Revista Ikaro 35

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El Chante para ser vos mismo

MUY PRONTO

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En la lengua de Íkaro

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Mamando Palabras

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Tan Imperceptible / Micronarración : Adrián Montenegro

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La Bien Querida/ Cuento Corto: Carolina Reyes

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Las Cuatro Fumadoras de la Esquina/ Cuento Corto: Adrián Montenegro

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Poesía Axfisiante / Micronarración: Victor García

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El Último Tributo al Punk/ Ensayo: Adrián Montenegro

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El Arte de la Mamada / Texto Robado: Amarna Miller

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Con la Panza Vacía / Micronarración: Adrián Montenegro

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Si Escribir Fuera Esto/ Texto Robado: Héctor Abad

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En razón del buen uso de la lengua / Los siete pecados gramaticales

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Epílogo

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Revista Íkaro, edición 35, año 19, Julio/Agosto 2015. Publicación Independiente de Cultura editada por Adrián Montenegro. Diseño Gráfico por Digital Vox. Página web www.revistaikaro. com. Email: info@revistaikaro.com. Teléfono: +506.8530-3535. Agradecemos a nuestros colaboradores de esta edición: por Chile, Carolina Reyes y Víctor García de España. Esta públicación es editada en Vázquez de Coronado, San José, Costa Rica. Todos los derechos reservados para los autores.


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ola hermanos del corral, que sumergidos en la dura rutina del capital, que día con día soñamos con ser los dueños de nuestros destinos. Bienvenidos a una nueva entrega de léxicos anoréxicos y profanas imágenes.

Si mis queridos y odiados lectores, esta nueva muestra de cultura sublevada rinde un bajo y corto tributo al sonido sucio y directo del Punk. Esa música que diera una patada a una vida decadente de automatismo. Hoy día ya no quedan muchos punks verdaderos, tan sólo chicos fashion queriendo ser rebeldes contra un enemigo que ya los absorbió, que añorando revoluciones anarquistas enarbolan epígrafes fantasmas sobre un futuro que les alcanzo. Los que derraman rebeldía, los que sobrevivieron al voraz aniquilamiento del ideario del punk, escriben poemas, canciones y libros, mientras escuchan Dead Kennedys o La Polla Records, o como yo, que gusta en ocasiones del happy punk de los Ramones con un etílico de fondo de barril. Pero como siempre quedan invitados a navegar por estas páginas eternamente malcriadas. Y que espero malgasten ese par de minutos de vida que gastas frente el televisor o mirando el Feizbuk.


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El viernes era el único día que su trabajo le permitía ser punk.

El mal

Arthur Rimbaud Mientras que los gargajos rojos de la metralla silban surcando el cielo azul, día tras día, y que, escarlata o verdes, cerca del rey que ríe se hunden batallones que el fuego incendia en masa; mientras que una locura desenfrenada aplasta y convierte en mantillo humeante a mil hombres; ¡pobres muertos! sumidos en estío, en la yerba, en tu gozo, Natura, que santa los creaste, existe un Dios que ríe en los adamascados del altar, al incienso, a los cálices de oro, que acunado en Hosannas dulcemente se duerme. Pero se sobresalta, cuando madres uncidas a la angustia y que lloran bajo sus cofias negras le ofrecen un ochavo envuelto en su pañuelo.


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Adrián Montenegro.

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ay días que te despiertas tan pequeño, que una hormiga te puede aplastar. Te acurrucas entre las sabanas esperando ser engullido en un agujero negro, teletransportado a otra dimensión. Que imperceptible te puedes sentir cuando abres los ojos.


