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En la lengua de Íkaro
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El mito de la Caverna de Platón (extracto)
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Memorias de China - Adnres Varela (cuento largo
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El matrimonio entre parejas del mismo sexo y el ejercicio del libre albedrío como Derecho Humano - Randall Roque (Ensayo)
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Dioses Malditos: Karmelo Iribarren -Randall Roque (Entrevista)
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En razón del buen uso de la lengua: Poesía con lenguajes intraducibles - Dayani Lopez
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Dios ha muerto... - Brayan Acuña (Vicisitudes)
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Epílogo
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Revista Íkaro, edición 37, año 19, Enero 2016. Publicación Independiente de Cultura editada por Adrián Montenegro. Diseño Gráfico por Digital Vox. Página web www.revistaikaro. com. Email: info@revistaikaro.com. Teléfono: +506.8530-3535. Agradecemos a nuestra colaboradora de esta edición: Dayani Lopez (Venezuela), Randall Roque (Costa Rica), Brayan Acuña (Costa Rica) y Andres Varela (España). Esta públicación es editada en Vázquez de Coronado, San José, Costa Rica. Todos los derechos reservados para los autores. 4
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ola mis mártires del marketing que consumidos en sus móviles llegan vivos al 2016. Pues la nueva cueva de Platón es el celular de hoy, tan ensimismados te entretienes leyendo frases de escritores que no conoces en cartelitos multicolor. Esta raza humana embrutecida por la conectividad ya olvido vivir sin una pantalla brillante frente a sus ojos. Hoy día el libro muere, la noticia muere, el homo sapiens esta encadenado a la escritura binaria del mensaje del WhatsApp, mientras todo afuera está ardiendo. Que bello animal somos, que nos encerramos solos, esperando que ellos resuelvan todo, mientras miramos la telenovela del narco asesino que me pintan como el ejemplo de anti héroe a seguir. Y no importa, que dios me dará la absolución enviando dinero al tele pastor, quien asegura que el cielo se compra con dinero. Pobres infelices que somos, babeando en tele maratones de series sin sentido, mientras que nuestra mente agoniza y en beneficio del consumo explotador. Espero con gran escepticismo que alguna palabra lejana te saque del Mito de la Caverna y ya no idolatres a deportistas vacíos con billeteras llenas. Que no quieras imitar más a la tetona de silicona del canal E. ¡Sí! mis bipolares hermanos, esta pagana publicación tan solo espera que te quites la venda de los ojos y aunque moleste la luz un momento, ya puedas ver.
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Texto del mito de la caverna (Fragmento). Platón:
“...atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza, detrás de ellos la luz de un fuego que arde algo lejos, y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual supone que ha sido construido un tabiquillo, parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de los cuales exhiben estos sus maravillas. - Ya lo veo - dijo Glaucón - Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres y animales, hechas de piedra, de madera y de toda clase de materiales. Entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados. - ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros! - Iguales que nosotros -dije- porque, en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros, sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos? - ¿Cómo iba a ser de otra manera -dijo-, si toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas? - Y de los objetos transportados, ¿no habrán visto lo mismo? - ¿Qué otra cosa van a ver? - Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos? - Forzosamente - ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaban era otra cosa sino la sombra que veían pasar ante ellos? - No, por Zeus - dijo - Entonces no hay duda -dije yo-, de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados” (República, VII, 514 a - 515 c. Traducción: J. M. Pabón y M. F. Galiano) 7
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veces tengo miedo. Miedo a perder la memoria, a no recordar las líneas de las caras de la gente que un día conocí, a olvidar de qué manera olían las manos de mi madre después de estar cocinando o los pies a mis hermanas. Estoy bromeando, en esto último. Tengo miedo a no poder volver a disfrutar los sabores de mi infancia, de las mil gominolas que me tragué cuando aprendí matemáticas en la forma de que cien pesetas era igual a veinte regalices. Tengo miedo a que un día se me crucen los cables y salga a la calle gritando en bolas que el mesías ha llegado o que no sé ni cómo me llamo. Tengo miedo, digo. Por eso, creo que es el momento de poner por escrito mis experiencias en China hace un par de años. Posiblemente esté esto relacionado con el corazón mismo de la literatura: querer pinchar y cortar aún después de muerto. Porque Cervantes o Shakespeare, nos guste o no, siguen influyendo la vida de muchísima gente a pesar del paso del tiempo. Es una especie de inmortalidad. Y eso me gusta, no que me pongan una placa en un parque sino compartir lo que me pasó. Hay una frase, no estoy seguro si sobre donar sangre o un voluntariado, que dice que compartir es vivir. Sea. He intentado varias veces poner por escrito esto de China en algún relato pero nunca de manera definitiva. Y sí, debo hacerlo porque me siento como si mirase las huellas que he ido dejando y se estuviesen borrando lenta pero inexorablemente. Cada día que pasa más imperfecta es mi perspectiva, más sujeta a que mi pensamiento moldee hechos a su antojo y los distorsione. No hay tiempo que perder. Cada noche que me voy a cama es un día menos en mi cuenta personal. Y uno no sabe nunca cuánto le queda. Y menos mal. He visto varias películas, relatos y discusiones que tienen que ver con la idea de qué haría una persona si supiese cuánto tiempo de vida le quedase. No sé lo que haría, sinceramente. A lo mejor me subiría a un monte, cerraría los ojos y esperaría lo más relajado posible a que llegase el momento. O me colocaría con todas las drogas que no he probado. O me pondría a pintar los cuadros que nunca me atreví a hacer. Este es un escrito de mis impresiones, de mi percepción de la realidad en un momento y lugar concretos que ya no volverán a repetirse. Por eso mismo, no me gustaría que nadie se tomase todo al pie de la letra ya que lo que yo pienso está condicionado por mil variables. El momento abarca desde Septiembre del año 2013 a la primavera del año 2014. El lugar son varias ciudades chinas. Parece ya que pertenece a otra vida y que me he reencarnado de nuevo. Si no fuese por las fotos, algunas amistades y algunos objetos, que demuestran que lo vivido fue real, diría que nunca sucedió, que me lo invento para imaginarme una biografía más interesante. Salud. Andrés Varela Santiago de Compostela, Septiembre 2015
Calentando motores En el curso académico de los años 2012 a 2013 me matriculé en un máster necesario si algún día quería acceder a un trabajo en la enseñanza pública. Me disgustó, por unas y otras razones estaba cansado de estudiar. No porque fuese vago, simplemente estaba aburrido de la educación reglada, porque yo estudiar estudiaba a mi manera todos los días en casa. Leía el periódico, veía películas en versión original, leía en varias lenguas, etcétera. En ese sentido siempre he sido bastante autodidacta. Media licenciatura de filología inglesa me la pasé dibujando, la otra, leyendo y preguntándome constantemente para qué servía saber esto y lo otro. No tengo un expediente brillante pero me saqué la carrera curso por curso y después, lo dicho, el máster. Ese verano, recién terminado el máster, confeccioné mi currículum vitae y lo mandé por todos lados, aquí y en el extranjero, confiando en que alguien me llamaría. Pasaban los días y nada. Nada de nada. 9
Hasta que un día un profesor de la universidad que me caía bien nos envió un correo anunciando que buscaban profesores para trabajar en China. Envié mi currículum a la dirección facilitada y seguí esperando. Me contestaron, concertamos una entrevista. La entrevista fue bien. Preguntas convencionales, todo muy correcto. Unos días después me comunicaban que me querían contratar. Aquí comenzó una serie de viajes a Madrid para arreglar los asuntos del visado. Yo no tenía ni idea de visas y solo había usado el pasaporte una vez para ir a Túnez. Todavía no sabía que por una letra te pueden meter en la cárcel. Mi visado llevaba la letra F, que significaba que iba de negocios a China pero no a trabajar. Ya ellos sabrán lo que hacen y, además, ya dicen que allí nos harán el visado de trabajo, pensé. A mis padres les iba diciendo las cosas poco a poco. La primera vez que se dieron cuenta de que aquello iba en serio mi padre me preguntó que si estaba loco. Gradualmente fueron aceptándolo con cierto escepticismo, previniéndome de que si iba tuviese todo en orden. Yo estaba tan ilusionado con la experiencia que todo me parecía bien: el sueldo, el alojamiento, el contrato, en definitiva, todo. Creo que si hubiese una clausula en la que estipulase que debía beber leche de mapache todas las meriendas lo habría firmado igualmente. Debo aclarar que no sé cómo sabe la leche de mapache, por si acaso. El sueldo ofrecido eran 5000 yuanes, que recuerdo haber convertido a euros en la calculadora del móvil y eran unos 600 euros y pico. El alojamiento no era necesario pagarlo, pues corría de su cuenta. En principio viviríamos tres españoles (De acuerdo con el documento nacional de identidad. Pequeño guiño al catalán) juntos en Shenyang, al noreste del país, en la provincia de Liaoning. Aún puedo revivir el tembleque de emoción en las piernas cuando vi que estaba cerca de Corea del Norte. Me informé del clima o la historia de la ciudad. Todavía no sabía que los contratos chinos son orientativos. Pero todo a su debido tiempo. De momento estaba en casa, comprando un billete de avión que me llevaría al otro extremo del mundo. Como si fuese ayer me veo nervioso tratando de imaginar cómo sería ese país tan extraño. Así se debían de sentir los marineros al surcar mares nunca antes explorados. El día llegó. Me fui a Madrid a coger el avión. Era un viaje de más de diez horas con Aeroflot. Escala en Moscú. Me dejaban llevar dos maletas, que no me venían mal. Llegaríamos de mañana temprano a Pekín. En China serían seis horas más.
Primer contacto En el aeropuerto de Pekín conocí a los otros dos profesores: Sandra y Marc, madrileña y catalán. Además, allí estaba Sherry, de la empresa. Sherry era una chinita bajita y esmirriada que se ocupaba de los trapos sucios y se tragaba todos los marrones. Y cuando digo todos digo todos. Desde la borrachera de los jefes a cualquier error de la empresa, fuese de ella o no. Me inspiraría compasión en más de una ocasión, pero también rabia. De todos modos, allí estábamos todos. Salimos al aparcamiento del aeropuerto, donde nos esperaba Hu, que en chino significa tigre, y era el conductor entre otras cosas. Los roles en la empresa no estaban tan bien definidos como cabría esperar. Sherry, por ejemplo, nos arreglaría tanto algún problema de fontanería como la apertura de una tarjeta bancaria. Estábamos muy cansados al meternos en la camioneta. Sherry se disculpaba del estado de la camioneta, sucia y algo destartalada. Decía que no era un vehículo de la empresa. Por las carreteras de Pekín a Tianjin ya nos fuimos familiarizando con el tráfico caótico chino. Era como si, por alguna extraña regla de azar, los coches no chocasen entre sí a pesar de los adelantamientos improvisados o la constante violación de líneas continuas. Me sorprendió la gran cantidad de ciclomotores y los camiones de corte soviético. 10
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Llegamos al fin a TEDA (Tianjin Economic-Technological Development Area), cerca del puerto de Tianjin. Nos alojaríamos en un hotel por unos días, tiempo durante el cual recibiríamos formación. Sandra nos comentó que a ella la destinaban finalmente a Jixian, una población al este de Pekín. Ese primer día cenamos con las chicas españolas que nos entrevistaron, Sara e Irene, y con algunas empleadas chinas de la compañía en una mesa redonda en un reservado. Quizás las mesas redondas sirvan para limar jerarquías, como la mesa redonda de Arturo y sus caballeros. En aquel momento no lo pensé así. Luego nos fuimos a dormir. Como dije, estábamos alojados en un hotel. El piso actuaba a la vez como sede de la compañía y como residencia para los profesores mientras recibíamos entrenamiento. Es así que ese piso contaba con un despacho, un salón, una sala con ordenadores, una cocina, un baño y dos habitaciones. En una de las habitaciones dormiría Sandra, en la otra Marc y yo. Es curioso cómo siento que las palabras son insuficientes para describir incluso las vistas desde el hotel. Podría estar toda la vida escribiendo sobre eso y al final, si te enseñase la foto, dirías: ah, así sí, hombre. Pero lo intento, modestamente. Desde el hotel se veían las torres de una central, chimeneas, cientos de edificios y esa neblina persistente de contaminación. Dicen que una imagen vale mil palabras así que no tengo ningún problema en mandarte fotografías si estuvieses interesado o interesada. Mi correo electrónico es a.varela. miranda@gmail.com. Sin trucos, sin historias. Me las pides y te las mando. Ahora que lo pienso, debí haber sacado el doble o triple de fotos pero en aquel momento yo solo pensaba que mi aventura en China acababa solo de empezar y que se prolongaría muchos meses, quizás años.
