Sumario
Página
1. Editorial ................................................................................. 4 - Las pequeñas virtudes de Santa Ángela de la Cruz 2. El Magisterio de Sor Ángela .................................................... 7 3. Iconografía de Santa Ángela ................................................... 9 - Mis madres para Sevilla 4. Me gusta contarte cosas... ..................................................... 11 - El Corral de los Faroles 5. Hablamos de ella ...................................................................15 - Un amor y cariño tan grande gracias a sus hijas - La familia como transmisión de fe - A la sombra de la Giralda 6. Sor Ángela de la Cruz, cartas a... .......................................... 23 ...Las familias 7. Testimonios .......................................................................... 25 - La reliquia de Madre
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Sumario
Página
1. Su fe en Cristo ...................................................................... 27 2. Sus escritos «Destellos de Luz» ............................................... 30 - Confianza y abandono en los brazos de Dios 3. Aquella Hermanita de la Cruz................................................ 34 4. La llamada ........................................................................... 40 5. Conocí a una santa ............................................................... 42 6. Gran intercesora ante el señor ............................................... 44 - Pequeñas casualidades
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LAS PEQUEÑAS VIRTUDES DE SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ La imagen de Santa Ángela que figura en la página siguiente, fue pintada por Dubé de Luque, con motivo de su Beatificación, cuyo aniversario celebraremos el 5 de noviembre, festividad de nuestra Santa. Contemplando este cuadro viene a nuestra memoria aquellos días memorables de la visita del Santo Padre, Juan Pablo II, a Sevilla, dónde fue beatificada. Observándola detenidamente nos sentimos movidas para hablar de las pequeñas virtudes de Santa Ángela. Vemos la bondad de su rostro. Un rostro afable, apacible, que nos invita a la serenidad, a la delicadeza, a la amabilidad y al amor. Así era su alma, así fue ella, bondadosa, caritativa, misericordiosa, compasiva, sensible a las necesidades del prójimo…A ejemplo de nuestro Señor, pasó por la vida haciendo el bien. A veces podemos pensar que Santa Ángela ofrece una espiritualidad austera, de sacrificio, de mortificación. Es cierto que quiso vivir en el Calvario, junto a la Cruz de Jesucristo, con una vida de abnegación. Pero también es cierto que le dio mucha importancia a la práctica de esas “pequeñas virtudes” que hacen la vida agradable a los demás, que son el mejor alivio en medio de las penas que nos afligen en este valle de lágrimas. Con el amor y la práctica de estas virtudes nuestras casas se convertirían en un paraíso de unidad, paz y concordia, en un “cielo anticipado”, según palabras de Santa Ángela. Estas virtudes, que tan bien ella practicó en su vida, son como los frutos, el adorno y corona de la caridad. El descuido o la carencia de ellas, es la causa principal 4
EDITORIAL
Las pequeñas virtudes de Santa Ángela de la Cruz La caridad, escribe Santa Ángela, es el barómetro de la santidad. Se trata de una caridad que nace del amor de Dios, que se difunde en nosotros y de nosotros salta a los hermanos. Y que queda defendida cuando se crece en el amor al sacrificio.
y tal vez la única de las contrariedades, divisiones y discordias entre los hombres. Son virtudes que necesitamos para poder vivir en sociedad. Sin ellas no hay paz en la vida familiar, ni social. Santa Ángela escribía con mucha frecuencia y exhortaba sobre la práctica de estas “pequeñas virtudes”.
Un sacrificio que ella vive practicando la paciencia con el prójimo, disculpando s u s flaquezas, siendo indulgente, c o m p a s i v a , haciéndose cargo de los demás, sabiendo callar, aguantar y seguir aguantando, sin cansarse nunca de hacer favores, aún a los que no lo agradecen.
“Para conservar la paz hay que tener mucha caridad fraterna, y estar dispuesta a sufrir con tal que los demás no sufran, padecer porque los demás no padezcan, echarlo todo a la mejor parte, creer que todos obran con buena intención y no hacerse malos juicios. Cada uno sea el ángel de paz de los demás”.
El ejercicio de estas “pequeñas virtudes” es el que forma a las personas sólidamente virtuosas: razón de mucho peso por las que deberíamos amarlas y llevarlas a la práctica.
“Caridad con nuestros prójimos, con nuestros hermanos; caridad en lo grande, caridad en lo pequeño, caridad nacida de la humildad para ver nuestras faltas y las virtudes de los demás. Caridad, que es lo que nos enseña nuestro Dios en el Calvario”.
El mundo está cansado de todo. De prisas, de trabajos, de agobios, preocupaciones y fatigas. Pero no olvidemos que siempre es posible la caridad ¿No quisiéramos ser cómo un oasis de serenidad, de cortesía, de bondad en la vida de todos cuanto encontremos en nuestro camino?
“En todos nuestros hermanos debemos mirar la imagen de Dios venerando en ellos los destellos de la divinidad, estimulando en nuestro interior un amor grande y desinteresado que nos haga sacrificarnos gozosas por su bien”1. 1
¿No nos ilusiona la idea de ser otro Cristo que pasa haciendo el bien…? Leamos un último pensamiento suyo:
UN TESORO EN VASIJA DE BARRO. Pensamientos de Sor Ángela de la Cruz
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EDITORIAL
Las pequeñas virtudes de Santa Ángela de la Cruz ¿Podremos decir que es pequeña la sonrisa que levanta el ánimo de alguien, la palabra amable y cercana dirigida al que sufre, el comprender, disimular una contrariedad, aguantar y ser paciente, el ver en cada hermano otro Cristo?
“Ámense mucho en Dios y por Dios para que reine en todas la verdadera caridad que todo lo sufre, todo lo calla, todo lo echa a la mejor parte, no viendo más que sus faltas y las virtudes en las demás. Siempre hemos de disculpar, porque en el corazón que hay caridad no entra pensar mal de nadie, ni que las cosas se puedan hacer con malicia.”2
No, nada de esto es pequeño. Lo empequeñecemos nosotros con la rutina, con nuestra falta de fe y de amor.
Pequeños detalles, delicadezas que exigen un poco de constancia y abnegación es lo que Santa Ángela nos ha dicho. La práctica de estas virtudes es un ejercicio de caridad con el prójimo. Son “pequeñas virtudes” porque apuntan a cosas menudas: una palabra, un gesto, una mirada, un detalle de cortesía, de educación; pero son muy grandes, si examinamos el principio que las mueve y el fin que tienen.
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Pero tengamos un amor grande, una fe viva, como Santa Ángela y estos mil detalles de cada jornada nos acercarán más a Dios. Y al estar más cerca de Él nos encontraremos más cercanos, más unidos a los otros Cristos. A cada hermano que encontremos en nuestro camino.
CARTAS CIRCULARES DE SOR ÁNGELA DE LA CRUZ.
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EL MAGISTERIO DE SOR ÁNGELA (XVIII) renovada alegría y entusiasmo, encontramos en Sor Ángela una verdadera Maestra. En efecto, acercarse a Santa Ángela de la Cruz es acercarse a una mujer creyente. La Fe, fue en ella un inequívoco punto de partida, un verdadero hilo conductor, que no solamente le fue iluminando el camino de la vida, sino que la fue impulsando con toda valentía en la gran aventura que representó la fundación y el primer desarrollo de la Compañía de Hermanas de la Cruz durante más de cincuenta años.
El Papa Benedicto XVI en su deseo de reavivar la Fe en la Comunidad eclesial, ha convocado, con motivo de los cincuenta años de la Apertura del Concilio Vaticano II (11 de octubre de 1962), la celebración de un “Año de la Fe” que comenzará precisamente el próximo día 11 de octubre y concluirá en la Fiesta de Cristo Rey del año 2013. Afirma el Papa, en la Carta que ha dirigido a toda la Iglesia, que desde el comienzo de su ministerio como Sucesor de Pedro, ha recordado “la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo” (n. 2).
Son numerosos, además, sus escritos con enseñanzas preciosas acerca de la Fe: Cartas-circulares a todo el Instituto, Cartas a diversas comunidades locales y Cartas en respuesta a Hermanas particulares en las que animaba, una y otra vez, a dejarse iluminar y conducir por la Fe ante personas (Hermanas y pobres) de diverso carácter y condición, ante circunstancias concretas de la vida y sobre todo en momentos de oscuridad, de desaliento, de pérdida del ánimo y de la esperanza. Santa Ángela fue una mujer creyente que fue madurando a lo largo de su dilatada existencia, desde los primeros fervores de juventud hasta su plena madurez, cuando, al ser relevada de su responsabilidad de
Pues bien, en este camino de redescubrimiento de la fe como camino de 7
EL MAGISTERIO
El Magisterio de Sor Ángela (XVIII) creer. Como decía San Pedro a los primeros cristianos, “es preciso saber dar razón de la propia fe y de la propia esperanza”.
Superiora General de la Compañía, no sólo no se resistió interiormente, sino que, arrodillada delante del arzobispo de Sevilla, pronunció, en plenitud de fe, aquel “Dios se lo pague a Dios” que todavía resuena misterioso en los oídos y en el corazón de todos sus seguidores y devotos. Sor Ángela, antes que ‘predicadora de la fe’, fue ‘testigo espléndido’ de la fe que predicaba.
Hoy, no es admisible el divorcio entre la Fe y la vida diaria del bautizado: a los creyentes se nos pide una profunda coherencia entre la Fe que profesamos y lo que hacemos en cada momento del diario vivir. Jesús habló duramente de los que “dicen y no hacen”. En la actualidad hay que demostrar, desde la vida, la bondad y legitimidad de nuestra Fe.
Es fácil, ante semejante “creyente”, entender la actualidad y urgencia de su mensaje en los momentos que vivimos en el mundo y en la misma Iglesia. Recuerda el Papa en la Carta arriba mencionada que “mientras en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas” (n. 2).
Año de la Fe 2012-2013
Esto quiere decir que estamos desafiados a realizar un serio proceso de reconquista de la Fe. Reconquista que incluye varios importantes pasos: personalizar la Fe, profundizar la Fe, vivir de forma coherente la Fe y proclamar ante los demás la Fe.
Un Fe, finalmente, que hay que vivir con profundo agradecimiento a Dios, pero también con la alegría del que tiene una Buena Noticia que ofrecer a los demás. No se enciende una luz para ponerla debajo de la mesa, sino encima de ella para que ilumine a todos.
Hoy, no basta una Fe heredada: hay que hacerla propia en primera persona, más allá del ambiente familiar, social o laboral en que se viva. Fuimos llamados personalmente a la Fe en nuestro bautismo, y la respuesta hoy tiene que ser absolutamente personal.
Preciosa ocasión esta del Año de la Fe para vivirlo con el contagioso entusiasmo del que ha recibido un precioso regalo, y hacerlo de la mano de Sor Ángela.
