VIII. CONCLUSIONES La desaparición de mujeres, adolescentes, niñas y niños en el Estado de México es un fenómeno que ha ido creciendo de manera exponencial. Si bien, se trata de una situación extendida en todo el territorio, la evidencia demuestra que la gran mayoría de los casos se da en contextos urbanos, donde el control social del Estado y la cultura de la legalidad se ve cada vez más vulnerada con el aumento de la violencia y la inseguridad. La superpoblación de las ciudades ha generado problemas asociados, como el rezago de servicios públicos y de asistencia del Estado en términos sociales, culturales, de infraestructura y de seguridad.
El hacinamiento, el desempleo, la falta de
oportunidades y de esparcimiento generan un estrés social que desencadena frustraciones que se canalizan negativamente a través del consumo de alcohol y de drogas, lo que opera como detonante de comportamientos antisociales. Los delitos que se multiplican por las calles están asociados a la venta de drogas, asaltos a transeúntes, extorsiones, rentas ilegales, violencia sexual, homicidios y feminicidios, donde las principales víctimas son las mujeres y jóvenes. Todo esto se exacerba aún más con la presencia de organizaciones criminales de mayor complejidad que se disputan el territorio y el monopolio de los mercados, rutas y municipios del estado e integran el componente de las armas de fuego al ya caótico ambiente. Todo lo anterior, se reproduce y extiende impunemente cada vez más como consecuencia de la profunda crisis de corrupción e infiltración que se registra entre las instituciones responsables de garantizar la seguridad y la procuración de justicia en el estado. Las corporaciones policiales, en algún porcentaje están vinculadas con las organizaciones criminales y son coparticipes en la comisión de los delitos. El resto de los policías se mantiene en un estado de inercia y omisión, sumisa a una cultura patriarcal y machista que minimiza la violencia de la que son víctimas las mujeres. Es en este contexto, de caos urbano, impunidad y cultura patriarcal es que el Estado de México detona dos alertas de atención a la violencia de género, la primera de ellas fue en 2019 y afectó a 13 municipios y la segunda, por desaparición durante el
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