El entrenamiento El día siguiente a la cena de recibimiento nos llevaron en coche a reconocer la ciudad. Conducía la señora Wang, que en chino significa rey, con un par. Era esta una china pasada la mediana edad que había dado clases en la universidad. Nos enseñó, precisamente, la universidad, un parque y poco más. Nos hicimos bastantes fotos juntos, por separado y a pares. Personalmente no me agrada demasiado salir en las fotos pero esto no había hecho nada más que empezar. Además, yo siempre he sido un chico introvertido, para bien y para mal. De los que no quieren preguntar o dar su parecer en clases. De los que de pequeño cambiaba de acera para no saludar. Sí, bastante enfermiza esta timidez. Recuerdo reflexionar en aquellos tiempos y pensar que nunca sería capaz de desarrollar una carrera profesional relacionada con el público. Lo mío sería estar encerrado en algún local o estudio, me decía. Y ya ves, la vida da muchas vueltas. Ya hablo como un viejales, ja, ja. A veces me escucho decir, por ejemplo, que cómo pasa el tiempo. No hace mucho oía decir estas cosas a la gente mayor que yo y pensaba que vaya quejicas, que ya estaban llorando. Los roles cambian muy deprisa. Así que creo que es mejor no aferrarse mucho a los roles que se nos van imponiendo sino dejarse llevar y no perder nunca esa maravilla que es mantenerse con una mente abierta. Es como esa canción de Bob Dylan que dice que los tiempos están cambiando, yo no quiero ser de eses que critican lo que no pueden entender. No es que quiera ser un viejo marchoso, claro que no, sino mantener ese interés infantil por aprender. Pero volvamos al entrenamiento que recibimos. Bueno, primero nos levantábamos e íbamos a ponernos cerdos en el buffet del hotel. Luego teníamos que preparar una clase bien definida con sus canciones, sus juegos y su vocabulario. Los materiales que usábamos eran tarjetas para enseñar el vocabulario. Así, si debíamos enseñar los medios de transporte, teníamos tarjetas de un coche, un taxi, un tren y un avión. Otros materiales eran almohadillas, martillos, pelotas, globos y otros juguetes. Nunca habría creído que existiesen tantos juegos, de verdad. Unos eran de saltar, otros de jugar, otros de adivinar, de esconderse, de hacer carreras, de bailar… Antes de proseguir debo apuntar que nuestro trabajo era en guarderías y los niños a los que tuvimos la 12
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oportunidad de enseñar fueron siempre menores de diez años, según puedo recordar. La primera en marcharse a trabajar fue Sandra. Yo todavía no sabía que me quedaría viviendo con Sara e Irene en un piso no lejos del hotel. Este período de formación me generó algo de ansiedad puesto que Wang nos valoraba y criticaba una vez habíamos acabado nuestra representación de una clase modelo. En algún momento pensé que si no lo hacía mejor se desentenderían de mí. No era del todo consciente de que éramos allí las gallinas de los huevos de oro y que no debimos haber soportado ciertos comportamientos por su parte. Luego, un día, llegó uno de los jefes. Y digo uno de los jefes porque ni al final de mi estancia supe quién mandaba allí realmente. Uno se ve que ponía la pasta, otro tenía contactos, y el otro no sé qué es lo que tenía. Kevin era el jefe más destacado en aquel momento. Sonriente, delgado por detrás pero con una buena panza de perfil. Los dientes hechos mierda. Fumador, bebedor de campeonato, buen comedor. Nos llevó a nuestra primera cena fuera del hotel. Íbamos Tu, Ma o Kevin (Ma es caballo, entre otras cosas), Irene, Sara, Marc y yo. Era en una terracita con humo por aquí y por allá. Tu trajo kilos de fruta y Kevin pidió pinchos de mil cosas distintas. De la comida no tuve queja alguna en China, es más, me pareció por norma general exquisita. Nos fuimos conociendo. Irene era catalana también, Sara era gallega. También había otros dos profesores españoles que habían llegado unos días antes que nosotros que ya estaban en una población cercana a Shenyang. También fuimos conociendo un poco la cultura del alcohol en China. Y muy rápido. Durante esa primera cena probamos el alcohol blanco, una especie de licor de cuarenta grados que se empeñan en beber a lo largo de las comidas. Pudimos familiarizarnos con unas cuántas directrices que ya no sé si soy capaz de transmitir correctamente. Por un lado, si uno quiere brindar, el resto de los comensales deben hacerlo también. Por otro lado, al brindar, uno debe situar el vaso por debajo de la persona con más peso de la mesa. Aunque también he leído que la persona más respetada puede desear ser hospitalaria y colocar su vaso por debajo. Una cosa común entre hombres era preguntar cuántas cervezas éramos capaces de beber. A más cervezas, más hombría. Era cerveza de poca graduación, eso sí. Yo era buen bebedor, no tengo ningún reparo en decirlo ni es algo de lo que presumir, ni mucho menos. Desde los dieciséis años he bebido bastante. Durante la carrera llegué a beber incluso antes de los exámenes o antes de ir al gimnasio. Toqué fondo con media botella de whisky y varias cervezas al día. Era una necesidad para afrontar el mundo, la gente, a mí mismo. El estado normal para mí era estar borracho. Volví a tocar fondo en el Erasmus. Pocas clases, mucho tiempo libre. Conocer gente, beber, fumar y volver a beber. Solíamos comprar una botella de sidra de tres litros azul que se llamaba Frosty Jack´s con una graduación del 7.5%. Luego en los bares o las cocinas de la residencia seguíamos bebiendo. Al final del año podíamos calzarnos una botella de whisky cada uno. Pero de esto hablaré, tal vez, en otra ocasión. Lo que quiero decir es que iba con la idea de que en China empezaría una vida distinta, sin beber, dejaría de fumar y haría ejercicio. Las cosas no fueron a mejor. El alcohol era barato y cualquier cena era una excusa para beber. Y ese puto alcohol blanco es veneno. Recuerdo que después de habernos calzado un botellín cada uno con los chinos alucinando, probablemente de lo gilipollas que éramos, nos volvimos al hotel. Estaba como una cabra. Salí a los balcones bajos que había fuera, saltando de uno a otro completamente borracho. Cogí una piedrecita y la tiré abajo. El nuestro era el último piso del hotel, que no era bajo. Luego entré de nuevo y me eché en estado comatoso en la cama. Marc había acabado de hablar con sus padres y quería salir. Por ser un buen tío agarré la poca dignidad que me quedaba y salimos a buscar un bar. Es curioso pero el primer bar que conocimos se llamaba Somewhere Else y tenía una mesa de billar y un futbolín. Las chicas eran amables, en la medida en que son amables unas putas que buscan algo de dinerillo y 14
unas copas gratis. Porque no hay duda, aquel sitio era una casa de citas. Las chavalas se alineaban en la barra y esperaban a que algún extranjero entrase. Sonrisas, algo en inglés, qué guapo eres, qué haces, todo eso. Las primeras veces caímos e invitamos a cervezas pero uno aprende con los fracasos, afortunadamente. Los días siguientes fuimos a ver cómo daba clases Irene en una guardería. Irene era como la imagen de la empresa, la que daba las clases que nosotros deberíamos imitar. Ahora describiré el método. En palabras de Kevin los niños tenían que estar happy, happy. Si aprendían una mierda no importaba. Aquí es que la frase jodido pero contento cobra sentido. En mi opinión la enseñanza es pasárselo bien pero también aprender. Pero bueno, en China teníamos que ser profesores guión payasos. Hacer el mono, reírnos, hacer el ridículo (si es que los niños saben lo que es eso) durante una media hora. Luego mandaron a Marc para Shenyang con Kevin. Nos despedimos, ya hablaremos. Y yo me quedé con Irene y Sara en el piso. Me mudé. Era un piso dentro de una especie de complejo residencial que había visto días mejores. Había un parque central y rejas en las ventanas. Sin ascensor un cuarto. O tercero. Si lo hubiese escrito antes…Sin embargo aún conservo la dirección postal en una libreta que estoy mirando ahora mismo: China Tianjin City Binhai Xinqu Kaifaqu Huanghai Road Qinghai Yuan 2 Door Number 501. Bueno, esto lo pongo de la misma manera que ante un crimen alguien aporta pruebas. Hasta tengo apuntado mi número chino de teléfono, el 18202595736. Llama a ver quién te coge. Luego me cuentas. Que, por cierto, me salió más barato porque elegí un número con menos demanda. Se ve que muchos chinos son supersticiosos con los números y prefieren unos números de teléfono sobre otros. De hecho, pude comprobar que en algún hotel no existía una habitación número cuatro, ya que este número que se pronuncia igual que muerte. Cosas. Cosas interesantes.
Adaptándose En el piso, entonces, estábamos Irene, Sara y yo. Era la primera vez que convivía solo con chicas, exceptuando a mi novia. Tenía el apartamento tres habitaciones, un baño, un par de terracitas y una cocina. Es posible que haya gente que lo considerase un piso viejo e indigno pero todo es relativo. Tuve la oportunidad de ver el piso de un compañero de la guardería del que hablaré más tarde y era muy pequeño en comparación con el nuestro. Consistía en una sala común que comunicaba a través de cortinas con los otros cuartos. El conserje era gracioso. Siempre que pasaba por la garita sonreía y decía algo como Good morning, young man. Nunca supe cuánto inglés conocía pues a veces intentaba entablar una conversación más compleja que saludar y decir cómo te va y no nos entendíamos. Nuestro piso quedaba a unos quince minutos del hotel. Entre los dos puntos había tiendas, restaurantes, un campo de golf vallado. A cinco-diez minutos teníamos un TESCO. Algo que me descolocó un poco fue llegar y ver que había algunas multinacionales presentes. Antes de ir me había imaginado que en China no habría de esto pero es obvio que me equivocaba. Había Starbuck´s y KFC en muchísimos sitios. Era al TESCO que íbamos a comprar. Yo no tenía ni puta idea de chino. Me metía por los pasillos y cogía un poco esto y aquello, lo que sabía casi con seguridad lo que era. En general había lo mismo que puedes encontrarte aquí pero también había frutas que no había visto nunca. O en la parte de mariscos y pescado había unos grandes acuarios con ranas enormes y tortugas achaparradas con cabeza de polla, en serio. Recuerdo haberme parado y observar los bichos. Mientras estuve en el país intenté probar de todo en cuanto a comida pero inconscientemente tenía marcada una línea roja y perros, sapos o tortugas no entraban dentro. En el supermercado los chinos te miraban con curiosidad. A decir verdad tardé un tiempo en ver algún extranjero exceptuando a la gente de la compañía. Parecía que estaban todos en los bares de noche, en el gimnasio o, con suerte, paseando puntualmente por algún lugar. Los chinos, decía, nos miraban con 15
curiosidad, tanto a nosotros como a la cesta de la compra para ver qué comíamos. Éramos, de alguna manera, una especie de extraterrestres o carne de feria. Sí, tal vez carne de feria sea una buena expresión en más de un momento. No era raro que la gente se acercase y quisiese una foto contigo. Me pasó en el supermercado con un par de adolescentes. Le pasó a Marc en Shenyang paseando. Hasta había alguno en los bares que te enseñaba las fotos con otros extranjeros, como quien te enseña la colección de cromos de animales. Así es que en los supermercados era como un niño pequeño que aún no sabe hablar. Cogía lo que quería, me acercaba a la caja, veía el número y pagaba. Había cajeras que sonreían y otras que decían algo medio enfadadas. Me la suda, no te entiendo. Esto era un problema, evidentemente. Seguramente hubiese gente que pensaría que como extranjero debía aprender chino para desenvolverme allí. Y estoy de acuerdo, cien por cien. Pero las cosas llevan su tiempo. El inglés lo podía usar de vez en cuando, pero no era habitual que en mi día a día lo usase con excepción de las clases. De vez en cuando se te acercaba alguien con ganas de hablar pero nada más. Y eso sí, nunca he visto en tan poco tiempo tanta gente con ganas de aprender. Era una maravilla. Te preguntaban que qué comías en tu país o si todos eran como tú. La comida les interesaba mucho. Era frecuente que te preguntasen la edad, por supuesto, y si estabas casado. Por cierto, hay chinos que eligen un nombre en inglés, especialmente la gente joven. A mí me calzaron Andy, a Marc Make o algo así. A Sandra Sandru o parecido. Y fuimos conociendo un poco más. Por ejemplo que son halagadores. Incluso en tu primer encuentro te sueltan qué guapo y tal. Y quieras que no te sube la autoestima una barbaridad porque te sientes cómo se debe de sentir un actor. Eso sí, no se cortaban tampoco en decir que estabas gordo o delgado o no eras fuerte o lo que fuese. En ese aspecto eran muy directos. Que alguien está gordo, pues se le dice. Y punto. Como en el mundo de los niños. También empecé a trabajar en una guardería detrás del TESCO. Me quedaba muy bien. Los primeros días iba cagado de vergüenza e inseguridades. Porque además venía Sherry a ayudarme y a grabar con la tableta electrónica las clases. Con los más grandes aún iba la cosa bien porque reaccionaban y se divertían pero los más pequeños eran un auténtico calvario. Es verdad que entre los más pequeños había algún cachondo que se animaba y venía sonriendo a tocarte y decirte algo que no entendías y te reías. Pero como norma entre los más pequeños se quedaban mirándote unos segundos y se echaban a llorar. O no te hacían ni caso, directamente. En más de una ocasión pensé que no sería capaz de entretener a estos niños. Imposible, me decía. La guardería era un edificio de dos plantas con un patio que tenía setas. En la planta baja estaban los pequeños, en la primera los medianos y en la de arriba los grandes. Tiene su lógica, quieras que no. Me llevé bien con la directora, dentro de lo bien que podíamos llevarnos a través de saludos y sonrisas. Me dieron una clase para mí solo en la planta alta. Creo que el cartel ponía The future of the room en vez de, lo que creía más coherente, The room of the future. Me traerían los alumnos medianos y los grandes. Para los pequeños tendría que bajar. Dentro de la clase había un banco en un lateral, unas literas pequeñas que extendían después de comer para dormir la siesta y unas sillitas violetas que colocaba en semicírculo para la clase. Yo daba la clase mirando hacia las sillitas, evidentemente, y detrás de mí había una especie de cristal como estos de las comisarías a través del cual el detective o los testigos calibran los sospechosos. Un poco incómodo, la verdad, eso de que es posible que la directora esté mirando tu clase o que otras profesoras se estén partiendo de risa. Y digo profesoras porque la mayoría eran mujeres. Excepto Jacky, el otro profesor de inglés. Había tres clases de pequeños, tres de medianos y cuatro de grandes. Todas las clases tenían dos profesoras al cargo. Cuando me traían a los chavales venía alguna profesora como Teaching Assistant, una asistente que se encargaba de controlar a los niños y traducir alguna cosilla que no pudiese comunicar con éxito. Quizás me equivoque pero creo que separaban de acuerdo con capacidades. Lo digo porque había una clase, la de 16
medianos tres, que era un suplicio. Es en la única clase que perdí los papeles. La asistente estaba peinándose, los niños estaban completamente idos gritando y levantándose. Le grité a la asistente para que pusiese orden. Mal hecho, tanto por su parte como por la mía. Trabajé en varias guarderías y la verdad es que tuve la sensación de nuevo de que había clases mucho más aptas que otras. Y la realidad era que había profesoras que no colaboraban nada. He reflexionado sobre ello y me parece que puede ser que algunas estuviesen dolidas porque llega un extranjero que a lo mejor cobra el doble o el triple y da muchas menos horas. Porque las profesoras se pasaban la vida, literalmente, en la guardería. Su jornada laboral era más o menos de las seis de la mañana a las seis de la tarde. Yo llegaba y daba cuatro clases de media hora por la mañana y dos, también de media hora, por la tarde. Y para casa. Pero no por ser una jornada laboral más larga se es más eficiente. Esto es otra cosa que pude comprobar en China. En nuestra empresa, por ejemplo, parecía que estaban delante del ordenador trabajando todo el rato cuando lo cierto es que además abrían el chat, buscaban ropa en la red o incluso veían alguna serie. Luego comían y volvían al ordenador. Me recuerda a los adolescentes que dicen que han estudiado toda la tarde pero han estado pendientes del móvil un tercio del tiempo, como mínimo. Y me lo aplico a mí mismo, faltaría más. A veces uno se cree que por dedicar más tiempo a algo lo hace mejor. Y no. Hay momentos en que haces lo que en otras circunstancias tardarías horas. Solía comer allí con los profesoras. Más que nada para hacer piña y eso. La directora decía que éramos como una familia. Pero no era fácil. Ya es hora de hablar Jacky, con quien comía. Él se encargaba de dar clases de inglés a los mayores. Había estado en Australia de joven. Era, por decirlo así, un poco más viajado que la mayoría de chinos. Era abierto, sabio y me ayudó como un hermano, como un padre. Ya le he dicho que nunca le podré agradecer suficiente lo que hizo por mí. No solo intentó enseñarme chino sino que también costumbres, supersticiones, me llevó a su casa a conocer a su familia y, en definitiva, estuvo ahí en mis peores momentos. Incluso me llevó porno japonés un día. Y poco a poco me sentía algo más cómodo. Ya tenía teléfono móvil chino, tarjeta en el banco, la nevera llena y un par de sitios donde pasar el rato que no estaba en la guardería.