Hoy no basta la llamada “fe del carbonero”, es decir, la del que cree sin profundizar lo más mínimo en el conocimiento de aquello en lo que dice
Antonio Mª Calero, SDB 8
MIS MADRES PARA SEVILLA Desde la oportunidad que tengo en estas líneas que escribo y que me dan las queridas Hermanas de la Cruz, me gustaría contar la experiencia que supuso para mí realizar la imagen de Madre para la Parroquia del Mayor Dolor de la Barzola y la que se encuentra en la Santa Iglesia Catedral de Sevilla y que cada año podemos verla en la Procesión del Corpus Cristi. La primera vez que me comentó, el que en aquel momento era párroco del Mayor Dolor, Don Manuel Soria Campos, actual Canónigo del Cabildo Catedral, Capellán Real de San Fernando de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla, y actual Párroco de Santa Justa y Rufina, la oportunidad de encargarme una imagen de “Madre” me llenó de satisfacción como sevillano ya, que siempre he sentido una enorme admiración y cariño por la labor que desempeñan ayudando al más desvalido nuestras siempre queridas “Hermanitas”, como aquí en nuestra tierra con cariño las llamamos. Realizar una escultura santuaria de Santa Ángela de la Cruz, siendo la Santa contemporánea y más sevillana que en estos momentos existen, requería un tratamiento muy especial y distinto de lo que normalmente se acomete con cualquier otra imagen, pues aun hoy viven personas que tuvieron la suerte de conocerla en vida, con lo que la aproximación en el retrato se antoja clave para el buen desarrollo de la obra artística, por lo que su tallado y su posterior terminación con la policromía, aconsejaban el acercamiento al estilo hiperrealista, con la dificultad que esto entraña para una imagen que posteriormente se dedicará al culto. Ese acercamiento tenía muy claro que no podía excederse pudiendo llegar a resultar chocante o incluso parecer una figura de cera. Había que dotarla de un profundo cariz cristiano y una mística que envolviese a su imagen para llamarnos a la devoción y con una única visión de la misma, saber quién fue “Sor Ángela de la Cruz”, como muchos aún la seguimos llamando. Varias anécdotas sucedieron durante la realización de la imagen e incluso situaciones de carácter un poquito inexplicables acontecieron en la finalización pero me quedo con lo que acaecía en el convento el día de su llegada, pues por deseo expreso de las Hermanitas la imagen de Madre pasó la primera noche en su casa, fue impresionante su llegada, se colocó aún cubierta en el templo del convento y justo al lado de donde se encuentra 9
ICONOGRAFÍA
Mis madres para Sevilla la capillita con su cuerpo incorrupto. Fue emocionante ver, conforme se descubría la imagen esas caritas de las Hermanas que contentas la rodeaban. Sus caras se llenaron de sorpresa y expectación y se formó una gran algarabía al verla a ella. Podía decirse que era una más dentro de aquel maravilloso coro que se formó, tanto es así que una de las personas que me acompañaba en ese momento para ayudarme con el manejo de ella, al ir a preguntar a alguna de ellas que se encontraban en ese improvisado coro no tuvo otro acierto que dar en el hombro de la sagrada imagen que se encontraba de espaldas, con lo que aquello fue devuelto con sonrisas por parte de todos los que estábamos presentes y respondido con un “me he confundido, perdón”. Gran devoto de Madre y para mi fortuna de esta imagen de ella, fue mi querido amigo “Pepe Rodríguez Gallego” y que recientemente acabamos de perder. Él, aunque siendo malagueño, cada vez que venía a Sevilla, cosa que hacía con mucha frecuencia, no faltaba nunca a darle su vueltecita a ella, como él decía, e ir posteriormente a casa de las Hermanitas, como el que visita a una madre cuando por avatares del destino vive fuera de la ciudad. Seguro que ya estará junto a Madre Angelita en ese cielo que ella tanto dio en esta tierra a sus pobres.
Teniendo en cuenta el estilo utilizado para la anterior imagen, ahora para esta no era lo más adecuado dado el carácter de estilos que nos encontramos es estas grandes obras y a las que esta nueva imagen iba a acompañar. Entonces me decidí porque la talla tuviera ese aire barroco tradicional pero a la vez con sus connotaciones realistas para su mayor comprensión porque como hemos dicho es una santa contemporánea y eso es difícil de conjugar. No puedo explicar la alegría inmensa que me produjo el momento de su bendición por el Arzobispo de Sevilla, Don Juan José Asenjo, en la catedral y su posterior procesión en el Corpus del año 2010. Fue recibida por el calor de los fieles sevillanos desde el gran cariño que en esta ciudad se le profesa a madre. En su peana se puede leer un frase suya que inscribí y que me ha guiado en mi caminar en la vida y será siempre un referente para mi: “No hay salvación sin Cruz, ni mérito sin paciencia, ni triunfo sin combate” Para terminar, profesarle mi más profundo respeto y admiración a las Hermanas de la Cruz, porque ellas son parte importante de nuestra sociedad y de esta ciudad, por su dedicación y entrega en toda la gran labor que realizan cada día con los que más las necesitan. Yo por mi parte para intentar contribuir con esta labor siempre que realice una imagen de Santa Ángela de la Cruz pondré el mil por mil en cada obra, pues soy devoto convencido de Madre, a la que le pido y sé que me acompaña, y espero guíe mis manos ya sea con el palillo o gubia para plasmar toda su grandeza.
La segunda imagen que realizo es para la Santa Iglesia Catedral de Sevilla, me produjo una amalgama de sensaciones, poder hacer una imagen de Santa Ángela y que fuera a habitar en la Catedral de Sevilla, en nuestra Catedral, y que formase parte del conjunto de imágenes que de grandes maestros imagineros de los siglos XVI, XVII y XVIII de nuestra ciudad que conforman esa Magna Procesión del Corpus Cristi de Sevilla.
José Antonio Navarro Arteaga. Escultor. 10
EL CORRAL DE LOS FAROLES Quiero contaros una cosa que, como mínimo, podríamos calificar de “milagro de amor”. Nos tenemos que situar en los años en que ninguno de los que estamos leyendo esto habíamos nacido, pongamos por lo menos, por los años mil ochocientos y pico.
fuente, con pilas para lavar, o un pozo con su carrucha y su cubo, para uso común de todos los vecinos que utilizaban el agua para todas sus necesidades, porque no había agua corriente. Solían tener cuatro corredores con planta baja y planta alta, teniendo para uso común los servicios y los lavaderos en los que se lavaban también las personas, sobre todo se bañaba a los niños. En cada corredor había una serie de puertas que correspondían a cada habitación y en cada una de ellas vivía una familia. Apretujaditos pero se apañaban como podían. En verano no había mucho problema porque algunos dormían en el patio mirando a las estrellas. Por sus mentes no podía pasar el tema del aire acondicionado que tenemos hoy e incluso el ventilador. ¡Qué tiempos! Y a lo mejor eran más felices que nosotros sin tantos “cacharros” electrónicos.
Existían unas casonas grandes, que en sus orígenes serían casas de gente rica e importante, pero que después se convirtieron en casas de vecinos. Eran muy peculiares porque teniendo en el centro un gran patio tenían también alguna
La vida en común se hacía casi siempre en el patio, allí se hablaba, se programaba, se discutía e incluso se llegaba a las manos en alguna riña, aunque no llegara la sangre al río. Uno de los vecinos, “el casero o casera”, era el encargado del dueño, como autoridad competente, que gobernaba aquel pequeño reino. Cobraba los alquileres y hacía observar las normas que 11
ME GUSTA CONTARTE COSAS
El Corral de los Faroles ellos mismos, en sus tertulias establecían. Se conocían todos, formaban una gran familia; hacían sus fiestas y también, a veces, había sus críticas y sus disputas, pero en definitiva era un colectivo que sobrellevaba sus dificultades y penas ayudándose en lo que podían. Muchas veces las disputas venían causadas por las peleas de los niños, cosa normal, como también era normal que las madres dijeran que la culpa no era de su niño y como de ir al colegio poco, pues disponían de mucho tiempo para jugar, discutir y pelearse, incluso con las pandillas de otros barrios que hacían sus “guerreas” contra ellos, muchas veces con las “pedreas” de las que, casi siempre, salía alguno “escalabrao”. Pues en uno de estos corrales de vecinos, que estaba situado por la Macarena, llamado de “Los Faroles”, que tenía fama de gente de mala catadura, había un matrimonio de personas mayores que estaba enfermo y “comidito de viruelas”. Era un lugar maloliente, en aquella época a las afueras de Sevilla, y había que pensarlo mucho antes de pasar por allí. Pues a Sor Ángela le llegó la noticia del problema de este matrimonio que sufría y no quería que nadie les llevara al lazareto. Ningún vecino se acercaba y procuraban pasar lo más lejos posible de su habitación por temor al contagio. A Sor Ángela se le ocurre exponer el problema en una reunión de las Hermanas y les dice: “A ver, dos Hermanas que se ofrezcan a cuidarlos”. ¡Para qué dijo esto!, inmediatamente todas las Hermanas querían ser las elegidas, todas pretendían que Madre se fijara en ellas para ser las “afortunadas” de cumplir esta misión que, a todos los vecinos y a nosotros también, nos hubiera repugnado y más con la fama que tenía el dichoso “ Corral de los Faroles”. Madre Ángela escogió a la Hermana Milagros. Era una Hermana muy experimentada y en ella puso Madre esa responsabilidad. A lo mejor fue también porque pensaba que llamándose Milagros tendría muchas posibilidades de hacer muchos “milagritos” con aquellas gentes. ¡Qué vista tenía Sor Ángela! ¡Pero como resultó que los hizo! Al entrar en aquel lugar se dieron cuenta del ambiente de hostilidad con que las recibieron: miradas de desconfianza, las madres llamaban a sus hijos y los metían en casa, la “casera” puesta en medio del patio las seguía con la mirada, después de haberles indicado el lugar… 12
ME GUSTA CONTARTE COSAS
El Corral de los Faroles Cuando entraron en la habitación de los enfermos se encontraron un cuadro horrible de abandono y mal olor. La Hermana Milagros y su acompañante no hicieron ningún gesto de repugnancia o desagrado sino que enseguida se pusieron manos a la obra. Abren sus bolsas, se quitan el manto, se colocan su delantal y sus manguitos para no mancharse el hábito y mientras una limpia el local la otra asea a los enfermos, limpian sus llagas, cambian la ropa de la cama… Los dos abuelitos enfermos parece que están viendo visiones, después de tanto desprecio y abandono, ¿cómo era posible aquello? ¿Serían dos ángeles del cielo mandados por Dios compadecido de tanta pena? Pues sí, los mandó Dios pero por medio de Sor Ángela. Mientras las vecinas curiosean entre las cortinas de sus puertas asombradas de lo que están haciendo estas monjitas.
