto es que, ante la impresionante belleza literaria y teológica del canto, es posible reaccionar como C.S. Lewis, quien afirmó: “Considero que éste es el poema más grande del Salterio y una de las mejores letras del mundo”.69 Proclamación de la gloria de Dios La primera sección es un himno de alabanza a Yahvé por su manifestación en la naturaleza; la segunda es una glorificación de la Torá, la Ley divina. Sus diferencias son claras y sorprendentes, en la forma y el fondo, aunque sería improcedente estudiarlas por separado, debido a que la tradición reunió las dos partes.70 El versículo inicial anuncia el tema del Salmo, la revelación de Dios, vista primero en la creación y luego en la instrucción divina. Así lo explica Walter Brueggeman, uno de los mayores exegetas de nuestro tiempo: “Bien puede ser que el autor haya tomado elementos poéticos fácilmente disponibles en alabanza al dios sol para mostrar que el Dios del antiguo Israel es el creador del sol. El dios del sol babilónico es Shamash; el hebreo para sol es šemeš. Las palabras usan las mismas raíces consonantes”.71 En ese nivel, el poema se involucra en la polémica y articula una alabanza al Dios viviente como creador. Las dos partes del salmo comparten vocabulario y comúnmente se sugiere que el sol, tan prominente en la primera parte del salmo, está en el antiguo Cercano Oriente asociado con el orden y la justicia, temas que concuerdan bien con la segunda parte del salmo. El poema comienza con la revelación divina en la creación y se reduce a una mayor especificidad con el sol. La revelación se vuelve aún más específica con la Torá de YHWH. El salmo luego alcanza un clímax con una oración final, especialmente en su último versículo familiar. La descripción sugiere que el salmo es una estructura de intensificación y, por lo tanto, una unidad notable.72

C.S. Lewis, Reflexiones sobre los Salmos. México, Planeta, 2014, p. . H.-J. Kraus, Los Salmos. I. Salmos 1-59. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1993 (Biblioteca de estudios bíblicos, 53), p. 415. 71 W. Brueggemann y W.H. Bellinger, Jr., Psalms. Nueva York, Universidad de Cambridge, 2014, p. 101. Versión: LC-O. 72 Ídem. 35 69 70


El movimiento va desde los cielos de la creación (“firmamento”, “expansión”, v. 1) a la instrucción divina y finalmente a quien adora. El espacio celeste y el “firmamento” son expuestos como poderes vivos que “narran” y “proclaman; rakia, como concepto cosmológico, designa la plancha (en latín, firmamentum) que contenía y represaba el mar azul del océano celeste.73 “Cuando celebramos la creación reconocemos que es un mundo bien ordenado. Ese orden depende sólo del poder, fidelidad y gratuidad divinas. Por esa razón, frente a la creación, Israel lo único que puede hacer es rendirse en alabanza. Pero hay más. El buen orden de la creación se experimenta concretamente en Israel como la Toráh. La Toráh se entiende no solamente como los valores morales israelitas, sino como la voluntad y objetivo de Dios ordenados en la estructura misma de la vida”.74 Cada día se manifiesta como un testigo (2a) y la noche también “declara sabiduría” (2b, (“brotar a borbotones”, significa hablar en éxtasis, a borbotones, con viva emoción75). Esta forma de revelación es silenciosa: “No hay dicho, ni palabras, / Ni es oída su voz” (3). Por toda la extensión de la tierra “salió su hilo [voz] / Y al cabo [extremo] del mundo sus palabras” (4a). “Este ‘sonido inaudito’ persiste durante toda la creación y está abierto para todos. El lenguaje poético de los vv. 1-4 podría describirse como excitado. Los versículos alimentan la viva imaginación al confesar que el cielo revela a Dios a todos”.76 A continuación, la figura del sol es fundamental: “En ellos puso tabernáculo para el sol” (4b), que es personificado “como un novio que sale de su tálamo” (5a), alegre “cual gigante para correr el camino” (5b) y cuyo trayecto es desde un extremo de los cielos hasta el otro (6a) y “no hay quien se esconda de su calor” (6b): “La imagen es del sol saliendo de una tienda. El sol sale como un novio de la carpa nupcial y corriendo el transcurso del día como un héroe. El sol cubre toda la creación y con alegría; nada puede esconderse de su calor. Incluso si uno no puede ver la revelación de Dios en el cielo, puede sentir el calor del sol. El sol es parte de la creación de Dios; de hecho, el sol como parte de la creación proclama la gloria de Dios”.77 Celebración de la Ley divina La alabanza de la torá presupone que la torá es una entidad compleja, codificada por escrito, y de gran autoridad en la vida de la comunidad del Antiguo Testamento. Pero los dos salmos se entonaban probablemente como cánticos de culto en los oficios divinos de Israel: el Sal 19A al glorificar a Yahvé como el Creador (cf. Sal 8; 104; 148), y el Sal 19B se cantaba quizás al procederse a la lectura en público de la torá, que debió ser —según Neh 8— una costumbre en la celebración del culto divino. Los dos himnos de culto pertenecen muy probablemente al ciclo de las fiestas de otoño. 78