Sube y baja No sé cómo explicarlo. Es como si el país entero fuese un ser humano y sus estados de ánimo cambiasen de un día para otro. Es decir, un día me parecía que todos los chinos que encontraba eran simpáticos y otro día pensaba que no eran más que unos gilipollas. Es una paranoia que no alcanzo a discernir. Era como si alguien les dijese a los chinos cómo tenían que comportarse ese mismo día. Mis estados de humor fluctuaban siguiendo ese ritmo, sin ser capaz yo de mantener un ánimo lineal. Pero era imposible, era demasiada cosa nueva, demasiada incertidumbre. Creo no errar al decir que a todos nos gusta un mínimo de estabilidad o rutina. No quiere decir esto que todos los lunes comas brécol con queso gratinado sino que sabes que mañana vas a volver a la guardería tranquilamente o que hoy por la noche vas a ver un capítulo de esa serie que te gusta. Si te digo la verdad, aún no sé si prefiero una vida exaltada tipo como los románticos o una existencia que transcurra plácidamente sin preocupaciones como los ríos en sus cursos bajos. El caso es que mi novia me dijo que era mejor dejarlo, que si la distancia que si lo otro. Llevábamos varios años juntos, misma carrera, mismo máster. Pero supongo que ya la cosa iba mal desde hacía tiempo, concretamente desde que en el Erasmus no me portase como creo que debiera haberlo hecho. Pero es agua pasada. Cuando le dije que me iba para China noté indiferencia. No habría estado mal que se lanzase a mis brazos y me dijese que no me fuese. Pero lo contrario tampoco ha sido malo. La relación estaba desgastada. Mas a pesar de 17
esperármelo fue como un golpe, especialmente porque estaba en un país lejano, haciéndome amigo de la soledad e incomprendido. La tarde en que me lo dijo me tiré sobre la cama a dibujar triángulos hasta que mis compañeras de piso trataron de animarme. Lo cual agradezco a pesar de lo que pasase luego. El tiempo pasa y me sorprendí de lo rápido que acepté lo sucedido. Era como si hubiese interiorizado que vivir es sufrir, inevitablemente. Y daba gracias por sufrir si eso significaba estar vivo. Un fin de semana quedamos los profesores de la compañía en Pekín. Estábamos Marc, Sandra, y los profesores de la ciudad cerca de Shenyang, Rubén y Ester. Intercambiamos experiencias, vimos templos, sacamos fotos, comimos, jugamos al bádminton, bebimos. Y luego de vuelta a nuestros agujeros. Fue como un rayo de sol a través de las nubes, por lo menos para mí. Y para Marc, que las estaba pasando putas en Shenyang. Hablábamos casi todos los días por el móvil. Vivía en un piso con otro chino, Wudi, y que servía de oficina de la empresa también. Era un dúplex. Arriba las habitaciones y abajo los ordenadores en el salón. Marc estaba muy quemado porque la directora de la guardería a la que iban no le tragaba. Y por mucho que se esforzase no había avances. Así es que el Kevin y Sunny, chica de la compañía que sabía inglés, le estaban encima. No me quiero ni imaginar lo mucho que su autoestima bajo en los meses que se pasó en China. Lo comentaba con Irene en el piso. Irene llevaba bastante peso en la compañía, hacía las entrevistas, hablaba muy buen chino y se ocupaba de otros asuntos. Le contaba que a Marc lo que le hacía falta no era que le criticasen sus clases sino una palmada de vez en cuando, una palabra amable. No es ningún secreto que una sonrisa puede acabar una discusión o que una palabra agradable en el momento justo puede evitar muchos problemas. Otra bajada emocional fue el tema del visado. Lo intentamos en Tianjin sin éxito y el tiempo siguió corriendo. Lo que pasó en Tianjin es que fuimos con Sherry, básicamente. Y aunque no entendí lo que hablaba ella con los polis supe que la había jodido. Nosotros teníamos que decir en inglés que veníamos a China a estudiar la situación de las guarderías con la idea de montar una guardería en el futuro. La cosa hacía aguas por todas partes. Así que hubo que buscar otra alternativa. Un día, al salir de la guardería, me llamaron y me dijeron que tenía que coger un tren en la estación de trenes de Tianjin, que me iba para Shenyang a renovar el visado. Así, a las bravas. Hice la mochila como pude, recargué el móvil y me fui a Tianjin en el metro. Era la compañía de las cosas a boleo, la compañía de no revelar los planes hasta el último momento. Quizás ni ellos lo sabían y actuaban sobre la marcha. En la estación de Tianjin me reuní con Sandra, que también tenía que renovar el visado. Si no recuerdo mal el tren a Shenyang nos llevó toda la noche y amanecimos allá. Los trenes en China me causaron buena impresión. Hay un sentimiento de camaradería que aquí no hay. En los que fui eran trenes con literas, cuatro por compartimento, y una mesita. La gente dormía, hablaba y comía. En las plataformas entre vagones uno podía echarse un pitillo y no pocas conversaciones rudimentarias tuve en estos lugares. Algunos chinos se reían de los cigarrillos que yo compraba porque eran muy baratos, menos de 50 céntimos de euro al cambio, y me invitaban a los suyos. Realmente disfrutaban dando fuego, era increíble. Cuando llegamos a Shenyang Sandra y yo nos metimos en una cafetería a tomar un café. Hacía mucho frío. Luego llego Lolita, otra china de la compañía. Yo ya había perdido la cuenta de la gente en plantilla de la empresa. Según pude saber algunos se habían ido y otros llegado. Se renovaba constantemente. Con Lolita nos fuimos a otra estación y encontramos a Rubén, que también tenía que hacer trámites. Lo de él había sido peor. Estaba dando clases cuando le dijeron que tenía una hora para ir a Shenyang. Nos metimos en otro tren hacia Fuxin, ciudad al oeste de Shenyang. Unas cuantas horas más de tren. Rubén hablaba con otros pasajeros. Lo de este chaval era tremendo, llevaba una o dos semanas más que yo y ya 18
sabía la leche. Se lo había tomado muy en serio. Estudiaba chino varias horas al día. El resto de los profesores hacíamos progresos más modestos. Lo último que sé de él es que había conseguido trabajo en la televisión china. Era periodista. Una vez llegamos a Fuxin nos recibió Wudi y otra gente. Pasamos un par de días en esta ciudad visitando comisarías y restaurantes. En una de las cenas un tipo importante de la policía local bebió con nosotros. En otra comisaría se deslizó un billetico. Parece ser que esto no era inhabitual, invitar a una cena, regalar un par de botellas de licor, esas cosas. Hablando de comisarías, fue en una de ellas que me sorprendió una señal. Pero puede comprobar que era necesaria y la habían puesto por algo. Fue en Tianjin. Mostraba la cara de un hombre escupiendo y una señal de prohibido sobre ella. Estaba en chino y en inglés. Y la verdad es que es cierto que en China se escupía y bien. Pero si te lo piensas bien, ¿no es mejor soltarlo que guardar el regalito en un pañuelo? En este particular los chinos me parecieron más auténticos. Otros comportamientos relacionados son su manera de sorber los fideos o eructar. Sé que habrá gente que pensará que les llevamos cuarenta años de ventaja. Pero, de nuevo, eso de ser civilizado es algo subjetivo y el progreso no consiste en lo que nos han vendido. Creo yo. De hecho, me sentí mucho más cómodo allí en ciertas ocasiones. Sandra se preocupaba mucho. Le gustaba tener todo en regla, como es normal. A mí me preocupaba también pero sabía que por pensar más en ello no iba a resolver nada. Finalmente nos arreglaron el visado, Sandra respiró tranquila, y yo también, y nos volvimos a Pekín otra vez a pasar el fin de semana con el profesorado al completo. Marc se marchaba porque el visado le expiraba. No volvería. Aquellos últimos días había ido con Irene, Wang y Tu a Bozhou, en la provincia de Anhui. Se ve que había allí una guardería que quería profes y Marc e Irene hicieron una demostración. Vuelta cada uno a su ciudad. Marc para Barcelona. Su padre estaba malo. Yo volví a TEDA a hacer vida normal: iba al gimnasio, iba al supermercado, veía películas, dibujaba y leía. Los fines de semana salíamos Irene, Sara y yo a un pub que se llamaba Soho. Allí había música en directo a cargo de unos filipinos que tocaban clásicos del rock y canciones más actuales. Mientras descansaban, unas chicas rusas y chinas se subían a la barra y otras tarimas y bailaban. Toda la incomprensión y soledad me las dejaba en aquel lugar sepultada por litros de cerveza o whisky. Conocíamos gente, bailábamos (yo si estaba muy borracho) y hablábamos cuando el volumen de la música lo permitía. La hospitalidad de algunos chinos era sencillamente genial. Te invitaban a copas o a comer. Esto de la discoteca era nuestra válvula de escape, ni más ni menos. Pero a mí no me ayudaba a centrarme en hábitos sanos. Comer frecuentemente con cerveza y pasarse los fines de semana bebiendo no hacía más que despertar la adicción, haciendo que bebiese con más frecuencia. A veces luchaba conmigo mismo para no comprarme cerveza un lunes o un martes. Y era solo culpa mía, no debo de decir que me viene de familia o que la sociedad es la culpable. He aprendido que es muy fácil echarle las culpas a lo que hay fuera de ti y que lo duro es asumir que solo uno mismo tiene la clave. Siguiente.