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l Capicúa se despertaba todos los días a las diez de la mañana, después de una juerga atroz. Llegaba apenas hasta el refri y sacaba una Fanta helada, que le gustaba tomarse parado. Mientras trataba de ver si había restos de mantequilla o algo que echarle al pan -que solía comprar antes de hacer sus negocios- sacudía la cabeza, daba un gran estirón y solo entonces volvía en sí. Luego de la Fanta con pan con algo, partía corriendo a ducharse y a comenzar su día. Como jefe de los soldados, su misión siempre era muy clara: proteger la matriz donde se hacían la gran parte de las transacciones, agrupar de a dos o tres a algunos de los muchachos, para supervisar las avenida y calles principales, que eran los perímetros habituales por donde transitaban los compradores. Y tener al otro grupo de cabros pendientes si es que las bandas rivales querían hacerles una mexicana. En el mes de Julio el jefe lo cita a una reunión urgente. -No nos queda de otra- Le dijo el jefe al Capicúa -Pero jefe, ¿usted está seguro? -Vo’ pensai’ que yo soy hueon, como creí que tengo todo esto- El jefe de camisa y corbata puntualizo la frase apuntando alrededor de su oficina céntrica con vista a un cerro. -Pero en los reportes que yo tenía no nos arrojaban esa información. -No po’ hueon por eso yo hice mi propia investigación paralela y ya está. Capicúa te conozco de años, tu sabes las reglas del negocio, y todos las saben- Comento el jefe revisando si su corbata tenía alguna mancha, luego saco un papel con una dirección-Ese es el lugar anda y termina con esta cagada. El Capicúa entonces salió de la oficina céntrica con vista al cerro que tenía el jefe se subió a su camioneta doble cabina, salió del estacionamiento pagado, donde a él no le cobraban –obviamente- y se fue por una avenida hacia el sur de la Capital. Volvió a releer el papel -sabía perfectamente donde era- reviso si andaba portando a la Bien Querida. En menos de veinticinco minutos llego al lugar, estaciono, era una casa sin ante jardín, antigua de esas que dan directo a la calle. Volvió a revisar a la Bien Querida, estaba con el silenciador que le trajeron del país del norte. Le saco el seguro, volvió a fijar la vista en la calle. Era una población antigua, ahí habían unos cinco chiquillos jugando a la pelota, como cuando él era chico. El Tres por tres y el Capicúa eran amigos de niñez, la mama del Tres por tres llego ese día que su papá había muerto en un asalto con arma de fuego. Tres balazos al tórax sellaron la suerte del obrero de la construcción y de su familia, así las cosas, los chiquillos se conocieron ese día del velatorio. Luego pasaron algunos meses y el Tres por tres llego con un fajo de billetes de diez lucas en el bolsillo del buzo, después de clases. -Y eso de donde lo sacaste- Le pregunto el Capicúa -Na’ po’, la muevo y me dan mi propina- Dijo el Tres por tres mientras se le caía un moco sucio de la nariz.


11 -Suénate hueon moquillento- Se rio el Capicúa. -Oye hueon si se gana bien, yo le pase la mitad a mi mamita, esto es mío- Dijo orgulloso el chiquilloDeberías probar. -¿Pero tu consumi’?- Pregunto preocupado el Capicúa. -No po’ hueon yo hago los mandados y me pagan por carrera hecha y eso es todo- Sonrió inteligentemente el Tres por tres. “Y eso es todo” volvió a pensar el Capicúa casi sonriendo. Mientras caminaba se dio cuenta que el día estaba abochornado muy nublado y con calor, -como día de playa- pensó. Llego a la puerta pintada de rojo, se dio cuenta que no le gustaba que las maderas se pintaran, ¿Por qué no le pusieron barniz mejor? Pensó, toco el timbre y un hombre joven abrió la puerta. Al principio el hombre no lo reconoció y luego con una sonrisa dijo: -Capicúa hueon tanto tiempo. -Si tanto tiempo- Dijo con voz monocorde y extrajo a la Bien Querida con el silenciador nuevo, entonces la cara del hombre volvió a cambiar de relajo a terror. Capicúa empuño el arma y sintió el frio del metal. Los chiquillos de la calle celebraban un gol, pero al mismo tiempo otro de los niños reclamaba la invalides del tanto. Una brisa cálida los ahogo a todos y formo un pequeño remolino de hojas en mitad de la calle. -Compadre….- el hombre no alcanzo a dar explicaciones, el Capicúa detono tres veces su arma y salió corriendo a su camioneta. Con rumbo a una de sus casas. Mas tarde sonó el celular al jefe. -Ya hicimos el encargo-Dijo en clave. -Muy bien, esto es una lección así nadie volverá a traicionarnos nuevamente, yo ya le había perdonado muchas cosas Al tres por tres, pero esto colmo mi paciencia. -Si jefe, bueno nos vemos mañana entonces- Dijo cortésmente y corto su celular. Sin embargo, sintió húmeda la frente y un frio se apodero de su espalda. Trato de respirar y mantenerse en calma. Otra vez tendría que tomar pastillas para dormir. En la calle donde jugaban al fútbol se oyó un grito desgarrador de una mujer, uno de los chiquillos dijo: -Davi’, hueon es en tu casa, mataron a tu papá- David partió corriendo a su casa y cuando llego a la entrada, vio la escena de su madre con una toalla ensangrentada. Mientras su padre caído en el suelo, estaba con tres orificios en el pecho; y una mirada en el más allá con un aire de duda, que ya nadie más sabría responder.


