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Reflexiones sobre las zonas francas

Algunas reflexiones sobre las zonas francas

En otros tiempos muchos argentinos creyeron que las zonas francas eran un vehículo directo a la prosperidad. Ahora es evidente que esa idea carecía de sustento, porque vemos que a la mayor parte de las zonas francas que tenemos les resulta difícil levantar vuelo. Esto no es lo que ocurre en el mundo. En la mayoría de los países las zonas francas presentan aceptables estándares de desarrollo y en algunos, como en China, explican gran parte de su extraordinario desarrollo industrial. Pero claro, no todos los países son iguales ni iguales todas las zonas francas. Los modelos para estas zonas son variados y van de menor a mayor en materia de desregulación y desburocratización. Es casi una regla caracterizarlas como un ámbito especialmente desburocratizado y desregulado con relación al régimen vigente en el resto del territorio nacional del país donde están radicadas. Es también una regla que cuanta mayor burocracia y marañas reglamentarias existen, mayores pueden ser los beneficios de las zonas francas adecuadamente diseñadas. Casi sin dudar podría sostener que en la República Popular China es donde mayor éxito han tenido las zonas francas. ¿Cómo hicieron los chinos para recibir la monumental catarata de inversiones extranjeras, especialmente norteamericanas, si su constitución política establece que es una república socialista y que en consecuencia, todos los medios de producción son de propiedad del Estado? Desde el otro lado, ¿cómo los inversores extranjeros no perdieron la propiedad de los dólares que ingresaban al territorio chino para levantar inmensos complejos industriales? ¿Cómo esquivaron estos inversores la monumental burocracia y reglamentaciones que han asfixiado las economías de todos los países socialistas? La repuesta está en el adecuado diseño de esas zonas económicas especiales donde, en breve síntesis, las relaciones entre el Estado chino y el inversor se definen en el respectivo convenio de radicación en ellas con independencia del resto de la legislación general y burocracia del país. Incluso de su norma constitucional fundamental: la estatización de los medios de producción. Así, unas pocas zonas francas establecidas inicialmente en el litoral marítimo chino pronto se convirtieron en más de doscientas zonas económicas especiales que como hongos surgieron a lo largo y ancho de todo el país y que en mucho explican el monumental desarrollo industrial alcanzado en pocas décadas por el gigante asiático. Comparando las zonas francas chinas con las nuestras, fácil es concluir que son como un pariente pobre, casi raquítico. La causa es que la reglamentación argentina se ha queda totalmente corta en materia de desregulación y desburocratización, relegándolas al limitado papel de meras zonas aduaneras especiales donde los productos extranjeros pueden entrar y permanecer sin pagar los derechos, tasas e impuestos que se pagan cuando se ingresa al resto del territorio nacional. Pero toda la tremenda maraña reglamentaria y pesada burocracia estatal argentina sigue “vivita y coleando” como en el resto del país, impidiendo que los variados productos industriales que aquí podríamos producir entren competitivamente en los mercados del mundo. En 1989, poco antes de finalizar mi mandato como diputado nacional por Neuquén, presenté un proyecto de ley que abrevando en el modelo chino, proponía establecer en cada provincia de Argentina una zona franca industrial para exportación. Durante el gobierno de Carlos Menen se sancionó la ley. De aquel proyecto solo se tomó lo de establecer una por cada provincia. Pero la profunda desregulación y desburocratización que proponía el proyecto de ley quedó al margen. Por eso las argentinas, si las comparamos con las chinas, solo tienen en común el nombre de zonas francas.

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Por EDUARDO DEL RÍO

Ex diputado nacional UCR. Autor del primer proyecto de ley sobre zonas francas.

“La reglamentación argentina de las zonas francas se ha queda totalmente corta en materia de desregulación y desburocratización”.

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