Navidades fuera Tenía visado hasta febrero, mes en que volvería para casa a pasar un par de semanas. Lo más destacable hasta febrero fue conocer a Lucas, comprar un perro, las navidades y sustituir a Irene y Sara en su guardería cuando ellas se marcharon de vacaciones a principios de Enero. Mi guardería permanecería cerrada durante ese tiempo. Primero, Lucas. Un día llego Jacky y me dijo si quería ir a una cena que habían organizado alumnos de Wall Street, una academia en Tanggu, allí al lado. La cosa es que Jacky, a pesar de estar casado y con hija, tonteaba 19
con Suzanne (más tarde Monica), que era madre de una niña de la guardería y estudiaba en esa academia. Lo que querían era un extranjero para practicar inglés. Yo le pregunté a Irene y Sara si querían venir y se apuntaron. Fuimos a un restaurante con esa gente, todos chinos. A cuento de esto, no recuerdo pagar ni una sola cena en China en la que estuviese presente gente china. Ni una sola vez. Hospitalidad en mayúscula. Jacky bromeaba, me va a arruinar cuando venga y le tenga que invitar a todo. La cena bien. Choque de culturas, sonrisas y reticencias. Baja el alcohol y hablamos más. Los chinos, generalmente inseguros al hablar inglés, se van animando a intervenir. Conozco a Lucas, aunque en aquel momento no le vi más que como un tío tímido con ganas de aprender inglés. De Lucas recuerdo que quería desesperadamente tirarse a una extranjera, por Sandra tenía predilección. Le di su número, no sé si hice bien, pero no fue a ningún lado. Sandra tenía un novio esperando en casa. Fuimos quedando algún día. Fue cogiendo confianza y a hablar más inglés. Al principio era muy incómodo porque yo no sabía chino ni él mucho inglés. Recuerdo que una vez lo llevé a enseñarle el piso y estábamos callados él y yo, Irene preguntándose en silencio desde el sofá cómo demonios era posible que fuésemos amigos. Íbamos en coche por ahí, tomábamos café, jugábamos al fútbol o simplemente hablábamos por mensajería. Un día me dijo que había una fiesta en su academia y fui. Allí conocí a más gente con la que quedar para jugar al fútbol e ir a comer por ahí. Lucas era un loco del Madrid y de Cristiano Ronaldo. Sin embargo me pidió una camiseta del Barcelona. Y Jacky también. Me arrepiento de no haber grabado a fuego en mi memoria sus caras al ver el regalo. La de Jacky tenía hasta su nombre puesto. Lucas no quiso. Es así que los fines de semana podía ir a jugar al fútbol con gente china. Había auténticos artistas. Me lo pasaba muy bien. Me acuerdo de cómo en los descansos sacábamos nuestros paquetes de cigarrillos y compartíamos una fumada. Luego a asfixiarnos un poco al campo. Me encantaba ese sentido de camaradería general entre ellos, conscientes de que el colectivo es más importante que lo individual. O eso creo. Lucas estaba casado también. Su mujer trabajaba en una tienda de zapatos. Él en el puerto. A veces le decía para vacilarle que a ver cuándo me hacía tío. Ya era tío de la hija de Jacky, informalmente. La mujer de Jacky era encantadora y sabía alemán. Durante el tiempo que pasé en China Jacky se mudó a un piso nuevo desde donde se veía el mar. Hace poco hablé con él a causa de la explosión en Tianjin. Estaba bien, pero ley marcial y las puertas y ventanas de su piso estaban destrozadas. Estaba viviendo en la guardería por el momento. Siento hablar de Lucas y Jacky indistintamente pero es que para mí fueron mis dos guardianes. Sus manos están tatuadas sobre mis hombros. Con Lucas fui al Soho a ver bailar las chicas. Con Jacky visité su pueblo contaminado, su madre, su hermana, la oficina de correos más antigua. Con Lucas fui a un parque de atracciones donde nos tiramos por tubos de agua y perdió su gorro. Con Jacky me comí un filete. Con Lucas me comí los dumplings más sabrosos. Con Jacky discutí sobre política y vi fotos. Con Lucas paseaba arriba y abajo. Y demás. Se acercaban las navidades. Mis compañeras estaban algo desanimadas porque las pasaban fuera de casa. A mí me daba bastante igual. Celebramos el caganer catalán, que me gustó mucho conocer. Fuimos a cenar a un restaurante a comer en fin de año y tomamos las uvas ante chinos que contaban hacia atrás. Nos regalamos cosas. Sobre el perro. Puede ser que fuese el desarraigo o la falta de afecto, pero un día fuimos Irene y yo a un mercado de animales a mirar un chucho. En realidad la idea era descabellada pues visto que al día siguiente te pueden mandar a otra ciudad no tenía ningún sentido. Pero lo cierto es que salimos del mercado ese con un perrito marroncete al que llamamos Billy II. Billy segundo, como un rey. Esto se debía a que no era nuestra mascota. Un día apareció en mi aula de la guardería una especie de lagarto que me llevé al piso. Irene y Sara 20
estaban contentas pero el bicho no comía y al final lo soltamos. El señor que nos vendió a Billy nos dijo que en un par de semanas teníamos que vacunarlo. No duró ni una semana. Nos gastamos un dineral en veterinarios que hicieron lo posible para salvarlo pero parece ser que el hombre nos lo vendió infectado con alguna mierda. Recuerdo ver al bicho vomitando y cagando sangre por el suelo del salón. Recuerdo los ladridos de noche, quizás avisando de que la muerte venía. Y yo pensaba puto perro, a la guardería sin haber dormido. Los últimos días se los pasaba medio durmiendo hasta que después de una noche no se despertó. Lo metimos en una bolsa de basura y fue para el contenedor. Dijo Sara luego que al pasar para ir a trabajar vio el cubo de la basura revuelto y sin la bolsa del perro. Le compramos una correa, le sacamos a pasear por el jardín. Todo el mundo miraba para Billy eses pocos días de vida. Espero que descanse en paz en el cielo de los perros o donde sea que van los perros cuando palman. Las navidades pasaron y llegó enero. Sara e Irene se fueron de vuelta y yo tuve que sustituirlas en su guardería, que era como la joya de nuestros contratos. Algo de presión, la verdad. Pero un tiempo antes de que se fuesen fui con ellas a conocer un poco las clases, las profes y la guardería. En esta guardería la división de niveles era estrellas (los más pequeños), lunas (siguiente edad), soles y galaxias. Me pareció divertida esta clasificación. Esta guardería era privada, con muchos más medios que la mía. Los únicos hombres eran los de conserjería, que me vieron y me invitaron a un pitillo en su garita mientras me preguntaban que de dónde era y si sabía chino. Buena experiencia. Aunque con los más pequeños seguía teniendo problemas. Era muy difícil motivarlos. Lo que hacían era gritar, llorar y mear en un caldero. Un buen día ellos se reían, sencillamente, y yo también. Los grandes eran alumnos muy buenos. Con ganas, divertidos, insensatos, genios en miniatura. Tengo muy buen recuerdo de los alumnos mayores, tanto de mi guardería como de esta última. A veces me veían por el pasillo y me preguntaban cosas que no entendía. Yo decía que no les entendía y me imitaban y se reían. Además eran muy agradecidos. Les llevabas una gominola o un globo y ya no necesitaban más. A mí no me importaba gastarme dinero en gominolas o globos. Porque si tenía que esperar a que la empresa me financiase iba aviado. Había que rellenar un formulario y tal y tal. Y eso, le dabas un globo y te abrazaban. Era muy enriquecedor. No puedo describir lo que siente un profesor cuando se da cuenta de que es una especie de ídolo para algún alumno. Es algo mágico. Es la oportunidad de ser un ejemplo, un modelo. Y es presión pero tienes, en cierto modo, la opción de cambiar el mundo a pequeña escala. Porque no olvidemos que solo una persona, un alumno tuyo, puede ser esa persona que todos esperamos que ponga el mundo patas arriba. Así que hay que currárselo. Es muy gratificante cuando una madre se me acercaba y sonreía y te decía que eras un puto dios para su hijo o hija y se sabía las canciones que cantabas. Que esa es otra. Las canciones. Yo nunca me he dedicado al canto. Pero en China teníamos que cantar canciones sobre el tiempo o para animar la clase. Al principio me costó mucho soltarme pero luego va la cosa fluyendo. Y lo de bailar ya ni te digo. Ya dije que yo siempre he sido muy tímido, muy tímido. Y allí me vi bailando una canción que se llamaba Yankee Doodle o el Howkey Pokey. Y, de verdad, no sabía aún del enorme poder de un baile o una canción para caldear el ambiente. Hablando mal y pronto, ponte a hacer el gilipollas con niños y se abrirán como flores. Palabra. También tuve que ir disfrazado de Papá Noel. La cosa empezó con una especie de entrevista en el hotel. Íbamos Sara, Irene y yo disfrazados. A las chicas les preguntaban algo en chino, yo hacía un poco el tontuelo, para variar. Días más tarde estaba a las siete y pico, un frío que te cagas, en la entrada de la guardería disfrazado de Santa Claus con un saquito de carmelitos. Fotos y más fotos. Sonrisas y todo eso. Tuve la suerte de que el pato Donald y otros colegas estaban por allí, así que repartíamos la tarea. Pero, la verdad, Papá Noel les hacía 21
bastante coña. El traje era barato y se empezó a romper por todos lados con el paso de la mañana, menos mal que llevaba mallas por debajo, sino los nenes todavía estarían traumatizados con un Santa Claus con el culo al aire. La barba me daba calor y me la quité un momento. Los niños me vieron y gritaron ¡Andy! y me la volví a colocar y se quedaron otra vez descolocados. Repetí la operación porque ya había aprendido que con los niños puedes hacer una misma broma que no pasa nada. Con los adultos es diferente. Me lo pasaba bien en las clases pero al llegar a casa no me sentía más que un payaso vicioso que encadenaba un pitillo a otro y bebía continuamente. Algunos niños se tapaban la nariz cuando me acercaba. No debía de fumar al lado de la guardería y si veía una madre por ahí solía tirar el cigarrito. Algunas me miraban mal. Lección confirmada: es imposible gustar a todo el mundo. Por lo que pude comprobar, la situación del borracho extranjero era bastante habitual. De noche veía muchos extranjeros que iban como cubas. Vi a un cincuentón tomando cubatas con una chiquilla en el regazo. Vi a un par de vaqueros tomando chupitos. Un texano repartiendo billetes e invitando a tragos con una mujer de cada lado. Mucha fauna nocturna. Y yo uno más. Antes de volver a casa también me llevo Jacky a su pueblo. No recuerdo el nombre pero era un pueblo gris, aplastado por la contaminación. Fuimos a recoger a su sobrina al cole y me dio mucha pena que los chavales saliesen de la escuela y respirasen esa mierda de aire. Cenamos por ahí, conocí a su madre, estupenda, y visitamos sitios maravillosos, entre ellos un templo que sale en un anuncio de Pepsi. Publicidad gratis. Me lo pasé bomba.