Cuando llevaron al patio la mucha ropa sucia de estos pobrecitos enfermos para lavarla en la pila común del corral, la casera no se lo permitió. La devolvieron a su lugar pero por la tarde, ¡sorpresa! las Hermanas se presentaron con un lebrillo, que puesto junto a la fuente, sirvió para lavar toda la ropa. Cuando llegó la noche todo estaba en orden y limpio. Se van a ir las Hermanas y en ese momento uno de los hombres que entraba grita contra la casera que ha dejado entrar a las monjas y… ella, a la que se juntaron todas las vecinas, defienden a las Hermanas, pues estaban admiradas ya que nadie se hubiera atrevido a hacer lo que ellas hicieron. 13
ME GUSTA CONTARTE COSAS
El Corral de los Faroles
“Si no hay Dios, ¿por qué hacéis esto? Fue la pregunta del buen hombre. La Hermana Milagros dice: “Sí, hermano, sí hay Dios y usted le ofende blasfemando; por Él también le cuidaríamos a usted…” Seguro que se le cortó la respiración, sobre todo cuando le dijo que él debería confesarse. Así quedó la cosa, sabiendo las Hermanas que ya tenían para siempre las puertas abiertas en aquel lugar, es más, ya las llamaban con frecuencia. El cura de la parroquia no se cree lo que Hermana Milagros y su compañera le cuentan, le piden que vaya a confesar a unos enfermos. ¿Al Corral de los Faroles? ¿Saben ustedes lo que es aquello? El infierno y aquello deben parecerse. Las Hermanas le insisten y… ¡Sorpresa! Cuando llega el sacerdote las vecinas, guiadas por la casera, están dando los últimos toques de limpieza y adornos en el patio. Las paredes blancas de cal, las mejores macetas y más… un altarcito en el centro del patio con una pequeña imagen de la Virgen. En pocos días la mentalidad de aquellas gentes había cambiado y hubo bautizos, bodas etc… ¡Qué lástima! Los viejecitos de las viruelas murieron pero llegaron al cielo limpios y bien preparados. Los milagritos de Sor Milagros y su acompañante se hicieron realidad, aunque cualquier otra Hermana hubiera hecho lo mismo. Así era Sor Ángela y así son las Hermanas de la Cruz. Luis Cornello Espina, SDB 14
UN AMOR Y CARIÑO TAN GRANDE GRACIAS A SUS HIJAS Son pocos los Santos tan queridos, venerados y amados en nuestra tierra como lo es Santa Ángela de la Cruz, todavía conocida por muchos popularmente como Sor Ángela. Y esto no se debe, entre otras muchas razones, porque conocemos muy bien su vida, gran parte de sus escritos y porque goza de fama de milagrera, y esto último atrae a muchas almas que desesperadas buscan al que creen mejor intercesor que les pueda arrancar de Dios la gracia que le demandan y que tanto necesitan, sino que, bajo mi humilde opinión, ya que las anteriores razones también se dan en muchos Santos, creo que se debe a sus hijas, nuestras queridas Hermanas de la Cruz. Las Hermanas de la Cruz transmiten el carisma y la personalidad de su Santa Fundadora. Ellas no sólo han conservado íntegra la regla de vida que Santa Ángela de la Cruz les marcó como la mejor manera de santificarse, sino que guardan todas sus costumbres, hasta en los más mínimos detalles, que su Santa Madre Fundadora en vida mortal les inculcó, a veces simplemente con su vida y ejemplo sin necesidad de dejar constancia por escrito de las mismas. De hecho muchos de los que tenemos gran cariño y devoción a Santa Ángela de la Cruz no hemos podido conocerla en vida y algo fundamental para querer y amar a alguien es conocerla. Luego, la pregunta es inevitable: ¿Por qué tanto cariño hacia una mujer de finales del siglo XIX y principios del XX que ya nadie de los que viven llegaron a conocer o al menos a poder guardar algún recuerdo lúcido de su vida en este mundo? Si la pregunta era inevitable, la respuesta es bien sencilla: gracias a sus hijas. No necesitamos haber conocido personalmente a la Santa Madre de nuestras Hermanas de la Cruz para quererla y amarla, pues en sus hijas es fácilmente reconocida. A caso ¿no es como si viéramos a Santa Ángela en cada una de sus hijas? Muchas veces 15
HABLAMOS DE ELLA
Un amor y cariño tan grande gracias a sus hijas cuando las trato me parece como si a Ella misma, en persona, estuviera tratando.
estén dispuestas con valentía y decisión a seguir enriqueciendo a la Santa Iglesia de Dios y al mundo entero con este carisma y obra que ella nos dejó como mejor de los legados de su espiritualidad tan exquisita y que tanto bien ha hecho a innumerables almas y que, sin duda ninguna, con la gracia de Dios, seguirá haciendo por medio de sus hijas.
Incluso, nos parece estar viéndola cuando van por las calles y con sus hábitos nos hablan de sacrificio, entrega, mortificación y, sobre todo, amor a Dios y a los hermanos. Nos parece estar viéndola cuando visitan a los enfermos y los asisten como si se tratara del mismo Cristo. Nos parece estar viéndola cuando piden con tanta humildad y cariño limosnas para hacer más llevadera la vida de los más necesitados. Nos parece estar viéndola en el rostro sonriente de cada Hermana de la Cruz que con su silencio tantas cosas nos dicen, aunque la mayoría de las veces sea tan sólo con la mirada llena de amor y la sonrisa de sus labios, expresión de un alma llena del amor de Dios.
Que el Señor conceda a las Hermanas de la Cruz seguir conservando tan fielmente como hasta ahora han hecho, -a pesar de momentos difíciles y duros-, el carisma que Santa Ángela de la Cruz vivió y que dejó a sus hijas para continuar su obra en medio del mundo.
Mientras haya Hermanas de la Cruz, no necesitaremos biografías y documentales que nos hablen de Santa Ángela de la Cruz. Ellas, sus hijas, con su testimonio de vida, seguirán ayudando a tantas almas a conocer a aquella joven sevillana que bajo la dirección de un santo sacerdote, como fue su director espiritual, el P. Torres Padilla, emprendió aquella maravillosa obra inspirada por el Espíritu Santo y que fecundamente con la ayuda divina llevó a término, porque supo que el abandonarse en las manos de Dios, realizar su obra y penetrar en la anchura del amor de su Sacratísimo Corazón, es obtener la victoria segura y alcanzar la meta contra toda adversidad, que también Santa Ángela de la Cruz, como buen soldado de Cristo, hubo de vencer.
Mientras más fieles sean las Hermanas de la Cruz a su Santa Madre Fundadora, a su regla, costumbres…, mientras más santidad de vida vivan, mejor transmitirán al mundo la persona y obra de esta gran Santa, que es un modelo valiosísimo para imitar en el seguimiento a nuestro Señor Jesucristo y éste crucificado, que en palabras del Apóstol San Pablo podríamos decir: “escándalo para los judíos y necedad para los gentiles, pero para nosotros, fuerza de Dios y sabiduría de Dios”. Gracias Santa Ángela de la Cruz por tus amadas hijas.
Pidamos mucho al Señor por intercesión de nuestra querida Santa para que siga tocando el corazón de muchas jóvenes que
Pedro José López Suárez. Pbro. 16
HABLAMOS DE ELLA
La familia como transmisión de fe
“LA FAMILIA COMO TRANSMISIÓN DE FE” Este año en el que se conmemora el cincuenta aniversario del Concilio Vaticano II y ha sido elegido “Año de la Fe” por su Santidad el Papa; nos señalan que la familia ya no tiene tanta fuerza para educar en la fe como en el pasado. Yo diría que es más difícil, pero aún conservamos grandes medios para enseñar este valor. Nací en el seno de una familia creyente, donde uno de sus fines principales era custodiar, revelar y comunicar la fe. Fui educada en un colegio religioso, en las Salesianas de las Hijas de Mª Auxiliadora de Sevilla. En él aprendí a rezar, aprendí a amar, aprendí a conocer a Dios y a su Santísima Madre; bueno yo diría que ya los había conocido en casa, mis monjas salesianas tan solo me lo afianzaron y cultivaron durante un tiempo. Tenemos una sociedad cada vez más laica, el mantener los valores de la fe en estos momentos no es fácil, pero entiendo que la familia es el motor principal de ese refuerzo para que esta virtud brote en nuestros hijos. Desde mis abuelos, mis tías y mis padres; todos ellos me enseñaron como vivir y transmitir la “FE”, esa fe que madura en el “AMOR” y te lleva a la “ESPERANZA”.
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HABLAMOS DE ELLA
La familia como transmisión de fe Tres bellas palabras unidas entre sí y que pueden quedar grabadas muy dentro, arraigadas en el cimiento, en la raíz del alma, en lo profundo del corazón. La responsabilidad que tenemos los padres de cultivar la fe en la propia familia es ardua y no sólo con relación a los hijos, sino también y esencialmente como pareja. Soy madre de cuatro hijos y feliz abuela de tres pequeñajos que hacen de mi vida una esperanza. Mis hijos son mayores, ya crecen en otra dimensión y espero que sepan enfrentarse al viento de la vida y al largo camino que aún les queda por recorrer. Ellos son los responsables de llevar la rienda de la existencia de sus hijos, e infundirles todo aquello que yo intenté enseñarles en su día. Tuve la suerte de estar cerca de Sor Ángela desde mi cuna.
La conocí a través de un familiar, mi tía Jacinta en el mundo y Hermana Rosario de Fátima en el convento. Una gran mujer que consagró su vida a Cristo como Hermana de la Cruz y supo transmitir los valores de su fundadora a toda la familia. Madre Angelita era vivaracha, menuda, decidida, resuelta, alegre, avispada, dispuesta; de corazón inquieto y alma impaciente. A lo largo de su vida irradió muchas virtudes: “La humildad y pobreza como modo de vida, el amor como motor del mundo”. Trazó un proyecto que ante los ojos de los hombres parecía difícil de conseguir, pero ante la mirada de Dios era fácil de luchar por él. Llegó a su fin con éxito, consiguió con creces lo esperado y todo gracias a la fe y esperanza que puso en él, por eso sigue viva, está aquí con nosotros. Ella, Santa Ángela, ha sido mi modelo de imitación. Mª Pilar Ruiz Hurtado 18
HABLAMOS DE ELLA
A la sombra de la Giralda
A LA SOMBRA DE LA GIRALDA Decía Joaquín Romero Murube que la Giralda crece un poco cada día con el riego de los jardines que tiene a sus pies. Que antes que nosotros en la mañana saluda al sol. Que el viento la abraza y le lleva caricias diferentes. Que duerme con la cabeza en el cielo. Que añora en suspiros de mezquita no tener brazos para acariciar las estrellas. Que dispone de trajes con distintas tonalidades dependiendo de las horas de luz aunque prefiere el de color rosa que es el que luce de continuo.
de jardín recogido y bello que conforma la Plaza de Santa Marta desde donde la Giralda, casi se puede tocar.
La Giralda es esa torre erguida y esbelta como el cáliz de una flor que en su elegancia parece dar la exactitud de un Velázquez. Como ha quedado dicho la vida no la dan las piedras sino los hombres y las mujeres que hacen la historia. Y Dios primero que es sustento y cimiento de todo.