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Adrián Montenegro

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ora, Susan, Carola y Pamela, salían cronológicamente cada 40 minutos a fumar fuera del bar, con el único fin de perturbar el sacro ritual de la barra

etílica que visitaban hace una década. El efecto persuasivo de la nicotina les permitía un descanso de la testosterona masculina que se les presentaba cada 15 minutos en espera de una conversación o de un arrebato amatorio de una noche de intercambios asertivos. Pero el día miércoles era su día, la noche de chicas, una rutina permanente que solo se vio obstaculizada una noche cuando Pamela dio a luz, a excepción de ese día, el litúrgico no se había roto jamás en 10 años. Hasta existía una temeraria leyenda urbana, que advertía a cualquier individuo que hablarles cuando salían a exhalar el tabaco con alquitrán podría causar algo siniestro en tu vida de no acatar la prohibición. Después de que mi amigo se les acerco, una de ellas anoto el nombre de aquel atrevido en un cigarrillo. Fue así como mi amigo desapareció — algunos dicen que fue combustión espontánea o que se lo fumaron, pero algo así me cuesta creerlo.


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e Punk sé muy poco, por ello no esperen demasiados anecdotarios y menos un listado incansable de baluartes musicales, que hoy son leyendas. El punk nació como una contra respuesta social, pues mientras el rock en aquellas épocas hablaba de dragones que cagaban arcoíris, su contrapropuesta musical no maquillaba la mierda. Su corto y real periodo de fuerza brutal duro poco, con una fertilidad que va del periodo 1978-1984, en el que se abrieron nuevos caminos a partir del erial de la ‘zona cero’, ha quedado sepultado bajo el peso del yugo del poderío comercial, aun así se tiende a pensar en el punk como lo opuesto a los 60. Pero, de alguna forma, por debajo de ambos periodos existía la misma idea fundamental: la de una música joven y generacional que reflejaba los cambios que sucedían, pero que también provocaba cambios por sí misma. Tanto Bob Dylan, como los Beatles y los Rolling Stones concebían sus canciones como una forma de rebelión y revolución, pero también como bohemia, inconformismo y deseo de vivir una forma de vida distinta. El mensaje era el mismo: ‘Un nuevo mundo está por llegar y vosotros, como nueva clase, por encima de las fronteras, de los sexos y de las razas, sois el motor de ese cambio. El punk restauró esa creencia, con un grupo como Sex Pistols, que creó tantos conflictos, incluso a nivel político, que era inevitable creer que el rock era un arma.