La torá es, especialmente desde Esdras, la Sagrada Escritura con carácter autoritativo y oficial, es decir, como un conjunto de textos reconocible y aceptado ampliamente. Definir el concepto de torá va más allá de la mera traducción como ley (instrucción divina, guía o dirección para vivir): “La torá es la expresión clemente que Yahvé hace de su voluntad, la cual llega como ‘instrucción’ a los seres humanos y les señala el camino del que ellos no deberán apartarse, ni para desviarse a la derecha ni a la izquierda”.79 Las grandezas de la torá son enumeradas y resaltadas: es perfecta, vuelve el alma, es fiel, hace sabio H.-J. Kraus, op. cit., p. 407. W. Brueggemann, El mensaje de los Salmos. México, Universidad Iberoamericana-Colegio Máximo de Cristo Rey, 1998 (Palabra viva, 2), p. 52. 75 H.-J. Kraus, op. cit., p. 408. 76 W. Brueggemann y W.H. Bellinger, Jr., op.cit., p. 102. 77 Ídem. 78 H.-J. Kraus, op. cit., pp. 406-407. 79 Ibid., p. 413. 36 73 74


al pequeño (7), los mandamientos son rectos, alegran el corazón, el precepto es puro, alumbra los ojos (8). El temor de Jehová es limpio, permanece para siempre, sus juicios, justos completamente (9). “La Torá renueva o restaura la vida. Los decretos divinos también son dignos de confianza y enseñan sabiduría y madurez. Los rectos preceptos de Dios traen gozo y el mandamiento de Dios alumbra. El v. 9 habla del perdurable ‘temor del Señor’. El término sugiere asombro y reverencia por YHWH; a quien se venera, se obedece. Así encaja el término en esta celebración poética de la instrucción divina”.80 Por todo ello, la torá es más deseable que el oro, el mejor, y más dulces que la miel (10) y el seguidor de Yahvé hace bien en obedecer los mandamientos y amonestaciones (11b). La última parte (vv. 12-14) tiene un tono de meditación sobre la instrucción divina. “La atención a la instrucción divina tiene consecuencias para la vida de fe. […] El v. final ora para que las palabras y meditaciones del salmista sean ‘aceptables’, el término que se usa con frecuencia para los sacrificios (Lv 22.17-20). Estas palabras y meditaciones se convierten en un sacrificio para YHWH, ‘mi roca y mi redentor’”.81

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W. Brueggemann y W.H. Bellinger, Jr., op.cit., p. 102. Ibid., p. 103. 37


15. LA ESCRITURA, INSPIRADA POR DIOS, MANTIENE LA ESPERANZA (II Timoteo 3.10-17) 8 de agosto Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia… Todo lo que está escrito en la Biblia es el mensaje de Dios, y es útil para enseñar a la gente, para ayudarla y corregirla, y para mostrarle cómo debe vivir. II TIMOTEO 3.16, RVR1909 / TLA

