Manual de Piedad y Devocionario de San José

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Pía Unión del Tránsito de San José

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San José


Diseño y diagramación: Gustavo Rivero


Manual de Piedad y Devocionario de

San José



Pía Unión del Tránsito de San José

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San José


Pía Unión del Tránsito de San José. Congregación Manual de piedad y devocionario de San José 4a ed. mejorada | Ciudad Autónoma de Buenos Aires | Guadalupe, 2021 224 pág. | 17x11 cm.

ISBN 978-950-500-819-3 1. Espiritualidad Cristiana. I. Título. CDD 248.4

Editorial Guadalupe Mansilla 3865 (1425) Buenos Aires, Argentina Tel/Fax: (011) 4826-8587 www.editoriaíguadalupe.com.ar ventas@editorialguadalupe.com.ar Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723 Todos los derechos reservados Impreso en Argentina © Editorial Guadalupe, 2021


Presentación Con verdadera alegría de nuestra alma presentamos la nueva edición de este librito de la Pía Unión del Tránsito de San José, profundamente cambiada y enriquecida. En su recopilación hemos tenido presente una triple finalidad: 1) Proporcionar un medio sencillo para cumplir con las prácticas de piedad indispensables a cada buen cristiano; 2) Introducir las oraciones litúrgicas fundamentales; 3) Presentar varias devociones en honor del Santo Patriarca para pedir gracias en nuestras necesidades. ¡Qué San José bendiga nuestras obras e intenciones, alivie nuestros dolores, santifique nuestras alegrías y nuestras penas y a todos nos asista con Jesús y María en la hora de nuestra agonía! La Dirección de la Pía Unión del Tránsito de San José

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LO QUE DEBE CONOCER TODO CRISTIANO



1 LA VOCACIÓN DEL HOMBRE: LA VIDA EN EL ESPÍRITU a) Introducción La vida en el Espíritu Santo realiza la vocación del hombre. El que cree en Cristo tiene la vida nueva en el Espíritu Santo, y su vida desarrollada en la gracia alcanza plenitud en la gloria del cielo. b) Nuestra vocación a las Bienaventuranzas Las Bienaventuranzas responden al deseo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre. “Entonces (Jesús) tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: • Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. • Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. • Felices los afligidos, porque serán consolados. • Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. • Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. 09


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• Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. • Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. • Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. • Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.” (San Mateo 5, 2-12) c) La Palabra de Dios, luz de nuestros actos “Vivir bien no es otra cosa que amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el obrar”... (San Agustín). A través de las virtudes, orientamos nuestros actos hacia el bien. Las virtudes cardinales son: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; y las virtudes teologales son: fe, esperanza y caridad. La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo que son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. 10


Ellos nos perfeccionan con sus frutos, que son: caridad, gozo, paz, ciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad. d) Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la misericordia de Dios con los pecadores. Pero la acogida de su misericordia exige de nosotros la confesión de nuestros pecados. El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre, por una infracción grave a la ley de Dios. El pecado venial ofende y hiere la caridad en el corazón del hombre, pero no la destruye. La reiteración de pecados engendra vicios o pecados capitales; y ellos son: soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula, pereza. Peca contra el Espíritu Santo quien lo blasfema, quien se niega a recibir la misericordia de Dios, rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo.

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e) Si quieres entrar en la vida, guarda mis mandamientos (cf. San Mateo 19, 16-17) Los mandamientos (cf. Éxodo 20, 2-17 y Deuteronomio 5, 6-21) son la respuesta de amor que el hombre está llamado a dar a su Dios. Ellos son: 1) Amar a Dios sobre todas las cosas. 2) No tomar su santo nombre en vano. 3) Santificar las fiestas. 4) Honrar al padre y a la madre. 5) No matar. 6) No cometer actos impuros. 7) No robar. 8) No levantar falso testimonio ni mentir. 9) No consentir en pensamientos impuros. 10) No codiciar los bienes ajenos. f) “Ámense los unos a los otros como Yo los he amado”, San Juan 13, 34. A través de las obras de misericordia, ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades... Corporales: * dando de comer al hambriento; * dando techo al que no tiene; 12


* vistiendo al desnudo; * visitando a los enfermos y presos; * enterrando a los muertos; y espirituales: * instruyendo al que lo necesita; * aconsejando al que está desorientado; * corrigiendo al que yerra; * perdonando las ofensas; * consolando al triste; * sufriendo con paciencia las flaquezas del hermano; * orando por los vivos y los muertos. 2 LA IGLESIA: MADRE Y EDUCADORA a) Los preceptos de la Iglesia El cristiano realiza su vocación en la Iglesia, en comunión con todos los bautizados. La Santa Madre Iglesia promulga cinco preceptos básicos, que ayudan a los fieles en su crecimiento espiritual. Ellos son: * Oír misa entera los domingos y fiestas de precepto. 13


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* Confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en peligro de muerte, y si se ha de comulgar. * Comulgar por Pascua de Resurrección. * Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia. * Ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Los días de ayuno son: * Miércoles de Ceniza y Viernes Santo (de 21 a 59 años). Los días de abstinencia son: * Todos los viernes (desde 14 años). (Esta abstinencia puede ser reemplazada por una obra de caridad y de piedad). 3 LA CELEBRACIÓN DEL MISTERIO CRISTIANO a) Los sacramentos En la liturgia, la Iglesia anuncia y celebra el misterio Pascual, por el que Cristo realizó la obra de nuestra salvación. Toda la vida litúrgica de la Iglesia se centra en el sacrificio Eucarístico y los sacramentos. 14


Son sacramentos de iniciación cristiana: * Bautismo. * Confirmación. * Eucaristía. Son sacramentos de curación: * Reconciliación. * Unción de los enfermos. Son sacramentos al servicio de la comunidad: * Orden Sagrado. * Matrimonio. Bautismo El Bautismo es la entrada a la comunidad de los creyentes, la Iglesia. Ella bautiza, porque el Señor se lo mandó: "¡Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos! Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles...", San Mateo 28, 19-20. Por el Bautismo morimos al pecado y nacemos a una vida nueva de los hijos de Dios. Para recibir el bautismo es necesaria una preparación que normalmente hacen los papás y los padrinos en vez de sus niños, si éstos son todavía pequeños. Los mayores tienen que dar el ejemplo de una vida de fe a sus hijos y ahijados. Su vida tiene que ser un modelo. Deben educar a los hijos y los ahijados sobre 15


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todo en la fe: que aprenda a orar, que reciba enseñanza religiosa y participe en los demás sacramentos a su debido tiempo. Por el Bautismo pertenecemos a la Iglesia, somos "miembros de Cristo: sacerdote, profeta y rey" (palabras de la unción con el Santo Crisma). De este modo todos participamos del sacerdocio de Cristo (sacerdocio común), que se distingue del sacerdocio ministerial (orden sacerdotal). Para cumplir con el sacerdocio común, todos los bautizados ofrecen a Dios el sacrificio de su vida familiar, social y profesional (función sacerdotal del Pueblo de Dios). Al mismo tiempo anuncian el Evangelio a través del testimonio de su vida en el mundo (función profética). Difunden la Ley del Amor y de la justicia del Reino de Dios, logrando así la comunión con Dios y entre los hombres, triunfando sobre el mal (función real). Este sacramento nos permite recibir los demás sacramentos e infunde las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad y los dones del Espíritu Santo. Nos hace herederos del reino de Dios. El ministro del bautismo es el Sacerdote o el Diácono; pero en caso de necesidad, puede administrarlo cualquier persona. Se bautiza derramando agua natural sobre la cabeza de la persona y diciendo al mismo tiempo: “Yo te 16


bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Son las mismas palabras de la señal del cristiano y no pueden cambiarse por otras, porque en ese caso, el Bautismo podría ser inválido. Confirmación Es el Sacramento de la madurez cristiana. Renueva y con más intensidad los dones del Espíritu Santo. En la Confirmación Dios confirma y fortalece la obra que comenzó en nosotros en el Bautismo. Nosotros confirmamos el compromiso que en el Bautismo hicieron nuestros padres y padrinos en nuestro nombre. El signo visible de la Confirmación es la imposición de las manos del Obispo y la unción con el óleo del Santo Crisma, junto con las palabras: “NN, recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. Pueden confirmarse los que quieren comprometerse radicalmente con Cristo, la Iglesia y la sociedad, en la construcción del Reino de Dios. Cada confirmación debe ser un nuevo Pentecostés para la comunidad cristiana.

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Eucaristía La Eucaristía es la comunión que nos une con el Señor y con los demás. La Santa Misa es el memorial del sacrificio de la Cruz de Jesús. Cuando la celebramos, hacemos presente y actualizamos el infinito amor que Cristo nos mostró muriendo y resucitando por nosotros. La Misa significa también “misión”. Cada creyente está enviado a construir, en su medio, el reino de amor y ser testigo del Resucitado en el mundo. La Comunión es el acto más sublime del cristiano. Se recibe con fe y devoción, en gracia de Dios (sin tener conciencia de pecado mortal). Asimismo los enfermos pueden tomar medicinas o alimentos necesarios. También las personas que cuidan a los enfermos en su casa pueden comulgar si están en condición de hacerlo. Al acercarse a recibir la Eucaristía se hace un gesto de reverencia. El sacerdote dice: “El Cuerpo de Cristo”. Y el que comulga responde: “Amén”.

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Preparación Acto de fe ¡Oh buen Jesús! Yo creo firmemente que por mi bien estás en el altar, que das tu Cuerpo y Sangre juntamente al alma fiel en celestial manjar. Acto de humildad Indigno soy, confieso avergonzado, de recibir la santa Comunión; Jesús que ves mi nada y mi pecado, prepara tú mi pobre corazón. Acto de dolor Pequé, Señor; ingrato te he ofendido, infiel te fui, confieso mi maldad; me pesa ya, perdón, Señor, te pido, eres mi Dios, apelo a tu bondad. Acto de esperanza Espero en ti, piadoso Jesús mío; oigo tu voz que dice: “Ven a mí”; porque eres fiel, por eso en ti confío; todo, Señor, espéralo de ti. Acto de amor ¡Oh buen Pastor, amable y fino amante! Mi corazón se abrasa en santo ardor; si te olvidé, hoy juro que constante he de vivir tan sólo de tu amor.

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Dulce maná y celestial comida, gozo y salud de quien te come bien; ven sin tardar, mi Dios, mi luz, mi vida, desciende a mí, hasta mi pecho ven. Después de comulgar Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh buen Jesús, óyeme! Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me separe de ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén. Ofrecimiento personal Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer. Tú me lo diste; a ti, Señor, te lo retorno; todo es tuyo. Dispón de mí según tu voluntad. Dame tu amor y gracia y esto me basta.

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Oración de Paz Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. Donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad. Donde haya duda, ponga yo la fe; donde haya tiniebla, ponga yo la luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría. Que no me empeñe tanto en ser consolado, como en consolar; en ser comprendido, como en comprender; en ser amado, como en amar. Porque dando se recibe, perdonando, se es perdonado, muriendo se resucita a la vida eterna. Amén. Otra oración (siglo V) Las manos que se extendieron y recibieron los misterios sagrados para el perdón de los pecados, fortifícalas, Señor. Haz que sean dignas de ofrecer cada día sus trabajos a tu divinidad. Los labios que en tu santuario entonaron tus alabanzas, haz que sean dignos de cantar tu gloria. Los oídos que oyeron la voz de tu glorificación, no perciban, Señor, la voz del temor. Los ojos que vieron tu amor, vean, Señor, un día tú bienaventurada esperanza. 21


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Las lenguas que cantaron “Santo”, enséñales a decir la verdad. Los pies que anduvieron en el recinto de tu Iglesia, dirígelos a la morada de tu luz. Los cuerpos que con tu cuerpo vivo se nutrieron, restáuralos en la vida renovada. A estos fieles reunidos que adoramos tu divinidad, acreciéntanos tu gracia, para que todos seamos dignos de cantar en tu morada: “Gloria al Padre por el Hijo, en el Espíritu Santo, ahora y por los siglos.” Amén. Reconciliación o Penitencia La Iglesia continúa la obra de Jesucristo, que vino a salvar lo que estaba perdido, en el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia. Nos perdona, en nombre de Dios, para devolvernos la alegría de la vida nueva que hemos recibido en el Bautismo y perdimos por el pecado. Pecado es desobedecer la voluntad de Dios y la voz de la conciencia, de modo libre y consciente. Hay pecados de diferente gravedad: unos que “sólo” estorban nuestra relación con Dios y con los hermanos (pecados leves), y otros que la destruyen (graves o mortales). La gravedad de un pecado depende de tres factores: a) de la mayor o menor importancia del asunto; b) del hecho si uno sabe que algo es prohibido o mandado; c) de la libertad con que se actúa. 22


Como el hijo pródigo humillado entre los cerdos al volver en sí se decidió por el retorno a su casa (cf. San Lucas 15, 17), así nosotros —por misericordia de Dios— podemos volver a nuestro Padre arrepintiéndonos. El encuentro se realiza en el Sacramento de la Reconciliación: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”, San Lucas 15, 18-19. Y Dios nos cubre con su manto, nos aprieta a su corazón y ordena en seguida la fiesta, por haber vuelto nosotros a la vida. Dice Jesús, “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecado que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”, San Lucas 15, 7. Lo más importante en la Reconciliación es el dolor sincero, junto con la declaración humilde de nuestras debilidades. Celebremos este sacramento de la misericordia de Dios a menudo, según la necesidad propia de cada uno. “Donde se barre con frecuencia, es difícil encontrar basura”. No sólo las acciones gravemente malas, sino también los malos pensamientos y deseos (cuando son plenamente advertidos y consentidos) constituyen pecado mortal. Para que un pecado sea mortal se necesita: Cosa grave, plena advertencia y pleno consentimiento. En caso de duda seria no se puede comulgar sin confesión (San Alfonso de 23


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Ligorio). Examínate cuidadosamente sobre los Mandamientos, las Leyes de la Iglesia y los deberes del propio estado. Los pasos para la Reconciliación son: 1) el examen de conciencia: donde juzgamos nuestra vida a la luz del Evangelio y tratamos de ver lo bueno y lo malo que hay en ella; 2) el arrepentimiento: sentimos pena y dolor de lo que hemos hecho mal; 3) el buen propósito: porque cada confesión tiene que ser una verdadera conversión de vida; 4) la confesión al sacerdote: indicamos al confesor los pecados y recibimos la absolución; 5) las obras de penitencia: con ellas mostramos a Dios, a nuestros hermanos y a nosotros mismos la sinceridad de nuestra conversión. Examen de conciencia para la Reconciliación (adultos) Una ayuda para el examen de conciencia En relación con Dios El Señor nos dice: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón». 24


1) ¿Amo a Dios más que a todas las personas y cosas? 2) ¿Manifiesto ese amor en una fe viva y práctica? 3) ¿Participo en la misa los domingos y fiestas? 4) ¿Venero y respeto a la Santísima Virgen y los santos? 5) ¿Recibo los sacramentos con disposición? 6) ¿Escucho y leo con frecuencia la Palabra de Dios? 7) ¿Rezo diariamente? 8) ¿Ofrezco a Dios todos los acontecimientos de mi vida? 9) ¿Cumplo con los preceptos y enseñanzas de la Iglesia? 10) ¿Doy testimonio valiente de mi fe en mi ambiente? Con relación a Dios y a la Iglesia El Señor nos dice: «Sean perfectos como el Padre celestial». 1) ¿Me preocupo seriamente por mi vida espiritual? 2) ¿Educo y mejoro mi carácter, desarrollo mis talentos? 3) ¿Domino mi voluntad frente al egoísmo en sus diversas manifestaciones 25


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(impureza, vicios, robos, falsedad, etcétera)? 4) ¿Tengo real pureza en los pensamientos, palabras y obras? 5) ¿Respeto mi cuerpo y cuido mi salud? ¿O la perjudico por los excesos en comida, bebida, tabaco, droga, etcétera? 6) ¿Me dejo llevar por un desmedido afán de placer, tener y poder en sus variadas formas? 7) ¿He dominado mis apetitos por alguna forma de penitencia, en especial el ayuno y la abstinencia? 8) ¿Asumo con serenidad las pruebas y dolores de la vida? 9) ¿Soy orgulloso y ambicioso o ansioso y angustiado? 10) ¿Domino las agresividades y la ira? En relación con los hermanos El Señor nos dice: «Ámense los unos a los otros como Yo los he amado». 1) ¿Amo de verdad a mis hermanos? 2) ¿Tengo resentimiento, odio o deseo de venganza? 3) ¿Respeto a todos, sin discriminación? 4) ¿Me dejo llevar por los celos o envidias, desprecio o menosprecio? 26


5) ¿Soy solidario con los que más necesitan y realizo obras de caridad con ellos? 6) ¿Soy siempre justo y sincero, comprensivo y bueno con todos? 7) ¿Colaboro con la sociedad eficazmente como ciudadano responsable del bien común? 8) ¿Me preocupo por mi familia y ejerzo bien mi misión en ella por el ejemplo y la palabra? 9) ¿Me responsabilizo por evangelizar a los hermanos? 10) ¿Respeto y promuevo la vida de los otros, su dignidad y su progreso en todos los órdenes? Acto de contrición: Pág. 46 Después de la Reconciliación Oración: Te ruego, Señor, que por intercesión de tu Madre, la bienaventurada Virgen María y de todos los Santos, te sea agradable esta confesión; que tu piedad y misericordia supla la falta de contrición, de pureza de intención y de integridad que pudo haber en ésta y en otras ocasiones. Y por tu misma misericordia, dígnate recibirme en el cielo, perfectamente perdonado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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Unción de los enfermos En este sacramento, Cristo, en la persona del sacerdote, visita al enfermo. Jesús, ante todo, busca sanar la enfermedad de la persona en la raíz: al arrepentido le perdona los pecados y le devuelve la amistad con Dios. Al mismo tiempo, el enfermo recibe fuerza y ánimo para luchar contra su enfermedad. La Iglesia se solidariza con los enfermos: “cuando un miembro sufre, todos los demás sufren con él” (1ª Corintios 12, 26). El sacramento ayuda al enfermo a reavivar y profundizar su fe. Mirando a Cristo que aceptó el sufrimiento y la muerte para llegar así a la vida gloriosa, el enfermo comprende mejor el sentido de su propio sufrimiento, y lo asocia al sufrimiento de Cristo, para llegar con Él a su gloria. En ocasiones la celebración se dilata por un infundado respeto humano pesando en no indisponer al enfermo. Negarlo es contraproducente en el creyente, es el auxilio del Señor en el dolor y sufrimiento. Jesús dijo a nosotros: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, San Mateo 11, 28.