Interludio Mientras Sara e Irene estaban de vacaciones me emborraché mucho y bien. Tenía como norma fumar solo en mi habitación pero cuando se fueron ellas conquisté el salón con mis humos y vapores. Me hacía pajas en el salón. Me la pelaba, nunca mejor dicho. No me esforzaba por cocinar y me afeccioné a los noodles, que parece que se empiezan a vender por aquí. Allá en China se comían mucho. En los trenes hasta había grifos de agua caliente para que los pudieses preparar. Para quien no los conozca consiste en una masa de una especie de espaguetis que se pueden cocer si los sumerges unos minutos en agua caliente. Luego le echas las especias y listo. Eso y manzanas me ahorraron muchos quebraderos de cabeza a la hora de pensar en la comida. No es que no me gustase cocinar, de hecho sí que me gusta cocinar cosas distintas y tal pero a veces la vaguedad te hace darle un par de vueltas a la sartén y a comer. Echo de menos mucho los dumplings con vinagre y los noodles. Los noodles los he visto en el supermercado, un día los cogeré a ver qué tal. Al acabar en la guardería de Irene y Sara, Wang me vino a recoger en coche, me regaló té chino y al poco me volví para casa. Otra profesora de inglés en esa guardería que era china me dijo que no lo hacía mal, que no era un gran profesor pero que no lo hacía mal. Me lo tomé como un cumplido. Se llamaba Phoebe en inglés y, según Irene y Sara, no la pegaba y siempre les estaba pasando clases suyas. Pero basta, casa. De vuelta a China Tras nuevo papeleo con el visado en Madrid, volví para Tianjin. Ahora ya no recuerdo qué letra era, pero seguía siendo ilegal trabajar. Tengo el visado en Ourense pero ahora mismo estoy en Santiago de Compostela. Ya lo corregiré si tengo ganas. Por aquellas era claro que Marc no volvería. Él iba diciendo que no sabía y la empresa tenía la esperanza de que volviese pero entendió perfectamente que si su padre estaba malo se quedase en Cataluña. Así que hubo un cambio de planes, me mandaron a mí para Bozhou. Leí lo que había sobre la ciudad en internet. Que había nacido Mulán y que era una capital medicinal. De puta madre, pensé. Me despedí de Irene y Sara, que ya habían vuelto, y me fui para Bozhou con Sandra, que tenía que hacer 22
algo del visado, en tren para la provincia de Anhui. Allí nos esperaría gente de la compañía y otra profesora española subcontratada por nuestra empresa a otra compañía de Pekín. Se llamaba Mónica. Veía a Sandra bastante tocada. No sé si me equivoco pero tenía una personalidad un tanto metódica y poco tolerante al cambio de planes. Lo que querían era tramitarle el visado de trabajo. Fuimos a la comisaría pero nada, sin éxito. Y se volvió. Yo me quedé con Mónica en Bozhou. Viviríamos con la familia de Wang, este era hombre. Tenía una mujer de armas tomar y una hija con gafas. Mónica y yo íbamos a la guardería a dar clases como quien no quiere la cosa. Yo no podía, en teoría. Pero Mónica tenía en trámite el visado de trabajo. Mónica era una fenómena, había estado en la India y no sé cuántos sitios más. Tenía la personalidad más libre que yo he conocido nunca. El otro día hablé con ella y está en Australia con un novio. Hicimos buenas migas, fumábamos como carreteros en la terraza y comíamos pipas como si no hubiese mañana. Me acuerdo de que hacíamos concursos para ver quién comía más pipas. Siempre ganaba ella, siempre. Si pienso en ella pienso en amistad, café, tabaco y pipas. Sin más. Un día estábamos en una clase de la guardería cuando entraron un par de polis, uno con cámara de fotos. Yo me quedé parado tras unos momentos pero ella siguió cantando. Le dije, Oye que ha entrado la poli. Ni se había dado cuenta. Acabamos la clase y nos convocaron en el despacho de la directora. Por experiencias anteriores sabía que tenía que decir que yo solo colaboraba con la empresa para que me enseñase cómo funcionaban las guarderías en China. El caso es que me enseñaron las fotos y no pude más que negar débilmente que no estaba dando clases. Me enseñaron las fotos. Yo decía que eso no era dar clases. Luego llegó Wang y empezó a discutir con ellos. Tuve que decir que Wang no me pagaba y tal y cual. Luego uno de los polis, que sabía inglés, me hizo un interrogatorio en privado. Estaba nervioso y hasta los cojones de lo desastre que era la empresa. Firmé con huellas dactilares y me quitaron el pasaporte. Llegué al piso de Wang. No sabía qué hacer. Estaba en un país desconocido sin mi pasaporte. Me recomendó Irene de que hiciese caso a lo que me decían. Y lo que me decían es que huyese de Bozhou sin mi pasaporte. Sin saber qué hacer, hice caso. Un hombre nos llevó a Mónica y a mí a otra ciudad en otra provincia colindante donde pudimos coger un tren. Turbio, muy turbio. Recuerdo haberme sentido como un criminal. No me enteraba de mucho pero sabía que estábamos escapando de algo y sin mi maldito pasaporte. Me he olvidado de apuntar que en Bozhou conocimos varios británicos con quienes cenamos y visitamos el pub de que había abierto uno de ellos. Otro se había casado con una china local y se ve que el padre pensaba que era un espía. En Bozhou también vimos niños cagando en la calle, gente despellejando una especie de pastor alemán y el mercado medicinal. El mercado medicinal era tremendo, allí había de todo. Desde caballitos de mar a lagartos pasando por miles de polvillos y cosas varias. Finalmente llegué a Tianjin pero ya no viviría con Irene y Sara sino que me mandaron para Tanggu a un piso con Alvin, un filipino que era un fuera de serie como profesor. El problema: era filipino. Porque hay que reconocerlo, los chinos son muy racistas, incluso entre provincias. Los chinos miran mucho la apariencia y la raza. Menos mal que los españoles estábamos ahí ahí gracias al fútbol. Arriba de todo estaban los estadounidenses guapos y blancos y luego el resto. Me sorprendió, pero a los estadounidenses los tienen en muy alta estima. Pues eso, los filipinos eran despreciados. Alvin lo tuvo muy chungo por ser filipino y moreno. La empresa mentía y decía que era medio neozelandés y malayo. No importa, el pasaporte no engañaba. Me hirvió la sangre de veras, porque era un profesor que lo petaba, levantaba a los chavales como nadie. Tengo que apuntarme un tanto y decir que un día me lo llevé a jugar al fútbol con chinos y no hubo ningún 23
problema. Él no quería al principio, supongo que hasta los huevos de ser devaluado, pero al final accedió y se lo pasó genial. Y no es mérito mío, entendámonos. Alvin podía parecer arrogante y altivo pero yo conviví con él y creo que era una especie de armadura para protegerse del desprecio. Tenía otros amigos filipinos y se ve que no era raro que tuviesen problemas de vez en cuando por la calle. Eso sí, cuando se emborrachaba sacaba lo peor de sí. Pero todos somos humanos. Tras unos días me dijeron que volviese para Bozhou a recoger el pasaporte y pagar la multa. Así que volví, solo. La compañía pagó una multa por mí y por Mónica y me volví para Tianjin un poco más contento. Seguía en contacto con Mónica, que me venía a visitar de vez en cuando a visitar desde Pekín mientras no le encontraban un trabajo nuevo. La convivencia con Alvin en el piso fue muy bien. Ambos estábamos pendientes de encontrar una guardería. Fuimos juntos a varios sitios, él la estrella, yo el secundario. Pero aprendí mucho de él, no hay duda. Y era un tío muy preparado. Es una lástima que por ser su tez más oscura tuviese tantos problemas. En este piso con Alvin nos dejaron sin internet ni nada. Así estábamos, en un limbo judicial entre lo ilegal y lo legal. Empecé a ir a una cafetería con internet y buscar alternativas laborales y para renovar mi visado, al que de nuevo le quedaba poco de validez. Quedé un día para una entrevista en el centro de Tianjin cuando Sherry me llamó y me dijo que era hora de renovar el pasaporte. En ese momento no supe bien qué hacer, no sabía si mandar a la mierda a la compañía o no. Al final decidí llevarle el pasaporte a Sherry y comenzó otro período algo oscuro que dedicaba a tomar cafés con Lucas, jugar al fútbol y esperar noticias de mi pasaporte. Y el tiempo pasó y pasó y yo estaba muy preocupado. Mis padres no me apoyaron demasiado, pues se empeñaban en recordarme que el pasaporte no se le daba a nadie. Así las cosas, intenté reducir mis conversaciones con mis padres para no añadir preocupaciones. Sherry me llamaba insistiendo en que me fuese para Shenyang con Tu pero yo ya había aprendido. Le decía que hasta que tuviese el pasaporte en mi mano yo no me iba a ningún lugar. Y punto. El pasaporte tardó en llegar. La entrega fue uno de los episodios más raros de mi vida. Mónica había venido a visitarme. Y también estaba Jialim otra tipa de la compañía. El caso es que salimos Mónica, Jiali y yo a pasear y tomar un café cuando Sherry me llamó y me contó que los jefes querían verme en el piso. Así que volví solo al piso. Estaban Sherry, su hijo pequeño, Tu y el Chué, uno de los jefes. Del Tu me habían dicho que había estado en la mafia. El Chué tenía contactos en el partido en Tianjin. Primero entró el Tu y empezó a revisar el piso, incluso mi habitación. Luego entro el Chué, que se encargaba de la labia. Sherry traducía. Que si lo sentía por no haber venido antes a saludar, que si perdón por no poner el internet y blablablá. Yo les dije claramente que me quería ir de vuelta, que mi madre estaba preocupada. En verdad yo no quería volver pero estaba hasta los mismísimos huevos de todo. Chué me recordó el contrato y esto y lo otro. Al final les dije que vale, que me iba con ellos para Shenyang, pero que me dejasen el pasaporte. Me lo dejaron ver y después me dijeron que lo necesitaban para coger el billete de tren. Yo les dije que se podía coger por internet y ellos, a regañadientes, accedieron. Me dijeron que cogerían el billete para dentro de una hora. Les dije que necesitaba más tiempo y cogieron billete para más tarde. Me dejaron el pasaporte y se largaron. Al fin era libre. Llamé a Mónica y le dije que se viniese rápido que nos largábamos. Mónica vino lo más rápido que pudo, hice las maletas y pillamos un metro para el centro de Tianjin. En Tianjin esperamos hasta que saliese un tren para Pekín. Estaba nervioso, yo no quería que la policía o alguien de la empresa apareciese por allí. En Pekín ya estaba más tranquilo. Me fui con Mónica a su piso, que compartía con Florin, un rumano. Los días siguientes fui a conocer a la jefa de Mónica e hicimos una entrevista. Le dije que quería trabajar con ella y ella me dio el visto bueno. Se llamaba Susie. 24
Un poco más adelante mandaron a Mónica a un pueblo diferente a trabajar y me quedé con el rumano. Iba haciendo entrevistas en Pekín, conseguí un trabajo temporal en una academia en la ciudad y así pasó el tiempo interrumpido por alguna excursión, como aquella que hicimos a Qinghuangdao, ciudad en la que la muralla china se mete en el mar unos metros. Fuimos Mónica, un anglo-inglés amigo de ella y yo. Me gustó mucho el sitio. Hasta me bañé en la playa. Comimos cacahuetes y bebimos cerveza, conocimos a un chino en el albergue, vimos la muralla china en un tramo algo tocado y trasnochamos en un pub donde todo eran sonrisas, tarta de cumpleaños, fotos y preguntas. De vuelta a Pekín tuve entrevista con una chica para una empresa de Zibo, en la provincia de Shandong, al sur de Tianjin. Y allá me fui con mi maleta.
Hacia el final La adaptación a Zibo no fue difícil, ya que en unos pocos meses había dormido en varias camas distintas. Me metieron en una habitación sin internet y con baño que era un agujero en el suelo. La oficina estaba a unos minutos caminando. Tuve que empezar a protestas para que me pusiesen una cocinilla o una lavadora. Y eso de pedir es algo que nunca me ha gustado pero no me quedó más remedio. Entendámonos, yo no quería ser el extranjero tiquismiquis que llega y quiere y quiere pero creo que un mínimo sería tener una cocinilla para hacer algo. Esta empresa estaba empezando a abrirse camino. Estaban diseñando camisetas, haciendo acuerdos con guarderías y dándose a conocer. Eran majetes todos. La que más me llamó la atención era Zach, una chica que había estudiado arte y tenía unos años más que yo. Era guapísima. Holy también, pero era más putón. Recuerdo cómo a pesar de tener novio me acariciaba de vez en cuando o me preguntaba si no me sentía solo. Como no podía trabajar con el visado que tenía me aprovechaban para ir a promocionarnos a centros comerciales o guarderías. Yo, que siempre he sido tan tímido, allí estaba subido a un escenario en un centro comercial bailando con nenes. El momento anterior a hacer esta presentación me quedé de piedra pensando que a mí no me pagaban por hacer eso. Hasta me dijeron que si podía cantar algo en inglés allí con el micrófono. Su gozo en un pozo. Los de la empresa y yo repartimos globos a padres y niños, bailamos e le hicimos la pelota a los padres y madres. Volviendo a la cuestión de nacionalidades. Ya hemos dicho que estadounidenses, ingleses, australianos y neozelandeses estaban muy bien considerados, especialmente si eran blancos y rubios y con ojos claros. Yo no sé mi primera empresa por qué nos había hecho pasar pero sí decían que no dijésemos mucho de dónde éramos. Yo no tenía ningún reparo y decía que era de España, a quien no le gustase pues aire, sinceramente. Lo que conocían de España eran los toros y el fútbol. No sé si al decirles que no me gustaban los toros me consideraban antipatriota pero bueno. En Zibo sí me di cuenta de que me estaban elaborando una biografía paralela. Había nacido en Melbourne y había ido a no sé qué universidad. Una famosa no, por si los padres querían indagar. Así que nada, era australiano. Pero yo seguía diciendo que era español. Por esa altura comprendí mejor a Alvin. Imagínate que tienes que negar tu origen, seas o no patriota, que no se trata solo de eso. Se trata de poder decir que eres de una parte del mundo sin que tengas malos sentimientos. De nuevo me cercioré en Zibo de que la jornada laboral es larga pero no muy eficiente. Lo que no es malo, supongo. Me acuerdo de jugar al bádminton con el jefazo en la entrada del edificio, de comer en un buffet, jugar al baloncesto y cantar canciones de Los Beatles en un karaoke. Pero las cosas empezaron a torcerse. Mi primera empresa debía de estar muy enfadada y no sé aún qué es lo que había hecho. Sherry me comentó después de escapar que irían al departamento de inmigración, así 25
que igual fue eso. El caso es que si viajaba en tren la gente parecía saber cosas mías y se reía de una forma distinta. Fueron momentos muy duros en que, a veces, temí que apareciese por allí algún tío de la empresa y me llevase. No tenía ninguna gana de verle la cara a ninguno de ellos, ni al Tu, ni a Kevin, ni a Irene, ni a Sara, ni a Wang o Sherry. Mi visado se estaba agotando. Susie me llamó y me dijo que no lo podíamos renovar porque la empresa en la que estaba al principio había intentado tramitar mi visado de trabajo a pesar de haberles dejado muy claro que no quería el visado de trabajo con ellos. Esta empresa era como un cáncer, seriamente. Si no hubiesen empezado a tramitarme el visado de trabajo habría ido a Hong Kong para hacer un nuevo visado con la empresa de Susie. Pero las cosas se acabarían así.