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Timoteo contiene una de las dos afirmaciones más categóricas del Nuevo Testamento sobre la inspiración de la Biblia. La otra se encuentra en II Pedro 1.21. Esta carta, una de las llamadas “cartas pastorales” paulinas (junto con I Tim y Tito), en el cap. 3, advierte en una larga lista sobre algunas actitudes peligrosas e inmorales de muchas personas en los “últimos días” (vv. 1-9). “La proliferación de los seductores aparece como un signo del final de los tiempos. Los calificativos más duros no bastan para definir a la generación desencaminada que no tiene más que apariencias de piedad”.82 El texto es una firme exhortación para que Timoteo, como siervo de Dios, se distinga de quienes actúan así. De ahí que el adversativo con que abre el v. 10 marque la pauta para el discurso que viene a continuación, en el que además del tono personal y directo hay lugar para la afirmación solemne sobre la inspiración y el propósito de las Escrituras. En ese mismo versículo y el siguiente se enumera cómo Timoteo ha seguido una conducta irreprochable mediante una enorme lista de virtudes que ha desarrollado (12b). Los otros, “malos hombres” y “engañadores” terminarán muy mal (13). Una Palabra inspirada directamente por Dios Otro adversativo abre la siguiente sección en la que Timoteo recibe otro reconocimiento por su experiencia continua de aprendizaje y conocimiento familiar de las Escrituras (vv. 14-15). En II Tim 2.15b, se exhorta a Timoteo a “usar bien la palabra de verdad”, es decir, a interpretarla, proclamarla y aplicarla correctamente. Esta triple labor formaba parte de la labor pastoral del joven discípulo de Pablo, que debía realizarla en la comunidad de Éfeso. “Para Timoteo y para Tito, exponer correctamente la Palabra de verdad significó seguir la comprensión apostólica del evangelio de Jesucristo, en contraste con la distorsión del evangelio por parte de maestros malsanos”.83 “Persistir en lo aprendido” (14a) en las Escrituras es el único camino saludable para este pastor en su trabajo eclesial. Tratar con los textos sagrados es la tarea primordial de la comunidad cristiana y, para ello, hay algunos principios interpretativos básicos: “Primero está el mundo detrás del texto, el contexto histórico y cultural en el que se originó el texto. En segundo lugar, está el mundo del texto, una lectura atenta del texto en sí, destacando sus matices literarios y teológicos. Y en tercer lugar está el mundo frente al texto: el mundo de los lectores, donde vemos cómo los textos les hablan a los lectores/as de hoy en diferentes contextos y los llaman a una nueva vida, pensamiento y acción”.84 Con todo ello en mente, es posible afrontar la gran afirmación inicial del v. 16a: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”: “La palabra graphé, Escritura, no puede significar más que los libros santos que se leían en la sinagoga. Aun cuando alguna que otra palabra del Señor (por ejemplo, en I Tim 5.18) se invoca en paralelo con el texto del Deuteronomio, vale como ‘palabra’ transmitida por la tradición oral y no como cita de un evangelio ya

Edouard Cothenet, Las cartas pastorales. Estella, Verbo Divino, 1991 (Cuadernos bíblicos, 72), pp. 15-16. Paul M. Zehr, 1 & 2 Timothy. Titus. Scottdale, Herald Press, 2010 (Believers Church Bible Commentary) p. 197. Versión propia. 84 Ibid., p. 199. 82 83

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reconocido como canónico”.85 Aunque nuestra mente piensa inmediatamente en la Biblia completa, esas Escrituras antiguas que conoció Timoteo eran únicamente el Antiguo Testamento, las cuales tenían un fuerte “poder instruccional” (P.M. Zehr). Habiendo establecido la importancia de las Escrituras para conducir a la salvación en Cristo Jesús, el texto asegura que el mensaje del Evangelio basado en ellas tiene la autoridad adecuada y la utilidad en el ministerio cristiano para enfrentar las necesidades de los efesios. La razón profunda de este valor de la Escritura radica en que ha sido inspirada por Dios (theopneustos). La fórmula “toda Escritura” tiene normalmente un sentido distributivo; el indefinido “todo” significa cada uno de los pasajes. El adjetivo verbal theopneustos se deriva del término theos, dios, y del verbo pneo, soplar. Los compuestos de este género tienen normalmente un sentido pasivo: inspirado por Dios, y no un sentido activo: que respira a Dios, o sea, que da a conocer a Dios. […] En una palabra, el depósito de la fe consta de un cuerpo de escrituras sagradas y de una enseñanza oral en sus orígenes, cuya permanente actualización en la Iglesia está asegurada por el Espíritu Santo (cf. II Tim 1.14). 86