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Orden sagrado Los ministros ordenados son enviados de Cristo, mediador entre el Padre y los hombres. “Como el Padre me envió a mí, así Yo los envío a ustedes”, San Juan 20, 21. Por eso son sus representantes y actúan “en la persona de Cristo”. Después de una larga preparación, los candidatos reciben en Sacramento del Orden en uno de sus tres grados: diácono, presbítero (sacerdote), obispo. Cristo continuó su obra mediante los apóstoles, a quienes llamó y eligió de entre sus seguidores, y los instituyó como colegio (grupo) estable con Simón Pedro al frente y los envió para que actuaran en su nombre en el mundo (cf. San Juan 20, 21). Los sucesores de los apóstoles son los obispos unidos al sucesor de Simón Pedro: el Papa. Sus colaboradores son los presbíteros y diáconos. Los ministros ordenados (diáconos, sacerdotes y obispos) ayudan a sus hermanos a caminar juntos, como Familia de Dios, guiando la comunidad. Son pregoneros del Evangelio de Jesús, administradores de los sacramentos y transmiten la vida de Dios a los hombres. Ponen toda su persona a disposición de Dios y de la comunidad, por eso viven en el celibato (no se casan). Tienen defectos y debilidades como toda persona; esto mismo los ayuda a ser 29


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humildes, a comprender mejor a los demás y a ser misericordiosos. La Iglesia necesita de numerosos y apasionados ministros ordenados, porque como Jesús dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha”, San Mateo 9, 37. Roguemos, pues, al Dueño de la mies para que envíe más obreros a su mies. Oración por la propagación de la Fe Oh Dios, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad: te rogamos envíes operarios a tu mies, y les concedas predicar con toda confianza tu palabra: para que tu verdad se difunda y esclarezca, y todas las gentes te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, que contigo vive y reina con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Oración de San Juan Pablo II por las vocaciones Señor Jesús, Pastor de nuestras almas, que continúas llamando con tu mirada de amor a tantos y a tantas jóvenes que viven en las dificultades del mundo de hoy. 30


Abre su mente para oír entre tantas voces que resuenan a su alrededor, tu voz inconfundible, suave y potente, que también repite hoy: "Ven y sígueme". Mueve el corazón de nuestra juventud a la generosidad y hazla sensible a las esperanzas de los hermanos que piden solidaridad y paz, verdad y amor. Orienta el corazón de los jóvenes hacia la radicalidad evangélica capaz de revelar al hombre moderno las inmensas riquezas de tu caridad. ¡Llámalos con tu bondad, para atraerlos a Ti! ¡Préndelos con tu dulzura, para acogerlos a Ti! ¡Envíalos con tu verdad, para conservarlos en Ti! Amén. Oh Jesús, envía santos obreros a tu viña. Qué todo los llamados sean perseverantes en su vocación. .Señor, danos Sacerdotes. .Señor, danos Sacerdotes. .Señor, danos muchos Sacerdotes. .Señor, danos muchos Sacerdotes. .Señor, danos muchos Sacerdotes........... santos. .Señor, danos muchos Sacerdotes........... santos. 31


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Matrimonio El Matrimonio es el signo de amor, alianza de amor de los esposos entre sí por un lado, y entre ellos y Dios por el otro. Si bien es una institución natural, Cristo la elevó a la dignidad de sacramento, (cf. Carta a los Efesios, 5, 21-33). El amor de los esposos cristianos es signo visible del amor de Dios, en cuanto se parece a éste. Por eso, como el amor de Dios, el amor de los esposos debe ser irrevocable (para siempre), fiel y exclusivo (sólo para con la pareja), fecundo y generoso (procurando la felicidad de la pareja y abierto a los hijos que nacen de esta unión). El amor es siempre comprensivo. Si los esposos se aman así, Cristo permanece con ellos. En la Exhortación Apostólica del Papa Francisco sobre “La alegría del amor”, en el cuarto capítulo trata del amor en el matrimonio y lo ilustra a partir del “himno al amor” de San Pablo en 1 Corintios 13, 4-7. El capítulo es una contribución preciosa para la vida cristiana de los conyugues. A su modo constituye un tratado dentro del desarrollo más amplio, plenamente consciente de la cotidianidad del amor que es enemiga de todo idealismo: «no hay que arrojar sobre dos personas limitadas —escribe el Pontífice en el n° 122— el tremendo peso de tener que reproducir de manera perfecta la unión que existe entre Cristo y su Iglesia, porque el 32


matrimonio como signo implica “un proceso dinámico, que avanza gradualmente con la progresiva integración de los dones de Dios”». Pero por otra parte el Papa insiste de manera fuerte y decidida sobre el hecho de que “en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo” (n° 123), propiamente al interior de esa “combinación de ale-grías y de fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de placeres” (n° 126) es, precisamente, el matrimonio. Deberes de los esposos 1) Amor y entrega recíprocos. 2) Fidelidad mutua: “Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”, San Mateo 19, 6; por ello asumimos la indisolubilidad del vínculo. Las leyes civiles que permiten el divorcio dando oportunidad para casarse de nuevo, son inmorales y nulas para el cristiano. De la fidelidad conyugal depende la felicidad de los esposos e hijos. 3) Aceptar con generosidad los hijos. En el delicado problema de la regulación de la natalidad, los esposos deben obrar con responsabilidad ante Dios y su conciencia. La encíclica Humanae Vitae de Pablo VI fija las normas que deben seguir. Los que pretenden únicamente gozar, rechazando y 33


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aborreciendo a los hijos, están en un tremendo error, porque quebrando el orden de la naturaleza se asemejan al insensato que quisiera derribar una pared de cemento a cabezazos... y se preparan una ancianidad triste e infeliz. Su pecado clama venganza al cielo... aunque la misericordia de Dios es infinita. Aceptar con generosidad los hijos. En el delicado problema de la regulación de la natalidad, los esposos deben obrar con responsabilidad ante Dios y su conciencia. La encíclica Humanae vitae de Pablo VI fija las normas que deben seguir. Lo reafirma el papa Francisco sobre “La alegría del amor” n° 82: «La enseñanza de la Iglesia “ayuda a vivir de manera armoniosa y consciente la comunión entre los cónyuges, en todas sus dimensiones, junto a la responsabilidad generativa. Es preciso redescubrir el mensaje de la Encíclica Humanae vitae de Pablo VI, que hace hincapié en la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la valoración moral de los métodos de regulación de la natalidad”». 4) Educar cristianamente a los hijos: cuidar de su salud, de su instrucción cívica y en especial de la religiosa, que es la única que asegura la vida eterna. Nota: Para casarse, averigüen con bastante anticipación en su Parroquia si existen otros re34


querimientos especiales (cursos preparatorios, etc.) Llegados al altar, hay que sentir la dicha de estar juntos ante Dios y mirar con ojos limpios el porvenir confiando serenamente en la asistencia divina. b) La Santa Misa La Santa Misa es la renovación de lo que celebró Jesús en la última Cena. Recuerda y actualiza el Amor de Dios, llevado al asombroso extremo de hacerse Pan para que lo comamos y nos transformemos en Él. Requiere: fe viva en su presencia, limpieza de corazón y correspondencia a tal Amor. Consta de dos partes, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía. La primera comprende los ritos iniciales, el acto penitencial, la oración de alabanza y la oración colecta. Luego se proclaman las lecturas bíblicas, que son interpretadas en la homilía. Esta parte culmina con el Credo y la oración de los fieles. La segunda parte comprende el Ofertorio, la Consagración, la Comunión y la despedida. En ella se ofrece a Dios el pan y el vino que luego se transforman en el Cuerpo y Sangre de Jesús, mediante las palabras que el sacerdote pronuncia “en persona de Cristo”. Concluye con la bendición y en envío. 35


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La Celebración de la Santa Misa o Eucaristía Súplica penitencial “Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor”. (U otra forma de acto penitencial). Sacerdote: Señor, ten piedad de nosotros. Asamblea: Señor, ten piedad de nosotros. Sacerdote: Cristo, ten piedad de nosotros. Asamblea: Cristo, ten piedad de nosotros. Sacerdote: Señor, ten piedad de nosotros. Asamblea: Señor, ten piedad de nosotros. Himno de alabanza “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad 36


de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén”. Credo (niceno-constantinopolitano) “Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén”. 37


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Santo Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosana en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosana en el cielo. Cordero de Dios Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

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LA ORACIÓN



a) Introducción “Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y amor, tanto desde dentro de la prueba, como desde dentro de la alegría”. Sta. Teresa del Niño Jesús ¿Desde dónde oramos? Desde lo más profundo de un corazón humilde y contrito. La humildad es la base de la Oración. Es la disposición necesaria para recibir el don de la Oración. Es todo el hombre el que ora; sin embargo, las Sagradas Escrituras hablan del alma, del espíritu o del corazón como la fuente de donde brota la Oración. Si el corazón está alejado de Dios, la expresión de la Oración es vana. El corazón es nuestra morada, el lugar de la verdad y nuestro centro más secreto; allí se produce nuestro encuentro con Dios y con su Alianza. La Oración es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. La vida de Oración es estar habitualmente en presencia de Dios y en comunión con Él, porque a través del Bautismo nos convertimos en un mismo ser con Cristo. 41


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Y, unidos con Él en la Oración, nos unimos a la Iglesia que es su Cuerpo. b) Principales oraciones SEÑAL DE LA CRUZ Persignarse Por la señal de la Santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor + Dios nuestro. Santiguarse En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. PADRE NUESTRO Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén. AVE MARÍA Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

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Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. GLORIA Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. CREDO (Símbolo de los Apóstoles) Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. SALVE Dios te salve, Reina y Madre de misericordia; vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a 43


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ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! —

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios; Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

ÁNGEL DE DIOS Ángel de Dios, que eres mi custodio, ya que el Señor me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname. Amén. PARA LOS DIFUNTOS Dales, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén. A SAN JOSÉ Por los agonizantes Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de la Virgen María, ruega por 44


nosotros y por los agonizantes de este día. — Gloría— ACTO DE FE Dios mío, creo firmemente cuanto tú, verdad infalible, has revelado y la Santa Iglesia nos propone para creer. Y expresamente creo en ti, único verdadero Dios, en tres personas iguales y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y en tu Hijo, encamado y muerto por nosotros, Jesucristo, el cual dará a cada uno, según sus méritos, el premio o la pena eterna. Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor, aumenta mi fe. ACTO DE ESPERANZA Dios mío, espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y las gracias necesarias para merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer. Señor, no quede yo confundido eternamente. ACTO DE CARIDAD Dios mío, te amo con todo el corazón, sobre todas las cosas, a Ti, bien infinito y nuestra eterna felicidad; y por amor tuyo amo a mi prójimo como a mí mismo y perdono las ofensas recibidas. Señor, haz que yo te ame cada día más.

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ACTO DE CONTRICCIÓN Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan grande y tan bueno como tú. Antes querría haber muerto que haberte ofendido y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén. **** Señor mío y Dios mío: reconozco que soy pecador; he pecado contra ti y contra mi prójimo. Me arrepiento del mal que he hecho, porque me hice indigno de tu amor y merecedor de castigo. Confío en tu misericordia porque tu Hijo Jesús murió por mí en la cruz. Te pido que me perdones e imploro tu gracia para cumplir mi propósito de no ofenderte más. **** No me mueve, mi Dios para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido, para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor; muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido; muéveme ver tu cuerpo tan herido; muéveme tus afrentas y tu muerte.

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Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno te temiera. No me tienes que dar porque te quiera; pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera. (Atribuido a Santa Teresa de Ávila) ORACIÓN DE LA MAÑANA ¡Señor!, te ofrezco mi corazón; ¡cuándo abriré los ojos para verte en los días eternos del paraíso! Te adoro, mi Dios, con los ángeles, con los santos del cielo y con los justos de la tierra; te doy gracias por haberme creado, hecho cristiano y llamado a vivir en este tiempo; te agradezco también todos los beneficios que me has dado en toda la vida, especialmente por haberme guardado en esta noche. Ofrecimiento del Apostolado de la Oración/Red Mundial de Oración del Papa Divino Corazón de Jesús, por medio del Inmaculado Corazón de María, me consagro a ti y contigo me ofrezco a Dios Padre en tu santo Sacrificio del altar con todos mis trabajos, oraciones, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación por nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino y especialmente te ruego por 47


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las intenciones confiadas este mes por el Papa al Apostolado de la Oración. A la Virgen María Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía morir sin tu bendición. **** Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y cristalino como una fuente. Dame un corazón sencillo que no saboree las tristezas; un corazón grande para entregarse, tierno en la compasión; un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal. Fórmame un corazón manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo; un corazón grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un corazón atormentado 48


por la gloria de Jesucristo, herido de su amor, con herida que sólo se cure en el cielo. L. De Grandmaison Jesús, José y María Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía. Jesús, José y María, descanse en paz con ustedes el alma mía. A SAN JOSÉ ¡Glorioso San José! Padre y protector de las almas puras, custodio fiel a quien Dios confió a Jesús inocente y a María la Virgen de las Vírgenes, te suplico y te ruego por Jesús y María, que por esta doble custodia para ti tan querida, me preserves de toda mancha de pecado, puro de corazón y casto de cuerpo, que yo pueda servir siempre a Jesús y a María con perfecta castidad. Amén. PARA EL TRABAJO Señor, que quisiste que la materia estuviese sometida al trabajo del hombre, concédenos que, realizando nuestros trabajos con espíritu cristiano, podamos practicar la verdadera caridad 49


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con los hermanos y cooperar al perfeccionamiento de la creación divina. Por Cristo, nuestro Señor. Amén. PARA EL ESTUDIO ¡María Madre mía, Trono de la sabiduría eterna! Alcánzame la gracia de estudiar con aplicación, de aprender con facilidad y de retener con firmeza y seguridad, para gloria de Dios y salvación de mi alma. Amén. POR UN ENFERMO Señor, aquel que tú amas está enfermo. Tú todo lo puedes y yo te pido humildemente que le devuelvas la salud. Pero si son otras tus intenciones, te ruego le concedas la gracia de sobrellevar con espíritu cristiano su enfermedad. Yo te agradezco la salud que tengo, pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique, formándome en la caridad y el sacrificio. Amén. ORACIÓN A SAN LUIS GUANELLA Oh San Luis Guanella, apóstol de la caridad, que has distribuido los tesoros de tu corazón en este mundo sediento de paz y amor, socorriendo a los pobres y desvalidos, tan preferidos por ti, alcánzanos de la Bondad Divina que podamos conservar y aumentar en nosotros el amor a Dios y al prójimo. 50


Concédenos, en especial, la gracia que en este momento te pedimos y la perseverancia final. Amén. — tres Gloría— . BENDICIÓN DE LA MESA Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos, que son fruto de tu generosidad y de nuestro trabajo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Después de comer Te damos gracias, Señor, por todos los beneficios que hemos recibido de tus manos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. ORACIÓN DE LA NOCHE (Se puede rezar "Completas” pág. 132, de la Liturgia de las Horas) Te bendecimos y damos gracias, Señor Dios, por tu Hijo Jesucristo, que al iluminarnos nos manifestó la luz incorruptible. Hemos terminado la tarea de este día y llegamos a las tinieblas de la noche; nuestros ojos se han llenado con la luz que creaste para nuestro gozo. Ahora cantamos a tu santidad y a tu gloria por medio de tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Por él recibes la gloria, el poder y el honor con el Espíritu Santo por todos los siglos. Amén.

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Examen de conciencia, pág. 24. Acto de contrición, pág 46. Oración: Te adoro, Dios mío, y te amo con todo mi corazón. Te doy gracias por todos los beneficios, en especial por los concedidos en este día. Me arrepiento de haberte ofendido por ser tú tan bueno y digno de ser amado. Aumenta en mí la fe, la esperanza y la caridad. Te ofrezco los trabajos del día que termina y el descanso de esta noche. Que me bendiga y me guarde el Señor omnipotente y misericordioso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. c) Otras oraciones JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, NOS BENDIGA Jesús, María y José, nos bendigan y concedan la gracia de amar a la Santa Iglesia sobre cualquier cosa terrena y ayúdennos a demostrar siempre nuestro amor con la prueba de los hechos. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. Jesús, María y José, nos bendigan y concedan la gracia de profesar abiertamente, con coraje y 52


valentía, la fe que recibimos el día de nuestro bautismo. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. Jesús, María y José, nos bendigan y concedan la gracia de defender e incrementar la fe, en lo que nos concierne, con la palabra, con las obras, con el sacrificio. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. Jesús, María y José, nos bendigan y concedan la gracia de amarnos los unos a los otros y de estar en perfecta concordia de pensamiento, de voluntad y de acción, bajo la guía de nuestros pastores. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. Jesús, María y. José, nos bendigan y concedan la gracia de conformar plenamente nuestra vida a los preceptos de la ley de Dios y de la Iglesia, para vivir siempre de la caridad de la que ellos son resumen. Amén. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. SAGRADO CORAZÓN Es el símbolo del Amor divino y humano de Jesús para con el Padre y hacia nosotros. A quienes lo veneran les ha propuesto 12 promesas: 53


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1) Les daré todas las gracias necesarias a su estado. 2) Pondré paz en sus familias. 3) Los consolaré en todas sus penas. 4) Seré su refugio seguro en vida, y especialmente en muerte. 5) Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas. 6) Los pecadores encontrarán en mí la fuente y el océano infinito de la misericordia. 7) Las almas tibias se harán fervorosas. 8) Las fervientes se elevarán a gran perfección. 9) Bendeciré las casas en donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada. 10) Daré a los sacerdotes el don de mover los corazones más empedernidos. 11) Los que propagan mi devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él. 12) Prometo, en el exceso de misericordia de mi Corazón, que mi Amor todopoderoso concederá a todos los 54


que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos la gracia de la penitencia final; no morirán en mi desgracia. Mi Corazón será su refugio seguro en aquel último instante. Sacarlo está demás La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es la más importante de la vida cristiana, pues, no se trata de una devoción más, sino de la médula y esencia de la religión cristiana. Es toda una espiritualidad, la más elevada y auténtica, síntesis de ascética para nuestra vida. Nuestro primer despertar religioso debe dirigirse, evidentemente, hacia el Creador. Mostrarle nuestro agradecimiento y buscar su voluntad. Dios nos sale al encuentro con su palabra revelada. Y al saber que se ha hecho hombre por nosotros, es a este hombre-Dios, a Cristo, Señor nuestro, a quien hemos de buscar con afán de amarle y servirle. Ser cristiano no es otra cosa. Jesús nos indica la mejor vía de comunicación con Él: el amor. Por eso, dando un símbolo a ese inmenso amor suyo nos presenta su Corazón, fuente de agua viva (Juan 7, 38). De Él nace la Iglesia cuando es traspasado por la lanza en la cruz. En Él hallaremos la espiritualidad más 55


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segura y útil para todos, la mejor norma de vida, la más excelente manera de practicar el cristianismo… LETANÍAS Señor, ¡ten piedad de nosotros! Cristo, ¡ten piedad de nosotros! Señor, ¡ten piedad de nosotros! Cristo, ¡óyenos! Cristo, ¡escúchanos! Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros. (Se repite a cada invocación). Dios Hijo Redentor del mundo, Dios Espíritu Santo, Santa Trinidad, un solo Dios, Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios. Corazón de Jesús, de infinita majestad, Corazón de Jesús, templo santo de Dios, Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo. Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, Corazón de Jesús, ardiente hoguera de caridad, Corazón de Jesús, santuario de justicia y de amor, 56


Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, Corazón de Jesús, en el cual se encuentran todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, Corazón de Jesús, en el cual reside toda la plenitud de la divinidad, Corazón de Jesús, objeto de las complacencias del Padre, Corazón de Jesús, cuya plenitud se derrama sobre todos nosotros, Corazón de Jesús, deseo de los collados eternos, Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, Corazón de Jesús, liberal con todos los que te invocan, Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, Corazón de Jesús, colmado de oprobios, Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados, Corazón de Jesús, obediente hasta la muerte, Corazón de Jesús, atravesado por una lanza, Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, Corazón de Jesús, nuestra paz y reconciliación, 57


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Corazón de Jesús, víctima de los pecados, Corazón de Jesús, salvación de los que esperan en ti, Corazón de Jesús, esperanza de los que mueren en ti, Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos, Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros. Jesús, manso y humilde de corazón, Haz nuestro corazón semejante al tuyo. Oración: Omnipotente y sempiterno Dios, mira el Corazón de su amadísimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que te da en nombre de los pecadores; y, aplacado por sus divinos homenajes, perdona a los que imploran tu divina clemencia, en nombre de este mismo Jesucristo, tu Hijo, que siendo Dios, contigo vive y reina en unión del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS Jesús, Redentor nuestro, vinimos a tu presencia animados por el recuerdo de tus palabras: 58


“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”. Con el dolor que nos causan tantos males como presenciamos, nos trae a ti el deseo de repararlos y la gratitud por tantos beneficios recibidos de tu Corazón. Nosotros, en presencia de la Inmaculada siempre Virgen María, de su esposo el patriarca San José y de toda la corte celestial ofrecemos y consagramos a tu Corazón todas nuestras personas, cuanto somos y tenemos; de todo lo cual queremos hacerte entera y perpetua consagración, para reparar las injurias y ofensas que se cometen contra tu divina Majestad y para promover en nosotros y en todos los demás, tu mayor gloria. Dígnate aceptar este ofrecimiento y danos la gracia de ser siempre fieles a nuestras promesas con el exacto cumplimiento de tu voluntad y el cumplimiento de nuestros deberes personales. Sea tu Corazón nuestro escudo contra todos los ataques de nuestros enemigos y una nueva prenda de gracia final con la que, después de haber vivido constantemente en tu Corazón, podamos exhalar en Él el último suspiro. Amén.