Final Cansado, delgado, compré billete de avión solo de ida y me fui para el aeropuerto de Pekín con Mónica, que me acompañó. Tampoco podré agradecerle nunca este favor. La verdad es que estaba acojonado y pensé que no me dejarían embarcar hasta haber ajustado cuentas conmigo. Para qué negarlo, tenía encima una paranoia galopante que no se me pasaría en bastante tiempo. La sensación me persiguió en Madrid e incluso en casa. Pero se había acabado todo y no podemos estar seguros de nada excepto de que el tiempo corre y cierra cicatrices.
Apuntes Alvin se fue de la empresa unos días después que yo tras ver que no le pagaban lo que le correspondía. Justamente Alvin me dijo que a Kevin lo habían metido en la cárcel. Rubén dijo que se iba para España. Wudi, encargado de la empresa en el norte, le dio el visto bueno. Se quedó en Pekín. A Ester la vi el fin de año pasado. Está en Londres trabajando. Lo que ella vivió allí fue una experiencia inolvidable, para mal. No me corresponde a mí hablar de eso. Con Marc sigo hablando regularmente. Hacia Sara e Irene he desarrollado sentimientos ambivalentes, del mismo modo en que se comportaron con nosotros. Porque la convivencia fue buena pero sabían más de lo que contaban sobre la empresa. Además, cuando Ester tuvo problemas serios parece que ni se preocuparon. Y cuando digo serios no digo que perdió la llave del piso. Cuando digo serios, digo serios. Según parece Irene encontró trabajo en Inglaterra y Sara seguía en China. Sandra acabó el contrato y se volvió para Madrid.
Más notas Me he dejado muchas cosas en el tintero pero la vida es escoger y he escogido como mejor he podido. Ahora que lo pienso podría haber hablado de mi viaje a Shenyang a ver a Marc en octubre, o de Pekín o Yangquan. Pero basta ya. Si eso, otro día.
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DEL LIBRE ALBEDRÍO
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l Libre Albedrío parte, en esencia, del conocimiento y del ejercicio de este a través de la voluntad, y, la voluntad, es intrínseca al conocimiento, pues no puede tener libre voluntad quien no conoce. Una persona puede elegir hacer el mal en ejercicio de su voluntad aunque esta le haga conocer el bien. No obstante, una persona que no tiene conocimiento, no puede discernir el bien del mal y, consecuente con ello, no puede existir el ejercicio de la voluntad. San Agustín de Hipona[1] en el libro “Del Libre Albedrío” cita: “Si el hombre es en sí un bien y no puede obrar rectamente sino cuando quiere, síguese que por necesidad ha de gozar del libre albedrío, sin el cual no se concibe que pueda obrar rectamente. Y no porque el libre albedrío sea el origen del pecado, por eso se ha de creer que nos lo ha dado Dios para pecar. Hay, pues, una razón suficiente de habérnoslo dado, y es que sin él no podríamos vivir rectamente. Y que nos ha sido dado para este fin se colige del hecho de castigar Dios a quien usa de él para pecar” De igual modo nos dice: “(…) si el hombre no estuviera dotado de voluntad libre, sería injusto el castigo e injusto sería también el premio. Mas por necesidad ha debido haber justicia, así en castigar como en premiar, porque este es uno de los bienes que proceden de Dios. Luego era preciso que Dios dotara al hombre de libre albedrío” También Shopenhauer[2] ha tratado el tema del Libre Albedrío, como un tema extenso que distingue en tres pilares diferentes de la libertad: la libertad física, la libertad intelectual y la libertad moral. La libertad física no es más que aquel impedimento material que no permite realizar un acto. La libertad intelectual es la mediadora entre la voluntad y los motivos; y la libertad moral es el libre albedrío sin ninguna fuerza condicionante. Para Shopenhauer el objeto de la conciencia es la voluntad y una voluntad libre es la que no se encuentra determinada por razón alguna. Es el mismo filósofo quien ha ilustrado que el Libre Albedrío propone el más alto grado de libertad. “Si una mala acción proviene de la naturaleza del hombre creada por Dios, la culpa no es del hombre sino del autor de la naturaleza. Si las acciones humanas no se producen por azar, ni por los objetos externos, ni son producto de la providencia; entonces el hombre es el único responsable de sus actos y no podrá imputarle su falta a otro agente externo a él, ya que tiene el poder de evitarlo. La hipótesis del libre albedrío debe pues descartarse, porque no es posible, ya que todas las acciones de los hombres se encuentran determinadas por la necesidad, que se puede concebir como la necesidad de una libertad moral. Sólo nosotros somos autores de nuestros actos y nadie puede excusarse en los motivos. Tal necesidad está determinada por una condición subjetiva que puede admitir una acción diferente”. No obstante, mientras que en la tesis de San Agustín de Hipona impera la fe en acompañamiento de la razón, en Shopenhauer, impera la razón absoluta, pero también indica que si una acción proviene de esta naturaleza divina entonces no puede existir culpa, pero que si no son producto de nuestra naturaleza de creatura, entonces el hombre asume toda esta responsabilidad. 28
Es precisamente, en consonancia de los diferentes tratados de El Libre Albedrío, que deberíamos analizar lo conveniente de limitar el acto de la persona. Entiéndase, sin embargo, que no se procura realizar una tesis o ensayo que permita confrontar todos los aspectos de Conocimiento, Voluntad y su relación con el Libre Albedrío, sino dar un brevísimo marco para observar nuestro ejercicio de la Voluntad en la elección entre el bien y el mal, cuyo determinante es el Conocimiento, caso contrario, una persona no podría distinguir uno del otro.
DEL EJERCICIO DEL LIBRE ALBEDRÍO Cuando hablamos de la elección de casarse o convivir con personas del mismo sexo, estamos realmente ante el ejercicio pleno del Libre Albedrío. Es decir, una persona con conocimiento ejerce su voluntad y esta no puede ser menos que el libre albedrío, tal y como lo cita Shopenhauer “el Libre Albedrío propone el más alto grado de libertad”. ¿Puede un ser humano a otro limitar su libertad o imponerle una verdad? Estamos ante otro ser humano cuya Libertad no puede ser restringida por mi voluntad, pues el conocimiento es basto y diverso; lo que mis argumentos no alcanzan, tampoco deben imponerlo. Si partimos de la existencia de una divinidad o deidad, el ejercicio del Libre Albedrío nunca fue más propicio, pues no puede existir mal alguno que no se elija, pero para poder obrar entre el bien y el mal, debo poder conocer. Una limitante impositiva es más propia del derecho, pero no del ejercicio del Libre Albedrío. Aquellos que han decido que su fe es mayor que la máxima de la Libertad, no han comprendido su fe en la extensión de las libertades ¿No es acaso Mateo el que ha dicho “Cualquiera que no los reciba ni oiga sus palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudan el polvo de sus pies?” ¿No es esto entonces una muestra del libre albedrío? En una sociedad cambiante, donde el conocimiento está disperso, pero accesible de igual manera, es indispensable que se informe y eduque a las persona, para que, en conocimiento y libertad absoluta, puedan elegir. No se indica, de modo alguno, que una relación entre dos persona del mismo sexo sea buena o mala, sino que es propia del ejercicio de una voluntad y una persona no puede imponer a otra la suya, pues al hacerlo limitaría el ejercicio del conocimiento y más aún, de la Libertad misma. Puede uno a otro buscar convencer con argumentos disímiles, pero si esta propuesta argumentativa no prospera como su interlocutor lo procura, entonces no queda más que alejarse para que esta persona, en la plenitud de su Libre Albedrío, pueda elegir. No puede entonces su Libre Albedrío limitar el de otro, pues estaríamos ante una invasión de la Libertad. Tal como vemos, no es un tema tan complejo como parece, cuando lo analizamos desde el ángulo apropiado de las libertades. Así como una persona no puede obligar a cambiar de creencia o fe a otra, tampoco podemos imponer nuestra visión del mundo, pues eso implicaría perder la Libertad y creo, ninguna persona estaría dispuesta a hacerlo. 29
Si existiera castigo divino o cualquier otra razón, es en el ejercicio de la voluntad que cada persona puede autodeterminarse y saber de este modo, qué “riesgos” podría asumir, si fuera acaso un argumento religioso más que de fe lo que se aduce. No puede existir pecador sin voluntad, ni persona redimida sin Libre Albedrío. No debe entonces impedirse este ejercicio del Libre Albedrío por una mayoría, así fuera una sola persona que decidiera casarse con otra del mismo sexo, es una decisión personalísima que se enmarca dentro del conocimiento, la voluntad y por tanto es una Libertad plena en la que una voluntad no puede estar por sobre otra y cuyas posibles consecuencias sobre “el alma” ante el ejercicio del libre albedrío, no son más que un aspecto de la autodeterminación, tan personales y únicas que nadie vivirá el infierno o el cielo por otro.
DEL EJECICIO DEL LIBRE ALBEDRÍO Y EL DERECHO Debemos partir del supuesto fáctico de que los derechos humanos son indiscutibles, imprescriptibles, irrenunciables, universales, sin importar creencias personales, solo por el simple hecho de ser persona. Uno de estos valores supremos es la Libertad. Res sacra homo: el Hombre es una realidad sagrada. Partiendo del Derecho de Igualdad, que en el artículo 24 de la “Convención Americana sobre Derechos Humanos suscrita en La Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos” así como en la Constitución Política de Costa Rica, artículo 33, se determina a la persona como una realidad sacra en la que no podemos hacer diferencia bajo el precepto de “igualdad entre los iguales”, porque no estamos ante un estatus profesional u otro, sino ante una igualdad como ser humano. Es decir, no existe nada más supremo en derechos que el otorgado por el simple hecho de serlo, incluso, en corrientes jurídico políticas más modernas, hemos procurado dar “derechos humanos” a animales a fin de protegerlos contra la violencia, cuando no somos capaces de otorgar una igualdad real entre nosotros. El derecho como tal, no es algo que surgiera de un momento a otro, sino que es intrínseco al ser humano, un ejemplo puede ser aquel ilustrado en la tragedia de Sófocles, Antígona, quien al verse ante la ley del usurpador Creonte, asesino de su padre, que le prohíbe enterrar a su hermano Polinices, ella exclama: “No fue Zeus quien a mí me las dictara, ni es ésta la justicia que entre hombres establecen los dioses de la muerte. No pensé yo que los pregones tuyos, siendo de hombre mortal, vencieran la ley no escrita y firme de los dioses. No es de hoy ni de ayer, es ley que siempre viviendo está, ni sabe nadie cuándo por primera vez apareció… y si a tu juicio locura es mi conducta, ¿quién nos dice si el loco no es más bien el que así juzga?” (Sófocles, Antígona, Estásimo Primero). Es decir, no es que los derechos sean otorgados, sino que son reconocidos por su existencia, son per se, propios de la naturaleza humana. Estos se positivizan en leyes para organizar una sociedad, sin embargo, los derechos humanos, tienen la característica de esencialidad, sea, que no es necesario darlos socialmente porque existen desde siempre, pero que al vivir en una sociedad organizada, se requiere ser preceptuados en normas. Por esa razón estos derechos no se piden sean reconocidos, sino respetados y manifiestos. Gabriela Ibarra, en su artículo “Transcripción de COMUNIDAD LGTBI EN EL MUNDO”, nos manifiesta: La ONU y la UE han establecido principios internacionales respecto de la homosexualidad, vinculantes para sus estados miembros. Este el caso de los Principios de Yogyakarta, que extienden explícitamente la 30
Declaración Universal de los Derechos Humanos a las personas homosexuales, bisexuales, transexuales y transgénero, cuyos derechos ya estaban incluidos implícitamente en el artículo segundo de la mencionada Declaración Universal bajo los genéricos «o de cualquier otra índole» y «o cualquier otra condición»: “Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Asimismo, previamente, en 1994, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas dictaminó que la prohibición y consecuente penalización de los comportamientos homosexuales vulneraban los derechos a la privacidad y no discriminación. En el año 2000, la UE, en el apartado (1) del artículo 21 de «Derecho de no discriminación» de su Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, censura legalmente la discriminación por motivos de orientación sexual: “Se prohíbe toda discriminación, y en particular la ejercida por razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéticas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad u orientación sexual.” Todo lo anterior es de importancia, aunque es evidente que su contenido es muy general, por cuanto nos interesa observar el ejercicio del Libre Albedrío en el Derecho, sobretodo, en los aspectos de los matrimonios entre el mismo sexo. Ya hemos dicho que, en el aspecto religioso, debe privar esta libre voluntad cimentada en el conocimiento y que no puede imponerse la verdad de uno sobre otro, sino que es precisamente esta libertad la que nos permite elegir y asumir las consecuencias de nuestras decisiones. No puede entonces prevalecer la convicción de una de las partes por encima de la de otra, sea de quienes consideran debe permitirse el matrimonio de personas con el mismo sex o de aquellas que consideran lo contrario, producto de un “diálogo” en el que no existe un consenso sino una imposición. Al final, ir o no al infierno (si fuera esta la gran preocupación religiosa del alma perdida) no compete sino a aquel que en su libre ejercicio de la voluntad ha aceptado “su destino”. Partiendo entonces de la claridad de este aspecto tratado, me acopio del derecho humano y desarrollo lo subsecuente. El delito no ha impedido la conducta solo ha delimitado su ejercicio. Es decir, no es que una persona no pueda robar, solo que si roba tendrá una sanción social, pero nunca el derecho limita la voluntad, la libre decisión, es decir, el Libre Albedrío en el marco del derecho. Obsérvese que en el derecho el ejercicio de una conducta punible requiere del conocimiento y la voluntad, es lo que en derecho conocemos como conducta dolosa, sea, aquella persona que conociendo que cometerá una conducta punible aun así la ejecuta. Lo importante de este concepto no en sí que al permitir casarse a dos personas del mismo sexo, se esté hablando de algo negativo o que sea una conducta reprochable socialmente, pues es claro que la unión por 31
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matrimonio, es un reflejo del amor que se tienen dos seres humanos y que al hacerlo bajo los parámetros establecidos socialmente, se permite que se adquieran derechos sobre bienes gananciales así como del ejercicio de cláusulas matrimoniales. Es una cuestión de ordenamiento social y jurídico entonces. Recordemos que dentro del matrimonio, los cónyuges están obligados a contribuir cada uno por su parte a los fines del matrimonio y a socorrerse mutuamente, tener un domicilio conyugal, contribuir económicamente al sostenimiento del hogar, a su alimentación, distribuirse la carga en la forma y proporción que acuerden, además de gozar de herencias y muchos otros aspectos propios de esta condición. No estamos hablando de que toda persona homosexual deba casarse, sino de que debe normarse a través de ley positiva este derecho, para que al igual que cualquier otro ser humano, pueda decidir si desea o no ejercerlo, o bien, como cualquier otro ser humano, es posible que solo tenga interés en convivir o tener una relación de hecho y para nada quiera ejercer este derecho positivo. El asunto es que los derechos humanos son inalienables, imprescriptibles y la libre voluntad de las partes, que no causan un daño social ni personal, no debe verse cercenado por el prejuicio social o convicciones religiosas, pues sería una extralimitación de las potestades del Estado y de las convicciones religiosas personales. El derecho debe procurar siempre la mayor Libertad del ser humano y el Estado, nunca puede estar por encima del ejercicio de esta libertad.
