Madero julio 2018

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Guanelliana 2018 BOLETÍN INFORMATIVO

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Julio

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“Un Corazón guanelliano crece en Alegría y Santidad”

Vacaciones de invierno: ¿Quién dijo que los niños no necesitan descansar? Mientras los padres se desesperan por llenar de compromisos la agenda de sus hijos durante las dos semanas de receso escolar, pasan por alto la idea de que aburrirse también puede ser un “plan". La importancia de "no hacer nada" Las vacaciones de invierno son un momento para descansar del colegio y de las actividades programadas. Siempre que sea posible y las obligaciones laborales de mamá y papá así lo permitan, quedarse en casa también puede ser un "plan" en vacaciones de invierno. Por alguna causa desconocida, cuando el calendario se acerca a julio los padres comienzan a sacar entrada para cuanto espectáculo infantil haya en cartelera. Además, para los días restantes, organizan pijamadas con primos, meriendas con los amiguitos del colegio, cine y jueguitos en el shopping con los abuelos y los inscriben en un taller de "juego libre". ¿Y para cuándo una tarde de plaza? ¿Hay espacio en el cronograma para cocinar una torta en casa con mamá? ¿Queda tiempo para disfrazarse con la ropa de papá? ¿Qué pasaría si un día no hacen nada? ¿En qué momento los padres empezaron a creer que el ocio es mala palabra? "Las vacaciones de invierno son placenteras para los niños y, muchas veces, un caos para los adultos. No todos pueden pedirse días en el trabajo o tienen la posibilidad de modificar sus horarios laborales, con lo cual se hace indispensable que sus hijos tengan planes todos los días. Pero planes no quiere decir necesariamente salidas al cine, al teatro, a comer". Así planteó la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247) el escenario que se presenta en casi todos los

hogares durante las dos semanas que los niños no asisten a clases: los padres hacen malabares para tener entretenidos a los hijos todo el tiempo. ¿El resultado? Todos agotados. Alternar entre un día de teatro y otro de quedarse en casa puede ser buena idea. Así funciona. Los adultos que pueden tomarse unos días en el trabajo aprovechan para ir de aquí para allá para "disfrutar" momentos en familia. Aunque poco pueda disfrutarse cuando la excitación infantil y la demanda de consumismo están a la orden del día. Una abuela diría que "la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer". "Las vacaciones de invierno son un momento para descansar del jardín y del colegio, de las actividades programadas y de estar ocupados. Si los papás, o alguno de ellos, pudo tomarse días, podría ser un buen momento también para conectarse con sus hijos, proponiendo actividades juntos pero quizá en la misma casa, un paseo al aire libre, una vuelta en bici. Pueden alternar entre algún día de teatro y otro de quedarse durmiendo hasta tarde y desayunar juntos, por ejemplo", opinó la especialista en maternidad y crianza. Y pese a lo que suele pensarse, destacó que "encontrarse con el aburrimiento es una manera de estar consigo mismos y con su creatividad para salir de esa situación; la imaginación se activa y aparecen los momentos de juego, las ganas de pintar, de crear, de armar alguna historia con sus muñecos". "Para desarrollar la autonomía es necesario que existan estos momentos en los que no hay un adulto ofreciéndole una actividad constante", agregó.


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