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ACTO DE REPARACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago de los ingratos más que olvido, negligencia y menosprecio, míranos postrados ante tu altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres, y las injurias con que, en todas partes, hieren tu amado corazón. Pero, recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con esta indignidad, de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos ante todo, obtener para nuestras almas tu divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguirte como Pastor y Guía, u olvidando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de tu ley. Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y las deshonestidades de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las detestables injurias proferidas contra ti y contra tus santos, los insultos dirigidos contra tu vicario y el orden sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del Amor y, en fin, 60


los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por ti fundada. ¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino olvidado: uniéndola con la expiación de la Madre Virgen, de los Santos y de las almas buenas, te ofrecemos las satisfacciones que tú mismo ofreciste un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renuevan en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de tu gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia tu amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seas injuriado, y por atraer a cuantos podamos para que vayan en tu seguimiento. ¡Misericordioso Jesús! Por intercesión de la Virgen María Reparadora, te suplicamos que recibas este voluntario acto de reparación; concédenos que seamos fieles a tus mandatos y a tu servicio hasta la muerte y otórganos el don de la perseverancia con la cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, te amaremos por los siglos de los siglos. Amén. 61


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ENTRONIZACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN EN LAS FAMILIAS Una de las devociones que más agradan al Corazón de Jesús es su entronización en el hogar. Jesucristo quiere reinar en nuestras casas, quiere nuestro amor, quiere que lo elijamos y proclamemos Señor de nuestras vidas. Dijo a Santa Margarita: “Dame hospedaje de amor y yo te lo retornaré eterno en mi Corazón”. Es verdad que el verdadero reinado del Sagrado Corazón de Jesús está en el interior de las almas que viven en su amistad y gracia, pero Jesús ha prometido grandes bendiciones a todas las familias que hagan la entronización de su Sagrado Corazón, proclamándolo Señor del hogar y dejando como recuerdo su imagen bendita en alguno de los lugares más visibles de la casa. La consagración de la familia al Sagrado Corazón no es una ceremonia de un momento, sino una consagración de la familia para siempre. Se lo elige como Señor, por tanto la familia debe vivir según las leyes y mandamientos de Jesucristo. Bendición de la Imagen (por un sacerdote) — Nuestra ayuda está en el nombre de Señor. — Que hizo el cielo y la tierra. — El Señor esté con ustedes. — Y con tu espíritu. 62


Oremos Dios Todopoderoso y eterno, tú que permites esculpir o pintar las imágenes de tus santos, a fin de que, al contemplarlas con nuestros ojos, meditemos y tratemos de imitar sus obras y sus virtudes, te pedimos que bendigas y santifiques esta imagen, hecha en honor y recuerdo de tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo. Te rogamos que a quienes procuren, delante de esta imagen, tributar culto y honrar a tu Hijo único, por sus méritos e intercesión, concedas tu gracia en este mundo y la gloria eterna en la vida futura. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Ofrecimiento de la casa al Señor (por el jefe de la familia) Señor nuestro Jesucristo, dígnate visitar, con el amor de tu Divino Corazón, en compañía de tu dulce Madre María, esta casa que te ofrecemos según nuestra pobreza. Hoy que te echan tantos de todas partes, nosotros te recibimos muy gustosos en nuestra casa y te tendremos en ella perpetuamente. Aquí estamos reunidos para recibirte. Queremos, Señor, que vivas a nuestro lado, que participes de nuestra suerte, de nuestras alegría y de nuestras tristezas, de nuestra riqueza y de nuestra pobreza, de nuestra salud y de nuestra 63


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enfermedad, de nuestro honor y de nuestra humillación. Santifica el juego de nuestros niños, el amor de nuestros jóvenes, el trabajo de nuestros hombres y los recuerdos de nuestros ancianos. Te pedimos que nos ilumines en nuestras dudas, que nos adviertas en nuestros peligros, que nos defiendas en nuestras tentaciones, que nos dirijas en nuestras resoluciones, especialmente en la elección de nuestra vida y estado; y, sobre todo, que perdones nuestros pecados y nos inflames siempre en tu divino amor. Atráenos, Señor, más y más hacia ti. No apartes de nosotros tus ojos en nuestra muerte. Vive con nosotros, como padre en medio de sus hijos, siendo tú nuestro Rey y nosotros tus súbditos; tú mandando y nosotros obedeciendo. Consérvanos siempre en tu santo temor y en el filial amor. Si alguno de nuestros parientes está en el Purgatorio, líbralo ya de aquellas penas, y a todos los que están ausentes acá en la tierra, como los unimos nosotros ahora en el recuerdo, únelos hoy tú en nuestro corazón por el amor y la caridad. Bendice, Señor, a los de casa y a los amigos aquí presentes. ¡Señor! No somos dignos de que entres en nuestra pobre morada. Pero tú que fuiste a la del Centurión y entraste en la de Zaqueo, dígnate entrar y vivir aquí siempre, 64


hasta que todos vayamos pasando de esta casa a la tuya del cielo. Amén. Padre Nuestro, Ave María y “Dales, oh Señor”, por los difuntos de la familia. Fórmula de Consagración de la Familia al Sagrado Corazón de Jesús Santísimo Corazón de Jesús, tú has manifestado a Santa Margarita María el deseo de reinar sobre las familias cristianas: hoy proclamamos tu absoluto dominio sobre la nuestra. De hoy en adelante, queremos vivir de tu vida; queremos que en el seno de nuestra familia florezcan las virtudes, a cuyos poseedores prometiste la paz en la tierra; queremos desterrar de nosotros el espíritu mundano que tú condenaste. Tú has de reinar en nuestro entendimiento por la sencillez de la fe, y en nuestro corazón por el amor a ti solo; amor que procuraremos mantener vivo con la frecuente recepción de la divina Eucaristía. Dígnate, Corazón divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, solucionar nuestros problemas, santificar nuestras alegrías, consolar nuestras penas. Si alguno de nosotros tuviera la desgracia de ofenderte, recuérdale, Corazón de Jesús, que eres bueno y misericordioso para con los pecadores arrepentidos. Y cuando suene la hora 65


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de la separación, cuando venga la hermana muerte a llamar a algún ser querido, haz que todos, así el que se va como los que se quedan, estemos conformes con tus eternos decretos. Nos consolaremos pensando que ha de venir un día en que toda la familia, reunida en el cielo, podrá cantar eternamente tus glorias y beneficios. Dígnese el Corazón inmaculado de María, dígnese el glorioso patriarca San José presentarte ésta, nuestra consagración, y recordárnosla todos los días de nuestra vida. ¡Viva el Corazón de Jesús, nuestro Rey y nuestro Padre! HORA SANTA Introducción: Señor mío Jesucristo, que por el amor que tienes a los hombres estás de noche y de día en este Sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte; yo creo que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar, te adoro desde el abismo de mi nada, y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento tu cuerpo, sangre, alma y divinidad; por haberme dado como abogada a tu Santísima Madre, la Virgen María, y por haberme llamado a visitarte en este lugar santo. 66


Adoro tu amado Corazón y deseo adorarte por tres fines: .el primero, en agradecimiento de esta tan preciosa dádiva; .el segundo, para desagraviarte de todas las injurias que has recibido de tus enemigos en este Sacramento, .y el tercero, porque deseo en esta visita, adorarte en todos los lugares de la tierra, donde estás sacramentado con menos culto y más abandono. Jesús mío, te amo con todo mi corazón: me pesa el haber tantas veces ofendido, en lo pasado, a tu infinita bondad. Propongo, ayudado de tu gracia, enmendarme e lo venidero. Y ahora miserable como soy, me consagro todo a ti; te doy y entrego toda mi voluntad, mis afectos, mis deseos y todo cuanto me pertenece. De hoy en adelante haz, Señor, de mí y de mis cosas todo lo que te agrade. Lo que quiero y te pido es tu santo amor, la perfecta obediencia a tu santísima voluntad y la perseverancia final. En fin, amado Salvador mío, uno todos mis afectos y deseos con los de tu amoroso Corazón, y así unidos, los ofrezco a tu eterno Padre y le pido, en tu nombre, que por tu amor los aceptes y atiendas benignamente. Amén.

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Primera parte: Fe Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6,48-58) «Jesús dijo a la muchedumbre: “Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en Él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”». Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. 68


“Creo, Señor, aumenta mi fe”. (Se repite a cada intención). 1. Creo, Señor, que en este Santísimo Sacramento estás realmente presente, oh Jesús mío, y te profeso la Fe de la Iglesia, con sus propias palabras: 2. Creo, Señor, que eres verdadero Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho. 3. Creo, Señor, que en esta Hostia Sagrada estás presente como Hombre, con tu Cuerpo y con tu Sangre, porque por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajaste del cielo y te has encarnado por obra y gracia del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María y te hiciste Hombre. 4. Creo, Señor, como dice Santo Tomás de Aquino, que en la cruz no aparecía tu divinidad, pero que aquí hasta desaparece tu Humanidad; y lo que ni la vista, ni el tacto, ni el gusto me pueden afirmar, lo acepto con toda el alma porque me lo dice la predicación de la Iglesia, que tú fundaste y me diste como Madre.

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5. Creo, Señor, que en esta Hostia Sagrada, estás presente tú, que al tercer día venciste la muerte y triunfaste de todo mal con la Resurrección. 6. Creo, Señor, que aunque estés reinando glorioso en el cielo, en donde estás sentado a la derecha del Padre, te hayas aquí en este altar, escondido en las apariencias de una frágil Hostia, que un soplo de viento puede arrastrar al suelo. 7. Creo, Señor, que aunque estás tan a la mano, sin embargo eres tan excelso, que a tu nombre se arrodilla el universo entero: el cielo, la tierra y los infiernos. 8. Creo, Señor, que eres tú el que está aquí sobre nuestro altar, que te quieres dar en alimento a nuestras almas, para robustecernos, para hacemos más dignos hijos del Padre celestial y hermanos tuyos. 9. Creo, Señor, que al recibirte en la Santa Comunión, depositas en nuestro cuerpo la garantía de la Resurrección, cuando nuestro cuerpo será transformado como el tuyo, y será glorioso templo de la Santísima Trinidad por toda la eternidad.

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Segunda parte: Adoración Lectura del Santo Evangelio según San Juan (20,24-29). Tomás, uno de los doce, de sobrenombre El Mellizo, no estaba con ellos, cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estando de nuevo los discípulos reunidos en la casa, estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

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“Te adoro, Señor mío” (Se repite a cada intención) 1. Te adoro, Señor, verdadero Dios y verdadero Hombre, unido a tu Madre la Virgen María que te adoró al concebirte en su seno. 2. Te adoro, Señor, unido a tu Madre que te adoró al nacer en Belén. 3. Te adoro, Señor, unido a tu Madre que te adoró cuando agonizabas en la cruz. 4. Te adoro, Señor, unido a tu Madre que te adoró cuando te bajaron de la cruz y te pusieron en su regazo. 5. Te adoro, Señor, unido a tu Madre que te adoró cuando apareciste glorioso en el día de la Resurrección. 6. Te adoro, Señor, unido a tu Madre que te adoró en tu ascensión a los cielos. 7. Te adoro, Señor, unido a todos los ángeles que te adoran, cantándote tres veces Santo. 8. Te adoro, Señor, unido a todos los santos del cielo, que adorándote gozan de felicidad infinita. 9. Te adoro, Señor, unido a todas las almas devotas que diariamente te visitan en tus altares. 72


10. Te adoro, Señor, unido a la Iglesia universal que te adora públicamente en las celebraciones litúrgicas. 11. Te adoro, Señor, con toda mi mente, y te prometo meditar a menudo en este misterio de Fe y de Amor. 12. Te adoro, Señor, con todo mi corazón y te prometo superar mi flojedad para hacerte compañía con mayor frecuencia y con más fervor. 13. Te adoro, Señor, con todos mis sentimientos y te ofrezco como adoración mis alegrías y mis penas, mis deseos, mis aspiraciones y mis desilusiones. 14. Te adoro, Señor, con todas mis energías y como adoración te ofrezco el trabajo de cada día. 15. Te adoro, Señor, con todo mi ser, y como adoración te ofrezco todas mis molestias físicas, mis enfermedades, y como suprema adoración, mi propia muerte, que recibiré como puerta que me abre tus eternas moradas.

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Expiación “Perdón, Señor, perdón" (Se repite a cada invocación) 1. Te pido perdón, Señor, por las veces que he descuidado mi deber de adorarte. 2. Te pido perdón, Señor, por las veces que hice mis prácticas de piedad con prisa y sin devoción. 3. Te pido perdón, Señor, por las veces que he buscado pretextos para no hacerte compañía en la soledad de tu Sagrario. 4. Te pido perdón, Señor, por el abandono en que se hallan algunos de tus Sagrarios. 5. Te pido perdón, Señor, por las faltas de adoración de mis familiares y parientes. 6. Te pido perdón, Señor, por las personas que faltan con demasiada facilidad a la adoración pública que es la Misa dominical. 7. Te pido perdón, Señor, por todos nuestros hermanos de esta Parroquia que no piensan en ti. 8. Te pido perdón, Señor, por todos los bautizados del mundo que no cumplen con su compromiso del sacerdocio común de los fieles y te niegan la adoración. 74


9. Te pido perdón, Señor, por todos los seres humanos no bautizados. Ellos también son hermanos tuyos, conquistados con tu Sacrificio de la Cruz. Tercera parte: Esperanza Lectura del Evangelio según San Juan (6,66-69). Desde ese momento muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los doce: “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabra de vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. “Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío” (Se repite a cada invocación) 1. Confío en ti, Señor, porque me amas y por mi amor te hiciste hermano mío haciéndote hombre como yo. 2. Confío en ti, Señor, porque afirmaste que no hay mayor amor que dar la vida por la persona amada y tú diste tu vida por mí.

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3. Confío en ti, Señor, porque me das la garantía del perdón, Tú que perdonaste a los pecadores arrepentidos. 4. Confío en ti, Señor, porque buscas la oveja perdida, llamas amigo a Judas y con la mirada conviertes a Pedro. 5. Confío en ti, Señor, porque de un Zaqueo haces un bienhechor de los pobres, de una Magdalena haces un Apóstol de tu Resurrección, y de un Pedro que te renegó haces el cimiento de tu Iglesia. “Señor, espero en ti” (Se repite a cada invocación) 1. Aumenta, Señor, mi esperanza, para que yo confíe como los más grandes santos de tu Iglesia. 2. Dame, Señor, la esperanza de aquellos que lo dejaron todo por el reino de los cielos. 3. Dame, Señor, la esperanza de aquellos que sufren con alegría las enfermedades, los contratiempos y todas las dificultades de la vida. 4. Dame, Señor, la esperanza de aquellos que sin recursos humanos, supieron hacer cosas muy grandes en favor de tus hermanos más necesitados. 76


5. Dame, Señor, la esperanza de aquellos que sufren con alegría la persecución para mantenerse fieles a ti. 6. Dame, Señor, la esperanza de aquellos que con toda generosidad dieron su vida por ti, para recibir tu corona celestial. Cuarta parte: Caridad Lectura del Santo Evangelio según San Juan (13,1-15). Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía a la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No”, le dijo Pedro, “¡tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si no te lavo, no podrás compartir mi suerte". 77


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“Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”. Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. “Sagrado Corazón de Jesús, haz que te ame siempre más y más” (Se repite a cada invocación) 1. Señor, quiero amarte con toda mi mente, mi corazón, mis energías. 2. Señor, quiero amarte con tanto amor, como te ama tu Madre la Virgen María. 3. Señor, quiero amarte como te aman los ángeles y todos los santos del Cielo. 78


4. Señor, quiero amarte como te aman las almas que están en el Purgatorio. 5. Señor, quiero amarte como te aman hoy en la tierra tantas almas enamoradas de ti. “Lléname, Señor, de tu Espíritu” (Se repite a cada intención) 1. Lléname, Señor, de tu Espíritu Santo, para que por amor tuyo esté dispuesto a aceptar todas las cruces de la vida. 2. Lléname, Señor, de tu Espíritu Santo, para que esté dispuesto a sufrir todas las humillaciones y contratiempos que quieras enviarme. 3. Lléname, Señor, de tu Espíritu Santo, para que esté dispuesto a sufrir toda clase de enfermedades que creas oportuno enviarme. 4. Lléname, Señor, de tu Espíritu Santo, para que esté dispuesto a aceptar aquella muerte con que vienes a llamarme, con todos los dolores y penas que la acompañen. 5. Lléname, Señor, de tu Espíritu Santo, para que mi último suspiro sea un acto de amor para ti.

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CONCLUSIÓN Oremos: Oh Dios que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. BENDITO SEA DIOS Bendito sea Dios. Bendito sea su santo nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Bendito sea el nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar. Bendito sea el Espíritu Santo Consolador. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su santa e inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre. 80


Bendito sea San José su casto Esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos. PEQUEÑO ROSARIO DE LA DIVINA PROVIDENCIA Para pedir gracias espirituales y temporales. En el nombre del Padre. En lugar del Padre Nuestro. “Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros”. “Corazón de María, ruega por nosotros”. “Glorioso San José, ruega por nosotros”. “Seráfica Santa Teresa, ruega por nosotros”. “San Cayetano, ruega por nosotros”. “San Benito Cottolengo, ruega por nosotros”. “San Luis Guanella, ruega por nosotros”. En lugar del Ave María, repetir 10 veces. “Santísima Providencia de Dios, provéenos”. Terminada la recitación del pequeño Rosario, se rezarán tres Ave María a la Santísima Virgen, Madre de la Providencia, con la siguiente jaculatoria: “Míranos, María, con tus ojos de piedad. Socórrenos, Reina, con tu ardiente caridad”.