Una vez que se vio el poder que tenía esa arma, las cuestiones que se hicieron los grupos del post-punk fueron: ¿Cómo continuar con ello? ¿Cómo hacer que la música avance en esa dirección? —Y lo que pasó fue lo mismo que con el protestantismo: una vez abierto el gran cisma con lo anterior, empezaron a surgir multitud de movimientos de cismas más pequeños, como los luteranos, los calvinistas, los anglicanos... todos peleados con todos. Lo mismo con la izquierda, que siempre ha estado dividiéndose, desde los tiempos del socialismo y el anarquismo, fue fruto de la excitación que provocó aquel mundo de posibilidades que se abría. La mayoría de los punks eran gente reflexiva y vulnerable, pero les gustaba actuar como monstruos. Eran más que probables objetivos de los ataques de otras personas, que les golpeaban, quizá porque su imaginería era tan violenta y sus apariciones tan chocantes, diciendo que odiaban el amor y que odiaban la paz, eso es algo que todavía mantiene su poder y que pervive en los tatuajes y pelos de colores de los looks más radicales. De hecho, la moda era mucho más revolucionaria que la música. Y todavía más el lenguaje gráfico: las portadas de los discos, los pósters, las fotografías, los flyers... Toda una imaginería que no se había visto hasta entonces y que se presentaba de una forma impactante y nada romántica. Es muy difícil imaginar qué hubiese sucedido en la música si el punk no hubiese aparecido. Creo también que el punk fue una forma de definir cosas que ya existían, aunque en un ámbito más reducido y de forma más directa.

Las mujeres del PUNK Las chicas “liberadas del pop” de hoy, con sus imágenes sexuadas, en ocasiones casi pornográficas, nada tendrían que mostrar hoy día sin la liberación que hubo en el punk, el único estilo musical que si tuvo equidad de género. La industria estaba llena de hombres que trababan de hacerles la vida imposible o decirles qué hacer


17 (más que en la actualidad). Las mujeres no tenían una guitarrista que fuera su modelo a seguir y las únicas personas en las que podían confiar eran los miembros de su banda. No había una escena que las apoyara; The Slits y X-Ray Spex estaban solas. De no ser porque Viv Albertine, Poly Styrene, Ari Up y Siouxsie Sioux llegaron a pintarle huevos a todo el mundo —usando la moda (y la desnudez) como herramienta política en contra de una sociedad que hacía lo posible para que las mujeres se quedaran en la cocina. El femenismo rockero empezó a tener heroínas en el punk y luego con el post-punk, en 1975, la portada del disco Horses revelaba una imagen femenina a la que este no estaba acostumbrado. En ella, Patti Smith posaba con gesto desafiante, apropiándose de la imagen de sus héroes masculinos para hacerla suya. El atuendo a lo Rimbaud y la chaqueta al hombro igual que Sinatra. El aplomo de Dylan, la dureza de Keith Richards. Armada con su ego y una labia imparable, llevaba años luchando por hacerse un nombre en el circuito literario underground neoyorquino, mezclando su estilo declamatorio con el rock & roll. Por sus poemas transitaban sus heroínas —Marianne Faithfull, Edie Sedgwick, Jeanne Hébuterne, Juana de Arco, Jeanne Moreau— mientras ella se movía por el escenario como ninguna otra mujer lo había hecho hasta entonces. Su constante predisposición a la rebeldía hizo de ella un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones, sobre todo cuando la escucharon cantar «Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos». Aquellos versos, una declaración de independencia absoluta llevada al máximo grado de irreverencia, prologaban su versión de «Gloria» de Them, una canción sobre el deseo masculino hacia una mujer, que en su nueva encarnación también se convertía en un canto a la homosexualidad femenina. Patti Smith anticipó el punk y cualquier mujer que haya elegido el rock & roll como lenguaje después de su aparición, está en deuda con ella. Hasta 1975, los grupos formados o creados por mujeres, salvo contadas excepciones, estaban obligados a seguir los cánones de las bandas masculinas. Rara vez se veían instrumentistas femeninas, si acaso alguna violinista, alguna teclista e incluso alguna guitarrista; eran pocas y en muchos casos no pasaban de ser una anécdota. El caso de Moe Tucker, de Velvet Underground, todavía era visto como una especie de milagro: ¡una baterista femenina que además impuso un estilo propio! Las californianas Runaways fueron de las primeras en romper con esa regla no escrita, a pesar de que estaban controladas por un caballero llamado Kim Fowley. Esto venía a decir que unir a unas cuantas mujeres en un grupo no significaba necesariamente que dicho grupo pudiese incorporar un lenguaje propio a todos los niveles. En ese sentido, The Slits fueron pioneras. Grupo exclusivamente femenino que imponía un sonido —optaron por el reggae y el dub en lugar del rock— y una estética propia —salieron con el pecho al aire y untadas en barro en la portada de Cut, su primer álbum— con letras dedicadas a la ablación —«FM»— y un mensaje claro, donde cuestionaban el rol femenino en nuestra sociedad. Ser como las


