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Ideas, valores y confianza
Ideas, valores, confianza y perseverancia
Confianza es la esperanza firme que una persona tiene en que algo sucederá, o que algo funcionará en una forma determinada, o en que otra persona actuará como ella desea. Perseverancia es la firmeza y constancia en una manera de ser o de actuar. Estamos en momentos en los que se necesita confianza y perseverancia. Momentos en los que hay que preocuparse menos de lo que nos espera, y ocuparse más de que el futuro sea lo más parecido posible a lo que nosotros deseamos. La dirigencia política tiene un rol central en todo ello, puesto que le corresponde generar confianza en el elector, y demostrar que está trabajando para lograr modificaciones reales. Si lo logra,
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Por JULIÁN OBIGLIO
Abogado. Master en Economía y Derecho, y en Políticas Públicas. Vicepresidente de la Unión de Partidos Latinoamericanos (UPLA). Presidente de la Fundación Nuevas Generaciones. Ex Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Ex Parlamentario del Mercosur.
despertará un cambio de expectativas en aquellos que están más preocupados por el presente, que ocupados por cambiar lo que vendrá. Si las fuerzas políticas logran producir una modificación en las expectativas sociales, y que ellas pasen del pesimismo al optimismo, la elección estará ganada. Pero para ello hace falta explicitar cuáles son los valores que se quieren representar, y por qué ellos son superiores a los que proponen los adversarios. Ya no alcanza con mostrar “pasado” versus “futuro”, porque a esta altura, ya todos son (o somos) responsables de una cuota parte del fracaso actual del país. En ese sentido, el cierre de listas de pre-candidatos se hubiera visto enri-
quecido si cada agrupación expresaba con claridad, cuáles son las ideas y valores que los unieron, y qué es lo que proponen a la sociedad. Definiciones sobre algunos temas como el rol del Estado, la presión fiscal, la estrategia de reactivación productiva y laboral, el rol de la familia, y muchos otros, hubieran sido bienvenidas, y seguramente generarían mayor confianza en el elector. Ojalá en esta campaña comencemos a escuchar debates y discusiones que giren en torno al contenido de las propuestas que cada uno de los pre-candidatos ofrecerá a la sociedad, y sobre los valores en las que se encuentran sustentadas, ya que no todos son lo mismo, ni conducen a los mismos resultados. Transparentar y publicitar las ideas que se quieren representar, evita que las listas electorales sean un conjunto de proyectos personales de poder, y promueve las construcciones colectivas. De lo contrario se produce un desencuentro entre el “planeta” de la política y las preocupaciones de la sociedad por el futuro inmediato de su familia, de su trabajo, de su salud, y de su país.
La definición de los valores que se buscan representar, es central para contrarrestar las modificaciones culturales de fondo, transcendentes y de largo impacto, que el oficialismo nacional está impulsando. El proyecto del Gobierno no es un cambio de ciclo, sino un cambio de época. Por lo tanto, la batalla es cultural, y para tener éxito en ella solamente se necesitan tres cosas: las ideas correctas, un partido (o una coalición), y un programa. Todo lo demás, es una simple anécdota. Perseverancia y firmeza en la defensa de los valores y principios, y amplitud en la discusión política, para proponer un cambio de expectativas a la sociedad que genere optimismo. Si la sociedad siente que afrontará una batalla cultural trascendente, y que ella será exitosa, nada ni nadie podrá frenar el cambio de rumbo. Entonces, a preocuparse menos, y ocuparse más, que el futuro todavía no está escrito.