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Luego se dirá: “Padre, Hijo, Espíritu Santo, Santísima Trinidad, Jesús, María, ángeles, santos y santas del Paraíso, les pedimos esta gracia por la sangre preciosa de Jesucristo.” Gloria al Padre. Y se concluye: “Eterno Padre, socórrenos; Hijo de Dios, provéenos; Espíritu Santo, inspíranos; habla por nosotros. Corazón de Cristo abierto. Fuente de piedad, verdadero Tabernáculo de la Santísima Trinidad, a ti nos presentamos con gran fe; concédenos, por piedad, la gracia que te pedimos.” Gloria al Padre... EL ESPÍRITU SANTO Es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad: Dios, como el Padre y el Hijo. Jesús en el Evangelio lo nombra varias veces (por ej., en Juan 16,7ss). Dio orden a los apóstoles de bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Es el Amigo, el Consolador de los fieles; es el Alma del Cuerpo místico de Cristo, la Iglesia, a quien acompaña en las persecuciones y en los triunfos. 82


Ven, Espíritu Creador “Ven Espíritu Santo Creador, ven a visitar el corazón y llena con tu gracia viva y eficaz nuestras almas que tú creaste por amor. Tú a quien llaman gran consolador, don del Dios Altísimo y Señor; eres vertiente viva, fuego que es amor, de los dones del Padre dispensador. Tú, Dios que plenamente te nos das, dedo de la mano paternal, eres Tú la promesa que el Padre nos dio, tu palabra enriquece hoy nuestro cantar. Los sentidos tendrás que iluminar nuestro corazón enamorar, y nuestro cuerpo frente a toda tentación con tu fuerza constante haz de reafirmar. Lejos al opresor aparta ya, tu paz danos pronto sin tardar y siendo nuestro guía, nuestro conductor evitemos así cualquier error o mal. Danos a nuestro Padre conocer, a Jesús el Hijo comprender y a Ti, Dios que plenamente te nos das, te creamos con sólida y ardiente fe. 83


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Alabemos al Padre nuestro Dios, y a su Hijo que resucitó, también al Santo Espíritu Consolador, por los siglos y siglos gloria y bendición. Amén”. Antífona: — Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu Amor. Envía tu Espíritu y todo será creado. — Y renueva la faz de la tierra. Oremos: 1) Dios todopoderoso, que iluminaste los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo: danos que, guiados por el mismo Espíritu, sintamos rectamente y gocemos siempre de su consuelo. Por Cristo, nuestro Señor. Amén. 2) Dios de misericordia a quien todo corazón está patente y toda voluntad habla y ningún secreto se oculta, purifica con la infusión de tu Espíritu Santo los afectos de nuestra alma; para que merezcamos amarte perfectamente y alabarte dignamente. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

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3) Abrasa, Señor, con el fuego del Espíritu Santo, nuestros corazones: para que te sirvamos con cuerpo casto y te agradezcamos con limpio corazón. Por Cristo, nuestro Señor. Amén. Novena al Espíritu Santo Por la señal de la Santa Cruz... 1. Espíritu de sabiduría — Te adoro. Hazme conocer las vanidades de las cosas de la tierra y la importancia de las celestiales. Gloria. 2. Espíritu de inteligencia — Te venero. Te doy gracias; ilumina mi mente en la fe, para que seas mi guía en toda acción. Gloría. 3. Espíritu de consejo — Te alabo. Hazme siempre dócil a tus santas inspiraciones. Gloria. 4. Espíritu de fortaleza — Te bendigo. Hazme fuerte en las tentaciones y contra los enemigos de mi alma. Gloria. 5. Espíritu de ciencia — Te glorifico. Ayúdame siempre en los estudios para gloria del Señor. Gloria. 6. Espíritu de piedad — Te ruego. Concédeme la gracia de que mis oraciones sean más fervientes y devotas. Gloria. 85


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7. Espíritu del santo temor — Te amo. Haz que nunca me olvide de la presencia de Dios para amarle en todas las cosas. Gloria. Tres Ave Marías a la Virgen, Esposa del Espíritu Santo. Invocación al Espíritu Santo “Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz. Consolador lleno de bondad dulce huésped del alma, suave alivio para el hombre. Descanso en el trabajo, templanza en las pasiones, alegría en nuestro llanto. Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles. Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre, nada que sea inocente. Lava nuestras manchas, 86


riega nuestra aridez, cura nuestras heridas. Suaviza nuestra dureza, enciende nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos. Concede a tus fieles, que en ti confían, tus siete sagrados dones. Premia nuestra virtud, salva nuestras almas, danos la eterna alegría. Amén. Aleluya”. Oración por la unidad de los cristianos Padre celestial, por tu honra y gloria y la gloria de tu Hijo, no permitas que queden insatisfechas las supremas ansias del Corazón de Jesús: “¡Que todos sean uno!”. Haz, te suplico, que todos los católicos y todas las instituciones estén siempre íntimamente unidos entre sí. Haz que a cuantos consagró un mismo bautismo, los una también la integridad de la fe y el vínculo de la Caridad. Haz que los que todavía no creen en Jesucristo, llenos de la luz del Espíritu Santo, puedan entrar en el camino de la salvación. Ilumina al pueblo judío para que también él merezca alcanzar la plenitud de la Redención. Te lo pedimos todos unidos 87


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espiritualmente, por el Corazón de tu mismo Hijo Jesucristo, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos. Amén. Antífona: “Que todos sean una misma cosa como tú, Padre, estás en mí y Yo en ti; que sean ellos una misma cosa en nosotros, para que crea el mundo que tú me has enviado.” — Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Oremos: Señor Jesucristo, que dijiste a los Apóstoles: “Mi paz les dejo, mi paz les doy”, no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia; y conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Jueves sacerdotal Oración por las vocaciones (San Pablo VI) ¡Oh Jesús! Divino Pastor de las almas, que llamaste a Dios Apóstoles para hacerlos pescadores de hombres: atrae hacia ti las almas ardientes y generosas de los jóvenes, para hacerlos tus seguidores y ministros. Hazlos partícipes de tu sed de redención universal, por la cual renuevas tu sacrificio sobre los altares. 88


Descúbreles el horizonte del mundo entero, donde la silenciosa súplica de tantos hermanos pide la luz de la verdad y el calor del amor; para que, respondiendo a tu llamado, prolonguen aquí en la tierra tu misión, edifiquen tu Cuerpo Místico, la Iglesia, y sean sal de la tierra y luz del mundo. Extiende, Señor, tu llamado a muchas almas generosas, e infúndeles el ansia de la perfección evangélica y de la entrega al servicio de la Iglesia y de los hermanos necesitados de asistencia y de caridad. Ofrecimiento “¡Señor Jesús! Sumo y Eterno Sacerdote, que en tu amor infinito por los hombres has confiado a los sacerdotes, como ministros tuyos, la salvación de las almas, te ofrezco por mano de María Santísima, Madre tuya y nuestra, por la santificación y multiplicación de tus ministros, las oraciones, obras y sufrimientos de este día. Envía a tu Iglesia muchos y santos sacerdotes, que trabajen sin descanso, en unión contigo, para establecer por doquiera el reinado de tu sagrado Corazón, hoguera de amor y manantial de santidad. Amén”.

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Oración en forma de letanía Uno

— Señor, para procurar tu honra y gloria.

Todos — Danos sacerdotes santos. (Se repite a cada intención.) Señor, para aumentar nuestra fe. Señor, para sostener tu Iglesia. Señor, para predicar tu doctrina. Señor, para defender tu causa. Señor, para sostener la verdad. Señor, para contrarrestar el error. Señor, para dirigir nuestras almas. Señor, para mejorar las costumbres. Señor, para desterrar los vicios. Señor, para iluminar al mundo. Señor, para enseñar las riquezas de tu Corazón. Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo. Señor, para que todos tus Ministros sean luz del mundo y sal de la tierra. Oración final Corazón de Jesús Sacerdote santo, te pedimos con el mayor encarecimiento del alma que aumentes de día en día los aspirantes al sacerdocio y que los formes según los designios de tu amante Corazón. 90


Sólo así conseguiremos sacerdotes santos, y pronto en el mundo no habrá más que un solo rebaño y un solo pastor. A Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote por la santificación del clero Jesús, Pontífice Eterno, Divino Sacrificador, Tú que en un impulso de incomparable amor a los hombres, nuestros hermanos, hiciste brotar de tu Corazón Sagrado el sacerdocio cristiano, dígnate continuar derramando sobre tus ministros los torrentes vivificantes del amor infinito. Vive en tus sacerdotes, transfórmalos en ti mismo, hazlos por tu gracia instrumentos de tu misericordia. Obra en ellos y por ellos, y después de haberse del todo revestido de ti, por la fiel imitación de tus adorables virtudes, cumplan en tu nombre y por el poder de tu Espíritu las obras que realizaste tú mismo para la salvación del mundo. Divino Redentor de las almas, mira cuán grande es la multitud de los que aún duermen en las tinieblas del error, cuenta el número de ovejas descarriadas que caminan entre precipicios, considera la turba de pobres, hambrientos, ignorantes y débiles que gimen en el abandono. Vuelve a nosotros, Señor, por tus sacerdotes; revive verdaderamente en ellos, obra por ellos y pasa de nuevo por el mundo enseñando, perdonando, sacrificando y renovando los lazos sagrados del Amor, entre el Corazón de Dios y el corazón del hombre. Amén. 91


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Por los sacerdotes Dios todopoderoso y eterno, dígnate mirar el rostro de tu Cristo, Sacerdote eterno, y por el amor que le profesas ten piedad de tus sacerdotes. Acuérdate, oh Dios misericordioso, de que no son más que débiles y frágiles criaturas. Mantén vivo en ellos el fuego de tu amor. Guárdalos cerca de ti, para que el enemigo no prevalezca contra ellos y nunca sean indignos de su sublime vocación. Jesús, te ruego por tus sacerdotes fieles y fervorosos, por tus sacerdotes tibios e infieles; por tus sacerdotes que trabajan a nuestro lado o en lejanas misiones; por tus sacerdotes sometidos a la tentación; por tus sacerdotes que sufren soledad y abandono; por tus sacerdotes jóvenes, por tus sacerdotes ancianos; por tus sacerdotes enfermos, por tus sacerdotes agonizantes; por las almas de tus sacerdotes que padecen en el purgatorio. Pero, sobre todo, confío a tu cuidado a los sacerdotes que me son más queridos: al sacerdote que me bautizó, al que me perdonó mis pecados; a los sacerdotes de cuyas misas participé y que me dieron tu Cuerpo y tu Sangre en la Sagrada Comunión; a los sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, que me animaron y aconsejaron: a todos los sacerdotes a los que me ata una deuda de gratitud. Oh Jesús, 92


guárdalos cerca de tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en esta vida y en la eterna. Amén. Oración por los novios Señor Jesús: Tú que permitiste nuestro encuentro para que nos hiciéramos mutuamente felices. Tú que nos darás el calor de la intimidad en tantas horas de alegría y de dolor. Tú que nos darás el poder de transmitir la vida a nuestros hijos; acepta esta sencilla oración de enamorados y preséntala al Padre celestial. Te ofrecemos la felicidad y la intimidad de nuestro hogar, los hijos que serán el fruto de nuestro amor, nuestras almas y nuestros cuerpos. Oración de los casados Sagrado Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, habita y reina en los nuestros; haz —por tu gracia— que mutuamente nos amemos con amor casto y verdadero, como tú amaste a tu inmaculada Esposa la Iglesia y te entregaste a la muerte por ella. Concédenos aquel mutuo amor e indulgencia que te es sumamente agradable, y la mutua paciencia en tolerar nuestros defectos, pues estamos persuadidos de que ninguna creatura carece de ellos. No permitas que reciba el más mínimo detrimento aquella plena y suave concordia 93


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de las almas, fundamento del mutuo apoyo que constituye el fin para el que la mujer fue creada e inseparablemente unida a su marido. Haz, Señor Dios, que reine entre nosotros una santa y no interrumpida emulación por llegar a la perfección de la vida cristiana, en virtud de la cual resplandecerá más y más aquella divina imagen de tu místico desposorio con la Santa Iglesia, que te dignaste imprimir en nosotros el día feliz de nuestro enlace. Otórganos, te rogamos, que el buen ejemplo de nuestra vida pueda servir a nuestros hijos de poderoso estímulo para ajustar la suya a tu santa ley, y que finalmente después de este destierro, subamos al cielo, donde, por el favor de tu gracia, que ardientemente deseamos, merezcamos vivir con ellos para siempre y alabarte y bendecirte por toda la eternidad. Amén. Oración de los padres por sus hijos Señor Dios, que llamándonos al matrimonio te dignaste hacerlo fecundo. Ardientemente te encomendamos nuestros hijos y los colocamos bajo tu paternal tutela y omnipotente amparo, para que siempre crezcan en tu santo amparo, para que siempre crezcan en tu santo temor, lleven una vida enteramente cristiana y sirvan de consuelo, no sólo a nosotros que les dimos el ser, sino principalmente a ti, su creador. 94


Mira, Señor, en qué mundo tienen que vivir, mira los astutos halagos con que de todas partes se esfuerzan los hombres por corromper su inteligencia y su corazón con doctrinas falsas y con depravados ejemplos. Vela, Señor, en su auxilio y defensa, y otórganos que, conocedores del enorme peligro que corremos ante tu divina justicia, podamos con el buen ejemplo de nuestra vida y de nuestras costumbres y con la perfectísima observancia de tu ley y la de la Iglesia, guiarlos por las sendas de la virtud y de tus mandamientos. Pero toda nuestra labor será inútil si tú, Dios omnipotente y misericordioso, no la haces fecunda con tu celestial bendición. Por lo tanto de lo íntimo de nuestro corazón y confiados en tu gran bondad, imploramos esta bendición para nosotros y para los hijos que nos has concedido. A ti, Señor, los consagramos; defiéndelos tú como a la niña de tus ojos, y protégelos a la sombra de tus alas, y haz que juntamente con ellos podamos llegar al cielo para darte gracias por el amparo que has tenido de toda nuestra familia, Padre bondadoso, y alabarte por toda la eternidad. Amén. Oración de los hijos por sus padres Padre Dios, que por los consejos misteriosos de tu inefable providencia te dignaste llamarlos a la vida por medio de nuestros padres, que 95


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representan para nosotros tu poder: escucha la Oración de nuestra piedad filial que te ofrecemos por ellos, a quienes comunicaste la misericordia de tu fraternal caridad, para que derramasen sobre el curso de nuestra vida los consuelos de tu santo y generoso amor. Colma, Señor, a nuestros padres de tus singulares bendiciones; enriquece su alma con tu gracia; dales que fiel y constantemente conserven la imagen de su desposorio con la Iglesia, que en ellos grabaste el día de su boda. Llénanos del espíritu de tu santo temor, que es el principio de la sabiduría; y en cada instante inspírales que lo infundan en nosotros sus hijos, y así caminemos siempre en el camino de tus mandamientos, para que podamos ser su gozo en este destierro, y su corona en la patria celestial. Finalmente, haz, Señor Dios, que ambos puedan llegar a una feliz ancianidad gozando de buena salud de alma y cuerpo, para que juntamente con nosotros sus hijos merezcan cantar tus alabanzas en la patria celestial y te rindan copiosas gracias por el gran don que les otorgaste, concediéndoles en este valle de lágrimas el conocimiento de tu infinita fecundidad y divina paternidad. Amén. Oración a la Sagrada Familia Jesús querido, que con inefables virtudes y los ejemplos de tu vida doméstica santificaste la 96


familia por ti elegida en la tierra, mira con piedad la nuestra, que postrada delante de ti te suplica. Recuerda que es la familia a ti en especial dedicada y consagrada. Ayúdala benigno, defiéndela de todo peligro, socórrela en sus necesidades, y dale la gracia de mantenerse siempre en la imitación de tu Santa Familia, para que sirviéndote fielmente y amándote en la tierra, podamos bendecirte eternamente en el cielo. María Madre dulcísima, nosotros recurrimos a tu intercesión, con la seguridad de que tu divino Hijo escuchará tus súplicas. Y tú, glorioso Patriarca San José, ayúdanos con tu poderosa intercesión, ofrece por las manos de María nuestros votos a Jesús. Consagración a la Sagrada Familia Jesús Redentor, que viniste a iluminar al mundo con tu doctrina y el ejemplo, y quisiste pasar la mayoría de tu vida en la humildad y sujeto a María y José, en la pobre casa de Nazaret, santificando esa familia que tenía que ser ejemplo de todas las familias cristianas, acoge benigno la nuestra que a ti se consagra.

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Defiéndela, custódiala y establece en ella el santo temor, la paz, la unión de la cristiana caridad, para que unida al divino modelo de tu familia, pueda conseguir la eterna beatitud. María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, con tu piadosa intercesión haz que Jesús acepte este humilde ofrecimiento y asegúranos sus gracias y bendiciones. San José, custodio santo de Jesús y María, ayúdanos con tus plegarias en las necesidades espirituales y temporales, para que unidos a ellos eternamente, podamos bendecir a nuestro divino Redentor Jesús. Amén. Oración por un agonizante Clemente Virgen Madre de Dios, María, piadosa consoladora de los afligidos, encomienda a tu Hijo el alma de éste su siervo, para que, por tu maternal intercesión, no tema los dolores de la muerte llegue alegre a la deseada mansión de la patria celestial. A ti acudo, San José, patrono de los moribundos, en cuyo dichoso tránsito estuvieron solícitos Jesús y María. Por estas dos carísimas prendas, te recomiendo el alma de este tu siervo que lucha en la extrema agonía, para que, por tu protección, sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perpetua, y merezca ir a los gozos eternos. Por el mismo Cristo, nuestro Señor. Amén.