La utilidad práctica del mensaje divino “Más importante que la inspiración es la utilidad de la Escritura”.87 La segunda parte del v. 16 y el siguiente desglosan firmemente la utilidad y los propósitos de la Escritura: “y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (16b-17). “La utilidad de la Escritura se manifiesta en múltiples terrenos: sirve para la enseñanza, […] una enseñanza que no es puramente teórica, sino que está ordenada a educar al oyente en la justicia y a sostenerlo con sus exhortaciones fervientes (cf. I Tim 4.13). La Escritura no es menos indispensable para la refutación de los adversarios, como expresan los dos verbos ‘argüir’ y ‘corregir’. Así se dice que la ley es útil, no ya para el justo, sino para reprimir toda clase de vicios (I Tim 1.8-11)”.88 Cada uno de los cuatro verbos (que forman un quiasmo) representa aspectos fundamentales de la utilidad de las Escrituras: a) Enseñar (didascalia). “Varias veces se dice a Timoteo que participe en una enseñanza sana o sana (1 Timoteo 4.6, 13, 16; 6.3). La enseñanza basada en las Escrituras lleva a las personas a la salvación y la fe en Cristo (II Tim 3.15)”. b) Redargüir, reprender (elegmon). “Es útil para la reprensión porque trae convicción de pecado y hace que el pecador se dé cuenta del mal que ha cometido (Núm 5.18-22)”. b’) Corregir (epanorthosin). “Es útil para la corrección, ya que habla de un comportamiento inadecuado y pide cambios y mejoras, o arreglar las cosas”. a’) Instruir en justicia (paideían ten en dikaiosune). “Es útil para la instrucción o la educación. Disciplina o entrena a una persona en la dirección de la rectitud. El énfasis aquí está en la justicia, una relación correcta con Dios y con los demás”.89 Gracias a esta utilidad de la Palabra divina, concluye el texto, es posible equipar a “la persona de Dios para toda buena obra” (NT Interlineal Palabra por Palabra). “Al sumergirse en las Escrituras, Timoteo E. Cothenet, op. cit., p. 27. Ibid., p. 28. 87 P.M. Zehr, op. cit., p. 207. 88 E. Cothenet, op. cit., p. 28. 89 P.M. Zehr, op. cit., p. 208. 85 86

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estará completamente equipado para toda buena obra. Podrá satisfacer las demandas del ministerio cristiano en Éfeso. Las Escrituras son un instrumento útil para edificar la vida espiritual de Timoteo, para mantener sus pensamientos y enseñanzas centrados en la verdad en Cristo y para satisfacer las demandas del ministerio, que implican responder a los maestros malsanos de Éfeso”.90 Eso mismo puede suceder con cualquiera de nosotros y es el ideal al que debemos aspirar siempre con la ayuda de Dios. La Palabra divina, que permanece para siempre, es la que mantiene a flote la esperanza humana.

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Ídem. 40


16. “CADA PALABRA DE DIOS TIENE PODER Y VIDA” (Hebreos 4.10-16) 15 de agosto Cada Palabra que Dios pronuncia tiene poder y vida. La palabra de Dios es más cortante que una espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina nuestros pensamientos y deseos, y deja en claro si son buenos o malos. HEBREOS 4.12, TLA

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esde su inicio mismo, la Carta a los Hebreos se refiere a la palabra divina mediante argumentos muy consistentes que van desde la forma en que Dios ha hablado desde la antigüedad y como lo ha hecho ahora a través de su Hijo, razón de ser de toda la creación (1.1-5). Es un pasaje introductorio monumental, pues plantea las bases mismas de la revelación de Dios entendida como un habla suya continua que se perfeccionó en la persona de su Hijo. “Dios nos ha hablado” es la gran afirmación de fondo (1.2) que abre la carta: a lo largo de toda la historia humana se ha preocupado por entrar en relaciones personales con la humanidad. Y lo ha hecho muchas veces y de diversas formas (1b), incluso a través de los profetas (1c). Esta iniciativa y perseverancia son suficientes para producirnos admiración y hasta confusión, pero sobre todo gratitud. Ello debía despertar también un fuerte sentido de responsabilidad. Pero el texto subraya que Dios no sólo ha hablado sino que también ha actuado activamente en la historia porque su palabra va ligada íntimamente a su acción.91 El comienzo de la carta refleja sólidamente esta realidad: “En adelante, la palabra de Dios llega a nosotros en toda su plenitud, ya que ha encontrado su forma perfecta gracias a la encarnación del Hijo de Dios, que es ‘resplandor de su gloria e impronta de su esencia’ (1.3). […] Es en Cristo donde Dios nos habla y es en Cristo donde Dios nos salva”.92 Una Palabra incisiva y penetrante En el cap. 4.12-13, luego de hacer un recuento sobre las desobediencias del pueblo antiguo que a muchos de sus integrantes no les permitió “entrar en su reposo” (4.5), el texto se ocupa de quienes lo consiguen se cuiden de no caer en desobediencia (4.11) porque la palabra divina es “viva uy eficaz” (4.12a), dos atributos que la definen como algo supremo. Y su poder le permite cortar “como un cuchillo de dos filos” (12b, tal como decía la Biblia del Oso, en 1569). La tercera parte del v. 12 afirma que penetra hasta lo más hondo y logra “partir el alma y el espíritu” (12c, los componentes humanos esenciales), las “coyunturas y los tuétanos” (12d), y es capaz de “discernir” (de abrir, exhibir o examinar) “los pensamientos y las intenciones del corazón” (12e). En eso consiste la afirmación de que “la Palabra nos lee” a los seres humanos y a nuestras circunstancias. Semejante panorama muestra la capacidad de juicio (y eventual premiación o condenación) que tiene la palabra divina. Ella juzga rectamente, “ya que nada le es desconocido; a su luz serán juzgados los hombres de esta generación para ver si son dignos o no de entrar en el descanso de Dios”. 93 Es viva, porque produce la vida (Dt 32.47) y es eficaz también porque produce lo que Dios quiere, “no vuelve a Él vacía” (Is 55.10-11). La imagen de la espada de dos filos viene de Isaías (49.2, cántico del Siervo) y Proverbios (5.4), es decir, su poder de cortar hacia todos los extremos, como castigo o gratificación, dada su inmensa Albert Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos. 2ª ed. Estella, Verbo Divino, 1980 (Cuadernos bíblicos, 19), p. 37. Ídem. Énfasis agregado. 93 Myles M. Bourke, “Hebreos”, en Raymond Brown et al., dirs., Comentario bíblico san Jerónimo. IV. N.T. II. Madrid, Ediciones Cristiandad, 1972, p. 338. 41 91 92