18 Slits en 1977 no era sencillo porque lo que en un momento dado se le permite a un hombre es inaceptable para una mujer — «Se suponía que debíamos comportarnos como las chicas de Abba —contaba Ari Up—. Nos adelantamos a nuestro tiempo treinta años». Esa actitud que contempla lo personal como algo político y que finalmente penetra en la música a través del punk, sería compartida por otros grupos femeninos (dos años después Au Pairs cantaban «we are different but equal» en el estribillo de «It’s obvious») y vivió un renacer en la década de los noventa con el movimiento riot grrrls, que reivindicó esos postulados desde el underground. Kathleen Hanna — Bikini Kill, Le Tigre—, Beth Ditto —The Gossip— o Sleater-Kinney han filtrado esa actitud en la música popular actual. Sin un grupo como The Slits, seguramente actitudes críticas y militantes como las de M.I.A. o Pussy Riot no serían hoy posibles. En fin, hoy por hoy mientras vemos cantantes de reggaetón usando mohawk y adolescentes fresas vestidas de chicas rudas y góticas en los videos MTV (mierda por televisión) es que añoramos esos tiempos de luchas y reivindicaciones. El punk como muchas tribus urbanas fue comido por el mercantilismo y su verdadera esencia enviada al mundo subterráneo donde se aferra a la vida en un baúl de recuerdos.


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os que entráis en este artículo buscando algún truco mágico e infalible para complacer los deseos carnales de vuestro amante quedaréis decepcionados con lo que vengo a contaros. Y es que no existe un botón mágico, una posición ni un movimiento de lengua en tres sencillos pasos que asegure a ciencia cierta un orgasmo de dimensiones estelares. En la vida real los trucos de la Cosmopolitan y los consejos de las webs «para mujeres» son anecdóticos, referencias con las que puedes acertar o meter la pata hasta el fondo. Y ahora que este concepto ha quedado claro, es cierto que hay una serie de puntos que en mayor o menor medida suelen funcionar. La disposición. Las mamadas hechas con desgana nunca funcionan, y es que la felatriz ha de disfrutar tanto o más que su amante en esta celebración del placer. Esto ha de convertirse en un ir de la mano (o de la boca) en busca de los campos del edén, los fuegos artificiales, la petite mort. En el momento en el que uno camina hacia el orgasmo mientras el otro pone cara de circunstancias algo está saliendo muy pero que muy mal. Un buen francés tiene que ser generoso, desinteresado, elaborado con la calma y la precisión que pone el relojero en arreglar cada una de sus piezas. Haz que la carne de tu amante vibre, se ensanche y crezca hasta que no quede ni un resquicio seco en la tela de tus bragas. Disfruta del calor infinito dentro de la boca, sabiendo que eres tú la que lleva el control de la situación. Cuando la polla esté tan hinchada que parezca que va a explotar, para. Solo durante unos milisegundos, los suficientes como para poner cara de hija de puta, guiñarle un ojo para que sepa que puedes hacer que se corra en cuanto te dé la gana, y cuando su cara se retuerza en una mueca de «¿no irás a parar ahora, verdad?» le haces una buena garganta profunda. Hondo, que te den arcadas. Que las babas le resbalen por los huevos. Dejar el orgasmo casi a punto unas cuantas veces te asegurará una corrida épica. De las que atraviesan el cuarto y se quedan colgando de la pantalla de la tele. Una de esas que te jode el tapizado del sofá de la salita. Digna de enmarcarla y enseñársela a tus amigos cuando vengan a casa de visita: «Mira, mira, aquí fue donde Eusebio dejó plasmado todo su amor. Su estirpe. Su virilidad. La sábana santa de nuestra vida sexual». Ay, que me voy por las ramas. Yo estaba hablando de cómo hacer una buena mamada. Punto uno: ponle mucho interés. Punto dos: pierde el miedo al pene. El pene es tu amigo, está aquí para darte gustito, así que nada de cogerlo como si estuvieses sosteniendo un jarrón de la dinastía Ming. Agárralo con ganas. Hay chicos a los que les gustan las embestidas fuertes presionando la polla como si no hubiese un mañana y otros que prefieren que les rechupetees como si te comieses un Calippo. Para gustos colores, así que ante la duda es mejor preguntar. O si te da un arrebato de vergüenza inesperado, ve probando cosas diferentes (a ser posible de menor a mayor intensidad, no empieces con un mordisco en el prepucio) y analiza las reacciones de tu compañero.