DEL EJECICIO DEL LIBRE ALBEDRÍO EN EL DERECHO Y EJERCICIO RELIGIOSO He tratado de no ahondar mucho en lo jurídico, específicamente en el citado de normas, con el propósito de no repetir aspectos legales ampliamente conocidos, sino direccionar esta ponencia hacia un razonamiento lógico-práctico, que es de lo que evidentemente ha carecido en los distintos estrados sociales, tanto legislativos como de la comunidad misma, pues su enfoque ha sido legal de fe, más nunca de razonamiento. Tal como vemos, no existe una contradicción entre uno y otro, pues en ambos priva el ejercicio de la voluntad y para que exista voluntad debe ser consecuente con la existencia de conocimiento. Una vez que conozco la diferencia entre bien y mal, o, lícito e ilícito, no queda sino dejar que el ser humano ejerza esta voluntad mediante la decisión y que asuma las consecuencias, pero el Estado no puede ni debe ser utilizado por unos pocos o siquiera, muchos, como un instrumento que limite voluntades que no perjudiquen a una sociedad y, menos aún, estar por encima de la libertad individual como derecho humano. En caso de que una persona esté en contra del matrimonio homosexual, entonces tiene todo la libertad a no ejercer ese derecho y, por tanto, no contraer matrimonio con alguien de su mismo sexo, pero no puede su libertad estar por encima de la de otros con sus mismos derechos, pues nunca es tan notorio como ahora, la necesidad de aplicar principio de igualdad, reconocido tanto en nuestra Carta Magna como en el Derecho Internacional. En suma, para que una persona sea pecadora, requiere de la libertad de hacerlo, así como para que una persona robe requiere que exista la posibilidad de poder robar. Hablamos de libertades y las convicciones religiosas no deben impedir de modo alguno este ejercicio de la voluntad, así como las normas positivas no pueden impedir el delito. 33
El ejercicio del Libre Albedrío, es un derecho • Paul Verlaine, poeta francés (1844-1896) inalienable, único y tan personal que no debe ser • Platón, Filósofo griego (428-347 o 348 a. C.) limitado en aspectos como los citados. • Piotr Llich Tchaikovsky, compositor ruso (1840-1893) Además, si permitimos el ejercicio de la voluntad • Publio Elio Adriano, emperador romano (76en el poder o no elegir realizar un delito, con mayor 138) razón debemos permitirlo en el ejercicio de un • Rainer Werner Fassbinder, cineasta alemán derecho como el matrimonio que no es sino el reflejo (1945-1982) del amor entre dos seres humanos, ese amor que se • Ricardo I Corazón de León, rey de Inglaterra predica en todas las religiones del mundo. (1157-1199) • Rudolf Nureyev, bailarín ruso (1938-1993) Recuerdo estas palabras, no menos sabias ahora, de • Sócrates, filósofo griego (470-399 a. C.) Abraham Lincoln: • Truman Capote, escritor estadounidense (1924-1984) Escritor, actor, periodista y guionista “Los que niegan la libertad a otros, no la merecen para del siglo XX, Capote es el autor de la célebre novela sí; porque bajo un Dios justo no pueden conservarla Desayuno con Diamantes. Se declaró abiertamente por mucho tiempo.” homosexual cuando «todavía no se hacía siquiera mención de la homosexualidad en la sociedad de Aquí una lista que refresque la memoria y permita bien.» enfocarse en los derechos como tales de los seres • Anacreonte: Involuntario propulsor del estilo humanos: poético inspirado en él, nacido con el rococó en siglo XVIII en Europa, Anacreonte es un antiguo poeta • Alejandro Magno, rey de Macedonia (356-323 griego del siglo V a.C. Conocido como el poeta del a. C.) simposio, viene siempre representado acompañado • Aristóteles, filosofo griego (384-322 a. C.) de su lira (instrumento musical de cuerda). Cantó los • Arthur Rimbaud, poeta francés (1854-1891) placeres del amor y de la pasión carnal, iniciando la así • Eduardo II, rey de Inglaterra (1284-1327) llamada “poesía anacreóntica”. Entre los fragmentos • Federido II el Grande, rey de Prusia (1712- que poseemos se lee abiertamente el amor que sentía 1786) hacia muchos hombres. • Francis Bacon, filósofo inglés (1561-1626) • Brunetto Latini:Escritor, poeta y político • Gustaf Grundgens, actor alemán (1899-1963) italiano, Brunetto Latini es famoso por una de las • Jean Cocteau, drameturgo francés (1889- primeras enciclopedias escritas en francés: Li Livres 1963) dou trèsor. Brunetto Latini viene colocado por • Julio César Cayo, emperador romano (101-44 Dante, a causa de su orientamiento sexual, entre los a. C.) sodomitas en el Infierno de la Divina Comedia. • Leonardo da Vinci, artista italiano (1452- • Lord Byron: Poeta romántico inglés, George 1519) Gordon Lord Byron fue declaradamente homosexual • Luchino Visconti, cineasta italiano (1906- y por este motivo puesto en el exilio. Ha escrito, entre 1976) otros, El Corsario y Los dos Foscari, y es famoso por • Marcel Proust, novelista francés (1871-1922) la creación del héroe byroniano. Mantuvo estrechas • Miguel Ángel Buonarroti, pintor, escultor y relaciones con muchos hombres contemporáneos de poeta italiano (1475-1564) su tiempo. • Michelangelo Merisi di Caravaggio, pintor • Johann Joachim Winckelmann: Celebre italiano (1573-1610) historiador del arte, Winckelmann estuvo entre los • Michel Foucault, filósofo francés (1926-1984) primeros alemanes identificados como homosexuales. • Oscar Wilde, polígrafo inglés (1854-1900) Fue un gran amante de la medicina y estudioso del 34
mundo clásico, se convirtió en vicepresidente de un instituto y profesor privado. Parece ser que fue con uno de sus alumnos con el cual compartió momentos de pasión que les llevaron a vivir juntos. • Hans Christian Andersen: ¿Podía el papá de La Sirenita ser heterosexual? Obviamente no. Andersen, nacido en 1805 en Copenaghen, dedicó exactamente su obra más famosa al amor prohibido por un hombre. Como la pobre Sirenita, sin voz no tenía la oportunidad de revelar su amor al príncipe Eric, del mismo modo que Anderson nunca pudo revelar su homosexualidad. Muchas de las informaciones han sido obtenidas de la correspondencia que Andersen mantenía con el Gran duque de Weimar. • Virginia Woolf: Nacida en Londres en 1882 y autora de diez novelas además de pequeñas historias y ensayos, es uno de los exponentes más importantes del feminismo del siglo pasado. Bien sabida es la relación que tuvo con otra escritora y poeta inglesa, Vita Scoville-West, a la cual dedicó Orlando (1928). • Frida Kahlo: Con uno estilo artístico (y de vida) que ha influenciado y apasionado a millones de personas y famoso modelo de mujer feminista, Frida Kahlo siempre se ha declarado abiertamente bisexual. Famosísimo es su autoretrato de 1926. • Michel Foucault: Famoso filósofo francés, Foucault vivió su homosexualidad de manera compleja, asistiendo a psicoanálisis durante el período adolescente e intentado más de una vez el suicidio. A pesar de todo, durante los años setenta, el período de máximo éxito del filósofo, Michel Foucault se convirtió en un verdadero y puro referente para el movimiento gay. • Alan Turing: Universalmente conocido como creador del primer ordenador. Alan Turing jugó un rol importantísimo durante la Segunda Guerra Mundial. Se suicidó debilitado por las hormonas que le obligaron a tomar para “curar su homosexualidad”. Muy recomendable la última película enteramente inspirada en la vida de Alan Turing (interpretada por Benedict Cumberbatch, candidato en los últimos premios Oscar): The Imitation Game. Fuente: http://www.bossy.it/gays-en-la-historia-10-ilustres-personajes-historicos-homosexuales-declaradoso-no.html
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KARMELO C. IRIBARREN POETA ESPAテ前L Por Randall Roqueツゥ Escritor, Costa Rica
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Karmelo C. Iribarren (España, San Sebastián-Donostia, 1959)
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armelo Iribarren Su obra temprana alcanza madurez en el libro La condición urbana, editado por Renacimiento, en 1995; al que siguen Serie B (1998) y Desde el fondo de la barra (1999). En 2002, da a imprenta La ciudad.