En ese patio silencioso y acogedor todo se sosiega, todo fluye, todo invita a ser feliz. La luz del mediodía se filtra a través del encaje de las buganvillas, de los jazmines, ocupando un espacio lleno de purísimas esencias. Fue en él donde vivió el gozo inmenso de sentir acrecentar esa espiritualidad que dulcemente llegaría acompañada de modales divinos y costumbres celestes.
Ángela de la Cruz recibió la luz, esa luz pausada y lenta que un día elegido iluminó el patio recoleto y humilde de su casa de Santa Lucía. A Bárbara de Santo Domingo la envolvió la luz que a primera hora se torna melancólica para entrar más tarde triunfal y radiante por los balcones y miraderos de la Giralda.
De todos es conocida la historia de su vida. Una vida dedicada, entregada, donde resplandecieron de manera ejemplar la caridad; el amor.
Sor Ángela, así como Sor Bárbara, eran poseedoras de un proyecto de vida que fue tomando forma a través de sus “papeles de conciencia”, éstos comenzaron a despuntar en ese “suspiro”
Sor Ángela sigue siendo alma de Sevilla. Sus palabras continúan proyectando luz; paz; firmeza de una esperanza. 19
HABLAMOS DE ELLA
A la sombra de la Giralda Sor Bárbara recibió la fe en el aire que respiraba. Desde aquella casa tan alta, “casa de aire”, aprendió a mirar al mundo desde arriba. Su amor por Dios lo absorbía todo. Su bondad era transmisora de ella estuvo llena siempre; de dulcedumbre y amor. La caridad acompañaba sus pasos. Fue virtud, delicadeza; la esencia de la santidad. El Espíritu que acompaña y ayuda trabajó en la intimidad de sus almas y recorrió con ellas el camino del tiempo. Para encauzar sus vidas hacia metas elevadas necesitaban las instrucciones de un consejero, de un guía que supiera interpretar la vida del espíritu. El padre Torres Padilla conductor de vidas santas fue el designado para dirigir sus almas. Persona de inteligencia brillante dotado de una acertada intuición para conocer el estado de las almas así como de un excelente don de consejo. Él las guió por la espiritualidad que él conocía y practicaba. Espiritualidad basada en el silencio; la oración; la meditación; la penitencia.
para dar a conocer a muchos sevillanos – que aún la tienen ignorada –, el amable y rico perfil humano y espiritual de esta sevillana excepcional.
Este era el hombre que Dios había escogido como médico espiritual para estas hijas de Sevilla que tuvieron el logro de nacer a la sombra de la Giralda.
Observe el lector con cuanta elegancia la presenta al decir: La Giralda plantada en el corazón de Sevilla como un suspiro amoroso arrancado a su cielo, no pudo sino quedarse mirando al infinito. Ella se echa a un lado para que en su grandeza y humildad al mismo tiempo se pueda ver a su “Hija”, “La hija de la Giralda”.
Sor Margarita González Menéndez – Reigada monja dominica del convento de Madre de Dios de Sevilla, escribió sobre Sor Bárbara un librito o folleto de 146 páginas titulado: “La hija de la Giralda” Sor Bárbara de Santo Domingo Antúnez, que se publicó en 1922 en Salamanca. Aunque la autora se oculta en el anonimato andando el tiempo se ha considerado que su contenido viese la luz
Según datos recogidos la hora de su nacimiento fue marcada por el rosario de la aurora dirigiéndose a la capilla de la Virgen de la Antigua. 20
HABLAMOS DE ELLA
A la sombra de la Giralda Fue presentada en su bautizo a la Virgen de los Reyes donde en su presencia – andando el tiempo – tenía tendencia a eternizarse. Su infancia y adolescencia trascurrió en apariencia ordinaria pero era dueña de una vida interior intensa y de una espiritualidad difícilmente comprendida por otros. Su meta desde siempre fue ser monja capuchina, pero las exigencias de la época y su falta de medios se lo impidieron. Estaba decidido que fuese el convento de Madre de Dios su destino a seguir. En él dejó constancia de una vida ejemplar y edificante. La llama del Espíritu permaneció viva en ella siempre, alentó su vida para poder lograr aquello que más quería; llegar a ser santa. Acerca de su encuentro con el padre Torres Padilla, así es como ella lo deja reflejado en sus “papeles de conciencia”. “Estando en oración, pedía al Señor me guiara en el laberinto en donde me encuentro, de pronto una voz me dijo claramente en mi interior: “Mira la iglesia”. Miré por la reja del coro y vi a un sacerdote arrodillado. La voz me habló de nuevo: “Míralo bien, ahí tienes el que quiero sea tu confesor”. A partir de entonces condujo su alma con exquisito mimo; con suprema delicadeza; con la suavidad de quien lleva a una santa. Pese a todo, los sevillanos ignoraban su caridad, su humildad, su alto grado de unión con Dios. La presencia del padre Miguel Zapata García fue providencial para dar a conocer a través de su biografía esta vida iluminada, edificada, surgida de la más estricta humildad que acompañó siempre a la hija del campanero que nació en una pequeña habitación -vivienda de sus padres- en la rampa 30 de la Giralda. En un apartado de su biografía dice: que el cisne antes de morir canta su más bella canción. Sor Bárbara así lo sintió y así la dejó manifestada en su última carta dirigida al padre Torres Padilla. El Señor decidió su dormición en el Monasterio de San Clemente donde la comunidad se tuvo que trasladar por causa de la desamortización residiendo en él por espacio de 9 años. En él quedó expuesta blanca como una rosa de África durante 9 días – sin proceso – a la veneración de los fieles. Sor Bárbara fue en sus virtudes aquel hermoso lirio sembrado por Dios en la Giralda y trasladado a la Orden de Predicadores que eternamente florece. Miguel Zapata hace mención a unos datos interesantes de reseñar. 21
HABLAMOS DE ELLA
A la sombra de la Giralda Literalmente dice: “No tenemos seguridad histórica que Sor Ángela de la Cruz y Sor Bárbara de Santo Domingo se encontraran, seguramente lo harían porque vimos a la “zapaterita” velando el cadáver de su Hermana y en sus apuntes espirituales del año 1874 escribe: “¡Ay, Hermanas mías queridísimas! Madre Santo Domingo, que ya estás segura en la posesión de tu amado y hermana Sacramento que tu fidelidad tanto complace a Dios y tu Isabel que tan buena eres, pedid por vuestra pobre Hermana para que así como en la tierra me dirige el mismo padre y por eso estoy unida a vosotras más que a otras, también en la gloria en unión con vosotras adore a mi Padre Celestial”. Sor Ángela de la Cruz junto con Sor Bárbara de Santo Domingo fueron propietarias de una energía bien administrada, antorcha de luz que sigue alumbrando a esta humanidad tan oscurecida de amor. Rosas de viento, almas elegidas, emanación del soplo divino, espíritu selecto elevado hasta la exaltación. Ellas se movían y respiraban por el Espíritu Santo sintiéndose guiadas por Él. Era Él el que animaba sus vidas y alumbraba su camino a seguir. Vivieron esparciendo sus gracias concedidas, fueron sembradoras de luz, flores selectísimas que perviven en la eternidad de la Gloria. Ángela Alfonso Sánchez
Desde estas páginas deseo expresar mi sincero reconocimiento hacia las personas que han facilitado datos para que fuese posible la publicación de este artículo.
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...LAS FAMILIAS Las enfermedades sirven para ejercitar las virtudes. No hay felicidad comparable con la de tener a Dios en la vida de familia. Aprender a unir los sufrimientos a los méritos de Jesucristo y a ofrecer la vida a Dios. A L A B A D O S E A N U E S T R O S E Ñ O R J E S U C R I S TO1 Mi querida familia: Con mucho gusto he sabido de vosotros y la alegría de todos al recibir mi carta, pues es muy buena señal. Las Hermanas enfermas están mejor. Pero esto no me apura, al contrario, me consuela el que Dios Nuestro Señor nos dé esta prueba de su amor; pues en todas las comunidades, como en todas las familias, permite Él las enfermedades para que ejercitemos las virtudes -la fe y la esperanza en Él; y la prueba que toda enfermedad es, de si realmente creemos que siempre nos ama como un Padre lleno de ternura. Cuanta gloria debe darle, vernos vivir los malos momentos apoyados y plenamente confiados en Él, y cuánto bien nos hace a nosotros el vivirlo así. Me alegro que estéis tan fervorosos y contentos. ¡Ay!, qué verdad es que en una familia que es cristiana, y que trabaja por serlo cada día más; cada uno de sus miembros debe exclamar de lo más íntimo de su corazón: “Que bueno eres, Dios mío, con nosotros. Qué bueno eres para mí, ¿con qué te pagaremos el beneficio de nuestra familia?”. Y es verdad, mis queridos amigos, que no hay felicidad comparable con la de tener a Dios como centro y motor de nuestras vidas, y con ellas, de nuestras familias. ¿Hay alguna que pueda compararse con la de tener un hogar, cuyo ambiente de vida es el amor y la felicidad que Dios da, a quien le abre su corazón totalmente? Muchos cristianos no lo conocen, porque no están siendo tan fieles a su vocación como deberían. Y por eso, algunas veces, no gozamos de la felicidad de ser hombres, mujeres, ¡familias! de fe; y otras, con una ingratitud que no tiene igual, nos quejamos de lo mismo que nos debíamos alegrar. 23
SOR ÁNGELA DE LA CRUZ, CARTAS A...
...las familias Pero ya desde hoy, comprendamos lo mucho que debemos hacer en la vida de cada día, para imitar a nuestro Señor Jesucristo y lo poquísimo que hacemos. ¡Cuantas ocasiones nos da la vida familiar para imitar a Jesús! Imitarle en el perdonar, imitarle en el callar, imitarle en el servir, imitarle en obedecer, imitarle en su sencillez, en su humildad, en su abnegación, en su vivir el sufrimiento dando la vida. Imitarle en todo eso que tan fácilmente llamamos: amor.
De Él, tenemos que aprender también a recibir, todo lo que nos venga un poco costoso a nuestro amor propio, como el tesoro escondido con el que tenemos que ganar el Reino de los Cielos, aprendiendo a unir los sufrimientos, cuando nos visitan, a los méritos de Jesús en la Cruz, que es lo que los puede llenar de valor; tenemos que aprender a unir todo cuanto hacemos cada día, a los méritos de nuestro Señor, para que así, ningún acto ni momento de nuestra vida se nos escape sin vivirlo unidos a Él, y con Él, ofrecido todo como un regalo diario a Dios, nuestro Padre.
Todas las Hermanas están alrededor de mí y no puedo continuar. Vuestra pobre Madre os bendice.
Sor Ángela de la Cruz
1-
Adaptación del P. Jon García, pbro. a la carta de Santa Ángela de la Cruz a la comunidad de Ayamonte, escrita el mes de Octubre de 1883. “Sor Ángela de la Cruz. Epistolario personal”, BAC 2003, Cta. nº 21.
