La actividad industrial es fundamental actora del progreso nacional, tanto por los puestos de trabajo que genera, cuanto por los profundos efectos dinamizadores que provoca en otras áreas de la producción, como la agropecuaria, la pesquera y acuícola, la construcción, la minera, la energética, la silvícola, la de turismo y hotelería, así como la de servicios comerciales, bancarios, financieros y de seguros; transporte y telecomunicaciones; desarrollo y adaptación de tecnologías de producción; y sistemas de procesamiento y difusión de información
electrónica, entre los más importantes.