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Celebración para un velatorio Saludo: Hermanos, mientras realizamos el piadoso gesto de velar a nuestro hermano difunto..., roguemos confiadamente a Dios, fuente de toda vida para que llene con la gloria y felicidad de los santos a..., a quien velamos en la debilidad de su cuerpo mortal. Pidámosle que tenga misericordia de él en el día del Juicio; que lo libre de la condenación y lo absuelva de los castigos merecidos por sus culpas, para que, reconciliado con Dios nuestro Padre, sea llevado por Jesucristo, nuestro Buen Pastor, hasta su reino eterno, para gozar de su compañía y de la de todos los santos. Oración: Escucha, Señor, la súplica que te hacemos, implorando tu misericordia por tu hijo... a quien has llamado de este mundo a tu presencia. Concédele la luz y la paz que no tienen fin y permítele participar en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Oración (Por alguien que acaba de fallecer) ¡Vengan en su auxilio, santos de Dios! ¡Salgan al encuentro, ángeles del Señor! ¡Reciban su alma y ofrézcanla en presencia del Altísimo! ¡Te 99


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reciba Cristo que te llamó! ¡Los ángeles te conduzcan al Paraíso! Dale, Señor, el descanso eterno y brille para él la luz perpetua. Padre nuestro... Te recomendamos, Señor, el alma de tu siervo... para que muerto a este siglo, viva para ti; y los pecados que cometió por fragilidad humana, bórralos tú con el perdón de tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor. Amén. Que su alma y las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz. Amén. Lectura de la Palabra de Dios De la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (5, 6-11): “En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores. Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Y ahora que estamos justificados por su sangre, con mayor razón seremos librados por él de la ira de Dios. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. Y esto no es todo: 100


nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien desde ahora hemos recibido la reconciliación”. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. (Se puede rezar el Santo Rosario.) Letanía Señor Jesús, que sacaste del destierro de este mundo a tu servidor... Por tu humilde nacimiento. — Dale el descanso eterno. (Se repite a cada intención). Por tu vida entre los hombres. Por tu pasión y tu muerte. Por tu gloriosa resurrección. Por tu ascensión al cielo. Por la venida de tu Espíritu Santo. Por tu santa Iglesia. Por tu Madre la Virgen María. Por todos tus santos. Por tu vuelta definitiva.

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— Expresemos nuestra fe rezando el Credo. Oración conclusiva Antes de separarnos saludemos a nuestro hermano difunto... Que esta despedida manifieste nuestro amor, mitigue el dolor y fortalezca nuestra esperanza. Dios quiera que un día volvamos a abrazar a nuestro hermano en la alegría de la amistad, allí donde el amor de Cristo que todo lo vence habrá dominado a la misma muerte. Recibe, Señor, a este hijo a quien has llamado de este mundo a tu presencia; concédele que, libre de todos sus pecados, alcance la felicidad del descanso y de la luz eterna y merezca unirse a tus santos y elegidos en la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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LITURGIA



LAUDES (Oración de la mañana) V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. (Aleluya). Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos. Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz:

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«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras. Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. (Aleluya). Himno: ES VERDAD QUE LAS LUCES DEL ALBA Es verdad que las luces del alba del día de hoy son más puras, radiantes y bellas, por gracia de Dios. Es verdad que yo siento en mi vida, muy dentro de mí, 106


que la gracia de Dios es mi gracia, que no merecí. Es verdad que la gracia del Padre, en Cristo Jesús, es la gloria del hombre y del mundo bañados en luz. Es verdad que la Pascua de Cristo es pascua por mí, que su muerte y victoria me dieron eterno vivir. Viviré en alabanzas al Padre, que al Hijo nos dio, y que el santo Paráclito inflame nuestra alma en amor. Amén. SALMODIA Ant 1. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. (Aleluya). Salmo 62, 2-9 ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! 107


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Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. (Aleluya). Ant 2. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor». (Aleluya). Cántico: Daniel 3, 57-88. 56 Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor. 108


Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor. Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. 109


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Hijos de los hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos. No se dice Gloria al Padre. Ant. En medio de las llamas, los tres jóvenes, unánimes, cantaban: «Bendito sea el Señor». (Aleluya). Ant 3. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. (Aleluya). Salmo 149 Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; 110


que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. (Aleluya). LECTURA BREVE Apocalipsis 7, 10. 12 ¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero! La bendición, y la gloria, y la sabiduría, y la acción de 111


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gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. RESPONSORIO BREVE V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre. R. Ten piedad de nosotros. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. CÁNTICO EVANGÉLICO: Lucas 1, 68-79 Ant. Dios nos ha traído la salvación, obra del amor de su corazón. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con 112


nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Dios nos ha traído la salvación, obra del amor de su corazón.

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PRECES Glorifiquemos al Señor Jesús, luz que alumbra a todo hombre y sol de justicia que no conoce el ocaso, y digámosle: Tú que eres nuestra vida y nuestra salvación, Señor, ten piedad. Creador de la luz, de cuya bondad recibimos, con acción de gracias, las primicias de este día; te pedimos que el recuerdo de tu santa resurrección sea nuestro gozo durante esta jornada. Que tu Espíritu Santo nos enseñe a cumplir tu voluntad, y que tu sabiduría dirija hoy todas nuestras acciones. Que llegados a la noche con gozo y limpios de pecado, podamos alabarte nuevamente, y que tu amor haga crecer nuestra esperanza. Que sepamos contemplar las maravillas que tu generosidad nos concede, y vivamos durante todo el día en acción de gracias. (se pueden añadir algunas intenciones libres) Digamos ahora todos juntos la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro...

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ORACIÓN: Señor, Dios omnipotente, que nos has permitido llegar al comienzo de este día; protégenos con tu poder para que no caigamos en pecado sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijos, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. VÍSPERAS (Oración de la tarde) V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (Aleluya).

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Himno: DIOS DE LA LUZ Dios de la luz, presencia ardiente sin meridiano ni frontera: vuelves la noche mediodía, ciegas al sol con tu derecha. Como columna de la aurora, iba en la noche tu grandeza; te vio el desierto, y destellaron luz de tu gloria las arenas. Cerró la noche sobre Egipto como cilicio de tinieblas; para tu pueblo amanecías bajo los techos de las tiendas. Eres la luz, pero en tu rayo lanzas el día o la tiniebla: ciegas los ojos del soberbio, curas al pobre su ceguera. Cristo Jesús, tú que trajiste fuego a la entraña de la tierra, guarda encendida nuestra lámpara hasta la aurora de tu vuelta. Amén.

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SALMODIA Ant 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. (Aleluya). Salmo 109, 1-5. 7 Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora». El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec». El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 117


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Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya. Ant 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. (Aleluya). Salmo 113 A Cuando Israel salió de Egipto, los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente, Judá fue su santuario, Israel fue su dominio. El mar, al verlos, huyó, el Jordán se echó atrás; los montes saltaron como carneros; las colinas, como corderos. ¿Qué te pasa, mar, que huyes, y a ti, Jordán, que te echas atrás? ¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros; colinas, que saltáis como corderos? En presencia del Señor se estremece la tierra, en presencia del Dios de Jacob; que transforma las peñas en estanques, el pedernal en manantiales de agua. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 118


Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. (Aleluya). Ant 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. (Aleluya). Cántico: Cf. Apocalipsis 19,1-2, 5-7 Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios porque sus juicios son verdaderos y justos. R. Aleluya. Aleluya. Alabad al Señor sus siervos todos. Los que le teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya. Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. R. Aleluya. Aleluya. Llegó la boda del cordero. Su esposa se ha embellecido. R. Aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 119


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Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. (Aleluya). LECTURA BREVE 2 Corintios 1, 3-4 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. RESPONSORIO BREVE V. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo. R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo. V. Digno de gloria y alabanza por los siglos. R. En la bóveda del cielo. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo. CÁNTICO EVANGÉLICO: Lucas 1, 46-55 Ant. «Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». «Ten ánimo, Simón. De hoy en adelante vas a ser pescador de hombres». Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; 120


porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. «Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». «Ten ánimo, Simón. De hoy en adelante vas a ser pescador de hombres».

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PRECES Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle confiadamente: Venga a nosotros tu reino, Señor. Señor, amigo de los hombres, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y unidad entre ellos y signo de salvación para todos los pueblos. Protege con tu brazo poderoso al Papa y a todos los obispos y concédeles trabajar en unidad, amor y paz. A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestro Maestro, y dar testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino. Concede, Señor, al mundo el don de la paz y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar. Se pueden añadir algunas intenciones libres Otorga, a los que han muerto, una resurrección gloriosa y haz que los que aún vivimos en este mundo gocemos un día con ellos de la felicidad eterna. Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro...

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ORACIÓN: Al ofrecerte, Señor, nuestro sacrificio vespertino de alabanza, te pedimos humildemente que, meditando tu ley día y noche, consigamos un día la luz y el premio de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. CONCLUSIÓN V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. COMPLETAS (Oración de la noche) V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. (Aleluya). Examen de conciencia Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, 123


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que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. Himno: Se inclina ya mi frente, sellado está el trabajo; Señor, tu pecho sea la gracia del descanso. Mis ojos se retiran, la voz deja su canto, pero el amor enciende su lámpara velando. Lucero que te fuiste, con gran amor amado, en tu gloria dormimos y en sueños te adoramos. Amén.

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Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. Salmo 90 Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti». Él te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, 125


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porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. «Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación». Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno. LECTURA BREVE Apocalipsis 22, 4-5 Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

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RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. CÁNTICO DE SIMEÓN: Lucas 2, 29-32 Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. OREMOS: Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor. Amén. BENDICIÓN V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte. R. Amén. Se añade un canto final de la Virgen: Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre toda la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros.

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I. Dios te salve, Reina... II. Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores. III. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita! Reina del Cielo, alégrate, aleluya, porque el Señor a quien has merecido llevar, aleluya, ha resucitado, según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

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“Después que en Jesús y en María, nuestra confianza está puesta en San José, el Patrono de la Iglesia universal, el dispensador de las gracias divinas, el Protector especial de los institutos religiosos” San Luis Guanella


EL VIA CRUCIS



VIA CRUCIS Camino de la Cruz El camino de la cruz es para el hombre el camino de la salvación. En unión con María, Madre de los dolores, recorramos también nosotros, la vía dolorosa que Jesús transitó para nuestra salvación. Señor, haz que la meditación de los misterios de tu pasión nos llene el corazón de dolor de nuestros pecados y de agradecimiento por el entrañable amor que no demostraste. Acto de contrición: Pésame (Pág. 46) V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. ra

1 Estación JESÚS ES CONDENADO A MUERTE Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. Pilato hizo salir del pretorio a Jesús que llevaba la corona de espinas y el manto de púrpura. Se 133


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sentó en el tribunal. Era la preparación de la Pascua. Dijo a los Judíos: “Este es vuestro rey”. Mas ellos gritaron: “Quítalo, quítalo. ¡Crucifícalo!” E insistían a gran voz, pidiendo que fuera crucificado. Pilato, entonces decidió acceder a su pedido y abandonó a Jesús a su perversa voluntad. Padre nuestro…

Por tu sentencia injusta, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. da

2 Estación JESÚS CARGA CON LA CRUZ Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. Los soldados, luego de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron sus vestidos. Luego lo llevaron a fuera para crucificarlo.

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Dijo Jesús “Si alguno quiere venir en pos de mí que se niegue a sí mismo que tome su cruz cada día y me siga”. Padre nuestro…

Por tu cruz y tus clavos, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. 3ra Estación JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. El castigo que nos salva cayó sobre él. Por sus llagas hemos sido redimidos y él se ofreció por nuestra salvación. “Estoy cansado y lleno de angustia. Late mi corazón, las fuerzas me abandonan, se apaga la luz de mis ojos. Mis amigos y compañeros se alejan de mí. Todos me abandonan porque estoy a punto de caer”. Padre nuestro…

Por tu primer caía, perdón, Señor piedad. 135


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Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad. V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. ta

4 ESTACIÓN JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. El anciano Simeón había profetizado de María que una espada le atravesaría el alma y que su Hijo habría sido puesto para ruina y salvación de muchos en Israel. La ruina o la salvación dependen de uno mismo. Quien acepta a Jesús se salva, quien lo rechaza se pierde. Padre nuestro…

Por tu Madre Santísima, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.

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5ta Estación EL CIRENEO AYUDA A JESÚS Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. Mientras lo conducían hacia el lugar del Gólgota, llamado de la Calavera, obligaron a un cierto Simón de Cirene, padre de Alejandro y Rufo a llevar la cruz. “Quien no toma mi cruz y me sigue, dice Jesús, no es digno de mí”. “Lleven las cargas los unos de los otros, así cumplirán con la ley de Cristo”. Padre nuestro…

Por tu agonía en Huerto, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. ta

6 Estación JESÚS Y LA VERÓNICA Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. 137


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Jesús dejó su rostro impreso en el lienzo de la Verónica. Dice el Señor: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor. No me escondas tu rostro. “Muchos se sorprendieron de él tanto era desfigurado. No tenía apariencia, ni belleza para atraer la mirada. Despreciado y rechazado por los hombres, hombre de dolores que bien conoce el padecer, como uno delante del cual se cubre la cara”. Padre nuestro…

Por tu pasión y muerte, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. 7ma Estación: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. “El Señor hizo caer sobre él la iniquidad de todos nosotros.Golpeado se dejó humillar y no abrió la boca. Es como un cordero conducido al 138


matadero, como una oveja muda frente a su esquilador”. Señor, que sufriste humillaciones y dolores por nosotros, ayúdanos a levantarnos de nuestras culpas de manera tal que no caigamos más en ellas. Padre nuestro…

Por tu humildad profunda, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. va

8 Estación JESÚS ENCUENTRA A LAS PIADOSAS MUJERES Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. Una gran cantidad de gente seguía a Jesús. Las mujeres se golpeaban el pecho y lloraban por él. Mas Jesús, dándose vuelta hacia ellas dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, más bien lloren sobre Uds. mismas y sobre sus hijos”. Las piadosas mujeres tuvieron el valor de acercarse a Jesús y de consolarlo. El consuelo de los 139


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afligidos es una de las obras de misericordia. Cumplimos con esta misión todas las veces que nos comprendemos y ayudamos. Padre nuestro…

Por tu gran inocencia, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. na

9 Estación JESÚS CAE POR TERCERA VEZ Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. “Ellos se ríen de mi caída; se reúnen contra mí para golpearme imprevistamente. Me ponen a prueba y me critican sin misericordia”. En su andar hacia el Calvario, Jesús siente todo el dolor y todo el peso de la cruz. Saca fuerza de su generosidad y resbala más veces, pero siempre se levanta y sigue su camino para cumplir con la voluntad del Padre. Padre nuestro…

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Por tu pasión y muerte, perdón, Señor piedad.


Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad. V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. ma

10 Estación JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDOS Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. Los soldados, antes de crucificar a Jesús le sacan sus vestidos y los reparten entre ellos. Sin embargo la túnica, tejida de arriba abajo y sin costuras, la sortean entre ellos y cumplen así la Escritura que dice: “Se dividieron entre ellos mis vestidos y echaron en suerte mi túnica”. Señor, perdónanos por nuestras inmodestias y cobardías. Perdónanos por ofenderte en tu Sacramento de amor y en nuestros hermanos. Padre nuestro…

Por tu cruz y tus clavos, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

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V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. 11ra Estación JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. En el lugar dicho de la calavera, crucificaron a Jesús junto a dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. El Viernes Santo es día de suma tristeza por la muerte de Jesús, entre dos ladrones. Había sanado enfermos y resucitado a muertos; había predicado el amor y enseñado el perdón. Ningún mal había hecho y se ofreció al Padre para el perdón de todos nuestros pecados. Padre nuestro…

Por tu paciencia inmensa, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.

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12da Estación JESÚS MUERE EN LA CRUZ Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. A las tres de la tarde Jesús gritó con voz fuerte: “Elí, elí, lamá, sabactaní” que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. El velo del templo se rasgó en dos partes, Jesús, gritando a gran voz dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Dicho esto entregó su alma a Dios. Padre nuestro…

Por tu pasión y muerte, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. ra

13 Estación JESÚS BAJADO DE LA CRUZ Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. 143


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Los Judíos, para que los cuerpos no quedaran en la cruz durante el sábado, pidieron a Pilato de poder retirarlos. José de Arimatea bajó de la cruz a Jesús. A los pies de la cruz estaba su Madre María. Virgen María, Jesús cumplió. Enséñanos a cumplir también a nosotros como cumplió tu Hijo Jesús. Enséñanos a perdonar como perdonó tu Hijo Jesús. Padre nuestro…

Por tu Madre Santísima, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. rta

14 Estación JESÚS PUESTO EN EL SEPULCRO Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. En el lugar donde crucificaron a Jesús había en jardín y en el jardín una sepultura nueva escavada en la piedra. José de Arimatea envolvió el cuerpo de Jesús en una sábana y lo puso en el sepulcro. 144


Parecía que todo había terminado, pero no fue así. Jesús, en el sepulcro permaneció muy poco tiempo. En la nuche del primer día de la semana resucitó. Venció la muerte y el pecado. Padre nuestro…

Por tus sagradas llagas, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

V/ Te adoramos, Cristo y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo. ta

15 Estación JESÚS RESUCITADO Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Y los dolores de su Santísima Madre. El ángel dijo a las mujeres: No teman, sé que buscan a Jesús el crucificado. No está aquí. Ha resucitado como lo había dicho, venga a ver el lugar donde lo habían depositado. Vayan pronto a avisar a los discípulos que ha resucitado y ahora los espera en Galilea. El anuncio pascual de los ángeles a las mujeres y a los apóstoles es proclamado a través de los siglos a todo el mundo y es garantía de que Dios ha estado con nosotros y nos ha redimido. 145


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Padre nuestro…

Por tu pasión y muerte, perdón, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad.

Según las intenciones del Sumo Pontífice, para ganar las indulgencias concedidas a los que hacen el Vía Crucis. Padre nuestro, Avemaría, Gloria.

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DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA



MARÍA SANTÍSIMA La cumbre de la perfección moral, entre las puras criaturas, la tiene sin duda la Virgen María, Hija predilecta del Padre, Madre amorosa del Hijo, Esposa Purísima del Espíritu Santo. Es la verdadera Eva, la Madre de todos los vivientes, de los hijos de Dios reunidos en la Iglesia. Nos ama a cada uno con amor entrañable de Madre, habiéndonos engendrado en el dolor al pie de la cruz. Nunca la amaremos como se merece, porque nunca alcanzaremos el grado con que la ama Dios. Acudamos a ella con la confianza propia de los niños, que se abandonan dichosos sobre el pecho de su mamá. a) El Ángelus Es el saludo a la Virgen en el momento más sublime de la historia humana y cósmica, cuando el Creador, se une personalmente a una naturaleza humana, la nuestra, en el seno de María. — El Ángel del Señor anunció a María. — Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Ave María. — He aquí la esclava del Señor. — Hágase en mí según tu palabra. Ave María. — Y el Verbo se hizo hombre. — Y habitó entre nosotros. Ave María. 149


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— Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. — Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Oremos: Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, para que habiendo conocido por el anuncio del Ángel la Encarnación de tu Hijo, alcancemos por los méritos de su pasión y de su cruz la gloria de la Resurrección. Amén. DIOS TE SALVE, REINA y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! BAJO TU AMPARO nos refugiamos Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita. 150


SALVE, REINA DE LOS CIELOS y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta que dio paso a nuestra luz. Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella; ¡salve, hermosa doncella! Ruega a Cristo por nosotros. b) El Santo Rosario Es una práctica antiquísima, popularizada por Sto. Domingo (+ 1221). Pablo VI lo llama: “Síntesis feliz del Evangelio”. Si te aburres... ¡mala señal! No estás “enamorado" del reino de los cielos. Es una combinación de oración vocal y mental, es decir: mientras se deslizan las Ave Marías, la mente debe ir meditando el misterio que se anuncia al principio de cada decena. Misterios de gozo (Lunes, sábado y tiempo de Navidad) 1. La Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María. 2. La visita de la Virgen a su prima Santa Isabel. 3. El nacimiento de Jesús en la gruta de Belén. 151


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4. La presentación del Niño Jesús en el Templo y la purificación legal de la Virgen. 5. El gozoso hallazgo del Niño-Dios en el Templo. Misterios Luminosos (Jueves) 1. El Bautismo de Jesús en el Jordán. 2. Jesús cambia el agua en vino en las bodas de Caná. 3. Anuncio del Reino de Dios. 4. La Transfiguración de Jesús en el Tabor. 5. La institución de la Eucaristía. Misterio de dolor (Martes, viernes y Semana Santa) 1. La oración de Jesús en el huerto de Getsemaní. 2. La flagelación de Jesús. 3. La coronación de espinas. 4. El camino al Calvario, con la cruz a cuestas. 5. La Crucifixión y Muerte de Jesús.