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LA RELIQUIA DE MADRE Soy Miguel Molina, nací en Antequera (Málaga). Puedo decir que Dios nuestro Señor se sirvió de Santa Ángela como intercesora, para que yo esté en el seminario de Córdoba, preparándome para ser el día de mañana, si Dios quiere, sacerdote.
el médico manifestó a mi familia el peligro que existía, de que el niño se perdiera y también temía por mi madre. Mi padre angustiado, al recibir la ropa de mi madre, se le cayó la reliquia de Sor Ángela. Sin pensarlo entró rápido en la habitación y se la puso en el vientre. Al otro día el médico anunció que ya no existía peligro por mi pérdida y que mi madre estaba fuera de peligro. Yo nací sietemesino, un 18 de diciembre de 1992, día de Ntra. Sra. de la Esperanza.
Mi madre es enfermera en el hospital provincial de Antequera. Hace años, mientras estaba pasando planta, se encontró en una habitación a unas Hermanas de la Cruz, que cuidaban a una Hermana enferma. Mi madre, Mª Leonor se llama, intrigada con una de las Hermanas, le preguntó indiscretamente qué hacía cosiendo en la habitación, era de noche y poco se veía ya para labores. La Hermanita con una sonrisa le explicó que estaba haciendo reliquias de la Madre Sor Ángela de la Cruz, y cariñosamente le regaló una. Mi madre agradecida por el detalle de la Hermanita se la guardó en el bolsillo, pues estaba de guardia y le era imposible guardarla en un sitio mejor.
Como decía al principio, nuestro Señor se sirvió de Sor Ángela para traerme al mundo. Desde entonces esa reliquia está colocada en un hermoso relicario. Es un trocito de tela de su hábito colocada en una teca, con el escudo de la Congregación de la Cruz. Esta reliquia es la joya de mi casa y allá donde yo voy se viene conmigo.
Precisamente en la habitación de al lado se encontraba un hombre enfermo inmovilizado, mi madre y otra compañera, lo tenían que incorporar de una cama a un sillón. Al hacer la operación, el señor enfermo le dio a mi madre, sin querer en el vientre. Mi madre estaba embarazada de 7 meses y yo era la criatura que esperaba. Empezó a sangrar y perdió el conocimiento, la trasladaron a urgencia y
Desde pequeño le tengo a Sor Ángela un cariño y una devoción especial, y a ella le tengo encomendado que el día de mañana sea un buen sacerdote con un corazón y una amor tan grande al Señor y a la Santísima Virgen, como ella tuvo en su vida. 25
SU FE EN CRISTO Sí, nadie puede dudar que un santo sea un creyente, incluso un gran creyente. La generalidad de los creyentes acepta con facilidad cualquier verdad de las que propone la Iglesia. La dificultad está en vivir sobrenaturalmente cada una de ellas. Vivir sobrenaturalmente consiste en tener una fuerza interior de donde brota, como de una fuente, el querer y el obrar. Esa fuerza que da movimiento a nuestro querer y obrar sobrenatural es la fe en Cristo. Desde ahí aceptamos la voluntad de Dios y Cristo se convierte en nuestro modelo de santidad. Considerando esta afirmación, tenemos que hacernos una pregunta sobre la fe en Cristo de la Beata María de la Purísima de la Cruz: ¿Cómo aceptó la voluntad de Dios en su vida y quién fue el modelo de su santidad?
sobre ella misma, a quien conoce con toda profundidad, y que su voluntad es adorable, porque en realidad es la que conduce todo. Por eso, no es de extrañar que ante cualquier contrariedad, cambio de planes, su actitud habitual era decir: “Es el Señor que así lo quiere, bendito sea”. Y es que su presencia de Dios era continua, simplemente verla pasar invitaba a interiorizarse, pues se la veía siempre en Dios. Tenía un recogimiento sin afectación, era muy sencilla y natural. Tantos detalles dan a conocer que en su interior había un corazón que amaba intensamente la voluntad de Dios, en Él se movía y existía. Dios se convirtió en el eje de su vida, le consagra por completo su tiempo y todas sus energías, lo buscaba con obsesión. La salvación eterna, no sólo la quería para sí misma, sino también para todos los demás. Tenía un celo ardiente por la salvación de las almas. Desde el noviciado se constata el deseo que tenía de llevar almas a Dios por encima de todo y a costa de lo que fuera. Su celo apostólico era incansable y se lo comunicaba a las Hermanas que llevaban el apostolado directamente con los enfermos y niñas, incluso a las que no tenían apostolado directo con las almas, como la cocinera, enfermera de casa, etc., les decía que “su vida era sumamente
La aceptación de la voluntad de Dios, ponerse totalmente en sus manos, esperar a que Dios determine las cosas sin impaciencia de ninguna clase y sin querer que se hiciera su propio gusto, sino lo que quisiera Él, aceptar sus designios que iba descubriendo que tenía sobre ella, no indica que tenía mucha virtud de forma genérica, sino que era una mujer de una gran fe concreta y objetiva. Es señal de que creía que Dios es el que tiene la sabiduría suprema, no sólo sobre las demás cosas, sino 27
SU FE EN CRISTO Beata María de la Purísima
apostólica si sabían ofrecer todo por la gloria de Dios y la salvación de las almas”. Cuando hablaba de esto les instaba con entusiasmo: “Nos tiene que doler la salvación de las almas y el que todos amen al Señor, cuando un alma quiere al Señor no descansa hasta que todos le amen”. “Vamos a ser generosas con el Señor, Él se lo merece todo… Tenemos que salvar muchas almas”. Este deseo era tan vivo en ella que lo transmitía en todo momento y circunstancia: en sus consejos, cartas y avisos. Cristo fue también el principio vital de su vida sobrenatural. Esa vida sobrenatural supondrá mirar a Cristo como modelo para aprender de Él y meditar intensamente en su Pasión, hasta llegar a tener los mismos sentimientos de Cristo, incluso ante aquello que pudiera parecer injusto y provenga de los demás, pues “Él a pesar de su condición divina se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo haciéndose uno de tantos… se rebajó haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz”. Basta acercarse a sus escritos, a las cartas y mensajes que dirigía a las Hermanas, para descubrir que su espiritualidad no estaba encerrada en unas cuantas prácticas de piedad, sino que tenía como fundamento y despliegue tener los mismos sentimientos de Cristo. Quería meter muy dentro de las Hermanas cuánto las amaba el Salvador y cómo Él era lo único que llenaba el alma de felicidad. Insistía que tenían que ser muy sobrenaturales y saber verle a Él en cada acontecimiento de la vida, dándole al sacrificio todo el valor posible y para eso había que estar muy unidas al sacrificio de la Cruz, a los méritos infinitos del Salvador, para que sirviera de redención a todas las almas. Por esta riqueza que descubre en Cristo, se convierte en su único Maestro, Modelo de santidad, Bienhechor, Amigo, Padre, Pastor. Veía como una necesidad empaparnos de su ejemplo para saber dar a nuestros sentimientos y criterios un enfoque más 28
SU FE EN CRISTO Beata María de la Purísima
sobrenatural. Decía: “Nos falta ese sentido sobrenatural para ver a los que nos rodean como instrumentos de santificación y como medios que el Señor nos ha puesto para purificarnos; sus defectos purifican los nuestros que también los tenemos”.
Esto es lo que la Beata María de la Purísima creía. A esto fue a lo que le hizo un lugar en su vida. Nada de esto se puede aceptar, si no es a la luz de la fe. Nada de esto se puede poseer a este nivel de riqueza, si no es porque ha sido cultivada la fe con mucha reflexión y meditación. Este mundo no se puede hacer vida, si no es que sobre él se haya orado mucho, y, posiblemente, si no fuera porque Dios ha ayudado con el don de la contemplación hasta llegar a amar intensamente cada una de las verdades eternas. Así pues, si toda vida es movimiento, acción, Cristo es nuestra Vida por la fe. No ha de ser nuestra fe una fe muerta y dormida. Hemos de vivirla. Vivir una fe en Cristo que salte hasta nuestro siglo XXI, hasta nuestra vida ordinaria. Una fe en Cristo que venga con nosotros a nuestro trabajo y apostolado. Sólo entonces palpitará Cristo en nuestra vida, hasta llegar al “Vivo yo, pero no soy yo el que vive; es Cristo el que vive en mí”. Teodoro León Vicepostulador de la Causa
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SUS ESCRITOS.
“DESTELLOS DE LUZ” CONFIANZA Y ABANDONO EN LOS BRAZOS DE DIOS
“Él nos lleva siempre de la mano, y en Él estamos seguras”. 1. Estamos en manos de Dios, ¿en cuáles mejor? Él sabe lo que más nos conviene, vamos a fiarnos mucho de Él, seguras que lo que Él nos mande será lo mejor ¿no le parece? (Cp. 15, p. 2105).
total abandono; no cuente con nada suyo, pero apóyese en la gracia de Dios, que la da a quien se la pide. (Cp. 43, p. 2152).
5. Tu postura ha de ser siempre de total abandono; no cuente con nada suyo, pero apóyese en la gracia de Dios, que la da a quien se la pide. (Cp. 43, p. 2152).
2. Nunca le parezca demasiada su confianza en Él. Piense: ¿si s.c. quiere a una persona, qué prefiere que confíe en s.c. o lo contrario? Pues lo mismo el Señor. Él lo que necesita es un corazón humilde. (Cp. 37, P. 2140).
6. Ahora, en lo que más trabajo es en el abandono en manos del Señor. El fiarme plenamente de Él, segura de que lo que me va presentando es lo mejor. Ha sido un año muy difícil, pero ya ha pasado. Ahora se teme lo desconocido, por eso hay que afianzarse mucho en Dios. (Cp. 55, p. 2172).
3. No te desanimes jamás si no consigues la perfección tan pronto como quisieras, el desaliento es siempre obra del enemigo, antes bien, cuando te sientas poca cosa confía en el Señor, la confianza le roba el Corazón y entonces hará en ti y por ti cosas grandes. (M.R.).
7. Trabajemos en ese pleno abandono en manos del Señor, seguras de que Él nos ama y lo que permita será lo mejor para nuestra santificación. También con su Hijo usó esas trazas que tanto nos desconciertan. (B. 2318).