capacidad de discernimiento, de poder abrir los espacios más cerrados y reacios a su actuación. La Palabra divina hace todo eso para mostrar los intersticios de todas las realidades en las que el pecado debe ser superado por la obra redentora de Jesucristo. La Palabra revela y descubre toda verdad Heb 4.13 profundiza en la capacidad de la palabra, primeramente, para “tener manifiestas todas las cosas creadas”, esto es, para apreciarlas en su justa realidad y en todas sus dimensiones. Todo ante ella es diáfano y claro (13b) y nada escapa de su visión. Por eso, nada puede ocultarse a sus alcances, percepción y juicio (13c). De ahí que en el inexcusable juicio divino todas las cosas saldrán a la luz (23d), lo cual vuelve a conectar con la idea previa acerca de “obedecer para participar del reposo divino”. La palabra divina evidencia, exhibe, dictamina y pondera todo aquello que acepta o entra en contradicción con la voluntad del Señor, por lo que quienes deseen participar de ese descanso deben vivir en conformidad con la verdad y la justicia todo el tiempo, pues la transparencia total con que se mueve y aplica la Palabra no deja margen para dudas o vacilaciones. El juicio radical de Dios todo lo ve y lo pondrá en evidencia, y la Palabra juega un papel fundamental en eso. Así como en el caso del verbo “redargüir” (reprender) de II Tim 3.16, el tono de Heb 4.13 se encamina a exhortar y llamar la atención de los creyentes para sumarse al reposo divino. El impacto de la palabra del Señor puede ser valorado e interpretado a partir de postulados muy serios. La respuesta que recibe también puede ser revisada de muchas maneras. Una y otra vez puede apreciarse históricamente, como lo hace en tantas ocasiones el propio texto bíblico, de qué manera ha sido recibido su mensaje. Un ejemplo fehaciente de ello es lo que acontece con Jueces 19-21 (la trágica historia de la concubina del levita que fue mancillada y descuartizada, y la posterior espiral de violencia en Israel) a partir del extraordinario análisis de la biblista estadounidense Phyllis Trible (1932), quien obtiene conclusiones sistemáticas y contundentes al momento de referirse a las respuestas de que fue objeto ese relato, partiendo de las indicaciones del propio texto: “Considerad esto [volved al corazón] sobre ella, tomad consejo, hablad” (19.30; 20.7). 1. Respuesta de las tribus de Israel: más violencia machista contra las mujeres. 2. Del redactor del libro: “…usa los horrores que acaba de contar para promover una monarquía que pusiese orden y ley en Israel”. 3. De los organizadores del canon: las historias que siguen (Ana, Rut), de la misma época, reivindican a las mujeres. 4. De los profetas: “Dos alusiones [en Oseas 9.9; 10.9] son una escasa remembranza de los crímenes de Gabaa”. 5. Del resto de la Escritura: “un impresionante y opresivo silencio”. 6. De los lectores/as: “…más allá de la mera confesión, debemos tomar una decisión y declarar: ‘¡Nunca más!’”.94 La Palabra de poder y vida nos convoca e interpela para recibir sus efectos bienhechores en nuestra vida en todos los aspectos.