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Misterios de Gloria (Miércoles, domingos y Semana de Pascua) 1. La Resurrección de Jesús. 2. Ascensión al Cielo. 3. La venida del Espíritu Santo sobre la Virgen y los Apóstoles. 4. La asunción de la Virgen al Cielo en cuerpo y alma. 5. La coronación de la Virgen como Reina de todo lo creado. Al terminar, reza un Padre Nuestro y un Credo según las intenciones del Papa, para ganar la indulgencia plenaria. Letanías Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros. Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros. Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. Trinidad Santa, un solo Dios, ten piedad de nosotros. 153


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Santa María, ruega por nosotros. (Se repite en cada invocación.) Santa Madre de Dios, Santa Virgen de las vírgenes, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia, Madre de la divina gracia, Madre purísima, Madre castísima, Madre virginal, Madre sin corrupción, Madre inmaculada, Madre amable, Madre admirable, Madre del buen consejo, Madre del Creador, Madre del Salvador, Madre de la Divina Providencia, Virgen prudentísima, Virgen digna de veneración, Virgen digna de alabanza, Virgen poderosa, Virgen clemente, Virgen fiel, Espejo de justicia, Trono de sabiduría, Causa de nuestra alegría, Vaso espiritual, 154


Vaso digno de honor, Vaso insigne de devoción, Rosa mística, Torre de David, Torre de marfil, Casa de oro, Arca de la Alianza, Puerta del Cielo, Estrella de la mañana, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Consuelo de los afligidos, Auxilio de los Cristianos, Reina de los Ángeles, Reina de los Patriarcas, Reina de los Profetas, Reina de los Apóstoles, Reina de los Mártires, Reina de los Confesores, Reina de las Vírgenes, Reina de todos los Santos, Reina concebida sin pecado original, Reina elevada al cielo, Reina del Santísimo Rosario, Reina de la paz, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, — Perdónanos, Señor. 155


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Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, — Escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, — Ten piedad de nosotros. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. — Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Oremos: Te pedimos, Señor, que nosotros —tus siervos— gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo, y concédenos las alegrías del Cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén. c) A la Virgen de los Dolores Oh María, Madre y Señora mía, te ofrezco mi alma y mi cuerpo… mi vida, mi muerte y todo lo que vendrá después de ella. Me pongo en tus manos oh Madre Dolorosa. Cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo. Con tu poder defiéndeme de todo enemigo. Oh Madre de Dios, tu alma estuvo sumergida en un mar de amargura. Mírame y enséñame y sufrir 156


y amar el sufrimiento que me redime. Fortalece mi alma para que el dolor no la quebrante. Que tu dolo inmenso y la muerte de tu Hijo no haya sido en vana para mí y reciba pronto el mensaje de salvación que proviene de la cruz. Madre de los dolores, aumenta en mí la vida de la gracia, presérvame del mal y asísteme en la hora de la muerte. Amén. Tres Ave María. Nota: Si puedes, escucha con recogimiento el disco del “Stabat Mater” de Pergolesi o de algún otro músico de fama. d) Visita a la Virgen María (de Alfonso de Ligorio) Inmaculada Virgen y Madre mía María Santísima: a ti, que eres la Madre de mi Salvador, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio de los pecadores, recurro en este día, yo que soy el más pequeño de todos. Te venero, gran Reina, y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has otorgado, especialmente la de haberme librado del infierno tantas veces merecido. Te amo, Señora amabilísima, y por el amor que te tengo, te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que seas amada también de los demás.

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En ti pongo todas mis esperanzas y mi salvación eterna. Madre de Misericordia, admíteme como tu siervo y recíbeme bajo tu manto; y pues eres tan poderosa con Dios, líbrame de todas las tentaciones y alcánzame fuerza para vencerlas hasta la muerte. Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes, pero mucho más en el último instante de mi vida. No me desampares hasta verme salvo en el Cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén. e) Oración a la Madre de la Divina Providencia Acuérdate, buena y misericordiosa Virgen María, que nos has sido dada para ser nuestra Providencia. Llenos de confianza en tu patrocinio, a ti acudimos invocando tu ayuda en nuestras necesidades. A ti, confiamos nuestras penas. Bendice nuestras aspiraciones. Protege la santa Iglesia, nuestra patria y nuestras familias. Ampara a todos aquellos que ya no saben recurrir a tu ayuda. Abre tu corazón tan bueno, depositario de nuestras penas, y porque tú eres nuestra tierna 158


Madre, Señora de la Providencia, acoge benigna nuestras oraciones. Amén.

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“La honra con culto particular, en los días de su fiesta, a aquellos Santos cuyas reliquias auténticas la casa posee.” San Luis Guanella


DEVOCIÓN A SAN JOSÉ



MOTIVOS DE CONFIANZA A SAN JOSÉ Recordamos las enseñanzas del san Juan Pablo II referidas a San José: «Se puede decir que lo que hizo José le unió en modo particularísimo a la fe de María. Aceptó como verdad proveniente de Dios lo que ella ya había aceptado en la anunciación. El, por tanto, se convirtió en el depositario singular del misterio “escondido desde siglos en Dios” (cf. Ef 3, 9), lo mismo que se convirtió María en aquel momento decisivo que el Apóstol llama “la plenitud de los tiempos”, cuando “envió Dios a su Hijo, nacido de mujer” para “rescatar a los que se hallaban bajo la ley”, “para que recibieran la filiación adoptiva” (cf. Gál 4, 4-5). “Dispuso Dios -afirma el Concilioen su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9), mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina (cf. Ef 2, 18; 2 Pe 1, 4)”», Sobre la figura y la misión de San José en la Iglesia nº 4-5. San José, es, pues, el esposo de María y el padre virginal de Jesús, el Hijo de Dios. Ningún santo puede arrogarse semejantes privilegios: su gloria es única.

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Los santos son discípulos de Jesús y a Él le obedecen humildemente, mientras que San José es el Jefe de la Sagrada Familia, donde Jesús y María están sumisos a él y lo obedecen con docilidad y esmerado amor. Un poder similar es el que conserva San José en el cielo y lo ejercita en favor de los fieles que acuden a él con confianza. La tierra está llena de sus favores: y así lo demuestra la experiencia. Ejemplo de devoción y confianza hacia el santo es el de Santa Teresa de Ávila, en cuya autobiografía dice: “No recuerdo haber pedido alguna cosa a San José y que no me la haya concedido, como así también no he conocido persona devota de él que no haya obtenido alguna gracia por su gloriosa virtud, pues él ayuda muchísimo a las almas que a él se consagran”. JOSÉ, UN HOMBRE SIN IMPORTANCIA (P. Ramón Juste sj) Del que lo único que sabemos es que estuvo 30 años con Jesús. Pero siempre detrás; sin habernos dejado ni un discurso ni una epístola ni un himno ni una frase. José, el “no protagonista” más grande de la historia. El que empieza por no ser verdadero padre de Cristo, y de ahí le viene el no ser y el saber, no ser tantas cosas interesantes, halagadoras, satisfacientes.

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Ni corredentor, ni apóstol, ni mártir, ni profeta, ni obispo, ni diácono, ni seglar carismático. Ese número “dos”, de colosales dimensiones, que nos deja en ridículo a tantos pretenciosos y ridículos números “uno”. Enséñanos, José, cómo se es “no protagonista”; cómo se trabaja sin exhibirse, cómo se avanza sin pisotear a nadie, cómo se colabora sin fiscalizar, cómo se da sin hacer alardes, cómo se ama sin reclamar. Dinos cómo se vive siendo número “dos”; cómo se hacen cosas fenomenales desde un segundo puesto. Dinos cómo es ridículo y absurdo que todos nosotros estemos en el primer puesto, seamos número “uno”. Dinos cómo la inmensa mayoría de nosotros tenemos que ocupar esos segundos lugares en los que está nuestra verdadera y oculta grandeza. Dinos cómo se vive con belleza y grandeza siendo “no importante”. Convéncenos de que se puede y se debe ser útil, fiel, efectivo... hasta héroe, siendo “no importante”. Explícanos cómo se es grande sin exhibirse, cómo se lucha sin aplauso, cómo se avanza sin publicidad, cómo se persevera y se muere sin esperanza de que le hagan un homenaje.

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José, que no perteneciste a ninguna comisión directiva ni a ningún comité organizador, querrías explicarnos, ¿cómo desarrollaste al máximo las posibilidades de tu personalidad, cómo te realizaste en tu casa y en tu taller sin angustias vitales, sin vacíos en tu persona? Queremos saber tu secreto, José. Nosotros, los protagonistas; porque todos nosotros hemos nacido con vocación de primeras figuras, de jefes, de profetas, de iniciadores de nuevas eras. Nuestro conflicto, José, es que todos estamos para tomar las riendas y nadie para tirar el carro; que todos nos sentimos llamados a organizar y a dirigir, pero ninguna a servir y a colaborar. Tú, que no colgaste las herramientas y no saliste a la plaza diciendo que sabías muy bien en dónde estaba la salvación del mundo. Tú, que sabiendo lo que sabías, no te pusiste al frente de un comité mesiánico en Nazareth, ni después al frente de un comité mesiánico de israelitas, dinos: ¿cómo se hace para ser útil, positivo y generoso sin necesidad de ser importante o protagonista? Y todavía más difícil: ¿cómo se hace para darlo todo sin ser protagonista y a pesar de ello, sentir dentro una paz y una felicidad profundas? Pero José, en lugar de darnos una conferencia, sonríe, calla y sigue trabajando. Nosotros, los 166


importantes, los especialistas, los enterados, los abajo firmantes... seguimos esperando una respuesta de ese hombre sin importancia del que apenas sabemos que fue un “hombre justo y bueno” a los ojos de Dios. Novena a San José En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 1. San José, nuestro protector y abogado, a ti recurro para que me alcances la gracia por la cual me ves aquí postrado. Confiado me presento, pues, ante tu glorioso trono implorando misericordia y piedad. En cuanto puedas, San José, intercede en el alivio de mis tribulaciones, y poderoso como eres, haz que obtenga por tu valiosa intercesión la suspirada gracia y poder cantar en tu honor himnos de alabanzas. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 2. No te olvides, misericordioso San José, de que ninguna persona en el mundo, por pecadora que haya sido, ha recurrido a ti quedando defraudadas la fe y la esperanza puestas en ti. A millones resplandecen las gracias y los favores que tú haces a los pobres afligidos. 167


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Pues entonces no permitas que entre tanta gente quede privado de la gracia que te he pedido. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 3. Excelso jefe de la Sagrada Familia, te venero y de todo corazón te invoco. Tú ves en Dios todas mis necesidades aún antes de que te las exponga en la oración. San José, consolador de los afligidos, ¡ten piedad de mi dolor! Padre Nuestro, Ave María, Gloria. (Se añaden las siguientes breves oraciones a la Santísima Trinidad): Eterno Padre, por el amor que tienes a San José, escogido por ti entre todos para representarte en la tierra, ten piedad de mí. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. Eterno Divino Hijo, por el amor que tienes a San José, tu fidelísimo custodio en la tierra, ten piedad de mí. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. Eterno Divino Espíritu, por el amor que tienes a San José, el cual con tanta solicitud custodió a María, tu dilecta esposa, ten piedad de mí. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 168


(Se termina con las siguientes invocaciones:) Excelso Esposo de María, Padre adoptivo de Jesús, por el tesoro de tu perfecta obediencia a Dios, ten piedad de mí. Por tu santa vida llena de méritos, escúchame. Por tu santo nombre, socórreme. Por tu clemente corazón, sé bondadoso. Por tus santas lágrimas, ten piedad de mis lágrimas. Por tus dolorosos suspiros, apiádate de mí tribulación. Por tus siete dolores, ten compasión de mí. Por tus siete alegrías, consuela mi corazón. De todo mal del alma y del cuerpo, líbrame. De todo peligro y desgracia, presérvame. LETANÍAS DE SAN JOSÉ Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros. Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros. Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. 169


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Santa María, ruega por nosotros. (Se repite a cada invocación). San José, ínclito descendiente de David, Luz de los Patriarcas, Esposo de la Madre de Dios, Casto Custodio de la Virgen, Padre adoptivo del Hijo de Dios Diligente defensor de Cristo, Jefe de la Sagrada familia, José justo, José casto, José prudente, José fuerte, José fiel, Espejo de paciencia, Amador de la pobreza, Modelo de los obreros, Gloria de la vida doméstica, Custodio de las vírgenes, Sostén de las familias, Consuelo de los miserables, Esperanza de los enfermos Patrono de los moribundos, Terror de los demonios, Protector de la Santa Iglesia, Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, — Perdónanos, Señor. 170


Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, — Escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, — Ten piedad de nosotros. V/ Lo hizo dueño de su casa, R/ Y gobernador de todos sus dominios. Oración: Dios, que con inefable providencia elegiste al bienaventurado José para Esposo de tu Madre, te rogamos que nos concedas tener por intercesor en el cielo a quien veneramos como protector en la tierra. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. TRIDUO PARA OBTENER GRACIAS En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. 1. San José, a ti acudo para que obtengas del Sagrado Corazón de Jesús la gracia que te pido... y así, por tu valiosa intercesión te agradeceré eternamente. Gloria. 2. Acuérdate que nadie en el mundo, por más pecador que haya sido, fue desilusionado en 171


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la fe y en la esperanza depositadas en ti; por el contrario, resplandecen las gracias y brillan los favores que tú otorgas a los afligidos. Muéstrate potente y generoso también conmigo y así diré: “Honor para siempre al Padre adoptivo de Jesús”. Gloria. 3. Sublime jefe de la Sagrada Familia, te venero profundamente y de todo corazón te invoco. Dígnate consolar con tu ayuda mi alma dolorida que no encuentra descanso en medio de la angustia. San José, consolador de los afligidos, ten piedad de mi dolor. Gloria. TRIDUO EN ACCIÓN DE GRACIAS 1. Santo Esposo de María, que tan benignamente acogiste mis súplicas, eternamente sea bendecida tu bondad paternal que siempre escucha a quien llama y no deja a ninguno desilusionado. Acoge ahora mi grito de gratitud de la misma manera que escuchaste mi llanto en el día de la tribulación. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 2. Ilustre custodio del Verbo hecho carne por nosotros, te agradezco por los beneficios que me concediste. Bendito sea el momento en que me dirigí a ti y suspiré implorando tu 172


socorro. Bendito seas eternamente, sublime jefe de la Sagrada Familia. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 3. Prodigioso San José, ¡qué hermoso llamarte así! Esto demuestra toda tu potencia junto a Jesús y a María. Yo que experimenté tu poder anunciaré que realmente eres el Padre piadoso y el Abogado eficaz en favor de los infelices. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. SIETE DOLORES Y GOZOS Por la señal de la santa Cruz... 1. Esposo Puro de María Santísima, glorioso San José, así como fue grande el dolor y la angustia de tu corazón en la perplejidad de abandonar a tu Purísima Esposa, así fue inexplicable el gozo, cuando el Ángel te reveló el soberano misterio de la Encarnación. Por este dolor y por este gozo, te rogamos que consueles a nuestra alma ahora y en los últimos dolores, con la alegría de una buena vida y de una santa muerte semejante a la tuya entre Jesús y María. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 2. Fiel Patriarca, glorioso San José, que fuiste escogido entre todos para el oficio de Padre adoptivo del Verbo hecho hombre, por el 173


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dolor que sentiste al ver nacer al Niño Jesús en tanta pobreza, y por la alegría celestial que experimentaste oyendo la armonía angélica, y viendo la gloria de aquella noche tan resplandeciente, te suplico que nos alcances que, después del camino de esta vida, pasemos a oír las alabanzas de los ángeles, y gozar de los resplandores de la gloria celestial. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 3. Ejecutor ejemplar de las leyes divinas, glorioso San José; la sangre preciosa que derramó el Niño Redentor en la circuncisión te traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús te reanimó llenándote de gozo. Por este dolor y por este gozo, alcánzanos que, quitando de nosotros todo vicio en vida, expiremos gozosos con el Santísimo Nombre de Jesús en el corazón y en los labios. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 4. Fidelísimo Santo, que tuviste parte en los misterios de nuestra Redención, glorioso San José; si la profecía de Simeón acerca de lo que habían de padecer Jesús y María te causó un desmayo de muerte, también te colmó de un dichoso gozo la predicción de que de ahí se seguiría la salud y resurrección de innumerables almas.

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Por este dolor y por este gozo, alcánzanos que seamos del número de aquellos que por los méritos de Jesús y por la intercesión de María han de resucitar gloriosamente. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 5. Cuidador familiar, del Encarnado Hijo de Dios, glorioso San José; ¡cuánto penaste para sustentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente cuando tuviste que huir a Egipto, pero cuánto también gozaste teniendo siempre contigo a Dios, y viendo caer a tierra a los ídolos de Egipto! Por este dolor y por este gozo, alcánzanos que teniendo lejos de nosotros el tirano infernal y especialmente huyendo de las ocasiones peligrosas, caiga de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, y ocupados en servir a Jesús y a María, para ellos vivamos solamente y muramos felizmente. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 6. Ángel de la tierra, glorioso San José, que te admiraste de ver al Rey del cielo sujeto a tus órdenes: si tu consuelo al volver de Egipto se enturbió con el temor de Arquelao, asegurado, sin embargo, por el Ángel, habitaste alegre en Nazareth. Por este dolor y este gozo, alcánzanos que, libre nuestro corazón de temores nocivos, 175


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gocemos de la paz de la conciencia, y viviendo seguros con Jesús y María, ellos nos asistan en nuestra agonía. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 7. Ejemplo de toda santidad, glorioso San José: cuando perdiste al Niño Jesús, con dolor tuviste que buscarlo por tres días, hasta que con sumo júbilo gozaste por haberlo hallado en el Templo entre los Doctores. Por este dolor y por este gozo, te suplicamos desde lo íntimo del corazón que por tu intercesión jamás suceda que nosotros perdamos a Jesús por culpa grave y que, si por desgracia lo perdiéramos, lo encontremos cuanto antes por medio de una humilde confesión. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. — San José, ruega por nosotros. — Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Oración: Señor Dios, que por tu inefable providencia te dignaste elegir a San José por esposo de su Santísima Madre, te suplicamos nos concedas tener en el cielo como intercesor al que veneramos en la tierra como protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén 176


ROSARIO DE SAN JOSÉ Señal de la cruz Oh santo patrono de los moribundos, te ofrezco humildemente este piadosos ejercicio de meditación y de plegarias, por cuantos se encuentran hoy en agonía y por mí, cuando llegue mi última hora. Misterios gozosos (Lunes y jueves) Primer misterio: Contemplamos el gozo de San José cuando el ángel le anunció que María, su Virgen esposa, llevaba en su seno al Hijo de Dios. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Segundo misterio: Contemplamos el gozo de San José cuando se entera que Santa Isabel había saludado a María con el nombre de Madre de Dios y el prodigio de las predicciones de Zacarías. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. 177


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Tercer misterio: Contemplamos el gozo de San José cuando al nacer el Divino redentor, vio que los ángeles bajaban del Cielo y los pastores corrían a adorarlo y lo reconocían por el suspirado Mesías. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Cuarto misterio: Contemplamos el gozo de San José cuando en la presentación en el templo, siente que Simeón profetiza la salvación llegada al mundo por el recién nacido Salvador. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Quinto misterio: Contemplamos el gozo de San José cuando después de tres días de afanosa búsqueda, su Hijo Jesús es hallado en el templo. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día.