En 2005, publica una reunión de sus obras anteriores, con nuevos poemas: Seguro que esta historia te suena. En este primera obra completa incluye el inédito La frontera. Después, publicó Ola de frío (2007) y Atravesando la noche (editado por Huacanamo), a la que siguió, en la misma editorial, la obra Otra ciudad, otra vida, donde se depura su poética urbana. En 2012, la nueva edición en Renacimiento de su poesía completa, que incluye los libros publicados hasta ese año, más inéditos: Seguro que esta historia te suena (1885-2012). Ese mismo año aparece incluido en la antología Diez de diez. Poesía española reciente (Ed. Tedium vitae. México), Las luces interiores (Renacimiento, 2013), La piel de la vida (Editorial Baile del sol, 2013) y la Tercera Edición de la Poesía Completa: Seguro que esta historia te suena (Renacimiento, 2015), Haciendo Planes (Renacimiento, 2016) Fuente:http://diariopoliticoyliterario.blogspot.com/2013/07/karmelo-iribarren-poemas-seleccion.html
DIEZ PREGUNTAS A KARMELO C. IRIBARREN
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a composición de la poesía inicialmente se basó en la imagen, incluso llegando a tornarse tan académica que su acceso parecía indescifrable para otros lectores menos ávidos. En tu poesía está lo minimalista, el reduccionismo de la imagen a lo cotidiano careciendo en no pocas ocasiones de adjetivos, metáforas, símiles, es una simplicidad que unas veces encanta y otras molesta, pues pareciera perderse el poema dentro de esta simplicidad buscada. Partiendo de esta simplicidad tan notable en tu poesía ¿Qué te diferencia como escritor del lenguaje común que usaría cualquier otro? R/ En la lengua coloquial, la que utilizamos para comunicarnos, prima por encima de todo lo demás el mensaje. En mi caso, el mensaje también es fundamental, pero no más que la intención de producir -a la vez que comunico- un efecto estético. Yo utilizo las palabras de todos los días, pero con un ritmo diferente al que utilizamos al hablar, aunque el lector no sea del todo consciente de esto mientras lee. (De hecho, eso es lo que persigo). Y para ello me sirvo de la elipsis, la falta de retórica, la utilización de las sinergias… En fin, sería largo y quizás aburrido de enumerar. Tu poesía es melancólica, tiene una tristeza de la urbanidad que ronda entre el amor imposible y el hastío por la vida que no llega a ninguna parte, pero muchas veces el hombre y el mito se distancian, así como otras son uno mismo ¿Qué es Karmelo C. Iribarren: Mito o Realidad? R/ El personaje que aparece en mis poemas se parece a mí –hasta confundirse conmigo- en un noventa por ciento. Queda ese otro diez por ciento en la penumbra para que el lector pueda especular, si quiere. El per37
sonaje es mítico, su creador, yo, realidad, y de la más común. Algunos escritores somos un poco pirómanos y no queremos dejar rastro de ese pasado en el cual escribíamos, quizá porque alcanzamos la insatisfacción muy pronto. Según he leído Karmelo, no te decidiste a reunir tu poesía e incluso en 1989 destruiste todo lo escrito hasta ese momento. Regresando a esos años, podrías explicarnos ¿Cómo fue ese paso entre la destrucción y la construcción del poema de los escritos en los 80 a los que leemos en el 2016? R/ Se le ha dado una importancia excesiva a ese episodio. Gran parte de lo que ardió era malo de solemnidad, o quiero pensar así. Con todo, algunos poemas se salvaron, y han ido apareciendo en mis sucesivos poemarios. Mi poesía de entonces era más “activa”, la de ahora es más “contemplativa”. En ese se parece a mi vida. Me gustaría pensar que cada vez escribo mejor, pero de esto no estoy seguro. “El Diario de K”, tu libro publicado en el 2014, pareciera, más que un libro de poesía, un anecdotario epigramático, e incluso, en redes sociales se puede leer mucho de ese estilismo muy dinámico y humano, en continuidad de esta línea ya publicada ¿Comentarías en qué se diferencia este libro de otros y por qué lo considerás un libro de poesía y no de otro género literario? R/ Diario de K está escrito en prosa. Y es un libro raro, sin género, pero que se nutre de todos los géneros. En él conviven –no sé si bien o mal- la “nota al pie” al paso de los días, el comentario irónico, el poema en prosa, los recuerdos, el aforismo, la bagatela, el apunte meteorológico, del que me sirvo para pautar el paso del tiempo… Tiene mucho de cuaderno de notas de escritor. No es poesía, pero es lírico. Actualmente, te hiciste espacio entre muchos poetas españoles, pero para hacerlo siempre existe el drama con las editoriales, la búsqueda de la voz y del oyente, ese espectador indefenso de nuestros libros ¿Podrías contarnos un poco tu historia de vida, la real y humana que has seguido hasta llegar donde te encontrás actualmente? R/ A mí me costó un poco más porque siempre he estado al margen de los círculos académicos. Pero una vez que empecé –mandando un libro a una editorial- he seguido sin parar hasta hoy. Mi primer poema publicado data del año 77, el último de ahora mismo, hace un rato. En ocasiones, observo tu poesía y pareciera dar la imagen del daguerrotipo en la fotografía, estática sobre un espejo de plata pulida, al menos al leer varios de tus poemas, esa es la imagen que primero se evoca ¿Qué procurás hacer con tu poesía, más allá de sintetizar el instante vivido y por qué prescindís de metáforas u otros elementos literarios tan usados anteriormente en la poesía? R/ Yo busco transmitir emociones, sobre todo. No me interesa el arte por el arte, me interesa en lo que de humano pueda haber en él. Frente a la poesía del lenguaje yo abogo por la poesía de la vida. “La auténtica felicidad se quema demasiado rápido” has escrito en el poema “Como aquel cigarrillo” Karmelo, si la felicidad es algo tan efímero ¿Qué permanece? R/ Las arrugas, la calvicie (no es mi caso), la decepción, la muerte allí mirándote. Eso es lo único que permanece. Y, si eres afortunado, contra tanta catástrofe, el amor, o el calor de sus brasas. 38
A ningún poeta puede asegurarse que será recordado o que sus libros no terminarán empolvados en estantes ¿Cuál es el valor último de la poesía y su sentido en la perpetuidad? R/ De los mejores poetas, pasados unos años, quedan una docena de poemas, eso siendo optimistas. De la mayoría, nada. Escribir con un ojo en el futuro, ya no tiene sentido, si lo tuvo alguna vez. La posteridad está muy devaluada, me parece a mí. Bukowski dijo: “se requiere de mucha desesperación, insatisfacción y desilusión para escribir unos pocos buenos poemas…” ¿Es eso cierto en tu vida Karmelo? R/ Lo es al cien por cien. Finalmente… Si tuvieras que elegir un poema de toda tu obra publicada ¿Con cuál te gustaría te recordaran en este momento los lectores? R/ No sé, “Los sueños”, quizás. LOS SUEÑOS Lo fueron todo y ya los ves ahora, abatidos por los días iguales, como pasquines en los charcos. Vivir se reduce a esquivarlos. De La frontera y otros poemas (Renacimiento, 2005)
LA FÓRMULA Para Iñigo Peciña Begiristain
Hay que estar preparados para lo peor y disfrutar de lo bueno. Esa es la fórmula. Saber que nada es duradero; que la palabra siempre es engañosa, falsa, equívoca; que lo que hoy nos une eternamente, mañana será polvo, odio quizás, historia de la mala; que la vida se venga en la felicidad. Saber que será así, o podrá serlo. Y vivir como si el tiempo nos debiese algo, como si fuese nuestro, exigiéndole al contado lo que nos pertenece. De Serie B (Renacimiento 1998)
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MEJOR ASÍ Por supuesto que hay un montón de cosas que no te he dicho todavía. Qué esperabas. Si te lo dijese todo de golpe, en un ataque freudiano de sinceridad, no sólo no me creerías nada sino que además empezarías a mirarme como a un tipo seriamente peligroso. Mejor así. Mejor que sigas pensando que tengo mucha vida interior y que te aguardan momentos irrepetibles. De Serie B (Renacimiento, 1998)
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LOS PARAGUAS, LOS TAXIS Para Xabier Etxart Acabo de tirarlo, 35 minutos bajo la tormenta -esperando un maldito taxihan podido con él. Pero cómo se ha portado. Ésa es la diferencia: los taxis son como ciertos amigos, nunca están cuando más los necesitas. Los paraguas, en cambio, mueren por ti. De La frontera y otros poemas (Renacimiento 2005)
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Por Dayani Lopez
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No; toda palabra está de más. ¡Sosiega! ¡Deja, de tu voz, solo el silencio anterior! Como un mar errante a una paya desierta, llega A mi corazón el dolor ¿Qué dolor? No sé. ¿Quién sabe saber lo que siente? Ni un gesto. Sobreviva apenas a lo que tenga que morir El resplandor de la luna y la hora y el vago perfume indolente Y las palabras por decir. (L’homme – Fernando Pessoa)
ucho se dice por ahí que hay sentimientos para los cuales no alcanzan las palabras, y también se dice que siempre hay una excepción que confirma la regla; en este caso, y en mi opinión, la excepción vendría siendo la poesía. Es como si no hubiese sentimiento lo suficientemente profundo como para que un poema bien hecho no lo pueda expresar y transmitir, e incluso me atrevería a decir que puede darse el caso de encontrar poemas que le den nombre a nuestros sentimientos o que le aporten nuevos significados y valores a sentimientos que creíamos dormidos.
La interpretación de un poema es algo muy personal, me gusta creer que cada poema le habla a su lector en un lenguaje único que sólo este comprende o, al menos, que hace el intento por comprender. No siempre es fácil interpretar las imágenes que nos llegan cuando se lee poesía, en mi caso, muchas veces ni siquiera logro comprender la imagen que ofrece un determinado verso, sin embargo, este impedimento no es algo que me atormente; todo lo contrario, el reconocer que un poema toca algo en mí que no reconozco, el no ponerle otro nombre más que el del poema a eso que sientes y olvidarse de los significantes y sumergirse profundamente en los significados… todas esas son maneras en las que yo disfruto de la poesía. Pocas veces he tenido la sensación de no reconocer aquello que habita en mi interior, no todos los días puedo leer un poema y suspirar con la esperanza de que algún día, tal vez, todo tendrá sentido en mi cabeza, porque creo que para encontrarse a uno mismo primero hay que perderse, ¿y qué mejor manera que perderse dentro de un par de páginas, o dentro de un verso o incluso dentro de una palabra?
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Por Brayan Acu単a
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“...Ahora amo a Dios: a los hombres no los amo. El hombre es para mí una cosa demasiado imperfecta. El amor al hombre me mataría...” “...Mas cuando Zaratustra estuvo solo, habló así a su corazón: ‘¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!’” (Nietzsche, Friedrich. “Así habló Zaratustra”, 1883). Lea: Bryan Acuña: Discriminación suave-reacción dura
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o escrito anteriormente es parte del dialogo que sostuvo el personaje de Zaratustra con el “santo” en uno de los libros más emblemáticos del filósofo alemán Nietzsche, donde siguiendo una parte de su el nihilismo ha expresado la carencia de valores morales. Por una parte, expresaba la crítica general que sobre los religiosos el autor tenía, ya que se dirigían a los “simples mortales” como seres imperfectos a los cuales no se les podía amar porque ese amor estaba viciado, y por otro lado reflejaba su pensamiento filosófico pleno; por lo que matar a “dios” era dar a comprender que los valores de la moralidad humana eran vacíos, condicionales, casi inexistentes. El “santo” en este escrito, en su pensamiento amar a los hombres es complejo, por lo que amar a lo divino suele ser más sencillo, porque su práctica implica menos obligaciones. A veces a través de actos quizás ridículos se logra complacer el ego de ese ser supremo. En este espacio se pueden encontrar en la actualidad todos los extremistas que asesinan en el “nombre de Dios”. Un ejemplo de lo mencionado anteriormente son los islamistas, que exponen su propia vida luchando contra todos aquellos que se oponen a su versión radical de lo divino, quien pareciera no pueden defender su propia honorabilidad, y por esto echa mano de sus “guerreros sagrados”, quienes en un arrebato pasional de cumplimiento por los principios celestiales, son capaces de arrancar de raíz a todo aquel que consideren un infiel o que esté cometiendo afrentas contra los estatutos morales impuestos por sus líderes religiosos. Para el islamismo, principalmente el radical, el supuesto respeto por lo divino los lleva a realizar actos de violencia sin contemplaciones, atentando contra la vida de otros seres humanos por considerarlos violadores de su interpretación de las normas islámicas (sharia). Muy a pesar de que otras interpretaciones islámicas prohíben el uso desmedido de la violencia y el asesinato (Sura La Mesa Servida 5:32), los islamistas justifican sus actos en que los infieles desagradan a Dios y por eso su eliminación o sometimiento son un acto de rectificación espiritual. 45
En ese principio, los actos de violencia del pensamiento radical islámico no afectan solamente a los no musulmanes, sino que en reiteradas oportunidades atenta directamente contra los propios practicantes de su religión. Países africanos donde la mutilación genital femenina es una practica común, musulmanes que viviendo en países occidentales practican los asesinatos por honor, y la práctica de normas islámicas que son prohibidas en los países que los albergan; pena de muerte por ejemplo, ejercen una normativa paralela con jueces comunitarios de carácter religioso y cuya jurisprudencia no es vinculante y hasta es algo ilegal. Esta manera de actuar alimenta las posiciones negativas que de la religión islámica se tiene en diversos grupos sociales, porque si bien hay comunidades islámicas que se desvinculan completamente de este tipo de actividades, cuando el radicalismo musulmán es el que ha logrado generar unión entre los clanes islámicos del Medio Oriente (de ahí parte del éxito del califato en la zona) y fortalece a las comunidades en países no musulmanes, su discurso logra ganar simpatías. Los islamistas radicales son además los que promueven la Dawah (proselitismo) en los países occidentales y la hégira (migración) a dos vías, una para fortalecer las posiciones sunitas en la región del Medio Oriente y el Norte africano, y, por otro lado, nutrir a las comunidades islámicas en su proselitismo dentro de países no musulmanes, promoviendo muchas veces las versiones más “ortodoxas” y tajantes de los principios islámicos, como el salafismo y los principios de la escuela de de Muhammad Ibn Ismail Al-Bujari, uno de los principales memorizadores de los dichos del profeta Mahoma (Hadices). De este modo, promueven muchas veces una religión cuyo objetivo final sea agradar solamente a lo divino, sin importar lo suficiente si en la ejecución de este fin dañan a otros seres humanos, los cuales finalmente por su imperfección no son objeto de respeto pleno. Meditando sobre la vida en un bosque lejano, el Profeta se encontró con un clérigo islamista que se hacía tajos sobre su piel y clamaba a los cielos a gran voz. El Profeta le preguntó sobre el objetivo de su vida, a lo que el clérigo contestó: Ahora amo a Alá y todos los principios que sus santos sabios han enseñado, a los hombres, primordialmente a los infieles y sus caminos pecaminosos no los amo. Los hombres son para mí una cosa demasiado imperfecta. El amor a los hombres me enviaría a los infiernos. Mas cuando el Profeta estuvo solo, habló así a su corazón: “Qué complicado ¡Este clérigo islamista que ha huido al bosque de seguro no se ha enterado todavía de que Alá ha muerto y con él todos sus santos sabios!”
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Que exquisito tener zona de confort y olvidarlo con la pantalla del celular, que tiernos somos al despotricar en la red social esperando que otros tomen acción. Tan solo somos el resultado de décadas de domesticación, como ciervos menguados tiramos la moneda al aire y que la suerte me diga si avanzo esta vez por la derecha o por la izquierda, como si no existiera el arriba o el abajo. Caemos tan rápido en el olvido, cuando el video viral nos saca la risa o nos mata de asombro, pero los niños sirios siguen ahogándose, mientras las mujeres son asesinadas por sádicos enfermos llenos de falsa masculinidad y vos sentado como el peor espectador. La pantalla de tu computador te da una pastilla azul y una roja. La azul te hace reaccionar, con la roja sigues tu vida poco transcendente hasta que llegue tu final. ¿Cuál deseas tomar?
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