P. Trible, “Una mujer anónima: el colmo de la violencia en Jueces cap. 19”, en Texts of terror. Literary-Feminist Readings of Biblical Narratives. Filadelfia, Fortress Press, 1984, pp. 90-91. Versión propia. 42 94


17. LA PALABRA DIVINA PROMUEVE LA ESPERANZA EN LOS CORAZONES (II Pedro 2.16-21) 22 de agosto Por eso estoy completamente seguro de que el mensaje de Dios que anunciaron los profetas es verdad. Por favor, préstenle atención a ese mensaje, pues les dirá cómo vivir hasta el día en que Cristo vuelva y cambie sus vidas. II PEDRO 1.19, TLA

El testimonio de Pedro y la palabra profética a Segunda Carta de Pedro continúa en la línea de reforzar la esperanza en la segunda venida del señor. “Tenemos también la palabra profética más segura [permanente, 1909], a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro…”, así comienza, en la revisión ReinaValera 1960 el v. 19 de II Pedro 1, otra de las menciones más enfáticas sobre la inspiración de las Escrituras antiguas que aparecen en las cartas apostólicas. En este caso, el marco es la refutación del apóstol sobre las burlas acerca de los anuncios (no son “fábulas artificiosas”, 1.16) de la segunda venida del Señor. “Como respuesta Pedro ofrece la mejor prueba forense, su propia experiencia de la comunicación de la profecía acerca de la parusía, la transfiguración de Jesús. […] En los evangelios, la transfiguración se vincula con una venida futura del reino de Dios (Mc 9.l)”. 95 Pedro fue testigo ocular de ese suceso, por lo que sus palabras debían tener alguna autoridad, pero no apela a ella sino a ese acontecimiento superior:

l

Según esto, la transfiguración no sólo hace las veces de ocasión en la cual Pedro recibió instrucción acerca de la parusía de Jesús y el juicio futuro, sino también de predicción de dicho acontecimiento futuro. Es a este sentido de la transfiguración como profecía de la parusía al que el autor recurre en el argumento de 1.17- 18. Profecía más segura todavía: Esta frase se entiende mejor como “tenemos una palabra profética muy confirmada”. Aunque bebaioteros es un adjetivo comparativo, se puede traducir como superlativo, con lo cual resulta que el material de 1.17-18 sobre la transfiguración no se compara con otras profecías (3.3-4), sino que representa la mejor profecía de la parusía.96

“La profecía que la transfiguración hace de la parusía queda confirmada porque la pronuncia Dios, de manera que puede hacer las veces de luz en la oscuridad para quienes aguardan que la luz definitiva, ‘el lucero del alba’ (Ap 2.28), salga con la parusía de Cristo (I Tes 5.4)”. A diferencia de los falsos maestros, Pedro afirma contar con la inspiración divina tanto en su recepción de la profecía de la parusía, como en su exposición de ella, afirmación que resulta comparable con la tradición de la recepción por parte de Pedro de una revelación acerca de Jesús como ‘Cristo, Hijo de Dios’ (Mt 16.17). Su profecía no está sujeta a nuevas interpretaciones carismáticas, proceso advertido en la reinterpretación de algunos de los dichos y hechos de Jesús (Jn 14.26; 16.12- 14), sino que es la misma profecía para cuya recepción e interpretación recibió él siempre inspiración (véase Hch 3.18-26). Además, es apto para la tarea porque es un testigo ocular inspirado para entender lo que percibió. Esto sirve para contrarrestar insinuaciones de la tradición según las cuales Pedro no entendió lo que vio u oyó (Lc 9.32-33)”.97 Inspiración e interpretación de la palabra profética Junto con II Tim 3.16 este pasaje es el más importante del Nuevo Testamento para fijar la doctrina de la inspiración de las Escrituras. No se trataba de una innovación, ya que para entonces “los judíos y los cristianos estaban plenamente convencidos de que los profetas habían hablado bajo la acción del ‘espíritu Jerome H. Neyrey, “Segunda Carta de Pedro”, en R. Brown et al., dirs., Nuevo comentario bíblico San Jerónimo. Estella, Verbo Divino, 2004, p. 637. 96 Ídem. 97 Ibid., pp. 637-638. 43 95