21 Lo que me lleva al punto tres: utiliza la empatía. Observa si algo le está gustando o no por los gestos, los gemidos… Si te grita con cara de dolor es momento de parar. Si tiene espasmos en las piernas y sus ojos miran hacia el cielo al estilo del éxtasis de santa Teresa es que vas por el buen camino. En general la zona del frenillo suele ser la más sensible, y a muchos chicos les vuelve locos que les pases la lengua por los testículos. Otros lo odian, así que hay que ser precavida. Lo que les suele gustar a todos por igual es que succiones la polla mientras practicas un movimiento de torsión. Comprime tus mejillas hasta que parezcas Mario Vaquerizo y aspira todo el aire que puedas tener dentro de la boca. La idea es que parezcas una aspiradora que gira sobre sí misma —pese a mis descripciones todo esto se puede hacer de forma muy elegante, lo prometo—. Las gargantas profundas siempre son el triple-hit-combo de la cuestión, pero su buen hacer se merece un artículo aparte. Si tienes dudas en cuanto a la teoría, deja que la intuición y el sentido común sean tus aliados. Punto cuatro: la humedad. No es cuestión de crear una inundación ni de encharcar la cama a base de babas, pero en general nunca es mala idea un poco de saliva que sirva de lubricación natural. Tocar un pene a palo seco es el equivalente a que te metan tres dedos sin lubricante. Raspa. Duele. Punto cinco: el espectáculo. Si quieres que tu compañero te diga que haces el amor igual que una estrella del porno (ja) tienes que aprender a hacer un buen show. El juego de las miradas suele ser muy efectivo: en lugar de cerrar los ojos concentrada mantén su mirada mientras te metes la polla en la boca, deja que los hilos de saliva cuelguen de tus labios y míralo fijamente paseando tu lengua por su glande con movimientos imposibles. Las opciones son infinitas, así que dale caña a la imaginación: busca posturas que le dejen observar las formas más excitantes de tu cuerpo, usa un conjunto de ropa interior que te guste, mastúrbate mientras le comes. La cuestión es crear un contexto que tenga como fin la excitación. Y por último, el ansiado punto seis: la corrida. Siempre he dicho que los penes son bastante más interactivos que las vaginas. Sin contar con aquellas afortunadas que hacen squirtings, el hombre tiene un atributo que a mi gusto suma una cantidad maravillosa de posibilidades al arte de la felación: poder elegir dónde correrse. En el fondo me da envidia, y sé que Freud tendría mucho que decir sobre esto. Cara, boca, tetas, culo, coño… Lo que debemos recordar a la hora de hacer que tu amante eyacule es no apretar demasiado, aprender a parar en el momento adecuado y no cambiar repentinamente el ritmo. Todo irá de perlas si además añades el show: miraditas, jugueteo y diversión. Y ahora que has leído todo esto, haz lo que te dé la gana; no soy nadie para darte consejos. Hablad entre vosotros y decidáis lo que decidáis, poneos a ello. Ahora, mientras acabáis de leer este texto. Y me contáis qué tal en los comentarios. (Este artículo está redactado desde mi punto de vista, como mujer, y por tanto los pronombres usados son los femeninos. Insto a los lectores a que sustituyan los pronombres por él, ello, ellx, ell@ o la opción que más les apetezca). Texto usurpado de: http://www.jotdown.es/2015/07/el-arte-de-la-mamada/


