ideología de genero
BRI L L AN CO M O ES T RE L L AS E N EL FI R MA ME N TO AN N E T T E G U LICK Imagina la siguiente situación: La única forma de prepararse para los exámenes finales es la lectura de unos textos que se encuentran en la colección de reserva de la biblioteca. A lo largo del semestre, un grupo de estudiantes retira los textos y los retiene para que otro grupo no tenga acceso a ellos y, por ende, no pueda pasar el examen. ¿Cómo te imaginas a los estudiantes que perjudican a sus compañeros? ¿Qué los motiva? ¿Y si te dijera que esos estudiantes eran un grupo de pastores en formación? ¿Cómo te imaginaste a los que fueron perjudicados? ¿Se te ocurrió pensar que ese grupo de estudiantes quizás podría ser un grupo de mujeres? Para vergüenza de toda la iglesia de Cristo, esto le pasó a una amiga mía en un seminario teológico en una importante ciudad de América Latina. De forma consciente y deliberada, personas que pretenden ser líderes y representantes de Jesús perjudicaron a su prójimo debido a su género. ¡Y nos preguntamos por qué a la gente no le interesa nuestro punto de vista en cuanto al género!
Annette Gulick Ha pastoreado la juventud principalmente en los EEUU y México. Trabaja con el ministerio SEPAL. Capacita líderes a través de www.ParaLideres.org y la Escuela E625.
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Según la Biblia, Dios asigna al ser humano la responsabilidad de gobernar su creación. Al observar los gobiernos actuales (inclusive, como se ve en la situación de mi amiga), se nota que el gobernar se asocia muchas veces con el poder, el control, el abuso y el favorecerse a costa de los demás. Pero este es precisamente el tipo de gobernante que Jesús nos prohíbe ser. Génesis 1:14-19 nos presenta a los primeros gobernadores establecidos por Dios: el sol, la luna y las estrellas. En ellos encontramos un modelo de liderazgo que depende de la influencia en vez
del control. Dios «los hizo para gobernar» de tres maneras: separar la luz de las tinieblas, servir como señales y brillar en el firmamento para iluminar la tierra. Haríamos bien si siguiéramos su ejemplo en cuestiones de género.
NUESTROS DESEOS: SEPAREMOS L A L UZ DE L AS TI NI EBL AS
Al principio, imaginé que lo primordial que la iglesia distingue respecto al género tiene que ver con la perspectiva bíblica del hombre y de la mujer, pero en realidad debemos ir mucho más profundo. Las tinieblas aquí no provienen de nuestro entendimiento de identidad y roles, sino de nuestros deseos: siempre el pecado y la virtud son una cuestión del corazón. Sarah Coakley, profesora de teología en la Universidad de Cambridge, llama la atención a la iglesia por estar tan enfocada en el debate de la sexualidad, el género y los roles, pasando por alto «un desafío mucho más grande: el de cómo evaluar y adjudicar deseos, tanto sexuales como otros, y cómo vivir una vida de equilibrio y moderación, de modo que el deseo se negocie con realismo ascético y de una manera que conduzca al florecimiento humano» (El nuevo ascetismo: sexualidad, género y la búsqueda de Dios1).
@Lider625