4. Ten mucha confianza en el Señor, no te desanimes por muchas tentaciones que tengas ya que, como bien sabes, mientras tu voluntad esté unida al Señor y tus deseos sean de sólo agradarle no tienes por qué temer. (M.R.) Tu postura ha de ser siempre de
8. Él nos lleva siempre de la mano, y en Él estamos seguras. (Cp. 32, p. 2132). 30
CONFIANZA Y ABANDONO EN LOS BRAZOS DE DIOS Beata María de la Purísima
9. Viva muy abandonada en brazos de Dios ¡Es tan bueno! No piense si va a venir o no; Él se lo arreglará todo. Sabe mejor que nosotras lo que nos conviene. (Cp. 42, p. 2151). 10. Descanse en Él, es tan seguro; se vive tan bien en sus brazos. ¿Se acuerda de la estampa que tanto me gustaba? esa es nuestra postura: descansar en los brazos de Dios. (Cp. 42, p. 2151). 11. No se apure por sentir esa frialdad y esa oscuridad tan grande. Déjese conducir por el Divino Espíritu que le va dando, en cada momento, lo que más conviene a su alma. (Cp. 55, p. 2172).
en la vida tienen que volver. (Cp. 62, p. 2181).
12. Viva muy abandonada y segura en manos del Señor, fiándose plenamente de Él. No podemos decir que nos fiamos cuando vemos, sino cuando todo es oscuridad. Mantenga su voluntad muy unida a la suya y nada tema; hay que pasar los túneles para llegar a la meta. (Cp. 55, p. 2172).
15. Vamos a aprovechar el momento presente, pues no podemos vivir de recuerdos, ni de sueños de un futuro que no depende de nosotros. (Cp. 70, p. 2189). 16. Abandonadas en manos de Dios y fiándonos plenamente de Él, tenemos que estar convencidas de que lo que va sucediendo es lo mejor para nosotras si lo sabemos aceptar; y pensar que Él lo quiere, o al menos, quiere que lo aceptemos. (Cp. 70, p. 2189).
13. Fíese de Dios y camine adelante, de la mano de la Virgen. Él la quiere más que nadie, y cuando permite todas estas cosas algún fin tendrá. Tiene un tesoro en las manos ¡por Dios Hna. no lo deje escapar! Todas estas cosas le ayudan a buscar sólo a Dios, y si se acostumbra a esto, no sabe lo que tiene adelantado. (Cp. 59, p. 2177).
17. No se desanime si le parece que no adelanta todo lo que quisiera, s.c. preocúpese de trabajar sin cansarse, el resto lo hará el Señor. (Cp. 71, p. 2190). 18. Piense que el Señor nos va dando, en cada momento de nuestra vida, lo que más necesitamos, aunque a veces no lo comprendamos, después se alegra una, sobre todo si nos hemos vencido y hemos procurado el bien de los demás. (Cp. 75, p. 2194).
14. ¿Ve que bueno es el Señor y cómo no tenemos más que confiar en Él? Todo pasa, y después nos queda la alegría si lo hemos sabido aprovechar. Esto nos tiene que servir de experiencia para cuando vuelvan los tiempos difíciles, que alguna vez 31
CONFIANZA Y ABANDONO EN LOS BRAZOS DE DIOS Beata María de la Purísima
19. Piense que Dios ve el corazón, y aunque las cosas no le salgan como s.c. querría, Él ha visto su esfuerzo, y poco a poco la irá transformando y haciéndola más semejante a Él. (Cp. 141, p. 2266). 20. Vive confiada en sus brazos y no te inquietes pensando en el futuro, ya que sólo Él sabe lo que más conviene, y todo lo que pasa lo permite para que nos santifiquemos. (M.R.). 21. Como Nuestro Señor no se deja vencer en generosidad verás cómo te da su gracia para adquirir esas virtudes que tanto te cuestan. (M.R.). 22. No se desaliente. El Señor permite algunas veces que pasemos esas malas temporadas. No se ponga dificultosa que nunca lo ha sido; es culpa nuestra si no encajamos en todas partes. (Cp. 23, p. 2116). 23. No permitas que el desaliento se apodere de ti, si alguna vez faltas en algo, échate en brazos del Señor como niño pequeñito y vuelve de nuevo a luchar por Él. (M.R.). 24. Déjale que juegue contigo como con una pelotita. Sé su pelotita – siempre dispuesta a que juegue contigo – y todo esto de tal manera que sólo Él se de cuenta para que siempre sea Él tu recompensa. (M.R.). 25. Confíe en el Señor y luche cada día, cada momento del día, y notará cómo el Señor va transformando su corazón y haciéndolo cada vez más semejante al Suyo. (B).
26. Confíe mucho en el Señor. Él la quiere más que nadie; acuda siempre a Él. Séale muy fiel en las cosas pequeñas que le pide, muy dispuesta siempre a sacrificarse. Siga trabajando por tener un corazón grande. (B. 2317) 27. Esté siempre alegre y segura de que el Señor le va dando lo que le conviene en cada momento, y cuando lo necesite no dejará de proporcionarle lo que sea preciso. (B. 2317) 32
CONFIANZA Y ABANDONO EN LOS BRAZOS DE DIOS Beata María de la Purísima
28. No se agobie por nada. Póngase en manos del Señor, dispuesta a dejarle hacer, no quiera nada más que lo que Él quiera; por su parte abra su alma a la acción del Espíritu Santo, sea dócil a cualquier inspiración por pequeña que sea. Acuda continuamente al Señor sintiéndose pobre, pequeña y necesitada. (B. 2328). 29. Confíe mucho en la gracia del Señor que nunca le ha de faltar si acude a Él con humildad. No olvide que le pide mucho porque la ama mucho. (B. 2329). 30. No quiero que esté triste ni agobiada; piense que el Señor está cerca de los que le invocan, y que le ha de dar la gracia no sólo necesaria sino abundante. (Cp. 135, p. 2258). 31. Con la ayuda de Dios todo se puede, no hay más que acudir a Él confiando plenamente en el poder de su gracia y desconfiando de nosotras mismas, mientras ponemos nuestra buena voluntad. (Cc. 86, p. 1840). 32. Si nos abandonamos plenamente en Dios y nos fiamos del todo de Él, gozaremos de una paz inmensa y avanzaremos rápidamente por el camino de la santidad. (Cc. 11, p. 1539). 33. Debemos sentir la necesidad de su perdón y de su luz, y una gran confianza en su amor. (Cc. 47, p. 1659). 34. Tengamos confianza en Quién siempre nos está perdonando y amando a pesar de nuestras miserias y debilidades, y que precisamente cuando las aceptamos humildemente es cuando Él actúa en nosotros purificándonos y santificándonos. Nuestro error está en que no acabamos de convencernos de que es únicamente sobre nuestra debilidad sobre lo que Él construye nuestra santidad. (Cc. 83, p. 1831). 35. El poder de la debilidad está en la aceptación sincera y humilde de ella, y la confianza plena en el Señor. (Cc. 83, p. 1831).
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AQUELLA HERMANITA DE LA CRUZ «No sé cuándo me di cuenta de que aquella monja era santa. No me parece que fuera un día concreto ni recuerdo que fuera con motivo de ningún acontecimiento especial. Debió de ocurrir paulatinamente, consulta tras consulta». Conocí a Sor Isabel Salvat Romero — no fue para mí Madre María de la Purísima ni Madre General de las HH. de la Cruz sino hasta algunos años después— en el otoño de 1994. Había sido intervenida de un cáncer de mama y me la presentó su cirujano, el Dr. Antonio Gallardo, para que continuara atendiéndola en el antiguo Centro Regional de Oncología (Pabellón Vasco). Siento no acordarme mejor del día que la conocí pero ahí está, en el fondo del recuerdo, sonriente y, a su lado, en un segundo plano a su izquierda, otra monja menudita —Sor Sofía—, algo mayor que ella, recogida, seria, atenta y a las que ya no pude —ni aún ahora— separarlas en la memoria.
o nueve meses que duró el tratamiento la recuerdo siempre animosa, sin valorar muy negativamente los inevitables efectos secundarios del tratamiento, fuerte y serena incluso en los momentos más duros, y muy agradecida por cualquier mínima atención que tuviera con ella.
Dadas las características pronósticas de la enfermedad le aconsejé quimioterapia y posterior radioterapia, siguiendo los tratamientos estándares vigentes. Esto suponía verla cada tres semanas, fundamentalmente para valorar si seguía en condiciones de recibir un nuevo ciclo. Durante los ocho
Cuando, ya finalizado el tratamiento, me trasladé al Hospital Virgen Macarena 34
AQUELLA HERMANITA DE LA CRUZ Beata María de la Purísima
la seguí atendiendo allí. La sala de espera de las consultas de Oncología no permitía una mínima intimidad. Era un gran espacio vacío con asientos adosados a las cuatro paredes de modo que los pacientes estaban sentados enfrentados unos a otros. En la mayoría de las ocasiones la calidad humana de aquella gente, pacientes y acompañantes, impedía que aquella situación desembocara en una olla común de angustias y sufrimientos silenciosos donde cada uno recibiera no sólo su ración sino también parte de la ajena. Casi siempre había alguien que entablaba tertulia y que animaba al de al lado. Sor Isabel era siempre una de ellas.
los pacientes y que posiblemente habría medios de que las esperas no fueran tan largas…Con una sencillez y alegría que ni por asomo dejaba ver reproche, cumplió con lo que debió parecerle que era su obligación: interceder por los pacientes. Durante aquellos años nunca me faltó con ocasión de mi onomástica y en Navidad una cariñosa y agradecida felicitación. Siempre en esas fechas, menos en una ocasión. Estaba yo pasando entonces por una situación especialmente desagradable cuando, inesperadamente, me encontré con una nota de las HH. de la Cruz —que aún conservo— en la que, sin hacer alusión a aquella situación personal, me manifestaban que en nombre de la Madre General que estaba en Roma me transmitían su recuerdo «en estos momentos y siempre». No dejo de creer que, de alguna manera que ignoro, ellas tuvieron conocimiento de esos malos días y procuraron aliviarlos.
Aunque a medida que la conocía yo le iba tomando cierto respeto y admiración por la forma de ser que dejaba traslucir, ahora, escribiendo esto, percibo que quizás fuera, muy a pesar mío, algo desconsiderado. ¿Alguien imagina a la máxima autoridad de una organización internacional, como podría ser considerada ella desde un punto de vista civil, sentada en una sala que no fuera VIP esperando pacientemente su turno hasta que alguien la llamara por el interfono apeándole, aunque fuera inadvertidamente, el tratamiento? Su humildad impediría que ella reparara en estas deficiencias.
No sé cuándo me di cuenta de que aquella monja era santa. No me parece que fuera un día concreto ni recuerdo que fuera con motivo de ningún acontecimiento especial. Debió de ocurrir tan paulatinamente, consulta tras consulta, que cuando pensé en ello por primera vez ya tenía la sensación de haberlo pensado antes.
–Sor Isabel Salvat Romero.