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Misterios dolorosos (Martes y viernes) Primer misterio: Contemplamos el dolor de San José al ver nacer a Jesús en un establo de tanta pobreza. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Segundo misterio: Contemplamos el dolor de San José ante la circuncisión de Jesús, que por cumplir las leyes tuvo que soportar el recién nacido Salvador. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Tercer misterio: Contemplamos el dolor de San José soportado al tener que huir a Egipto para alejar a Jesús de la furia de Herodes. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Cuarto misterio: Contemplamos el dolor de San José soportado cuando por tres días, junto 179


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a María, lloró la pérdida de su querido Hijo Jesús. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Quinto misterio: Contemplamos el dolor de San José soportado en su agonía al separarse de Jesús y de María. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Misterios gloriosos (Domingos, miércoles y sábados) Primer misterio: Contemplamos la gloria de San José al ser elegido esposo de María, padre adoptivo de Jesús y cabeza de la sagrada Familia. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José , Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Segundo misterio: Contemplamos la gloria de San José al ver los doctores de la ley escuchar 180


atónitos las palabras de Jesús de doce años y demorarse junto a su Hijo. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Tercer misterio: Contemplamos la gloria de San José al ver que durante treinta años fue obedecido, obsequiado y servido por el Hijo de Dios. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Cuarto misterio: Contemplamos la gloria de San José después de haber muerto en los brazos de Jesús y de María. Se vio recibido, entonces, por los Santos patronos del Limbo y por ellos saludado como primero de los Patriarcas y afortunado anunciante. Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Quinto misterio: Contemplamos la gloria de San José al verse en el Cielo, obsequiado por los Angeles y santos, invocado en la tierra como primer y principal Patrono de la Iglesia católica. 181


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Rezar Padre Nuestro, 10 Gloria y la oración: Oh San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María Virgen, ruega por nosotros y por los agonizantes en este día. Se añaden 3 Ave Marías a la Virgen en conmemoración de la participación que tuvo en los dolores, en los gozos y en la gloria de San José. Miércoles en honor de San José El día miércoles es particularmente consagrado a San José. Los devotos del Santo procurarán no dejarlo pasar sin tributar sus homenajes y rezos al gran Patriarca. Las numerosas gracias recibidas por los que practican tales devociones dan testimonio de cómo San José acepta y retribuye este filial tributo. Se recomienda la siguiente práctica: Santa Misa con Comunión; Plegarias en honor de San José y Plegarias por los moribundos. Aceptará con agrado San José una devoción externa como: Honrar su imagen, realizar una buena obra; visitar a un enfermo, dar una limosna, realizar una mortificación, etc.

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PARA REZAR LOS DÍAS: 19 DE MARZO Y 1° DE MAYO 1. Amable y glorioso San José, dulce custodio del Hijo de Dios y esposo casto de la Inmaculada Flor de las Vírgenes y delicia de los ángeles, en este día particularmente solemne, nos unimos a la Virgen Santísima para dar gracias al Señor, por los inmensos tesoros concedidos a tu alma privilegiada. Eres Patriarca, confesor y mártir por la paciencia; eres modelo de la virtud de la virginidad, de la sabiduría y de toda perfección. Querido Santo, grande entre los más grandes, deja que nuestro corazón vuelque en ti las alabanzas más bellas y las inspiraciones más santas. Para darte signo de nuestro tierno afecto, te ofrecemos hoy nuestro corazón para que tú lo pongas entre las manos de Jesús, para purificarlo y hacerlo más dispuesto a la divina voluntad y consagrarlo al servicio de la Iglesia. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 2. Magnífico Protector de las familias, tú que has descubierto el precioso tesoro del silencio, del recogimiento y de la vida interior, trae a nuestras casas el valor de espíritu, las preocupaciones de lo divino y eterno en la búsqueda sincera y generosa de la santidad. 183


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Ayúdanos a mirar al cielo y fijar nuestros ojos en lo alto, hacia el azul y la paz; así más puro florecerá nuestro pan y el gozo brillará radiante en la cara de nuestros hijos. Tú eres el gran Patrono de los trabajadores, haz que los que nos fatigamos aquí, en las oficinas, en las fábricas, en los campos, en las escuelas, sepamos cambiar en don divino el sudor de cada día. Lleva a los pobres corazones de los que no piensan en tu querido Hijo la virtud consoladora de la fe, de la esperanza y de la caridad. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 3. Mira piadosamente, en este día, en particular al Papa, a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y a todos los cristianos. Poderoso protector de la Iglesia universal, tú que salvaste a Jesús de las Insidias de Herodes, sálvanos del pecado que sólo sirve para nuestra ruina, sálvanos de los engaños de Satanás que pervierte sin piedad, sobre todo cuando las tentaciones son en particular malignas. En este instante, socórrenos con tu ayuda, con tu potente intercesión, para que nosotros podamos decir, en compañía de tus devotos: “No recuerdo haber pedido gracias a San José, sin ser escuchado”.

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Estas son las gracias que te pedimos: poder conservar siempre a Jesús en nuestro corazón, quererlo con toda el alma, con todas las fuerzas y con toda la vida. Los que no conocen la Iglesia, o los que se han alejado, haz que vuelvan al redil con tu suavísimo llamado. A ti ofrecemos los últimos momentos de nuestra vida. En ese instante del que' depende toda la eternidad danos una mirada, como tú solo sabes hacerlo, con el Niño que aprietas en tus brazos, y con la Virgen tu esposa, ven a nosotros, poderoso y piadoso San José. Amén. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. SIETE SÚPLICAS IMPORTANTES 1. Amable San José, por el honor que te concedió el Eterno Padre, de quien fuiste el vicario en el cuidado de Jesús como Padre Custodio, dame de Dios la gracia que te pido. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 2. Querido San José, por el amor que te tenía Jesús, considerándote como tierno padre, obedeciéndote como dócil Hijo, te ruego me obtengas de Dios la gracia que te pido. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 3. Amado San José, por la especial gracia que recibiste del Espíritu Santo, cuando te confió 185


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por esposa a María, Madre de Dios, concédeme, te ruego, la gracia que tanto necesito. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 4. Querido San José, por el cariño que tuviste a Jesús, amándolo como tu dilecto Hijo y a María como tu querida esposa, dame la gracia que te pido. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 5. Amado San José, por el gozo que sentía tu corazón, cuando hacías sacrificios para Jesús y María, y cuando te entretenías con ellos, alcánzame, por tu bondad, la gracia que te imploro. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 6. Afortunado San José, por la feliz suerte que tuviste de morir en los brazos de Jesús y de María, y ser por ellos consolado en las últimas horas de la vida, dame, por tu poderosa intercesión ante Dios, la gracia que te pido. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 7. Glorioso San José, guardián de nuestra alma, por la gracia de que has sido revestido en el cielo como padre virginal de Jesús y esposo de la Madre de Dios, escucha, te suplico, mis plegarias y dame la gracia que tanto deseo. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 186


PLEGARIA COTIDIANA Te saludo, glorioso San José, padre adoptivo de Jesucristo y verdadero esposo de María virgen; a ti te suplico por los siete dolores y los siete gozos para que vengas en mi ayuda en todos los momentos de mi vida. Ruega por mí ahora y siempre y sobre todo intercede por mí y por todos mis seres queridos en la hora de la muerte. Santísima Trinidad, te adoro y te agradezco por haberme dado a San José como protector y modelo de virtud en la vida y en la muerte. Querido San José, por el sueño sereno que Jesús tenía entre tus brazos, te ruego que santifiques mi sueño, alejes de nuestras habitaciones las insidias del demonio, envíes los ángeles del Señor, para que me custodien en la paz y sea vencido el pecado, causa de la muerte. En las manos de Jesús, de María y tuyas, encomiendo mi alma. No permitas, San José, que mi muerte sea repentina, sino preparada con la gracia de los sacramentos, para que duerma con el beso del Señor y la muerte de los justos. PADRE SANTO Padre Santo, que en tu designio de amor quisiste confiar la iniciación de nuestra redención a la custodia de San José, por su intercesión concede a la Iglesia la misma fidelidad en la conducción del cumplimiento de la obra de salvación. 187


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Concédenos, Padre Omnipotente, la misma fidelidad y pureza de corazón que entusiasmó a San José, para servir a tu Divino Hijo, nacido de la Virgen María. Padre creador del mundo, que estableciste para el hombre la ley del trabajo, llamándolo a cooperar con tu creación, concédenos por la intercesión y el ejemplo de San José ser fieles a las responsabilidades que nos confiaste y recibir de tu amor los bienes que nos prometiste. Padre Bueno, concédenos que llevando en nosotros el ejemplo de San José, testimonio de tu amor, gocemos siempre del don de la verdadera paz. San José, concédenos vivir sin culpa y gozar siempre de tu protección. SALUDO DEVOTO Salve, San José, elegido por la Santísima Trinidad, para ser custodio de Jesús y esposo de María, títulos sublimes, enriquecidos de gracias y virtudes. Jesús está contigo, por eso eres el más afortunado de los hombres, y los hombres te imploran junto a Jesús que aceptó tu protección. Dulce y poderoso San José, esposo de la Santísima Madre del Señor, ruega por nosotros pecadores, concédenos tu patrocinio todos los días 188


de nuestra vida y sobre todo en la hora de nuestra muerte. Piadoso patrono de los agonizantes, elévanos a la luz y al consuelo de la esperanza que no confunde a nadie y que nos guía a los gozos celestiales. Patriarca Santo, custodio amado de Jesús, casto esposo de María, asísteme en compañía de Jesús y de María, en la vida y en la muerte. San José, ruega por nosotros. GLORIOSO PATRIARCA Glorioso Patriarca San José, ¿quién recurrió a ti alguna vez, sin ser escuchado? También yo me dirijo a ti, con la confianza de poder escuchar tus alentadoras palabras: “Yo soy José, tu hermano; el Señor me ha enviado para tu salvación”. Ven, te ruego, glorioso San José, en mi socorro, e intercede para que yo pueda obtener el perdón de mis pecados, el tesoro de la gracia y el don de la paz. Dile a Jesús que tenga misericordia de un alma redimida por su Sangre preciosa; dile a María que no deje de mirar como hijo suyo a un pobre pecador.

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Mi dulce Protector, en ti, después de Jesús y de María, deposito todas las esperanzas y confío conseguir todas las gracias espirituales y temporales que son necesarias para mi salvación eterna. Tres Padre Nuestro, Ave Marías y Glorias. San José, ruega por nosotros. PLEGARIA (de San Francisco de Sales) Glorioso San José, esposo de la Virgen María, danos tu protección paterna. Nosotros te suplicamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Tú, cuya protección se extiende a todas las necesidades y sabe hacer posibles las cosas más imposibles, dirige tu mirada de padre sobre las necesidades de tus hijos. Recurrimos a ti, con confianza en las angustias y penas que nos oprimen; dígnate tomar bajo tu caritativa protección este asunto importante y difícil que es la causa de nuestras inquietudes. Haz que su feliz desenlace sea para gloria de Dios y bien de sus servidores. Amén. QUERIDO SAN JOSÉ Querido San José, Jesús tenía hambre y tú le diste de comer, Jesús tenía sed y tú le diste de 190


beber; tenía frío, y tú lo calentaste; Jesús no tenía techo y tú lo cobijaste. Todos estos actos de amor los cumpliste con él, durante treinta años, con el precio de tus sudores. ¿Qué te devolverá Jesús, que tan generoso otorga el ciento por uno? Nada te negará Jesús, bien amado José; te imploro que uses de todo tu poder en beneficio de esta pobre alma mía y haz que pueda obtener, por medio de tu intercesión, las gracias que necesito. Amén. A SAN JOSÉ OBRERO (para la protección en el trabajo) Custodio de Jesús y de la Virgen María, bajo la humilde apariencia de artesano, y que con el trabajo eras el sostén de sus vidas, protege con tu poder a los hijos que te son particularmente confiados. Tú conoces sus angustias y sus sufrimientos porque tú mismo los probaste al lado de Jesús y de su Madre. No permita que los opriman sus muchas ocupaciones, ni que olviden el fin por el cual Dios los ha creado. No permitas que el germen de la desconfianza se adueñe de su alma inmortal; recuerda a todos los trabajadores que en las fábricas, en los campos, en las oficinas, en las minas, en los 191


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laboratorios, no están solos en los trabajos, alegrías y sufrimientos, porque al lado de ellos están Jesús y María, su Madre, para sostenerlos, secarles el sudor y mitigar el cansancio de sus fatigas. Enséñales a hacer de sus trabajos un instrumento elevado de satisfacción, como tú lo hiciste. Amén. PARA LA SANTIFICACIÓN DEL TRABAJO Glorioso San José, modelo de los obreros, dame la gracia de trabajar con espíritu de penitencia y expiación de mis pecados; de trabajar en conciencia, anteponiendo el deber a todas mis comodidades y mis inclinaciones, trabajando con gratitud y gozo, considerando un honor emplear en el trabajo los dones recibidos por Dios. Alcánzame la gracia de trabajar con orden y precisión, en paz y paciencia, sin desanimarme por el cansancio y las dificultades, de trabajar sobre todo con pureza de intenciones y con desprendimiento, teniendo en cuenta el pensamiento de la muerte y que tendré que dar cuenta a Dios del tiempo perdido, de mi capacidad mal empleada, del bien omitido y de las vanidades seguidas; ayúdame a hacerlo todo por Jesús y todo por María, según tu ejemplo, glorioso Patriarca San José. 192


Sea ésta mi oración en la vida y en la muerte. Amén. ORACIÓN DE LOS TRABAJADORES (del Papa San Juan XXIII) San José, custodio de Jesús y esposo purísimo de María, que transcurriste la vida en el cumplimiento perfecto del deber, sustentando con el trabajo de tus manos la Sagrada Familia de Nazareth. Protégenos propicio; nos dirigimos a ti con toda confianza. Tú conoces bien nuestras aspiraciones, nuestras angustias y esperanzas. A ti venimos porque estamos seguros de encontrar en ti quien nos protege. Tú también experimentaste la fatiga y el cansancio; pero tu ánimo, remanso de paz profunda, exultó de gozo por la intimidad con el Hijo de Dios a ti confiado, y con María su Santísima Madre. Ayúdanos a comprender que no estamos solos en nuestros trabajos, a saber descubrir junto a nosotros a Cristo, a darle nuestra acogida a su gracia, y a custodiarla fielmente como lo hiciste tú. Concédenos que en nuestra familia todo quede santificado en la caridad, en la paciencia, en la justicia, y en la búsqueda del bien. Amén.

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DEVOCIÓN DE LOS TREINTA DÍAS DE SAN JOSÉ (En honor de los treinta años que vivió en la tierra con Jesús y María) (Para obtener alguna gracia extraordinaria) Amado Patriarca San José desde mi pequeñez te contemplo con emoción y alegría en tu trono del cielo, como gloria y gozo de los bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparo de los afligidos, ante el trono de Dios Padre, de Jesús y de tu Santa Esposa. Por eso, yo pobre y necesitado, te dirijo hoy y siempre mis ruegos y clamores, mis arrepentimientos y mis esperanzas; y hoy especialmente traigo ante tu altar y tu imagen una pena para que me consueles y te pido una gracia para que la obtengas para mí y para mis seres queridos. Y para conmoverte y obligarte a oírme y conseguírmela, te la pediré durante treinta días continuos, en reverencia a los treinta años que viviste en la tierra con Jesús y María; y te la pediré urgente y confiadamente, invocando todos los títulos que tienes para compadecerte de mí y de todos los motivos que tengo para esperar que no dilates el oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en tu bondad y 194


poder que al constatarla te sentirás obligado a darme más de lo que pido y deseo. 1. Te lo pido por Jesús que se encarnó en la pobre naturaleza humana como Hijo de Dios, Dios hombre y Dios del Hombre. 2. Te lo suplico por tu ansiedad inmensa al sentirte obligado a abandonar a tu Santa Esposa. 3. Te lo ruego por tu humilde resignación al buscar un establo y un pesebre como palacio y cuna del Dios nacido entre los hombres. 4. Te lo suplico por tu obediencia a las leyes del Antiguo Testamento, y por el santo, glorioso y dulce nombre que le impusiste por orden del Eterno Padre. 5. Te lo pido por tu sobresalto al oír del Ángel la muerte decretada contra el Hijo de Dios, por tu huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza del destierro y por tus ansiedades al volver de Egipto a Nazareth. 6. Te lo pido por tu aflicción dolorosa de tres días, al perder a tu Hijo, y por tu consolación agradable al encontrarlo en el Templo. Por la felicidad inefable de los treinta años que permaneciste en Nazareth con Jesús y María, sujetos a tu autoridad y providencia.

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7. Te lo ruego y espero por el heroico sacrificio con que ofreciste a Jesús, al Dios eterno, a la cruz y a la muerte por nuestros pecados y nuestra redención. 8. Te lo pido por la dolorosa previsión que te hacía contemplar todos los días aquellas manos infantiles, taladradas después en la cruz por agudos clavos, aquella cabeza que se reclinaba sobre tu pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabas contra tu corazón, desnudo, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la cruz, aquel último momento en que lo veías expirar y morir. 9. Te lo pido por tu dulce tránsito de esta vida en los brazos de Jesús y María y entrada en la morada de los Justos y al fin en el cielo. 10. Te lo suplico por tu gozo y tu gloria, cuando contemplaste la Resurrección de tu Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los siglos. 11. Te lo ruego por tu dicha inefable cuando viste salir del sepulcro a tu Santísima Esposa resucitada, y ser subida a los cielos por los Ángeles, coronada por el Eterno y entronizada en un trono junto al tuyo. 12. Te lo pido y ruego y espero confiadamente por tus trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra y por tus triunfos y glorias y feliz 196


bienaventuranza en el Cielo con tu hijo Jesús y tu Esposa Santa María. ¡Buen Patriarca San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa, y en la conciencia universal de fe del pueblo cristiano siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a pedirte y suplicarte y esperar me otorgues de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante tu presencia y ante tu trono de bondad y poder en el Cielo. (Aquí se pedirá al Santo, con amorosa insistencia, la gracia que se desea). Consígueme también para los míos y los que me han pedido ruegue por ellos, todo cuanto desean y les es conveniente. San José, ruega por nosotros: para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo. ORACIÓN: Dios, que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por esposo de tu Madre Santísima, concédenos que, ya que lo veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerlo como intercesor en los Cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.