de profecía’; se trata de una simple indicación para señalar en qué sentido conviene interpretar la Escritura”.98 Tampoco le interesó al autor la psicología de los profetas, como sucede en I Pe 1.11, ni avala una teoría de la inspiración-dictada, como la expuso Filón de Alejandría. Se limitó a decir que los profetas han hablado de parte de Dios, bajo la acción del Espíritu Santo y no entra en los detalles finos de las modalidades de la revelación. De aquí avanza a decir que “la interpretación de sus textos no puede dejarse al sentimiento personal, a las especulaciones ‘míticas’ que se denunciaban en el v. 16. Hay que apelar a la inspiración del texto leyéndolo en el sentido en que fue compuesto; esto quiere decir en concreto que hay que percibirlo en el seno de una tradición que sea portadora de sentido, que enseña a descubrir en la Escritura al Hijo predilecto de Dios”.99 Las tendencias interpretativas fantasiosas (también referidas a la comprensión de los textos paulinos: 3.14-16) lo obligaron a deslindar con claridad las características de la acción reveladora de Dios. Ese mensaje es extremadamente atendible precisamente porque enseña cómo se debe vivir hasta la venida del Señor, pero requiere una sólida base para su interpretación y aplicación. Hans-Ruedi Weber (Suiza, 1923-2020), al exponer la idea básica sobre el estudio comunitario de la Biblia (tarea a la que dedicó largos años) en el manual El libro que me lee (Consejo Mundial de Iglesias, 1995), explica puntualmente: …cuando escuchamos, leemos, estudiamos e intentamos ver, puede tener lugar una inversión de papeles. Comenzamos siendo los sujetos, y los mensajes bíblicos, en cualquier forma que lleguen hasta nosotros, son los objetos de nuestro estudio. Pero súbitamente podemos empezar a ser conscientes de que detrás y dentro de los relatos, textos y mensajes visualizados hay alguien que nos mira, nos habla y nos guía. Nuestro objeto de estudio se convierte en el sujeto que se dirige a nosotros y nos comprende mejor que nosotros mismos. Nos vemos confrontados con el Dios vivo que actúa en la creación y en la historia, en nuestra vida personal y en el mundo de las naciones. En el estudio de la Biblia podemos experimentar por anticipado algo sobre lo cual el apóstol Pablo escribió a los cristianos de Corinto: “Ahora vemos como enigmas en un espejo, entonces veremos cara a cara. Ahora conozco a medias, entonces conoceré tan bien como soy conocido” [I Cor 13.12]. 100

Esta situación existencial y espiritual hace posible que el encuentro entre la Biblia y los lectores/as se experimente como un auténtico proceso dialéctico, de ida y vuelta, guiado y mediado por el Espíritu Santo (“comunicador e intérprete”), en el que la persona es atraída hacia los textos sagrados y sea capaz de leer la realidad con la mirada divina, y viceversa, que ella misma sea leída para posibilitar su transformación. La tarea interpretativa de las comunidades de fe, agrega, debe ser un verdadero esfuerzo aleccionador para que podamos superar nuestros prejuicios y creencias arraigadas: “Porque no se puede permitir que [el estudio bíblico colectivo] degenere en compartir la ignorancia o en repetir los lugares comunes teológicos de los participantes o del animador. Cuando un estudio de la Biblia sólo nos dice lo que ya sabíamos o se limita a confirmar nuestras habitualmente sesgadas creencias, ello puede ser indicio de que nos estamos acercando a la Biblia escuchando únicamente lo que, de hecho, queremos oír, en lugar de dejar que Dios nos hable”.101 Cuando Dios habla a través de su Palabra, es posible esperar que se señalen los pecados humanos y sociales, que se anuncie el juicio sobre ellos, pero también debe esperarse que se promueva y refuerce la esperanza, tal como lo propone esta carta apostólica. Pues, tal como se afirma en I Pe 3.15, Edouard Cothenet, Las cartas de Pedro. Estella, Verbo Divino, 1984 (Cuadernos bíblicos, 47) p. 57. Ídem. Énfasis agregado. 100 H.-R. Weber, El libro que me lee. Manual para formadores en el estudio de la Biblia. Santander, Sal Terrae, 1996 (Sal Terrae Pastoral), pp. 15-16. Énfasis agregados. 101 Ibid., pp. 21-22. 44 98 99


debe darse “razón”, explicación firme y sostenida, de la esperanza cristiana: “De forma típica, Pedro invita a dar razón, no ya de la fe, como sería de esperar, sino de la esperanza que hay en nosotros. Por tanto, es esta esperanza, hecha de dignidad y de coraje, la que atrae la atención y provoca un cuestionamiento. Cada uno de los cristianos tiene que estar dispuesto a responder al desafío, con su conducta de cada día más aún que con sus palabras (3.1s)”.102