Tras los años vividos, cuarenta y dos de los cuales en el ejercicio de la Oncología Médica, he tenido la suerte de tratar a mucha gente buena, realmente santa, de las que militan en la honrosa división de los que cada día caen y se levantan con un empeño que cada día
Y ella aparecía sonriendo. Jamás, ni me lo imagino, sugirió un trato de favor pero aquel día, que habría visto más dolor ajeno de la cuenta, me hizo ver, antes de despedirnos, que las condiciones de la sala no eran las más adecuadas para 35
AQUELLA HERMANITA DE LA CRUZ Beata María de la Purísima
desearían que fuera amoroso y que no ocultan la humildad de su divisa, con la que se sienten contentos: comenzar y recomenzar. Pero a esta santa no me la imaginaba dando esos traspiés, porque vivía tan ajena de sí, tan desprendida, tan entregada al instante que vivía, tan sin aparente soporte temporal en lo ya ido y en lo que inmediatamente vendría, que me parecía estaba inmóvil aceptando, aunque sin mayores deseos, una plenitud de alas que la cubrían con su sombra. Esa sensación de armonía y sin embargo de encaje demasiado perfecto en la realidad cotidiana, era lo que más me sorprendía. No me parecía que ella fuera obra puramente humana. Cada vez que se terminaba la consulta se volvía sonriente para despedirse y en cuanto se iba me dejaba aquella presencia que no se parecía al recuerdo con que la imaginación prolonga la inmediata realidad pasada y, desde luego y de manera distinta, a lo que se alude en la canción popular «…aunque me voy no me voy, aunque me voy no me ausento…». Se me parecía más a la presencia real de la que habla George Steiner cuando, analizando las emociones en el límite de la belleza artística, fundamentalmente la música, percibe un exceso de significado que desborda la pura belleza formal y la trasciende. O más probablemente, percibía un lejano anhelo pacífico cuya naturaleza fuera su propia inaccesibilidad, como si al despedirse dejara la ausencia de algo mayor que se cerniera sobre la consulta. Supongo que una certidumbre parecida a estas, pero vía olfativa, es la que experimentaban los hagiógrafos de las antiguas vidas de santos cuando se referían al olor de santidad. Pero esta monja no olía a nada, sólo a limpia. Por todo ello no me daba la impresión de que aquella monja fuera sólo obra de sí misma. Todas aquellas impresiones se concretaban en un mensaje cifrado: —Esta monja sabe lo que se hace…sale ganando… ha elegido la mejor parte… Ahora, tras una docena de años de aquello, me obligo a analizar si quizás no fuera el cariño que yo empezaba a tomarle lo que contribuyera a que yo fuera añadiendo a aquella sencilla religiosa algunos de estos adornos. Creo sinceramente que no es así. Y quizás aun podría evocar, con agradecimiento, aquella paz agradable que dejaba al marcharse. Cuando se incoó la causa de beatificación y solicitaron mi opinión sobre ella no dije nada de todo lo anterior porque nada de aquello era objetivable y como tampoco pude narrar ninguno de los hechos prodigiosos que hacían los santos de antes, me circunscribí a apuntar que era una monja sonriente, sencilla, agradecida, atenta, pudorosa sin remilgos, natural, comedida…de manera que no 36
AQUELLA HERMANITA DE LA CRUZ Beata María de la Purísima
creo que mi opinión tuviera demasiado peso a favor de la beatificación, aunque yo ya la tuviera canonizada para mi uso particular. Probablemente lo más importante de los santos modernos es lo que no se puede decir de ellos. Cuando nos vimos en el otoño de 1998 estaba muy desmejorada. Había vuelto de un largo viaje apostólico por tierras de América donde había estado visitando Casas de la Orden. Estaba más delgada, más pálida y, aunque intentaba disimularlo con su permanente buen ánimo, se la veía cansada. Se asfixiaba un poco al hablar, pero no tuvo tos durante toda la consulta. Intentaba permanecer erguida aunque no lo conseguía del todo. La exploración clínica apuntaba claramente a una reactivación de su proceso, con claridad a nivel hepático, pero no tenía ictericia. Los resultados analíticos y por imagen confirmaron que la enfermedad, silente durante cuatro años, había reaparecido y, además, de una manera especialmente agresiva. No era una evolución atípica pero sí lo era que con aquella masiva afectación hepática pudiera estar de pie.
habían recorrido juntas, las inevitables y dolorosas contradicciones vividas una al lado de la otra, el celo al unísono por la preservación del espíritu de Madre Angelita en medio de aquella turbulencia que siguió al Vaticano II y que se llevaba por delante, en nombre del aggiornamento, tanto espíritu de oración, de mortificación, de pobreza, de obediencia, junto con costumbres de siglos de convivencias y que impulsaba a quitarle rigor a la aspereza de aquellos hábitos, a la sobriedad de aquellos colores, a abandonar las alpargatas de espartos, negras, remendadas, limpias…Toda la historia de la Orden se condensaba en la mirada de aquellas dos mujeres fieles, fieles, en aquellos instantes en que cualquiera de las dos podría haber dicho: Gracias Señor, hasta aquí hemos llegado juntas.
Cuando le informé de la situación recibió la noticia sin ningún aspaviento, con el rostro sereno y sonriente de siempre, en nada diferente a cuando, en ocasiones anteriores, le contaba que todo seguía bien. Tras aquella noticia el silencio se prolongó un poco mientras Madre María de la Purísima miraba a Sor Sofía, su fiel escudero, su custodio, su compañera de correrías. Pienso que en aquellos instantes intensos se transmitieron los mismos recuerdos: los trabajosos caminos que ambas 37
AQUELLA HERMANITA DE LA CRUZ Beata María de la Purísima
Sor Isabel —Madre María de la Purísima— se volvió hacia mí para preguntarme que cuántos meses de vida le quedaban. Me lo preguntó con la naturalidad con que me hubiera preguntado por mi familia. El mismo tono de voz pausado, bajo, cortés. Parecía que estaba hablando de otra cosa y no de la proximidad de su muerte.
su compañera de tantos años y dijo con ímpetu: —Madre, si tiene que ponerse la quimioterapia se pone…tiene que ponerse la quimioterapia. Cuando recuerdo estas palabras se me viene a la cabeza la misma vehemencia de Simón Pedro. Sor Isabel, con gran serenidad, un poco más seria aunque sin perder la sonrisa, le dijo a Sor Sofía:
Guardé silencio. Probablemente porque no fui capaz de contestarle. Entonces, seguramente que pretendiendo ayudarme, me preguntó textualmente y en el mismo tono de voz.
—Debemos Hermanas.
consultarlo
con
las
—¿Cuántas semanas? Un nuevo silencio mío le acercó a la verdad… —¿Y qué se puede hacer? —Podríamos intentar la quimioterapia. Eso podría alargarle la supervivencia y mejorarla. Acababa de aparecer en el mercado un nuevo fármaco, acreditado por ensayos clínicos, indicado en aquella situación patológica.
Esta respuesta, más que ninguna otra, me reflejó la talla de su santidad. Ni siquiera cuando hizo referencia explícita a que la muerte la conduciría a lo que más amaba y que no era de su gusto posponerlo, su alma dejó traslucir tal grado de abandono. Reflejaba una actitud del corazón y de la voluntad que no se puede improvisar. Aquella mujer hacia muchos años que no vivía para sí y ahora, fluyendo de modo inevitablemente natural, hablaba de ella misma como de otra persona. Ya hacía tiempo que ella no era de ella, que no dependía de sí, que había
—¿Ud. que me aconseja? —Merecería la pena probar, Hermana. Ella contestó, casi textualmente. —Eso no sería sino prolongar la espera de lo que tanto deseo. Fue la única confidencia de tipo espiritual que le oí. Casi simultáneamente, Sor Sofía, rebulléndose en su silla, no pudo contener más el desbordado cariño que sentía por aquella que había sido 38
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hecho donación de su autonomía y por estas renuncias le había sido regalada aquella libertad radical. No pudo ocultar que no se pertenecía y que las decisiones relacionadas con su persona le eran ajenas. “NADA TIRABA DE ELLA HACIA ABAJO, NI SIQUIERA EL PESO DE SU PROPIA VIDA”. Había conseguido ser libre. Creo recordar que le dejé ordenado el tratamiento para que, en caso de que aceptara, ya estuviera todo dispuesto y no se demorara hasta la semana siguiente ya que aquella nueva quimioterapia requería una infusión intravenosa de varias horas y exigía una preparación farmacológica previa. El último viernes de octubre de 1998, vino a ponerse el tratamiento. Fue el último día que la vi con vida. “TUVE LA GRANDÍSIMA SUERTE Y EL HONOR INMERECIDO DE SER EL MÉDICO DE AQUELLA MUJER DE DIOS”. Los años y el continuo paso de los días con sus rutinas aparentes no oscurecieron el esplendor que la juventud sembró en su sangre y, como su amor alcanzó hasta donde pudo, su Amor tuvo que hacer lo demás. Enrique Murillo Capitán. Sevilla
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LA LLAMADA En el invierno de 1998 visité a Madre María de la Purísima en Sevilla. A pesar de sus muchas ocupaciones, me dedicó un rato largo que a mí se me pasó volando. Estuvimos en la capilla, en la residencia con las ancianas, en el patio y, por último, Madre me llevó a ver el colegio. Recorríamos las aulas, vacías de alumnas por ser sábado, cuando llegaron algunos familiares a recogerme. Entre ellos iba Valle, la hija sevillana del mayor de mis primos que por entonces ya llevaba viviendo en Sevilla más de diez años con su familia. Valle tenía nueve años y era una niña sonriente, alegre y muy andaluza. En un momento de la conversación, Madre María de la Purísima le preguntó: “y tú, ¿qué quieres ser de mayor?”. La niña, sin pensarlo, rápida y segura contestó: “¿yo? Monja”. Como si aquello fuera algo universalmente conocido. Sus padres ya se lo habían oído decir muchas veces, pero los demás nos sorprendimos por la naturalidad con que lo dijo, ¿Y ahora que le va a decir Madre?, pensamos. Con la misma naturalidad con que Valle había respondido, serena, sonriente y con la visión sobrenatural sobre las cosas que siempre tenía Madre María de la Purísima, le respondió: “Valle, que te llame el Señor, es lo más grande que puede pasarte”. Tras hacer los votos temporales, en 1947, la Hermana María de la Purísima fue enviada a Lopera (Jaén) para hacerse cargo de la dirección del colegio. Dos años después, todavía de velo blanco, la trasladaron a Valladolid con el mismo encargo. La Hermana se ganaba en seguida el cariño de las niñas por su carácter dulce y sereno, su entrega en especial a las que tenían algún problema y la imaginación con que les enseñaba, muchas veces inventando juegos o ejercicios que suponían mucho trabajo para ella pero que a las alumnas facilitaba mucho el estudio. Cuando intuía que alguna podía tener inclinación por la vida religiosa, se mostraba cercana haciéndoles ver que la vocación es un regalo que no debían temer y ayudándoles a dar forma a esa inquietud a través de uno u otro carisma según la vocación de cada una. Algunas alumnas de entonces, hoy religiosas, recuerdan con admiración la generosidad de la Hermana María de la Purísima apoyando y ayudando a muchas niñas a seguir su vocación en congregaciones distintas a la Compañía de 40
LA LLAMADA Beata María de la Purísima
La Cruz con la misma dedicación que lo hacía por las que se inclinaban por el carisma de Santa Ángela.