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PREDILECTO DEL ESPÍRITU SANTO 1. Verdadero predilecto del Espíritu Santo, glorioso San José, que mereciste ser en la tierra el depositario de aquellos admirables misterios establecidos por el eterno Amor para nuestra salud; yo me alegro contigo y te suplico aumentes en el corazón de los fieles la devoción al Espíritu Santo y la solicitud y fidelidad en seguir sus inspiraciones. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 2. Te saludo, San José, y me alegro por lo que te hizo el Espíritu Santo, confiándote su Esposa María, Madre de Dios; esto te provocó el inmenso gozo de estrechar sobre tu corazón el Niño Jesús, de custodiarlo, nutrirlo como hijo y de gozar de su dulce compañía hasta la muerte. Intercede, querido San José, para que alcancemos constante unión con el Corazón de Jesús y de María, su Madre. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 3. Admiro, gran San José, la perfecta humildad bajo cuyo velo ocultabas tu excelsa dignidad. Más admiro tu fiel abandono a la divina voluntad y te suplico que me ayudes en la imitación de tus virtudes y me obtengas del Corazón de Jesús el don de la ciencia y de la sabiduría. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. 198


4. Tú que fuiste guiado por el Espíritu Santo, haz que Él viva siempre en mi corazón para iluminarme y llenarme de la verdadera ciencia de Dios, así que al ofrecerle siempre el obsequio de mi mente dócil al Espíritu Santo, que es Espíritu de verdad, pueda tener sus dones en la tierra y ser por Él santificado y salvado. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. A ti recurrimos (se puede rezar después del Santo Rosario) A ti recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José, y después de haber implorado el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio. Por el afecto que te unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal que profesaste al Niño Jesús, te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con su sangre, y que nos socorras con tu poder en las necesidades. Protege, prudente custodio de la Divina Familia, al linaje escogido de Jesucristo; presérvanos, Padre amando, de todo contagio de error y corrupción; sé para nosotros propicio y asístenos desde el cielo, poderosísimo Protector nuestro, en el combate que al presente libramos contra el poder de las tinieblas, y del mismo modo 199


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que en otra ocasión libraste del peligro de la muerte al Niño Jesús, defiende ahora a la Santa Iglesia de Dios, contra las asechanzas del enemigo y contra toda adversidad. Ampara a cada uno de nosotros con tu perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo tus ejemplos y sostenido con tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad en el cielo. Amén. PLEGARIA DE AGRADECIMIENTO San José, nuestro protector y abogado, animados por la confianza en el poder de tu intercesión ante Dios y reconfortados por lo que dijo tu devota Santa Teresa: “en cualquier necesidad, la más grave que sea, recurran a la eficaz intercesión del Patriarca San José, vayan con verdadera fe a él y serán escuchados"; henos aquí agradecidos a tus pies. Confiados en la infinita bondad del Señor, nos hacemos presentes ante tu trono glorioso y conociendo el valor de tu paternal caridad hacia tus devotos, te hemos suplicado para obtener de Dios la gracia que deseamos de corazón. En este día nos hacemos presentes ante tu altar para agradecerte por habernos aliviado en los sufrimientos de nuestra alma. Acepta, gran Santo, el tributo de nuestro devoto agradecimiento, si bien falto de valor 200


necesario, acepta la rectitud de nuestro deseo. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO Glorioso Patriarca San José, a tu santa intercesión recomiendo el descanso y la paz eterna de todas las almas que sufren en el Purgatorio. Ten compasión de ellas porque son almas queridas de María, tu santa Esposa, y de Jesús, que para ti es siempre obediente y amable Hijo. Tú, que en tu vida terrena consolabas a los que sufrían, socorre, te suplico, a las almas que padecen en ese torrente de fuego. Por ellas intercede ante Jesús y María, que nada niegan a tus eficaces ruegos. Padre Nuestro, Ave María, Gloria. Al Patrono de los agonizantes Ofrecimiento de la Santa Misa por los agonizantes Mi Dios, te ofrezco con Jesús, María y José, todas las Misas que se celebran en el mundo entero para todos mis hermanos, que hoy deben comparecer ante tu tribunal y que la Sangre Redentora de Jesús obtenga para ellos la gracia de la misericordia. Amén.

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Para implorar la gracia de una santa muerte 1. Glorioso Patriarca, alcánzame, te suplico, la gracia de que mi muerte no sea repentina; que tenga tiempo para confesarme y recibir los santos Sacramentos. Gloria. 2. Glorioso Patriarca, alcánzame, te ruego, que antes de morir pueda yo fortificarme con los Santos Óleos para el gran viaje hacia la eternidad y alimentarme con el Cuerpo Santísimo de Jesús. Gloria. 3. Glorioso Patriarca, alcánzame, te ruego, que al morir, tenga un sacerdote a mi lado para que me recuerde la Pasión de Jesús. Gloria. 4. Glorioso Patriarca, te ruego que me defiendas, ahora y al final de la vida, de todas las asechanzas del demonio. Gloria. 5. Glorioso Patriarca, te ruego que no me abandones en el momento en que, agonizando mi alma, tenga que dar cuentas a mi Dios de todas las acciones de mi vida. Gloria. 6. Glorioso Patriarca, te ruego que después de mi muerte, continúe con tu santa protección, si por mis culpas tuviera que ir al Purgatorio, te pido que, mediante tu intercesión, gran parte de mis penas sean perdonadas, y así pueda gozar contigo del Reino celestial. Gloria. 202


ÁRBOL BENDITO POR DIOS San José, tú has sido el árbol bendito por Dios, no para dar fruto, sino para dar sombra; sombra protectora de María, tu esposa; sombra de Jesús, que te llamó padre y al que te entregaste del todo. Tu vida, tejida de trabajo y de silencio, me enseña a ser eficaz en todas las situaciones; me enseña, sobre todo, a esperar en la oscuridad, firme en la fe. Siete dolores y siete gozos resumen tu existencia: fueron los gozos de Cristo y de María, expresión de tu donación sin límites. Que tu ejemplo me acompañe en todo momento: florecer donde la voluntad del Padre me ha plantado, saber esperar, entregarme sin reservas hasta que la tristeza y el gozo de los demás sea mi tristeza y mi gozo. ORACIÓN A SAN JOSÉ PARA LA FAMILIA San José, esposo y padre elegido por Dios para conducir la Sagrada Familia de Nazareth, protege a nuestras familias. Haz que el matrimonio no sea más que la vivencia de una continua y mutua entrega de amor de los esposos y que los hijos sean la realización de ese amor. 203


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Que en ninguna familia falte el cariño, que en ninguna familia falte el pan, que en ninguna familia falte la paz. Te pedimos en modo particular por los esposos que se han separado, por todos aquellos que han fracasado en su hogar, para que encuentren en nosotros los cristianos una verdadera familia que les brinde comprensión, apoyo y amor. San José, patrono de la familia, ruega por nosotros. ORACIÓN DE JUAN XXIII José: sé siempre para nosotros un protector. Que tu espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo honrado y de oración al servicio de la Iglesia, nos vivifique y nos alegre, en unión con tu esposa bendita, nuestra Madre dulce e Inmaculada, en el amor fuerte y suave de Jesús, Rey glorioso e inmortal de los siglos y de los pueblos. Amén. ORACIÓN A SAN JOSÉ PARA PEDIR VOCACIONES PARA HERMANOS Glorioso San José, que has tenido la gracia de consagrar el trabajo de tus manos al servicio personal de Jesús, vuelve tu mirada hacia nosotros y remedia la urgente necesidad que 204


tenemos de Hermanos religiosos que, siguiendo tu ejemplo, colaboren en la obra excelsa de la pro-pagación del Reino, de Dios en la tierra. Des-pierta en muchos niños y jóvenes este sublime ideal, para que se acreciente el número de los que, menospreciando los bienes, placeres y honores perecederos del mundo, se consagren a Dios en la pobreza, la castidad y la obediencia. Protege la vocación vacilante de los que se hallan en lucha contra las tentaciones. Aleja el peligro del relajamiento de los que ya son de Dios, pero están expuestos a caer en la tibieza. Renueva, en fin, en todos nosotros, el fervor de nuestra vocación y consíguenos la perseverancia, a fin de que, unidos y fieles en la lucha, participemos juntos de la victoria. Amén. ORACIÓN A LA HUMILDAD DE SAN JOSÉ Enséñanos José, cómo se es “no protagonista”, cómo se avanza “sin pisotear”, cómo se colabora, “sin imponerse”, cómo se ama, sin reclamar. Dinos José, cómo se vive, siendo “número dos”, cómo se hacen cosas fenomenales, desde “un segundo puesto”

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Explícanos José, cómo se es grande, “sin exhibirse”, cómo se lucha, “son aplauso”, cómo se avanza, “sin publicidad”, cómo se persevera y se muere, “sin esperar un homenaje”, Amén.

CANTOS JOSEFINOS José tu nombre santo José tu nombre santo da celestial dulzor. ¡Feliz de mí, si alcanzo amarlo con ardor! José, tu nombre santo en gracias mil fecundo: él da esperanza al mundo y alegra en el Señor. ¡Salve, José! ¡Salve, José, glorioso custodio de Jesús. Desde tu excelso trono, benigno míranos! Escúchanos piadoso, danos tu bendición 206


danos reinar dichoso en la inmortal Sión.

Esposo de María Esposo de María y Padre Virginal infunde al alma mía tu vida angelical. Ruega por nosotros, guardián del Niño Dios. Ruega por nosotros, guardián del Niño Dios. El mundo infame espera la tierna juventud no dejes que en él muera mi cándida virtud. Ruega... (bis) Y cuando llegue el día y vuelva hasta el Señor, entonces dulce guía mírame con amor. Ruega... (bis)

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A San José A San José purísimo esposo de María, loor perenne y gloria la tierra al Cielo envía. A aquel que el Dios altísimo desde la eternidad creó vicario próvido de su paternidad. Desde tu excelso trono do reinas con María no desoigas las débiles quejas del alma mía. Haz que siguiendo férvido de tu virtud la luz, llegue al eterno júbilo contigo y con Jesús.

José carpintero José carpintero, modelo de obrero, modelo de amor, de amor a María, de amor al Señor, bendice a tu pueblo y llévalo a Dios. 208


1. Viviste del fecundo trabajo de tus manos, obrero silencioso, humilde y buen José, en tu jardín florece y crece con cuidado Jesús de Nazareth. 2. Creíste en el misterio sublime de María, misterio de Dios hombre que Ella iba a dar a luz; como le dijo el Ángel: “Tú mismo le pondrás el nombre de Jesús”. 3. Tu corazón de padre proteja a nuestra Iglesia y traiga a las familias el don de la unidad; que todos los que viven de su trabajo obtengan la justicia y el pan.

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PÍA UNIÓN DEL TRÁNSITO DE SAN JOSÉ La Pía Unión del Tránsito de San José o Santa Cruzada en pro de los moribundos, fundada por el San Luis Guanella, tiene por objeto: 1. Obtener por intercesión de San José la gracia de una santa muerte a los agonizantes de cada día, introduciendo en la cristiandad la piadosa costumbre de ayudarlos a morir santamente con oraciones y obras de caridad. 2. Intensificar y difundir en todo el mundo la devoción a San José. Esta Santa Cruzada de oraciones en favor de los moribundos, bajo el patrocinio de San José, fue instituida en Roma con decreto del Cardenal Vicario el 17 de febrero de 1913 y elevada a Primaria para todas las naciones católicas por la S.C. del Concilio y por “Breve” del Sumo Pontífice San Pío X. Condiciones: Para pertenecer a la Pía Unión del Tránsito de San José y gozar de sus favores se necesita: 1) Inscribir el propio nombre en el registro de la Pía Unión. (Se podrá hacerlo enviando el nombre completo a: R.P. Director de la Pía Unión del Tránsito de San José, Av. Emilio Castro 6351 — 1408 Buenos Aires, donde existe el Centro Nacional de la Institución.) 210


2) Rezar por la mañana y por la noche esta jaculatoria: San José, Padre adoptivo de Jesucristo y verdadero Esposo de la Virgen María, ruega por nosotros y por los agonizantes de este día (noche). Ventajas: Indulgencia plenaria: El día de la inscripción o en los siete días siguientes; en las fiestas de San José (19 de marzo y 1° de mayo); de la Sagrada familia, de San Pío X (21 de agosto) y del San Luis Guanella (24 de octubre). Para la Indulgencia Plenaria es necesario: Confesar, Comulgar y rezar por el Papa. Indulgencia parcial: Cada vez que se reza la jaculatoria de la Pía Unión; por cada obra de piedad o caridad hecha en favor de la Pía Unión. Además de este tesoro de indulgencias, los inscritos gozan del fruto de las Santas Misas que todos los días se rezan en el Templo del Tránsito de Roma; participan de los bienes espirituales de las órdenes y congregaciones adheridas o agregadas a la Pía Unión con un tesoro inmenso de Santas Misas, Comuniones, oraciones, penitencias, actos heroicos de celo y obras buenas hechas por los mismos en todas las partes del mundo. La Pía Unión cuenta con muchos millones de inscritos en todo el mundo.

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Recomendaciones: 1. Los fieles ofrezcan muy frecuentemente las obras buenas, oraciones y mortificaciones por los agonizantes. 2. Recuerden preparar la Fiesta de San José con Novena o Triduo; practicar alguna devoción especial los miércoles de la semana, día consagrado al culto de San José. 3. En el acto de inscribirse harán una limosna por el Templo de San José y obras parroquiales. 4. Inviten a inscribirse en la Pía Unión a los amigos y parientes. Dirección y administración: Parroquia Tránsito de San José Av. Emilio Castro 6351 1408 Buenos Aires, Argentina.

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INDICE



Presentación.................................................. 05 Lo que debe conocer todo cristiano............... 07 1. La vocación del hombre: La vida en el Espíritu................................ 09 a) Introducción.......................................... 09 b) Nuestra vocación a las Bienaventuranzas...................................... 09 c) La Palabra de Dios, luz de nuestros actos...................................10 d) Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.................. 11 e) Si quieres entrar en la vida, guarda mis mandamientos....................... 12 f) Ámense los unos a los otros como Yo los he amado......................................... 12 2. La Iglesia, madre y educadora................. 13 a) Los mandamientos de la Iglesia........... 13 3. La celebración del misterio cristiano..................................................... 14 a) Los sacramentos.................................... 14

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Bautismo................................................ 15 Confirmación.......................................... 17 Eucaristía............................................... 18 Reconciliación o Penitencia................... 22 Unción de los Enfermos......................... 28 Orden Sagrado....................................... 29 Matrimonio............................................. 32 b) La Santa Misa....................................... 35 La Oración..................................................... 39 a) Introducción.......................................... 41 b) Principales oraciones............................ 42 Señal de la Cruz..................................... 42 Padre Nuestro........................................ 42 Ave María............................................... 42 Gloria...................................................... 43 Credo (Símbolo de los Apóstoles)...................... 43 Salve....................................................... 43 Ángel de Dios......................................... 44 Para los difuntos.................................... 44 216


A San José.............................................. 44 Acto de fe................................................ 45 Acto de Esperanza.................................. 45 Acto de Caridad...................................... 45 Acto de Contrición.................................. 46 Oración de la Mañana........................... 47 A San José.............................................. 49 Para el trabajo........................................ 49 Para el estudio........................................ 50 Por un enfermo....................................... 50 Oración a San Luis Guanella................ 50 Bendición de la mesa............................. 51 Oración de la noche................................ 51 c) Otras oraciones...................................... 52 Jesús, María y José, nos bendigan.......................................... 52 Sagrado Corazón.................................... 53 Letanías.................................................. 56 Consagración al Corazón de Jesús....................................................... 58 217


Manual de Piedad y Devocionario de San José

Acto de reparación al Sagrado Corazón de Jesús..................... 60 Entronización del Sagrado Corazón en las familias......................... 62 Hora Santa............................................. 66 Pequeño Rosario de la Divina Providencia............................................ 81 El Espíritu Santo................................... 82 Ven, Espíritu Creador............................ 83 Novena al Espíritu Santo...................... 85 Oración para la unión de los cristianos...................................... 87 Jueves sacerdotal................................... 88 A Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote por la santificación del clero.................. 91 Por los sacerdotes................................... 92 Oración por los novios........................... 93 Oración de los casados........................... 93 Oración de los padres por sus hijos.................................................. 94 Oración de los hijos por sus padres............................................... 95 218


Oración a la Sagrada Familia.............. 96 Consagración a la Sagrada Familia................................................... 97 Oración por un agonizante.................... 98 Celebración para un velatorio............... 99 Liturgia........................................................ 103 Laudes (Oración de la Mañana)....................... 105 Vísperas (Oración de la Tarde)........................... 115 Completas (Oración de la Noche).......................... 123 El Via Crucis............................................... 131 Via Crucis (Camino de la Cruz)............................. 133 Devoción a la Virgen María........................ 147 María Santísima.................................. 149 a) El Ángelus........................................... 149 b) El Santo Rosario................................. 151 c) A la Virgen de los Dolores................... 156 219


Manual de Piedad y Devocionario de San José

d) Visita a la Virgen María (de Alfonso de Ligorio)............................ 157 e) Oración a la Madre de la Divina Providencia.................................. 158 Devoción a San José.................................... 161 Motivos de confianza a San José............................................ 163 José, un hombre sin importancia (P. Ramón Justo sj)............................. 164 Novena a San José............................... 167 Letanías de San José........................... 169 Triduo para obtener gracias................ 171 Triduo en acción de gracias................. 172 Siete dolores y gozos............................. 173 Rosario de San José............................. 177 Miércoles en honor de San José........................................... 182 Para rezar los días 19 de marzo y 1° de mayo.......................................... 183 Siete Súplicas importantes.................. 185 Plegaria cotidiana................................ 187 220


Padre Santo.......................................... 187 Saludo devoto....................................... 188 Gloriosísimo Patriarca........................ 189 Plegaria (de San Francisco de Sales)................. 190 Querido San José................................. 190 A San José Obrero (para la protección en el trabajo)......... 191 Para la santificación del trabajo......... 192 Oración de los trabajadores (Papa San Juan XXIII)........................ 193 Devoción de los treinta días de San José................................... 194 Predilecto del Espíritu Santo.............. 198 A ti recurrimos..................................... 199 Plegaria de agradecimiento................. 200 Por las almas del Purgatorio............... 201 Al Patrono de los agonizantes............. 201 Árbol bendito por Dios......................... 203 Oración a San José para la familia..................................... 203

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Manual de Piedad y Devocionario de San José

Oración de San Juan XXIII................ 204 Oración a San José para pedir vocaciones para hermanos................... 204 Cantos Josefinos.......................................... 206 José tu nombre santo........................... 206 ¡Salve, José!.......................................... 206 Esposo de María................................... 207 A San José............................................ 208 José carpintero..................................... 208 Pía Unión del Tránsito de San José........................................... 210

222


“En la ejecución de los sagrados ritos, sea el Siervo de la Caridad un modelo de fe y de piedad... En las celebraciones litúrgicas trate de unir la brevedad con la propiedad y la santidad: no trague las palabras o sílabas, y –si hay canto– aprenda las justas notas” San Luis Guanella



Pía Unión del Tránsito de San José


Manual de Piedad y Devocionario de

San José


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