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Adrián Montenegro

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ómo voy a escribir con la panza vacía?, si cuando el terrible olor de la olla maligna penetra por mis fosas nasales, y el aroma del chile con la cebolla inunda mi habitación, hacen que el teclado se torne un grille y los dedos un contrapeso. Es algo imposible, una tarea titánica de llevar acabo, pues con el perdón de los veganos, a los cuales respeto mucho, pues hay que tener huevos o tetas, según sea el género, para no sucumbir al exquisito revuelo que provoca un pedazo de carne bien preparada en las glándulas gustativas. Si escribir con la panza vacía, ni por la mente me pasa que haría un pintor o un músico. Será que el pene del David es más que solo una verdura camuflada por Miguel Ángel…no lo sé, divago por el hambre.


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HĂŠctor Abad Faciolince


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S

i escribir artículos se pareciera a hacer sudokus o a llenar crucigramas. O si fuera más bien como jugar una partida de ajedrez (contrincante el lector, juegas con negras). O si tuviera algo que ver con el ordeño de las vacas al amanecer o con el paciente oficio del jardinero que siembra, abona, poda, quita la maleza y luego espera a que las matas broten y las flores florezcan. Si escribir fuera como pegar ladrillos hasta completar una pared, un edificio, siguiendo un plano diseñado por otro. O como cepillar una tabla el carpintero y serruchar y armar hasta ensamblar un mueble: la mesa coja, el sillón de lectura, la alacena vieja. Si escribir consistiera en bailar con las palabras o si no fuera más que pasar en limpio el pensamiento. Si este trabajo tuviera algo que ver con correr la maratón o atravesar nadando el canal de la Mancha: técnica y resistencia. Si uno mezclara ideas y frases como quien cocina un sancocho, una paella, y a cada párrafo fuera probando si no le falta sal o le sobra pimienta. Si escribir y hablar fueran la misma cosa y lo que se escribe saliera como sale la voz al conversar con una amiga íntima en el bar o en la sala de la casa. Si hubiera un remoto parecido entre escribir y hacer goles, o entre escribir y parar un penalty, o entre escribir y caminar por el campo o por las calles del centro. Si esto que hago cada día fuera como sumar y restar y elevar al cuadrado; si fuera como rezar y pedir un milagro que no ocurre. Si todo lo anterior no hubiera provocado ya la huida de todos los lectores, entonces les podría decir que la escritura no se parece a nada y que para llegar hasta este punto (que en realidad es una coma), lo único que uno puede hacer es rayar papelitos sin parar, hacerlo con sentido y sin sentido, con ganas o sin ganas, fatigar el teclado con las yemas de los dedos, ordeñar las meninges para encontrar un tema siempre esquivo, un personaje que no llega, y leer a los maestros en busca de un estilo, un pensamiento o un tono que te salven del tedio de lo inútil y del aburrimiento. Si escribir fuera esto: reflexionar tan solo sobre lo que se escribe, sobre la escritura misma, como pasarse el día mirándose al espejo, en vez de transmitir ideas, información, historias que diviertan, enseñanzas, maneras de decir con claridad lo que otros ya han pensado (o dicho), pero con otra forma más eficaz y más evocadora, más suave o más violenta. Si escribir fuera fácil como masticar con buenos dientes, o beber agua limpia con la sed del desierto, o como desear a la mujer del prójimo y seducirla y acostarse con ella. Si escribir fuera pecar. Si fuera tan sencillo como echarse en la hierba a descifrar la forma de las nubes cuando nos sobra tiempo o cuando el tema que hay es siempre el mismo: la paz y la política, la guerra y la violencia, la hedionda corrupción o los benditos impuestos, el Ébola, los gays o las epístolas del los obispos, las mujeres vejadas, las masacres de jóvenes en México, las arbitrariedades de Putin, las idioteces de Maduro o los titubeos hamletianos de un Obama incapaz de cumplir sus promesas. Si escribir fuera esto: al fin no decir nada en tres mil seiscientos sesenta y nueve caracteres (contando espacios, letras, signos de puntuación): disolver en volutas de palabras la carencia de ideas. Ah, si fuera todo esto y nada más, entonces sería muy fácil llevar, como yo llevo, cuarenta años escribiendo artículos todas las semanas, como una abeja hace miel o una hormiga hormigueros, como hacen nidos los pájaros y ponen huevos sin pensar en ello, porque qué más se va a hacer si no servimos para nada distinto y a veces ni siquiera para esto. Héctor Abad Faciolince by www.hectorabad.com is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.