102

E. Cothenet, op. cit., p. 48. 45


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Reflexión final

“POR LA PALABRA DE DIOS Y EL TESTIMONIO DE JESUCRISTO” (Apocalipsis 1.9b) 29 de agosto Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Dios, lo mismo que ustedes; tengo los mismos problemas y dificultades, pero también tengo la fuerza que Dios nos da para soportar esos sufrimientos. Por anunciar el mensaje de Dios y hablar de Jesucristo fui enviado a la isla de Patmos. APOCALIPSIS 1.9, TLA

uando se mira el mapa de las innumerables islas griegas y se ubica a Patmos, que los romanos usaron como cárcel para los presos políticos, aquella desde la cual se escribió el Apocalipsis, se pueden comprender un poco las dimensiones de lo que algunos estudiosos del libro han denominado “la pastoral del exilio” que tuvo que practicar el apóstol Juan. La escritura profética y apocalíptica que, como parte de la resistencia espiritual que encabezó, ha llegado hasta nosotros y casi siempre ha producido una mezcla de temor, asombro e incertidumbre, aun cuando surgió para promover y mantener la esperanza del pueblo perseguido de Dios por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo, tal como afirma el primer capítulo (1.9). Una escritura que surge así, originada por la persecución, debía producir frutos en un corto plazo y, al mismo tiempo, proyectar su mirada en el tiempo divino, en el kairós que se vivía con tanta dificultad por el rechazo del que era objeto la fe cristiana. Cuando el autor del Apocalipsis expuso los detalles de la visión que recibió en medio de tanta soledad, el ambiente de inseguridad para los seguidores de Jesús de Nazaret estaba aún por llegar a momentos sumamente críticos, de modo que el lenguaje que debía asumirse para expresar la resistencia moral, política y religiosa al imperio tuvo que ser simbólico y no tan comprensible para quienes se acercaran a él desde fuera de las comunidades de fe. Ésa sería su principal característica y la que hasta hoy complica su comprensión y aplicación. No obstante, al referirse a la palabra divina y al testimonio de Jesucristo al inicio del documento, la afirmación es muy clara: ambas realidades fueron la razón directa para el exilio de que fue objeto el autor del libro, quien fue visto como un peligro para el Imperio Romano. Es decir, que su fidelidad a ambas cosas lo llevaron a una retención forzada e injusta por la libertad con que intentó anunciar la venida del Reino de Dios en Jesucristo. Siempre que sucede algo similar, lo que está en juego sigue siendo esa misma fidelidad a la que somos llamados/as todos aquellos que debemos proclamar la palabra divina y el mensaje transformador de Jesucristo. A contracorriente de quienes no dudan en amoldarse a las corrientes dominantes en cada época y así subordinar la predicación de la palabra redentora del Evangelio, nunca faltará quienes se opongan con un firme convencimiento a las imposiciones violentas de los poderes de turno. Tal como lo explicó en su momento el biblista Jorge Pixley:

C

Pero siempre hubo al lado de estos cristianos que quisieron ser ciudadanos leales y que lo eran hasta que se les pedía un juramento que violaba su conciencia, otros que veían en el imperio el principal obstáculo para que se realizara el ansiado Reino de Dios. Juan de Éfeso, los entusiastas frigios, Ireneo, Taciano y Tertuliano representan a este cristianismo radical, y esta lista es evidencia suficiente de la seriedad de esta corriente cristiana. Éstos se sienten peregrinos en una tierra extraña, y aguardan con ansiedad su liberación. Guardar la fe exigía no contaminarse con el mundo, mundo encarnado en las estructuras del imperio.103

J. Pixley, “Las persecuciones: el conflicto de algunos cristianos con el Imperio”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, 2ª ed., núm. 7, 2000, p. 85, www.centrobiblicoquito.org/images/ribla/7.pdf. 47 103


Quiera Dios que esa misma constancia y fidelidad hacia la Palabra del Señor y de su testimonio que ejemplarmente vemos en el libro final de las Sagradas Escrituras nos sigan uniendo y acompañando en nuestro caminar, y que sigan siendo nuestra consigna de fe adonde quiera que nos encontremos para desarrollar el ministerio que nos encomiende quien es el Jefe y Cabeza de la Iglesia, bajo la conducción soberana de su Espíritu. Amén.

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