Han pasado quince años y Valle nos ha invitado a acompañarla a la celebración de su profesión temporal. Igual que Madre María de la Purísima, cautivada por el espíritu de Santa Ángela, abandonó su vida en Madrid para entrar como postulante en la casa madre de las Hermanas de la Cruz en Sevilla, Valle, gran admiradora del espíritu ignaciano, dejó Sevilla hace dos años para marcharse a Madrid donde ingresó como postulante en la congregación de Jesús y María.
Entre sus escritos son constantes las referencias a la vocación religiosa, y a la fidelidad al Señor como agradecimiento por el regalo de su llamada siguiendo el ejemplo de La Virgen María: “seamos muy agradecidas al Señor por el inmenso beneficio de nuestra vocación,
“Se parece a un tesoro, el que lo encuentra, lleno de alegría, vende todo lo que tiene”; este texto de San Mateo ha sido el escogido por Valle y con él nos recibió en Madrid el pasado 8 de septiembre una ceremonia cercana, entrañable y familiar, y en ese momento era imposible no recordar aquel encuentro en el Convento de las Hermanas de la Cruz de Sevilla. También Valle quiso el día de su profesión temporal agradecer al Señor el regalo recibido por su vocación y en su sonrisa se veía escrita la alegría por responder a esa llamada. También quiso hacer presente a La Virgen haciendo los votos el día de la Natividad de Nuestra Señora. Y también pedimos para que el Señor le ayude a mantenerse fiel y al preguntarnos qué le diría hoy aquella Hermana de la Cruz que ya es Beata, nos viene a la cabeza ese pensamiento esencial en la vida de Madre María de la Purísima:
y que ese agradecimiento se traduzca en fidelidad; fidelidad a quien nos eligió”, “nosotras podemos imitar a la Santísima Virgen siendo fieles a nuestra vocación de Hermanas de la Cruz, viviéndola con entusiasmo,… con la ilusión con que se vive lo que se aprecia y se valora como un tesoro”.
“Sea lo que sea, pase lo que pase, cueste lo que cueste, siempre fiel.” Olga Salvat. Madrid. Septiembre 2012 41
CONOCÍ A UNA SANTA Se van cumpliendo años y ves que pasa la vida, como canta la sevillana, y que has vivido muchas cosas a las que, desgraciadamente, no les damos la importancia que tienen.
del Santísimo, rezando el rosario y asistiendo a la Santa Misa. ¡Cómo la vivía!
Siempre admiré a mi familia materna por la oportunidad y la gracia que tuvieron de conocer, tratar y ayudar a Madre Ángela durante los años de la fundación, y durante su vida hasta su paso al cielo. Me daba envidia ese gran privilegio: irrepetible. Pero ahora resulta que yo, también por la gracia de Dios, he conocido a varios santos durante mi vida: Madre Teresa de Calcuta, San Josemaría Escrivá, Juan Pablo II y Madre María de la Purísima. ¡Esto es impresionante! En los tiempos tan difíciles y complicados que estamos viviendo siguen habiendo santos. A Madre María de la Purísima me la presentó la Hna. Dolores en Jerez, y pude acompañarla llevándola a Sevilla y tratándola algunas veces más. Sólo verla se daba uno cuenta de que estaba ante una santa, tenía algo especial en su mirar, en su hablar, no sé explicarlo, pero tenía algo sobrenatural. Pero, sobre todo, me impresionó la actitud que tenía, en la capilla, delante del Sagrario. Presencié algunos de sus ratos de oración, en comunidad, delante 42
CONOCÍ A UNA SANTA Beata María de la Purísima
Se veía que tenía claro el mandamiento mayor (Mt. 22,34), el primero de todos: “El Señor Dios nuestro es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Y el segundo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Madre Purísima sabía a quién seguía y a quién le había entregado toda su vida. Cuidaba los pequeños detalles: desde que entraba en la capilla, su forma de arrodillarse saludando al Señor, cómo seguía la Santa Misa y, sobre todo, cómo recibía la Sagrada Comunión. De sus acciones de gracias, mirando al Sagrario cara a cara, se desprendía su unidad de vida con claridad. Así se comprendía de dónde sacaba su forma de tratar a los demás, tanto a sus hermanas de comunidad como a los que se acercaban a ella por cualquier motivo. Sabía secar las lágrimas del que lloraba, alentaba al enfermo con su sonrisa y consuelo y a su gran debilidad, los pobres, impresionaba cada día cómo los atendía, intentando quitarles los problemas de su camino y descargándoles su peso. Su delicadeza daba sentido a la vida y a la muerte, oía los gritos de auténticos problemas y tragedias humanas, intentando dar su socorro y su cariño sincero a todo el mundo. Esa era su manera de seguir a Jesús Crucificado, sonriendo, ayudando, oyendo y escuchando; disculpaba, curaba y daba ánimos, transmitiendo esa paz que fluía de su vida interior alimentada por su oración y mortificación. Su cruz era humana y divina al mismo tiempo, uniendo el amor de Belén y el de la Cruz del Calvario: verdadera Hermana de la Cruz. Gracias, Madre Purísima, por haberte podido conocer y por enseñarme tu santidad.
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GRAN INTERCESORA ANTE EL SEÑOR Pequeñas casualidades Los grandes milagros llenan los medios de comunicación, se difunden de boca en boca, por lo grandioso, por lo extraño, por lo llamativo, por lo extraordinario... pero también hay milagros de los que nadie habla, son más humildes, tanto que algunos los confunden con la casualidad o con la suerte. Pero nosotros sabemos que todo es obra de Dios: “Ni un solo cabello de vuestra cabeza caerá sin que lo disponga mi Padre” (Lucas, 21 19). Y seguramente habremos vivido cada uno de nosotros en algún momento de nuestra vida alguno de estos pequeños milagros.
cuando más falta me hacía. Aún así, seguí implorando a Dios que no me abandonase, que yo sintiera su presencia a mi lado y me ayudara de alguna manera en esos momentos tan difíciles. Y así fue, lo primero que noté fue la legión de “ángeles” que Dios había puesto en mi camino. “Ángeles” que rezaban por mí, “ángeles” que me escuchaban y lloraban conmigo, “ángeles” que me consolaban y me ayudaban a soportar esta dura prueba, “ángeles” que me animaban a salir cuando me venía abajo. Uno de esos
Quiero contar mi experiencia, para dar mi humilde testimonio y por si pudiera servir de ayuda a alguna persona. Hace un tiempo me diagnosticaron en una revisión rutinaria un cáncer de mama. Cuando recibes una noticia de ese calibre se te viene el mundo a los pies. Lloré, lloré mucho... pero lo que más pena me daba era que, siendo yo una persona creyente, sentí que mi fe me abandonaba... Lo único que tenía a donde asirme con fuerza, desaparecía 44
GRAN INTERCESORA ANTE EL SEÑOR Beata María de la Purísima
ángeles que me había mandado Dios para consolarme eran las Hermanas de la Cruz, -porque: ¡”casualidad”!, las Hermanas estaban en mi casa cuando llegué con la fatídica noticia y me dieron unas reliquias de Santa Ángela de la Cruz y de la Beata Madre María de la Purísima.
Los médicos me han dicho que he tenido mucha “suerte” porque el tumor estaba empezando a formarse y qué “casualidad” que había salido cuando me hicieron la revisión bianual. ¿Qué hubiera pasado si llega a salir algunos días después? Yo no creo en la casualidad, ni en la suerte, yo creo en Dios y en sus ángeles y en sus santos. Ahora estoy en tratamiento y siempre, en todas las visitas al hospital y a los médicos, me acompaña la pareja de Hermanas de la Cruz que ya están en los altares; una callada y la otra me habla y me dice: “No temas, no estás sola, estamos contigo”. No tengo palabras para agradecer la “suerte” que he tenido, por eso cada día acudo a la Eucaristía, para dar gracias por la “casualidad”, por la suerte y por la pareja de Hermanas de la Cruz que me acompañan cada día. Pido a Dios, a su Santa Madre, a Santa Ángela y a Madre María de la Purísima que me sigan ayudando. Y al Espíritu Santo que con su luz ilumine a los investigadores para que se siga avanzando en la cura de esta grave enfermedad. Una devota. 45
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A una de mis hijas le dio un shock quedándose casi paralítica, sin poder mover piernas ni brazos. Me encomendé a Madre María de la Purísima y se ha ido recuperando, encontrándose ya casi bien del todo. A veces lloro de emoción al verla tan bien y no dudo de la intervención ante Dios de la Beata María de la Purísima. Mando un donativo en agradecimiento y deseo que se publique para dar a conocer que es una gran intercesora ante Dios y que en Aranjuez tiene devotos que la quieren y se encomiendan a ella. Josefa Duarte Quiero dar las gracias a Madre María de la Purísima de la Cruz por haberme escuchado en mi súplica. La empresa de mi marido iba muy mal; él era el dueño junto con otro socio. Debían muchísimo dinero, ya no había para pagar sueldos ni seguros sociales, iba irremediablemente a la quiebra sin saber cómo íbamos a salir de esta situación. Me encomendé a muchos santos y sé que todos han hecho algo, pero el empujón fuerte sé que ha sido Madre Purísima, pues empecé a hacerle la novena y a los tres días se presentó un posible comprador. En quince días se hizo toda la operación, se ha quedado con toda la empresa, nos quita la deuda y nos respeta el trabajo. Esto es un sueño. Gracias a Ella. Sé que has sido tú, Madre María de la Purísima, mil veces gracias. Manoli. Escribo estas letras para dar testimonio de los numerosos favores espirituales y materiales por los que Madre María de la Purísima de la Cruz ha intercedido en mi favor ante nuestro Señor. El más destacado es el encuentro y el perdón de dos hermanos que no se hablaban. El Señor “enredó” las fechas, las horas y a las personas para que de una manera inesperada y providencial se produjera este encuentro. Fue el 46
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segundo día después de empezar la novena por esta intención a Madre María de la Purísima. El milagro es grandioso en cuanto a la providencia con la que se produjo el encuentro y lo valiosa que es la paz, máxime entre dos hermanos, que ocasionaban una situación muy dolorosa. Esta oración fue acompañada de sacrificios y de implicación de los más pequeños de la familia en pedir por esta intención. El Señor escucha a los sencillos, y quienes más sencillos y sin prejuicios que los niños. Todos habían perdido las esperanzas, todos menos la madre, las madres no la pierden nunca y las madres creyentes siempre esperan en Dios que todo lo puede. Lo material es muy importante y debemos pedir por ello, pero creo que no debemos de pensar que algunas cosas espirituales ya no tienen arreglo y no presentarlas en nuestras peticiones como posibles. Tengamos fe y pidamos por la paz, la comprensión, el perdón, que lo demás vendrá por añadidura. Sirva como testimonio y agradecimiento a la que ya al lado de Dios nos ayuda con su intercesión. M.C.G. Huelva
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