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oy he despertado con resaca, las cervezas ya no pasan de igual forma por mi hígado, ya los casi cuarenta me advierten de que no debo tomar como vikingo, pero a pesar de ello debo sentarme a ver las redes sociales (es mi trabajo de sobrevivencia) pero nada se mezcla de forma más abrupta con mi dolor de cabeza, que las infames muestras de muerte gramatical que se leen.

Aunque debo declararme pecador de vez en cuando, cuando la tecla te engaña con un asalto improvisto de alguna letrilla, donde el sistema mecanizado y autómata te lanza la corrección, a so pena de que salga del monitor una mano que te dé por la geta por baboso. Por ello después del remedio casero de Bayer para la desazón etílica (sin hacer comercial, Alka-Seltzer de empaque negro) me dispongo a interpretar esas basurillas lingüísticas de todos los días y tratar de acomodarlas como los pecados capitales que realmente son. 1- Solo usar una metáfora o verbo en todo un texto. (La lujuria). Este punto es algo difícil de centrarlo dentro del primer pecado capital, pero inevitable, como en esas canciones o poemas de aficionados donde solo usan “amor”, en todas las conjugaciones disponibles y hasta las no existentes. 2- Comerse los signos (La Gula). Cuantos estarían gordos o con sobre peso por todos esos signos de puntuación que desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. 3- Textos redundantes que no dicen nada (La avaricia) Hay personas que desconocen la sintaxis o no saben expresar de forma correcta la idea central. Cuantos textos interminables que se hubieran resumido en cuatro reglones. Hay gente que acumula mucha labia. 4- Esos que ahorran palabras (La pereza) Cuando vez un mensaje similar a este: “Bb TQ” 5- Escribir todo en mayúscula (La ira) Hay muchos que expresan su rabia de forma escrita colocando el texto todo en mayúsculas, sin ningún signo de admiración, coma o dibujito. El rojo tampoco es bueno para expresar enojo. 6- El spin o copiar textos usando otras palabras (La envidia) Hay gente que le envía tanto un texto que lo plagian, lo increíble del acto vandálico es que lo hacen con faltas ortográfica — ¡mmm! ¿Quizás sea parte de la táctica de encubrimiento para que parezca original? 7- Jactarse por texto mal escrito (La soberbia) Es increíble la seguridad de algunos cuando escriben: aiga, vendice, cosinero y miles más. Pero lo peor es que te lo hayas tatuado. En fin, que de religión lo único que sé es el padre nuestro y de pecados capitales muy poco, quizás estos no sean los peores y malevolientes ataques al idioma, pero son los que uno se topa en el feizbuk, algunos mensajes del celular y escritos expontáneos.


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l vertiginoso caos de nuestro tiempo es tan sólo el ejemplo de una anarquía programada, donde ya no privan las filosofías y los miembros del gran corral poco a poco mueren en la estampida. Como toda idea el Punk se convirtió en un cuento para los más noveles, esos que desean que perdure ese enigma social que se ramifico en varios sonidos, que hoy día se difunden el oscuro recodo de gente que se tatúa en la piel epígrafes de una generación vacía. Sin héroes caminan miles, como zombis concentrados en sus aparatos móviles, esperando que alguien aparezca en los cielos y los libre de toda la mierda que cargan en sus hombros. He ahí la cuestión…que los dioses son personajes de ficción en un mundo demasiado irracional. Puedes quedarte sentado esperando o terminar de leer este panfleto para ponerte tus botas y jacket de cuero para salir a cambiar el sector de tu mente que aun esta aletargada.


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