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Líderes agotados
Los líderes también se agotan
“¿Y vos qué?”, le pregunté a uno de mis clientes hace unos días. Me miró y dijo: “yo no estaba pensando en mí, ni me daba cuenta de que estoy con la luz de la reserva en rojo”. Automáticamente comencé a reflexionar y a investigar sobre qué pasa cuando son los líderes los que se cansan, los que se agotan, los que pierden la disposición para acompañar a su equipo e incluso avanzar con sus propios proyectos. La respuesta fácil y de manual sería “él/ ella debería delegar, armar equipo, buscar aliados, planificar, etc.”, ¿no? Tendemos a buscar soluciones o a dar respuestas, pero esta reflexión no apunta a eso. Lo que quiero compartirte es: ¿qué le pasa a esa persona que carga con la responsabilidad de liderar una pyme o un equipo, sea cual sea el tamaño? A pesar de tener un equipo y de delegar tareas ¿con quién habla? ¿con quién puede abrir su corazón y expresar todo lo que realmente está atravesando? El espacio de desarrollo y gestión personal de los líderes a veces suele ser escaso y en muchos casos nulo: porque no se puede parar, porque hay que seguir, porque hay que levantarse, porque no podemos perder tiempo, porque hay que seguir liderando, etc. Pero, ¿por dónde se canaliza todo ese mar de emociones, pensamientos y conversaciones? ¿cómo puede ese/a líder seguir acompañando a su equipo y manteniendo su nivel de performance si no puede parar a pensar ni a sentir qué necesita? Por ANABEL ZERAHIA
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Coach Ejecutivo y Organizacional. azerahia@gmail.com
Aunque no nos demos cuenta –o no lo queramos ver–, esto impacta directamente en la productividad, en los resultados, en los números finales. Las empresas buscan y pretenden que los líderes sean efectivos, pero pocas veces observan o realmente toman acciones sobre esta cara de la moneda. Es momento de comprender que los líderes somos personas, que tenemos familia, que nos pasan cosas, que tenemos anhelos y frustraciones; que nuestras emociones, nuestras conversaciones -internas y externas- y nuestro cuerpo son la brújula y los indicadores que determinan la calidad de los resultados que somos capaces de lograr y de sostener en el tiempo. Esto no se trata de tener un mundo color de rosas, se trata de aprender a escucharnos, aprender a gestionar nuestras emociones, sentimientos y conversaciones. A cambiar esa idea de que “cuanto más arriba más solo”, para buscar alianzas y espacios en donde podamos mostrar nuestra vulnerabilidad sin sentirnos expuestos o juzgados; simplemente donde podamos ser escuchados y encontremos un tiempo para reflexionar que nos permita tomar las mejores decisiones.
Y entonces, ¿qué hacemos? Desde mi experiencia puedo decirte que el primer paso es poder tomar conciencia de nuestra situación actual y poder evaluar qué es lo que necesitamos realmente para poder comenzar a tomar nuevas y mejores decisiones. El segundo paso es buscar o pedir ayuda, ya sea en nuestra red de contactos como contactando algún profesional que pueda acompañarnos en ese proceso que necesitamos, incluso compartiendo con nuestro propio equipo. El tercer paso es comenzar a trabajar, alineando nuestro propósito y nuestras necesidades, para encontrar el equilibrio y poder diseñar un plan que pueda ser nuestro “guarda raid” en el camino. A veces esperamos que las cosas cambien sin siquiera hacernos cargo de lo que necesitamos que pase o cambie. Este es el momento de comenzar a construir estilos de liderazgo sustentables en el tiempo y compatibles con la vida; con más recursos y herramientas para poder surfear los tiempos de cambio e incertidumbre sin estar al borde del colapso tanto emocional como profesional. El equipo es el reflejo del líder, si algo no te gusta, empezá por vos. Te espero aquí, del otro lado de tu zona de confort para sacar lo mejor de vos, para que saques lo mejor de tu equipo.